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Buenos días, estimados asistentes.

Es un placer estar aquí con ustedes para hablar sobre un tema de


gran importancia para el desarrollo de nuestro país: la educación rural en el Perú.

La educación rural es aquella que se brinda a la población que vive en zonas alejadas de las ciudades,
donde predominan las actividades agrícolas, pecuarias, forestales y mineras. Según el censo de 2017, el
20.4% de la población peruana reside en áreas rurales, lo que equivale a más de 6 millones de personas¹.
De ellas, el 44.1% tiene menos de 18 años, lo que implica una alta demanda de servicios educativos de
calidad².

Sin embargo, la educación rural en el Perú enfrenta una serie de desafíos y brechas que limitan el
acceso, la permanencia, el aprendizaje y la culminación de los estudios de los niños, niñas, adolescentes
y jóvenes que viven en estas zonas. Algunos de estos desafíos son:

- La dispersión geográfica y la falta de infraestructura adecuada, que dificultan el traslado y la asistencia


de los estudiantes y docentes a las instituciones educativas. Según el Plan Nacional de Infraestructura
Educativa, el 63.9% de las escuelas rurales se encuentra en mal estado³.

- La pobreza y la exclusión social, que afectan las condiciones de vida y las oportunidades de desarrollo
de la población rural. Según el INEI, el 44.4% de las personas que viven en el área rural se encuentra en
situación de pobreza, y el 13.5% en situación de pobreza extrema⁴. Estas cifras son muy superiores a las
del área urbana, donde la pobreza alcanza al 15.1% y la pobreza extrema al 1.5%⁴.

- La diversidad cultural y lingüística, que requiere una atención educativa pertinente y respetuosa de las
identidades, saberes y cosmovisiones de los pueblos originarios. Según el MINEDU, el 37.8% de los
estudiantes de educación básica regular en el área rural habla una lengua originaria como lengua
materna. Sin embargo, solo el 26.4% de los docentes en el área rural domina una lengua originaria.

- La calidad y la equidad de los procesos pedagógicos, que deben garantizar el logro de los aprendizajes
esperados y el desarrollo integral de los estudiantes. Según la Evaluación Censal de Estudiantes, el 2018
solo el 15.6% de los estudiantes de segundo grado de primaria en el área rural logró el nivel satisfactorio
en comprensión lectora, y solo el 9.1% en matemática. Estos resultados son muy inferiores a los del área
urbana, donde el 45.6% logró el nivel satisfactorio en comprensión lectora, y el 25.9% en matemática.
Ante esta situación, el Estado peruano ha venido implementando una serie de políticas y programas
orientados a mejorar la educación rural en el país. Entre ellos, podemos destacar:

- La Política de Atención Educativa para la Población de Ámbitos Rurales, aprobada en el 2018, que
busca asegurar el derecho a una educación de calidad para todos los estudiantes que viven en zonas
rurales, con pertinencia territorial, cultural y sociolingüística.

- La Estrategia de Soporte Pedagógico Intercultural, que consiste en brindar acompañamiento y asesoría


a los docentes que trabajan en escuelas rurales multigrado e interculturales, mediante asistentes de
soporte pedagógico intercultural que dominan una lengua originaria.

- El Programa de Educación Básica Alternativa, que ofrece una modalidad flexible y diversificada de
educación para las personas que no pudieron acceder o concluir la educación básica regular en el
tiempo previsto, especialmente en zonas rurales y de pobreza extrema.

- El Programa de Educación Intercultural Bilingüe, que promueve el uso y la valoración de las lenguas
originarias como medio de comunicación y aprendizaje en las escuelas rurales, así como el desarrollo de
una currícula intercultural que reconozca y articule los saberes locales y globales.

Estas y otras iniciativas son importantes y necesarias, pero aún insuficientes para cerrar las brechas que
afectan a la educación rural en el Perú. Por ello, es fundamental que el Estado, la sociedad civil, el sector
privado y la cooperación internacional se comprometan con una agenda común que priorice la
inversión, la innovación y la inclusión en la educación rural, con una visión de largo plazo y una gestión
participativa y descentralizada.

La educación rural no es solo un tema de justicia social, sino también de desarrollo nacional. No
podemos aspirar a ser un país próspero y democrático si dejamos atrás a una parte significativa de
nuestra población, que vive y trabaja en el campo, que conserva y enriquece nuestra diversidad cultural
y que contribuye a nuestra seguridad alimentaria y ambiental. La educación rural es, en definitiva, una
oportunidad y una responsabilidad de todos y todas.

Muchas gracias por su atención.

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