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Dn oe instala en la Repiiblica Dominicana porque su PN ame ee ne ee ON ee a CN eee ‘amigos deciden salvar a un animalito, ef sole- ne eee Nee ee ae ce cializarlo para su provecho. se eS oe Estudid Trabajo Social, pero su verdadera ee eo desde la nifiez. Sus novelas Hay Que Salvar OAC CN aa OC LO Ue ie aN ee yore eet Ue por los jovenes y eduicadores, debido a lo nove- ORR cu amon Ce Ue en Roa Ronen oe Av Po eLNaolw): UNC We) | Baresi) 800- Dosh TOON jHay que salvar a Sole! Angélica Dossetti Deli de Color ISBN-STbsseIa teat ek a de 200, otros ISBN oTb i562 1809, edi: 200 Direc eo oe Man! Zar ‘Deere! Ne, iesn de odie: Fenn Gln Thsiaclne Cat Rome 1 206 po Agta Dost Calder Insricon NSS067. Santiago de Chi eros exci de sn eras por ‘Empress 71-2. Fino fo Egret Eto Zig-Zag S.A Lox Conpitadres 170. Pe 0. ride “Teton SOM00, Ema agra Sana de Cit, prs iro no pad se posi co to ice pts, avo a ransmdo por sng meio clic, eran, de gamut CD Rm coi, cfincn or fom de open, ‘in Inara itd ee, Impeso por Rk Donna. Antoni ober Wilms 90 Ceri, Seago de Chie, eee Mis cowpateros pe curso. Me REGALARON ESTE DIARIO DE VIDA EL ULTIMO DiA QUE FUL AL COLEGIO EN CHILE. "YO NO TENIA MUCHAS GANAS DE ESCRIBIR EN EL, PERO COMO AQUI SOY UNA RECIEN LLEGADA SIN AMIGOS Y NO TENGO A QUIEN CONTARLE MIS COSAS... MEJOR LO USO. Ema S. Devicaroria A Francisca y Alvaro. Sin ellos este libro no se hubiera hecho realidad, ‘Sénapo 22 ve ocTuBRE (POR LA NOCHE) Estoy muerta, en mi vida quiero volver a viajar. Desde que salimos de Santiago hacia Punta Cana, por lo menos han pasado unas mil horas (sé que no es tanto, apenas salimos ayer por Ia maftana, pero as{ me siento). Me duele todo, desde la cabeza hasta la uila del dedo chi- co de los pies. Mas encima, no encuentro forma de acostumbrarme a este calor tan raro. Miro por la ventana y esti lloviendo, y entonces creo que por fin podré respirar un poco de aire fres- co. Abro la ventana y saco la cabeza, pero lo linico que consigo es sentirme igual que en la ducha, como cuando el baflo esti leno de va- por y cuesta respirar, porque aunque Mueva, el calor sigue. Entonces, mejor cierro la ventana y 7 ‘me pongo a escribir con el aire acondicionado a todo lo que da. Aqui, sola en mi nuevo dormitorio, me acor- dé de lo enojada que me puse hace un mes, cuan- do mi papd, en medio de la comida, nos dijo con cara de circunstancia: ~Me trasladaron en el trabajo, nos tendremos que ir al Caribe -y se quedé callado, mientras yo ‘miraba incrédula a mi mama, que s6lo se encogié de hombros. ~iAdénde te trasladaron, papa? “le pregunté, casi desesperada de solo pensar en dejar el cole- gio y a los amigos que tanto me habia costado hacer, ~A Repiiblica Dominicana, Inauguraron un resort en Punta Cana y me dieron la gerencia ge- neral me contesté, como disculpandose de algo terrible, No supe qué decir, sélo atiné a salir corrien- do a mi dormitorio, agarrar el globo terriqueo, ubicar Santiago y luego empezar a ver donde es- taba ese dichoso pais del que no sabia nada. Hasta que lo encontré: era apenas una mancha minis cula perdida entre el mar Caribe y el Atlantico. Y ahora estaba aqui, recién llegada, con mis maletas regadas por el piso. ‘Nota: Me llaman a comer, después sigo. 8 (Después de comer) Sentia que tenia suefio y me acosté apenas terminé de comer, pero pasé un buen rato y no me pude dormir; entonces, quise salir a recorrer el lugar, pero no me dejaron porque era muy tarde. Desde el aeropuerto de Santo Domingo a Pun- ta Cana, hay que viajar unas cuantas horas en auto, pero no me acuerdo de nada, porque apenas me subi a la van que nos recogié a mi mam, al Nico ya mi, me quedé dormida en el asiento de atrés. ‘Cuando paré el motor y cesé el vaivén de las rue- das en el pavimento, desperté; no s¢ si fue el golpe de la puerta del conductor o fueron los ruidos ince- santes de mis tripas lo que me trajo a la realidad. Ya eta de noche y s6lo pude ver un edificio enorme, rodeado de palmeras y jardines que se it~ ‘minaban desde el suelo, Después, todo fue correr a saludar a mi pap, que se habia venido dos sema- nas antes para ocupar su puesto en el hotel, y cono- cet el departamento donde viviriamos, que estaba en el titimo piso del edificio de la administracién. ‘Como atin no habia visto nada, queria salir a reco- rrer el lugar, pero como mis paps me siguen vien- do de la edad de mi hermano Nico (de tres afios), no como una nifia de doce, no me dejaron. BS —_Dowineo 23 08 ocrumne Aiin no habia terminado de tomar el desa- yuno y ya estaba aburrida de escuchar a mi papé, contar los Iloriqueos del Nico, hablando con mi mama del colegio. Ocurre que en Santiago estabamos terminando el colegio, porque en no- viembre ya son las pruebas y exémenes finales, Pero aqui es todo lo contrario: entraron a clases en agosto, y eso quiere decir que apenas estin partiendo. Como a mis papés les da lo mismo lo que yo opine, no escucharon mis alegatos sobre las vacaciones que me iba a perder y me dieron la mala noticia de que ya tenia colegio nuevo, de corrido, hasta junio del préximo aio, sin vacacio- nes de verano (aunque aqui estamos en medio del otofio, pero es mas caluroso que enero en Santia- go). No es justo. Por fin pude conocer el hotel. Es super lin- do, nada que ver con el departamento que fe dan al gerente para que lo use con su familia en el edificio de la administracién, donde estamos vi viendo. Con todos estos muebles tan serios y ca mas gigantes, parece de viejos, sin vida, como si los muebles los hubiera puesto un decorador ‘s6lo para mirarlos; todo esta tan limpio y orde- nado que hasta al Nico, que es siper destrozén, 10 le da un poco de miedo tocar las cosas. Mi papi dice que este lugar tiene el mismo mobiliario del resto de las habitaciones del hotel, y que ya lo iremos acomodando para darle un toque de nifios y sentirnos como en Ta casa en Chile. Cierto que este departamento tiene algo que me gusta: cada dormitorio cuenta con su propio baiio privado, y eso yo lo encuentro bacén Después del desayuno, leno de malas noti- cias, me arrangué sin que se dieran cuenta, por- que mi mama ya estaba diciendo que queria ir a comprarme el uniforme del colegio y mostrarme no sé qué libros de historia para que supiera algo de este pais. Sali despacio, sin casi hacerme notar, abri la puerta principal y parti corriendo por los caminitos que recorren un parque leno de pal- meras y flores raras, hasta Hegar por un costado del edificio de recepcién. Me quedé con la boca abierta, en mi vida habia visto un lugar tan entre tenido: ante mi se vefa una laguna Ilena de peces y una garza solitaria, con un puente de madera, rodeada de prados y drboles con flores de muchos colores. En medio de la laguna habia una islita con un escafio y un gran Arbol frondoso que le daba sombra, después continuaba el puente hasta desembocar en varios caminos, con sus respec- tivas flechas, que indicaban un sinfin de lugares u chtretenidos: cinco restoranes, el casino, un spa, Cl teatro, Ia discoteea, el piano-bar, el saldn de belleza, las boutiques, el club de nifios, los dis. Lintos edificios de habitaciones para los turistas ¥ el camino con la flecha que més me gusté, las piscinas, Después de quedarme un rato mirando cémo 10s pasajeros salian de los edificios de habitaciee nes, todos entusiasmados rumbo al restaurante Principal para tomar el desayuno, me fui a la pis. cina més grande, con forma de trébol, rodeada de palmeras y de reposeras; me senti como hipnoti zada por los rayos de sol reflesindose en el agua, ¥ euando estaba a punto de meterme con todo opa, escuché la voz de mi papa: Ema, puedes bafarte en la piscina, comer en los restoranes y hacer todo lo que quieras, sin Imolestar a los huéspedes —me dijo serio, pero como me dio libertad de moverme por todos la. dos, quedé feliz Nota: Mejor me pongo luego el traje de bai, Despues sigo. (Escribiendo antes de dormir) Hoy si fue un dia bacdin, desde que me puse ¢l traje de bailo; primero, me bané un montén de 12 rato en la piscina, me tomé todas las pifias coladas ¥ coca colas del mundo gratis, sin salir del agua, ¥ que podia hasta sentarme en alguno de los ta, buretes sumergidos, porque el bar estaba al lado de la piscina y el mesén terminaba dentro de ella, Después, cuando me dio hambre, ni en broma se ime ocurrié ir al departamento a almorzar. ;Para qué?, si resulta que aqui hay un restorén que es cl suefio de mi vida: leno de pizzas, hamburgue. S25, pollos asados, hotdogs, papas fritas, nachos y {odas esas cosas que mi mamé no me deja comer Porque dice que lo tinico que hacen es engordar ¥ no alimentan. De almuerzo probé todo lo que habia en el restordn, hasta que no entré nada mas en mi pobre guata, y como no me puedo meter al gua antes de una hora después de comer porque “me puede dar un calambre” (eso dice mi mama), Se me ocurrié explorar los alrededores y sin dar. me cuenta legué ala playa que estaba un poquito més allé de la piscina, pero que no se podia ver Porque la tapaban las palmeras. Ahi sf que me senti feliz. Es que la arena es como harina fina y cl agua del mar, jul, tiene un color entre verde y calipso (me dijeron que es de color turquesa, pero no conozeo las turquesas), con tantas palmeras «ue parece un bosque. Me quedé haciendo tiempo ¥ mirando para todos lados: los turistas tomaban 4 sol, otros tantos lefan y fomaban egos, los nifios jugaban en el agua 0 la pelota en Ia arena, ; Ondo per fin pasé la dichosa hora, me meti como una bala en el mar. Fue estupendo, el age casi no tenfa olas y era caliente (no tanto como la de Ia bafera) y una se podia quedar todo el a po que quisiera, sin el riesgo de salt con los Ia- bios morados de frfo, como me pasa siempre en de Chile. fl era a cambiar de ropa al departamento, porque tenfa ganas de seguir explorando el resort pero mi mam me rapté para que me probara el uniforme (que no sé en qué momento fue a com- prar), cenara y me acostara a dormir temprano. En ese momento recordé que mafiana tengo ue ira mi nuevo colegio, que con todo Io bien que lo habia pasado, se me borté. Luwes 24 pe ocTupre (priser Did DE CLASES) Mi mami me desert sper temprano, Ho luego segui bierapreferido dormir ott poco y luego s recorriendo el hotel, pero no pude; después de arreglarme y tomar el desayuno en el departs mento,con mis papés, el chofer de la van del hotel nos fue a dejar al Higitey’s British School, que no 15 esti en Punta Cana, sino que en la ciudad de Hi- giley, a una hora del hotel. El colegio no se parece en nada al de Chile, éste es como los que salen en las peliculas gringas, lleno de pasto, palme- tas, muchas canchas, auditorios, teatros y hasta piscina; aqui le dicen campus, como si fuera una universidad, Mi mamé me dejé en las puertas del colegio. Entré siiper pérdida, sin saber adénde tenia que ir; lo tinico que sabia era que estaba en séptimo B de Intermedio. Caminé con cara de despistada hasta que vi un mesén donde estaba una sefiorita ue contestaba el teléfono. Me paré frente a ella con cara de pregunta: ~Good morning, miss —me dijo, antes que yo udiera abrir la boca, y yo contesté angustiada: -LQué fire lo que dijo? ‘Me tina que puse cara de pénico, porque a la seftorita le dio un ataque de risa, de és0s que no se quitan con nada, Buenos dias, sefirita, zen qué la puedo ayudar? me dijo, después de calmarse un poco, ¥ yo me senti muy aliviada de poder entender sus palabras, Lo tinico que queria saber era dénde estaba ‘mi sala, pero resulta que no tengo sala, porque son los profesores con sus respectivos ramos los. 16 que tienen aula, y urfa tiene que andar de un lado para el otro acarreando un montén de cuadernos y libros. Por lo menos, me dieron un casillero de é 0 que tienen cerradura con clave, como en las peliculas, y to encuentro baccin. El colegio es muy entretenido, eso si que tiene un pequefiito detalle: todo, lo que se llama todo, es en inglés: las clases, los libros, Io ‘que tuno escribe en los cuademnos, hasta esos tipicos recaditos en papelitos bien arrugados que después se los tiras a un compafiero, son en inglés, y mi problema es que yo soy matada para ese famoso idioma, del que no entiendo nada. Mi primera clase fue de matematica; todos mis compafieros se quedaron miréndome fijo, como si yo fuera un marciano 0 algo por el estilo, ya sé que cuando una es nueva siempre pasa. Por 