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Le Nacionalismo y universalidad FRANCISCO LIERNUR. ‘Creo que a grandes rasgos podsfamos hacer en Latinoamérica una divisién entre dos tipos de realidades culturales ehistéricas: Una, la signada porla presencia de importantes preexistencias culturales, indigenas o ibérica: tales el caso del Peri, ciertasdreas del Brasil © del Caribe, como Cuba, y, sin duda, de México. La otra, fuertemente determinada por Ja presencia de corrientes migratoria, especialmente europeas, entre finales del siglo XIX y la segunda postguerra: a este caso responden en general las realidades del cono sur Jatinoamericano, como Argentina, Uruguay, Chile, el sur del Brasil, y, segtn creo, ocurte Jo mismo con Venezuela. No estoy en condiciones de afirmar que las consideraciones que haré a continuacién sean vélidas para los primeros -lo que no deberia excluise-, pero creo que puede adiitirse cierta generalizaci6n en el segundo caso. Aclaro, entonces, que sin que esto signifique un bsoluto, en este Limite de “latinoamericanidad” se moveré la mayor parte de las reflexiones que trataré de transmitirles. ‘Al menos a esta fea, por ejemplo, me pareoe que se pueden hacer extensivas las reflexiones que Jorge Luis Borges ha hecho en un trabajo publicado en 1932, titulado “EL escritor argentino y la tradicién”. (Descarto la pardfrasis “El arquitecto del cono sur latinoa- mericano y la tradicién”, por complicada, pero no pafeceria inapropiada.) Como se recordaré, la idea central que Borges expone en ese texto es que el problema que se enuncia no existe, que es retSrico. Con la lucider que caracteriza toda su ‘obra, Borges demuestra allf varias cosas y las mas significativas me parecen: que el culto del “color local” es un relativamente reciente invento europeo (Shakespeare se hubiere cextrafiado macho si alguien le hubiera exigido no ambientar su “Romeo y Julieta” en Italia, su “Hamlet” en Escandinavia; y lo mismo hubiera hecho Racine si se le hubiera recriminado su escasa galicidad por escribir latines); que de todos modos esa particularidad -¢sa identidad, podrfamos decir- se presenta, bisquela uro 0 no. El Corin, recuerda, citando a Gibbon, rio hace mencidn de ningin camello, 1o cual demuestra su autenticidad’como obra de un buen rabe, Mahoma, quien precisamente por serlo jamés se preocup6 de mostrase tal; que el limitar las propias capacidades a temas y modos de construccidn de carécter local no es sino una forma de autodesprecio porque supone privarse simulténcamente y en forma sumisa del canto del universo; que por el contrario, de la misma forma que para un extranjero es “natural” el adoptar un punto de vista central en el caso de fa visidn sobre “Latinoam ppara nosotros deberia resultar no menos “natural” tomar un punto de vista central respecto de otras culturas Eugenio Garin ha visto con claridad este viejo tema, el hecho de que Buropa més que descubrir ha inventado a “América”. Y hoy nosotros podriamos decir que la mirada del “Centro” ha inventado “Latinoamérica”. Como bien dice el historiador italiano: “Casi ‘en un espejo, es el alma misma de Europa la que se refleja en las imagenes que los europeos se hacen de los otros pueblos y en esas imégenes se expresa asf Ia buena y la mala conciencia MODERNIDADY POSTMODERNIDADEN AMERICALATINA 67 oecctec L 4de los europeos”1. O coma él ejemplifica: la cuestidn no radica en que Moro copia en 1516 su Utopia de la organizacion inca del Estado y la sociedad que son descubiertas en 1531, sino enel modo en que, através det lente dela Utopiade Moro, es luegoleida la realidad inca Estes consideraciones son importantes para advertimos acerca del extremo cuidado con que deberiamos mangjar tantos ingenuos proyectos de identidad, de “particularidad local”, presuntamente incontaminados, presuntamente expresivos de nuestras propias reali- dades, presuntamente liberados, cuando en rigor lo que estamos haciendo es reproducit las imagenes que de nosotros antes otros han fabricado, Podemos considerar algunos ejemplos. ‘Uno es el de la importante influencia —recproca, sin duda~ entre las vanguardias eeuropeas y el descubrimiento de la “brasilianidad”, influencia reconocida en Anita Malfati, pero también por Mario de Andrade, en relaciin a la figura de Lasar Segal, sin olvidar el extraordinario impacto causado por el “negristno” de Blaise Cendrars sobre esas vanguard. El juego de miradas cruzadas es aqui realmente interminable: Anita mira al expresionisimo ‘aleman cuando el expresionismo #lemiin se mira en lo genuino del Brasil, en su naturaleza ¥y en su rica composicién éinica; y haciéndolo Ta artista se encuentra a si misma, Los integrantes del grapo modernista de Sao Paulo descubren la potencialidad estética de los pueblos y ciudades mineras en ¢l vigje que hacen por primera vez a la regién a instancias de Cendrars. Como Col6n, quien escucha