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ni! lo Julio Aréstegui LA INVESTIGACION HISTORICA: TEORIA Y METODO JULIO AROSTEGUI LA INVESTIGACION HISTORICA: TEORIA Y METODO sBllOG, ran walt G *' tafotocopiano mata * — = dito & Dy, slmorcada st. SO %% yas CRITICA BARCELONA ‘Queda rigurosameateprokibida, vin Is autorizacién exci de los tulares del copyright, bao ths saachonesestbleckls nla eyes, a reprotaccidn oul parcial de esta obra por cual ‘malio 0 procedimiento comprenciden la repeografia y ef trataicnte inlrrate Cuber: Foun Bata Foxocomponicise: Ftocomplt ©. © 1995 2001, ful Aroxegui © la presente eficign para Eapata y América: AL CHICA, SL Proven 240, (8008 Barcel ISON HEREND-IN7-4 Deiat eal 10,631-2001, Uinorews en Kapa 2001 A&M Gia, SL. Sama Perpetn de Mages (Bacelona) PROLOGO A LA NUEVA EDICION Hace cinco aos aparecié la primera edicidn de esta obra, cuyas intenciones, opciones. expectativas y agradecimientos se hacian canstar en el Prilogo escrito para aquella oeasién. Aparece ahora una segunda en cuyo nuevo Prilogo me gustarfa retomar, con la perspectiva que afiade ¢! tiempo transcurrido y la expe- Fiencia ganada aquellos y otros extremos parejos alos que se eontenfan en el an- terior, Pero es claro que a este propdsito se le impone una consideracién previa a la que-no puedo sustracrme, y es ésta: lo que Yo pueda incorporar, recificar © confirmar de lo que decia entonces esti inevitablemente condicionado por la recepcién que el libro ha tenido y por el eco que ha Hegado a mi de ello. El hecho de que se vuelva a editar. y que Io sea con ostensibles reformas —aque ojalé sean realmente mejoras—, dice por sf mismo algo en lo que no es preciso reincidir, Peto no lo dice todo. Y ello es lo que me gustaria especialmente considerar. La recepcidn a a que me refiero tiene muchos perfiles que serfan dignos de algin comentario, pero que no es el propio autor de! libro el mis indicado para hacertos. Entre fo que considero prudente decir se incluye el hecho, lixonjero, «de que aquéttos a quienes una obra como esta iba dirigida especialmente y otros 4 Jos que previsiblemente les iba a servir de ayuda no se han Visto decepeiona- dos, en Jo que yo s¢. Los alumnos que cursan asignaturas de cuya materia ver- sa, los profesionales interesados en los aspectos mas estructurales de su disci- plina, algunos estudiosos de cuestiones limitrofes y relacionadas son los casos nds significativos que conozco. ero no todo funicions conforme alo esperado, Las erfticas y las conirover- sias que yo barruntaba y, naturalmente, hubiese agradecido, de aquellos prof sionales y eolegas de quienes, sin duda, va @ recibir un juicio més aquilatado y, segurumente, més severom, decfamos entonces, no se han producido, © lo han hecho en tina expresidn minima. No me aventuraré, sin embargo, en un sitio como ests, # adelantar alguna posible explieaciGn del hecho que, desde luego, puede tenerlas de diverso signo. A lo que yo sé, e! libro interesé bastante més & Jos coleytas quee por motives profesionales se encuentran més implicados en un trabajo historiogréfico especulative, instrumental © «metahistérico» que a los otros voleado en la estricta peictica empirica. Reconazco que en sana doctring 6, mis simplemietke. en li que este libro mismo pretende inculear, esa distinciéin 8 impertinente, Pero la realidad es teres y aprovecho la ocasidn para Lamentat profundamente semejante terqueda. 8 LA INVESTIOACION HISTORICA:TRORIA.Y. NEETODO. Asi, quicnes més me han hablado de él en trminos constructives han sido, Precisamente, metodlogos y didactas de Ia historia y de las ciencias sociales. fildsofos y algunos otros profesionales de lay ciencias humanas algo mis aleja- dos de nuestra conereia dedicacidn. Una cosa que puedo aftadir con satisfaccion pilena es que en absolut han permanccido indiferentes a lo que el libro ofrecta quienes, especialmente fuera de Espatia, tienen una dedicacidn historiogrifica Plenamente vertida a la meiodologia, a la filosoffa de la historia o a la historia de Ia historiografia, Esas cuestiones, sein sabemnos, no tienen en la universi dad espaftola—y, curiosamente, mucho menos en las facultades de Historia — tun estatuto propio definido, Pasando ahora a cuestiones mis sustanciales que resultan, a mi juicio, de obligado comentario entre estas consideraciones previas, me gustaria sedalar mi convencimiento de que en los cinco afios transcurridos entre las dos ediciones tho parece que se hayan producido citcunstancias, desarrollo 0 innovaciones ‘que hagan pensar que las opciones que este tratado asumié entonces deban ser sustancialmente ectificadas. No desearia, en modo alguno, que esta observacién, sonara a gratuita protesta y desaforado