You are on page 1of 28
| Soe) gene % BT bxey KS (KS F ? > Y Ces. ? 5 v2 ANG i 2 EF John Riley. Retrato de Elias ‘Ashmole. “Ashmolean Museum, Oxford. Join Tradescant habla formado ‘coleciones cieutificas ‘argueligicas que legis a Elias Ashmole, con la condicén de que dete las dejase a la Universidad de Oxford para hacer 1x must, lo (que camps Elias en 1677. EL ‘masta lleva todavia su nombre, Capitulo 8 El espiritu de las luces Paralelamente al enriquecimiento de los tesoros artisticos acumulados por algunos principes soberanos, destinados a convertirse, tarde 0 temprano, en muscos péblicos, en diversos puntos de Europa se constituyen depésitos de obras de arte que pertenecen a colectividades. Los municipios estin en condiciones muy favorables para la formacién de tales conjuntos. Asi, en 1629, Ia ciudad de Zurich funda una Biblioteca y una Galeria de Bellas Artes en la Wasserkirche, Este centro cultural, ‘como diriamos en Ia actualidad, se habia nutrido con manuscritos y antigiicdades procedentes de los bienes eclesisticos confiscados por la Reforma. En Italia, donde la vida municipal siempre fue muy activa, hubo particulares que desde un principio dieron ejemplo de devocién ciudadana; en 1523, el cardenal Domenico Crimoni legaba a la reptblica de Venecia la coleccién de antigdedades y cutio- sidades que habia formado en Roma, y que constituy6 el nicleo del museo arqueolégico actual, para servir de adorno a la sede del Gobierno y di studio personis sirtwsis. Sesenta afios més tarde, este museo se acrecenté con el legado de su sobrino Giovanni, patriarca de Aquilea. Este entregé a la biblioteca marciana el famoso Breviario que lleva su nombre, manuscrito de la escuela lamenca. Los Crimoni fue- ron una gran familia de bienhechores, pues Marino, hermano de Domenico, fallecido el mismo aio, también enriquecié a la Repablica con una parte de su coleccién de antigtiedades. En 1680, Manfredo Settale legaba su musco a la biblioteca ambrosiana de Milén; estas donaciones se multiplicaron en ¢l siglo xvi; es digna de mencién la que en 1780 hizo Anibal Olivieri al entregar a la ciudad de Pesaro su gabinete de gliptica y numismética. Los conventos de la ciudad de Arlés-en-Provence, durante los siglos xvr al xvi, reunieron colec- ciones de antigiiedades romanas procedentes de los hallazgos en que era fecundo ¢l suelo dea pobla- cién; en uno de estos conventos, el de los Minimos, el padre Dumont reunié las antigdedades disper- sas por la ciudad para formar un museo publico; a tal fin tuvo un acuerdo, el dia 7 de diciembre de 1784, con los cénsules de la ciudad; por otra parte, este cuerpo de magistrados municipales, en el curso de los dos siglos precedentes, habia reunido algunas obras en la Casa de la Ciudad. En 1745, 141 Lucas Cranach. Supuesto re- rato del principe Wolfgang de Anhalt. Museo de Reims. Ese cuadro formaba parte de la clebre serie de resrates de priacipes sajo- es y pomeranios gue Antoine Fe and de Monthelonlogé a la Ai emia de la cindad de Reims, en la ‘ual habia fundado wa escuela de dijo gue terla como ano wx smo formado con su colecciéa. monseiior d’'Inguimbert, que siendo bibliotecario del cardenal Corsini —que mis tarde fue papa con el nombre de Clemente XII — se habia aficionado a las artes, legé «al publico» de la villa de Car- pentras, de la que era obispo, su biblioteca y su coleccién de obras de arte. Sin duda, el més anti- guo museo piblico de Francia es el de Besangon; en 1694, J. B. Bloizot, abad-coadjutor de San Vi- cente de Besancon, legé a su abadia sus libros, cuadros antiguos y medallas «a condicién de que todo formase un depésito piblico». Inmediatamente fue instalado dicho musco y permanecia abierto los miércoles y sibados de cada semana, de ocho a diez de la mafiana y de dos a cuatro de la tarde. Enel siglo xvmr, el arte, en lugar de limitarse a un aprendizaje en el taller de un maestro, se ensefia y se profesa en clases especiales. La iniciativa de este estilo de ensefianza artistica se remonta al siglo xvt, ppero tiende a propagarse en el Siglo de las Luces, en que cada ciudad de alguna importancia dispone de su academia 0 escuela de arte. Estos establecimientos poseen colecciones de obras que sirven de mode- lo a los alumnos, las cuales vienen a ser una especie de néicleos museolégicos de caricter publico. Ci- temos en Italia la Academia Carrara de Bérgamo, escuela de arte fundada en 1780 por el conde Carrara el cual a su muerte, acaccida en 1796, legé a la mencionada ciudad las mil quinientas pineuras de su coleccién. El duque de Richmond, para facilitar el estudio de los artistas, en 1760 abrié su rica galeria de esculturas de Whitehall, en Londres. Entre 1748 y 1785, se organizaron en Francia una decena de ‘escuelas de dibujo, algunas de las cuales en la actualidad son museos municipales. La de Dijon fue cereada por Francisco Devosges, que en 1783 consiguié que el municipio votara un erédito para cons- truir el ala oriental del Palacio de las Naciones con miras a «establecer un museo para el progreso del Arte y utilidad de los alumnos». En Reims, Antoine Fernand de Monthelon (t 1742), pintor me- diocre, pero hombre de buen gusto, fundé una escuela de dibujo a la que doté con las mejores piezas de Ia coleccién que reuniera en sus viajes, obras de arte de todas clases, entre las que se contaban los sorprendentes retratos de los principes sajones y pomeranios de Lucas Cranach, que su padre habla ‘encontrado en Alemania en 1687; también los leg6 a la Academia de Reims. La escuela de Saint Quentin fue fundada en 1777 por el gran retratista Maurice Quentin de la Tour, oriundo de dicha ciudad; esta poblacién posee también una parte