imposiblesruisefiores entre las palmas del Caribe, Ja vanguardia mira lo que quiere de antemano ver, los "tigresen las nubes” de suimaginacién. Oxo ejemplo, Wemer Hegemann -y lo mismo podrfa decirse de Le Corbusier -vigja al Rio de la Plata en 1931 para uconsejar en politicas urbanas. Cuando regresa a Berlin publica en Washmuths un trabajo que titula Schinkel en Latinoamérica, donde cruza el “espiritui” clasiciste del arquitecto alemén con fas casas populares del suburbio de Buenos Aires. Esta especial conformacion arquitecténica y urbana sirve a Hegemann para argumentar 4 favor de su propuesta de “naturliche Entwicklung”, de desarrollo natural de la ciudad, La casa chorizo”, antes jamais tomada en serio por arquitecto alguno, obtiene asf su “validacion internacional”. LA PARTICULAR CONDICION DE LA PERIFERIA. Heecha esta reserva, me interesa avanzar algo més en esta imagen de la galeria de cspejos que acabo de sugerirles, lo que hace, a mi juicio, nuestra realidad algo més interesante ue si se tratara de reflexiones simples. Creo que si se ha advertido, como de hecho ha ocurrido, que ef centro no existe ‘como tal, para nosotros, para una vision desde la periferia el problema se complica, Emanuel Wallerstein’, y también Braudel, segtn tengo entendido, definen al capi- talismo como un sistema de “economia-rmando”. Un sistema cambiante, mévil, y no una consiruceién detinitiva y estable, Esta economia mundo se caracteriza segiin Wallerstein porque continzamente su centro esté en desplazamiento y porque, en consecuencia, lo estén también, cambiando de posiciones relativas, las entidades de la periferia y de la semiperiferia de este sistema, ‘Se trata de una afirmacién importante para nuestro tema, porque nos obliga a pensar ‘que la “dependencia directa” de algtin centro cultural no es més que, alo sumo, una condicién hhegeménica transitoria, en disputa permanente con los intentos de hegemonia provenicates de otras éreas del sistema 6 MODERNIDAD Y POSIMODERNIDAD EN AMIERICA LATINA ‘A mi modo de ver, las situaciones locates pueden identficarse por las elecciones relativas que se realizan en los sistemas simbslicos disponibles de “los” centro, elecciones {que estén signadas a su ver por la necesidad de instalar condiciones de hegemonia cultural €en esas situaciones locales. Dicho de otro modo: reconocide el hecho de que ef “movimiento moderno” es una invencién historiogréfica transitoria, vale decir, que nunca existié una entidad de tal tipo; aadmitiendo apenas que en los centros se prodiyjeron una multipticidad de expresiones diversas, antisticas, anquitect6nicas, politico-culturales, de gestion urbanat y econdmica, etc., que dliron lugar a nuevas ideas y conformaciones en la edilicia del siglo XX: debemos pregun- tarmos por lo sucedido en cada uno de nuestros paises a partir de esta constatacién. Y para eso tenemos dos respuestas posibles: o bien se produjo un reflejo simple de todas estas manifestaciones, o bien se han producido algunos, con ciertasinflexiones, y alt podremos encontrar los rasgos de la tan buseada particularidad local, la identidad, Ja propia persona- lidad. Preguntamos el porqué de las conformaciones hegem6nicas en cada caso, nos permit ahondar en el conocimiento de esa personalidad Para explicar estas diferencias es imprescindible tener en cuenta las distintas colo- caciones relativas, politicas, pero también culturales y econémicas en cada uno de Los casos, los proyectos de hegemonia provenientes de los paises centrales en disputa, las historias personales y locales, y mtchas otras consideraciones de un amplio espectro de Factores Es necesario tener en cuenta, como bien lo advierte Angel Rama en su libro Rubén Dario y el modernismo (circunstancia socioecondmica de um arte americano), que el pasaje de las nociones del centro a fa periferia las modifica y transforma por el hecho de implantarse en condiciones absolutamente diversas de las originarias. Por ejemplo, las ideas de libertad, igualdad y fraternidad humanas sobre las que se instala el desarrollo de la burgues(a hacen crisis a ser trasladadas como autojustificacin, allidonde se eerce la expoliaci6n, el saqueo,y las mas brutates metodologias de dominio. Enel campo de Is arquitectura basta pensar en la crisis del pensamiento nacionalista surgido en Buropa, para apoyar la expansin de esa burguesfa: si una “arquitectura nacional” era justificable en el centro, se abria inmediatamente la posibilidad de una “arquitectara nacional” en el pais dominado, con lo que se hacfa imposible instalaren él isa y Uanamente, las imagenes de la cultura dominante. Prostar atencién al cruce de las miradas, tanto las que provienen de los centros ‘como las que se emiten desde cada particular condicién de la periferia, me parece, entonces, fundamental para avanzar en e} conocimiento de nuestras particularidades. En este sentido 1a nocién de la “arquitectura