0 es que intenté ser de lo més normal para que . ojala ni me notaran, pero resulta que todos mis compafieros son negros © mulatos con el pelo de un color tan raro, como café oscuro medio ama- rillento en las puntas y con unos rulitos bien quitos que parecen resortes, y yo soy tan blanca, que entre ellos era imposible pasar inadvertida, Justo cuando estaba empezando a preocupar- me por lo poco que iba a entender de matemiética, escuché: 7 “Miss Ema ~y no sé que més; de nuevo me desesperé por no saber lo que decian, Por suerte, una nifia que estaba sentada a mi lado, entre risi- tas, me dijo ~Te esti preguntando hasta qué materia Hle- gaste en el otro colegio. Hablaba con una voz con ritmo de merengue, que hasta me dieron ganas de bailar y, gracias a Dios, en un espaiiol muy entendible. Ana, la nifla que me salvé en matematica, es como de mi porte y con la piel de color chocolate, con cuatro trenzas desparramadas por la cabeza. Es stiper simpaitica; me mostr6 todos los rinco- nes del colegio y me prometié que me ayudaria a aprender inglés, porque si no, seguro que repito , para cuando vuelva a Chile, no podré seguir con mis antiguos compafieros. Ramén, el chofer de la van, me recogié a la salida de clases. Todo el camino de Higtiey a Punta Cana me fiti mirdndolo, impresionada por lo alegre que es: siempre esta sonriendo y mos- trando unos dientes que me dan envidia por lo blancos y parejos (no como los mios, que necesi- tan frenillos urgente, porque cada dia noto que se me desparraman més). Llegué a la casa, que en realidad es un depar- tamento dentro de! hotel con los mismos muebles 18 en serie de las habitaciones, a las cinco y media con una sensacién de intranquilidad porque de verdad no entendi nada de lo que me pasaron; todo es en inglés y nunca he sido buena para ese idioma. Cuando saludé a mi mam, me pregunté por mi dia y le conté: No creo que pueda pasar de curso porque no entiendo nada de lo que hablan ni lo que explican, ya que todo lo dicen en inglés. Mejor le daba de inmediato la noticia para que no se enoje tanto cuando le entreguen mis no- tas. Ella puso cara de pensante, después agarré la guia de teléfonos y se puso a llamar ano sé quién. Como no paraba la chachara, opté por sacarme el uniforme del colegio, que es la tipica faldita con polera (no usan chaleco, con este calor no creo que lo aguanten), me puse mi traje de bafio con un pantalén corto y me fui al restordn, el que es como el cielo, a comer pizzas y tomar pifias cola- das como loca. Aqui se oscurece stiper temprano, y no al- caneé a ir a Ia playa porque cuando terminé de devorar todo lo que pude, ya era de noche, y con toda la comida y las estrellas me dio tanto suefio que mejor me fui al departamento. Ahi mi mamé ‘me estaba esperando con cara feliz para contar- ‘me que me matriculé en una academia de inglés 19 see en ene eee ela at ata ar an de edt ede (ESm de aes es uc niet TEE cerca del colegio, como a dos cuadras, y tendré ue ir todos los dias. {No es justo, con lo lindo ¥ entretenido que es este lugar, tendré que estudiando!... mpese Yes 27 De ocrune No he podido escribir en estos dias, me lo Paso corriendo de un lado para otro; para ir al co- Tegio me tengo que levantar a las seis de la ma. ana, porque Ramén a las siete en punto me esté esperando para ir a dejarme. Por lo menos, los Viajes en la van son stiper entretenidos: a Ramén 4e gusta el merengue y pone un CD de esos bien bailables y alegres. “Para que despierte”, dice él Como me estoy aprendiendo las canciones, ahora ya las puedo cantar y Ramén dice que me va a ensefiar a bailarlo también, porque: ~Si no sabes bailar merengue, nunca vivis- {e en Dominicana ~y yo tengo muchas ganas de aprender, En el colegio pongo cara de inteligente y a todo digo yes, pero cuando Ana, con la que ahora somos siper amigas, se da euenta de que estoy metiendo la pata, me da una palmadita, me ‘taduce al ofdo lo que me estén hablando y des- ués contesta en inglés por mi. No sé que haria 20 si ella no estuviera, seguro que ya me hubieran echado. ‘Ana es bacéin, tiene una mamé un poco rara, algo asi como religiosa, pero no de la religién ti- pica de esas de ira misa. Se viste de blanco, siem- pre esti rigndose, como en la luna, y deja que Ana haga todo lo que se le ocurra. El papa de Ana no sta en Dominicana porque es diplomético en un pais de esos bien perdidos en Africa, y todos los ‘meses le manda encomiendas Henas de cosas en- ttetenidas, como unas miscaras de ceremonias zauliies y no sé qué més. Estos dos dias he tenido que ira Ia academia de inglés; encuentro que es una pérdida de tiem- Po, porque lo tnico que hacen es ponerme delante de un computador con audifonos y parece que ni se acuerdan de que estoy ahi y, como a esas altu- ras ya me da tanto sueilo, me cuesta un mundo no quedarme dormida. Llego al departamento cuando esté oscuro y no me queda tiempo para nada. Ademés, el Nico ahora se duerme re’tarde y, en cuanto me ve, lo linico que hace es sacar mis cuadernos del bolso y rayarlos con lépices de colores. Todo lo que qui- 0 es que crezea para que se le quiten los Hlori- ‘queos y eso de agarrar mis cosas 0, por lo menos, que no se acuerde de que tiene hermana, 2 __Viseves 28 De octubre ‘Ana me cont un secreto siper grande y me hizo jurar que no se lo contaria a nadie. Le dije que no tenia a quign contarselo, porque ella es mi linica amiga. Entonces me agarré de un brazo y nos dimos como mil vueltas por el colegio hasta {que legamos a un rineén bien perdido detris de unas palmeras. Ema, mira, lo que pasa es que un grupo de amigos y yo estamos metidos en un tremen- do lio ~me dijo, y se qued6 callada, sin ganas de contarme, pero le rogué que siguiera porque no le ibaa contar a nadie. Se lo juré hasta por el Padre Hurtado, que es el santo que esta mas de ‘moda en Chile, pero que ella no tenia ni idea de quign era, asi que le tuve que contar la pelicula de su vida que vi antes de venirme a Domini cana, porque lo iban a canonizar. Parece que le gust6 la pelicula, porque después me tir6 todo el rollo de una, No encontré que el secreto fue- ra tan terrible como Ana piensa, y me dieron hartas ganas de escribirlo en mi diario, pero me da miedo que alguien lo encuentre y quede Ia escoba. Asi que ahora estoy buscando dénde puedo esconderlo, en un lugar secreto para que nadie lo pueda ver. 2 Por fin encontré un lugar ultra seguro y escon- ido para mi diatio, pero no pienso escribir dénde €s, porque si alguien justo me ve escribiendo, lo descubritian y me costé mucho encontrar. Ocurre que Ana tiene dos amigos en el co- legio, Cecilia y Pancho, que son un poco més grandes que nosotras. Estin en el octavo A de In- termedio, y ella los conocié el afio pasado en el taller de etiqueta, Me he dado cuenta que en este colegio ensefian las cosas mas raras del mundo, y se taller es para aprender a comer y comportarse educadamente (no le pienso contar a mi mamé de 50, ya que de seguro me inscribe, porque dice que estoy hecha un desastre con mis modales), ‘Ana me conté que un dfa, después de salir de esas clases, los tres se fueron a dar una vuelta por Higiiey. Llegaron a una plaza y estaban conver sando bien entretenidos cuando vieron aparecer por la calle una moto a toda velocidad, con un tipo gordo arriba que llevaba una bolsa colgando, ‘mientras arrancaba de una patrulla de la policia que lo perseguia con las sirenas y las luces a todo Jo que daban. El tipo se metié con moto y todo a la plaza y daba unas vueltas que casi se caia; los policias también se metieron con ta patrulla a la 2B plaza y Ana me contaba que les dio tanto susto, que se escondieron detrés de una estatua de Juan Pablo Duarte (el padre de la Patria, como Bernar- do O'Higgins, de Chile). En eso estaban, cuando vieron que al tipo de la moto se le cayé la bolsa y la patrulla casi la atropella, porque ahora iba mas rapido. Salieron del escondite cuando la sirena se escuchaba a lo lejos y, al pasar por el lado de la bolsa, se dieron cuenta de que se movia. Ana me ‘contd que se agacharon para abrirla y que encon- ‘raron un animalito flaco y maltratado. De eso hace dos semanas, y el animalito atin est a medio morir en la casa de Ana, que lo tiene escondido en una jaula dentro de su armario, por- que su mamé no la deja tener maseotas y menos ésta, que parece ratén, pues les tiene panico a los, ratones. ‘Ana me vino a visitar el domingo al hotel y me trajo a la Sole, que es el nombre que le puso al animalito que encontraron. La Sole es tan, pero tan linda, parece un ratén trompudo en grande, casi como un conejo, con la cola y las patas bien largas y peladas, aunque en el resto del cuerpo tiene el pelo muy suave, Trato de describirlo para que no se me olvide, pero no puedo, asi que hice este dibujo de ella, que no me resulté muy pa- 4 recido porque tampoco soy muy buena para el dibujo. Ana me conté que averigué en internet y encontré una foto igual al animalito en una pi- gina de la fauna dominicana, que resulté ser un solenodonte, Dejamos a la Sole en el batlo de mi pieza y nos fuimos a la cyber-sala del hotel para investigar més de esos animales. Entramos a un montén de paginas y en todas decia que esta en peligro de extincién, ya que los traficantes los venden como mascotas exéticas en Estados Uni dos y en Europa, y en algunos lugares hasta se los comen. ‘Antes que descubrigramos esto en intemet, ‘Ana y sus amigos habian pensado en ir de nuevo a esa plaza, para ver si encontraban al tipo de la ‘moto para entregarle a la Sole, porque ninguno de ellos lo podia tener en su casa. Dicen que si los pillan recogiendo animales, los castigarian por el 25 resto de la vida. Yo creo que los adultos ni se pre- ‘ocupan de los setes vivos, s6lo les importa el tra- bajo, el auto y esas cosas que se pueden comprar con dinero, Ahora estébamos seguras de que el tipo de la ‘moto era uno de esos traficantes 0, por lo menos, se queria comer a la pobre Sole, que es tan linda. Yo no podia permitir eso: como quiero ser veteri- haria, tengo que proteger a los animales. Sin pen- sar, le dije a Ana que yo cuidaria a la Sole, y me quedé con ella, _Lunes 31 DB ocTUDRE No sé cémo lo voy a hacer: no me queda tiempo para ir al colegio, a ta academia de in- glés y ademds cuidar a la Sole, Ya no me puedo levantar a las seis, no alcanzo a alimentar a mi solenodonte, hacerle un poco de carifio para que crezca feliz y arreglarme, todo antes de las siete. Si no encuentro quién me ayude, me voy a volver loca con tanta cosa. Hoy tengo mas suefio que nunca, y todo de pura despistada, Ocurre que ni se me ocurtié 26 preguntar si en Dominicana el uno de noviem- bre era feriado, como en Chile, que se celebran, a todos los santos y la gente va a los cementerios a dejar flores. Cuando Hlegué stiper cansada del colegio y de la academia de inglés, después de ver a la Sole me fui a dar una vuelta por el hotel, Encontré que todos los empleados estaban siiper ‘ocupados decorando el restordn principal para la noche, con calabazas y telas de arafia de mentiras, porque iban a dar una cena especial por la Noche de Brujas. Los huéspedes se iban a disfrazar, ya que después de comer, en Ia terraza que esta junto a la piscina habria una fiesta con todo y com- petencia de quién se veria mas feo. Yo me en- tusiasmé tanto, que le pedi permiso a mi papa para quedarme un rato; me dijo que bueno, pero hasta las diez de la noche, asi que me fui a mi dormitorio para buscar un disfraz. Como no encontré nada, se me ocurrié que en el teatro podria encontrar algo y justo, en un armario, descubri un montén de ropas raras. Estuve a punto de disfrazarme de monstruo, pero no me gusta verme fea, ya es suficiente con los dien- tes chuecos y mis piernas flacas que trato de esconder como sea. Por eso, saqué la ropa mas bonita que encontré y quedé como una actriz a7 siiper linda; igual prefiero no verme fea, aun- que no gane el concurso, En la fiesta de Halloween tenian montones de cositas ricas para comer y tomar. En la piscina pusieron unas lamparitas de calabaza re'lindas y la mtisica sonaba siiper fuerte porque estaba to- cando una orquesta puros merengues de esos que escucho con Ramén cuando me va a dejar al co- legio. Los huéspedes bailaban como locos y los animadores que estaban sobre el escenario los ha- cian moverse para un lado y después para el otro, Yo estaba tan contenta con la