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De nuevo sobre motivación de los hechos.

Respuesta a Manuel Atienza


Perfecto ANDRES IBAÑEZ

Manuel Atienza ha tenido la amabilidad de dedi- presen los «antecedentes de hecho». Sin embargo,
car una parte de su tiempo, primero, a la lectura de- parece no haber una conciencia clara de lo que debe
tenida de mi artículo «Acerca de la motivación de los colocarse bajo esa etiqueta.
hechos en la sentencia penal» (Doxa, n.O12, págs. Creo que en los «antecedentes de hecho» tiene
257 y ss.; también en La sentencia penal, de varios que dejarse constancia de los actos de prueba pro-
autores, CGPJ, Madrid 1992), y de prolongar, lue- ducidos, de los criterios de valoración utilizados y
go, esa dedicación en un trabajo en el que expone del resultado de esa valoración. Todo ello con la ne-
con detalle una serie de dudas y puntos de dis- cesaria precisión analítica, previa a una evaluación
crepancia. del material probatorio en su conjunto. Dicho de ma-
Todas las observaciones dan en el blanco de nera sintética, se trata de expresar los anteceden-
cuestiones de innegable densidad problemática y, tes probatorios, de dar cuenta del proceso de ela-
así, la invitación a responder a sus interrogantes, no boración de los datos de ese carácter, de modo que
puede tener por mi parte más que una acogida to- el lector de la sentencia pueda entender por qué se
talmente positiva y a la vez agradecida. De este afirman ciertos hechos como probados.
modo, Manuel Atienza me ofrece la posibilidad --él
y el lector juzgarán- de aclarar mis posiciones, y Ad 3.2. En mi trabajo, hay, en efecto, dos usos
también de reflexionar nuevamente sobre un asunto del término «justificación», que se explican en cada
de los más sugerentes que la jurisdicción penal plan- caso. Uno, para expresar lo que la motivación no
tea a quienes nos dedicamos a ella. Me parece jus- debe ser, esto es: dar a posteriori apariencia de pro-
to, además, subrayar la importancia de que -como ceso consciente al de adopción de una decisión to-
aquí sucede- estas cuestiones, que por la riqueza mada -previamente- de forma emotiva o incons-
de sus implicaciones teóricas desbordan el campo ciente. Y otro, aquel al que me refiero citando a
estrictamente procesal, encuentren el eco que me- Gianformaggio, y que es el que confiere a la moti-
recen y necesitan en el interés de los filósofos y teó- vación «un estatuto esencialmente cognoscitivo».
ricos del derecho. Esto en el sentido de que la motivación está consti-
Seguiré en mi exposición el orden que mi interlo- tuida por discursos producidos en apoyo de tesis
cutor ha establecido en la suya. asertivas, es decir, que afirman o niegan sobre la
base de datos obtenidos contradictoriamente en el
Ad 3.1. Es cierto que hago referencia y no expli- curso de la actividad probatoria, o bien sobre la base
cito suficientemente lo que considero debería ser la de una determinada interpretación de una disposi-
nueva estructura de la sentencia penal, en vista de ción. El deber de motivar asumido de esta forma,
la exigencia constitucional de motivación. Trataré de aun cuando se materialice en un momento posterior
hacerlo ahora brevemente. al de la decisión propiamente dicha, preactúa sobre
El modo tradicional de sentenciar limitaba todo lo los procesos intelectuales que preceden a la adop-
relacionado con la quaestio (acti a la declarción apo- ción de la misma Ouicio de hecho y juicio de dere-
díctica de los hechos considerados «probados». De cho), imprimiendo racionalidad y un grado de auto-
ahí, se pasaba sin más elaboración a extraer -casi consciencia a las inferencias. Así resulta que la de-
como por yuxtaposición- determinadas consecuen- cisión propiamente dicha, es decir, el fallo, tiene ca-
cias juridicas, mediante la invocación de algunos rácter práctico, pero sus antecedentes tienen una di-
preceptos. Todo el esfuerzo motivador se concen- mensión prevalentemente teórica.
