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Fundamentos bíblicos de la misión

Capítulo II

FUNDAMENTOS BÍBLICOS DE LA MISIÓN


P. Endeer Zapata1
Queremos encontrar los fundamentos bíblicos adecuados para una noción amplia de la
misión evangelizadora de la iglesia, no solo en el envío misionero, sino también en la vida
misma de Jesús y de las primeras comunidades cristianas, no pretendemos abarcar ni todos
los textos, ni todos los autores sagrados, que iluminan el quehacer misionero de la iglesia.
Haremos un recorrido por textos de los evangelios, del librode los Hechos de los Apóstoles
y de las cartas de Pablo, no queriendo dejar a un lado algunos textos emblemáticos del
profeta Isaías.

1. JESÚS, EL MISIONERO DEL PADRE

1.1. El kerigma del Reino de Dios

Podemos partir del evangelio de Marcos 1, 14-15, del Sumario programático de toda la
misión de Jesús, no olvidando que el evangelio según Marcos tiene como título (1,1): “El
evangelio de Jesús, el Cristo, Hijo de Dios”. El versículo 14 nos da el cuadro programático
del ministerio de Jesús: “marchó Jesús a Galilea y proclamaba la buena nueva de Dios”; y
en el versículo 15, se nos da el contenido de la buena nueva:

a) El tiempo se ha cumplido: se trata del cumplimiento de las promesas hechas por


los profetas a propósito de los últimos días, de la intervención decisiva de Dios en la
historia de los hombres. Es una intervención última, escatológica y categórica, no en el
sentido de que se paraliza la historia, sino de la intervención de Dios de un modo
contundente en la historia de la humanidad; por medio de Jesucristo, de modo pleno,
irrumpe en la historia la misericordia de Dios.

b) El Reino de Dios ha llegado: evidentemente no se trata de un territorio o un estado


convertido en monarquía, se trata de la soberanía de Dios, del señorío de Dios en la
historia, es el reino que tanto esperaba el pueblo judío. Dios había anunciado, por medio de
los profetas2, que haría justicia a los oprimidos, creando una tierra nueva y un mundo
nuevo. Se trata entonces, de una representación dinámica para un orden nuevo en todas las
relaciones interpersonales, entre Dios y los hombres y entre los hombres mismos. En el v.
15 Marcos afirma: El Reino de Dios ha llegado, está ya presente, este cambio instaurado
por Dios en el mundo está ya aconteciendo. El sueño futurista del pueblo de Israel se ha
convertido en un hecho histórico. La utopía, se convierte en topía. Este principio-
esperanza del pueblo judío es ya una realidad, pero al mismo tiempo, el Reino no es
absorbido ni circunscrito en la historia. En la teología neotestamentaria aparece entonces la
tensión entre el ahora y el todavía no, ha llegado en Cristo, pero que todavía camina hacia

1 Endeer Gerardo Zapata, sacerdote de la diócesis de Trujillo en Venezuela, con estudios de licencia y doctorado en
Misionología en la Universidad Urbaniana, actual director del Departamento de Misiones e Indigenismo de la
Conferencia Episcopal Venezolana, y de las Obras Misionales Pontificias (OMP) en Venezuela.
2 Cf. Am 9, 11ss; Os 2, 1ss; Is 7, 14-16; 9,6; 11, 1; Mi 5, 1-5; Jr 23, 1-5; 30, 9; Ez 34, 23ss; 37, 24ss; Za 9,9.

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su plenitud escatológica, está ya en medio de nosotros pero debemos orar y caminar hacia
su plenitud, un camino que exige un cambio de mentalidad, un cambio de vida.

c) Conviértanse: esta palabra expresa la necesidad y la exigencia de un cambio


radical para entrar en el Reino de Dios. Se trata de un vuelco total de la persona. La
conversión, fruto del anuncio, es un sí a la buena nueva predicada por Jesucristo, un sí
dicho una vez y reiterado cada día. Es un reinado que no se da en la vida de los hombres
sin su colaboración, no es una imposición de Dios, sino una propuesta de amor que espera
una respuesta, esta colaboración se ve manifiesta en la invitación a la metanoia; “el cambio
de vida es la exigencia que deriva de la cercanía del reinado de Dios”3.

d) Crean en el evangelio: la aceptación de la buena nueva lleva al hombre y a la


mujer a hacerse discípulo, a seguir a Jesús en su manera de vivir, a asumir como propias
sus opciones, viviendo conforme a los criterios del Reino presentados por Él en el Sermón
de la Montaña (cf. Mt 5, 1 – 7, 28). La fe, no es solo la aceptación intelectual de una
verdad, sino que lleva a la adhesión a Cristo, un proceso en el cual el discípulo llega a
afirmar con Pablo: “ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí, la vida que vivo al presente
en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí”
(Ga 2, 20).

La buena noticia es un mensaje de alegría y de esperanza, los evangelios nos hacen


descubrir que es Jesús la buena noticia del amor de Dios (Mc 1, 1.11.15). Una buena
noticia que va dando forma a la comunidad de los creyentes, liberados por un amor gratuito
que ha llegado hasta ellos (cf. EN 9); es por eso que, anunciar la buena noticia no consiste
solo en contar a otros lo que sucedió (pasado) en y con Jesús de Nazaret, sino también lo
que sucede en y con Jesús de Nazaret en aquel que hace suyo el evangelio; una buena
nueva que actúa la liberación y una liberación que, como dice la encíclica Redemptoris
missio 14, alcanza a la persona humana, tanto en su dimensión física como espiritual. La
buena nueva da a la comunidad una esperanza que se basa en la fuerza de la resurrección y
en la acción del Espíritu que actúa en la historia de los pueblos. Es una buena noticia que
debe generar vida para la comunidad y de modo especial para las grandes mayorías pobres;
en un contexto de muerte, generado por la pobreza y la injusticia, no existe una buena
noticia si esta no es capaz de anunciar y generar vida y esperanza.

El reinado de Dios no solo es el kerigma de Jesús, sino el corazón de toda su misión 4, él es


clave fundamental para entender todo su mensaje, por ejemplo, las parábolas tienen al
mismo tiempo un sentido revelador y encubridor del secreto del reino (Mc 4, 11), los
milagros son signos del reino que llega y transforma las realidades (cf. Mt 4, 23-25; Mc 1,
39; 3, 7-8; Lc 4, 14-15), “signos de la presencia del Reino de Dios que libera y sana al
pueblo enfermo y oprimido, restituyéndolo al disfrute de la vida, don del Dios creador,
amigo de la vida”5. Las bienaventuranzas debemos comprenderlas desde la realidad del
reinado de Dios: “el reinado de Dios constituye el tema central de las bienaventuranzas, es
el que da cohesión a todas ellas y es a la luz de ese reinado, que han de interpretarse” 6.
Ante la invitación de Jesús y la proclamación del reino de Dios, el seguimiento surge como
3 CAMACHO Fernando, La proclamación del reino, Madrid 1987, 162.
4 Cf. CASTILLO José María, El reino de Dios, Bilbao 2000, 31.
5 VIDAL Senén, La resurrección de los muertos, Santander 2015, 51-52.
6 CAMACHO Fernando, La proclamación del reino, 161.

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la respuesta de aquellos, que escuchan la buena nueva y convirtiéndose, se deciden a vivir


conforme a las categorías del evangelio, en un proceso de seguimiento, que se da siempre
en clave de discipulado misionero.