fiesta, y como me sabia todas las canciones, las cantaba a grito pela- do, Cuando me hallaba en lo mejor, un animador se dio cuenta que estaba cantando: Vamos, Chile, ven y canta con nosotros. Aqui todos los empleados me dicen Chile. Yo me hice la tonta, me daba vergtienza cantar delante de tanta gente, porque, por mucho que me supiera las canciones y me viera como actriz de cine, no tengo bonita voz. y nunca me he sacado un siete en clases de misica. Pero el animador siguid insistiendo, y no me qued6 otra alternativa que recibir el mictéfono y ponerme a cantar. Creo que si supiera bailar bien el merengue, hasta po- dria tener mi propio show en el hotel. Cuando via mi mamé mirando desde un rin- 28 én con cara de furia, ya era como la una de ta ‘maffana y yo seguia cantando en el escenario, Me hizo una sefia con la mano y tuve que devolver el micréfono. Me reté todo el camino hasta el de- partamento y mas encima me dio la mala noticia que en-Dominicana el primero de noviembre no es feriado. O sea, apenas dormi cinco horas, ya que tenia que ir al colegio. En clases no servi para nada, ni siquiera para contestar yes, porque casi me dormia de pie. a +H Mitacotes 02 oe vovteupee Esto es terrible; como ayer tenia tanto sue- fio, después de escribir en mi diario me quedé dormida sobre la cama con el uniforme del cole- ‘gio puesto y se me olvidé por completo la pobre Sole, que estaba en su jaula dentro de mi cuarto de batto. A eso de las cinco de la maftana, desper- té con unos gritos horribles, como los que escu- chaba en el campo en Chile cuando le pegaban a los chanchos. Al comienzo pensé que era un suelo, pero no, seguia escuchando los chillidos y fui siguiendo el ruido hasta que llegué a mi batto: era mi solenodonte que gritaba desesperado y yo no sabia qué hacer para que se callara, porque si seguia asf seguro despertaban mis papis y abt si 29 que quedaba la escoba, Me acordé que con la fies- {a, los merengues, mis bailes y el suefio que tenia olvidé alimentar a la pobre Sole, que ahora estaba bramando de hambre, Fui a buscar unas galletas, que tenia en mi bolso del colegio, pero a ella no le gustaron y siguié chillando. Le puse unas frazadas Sobre la jaula para que no se escucharan tan fuerte los chillidos, y fui con un vaso a buscar bichos al jardin. Estuve como media hora escarbando y, or fin, cuando estaba amaneciendo pude pillar lunas cosas como grillos, que agarré, con mucho 880, y se las Hlevé a la Sole para que comiera y dejara de chillar, Antes de irme al colegio, escuché a mis pa- as hablando de unos ruidos raros que oyeron en la noche; me hice la tonta, ya que si se llegan a enterar de mi solenodonte capaz que lo sacrifi- uen, creyendo que es un ratén, En el colegio, Ana me present6 a sus amigos del otro curso, Pancho y Cecilia, y nos quedamos hhablando los cuatro para ver qué podiamos hacer con Ia Sole. Decidimos que lo mejor seria entre- garla en el cuartel de la policfa, aunque nos diera ‘mucha pena, porque ésta buscaria un lugar donde {a protejan y puedan ser felices los solenodontes a que nosotros, con eso de tener que ir al colegio ¥ los papas tan enojones, no podiamos. Queda- 30 mos en que iriamos mafiana, después de clases, asi que me tendré que fugar de la academia de inglés. RE (A LA HORA DE ALMUERZO) _ Jueves 03 ve now Hoy tuve que venir con Ia Sole al colegio, y fue un gran drama; primero, no sabia cémo es- conderla, entonces inventé que tenia que llevar una caja de cartén forrada a clases de arte para poder esconder en ella Ia jaula de ta Sole, y asi pude salir de la casa sin que se dieran cuenta. El problema fue que en la van la Sole se puso a chi- Ilar (yo ereo que le dio miedo el movimiento) y la escuché Ramén: {En qué anda, Ema? —me dijo, y apagé los ‘merengues que tanto me gustan, ~Enmada, porque? lecontest haciéndome la siper tonta, y seguimos viajando sin miisica Como la Sole no se calmaba y segu‘a chillan- do, Ramén paré la van a Ia orilla del camino, dio vuelta la cabeza y me dijo: =Mija, mejol digame que es lo que lleva en la ja -poniendo cara seria, mientras la Sole seguia gritando. Me quedé callada. ~Mija, la caja es muy chica pa lleval un chan- ccho, y no me gustaria que fuera uno de esos rato- 31 nes del demonio ~siguié insistiendo Ramén, No es un ratén del demonio, es un sole- nodonte le contesté y abri la caja para que lo vera, pero él pego un salto del asiento, como queriendo arrancar Pero usté no puce andal con esa cosa, mija, no ve que la puee moldel. —Qué exagerado. =Si no muerde —dije. Parece que no me creyé nada, porque me hizo cerrar la caja y dejarla en el asiento de atras, y después tuve que jurarle que no volveria con la pobre Sole al hotel. El dice que los solenodontes muetden y que, mas encima, son venenosos. No sé de donde sacé eso, parece que nunca ha vis- to el Animal Planet, donde pasan un montén de programas de animales raros y, si el solenodonte fuese venenoso, seguro que le dedican un progra- ma entero. Nota: Mejor sigo escribiendo después, o me voy a quedar sin almuerzo. (En la noche, tirada en mi cama) La Sole estuvo todo el dia en mi casillero, encerrada en su jaula dentro de la caja de cartén. En cada recreo le Hlevaba algo de comida: unos ‘gusanos que me trajeron mis amigos y unos po- 32 cos grillos que me quedaron del dia anterior. Por suerte, a la Sole le gusta dormir de dia y no hizo nningéin escéndalo. Después de clases, me junté a la salida del colegio con Ana, Pancho y Cecilia. Estaban sper tranquilos porque no tienen que ir a la academia de inglés, en cambio yo estaba muerta de susto pensando que mi mama o Ramén me iban a pillar en plena escapada. Pancho sacé un plano de Higiiey y nos dimos cuenta de que, para ir al cuartel de policia, habia que tomar una gtiagita (asi le dicen aqui a las mi- cros). Fue muy entretenido viajar en una especie de camién comiin y corriente, pero con asientos de plistico en fila en la parte de atrés, ventanas sin vidrios y una carpa como techo. La giiagia dio como mil vueltas, pero no me import6, en toda mi vida nunca habia andado en una micro tan bacén, Cuando por fin Hegamos al cuartel de poli- fa, bajamos con harto cuidado para que Ia Sole no despertara chillando. En la entrada del cuar- tel habia un grupo de policfas, todos con su uni- forme azul y una escopeta o metralleta (no sé lo que era, nunca vi antes una de esas en vivo). En- tramos, y un oficial negro, gordo y transpirado que estaba en un escritorio bastante sucio, nos 34 pregunté con cara de pocos amigos: {Qué quieren? Ver al oficial encargado le dijo Pancho, con voz de persona importante, —Esperen ahi —nos ordens el policia, indicén- donos unas sillas viejas al costado de un mueble leno de archivadores. No me gust) nada la idea de estar esperan- do sentada, escondida en un rineén, porque ahi si que no nos vefamos y quién sabe cusindo nos iban a.atender. El problema era que yo tenia que estar a las seis en punto en la puerta de la academia, para que me recogiera Ramén, Mientras esperabamos, vi entrar a un hombre que me llamé la atencidn por su bigote ridiculo; grande y espeso, parecia un escobillén ensarta- do en su cara, El hombre bigotén cruzé el pasillo principal hasta donde se encontraba un oficial en- ‘tregando informacién al publico, pasé por delante de las personas sin esperar su turno, le dijo un par de cosas al funcionario y éste se paré enseguida de su lugar y entré a una oficina de fa que inme- diatamente salié un policia blanco, alto y corpu- lento, Hasta ese momento, él y yo éramos las tni cas personas blancas en el lugar. El hombre del bigot6n lo saludé entusiasmado, pero el policia le dio una mirada severa, lo tomé por un brazo y lo 35 empujé disimuladamente a un rincén, delante del mueble lleno de archivadores. {Qué hace usté aqui? “le pregunté el poli- cia, enojado. Le consegui un ratén, helmano, pero no se lo pueo entregal aqui, lo tengo medio doimio alld tré le respondié el hombre del bigote de escobillén, —Usté esti loco, Bucht, {e6mo se le ocurre venil aqui? ~le dijo el policfa blanco. —Helmano, usté sabe que esto ratones estin muy pedio. Primelo se lo traigo a usté, pero si no lo quiere, pue me to llevo ~fe contesté el bigot6n. Esta bien, me queo con él, pero escuche, Buch, no venga al cuartel “le ordené el policia. =Lo iinico, helmano, es que la cosa est muy dificil, y este ratén le cuesta doscientos veldes -siguié hablando el bigotudo, con los ojos muy abiertos, mirando al policia blanco, quien asintié ‘con un movimiento de cabeza. —Entonces, a las ocho en los naranjos—te dijo e1 bigotén al policia, mientras le soltaba un mano- tazo amistoso en la espalda. El hombre bigotén salié del cuartel mien- tras el policia blanco caminaba de regreso a la oficina de la que habfa salido, regafiando entre- dientes algo que no pude escuchar. 36 Yo me sentia casi desesperada porque no nos atendian nunca. Estaba claro que no tenia- mos para cudndo porque los dos hombres (el policia y el bigotudo) estuvieron hablando junto ‘a nosotros, pero no nos vieron. Me paré y fui con todo y la Sole donde el policia gordo, que recién se acordé de nosotros cuando me vio pa- rada frente a él. Se levant6 de su escritorio, entré a otra oficina y, cuando volvi6, nos hizo pasar. Nos atendié ei mismo policia blanco que ya ha- bia visto antes hablando con el hombre de bigote ridiculo. “Encontramos botado a este solenodonte en la plaza El Naranjo -le dijo Pancho al policia, después de saludarlo y darle nuestros nombres, y ‘me hizo una sefia para que sacara la jaula, Nosotros no lo podemos tener, por lo que decidimos entregarlo aqui para que lo leven a un refugio ~dijo Pancho, con la misma voz de hom- bre importante de antes. EI policia blanco no dijo nada, pero me fijé que le brillaban los ojos mientras estiraba las ma- nos para recibir la jaula {Se lo podemos dejar, verdad? ~continud diciendo Pancho, y abi si que le salié la voz al policia: —jPol supuesto, aqui lo vamo a cuidal! -y 37 puso cara de felicidad, como si se hubiese ganado la loteria—. Estos ratones son muy escasos y pe- ligrosos ~y cuando dijo ratones, me di cuenta que habia sido sobre solenodontes su conversacién con el hombre de bigote como escobillén. Me empecé a acordar de todo lo que habla- ron, bien perdida en mi mente, mientras’ senti que Pancho tironeaba Ia jaula para entregérsela al policfa, A esas alturas ya me habia arrepenti- do de dejar a la pobre Sole en el cuartel porque, ‘més encima se me pasaban como peliculas las, imagenes de loros dentro de tubos de plistico, monos todos fajados y amarrados al cuerpo de un traficante capturado en la aduana de un aero- puerto y hasta la foto tan horrible que vi en una campafia del Greenpeace, en donde mostraban ‘un montdn de pajaritos muertos dentro de una maleta, =Yo quiero mucho a la Sole, igual que mis amigos -dije de repente, pero parecia que el po- licfa no escuchaba; estaba concentrado mirando ala Sole. Nos gustaria mucho despedimos de ella —agregué, pensando en que tenia que hacer algo para sacar a la Sole del cuartel de policia ~Pelo clalo, nifia, despidase no mas ~me res- pondié el oficial blanco. 