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EMANUEL,

JESÚS CONMIGO
El experimentado en dolor
desea sanar tu corazón

@JOAQUINYCAMILA.CL
Dios se hizo hombre y habitó entre nosotros. Su nombre
"Emanuel" significa Dios con nosotros. Ese era su deseo.
Jesús vivió entre nosotros y, además de ser 100% Dios,
fue 100% hombre, experimentando nuestras mismas
limitaciones, tentaciones y emociones.

En Isaías 53:3-4, Jesús es descrito como "Varón de


dolores" y "Hecho para el sufrimiento". El versículo 4 dice
que Él cargó con nuestras enfermedades y soportó el
dolor de nuestra alma. Jesús experimentó dolor,
angustia, soledad, rechazo, abandono, traición y
desprecio. Siendo 100% hombre, decidió despojarse de sí
mismo y ser un siervo experimentado en quebranto y
dolor.

Es precisamente por
La consecuencia de la
esto que Jesús puede
cautividad es no poder
cumplir su propósito; disfrutar los frutos del
aquel del cual Isaías 61:1 Reino de Dios que
habla: Sanar nuestras según Romanos 14:17
heridas emocionales, son justicia, gozo y paz,
liberarnos de la siendo dos de estos tres
cautividad de nuestras atributos del Reino
creencias erradas y cosas que sentimos.
liberarnos de la prisión
de la falta de perdón.
Para sanar necesitamos compasión que significa “estar
con” en el dolor.

¿Por qué?

Para explicar esto necesitamos hablar sobre como


funcionamos los seres humanos y para qué fuimos
creados.

Todos fuimos creados desde, por y para el Amor.

Como vemos en el Edén, fuimos creados para ser


completamente vistos, conocidos y amados; para vivir
sin temor y, por lo tanto, sin la necesitar de ocultar algo.
Como Adán y Eva, fuimos creados para vivir desnudos
(físicamente, emocionalmente y espiritualmente) y sin
vergüenza. Fuimos creados para tener una relación
perfecta con nosotros mismos, con los demás y con Dios.

Pero en el Edén algo sucedió. Adán y Eva creyeron la


mentira del enemigo: la mentira de la vergüenza. Ellos
creyeron que algo les faltaba para ser como Dios
cuando ya habían sido creados a Su imagen y
semejanza. Creyeron la mentira: “No soy suficiente, algo
me falta”. Entonces comieron del fruto que
supuestamente los haría como Dios.
La consecuencia fue desconexión de ellos mismos, entre
ellos y la creencia de la desconexión de Dios (se
escondieron de Él). Entonces comenzaron a vivir desde
el temor, la autoprotección y en “modo de
sobrevivencia”.

Pero Dios nunca se desconectó de ellos. Él fue a ellos


caminando por el jardín y lo primero que le preguntó a
Adán no fue “¿Qué hiciste?” sino “¿Dónde estás tú?”.

Lo que Adán y Eva habían hecho no había cambiado el


deseo de Dios de conectar con ellos, porque Él los había
creado con ese propósito.

Esa desconexión que Adán y Eva experimentaron en el


jardín, y la vergüenza que entró a sus vidas es el
TRAUMA psicológico y espiritual que todos vivimos
como seres humanos.

A continuación, veamos otras definiciones de trauma:


Sentirnos solos en el dolor.
No sentirnos vistos, conocidos y amados.
Desconexión de nuestras propias emociones.
El temor al castigo de la desconexión.
El fruto de experiencias distorcionadas = Toda
experiencia que no se aliena al amor incondicional
para el cuál fuimos creados.
Vamos a enfocarnos en la primera definición y concluir
que:

No fuimos creados para estar sólos en el dolor.

Es precisamente en esos momentos donde nos sentimos


solos en el dolor en la infancia, donde interpretamos
situaciones en nuestro entorno de formas que nos
llevaron a heridas emocionales y creencias erradas de
nosotros mismos, de los demás y creencias que luego
tendríamos de Dios.

Es debido a esto que ahora la sanidad viene por medio


de la COMPASIÓN = El sentir y saber que no estamos
solos en el dolor. Es tener nuevas experiencias en las
que nos sentimos profundamente acompañados en
nuestro dolor.