traba en este segundo momento, en cuyas particu- En todo caso, es preciso señalar que la afirma-
laridades no cabe entrar ahora. ción de que el juicio tiene carácter cognoscitivo es
Las insuficiencias de tal modo de proceder son una proposición normativa, que se orienta a la rea-
bastante obvias, si se atiende a la exigencia elemen- lización de un modelo, que es el que Ferrajoli ha ca-
tal de hacer de la sentencia un texto comprensible racterizado como «garantista».
y dotado de cierta aptitud autoexplicativa, que es
condición de posibilidad de la defensa frente. a la de- Ad 3.3. Mi pretensión en este punto era señalar
cisión de los concernidos por ella. que, sea cual fuere el concepto que se tenga de los
Hoyes algo comúnmente aceptado que el impe- «juicios de valor», éstos son algo esencialmente di-
rativo del artículo 120,3 de la Constitución se refiere ferente --en contra de lo que reiteradamente sos-
también a los hechos, y esta convicción está refor- tiene la jurisprudencia de la Sala Segunda del Tri-
zada por la exigencia del artículo 248,3 de la Ley Or- bunal Supremo- de los hechos psicológicos. Las
gánica del Poder Judicial de que las sentencias ex- afirmaciones relativas a éstos son verificables y re-

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futables (hubo o no hubo en el sujeto de la acción plano epistemológico que la verdad material que ha-
intención de matar). Los juicios de valor, en cambio, cía posible el proceso inquisitivo con su ausencia de
no son ni verdaderos ni falsos. La verdad es que mi límites a la acción investigadora. Es una paradoja
propósito más que hacer profesión de emotivismo a sólo aparente la de que justo cuando el proceso pe-
la Ayer (que, tiene razón Manuel Atienza, probable- nal se pone como objetivo un tipo de verdad en apa-
mente sería «una pasada»), era tratar de señalar riencia más débil, es cuando se sitúa en condicio-
con el máximo de expresividad la distancia que exis- nes que le permiten acceder a mejores resultados
te entre las inferencias inductivas relativas a hechos en el orden del conocimiento.
y los juicios de valor. Por lo demás, es claro que és- Esta afirmación podrá parecer chocante en el
tos tienen, también, un campo de operaciones en la caso de declaración de i1icitud de un medio de prue-
sentencia y pueden ser argumentados racional- ba cuyo resultado, de facto y en el supuesto concre-
mente. to, hubiera conducido a consecuencias claramente
incriminatorias (el hallazgo de una cantidad de dro-
Ad 3.4. Manuel Atienza expresa la duda de que ga en un registro domiciliario irregular, es el ejem-
la presunción de inocencia cumpla un papel episte- plo más gráfico). Ahora bien, es necesario tener en
mol6gico. Piensa que la institución no responde a cuenta que las formas procesales cuya inobservan-
un interés de tipo cognoscitivo, sino de carácter cia se sanciona con tacha de expulsión del proceso
práctico: evitar que pueda tener lugar un resultado de los datos adquiridos con infracción de las mis-
indeseable (la condena de inocentes). mas, se orientan a dar transparencia y a hacer con-
Estoy de acuerdo en que la efectividad del princi- trastables en el futuro debate tanto los frutos que se
pio de presunción de inocencia es el medio más idó- predican de la actividad investigadora como el modo
neo para garantizar que no se produzca ese resul- en que se ha llevado a cabo la actividad misma.
