You are on page 1of 26
METAPOLITICA VOL. 4NUM. 16'pp. 13-37 La democracia burguesa en el capitalismo tardfo y la estrategia politica de la izquierda (Inédito mundial de 1972)* HERBERT MARCUSE (Comentario introductorio de Agapito Maestre) El presente texto es una de esas piezas de coleccién de un clasico que por alguna extrafia razén no circulé entre sus seguidores o criticos. Metapolitica lo rescata de las sombras no sélo por su rareza sino por su importancia para conocer mejor el pensamiento de uno de los principales protagonistas de la Teoria Critica y por su inquietante actualidad, treinta anos después. COMENTARIO. INTRODUCTORIO fia de las principales carencias de la primera Teoria Critica de la Escuela de Francfort, segiin el pare- cer de sus continuadores y critics més relevantes, es el no haber conseguido construir una teoria de la democracia, que fuera capaz de iluminar intelectual- mente a todo ese magma complejo e irre- verente de nuevos actores politicos que ponian permanentemente en cuestion la legitimidad politica surgida después de Ia Segunda Guerra Mundial. Es como si la Guerra Fria hubiera actuado como un cdncer para la reflexion democrdtica oc- cidental, pues ésta parecia reducida a una protesta en los mérgenes del siste- ma. No habfa alcanzado la madurez su- Jiciente para percatarse de que su accién no solo era fundamental para ensanchar los limites de la democracia, sino para rescatar lo mejor del Estado de derecho que habia acabado casi arruinado por as circunstancias del pacto social-dems- erata de la postguerra. Ciega para ex- traer Io mejor del Estado de derecho, la reflexion de la “izquierda” mas hetero- doxa, si se me permite hablar con esta desgastada terminologia, no fue capaz, 0 mejor, no supo transformar tanta ener gla ciudadana en diseurso y accién poli- tica institucional; en unos casos, confié © Thaslacendn del inglés de Javier Campos Darocay Avapito Macstre, 13 [BL_LA DEMOCRACIA BURGUESA ENEL CAPITALISMO TARDIOY LA ESTRATEGIA POLITICA DE LA IZQUIERDA demasiado en los nuevos sujetos del cam- bio (estudiantes, mujeres, marginados, etcétera), en otros, no tuvo la confianza necesaria para despedirse definitivamen- te de los sujetos clisicos de una politica agonizante, me refiere al protetariado y la burguesta, segtin eran concebidos con los esquemas de comienzos de siglo. En cualquier caso, el criticismo surgido des- pués de la Segunda Guerra Mundial, es- pecialmente desarrollado a partir de los _fenomenos del sesentayocho, fue muy li- ‘mitado para hacerse cargo de las p versidades antidemocraticas que llevaba aparejada la transformacion del ciuda- dano en cliente y, cuando se percataba de tales deficiencias, no oftecta los me- canismos adecuados (contenidos muchos de ellos, sin duda alguna, en el Estado de de- recho) para “veciudadanizar” (perdén por el vocablo) a la clientela electoral del Estado social. Naturalmente, esas observaciones podian hacerse extensivas a todas las tendencias reflexivas que de un modo u otro, desde la década de los cincuenta hasta los ochenta, se movian en la tradi- cién de la izquierda en general, y del marxismo occidental en particular; sin embargo, ha sido en el seno de la propia Teoria Critica donde mayores reper- cusiones tuvieron, quizé porque no fite lo suficientemente radical al tratar de dis- tanciarse de algunos dogmas marxistas, 0 quizd porque el arsenal categorial que utilizé para comprender y explicar la nueva situacién politica correspondia a otra época, el periodo de entreguerras, que apenas tenia que ver ya con la nues- tra, o simplemente porque no fue capaz de evaluar correctamente los potencia- les emancipatorios que encerraba la de- moeracia burguesa para llevar a cabo una nueva revolucién democratica. 14 Quién lo sabe! Lo cierto es queni Ador- no ni Horkheimer ni Marcuse fueron perspicaces para hacerse cargo de la im= portancia que revestia una reflexion so- bre la democracia 0, al menos, no dieron demasiada importancia a la construc- cién de una teoria, obviamente de ca- rdcter normativo, capaz no sélo de explicar lo que estaba sucediendo, sino también de orientarnos en los cambios sociales y politicos mas relevantes. Pero, mas alla de la discusién de fondo sobre el fracaso de sureflexién politica, lo cier- fo es que los textos francfortianos sobre Ja democracia realmente existente, so- bre la democracia liberal del mundo oc- cidental, eran muy escasos, y si existian, @ propésito de un asunto coyuntural, no pasaban de una descalificacién mas 0 menos global del sistema liberal y de~ mocritico en su conjunto. Por todo eso, cuando aparece un tex- to nuevo, en verdad inédito, sobre un asunto estrictamente politico es como para celebrarlo por investigadoresy teb- ricos de la democracia. En fin, aunque s6lo fuera por este motivo, la revista Metapolitica se sentiria muy satisfecha de publicar por primera vez en el mun- do este texto de Marcuse sobre los dile- mas de la democracia burguesa, pero hay otras circunstancias, y quiza razones, que convierten a este texto en una pieza significativa para ser lefda agut y aho- ra. En primer lugar, la crisis de modelos politicos invita a una relectura mas es- pecializada de los clasicos, incluidos los contempordneos, teniendo en cuenta la validez de sus categortas para la actual situacién histérico-politica. En esta pers- pectiva, el texto de Marcuse puede ser muy ttil para analizar debidamente las relaciones entre la primera generacién de la Teoria Critica y sus inmediatos su- HERBERT MARCUSE jj cesores, por ejemplo, entre Marcuse y Habermas, pues estoy convencido de que amas de uno, después de leer a Marcuse, Te van a quedar pocas ganas de integrar @ Habermas en la tradicién marcusiana. En segundo lugar, se trata de leer una reflexion de 1972 en el contexte mexica- no actual, 0 sea, preguntarnos sobre la utilidad © inutilidad de sus categorias para evaluar 0, mejor dicho, criticar la inviabilidad de determinadas tacticas y estrategias de la Hamada “izquierda” ‘mexicana contempornea, que cuando no repite “dogmas” producidos fuera de sus Jronteras es, lo cual resulta mas grave, porque lleva a cabo acciones integradas en una vieja tradicién catélica e in- legrista hispanoamericana de la que, pa- radéjicamente, no quiere saber nada. Sin asumir criticamente sus tradiciones, 0 mimetizando malamente lo que otros hi- cieron hace décadas en el dmbito anglo- sajén, parece que los soportes “tebricos” de una izquierda totalitaria, a-veces dis- frazada con los viejos harapos del insur- gente espaiiol (sic.) Francisco Javier ‘Mina, no pasan de proponernos una for- ma “politica” que antes de crear nuevos espacios para la discusién arruina los ya existentes; basta reparar, por ejemplo, en que. los activistas del Consejo General de Huelga de la uNan no abrievon nue- vos espacios ptiblicas politicos de parti- cipacién, sino que ocuparon, cuando no destruyeron y totalizaron, los ya creados por el alma mater, para hacernos cargo del profundo odio de estos “nuevos sal- vadores” a los métodos democriticos. Por lo que se refiere a este “movimiento estudiantil”, 0 mejor, a la ocupacién de una institucién publica, la uNaM, por un grupo de revoltosos algo podemos ex- traer, en tercer lugar, del ensayo de Marcuse, pues no parece éste mal pre~ texto para volver a replantear la decisi- va cuestion, al menos para el desarrollo de una verdaderay auténoma cultura de- mocritica en Iberoamérica, de hasta qué punto la influencia de la teoria critica marcusiana en particular, y otras van- guardias norteamericanas 0 europeas en general, en los universitarios revoltosos mexicanos de ayer y hoy son mas impor iantes que la propia tradicién hispano- americana,’ en la que es necesario integrarlos, podrdé replantearse mucho mejor, en mi opinion, después de haber leido el texto marcusiano. Ademés, el inédito que aqui publi- camos también es, dicho en términos aca- démicos, muy respetable por su intento de pensar al hilo de un acontecimien- to democritico, de una experiencia po- litica, rasgo capital de todos los gran- des teéricos de la politica desde Platon hasta Schmitt pasando por Maquiavelo. Esta singularidad intelectual siempre vinculada aun talante, a una manera de pensar que exige valentia civica, incluso a veces pensar a contracorriente, no es uno de los rasgos menores que podamos despreciar de la filosofia politica de Marcuse. En efecto, entre la vision opti- mista de una nueva sociedad, que sin lu- gar adudas podria surgir del capitalismo de la abundancia, y la perspectiva pesi- mista del teérico que identifica domina- cién y sociedad, sin otra salida que el lamentojeremiaco de quien termina pac- tande con su opresor, siempre resultara estimulante para el lector aquel pensa- miento que trata, si no de “intervenir” " Chk G. Zaid, Critics ded mundi cultura, vol. 1, México, El Colegio