38 Es que tiene que ser en privado -le dije, tratando de que saliera de la oficina. Pero el policia no sali6, yo creo que no queria perder de vista la Sole, sino que nos hizo pasar a un cuarto de baiio que habia en el interior. Este tipo no es bueno -les dije a mis ami- 0s, después de cerrar con seguro la pucrta del baiio—. Cuando estabamos esperando afuera, lo escuché hablando con otro tipo sobre un ratén y doscientos verdes que tenia que pagar por él ~les ‘expliqué, para que me creyeran. —Doscientos verdes son doscientos délares. Por fin sacé la voz Cecilia, que casi nunca habla. Seguro que es un traficante de animales, por eso se puso tan feliz cuando le mostramos a la Sole -les dije. Sin esperar respuesta, me encaramé en el la~ vamanos y asomé la cabeza por una ventana sin vidrio; solo tenia una malla plastica para que no centraran los bichos. “Tenemos que arrancar por aqui les dije, con tun poco de susto por esto de ser fugitiva, primero de la academia de inglés y ahora de la policia. ‘Ana me pas6 un cuchillo cartonero que anda~ ba trayendo en su bolso y yo rasgué de un golpe ‘el mosquitero, Cecilia fue la primera en salir, lue- 39 ‘go Ana con la Sole oe justo cuando me tcaba a ~Niflos, {les falta mucho pa tel e Pedilse? -soné la voz del rolcay Pant oes todo nervioso. ane -N 1 00 of of oficial ~dijo, tartamudeando, jAbran la puerta, nifios! ; El policia blanco trataba de abrirla a golpes. __~Bspere un poco, seflor, es que nos que- riamos mucho con el solenodontito y tenemos mucha pena —le dije, haciendo como que tlo- tab, y me wep lo mas rapido que pude por el Pancho estaba con medio cuerpo afuera de la ventana cuando escuchamos un golpe terrible ¥ vimos al policia adentro del baito. Este agarré @ Pancho de una piema y lo empez6 a tiror hacia él, ct __. ~bAdénde ereen que van los ninitos ricos? iEntréguenme ese ratén del demonio! —nos grits con tanta rabia, mientras sepuiatroneando a Pan cho, que ya casi se caia hacia dentro del bao. Nosotras no nos podiamos escapar dejar ahi al pobre Pancho, ~ ;Patéalo, Pancho, patéalo! —le grit i Pancho se puso a dar patadas como loco con pierna que le quedaba libre, pero con tan mala 40 solas y punteria que no le achuntaba una y, mas encima, l policia le atrapé Ia otra pierna y lo tiraba con ‘més fuerza hacia dentro del cuarto. Cuando ya no Je veiamos ni la cabeza al pobre Pancho, casi sin pensarlo, volvé a entrar trepando por la ventana. El policia tenia aplastado a Pancho contra el suelo, que se movia desesperado tratando de liberarse. Me dio tanto susto de que pudiera ha- cerle quizas qué cosa a mi amigo que, asi de una, me tiré sobre la espalda del hombre, mientras me afirmaba con un brazo de su cuello y con el otro Ie tiraba el pelo. En un movimiento que hizo para tratar de librarse de mi, aproveché que una oreja me quedé cerca y le mandé un mordisco. El po- licia dio un tremendo grito de dolor, solté a Pan- cho, que qued6 tirado en el suelo, y me agarnd por un brazo, con tanta furia y fuerza, que hasta crei que me lo habia arrancado, Pancho sacudié la ceabeza y se pard medio atontado. ‘Arranca, Pancho! -le grité, pero él no queria, ~jArranca, te digo! —volvi a gritarle y él, ‘como pudo, se subid al lavamanos y salié por la ventana. Yo seguia tirando patadas y manotazos para cualquier lado, pero no consegufa librarme del policia. Por suerte, el hombre me tomé de frente, 41 See eee or los brazos, y en medio de tanto escéndalo me acordé de una pelicula que vi, en donde una mu- Jer arrancaba de un asaltante déndole una patada entre las piemas y, suacate, le mandé el medio rodillazo justo ahi. El policfa puso los ojos blan- Cos y me solts, porque no podia encogerse del dolor y mantenerme agarrada. Entonces me subi al Iavamanos como una bala, sali por la ventana, y atrancamos los cuatro con la Sole. __Vierves 04 De Novespre (4.44 ALMUBRZO) Ayer la Cecilia se tuvo que llevar a la Sole Porque, como Ramén me hizo re'jurar que no la Hevaria de vuelta al hotel, no nos quedé otra que {urnarnos para cuidarla, por lo menos hasta que Ramén se olvide de la Sole, Hoy, en el primer recreo, Ana y yo fuimos a buscar a Pancho y a Cecilia, que son bien amigos y andan siempre juntos. Los encontramos en los Jardines al lado de la piscina, y el pobre Pancho asi no se podia mover de lo adolorido que esta- ba. Nos dijo que a su mamé le cont6 que se habia caido, porque podia disimular el dolor pero no los machucones. Me quedé mirando cémo hablaba, ‘mientras se le hacian unos hoyitos en las meji- Ilas, que se veian tan divertidos en su piel mulata: 2 \ también me fijé en su pelo erespito, como motas. Pancho seguia bablando y yo lo seguia mirando fijo, me reia de todo lo que decia y lo encontré tan bonito y simpaitico, que hasta he pensado ave ayer lo salvé del policfa porque estaba enamo a tercera vista de él y no lo sabia. (En clase de Historia) ‘Si me pillan escribiendo en mi diario, seguro ‘me castigan, pero no creo que la miss se dé cuen- ta que no estoy poniendo atencién en clase ya que jos estén tomando apuntes y ni ae yo estoy escribiendo otra cosa, Adem, mo puedo poner etencon en algo que no entiendo,y de lo que me di cuenta a la hora de almuerzo es s importante. aie ae ‘me quedé siiper preocupada pen. sando en eso de que tal vez. estoy enamorada ¢ 7 Pancho y, mientras almorzébamos, le pregunté ‘Ana si Cecilia y Pancho eran novios. Me cio que no, pero que crela que se gustaban, Yo también creo que se gustan porque andan para todos : juntos y se miran con cara de tontos, como los cenamorados, y me dio harta pena por mi, Tengo pocasposbilidades de gustrle a Pancho, porque a Cecilia es bien simpatica y bonita. El es mé a SEPP Ts ee epee PET THOSE EEUU HTPC UEC EEE ope PSC HHSC alto que yo, de piel mulata, la nariz respingada, os ojos verdes y el pelo de rulos como resortes ‘que le caen desordenados en la espalda; es verdad que habla poco, pero siempre se esta riendo. Si yo fuera Pancho, seguro me gustaria mas la Cecilia que una nifia como yo, que me veo si- per rara con esta piel tan blanca que hasta se me traslucen las venas, el pelo liso de color amari- lo desabrido, los dientes chuecos. Por lo menos esto tiene remedio, porque en cuanto termine de ‘cambiar las muelas me pondrén frenillos, pero lo que no tiene remedio son las pecas ni las piernas, flacas, y lo tinico que me gusta de mi son mis, ‘jos, que las personas siempre dicen que parecen almendras azules. Mi mamé me dice que soy lin- da cada vez que puede, pero yo no le creo mu- cho porque todavia no conozco una mama que encuentre feos a sus hijos. (De noche) Estoy muerta de susto. Cuando sali de clases ¢ iba caminando hacia la academia de inglés, vi una patrulla policial que se estaba estacionando frente al colegio. Me devolvi, escondiéndome en- tre los alumnos que salian amontonados, y casi ‘me da un ataque cuando se abrié la puerta de la “4 patrulla y bajé el policfa blanco al que le pegué ayer. Senti que me faltaba el aire y me tiitaban las piemas, y esperé un rato para tratar de calmarme. ‘Como era policia, tal vez tenia que investigar al- gin robo en el colegio, porque {emo podria an- dar tras nosotros si lo tinico que sabia era que nos fugamos con un solenodonte? Pero, justo euando ‘estaba empezando a calmarme, recordé que al ir al cuartel andabamos con el uniforme del colegio, ‘y que mencionamos nuestros nombres y apellidos ‘cuando lo saludamos. Entré nuevamente al colegio y me fui dere- chito hasta la recepcién, donde trabaja esa sefio- rita que contesta todo el dia el teléfono en inglés, miss Amanda se llama, y, haciéndome la tonta, le regunt: ee Mss, :pas6 algo en el colegio que anda un policia? Entretanto yo miraba para todos lados, por si aparecfa de nuevo y tenia que esconderme. “No, tiene una entrevista con Coordinacién de Intermedio -me dijo miss Amanda, lo que me puso mas nerviosa todavia. No hubo forma que me dieran ganas de ira Ja academia, por lo que decidi esperar un rato y llamé a Ana por el teléfono puiblico que est a la entrada del colegio, para contarle que el policia 45 to blanco estaba hablando con la coordinadora de Intermedio. . Veinte minutos después de terminar de hablar por teléfono Ilegaron mis amigos, y los cuatro nos ea agachamos y escondimos detris de unos arbustos UP NET ERIN het que estan a la salida de la recepcién. De pronto, ¥} DIN Wi); se acerearon unas enormes botas negra, y cuando x levantamos la vista se nos aparecié el policia blan- €0 como un gorila vestido con el uniforme azul, con las marcas de mis dientes en su oreja. Pancho se asust6 tanto de verlo de nuevo, que quiso salir arrancando; Cecilia se agaché més todavia, como tratando de meterse dentro de la tierra, mientras ‘Ana, que tiene un celular de esos con camara fo- togréfica, le sacé una foto lo mas répido que pudo, tratando de no hacer ningtin ruido, Soné el celular del policia, y el hombre se paré justo delante del arbusto donde estabamos escondidos. ~{Cémo anda, Buchd?... ah... ah... mal, hel- ‘mano, unos carajitos lo tienen. Llegalon ayel al cualtel, me lo iban a entregal, pero no sé qué les pas6...aha... se arrancaron...aha...helmano, eran cuatro... como de once afios...helmano. La cara- jita extranjera me agolpe6 la entlepielna... ya... le amo a dal duro... aha... sé de onde son estos ca- rajos... me las van a pagal toa. 46 Entre mis escuchbamos Io que decia, més miedo nos daba; el policia blanco nos habia en- contrado y sabia que estibamos en ese colegio. La patrulla policial partié con el gorila blan- co (asi le pusimos al policfa porque no sabiamos su nombre) y nosotros seguiamos escondidos de- tras de los arbustos, y yo hasta tenia miedo de ira esperar a Ramén afuera de la academia de inglés. Por suerte, mafiana es sibado y no tenemos que ir al colegio. Donic 06 ve noviemmre. Ayer les pregunté a mis papés si podia invi- tara unos amigos del colegio a quedarse la noche del sbado en el hotel, algo asi como una fiesta de pijamas, y como ellos estan tan interesados en que me acostumbre a Dominicana, encontraron que cra una sper buena idea para que hiciera nuevos amigos y extraflara menos a Chile, Mi mamé Ila- 1mé a los papas de Ana, de Pancho y de Cecilia, y éstos vinieron a dejar a mis amigos en la tarde. Cecilia trajo a la Sole super escondida, asi que le hicimos un ambiente bien natural en mi bao con tierra, ramas y unas plantas en mace- teros que encontramos repartidas en los pasillos del hotel, 48. T | Esa noche dormimos muy poco porque te- njamos que pensar qué podiamos hacer para que nos cambiaran a los cuatro de colegio, ojali de ciudad, para liberarnos del gorila blanco que de seguro nos iba a seguir buscando hasta encontrar- nos. Por mas que pensibamos no se nos ocurria nada, En Io que si estébamos de acuerdo era en no contarle nada a nuestros papés, pues lo mas probable era que nos castigaran para siempre por ‘metemnos en los 0 que no nos creyeran. Eran las cuatro de la mafiana, y como no teniamos ningin plan, decidimos bajar a buscar bichos para la Sole, que esta siper buena para co- mer y le quedan apenas dos grillos y un gusano. Nos fuimos por detris del restorin principal, ya que en ese lugar no anda nadie, y asi no nos ve- rian escarbando la tierra. Cuando estibamos en lo ‘mejor metiendo todos los insectos que encontré- ‘bamos dentro de un frasco con hoyites en Ia tapa, vi una sombra grande que se movia tan lento que apenas se notaba, casi sin hacer ruido. {Qué es eso que se mueve? —les pregunté a ‘mis amigos, bien despacito y muerta de susto de s6lo imaginarme que el gorila blanco ahora estu- viera metido en el hotel. —Vamonos de aqui dijo Cecilia, Pero Pancho, que se eree el jefe del grupo 49 sélo por ser hombre, dijo que mejor nos quedé- ramos a investigar. Nosotras no tenfamos muchas ‘ganas, pero era mejor saber si el gorila blanco ya nos habia encontrado. Como estaba oscuro, nos podiamos mover sin que nos vieran, asi que caminamos con harto cuidado para poder ver mas de cerca la mancha ‘oscura como sombra. De pronto, cuando pasamos delante de una palmera, se encendié una de esas fuces que se activan con el movimiento, y alum- bro la figura oscura y grande que estibamos si- guiendo. Los cuatro quedamos inméviles, con la mirada fija puesta sobre la van que todos los dias me va a dejar y a buscar al colegio: avanzaba con el motor apagado, con las letras curvas que dicen Hotel & Casino Grand Palace Bavaro Beach ta- padas con otro cartel que decia Viajes Especiales, y la empujaba Ramén con mucho cuidado, para no hacer ruido. Al verse sorprendido, Ramén empez6 a ro- garme que no le contara nada a mi papa. —MThija, usté sabe que no soy homble malo; la cosa esté dificil, no alcanzo a maitenel a la mu- jel y el hijo con la paga del hotel... M*hija, el chi ripero tiene que hacel algo ma pa tenel un dinerito extra -me decia de corrido, casi sin respirar, con su ritmo de merengue dominicano. Y agregé que 50 no nos dejaria imos hasta que le juréramos que no contariamos nada de lo que habiamos visto, Ya estaba empezando a amanecer y, a esas alturas, estabamos muertos de suefio. Pero Ana, que tiene ideas re’buenas, me dijo al oido: -Nevesitamos un adulto, asi que dile a Ra- ‘mén que nos vamos a quedar callados, pero que lnos tiene que ayudar. Se lo dije y, como no le qued6 otra alternati- va, acepté. Por lo menos, los cuatro tuvimos un dia tran- quilo, Nos levantamos bien tarde, le dejamos hhartos bichos a la Sole y después nos fuimos a la playa a hacer body board y a bucear entre los turistas. Cada vez que tenfamos hambre, nos iba- ‘mos al restorain de los cielos a comer. Lo pasamos, tan bien que s6lo me acordé