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LO COMÚN MENOS COMÚN

Jean-Luc Nancy

Traducción de Daniel Alvaro

Una primera versión de este ensayo fue publicada en la revista Actuel Marx,
48 (2), 2010, pp. 55-59.
C O M U N I D A D,
COMÚN,
COMUNISMO

1 y un aparato militar y técnico. El resultado


fue una sociedad dual de la que se podría de-
cir que su razón de ser –más allá del acapa-
Nada es más común que lo común. Esta pe- ramiento del poder y de la riqueza que de
rogrullada, de hecho, da lugar a un vértigo: una manera u otra corresponden a todas las
lo común es tan común que no se lo ve, que sociedades– era superponer una hipertrofia
no se habla de eso. Se lo teme un poco, ya del Estado a una condición humana decidi-
sea porque es común-vulgar, o porque es damente limitada a su mantenimiento me-
común-comunitario. Corre el riesgo de de- cánico –casi a la reproducción de la especie,
gradar o de asfixiar. O de ambas cosas. esta última reducida por un tiempo a la po-
blación del imperio socialista soviético.
Sin embargo, desde luego, lo común es co-
mún; es nuestra suerte común estar en co- Este comunismo “real” que tanto ha desrea-
mún. Pero todo sucede como si las culturas lizado las relaciones de las personas entre
–las políticas, las morales, las antropologías– sí y con el mundo (sin impedir que vivan
no cesaran de oscilar entre lo Común domi- secreta pero intensamente el rechazo, la
nante, englobante –el clan, la tribu, la comu- protesta, el hombre rebelde) no reunió por
nidad, la familia, el linaje, el grupo, el orden, azar esos dos grandes caracteres de lo co-
la clase, el poblado, la asociación…– y lo co- mún: el Todo y lo Bajo. Reunió lo que que-
mún banal, el profanum vulgus (no sagrado…) daba de lo común perdido.
o el vulgum pecus (el rebaño…), el pueblo, la
gente, la muchedumbre, todo el mundo (el Había habido comunas de todo tipo. Hay
inenarrable “Señor Todo-el-mundo”). O bien que referirse a Marx, por supuesto, y a
es el todo englobando la parte, o bien es la su análisis de las diversas formas comu-
humildad de la condición ordinaria. nes anteriores al mundo moderno, pero no
solamente a él: los modos de la existencia
En la idea de comunismo, una gran parte común son lo que caracteriza, en modos
de Europa vio la adición de los dos: a la vez ciertamente muy diversos, todas las civili-
la Colectividad forzosa y la mediocridad ni- zaciones que preceden a aquella donde lo
veladora. De hecho, el comunismo llamado social remplazó lo común.
“real” combinó la nivelación de las condi-
ciones con el control de la autoridad que se La “sociedad” es la asociación, es decir la
suponía colectiva. Una forma de igualdad combinación, la composición a partir de
–forma restringida, gris, no obstante efec- elementos distintos (individuos, intereses,
tiva– combinada con un dirigismo brutal: fuerzas). La “comuna” –aquí voy a evitar
los dos factores permitían que se exceptua- decir la “comunidad”, que refiere dema-
ran de esta condición a la vez los dirigentes siado rápido a una comunión espiritual o