1.2. El discípulo: un llamado, un enviado, en la alegría de quien se siente amado

Según los evangelios, ser discípulo de Jesús significa ante todo seguirle (Mc 1, 18), ir
detrás de Él (Mc 1,20) o estar con Él (Mc 3, 14), con la finalidad de ir aprendiendo de
aquello que hace, que dice y sobre todo de su estilo de vida; es un itinerario de comunión
con Dios y con aquellos que en el seguimiento, comparten como familia lo que son y lo
que tienen. Ser discípulo implica, por tanto, una relación dinámica, permanente y amorosa
con Jesús, con su evangelio y con el Reino de Dios; una vida vivida en una creciente
comunión y con una renovada generosidad para corresponder al llamado urgente que el
Señor nos hace.

Uno de los textos clave para comprender el discipulado desde el evangelio de Mateo es
aquel en el que Pedro intenta ir caminando hacia Jesús sobre las aguas (14, 28-31),
experiencia que es reflejo de lo que vive la comunidad mateana, a ellos y a nosotros el
evangelio nos dice lo mismo: hombre de poca fe ¿por qué has vacilado? Para el
evangelista es importante que los discípulos cultiven dos actitudes: la fe en Jesús y la
capacidad de comprender sus enseñanzas (cf. Mt 13, 51-52).En Lucas, discípulo es aquel,
que acepta dejarlo todo para seguir a Jesús y vivir según la radicalidad y las prioridades del
Reino de Dios (Lc 9, 57 – 10, 24), el verdadero discípulo no es el que dice Señor, Señor,
sino el que cumple la voluntad del Padre (Lc 6, 46 // Mt 7, 21). El evangelista entrelaza
vocación (el llamado y la respuesta), formación (que implica la maduración de las
aptitudes para el seguimiento de Jesús y la preparación para la labor evangelizadora) y
misión (anuncio, testimonio del evangelio, apertura y trabajo por el Reino de Dios). Al ir
tomando algunos detalles del discipulado en los cuatro evangelios, notamos que en
Marcos, son las discípulas las que cumplen un papel fundamental para la comprensión del
discipulado, ellas que han estado ocultas a lo largo de todo el relato, aparecen en el
momento de la pasión, como testigos de su cruz y su sepultura (15, 40-47), por eso serán
ellas las primeras en reconocer que Jesús ha resucitado (16, 1-8). El evangelista nos lleva a
comprender en el discipulado la necesidad de ser fieles en la dificultad, fieles hasta la
pasión y la cruz y testigos que proclaman la resurrección del Señor. En Juan, el discípulo
es ante todo el que cree en Jesús (2, 11) y todo aquel que está unido a Él por la fe (15, 1-8).
Los discípulos viven un proceso de iniciación que les conduce al conocimiento (como
experiencia vital) y a la fe (Jn 13 - 17); un proceso en el que el discípulo va adquiriendo
actitudes fundamentales que le definen como tal: un amor como el de Jesús, la unión
íntima con Jesús que nos lleva al Padre y la posesión del Espíritu Santo.

1.3. Ser discípulo de Jesús supone:

a) Acompañar a Jesús para escuchar su palabra: implica una convivencia constante


con Él, en una escucha atenta de la palabra, que lleva al discípulo a una respuesta vital,
generosa, libre y alegre. Ver y oír fue la primera tarea de los discípulos de Jesús (cf. Lc 10,
23-24), Jesús cuando anunciaba el Reino, no solo decía cosas, sino que lo hacía presente

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por medio de sus signos, por esa razón, cuando Juan el Bautista le preguntó si él era el
mesías, Jesús le respondió con signos de que el Reino de Dios ya estaba en medio de
nosotros (cf. Mt 10, 7-10). Los discípulos fueron testigos de lo que Jesús anunciaba, de
aquello que hacía, de su relación con el Padre, a quien llama Abba ,y de Jesús buen
samaritano, signo contundente de la misericordia de Dios para con sus hermanos (cf. Mc
1, 1620; 14, 36; Mt 11, 25-26; Lc 10, 29-37).

b) Vivir como Jesús: es ir, ver y quedarse con Él, compartiendo su estilo de vida (cf.
Jn 1, 35-51) y la misión que el Padre le ha encomendado (cf. Jn 17, 20-26), haciendo de la
voluntad del Padre su propio alimento (cf. Jn 4, 34); así, de modo progresivo, corresponde
al gran amor que ha cambiado su vida, a la buena noticia que ha informado su existencia,
dándole sentido. Esa vida en Cristo, nos lleva a una comunión plena con Dios Padre (cf. Jn
14, 6) y a vivir una comunión en el servicio y en la comunicación de dones (cf. Jn 13, 14-
15; 1Co 12), fruto de la acción del Espíritu Santo.

c) Optar por el Reino de Dios, hasta las últimas consecuencias: el discípulo abre su
corazón a la exigencia de Jesús, convirtiéndose y creyendo en la buena noticia; lo celebra y
anticipa en la liturgia de la iglesia, de modo especial en la fracción del pan; pide en la
oración que venga a nosotros, y lo irradia en el anuncio (cf. Lc 24, 13-35), en la lucha por
la justicia y en la solidaridad para con los más pobres, convirtiéndose así en luz del mundo
y sal de la tierra (cf. Mc 1, 14-15; 1Co 11, 23-26; Lc 11, 2; Mt 5, 13-16). Esta es una
opción que contagia, que irradia, que genera un cambio de vida, que nos lleva a ir más allá
de nosotros mismos, colocando al centro el Reino de Dios (el discipulado es un proceso en
el que se hace necesario descentrarse, para colocar al centro de la vida a Jesucristo y su
evangelio).

d) Descubrirse misioneros del reino: enviados con poder por todo el mundo a anunciar
a todas las gentes la buena noticia del amor salvífico de Dios (cf. Mc 16, 15-18; Mt 28, 18-
20). El discípulo se siente enviado y el amor le mueve con urgencia a un anuncio gratuito y
a un testimonio fiel. Él que escucha la palabra, ama, hace resonar en su corazón la palabra
que ha escuchado y opta por el Reino de Dios; descubre en su vida de discípulo la
profunda convicción y la fuerza que le conduce a la misión; siente en su corazón el fuego
del amor por la misión, llegando a decir con Pablo: “¡Ay de mí si no predico el
evangelio!” (1Co 9, 16). Descubre que la esencia, el dinamismo y la razón de ser del
discípulo está en la misión.

1.4. La fe en el Señor resucitado

El mundo de la resurrección es el ámbito en el cual se cumplen todas las promesas divinas,


realizándose de modo definitivo la salvación de Dios. Este acontecimiento es clave a la
hora de comprender la persona y la misión de Jesucristo y de su iglesia. Con razón Pablo
llega a expresar: “y si no resucitó Cristo, nuestra predicación es vana y vana también
nuestra fe” (1Co 15, 14); el acontecimiento de la resurrección es principio hermenéutico
que ilumina, orienta y dinamiza toda la obra misionera de la iglesia. El encuentro de los
discípulos con el resucitado les lleva a la experiencia de la misión, al gozo del anuncio (cf.
Mc 16, 15; Mt 28, 19; Lc 24, 48; Jn 20, 21). No es un momento para quedarse, al igual que
en el monte de la transfiguración, en la experiencia gozosa con el resucitado, sino de

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ponerse en movimiento, en el anuncio de la buena noticia a los hermanos 7. Desde la pasión,


muerte y resurrección de Jesucristo, la comunidad vive la experiencia de la remisión de los
pecados (cf. Lc 1, 68-79), experiencia existencial de salvación mesiánica, en la espera del
día de la liberación definitiva (cf. Rm 8, 23; Ef 1, 14; 4, 30), y lo vive, desde la gozosa
experiencia de participar ya de la resurrección de Cristo, este gozo lleva a comunidad
creyente a ser testigo de la experiencia que da vida (cf. Jn 11, 25)8.

