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ASUNTO: FE

PROPÓSITO: PASTORAL
TEMA: LOS ARGUMENTOS DE LA FE VIVA

IMPORTANCIA DE UNA FE ACTIVA:


EL IMPERATIVO DE LA FE
SANTIAGO 2:14-26

INTRODUCCIÓN:
Luego de haber estudiado los dos ejemplos, el de Abraham un hombre que
demostró una fe activa y Rahab, una mujer no judía que tenía aun más confianza
en Dios que muchos judíos de aquel momento. Es momento de tocar el corazón
de esta carta, y del mensaje que Santiago quiere enseñarles a sus remitentes. En
el encabezado de esta carta, a manera de introducción, son judíos cristianos
dispersos fuera de Israel. El mensaje central no era para nada un pensamiento
legalista, tampoco pensaba en trasmitir una idea de la salvación por obras,
contradiciendo a la enseñanza de Pablo. En realidad, el concepto de fe que
Santiago tenía, y que plasma con claridad, es que la misma es propicia, activa y
por consiguiente produce obras. Una persona que dice, por ejemplo, que es
futbolista lo dice no porque tiene un balón de futbol en su casa, el cual casi no lo
toca. El futbolista es futbolista porque practica de forma activa este deporte. Así
mismo es aquel que dice que tiene fe, practicará los frutos y acciones de dicha fe.
Santiago en su carta, desde el inicio, habla de un Cristianismo pasado a prueba,
un cristianismo que vive en una constante prueba de calidad. La vida cristiana no
es una vida sin problemas, según la perspectiva del mismo Santiago, viene a ser
como el mismo ejercicio militar, donde el soldado está siempre bajo entrenamiento
para poder crecer y madurar. Al momento Santiago de tocar el punto de cómo
aquella fe probada es una fe verdadera, es cuando esta se vuelve hacia la
realidad del ser humano, y sus respectivas necesidades y problemas. Hay tres
argumentos de la fe cristiana.

I. El argumento escritural v. 23-26


Santiago, un tanto diferente a la forma de escribir de Pablo, procura establecer
toda su cultura hebrea. No obstante, la argumentación era parte de la cultura
griega que ya se había insertado en el judaísmo, romanismo e incluso dentro del
cristianismo. Aún así, Santiago argumenta al buen estilo hebreo en el que lo que
sobresale no es otra cosas más que la Escritura misma. Ejemplo de eso es cómo
él argumenta la vida de Abraham: “Y así se cumplió lo que dicen las
Escrituras: «Abraham le creyó a Dios, y Dios lo consideró justo debido a su
fe». Incluso lo llamaron «amigo de Dios». Como puedes ver, se nos declara
justos a los ojos de Dios por lo que hacemos y no sólo por la fe. Rahab, la
prostituta, es otro ejemplo. Fue declarada justa ante Dios por sus acciones
cuando ella escondió a los mensajeros y los ayudó a regresar sin riesgo
alguno por otro camino. Así como el cuerpo sin aliento* está muerto, así
también la fe sin buenas acciones está muerta.” Santiago parte de su
planteamiento escritural saca su argumento teológico, pero para comprender este
hay que analizar el argumento escritural que le ayuda a concluir que la fe, bíblica o
escrituralmente hablando, establece acciones pertinentes. El versículo 26, como
conclusión final del argumento escritural de Santiago, establecía el corazón de el
mensaje sintetizado de esta carta. Un cuerpo, dice Santiago, sin oxigenación, esta
muerto, la acción o las obras son lo que le da vida a la fe, igual que la respiración
al cuerpo humano. Pareciera ser muy endeble la postura concluyente de Santiago,
es decir, pudo haber terminado con un ejemplo más punzante, pero en realidad, el
Pastor de Jerusalén ocupa toda su carta para establecer que la actitud, o ética
cristiana, se fundamenta en acciones prudentes. La santidad expresada en
acciones era para Santiago lo esencial, desde un punto de vista Escritural. Ya se
había planteado los ejemplos escriturales de Santiago que son Abraham y Rahab,
eran esenciales para comprender que su planteamiento y argumento escritural no
eran débiles, ya que la Escritura presentaba a dos personajes importantes dentro
de la historia bíblica, así como de la cultura hebrea.