propia” puede producir una cieta perplejidad. Resulta obvio que propio es lo quc est aguf, es lo que poscemos, yes imposible, ‘en nuestro tiempo al menos, fundar una cultura desde la nada. “Apropiada” no seria una arquitectura sélo en relacién a unas condiciones concretas dadas, sino porque se inscribe ademés en tal proyecto global. CIVILIZACION Y BARBARIE, En cuanto a Ia arquitectura modema en este contexto, quisiera plantear algunas consideraciones, abriendo, como en el caso de “lo nacional”, ciertos problemas que el tema plantea -MODERNIDADY POSTMODERNIDAD EN ANERICALATINA 69 ee _ aaoenate En primer lugar, me parece que podemos distinguir, al modo de Marshall Berman’, entre tres distintas nociones. Modernizacién, como el proceso socioecondmico de transformaciones que ha ‘caracterizado a Ia historia humana de los éitimos siglos. Un proceso en el que la industria- Jizacién, la mercantilizacién, la urbanizacin, la burocratizacién y la secularizacién son los principales acontecimientos. Modernidad, como el modo de experiencia vital que es compartido porlos hombres y mujeres de nuestros dias en todo el mundo, En palabras de Berman: “Ser moderno es fencontrarnos a nosotros mismos en un enfomo que nos promete aventura, poder, alegria, crecimiento, transformacién de nosotros mismos y del mundo, pero que, al mismo tiempo, amenaza con destruir todo lo que tenemos, toxo To que conocemos, todo lo que somes”, El tiempo de la modemnidad, en sintesis, ¢s como aquel en que “todo lo sélido se desvanece en el aire” ‘Modernismo, o modernismos, como las formas de coneiencia de la modernidad Entre estos tres términos no siempre se producen coincidenciss. Es més, con bastante frecuencia entran en contradiccién. Desde este punto de vista puede haber moder- nismos que sustenten, oque ponen en cuestién las formas dominantes dela modernizacién. El fendmeno fisico que es producto por excelencia de la modernizacion es la rmetrépoli. Frente ala ciudad que es sede de los valores, la metrépoli es et sitio donde ésios, ‘como dice el titulo de Berman, “se disuelven en el aire”; a ciudad es un orgénico complejo de lugares, la metropolis su ausencia; la ciudad es sede de las diferencias, 1a metropoli de la igualaci6n, de la matematizacién universal; la ciudad es el refugio de la comunidad, la merépol la sede de la Sociedad; en Ia ciudad radia la cultura en la metrdpoli se expand 1a civilizacion Cultura versus civilizacién, {Es esa la oposicién que caracteriza a los manufactos urbanos latinoamericanos? {0 puede decirse con Morse que la metrpoli ltinoamericana realiza, como ninguna otra, el ideal de la mezcla, del fluir, como segin él ocurre en un sitio mitieo como la Playa de Copacabana? 20 debemos coincidir con el propio Berman, quien propone a idea de una “rarefaccidn”, de una intensificacién del “fuego modemista” producto de una “modernizacién desde arriba”, que debe convivircon sectores del pasado? ‘A mi juicio, ninguna de estas descripciones se ajusta a muestras realidades, al menos, como ya die al principio, a aquellas de las que tengo algtin conocimiento. ‘Me parece més bien que en la metr6poli latinoamericana la oposicin se produce entre “civilizacién” en un polo, pero no cultura, sino ~todavia a la manera sarmientina~ “barbarie” en el otto, “Barbarie” que no adquiere como en el “Facundo”, tono peyorativo ‘hinguno, sino que alude al sentido de los griegos: “los que estin del otro lado de la frontera”, “os otros” La meti6ipoi de nuestros paises, nuestra forma de “modemidad”, entonces, expresa esta fenomenal tension entre un sector integrado a ls formas, a los ritos, a los esténdares, a los consumos de Ia “civilizaci6n” y otros, los “otros”, precisamente, cuya “existencia en la diferencia”, cuya brutal desintegracién como sujetos individuales y sociales es imprescin- dible para que esta “modemizaciéa” funcione Es entre ambos polos como se desarrolla la creacién arquitecténica latinoamericana Y la produccién de los ditimos aitos parece no lograr escapar & la atraccién de uno u otro, 30. MODERNIDAD Y FOSTMODERNIDAD EN AMERICA LATINA coscilando entre emprendimientos que denotan una absoluta indiferencia frente alos lacerantes, problemas de la “otredad”; 0 una obsesién populista que nos propone pacificar nuestras ‘malas conciencias repitiendo palabras pobres, como si lo que necesitara Ia pobreza fuera su reivindicaci6n en tanto tal y no la eliminacidn lisa y Tlana de su existencia {Se trata, entonces, de rechazar la “modemnizacién”, de excluir todo “modernismo” apelando a la étca? Creo que, como en el enunciado borgeano, la pregunta es sélo retrica. Porque no hay posibilidad de exclusiOn de esa “modemizacién”, Pero, ademas, porque, segtin piers, podemos sf imaginar “modernismos” diferentes, Trataré de explicarme. EL HEROISMO DE LA VIDA MODERNA. Me ensefiaste el enguaje y de ello obiengo el saber maldecir; la roja plaga caiga