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Homeopatia Xvi Escritos Menores
Homeopatia Xvi Escritos Menores
No hay médico que sea competente para hacer una segunda prescripción, si los síntomas a través de
los cuales se hizo la primera prescripción no han sido anotados completa y detalladamente. A
menudo en tales casos el médico negligente ha olvidado el remedio dado, incluso el que ha causado
gran mejora, pero como no hay registro del caso en cuanto al remedio o los síntomas, y muchos de
los últimos ya se han ido, no hay nada que hacer más que suponer un remedio que generalmente
echa a perder el caso o lo confunde tanto que raramente termina en una curación; y el que sufre
siempre se pregunta por qué el médico, que lo ayudó tanto al principio, perdió el control del caso.
Muchos casos que deberían terminar en una curación perfecta, resultan en fracaso debido a la
negligencia mencionada. Bajo tales circunstancias, cuando el médico ha hecho una mala suposición,
continúa arruinando su caso suponiendo y cambiando remedios, para disgusto del paciente y daño al
arte de la curación. Este fracaso lleva a la experimentación y demora que conduce a la desgracia. La
gente debería ser capaz de saber si un médico es lo que él mismo se denomina, o si es otra cosa. La
tentación de ser „todo para todos los hombres“ es muy fuerte. La gente no debería esperar obtener
resultados homeopáticos de un médico cuyos métodos no están de acuerdo con el arte homeopático
de curación.
Si una persona quiere mongrelismo, regularidad, polifarmacia, etc., conociendo los métodos del
homeópata será capaz de discriminar y seleccionar el tipo de su preferencia, y es razonable suponer
que si esta persona no quiere un homeópata, estará contenta de saber cómo rehuirlo. No hay nada
más humillante para un hahnemaniano que el ser llamado a la cabecera de un paciente y
encontrarse con que la gente no lo quiere; que lo que realmente quieren es a alguien que dé
medicamentos en dos vasos porque algún antiguo médico de la familia lo hacía.
Por lo tanto, esta información es tan útil para aquel que quiera evitar un homeópata como para el
que lo desee. Los usuarios de la homeopatía que van al extranjero y están muy alejados de su propio
médico, a menudo piden la dirección de un gran hahnemaniano. No siempre puede darse tal
dirección, ya que aunque hay muchos médicos hahnemanianos reservados y callados esparcidos por
todo el mundo, a veces son difíciles de encontrar. Tanto como sea posible, los pacientes
homeopáticos que viajan deberían llevar la dirección de médicos hahnemanianos. En ausencia de
ésta, una prueba servirá al propósito. Vea al hombre más creíble que profese practicar a la manera
de Hahnemann y dígale que quiere hacerle una consulta; pero a menos que anote completamente
todos los síntomas del caso como lo indica Hahnemann y continúe guardando su registro para un uso
futuro, no puede confiarle su caso, ya que ha aprendido a no tener confianza en la memoria de un
hombre. Si él se niega a hacer esto por falta de tiempo o ignorancia, no debería confiarse en él, y es
mejor despedirse inmediatamente con un “buen día”. Si él es realmente lo que declara ser, estará
encantado de encontrar un paciente que conozca tanto sobre su sistema de consulta; y paciente y
médico se harán amigos rápidamente. Hay otros asuntos que la gente debería conocer: que el
médico homeopático no puede recetar en nombre de la enfermedad; además, que los nombres son a
menudo una cubierta para la ignorancia humana; también que a dos enfermedades del mismo
nombre raramente se les da el mismo remedio. Si un médico pudiera recetar basándose en un
nombre (de la enfermedad), no habría necesidad de escribir muchas páginas sobre los síntomas que
presentan algunos casos prolongados.
El nombre de las enfermedades no revela los síntomas en ningún caso de enfermedad; los síntomas
son la única base para la prescripción. Por lo tanto, parecerá que no es necesario conocer el nombre,
en cambio el médico debe conocer los síntomas para poder hacer una prescripción con éxito. Ahora
parecerá que si un médico no tiene tiempo para dedicarle al paciente para asegurar los síntomas,
parecerá ser tan inútil para el paciente como si fuese ignorante, ya que en ambos casos fracasará en
la obtención de los síntomas, que son la única base para una prescripción homeopática. Un poco de
reflexión le permitirá determinar a un paciente si éste trabajo se está haciendo con cuidado e
inteligencia o con ignorancia, inexperiencia y pereza. No importa cuál sea la excusa por la que el
médico no logra recabar toda la información general y particular de un caso -no se debe confiar en
él, mientras que el trabajo bien realizado hace que el resto del trabajo sea fácil y que la cura sea
posible. La gente también debería saber que cuando un registro así está en el papel, lo está de tal
manera que el paciente puede convertirse en el objeto de un gran estudio. Una similitud de su
enfermedad no puede presentarse de ninguna otra manera para la comprensión de un verdadero
médico. Cualquier médico que desdeñe este plan muestra cuán poco valora la vida humana y cuánto
le falta para ser un hahnemaniano. La gente también debería saber también que el verdadero
médico puede ahora comparar ese registro de hechos con los síntomas de la Materia Médica hasta
descubrir el remedio más similar de todos los remedios al registro escrito. Y cuando el paciente se
haya vuelto inteligente, le dirá a su médico:
“Tómese el tiempo que necesite, doctor. Yo puedo esperar hasta que encuentre lo que crea que es el
más similar de todos los remedios, ya que no quiero tomarme ningún medicamento del que usted
dude.” Esta declaración hace agradecido a un doctor, ya que ahora sabe que se confía en él y que se
le conoce, y que tiene un paciente inteligente y considerado. Bajo estas circunstancias el médico
puede hacer lo mejor y estos pacientes obtienen los resultados mejores y uniformes. Las personas a
las que no se les instruye así, se vuelven problemáticas para los médicos e incluso sospechosas,
cuando deberían inspirarles plena confianza. Y a veces incluso cambian de médico y hacen lo único
malo que está en contra de los mejores intereses del paciente. Es posible y deseable para la gente,
estar suficientemente instruida como para poder seleccionar el médico más seguro y saber cuándo
está trabajando de forma inteligente. La gente a la que se le instruye, no se entromete en los
momentos sagrados del médico, sino que por el contrario, lo ayuda con confianza y gratitud.
Solamente el ignorante sugiere esto y aquello además de lo que se está haciendo, y cuanto más
ignorante es el doctor mayor es el número de cosas a las que recurre para hacerse creer a sí mismo
y a los demás de que está haciendo algo. El médico inteligente hace lo que requiere la ley y los
principios y nada más; pero el ignorante no conoce la ley y sirve solamente a su vacilante
experiencia, y parece que está haciendo mucho por el paciente, a pesar de lo cual el paciente se
muere. El médico a menudo ansía un paciente bien instruido que sea capaz de decir: “Doctor, si
tiene dudas sobre lo que ha de darme, no me dé nada.” Estas palabras solo podrían venir de aquél
que sabe que hay una ley que gobierna todas nuestras actividades vitales, y esa ley debe ser
(Continuará)