de su taller, cedida por su hermano en 1806. El mismo fenémeno ocurre con los gabinetes cientificos. Asi, Clemente Lafaille legé a la Academia de La Ro- chelle su gabinete de Historia Natural, que se ha conservado intacto hasta nuestros dias, con sus arma- rios-vitrina originales, en el museo de la ciudad. ‘Durante el siglo xvmt, el progreso de los estudios arqueologicos dio lugar a la fundacién de socie- dades culturales que organizaban excavaciones y con los objetos hallados formaban museos. De esta manera se fundé en 1726 la Academia Etrusca de Cortina; tenia por presidente un Jacumon, nombre de los antiguos reyes etruscos; se componia de ciento cuarenta micmbros, organizaba rcuniones llama- das Notti Coritane y abrié una galeria a los aficionados a la que denominé Galleria del pabblic, Este museo recibié en 1774 la donacién de la famosa Muse pintada sobre pizarra (pag. 147), la cual det de correr muchas aventuras antes de legar al museo; un campesino la habia venerado como a una ‘Madena, hasta que al darse cuenta del error la empleé para cerrar una ventana que tenia al lado del horno. Puesta en duda mis tarde su autenticidad, se la suele considerar como una imitacién hecha en 1 siglo xvi, Monsefior Mario Guarnacci, al volver de una larga permanencia en Roma, se estableci6 en Volterra, otra ciudad etrusea de Toscana, y empleé sus riquezas en realizat excavaciones y adqui- riendo objetos etruscos; de esta manera formé un importante museo que legé en 1781 al puiblice 142 solterano, En Verona, la Academia Filarménica recoge las colecciones donadas por el famoso eru- dito Scipione Maffei. En Catania (Sicilia), el fastuoso Ignazio Paterno Castello, principe Biscari, se hizo construir un magnifico palacio, dedicando un ala del mismo a museo, colmindolo de jarros, bronces, terracotas antiguas halladas en las excavaciones de Sicilia 0 adquitidas en Népoles, Florencia, Roma, etc. Este musco, abierto a los aficionados y a los estudiosos, fue solemnemente inaugurado cen 1758; con el tiempo iba a ser una de las colecciones mis renombradas de Sicilia. La familia Biscari lo conservé hasta 1927, en cuya fecha, el décimo principe Biscari, doné a los bienes comunales la parte de herencia, y este ejemplo fue seguido por algunos coherederos, mientras otros no tuvieron interés en rescatar la parte que les correspondia. Después de la iltima guerra, estas colecciones se han unido a las de los benedictinos en el Castillo Ursino, El museo, instituci6n favorable al progreso de los conocimientos humanos, halla su cuna natural cen el seno de la universidad. Sin duda, el museo universitatio mas antiguo es el de Basilea. En 1661, cl gabinete Aurbach fue puesto en venta; la familia de impresores de este nombre, que contaba entre sus miembros a Erasmo, y podia mostrar entre sus tesoros magaificos cuadros de Holbein, lo habia formado; iba a ser vendido a Holanda cuando la ciudad, oponiéndose ello, lo adquitié por su cuenta, Este gabinete estuvo expuesto, desde 1671 hasta 1849 en el recinto de la biblioteca de la universidad, situada en la Casa de la Insignia de la Mosea (gu Micke); durante el siglo xvrr, se entiquecié con nue- vas donaciones. En Italia, en 1712, el conde Marsigli funda la Academia de Ciencias y el Museo de la Universidad de Bolonia, a la que en 1743 se afiaden las colecciones legadas anteriormente a la ciu- dad por el erudito Ulises Aldovrandi y el marqués Cospi. El erudito Scipione Maffei, bienhechor de ‘Veruma, lo fue tainbiga de la Universidad de Turin, a la que doté de un musco de epigrafia y arqueo- logia. En 1758, el municipio de Ferrara adquiere una coleccién de medallas, monedas y estatuas, for- mada por el arquedlogo Vincenzo Bellini, y la junté a la coleccién lapidaria ya formada en 1735 en el palacio de la Universidad. Las excavaciones levadas a cabo en el paraje de Volterra dieron otigen al museo de antigiiedades fundado en 1770 en Parma por el duque don Felipe de Borbén para compensar la pérdida del Museo Borbénico que se habia llevado a Napoles su hermano don Carlos. El honor de haber poseido el primer gran museo organizado como institucién piblica de cardcter pedagégico, le corresponde a Oxford. El Ashmolean Museum de Oxford tavo por otigen las colec- ciones acumuladas por dos generaciones de una familia de viajeros, exploradores y aventureros. John ‘Tradescant el Viejo (t 1638) habia ido como voluntario contra los corsarios de Argelia; en 1618, estuvo en Rusia buscando plantas raras; después de estar en Rusia, este viajero infatigable se fue a ‘América, enviado por el duque de Buckingham en busca de animales, plantas, piedras, pajaros, etc. John reunié sus colecciones de curiosidades, de historia natural, de instrumentos cientificos y de arqueologfa, en un edificio y un jardin de South Lambeth, cerca de Londres; cuando este museo y su jardin botinico se abrieron al pablico, se conocian con el nombre de Tradescant's Ark; el conjunto de las colecciones, en 1656, fue objeto de una suntuosa publicacién titulada Musaeum Tradescantianum, John Tradescant el Joven, al morit su tinico hijo, hizo donacién del museo al anticuatio Ellas Ash- ‘mole, pero dos afios més tarde anulé esta donacién y la transfirié a su esposa, con la condicién de dejar las colecciones a las universidades de Oxford 0 de Cambridge. Al morit Tradescant, Ashmole puso un pleito a la sefiora Tradescant para reivindicar las colecciones y la justicia fallé a su favor. En 1677, cumpliendo los deseos de Tradescant, las legé a la Universidad de Oxford, afiadiendo sus pro- 144 INSTITUTA ASHMOLEANA. een crete Pine tenim adtnatee does Sax Sees | Ree SES ee EL (Wee cance aS eens | eee ES SSeS eel ES peer a eit | eer eee | FE pee cnt te ger || PE Fae anaes mia ieee | ares a a sess ca ine Renton, A t | i it Reglamento del Ashmolean Museum de Oxford. 