propdsito de no enmendalla, o a presun- cin de ningun género, porque no es ese verdaderamente el espiritu con que se hace. Lo que quiero decir es que si a mediacs de los aftos noventa este peque- fio tratado de reflexi6n historiogrifica. en plena voriine del impacto expansivo del posmodemismo, la lingtistica y la antropologta, a decir de Lawrence Stone al comienzo de la década, habia optado por una visida concreta de la historio- ‘graffa, nada complaciente con las moxias, no parece que cinco aiios después haya razones de peso para cambiar, Esta steoria y método de la investigacién historica» opt6 por una visién en cierto modo normativista, ligada a las cicncias sociales y no en contraposicién, con ellas, formalist en ef método, que se pronunciaba por una integracién de los suberes, flexible en limites tolerables y nada complaciente con ciertas rets- ‘cas al uso —tal como lo veo yo—. No encuentro, por ahora al menos, razones para que deba ser sustancialmente cambiada, porque creo que en la historiogra- fig del siglo en el que entramos habran de cambiar muchas cosas pero ta for- ‘maci6n de historiador deberd quedar lo mis libre posible de cualquier forma de propensin al irracionalismo por muy de moda que esté, ‘Cube suponer que algunos leciores benévolos sigun entendiendo que aqui se presenta uni version en exceso stegaladar de lo que es 0 Jo que deberia ser la Prsctica historiogrifica, pues asf ha ocurrido con la primera versign del tent, Hay quienes encuentran algunas de estas propuestas demasiado indistintas con relaciin a clencias sociales vecinas, La insistencia reflejada en sus paginas sobre ol valor y la eficacia de la préctica al modo cientifico, su alejamiento de as versiones narratvistas y retéricas, la visiGn decididamentc regulativa—aun- ‘uo, desde luego, no dogmitica— del método, son extremos que inclinarian a pensar et unt propiesta tal ver excesivamente rigida. Pero me consta que esta ‘no €8 tin opinién generalizada entre quienes, sin tener por qué aprobar todas sus posiciones, creen en la oportunidad y sentido de un libro como este. in moxlo alguno se propone esta obra reavivar el positivism, per no es PROLOGO 9 sr ist gk So a HE aE ama Dee a cerca del cientifico que del artista, No 9 es clemente en modo. Ja relaivista y la ficcional ‘nO s€ capia, sin embargo, sino en Ia si se quiere, no en Ia recreaci6n i En cuanto 4 st talante, tal ver no seria ocioso recordar aqu/ un comentario, ‘que conozco indirectamente, de cierto colega que ereta que Ia primera edicién de esta obra no reflejaba suficientemente «lo que los historiadores hacen». Esa opinisn, atin con no reflejar exactamente lo que el libro dice. tiene e! mérito de > No es precisamente de las que yo uplaudo. En este terreno, nadie tiene derecho a propiedad alguna como tumpoco a cobrar peaje, pero no ‘es oF» todo lo que reluce. ‘También el tiempo transcurrido entre tas dos ediciones ha mostrado que es posible y necesario incorporar a nuestro tratamiento muchas propuestas que se han aiiadido a la visién de ta disciplina en los aos noventa tardios. Y en lo posible hemos procurado hacerlo asf. Quienes han tenido a bien hacer comen- turios sobre la edicién anterior han coincidido por lo general en que segura- ‘mente faltaba en ¢} texto un mayor desarrollo de fo que fa sido la historia de kat configuracién misma de la disciplina historiogrifica en la época contermpora- rea, €s decir, desde el comienzo de la construccion de ela en el siglo XIX, y s0- bbraba insistencia en ubicar la prictica historiogrifica dentro de un micho de disciplinas cuya identificacidn cientifica se buscaba afanosamente. La presente edicidn fa procurado limar este enfoque y por ello tods su primera seccidn ha sido remodetada ‘Se manticnen las lineas bisicas, aunque procurando mejorar y sctualizar su ‘exposicidn, los extremos esenciales de fo que constituye una teoria de lo his \6rico atenta a algo mas que a meras constataciones empitica, sin entrar en el terreno de ta especulacién filoséfica. Hemos tenido en cuenta, en lo que nos al ‘cana, lo mis significative que la biblingratia sobre el tema ha preducido des: {de que apareci la anterior edicién, No ha variade la propuesta esencial acerea de la explicacién hisi6rica y, si bien se insiste, en cuanto al discurso historiograi «0, en que ol historicisme narrativista no representa en manera alguna una cap tacién convincente de la Historia, se pondera la necesidad de que La explieacin hhistirico-social flexibilice sus vias, haga uso de recursos diverse, tint form listas como hermenéuticos. Estamos mis convencides. que nunca de que tas ciencias de la sociedad, a historiografia entre ella, estin por encontrar todavia 0 LA INVESTIOACION HISTORIC: THOKIA.