tado indeseable. Ahora bien, entiendo, con Ferrajo- Es cierto que la expulsión de la tortura del catálo-
Ii, que si eso sucede es precisamente porque un pro- go de los medios probatorios se debió a razones
ceso penal de esa inspiración es el que hace posi- esenciales de humanidad. Pero en la conciencia de
ble, en general, el mayor grado de aproximación a quienes se opusieron a ella estuvo asimismo bien
la verdad empírica. Es decir, la determinación, en presente la evidencia de los muchos procesados del
las mejores condiciones, de lo realmente aconteci- antiguo régimen que por ese medio se confesaron
do en un supuesto concreto. autores no sólo de delitos que no habían cometido,
Es cierto que la tarea de los jueces y tribunales sino incluso de actos de imposible realización. Hoy
no es puramente teórica, pero tiene una inequívoca está suficientemente demostrado que ese modelo
dimensión de ese carácter, que se concreta en una procesal no se adaptaba objetivamente al fin de ob-
exigencia de rigor lógico y epistemológico en el tra- tener conocimiento empírico sobre actos persegui-
tamiento de los datos de hecho y de los enunciados bles efectivamente realizados. Era, por el contrario
normativos; y que se superpone y refuerza la dimen- y sobre todo, un instrumento de cierta lucha total, y
sión más propiamente garantista. no sólo contra el delito, sino contra el mal.
Cuando la Ley de Enjuiciamiento Criminal, por Se refiere Manuel Atienza a una sentencia de la
ejemplo, regula con minuciosidad la forma en que que yo había sido ponente, que absolvía a una per-
debe producirse la manipulación de los vestigios del sona detenida en «actitud sospechosa», que, re-
delito; relativiza el valor de la confesión autoinculpa- currida por el fiscal, fue confirmada por el Tribunal
toria que no aparezca suficientemente confirmada; Constitucional, al considerarla razonablemente mo-
busca la autenticidad en los testimonios, prevé otros tivada. Se pregunta Manuel Atienza si de haberse
tantos dispositivos de garantía, garantía que es, so- realizado la detención en forma correcta -sugiere
bre todo, la del respeto de la genuinidad de los ele- que «por ejemplo, mediante mandamiento judi-
mentos fácticos sobre los que tendrá que fundarse cial»-Ia posesión de la droga, en ese caso, adqui-
ulteriormente el juicio. riría una certeza de otro modo inexistente.
En este sentido, la presunción de inocencia hasta La razón de cuestionar la eficacia probatoria de
prueba en contrario es, como sostiene Ferrajoli, una elementos de convicción adquiridos mediante una
garantía de verdad: la garantía contra la aceptación detención como la de referencia, no estaba en la au-
como verdaderas de hipótesis acusatorias inciertas. sencia de un puro requisito formal al que se estu-
La circunstancia de que se considere error judicial viera atribuyendo, en la sentencia absolutoria, valor
únicamente a la condena del inocente y no a la ab- sacramental. No era sólo una cuestión de ruptura
solución del culpable es por demás elocuente. del rito. Se negaba validez a una actuación policial,
Creo que la presunción de inocencia tiene esa di- al reputarla irregular porque no había sido precedi-
mensión de carácter teórico o cognoscitivo, a la que da de la apreciación de los mínimos indicios de po-
se refiere 1.M. Copi, al tomarla como ejemplo de ar- sible actividad criminal, en ese caso inexistentes. A
gumento ad ignorantiam. Es prec.isamente esa cir- pesar del fruto de la intervención, se pudo compro-
cunstancia la que la ha acreditado como instrumen- bar que había sido rigurosamente arbitraria. Los
to especialmente útil para llegar a un resultado prác- agentes, en las condiciones dadas, carecían de ha-
tico: la tendencial eliminación del riesgo de que per- bilitación legal para hacer lo que hicieron, a tenor de
sonas inocentes sean condenadas. lo dispuesto en la Ley de Enjuiciamiento Criminal.
En ese contexto, hay motivos para pensar -fren- Esta ley se rige en la materia por un paradigma
te a la duda que expresa Manuel Atienza- que el indiciario. No cabe duda de que, al contener las ac-
principio de inutilizabilidad de las pruebas mal ad- tuaciones policiales dentro de esos límites, estable-
quiridas se orienta eficazmente a la búsqueda de ce una importante garantía de la libertad personal.
una verdad procesal de notable mejor clase en el Pero no se trata sólo de eso, se busca también la

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funcionalidad global de ese género de intervencio- enjuiciamiento, cuya actuación comenzaría justo a
nes a la prevención/persecución de delitos concre- partir de esa hipótesis, para evaluarla, verificarla, y
tos. Los únicos que, antes y constitucionalmente, se aceptarla o desecharla en concurrencia con otras hi-
ha decidido castigar con una pena. pótesis alternativas formuladas por la defensa.