1714. Re- dactado em latin, este reglamento previ la adminitracon del muse, 1a formariin del catego, la vga, lt borat de admisiény el de: richo de entrada. La tarifa era praresiv, sin tl tiewpo tranicrrid, pero ecrcene seine mimeo de perrnas gue re prsentaban en grape. pias colecciones, que consistian en antigtiedades, con la con- icién de que la universidad construyese el edificio apro- piado para albergarlas, Este se terminé en 1683, abriéndose 1 museo solemnemente al pablico el 21 de mayo de dicho aiio, en presencia del duque de York — més tarde Jaco- bo II—, acompatiado de la duquesa, futura reina Ana. La universidad afadié al museo un laboratorio de quimica y una biblioteca, ynombré un conservador que debia redactar un catilogo en latin. También esti redactado en latin un reglamento elaborado el 13 de diciembre de 1713, que to- davia se conserva en el museo, el cual prevé con detalle lo referente a la administracién, a la redaccién del catélogo y los inventarios, y a la responsabilidad del cimeliarchus, algo as{ como un guardién mas bien que un conservador, por- que este ultimo cargo lo ejercian los curatores, escogidos entre los diversos colegios de Oxford, los cuales se repartian el cuidado de tas colecciones por especialidades. Se entraba al museo mediante pago, pero el precio se rebajaba si los visitantes iban en grupo y era proporcionado al tiempo que se empleaba en la visita; ésta se efectuaba con un gufa,que era el cimeliarchus, 0 bien con su adjunto, el procimeliarchus. Este museo no ces de acrecentarse mediante liberalidades, al propio tiempo que otras donaciones cientificas y arqueo- légicas daban origen en el mismo Oxford a diversos cen- tros museolégicos, muchos de ellos anteriores incluso al Ashmolean, al Scheldonian Theatre, mas tarde el Old Phi- losophy School y el Old Logie School. ‘Apenas habia transcurrido un siglo desde a apertura de este museo al piblico, cuando Inglaterra cred la primera institucién museolégica de earicter nacional, que no debia su fundacién a un monarca o principe real. En 1753, el Parlamento britinico vot6 la adquisicién de la biblioteca y de las colecciones de sit Hans Sloane, para constituir con ellas un museo pablico. Sir Hans, que habia estado cen las Indias, era médico de la familia real, presidente de Ja Royal Society for improving Natural Knowledge, consi- derada en Inglaterra como la ciudadela del racionalismo y fae también presidente del Royal College of Physicians. En 1696 habia heredado las colecciones de otro sabio amigo suyo, William Courten, y durante medio siglo dedicé su fortuna a la adquisicidn de una biblioteca y diferentes co- 145 La musa Polimnia. Museo de la Academia Etrusca de Cor- tona. Esta pintura sobre pizarre, ejecntada a la enciurtca, fue des- cubierta en 1732 por soe campesino; el marquis Tommari la adguirié en 1735 y la legd en 1744 a la Academia Etrurce de Cortona, Ha sido satribuida sucesvameate a wn macitro del Renacimionto, 0 a 1m copicta del siglo XVIII. Sin embargo, la Academia Etrusca la presenta ‘ain como sz antigiedad. Fl descubrimiento de la pintura antigua en (as cindades sepultadas por e! Veeubio provocé falifcacones en las cua- es eh napoitano Guerra se bizo cilebre. Rafael Mengs eecutb xm faleo fresco antigua que engaté al propio Winckelmann. Hans Holbein el Joven. Retrato de Bonifacius Amerbach. 1519. Kunstmuseum, Basilea. Eite retrate del clebreimpresor y buna sista del Remacimiento fue comprade en 1661 con ¢] gabinete Amerbach por la ciudad de Basilea, que re opuso a la exportactin de esta clecion y la expuso en la biblioteca de la Universidad. lecciones cientificas con un total de ochenta mil piezas Mediante testamento lo ofrecié todo al Estado a condiciéa de que entregara a sus dos hijas la suma de 20 000 libras, estimaci6n muy inferior al valor real. Pero Jorge II res pondié que él no tenia esta suma en el Tesoro. El Par lamento pudo llevar a cabo la adquisicién, asi como la de la biblioteca de sit Harley, mediante una loteria que pro- dujo 95.000 libras. Las dos colecciones se unieron a la biblioteca que, en 1700, legara lord Cotton para formar un depésito public éste, aunque tenia por objeto la ciencia universal, fue de- signado con el nombre de British Museum. Los Statutes and Rudes relating to the inspection and Use of the British Museum, lo designan como un establecimiento naciona fundado por el Parlamento, destinado principalmente a los eruditos y a los estudiosos ingleses 0 extranjeros, para ayudarles ea sus investigaciones en todos los campos del conocimiento © en el dominio de cualquier rama del saber. La instituciéa tenia un importante consejo de #rastees en que figuraban scis miembros de las familias Cotton, Sloane y Harley, el arzobispo de Canterbury, el lord canciller, el speaker de la Camara de los Comunes, el presidente del College of Phy- sicians, diversos altos funcionarios y catorce miembros legidos. Desde la iniciacién de la museologia anglosajona, el consejo de administracién desempefia un papel esencial En 1759, la institucién que comprendia tres departa- mentos, el de los Libros impresos, el de los Manuscritos, y Medallas, y el de las Natural and Artificial Productions, se instalé en un hotel de Bloomsbury, situado cerca del antiguo domicilio de sir Hans Sloane, Montagu House; la biblioteca tenia una sala de lectura, pero el musco no podia visitarse mis que yendo acompafiado por un guia y siem pre que se hubiese hecho la peticién por escrito. La biblio- teca y las colecciones de