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natural–, es lo que no presupone la exte- dad no se encuentra enteramente disuelta
rioridad de los individuos, de los intereses en el seno de la obediencia del tótem.
y de las fuerzas: ella no los niega, los inte-
gra a priori. Tiene en sí misma los medios Pero es nuestra representación ya que, por
para regular sus efectos: estos medios son nuestra parte, no sabemos más que asociar-
la afirmación primordial de una pertenen- nos: hacemos “lazo”, “relación”, “contrato
cia y una proveniencia comunes. Digamos, social”, “ciudad”, “cosa pública”, “bien co-
para ser breves, que la comuna en este sen- mún”, todas nociones o entidades que pre-
tido implica el tótem, su tótem (entiéndase suponen encuentro, reunión, convención,
su mito, su reconocimiento de sí misma, su discusión y participación. Aristóteles dice
sentimiento de existencia y de protección). que el hombre es el “viviente político” por-
que debate sobre lo justo y lo injusto: la po-
sición inicial es la de cada viviente de tal
forma conducido a debatir, a intercambiar
2 para evaluar en el mejor de los casos lo que
puede ser el “vivir bien” de todos y cada
uno. Pero “todos y cada uno” es la fórmu-
No es cuestión de analizar ni la naturale- la que oculta el problema que dice regular.
za fantasmática del tótem, ni sus funciones Puesto que, cuando se parte de cada uno, no
opresivas o coercitivas. No podemos hablar se llega a todos más que de un modo siem-
de eso, estamos demasiado lejos. Lo que pre más o menos disjunto.
señalo con la palabra “tótem” –la comuna
Por cierto, en Aristóteles el concepto de lo
totémica– no es más que eso en lo que no
común, de la koinonía, juega un rol tan im-
tenemos parte, nosotros, los recién llegados
portante que algunos “comunitaristas” pu-
de la civilización que hoy por hoy está mo-
dieron recurrir a él. Pero no quiero estudiar
delando la humanidad.
Aristóteles: señalo solamente que ya en él
Pero lo que llamamos “común” se nos pre- lo común procede del cada uno, de la comu-
senta de entrada partido en dos: por un nicación –por el logos– entre los cada uno.
lado, la posibilidad de la comuna, por otro Es lo que lo separa muy profundamente de
lado, la reducción a la suerte común. Nos Platón, quien en cambio intentaba recrear
representamos que la comuna, cualquiera –sí, casi literalmente a partir de nada– un
que haya sido, asumía de alguna manera común que preexistiera a los vivientes logi-
la suerte común, no dejaba a cada cual en koi y que fuera para ellos, no el logos de la
el extravío, pasmado frente a la existen- comunicación, sino el Logos de la arquitec-
cia aislada, difícil, conflictiva y privada de tura que todos habitarían. En suma, Platón
sentido. Es una representación, no sabemos inventaba un sustituto del tótem.
nada de ella y no podemos saber gran cosa
Hoy sabemos que no es sustituto, sino temi-
de lo que vivieron o viven los individuos
ble, del tótem, por muy dotado de logos que
de las comunas –aunque parece imposible
se quiera, y que, por otra parte, la comu-
negar que ellos también son individuos, en
nicación de los logikoi no es suficiente para
todo caso seres singulares cuya singulari-

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Silvia A nd rade No-lugar
- La int eligenc
- Mosca ia de las f lores, 2021
Abyecta
hacer otra cosa más que sociedad –y aun así, Pero eso mismo aún denuncia la trampa:
cuando el famoso “lazo” social no se afloja “feliz” es una categoría que las comunas
demasiado. Lo que lo afloja es el no-lazo o sin duda no poseen. Es una categoría más o
el lazo en forma de engranaje de la relación menos mercantil, ya que hay algo de la feli-
que reposa sobre la equivalencia general y cidad que se puede comprar. No es en todo
cuyo logos común es el dinero. La equiva- caso ni la alegría, ni el encanto o el embe-
lencia es aquella de lo que Marx denomina leso, ni la exaltación o el entusiasmo, ni la
mercancía, pero también es la de los sujetos pasión o la beatitud. Tal vez ni siquiera sea
de una comunicación general que tenden- el placer –al menos ese placer del que el de-
cialmente puede coincidir con el intercam- seo hace lo vivo.
bio de los valores mercantiles: lo simbólico
El comunismo real no dejaba de procurar
reducido a la señalización “virtual”, como se
una cierta felicidad –una cierta aprobación,
dice hoy, pero que siempre fue el fondo de la confort, una suficiencia ciertamente limi-
naturaleza del dinero. O aún, un simbólico tada, parcamente medida, pero ajustada a
que no sería más que símbolo de lo simbó- pesar de todo a una idea de “suficiencia”,
lico, incluso su alegoría: el intercambio de justamente. Un bienestar adecuado puede
la moneda que vale por el intercambio en jugar el rol de felicidad aceptable, tan pron-
cuanto compartición. La humanidad tratada to como la condición humana no es más que
según los “recursos humanos”. lo que es. Se ha visto, pues, el cara a cara de
la equivalencia mercantil, a la que nada le
alcanza jamás, y de la equivalencia de sufi-
ciencia, donde viene a adormecerse el deseo.
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La idea comunista ha sido, desde que sur-
gió –y surgió cuando lo común comenzó a
He aquí como, por un lado, lo común solo sentirse y saberse roto, o bien no legítimo–,
nos aparece según la rotura entre el Todo la idea de lo que no es ni Todo, ni Bajo, ni
y lo Bajo, y como, por otro lado, la idea co- colectivo, ni social, ni equivalente –ni sufi-
munista todavía no pudo darse una forma ciente, pero que nos daría a todos juntos la
verdaderamente nítida. El Todo, en efecto, posibilidad de estar juntos ya que lo estamos.
no está en ninguna parte –salvo en la cir- Ya que lo común no solamente nos es dado
sino que está él mismo en el don de la existencia
culación, en la comunicación colectiva que
y que nada, ningún ente, es dado sin él. Pero
solo tiende a comunicar lo negociable– y
“él” no es nada para nosotros: ni tótem, ni
el resto, es decir, la existencia de la gente,
colectivo, ni intercambio, ni comunicación.
no puede aparecer más que como triviali-
dad común. Se sabe incluso que el dinero Porque se volvía nada, porque se volvía
no hace feliz. Eso no impide a los ricos de cada vez más irreconocible, desprovisto
siempre enriquecerse, sin perjuicio de su- de tótem y de dignidad, reducido a la vul-
frir y morir como los otros (incluso, ¿quién garidad y a la sujeción, lo común reclamó
sabe?, de desesperar como ellos…). lo suyo. Eso se llamó “comunismo”. Que