Nacionsl, 1989, pp. 484 ys 15 [BL_LA DEMOCRACIA BURGUESA ENEL CAPITALISMO TARDIOY LA ESTRATEGIA POLITICA DE LA IZQUIERDA directamente sobre la realidad, al menos de reflexionar contextualizadamente. ¥ si esto es algo que nadie puede negar a la obra entera de Marcuse, menos podré cuestionar la valentia exhibida en este ensayo, toda una reflexion critica de la democracia liberal, escrita al hilo de las impresiones que le produjeron los resul- tados electorales de las elecciones pre- sidenciales de Estados Unidos, en 1972. En fin, si alguien no tuviera suficien- te con esta breve nota para acercarse al texto de Marcuse, me atreveriaa trans- cribir algunas de las palabras que hace ya atios escribi a propésito del Congre- ‘so sobre la obra del franefortiano, que se celebré en la ciudad de Francfort en el atio 1990, y que vienen a incidir en que no es posible una valoracién del diagndsti- co y pronéstico realizado por Marcuse acerca del capitalismo tecnoldgico, sin ala vez considerar la evaluacion marcu- siana de la democracia burguesa de cor- te postliberal. En esta perspectiva, el texto de Marcuse adquiere un relieve muy es- pecial para evaluar toda la propuesta politica de Marcuse. Ast lo ha visto tam- bién Helmut Dubiel, quien, a partir de una nueva consideracion de la cuestion democritica, y teniendo presente algu- nos fragmentos de este texto de Marcuse, haplanteado la siguiente cuestién: :Has- ta qué punto la concepcién de la demo- cracia de Marcuse corresponde con su ambigua y contradictoria propuesta de una liberacton del individuo y la socie- dad a partir de las condiciones creadas por el capitalismo tecnolégico? Sin duda alguna, Marcuse raramente se expresd explicita y sistemdticamente sobre este complejo asunto. Sin embargo, a partir del ensayo aqui publicado, junto a otros breves textos y declaraciones, pode- mos pensar que hay una correlacién en 16 ire su concepcibn de la democraciay sus consideraciones, a todas luces, Ilenas de ambigtedad, quiz creativas pero no por ello menos ambiguas, y contradicciones sobre el capitalismo tecnologico. En efecto, por un lado, todos los ané- isis y determinaciones de tipo filosépi- co, fenomenolégico y de sociologia de clases elaborados por Marcuse acerca del capitalismo tecnoldgico le Hevan a una perspectiva apocaliptica sobre las posibilidades de emancipacién de las so- ciedades del capitalismo tardio. En ellas, parece que la fusin de economia, politi= cay cultura forma un sistema tinico de dominio totalitario, ineapaz de producir potenciales emancipatorios independien- tes de tal dominacién totalitaria. La ape- Jacién a “lo politico-moral” carece de verdadero poder. Quizés la racionali- zacién tecnologica y la totalizacion del dominio politico sea separable desde un punto de vista analitico, pero la constitu- cién econémica, politica y cultural estd cristalizada en un sistema entrépico posthistérico. Por aqui el Marcuse “criti- co” no estaria muy alejado de ciertos catastrofismos conservadores o, al menos, estaria tan cercano a tendencias conser vadoras como en su dia lo estuvieron Adorno y Horkheimer con sus tesis de la Dialéctica de la Ilustracion. En cualquier caso, la posicién “posthistérica” de Marcuse contrasta llamativamente cuan- dose la compara con el Marcuse wt6pico, especialmente cuando aquello que era una sociedad uniforme y posthistorica en la ctispide y apoteosis de dominacién del capitalismo tecnolégico, por un extraiio arte, comienza a convertirse en un indice de la posible y real liberacién humana. Por otro lado, y como si de un golpe de efecto pretendiera Marcuse, nos ha situado en la otra cara bella y afirmati- HERBERT MARCUSE jj va de la moneda; pues, segtin Marcuse, nunca como ahora, en el capitalismo tec- nologico, pueden encontrarse mas posi- bilidades de emancipacion, merced ala posibilidad de reducir al minimo el tiem- po de trabajo y, sobre todo, gracias al surplus-repression (dominacién y repre- sién sobrante), un concepto cuasi-mdgi- co enel talento de Marcuse, generado por el capitalismo tecnolégico. A través de ese concepto Marcuse es capaz de vin- cular todos los momentos paradéjicos de su teoria sobre el capitalismo, pero, ade~ més, parece lenar de sentido la poética de Hélderlin, que en otro tiempo utiliza- ra Heidegger, “alli donde crece el peli~ gro/también crece la salvacion”. En cualquier caso, la contradiccién es cla- ra, por un lado, la racionalidad tecnolo- gica eva para Marcuse la causante de la totalizacién de dominio politico, pero, por otro lado, era revolucionaria, o me- jor, podria actuar como enterradora de lujo de esa dominacion. Esa ambigiiedad también permanecerd en la obra de Marcuse, en mi opinién, a la hora de eva- Iuar su pensamiento sobre la democra- cia liberal. Clertamente, Marcuse siempre habia interpretado la democracia liberal como un fenémeno ambivalente. Las institucio- nes democriticas podrian ser tanto ve- hiculos de liberacion coma de dominio, a veces, incluso, estaba tentado a mante- ner que la “iransformacién” de la de- mocracia liberal a un sistema casi fascista podria ser inexorable. Segin Marcuse, la reeleccion de Nixon era un sintoma histérico del fin de esa ambiva- lencia, pues, de alguna manera, esa re- eleccion significaba el tréusito de una democracia postliberal a unas formas neofascistas: “El espectéculo en la re- eleccién de Nixon, dice Marcuse en esta reflexion de 1972, se presenta como el epitome de pesadilla del periodo en el que ha tenido lugar la transformacion de la democracia burguesa en neofascismo —el estado mas elevado (jhasta ahora!) del capitalisme monopolistico de Esta~ do” — Por esie camino, Marcuse parece concluir que hay pocas salidas: las ener- gias emancipatorias del capitalisme es- tén agotadas. Sin embargo, cuando nadie lo espe- raba, hay alternativas para Marcuse, in- cluso esas alternativas son analizadas de modo muy parecido al diagnéstico que habia llevado a cabo del capitalismo tec- nolégico. Esto es algo, sin duda alguna, dificil de mantener de modo consistente en una misma cabeza, después de la cri- tica tan radical que habia hecho de la de- mocracia postliberal; entre otras razones, porque la etiqueta de fascismo no parece la mds adecuada para estas sociedades de capitalismo tardio. Nadie puede man- tener en st sano juicio que las limitacio~ nes burguesas, la supresién de la oposicion, la militarizacién y la movili- zacién militar sea completa. “A la larga, dice Marcuse, detras de las relaciones de dominio del capitalismo tecnolégico, sub- sisten las formas democratico-burguesas emancipatorias”. Y este “a la larga” abriria a la nueva izquierda aun “nue- vo” horizonte: las instituciones de la democracia liberal deben ser lugares ideales para llevar a cabo el trabajo de formacién politica. Una vez mds, Marcuse encuentra en las instituciones democraticas, 0 mejor, en el capitalismo, la anticipactén de una sociedad postre- volucionaria, comunista. ¥ con ello, otra vez, Marcuse vuelve al hilo utépico de su argumentacion. Un ambito, este de lauto- pia, donde las coniradicciones mar- cusianas se hacen todavia més patentes, 17 [BL_LA DEMOCRACIA BURGUESA ENEL CAPITALISMO TARDIOY LA ESTRATEGIA POLITICA DE LA IZQUIERDA pero esto lo dejo para otra ocasién. Por ahora, baste esta nota para justificar que Marcuse es todavia un estro reflexivo para nuestra época, cosa distinta seria pronunciarse sobre aquellas palabras suyas de 1977: “;Cudnto tiempo va a durar la estabilizacién del capitalismo tardio? ¢Se agudizardn realmente sus tensiones internas, del tipo que sean —y yo no creo que sélo sean las que formulé “Marx—o lograré el capitalismo conso- lidarse en un periodo de tiempo no exce- sivamente largo sobre la base de un imperialismo politico y econdmico mas intenso, incluso tal vez con China y la ursscomo mercado? Si esto ocurriera, en- tonces los dominadores podrian dormir tranquilos durante algunos siglos. Pues no habra ninguna revolucin”. ooo as elecciones en Estados Unidos. de 1972 han demostrado, una vez mis y con mis claridad que antes, el ros- tro histérico de la democracia burguesa: su transformaci6n de sociedad dindmica enestitica, de liberal-progresista en con- servadora. La democracia se ha conver- tido en el més poderoso obsticulo para el cambio —excepto para el cambio a lo peor—. En el camino desde el /aissez- faire al monopolio y el capitalismo de Estado, la democracia burguesa en su forma presente sefiala el punto en el que s6lo parecen posibles dos alternativas: neofascismo a escala global o transicion al socialismo. La primera es la mas plau- sible; no aboliria, sino que s6lo intensi- ficaria el sistema establecido y le daria otro aliento lo suficientemente amplio como para ocasionar casi una destruccién irremediable. El desarrollo regresivo de la demo- ctacia burguesa, su autotransformacion 18 en