En este sentido, el sistema en su versión más ge- Por lo demás, va de suyo que, en efecto, el juez
nuina, pretende promover, ya en la actividad de los se halla inmerso en un marco institucional, del que
agentes de orden público, un modelo de interven- se derivan toda una serie de exigencias.
ción de cierta calidad racional, en cuanto condicio- En el ejemplo de Peirce con el que Manuel Atien-
nado a la previa percepción -no presuposición in- za ilustra su argumentación, el juez de instrucción o
tuitiva- de datos incriminatorios de alguna consis- el fiscal investigador operarían ante el jinete que allí
tencia objetiva. El sistema, es obvio -y quizá lo más se describe como dice que lo hizo el filósofo ameri-
importante-, trata mejor a la gente. Pero no sólo cano. Esto es, analizando las particularidades de los
eso. Cierto que puede llevar en ocasiones a tener hombres a caballo conforme a algunas máximas de
que negar existencia procesal a datos de realidad experiencia, podrían inferir quién de ellos era el go-
inobjetable, pero hay experiencia sobrada para ase- bernador. El juez encargado de juzgar se hallaría,
gurar que evita muchísimas más actuaciones infun- en cambio, ante el jinete ya calificado hipotéticamen-
dadas -ya ex ante- porque nunca habrían servido te de gobernador, y su labor consistiría en verificar
para descubrir un delito, al carecer de toda relación si los datos empíricos ofrecidos y tratados de la for-
con una eventual verdad penalmente relevante. Algo ma que se ha dicho justificarían de forma racional-
que haría de ellas -de haber llegado a producirse, mente aceptable la atribución de esa calidad a uno
como otras que se dan, no obstante la falta de indi- de los caballistas.
cios- puros actos de poder arbitrario. Algo parecido es lo que sucedió en el caso de la
Las consideraciones precedentes evidencian, con sentencia a que se alude, de la que fui ponente: ha-
todo, que, en el caso que Manuel Atienza toma como bía que optar entre dos hipótesis que se ofrecían ya
ejemplo, la predisposición normativa de la garantía formuladas al tribunal, de las cuales una -a juicio
que resultó omitida -falta de indicios de delito para de éste- tenía, claramente, más confirmaciones en
la detención- miraba más a preservar la libertad de los datos probatorios, asimismo aportados, y, por
deambulación que a otra cosa. Y en esto no le falta eso, fue la que prevaleció.
razón, porque el hallazgo de la droga fue conse-
cuencia de un cacheo practicado en el marco de una Ad 3.6. Creo que la diferencia que en este pun-
de tantas cuestionables actuaciones policiales de to advierte Manuel Atienza entre su posición y la
prevención genérica, por razones de «seguridad mantenida en el trabajo de referencia no es tal. Por-
ciudadana» . que lo que allí se critica no es el silogismo en tanto
Donde la funcionalidad del principio de presunción que modelo normativo, sino cierta ideología del si-
de inocencia a la obtención de una verdad de ma- logismo de amplia difusión en los tribunales de
yor calidad desde el punto de vista cognoscitivo es justicia.
más perceptible, es en diligencias como las antes En efecto, es frecuentísimo que los jueces afirmen
evocadas, prescritas por las leyes procesales para de las propias resoluciones que responden al esque-
la investigación sobre el cuerpo del delito y la ob- ma del -o que constituyen un- silogismo, con ob-
tención de piezas de convicción. Con ellas -con las jeto de recabar para ellas un estatuto de racionali-
relativas al registro de la vivienda, por ejemplo- se dad que en último término deberá reforzar su auto-
busca, desde luego, reducir al mínimo posible la le- ridad. Y esto se hace como claúsula de estilo, sin
sión del derecho a la intimidad domiciliaria, pero asi- que presuponga necesariamente un determinado
mismo y muy en particular, asegurar la máxima fi- estándar de calidad en la elaboración de las premi-
delidad a la verdad del dato objetivo, en el traslado sas, ni en el uso de los argumentos.