objetos estaban en todo momento 4 disposicién de los sabios, por lo que el British Museum era, ante todo, una institucién para la investigacién y pro- reso de las ciencias, como lo es todavia actualmente; por prestigiosas que fuesen las colecciones arqueolégicas que posteriormente lo enriquecieron, fueron admitidas a titulo de «curiosidades». Por Ia arqueologia entré el arte en el British Museum; la primera gran coleccién arqueolégica 147 Arte romano del siglo I. % llamado de C 149 que enriquecié el departamento de las Natural and Artificial Productions fue la de jarrones y ‘mérmoles antiguos que William Hamilton adquiriera en Napoles, donde habia estado en calidad de embajador; ingresé en el museo en 1772; la eélebre coleccién de mérmoles de Charles Towneley, que habia sido frustee del museo, se adquirié después de su muerte, ocurrida en 1805. Un poco antes a la compra de los mirmoles Elgin, el ingreso de la coleccién Towneley hizo del British Mu- seum un museo de arte, Un cutioso cuadro de Zoffany, pintado en 1782, nos ha conservado el recuerdo de la biblioteca de Park Street, donde se acumulaban los mirmoles del célebre colec- cionista, que se ve aqui al lado del Busto de Clitia, la perla de su museo, conversando con tres ami- g0s anticuarios (pag. 148). ‘Sin duda debido a Ia misin cientifica y educadora del British Museum, el Parlamento, en 1778, rechazé la proposicién de ley que pretendia afiadir una pinacoteca que se formé al adquirit la co- leecién Walpole y que estaba a punto de ser llevada a Rusia. La Universidad de Cambridge tuvo que esperar su museo mucho més tiempo que la de Oxford. Su fundacién se debié al legado que hizo lord Fitzwilliam of Meryon, muerto en 1816, pero sin duda puede atribuirse la creacién de este museo al movimiento ideolégico del Siglo de las Luces que dio origen al British Muscum. Lord Fitzwilliam se habia graduado en el Trinity Hall de Cambridge, en. 1764; melémano apasionado, posela una notable biblioteca musical, Y legé a su Universidad diez mil volimenes, entre los cuales habfa admirables manuscritos ilustrados y ciento cuarenta y cuatro pinturas, muchas de ellas procedentes de la coleccién de Orleéns. ‘Cuando en Londres se abren las puertas del British Museum, el piblico francés tiene a su dispo- sicién desde hace ya muchos afios un conjunto de obras macstras que, aunque no sean de «propiedad nacional», estn siempre a su alcance. En el Palacio del Luxemburgo puede admirar los veintidés Rubens de la Galerfa Médicis, y en las habitaciones de la reina de Espafa, situadas al otro lado del patio, ciento diez cuadros y algunos dibujos escogidos entre los mis bellos de la Corona. La forma en {que se realiz6 esta exposicién es significativa de la gran corriente de opinién que se propagé en el siglo xvi, reclamando que el pucblo pudiera participar mas en los bienes de la cultura. En Francia, donde la libertad de pensamiento esti controlada por el Estado, esa opinién se manifiesta por medio de panfletos y libelos publicados en el extranjero y distribuidos clandestinamente; esta es, en summa, la forma que tiene la prensa de oposicién bajo el Antiguo Régimen. En la primera mitad del siglo xvi, las obras maestras de la coleccién de la Corona eran casi invi- sibles. En la época de Luis xv, que vivia como un hombre piblico accesible a todos, Versalles, cas- tillo de la monarquia, era cl castillo de Francia; se podia visitar cSmodamente con sélo pedirlo; para asistr ala comida real bastaba con tener una espada y un sombrero con pluma, que se podian alquilar al conserje del palacio; los jardines eran pablicos, y el mismo Luis XIV habia redactado con su propia ‘mano una nota acerca de la mejor manera de visitarlos. Con Luis XV, Versalles se convierte en resi- dencia real. El rey deja las habitaciones suntuosas y se instala en otras, imitando en esto al Rey S cl cual, al final de su reinado, cansado de tanta pompa, se refugid en lugares mis intimos, en el Tri 1nén, en Marly, incluso en habitaciones con vigas de madera que hizo restaurar en 1684, Alli no hay sitio para los grandes cuadros clisicos o barrocos adquiridos en el siglo xvir; las paredes estén cubier- tas de espejos de cuerpo entero, propios para reflejar escenas galantes. Las obras maestras se remiten centonces a los locales de la DitecciGn de Edificios, y la indiferencia del rey a este respecto es tan grande 150 que llega a prestatlos a particulares para que adomen con ellas sus residencias, El duque de Autin tuvo asi en su galeria, desde 1715 a 1736, el Baldassare Castiglione de Rafael. La Pesca y lacazade Annibale Carracei, la Venas del Pardo, 1a. Virgen con el congo, y un Retrato de hombre de TTiciano. Los artistas, para buscar inspiracién en las grandes obras maestras, s6lo podian visitar Ia élebre galeria de Orledns, liberalmente abierta. Un viejo servidor del regente que, al final del Antiguo Régimen, acompafiaba 1 los visitantes y contaba muchas anéedotas, contribuia al éxito de esta galeria. Antiguo jockey del principe, rehusaba las propinas. «Mi seftor paga a sus gentes—decla con orgullo—, y el viejo Laplace come el pan de la casa de Orledns desde que esti en el mundo». El descuido real suscité vivas eriticas y el 23 de noviembre de 1744 el director de Construcciones, Orry, encontré sobre su mesa de trabajo una memoria anénima deplorando la dispersién y el olvido de las colecciones reales y reclamando que fuesen expuestas en la Galeria de Embajadores de las Tu- llerias; esta memoria se atribuyé a Bachaumont. El resultado fue nulo, y al cabo de tres afios se edits tun panfleto, redactado por Lafont de Saint-Yenne, intitulado: Reflexiones acerea de las cansas del