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DDHH.- UNIDAD VII.

LAS CONSECUENCIAS DE LA VIOLACION DE LOS DERECHOS HUMANOS.

1.- Todo hecho internacionalmente ilícito del Estado genera su responsabilidad


internacional. El Estado incurre en responsabilidad internacional cuando viola una
obligación internacional en vigencia, cualquiera sea su fuente (tratado o
costumbre). La responsabilidad genera una nueva obligación: la de reparar el
perjuicio causado (es una nueva relación jurídica bilateral, entre el autor del acto
ilícito y el sujeto titular del derecho violado).

2.- Responsabilidad internacional del Estado.

Hay dos formas de responsabilidad:

a).- Por actos ilícitos: cuando sus órganos o funcionarios incumplen el Derecho
Internacional, ya sea por una acción (un acto contrario a éste) o una omisión (no
hacer algo que debió) respecto de otro Estado o persona. En circunstancias
excepcionales, la acción de los particulares también puede ser atribuida al Estado.

b).- Por actos no prohibidos por el Derecho Internacional: (responsabilidad sine


delicto): siempre y cuando ocasione un daño a otro Estado o a una persona. Por
ej. Cuando se llevan a cabo actividades que, si bien no están prohibidas, son muy
riesgosas, como el envío de objetos al espacio, el transporte de sustancias
peligrosas, etc.

En el ámbito de los DDHH habitualmente se aplica la primera (responsabilidad por


actos ilícitos).

2.1.- Responsabilidad internacional del Estado por actos ilícitos.

Las normas consuetudinarias al respecto han sido codificadas en un documento


elaborado por la Comisión de DI de la ONU, elevado a la AGNU (resolución 56/83
del 12/12/2001).

Un hecho internacionalmente ilícito es aquella conducta contraria a una


obligación internacional en vigencia, cualquiera sea su fuente. Conforme el DI
consuetudinario, para que el Estado incurra en responsabilidad se requieren dos
elementos: 1) Elemento objetivo: violación o incumplimiento de una obligación
internacional vigente, concerniente a la protección de los DDHH. 2) Elemento
subjetivo: que esa violación sea atribuible al Estado.

Tales requisitos se encuentran avalados por abundante práctica de los Estados y


han sido reconocidos en numerosas oportunidades por la jurisprudencia y
doctrina internacionales.
Si bien algunos autores incluyen al “daño” como uno de los elementos de la
responsabilidad, la Comisión de DI no lo ha considerado relevante a efectos de
determinar la existencia de un acto ilícito. Por ej., la obligación que incumbe en
virtud de un tratado de promulgar una legislación uniforme es violada por el
hecho de no promulgar la ley, y no es necesario que otro Estado Parte indique que
ha sufrido un daño concreto debido a ese incumplimiento.

Tampoco la “culpa”, ni el dolo, constituyen un elemento necesario del hecho


internacionalmente ilícito, aunque sí puede ser erigido en el enunciado de la
obligación primaria en particular. Ej.: la Convención contra la Tortura y otros
Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes define a la tortura como “todo
acto por el cual se inflija intencionadamente a una persona dolores o sufrimientos
graves”. Por tanto, es irrelevante la intención o motivación del agente que
materialmente haya violado los derechos, hasta el punto de que la violación
puede establecerse incluso si dicho agente no está identificado, pues lo decisivo
es dilucidar si una determinada violación a los derechos humanos reconocidos por
una Convención ha tenido lugar con el apoyo o la tolerancia del poder público, o
por la inobservancia por parte de éste de sus deberes de respetar y garantizar los
derechos.

A) Elemento objetivo.

La conducta violatoria de la obligación internacional puede consistir tanto en una


acción como en una omisión.