¥ METODO 1 punto «galileano» de su imagen del mundo, que no pours ser geomsétrico pero Al qve no le bastard tampoco ser podtico, En nuestra modesta forma de ver las cosss, la historiografia —una palabra, por cierto, que tampoco parece gustar a todos— no acaba de salir con horizon te.claro del cierto marasmo en el que se intemé con la crisis de aquellos pode ‘os0s «paradigmas» que triunfaban en los afios sesenta y setenta, Es evidente que el revival de ellos es impoxible y, en todo caso, indeseable. Pero ta llamada ‘«vuelta al narrativismow no fue sino un fiasco, eon ribetes de moda medistica, potenciada por la expansidn de las maneras posmodemistas y tan vacia de ideas como de competencia técnica. La vuelta del sujeto parece entenderse veces com al regreso del «contar historias». Y ni que decis tiene que la Histo- Fis parece prestar cada dia mejores servicios a quienes saben utilizarla, Pero ninguna experiencia se atraviesa en balde. Ninguna situaciéa histérica. en laciencia normal yen la extraondinaria, representa una vuelta aris. Diria ust ue, si bien nos parsce encontrar una persistencia en lucrisis de ladisciplina, es evidente que van extrayéadove las convenientes lecciones de ella. Quis, la mis [provechosa, aunque no sea gratificante del todo, es la de que tras veinte aibos de incentidumbres, de busquedas, es cierto, de ensayos y de halltzgos parciales,es- {amos convencidos de que el plegarmos al tado vale (el anything goes, que se ‘often Jos tempos centrales de la crisis) «la complacencia con casi cualquier f ‘mula por el hecbo de ser nueva, ila aceptacién de no importa qué propuesta en «tras de un iolerante espintu de apertura, no conduce, ni mis ni menos, que, en el mejor de los ¢as0s, a ninguna parte ¥ en el peor a convert la prictica historio- sgifica en una actividad cultural irelevante en sf mist pero, eso sf, ficilmenie ‘manipulable. Yo nos faltan, por desgracia, buenos ejemplos de ello, ‘Se me podria objetar que la Historia goza de una excelente salud, como ereen bastantes bienpensantes, 1o que no puede estar mas a la vista dado Yo mu- cho que se produce, se vende y s¢ difunde... Pero, desafortunadamenic, esos Aargumeatos pruchan poco. Porguc, en ese sentido, s¢ tatarfa de la misma salud de la que gozan las revistas de frivolidades, la novela histria, los nuevos pro- gramas de «sociologfa televisiva (j) y los deportes espectéculo. No parece que sea ese un buen instrumento de medida, Permitasenos decir que ef problema de Ia historiografia en este comicnzo de siglo tiene que ver sobre todo, a nuestro modesto juicio, con la permanente reduccién de la exigencia en una prictica respetable, con la trivializaciOn, tas Publicaciones superfluas. la historia medistics, la «historia oficial, los modos de trabajo earenies de «oficion, la dificuliad para asumir el cambio y consi- gttiente renovaci‘n. a formacién de los j6venes historiadores, los «falsos» y los nuevos» profetas y Ia «historia basta». Junto ello, camo prueba de una cier- ta crisis de In innovacién historiografica. no deja de ser sintomético el hecho de las abundantes reediciones y republicaciones de obras escrtas hace lustros o décadas, represeniativas de momentos anteriores de las preocupuciones hist6- rics, Demasiado, se pensariiy estoy de acuerdo. Ahora bien. me apnesuro a ma- nifestar que, como toda afirmaciGn sobre fo mismo, admito que ésta también es discutible, manifiestamente mejorable y sujeta a miltiples excepciones... rROLOGO " Lo esperaneador puede situarse en la desisién de quienes no estin —no es- tamos—de acverdo con la situacién, A algunos de ellos me he referido, aunque sea en forma eliptica, renglones arriba Sé que en la profesisn de los historia. doves hay muchas gentes agobiadss por el hastio de lo repetitive y prestas siempre 4 reaccionar contra la imposicin, la banalidad, ta historia que piensa en hacer politica, la sumisiGn medistica —sin exclu la editorial— y kx mis absolutarutina, Naturalmente, me gustaria que este libro limitado y personal {que comprendo que no puede contentar a todos, fuese una vox mis frente a todo lo que denuncio, En fin, una vez mis, la mansidn mais grata en cualquier exordio ex aquella em la que uno entra pars expresar el reconocimiento y agradecimiento 4 quienes han considerado que la empresa merecfa la pena. De bastantes de ellos hablé yen 1995, No me importa repetirme y me alegro de que Ia némina pueda am- pliarse, Como siempre, resulta extremadamente confortante que muchos alum- nos, de diverso nivel, eneuentren este texto instructive y digno de discutirse. aunque no en todas sus pasajes resulte fdcil. As{ ha vuelto a ocurrir en estos cinco afios, dentro y fuera de Espaha. Sencillamente, muichas gracias a muchos