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El secreto de Pixar: Equivocarse 25/26

En las últimas décadas, Pixar se ha convertido en una mezcla entre tecnología, arte y éxito.
Sus estrenos en salas de cine, Disney+ o cualquier otro medio, nunca dejan de asombrar y
generan avalanchas de elogios, además de nuevos admiradores de todas las edades en todos
los rincones del planeta.

Su historia tampoco ha pasado desapercibida. La empresa, creada por el mítico director


George Lucas, como una división del área informática de Lucasfilm, fue comprada por el
cofundador de Apple, Steve Jobs, y algunos años después se asociaría con la todopoderosa
Disney, con el fin de reactivar y renovar el negocio de la animación de esta última.

El recorrido de Pixar parece de ensueño, pero las cosas no siempre estuvieron fáciles y a la
par de ir innovando en tecnología y formas de contar historias, tuvieron que desarrollar nuevos
procesos y métodos de trabajo que les permitieran mantenerse muy activos a nivel creativo y a
flote, económicamente hablando.

Estas características que hacen de Pixar una compañía tan especial no son secretos
realmente. Desde hace varios años vienen hablando en entrevistas sobre sus métodos de
trabajo y logran exponerlos de forma muy clara en el libro ¨Creatividad S.A.¨ (Conecta, 2014)
escrito por Amy Wallace y Ed Catmull, uno de los fundadores y presidente de la empresa.

Uno de sus pilares creativos es el Braintrust, que son reuniones que se celebran
periódicamente para identificar problemas en las películas en desarrollo y buscar soluciones
para seguir avanzando. En palabras de Catmull, CEO de Pixar: “el Braintrust hace la función
del público”. Lo conforman directoras y directores, escritores y guionistas que comparten sus
puntos de vista con el único fin de alcanzar la excelencia. Su esencia consiste en hablar con
total franqueza del trabajo de sus compañeros ¡e incluso de sus jefes!

Fue justamente gracias al Braintrust que un gran artista como John Laseter dio con la historia
de Toy Story después de haber sido despedido de Disney. En cada reescritura del guion,
Laseter volvía a Woody cada vez más y más cascarrabias y celoso de su competidor Buzz
Lightyear. Con el fin de aumentar la intensidad dramática, le estaban quitando frescura y
humor característicos al simpático vaquero. Es decir, lo estaba echando a perder.

De no haber sido por la honestidad de sus colegas del Braintrust es probable que las
dificultades del personaje hubiesen continuado más allá de la producción. Todos estos
procesos demuestran que al interior de Pixar hay una intención vehemente de fomentar un
ambiente creativo saludable donde la gente se sienta libre y tranquila de compartir sus ideas,
opiniones y críticas, haciendo énfasis en promover la franqueza entre sus colaboradores.

Esta experiencia en el primer largometraje de animación creado totalmente en computador es


otro de los tesoros, secretos o formas particulares de abordar un problema en Pixar, que
además se enfrenta a arraigos culturales muy fuertes y está expresada en una frase simple y
clara de Andrew Stanton, uno de los directores de la compañía: “Equivócate rápido”. Ed
Catmull lo explica de esta forma: “Si una persona o una organización no están dispuestas a
equivocarse, será muy difícil que la creatividad fluya y permita desarrollar proyectos brillantes.
Por eso, cuanto antes, mejor.”

La equivocación es inevitable en cualquier proceso de resolución o creación y no hay manera


de evitarlos. El punto es cometer errores, pero solucionarlos rápido. El fracaso no es lo
opuesto a éxito, sino un escalón más en esa dirección.

Esto no solo aplica a la creación de películas, personajes, historias, animación, montaje


audiovisual o comercialización de contenidos. Desde mi perspectiva, se trata de un concepto
aplicable a la vida misma. Por eso me encanta ponerlo en práctica y compartirlo.

Ahora sí, a equivocarse sin miedo.

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