Estado policial y de bienestar debe ser discutida dentro de 1a estructura de la politica global de Estados Unidos. En suma, la politica gobernada por el mito de la conspiracién comunista internacio- nal (la Guerra Fria) lego asu fin en 1972; la visita de Nixon a Pekin y Mosc mar- €6 el giro (jcoineidiendo con el nuevo gito en la politica de las superpotencias comunistas? Esto fue sugeride por Nixon en U.S. News and Reports, junio de 1972). Estas visitas fueron seguidas por una vas- tareorganizacién que abrié la urss (y con un alcance mucho menos visible, China) a las finanzas y corporaciones de Esta- dos Unidos. La reorganizacién politica concurrente fue indicada por la sorprendentemente débil protesta comu- nista contra la saturacién genocida de bombardeos en Vietnam. Al mismo tiempo, avanza el agresivo incremento militar y politico de la mi- quina militar de Estados Unidos y Ta or- genizacién fascisia del “Mundo Libre” (Filipinas, Puerto Rico). Pero, contra quién es esta fantistica movilizacién de poder mundial? Una gue- ma global entre las superpotencias capi- talista y comunista (que destruiria a ambas) queda excluida por el mero in- terés en la propia supervivencia de los re- gimenes establecidos en ambos lados y por su potencial “supermortal”. Los be- neficios derivados del continuo incremen- to inflacionario dela industria de defensa en los paises capitalistas y 1a respuesta competitiva en los paises comunistas no parece justificacién suficiente a la vista de los costes del Estado bélico para el resto de la economia nacional La respuesta sugerida por la actual utilizacién de esta maquina de guerra es: Ja “seguridad nacional” de Estados Uni- dos; ésta est amenazada por los movi- HERBERT MARCUSE jj mientos de liberacién nacional en todo el mundo. La respuesta exige cualifi- caciones fuertes: 1. La independencia nacional de los anti- guos paises coloniales no es per se una ba- rreraal imperialismo, yel neocolonialismo es todavia colonialismo. Tampoco es la independencia nacional incompatible con la dependencia del capital extranjero (el caso de la mayoria de los paises latinoa- mericanos, paises arabes, Burma, Tailan- dia, eteétera) —podria incluso ser més lucrativo que un “colonialismo directo” — 2. Los movimientos de liberacién nacio- nal no pueden sostener el uso completo del poder militar estadounidense (inclu- yendo armas at6micas “locales”) en cual- guier espacio de tiempo. {Vietnam no es una excepcién! Nixon estaba probable- mente en Jo cierto cuando declaraba que “podriamos salir de Vietnam de Norte en una tarde”. ¥ Ia tendencia de la politica comunista sugiere que semejante destino de Vietnam no provocaria un conflicio militar con el tnieo poder comunista que podria contrarrestar a Estados Unidos. Sin embargo, los movimientos de libera- cién nacional constituyen una amenaza al sistema capitalista en su conjunto por dos razones (intertelacionadas): a) En lamedida en que la “teoria del do- miné” es cierta, Victoriosa en un pais extranjero, la revolucién podria tener un efecto de bola de nieve en la subversin de los regimenes satélites en otros paises —juna difusién que debe ser completa- mente tomada en serio!—. Esta es la amenaza al “espacio vital” del capitalis- mo avanzado; no controlar simplemente las matetias primas vitales, trabajo bara- to,cicétera, sino también el espacio, la gente y el tiempo. En sentido estricto, la econo- miadel Estado capitalista monopolistico es una economia politica. Las agudas necesi- dades econémicas estén “‘sobrecargadas™ por lanecesidad de largo alcance de preve- nir el crecimiento del potencial comunista —no sélo el poder soviético 0 chino, sino también la revolucién popular ind/gena en Ja Europa del Este y en el Tercer Mundo, ‘una revolucién que podria hacer real la au- todeterminacién y rechazar cualquier con- dicién de satélite— 8) Esta prospectiva hist6rico-mundial es elespectro que arroja la metrépoli capi- talista donde la insalubridad del sistema establecide empieza a afectar la conduc- ta “normal” requerida para el funcio- namienio continuado y ampliado del capitalismo —la conducta en el trabajo tanto como en el ocio—. EI sistema reacciona efectivamente. La democracia burguesa se esté dotando a si misma de una base popular ampliada que soporta la liquidacién de los restos del petiodo liberal, el apariamiento del go- bierno del control popular y permite per- seguir la politica imperialista. El shiboleih de la democracia: gobiemo del pueblo pata el pueblo (autogobierno) asume zho- ra la forma de una identificaci6n a larga eseala del pueblo con sus goberantes, caricatura de la soberania popular. Rousseau cabeza abajo; la voluntad ge- neral est incorporada al gobierno, me- jor, a la rama ejecutiva del gobierno. El disentimiento y la oposicién son libres en la medida en que son manipulables. Esta identificacién, ella misma una consecucin del capitalismo monopo- listico de Estado en su estado mas avan- zado (Estados Unidos), opera en una 19 [BL_LA DEMOCRACIA BURGUESA ENEL CAPITALISMO TARDIOY LA ESTRATEGIA POLITICA DE LA IZQUIERDA dimensién profunda que sostiene el po- der del sistema en los individuos: la de- moeracia burguesa ha encontrado una fundacién instintiva del mismo tipo para su desarrollo regresivo y destructivo. Las secciones que siguen discutirin breve- mente esta dindmica. El capitalismo avanzado est carac- terizado por una extensi6n cuantitativa y cualitativa de su clase trabajadora (véase Contrarrevolucién y revuelta, cap. 1). El denominador comin sigue siendo la de- pendencia del capital, la apropiacién ca- pitalista del tiempo impagado de trabajo, la separacién del control sobre los me- dios de producci6n. Con la concentracién monopolistica del poder econémico y la extraccién extendida del valor affadido al trabajo intelectual e “improductivo” (en el sentido del término de Adam Smith) extensos estratos de las clases medias se convierten en clase trabajadora —sin ser radicalizados ni “proletarizados”—. Sélo en esta nueva forma histérica es la clase trabajadora la mayoria de la poblacién, s6lo en esta forma culmina la polariza- cién capitalista de la sociedad en capital ¥ trabajo, gobemantes y gobernados. Y, al mismo tiempo, la enorme poblacién dependiente, 1a clase dominada, provee la base popular de la democracia burgue- sa —reproduciendo esta democracia en su estructura representativa— {Bonapartismo? Tal vez, pero sin Bonaparte, sin el real o pretendido dicta- dor carismatico. En cualquier caso, el andlisis esti con trastado con cambios estructurales que militan contra la congelacién de sus con- ceptos en estadios previos del desarrollo. La democracia burguesa retiene la estructura de clase capitalista; al mismo tiempo, la clase dominada, la poblacién subyacente en el sentido amplio, se con- 20 vierte en sujeto-objeto de la politica, de Ja democracia: el pueblo, “libre” en el sentido y dentro de los limites del capita- lismo y en esta libertad reproduciendo su servidumbre. Esta dialéctica esta claramente refle- jada en la terminologia politica de la iz- quierda. Con la excepcién de ciertos grupos sectarios: el énfasis, en teoria y practica, cambia de la (tradicional) clase obreraal “pueblo”: “el poder para el pue- blo”. Pero, zquién es el pueblo? Enel ar- got oficial, especialmente el legal, el pueblo es la suma total de los ciudada- nos americanos (incluidos los gobernan- tes), considerado como representado en Y por instituciones especificas y organi- zaciones (en este sentido, “el pueblo con- trax”). Este no es ciertamente el sentido del “poder pata el pueblo”. Tampoco es, como el eslogan, el pueblo coextensi- vo con la “clase obrera™ en el sentido res- tringido; incluye amas de casa, minorias raciales y nacionales, empleados, desem- pleados, en suma, précticamente toda la poblacin sometida. El concepto contiene asi tados estos elementos: el pueblo pobre (le peuple), los siibditos del principe (gobierno mo- narquico 0 republicano), ciudadanos investidos de derechos constitucionales y libertades que participan en o son el gobierno. De hecho, el concepto parece no tener contrario, porque incluso los miembros de la clase gobernante pagan impuestos, votan —sometidos al gobier- no de la ley— 'Y precisamente este concepto amorfo refleja la realidad: las masas amorfas que hoy forman la base de la democracia ame- ricana —anuncio de sus tendencias conser- vador-reaccionatias, inclusoneofascistas— Primero los hechos que indican la base popular de la democracia en Esta- HERBERT MARCUSE jj dos Unidos, las raices de su fuerza como aparecieron en las elecciones de 1972 —sélo el climax de una tendencia de largo aleance—. En las elecciones libres con suftagio universal, el pueblo ha elegido (jno por primera vez!) un gobierno belicisia, im- plicado por largos aos en una guerra que no es sino una serie de erimenes sin pre- cedente en la Humanidad —un gobiemo de representantes de grandes corpora- ciones (jy gran trabajo!), un gobierno incapaz (y sin voluntad) de detener la in- flacién y climinar el desempleo, un go- bierno que recorta el bienestar y la educacién, un gobierno empapado de co- rrupeién, propulsado por un Congre- so que se ha reducido a si mismo a una méquina de decir si (después de algunas criticas no muy serias)—. Y este gobier- no fue elegido por un considerable voto obrero de! pueblo, rechazando a un can- didato que era sin gran esfuerzo de la ima- ginaci6n un radical, un anticapitalista; queera miembro del establishment, pero que oftecié una oportunidad razonable para acabar con los erimenes de guerra y miti- gar algunas desigualdades ¢ injusticias que clamaban al cielo. En otras palabras, el pueblo estaba dispuesto (nadie lo for- 26) a “adquirir” inflacién y desempleo, crimenes de guerra y corrupeién, un am- pliamente inadecuado servicio de salud, Ia continua carrera diaria por la existen- cia —gpor qué?