alumnos que han aprendido slgo aquf, han descubierto sus diserepancias can lo encontrado y me las han expresado, ‘Mochor de exon alimnoe 9 pefeses son de uversidade de Latinoam rica y deberian ser nombrados, pero no eabrian todos aqui. Results extremada- rmiente grato corroborar plenamente las palabras de Josep Fontana en el prlogo de la segunda edicidn de su Historia, con referencia a lo que se ns honra allt con leenos. Uno tiene siempre 1a desoladora impresidn de que podemos y de> bemos hacer més en compafifa de quienes hablan y ensefan en nuestra lengua allonde el Atldntico, Quiero limitarme a agradecer a algunos colegas de alld el interés tomado para mejorar entre todos ta obra. Tal es el caso de Jonge Saab, tuno de mis més utiles comentaristas, de Jonze Sahorido y Cristiin Buchrucker estos dltimos comparten ahora conmigo otras empresis— y de otros mu cchos colegas con quienes he coincidido en Buenos Aires. La Plata, Rosario, Santa Rosa de La Pampa y Tucumén y de quienes siempre he escuchado co- mentarios constructives. Quiero agradecer Ia comprensién y el apoyo de muchos colegss antes ¥ sahara, De Glicerio Siinchez Recio, Antonio Nifio, Gonzalo Bravo, Gonzalo Pie ‘sama, José J. Diaz. Freire, Guillermo Castin, Raimundo Cuesta, Ange! Duarte, Luis Enrique Otero, Sergio Riesco, Alberto Luis y Jordi Canal. En el caso de Juan A. Blanco he de agradecer ademds su ayuda tanto en la lectura detenida dl texto como en Ia basqueda de algunos materiales. Caso especial es también cel de Elena Hernindez Sandoica. colega y compaftera de empresas historiogré- ficas comunes, de quien recibi desde el primer momento un particular aliento, y ‘con quien las diserepancias intelectuales se convierten siempre en fuente de ins- pirscidn, Resulta casi ocioso afadir que he escushado y tenido en cuenta ‘hus sélidas, informadas y atendibles opiniones. Al final sin embargo, ninguna Cy [La INVESTIGACION MSTORICA: TEORLA ¥ MIETODO de mis amables consejeros y comentaristas puede ni debe sentirse corresponsa- thle de lo que aqut se sostiene ‘Agradezco de nuevo el impulso inicial que fue para esta obra la buen co- sida que le dio Josep Fontana y Gonzalo Pontn y La benevolencia y paciencia de todos los que en Editorial Critica contribuyen a que las ideas adquieran for- ‘ma de libro. Quiero mencionar y agradecer explicitamente el placer de la cola ‘boracidin con Gonzalo Pontén, Carmen Esteban y Silvin Iriso ‘Me animo a pensar en fin, que tal vez-n0 sea ésta i dltima ver que el libro sufra un remazamiento para adaptarse a los cambios que en nuestra tarea intro- duce una sportacién incesante de nuevas ideas y nuevas realizaciones. Apor- tucién que el tiempo futuro parece que nos anuncia en mayor cuntidad y con mayor contundencia. Y asi, el destino que mis deseamos para la obra es et de ue, a la postre, su principal significado y su mejor fortuna las encontrara en dar Siempre cucnia de cosas nuevas y seguir insistiendo en las que continuarin siendo imenunciables, Junio Arosteaut Madrid, diciembre de 2000 SECCION PRIMERA TEORIA, HISTORIA E HISTORIOGRAFIA (La naturaleza de la disciplina historiogriifica) La seecidin primera de este libro pretenue exponer la problemitica general. tal como se Ia considera hoy. del conocimiento de la Historia. Para ello se pant con suficiente claridad, ereemos, mix adelante en el cuerpo det texto. Como toda disciplina que intenta elaborar y acrecentar wn cuerpo de conocimientos sobre detemminada maieria, que represeaten algo mis que un mero ejereicio de sentido comin, la historiografia necesita dovarse de algin contenido (eérico Pero hasta el dia de hoy esta es una de sus grandes carencias. La teoria de la que hablamos tiene, segtin se explicara despues también, un doble sentido que igualmente conviene distinguit. Primero, toda diseiplina nor- ‘malizada construye, por una parte, un cuerpo de explicaciones articuladas para defini el objeto al que dedica su estudio, En nuestro caso, a un trabajo de ese tipo es al que corresponds adecuaxlamente el nombre espectfico de fearia de la cl historindor debe prestar » Bor ea) SS a ‘ess tareas se confunde en absolute ni con la filosofia de la Historia nit con la Historia de la historiograffa. Cada tno de esos otros dos empetios tiene st pr pia entidad, distinta de la seoria, y no son nuestro objetive aqui, aunque a La tne ta primera sexcion de la bea hers procurahs que la platen Historia apatesca ‘com mayascilacando hace eefecnca a ls setidas, al bet esto. Cuan alana Ye2 ‘aparece com misc es pg hs teres Henne aan afar ssp Hi etogriicn 16 TWORIA, HISTORIA E HISTORIOGRAFTA ‘historia de Ia historiogralfa debamos dedicarle una atencién pretiminar y com- pplementaria, por las ruzones que en su momento expondremos también, ‘Una buena parte tumbién de esta Scccién primera se dedica a exponer de ‘manera circunstanciada e tiendo de lo conseguide por las diseiplinas mas desarrolladas, Hay unos térmi- 5. Habtargos de slenguaje formals, de league consruido por ef hombre de forma pla ficada con areyho + unas reyiay esc, por comrasle con et slenguaje natal, el hata del homntye qos va inverta ne proces sme de hotinieacn. 