al tribunal de los elementos de hecho relevantes Por eso me refería a la cuestionable aptitud des-
para el enjuiciamiento. criptiva del silogismo referido al operar registrable
en ese tipo de sentencias, en la que, muchas veces,
Ad 3.5. La alusión al modo de operar del detec- sus autores no se someten a las exigencias norma-
tive en relación con el juez tenía encaje en una par- tivas del modelo del operar deductivo, sino que úni-
te de mi artículo dedicada a los modelos de referen- camente tratan de cubrir su trabajo con el manto de
cia utilizados para tratar de explicar el tipo de acti- autoridad del mismo, no obstante no haber ajustado
vidad del segundo. Por tanto, cualquier intento de a él su actuación. Esto sin perder de vista que in-
asimilación no pasaría de tener un valor puramente cluso un uso correcto del silogismo en el plano de
indicativo, una vez establecido el dato -éste sí fun- la justificación «interna», siempre dejaría pendiente
damental- de la naturaleza inductiva de las inferen- la cuestión de la justificación «externa», es decir, de
cias judiciales relativas a los hechos. las premisas de aquél.
Dentro del carácter esencialmente aproximativo
de la afirmación de posibles similitudes, me parece Ad3.7. Es posible que en algún pasaje de mi ar-
entender que el modus operandi del juez de instruc- tículo me haya expresado con respecto al razona-
ción o del fiscal, cuando sea éste el investigador, po- miento deductivo de una forma elíptica capaz de su-
dría responder al patrón del razonamiento por ab- gerir una lectura como la que refiere Manuel Atien-
ducción, en la medida de que, a partir de un resul- za. Pero, previamente, en la página 270, apuntaba
tado, analiza vestigios y razona hacia atrás tratando que, como es obvio, la verdad de la conclusión está
de elaborar una hipótesis explicativa. Otro sería, en en función de la verdad de las premisas y del rigor
cambio, el caso del juez o tribunal encargados del formal en el tratamiento de éstas.

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Ad 3.8. Manuel Atienza me hace ver aquí ---con cada caso el estatuto de los diversos problemas y
razón- la necesidad de ser más preciso en el uso la diversidad también de las técnicas de garantía con
del término «normativo». Trataré de hacerlo en lo que afrontarlos.
que sigue, para evitar que mi exposición pueda dar y no olvida las cuestiones relativas a la interpre-
lugar a una defectuosa inteligencia de la descompo- tación, ni se desentiende de la premisa normativa,
sición analítica que Ferrajoli ---con todo rigor- hace de la que se ocupa incidentalmente en muchos mo-
del clásico silogismo. mentos de la obra, pero de manera específica, den-
La conclusión del primer silogismo de los tres en tro del capítulo 3 (El poder punitivo entre verificación
que, según este autor, se articula el razonamiento ju- y valoración), en el apartado 9 (La interpretación. El
dicial, cuando las premisas probatorias abonan la hi- poder de denotación y las garantías penales,
pótesis de la acusación, puede ser: «Fulano ha cau- págs. 117 y ss. de la edición española).
sado la muerte a Mengano». Esta es, claramente, Puesto que se trata de un análisis lógico, no pre-
una tesis asertiva y fáctica. Expresa una verdad pro- tende describir el modo de operar empírico de los
cesal, obtenida en virtud de una metodología induc- jueces. En realidad constituye -y así lo ha califica-
tiva y, en consecuencia una verdad de tipo pro- do repetidamente su autor- un esquema de control
babilista. del razonamiento judicial. Y en este sentido, no su-
La conclusión del segundo silogismo -resultante pone la reducción de la decisión a «tres operacio-
de subsumir o clasificar esa afirmación de hecho en nes», sino la demarcación de tres campos de ope-
un precepto penal- sería: «Fulano ha cometido un raciones y el ofrecimiento al operador de pautas me-
homicidio». Cierto que es una conclusión, ya no de todológicas rigurosas para actuar en cada uno de
hecho, como la precedente, sino de derecho, pero ellos.