—. La respuesia se oftece por si sola fi- cilmente: el exp esté subiendo, los bene- ficios progresan todavia; uno se gana la vida mucho mejor que antes, puede via- jar, divertirse. ¥ después de todo, si la altemnativa es el socialismo, y si el socia- lismo es lo que existe en la URSS y sus satélites (,y qué otra cosa hay alli sino las nociones irteales de unos intelectua- les?), el capitalismo es con mucho prefe- rible. Es mas, el pueblo est manipul: do, con el cerebro lavado; los medi practicamente su unica fuente de infor macién, teflejan y expresan los intereses del gobiemo y sus politicas —o mas bien los del establishment capitalista, lo que no excluye cierta critica dentro de unos limites—. Y la educacién, si es que al- canza, es cada vez mas funcional: orien- tada a los trabajos que deben tenerse y deben hacerse: servicio recompensado por el establishment. La respuesta tiene bastante sentido, pero no nos dice toda la historia. El nivel mis alto de vida se compra al precio de mucha miseria, frustraciony resentimien- to; la locura del gasto, de la actividad inhumana en la cadena de montaje y la pérdida de la vida y los miembros en un constante sacrificio es demasiado obvia para ser reprimida con eficacia. ¥ la su- misién a la siniestra concentracién de poder en el gobierno exige explicaciones precisamente a la vista del hecho de que ocurrié de una manera democratica, con derechos civiles y libertades instituciona- lizadas pot la mayoria de la poblacién. Asi, es erréneo decir que el pueblo no tiene la culpa, que no tiene poder para cambiar las cosas con sélo quererlo. Con toda seguridad, el pueblo ha querido des- de hace mucho que la introyeccién con- tinge determinando eficazmente sumente y conducta a la vista de su crueldad evi- dente y su obsolescencia. jEl pueblo puede hacer algo! Por ejemplo, puede votar contra la administracién belicista, puede salir en masa a protestar y manifestar su volun- tad como soberano. Es libre para conse- guir informaci6n no conformista, no manipulada ni censurada (la asi llamada prensa underground que no es del todo 21 [BL_LA DEMOCRACIA BURGUESA ENEL CAPITALISMO TARDIOY LA ESTRATEGIA POLITICA DE LA IZQUIERDA underground, incluso algunos informes en los mejores periddicos y en television, medios sostenidos por sus fuentes, efcé- tera), pero parece que no quiere, que no tiene el deseo real, la necesidad real de leer o ver u oir algo que contradiga la verdad o falsedad aceptada. Asi la gente vota libremente a sus gobernantes, incluso si no fuera la cues- tién de conservar 0 conseguir trabajo —se identifica con sus gobernantes—. Y asi forma una mayoria completamente conservadora que se perpetiia a si misma en, y a través de, los procesos electorales, que perpetia la clase gobemante y su ad- ministraci6n y que fiustra la oposicién. Aqui estd el circulo vicioso de la de- mocracia burguesa hoy: desde que no domina la situacién revolucionaria que podria generar una praxis revolucionaria, la izquierda radical debe combinar y re- forzar su estrategia extraparlamentaria con una oposicién parlamentaria. Pero un gobierno diferente puede ser elegido so- lamente por una mayoria popular, y ésta es una mayoria conservadora. En otras palabras, en el mejor de los casos sélo un representante del establishment (aun- que tal vez con una mayor inclinacién liberal) podria tener la posibilidad de ser elegido —1m mal menor (que podria in- cluso estabilizar mas al establishment) —. El espectéculo en la reeleccién de Nixon se presenta como el epitome de pe- sadilla del periodo en el que ha tenido lugar la transformacion de la demoera- cia burguesa en neofascismo —el estado mas elevado (jhasta ahora!) del capita- lismo monopolistico de Estado—. La identificacién del pueblo con el sistema encuentra su expresién mas lla- mativa entre la clase trabajadora (més baja). Los trabajadores votaron amplia- mente a Nixon, la discriminacién racial, 22 la carga continua de material de guerra durante una huelga, el odio contra los “ra- dicales” que resulta en palizas brutales de manifestanies, el boicot a los barcos de paises donde trabajadores organizados re- chazaron realizar el embarco de bombas americanas contra Vietnam —seria desas- troso para la izquierda minimizar estas aceiones como aberraciones no represen- tativas, en lugar de attibuirlas al poder de laburocracia de la unién—. Son mas bien el tributo del trabajador a las fuerzas so- ciales que unen al pueblo ms all de los conilictos sociales persistentes de mane- ras nuevas al sistema establecido. De maneras nuevas, porque el juego entre produccién y destruccién, libertad y tepresién, poder y sumisién (es decir, Ja uni6n de los opuestos que permea la sociedad capitalisia entera hoy dia) ha creado, con la ayuda de los medios tec nolégicos que no tenia previamente a su disposici6n, entre la poblacién sometida una estructura mental que responde y re- fleja las exigencias del sistema. En esta estructura mental estén las raices indivi- duales profidas e instintivas de la iden- tificacién de la mayorfa conformista con Ia brutalidad y 1a agresién institucionali- zada, Una afinidad instintiva, sf, libidino- sa une, mis allé de toda justificacion racional, los sibditos a los gobernantes. La estructura mental incluye aqui el cariicter sadomasoquista. Erich Fromm, siguiendo a Freud, ha desarrollado este concepto en tétminos psicosociales (Es- iudios sobre la autoridad y la familia, ed. Max Horkheimer, Paris, Alean, 1936, pp. 77-136. Véase también, E. Fromm, Es- cape from Freedom, Nueva York, Rinehart and Co., 1941). Dentro de la concepcién del materia lismo dialéctico tratamos agui con una de las “mediaciones” entre infra y super- HERBERT MARCUSE jj estructura, uno de los modos por los que Ja estructura social se reproduce en los individuos. Una afinidad prevalece entre fascismo y el caricter sadomasoquista (véase T.W. Adorno, Else-Frenkel- Brunswik y otros, La personalidad auto- ritaria, Nueva York, Harper and Brothers, 1950, y los escritos de Wilhelm Reich so- bre la psicologia de masas del fascismo). Ciertamente, la identificacién instin- tiva es siempre primariamente con per- sonas, no con instituciones, politicas o un sistema social. En este énfasis sobre la “imagen” sensual, sobre el sex appeal del lider politico, el sistema americano ha dominado de una manera terriblemente eficiente la dimensidn profunda mas alla dela dimensién politica. Los asuntos rea- les retroceden ante la afirmacién instin- tiva de la imagen; el pueblo se encuentra asi mismo en sus lideres, No es de admi- rar entonces que no importe lo que hacen los ideres en Vietnam, qué atrocidades sin precedentes se cometen bajo su régimen; no importa mucho si mienten o dicen la verdad, lo que prometen y si mantienen sus promesas; corrupcién y engafio en el nivel mas augusto no causan muchos pro- blemas. Todo esto es sélo la ampliacién de lo que ocurre diariamente, lo que es comnatural a esta sociedad; si los politicos escapan impunemente de ello s6lo prue- ban su superioridad competitiva. Los cxi- menes de la administracién son de hecho crimenes s6lo para un punto de vista mo- ral “extemo” —visto de otto modo son exi- gencias dela seguridad nacional, empresas libres, autopreservacién, etcétera— Puede ser digno de nota el que los rasgos de la “imagen” parecen cambiar en linea con el progresivo desagrado que causa el sistema, con la brutalidad de sus resultados, con la sustitucién de la hipo- cresia por mentitas abiertas y engafios. El presidente, de acuerdo con esto, como el jefe de esta corporacion gigante en la que la naci6n esta organizada, puede aho- ra ser extremadamente feo, sin encanto ni sex appeal, pero pleno de superiori- dad y moralidad en los negocios. Ciertamente, el capitalismo siempre ha sido brutal y feo, criminal, pero