del problemita que teniamos cuando mi mamé me mandé a dormir temprano. Al otro dia tenia colegio y me entré la desesperacién. __ Mantes 08 be sovieware Ayer no tuve tiempo de escribir debido a la cantidad de cosas que tenia metidas en la cabe- za. Camino al colegio, le pedi a Ramén que no se fuera de inmediato cuando legaramos a Hi- sl agiey, ya que con mis amigos habiamos quedado en juntamos temprano a la entrada del colegio y yo tenia miedo de bajarme de la van, porque ‘me tineaba que el gorila blanco estaba cerca. Tal como lo temi, cuando estabamos legando a los estacionamientos lo primero que vi fue la patru- Ila, Por suerte se hallaba sola y a medida que iban apareciendo mis amigos, yo les hacia una sefia por la ventana para que se subieran a la van. No entramos a clases y Ramén, que ahora era nuestro cémplice, nos Hlevé a su casa en Higiiey, el lugar ‘mas seguro que se nos pudo ocurrir, La casa de Ramén estaba casi a la salida de Ja ciudad, yendo hacia La Romana, que es otro pueblo Ileno de hoteles y resorts. Pasamos por lugares que nunca habia visto, pues en la van siempre haciamos la misma ruta de ida y vuel- ta, sin desviarnos, Mis amigos hablaban no sé de qué cosa, no les puse atencién, mientras mi- raba sorprendida todo lo que veia en la calle: Ja gente que caminaba sucia y desarreglada, los niffos chicos, como de la edad de mi hermano ‘Nico, medios piluchos jugando entre a maleza tropical; en unos quioscos, como los de diarios, vendian una carne que casi no se vefa con tan- tas moscas tratando de alimentarse. En las es- quinas, mujeres cortando el pelo a sus clientes 52 en plena calle y hombres vendiendo trozos de cafia de aziicar, como en Santiago venden stiper ocho en las micros. Yo miraba y miraba boquia- bierta porque, hasta ese momento, lo tinico que conocia de Repiiblica Dominicana era el hotel de cinco estrellas que mi papa administraba; alli todo era lindo y limpio, hasta parecia que en Do- minicana no habia muchos negros ya que todos los turistas eran rubios o por lo menos blancos, siendo los empleados del hotel las tinicas per- sonas de color que podian verse. En el colegio estilo gringo en donde estoy, se habla todo en inglés, como ya dije, y aunque he visto a otros dos alumnos blancos ademas de mi, los demas son de color, pero como tratando de hacerse de los de Estados Unidos. Lo que veia me dio tanta pena que hasta me puse a Ilorar. Mis amigos pensaron que me estaba dando un ataque de susto por habernos escapado del colegio. Yo no les dije nada, preferf guardar- ‘me las Ligrimas que me producia el no entender cémo la gente, en un pais tan lindo, podia vivir asi, en unas casitas que casi se caian. Ramén se detuvo frente a su casa, que era tan pobre como las que vi en el camino, y hasta en- contré que estaba bien eso de sacar a escondidas la van para ganar un poco mas de plata y cambiar- 53 se a otra casa que, por lo menos, tuviera vidrios cn las ventanas. Ramén bajé y luego aparecié con su familia: Mariano, un nifio como de nuestra edad, y Clara, ‘su mujer, con quien nos dejé siiper recomendados ‘para que no nos metiéramos en problemas. Saco de un bolso un cartel todo arrugado, lo pegé en Ja puerta de la van, tapando el nombre del hotel, y partié de regreso a su trabajo anunciando: “A Punta Cana”. ‘Nos quedamos todo el dia en Ia casa de Ra- mén, La seffora Clara nos preparé unas comidas bien ricas, tipicas de estos lugares pero que yo ‘no conocia, porque en el hotel yo como lo que quiero, y al restordn de los cielos es al Ginico que he ido y ahi sélo tienen papas fritas, pizzas, pollo, nachos y otras cosas al estilo de la comida chata- ra, En la casa de Ramén no me dieron nada de eso: comi yuca, que es parecida a la papa, unos jporotos negros guisados en forma exquisita, y be- bimos agua de coco directamente del coco, bien helada, y yo lo encontré de lo més bacdn. A amigos no les Iamé Ia atencién porque son do- ‘minicanos y siempre han comido estas cosas; es ‘como si yo encontrara raro comer cazucla. La seffora Clara resulté ser siiper simpatica. Todo el dia nos estaba ofreciendo cosas y hasta 54 nos dejé quedamos en su dormitorio, encerrados para poder planear e! modo de no ir al colegio, por Jo menos hasta que investigéramos quién era el gorila blanco, si traficaba con animales, e6mo los conseguia, y quiz4s cudintas cosas més que alin no teniamos idea. El ira clase era muy peligroso ya que el policia estaba tras nosotros y, més encima, ‘no nos dejaba tiempo para la investigacién. Como si fuera un dia de los més normales, Ramén nos pas6 a buscar a las cuatro de Ia tarde, dejé a mis amigos en sus casas y continuamos al hotel. El viaje lo hicimos sin masica, porque Ra- mén se dedicé a interrogarme todo el camino: —{Mija, pol qué no quielen ir a clase? -me pregunté. Y como yo no sabia si le podia contar 0 no, mejor me quedé callada. En qué andan metidos? ~continué Ramon, yy yo segut sin contestarle, Pero mija, como quielen que los ayude si no sé de qué se trata? Ahora si que le encontré razén: si él no sabia en qué lio estébamos metidos, no podria ayudarnos. Le conté todo, destle cuando mis amigos en- contraron a la Sole, la no asistencia a la academia de inglés ya por tercer dia, 1a pelea con el gori- la blanco y que ahora éste nos andaba buscando. 55 Ramén quedé con la boca abierta y movia la ca- beza de un lado para otro, sin poder creer lo que estaba oyendo. —Mija, usté le debe decil todo a su papi, que esto es muy feo, Esos hombles son peligrosos me dijo, después de pensar un rato. Pero yo le dije que no, y que si él decia algo, yo le tendria que contar a mi papa lo que hace él con la van, Se quedé callado y ni siquiera se des- pidid de mi cuando llegamos. Miencotes 09 Dé NoVIENERE ‘Ya tenemos todo el tiempo del mundo para nuestra investigacién. Por suerte Ana no tiene problemas para faltar a clases porqué su mam se fue por un mes a la India a unos encuentros de conocimiento ancestral. No tengo idea de qué se trata; Ana tampoco sabe nile interesa, ya que dice ue su mama siempre esti yendo a cosas raras y, cuando vuelve lo hace vistiéndose completa de otro color y haciendo sahumerios para sanacién personal. Cree que ya est un poco rayada con el tema. Me decia que le daba pena quedar sola con, los empleados del servicio doméstico, aunque ahora le cayé estupendo porque puede faltar todo Jo que quiera al colegio sin que nadie sepa. 36 Cecilia no se complicé nada la vida; conté que lo tinico que le dijo a su papa fue que no que- ria ir al colegio esta semana ya que estaba muy cansada, y cuando estaba esperando que la reta- ran por el resto de la vida por irresponsable, sélo le dijeron: “Perfecto, pero ti eres responsable de ‘tus notas; si bajas tu rendimiento tendriis que pa- sar todas las vacaciones de Navidad estudiando, sin regalos y sin salir de la casa”. Yo creo que el papa esperaba que Cecilia prefiriera ir al colegio, pero ella acepté la oferta. Pancho y yo no tenfamos ninguna posibi- lidad con los paps que nos tocaron, por lo que jideamos un plan bien pensado. Hoy legamos al colegio con harto temor, y por suerte no estaba la patrulla de policia en el estacionamiento, asi que nos quedamos un poco mas tranquilos. Mas tarde, durante el primer recreo, echamos a andar nuestro plan: mientras todos los alumnos jugaban © daban vueltas por los jardines del caimpus, yo andaba sola tratando de encontrar algéin inspector © profesor de tumno, cuando justo vi a miss Cle- mencia, la profesora de arte, que es tan pesada y preocupada del orden, Le hice una sefia a Pancho para que no se alejara mucho de mi, pero sin que nadie lo notara, y empezé la funcién, Yo me que- dé parada haciéndome la niffa buena, a la vez que a Pancho corria hacia mi pasindome a llevar con ‘un empuj6n, mientras yo le gritaba: ~jTen euidado, aprende a corer! Miss Clemencia me escuché y se quedé mi randonos desde lejos. —{Tii, po’, ten cuidao, mejor te vas a caminat a tu pais y nos dejas @ nosotros tranquilos! dijo Pancho bien fuerte. Siguiendo con el show, me mand6 otro empu- {6n, y yo le lancé una patada, pero no muy fuerte, ya que el pobre Pancho todavia estaba adolorido por los machucones que le dejé el policia. Pero parece que igual le dolié porque pegé un erito si- per fuerte y me mand6 una cachetada. Me dio una rabia tan grande que no me di ni cuenta cuando Te agarré los pantalones, con calzoncillos y todo, y se los bajé hasta los tobillos. Yo de lo tinico que me acuerdo es de las piernas flacuchas y la cara roja de Pancho, que se subié la ropa lo mas rapido que pudo, mientras todos los compafieros de colegio que se juntaton a ver la pelea lo apun- taban con el dedo y entre carcajadas, de esas bien exageradas que no sabes si son de verdad 0 es que te estén haciendo burla, le gritaban: Es nifita, es niftital Con todo el esciindalo que se armé, tleg6 miss Clemencia, que de clemente no tiene nada, 58 acompafiada de una inspectora, y nos llevaron derechito a la Direccién. Llamaron a nuestros pa- pas para que vinieran inmediatamente al colegio y, mientras Hlegaban, nos dieron un discurso en inglés como de mil horas, que yo hacia como que entendia pero no tenia idea de 1o que hablaban. Cuando ya habian terminado, Pancho les dijo en inglés que yo no entendia nada de ese idioma y nos repitieron la misma cancioncita sobre com- ppaflerismo y buenas costumbres, pero ahora en espafiol. ‘Como Pancho ya estaba en el taller de etique- fa, le van a tomar una prueba para ver si ha apren- dido algo, mientras que a mi me inscribieron en el mismo taller para que “aprendiera a comportarme como una sefforita”. Pero todo eso una vez que regreséramos de la suspensién de dos semanas ue nos dieron como castigo. De camino al hotel en la van, sentada entre mi papa y mi mama, me toc6 contar con todo de- {alle la pelea que partid como un show pero que termind en serio, aunque sin confesarles que al comienzo lo habfamos planeado todo. Cuando terminé de hablar, pensé que mis papas me iban 1 castigar encerrandome en mi dormitorio para siempre, pero ocurre que cuando espero que se enojen, se mueren de la risa. Asi es que no me di- 9 EE 1 jeron nada, sélo que a la academia de inglés tenia ‘que seguir yendo y que, ademas, me debia con- seguir los cuadernos y estudiar igual, porque no estaba de vacaciones, ‘Aunque ahora tenemos todo el dia para inves- tigar, y esto me deberia tener contenta, no puedo estarlo, No sé con qué cara voy a mirar a Pancho ‘mafiana; tal vez él ya no quiera ser mi amigo por haberle bajado los pantalones delante de todo el colegio, y estoy casi segura de que ya perdi todas las posibilidades de gustarle, Eso me pone tris- te porque Pancho me gusta cada dia un poquito mis y, por actuar como nifia chica, probablemen- te hasta le eaiga mal, Tengo que pensar en algo para disculparme con él. Puede ser una carta 0 tun regalo; mejor las dos cosas, pero lo pensaré ‘maflana, ahora tengo mucho suefo, veves 10D Por suerte hoy me levanté mas tarde y, como no tenia nada que hacer en el hotel, le pedi permi- so a mi mamé para acompaiar a Ramon a Higtiey Pensaba juntarme con mis amigos en la casa de ‘Ana, como habfamos quedado ayer. Lo primero que hicimos, para comenzar nuestra investigacién, fue organizarnos. A Ra- 6 mén, que ahora es nuestro cémplice, lo manda- ‘mos al cuartel de policia para que averiguara todo Jo que pudiera del gorila blanco, Pero no le gusté ‘mucho la idea de ir, porque tenia un montén de diligencias que hacer en la efudad. M hija, tengo que il al correo a dejal las cal- tas, a la imprenta a recojel unos folletos, al banco ¥ otras cosas mis que ni me acueldo ~me dijo Ramén con cara de protesta, Pero los cuatro le rogamos que fuera porque no nos podiamos ni parecer por el cuartel. El gorila blanco nos ¢o- nocia, mientras que a él nunca Io habia visto, asi que cambiamos trabajos: nosotros dejébamos las cartas en el correo y él investigaba en el cuartel de policia, Ramén nos dej6 a dos cuadras del correo, desde donde continuamos caminando muy tran- quilos, echamos las cartas en el buzén y, como no podiamos hacer mucho més hasta que nues- tro cémplice nos diera por lo menos el verdade- ro nombre del gorila blanco, nos fuimos hasta un puesto donde vendian frfo-frfo, que es un jugo de frutas con harto hielo, y nos quedamos sen- tados descansando en unas bancas bajo un tol- do mientras saboredbamos los