Lucas presenta la experiencia de los discípulos de Emaús (cf. Lc 24, 13-35), como camino
(proceso) fundamental de la vida de los cristianos, una vida que no se puede entender
desvinculada de la misión: la experiencia del encuentro personal con el resucitado hace que
arda el corazón y se experimenta el gozo del anuncio, desde el haberse encontrado con Él.
Para la comunidad cristiana, Jesucristo no es “un personaje del pasado sino alguien vivo
que anima, vivifica, sostiene y alienta con su espíritu la comunidad creyente” 9, ella es
testigo de Cristo resucitado presente y actuante dentro de la comunidad (cf. Mt 28, 20). La
misión es anuncio testimonial, no un simple trasmitir contenidos. En el creyente, al igual
que en Pablo, el encuentro con el resucitado, lo lleva a ser testigo y apóstol enviado a las
gentes, a anunciar la buena nueva de Cristo Jesús (cf. Ga 1, 23; Flp 3, 5-14; 1Co 15, 9-10).

2. EL MANDATO MISIONERO A LOS


DISCÍPULOS DESPUÉS DE LA RESURRECCIÓN

2.1. Lucas 24, 44-49

El testimonio de Lc 24 pone de manifiesto los presupuestos, el contenido y las


características de la misión.

Lucas nos presenta como presupuestos de la misión, la experiencia vital del Señor
resucitado, ella es condición indispensable e insustituible a la hora de comprender la vida
cristiana y, por supuesto, toda la vida misionera de la iglesia. Esta experiencia de fe hace
posible la comprensión de la Escritura, el testimonio coherente de vida y el anuncio
profético del mensaje evangélico. El contenido de la misión, para Lucas, es el kerigma,
proclamación del alegre mensaje del amor de Dios, que se revela en la muerte y
resurrección de Jesucristo, que quiere llegar a todos los hombres transfigurándolos
conforme a su imagen gloriosa.

Podemos encontrar también en este texto evangélico las características de la misión que
Jesús les encomienda a sus discípulos:

a) La fuente de la misión es la pasión muerte y resurrección de Cristo, como clara


expresión del amor de Dios.
7 Cf. PAGOLA José Antonio, Cristo Resucitado es nuestra esperanza, Madrid 2016, 53-54.
8 Odasso, afirma, que en los textos apocalípticos el reino de Dios, se identifica con el mundo de la
resurrección, ya que para los textos del Nuevo Testamento el reino de Dios se hace realidad en el
Resucitado, Aquel que es la resurrección y la vida. Cf. ODASSO Giovanni, Bibbia e religioni, Roma 1998,
314.
9 PAGOLA José Antonio, Cristo Resucitado es nuestra esperanza, 28-29.

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b) El fundamento de la misión es el Señor resucitado, la misión se realiza en el


nombre de Cristo, por aquellos que de modo anticipado participan ya de su resurrección.

c) Se realiza gracias a la fuerza del Espíritu (v. 49), Él hace del creyente un siervo del
Señor, testigo del proyecto del reino (cf. Is 42, 1-4; 61, 1-3).

d) Lucas nos presenta a los discípulos como testigos (v. 48) de una vida de comunión
con Cristo, en la escucha atenta de la Palabra (v. 44-45); como un camino de progresiva
transfiguración en Cristo (cf. 2Co 3, 18).

e) La dimensión universal, presente en este texto, sigue la apocalíptica judía que


proclamaba la participación de todos los pueblos en el mundo de la resurrección (cf. Is 25,
6-8), todos los pueblos están llamados a participar en el diseño salvífico de Dios (v. 47).

2.2. Marcos 16, 15-20

Aun cuando este texto no aparece en muchos de los códices y es posible que el evangelio
terminase en 16, 8, hoy lo reconocemos como palabra de Dios. Al centro del envío
misionero, encontramos al Señor glorificado, clave hermenéutica para comprender la fe y
la misión de la comunidad.

Después de ver la forma concéntrica de este texto, pasaremos a su análisis:

A-mandato (15-
16)
(17-
B-promesa
18)
X-glorificación del Kyrios (19)

A’-realización del mandato (20a)

B’-cumplimiento de la promesa (20b)


En la afirmación que encontramos en el v. 15: “vayan por todo el mundo y proclamen la
buena nueva a toda la creación (Kerugate to evaggelion)”, la buena nueva no es otra cosa
que el anuncio del amor de Dios, revelado en Jesús resucitado; este anuncio es un mandato
que surge de la resurrección y supone un camino que tiene como meta toda la creación ya
que, por medio de Cristo, Dios llega a todos los hombres, haciéndoles partícipes de la vida
plena. En el v. 16 se indica la respuesta del hombre al anuncio del evangelio: fe o
incredulidad. Si cree será bautizado y se salvará: la salvación caracteriza la condición de
quien entra en la iglesia, en cuanto ella es, la comunidad de la nueva alianza, familia de
aquellos que han resucitado en Cristo, primicia del cumplimiento futuro de la gloria eterna
del reino. La palabra soteria es utilizada en tres sentidos: referida al pasado, como
participación realizada en la muerte y resurrección de Cristo; referida al presente como
participación a partir del bautismo y referida al futuro como participación plena de la vida
en la resurrección.

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Los signos de los cuales nos habla el v. 17 se relacionan con la fe y con el kerigma, ellos se
presentan como el inicio de la era mesiánica, son signos de liberación y sanación,
cumplimiento de la salvación que suponen la plena realización de la justicia. El v. 19 nos
presenta a Jesús asunto a los cielos, signo de la glorificación apocalíptica y mesiánica; un
evento que inaugura la nueva creación. Cuando el evangelista afirma que “se sienta a la
derecha de Dios”, cita el Salmo 110, 1 a; Ez 34 e Is 11, 1-5, leídos todos estos textos en
prospectiva mesiánica. El envío misionero encuentra entre los discípulos una respuesta
prioritaria (v. 20), Marcos da a entender que se toman en serio el mandato misionero y
experimentan, cómo comunidad del resucitado, la obra del Señor en medio de ellos, de esta
forma el resucitado confirma con signos su palabra.

El término griego kerusso (proclamar o anunciar) da un acento a la misión de los


discípulos, ya que se proclama la buena nueva en nombre del resucitado. Descubrimos
desde aquí, que la finalidad de la misión es suscitar la fe para que conduzca a la salvación,
como participación en la resurrección de Cristo mediante el bautismo. Una misión que
tiene entre sus notas características la dimensión universal: Jesús envía a sus discípulos a ir
a todo el mundo, a todas las criaturas a anunciar la buena nueva. La comunidad cristiana
que nutre la fe en las Escrituras, descubre la exigencia de proclamar el evangelio a toda la
creación, un anuncio que se realiza gracias a la presencia continua del Señor resucitado; el
confirma con los signos del reino, la fe de los discípulos y la palabra que ellos proclaman.