creo que eso no impedirá que pueda caracterizár- Desde mi punto de vista tiene una utilidad extraor-
sele de asertiva. En el sentido de aserto de conte- dinaria, en cuanto brinda instrumentos teóricos pero
nido jurídico, que expresa lo que se formula como de inmediata aplicación a la práctica jurisdiccional,
una verdad opinable a la que se llega mediante la tratada -diría que por primera vez en esta perspec-
atribución de significado a una norma general, la del tiva- de modo sistemático. Sobre todo en el área
artículo 407 del Código Penal. del conocimiento fáctico, donde me parece que la
Ahora bien, hacer riguroso el discurso a partir de aportación del autor es más original, y viene a cu-
aquí exige, es cierto, algo que yo no hice expresa- brir un vacío abismal en la materia. Basta compro-
mente. Debería haber precisado el modo en que bar la ausencia de bibliografía al respecto y, en otro
usaba, en cada caso, el término «normativo», que, orden de cosas, el caos metodológico reinante en la
en efecto, no es el mismo en la conclusión del se- práctica, a algunos de cuyos aspectos más salien-
gundo silogismo (ya expuesta) y en la del tercero, tes he aludido en mi trabajo.
que será: «Se impone a Fulano la pena de tantos
años de reclusión menor». Aquí se toma «norma» Ad 3.10. La última de las cuestiones suscitadas
en el sentido restrictivo de norma del caso concreto por Manuel Atienza recae sobre un tema fundamen-
o norma singular, en que se resuelve el fallo o parte tal: la motivación de la convicción judicial, en gene-
dispositiva de la sentencia.
ral, y de los tribunales colegiados, en particular. Y lo
En resumen, en el primer silogismo no aparece hace para cuestionar mi posición decididamente fa-
ningún precepto. El que figura en el segundo, lo vorable a que se deje constancia explícita en la sen-
hace bajo la forma de una tesis metalingOística que tencia, no sólo de los medios de prueba de que se
afirma ---como premisa jurídica- lo que se entien- ha dispuesto, sino del rendimiento extraído de cada
de que dice la disposición citada del Código Penal, uno de ellos y del criterio de valoración o máxima
en virtud de un acto de interpretación. La conclusión de experiencia empleado a tal efecto.
aquí es una conclusión de derecho. Esta se integra, Este punto de vista lo expresé en discrepancia con
a su vez, en el tercer silogismo como una de sus pre- el de Ruiz Vadillo, para quien «lo importante es de-
misas; y, junto con otra que se forma de la misma cir cuáles son los hechos inequívocamente proba-
manera, pero a partir del precepto regulador de la dos, y de ellos obtener la correspondiente conclu-
pena en abstracto, permite llegar a la conclusión, sión». Punto de vista éste en el que Manuel Atienza
constituida por la norma singular, única de este ca- ve «un grano de razón».
rácter que comparece, y lo hace como conclusión fi- La forma de entender el principio de libre convic-
nal, en todo este proceso. ción judicial frente a la que yo manifestaba una ac-
titud polémica es la de mayor tradición en los tribu-
Ad 3.9. La sustitución por Ferrajoli del modelo nales de justicia, muy bien sintetizada en un manual
del silogismo por tres inferencias es claro que cons- práctico ampliamente difundido en los años sesen-
tituye, como he anticipado, una descomposición ta, debido a Sáez Jiménez y López Fernández de
analítica de aquél, y en tal sentido lo enriquece, Gamboa. Decían estos autores: «no hay por qué ra-
puesto que clarifica las implicaciones teóricas del zonar, y sería procesal mente incorreto hacerlo, so-
procedimiento de formación de las tradicionales pre- bre qué elementos de juicio han contribuido a for-
misa mayor y premi~a menor y el modo de actuar mar la convicción del sentenciador o sentenciado-
con ellas. Así funda una distinción -esencial en el res. La ley quiere simplemente que formen un esta-
modelo garantista del autor- entre los dos tipos de do de juicio, de conciencia, de opinión y que tal es-
actividad cognoscitiva: el conocimiento jurídico por tado se proyecte al resultando de hechos pro-
vía interpretativa; y el conocimiento fáctico, a través bados».