sobre ti por habérmelo ensefiado™, es un verso al que he acudido en otra oportunidad. Porque creo que, como lo hace Caliban ante Préspero en La tempestad, de Shakespeare, debemos admit I inevitabilidad del proceso, aunque eso no signifique resignacién alguna, todo lo contrario. También Schoenberg lo ha dicho en modo conmovedor: “el arte no es el arito de quienes se adaptarin a ese destino, sino de aquellos que tucharin contra él; de {quienes sirven blandamente a los “oscuros poderes”, sino de aquellos que se sumergen en la maquinaria para comprender su construccién, de quienes desvian la mirada para protegerse de las emociones, sinode aquellos que abren los ojos para abordar loque ha de serabordado”, ‘Una observacién desprejuiciada de Ia “arquitectura modema’” y del “modernismo” en América Latina deberfa reconocer, al menos, dos caracteristicas nada despreciables, aun en los términos de esa “busqueda de identidad” tan profundaiente modemos, a los que nos hhemos referido antes Una de estas caracterfsticas es que el “modemismo” ha permitido a lo largo del siglo XX instaurar una serie de criterios, signos, sintaxis, modalidades constructivas comunes 4 toda la regiGn. Y, junto con ello, frente «la disolucién de la “estructura antigua” que caracterizaba al mundo colonial, por parte del impacto de las distintas corrientes de fines del siglo XIX, ha instaurado las bases de una nueva tradicién, la tradicién de lo nuevo, precisamente, Nunca mas apropiado que aqui e duro juicio nietascheano sobre los histori cismos que traban ta vida, sobre la necesidad de “quebrar y disolver tn pasado, para poder Vivir". Sélo esta quebradura de la Historia constituye, paradjicemente, el modo de hacer la Historia, ef modo de ~profundamente— amar la Historia Y, precisamente, de este modo, rompiendo la Historia, los latinoamericanos han ido generando una historia propia, con enormes ejemplos de valor, desde Lucio Costa y Oscar Niemeyer hasta Amancio Williams, desde Julio Villamajé hasta Carlos Villanucva, desde Luis Barragén hasta Dévila Carson. Y hay discipulos de aquellos diseipulos, y un tefido nuevo y gigantesco del que nosotros hoy formamos parte. Esioes la “tradicién modema latinoamericana” Lo cual hace afin més complejo el problema. Puesto que lo que antes sefialaba como una suerte de “opeién hegeménica” debe hacer sus cuentas con las condensaciones de ideas que, como la de “Movimiento Modemo”, no tienen para nosostros més ni menos imealidad que la Ville Savoie o el Karl Marx Hoff. Como sucede con la primera escena de El siglo de las luces®, a ruesttos pases legan éstas y aquéllas todas juntas, ya seleccionadas por razones que ignoramos, y embaladas en grandes cajones apilados en las bodegas de [MODERNIDAD Y FOSTMODERNIDADEN AMERICALATINA. 71 1 Gt aay. ‘72 MODERNIDAD ¥ FOSTMODERNIDAD EN AMERICA LATINA. unos barcos que en nuestros dias ya no llevan nombres posticos sino la designacién prosaica e “cultura industrial de masas” Peto hay también una razén més profunda para reivindicar nuestro “modernismo", riticamente; no para instalar el camino faustiano de la homogeneizacién absoluta, sino para desarrollar, apoyéndose en su nicleo més importante los caminos hacia el futuro. Y el mas importante nicleo que yo teivindico de fa “modernizacién” es el de la libertad. Libertad de los tabvies ideolégicos que impedfan mirar sin miedo el rostro de las cosas y de los seres, libertad para hacer surgit las fuerzas més profundas, més fntimas, més ocultas dela sociedad y de cada uno de nosotros y con ella forjar nuevas imégenes y mundos nuevos, libertad [Para unirse y desunirse con los otros en siempre nuevas expresiones corales de la creatividad colectiva, para combinar, desarmar y reconstrai las formas que expresen nuestros sentimien- tos renovades. Puede resultamos til para esto la distincién que Berman propone entre “moderni- zacién desde arriba" y “movernizacién desde abajo", distincién que coincide con otros andlisis en el caso de paises como los nuestros. En efecto, allf donde fos procesos de “"modernizaci6n” se producen con retardo, tiende a invertirse la serie de los tres términos ue propuse antes (modernizacién, modemidad, modernismo), instaléndose en primer lugar tun determinado tipo de modernismo. Asi, como ocurtié en los pafses mis atrasados de Europa 2 principios de este siglo, son las ideas las que toman, 0 pretenden hacerlo, cl comando*. Distorsionada en relacién @ la totalidad de sus impulsos primigenios, la moder- sizacién se impone en forma parcial al conjunio de la sociedad, con las frustraciones que esto suele searrear Es asi como ha ocurrido en América Latina, en cuyos pa nisms los que impusieron formas de la modernizacién. Resulta notable que, pese a ello, las sociedades no parecen resullar incslumes, habiendo sido y siendo atin capaces de generar sus propias respuestas usando de su imagi- nacién y del soberbio