2.3. Mateo 28, 16-20

El evangelio de Mateo presenta a Jesús como el nuevo Moisés, en esta figura hace
converger el carácter eclesiológico y misionológico presente a lo largo del evangelio. Uno
de los elementos que se retoman de la teología del Éxodo es la fuerza simbólica y teológica
del monte (cf. Mt 5 y 17); en el v. 16 el monte se nos presenta como lugar de enseñanza y
de revelación, haciendo siempre referencia al Sinaí y al monte Sión. Al centro del versículo
17 encontramos la fe en el resucitado, la postración es signo evidente de la adoración; se
actúa como si se estuviese de frente a JHWH, reconociéndole a Jesús su condición divina.
En el v. 18 encontramos la frase: “habló a ellos diciendo”, una introducción que expresa la
solemnidad del momento. Dios se dirige a su pueblo en el evento de la revelación de su
palabra, expresando: “Me ha sido dado todo poder en el cielo y sobre la tierra” (haciendo
referencia a Dn 7, 13-14), en este versículo se fusionan dos importantes tradiciones: la
profética, que proclama a Jesús Hijo del hombre y la mesiánica, en donde Jesús recibe de
Dios todo honor, potencia y gloria, y todos los pueblos le servirán (Sal 2; 110), de esta
forma Mateo presenta a Jesús como Mesías en la plenitud de su función salvífico universal.

Mateo en los versículos 19 y 20 nos presenta algunas características de la misión que Jesús
encomienda a sus discípulos:

a) Hacer discípulos: el mandato del anuncio se extiende a todas las gentes, y la


finalidad es llevar la humanidad a ser discípulos del Señor resucitado.

b) La conexión entre matheteuo y baptizo deja de manifiesto la praxis protocristiana


que relaciona anuncio del kerigma, conversión al Señor y bautismo.

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c) Una experiencia que lleva a los creyentes a una vital relación con el Padre, Hijo y
Espíritu Santo.

d) El mandato de hacer discípulos denota a ese pueblo que vive el misterio trinitario,
y la experiencia del discipulado como un proceso formativo.

e) La enseñanza debe ser entendida como experiencia existencial y vital. La frase:


“todo lo que yo les he mandado”, se refiere sobre todo a la vida y misión de Jesús,
necesidad de asemejarse al Señor que ha venido para servir y dar la vida. En el versículo
20b nos encontramos con la afirmación “Yo estaré con ustedes día tras día, hasta el fin del
mundo”, manifiesta la presencia del Señor que está en medio de su pueblo, presencia que
es garantía de que la comunidad de los creyentes sea sacramento de Jesús para el mundo.

La misión está relacionada con la resurrección del Señor, en ella la humanidad encuentra la
salvación definitiva; la palabra exousia manifiesta la potencia real, salvífica y universal del
resucitado; por lo tanto, para Mateo la misión es la manifestación de la exousia pascual del
Señor resucitado; el objetivo de la misión es hacer discípulos, llevar a las gentes a acoger
el kerigma, a nutrir su fe en la escritura y a vivir en sintonía con el resucitado y con la
comunidad de los creyentes. La presencia dinámica y salvífica del resucitado es la que da a
la misión la garantía de ser para las gentes, un acontecimiento de salvación por medio del
discipulado.

3. LA MISIÓN COMO NOTA CARACTERÍSTICA


DE LAS PRIMERAS COMUNIDADES CRISTIANAS

La conexión entre el ministerio de Jesús y la actividad misionera postpascual de la iglesia,


la encontramos enraizada en el dinamismo de la historia. Todo ese movimiento que
empezó y fue creciendo después de la muerte y resurrección de Jesús, tiene como
experiencia fundante el encuentro con el resucitado, la misión del Padre confiada, por
medio del mandato misionero, a sus seguidores y la acción dinamizadora del Espíritu, que
guía la comunidad de los creyentes a la experiencia del discipulado misionero.

3.1. En la dinámica misionera


de Hechos de los Apóstoles

3.1.1. Los primeros pasos

Lucas en Hch 1, 8 presenta todo el plan programático de su libro: “cuando el Espíritu Santo
venga sobre ustedes, recibirán una fuerza que los hará ser mis testigos en Jerusalén, en toda
Judea y Samaría y hasta los confines de la tierra”. El Espíritu irá conduciendo la
comunidad de Jerusalén a la misión que Jesús les ha encomendado en un progresivo
descubrimiento de su identidad. La comunidad de Jerusalén en sus inicios se muestra como

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una comunidad vacilante a la hora de aceptar la posibilidad de la misión a los gentiles 10.
Hechos presenta una comunidad en la expectante espera del inminente fin de los tiempos
(1, 10-11), la inauguración definitiva del reino de Dios; por esta razón, los discípulos
vuelven a Jerusalén, el lugar del cumplimiento escatológico, en la espera de su venida.
Hechos nos presenta la preocupación de los apóstoles de elegir a quien sustituiría a Judas
(cf. Hch 1, 20-26)11, al mismo tiempo que coloca a la comunidad de los creyentes en una
progresiva comprensión del acontecimiento Cristo y de la misión que se les ha
encomendado en la ampliación de la visión apocalíptica; está claro que aquello que les
preocupaba en el capítulo 1, en cuanto a la sustitución de Judas, ya no les preocupa en el
capítulo 12, con la muerte de Santiago el hermano de Juan. La comunidad de los discípulos
se convertía en el resto restaurado de Israel para la conversión del pueblo (2, 40), como
comunidad de creyentes en Jesús, el Cristo, que crece dentro del judaísmo (cf. 2, 17. 42-47;
4, 32-35).

El acontecimiento de Pentecostés es un anticipo en la comunidad, de aquello que el


Espíritu quiere ir realizando en ella, el Espíritu va conduciendo la iglesia a cumplir con la
misión que ha recibido de Jesús, llevar el evangelio hasta los confines de la tierra. El autor
de Hechos reinterpreta la fiesta de Pentecostés como “la conmemoración de Dios en el
monte Sinaí, expresada en todas las lenguas del mundo” 12, es el monte desde donde la
revelación cristiana se hace comprensible, en la lengua de todos los pueblos.

La comunidad de Jerusalén crece en su misionariedad, no sin resistencias; una de ellas la


encontramos expresada en el capítulo 6, donde se nos narra la elección de los siete
diáconos para el servicio de las mesas (6, 1-7) 13; en los versículos y capítulos posteriores
no se habla del servicio de las mesas de los varones elegidos, sino que los siete estaban
llenos de Espíritu y de sabiduría (6, 3.8) y dedicaban su ministerio misionero al anuncio
(v. 10). Estas incongruencias en Hechos nos llevan a entender la existencia del grupo de
los helenistas en una cierta contraposición a la comunidad de Jerusalén, pues tenían una
visión amplia en torno a la misionariedad entre los gentiles, postura que posteriormente
ayudará a la comunidad de Jerusalén a ampliar su horizonte. Por otro lado, el discurso de
Esteban prepara al lector para distanciarse del judaísmo tradicional, vislumbrando cómo el
futuro de la comunidad no se encuentra dentro del judaísmo; se va gestando una profunda
ruptura que dará como resultado, un sistema religioso diferenciado, aunque íntimamente
conectado con el judaísmo.