No se trata de buscar no sufrir o sentir dolor. Eso no es


lo que Dios nos prometió a este lado de la eternidad. De
hecho Él dijo que en esta vida tendríamos aflicción. Pero
también prometió estar con nosotros en todo momento
y que nada nos apartaría de Su amor.

Lo que necesitamos es aprender a sufrir bien. A sentir


nuestro dolor acompañados, por nosotros mismos, por
otros y por Dios.
Para que una persona pueda extender genuina y real
compasión a otra - esa compasión que sana - esa
persona necesita primeramente conectar y sentir Su
propio dolor, en vez de evadirlo, ignorarlo o
anestesiarlo.

Sólo así se puede estar con otro en Su dolor y


acompañarlo, no desde la lástima o desde un querer
reparar a la otra persona, sino simplemente estar
presente. La presencia sana.

Dios puede ser esa persona de compasión para


nosotros porque Él se hizo hombre y fue Emanuel: Dios
con nosotros. Porque como dijimos al comienzo, Él fue
“varón de dolores” y “experimentado en quebranto”
(RV) / “conocedor del dolor más profundo” (NTV) /
“habituado al sufrimiento” (NVI).

Cuando tú estás sintiendo profundo dolor, Él sabe lo


que se siente. Y es por eso que Él puede sintonizar
contigo, validar tu emoción y estar contigo en medio del
dolor.

Es la consciencia y experiencia de Su presencia con


nosotros en el dolor lo que nos va sanando.
Sin embargo, muchas veces nos cuesta percibir y
experimentar a Dios en medio de nuestro dolor,
frustración, ansiedad, desesperanza, rabia, etc.

Esto sucede muchas veces porque creemos que está


mal sentirnos así. Creemos que nos hace menos
cristianos. Nos sentimos abrumados por nuestras
emociones e inconscientemente creemos que también
abrumaremos a Dios o que Él se alejará de nosotros
por sentirnos así.

Esto nos sucede a muchos porque inconscientemente


tenemos unos lente que dicen “Dios es como
papá/mamá”.

Nuestros padres, abuelos, bisabuelos... - hasta Adán y


Eva - por lo general no sabían sintonizar con las
emociones de los niños, validarlos o acompañarlos en el
dolor (Y claro, tampoco lo sabían hacer para ellos
mismos). Entonces efectivamente las emociones de los
niños y sus formas de expresarlas eran abrumadoras y
no tenían las herramientas para acompañarlas. Por lo
que finalmente los niños quedaban solos con sus
emociones y registrando en su memoria la respuesta
de Sus padres.
PERO DIOS es el Padre perfecto, que nos ve, nos
conoce y nos ama incondicionalmente y puede
sintonizar con nosotros, validar nuestras emociones (no
necesariamente nuestras acciones) y estar con
nosotros en el dolor.

Así mismo como no abandonó a Adán y Eva en el dolor


y confusión que sin duda estaban sintiendo luego de
comer del fruto que los llevó a la vergüenza y
desconexión.

Hebreos 4:15-16 dice:

Porque no tenemos un sumo sacerdote incapaz de


compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que ha
sido tentado en todo de la misma manera que nosotros,
aunque sin pecado. Así que acerquémonos
confiadamente al trono de la gracia para recibir la
misericordia y encontrar la gracia que nos ayuden
oportunamente.

Necesitamos aprender a acercarnos a Él


confiadamente en medio de lo que estemos sintiendo y
recibir de Él lo que necesitamos. No hacer esto es lo
que muchas veces nos lleva a tomar malas decisiones,
a reaccionar desde el dolor/temor y a pecar.
En esta navidad, recuerda a Jesús como Emanuel:
Dios contigo. Dios contigo en la alegría. Dios
contigo en la tristeza. Dios contigo en la
frustración. Dios contigo en la ansiedad. Dios
contigo en la rabia. Dios contigo en la decepción.

Recuerda que Él no te juzgará o rechazará. Él


estuvo en tu lugar y le dará a tu corazón necesita.

¿Sabes? Uno de los mejores regalos que le puedes


hacer a Jesús esta navidad es abrirle tu corazón, ser
vulnerable con Él y permitirle estar contigo en el dolor.

