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Por: DR.

FAUSTO MOTA GARCIA

Reza como si todo dependiera de Dios. Trabaja como si todo dependiera de ti.
San Agustín

En la renovación de un nuevo año, vuelvo sobre mis huellas a la luz de lo expresado por San
Agustín de Hipona, mente preclara de la Iglesia Católica, quien sostuvo: “La medida del amor es
amar sin medida”. En el significado connotativo de esta afirmación se expresa y dimensiona el
servicio, caridad y la solidaridad. La Natividad es tiempo apropiado para, henchido de amor el
corazón, poner en la práctica vivencial con todos nuestros hermanos, eso que afirmara esa
polémica figura de la iglesia, a la cual respetamos y admiramos.

Esta época en que todo se apropia de un matiz diferente: clima, ambiente, hombres, amaneceres,
atardeceres, luna, sol y la misma Madre Naturaleza; es tiempo para amar sin medida y reflexionar
sobre el camino que hoy toma el hombre en su desenfreno, ambición y locuras. Tiempo para
dimensionar la visión y el amor por el cual el Divino Rabí de Galilea decidió inmolarse. Espacio para
valorar la dimensión humana y espiritual del Maestro, su camino al Gólgota y la posición
maquiavélica de sus verdugos incluyendo al inefable Pilato y su inolvidable sentencia de que: “Lo
escrito, escrito está”.

Momento para identificar la pertinencia de nuestros pasos y responsabilidades con la justicia, la


verdad, equidad y el sacrificio que nos enseñó aquel que por inmenso amor todo lo dio,
incluyendo su propia existencia terrenal…
Cierto, él venció a la muerte, muriendo. Emulamos al sencillo niño que nació en pesebre, y en
recordación a este tiempo de Navidad y Año Nuevo hice un paréntesis sobre los temas de la
vulgaridad cotidiana, es decir, sobre: corrupción, impunidad, reelección, adulterio, feminicidio,
robo, violencia, atracos, drogas, manipulación, injusticias, politiquería, clientelismo barato, dádivas
interesadas, pedideras infinitas, hambre, doblez, y la sempiterna hipocresía humana. Rendir honor
a quien basado en su incomparable amor entregó el alma entera como diría Rafael Solano, nuestro
cantor…

Vuelvo sobre San Agustín quien en alusión al amor afirmó: “Ama y haz lo que quieras. Si callas,
callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si corriges, corregirás con amor, si perdonas,
perdonarás con amor”. He ahí la dictadura del amor, que se conjuga y traduce en apoyar con
honestidad a quien necesita de nuestra mano solidaria; no en dar y tomarnos una foto para
publicarla y sacar ventajas y luego vender imágenes distorsionadas de aparente sensibilidad…

Particularmente, no creo en el clientelismo que humilla y adultera. Si a alguien otorgo un aporte, lo


visito a su casa y le entrego discretamente un sobre sin evidenciar contenido, algo que jamás
converso ni a familiares ni amigos…

En ese vaivén ha discurrido mi vida en estos más de cuarenta años de existencia educativa, política,
cultural y social. Una vida sustentada en el amor, sin poses, respetando a los demás, así como me
respeto yo mismo. Sin hipotecar mi manera de ser, sin flaquear ante los poderosos que basados en
petulancias y arrogancias humillan y distorsionan… Juzgo que soy un hombre de paz absoluta, pero
con carácter, pudor, gallardía y respeto. En este tiempo de Navidad reafirmo mi gran amor y
comprensión por aquellos que coinciden con mi manera de ser y pensar; y también entrego una
rosa blanca a aquellos que disienten de mi manera de pensar y convivir. ¡Qué así sea. Amén!

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