de la formación de las pruebas, que son las premi- El resultado constatable de este modo de operar
sas del primer silogismo. Poniendo de relieve en es un juicio (y un juez) oracular que sigue estando

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presente todavía en la más reciente jurisprudencia, de todos los medios de prueba, el que mayor espa-
sobre todo cuando se trata de la -mal- llamada cio abre al despliegue de las impresiones- no es
prueba «directa» (no hay prueba que no sea indicia- simplemente experimentar el sentimiento de empa-
ria). Por todas, la sentencia de la Sala Segunda, de tía o de rechazo provocado por el que lo presta. Se
12 de febrero de 1993, ponente Conde Pumpido, en trata -sin restar importancia a los aspectos relati-
la que se dice que la convicción que produce esa vos a la mise en scene, que nunca dejarán de tener
clase de prueba «depende de una serie de circuns- alguna relevancia- de analizar el discurso del que
tancias de percepción, experiencia y hasta intuición, depone en sus aspectos formales y, muy en parti-
que no son expresables a través de la motivación». cular, en los de fondo: los datos ofrecidos, el conte-
El problema es conjugar esta actitud con el deber nido empírico de los mismos, su correspondencia o
incondicionado de motivación de las sentencias, que falta de correspondencia con otros de distintas fuen-
si se hace preciso por razones de garantia en algún tes ...
campo, es justamente en el de los hechos. Y ¿cómo A los tribunales colegiados se les reconoce una
asegurar la racionalidad y controlabilidad del juicio mayor garantia de calidad de juicio, por eso suele
de hecho; como justificarlo en lo que tiene siempre atribuírseles competencia para conocer de los juicios
de opción, si no es expresando los criterios de va- de otros jueces o tribunales y/o de los asuntos de
loración que lo sustentan? más complejidad. Esa presunción de mayor calidad
Se entiende la oposición a hacerlo. Por una par- de juicio está en función, precisamente, de la dia-
te, es obvio que ningún espacio de poder se cede léctica crítica que posibilita la pluralidad de sujetos
fácilmente. En segundo término, existe una fuerte re- que concurre al enjuiciamiento. De aquí se deriva la
sistencia del juez a aceptar que su conocimiento de exigencia de que la convicción íntima del tribunal
la quaestio facti se mueve en el ámbito siempre in- tenga que formarse, no por la simple yuxtaposición
seguro del conocimiento probable, una suerte de co- 'mecánica del resultado de las íntimas convicciones
nocimiento débil, que casa mal con cierta mitología individuales, sino a través de un debate interno so-
de lo judicial. En fin, la motivación de los hechos, si bre la misma formación de éstas y de su resultado.
debe hacerse con rigor, incrementa sensiblemente
Es obvio que en todos los casos de enjuiciamien-
la dificultad de la elaboración de las sentencias, y
las hace más vulnerables a la crítica. to, con independencia del carácter unipersonal o co-
legiado del tribunal, las impresiones subjetivas es-
Es en el contexto diseñado en estas breves con-
tán llamadas a jugar algún papel y su existencia es
sideraciones donde debe enmarcarse el problema
más específico en el que -siguiendo las indicacio- un dato con el que no podría dejar de contarse. Lo
nes de Ruiz Vadillo- hace especial hincapié Ma- que demanda el paradigma de racionalidad asocia-
nuel Atienza: ¿es posible motivar la convicción pro- do al principio de libre convicción y al deber de mo-
batoria en un tribunal colegiado, cuando no todos tivación del juicio de hecho que aquí se defiende, es
sus miembros llegan, en su intimidad, a la conclu- que se tienda a alcanzar el mayor grado posible de
sión de culpabilidad por el mismo camino? control de los datos de esa procedencia, mediante
La pregunta reproduce un viejo planteamiento: el su contrastación con otros más objetivables, para
que ofrece como única alternativa posible a la prue- conferir el máximo de rigor lógico y epistemológico
ba legal la de la libre convicción del juez, interpreta- al proceso decisional.