Si el hecho inicialmente no resultare imputable directamente al Estado, por


ejemplo por ser obra de un particular o por no haberse identificado al autor,
puede acarrear la responsabilidad internacional del Estado no por ese hecho en sí
mismo, sino por falta de la debida diligencia para prevenir la violación o para
tratarla en los términos requeridos por la Convención. En el caso Ekmekdjian c.
Sofovich nuestra CSJN afirmó que la violación de un tratado puede ocurrir tanto
por el establecimiento de normas internas que prescriban una conducta contraria,
cuanto por la omisión de establecer disposiciones que hagan posible su
cumplimiento; y que la necesaria aplicación del art. 27 de la Convención de Viena
impone al Estado asignar primacía al tratado ante un eventual conflicto con
cualquier norma interna contraria o con la omisión de dictar disposiciones que, en
sus efectos, equivalgan al incumplimiento del tratado.

La calificación del hecho ilícito se rige por el Derecho Internacional; por tanto es
independiente de si el hecho es o no lícito conforme al Derecho Interno del Estado
responsable.

B) Elemento subjetivo.
Para que el acto ilícito pueda “atribuirse” a un Estado se requiere alguno de estos
supuestos:

a) Que el acto sea cometido por un órgano del Estado –centralizado o


descentralizado, nacional o provincial- o por un funcionario público o agente del
Estado.

Los funcionarios responden “ultra vires”, o sea aunque se extralimiten en sus


poderes o contravengan instrucciones de un superior jerárquico.

b) Que el acto sea cometido por una persona que no pertenezca a un órgano del
Estado ni sea funcionario público, pero que se encuentre facultada por las leyes
para ejercer atribuciones del poder público. Por ej.: cuando se contrata a
empresas de seguridad privadas para que se encarguen de la vigilancia en las
cárceles.

c) Que el acto sea cometido por un agente u órgano de otro Estado puesto a a su
disposición. En algunos supuestos la responsabilidad es compartida por ambos
Estados, sobre todo en los casos de simple cooperación para la realización de
determinadas tareas, o de tareas llevadas a cabo conjuntamente por dos o más
Estados.

d) Que el acto sea cometido por una persona o grupo de personas que actúa “de
hecho” por instrucciones o bajo la dirección o control del Estado.

En principio, el Estado no responde por los actos de los particulares. Pero en


ocasiones puede existir una relación de hecho entre los particulares y el Estado,
que hacen que la conducta de aquellos le sea atribuible al Estado.

Sin embargo, la jurisprudencia no ha sido uniforme en lo que respecta al grado de


control que debe ejercer el Estado sobre dichas personas (control efectivo frente a
control general). En el caso Nicaragua c. Estados Unidos, ante la CIJ, los “contras”
habían cometido violaciones a los derechos humanos y al Der. Internac.
Humanitario en Nicaragua. La Corte tuvo que analizar si tales actos le eran
atribuibles a EEUU y para ello aplicó la teoría del “control efectivo”. Según la Corte
no había pruebas claras de que EEUU hubiera ejercido realmente en todos los
ámbitos un grado de control suficiente para justificar que los “contras” actuaran
por cuenta de este Estado, por ejemplo que dirigieran u ordenaran la perpetración
de los actos contrarios a los derechos humanos. La Corte encontró atribuibles a los
EEUU sólo algunos de los actos, como la planificación, dirección y apoyo a los
operativos nicaragüenses, pero no la perpetración de crímenes internacionales.

e) Que el acto sea cometido por un particular (ajeno al Estado) que ejerce “de
hecho” funciones públicas, en ausencia de autoridades oficiales y en
circunstancias que requieran el ejercicio de tales funciones. Por ej. los actos de las
personas que ejercieron funciones de inmigración y aduanas en el Aeropuerto de
Teherán, inmediatamente después de la revolución islámica, los cuales fueron
atribuidos al nuevo gobierno iraní (caso Yeager c.Irán); pues si bien no estaban
realmente autorizados por el gobierno, dichos guardias ejercían atribuciones del
poder público en ausencia de las autoridades oficiales, en operaciones de las que
el nuevo gobierno debía haber tenido conocimiento y a las que no se opuso
abiertamente.