estado actual de la pintura on Francia. El autor se lamenta de la decadencia de Ia pintura y lo atribuye al hecho de que los artistas se vean privados de admirar «los modelos de infinito precio de los grandes maes- tros de Europa, que componen el gabinete de pinturas de Su Majestad, actualmente amontonados y sepultados en habitaciones mal iluminadas, escondidos en la ciudad de Versalles, desconocidos de los extranjeros, que no tienen posibilidad de verlos». Una de las razones que se imponen para hacer- los salir del olvido— decia — «es la de una préxima ¢ inevitable destruccién a causa de la falta de aire y luz», e invocaba el precedente de la Biblioteca Real, «instalada en locales nuevos y cémodos para los investigadores». ‘Como la Direecién de Construcciones no hizo el menor caso de estas voces, Lafont de Saint-Yenne volvié a insistir dos afios después, publicando en 1749 La sombra del gran Colbert, el Lowrey la Ciudad de Paris, Este indigesto libelo esti concebido en forma de didlogo, como si hablasen los muertos, y haciendo intervenir en los Campos Eliseos a Colbert, a la ciudad de Paris y al Louvre, los cuales manifiestan su enojo con motivo de la situacién artistica de Francia, El Louvre le dice a Colbert que las obras maestras que gracias a él habfan entrado en las colecciones reales «actualmente no velan la luz, y que habian pasado desde los sitios de honor que ocupaban en los gabinetes de sus poseedores ‘una oscura prisién de Versalles, en la que perecian desde hacia cincuenta afios». Esta vez, los elementos oficiales acusaron el golpe y, para empezar a dat satisfaccién al pablico, a administeacién real del Louvre ordené la exposicién de ciento diez cuadros en el Palacio de Luxem- burgo el dia 14 de octubre de 1750; podia visitarse los miércoles y sibados de cada semana, de octubre a abril por la mafana, y de agosto a octubre por la tarde. La coleccién fue ecléctica, pues se escogieron cuadros muy diversos y de diferentes escuelas pero, sobre todo, obras maestras del Renacimiento 120, que habfan hecho famoso el gabinete real. Habia también algunos dibujos, acerca de los cua- les Bailly, custodio de los cuadros reales, que confeccioné el catilogo, decia: «No se ha puestoen ellos mimero ni nombre del autor para dejar a los aficionados esclarecidos la ventaja de adivinarlo». jExtrafia manera de eduear al piblico! Era evidente que sélo se ditigian a los entendidos. Al mismo tiempo se preocuparon de la conservacién de las cbras maestras; se hacian copias, transposiciones, restauraciones; finalmente, en 1752 se imprimié un Catilogo razonado de las colecciones de la Corona redactado por el pintor Lépicié, guardién de los cuadros. 151 Joseph Siffrein Duplessis. El conde de Angiviller a los Ccuarenta y nueve afios. Miueo de Versalles, Paris. El conde de Angiviller, director de Constrcciones bajo Luis XVI, se hace repre sentar sostniendo t! plano de la Gran Galeria del Lowre, en la que debian mosirarse al public los cnadros de la Corona, Jacob Ruysdael. Rayo de sol. Maco del Lowre, Parts. Si loses: Yerzes del code de Angiviller, director de Canstrucciones, por mostrar «al piblice las cleciones de la Corona en la Gran Galeria del Louore, no Uegaron a buen fn, por lo menas se le debe, en preparacién de ee aconte- cimiento, una politica metidica en las adguisiciones que tendla a com- ppletar las coleccioner corrigiendo on algunas excuclas lt laginas que pre- sentaban. Es el verdadtro iniiador de las coleciones de pintura bolan esa del Lowre. Esta obra maestra de Rayzdsel fue comprada on 1785 en La venta del conde de Vandre. Los partidarios de que se expusieran los cuadros de la Corona contaron muy pronto con la opinién favorable de Diderot. Este, en 1765, en el tomo IX de la Enciclopedia, en el articulo «Louvre», expone un proyecto para hacer del Louvre algo andlogo a lo que habia sido el Museion de Alejandro. A tal efecto, el palacio cobijarla, no sélo las colecciones, sino también las sociedades eruditas dedicadas al estudio, es decir las Academias; albergadas defectuosa- mente a la sazén en el Louvre, a merced de las plazas dis- onibles, se instalarian convenientemente, y también los académicos podrian estar alli cémodamente; en la planta baja del Palacio se instalaria el museo de escultura, y las pinturas en la galeria junto al agua, entonces ocupada por las maquetas de las fortalezas del reino, las cuales irian al norte (sin duda a una galeria que se construiria al efecto). Otros organismos dispersos por Paris, tales como el Gabi nete de Medallas, el Gabinete de Historia Natural, la Bi blioteca Real, etc., se reunirian en el Louvre, destinado a ser el templo de las Artes y las Ciencias. Inspiréndose desde 1768 en estos datos, el marqués de Marigny, director de Construcciones, somete al rey un proyecto de arreglo, pero sin éxito, Pero, con todo, Ia idea de apertura de un «Museum» en el Louvre toma nuevo impulso bajo el reinado de Luis XVI. Es un error el que se achaque a este rey cierta indiferencia por los asuntos del Estado. Vietima de una indolencia innata que le mantenia siempre inactivo, fue mucho mas sensible a las nuevas ideas CV, el cual, en cierta manera, estaba como parapetado en Ia con- cepcién mondrquiea tradicional desde Luis XIV. Luis XVI, ‘en su gobierno, tenfa buen cuidado de rodearse de conse- jeros, tal vez demasiados; lo que le falt6 a este desgraciado monarea fue, en suma, no haber sabido imprimir una direc- cin al Estado, La historia del museo nos proporciona bas- tante luz a este respecto. En 1774, el primero de su reinado, Luis XVI enconted en el conde D'Angiviller (pig. 153), al que nombré director general de Construceiones, un