la presen- cia de una oposicién fuerte y activa refor- z6 una cierta restriecién (ideoldgica) en el advenimiento de los auténticos méto- dos y metas capitalistas. Es esta restric- cién ideolégica (en si todavia una forma de moralidad) la que ha sido abando- nada ahora. En el abandono de las resiricciones civilizadas sobre el poder destructivo, en el liberar al gobierno del bien y el mal, en la sumision y “comprensién” de un pueblo libre, funcionan impulsos instin- tivos que amenazan con asumir una fuer- za explosiva. Constituyen un gigantesco sindrome de sadomasoquismo. Casi un sa- dismo en estado puro reina en las ma- sacres americanas en Vietnam, en la dictadura de Saig6n, pero también en los crimenes que permean la metr6poli, en la policia, en las prisiones ¢ instituciones mentales; en la construccién insana de edificios cada vez mas lujosos; en los deportes, etcétera. Con un componente masoquista més amplio, el sadoma- soquismo sube en los conciertos de rock donde las masas de audiencia alegre ac- ceden a la violencia gratuita del ruido (‘“jescape de libertad, de la political”). ¥ es sadomasoquista la tolerancia de la gen- te —la “gente libre”—; tolerantes de los. perversos y maniacos que los gobiernan. Este sindrome sadomasoquista pue- de ser perfectamente racionalizado en términos de su productividad y poder. Pero precisamente como enel caso de los mecanismos de identificacién (véase mas. 23 [BL_LA DEMOCRACIA BURGUESA ENEL CAPITALISMO TARDIOY LA ESTRATEGIA POLITICA DE LA IZQUIERDA arriba), también aqui la racionalidad abierta es generada y fortificada por la dinamica instintiva. Esta confluencia convierte la categoria psicolégica en po- litica, Sadomasoquista es siempre un in- dividuo y no la sociedad, pero donde el sindrome sadomasoquista es ejercido por la conducta de una més amplia parte de la sociedad, se convierte en un sin- drome social. Esta sociedad esté entre- gada al instinto de muerte en una de sus mis brutales formas, Frases como “muer- te de las ciudades”, “trios y lagos agoni- zantes”, “bosques que desaparecen” deben ser tomadas muy Jiteralmente. Pues de acuerdo con Freud, el instinto de muerte opera por un large rodeo: destru- yendo a otros antes y mientras se des- truye a uno mismo, El rodeo se acorta en la cultura de las drogas: lo que una vez fue un elemento en Ja rebelién politi- ca se ha convertido ahora, divorciado de lapraxis politica, en un suicidio gradual. La cultura americana es todavia a veces descrita como una “cultura que niega la muerte”. O, mejor, la negacion neurética dela muerte esconde una profunda “com. prensién’” de la muerte: su verdadera ce- lebracién en los reportajes diarios de los media sobre violencia, de la tasa de muer- te en Vietnam, en la abogacfa, como tlti- maratio, dela “solucién final” (jacabemos con ellos!). La terrible opcién por la muerte no se detiene ante los mas proximos en el parentesco, los esposos y los hijos. La madre de tres estudiantes en el estado de Kent que declaré (y dejé para su publi- cacin) que sus hijos debian ser “sega- dos” si no obedecian a los guardias (cf. Contrarrevolucion y revuelta, p. 26) es probablemente un caso extremo de locu- ra sadomasoquista. La sefiora que fue la antigua presidenta de la Liga Nacional 24 de Familias de Prisioneros de Guerra es probablemente también un caso extremo; aprobé el reiniciar los bombardeos de saturacién sobre Vietnam, aunque esto obviamente retrasaria el retorno de los prisioneros, ¢ incrementaria su nimero, Pero la sefiora prefirié esto antes que ce- dera lo que Ilamé la presi6n para firmar un acuerdo de paz que habria permitido volver a los prisioneros (Los Angeles Ti- mes, 20 de diciembre de 1972). No creia que su afirmacién representara los senti- mientos de la mayoria de las familias afectadas. Pero el caso extremo dilucida Janonma: son publicados y cubiertos por Jos medios —y no hay ofensa, tormenta de indignacién y odio—; no hay violen- cia en sofocar esia violencia: pues esta opcién por la muerte es una opeién por Ja perpetuacién de la masacre —una op- cién contra la paz y contra la esperan- za—. Es una opeién politica. En el camino al fascismo, el capita~ lismo avanzado aprovecha largamente la agresividad primaria. En consecuencia, Ja inversién de esta tendencia podria im- plicar una reorientacién radical de la agresividad. La lucha contra el funda- mento sadomasoquista de la sociedad también se ha emprendido en un nivel instintivo, aqui implica no la supresién sino la contractivacion de la agresién. Su supresin por la predicacin del amor y lano violencia juega en favor de los prac- ticantes del odio y la violencia, Son dife- rencias instintivas y “politicas” entre las, manifestaciones de agresividad: el odio del mal, de la opresién y destruccién fortalece el instinto de vida, debilita el instinto de muerte, la estructura sado- masoquista. Hay verdad en la afirmacion de que casi siempre la persona equiveca- da, es decir, la que esté en favor de la liberacién muere prematuramente: el sis- HERBERT MARCUSE jj ‘tema de opresién tiene sus raices fisiol6- gicas. El marqués de Sade lo supo: bajo este sistema, la crueldad, la injusticia, el vicio son siempre recompensados, mien- ras que la virtud, la moralidad, la justi- cia son invariablemente castigados. Esto y no su organizacién administrativa de la sexualidad es su mensaje. Podria muy bien haber condiciones en las que el odio seria la Unica forma auténtica de amor. Adorno escribe: Nuestra sociedad podria muy bien haberse desarrollado hasta el punto de (que la realidad dal amor se expresaria de hecho sélo por el odio a lo existente, mientras que toda evideneia directa del amor sirve sélo para confirmar las mismas condiciones que alimentan el odio (“Social Science and Sociological ‘Tendencies in Psichoanalysis”, 1946, citado por M. Tay, The Dialectical Imagination, Boston, Little Brown, 1973, p. 161). Este odio liberador es la muestra de la conciencia liberada, su impresién en la es- fructura instintiva, Una vez que los he- chos han sido aprendidos, una vez que hha resultado evidente por qué y cémo se han convertido en hechos y lo que han hecho a la gente, el camino esté abier- to para la “instintualizacion” de la raz6n, para la juntura de racionalidad y el in- consciente. La necesidad instintiva, el deseo de libertad se hace concreto como una negativa: deseo de liberarse de..., de cambiar el mundo. El mundo no puede ser cambiado por el amor (1a humanidad no lo ha aprendido todavia en 2000 aiios) pero puede ser cambiada por el amor que se ha convertido en odio y volverd al amor cuando la lucha se haya ganado. No ha sido ganada ain nunca: no sélo la fuer- za bruta sino también el poder de la ideo- logia son responsables de la derrota. Des- de el dios crucificado (Nietzsche ha reconocido el horror de este simbolo) el culto ala muerte, el entendimiento con la muerte (Einverstiindniss mit dem Tode, en al, en elor.) ha estado suspendido sobre la civilizacién: muerte como recompensa, como entrada a la vida, prerrequisito dela felicidad y la salvacién, El Amor fuerte como la muerte: la frase epitomiza la gran mentira que ha ayudado a disciplinar a la gente en la paciencia, la obediencia, el so- portar. Esta ideologia ha sido institucio- nalizada en iglesias y escuelas, ha sido transmitida en educacion de generaciénen generacién: atraviesa la democracia bur- ‘guesa, ayuda una vez y otra a evitar ycon- tener la revolucién. La subyersién de esta ideologia no puede ser alcanzada por la educacién en el materialismo, ateismo, eteéiera; requie- re fuerzas mis slidas. Lo que esté en cuestién es la conguista del miedo que siempre es miedo al dolor, al suftimien- to,alapérdida, Aqui laciencia esté en su dominio al dar a la humanidad madura conirol sobre la muerte: haciéndola fi- cil, indolora. El resto podria ser cuidado por un comprensivo y adecuado seguro de salud. Estos son algunos de los temas extre- mos que enifrenta la izquierda radical en este periodo; operan en zonas todavia no clucidadas € incorporadas a la teoria y la praxis. Volvemos al asunto més agudo que nos ocupa: la estrategia de la izquierda. El andlisis de la integracién capita lista desplaza el énfasis desde las clases al “pueblo”, la poblacién dependiente en su conjunto, En realidad, este cambio no es mus ni ofra cosa que una redefinicién del concepto de clases de acuerdo con el desarrollo del capitalismo, asi la redefi- 25 [BL_LA DEMOCRACIA BURGUESA ENEL CAPITALISMO TARDIOY LA ESTRATEGIA POLITICA DE LA IZQUIERDA nicién hace que las superpotencias sean probablemente de larga duracién. De este modo, la proposicién de que el colapso ser interno, desde el interior del sistema, sigue siendo cierta (del “interior” inclu- yendo el Tercer Mundo). ¥ el proceso de transicién envolveria una radical transfor- macién de una democracia burguesa