f) Que el Estado reconozca y adopte como propio el comportamiento de


determinadas personas ajenas a él. Ej. El caso del personal diplomático y consular
de EEUU en Teherán, en el cual la Corte Internacional de Justicia consideró que el
hecho de que el Ayatollah Komeini hubiera aprobado la ocupación de la embajada
y la toma de rehenes por parte de ciertos “militantes”, a través de repetidas
declaraciones, convirtió tales hechos en actos del Estado iraní.

g) Que el acto sea cometido por un movimiento insurreccional que luego llegue al
poder de ese Estado. Si el acto es cometido por ese movimiento, que se
transforma en un nuevo Estado, el nuevo Estado será el responsable.

2.2. Circunstancias que excluyen la ilicitud.

Funcionan como defensas o excusas; son el consentimiento, la legítima defensa,


las contramedidas, la fuerza mayor, el peligro extremo y el estado de necesidad.

Consentimiento: exige que otro Estado, con quien existe la obligación de cumplir,
preste su consentimiento válido previo a la comisión del ilícito.

Legítima defensa: es una acción armada tomada para repeler el ataque armado de
otro Estado, con comunicación inmediata al CS de la ONU (art. 51 Carta). El DI
consuetudinario exige los requisitos de necesidad, proporcionalidad e inmediatez.

Contramedidas: medidas que puede tomar un Estado lesionado en respuesta a un


acto internacionalmente ilícito cometido por otro Estado, a fin de obtener el cese
y reparación del hecho en cuestión, pero no como castigo o sanción. No pueden
consistir en uso de la fuerza armada (a diferencia de la legítima defensa), ni
afectar los derechos humanos fundamentales ni las obligaciones de carácter
humanitario que prohíben las represalias, así como tampoco otras obligaciones
que emanan de normas imperativas (jus cogens).

Fuerza mayor: fuerza irresistible o acontecimiento imprevisto, ajenos al control


del Estado, que hacen materialmente imposible cumplir con la obligación
internacional.

Peligro extremo: cuando es el único modo razonable de salvaguardar la vida


humana, de las personas que se encuentran a cargo del Estado.
Estado de necesidad: cuando no hay otro medio para preservar un interés esencial
amenazado por un peligro grave e inminente.

Se distinguen, porque en la fuerza mayor el Estado obra “involuntariamente”, sin


intención, frente a una circunstancia externa que no puede controlar (puede ser
un hecho de la naturaleza, como huracán, tsunami; o un acto humano, como
grupo de terroristas que ejerce coacción sobre un funcionario estatal); mientras
que en el estado de necesidad el Estado decide “voluntariamente” incumplir sus
obligaciones internacionales para salvaguardar intereses esenciales, o sea que
tiene una opción. En el “peligro extremo” el Estado que lo alega también “tiene
una opción”; pero en este caso el Estado actúa de esa forma porque es el único
modo razonable de salvaguardar la vida humana, mientras que en el estado de
necesidad se intenta salvaguardar un interés esencial del Estado, que puede ser la
vida de la población así como cualquier otro interés: el medio ambiente, las
instituciones estatales, etc. Por ej. La Corte Internacional de Justicia de la Haya, en
su opinión consultiva respecto de la construcción del muro en territorio palestino
ocupado, rechazó la aplicación del estado de necesidad.

Cabe aclararse que no puede alegarse una causal que excluye la ilicitud frente al
incumplimiento de una obligación que emana de una norma imperativa del
Derecho Internacional General. Esto es aplicable a las obligaciones que protegen
los derechos humanos fundamentales que no son susceptibles de ser derogados o
suspendidos en ninguna circunstancia, como aquellas que prohíben o condenan la
comisión de crímenes internacionales.

Podría suceder que, en algunos supuestos, pese al reconocimiento de la existencia


de una de estas causales,, el Estado deba reparar los perjuicios causados al
individuo por la violación de los derechos humanos, como si se tratara de una
responsabilidad sin delito, es decir por actos no prohibidos por el Der.
Internacional; pero todo dependerá de cada caso concreto.