Al inicio del capítulo 8, se nos habla de una gran persecución y de cómo los discípulos se
dispersan por las regiones de Judea y Samaría, de esta manera la predicación del evangelio
va llegando a nuevas regiones y la comunidad comienza a discernir sobre lo que Dios le
está llamando a ser: una comunidad misionera. Felipe es uno de estos discípulos que con
audacia predica el evangelio a los samaritanos (v. 6-8), ante el anuncio, estas comunidades

10 Cf. BEVANS Stephen B. – SCHROEDER Roger P., Teología para la Misión hoy, constantes en contexto,
65.
11 Cf. DORMEYER Detlev – GALINDO Florencio, Comentario a los Hechos de los Apóstoles, Estella 2007,
48-49.
12 VIDAL Senén, Hechos de los Apóstoles y orígenes cristianos, Santander 2015, 27.
13 Vidal nos presenta una de las incongruencias más grandes que encontramos en este texto: “la falta de
atención a las viudas de los helenistas en el servicio caritativo diario… es algo que no cuadra en un grupo
en el que hay comunión de bienes (2, 44-45; 4, 32.34-35)”. VIDAL Senén, Hechos de los Apóstoles y
orígenes cristianos, 8-9.

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Fundamentos bíblicos de la misión

responden positivamente y aceptan el bautismo en un gran número (v. 12). La comunidad


cristiana de Jerusalén no se desentiende de esta acción misionera, sino que envía a Pedro y
Juan a supervisar y completar el trabajo de Felipe para que recibieran el don del Espíritu
Santo (v. 14-17). En el libro de los Hechos, es Jerusalén quien legitima esta acción
misionera. Felipe continúa su camino misionero, y el escritor sagrado insiste que es
movido por el Espíritu que llega hasta el carro del eunuco (v. 29), viene de un país que
representa las fronteras geográficas del mundo conocido. Felipe le explica la buena nueva
de Jesús (v. 35) y mientras Felipe es arrebatado por el Espíritu a otro lugar, el recién
bautizado continúa su camino hasta Etiopía, entendida en la visión geográfica de esos
tiempos, como los confines de la tierra (v. 39). En este capítulo, la comunidad cristiana,
bajo la acción del Espíritu Santo, va superando las fronteras del judaísmo y la buena
noticia, de alguna manera, va llegando a los confines del mundo; una comunidad que va
ampliando las fronteras, asumiendo dentro de ella a herejes samaritanos y gentiles.

3.1.2 ¿La conversión de Cornelio y su familia o la conversión de Pedro?

El capítulo 10 nos presenta la historia de la conversión de Cornelio y su familia, son


descritos por Hechos como una familia piadosa y temerosa de Dios (10, 1), un centurión
que creía en YHWH, practicaba la limosna y hacia oración, un hombre profundamente
justo, pero que no había aceptado todas las prácticas judías (v. 22). Por otro lado, Pedro
tiene una visión que desmonta toda la concepción de impureza que él como judío creía (v.
12-16). Es el Espíritu quien mueve a Pedro a aceptar la invitación de Cornelio sin vacilar
(v. 20) y se hospeda en su casa (v. 23). Bevans y Schroeder citando a Dunn llaman a esta
sección (10, 1-29) la conversión de Pedro14, pues se da en él un radical cambio de
mentalidad: “me ha hecho ver que no hay que llamar profano o impuro a ningún hombre”
(v. 28). Ante un hombre y una familia justa sobre los cuales desciende el Espíritu Santo,
surge el interrogante: “¿se le puede negar el agua del bautismo a estos que han recibido el
Espíritu Santo?” (v. 4448). Está claro, que no todos en Jerusalén están a gusto con la
decisión de Pedro, de bautizar a Cornelio y su familia15.

Lucas pone en boca de Pedro, una vez más, la historia de Cornelio para llegar a concluir:
“también a los gentiles les ha concedido Dios la conversión que conduce a la vida” (11,
18). Está claro que este momento genera en la comunidad una verdadera ruptura: Dios le
está mostrando a la comunidad de Jesús un nuevo camino, y la comunidad (al igual que
Abraham, José, Moisés en el discurso de Esteban del c. 7) va dejándose guiar por Dios.
Esta crisis, provocada por el bautismo de los gentiles, redefine la vida de la comunidad de
los creyentes. En conclusión, podemos decir que el Libro de los Hechos presenta este
acontecimiento, como decisivo en la historia de los inicios del cristianismo, pues con él la
comunidad de Jerusalén pasa de una misión exclusiva entre los judíos y se abren las
puertas a los gentiles; una discusión que continuará dentro de la comunidad y a la cual se la
dará respuesta, en la asamblea de Jerusalén (15, 7-9)16.

14 Cf. BEVANS Stephen B – SCHROEDER Roger P., Teología para la Misión hoy, constantes en contexto,
79.
15 La historia de la conversión de Cornelio se repite en el capítulo 11 narrada por boca de Pedro, explicando
ante la comunidad de Jerusalén el ingreso de los gentiles dentro de la comunidad de los creyentes.
16 Cf. VIDAL Senén, Hechos de los Apóstoles y orígenes cristianos, 41.

10
Fundamentos bíblicos de la misión

3.1.3. Desde Antioquía a los gentiles

Un número considerable de gentiles se unen a algunas comunidades cristianas de judíos de


la diáspora, pues chipriotas y cirenenses en Antioquía le anunciaron a los griegos el
evangelio y un crecido número recibió la fe y se convirtió al Señor (11, 20-21). La
comunidad de Jerusalén envía a Bernabé a supervisar la comunidad cristiana de Antioquía
y los exhorta a permanecer unidos al Señor (v. 23). En el versículo 26 se lee, que es “en
Antioquía donde, por primera vez, los discípulos recibieron el nombre de cristianos”, los
gentiles de Antioquía asumieron el nombre de Cristo como nombre propio. Antioquíase
convierte en “el punto más importante de vivencia y difusión del cristianismo” 17.

3.1.4. Pablo, misionero de las gentes

Bernabé y Pablo son escogidos por la comunidad y enviados bajo la dirección del Espíritu
Santo. En su primer viaje misionero (12, 25 - 13, 3), predicaron primeramente a los judíos,
pero la resistencia a escuchar el evangelio y a convertirse, los llevó a declarar: “hemos
decidido dirigirnos a los gentiles” (13, 46), llegando a expresar en el 14, 27 que “Dios…
había abierto a los gentiles las puertas de la fe” (14, 27). La controversia del capítulo 15 en
torno a la circuncisión finaliza con dos importantes afirmaciones, aquella de Pedro:
“Nosotros creemos más bien que nos salvamos por la gracia del Señor Jesús, del mismo
modo que ellos” (15, 11) y la del apóstol Santiago: Dios intervino por primera vez para
procurarse entre los gentiles un pueblo que honrase su nombre (15, 14). Santiago llamando
también a los gentiles que aceptan la fe Laos (‘amen hebreo), término que designa a Israel
como pueblo de Dios, reconoce a los gentiles como iguales.