Sólo a este lado de la eternidad le podrás dar ese


regalo porque en el cielo ya no habrá dolor.

Él se deleita en traer consuelo a Sus hijos; se deleita


cuando vamos a Él en medio de esas emociones
incómodas en vez de alejarnos de Él o evitarlo.

Esos momentos son invitaciones a conectar de forma


profunda con Papá y, en ese sentido, el dolor y el
sufrimiento son un regalo que necesitamos aprender a
abrazar.
Pasos para invitar a Dios estar contigo en el dolor:

1. Haz una pausa. Resiste la tentación de anestesiar lo


que estás sintiendo con las redes sociales, el
activismo, la comida, otras relaciones, dormir de más,
etc. Busca un lugar tranquilo y sin distracciones,
siéntate y siente tu emoción aún cuando sea
incomodo.

2. Identifica y nombra lo que estás sintiendo. Hay


muchas emociones. Puedes buscar la rueda de
emociones en google. Sin embargo, las emociones
más básicas son: tristeza, soledad y temor. Si puedes
identificar cuál de esas tres emociones sientes, es
suficiente. Recuerda que detrás de la rabia, por
ejemplo, se esconde una de estas tres emociones
también.

3. Cierra tus ojos e imagina a Jesús parado frente a ti y


dile como te sientes, así como lo hacía David, sin
filtros, 100% honesto y vulnerable (desnudo) delante
de Dios. Ábrele tu corazón. No reprimas las lágrimas
si sientes que vienen.
Pasos para invitar a Dios estar contigo en el dolor:

4. Quédate ahí por un instante y ve, escucha y siente con


tus sentidos espirituales lo que Jesús quiere mostrarte
o decirte.

Puedes hacerle las siguientes preguntas:


¿Qué piensas de mí?
¿Hay algo que me quieras mostrar?
¿Tienes un regalo para mí?

No te apures. Espera. Escucha. Fuiste credo(a) para


escuchar la voz de Dios. Él habla por medio de
palabras, imágenes, sensaciones y un “saber interno”.

5. Estos son encuentros con Él que traen profunda


sanidad. Te animamos a escribir lo que
experimentaste, lo que viste y escuchaste en este
encuentro. Registra en tu corazón y en papel lo que
Dios hizo para que puedas repasar ese momento en
tu mente cuando lo necesites.

Pero tampoco te quedes solamente con un encuentro,


Dios tiene muchos encuentros para regalarte. Él
desea estar contigo en el dolor las veces que sea
necesario. Él no se cansa de ti, todo lo contrario, es su
placer máximo estar contigo.
Sabemos que muchas veces esta época de
celebraciones no es una época fácil para algunos.
Quizás justamente estás pasando por una temporada
dolorosa en tu vida, tuviste un quiebre en una relación o
estás batallando con ansiedad o depresión. Queremos
decirte que de cierta manera “te vemos” y sintonizamos
con tu dolor.

Esperamos de todo corazón que este ebook sea


especialmente de bendición para ti en esta temporada y
oramos que puedas experimentar la presencia de Dios
contigo en medio de lo que estás viviendo, como nunca
antes.
Muchas gracias por seguirnos.
Estamos agradecidos por cada
una de las personas que llegan
a nuestra cuenta y bendecidos
de conectar con ustedes, leerles
y escuchar también sus
testimonios de como nuestro
contenido les bendice.

Esperamos seguir creando


contenido de valor para
ustedes.

Con cariño, Joaquín y Camila


Porque hemos visto que muchos
han sido bendecidos con nuestro nuevo curso
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sana con tus emociones y un paso a paso para que
ellas te lleven a conexión profunda con Dios.
Aprender esto transformará tu relación contigo
mismo(a), con Dios e incluso con los demás. Es
decir... ¡Cambiará tu vida!

Compartimos contigo parte de un testimonio de


alguien que hizo el curso:
“Poder experimentarlo a Él en el dolor, verlo
validar lo que siento sin juzgarme y bueno tantas
cosas que han y son de tanta sanidad que
literalmente han cambiado mi caminar con Dios
para siempre” - Emanuel

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