jugos. Yo miraba re’entretenida a la gente de Higiiey, que caminaba siiper alegre, como bailando merengue; también a age getter ete eget te CECE rmiraba los perros vagos y las motos-taxi, que las ‘encuentro tan divertidas. De pronto, Cecilia nos dice bajo: —Miren qué bigote tan horrible tiene ese hom- bre-. Se rela, disimulando. Mientras Pancho y Ana se tragaban Ia risa, ‘giramos la cabeza para mirarlo, y yo senti que me faltaba el aire; le di un codazo a Cecilia, que se sentaba junto a mi, —Bse es Buchii, el tipo con bigote de escobi- én que estaba hablando con el policia. Mis amigos no se rieron més, y hasta la sed se les quit6, porque para seguirlo dejaron los va~ sos a medio tomar en el suelo. El bigotén Buchii caminaba lento, como si le costara mucho, y nosotros pudimos seguirlo de cerca, ya que no nos habia visto en el cuartel de policia. Eso si, teniamos cuidado de no ta- mar su atencién y hablébamos de peliculas de cine o de cantantes, para no decir nada que nos delatara, El hombre caminaba apenas, limpiin- dose la transpiracién con un pafuclo a cada rato, hasta que Hleg6 a una calle diminuta plagada de tiendas y se detuvo frente a una que tenia un le- trero que indicaba: El Chiringuito de doa Lupe, ‘Miré desconfiado para todos lados y entrd; noso- tros seguimos de largo y doblamos en Ia esquina 6 que estaba una tienda més alla, esperamos unos segundos y asomamos las cabezas por el borde de la muralla, Casi inmediatamente vimos salir al bigotén Bucht del local con una bolsa negra, no muy grande, colgando de su mano. Pegé un silbido y, de la nada, aparecié una moto destar- talada conducida por un hombre tan negro, casi como un carbén para asados, vestido con una camisa roja con hartas flores verdes que parecia bandera flameando, porque la levaba abierta. El hombre de bigote de escobillén se encaramé en la moto detris del moreno, puso la bolsa entre sus piernas, le dijo un par de cosas al conductor al ofdo y partieron, Estabamos empezando a dar patadas de rabia en el suelo, ya que por mucho que seguimos al bigotén Buch no habiamos podido averiguar nada y més encima se estaba escapando, cuando escuchamos una bocina. Mi- ramos, y era nuestro cémplice Ramén en la van, quien se detuvo con cara de interrogacién, No le hablamos nada, sino que nos subimos de sope- t6n, mientras yo le decia lo que siempre habia softado decir: ~iRépido, sigue a esa moto! Pero Ramén, mirdndome serio, me pregunté: =M’hija, :cudl de toa las motos sigo? En la calle circulaban por lo menos veinte 64 motos, y la del tipo de camisa roja con flores ver- des no se veia en ningin lugar. —{No importa, sigue derecho, pero bien ri- pido! -Ie grité, decepcionada. Ramén manejaba lo més rpido que podia, esquivando los hoyos de Ia calle, los vendedores de cata de aziicar y las moto-taxi que se cruza- ban a cada rato cargadas de gente, bolsas y hasta gallinas, Anduvimos unas cuatro cuadras y, cuan- do ya habiamos perdido las esperanzas de encon- trar al bigot6n, vimos flamear a poca distancia la camisa roja con flores verdes del motorista. Esa es la moto que tienes que seguir, Ra- én! ~le grité toda emocionada, indicando con el dedo para cualquier lado. ~Cual de toas? ~me pregunto nuevamente. La del tipo gordo que va detris del chofer floripondio -le contesté. Y nuestro cémplice, que result6 ser re"buen perseguidor, no lo perdié la vista, manteniéndose ‘a una distancia prudente, como para que no nos notaran. ‘La moto-taxi recorrié media ciudad, desde el centro hasta la salida norte de Higley, tomando los callejones estrechos y polvorientos perdidos cen medio de casas viejas y maltratadas. De pron- to, Ia moto se detuvo; su pasajero se bajé y le 65 entregé unos billetes al motorista floripondio. Ra- ‘mén redujo la velocidad y nosotros miramos con toda la atencién del mundo la casa en la que entrd el bigotén Buchii. Pasamos lentamente de largo, teniendo la siper idea de anotar la direccién, para que no se nos fuera a olvidar. EI policia se llama Alfonso Higueras -nos dijo Ramén-en la casa de Ana, que ahora se habia convertido en nuestro cuartel—. Y es el comisario del cuartel de policfa centro sur de Higtiey... Eso fue too lo que me dijeron ~siguid informandonos. Nos quedamos pensando qué hacer; sabfamos el nombre del gorila blanco, donde vivia 0, por lo menos, donde se escondia el bigotén Bucht. Pero so no nos ayudaba en nada a salir del lio y, como ya eran las seis y de nuevo me habia fugado de la academia de inglés, preferi pedirle a Ramén que partigramos al hotel en diez minutos més, porque antes tenia que hablar con Pancho, a quien le hice una sefia indicéndole la terraza, ~Pancho, te queria pedir disculpas por lo del pantalén -Ie dije con cara de arrepentida Imm —fue todo lo que contest6. —De verdad no me di cuenta de lo que hacia, perdéname, te juro que nunca més te hago pasar una vergilenza, 66 Esti bien -me respondid con una sonrisa. —jAmigos? -le pregunté, estirando la mano. Amigos ~me contest6 y nos dimos un apre- tén de manos en sefial de amistad. ; Después me despedi de mis amigos y parti con Ramen rumbo al hotel. Apenas aleanzamos a recorrer media cuadra en la van, cuando me acor- 4é de la bolsa que levaba el bigotén Buché. Es- taba segura de que algo raro contenia y me entré Ja desesperacién por saber qué era. Ramoncito, vamos a la casa del bigot6n le pedi, con cara de nifia buena y rogona. -{Esté loca, m’hija! {Cémo se le ocurre il a esta hora pa’lls?... No ve que luego se hace de noche y no se ve un alma? —me contestd, sin nin- ini it. a Sei sies de noche nadie nos ve, y lemos investigar mejor. - oro Raimdn es tan poriado, y parece que @ ‘veces ni siquiera le gusta ser espia © cdmplice, porque se asusta hasta de la noche. —LY qué le digo a su papi? Me hizo una de esas preguntas tramposas {que siempre logran que me arrepienta de lo que quiero hacer. Nada, no le decimos nada, porque es una mi- ada répida; no pienso pasar toda la tarde en eso. "| Pero él, dale con la tontera del peligro, que la hora, que la academia de inglés, y agregaba otras ‘muchas cosas para que me arrepintiera, Ramén, acuérdate que me debes una. Yo no queria decirle eso, pero result6 tan orfiado que no me queds otra, Dejamos la van metida en medio de una plantacién chiquita de caftas de aziicar bien altas. Como ya estaba oscureciendo, aquélla casi no se Ramén y yo caminamos de lo més normales, como si fuéramos del lugar, pero no sirvié de mu- ‘cho porque dos seftoras asomaron sus cabezas por las ventanas de sus casas. Ramén dice que como soy rubia, me hago notar al tiro en un sector de negros, y parece que es verdad, Llegamos a la casa en la que entré el bigotén Buchit; estaban todas las luces apagadas y no se veia ni un alma, Traté de abrir a puerta, pero esta- ba trancada, y por las ventanas tampoco se podia ‘entrar, pues tenfan unos barrotes gruesos como de creel. Nos dimos entonces una vuelta por el patio que estaba Ileno de cajones, con los que nos trope- zébamos a cada paso, sin poderles hacer el quite ya que no los veiamos, De repente choqué con un ca- jj6n mas grande que me hizo una herida en la pier- na. Me dolié tanto que tuve que agacharme para 68 sobiirmela, Estébamos en eso cuando escuchamos que se acercaba una moto, Nos quedamos quietos sin hacer ruido, rogando que pasara de largo, pero ‘con tan mala suerte que la moto entré al patio y la luz de su foco por poco nos ilumina, El motor se detuvo, la luz se apagé, y escuchamos que alguien se bajaba de ella, Yo estaba muy asustada pensan- do en el bigotén Bucht, aunque me tranquilizaba, recordar Jo lento que andaba y contaba con que podiamos escapar corriendo, Luego escuché que alguien caminaba, después una puerta cryjid y se encendié una luz dentro de la casa. Casi me mori ‘cuando aparecié la cara del gorila blanco, como si fuera un fantasma. ~gDénde le dejo el lagalto, helmano? Si, era el gorila En [a jaula del rincén ~contesté el bigotoa, que ahora se podia ver. EL gorila abri6 una caja de cartén y sacé un pobre lagartito verde, el que metié en una jaula mugrosa que estaba a ta entrada, donde la dejé para dirigirse enseguida a la casa, Yo sali de mi escondite y tomé la jaula con mucho cuidado, mientras miraba por la ventana hacia el interior de la casa. El par de hombres se habia sentando a la mesa, con una botella de ron al frente. 09 ~Vamonos, Ramén —le dije despa cémplice, tironeéndole un brazo. Gracias a la luz que salia por la ventana po- diamos ver la basura y los cajones regados por todo el patio, lo que nos permitié esquivarlos sin hacer ruido. Cuando ya estuvimos en la calle, co- menzamos a correr hasta que llegamos a la van y partimos al hotel con el lagartito guagua que, de seguro, se lo habian arrebatado a su madre. ‘Mi papé estaba muy enojado con Ramén pues legamos al hotel como a tas nueve de la noche. Sin esperar siquiera-que bajéramos de la van, lo ‘empez6 a retar ahi mismo, y mi cémplice agachd Ja cabeza sin decir nada. Yo escondi al lagartito debajo de mi polera y, como se agatraba de mi ‘guata con sus uiflas largas y filudas, me dejé toda rasgufiada y adolorida. Pero aguanté haciéndome la valiente. Papa, lo que pasé es que... —no se me ‘ocurria qué deci nos quedamos en panne... Se pinch6 un neumitico ~agregué, con cara de con- veneida—. Y mas encima habia un taco stiper ‘grande. No sé si mi papé me erey6; puso cara de eno- Jado y no dijo nada, s6lo miré a Ramén, abrié la puerta de la van, me agarré de una mano y me lle- ‘v6 al departamento. Cuando entramos, mi mami 0 a mi TT | | estaba lorando a moco tendido, con el teléfono en la mano. Al verme, lo tiré lejos y corrié hacia mi, dindome besos y abrazos, mientras repetia: “Gracias a Dios que apareciste, Ema”. Yo la abra- 6 también, pero con un solo brazo porque con l otro afirmaba al lagartito, que todavia estaba agarrado a mi guata. Menos mal que mi mamd es mucho mis grande que yo, y quedaba colgando de su cuello, de otro modo seguro que con tanto ‘abrazo apretuja al lagartito y capaz que hasta lo hubiese muert. Nota: Espero que Pancho me haya perdona- do de corazén, ya que sino le gusto, por lo menos 10s ser amigos. rad nota: Ala Sole no le agradé el lagartto, porque le empez6 a hacer ruidos raros y el pobre- cito no sabia dénde esconderse. Esto es terrible, muy terrible; ahora si que estamos perdidos. Hoy me levanté stiper tempra- no porque tenia que ir a la cyber-sala del hotel para averiguar en intemet qué comen los lagar- titos guaguas. Lo tinico que sabia era que no to- ‘maban leche, porque son reptiles y parece que ‘comen came. Como no estaba segura, fui a tomar an desayuno con mis papis al comedor del departa- ‘mento para investigar después sobre los lagartos. Cuando estaba en lo mejor, comigndome una tos- tada con harta mantequilla, que me preparé mi ‘mamé, soné el celular de mi papa, quien se paré de la mesa y fue a hablar al lado de una ventana, Después de colgar, volvié a sentarse. “Me esti esperando el comisario de policia —inos dijo, con cara de paciencia. {Por qué? ~le pregunté, muerta de susto pero tratando de disimutar. ~{Por qué?... Nifita, como ayer no llegaban ‘nunca tuvimos que llamar a la policia de Higiiey para dar aviso -me contests medio enojado. Yo creo que se acordé de todo el susto que le hicimos pasar. =LY les dijiste que yo estaba perdida y que ‘era tu hija? —le segui preguntando, con panico. —iEma! Si, les dije que mi hija Ema Schulz, no habfa llegado a casa Ahora si que se habia enojado con mis preguntas, —LY les dijiste dénde viviamos? Papa no me contesto nada, silo se paré y se fue. Mientras se dirigia hacia la recepcién del ho- tel, yo lo segui sin que me viera. Alli, parado con su uniforme azul, se encontraba el gorila blanco n ‘mirando hacia todos lados. Mi papa se acercé, le iio la mano, y vi que le indicaba la escalera que subja a su oficina, Yo me apuré y me fui sopla- dda por detris hacia las escaleras de emergencia que subi corriendo hasta legar a la oficina de mi papé. Por suerte la secretaria no estaba y pude en- trar antes que ellos. Me escondi en el bafio, con la puerta entreabierta, para poder ver y escuchar lo que pasaba —Adelante, don Alfonso -escuché la voz de mi papi—. Tome asiento. El gorila se sent6. “De veldi, sefiol, me alegro que apareciela su hija. A mi me informaron en la noche que habia ‘una nifia extranjera peldida, Me preocupé mucho ¥y quise sabel