impulso libertador. En la Argentina tenemos dos buenos ejemplos de esta creacién coral: el tango y ‘a "casa chorizo”, El tango, como producto de los hombres y mujeres que la modemizscién Separé de sus “pequefios mundos”, como fractura brutal de nonmas sociales y morales, como mezcotanza de viejos y nuevos lenguajes. Un producto, en otras palabras, abrumadoramente modemo. Frente a las estrategias de modernizacién del teritorio, de desintegracién de tramas primarias de solidaridad, de apropiacin de los centros urbanos por parte de la élite, los sectores populares produjeron, también, en un tiempo sorprendentemente breve, una tipotogta arquitectonica que se adecuaba sin duda a los Ifmites de la miseria y la opresién, Pero que tambign supo ser empleada como instrumento de renovadas formas de solidaridad, de economias doméstices altemativas, 0 de reorganizacién de una unidad habitativa polinu cleat no tradicional fueron ciettos moder- Creo, con Berman, que el horizonte de este “modernismo” “esta poblado de pasién humana, inteligencia, anhelo, imaginacién, complejdad espiritual y hondura, Esté tambign poblado de opresién, de descicha, de brutalidad cotidiana y de una amenaza de aniquilacién total. Pero el pueblo que compone la muchedumbre esté uilizando y expresando sus poderes vitales, su lucidez, su inteligencia y su corajc, para enfrentarse y luchar conta los horrores; muchas de las cosas que hace, solamente para pasar el dia, revelan lo que Baudelaie lla MODERNIDAD YFOSTMODERNIDADEN AMERICALATINA 73 “el heroismo de la vida modema”. Y tampoco me caben dudas de que “nosotros y los que vendrén después de nosotros seguiremos hichando para sentimos més en casa en este mundo, ‘aun si las casas que habremos hecho, la calle modeme, el espfrity modemno desaparezcan, como todo Io s6lido, disueltos en el aire”. 1. GARIN, agent: “AA seaprta el ‘verso sah smerkanietsag eden Rissic eli Ba, ims. 2. WAILERSTEIN, Inmanoc: The Medes Wor Systems, ew Yr, 197 2. BERMAN, Maral: “AM hati sd mettle New Yor, 19 4 Laci mala FERNANDEZ RETAMAR, Roo: (Calban Ls Haba, 197. Sean wa imagen sg por MORAN, Ferd e: "Norlay Seniesa Madd, 17. 6. Cf eect Hor, eey Reactionary Moers: ‘Techy, Colle and Policia Welmar and he Ted Reich, Casi, 19, 14 MODERNIDAD Y POSTMODERNIDAD EN AMERICA LATINA, Un proyecto de modernidad MARINA WAISMAN, Durante largo tiempo se ha juzgado o apreciado nuestra realidad arquitectOnica en funcién de otras realidades; se la ha categorizado con pautas surgidas de otras arquitecteras y de otras realidades urbanas; se 1a ha apreciado o despreciado en tanto se acerca més 0 menos a Jos ideales de otras arquitecturas. Fsta situacin se ha revertido ya, al hacerse presente en la escena de la teorfay la critica un valioso miicleo de estudiosos que inteata ‘mirar la arquitectura de nuestros pafses, tanto la del presente como la del pasado, con ojos americanos y con instrumentos propios que, al cambiar el punto de vista, puedan enfocar 1 objeto de andlisis en el marco que le comesponde. Se esté construyendo asi, poco a poco, una interpretacién que pueda dar cuenta 4e problemas y valores propios,colaborando de ese modo a una caracterizacin y consiguien- ‘emente & una orientacion de la praxis arguitecténica y urbana, No es poco lo que ya se ha avunzado, pero coincido con Silvia Arango en definir el estado de estos estudios como un “discurso precanénico”, Jo que me ha impulsado a analizar algunos de los conceptos que se mancjan en dichos discursos con la intencién de continuar el camino ¢ intentar su profundizacién, ‘Los temas que nos preocupan giran, en general, alrededor de ciertas antinomias: ‘que no son sino distintascaras de una tensi6n comin: universalismaftocalismo, modemidad identidad, centro/perifera, etcSiera. Para reslverlas se han acusiado distintas férmulas, tles como “Modenidad apropiada” (Cristién Femndez Cox), “Espiritu del tiempo y Espiritu del lugar” (Enrique Browne), “Regionalismo” (diversos autores), “Regionalismo Critica” (Alexander Tzonis, retomado por Kenneth Frampton). Quisiera, pues, dejando de lado la inforpretacién eurocéntrica, ya superada por nuestros trabajos, concentrarme en el andlsis de estas propuestas latinoamericanas. [Espiritu del tiempo / Espfritu del lugar. Enrique Browne desarrolla este tema cn un libro reciente, as{ como en anteriores encuentros SAL. Se trata de superar la antinomia, Modctnidad/dentidad mediante la conciliacién de la cultura -o civlizacién, concepto que usa el autor, sobre el cual no creo pertinente abundar aquf- de los avances cientffions y tecnolégicos del mundo desarrollado con las culturas locales, dicho sea esto en términos muy simplificados. “Ahora bien, al hablar de un espirtu del tiempo parece queda implicta la existencia de un tiempo universal, de un tiempo tinico que representar‘a la marcha general de} mundo, Pero la cxistencia de un tiempo tinico, uniforme, ha