da en una clave irracionalista. La convicción íntima -a pesar de lo que parecen
Pues bien, el sistema acusatorio, fundado sobre sugerir muchas sentencias y, sea o no consciente
el carácter contradictorio del juicio, presupone una de ello el juzgador, individual o colegiado- es el fru-
concepción racional de la convicción judicial, inclui- to, no de alguna experiencia mística, sino de la atri-
da la del tribunal colegiado. Por eso impone previa- bución de una cierta eficacia a cada medio probato-
mente el juicio de relevancia sobre cada uno de los rio, y, al fin, se resuelve en una elección, que recae
medios de prueba propuestos. Este juicio implica ya sobre una determinada hipótesis. Pues bien, la mo-
una valoración anticipada de la posible aptitud de tivación debe ilustrar necesariamente acerca del
cada uno de aquéllos para dar confirmación a la hi- proceso de formación de aquella convicción: debe
pótesis fáctica mantenida por la parte que solicita su dejar constancia de los datos empíricos que se va-
práctica. El juicio de relevancia sólo puede expre- loran como probatorios, de las inferencias realiza-
sarse en una resolución motivada, y recae, precisa- das a partir de los mismos, y de los criterios de que
mente, sobre la capacidad de producir convicción ín- se haya hecho uso para obtener de ellos la conclu-
tima que puede predicarse de cada medio de prue- sión en que consisten los hechos probados. En esto
ba interesado. radica la garantía. Y, si así no fuera, ¿con qué fun-
El principio de contradicción impone a las partes damento podría el miembro de un tribunal justificar
la obligación de aportar elementos de juicio; y es ob- su discrepancia en la valoración de los resultados
vio que el enjuiciamiento debe ser un ejercicio de re- de un determinado medio de prueba?
flexión regido por imperativos de racionalidad, que Una cosa es cierta: el modelo es exigente y com-
ha de versar sobre aquellos. Es decir, no puede li- plica sensiblemente el trabajo del juez. Pero diría
mitarse a la formación de una impresión global del que es precisamente de eso de lo que se trata.
género de la implícita en la vieja «valoración conjun- Este modo de entender la convicción judicial y la
ta de la prueba», que prescinda del análisis de cada motivación de la misma no está reñido en absoluto
medio en particular. con la figura del magistrado ponente. En el contexto
Por otra parte, y ya en esta perspectiva más con- diseñado, éste tiene un papel: expresar y justificar
creta, evaluar un testimonio --que es seguramente, --como mediador e intérprete del pensamiento del

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tribunal (Carnelutti)- la conclusión del juicio de carlas por escrito, impone sin duda un plus de rigor
hecho. en la comprobacion de cual sea el rendimiento efec-
La defendida es, por otra parte, la vía que permite tivo de cada una de ellas y evita que se produzcan
hacer de la sentencia un texto completo: se explica- saltos en el aire.
rá de manera suficiente a/por sí misma, sin dejar zo- Me parece que, operando de este modo, se ase-
nas vacías entre los hechos probados y las conclu- gura también el respeto al principio de sinceridad,
siones de derecho. puesto que a través de la lectura de la motivación
Es garantía de coherencia, puesto que realizar de- fáctica resultará perceptible el grado de autenticidad
terminadas inferencias en la perspectiva de tener de las razones alegadas en apoyo de la conclusión
luego que cumplir el deber de explicitarlas y justifi- del juicio de hecho.

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