Professional Documents
Culture Documents
Oración para Encender La Corona de Adviento
Oración para Encender La Corona de Adviento
Canto: Pueden cantar un villancico o poner una grabación y tratar de seguirla todos
juntos.
Jefe de la casa: En esta familia amamos al Niño Jesús y por eso queremos prepararnos
debidamente a su santo nacimiento. Que este momento de oración que hacemos en
familia nos ayude a tener nuestro corazón mejor dispuesto para que Jesús nazca en
nuestros corazones en esta Navidad.
(En seguida uno de los miembros de la familia enciende solemnemente la vela
correspondiente, de tal forma que cada domingo se encienda una nueva vela que se
unirá a la luz de las demás que se han encendido)
(Aplausos)
Lectura: En seguida otros miembro de la familia lee una lectura del Evangelio:
Éste es el principio del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. En el libro del profeta
Isaías está escrito:
Éste es el principio del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. En el libro del profeta
Isaías está escrito:
Hubo un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Éste vino como testigo, para
dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. Él no era la luz, sino
testigo de la luz.
Éste es el testimonio que dio Juan el Bautista, cuando los judíos enviaron desde
Jerusalén a unos sacerdotes y levitas para preguntarle: “¿Quién eres tú?” Él reconoció y
no negó quién era. Él afirmó: “Yo no soy el Mesías”. De nuevo le preguntaron: “¿Quién
eres, pues? ¿Eres Elías?” Él les respondió: “No lo soy”. “¿Eres el profeta?” Respondió:
“No”. Le dijeron: “Entonces dinos quién eres, para poder llevar una respuesta a los que
nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?” Juan les contestó: “Yo soy la voz que grita en el
desierto: ‘Enderecen el camino del Señor’, como anunció el profeta Isaías”.
Los enviados, que pertenecían a la secta de los fariseos, le preguntaron: “Entonces ¿por
qué bautizas, si no eres el Mesías, ni Elías, ni el profeta?” Juan les respondió: “Yo
bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay uno, al que ustedes no conocen, alguien
que viene detrás de mí, a quien yo no soy digno de desatarle las correas de sus
sandalias”.
Esto sucedió en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde Juan bautizaba.
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada
Nazaret, a una virgen desposada con un varón de la estirpe de David, llamado José. La
virgen se llamaba María.
Entró el ángel a donde ella estaba y le dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está
contigo”. Al oír estas palabras, ella se preocupó mucho y se preguntaba qué querría
decir semejante saludo.
El ángel le dijo: “No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Vas a concebir
y a dar a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo
del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y él reinará sobre la casa
de Jacob por los siglos y su reinado no tendrá fin”.
María le dijo entonces al ángel: “¿Cómo podrá ser esto, puesto que yo permanezco
virgen?” El ángel le contestó: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del
Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso, el Santo, que va a nacer de ti, será llamado
Hijo de Dios. Ahí tienes a tu parienta Isabel, que a pesar de su vejez, ha concebido un
hijo y ya va en el sexto mes la que llamaban estéril, porque no hay nada imposible para
Dios”. María contestó: “Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que me has
dicho”. Y el ángel se retiró de su presencia.
Padre Nuestro…
Rito de la paz
Señor Jesucristo que viniste a traer tu paz al mundo, danos tu paz. (Se dan la paz con un
beso, o un abrazo).
Ofrecimiento:
(Preparamos la Navidad con nuestra oración, pero también con nuestras obras buenas.
En este momento cada miembro de la familia ofrece hacer una buena obra en esta
semana, dice cual y la anotan en un papelito. Si la obra buena se cumplió se coloca el
papelito en la cuna del Niño Jesús en el nacimiento, como paja calientita que acogerá al
Niño en la Navidad.)
Oración final:
Que nuestras responsabilidades terrenas no nos impidan, Señor, prepararnos a la venida
de tu Hijo, y que la sabiduría que viene del Cielo nos disponga a recibirlo y a participar
de su propia vida. Por nuestro Señor Jesucristo… Amén.
Canto: Villancico.
Consagración a María
Madre nuestra, recibe nuestro humilde acto de consagración. Tuyos somos y tuyos
queremos ser para siempre. Y danos la gracia de amar a Jesús con todo nuestro corazón
y ofrecerle el homenaje de nuestro amor, especialmente en la Eucaristía.
Todos repiten: Soy todo tuyo, Reina mía, madre mía, y cuanto tengo tuyo es. Te entrego
mi vida y mi amor, mi pasado, mi presente y mi futuro con todo lo que tengo y todo lo
que soy para que se lo presentes a Jesús, que lo recibirá contento de tus manos. Dulce
Corazón de María, sed la salvación mía. Amén.
Señor Jesús, queremos proclamarte en este momento como el Rey y dueño de nuestro
hogar y de nuestra familia. Queremos que reines en nuestras mentes y en nuestros
corazones por el amor. Queremos amarte y adorarte a Ti, Jesús, que siempre nos esperas
en la Eucaristía. Queremos que reines en nuestra vida entera: en nuestros pensamientos,
deseos, sentimientos, palabras, miradas, obras... Todo es tuyo y todo te lo entregamos
para que reines en nuestro cuerpo y en nuestra alma, pues queremos hacer siempre tu
santa voluntad.
Oh divino Corazón de Jesús, dirige nuestra familia por el camino del bien, bendice
nuestro trabajo y nuestras empresas, nuestras diversiones, nuestras amistades y todas
nuestras actividades para que Tú seas el primero en todo.
Cúbrenos a todos con tu sangre bendita y protégenos de todo poder del maligno.
Ayúdanos en los momentos difíciles y consuélanos en nuestras penas.
Sé Tú la alegría de nuestras vidas, porque sin Ti no podemos ser felices. Te pedimos por
nuestros familiares difuntos para que los tengas en tu gloria. Y, cuando a nosotros nos
llegue el momento de la partida definitiva, reúnenos a todos en tu reino para gozar
unidos contigo en la patria celestial.
Jesús, bendice nuestro hogar. Sé Tú nuestro Rey. Establece en nuestra casa tu trono para
siempre, porque no queremos que reine otro sino Tú. Por eso, con toda la fuerza de
nuestro corazón, queremos decir: ¡Viva por siempre amado, bendecido y glorificado en
nuestro hogar el Corazón divino de Jesús! ¡Venga a nosotros tu reino! ¡Bendito y
alabado seas por siempre Jesús! ¡Bendito seas por siempre en el Santísimo Sacramento
de la Eucaristía! ¡A Ti el poder, el honor y la gloria por los siglos de los siglos! Amén.
Todos repiten: Oh Jesús, por medio de María me consagro a Ti y quiero que Tú seas el
Señor y el Rey de mi vida. Jesús, yo te amo y yo confío en Ti. Sagrado Corazón de
Jesús, en Vos confío.
Oremos:
Oh Dios, que en este sacramento admirable
nos dejaste el memorial de Tú pasión;
te pedimos nos concedas venerar de tal modo
los sagrados misterios de Tu Cuerpo y de Tu Sangre,
que experimentemos constantemente en nosotros
el fruto de Tu redención.
Tú que vives y reinas
por los siglos de los siglos.
Amen.
Alma de Cristo