El Estado responsable no podrá invocar las disposiciones de su Derecho Interno


como justificación del incumplimiento de las obligaciones internacionales.

2.3. Consecuencias jurídicas de la responsabilidad.

a) Continuidad del deber de cumplir la obligación.

La obligación no queda automáticamente terminada por el hecho de la violación.

Si bien en la Convención de Viena sobre los Tratados, de 1969, existe una causa de
suspensión o terminación que faculta a los Estados a suspender o dar por
terminado un tratado internacional frente a la “violación grave” cometida por otro
Estado (art. 60), dicha causal no se aplica en cierta clase de tratados, como los
referidos a los derechos humanos o al Der. Internac. Humanitario, por lo menos
en lo que respecta a las cláusulas que refieren específicamente a la protección de
la persona humana.

b) Cesación y no repetición.

El Estado responsable está obligado a ponerle fin al acto ilícito en caso de que
continúe (por ej. En el supuesto de delito continuado, como la desaparición
forzada de personas) y a ofrecer seguridades o garantías adecuadas de no
repetición, por ejemplo mediante la adopción de medidas preventivas., en caso de
existir riesgo probable de que se produzcan nuevos incumplimientos en el futuro.
De darse este supuesto, las garantías de no repetición cumplirán una “función
preventiva” respecto de futuros ilícitos, (mira al “futuro”, a diferencia de la
reparación, que busca resarcir o remediar un daño ya acaecido, (mira al “pasado”)
o de la cesación del hecho ilícito. (mira al “presente”).

c) Reparación.

El Estado responsable está obligado a reparar íntegramente el perjuicio causado


por el acto ilícito, sea material o moral.

La reparación puede asumir las siguientes formas: 1) Restitución: consiste en


restablecer la situación que existía antes de la comisión del ilícito, siempre que
ello fuera materialmente posible. Por ej., sin una persona está detenida
ilegalmente, la restitución consistiría en su inmediata liberación. Aquí la
restitución tendría un efecto equivalente al de la cesación del acato ilícito. 2)
Indemnización: consiste en el pago de una suma de dinero que cubre todo daño
susceptible de evaluación financiera, incluido el lucro cesante; más el pago de
intereses. 3) Satisfacción: puede consistir en un reconocimiento de la violación
(por ej. a través de una sentencia u otro instrumento como el reconocimiento
público), una expresión de pesar, una disculpa formal o cualquier otra modalidad
adecuada, pero no puede adoptar una forma humillante para el Estado
responsable.

Ejemplos de modos de reparación de la Corte IDH:

Caso Velázquez Rodríguez: Honduras estaba obligada a pagar una justa


indemnización compensatoria a los familiares de la víctima, que había sido objeto
de una desaparición forzada, por violación de los deberes de respeto y de garantía
de los derechos a la libertad personal, a la integridad personal y a la vida.

Caso La última tentación de Cristo: la Corte condenó a Chile por haber violado el
derecho a la libertad de pensamiento y de expresión respecto de varias personas,
y le ordenó al Estado modificar su ordenamiento jurídico interno, en un plazo
razonable, con el fin de suprimir la censura previa para permitir la exhibición de la
película; disponiendo además el reintegro de gastos a las víctimas, si bien no
ordenó el pago de indmenización ya que dicha sentencia constituía “per se” una
forma de reparación y satisfacción moral de significación.

Caso Bulacio c. Argentina: la Corte determinó diversos modos de reparación


(indemnización y satisfacción) y ordenó garantías de no repetición, condenando a
Argentina por violación de los derechos consagrados en los arts. 4, 5, 7 y 19 de la
Convención Americana sobre Derechos humanos, y los derechos consagrados en
los art. 8 y 25, obligando al Estado a proseguir y concluir la investigación de los
hechos y sancionar a los responsables; a garantizar que tales hechos no se repitan
adoptando las medidas legislativas y de otra índole necesarias para adecuar el
Derecho Interno a las normas internacionales de derechos humanos; a publicar en
el diario oficial la parte resolutiva de la sentencia; a pagar 124.000 U$S como
indemnización de daño material, 210.000 U$S por daño inmaterial, y 40.000 U$S
por costas y gastos.