admi de nacién y bien piblico que su predecesor Luis nistrador inteligente y celoso, que instauré una verdadera politica oficial de las Bellas Artes; la posteridad no ha tatificado las recomendaciones que hacia a los artistas de su época, demasiado absorbidos por Ia estética, a la vez 153, ‘académica, sentimental y moralizadora de su tiempo, pero le ha rendido justicia por el esfuerzo ‘que hizo con miras a la apertura del museo. Por de pronto, hizo el balance de las colecciones reales y se dio cuenta de que, si bien ricas en algunos aspectos, en otros presentaban considera- bles lagunas, como consecuencia de la negligencia del gobierno de Luis XV, ignorante de las tendencias del gusto de la época. En el curso del siglo xvitt, los amantes del arte habian situado 1 las escuelas flamenca y holandesa al mismo nivel que la escuela italiana; sin embargo, el gabi- rete real estaba desprovisto de ellas, y en este sentido D'Angiviller ditigié sus adquisiciones; fa partir de entonces, el rey envié representantes a las subastas pablicas y sus diligencias se exten- dian por toda Europa, Las obras maestras de las escuelas del Norte se juntaron, en los depésitos reales, con los maestros del Renacimiento: la Elena Fourment y sus bijos, el Martrio de sam Litinio, los Cuatro evangelistas de Rubens, el Carlos I de Van Dyck, el Rayo de so! (pig, 152) de Ruysdael, y de Rembrandt el Hendrickje Stoffels, el Filéofo, cl Retrato con Ja cadena de oro y los Peregrinos de Emais; los cuadros de los pequefios maestros flamencos y holandeses no quedaron en olvido. De acuerdo con la estética neoeldsica de su tiempo, D’Angiviller tenfa preferencia por los temas de historia del siglo precedente y adquirié dos importantes series de Le Sueur. El rey de Francia estaba presente en las ventas de los jesuitas de Bélgica, pero tuvo frente a él la seria competencia del gobierno austriaco, el cual estaba también preparando un musco publico en el Belvedere de Viena, y se hizo reservar las pinturas mejores; de esta forma, Austria adquirié la Virgen del Rosario del Caravaggio, y los Milagros de san Francisco Javier dle Rubens. Para compensar Ia decepeién suftida D’Angiviller, ansiando siempre poseer pinturas del Norte, envié sus diligencias para convencer con palabras halagierias a los superiores de los conventos de los Handes franceses, intentando arrancar- les sus retablos, pero todo fue initil. Desde 1777, D’Angiviller, con el fin de disponer de sitio, hizo retirar de Ia gran galeria las maque- tas de las fortalezas del reino y las envié a los Invilidos, donde han permanecido hasta hoy. Con micas a exponerlas en el Louvre, hizo restaurar metédicamente las pinturas de las colecciones reales yy mandé enmarcar las que iba adquiriendo, y esos marcos, hechos por el Sieur Buteaux, son los que convienen a los cuadros de un museo: sobrios y uniformes, con un letrero con el nombre del autor yl titulo del cuadro. En 1784, fue nombrado guardiin de los cuadtos reales el pintor Hubert Robert, habia colaborado ya en los estudios previos al arreglo del futuro museo. Cuando se manejan las pesadas carpetas conservadas en los Archivos Nacionales que tratan del proyecto del musco, realmente no puede decirse que esta preparaciGn fuese hecha a la ligera. Es pre- ‘iso remontar la museologia moderna, teérica y prictica, hasta aquellas fechas. En 1778, D'Angivi- ller nomibra tina comisién de nueve miembros para resolver los diversos problemas creados por la transformacién de la gran galeria en musco; lo més dificil de resolver era Ia iluminacién. Soufflot esco- gi6 un proyecto de iluminacién cenital, mas la comisién lo rechaz6, juzgindolo poco conveniente y demasiado costoso; pero este proyecto ert el de la Direccién, que lo mantuvo incluso después de la ‘muerte de Soufilot, ocurrida en 1780. Para acabar con estas moratorias, D’Angiviller pidié a In Aca- ‘emia que se pronunciase en algiin sentido. La comisidn de estudio designada por ésta elabord seis principios bésicos que trataban de la iluminacién, de la forma de adaptar el local y de la manera de preservarlo de los peligros de un incendio, La Academia se mostré ambiciosa en estos proyectos, por- ‘que entonces decidié que la techumbre tendrla que volverse a hacer con materiales incombustibles; 154 Pagina del inventario ilustrado de la galeria de pinturas de Viena. Kiasthistorithes Museum, Viena, Ext inventario se relied por orden del conde de ‘Althann & sm mado muy original, en forma de dlbum de minia~ ‘ras pintadas por Fernando Storfer, con ocasién de nna sexena presentacion de 1a clecién on la Stallburg. Lo for- swan tres solimones, acabador en 1720, 1730 y 1733. La Sala de los Italianos en Ia galeria de Dusseldorf. Sein sm grabado antique. Con relacén a la galeria dela Stallburg, concebida todavia como una decoraién barroca, la de Dusseldorf, que se instalé en 1756, constituye mn esfuerzo notable de racienalizacion maseligica, por lo tanto, era preciso sustituir la madera por el hierro. En cuanto a la iluminacién, debia venir de lo alto. D’Angiviller, influenciado por la opinién de ciertos artistas que di impropia para las pinturas, dudaba atin y decidié hacer una experiencia. El 2 de noviembre de 1788 sometié al rey un proyecto, cuya realizacién importaba la suma de ochenta mil libras, con el fin de iluminar cenitalmente el Salén Cuadrado, para celebrar en él la exposicién de la Academia de Pintura y Escultura que habia de efectuarse en agosto de 1789. Como el pablico que visitaba las exposi ciones protestaba continuamente porque los cuadros no se velan bien en este local, Ia experiencia con la nueva ilu- fan que la luz cenital era vendria a ser, por lo