sido discutida tanto desde la sociologia ‘como desde la historiografia. El sociélogo frances Gurvitch ha analizado ls varindos tiempos que coexisten en una sociedad en cada momento: tiempo lento, tempo acelerado, tiempo retardado, entre otros, los que reflejan el distinto ritmo de avance de los distntos componcntes el tejdo social y cultural (ritmo de es inttuciones sociales, por ejemplo, es més lento aque el de la cienciay le técnica; el del arte puede ser alternado, con “avances”, “retrocesos”, “saltos"; el de la politica varia constantemente, etcétera). Femand Braudel, por su parte, instalé en lahistoriografia los conceptos de las duraciones histGricas, que permiten estudiar ‘is profundamente el complejo discurri de la historia Por nuestra parte, podrfamos afirmar, en términos estrictamente histéricos, que ‘nuestra América y su arquitectura viven simultdneamente en tres tiempos histéricos: el MODERNIDAD ¥POSTMODERNIDADEN AMERICALATINA 89 Premodemo, el Modemo, y el Posmoderno, E] Premoderno: puesto que vivimos en una sociedad insuficientemente tecnificada y en unos Estados administrativa y politicamente ineficientes, que afectan la posible Modernidad de la produccién arquitectonica de un modo directo. Fl Modemo: porque mantenemos vivas ciertas ideologtas tfpicamente modernas, como la del progreso material, con el consiguiente culto a la alta tecnologia y la adopeién de modelos y procesos de discfio modemistas. El tiempo Posmodemo: ya que aceptamos el pluralismo, hacemos la critica de la Modemidad, adherimos al creciente rechazo de los modelos, y estamos tomando conciencia de la propia identidad esto entre los aspectes, positivos-; asi como caemos en Ia frivolidad y el reduecionismo derivados de los efectos, de la comunicacién de mases Debe recordarse, ademas, que la mayoria de los pensadores europeos proclama el fin de lahistoria esto es, el fin de fuir de! tiempo-, en una visién evidentemente eurocéntrica (y apocaliptica), puesto que lo que se ha acabado, sin duda, es la historia global, la historia, Gnica a cuyo hilo conductor con eje en Europa, claro esté- se subordinaban todas las posibles historias. La incomprensién Jargamente sufrida por la arquitectura latinoamericana deriva, por cierto, de aguella concepeién de la historia. También se habla de la presentifi- cacién del tiempo, causada por el flujo de la informacién Me parece, pues, que el concepto de tiempo se presenta como una categoria demasiado ambigua, casi inasible, como para que, sin un andlisis mas profundo, podames aceptarlo como pardmetto para la caracterizacién que estamos buscando. No ocurre lo mismo en lo concerniente al espirity del lugar, tema sobre el que existen reflexiones valiosas que han ido conformando un concepto rico, susceptible de ser lefdo deste varios dngulos que no se contradicen entre sf, y acerca del cual parece obligada la referencia a Norberg-Schulz. Su definicisn se conereta en lo fisico, pero apoyada en la teoria y la historia del lugar, pues a su juicio el lugar es intrinseco ala vida misma: fa vida se realiza on cl habitar y el habitar presupone el lugar. Es la suya una actitud existencial, que rechaza la arquitectura abstract, la arquitectura de] no-lugar Por mi parte, creo que una arquitectura “de esencias”, que expresa o representa lo universal y lo abstracto, puede quizé tener sentido en un medio cultural de larga tradicién de pensamiento, de reflexién sobre sf mismo, que le haya permitido trascender los problemas espectficos Hevéndolos a un plano de generalizacién o de abstraccién. Pero en un mundo ‘com el nuestro, signado por la fragmentacién, por la dscontinuidad, por la heterogeneidad, resultaria sumamente dificil (y quizas inadecuado) intentar la definicién y representacién de esencias. Nuestro mundo, de complejos origenes y confuso desarrotio, puede hallar apoyo més sélido en el acontecimiento concreto que en las ideas abstractas, porque el acontecimiento da mejor cuenta de su verdadera naturaleza (Jo que no implica que no pueda clevarse-a partir de él a una reflexidn general o a una cteacién postica, como lo demuestra Ja novelist del realismo mégico); y porque, ademés a to largo de su historia ha sido permanente la contradiccién y el desencuentro entre tas ideas y las précticas (desde los deeretos del rey de Espafia, hasta las Constituciones de las Republica). De ahi que las bésquedas se orienten hacia Io existencial, y el significado del lugar como sede de la vida social seftala un camino de indudable valor, como lo muestra el andlisis, citado de Enrique Browne Y con esto nos hemos intemado ya en un temna arduamente debatido, que cuents con adherentes y detractores por igual: el del Regionalismo. 