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Tarjetas de crédito y débito

Desde la creación de las entidades bancarias, estas han ofrecido a sus


clientes diversos servicios de índole financiero a través de variedad de
productos diseñados para responder a las necesidades de los mismos.

Sin embargo, no todos los productos o instrumentos financieros son iguales y


conviene tener conocimiento sobre las diferencias existentes entre ellos
para aprovechar sus beneficios y conocer tus responsabilidades como
usuario al firmar un contrato de servicios.

¿Cómo funciona una tarjeta de débito?

Las tarjetas de débito son instrumentos que se encuentran asociados a


cuentas corrientes o de ahorro y que permiten a los usuarios hacer uso del
dinero que tienen disponible en ellas.

En tal sentido, la posibilidad de pago o uso de las tarjetas de débito se limita


al dinero que dispone el usuario en la entidad bancaria y no es producto de
financiación alguna por parte del banco.

Al utilizar la tarjeta de débito, el dinero se debita directamente de los fondos


que el usuario tiene en su cuenta, de forma que es posible hacer uso de él
para realizar pagos personalmente o de manera virtual, siempre y cuando el
titular disponga de un monto suficiente para ello.

Cuando un usuario se convierte en cliente de una entidad bancaria y realiza


la apertura de una cuenta, lo más habitual es que tenga derecho al uso de
una tarjeta de débito que le permita movilizar el dinero a su gusto.

Además, dependiendo del tipo de cuenta contratada, es posible que esta


incluya chequera u otros productos vinculados a ella.

Para utilizarla es necesario ser titular de la cuenta y puede emplearse en


cajeros automáticos, puntos de venta, tiendas online y más, introduciendo
los datos de identidad, número del producto y una clave de 4 a 6 dígitos,
dependiendo del banco.

¿Cómo funciona una tarjeta de crédito?

Las tarjetas de crédito son instrumentos financieros que las entidades


bancarias otorgan a los clientes dependiendo de su historial, con la finalidad
de financiar sus compras o pagos.

Esto implica que cuando un cliente dispone de una tarjeta de crédito realiza
una transacción financiera que no se descarga directamente de su cuenta,
sino que se cobra a plazos y con una tasa de interés determinada.

Las tarjetas de crédito requieren autorización por parte del banco para ser
otorgadas, de forma que no todos tienen derecho a una, sino que deben
cumplir con los requisitos necesarios para solicitarla.
Estos requisitos suelen incluir un buen historial crediticio, estar solvente de
adeudos con el banco, realizar pagos puntuales, tener un tiempo mínimo de
antecedentes como cliente y más.

Además, los montos aprobados con la tarjeta de crédito son limitados


anualmente y dependen en gran medida del ingreso o la posibilidad de pago
de cada usuario.

Lo mismo ocurre con la tasa de interés que se establece dependiendo de la


entidad bancaria, el límite de crédito y otros aspectos económicos, al igual
que el número de cuotas en las que podrás pagar aquello que consumas.

Usualmente, este tipo de instrumentos no requieren clave secreta para su


uso pero sí es necesario ser el titular del producto, firmar la transacción,
indicar el número frontal y el de seguridad ubicado en la parte trasera.

Por lo general, puede ser utilizada en cajeros, puntos de venta, compras


virtuales y más. Dependiendo de las políticas internas de cada entidad
bancaria que la emita.

Incluso deberás considerar que a la hora de retirar efectivo de un cajero


electrónico; por ejemplo, con la tarjeta de débito no se genera comisión
alguna o es muy pequeña, en cambio la de crédito acarrea un recargo que
debe pagarse en las cuotas correspondientes.

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