tanto, decisiva. El rey aprobé el proyecto y el salén se al minacién; al mismo tiempo se terminaron las obras de los techos de la gran galeria que consistian en dotarles de tabiques de ladrillo a manera de cortafuegos. |A pesar de tantas precauciones, o tal vez a causa de ellas, Ia situacién, cara al piblico, no cesaba de empeorar. La galeria del Palacio de Luxemburgo, dada en patrimonio al conde de Provenza, tuvo «que cerrarse. Los depésitos de la Direccién de Construcciones se acrecentaron con los cuadros devuel- tos del Luxemburgo, principalmente con los grandes Rubens de la galeria Médicis; éstos se habjan reservado de la donaciéa hecha al hermano de Luis XVI, lo que indica el progreso de las ideas: se da més valor a la pintura en si que a su papel decorative. D’Angiviller, desde 1789, tenia el proyecto de seguir acrecentando répidamente la gran galeria. La Revolucién se lo impidié. Cuando se examinan las causas de este fracaso, se ve que se deben menos 1 Ia crisis financiera del Antiguo Régimen que a los eseripulos del director de Construcciones. El mismo lo confiesa en su Memoria del 2 de noviembre de 1788: «El proyecto de creaciéa de un museo — dice —, ha sido suspendido, no tanto por las dificultades de los tiempos cuanto por la diver- sidad de opiniones, no solamente por lo que se refiere a la conveniencia de la iluminacién cenital (cosa que no ofrece ninguna duda a los entendidos), sino con respecto a los procedimientos que deben emplearse para obtener luz desde lo alto». A decir verdad, el proyecto se habia estudiado bien, pero hubiese sido preferible un poco mis de sentido prictico a ese exceso de especulaciones teéricas, en las cuales se complacia de muy buen grado el racionalismo francés, D’Angiviller estaba conven- cido de la valia del proyecto de Soufiiot, que era, en verdad, excelente. jListima que no lo pusiera en obra! Dot6 a la galeria de muy buena iluminacién, y evit6 los desastres que cometeria Lafuel, apenas un siglo més tarde, para conseguir un resultado muy mediocre. Por qué no se decidié a rematar el proyecto, sino porque era demasiado respetuoso con las opiniones «autorizadas» y las advertencias de las corporaciones constituidas? Al rey, representado por su ditector de Construcciones, no se le podia reprochar el haber sido absolutista en este asunto, sino todo lo contrario. Con respecto a este particular, es curiosa la comparacién de la historia del proyecto de la Gran Galeria con el de la Colum- rata del Louvre. Tanto Luis XIV y Colbert, como Luis XVI y D’Angiviller, se rodearon al miximo de consejeros autorizados. Luis XIV fue todavia més lejos, pues llegé hasta a hacer consultas inter- nacionales. Las divergencias con motivo de los proyectos de la Columnata habian corrido el riesgo de terminar andrquicamente — como un siglo mas tarde los proyectos de la Gran Galeria — de no haber mediado la influencia personal de Luis XIV, secundado por la firmeza de Colbert. D'Angiviller se comporté como un ministro responsable ante el Parlamento y ante la opinién. “Aunque defraudado al no poder admirar las colecciones de la Corona, el puiblico, desde este mo- mento, puede visitar algunos depésitos en Paris. El convento de los Grandes Agustinos, sede de la ‘orden del Espiritu Santo y donde se conservaban los retratos de los caballeros de dicha Orden, constituye una especie de museo histérico abierto los fines de semana; en 1778, el Guardamuebles situado entonces en la plaza de la Concordia, donde esté actualmente el Hotel de la Marina, se abria el segundo martes de cada mes, desde las 9 hasta las 13 horas, entre el domingo de Cuasimodo y la fiesta de San Martin, Podian admirarse en él las joyas y piedras preciosas de la Corona, una sala de armas con algunas armaduras exéticas y las que habian levado los reyes de Francia, algunas estatuas antiguas de mérmol y algunos bronces. Hasta los particulares organizaban museos. En 1778, Pavin de la Blancherie, autor de las Noti- cias de la Repiblica de las Letras y las Artes, abre al poblico su gabinete situado en la calle de Tournon, ‘compuesto de obras de arte, curiosidades de historia natural ¢ instrumentos cientificos; aficionados y 156 —_______— Second Cage. sabe remier C “age. Sn “ Vit Pieces. Coole Hlamande Grand vu Prces.cevles #Ttalie = qe EA Gor kine ae re oa Fin Telecel Times “Wi Stulicane. Pe ade T Boe isdn x a NEEM ct oo yl + Clan du Belocdere npericuroude la, Galore Te RAY) Mente] Plano de la galeria de pinturas instalada en el Belvedere Superior de Viena. Er erie plane se ve gue a instalacén de 1a galeria de los cuadros de la Corona, realizada por Mechel ew 1778 por orden del cancller Kauaite, teala wm cardcter perfectamente ligico: las obras estaban clasifiadas crowoligicamente ¥ por escuela, lo que represer. (aba entonces wna novedad en el campo musoligio. ceruditos se retinen en este museo, que se cerrari en 1785. Desde 1781, se puede visitar en el Palacio Real el museo de Pilatre de Rozier, abierto por éste con autorizacién del gobiemo y la proteccién de Monsieur y Madame; se trata de un museo cientifico, en el que se dan clases de matemiticas, de arte, de anatomia, de quimica y de lenguas vivas, y que puede visitarse pagando una entrada. El famoso gabinete cientifico de Jacques Bonnier de la Mosson (1702-1744), el mis hermoso de Paris y uno de los mis ticos y mejor clasificados de Europa, habia estado largo ticmpo abierto al piblico y su propietario se complacia en hacer los honores a los visitantes. ‘Los museos se pusieron de moda. L. S. Mercier, en su Cuadro de Paris, publicado en Amsterdam en 1783, dio en dicho catilogo la siguiente definicién: «Establecimientos nuevos que