an- terior ala construccién revolucionaria del socialismo y dentro de la estructura del ca- pitalismo monopolista de Estado. Esta transformaci6n reduciria la ma- yoria consevador-conformista pero en absoluto alcanzarfa una transicién “par- lamentaria” al socialismo. Esta posibili- dad (sies que alguna vez lo fue en os paises capitalistas avanzados) esté casi exchiida por el poder total armado y técnico de la clase gobernante. La transformacién demo- critica s6lo puede llevar al punto donde el apoyo popular del sistema es reducido aun grado tal que la oposicién radical pueda movilizar su propia base popular —el sen- dero a la guema civil— La siguiente seccién discutird la cues- ti6n de si el capitalismo ameticano genera las condiciones para semejante desarrollo. Hay que empezar desde la base. La estructura del poder ha conseguido re- ducir el movimiento al mas pequeiio y menos acreditado modo de protesta: jma- nifestaciones, piquetes, cartas al editor, a los congresistas, telegramas al presi- dente! Humillante, ridiculo, deprimente —pero cuenta: cuanto mayor el nimero, la cantidad, mas dificil es despreciar este tipo de protesta—. Es més, los temas de- ben agudizarse y no canalizarse en con- troversias procedimentales o legales. Por ejemplo, si los manifestantes contra los. reclutamientos de marines en el campus estan siendo castigados, la protesta no deberia ser contra el uso 0 violaci6n de la normativa (libertad académica, compor- 26 tamiento académico), sino contra la mas castigable ofensa por parte de la adminis- tracién al permitir los rechatamientos de marines en el campus en primer lugar. Generalmente la guerra debe ser el primer blanco: es la causa de la indlacién, del deterioro de la educacién y el bienes- tar, de la cultura del crimen. Un corte a través de la red demonfaca y engajiosa de los procedimientos y técnicas, la pro- testa deberia dejar claro que la presencia de las fuerzas de los Estados Unidos en Indochina ha sido un acto de agresion desde el principio, y que la nacién ha es- tado implicada desde entonces en una serie ininterrumpida de crimenes de gue- ra. Fue una equivocacién por parte del movimiento antibélico jugar al juego del gobierno al trabajar por la liberacién de los prisioneros de guerra. El argumento: que el enemigo estaba dispuesto a hacer concesiones en el reconocimiento del sentimiento antiguerra en los Estados Unidos, que a su vez induciria al gobier- no de los Estados Unidos a concesiones: este argumento equivoca por completo la fuerza de este Estado belicista y la bruta- lidad de la administraci6n. La izquierda debe darse cuenta de que nunca antes fue el poder y la base popu- lar de la clase gobernante tan grande como es hoy en Estados Unidos, y nunca tan dispuesta a usar este poder con todos Jos medios a su aleance. Se sostiene por el conformismo sadomasoguista de la gente, La liberacién depende de la lucha revolucionaria en la que la estructura ins- tintiva que prevalece experimentaria una, transformacién decisiva. La agresividad dominante no debe ser suprimida sino reorientada contra el enemigo real, las tangibles y visibles del sistema capita- lista —sus deficiencias asi como sus virtudes: en el gobierno, la industria, el HERBERT MARCUSE gj ejército, las universidades, las iglesias, et- cétera—. La accién debe ser sin los ras- gos anales, sin la crueldad y cinismo que son las prertogativas del establishment. Tal accién legaré a los limites mismos de Ja legalidad siempre que trascender esos limites pudiera ser contraproducen- te, y deberd ser preparada por una ilus- tracién politica completa de la comunidad respectiva para neutralizar su hostilidad e indiferencia, Los rasgos histéricamente nuevos de la demoeracia burguesa en su forma més avanzada (en Estados Unidos) son: a) la fuerza de su base popular, yb) su carde- ter militantemente reaccionario. La base popular esta fortificada por una estructu- ra instintiva que reproduce el sistema capitalista en los individuos. Ahora, no se trata por supuesto de un desarrollo nuevo en absoluto que la clase trabaja- dora se “aburguesa” (verbiirgerlicht). Es nuevo lo remoto de las condiciones bajo las cuales este proceso podria invertirse, la ausencia de un partido obrero y prensa Mi ‘he Dai Later Sow, 68, abe Dare obrera, el rechazo del socialismo incluso como un fin. Con respecto al cardeter politico de la democracia burguesa hoy: esta democracia no se enfrenta ya a un poder feudal o postfeudal; ha conquista- do en su tofalidad el ejéreito, el servicio civil, las instituciones educativas. Como resultado, el parlamento ha sido reduci- do a una funcién menor. La monopoli- zacién de la economia se impone en la concentracién del poder, en la rama ¢je- cutiva del gobiemo. El autogobiemo de la burguesia es completo; en el alineamien- to de la poblacién tras este gobierno, la clase trabajadora ocupa todavia una po- sicién de clase por si, contra la burguesia como clase en esta sociedad —sin tras- cendetla, no su “negacién definitiva”—. Y la lucha de clases no interfiere con la brutal politica imperialista: la solidaridad de la clase trabajadora internacional esté en un bache histérico (mas bien a cero), y el movimiento militante contra Ta guerra est concentrade ain en los grupos mino- ritarios “marginales”. 27 [BL_LA DEMOCRACIA BURGUESA ENEL CAPITALISMO TARDIOY LA ESTRATEGIA POLITICA DE LA IZQUIERDA En este estadio, el capitalismo des- pliega abiertamente su esencia propia: el crimen contra la humanidad que ha sido desde el comienzo. La explotacién del hombre por el hombre, y la perversion del humano en relaciones comodas, el cardctery la organizacién degradante del trabajo, la destruccién de la naturaleza —iodas estas cualidades no pueden per- manecer més ocultas o atenuadas por su progresiva funcién en el desarrollo de las fuerzas productivas—. El desarrollo capitalista y el uso de estas fuerzas, sal- picadas siempre de explotacién y des- humanizacion, han culminado en la productividad del asesinato, el asesinato del débil y el pobre en Indochina: asesi- nato tecnoldgico, cientifico, automatico que libera a los asesinos de cualquier sen- tido de culpa personal. Es como si el capitalismo se sintiera ahora seguro para soltar los frenos de su destruccién productiva —frenos legales, morales, politicos (0 como si el capita- lismo no pudiera permitirse ya mantener esos frenos)—. El sistema rompe su pro- pio velo, su propia verificacién. En su propia conducta demuestra diariamente la verdad de la teoria marxista. La terce- raparte del AntiDiihring de Engels, el and- lisis de Lenin del imperialismo son mansos -y comedidos en comparacién con la rea~ lidad. La unién del gran capital y el Es- tado es la mds inmediata y abierta: la nocién de conflicto entre intereses pri- -vados y gobierno publico ya no se toma mis en serio y, si es necesario, es abolida por un fiat administrativo, Con la desaparicién de la distincién entre negocio, mafia y politica, la corrup- cién se ha convertido en un término sin sentido. Cuanto mas alia esté mas prote- gida esté —“legitimada” por el mero he- cho de que esta tan elevada—. 28 En la democracia americana de hoy el gobiemo es por definici6n (porque fue ele- gido por el pueblo y porque es el gobier no) inmune a la subversin, y esté (por la misma definicién) seguro de cualquier otra cxitica verbal y oposicién del Congreso que puede ser manipulada con facilidad. La separacién entre persona y cargo y el reconocimiento de un derecho de la gente a la resistencia (idea tan central a la tra- dicién protestante y puritana) se han olvi- dado. El cargo sanciona al que detenta el cargo, y esta sancién no es afectada por sus hechos. El presidente es el presidente yrtetiene el tabs que le es debido —sea él © no el que ordené la caida de la bomba atémica o la masaere del pueblo vietna- mita—. La mentalidad sadomasoquista de sus sometidos fortifica el tabs. Y el derecho ala resistencia: como lo ejerce el pueblo soberano, la resistencia ha sido siempre un evento revoluciona- rio, un hecho mis que un derecho. El derecho de resistencia nunca ha sido con- cedido al pueblo en su conjunto, actuan- do en masa; ha sido siempre investido en una parte especifica del pueblo, un gru- po, consejoo “estado” considerado como representacién del pueblo mismo: “ma- gistrados”, parlamento. Pero en la demo- cracia americana, hoy incluso, esta resistencia popular restringida ha cesado de operar: con la actividad “equilibra- dora” del Congreso concentrado en el pre- supuesto y la protesta verbal, con el control ubicuo del poder del Ejecutivo, la democracia burguesa no presenta ya un barrera efectiva al fascismo. He destacado la funci6n ambivalente de los derechos civiles en esta democra- cia. Tienen que ser defendidos por todos los medios, aunque también sirven al gobierno protofascista que