Con Pablo, se da un gran movimiento misionero en gran parte del mundo conocido, esta
misión nos la presenta el libro de los Hechos de los Apóstoles en los capítulos que van del
13 al 21. Vidal hace un cuadro geográfico de los alcances de esta misión: “misión desde
Antioquía junto a Bernabé, en Chipre y en las regiones del sur de Asia Menor, Panfilia,
Pisidia y Licaonia (base de 13, 4-14, 28); abandono de Antioquía y paso por las regiones
de Asia Menor (base de 15, 36-16, 10); misión en Europa: en Filipos (base de 16, 11-40),
en Tesalónica y en Berea, pasando antes por Anfípolis y Apolonia (base de 17, 1-14), en
Atenas (base de 17, 15-34) y en Corinto (base de 18, 1-8); misión en Éfeso y en las
regiones de Asia Menor (base de 18, 19 -19, 40); viaje de la colecta para la comunidad de
Jerusalén (base de 20, 1-21, 34)”18. Pablo entendió que el tiempo de la iglesia es el tiempo
de la misión, un kairos para que la buena nueva llegue hasta los confines de la tierra. Para
el autor, el que evangelio haya llegado a Roma, no significa que todo se haya logrado.
Bevans y Schroeder afirman que: “el futuro de la iglesia se encuentra entre los gentiles y el
naciente cristianismo está llamado a ser una religión universal. Hechos termina, por tanto,
mirando al futuro, invitando a la iglesia a continuar con la obra de Pablo en su propio
tiempo y contexto, justamente como Pablo —y antes Esteban, Felipe, Pedro— continuó la
obra de Jesús”19.

17 RAMOS Felipe, “Hechos de los Apóstoles” en AA.VV., Comentario al Nuevo Testamento, Madrid 1995,
365.
18 VIDAL Senén, Hechos de los Apóstoles y orígenes cristianos, 20.
19 BEVANS Stephen B. - SCHROEDER Roger P., Teología para la Misión hoy, constantes en contexto, 88-
89.

11
Fundamentos bíblicos de la misión

Pablo también en sus cartas habla de su ministerio, se llama a sí mismo instrumento


escogido de Dios para llevar su evangelio a todas las criaturas y del cual él es su ministro,
un misterio escondido desde siglos y que ahora da a conocer en toda su riqueza a los
gentiles (cf. Col 1, 23.26-27; Ef 3, 1-9). El Apóstol reitera a lo largo de sus cartas como su
ministerio proviene de Dios (cf. Ga 1, 1) y se llama a sí mismo “siervo de Jesucristo y
apóstol por vocación, escogido para el evangelio de Dios” (Rm 1, 1).

3.2 La unidad en la diversidad, una fe que fructifica

El capítulo 6 del libro de los Hechos nos proporciona datos para afirmar, que desde los
inicios encontramos comunidades cristianas fuera de Jerusalén y que, algunas de ellas, son
de origen helenista, con una organización independiente de Jerusalén. Mientras que los
doce, simbolizaban la esperanza de la restauración de Israel, al frente de la comunidad de
los helenistas, encontramos al grupo de los siete; es este grupo el que será perseguido y
tendrá que salir de Jerusalén (6, 11-14) 20. El autor de Hechos creaba artificialmente, un
tiempo de misión exclusiva a los judíos antes de que fuesen aceptados Cornelio y su
familia, por parte de la misión oficial de Pedro y de la comunidad de Jerusalén 21. Los datos
nos dicen que para este momento existía una diversidad de comunidades cristianas, por
ejemplo, cuando Pablo llega a Éfeso, el texto mismo deja entrever la existencia de una
comunidad cristiana conformada por Apolo y sus doce discípulos (cf. Hch 18, 24 – 19, 7).
Los cristianos helenistas desde sus inicios se habían abierto a la posibilidad de anunciar el
evangelio a los gentiles, realidad que la comunidad de Jerusalén entenderá más tarde. Entre
los grupos helénicos se da una estrategia misionera diversa a la de Jerusalén, es una misión
abierta a todos los pueblos, con una perspectiva apocalíptica diversa a la de la comunidad
jerosolimitana: se anuncia el Reino de Dios, que llega por medio de su siervo Jesús, Señor
resucitado, luz que debe iluminar a todas las gentes, llegando hasta las Islas más remotas,
de tal manera que todos los pueblos participen del banquete del Señor; de esta manera las
comunidades helenistas comprenden desde Isaías, la persona y la misión de Jesús y de la
comunidad creyente.

Existen testimonios fehacientes de la presencia de comunidades cristianas en Galilea. Vidal


(citando a Mc 14, 50; 15, 40-41. 47; 16, 1-8; Lc 24; Jn 20, 11-18; Mt 28, 9-10) afirma que
es en Galilea y no en Jerusalén donde debemos localizar los orígenes fundamentales del
movimiento cristiano, ya que es allí, donde se dan las principales apariciones del
resucitado a sus discípulos22 y desde Galilea se despliega todo el movimiento cristiano
misionero. Pablo en 1Co 15, 6 nos deja un claro testimonio: “después se apareció a más de
500 hermanos a la vez, la mayor parte de los cuales permanece hasta ahora, aunque
algunos murieron”, esto supone comunidades cristianas desde los inicios (cf. Ga 1, 17-
19)23; ya en torno al año 33, encontramos células cristianas fuera de Palestina y separadas
de la sinagoga judía.

Este número nutrido de comunidades existentes ya entre los gentiles nos lleva a afirmar
que no fue Pablo el iniciador de esta corriente evangelizadora ad gentes, sino que este

20 VIDAL Senén, Hechos de los Apóstoles y orígenes cristianos, 10.


21 Ibid., 19.
22 Ibid., 77-78.
23 Cf. VIDAL Senén, El documento Q. Los primeros dichos de Jesús, Santander 2011, 20.

12
Fundamentos bíblicos de la misión

movimiento misionero es anterior a él 24, el mismo documento Q da testimonio de


misioneros itinerantes, conforme al método que encontramos en los evangelios 25. El mismo
Lucas no explica la presencia de la comunidad cristiana en Damasco (9, 2s), ni como
surgieron las comunidades de Galilea (9, 31) 26, todo este movimiento misionero anterior a
Pablo hace que llegue el cristianismo a comunidades como Corinto y Éfeso, donde Pablo
encuentra grupos significativos de cristianos (cf. Hch 18, 2-3; 18, 24-19, 7). La
misionariedad en el cristianismo naciente es una de sus notas más importante que le define,
además de las comunidades de las que nos hablan los evangelios 27, van naciendo
comunidades en la cuenca del mediterráneo, entre ellas la de Damasco, comunidades en el
reino Nabateo (Arabia), en Antioquía, en Chipre y en Asia Menor; a estas comunidades
sumamos las otras que van surgiendo gracias a la misión de Pablo.