6, La natratea capcial dl lenpunje cetiico es anuizada tans por opi eit ‘2h. y metoiopa de la chen, como po la lola del lenguaje. Cf, el antigo pero Inerosante ‘stud de G.G. Granger, Formaliame y Ciencias Humana, Ae, Barcelona, 1065. Tain ‘wet sunt ot peer Mw se K. Rety Elgin fngacnc, Bbc Pade U.A de Hare ‘a, 1900, Pa bs dian concepcines de a lene, ef). evar, fata whe meh ooh cient LF le a Ciencia eo gla KX, Cedex, Mais 1000 20 ‘TWORIA HISTORIA IE HUSTORIOGRAIA ‘nos espeetficos de la economia o de la Lingtistica, por ejemplo, que son muy ea Tacterisicos y estin absolutamente aceptndos. Pero, en todo caso, el lenguaje eespecializado es hoy una de las cuestiones mis problemiticas en el campo de as cena sociales, El problema terminolégico en la ciencia se manifiesta antes que nada 1 pro- Pésito del propio nombre que una disciplina constituida debe adoptar. ¥ por lo {gue concieme a la nuestra ese cs el que primero vamos w abordar. Se ha dicho at menudo que el empleo de una misma palabra para designar tanto una realidad ‘expecifica como el conocimienio que se tiene de ella constituiria una dificultad ‘apreciable para el logro de conceptuaciones clans, sin las que no son posibles ‘delantos fundamentales en el metodo y en los descubrimientos de la ciencia, Por lo tanto, siempre que un cieno tipo de estudio de 1a realidad acaba defi- nniendo con Ja dehida clandad su campo, su dmbito, su objeto, es decir, el tipo de fendmenos a estudiar, y se va perfilando su forma de penetrar en ellos, osea, su método, surge lu necesidad de establecer una distincién, relativa al menos, cenire ese campo mismo que se pretende conocer —ya sea It sociedad, la com> Ponici6n de la materia, 1a vida, los ndmeros, la mente humana, eto— y el con junto acumulado de conocimientos y de doctrinas sobre tal campo. La creacién de un vocabulario espectfico para un dea de conocimiento dada empicca precisumente abi: en emo diferenciar en el lenguaje un cierto ‘objeto de conocimiento y la disciplina cognoscitiva cientifica) que se ocupa de 1, Se trata, sencillamente, do dotar a vxla isciplina de un apelativo generico que describa bien su objeto y el cardcter de su conocimiento, Loy nombres de las ciencias se invemtan: e30 es lo que ocurrié a partir del siglo xvi. Es fre- ‘cuente asf que el nombre de muchas cicncius nacidas de la expansidn de los conocimientos desde entonces se haya compuesto de una particula descripti de la materia, a la que se ha afiadido un sulijo que es un ncologismo calificati- vo comiin: Jogia, tomado de! griego logos. Sociologia, psicologia, gcologia, etc 0,4 veces. grafia, descripcién: geografia cristalografia. Pero hay parcelas del conocimiento mucho mas elisicas con nombres particulares: la Fisiea es un buen ejemplo de antigti denominacién griega, aplicada ya por Aristotle. Y hay atin otro fendmeno no inusual tampaco: el de que el nombre de una disciplina haya acabado creando in adgjetivo nuevo para designar ta realidad que estudia: la implannacién de la psicologia ha acabado creando el término «pxico- lGgico, la geologia el término «geol6gico». In geografia «geogriticom. El nom ‘re de una ciencia determinada, constituido por un neologismo. ha dado lugar 4 Yeees, « un nombre distintive para el tipo de realidad de la que se ocups. MISTORIA E-HISTORIOGRAMA: LOS FUNDAMTNTOS 21 ‘La cuestiGa comienza con e! hecho, comdn a otras disciplinas, desde luego, Es verdad que el 0 Herddoto como titulo de la mitica obra que todos Por tant Pero luego 1a palabra Hisiona ha pasado a tener un significado més amplio y & identificarse con el transcurso temporal de las cosas La erudicién tradicional ha alvdis . distincidn sobre 1a que llamé la atencién por vex primera la palabra historia —dice el fildsofo—redine en nuestra lengua el sentido obje= tivo y el subjetivo: s Noes ésta una mezcolanza sencilla Fue el pensamiento positivista el que establecié 1a necesidad de que las ‘iencias tuviesen un nombre propio distinto del de su cumpo de estudio. Tal ne. ‘esidad parece obedecer a lat idea tipica del positivismo clisico ue que primero se descubren los hechos y luego se construye la ciencia, 0, 1o que es lo mismo, «que la ciencia busca, encuentra y relaciona entre sf «hechos». Existe una cien- ‘ia de algo si hay un hecho especifico que la justifique, identiigue