los controla cada vez mds abiertamente. Me refiero a HERBERT MARCUSE jj Tolerancia represiva: la situacién haem- peorado desde entonces. La nocién de objetividad, tan central al funcionamien- to de una sociedad civilizada ha sido invalidada (mds bien vuelta al revés) —no por los radicales, los marxistas, et- cétera, sino por el gobierno mismo que los prohibe—. Traza duras medidas para forzar a los media a tener programas “equilibrados”. Con el disfraz de objeti- vidad una rigida censura (que opera como cualquier otra cosa con el dinero: retira- day no renovacién de las licencias). Pero si se necesitaria un muevo equilibrio para alcanzar la objetividad, seria en la direc- cién opuesta, es decir, igual tiempo y pacio para la opinién e informacién critica del gobierno, y refutando las que emanan de él. El gobierno puede permitirse consen- tir que se aireen y publiquen la objetivi- dad critica siempre que ésta permanezca estrictamente cuantitativa: diez cartas afirmativas al editor y diez negativas en la misma pagina, etcétera. La igualdad es engafiosa, pues la opinién afirmativa -y conformista es multiplicada y fortifi- cada por el conjunto del contexto, la ima- gen del periédico, el espacio privilegiado que se le asigna a las declaraciones y portavoces del gobierno, la presién vin- dicativa, el sentimiento de comunidad. Es mas, en este contexto, la objetivi- dad en la permisividad de opiniones pro- mueve la agresividad, la opresion y el crimen en la medida en que se publican las mas indignas exhortaciones a la vio- lencia —la violencia sadomasoquista enquistada en el establishment—. No es un izquierdista salvaje ni un ser humano sino un tal Mr, Flynn de Anheim quien escribe a Los Angeles Times que “su tmi- ca queja es que Estados Unidos no haya considerado apropiado usar las armas nucleares contra Vietnam del Norte”, y el periddico imprime esta obscenidad (29 de diciembre de 1971, cuatro dias des- pués de Navidad) porque también impri- me, en la misma pagina, la contestacién. Un presidente que se sienta seguro en la Casa Blanca més protegida del mundo es lamado “valiente” por ordenar bombar- dear, bombardear y bombardear un pue- blo hasta matarlo y expulsarlo de su tierra y este sinsentido es impreso, pero en la misma pagina el mismo presidente es acusado por la misma raz6n. Comparado con el neofascismo, de- finido en términos de “suspensién de los derechos y libertades civiles”, supresion de toda oposicién, militarizacién y ma- nipulacién totalitaria de todo el pueblo, Ja democracia burguesa incluso en su for- ma monopolista ofrece ain una oportu- nidad (la iltima) de una transicién al socialismo, para la educacion (en teoria yprictica) y la organizacion que prepare para la transicién. La nueva izquierda se enfrenta por tanto a la tarea de defender esta democracia —defenderla es el mal menor: menor que el suicidio y 1a su- presién—. Y se enfienta con la tarea de defender esta democracia mientras ataca sus fundamentos capitalistas, es decir, se- parar las formas politicas del capita- lismo de su estructura econémica. Tal separacion se hace posible por la relacién dialéctica entre forma y contenido: la for- ma burgués-democratica va detrds de la estructura del capitalism monopolista y de capitalismo estatal y preserva asi las instituciones liberales vinculadas a un estadio histérico previo que esté siendo répidamente superado. El capitalismo avanzado esté adecuadamente equipa- do para climinar estas instituciones si y cuando el conflicto se vuelva intolerable, mientras que la izquierda es todavia muy 29 [BL_LA DEMOCRACIA BURGUESA ENEL CAPITALISMO TARDIOY LA ESTRATEGIA POLITICA DE LA IZQUIERDA débil para transformarla en una demo- cracia socialista, Superar esta debilidad requiere el uso de las instituciones de- miocraticas mientras se combaten las fuer- zas que, dentro de esa demoeracia, hacen al pueblo mismo el heraldo de las ten- dencias conservadoras, reaccionarias ¢ incluso neofascistas. Usar la democracia burguesa para re- ducir su base popular —no se trata cier- tamente de una estrategia nueva—. Pero hoy la tarea es infinitamente mis dificil porque a) el impacto de las necesidades materiales como fuerza revolucionaria ha disminuido considerablemente, y 2) la manipulacién del ser humano ha alcan- zado una profundidad sin precedentes. Consecuentemente, el surgir de la con- ciencia debe proceder sobre una base mas. amplia, ms alld de la clase trabajadora en el sentido estrecho y debe ser un tra bajo de educacién para una verdadera transformacién de valores y metas que alcanzara a negar el sistema establecido. {Bajo el capitalismo monopolistico la educacién politica deberia ser de hecho el trabajo de pequefios grupos no inte- grados y de los individuos! {Blites? {Por qué esta nocién que pertenece al equipo propagandistico del establishment —denuncia de los odiados radicales en términos de apelar al antiintelectualismo del pueblo—? ;Por qué no mejor el buen término revolucio- nario de “vanguardia™? Siempre ha sido un grupo pequefio y siempre ha inchui- doa los “intelectuales”. Y su tarea ha sido siempre la educacién. Seguramente la oportunidad de una revolucién socialista emerge de la expe- riencia de la lucha revolucionaria misma, pero la cuestién es que hoy, en Estados Unidos por lo menos, en Alemania, en Inglaterra (esto es, en los paises capita- 30 listas mas avanzados), la lucha revolu- cionaria debe ser generada primero, he- cha nacer, organizada. Esto exige la translacién de las condiciones objetivas a la conciencia politica, conciencia so- cialista. No puede ser la tarea de una “elite” (por qué reemplazar el buen con- cepto leninista de “vanguardia” por el de “elite”, y sucumbir asi a la propaganda del establishment?), de lideres con estilo propio, sino mas bien de individuos y grupos de todas las clases (horribile dictu) quienes, en su confrontacién con la sociedad han tenido la experiencia liberadora: en el campus, en las calles, en las tiendas, en los ghettos y quien se ha hecho militante socialista en esta con- frontacién. Saben que las masas no son socialistas y trabajan por elevar la con- ciencia de sus compafieros y compaiie- ras dondequiera que estén y no s6lo entre los trabajadores: la educacién politica en teoria y préctica. Esto responde la pregunta de {quién educa a los educadores? La respuesta es simple (una vez que nos hemos liberado de la viciosa propaganda antiintelectual en la formulacién de la cuestién). La res- puesta es: fos edducadores se educan a st mismos. La teoria esté ahi, la tradicién intelectual y la experiencia estén abi, las lecciones de la lucha revolucionaria es- tan abi, pueden ser aprendidas y comu- nicadas... Hoy el capitalismo impone a la edu cacién politica radical un nuevo foco y un nuevo “Lenguaje”. Justo como en los paises capitalistas avanzados el impulso radical puede probablemente originarse en la dimensi6n exisiencial mds alld de las necesidades vitales materiales (priva- cidn), ast la educacién politica tendré que acentuar y articular esta dimensién. Esto quiere decir que la necesidad de una re- HERBERT MARCUSE jj organizacién fundamental del trabajo manual e intelectual se acentéia por un cambio “ideolégico”: la educacion debe centrarse en temas “culturales”, mora- les como armas politicas. La minimizaci6n de los temas mora- les (como “simplemente” ideolégicos) se ha convertido en un enorme obsticulo para el desarrollo de la conciencia po- litica y en un enorme impulso para la moralidad capitalista dominante. Si los contenidos mas concretamente poli- ticos no se hacen conscientes (después de mas deun siglo de represi6n en la que no pocos marxistas se unieron a la bur- guesia), la imagen del socialismo como sociedad cualitativamente mejor ser una palida y abstracta idea que no merecerd que se luche mucho por ella. Esto quiere decir no que regresemos del socialismo cientifico a uno “utépico” y “verdadero”, del materialismo dialéctico al idealismo, sino, por el contrario, recapturar toda la fuerza del materialismo dialéctico por el reconocimiento del contenido material de Jos temas morales, su sustancia politica -y material. {Cuéil es el contenido politico de las categorias morales? S i los trabajadores de América van en masa a la huelga contra la gue- rra en Vietnam podrian hacerlo porque no soportan mas el sacrificio de una po- bre gente luchando por su liberacién, y no pueden soportar la completa destruc- cién de su pais. La solidaridad serfa una categor{a moral trasladada a la accién po- litica. Al mismo tiempo, semejante ac- cién, aparte de su efecto en la economia capitalista, romperia la identificacion del trabajador con la clase dominante y sus intereses —ruptura que no se alcanza en, la estrategia reformista de los sindica- tos—. En suma: erupeién de una morali- dad socialista como fuerza politica, Otro