La pluralidad en la iglesia naciente favoreció la misionariedad y en medio de los conflictos,


se mantiene la unidad, no una unidad compacta y casi uniforme, como la presenta Lucas,
sino aquella que surge en la diversidad, donde la misionariedad está unida a comunidades
profundamente carismáticas y ministeriales, donde se ven encontradas corrientes diversas
de pensamiento y con praxis diversas, que convergen en asambleas, como la de Jerusalén.
La comunidad cristiana tiene como experiencia común, una fe viva en el resucitado, una fe
que le mueve al anuncio, bajo la acción continua del Espíritu Santo. En las primeras
comunidades cristianas se desarrolló una labor catequética que recogía los dichos y hechos
de Jesús y de modo especial el relato de la pasión, muerte y resurrección, un conjunto de
verdades que constituía el temario de las primeras comunidades cristianas, al cual se le da
el nombre de kerigma (cf. 1Co 15, 1-6) y que presentaba a Jesús como el Mesías esperado,
en quien tenían cumplimiento todas las profecías; que había muerto y resucitado y que
vendría a establecer, de modo definitivo, el reino de Dios 28. La experiencia de la Pascua
(cf. Lc 24, 11-12), como lo afirma Tagle, mueve los cristianos al anuncio: “es una buena
noticia que hay que comunicarla, compartirla con los demás, y no solo una vez, sino
muchas veces sin parar”29. La experiencia vital con el resucitado encuentra en la movilidad
existente, dentro de todo el Imperio Romano, una herramienta que favorece la itinerancia o
la movilidad del anuncio. Estas comunidades que van naciendo, no solo ponen en común
sus bienes, sino también su fe por medio de la koinonía y el kerigma, comunidades que
comparten sus experiencias, como lo hace Pablo en sus cartas.
4. EXCURSUS

El Siervo de YHWH en la escritura y el jubileo de Dios

Nos detendremos, antes de finalizar este capítulo, en la reflexión de algunos textos del
profeta Isaías, que han sido de vital importancia para comprender la vida y misión de
Jesús, de modo especial, aquellos que se refieren a la universalidad de la misión del siervo
y el jubileo del ungido del Señor.

24 Cf. VIDAL Senén, Hechos de los Apóstoles y orígenes cristianos, 91.


25 Cf. VIDAL Senén, El documento Q. Los primeros dichos de Jesús, 20-21.
26 Cf. BASEVI Claudio, Introducción a los escritos de san Pablo, Madrid 2012, 33.
27 Entre los samaritanos (cf. Jn 4, 5-41), las de Caná (cf. Jn 2, 1-11), de Cafarnaún (cf. Jn 2, 12; 4, 46-54).
28 BASEVI Claudio, Introducción a los escritos de san Pablo, 298.
29 TAGLE Luis Antonio, Comunidad pascual, Barcelona 2016, 21.

13
Fundamentos bíblicos de la misión

4.1. El derecho y la misericordia de Dios (Is 42, 1-4)

Al inicio de este primer cántico, el Señor presenta a su siervo: Aquí está mi Siervo unido a
la palabra mi elegido, que denota la elección divina, la cual se manifiesta mediante la
efusión del Espíritu del Señor. La palabra Siervo la encontramos unida a la frase que yo
sostengo, expresando cómo el profeta en situaciones de dificultad tendrá la necesidad vital
de la ayuda y de la fuerza de YHWH (41,10). El Siervo realizará fielmente la misión a él
encomendada, cumpliendo el plan de Dios y siendo a Él agradable. La misión
encomendada al siervo es establecer en la tierra el derecho, guiar a Israel a confiar y
esperar en el Señor, que realiza el diseño de liberación para su pueblo; su mensaje es
mensaje de confianza y esperanza (v. 2). En los versículos del 3 al 4 presenta, de forma
concéntrica, la obra del Siervo:
No partirá la caña quebrada A
No apagará la mecha vacilante B
Promoverá el derecho X
B
No vacilará

A
Ni se quebrará ’
El Siervo actúa para restablecer el derecho con categorías de misericordia 30. En el versículo
4b se habla de las Islas, en la visión geográfica de Israel significaban los confines de la
tierra, lo más remoto; de esta manera el profeta relaciona la misión del Siervo con la
irradiación de la palabra del Señor, por todos los ámbitos geográficos y culturales, dándole
a dicha misión un carácter universal31.

4.2. La misión del Siervo (Is 49, 1-6)

Este texto recalca la universalidad de la misión del Siervo: la palabra que Dios comunica,
por medio de su Siervo, va dirigida a todos los pueblos, haciendo hincapié en las naciones
lejanas (v. 1); el Siervo es luz de las naciones de tal manera que la salvación de YHWH
llegue hasta los extremos confines de la tierra (v. 6).

4.3. La muerte salvífica del Siervo (Is 52, 13 - 53, 12)

El autor de este cuarto cántico del Siervo se ha inspirado en Is 49, 1-6; 50, 4-9a. Tanto el
prólogo (52, 13-15) como el epílogo (3, 11-12) presentan la misión del Siervo, acentuando
el valor salvífico de su sufrimiento y de su muerte. La parte central del cántico la
encontramos en 53, 1-10. Las primeras comunidades cristianas al leer este cuarto cántico
de Isaías, hacen una relectura del acontecimiento de la pasión, muerte y resurrección de
30 Es interesante ver la presentación que hace Berges en su libro sobre Isaías en torno al término Siervo y su
utilización en el Antiguo Testamento. Cf. BERGES Ulrich, Isaías. El Profeta y su libro, Estella 2015, 151.
31 Cf. Ibid., 186.

14
Fundamentos bíblicos de la misión

Jesús, profesando su fe en El, como el Siervo del Señor. La importancia de este cántico, en
los textos del Nuevo Testamento, hace que necesariamente nos detengamos en su análisis:

a) 52, 13-15: en estos versículos tres verbos subrayan la cercanía del Siervo con Dios:
“será enaltecido, elevado y ensalzado sobremanera” (v. 13). El v. 15 presenta el destino
del Siervo glorificado: “verán lo que nunca les contaron y descubrirán lo que nunca
oyeron”. Este prólogo es cave de lectura, para la comprensión de la fidelidad del Siervo,
que pasa necesariamente por el sufrimiento32.

b) 53, 1-3: La comunidad de fe ve en la resurrección del Siervo la revelación de la


potencia (brazo) salvífica de Dios. Presenta una descripción de la vida del Siervo: “creció
ante Él como un retoño, como raíz en tierra reseca”. Sus sufrimientos son descritos (v. 3)
con el lenguaje propio de las lamentaciones (Lm 3, 1.14) lo llama, hombre de dolores y
presenta con dureza el drama del abandono y de la pérdida de estima, por parte de los
otros.

c) 4-6: sobre todo el v. 4 está caracterizado por la escucha y la palabra, el profeta


escucha y comunica la palabra escuchada. El cántico en el v. 4 parte de un nosotros y se
dirige hacia el protagonista (Él) en el v .5, para luego regresar al nosotros en el v. 6 y
concluye confirmando la obra de YHWH. La comunidad reconoce la inocencia del Siervo,
él ha llevado sobre sus hombros el sufrimiento de la comunidad, ha portado las culpas de
su pueblo, ha sido traspasado por nuestras rebeliones (v. 5). La culpa recae sobre el pueblo
(nosotros) mientras que el sufrimiento recae sobre el Siervo, pero es claro, que por sus
heridas hemos sido sanados (v. 5). El sufrimiento y la muerte del Siervo, por ser fiel a la
voluntad de YHWH, se convierten en fuente de sanación para la comunidad (nosotros).

d). 7-9: el Siervo permanece fiel en la peor de las persecuciones (v. 7.9a) y en ella
experimenta la ayuda, teniendo la seguridad de vivir según el diseño del Señor; tiene la
certeza de no quedar confundido; golpeado por la violencia acepta en silencio su destino,
en el momento en que la injusticia ha desarrollado su propia obra contra el Siervo, su
inocencia es reconocida y proclamada explícitamente: “por más que no cometió atropellos
ni hubo nunca mentiras en su boca”.

e) 10-11a: estos versículos reafirman el significado salvífico del sufrimiento y de la


muerte del Siervo. La comunidad, después de la muerte del Siervo, proclama su
Glorificación, pues el Señor ha colocado su complacencia en el Siervo traspasado y vive la
experiencia de que el Señor perdona su pecado, liberando al hombre del ámbito de la
muerte e introduciéndolo en el espacio vital de su amor. La muerte del Siervo es un
instrumento mediante el cual, el Señor realiza su diseño de vida.

f) 11b-12: La muerte del Siervo, signo de su fidelidad al Señor, hace posible que la
multitud pueda participar de la justicia de Dios y de su salvación (v. 11b), pues en la
fidelidad, el Siervo se ha donado a sí mismo, no se echa para atrás ante la prueba, se ofrece
aceptando todas las consecuencias de la sentencia capital; en este contexto, el profeta
concluye el cántico afirmando: “soportó la culpa de muchos e intercedió por los rebeldes”.