Caso La Cantuta c. Perú: (desaparición forzada): la Corte, entre otras medidas,


ordenó implementar programas permanentes de educación en derechos humanos
para miembros de los servicios de inteligencia, Fuerzas Armadas y policía.

Recordemos que la Corte implementó un procedimiento de supervisión del


cumplimiento de sentencias, en el cual verifica, a través de los informes que le
emita la Comisión, el Estado responsable, y las víctimas, el cumplimiento o no de
las medidas ordenadas en la sentencia.

Cuando un Estado incurre en la violación de una norma imperativa de Derecho


Internacional, surgen consecuencias particulares, adicionales a las antes
mencionadas, que atañen al resto de los Estados que integran la comunidad
internacional.: 1) Cooperación: los Estados deben cooperar para poner fin, por
medios lícitos, a toda violación grave. 2) No reconocimiento: ningún Estado debe
reconocer como lícita una situación creada por la violación grave. 3) No prestar
ayuda o asistencia al Estado responsable: ningún Estado debe prestar ayuda o
asistencia para mantener esa situación creada por la violación grave. Las tres
fueron contempladas por la Corte Internacional de Justicia en su opinión
consultiva relativa al muro construido por Israel, resaltando el derecho a la libre
determinación del pueblo palestino; opinando que el Consejo de Seguridad y la
AGNU deberían considerar qué medidas adicionales serían necesarias para poner
fin a dicha situación ilegal.

3.- Responsabilidad internacional del individuo.

Los individuos también pueden incurrir en responsabilidad internacional, cuando


cometen un crimen internacional, como por ejemplo genocidio, crimen de guerra
o de lesa humanidad (tortura, desaparición forzada), los cuales constituyen graves
violaciones a los derechos humanos.
A diferencia de la responsabiidad internacional del Estado, se trata en este caso de
una responsabilidad “penal”: se busca aplicar una sanción penal, impuesta por un
tribunal penal internacional.

Dichos tribunales fueron en un principio ad hoc: Tribunales Militares de


Núremberg y Tokio, Tribunal Internacional para la ex Yugoslavia, Tribunal Penal
Internacional para Ruanda; hasta llegar al establecimiento de la Corte Penal
Internacional (2002).

Estos tribunales juzgan a personas físicas (sean autores o cómplices). La


persecución puede ser “selectiva” (líderes, cabecillas, o sea las personas con
mayores niveles de responsabilidad), ante la imposibilidad de investigar a todos.

Este juzgamiento es sin perjuicio de la determinación de la responsabilidad


internacional de un Estado por parte de otro tribunal internacional (por ej. La
Corte Internacional de Justicia, la Corte Interamericana de Derechos Humanos, el
Tribunal Europeo de Derechos Humanos). Pueden coexistir ambos tipos de
responsabilidades por los mismos actos, a cargo de distintos tribunales y con
distintas consecuencias jurídicas (una pena en caso de individuos, o una
indemnización u otra forma de reparación en caso de los Estados).

Los actos de genocidio cometidos en el conflicto armado en territorio de la ex


Yugoslavia originó la demanda de Bosnia-Herzegovina contra Serbia y Montenegro
por ante la Corte Internacional de Justicia. Aquí, la Corte, cuya jurisdicción se
limita a resolver conflictos entre Estados, analizó el caso desde la perspectiva de la
responsabilidad internacional de Serbia y concluyó que era responsable por no
haber prevenido la comisión de actos de genocidio en la región de Srebrenica,
determinando una reparación bajo la forma de satisfacción.

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