II. El argumento teológico v. 18-22


El argumento teológico de Santiago lo plantea desde la misma teología judía,
usando términos muy asociados con la forma de pensamiento religioso de aquella
cultura. La frase de Santiago ha sido tan importante en el pensamiento teológico
que pareciera que por sí misma, es capaz de derribar cualquier otro argumento.
Dicen los versículos del 18 al 22 lo siguiente: “Ahora bien, alguien podría
argumentar: «Algunas personas tienen fe; otras, buenas acciones». Pero yo
les digo: «¿Cómo me mostrarás tu fe si no haces buenas acciones? Yo les
mostraré mi fe con mis buenas acciones». Tú dices tener fe porque crees
que hay un solo Dios. ¡Bien hecho! Aun los demonios lo creen y tiemblan
aterrorizados. ¡Qué tontería! ¿Acaso no te das cuenta de que la fe sin buenas
acciones es inútil? ¿No recuerdas que nuestro antepasado Abraham fue
declarado justo ante Dios por sus acciones cuando ofreció a su hijo Isaac
sobre el altar? ¿Ya ves?, su fe y sus acciones actuaron en conjunto: sus
acciones hicieron que su fe fuera completa.” El versículo 18 es la antítesis, o el
argumento contradictorio, de su tesis o argumento respecto a la fe viva. La
antítesis de su argumento es, alguien puede afirmar “hay personas que tienen fe y
otras buenas acciones, como cosas separadas o que no pertenecen las unas a las
otras”, Santiago refuta aquello, que seguramente era un pensamiento que se
estaba manifestando en la iglesia de los primeros siglos, a causa de un mal
entendimiento de las cartas de Pablo. Pero, afirma Santiago, y cita el famoso texto
de Deuteronomio 4:6, “Dios es uno”. Si alguna persona creía que Dios es uno, al
igual que lo hacían los judíos, que estaban rodeados por culturas politeístas, bien
hacían con esa creencia. Pero a esto le hacía falta algo más. Santiago no titubea
en dar su argumento teológico que derribaba el considerar que solo con saber que
Dios era uno, sería suficiente, afirmando lo siguiente: “Aun los demonios lo
creen y tiemblan aterrorizado.” Hay un problema con ese cristianismo de la
conformidad, o como lo solía llamar Dietrich Bonhoeffer, la fe barata. Una fe
barata, para Bonhoeffer, era una fe en la que la ética cristiana no tiene cabida.
Una fe barata es aquella que, desde el punto de vista teológico, descalifica los
frutos del Espíritu. En la actualidad, una gran cantidad de personas creen que, con
apegarse a ciertos rituales evangélicos, o con saber algunos textos de memoria o
saber cantar, les es suficiente. El fruto del Espíritu está relacionado con el ser
mismo del carácter de Cristo, no basta con creerse cristiano hay que serlo. Es esto
lo que el mismo Santiago quería decir con la frase, los demonios creen y tiemblan
aterrorizados. ¿Qué demonio entrará al reino de los cielos? Ninguno, pero los
demonios, según lo relatan los evangelios, temían y obedecían a Jesús mismo, es
más, en el Antiguo Testamento se aseguraba que los mismos obedecían ordenes
directas de Dios sin cuestionar. Es como si Santiago comparara al ser humano
con los demonios, quienes tenían pésima fama. Un ser humano tiene grandes
dificultades para mostrar obediencia, respeto y estima a Dios, le es difícil
someterse a su autoridad, un demonio en cambio, demostrado bíblicamente,
obedecía más a Dios. Santiago demuestra que un creyente sin obras, era similar a
un demonio. Saben que Dios existe, pero están vacíos por dentro, incapaces de
hacer el bien por alguien más.

III. El argumento práctico v. 14-17


El argumento práctico de Santiago, parte de lo que muchos especialistas en la
materia nombran como “la parábola de Santiago”. Santiago era medio hermano de
Jesús, o así se ha reconocido bíblicamente. Siendo esto así, Jesús sería su
hermano mayor ya que el nacimiento de Cristo es virginal, por lo que tendría que
ser el mayor de varios hermanos. Por consiguiente, de los discípulos de Cristo, y
muy allegado a él, Santiago imitaría esta forma de plantear enseñanzas de su
hermano mayor. La parábola de Santiago, no es más que una pequeña porción de
escritura, donde se cuenta una historia cuyos personajes son personas en
situación de vulnerabilidad: “Supónganse que ven a un hermano o una
hermana que no tiene qué comer ni con qué vestirse y uno de ustedes le
dice: «Adiós, que tengas un buen día; abrígate mucho y aliméntate bien»,
pero no le da ni alimento ni ropa. ¿Para qué le sirve? Como pueden ver, la fe
por sí sola no es suficiente. A menos que produzca buenas acciones, está
muerta y es inútil.” Una fe incapaz de identificar las necesidades de alguien más,
es calificada bíblicamente como muerta e inútil. Santiago no pretende ser
despectivo, simplemente apunta a la idea que la “verdadera religión” (Santiago
1:27), era que apuntaba a cuidar de los desvalidos. Este es el pensamiento de
Santiago, un cristianismo que no se enfoca en presentar a Dios al mundo, su
amor, verdad, justicia y gracia, no puede ser un evangelio cristiano. Es, en
definitiva, una fe muerta.

CONCLUSIÓN
De estos tres argumentos, se puede concluir lo siguiente:

 La fe sin obras es muerta, porque así como Jesús fue propicio al ser
humano pecador y desamparado, el creyente debe ser propicio a los que
están en vulnerabilidad.
 La fe sin obras es muerta, porque la misma Escritura y revelación bíblica
apunta a que la fe produce un cambio en la vida y pensamiento de las
personas.
 La fe sin obras es muerta, porque teológicamente hablando Dios mismo
merece la sumisión y obediencia que caracteriza a los que aman

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