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este haya sido arrastrado a una empresa cientemente… pero ni siquiera se sabe a qué
en donde la modernización política, técni- medida refiere, sino a la medida media que
ca y económica se ha entendido como una pasa entre la miseria y la opulencia. Lo co-
especie de nivelación de todos los fines de mún como totalidad mediocre. El valor más
la existencia común y no común, reducidos comúnmente admitido de lo común.
a la finalidad inmanente de una máquina
de dominación pura (y eso en versión so- Pero del estar juntos, no hay noticias. Salvo
viética o en versión nacionalsocialista), es esta: hemos aprendido que la idea comunista
a la vez un terrible accidente de la historia había cargado eso mismo, la verdad del estar
y es sin duda la lección de lo siguiente: que juntos, contra todas las formas de domina-
el comunismo no podía ni debía ser pues- ción, de individualización, de socialización.
to en forma de institución, de gobierno, de Ella cargó el conjunto o el con como una con-
doctrina. Ni siquiera debía dar lugar a una dición a la vez ontológica y práxica todavía
filosofía. Solo fue política, economía y filo- inaudita en un mundo que se percibía oscu-
sofía sobre el fondo de un desprecio total. ramente como la pérdida de toda comuna.
Era un llamado, un impulso, un empuje, no
Es posible que todas las comunas desapare-
era la puesta a disposición de una construc-
cidas hayan sido Todos opresivos. Es posi-
ción, sea cual sea. Las instituciones que se
ble que nada común haya tenido lugar sin
identificaron con su idea no lograron más
que la banalidad amenazara. Es posible que
que exacerbar la distorsión de lo común en-
lo común jamás pueda recibir figura identi-
tre el todo y lo bajo, entre lo colectivo como
ficable. Esto no quita que la idea comunista
supuesto tótem de la dominación y la igual-
–y todos los roles que ella pudo jugar, in-
dad como igualación mediante una norma.
nobles o sublimes– haya sido cargada por
este con (este cum, com) que define nuestra
existencia –lenguaje, deseo, mundo– antes
4 y después de todo desapego de algún “in-
dividuo”. ¿No son los individuos, acaso, los
más comúnmente comunes? La pregunta
debe ser entendida tanto en el mejor como
Entre tanto, la democratización y la sociali-
en el peor sentido de “común”.
zación de las sociedades industriales en las
cuales –para decepción de Marx– la revo- La idea comunista –ya sea que deba o pueda
lución comunista no tenía lugar desarrolla- todavía conservar este nombre– designa lo
ba lo que hasta hace poco se llamaba clases menos común de lo común, su excepción,
medias y que tendencialmente se convierte su sorpresa. Ninguna totalidad, ninguna
en lo homogéneo de una sociedad donde la mediocridad, sino lo que hace, por ejemplo,
mayoría se ocupa de no atender demasiado que aquí pueda escribirles a todos y todas,
ni a la miseria que ella cava en ella misma a cada una y cada uno, y sin saber exacta-
ni a la confiscación de riqueza que a ella mente cómo es que nosotros compartimos
le corresponde. Demasiado poco, bastante, un poco de esta idea. Nosotrxs.
demasiado –dinero, saber, poder, derecho,
salud–, bastante, solo lo suficiente, sufi-

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