32 Cf. PELLETIER Anne-Marie, Isaías en Comentario Bíblico Internacional, Estella 1999, 902-903.

15
Fundamentos bíblicos de la misión

4.4. Importancia de los cantos del Siervo de YHWH

Los textos del antiguo testamento llamaron a Moisés, el Siervo del Señor, esto nos lleva a
entender que la figura del Siervo de YHWH no lo podemos desligar de las categorías
bíblicas del éxodo, de la revelación divina en el Monte Sinaí y de la alianza. Isaías coloca
en profunda relación, al igual que otros textos, la figura del Siervo con el anuncio profético
de la palabra del Señor, con la renovación del pueblo y con las esperanzas y el futuro de la
salvación. En la tradición davídica, el Siervo del Señor es visto como el nuevo David, de
tal manera que él, inaugura el señorío de Dios y prepara la humanidad al ingreso del reino.
Los cánticos del Siervo de YHWH relacionan la figura del Siervo con la realización plena
del diseño salvífico de Dios e iluminan el tema del dolor y del sufrimiento por medio del
testimonio de la fidelidad del Siervo. La misión de este nuevo Moisés es guiar Israel para
que se convierta en pueblo del Señor, realizar a plenitud la renovación del pueblo en la
experiencia de la nueva alianza, una realidad que indica un corazón renovado, gracias a la
acción del Espíritu del Señor (Ez 34; 36, 16-18). Israel también ha sido llamado siervo del
Señor (interpretación colectiva de la figura del Siervo Is 41, 9-10), un pueblo que se hace
siervo del Señor, cuando testimonia la realeza de YHWH y su diseño de salvación para
todos los pueblos.

En el libro de los Hechos de los Apóstoles 4, 25.27 se llama a Jesús, el santo Siervo; este
título dado a Jesús por los primeros cristianos denota la importancia de los cantos del
Siervo para la primera comunidad. Jesús es el Siervo de YHWH que anuncia su revelación
y en cuya muerte y resurrección hemos sido salvados. La misión del Siervo Jesús es una
misión profética, recibe la fuerza del Espíritu y anuncia la palabra, comunica el diseño del
Señor que debe irradiar hasta los confines de la tierra. El contenido de la salvación que
Jesús nos ha traído implica la liberación de la esclavitud, es decir, nos da la posibilidad de
vivir en la libertad, en la justicia y en la fraternidad, los valores fundamentales del éxodo.
La misión que YHWH le ha confiado a su Siervo Jesús, se prolonga en la misión que Jesús
le confía a su comunidad, para que todos puedan participar al mundo de la resurrección, de
la vida y de la salvación de Dios. Jesús define a los discípulos como Siervos del Señor,
testigos del Padre que se revela en la resurrección de su Hijo, anunciadores del evangelio
de Dios para la salvación de todos los pueblos. La primera comunidad cristiana se descubre
como sierva, llamada a anunciar y a testimoniar esta buena nueva hasta los confines de la
tierra.

Apoyados en Berges, podríamos decir que el autor del libro de los Hechos, explica la
misión de Pablo y Bernabé, desde categorías propias de los cánticos del Siervo de YHWH:
“Pablo y Bernabé invocan Is 49, 6 y se presentan a sí mismos y su kerigma por encargo de
Dios como ‘luz de las naciones’ y como salvación ‘hasta los confines de la tierra’ (…) De
esa forma se había cumplido la profecía de Isaías de la ampliación del culto a YHWH a los
hombres de todas las naciones, más aún, incluso a eunucos (Is 56, 3-7)”33. Pablo mismo en
su carta a los Filipenses entiende la kenosis desde la figura del Siervo: “la kenosis no puede
ser la encarnación en sí, asumir (…) una naturaleza humana no es una humillación. El
acento va puesto en que, en la encarnación, Cristo asumió una condición servil; es decir,
despojado de la redundancia de la gloria de la divinidad (…) Cristo quiso encarnarse para
servir, para obedecer, para morir en la cruz” 34. Basevi afirma que la humanidad de Cristo es

33 BERGES Ulrich, Isaías. El Profeta y su libro, 301.


34 BASEVI Claudio, Introducción a los escritos de san Pablo, 355.

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Fundamentos bíblicos de la misión

la del Siervo de Adonai, de la persona descrita por Isaías como el Siervo de YHWH, el
cual con sus llagas repararía nuestros pecados.

4.5. El profeta del Jubileo salvífico de YHWH

El profeta Isaías, en su capítulo 61 (v. 1-3b), aun cuando no utiliza el tecnicismo profeta,
“menciona sus dos condiciones principales: el envío o misión y el servicio de la
palabra”35; un texto inspirado en los cantos autobiográficos del Siervo, en particular Is 49,
1-6. El profeta (v. 1) bajo la acción del Espíritu, acoge y anuncia la palabra de YHWH. El
don del Espíritu es interpretado como una unción, la referencia a la unción sacerdotal
muestra que el Señor, con la potencia del Espíritu, orienta el profeta al anuncio de la
palabra: el feliz mensaje de liberación a los pobres (anawin). La acción del Espíritu en esta
obra evangelizadora, es garantía de que el tiempo sea un kairos, un tiempo de gracia, por
eso el profeta anuncia el año de jubileo, ya que la buena noticia tiene fuerza
transformadora, gracias a la acción del Espíritu del Señor y por tanto los afligidos
encuentran consuelo, cambiando sus ritos de luto en fiesta.

La libertad de los esclavos y de los prisioneros, es el elemento esencial de la misión del


profeta; el objetivo de la misión (v. 2) con la proclamación del jubileo es inaugurar el
tiempo en el cual el Señor, según la plenitud de su amor, guía su pueblo a vivir los valores
fundamentales del éxodo: la fraternidad y la libertad. La palabra del profeta surge del
Espíritu de Dios, desarrollando la potencia que libera el espíritu humano de la opresión y
elevándolo a la felicidad de la alabanza divina; esta experiencia hace del anuncio de la
palabra, un alegre anuncio del amor fiel y misericordioso del Señor. La misión del profeta
‘el ungido del Señor’ está encaminada a la realización de la plenitud de la alianza en la
libertad y en la fraternidad, el anuncio es para el profeta una nota existencial que no puede
ser ignorada. Desde los elementos comunes con Is 42, Lucas (4, 16-22) plantea el cuadro
programático de toda la misión de Jesús, el Cristo36

35 ALONSO SCHÖKEL Luis – SICRE José Luis, Profetas, Tomo I, Madrid 1980, 370.
36 Cf. ALONSO SCHÖKEL Luis – SICRE José Luis, Profetas, 369.

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