ejemplo, si se establecen las condiciones para que eventos tales como la Rose Bow! Parade (presenciada por mas de un mi- l6n de personas) no pudiera tener lugar mientras continuara la guerra contra los movimientos de liberaciény se mantuvie- ran los ghettos, Esta conquista seria mo- ralidad que se convierte en fuerza politica, ¥ la kathexis politica de un objetivo que simboliza la epifania comercial de la esfe- 1a er6tica. Al mismo tiempo, la supresion de la demostracién publica de 1a belleza en la sociedad fea seria la ofensa moral radical contra la celebracién de la alegria acomodada en la atmésfera del matadero. Inversamente, la moralidad capitalis- ta del trabajo como fuerza reaccionaria: en 1972 sectores importantes de trabaja- dores en los estados densamente indus- triales de Estados Unidos votaron a favor de la reeleccién de Nixon por su posicién fespecto al transporte escolar. “Parece que el trabajador infimo de Michigan ha lle- gado al punto en el que ‘la escuela a la que va su hijo significa mas que la cuan- tia de su cheque de paga”™ (New York Ti- mes, 10 de octubre de 1972). zUn tema “cultural” que sobrepasa los temas eco- némicos materiales? {Es la calidad de la educacién lo que preocupa a estos traba- jadores o es mds bien la moralidad racis- ta la que motiva el acto politico? El resultado es una contribucién mas ala es- tabilizacion del capitalismo en su forma més agresiva. La fuerza politica de la moralidad asume una forma histérica nueva bajo las nuevas condiciones del capitalismo monopolista: estamis profun- damente enraizada y tiene un potencial radical mas amplio que en los estadios pre- vios del desarrollo social. 31 [BL_LA DEMOCRACIA BURGUESA ENEL CAPITALISMO TARDIOY LA ESTRATEGIA POLITICA DE LA IZQUIERDA Cuando el capitalismo se ha liberado a simismo de sus frenos ideol6gicos el bien y el mal deben volverse categorias politi- cas, Sia la gente “no le preocupa” es por que hace tiempo que ha aprendido que las empresas del Mundo Libre estén por enci- ma del bien y del mal, la verdad y lamen- tixa —mientras el sistema fimcione— Evidentemenie, la liberaci6n del bien y del mal aumenta horriblemente el po- der de la sociedad que dispone de los medios y recursos para imponer sus pro- pios intereses. Ahora cubren el mundo entero en el espacio interior y exterior. Aqui esta la juntura entre la economia politica y la amoralidad existencial del sistema, En este estadio, del apoyo popular continuado o la capacidad de soportar del capitalismo, dependen del “entendimien- to” de sus crimenes monstruosos: el bien- estar material en las metropolis descansa sobre el silencio inhumano de la mayo- ria conformista, El nivel de vida més alto es sin duda una meta para luchar. En los paises avanzados debe ser esencialmen- te redefinido en términos de liberacién. humana, en términos muy materiales. jPuede Ja vida buena alcanzarse sin la explotacién y brutalidad? Por razones practicas tanto como tedricas la respues- ta debe ser afirmativa. Pero tal desarro- llo presupone la revolucién que esta siendo suprimida —no sélo por el gobier- noy laclase gobernante sino ademas por el pueblo que se somete a ellos—. Conforme a la “extensidn” del obje- tivo de la educacién politica desde los trabajadores a “la gente”, la nueva iz- quierda en Estados Unidos ha enfatizado la comunidad como el terreno de 1a edu- cavién politica, El concepto de “comuni- dad” es ideolégico: sugiere una identidad basica de intereses que atraviesa las 32 divisiones de clase. Sin embargo, hay buenas tazones para esta “desviacién” ideolégica. Las comunidades como la “vecindad” offecen la oportunidad para alcanzar al pueblo en su ambiente, en Ja concrecién de su vida —tras el trabajo pero también en el trabajo (jlas muje- res!)—, Es mis, la concentracién en la comunidad contraataca la organizacion burocriticamente centralizada de la po- litica del establishment, y de la centtali- zacién burocratica del partido de la ‘oposicién. El control de la comunidad po- dria ser una forma (tentativa) de autode- terminacién y control “desde abajo”; como tal, podria preceder y acompaiiar el control de los trabajadores en las fi- bricas y las tiendas, en los ghettos, seria un medio de fortalecimiento inmediato del potencial politico y de desarrollar los mucleos de la organizacién local. La or- ganizacién vecinal en las comunidades de clase media mas baja estableceria también un vinculo personal entre la re- sidencia y la ocupacién (comercio, ofici- na, fabrica). {Para qué el control de la comunidad? En las comunidades todavia esencialmen- te conservadoras y conformistas el au- tocontrol no significaria otro progreso que, tal vez, el de la eficiencia. Igual que el control de los trabajadores en las fa bricas no significaria un avance hacia un cambio radical social y politico si no son trabajadores radicales los que lo realizan, hombres y mujeres, asi en las demas co- munidades. Aqui también, la educacién politica debe ser el primer paso en el lar go camino hacia el control socialista anticapitalista. El propdsito de controlar es de hecho “racionalizacién’, es decir, una organizacién del trabajo y el ocio menos costoso y destructivo de los recur 50s humanos y naturales, pero precisamen- HERBERT MARCUSE jj te este propésito debe ser preservado sélo por una sensibilidad revolucionaria, la imaginacién y la razén —de otro modo, deberé continuar siendo una raciona- lizaci6n de la no libertad, un estadio mas alto en el desarrollo del capitalismo—. Racionalizacién y progreso en el control auténomo no asume “autométicamente” los rasgos del socialismo del control para la libertad. Para conducirlo mis all del punto donde trasciende la estructura ca- pitalista y hacia una reorganizacién radi- cal de la vida, en otras palabras, donde asume una cualidad diferente del trabajo y el ocio debe proceder sobre una base ‘humana cualitativamente diferente —ex- presién de un nuevo potencial humano—. La misma relacién estructural entre los elementos cualitativos y cuantitativos del proceso de transicién prevalece en la comunidad que juega un tol decisive en la radicalizacién de la sociedad integra- da: la comunidad de estudiantes. La contracultura, la nueva moralidad origi- nadaampliamente en estos grupos —con- tienen la diferencia cualitativa—. Lo que faltaba desde el comienzo era su organi- zaci6n politica adecuada. Esto fue impe- dido por el culto a la espontaneidad y el antigutoritarismo. Se hicieron esfuerzos admirables en la organizacién en amplia escala, Su punto Algido (en la Conven- cién de Chicago en 1968) fue también el comienzo de la decadencia. Eneste contexto, la lucha por la libe- racién de la mujer es de la maxima im- portancia —hasta el punto de convertirse en movimiento politico—. La negacién de los valores y metas de la sociedad pa- triarcal de dominio masculino es también, la negacién de los valores y metas del capitalismo —y esto en el nivel fisiol6- gico, instintivo del individuo—. He sido acusado de sucumbit ala imagen “mascu- lino chovinista” de 1a myjer al atribuirle cualidades especificas que estén de he- cho socialmente determinadas (termura, suavidad, etcétera). Ahorame parece sin sen- tido separar de esta manera cualidades so- cialmente determinadas y fisiolégicas (“naturales”): en el desarrollo histérico, lo primero est. inmerso en la fisiologia y se convierte en una “segunda naturaleza”. En cualquier caso, estas cualidades femeni- nas se han convertido en un hecho, y como factual, pueden ser usadas politica y so- cialmente. Suprimirlas porque son his- toricamente determinadas podria ser sacrificarlas al establishment masculino. Cieriamente, existe la hembra agresiva, la “madre devoradora” (como hay también el macho suave, el hombre no violento). Lametaes liberar esas cualidades (mascu- lino y femenino) lo cual toca a una socie- dad mejor, una sociedad sin explotacién sexual, o de otro tipo —independientemen- te de si esas cualidades estin fisiologica 0 socialmente determinadas—, En cada revolucién ha habido deman- das “sub-revolucionarias” y fuerzas que han trascendido las metas econémicas y politicas de la praxis revolucionaria real. En Ja ausencia de un movimiento revolu- cionario de masas aparecen como hist6ri- camente prematuras. Hoy es el caso en un. sentido especialmente enfatico. Las con- diciones y los modos de vida que han sido tradicionalmente entendidos como el resultado y efecto de la revolucién, pre- ceden ahora a la revolucién, incluso apa- recen como parte de sus causas en los pai- ses capitalistas avanzados. Me refiero aque la transformacién de valores pretende la subversién no sélo de la economia capita lista y la politica sino también de la con ciencia establecida, la moralidady laestética —no sélo del capitalismo sino ineluso del socialismo de modelo soviético— 33

You might also like