y distings. ‘Tena ciencia debe tener un nombre inconfundible y de af que no se dudara en acudir a todo tipo de neologismos para dirsclo, El positivisme bused la definicicn de ta ‘est, de un supuesto hecho hisidrica, El problema terminol6gico viene, pues, de ‘aatiguo: Ia palabra Historia designa, por decirlo de alguna forma, un conjunto 7, Henideto, Harora, mroduccien de F Rodefguer Adrados, traduccide y wotas de Car os Schaer. Euiteval Gres, Madi, 1977 (y ediciones nicesivas), Revuerdesc que cl texto de erodovo en su libro tcomienza diciendo: «Fata ex a exponici del reullada eine vestpa ‘oes de Hero de Halicamaso, para evitar que con el ergo los hechos hunianos gucdent eli, = GW. Hagel Levees sr fa Pano a Historie Universal, Allanea Edel ‘Mads 1080, p37. Hep crea gue este heh et tate ds que ina canal 9, HL White 5 contenido dela fom Narra incurs y representa Mtr, Ka ‘les Pudi Barcelona, 1992, 19. 1 tulvespatc de esta publicaciin confine cae te ‘een mu version oninal, que es The Content ofthe Form Narrative Disco ye sl Hlsario Hepreveniation, Lacan In exprosiin sDuscarn natavd ttc 2 TEORIA, HISTORIA f HASTORIOGRAFIA tordenado de shechos histéricos», pero designa también el proceso de las opera siones scientficas» que revelan y estudian tales hechos. Que la misma palabra designe sobjeto» y «ciencia» puede parecer una euestidn menor, pero en la re alidad resulta engorrosa y origina dificultades reales de orden epistemolégico Deahi que también prontamente se ensayase la adopeidn de un término especk- fico que designase la investigacidn de la Historia. Ahora bien, resulut que el hecho de que el vocablo Historia designe al mis- ‘mo tiempo una realidad y su conocimiento no es el dnico ejemplo que puede ‘mostrarse de una situacion de tal tipo. En realidad, una dificultad andloga afecta 4 otras disciplinas de la ciencia social y de ta natural, En efecto, eso mismo ocu- sre con la economia, por ejemplo, y el enguaje comin ba hecho que ocurra tam bien en ef caso de La psicologia, la geologia y la geografia: los nombres de las diseiplings han pasado 1 designar realidades, como hemes dicho, En nuestro ‘aso, la palabra griega istorie (investigacién) ha pasado a designar el proceso ‘emporal acumulativo de 1a, Humanidad. Es frecuente tambign el uso de ciertas palabras con significados multiples en las ciencias sociales, como ocurte con economia © poltica, entre otras, Por nuestra parte, y de memento, basta con in sistiren el eardcter no espeettico para la historiografa de este problema termino- logico. Pero cabe schalar, igualmente, que en la situacion referente a la Historia no hay razdn para que esta polisemia se mantenga, de la misma manera que ha tendido a ser climinada en el easo de otros vocablos que designan cieacias, como cn el ense de la politica o politologta. Aunque Ia evcaticin m9 es privatlvs Mt ‘ez, crucial para la disciplina de la Historia, sf es de suma importa ‘Cuando hablamos de Historia es evidente que no hablames de una realidad ‘Yestigacidn de la Historia puede considerarse, sin mas, una «ciencian. Fue Or- tega y Gasset quien propuso el empleo de ese término de «Historiologi» como ddesignacidn de una actividad que él crefa imprescindible: «No se puede hacer historia si no se posee la técnica superior, que es una teorfa general de las real dads humnanas, lo que Hamo una Historiologia».” «Historiologta» es empleada también, en ef sentido que aquf sefalamos, como investigacidn de la Historia, Por algunos fildsofos mis, mientras quc, por el coatrario, cierios historiadores HJ. Topotaly, Mendalpa de fa Miter, Cte, Mai 198S', pp. S455, 12 Open. 58. 14. Ortega y Gasset, Una iterpretocin sel Hisoras Universal. En sor Tybee Ex Obra commpleta, Ma, 1943, tom IX, pps 147-148 En esta ota ve enon solve ta Mision Orie explicit st mala opin de fos Wstrhacores ey ‘iw be el eset intact de do (La corsve ce Ona) u “THORIA, HISTORIA t HISTORIOCIRATIA Jathan empleado en cl sentido de reflexidn metahistérica que le da Ortega. asi Ciaudio Sincher Albornoz y Manvel Tufién de Lara." Ea consecuencia, la pas Jabra Historiologia no es valida para nuestro propdsito. Introduce mis dificul- tales semanticas que las que resuclve, “Jean Walh ha hecho nas precisiones stmamente interesantes a propdsito del uso de las expresiones Historia ¢ Historiografia.” Para Walh, el recurso a los iccionatios antiguos 0 modemos en cualquier lengua no nos resuelve el pro- tblema de la distincién entre estas dos palabras. Sefala como may sutil la ayuda {que buses Hegel en el latin —res gestae. hivoria rerum gestarun— para dis- tinguir entre las dos facetas. Pero la epistemologia debe ids estrictos que ef lenguaje ordinario. Por lo tanto. stir ambigiiedad hie lorsque Ts