en pelsona de su situacién -dijo et {gorila, con cara de einico. ~Comisario Higueras, no se imagina cémo le aeradezco su preocupacién. Da gusto encontrarse ‘con policias tan dedicados como usted: Gracias & Dios, no fue nada, sélo un retraso ~dijo mi papa, que ni se imaginaba que lo tinieo que et gorila ‘queria saber era dénde vivia yo —aEsa es su hija? —le pregunt6 el gorila, apuntando con un dedo a una foto mia que mi ‘papé tiene en la muralla. {, ella es Ema. B eee eee ee eee eee El gorila se quedé mirando fijo la foto, como para que nunca més se le olvidara mi cara. Des- pués se pard, se despidid y se fue. Yo no sabia qué hacer. Tenia que ir a Higiey con Ramén, pero antes también tenia que dejar- le comida a Tito, que es el nombre que le puse | al lagartito, asi que pensé siper répido. Y apenas mi papa salié de su oficina, pude irme corrien- | do hasta el restordn principal, donde les sirven el, desayuno a los turistas. Entré soplada a la coci- nna y me puse a escarbar en el refrigerador de las, cares. Un cocinero me quedé mirando con cara de .quién es ésta?, pero yo le dije: “Soy Ema de Chile (porque siempre nombran a los turistas por el pais del que vienen), hija del gerente”. Agarré tun bistee y sali corriendo a dejérselo a Tito, que estaba escondido en mi cuarto de bafio junto con la Sole, pero en la jaula mugrosa, que iba a tener que lavar a mi vuelta Yo tenia todas las ganas del mundo de acom- pafiar a Ramén a Higiley, pero mis papas no me dejaron. Me dijeron que debido al susto de ayer era mejor que me quedara en el hotel'a descansar. Les supliqué que por favor me dejaran ir por lo menos a la academia de inglés, para no estar tan perdida cuando volviera al colegio, pero no los pude convencer con nada, Como mi mamé me ” c pi a me re Se pa ~~ Uh vio tan triste, me dijo que si queria podia invitar al hotel a mis amigos por el fin de semana. A mis amigos les encanta venir al hotel, ya que a cada rato me dicen que tengo tanta suerte de poder vivir en un lugar que parece un paraiso de 80s que salen dibujados en los libros de religién, pero en modemno. Yo sé que les gusta, porque por mucho que sean dominicanos, en Higiiey no tic- nen playa y una piscina no tiene comparacién con la diversidn en as olas, El viernes en la noche mis amigos y yo fuimos a una fiesta que habia en la playa del hotel, Era todo siper lindo; en la arena clavaron unas antor- cchas para iluminar el lugar, habia un escenario con orquesta de merengue y hartas mesitas con sillas, Para que Tos huéspedes pudieran sentarse a descan- sar de lo mucho que iban a bailar, creo yo. Cuando supe de la fiesta, me entusiasmé al ‘momento, les conté a mis amigos y quedaron fe- lices de ir. Asi que Ana, Cecilia y yo nos encerra- ‘mos en mi dormitorio y nos pusimos a buscar qué ropa podiamos ponemos para estar lindas; mien- tras tanto Pancho fue a la cyber-sala para navegar or internet, 16 En Ia fiesta, los huéspedes bailaban y se mo- rian de la risa con las bromas que se hacian, y que yo no entendia porque hablaban en cualquier idioma, menos en espafiol. Los camareros nos ofrecian bebidas, pifias coladas y jugos de frutas tropicales, mientras mis amigos disfrutaban, pues nunca antes habjan estado en una fiesta de playa. Me hicieron prometerles que los invitaria de muc~ voal hotel. ‘La orquesta tocaba merengues. Un sefior ne~ ‘270, de camisa bien floreada, le pegaba con las dos manos con entusiasmo a la tambora, otro ‘misico con Ia misma camisa y sombrero blanco rasqueteaba la giiira, que la encuentro igualita al aparato que usa mi mama para rallar zanahorias, mientras un negro viejito seguia el ritmo con el pie haciendo sonar el acorde6n. Todos cantaban alegres. ‘Me dio mucha rabia cuando vi que hasta los huéspedes sabian bailar merengue, todos menos yo. {Por qué hasta los turistas saben bailar me~ rengue? —le pregunté a la camarera que se acercé unos nachos que habiamos pedido. Jn ja ja..., sefiorita, zno sabe que todos los dias damos clases de merengue? ~me contest6 riendo. n (En serio? Yo no podia creer que no supiera de esas clases, me dijo, y se fue feliz a atender a otras mesas. Estaba muy tranquila mirando como todos bailaban, cuando de pronto se paré Pancho de la ‘mesa y sacé a bailar a Cecilia, quien al tiro dijo que bueno. En ese momento si que me dio rabia Por descuidar tanto el merengue; me di cuenta de que ellos bailaban como expertos, y que si yo no aprendo a hacerlo igual, nunca le voy a gustar a Pancho. Asi que juré inscribirme al dia siguiente en esas clases. El siébado mis amigos se levantaron siiper temprano y andaban igual que los huéspedes, de restora en restordn, en el casino, en las piscinas, oenel bar de la playa. Yo me sentia contenta por. ‘que vefa que lo estaban pasando stiper bien, pero no los pude acompafiar porque no me quedé tiem- o, ya que me inscribi en todas las clases de me- rengue del dfa, que eran cinco en total. No me im- porté mucho quedarme sin jugar o sin ira la playa, porque, como fuera, en la noche tenfa que llegar bailando merengue mejor que una dominicana, 8 __Lunes 13 ve Novremane (sw CASA DE RAMON) Por fortuna hoy mis papas me dieron per- miso para ir con Ramén a Higiley, ya que debia juntarme a las dos de la tarde con mis amigos en Ta casa de Ana, Como salimos en la mafiana del hotel, mi cémplice propuso que me quedara en su ‘casa mientras esperaba la hora de la reunién. Asi no me aburriria tanto, me dijo, acompafiéndolo en sus diligencias por todo el centro de la ciudad. Yo acepté, pero como el hijo de Ramén estaba en el colegio yo no tenia con quién jugar 0, por Jo menos, hablar, por lo que no me quedé otra alternativa mejor que entretenerme viendo tele. La programacién me estaba empezando a aburrir, pero por suerte la seftora Clara se dio cuenta y ‘me Ilev6 un frfo-frio al living, y nos pusimos a cconversar harto rato ‘{Pol qué le gusta tanto venir a Higiey, nifia, siallé en el hotel todo es mi lindo? ~mé pregun- 16 la sefiora de Ramén, mientras se sentaba a mi lado. No sé, me gusta -le contesté, sin saber si le podia contar lo de la investigacién. Pero, ,cdmo le va a gustal mé estal metida aqui, donde hay pura necesidé? -me sigui6 pre- guntando, bien insistente. ” Dee SEES SEES SE SRR eSe eRe Reese {Por qué aqui la gente es tan pobre? le pre~ gunté a mi vez, para cambiar el tema. En toas paltes hay gente poble, nifia, 40 es {que en su pais no hay pobles? ‘Yo me empecé a acordar de Chile, de mi casa grande y linda en el campo, cerca de Santiago, ¥ de las poblaciones que sélo veia cuando ibamos al acropuerto de Pudahuel. “Si, hay pobres, pero yo creo que aqui de- ‘ben haber mas —Ie contesté, después de pensar un poco. Ve, nifia, en toas paltes la vida es dificil pa’ algunos ~dijo la sefiora Clara, mientras yo seguia pensando y acordandome de Chile —En Dominicana, las pelsonas tienen que ha- cel de too pa podel ganal dinero ~y mientras de- cia eso, me acordé del gorila blanco. Pero hacen cosas que no deberian hacer, que estin mal le contesté, acordéndome de la pobre Sole y del Tito. “{Usté lo dice polque Ramén a veces leva gente en la van, nifla? me pregunt6, con un poco de susto. “No, yo lo digo porque sé de un sefior que esti traficando animales en peligro de extincién, ¥ Jos pobres suften, los maltratan —Ie dije, algo mo- lesta de sélo acordarme del lagartito y la Sole. 80 Las pelsonas hacen cualquier cosa pol te- nel una mejol vida, nifia. A vece encuentran un animalito que se vende bien pa’mascota en lo Es- tao Unio, otra vece encuentra un animalito y se Jo come pa'no pasal hamble ~me dijo, con cara de pena. —Pero eso no esta bien —insist. {Usté iria conmigo pa’que le muestre algo? Yo asenti con la cabeza. La sefiora Clara y yo salimos a Ia calle, ca- ‘minamos hasta una esquina y tomamos un furgén. destartalado y sin ventanas que hacia de micro- biis, Viajamos calladas hasta las afueras de la ciu- dad, en donde pareefa que ya no quedaban més casas, y nos bajamos. El furgén dio la vuelta y regress por el mismo camino que llegamos. ‘Cruzamos un puente viejo, a punto de caer sobre un arroyo, y pasamos por entre arboles tupidos y arbustos frondosos hasta llegar a un conjunto de casas hechas de cartones, latas y pa- Jos podridos. Yo miraba de reojo a la gente que cocinaba en fogones con unos tarros que usaban como ollas, a los niios flacos en calzoncillos, a las mujeres que sonrefan casi sin dientes, y alos ancianos sentados en cajones 0 piedras con la mi- rada perdida, Todos eran negros y estaban sucios. 81 En el aire himedo se sentia un olor mezela de humo y alcantarilla Una nifiita de unos cinco ailos se me acereé, con sus ojos fijos en mi cabeza. Yo me agaché y le sonrei, ella también me sonrié y estiré una mano para tomar mi pelo; lo miraba sorprendida, por- que no era erespo ni negro, como el de ella. Nos quedamos apenas un rato y volvimos hasta el camino principal, para regresar a la casa de Ramén. Yo no decia nada, Ve, nifia, que si estas pelsonas encuentran ‘un animalito y lo pueden vendel para compral co- ia, esta bien que lo hagan, Yo me senti ridicula por andar a la siga del gorila blanco y preocupada de los animales, des- pugs de ver a esas personas viviendo en medio de la mugre. Cuando Ilegamos a la casa de la sefiora Clara, me dio mucha pena lo que habia visto; me acor- daba de toda Ia comida que habia en los restora- nes del hotel y de las veces que vi cémo botaban Jo que sobraba. Me imaging Jo felices que serian esas personas pobres, si en lugar de lanzar todo ese alimento a la basura se Jo llevaramos de rega- lo, Me acordé de los turistas que no ven nada de esto, nila ciudad ni alos dominicanos, porque los hoteles les dan tantas comodidades, diversiones 82 y lujos que no necesitan salir de ellos. Pasaban tantas cosas por mi mente, que ya no estaba segu- ra si queria seguir con lo del tréfico de animales. Entonces me fui al patio, me senté bajo un drbol y me puse a escribir en mi diario lo que acabo de escribir. (En la tarde, con mis amigos) ‘Liegué bastante desanimada a juntarme con mis amigos en casa de Ana. Todo lo que habia hablado y visto con la sefiora Clara todavia me daba vueltas en la cabeza. —{ Qué te pasa? —me pregunté Pancho. Tan lindo, siempre preocupado de los demés. Nada -le contesté y segui metida en mis pensamientos, sin hacer caso de las cosas que ha- riamos ese dia para la investigacién. Algo te pasa —insistié Pancho. Yo le hablé a los tres: Les euento: hoy en la maftana me quedé en casa de Ramén y con la sefiora Clara fuimos a no ‘sé qué lugar, lejos del centro de la ciudad, don- de habia casas muy pobres y personas que daban pena, ~Y eso qué tiene que ver con los planes de a investigaci6n? —me pregunté Cecilia, mirindo- me fijo con sus ojos verdes. 83 —Mucho. Si esas personas que no tienen qué comer encuentran un solenodonte, 0 un lagarto, 0 lo que sea, y lo pueden vender o cocinar, por mu- cho que esté en peligro de extincién, ,qué es mas importante, un animal o las personas? Mis amigos me quedaron mirando. ma, es verdad lo que dices. En Dominica- nna hay mucha gente pobre que apenas vive, pero el gorila blanco no se ve pobre, no recolecta ani- males para comer, él los vende y muy caro ~dijo Ana, con ese tono de nia inteligente que todo lo sabe. ~Z¥a no quieres seguir con nosotros, Ema? ‘me pregunté Pancho. Ema, acuérdate de que el gorila blanco nos queria hacer dafio y que nos esti siguiendo ~agregé Ana, antes de que yo pudiera contestarle 1 Pancho, -Y para peor, es policia. No puede haber un poli que denunciarlo -siguidé Cecilia, tratando de convencerme, Me quedé un rato pensando en lo-que me jeron; en la Sole, en el gorila blanco, en el bigo- 1t6n y en las casas pobres. Esta bien, cuenten conmigo, ‘Mis amigos se pusieron felices. 