9 MODERNIDAD Y POSTMODERNIDAD EN AMERICA LATINA, TTT i Tal by | nn Hl valle MODERNIDADY POSTMODERNIDAD EN AMERICALATINA 91 La principal desconfianza que despierta esta acttud se refiere a la posible ideologia reaccionaria que podria implicar su desviacién hacia un cerrado nacionatismo, hacia el chauvinismo, provocads por un excesivo énfasis en lo particular (S. Arango), Es contra cesta posiilidad que Browne busca esa coneiliacién con el espiritu del tiempo, acerada en Ia intencién pero quizé, como acabo de comentar, necesitada de una mayor precisién en uno de sus términos. CCistién Ferndndez Cox, por su parte, considera que la denominacién de “regiona- lismo” aplicada alas arquitecturas que intentan una expresién local corresponde a una visién desde el centro, algo contra lo cual combate al denunciar el heterocentrisme de nuestras lites intelectuales, Sin embargo, creo que precisamente el término “region”, al sustituir al de “periferia”, sitda la cuestiOn en un terreno neutral, no dependiente de un centro. Pues, come lo he comentado en el pasado SAL, una periferia tiene como referencia obligada un centro, que le prove los modelos a partir de los cuales ser juzgada su produccién; en tanto que una regidn se rige por sus propias pautas y no reconoce centro alguno al eval deba esperar modelos y juicios. Una regiin es una unidad cultural entre otras, ninguna de las ‘cuales puede erigirse en modelo ni reivindicar una posicién rector. ‘Antonio Fernéndez Alba, a su vez, ataca la nocidn de regionalismo sefalendo que las unidades en las que se produce la arquitectara son, anes que las regiones o atin tas naciones, las ciudades, y que en ellas es imposible construir “al margen de Tos mecanismos de la produccisn propios del modelo hegemsnico y al margen de sus imperativos teenol6gicos yy administrativos”. No hay duda de que el tema de las metrépolis presenta situaciones especificas gue exigen una consideracin particular. Pero tempoco puede haber dudss, ere0, acerca de las diferencias que separan la produccién de arquitectura en ciudades como Bogota, ‘México, Salvador de Bahfa, Paris o Nueva York. En cada una de ellas~y podria muitiplicar los ejemplos-, desde el ambiente urbano a las condiciones de la produccién, numerosos factores inciden para exigir una interpretacidn especifica del “modelo hegeménico y los imperativas tecnol6gicos”. Pareciera que sc asigna a la palabra regin un signifieaeo rural ‘ semiural, cuando en realidad debiera referirse a una determinada unidad cultural y ambien- tal que bien puede estar constituida por metrépoli. En este sentido, merece atencién la ‘observacién del mismo Femnder. Alba, recomendando una aproximacién antropol6gica a lacuestién, lo cual, ami juicio, no elimina la proximacién regional sino que [a complementa. ‘Si hay algo netamente positive que ha derivado de la critica al Modernismo produ- Cida por el pensamiento posmoderno es el derrumbe de los modelos hegeménicos, el reco- * nocimiento de las diferencias: la diferencia ya no como distincién respecto de algo cancnico, sino como cualidad en si (Derrida), como un modo de reconocerse a si mismo. En ese sentido, el reconocimiento de la regién como unidad cultural diferente en sf misma, con ‘ualidades y requerimientos especificos, no puede ser considerado, a mi juicio, como una actitud reaccionaria, sino como un avance hacia una nueva y ms adecuada concepcién de a Modernidad. Retornamos una y otra vez a la tensién entre lo universal y lo particular, entre el proceso de homogeneizacién que domina nuestra época y la urgencia por consolidar una identidad. Los procesos de trasculturaci6n, de asimilacién, de contaminacién cultural, se han sucedido a lo largo de toda la historia humana, aungue quiza nunca se han producido en Ja escala, con la fuerza de penetracién y con el trasfondo de relaciones ideol6gicas y de 52 MODERNIDAD ¥ POSTMODERNIDAD EN AMERICA LATINA poder que caracterizan la situacién actual, Peto por otro lado, en ese proceso de homogenei- zacién regido por el mundo occidental han pervivido (Gianni Vattimo habla de supervivencias y Octavio Paz de pervivencias, significativamente) las diferentes culturas que a su vez estén invadiendo y contaminando los centros de dominacién, La presencia cada vez més pensante de poblacién Iatinoamericana en Estados Unidos, asf como la de asidticos y africanos en diversos pases europeos desarrollados, ha dado como resultado una realidad mixta que no deja de tener repercusin en la revaloracién de los “mérgenes” que acompatia a la pénida de entidad del centro. Sin embargo, la mentalidad “provinciana” de sentirse centro de! ‘mundo, de creer que el mundo acaba mds allé de las propias fronteras, que denunciaba Ortega ya en 1926 para los europeos, y que Silvia Arango sefiala ahora para los neoyorquinos, no parece haber cedido ante estas realidades. Valza como ejemplo la eaificacién que hace Kenneth Frampton del "Regionalismo Critico” que él mismo propugna, como retaguardia Retaguardia es, naturalmente, lo opuesto a vanguardia. Pero es que hoy no hay vanguardias verdaderas. Quienes, desde