agit Bs ‘modlo en que os palabras distintas pueden servir, ofectivamente, para designar dos reali, a Bien, Tos ainafos usos» de la palabra Historiograff son también fre- ccuentes. Ciertos autores, especialmente de lengua francesa, han atribuido a 1a palabra «Historiograffa» significaciones que su Sencilis eumolagta no auioriza Y que camplican de forma enteramente innecesaria y hacen equivoca su orig ‘aria significaci6n, Naturalmente, tales errores de los franceses han sido de in- ediato aceptados por sus imitadores espafoles. Exisien al menos dos usos impropios de la palabra Historiografia y algunas otras imprecisiones menores no dificles de desterar, en texto cas0. Fl primero es el uso de historiografia en ‘ocasiones como sindaimo de reflexidn sobre la Historia, al estilo de Yo que ha- tia Ontega y Gasset con la palabra Historiologia. El segundo es ta apticacién, como sindnimo y apelativo breve y coloquial, para designar la Historia de la Historiografia, cuando no, como se dice en alguna ocasién también en medios franceses, 1a historia de la historia!* ‘Un autor espaiiol actual hace también a lt palabra en evestién objeto de una notble diatriba, «La palabra hisoriografia —dice—es un neologismo que gus ti poco y que se utiliza en contadas beasiones. Tiene la ventaja de referise & un 14 C.Sinchee Albomoe, Hisioria y Libertad: Ensayos de Historioloria, Maid, 1974 AMT de Lara. Qu storia? Algunar cuestomes de Historie. Fn Sisiena Mati), 8. abl de 1975.00, 3 988 TS J. Wath, Hlsrogrophle Structurale, Masson, Pars, 1, p19 {i tina contin) retina expresion ha tenido cir €sio on Francia La emples, entra arom bee tan prevent haeeo.y de tan espanions tadacci al espaol, como ede 1. Le Chea, Renu c Misra, Pais. Barcelona. 19P1, pp. 13 y passim. «Historia de la Historian ‘cs emplendo vn perp, en (. Tiliry 1. Tulard Co prepara fru thtenndon 4 Féoolous)Onbi Ta, Barcetons, (999 veratn t Hine hic medio tranceses wna anes conn de ab ao fat. pe hs enor tro alone de Ia teria «Histia fpnenerotescven dale He abn ela comms «Hisionogsatan 1a Histonogratias.¥ m9 HISTORIA E IISTORIOGRAKIA: LOS FUNDAMISSTOS 5 tipo de conocimiento sin confundirlo —eomo ocusre con la palabra histori {an su objeto de estudio, pero también presenta un grave inconvenient Ln dis- tinign analftica entre saber y objeto podria hacernos olvidar que las "hechos {el pasado” permanccen inscparablemente rides al conacimiento que tenemos Ge ailos. A Ih escasa belleza y el engaitoso rigor del término historiogralia, se Sihade el problema de sus diversos sigificados...»"” Casino necesin extgesis alguna esta opiniba, auc despods de sefalar, con mucho tino, cul es la ventaj {al tering ——referirse a un conocimiento sin confundirlo con st objeto— se ‘tient en epistemologias de perfil bajo y en declaraciones gratuitss,incluyendo fis enidtican, para concluir diciendo que se crea un confusionismo atribayen- do diversos significados al término, confusionismo a. que, por to demas, con- {abuye de forma bien notable el propio titulo de Ia publicacion donde aparece fs misma falta de univocidad denvuncia ya unt notable earencia tumbién de precisidn conceptual en quienes los practican, hayan ido propicindos por algunos historibgrafos de cierto renombyre favorece su re peticlon de form bastante ueritia, Tan celebrado autor como Lawrence Stone Tama -Historiografia», por ejemplo, a un conjunto variopinto de reflexiones s0- ‘bre historia de la historiognafia, el oficio de historiador, a prosopografia y ovray instructivas cuestiones.” Es justamente por estos usos variados y equtvocos por Jovque recientemente se ha Vuelto a plantear la pregunta: «/£t vocablo “historio, traf” elo sufiientemente armplio como para abarear una visisn i extonwe de {a discipina?», Y se ha respondido; «a tenor de los significades wadicionales de} Nocable “historiograffa’, la cantestacion deberia ser negativar.”* Y esta posicisa peeativa se basa justamente en el hecho de que con ess palabra se design tm, bin, entre otras cosas, la «historia de la hisioriografian. "Tales promunciamicntos lusran ben las dificutades del asunto mis profun. ‘das que Lt simple cuestion terminologies. El primero de tos maloy usos peed el excaso aprecio y frecueataciin que los histodadores hacen de eq Peflexin teOrica, de forma que deben emplear una palabra espeeifica part de. Signarla (algo asi como sia i eora sociolgica sel Haars de forma expesih ce Sociogralia» 0 tal ver, «Seciomanian, 0 a la teoria politica «Poliiograiay) El segundo, que motiva las reticencias de Pasar, procede, ents otras COs Taditusion de algunos libros malos, como el de Ch. O. Carbonell, que ha ted, th su version espaola mucha més difusidn de la merecida.” En ciert0s 1eXtoy 19. P