algunos particu- ares se esfuerzan en propagar entre nosotros. Les costari mucho triunfar, ya que se goza de poca libertad en nuestro régimen para que cada cual exponga sus particulates puntos de vista, y la capi tal, més que sentir un afecto real y constante por las ciencias y las artes, prefiere los eaprichos y las fantasias». ‘La galeria de cuadros de Viena nos proporciona un ejemplo singularmente representativo de la transformacién de una coleccidn principesca en musco, en el curso del siglo xvi. La politica artistica del emperador Carlos VI dio, en Austria, impulso al barroco; esta politica, verdaderamente imperial, no solamente provocd un gran desarrollo de la construccién, sino que tam- bién ejercié gran influencia en las colecciones. El emperador conté para secundarle con un hombre de grandes recursos, el conde de Althann, a quien nombré arquitecto general, encargindole especial- mente que realizara una nueva presentacién de las colecciones de pintura de la Corona (provenientes de Rodolfo II y del archiduque Leopoldo Guillermo) en el edifcio de Stallburg, antiguo arsenal. Esta instalacién, que implicaba la ejecucién de un decorado de maderas talladas y nuevos marcos, duré de 1720 a 1728. Conocemos todos los detalles por dos documentos iconogrificos. Uno de ellos es un ejemplar inico en la museologia; se trata del inventatio hecho por el conde de Althana, ilustrado con las copias de todos los cuadros, en miniatura, sobre pergamino, por el pintor Fernando Storffer; este inventario por la imagen consta de tres volmenes, terminados en 1720, 1730 y 1733 respectivamente. En cuanto a la disposicién de las salas, la conocemos por una coleccién de reproducciones de agua- fuertes de Francisco von Stampaert y Antonio von Prenner, publicada en 1735 bajo el titulo Prado- ‘ns Theatrum artis pictoriae. Enmarcados con otlas negtas adornadas con rocalla dorada, los cuadros se consideraban como simples elementos decorativos; todas las escuclas estaban alli mezcladas; la cleccién de los cuadros estaba hecha mirando solamente el formato y el asunto, sin tener en cuenta ‘para nada la calidad de los mismos; muchas obras maestras se habian descartado mientras otras figu- aban al lado de pinturas muy mediocres; dominaban los retratos y las composiciones barrocas; para obtener efectos simétricos, ora se achicaban, ora se ampliaban las telas. En Ja gran sala, un enorme cuadro de Solimena, El conde de Althann entregando al emperador Carls V'I el imentari de Ia galeria de cuadros, ponia de relieve este esfuerzo de Ia museologia, en cierto sentido contradictorio, y tanto mis sorprendente por cuanto no se trataba de salas de recepcién, sino mis bien de un museo, Hay que pensar que esta concepeién barroca de las mitcellaneae en la presentacién de las pinturas se debia a las ideas de aquellos tiempos, ya que cuando cuarenta afios més tarde el museo se instalé de nuevo con mis légica, todo aquello provocs vivas eriticas. En esta iniciativa, se reconoce el espi- ritu centralizador de José II, el cual, asociado al poder desde 1765 por su madre Maria Teresa, pudo, desde ese momento, manifestar su influencia en Ia organizacién del Estado, Se ordené un reagrupa- miento general de los cuadros existentes en las residencias imperiales, no s6lo en lo tocante a los cua- {dros «modemos», sino también con relacién a aquellos que respondian a una estética diferente, como Jo pone de manifiesto cl interés demostrado por Ia antigua escuela alemana. En 1776-1778, el pintor Rosa se dedica a esta reinstalacién en otro local més adecuado, el castillo de Belvedere, antigua resi dencia de verano del principe Eugenio. Como se achacara a Rosa el no poseer suficientes conocimien- tos para tal cometido, el canciller Kaunitz, en 1778, confié esta misién al experto basilense Chrétien 158 de Mechel; a pesar de las diferencias con su rival Rosa, Mechel pudo llevar a cabo sus trabajos y ter- miné el catélogo, que se publicé en francés en Basilea el afio 1784, Se ignora Ia fecha exacta de la aper= tra del museo, que el pablico podia visitar libremente tres veces por semana, La reforma fue radical; los cuadros ampliados volvieron a sus dimensiones originales, llegando hasta a despojarles de los ssuntuosos marcos con que se les habia adornado para la presentacién del Stallburg, los cuales fueron reemplazados por otros muy simples, de estilo neoclisico, uniformes; sélo para estas molduras se empleé Ia considerable suma de setenta mil florines. En el prdlogo del catilogo, Mechel exponia las ventajas de una presentacién metédica; los cuadros estaban distribuidos por escuelas, las obras de tun mismo maestro estaban agrupadas, la sucesién de las salas seguia un orden cronolégico, «de tal manera, que a simple vista se aprendia muchisimo més que contemplindolos sin orden ni concierto, sin ninguna relacién respecto al tiempo en que habian sido pintados...» «Es interesante para los artis- tas y para los aficionados de todos los paises, saber que en Ia actualidad existe un Depésito visible de Ia historia del artey afiade con orgullo Mechel. Mechel insiste en el cardcter pedagégico de su nueva presentacién: «Una gran coleecién publica de este género — dice — se destina preferentemente ala instruccién antes que alos placeres efimeros.» Se encuentra, no obstante, con que un numeroso grupo de vieneses prefiere los «placeres efimeros»; cereen que «el arreglo es de un efecto sorprendente cuando pinturas de diferente género se presentan cen conjunto» y prefieren esos «efectos de contraste». En 1785, Von Rittershausen publica una requi- sitoria en sus Betrachtungen iter die Kaizerlcb-Kénigliche Bildergalerie

You might also like