84 ‘a que haga cosas ilegales, tenemos =Pero cuando terminemos con esto tienen que ayudarme a hacer algo por esas personas que vihoy. ‘Tras jurar los cuatro que auxiliariamos a los pobres, 110s quedamos toda Ia tarde en casa de ‘Ana, planeando cada una de las cosas que debe- riamos hacer para atrapar al gorila blanco con las, ‘manos en la masa y poder, asi, denunciarlo a otro policia. El nico problema era que no sabjamos aquién. __Jovnes 16 No me ha quedado tiempo para escribir por- que en estos dias han pasado demasiadas cosas. Con mis amigos nos hemos juntado todos los dias; por suerte mi mama se encuentra tan ocu- pada tratando de educar al Nico (que esti hecho ‘un nifito desordenadisimo), que no le ha quedado tiempo para vigilarme. ‘Mi papé ha trabajando més que nunca. Punta Cana es una zona Ilena de hoteles y. todos com- piten por ser el mejor, el mas elegante, con mis actividades y los mejores precios. El tampoco me hha prestado mucha atencidn y he podido salir to- dos los dias con Ramén, sin problemas. Como la mamé de Ana sigue en la India, la 86 rrr Sole y el Tito estén guardados en su casa, ya que ‘el martes por poco me descubren los animales pues a mi mama se le ocurrié entrar a mi dormi- torio para ver si tenia todo ordenado, pese @ que tengo puesto un cartel en el cuarto de bafio que dice: Prohibido entrar, baiio privado. Si trae toa~ Ilas, déjelas sobre la cama, Si quiere limpiar, no se preocupe, yo To haré por usted. El cartel me funcioné con las camareras del hotel, que son las mismas que limpian el depar- tamento donde nosotros vivimos, pero no con mi ‘mam; ella llega y se mete por todos lados. Ese dia me salvé por poco: ella estaba con la mano en Ta cerradura de la puerta justo cuando yo entré. Casi me dio un ataque y tuve que inventar que queria ir urgente al baflo para que me dejara pasar yy se fuera Después del susto saqué del departamento las dos jaulas bien escondidas y le pedi a Ramén que nos fuera a dejar a la casa de Ana en Higley. De- jamos a la Sole y al Tito en la bodega de la casa de ‘Ana con harta agua y comida, nos pusimos unas ropas Viejas y estropeadas que consigui6 Cecilia (yo me puse jeans, polera de manga larga y un sombrero de género, en donde escondi mi pelo para que no Iamara la atencién). Nos armamos 87 de una camara fotogrifica y de una grabadora, Cuando estuvimos listos, Ramén nos Hev6 hasta la plaza Los Naranjos, en las afueras de Hi- gtiey, donde comenzariamos a armar el rompeca- bezas que se nos formé con el bigotén Buchii y el gorila blanco, que en realidad se tlama Alfon- so Higueras. Mis amigos estaban seguros de que ese lugar debia tener la clave, porque en esa plaza hallaron a la Sole, y también fue ahi donde que- daron de encontrarse el gorila blanco y el bigot6n Bucht, Dimos varias vueltas por el lugar, sin conse- guir ver otra cosa que palmeras, prados, flores, ‘el monumento de Juan Pablo Duarte, tras el cual Ana, Pancho y Cecilia se escondieron el dia de la perscoucién de la patrulla policial al hombre en moto, cuando recogieron a la Sole. Llevabamos como una hora soportando el calor y yo sent que el jeans y la polera se pegaban a mi piel por la transpiracién, Cuando ya estébamos pensan- do en ir a los alrededores del cuartel de policia por si podiamos ver algo extrafio, aparecié un muchacho negro de unos dieciséis afios con una caja de cartén entre las manos. Miraba hacia to- dos lados, como si buscara a alguien, mientras, nosotros seguiamos caminando descuidados, para no parecer sospechosos, hasta llegar a un 88 escafio, donde nos sentamos. Ana sacé su eéma- ra y comenz6 a tomar fotos del lugar, como si fuera una turista, y aprovechando un descuido del joven de la caja de cartén, lo fotografié sin que se diera cuenta, Continuamos hablando de cualquier cosa, sin perder de vista a nuestro sospechoso, De pron- to se acered una moto y, con temor, nos dimos cuenta de que fue el bigotén Bucht quien se bajé de ella una vez que se detuvo. Ana, que segui sacando fotos en su papel de turista, con un mo- vimiento rapido disparé nuevamente la cémara, justo cuando los hombres se saludaban con una inelinacién de cabeza. Asf, seguimos hablando y alejandonos lentamente hasta ponemos detris del ‘monumento de Juan Pablo Duarte, para apenas asomar las cabezas y vigilar desde la distancia. El joven abrié la caja de cartén y le mostré su contenido al bigotén Buché, quien la miré y casi al instante se metié la mano a un bolsillo para en- tregarle unos billetes. Se dijeron un par de cosas, que no pudimos escuchar, se despidieron, y cada ‘uno siguié su camino. Nosotros no queriamos separamos, pero no tuvimos altemativa, asi que Pancho y Cecilia se fueron tras el joven, mientras que Ana y yo hici- mos parar una moto-taxi y le pedimos que siguie~ 89 i= EEE See eee dae ra con mucho cuidado al bigotén. Al comienzo el ‘conductor nos miré con cara de no querer aceptar Jo que le pediamos y, si lo pienso, éramos dos ni- fas con ropas horribles pidiendo cosas extraitas. —jSeilor, queremos que siga a esa moto! ~dijo Ana, indicando con el dedo al bigot6n Bucht. {A onde lo sigo? -pregunté el conductor. A todos los lugares donde vaya. AAna le encantaba dar érdenes. Pero, nifia, ;usté tiene dinero pa’pagal? -le pregunté el hombre, con pocas ganas de hacer lo que Ana le pedia. -Mi amiga es de Miami, tiene délares —le contesté Ana, indicdndome, mientras yo me sa- caba el sombrero para que viera mi pelo rubio y Ie sonreia. En cuanto Ana mencioné Ia palabra délares, el conductor estuvo dispuesto a seguir a quien fuera y al lugar que fuera, El tinico problema era que yo ni siquiera tenia pesos dominicanos. EL bigot6n Buché avanzaba lento por las ca- les de Higiey en diteccién al oeste, y cuando lle- vabamos apenas unas cuatro cuadras; se detuvo frente a la basilica de la Alta Gracia (una iglesia enorme en donde hacen procesiones en enero, me contd Ana). Se bajé de la moto y siguié por el largo camino que hay desde Ia calle hasta las 90 puertas del templo. Nosotras nos quedamos arriba de la moto-taxi, porque si salia rapido tenfamos que estar preparadas para partir de inmediato. Al egar a la entrada principal, y en apenas un se- gundo, el bigotén Buch le entregé la caja a una ‘mujer, sin dejar de caminar, En ese momento no supimos qué hacer, si seguir al bigotén o a la mu- jet: Decidimos que la caja era el misterio, El bigotén se perdié entre la gente que en- traba con velas y flores a Ia basilica. La mujer caminé rapido hasta la calle y se subié a un auto chico y viejo, que alguna vez fue amarillo, de esos mini que casi no se ven en Chile, Puso la caja en el asiento del copiloto y partié, mientras nosotras reanudabamos la persecucién, Yo pen- saba que el seguimiento iba a ser eterno, porque Ja mujer en su mini amarillo se metia por ca- les chicas, luego salia a otras més grandes que ni siquiera Ana, que ha vivido toda su vida en Higley, sabia que existian. Cuando de pronto las casas terminaron, aparecié una carretera y, al poco andar, un cruce, desde el que partia un camino de pavimento destruido y solitario. La ‘mujer continué por él, pero nadie més andaba por el lugar, y si la segufamos en moto-taxi por esa calle, la mujer se daria cuenta. Le pedimos al motorista que nos dejara en el eruce de la ca- a1 rretera, mientras Ana sacaba de un bolsillo unos délares todos arrugados. {Qué hay en ese camino? -le pregunté Ana al conductor, antes de entregarle el billete. =Naa, sélo la cércel vieja de Higiley -con- test6 el hombre, estirando la mano para recibir el billete de veinte dolares. —Tengo otro “le dijo Ana~ Si nos espera un rato para que nos lleve de vuelta al centro, se lo doy. —Agqui las espero —respondié el hombre. Caminamos por la calle toda destruida hasta que divisamos el mini amarillo de la mujer es- tacionado junto a un patrulla policial, cerca de un enorme edificio que casi se caia, y seguimos nuestra marcha para poder ver mas de cerca, {De dénde sacaste esos délares? le pre- gunté a Ana. Hace tiempo los tomé de la mesita de noche de mi mamé, que siempre deja los délares que le sobran de los viajes y después ni se acuerda de cellos -me contesté. ‘4Y dénde aprendiste a negociar eon los ché- fetes de moto-taxi? ~Que sirva para algo ver tele -me contest6, y las dos nos pusimos reir. ‘Nos acercamos cuidadosamente, escondién- Oy donos entre los matorrales que crecian como selva alrededor de la vieja cércel. El edificio era grande, de gruesas murallas descoloridas, con Ventanas que eran apenas unos agujetos con ba- rrotes oxidados. La puerta principal estaba hecha de lata gruesa, con una gran cerradura que encon- tramos abierta, Entramos con cuidado, sin hacer ruido. Adentro, la humedad era insoportable, la luz de Ia tarde se filtraba por los hoyos del techo casi ya sin tejas. Nos detuvimos por un momento en el corredor, desde donde podiamos ver una ga- leria central con una caseta de vigilancia rodeada por un montén de puertas minsculas. Al final de Ja galeria nacfa una escalera que subia tres pisos, {que daban a una especie de baleén con vista des- cubierta a la caseta de vigilancia. No sabjamos si seguir avanzando o salir arrancando de la eércel, cuando escuchamos la voz del gorila blanco que discutia con alguien. Gritaba molesto y daba gol- pes sobre algo duro que retumbaban como true- nos en el edificio vacio. —Tengo que tenel veinte calgas, Rosa y cudintas hay? ;Quince! El hombre se preguntaba y respondia solo. (El imuitil de Bucht: peldié el lagalto, y usté ime dice que ahola me trae un ratén del demonio, pero est mueltooo! ~seguia gritando. 93 Se Eee eee ee eee eee ee ai ‘Ana sacé la cémara y fotografié el lugar, lue- go eché a andar la grabadora y se la colgé del cuello, Vamos -me dijo, agarrindome de una mano. La vor del gorila blanco se ofa venir desde una de las celdas del segundo piso, y aprovechan- do todo el ruido que hacfa, caminamos hasta la primera puerta, Asomamos la cabeza y vimos un solenodonte parecido a la Sole, flaco y herido en una pata, sin comida ni agua, tendido sobre unas hojas de periédico esparcidas por el suelo. El ani- alito nos miré con ojos de pena, como pidiendo ayuda, y estuve a punto de tomarlo, pero no pude porque Ana me volvié a tirar de la mano para que avanziiramos hasta la celda siguiente. En ésta en- ntramos un lagarto, més alla unos monos mori- bundos, después unas tortugas. Todos los anima- les se veian maltratados y parecian hambrientos. —Tenemos que sacarlos de aqui —le supliqué a.Ana, en un murmull. ~iEsts loca, qué hariamos con ellos? No nos podemos llevar a todos los animales ~me conte: 6, y siguid tomando fotografias Estibamos tan concentradas mirando el in- terior de cada celda que servia de jaula, que no nos dimos cuenta en qué momento cesé la voz del 94 gorila blanco; sélo sentimos tras nosotras unos pasos fuertes, que hacfan eco en la galeria. Gira- mos las cabezas y nos encontramos con la mirada Iena de odio del gorila blanco. — jAabh! ~pegamos un grito descontrolado. ~{Salgamos! -grité Ana y corrimos hasta la puerta de entrada, que se cerré con un golpe es- truendoso antes de que pudiéramos alcanzarla. La mujer del mini, una mulata grande y fortachona, nos certé el paso. Miramos deses- peradas hacia todos lados y, como si estuvié- ramos de acuerdo, corrimos al mismo tiempo hacia un pasillo mugriento y oscuro que se veia al costado derecho de la entrada, Yo es- taba agotada; la humedad del lugar y el olor a podrido no me dejaban respirar, pero tampoco podiamos detenernos y no se divisaba ningin Tugar donde escondernos, mientras escuchdba- ‘mos cada vez mas cerca los golpes de los zapa- tos del gorila y de la mujer contra las piedras del piso ~Métete ahi me ordené Ana, mostréndome un agujero en la muralla, ‘Ambas nos quedamos agachadas en el orifi- cio diminuto, rogando que no nos vieran, suerte que no tuvimos porque sentimos las tremendas manos del gorila blanco agarrindonos por las 96 ppiemas y sacéndonos con toda su fuerza de nues- tro escondite. ‘Nos encerraron en una celda en el tercer piso, igual que al resto de los animales, sélo con unas hojas de periddico en el suelo. {Qué hacemos con ellas? ~escuchamos de- cir a la mujer. Naa, no soy un criminal. Las dejamos ence- rraas y punto ~ dictaminé el gorila blanco. Pero nos van a delatal. -La mujer se escu- chaba asustada, “Rosa, nosotro nos lalgamos mafiana, junto con el embalque. Pa’cuando hablen, si es que ha- ‘lan, no vamo a estal ni celea. ~El gorila blanco se oja mis seguro. Pero Buchi se quea —dijo la mujer del mini. =Y que me impolta el Buchd, igual tenemo que escapal, Rosa. En el cualtel ya me tienen vi gilao; Ileg6 un mayol de Santo Domingo que no me deja en pa preguntando cosa too el dia. Este Buchii salié muy tolpe. Sabia que lo estaban in- ‘estigando, pero igual iba pa’el cualtel con todo y meleancia. —No me gustan naa estas carajas ~dijo moles- ta la mujer. iY usté cree que a mi me gustan? La nifia ”

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