Rois Tomes, etnrodaccibnn, Fa La Hitoriografia. Aver (Madi), 12 19935 P 12 TR Paice que apraurrnonos aseiulatlo comtene imporiamcssoritnsiones Sony, ade} J Coors y Inde Hus Serna y Aracis Pens que comettaremos ms adele, eee’ ef Panad f Present, PCE, Meso, ONO, Se rata dl tulo que rei, rime panes ea sa cue conten eur deo . Binet pesama, La Hsoran Contemporinen, Aypecos tericas ¢ historsogriions, Fug, ri Sites, Mai, 2008 9. Sr MO. Cartoncl, Lar Mistorvegrafs, CEs Mésic (986 (exci funcona a 19H See carte soe es Wisin a comuaye we en, Fe i tonndancrne. Wes, chon sre cH i Ma 26 ‘TEORIA. HISTORIA E HISTORIOGRAFIA se confunde e! uso sencitlo y ctimolégicamente conecto de historiografia como ~escritura de la Historia» con el uso de tal palabra para designar «ia Historia dle la escritura de la Historian, es decir, con la Historia de la Historiogratfa. Pero también se dice que la Historia de la Historiografta «ha pasado a con- Nertise en un dominio de investigacin diferenciado ao largo de los alos se- tent», Jo que potenciaria y justificarfa atin mis este uso especifico que mante- hemos de Is voz historiograffa como investigaciin de la Historia, Una muestra mis de la eonfusidn de que hablamos es la que patentiza Helge Kragh, que para diferenciar los dos usos de la palabra Historia acude a (Grmulas como H,, ch curso de los acontecimientos, y H,, el conocimiento de ellos. En cuanto a la palabra Historiografia, reconoce que se emplea en el sentido de H,, pero que stambiéa puede querer decir teorfa 0 filosofta de la historia, es decir, reflesio~ nes tedricas acerca de ly naturaleza de Ia historia». Los empleos tergiversadores son y han sido bastante frecuentes también en la historiografia espafola, aunque no sean universiles. Dos ejemplos caracters. cos por su procedencia bastarin para dar una idea. Un autor muy conocido en nu tiempo, el padre jesuita Zacarias Garefa Villada, decia en un libro metodol- gico muy recomendado que «Historiografia» significaba «arte o modo de eseri- bir la Historia», es decir, designaria una especie de preceptiva de los estilos de sseribir la Hisioria, lo que no deja de ser tna curiosa y rebuscada definicién.* Dire autor espafiol més reciente inctuye sin ningin empacho la sHistoriografia» entre «las Hamadas ciencias auxitiares de la Historia» junto a Geografia, Epi- grata y Bibliografia (sic) entre otras En definitiva, la confusidn de historiografia con «reflexién tedrico-metodo- ogica sobre |a investigacion de la Historia» (Teoria de la Historiografa, hablan- fo con rigor) © con «Historia de los modos de investigar y escribir la Historia» Historia de la Historiografia), aunque no sea, como decimos, una cuestign eru- al en la disciptina, sf representa, a nestro parecer, un sintoma de las impte- isiones corrientes en os profesionales y los estudiantes de ln materia. De he- {a palabra historiografia ha sido aplicads, por no se sabe muy bien qué azanes, a cosas aparccidas modemamente —Teoria de la Historia e Historia Je la Historiografia— que tienen ya su propio nombre perfectamente adecundo, olentando absolutamente la etimologia del término que proponemos. La pa: ese circular desde Heriot ht a emsteratizacins (sc) de a siping con a resefable articularidad de ue la shistoria de La Hisorografan es Hamada sstemdtcanicis por el auton Historogralan, 22. Panama, op ci, p 9, 35. H Kump foc ata Historia de ka Ciencia, Celica, Barcelona, 1989, pp. 33:34, 34. % Gusia Nillade, Metedolosis y Crnica histiricas, Edkciones EX ANN, Barsclona, 31. Florina de ene libro ex de j1021t ytexdavia se eitaha en olf! ena fecha in We © un ragifica prucha de muchas de ls carencias que Westacamon en el testo 25. “Mh. Kseantel, Teoria del Discurso Mistoviognfien, Hacia tra prctcw cienficw cons cre de 34 myn, Niners de Oviedo, Oviedo 1992, p. 147. Patece cary uel propia conceal jet shistoriogricu» un sentid distin del que Inepo se fe eoncee a it ati Mistoiograll, HISTORIA # HISTORIOGRAHA: LOS FUNDAMESTOS 2 lubra, por Jo demas, no presenta concomitancia ni confusion alguna con Ia Filosofia de la Historia» actividad que, ocioso resulta seftalaro, los historia- dores no acostumbran a cultivar. Topolsky ha sefalado de forma precisa, sin duda, el problema, pero no ha propuesto una solucién. Nos parece boy plausible que una palabra ya bien ex- tendida como Historiografia sea Ia frente al término Historia, que designarta la realidad hisidrica, Historiogratia es, on su acepcidn mds simple, «escritura de ti Historia». E histOricamente puede recoger la alusidn a tas diversas formas de escritura de la Historia que se han sucedido desde Ia Antigiedad clisica. Se puede hablar de «historiografia gric- ga»,

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