los pafses “centrales”, alardean de vanguardistas, son profundamente reaccionarios: los historicistas, que abusan perversamente de la historia, y son incapaces de abrir un camino hacia el futuro; o los que buscan una solucin a su crisis refugiéndose en el pasado preindustrial, O, mas recientemente, los deconstructivistas, que sancionan el valor de la retSrica por sobre el de los significados, una retérica programatics mente dirigida a desmontar estructuras ideol6gicamente congeladas, pero que en realidad no avanza mucho més allé de la manipulacién de la imagen. En todo caso, a estos movimien- tos, para ser vanguardias efectivas, les falta la proyeccién hasta el futuro, el proyecto de futuro. En eso los latinoamericanos somos, en cierto modo, vanguardistas natos, porque 1s dirigimos ma fécilmente hacia el futuro que hacia el pasado. La nostalgia no es nuestro fuerte. Cuando intentamos revivir et pasado logramos, a lo sumo, inventar una imagen ccinematogrifica de un pasado inexistente (como en ef Neocolonial o Californiano), Eso sin brablar de los cultivadores de Ja nostalgia ajena, Pero esa verdadera nostalgia que hace afiorar tun pasado “que siempre fue mejor” no suele tener adeptos en estos pueblos que mantienen viva la fe en el progreso, en un progreso ideologizado que nos fu inoculado junto con el vieus de la Modemidad. ‘Vuelvo al concepto de Frampton acerca del Regionalisino, No solo habla de una posicion de retaguardia sino que la califica como actitud de resistencia. Repetidamente he cuestionado esta definicién, propia de un eritico ajeno a las realidades regionales. Pues es la suye uma propuesta pasiva:resistir, proteger desde airds de Ta nea de combate, quedarse cen el refugio mientras el mundo se derrumba. Posicién desencantada y reaccionaria. Creo que la comprensin y la préctica del regionalismo entre nuestros arquitectos, por el contrario, consiste en buscar caminos propios, en dirgirse hacia la conformacién de una cultura arquitect6nica original, en una posicién eminentemente activa que difiere profundamente de la actitud de atrincherarse en terreno conocido para impedit la invasiGn. Por eso contra- pongo la idea de divergencia ~separacién de los caminos aparentemente obligados— a la de resistencia, Todo fo que me hace pensar que estamos ms cerca de una vanguardia. qué de ‘una retaguardia, Al menos, estamos marchando en lugar de permanecer. Es ya tiempo de abordar ef tema central de la Modernidad, ‘Como munca hemos alcanzado plenamente la Modernidad, no vale la pena que 103 ‘ocupemos mucho de la Posmodernidad. la Posmodenidad puede interpretarse de dos modos ‘opuestos: o bien es una postura antimoderna, o sea que permanece ligada a la Modernidad MODERNIDADY POSTMODERNIDADEN AMERICALATINA 93 Residencia Nopacuemaba, Brasil Arg. Pepe Aghrum aios 80 9¢ MODERNIDAD Y POSTMODERNIDAD EN AMERICA LATINA en una relacidn negativa; 0 bien considera acabada la Modemided, y con ella La historia, ‘misma, No creo que nos importe asumir actitudes “anti”, sino buscar orientaciones “pro” Y, por otro lado, tampoco creo que nos interese considerar la hipstesis del fin de Ia historia, pues, como decfa hace un momento, intentamos iniciar nuestra propia historia, nuestra historia verdadera, 'No quiero, por otro lado, ser ingrata con el Postnodemismo, pues a ese vitaje de Ta sociedad y la cultura actuales le debemos més de una puerta abierta: el demrumbe de los modelos vinculantes, la aceptaciGn del pluralismo, la nueva fuerza de las identidades sumer- gidas, etcétera, Pero me parece més importante en esta ocasién discutir el concepio de Moderniad, La “Modernidad apropiada” (C. Fernandez Cox) es una de las férmulas més felices propuestas para enfrentar el conflicto entre lo universal y lo especifico, entre la marcha del mundo desarrollado y las identidades particulares. Pero aqus también como en el caso del tiempo, creo que cabe preguntarse a qué Modernidad nos estamos refiriendo Pues el concepto de Modernidad, como toda creacién cultural, iene wn caricter historico, y por tanto ha variado a lo largo del tiempo, adecuéndose en cada perfodo a las circunstancias, a las expectativas sociales, a las orientaciones de la produceién cultural. El término “modemo” se utilizé por primera vez en el siglo V para distinguir el presente cristiano del pasado pagano. La gente se considers moderna en muchas oportunidades, pero siempre expresé la conciencia de una época que se considera a sf misma como una transicién de lo antiguo a lo nuevo mediante esa calificacién: en el siglo XII, en el Renacimiento, en el siglo XVIT durante la famosa “querella de Jos antiguos y los modemnas”. Ahora bien, hasta la Hustracién, Modernidad equivalfa a la recuperacidn del modelo de ta antigitedad clésica, pero con la aparicién de la ciencia modema el concepto cambié de contenido y se

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