You are on page 1of 4

RUMORES DE REVOLUCION EN EL ACRE (Segunda campaña del Acre)

A fines de marzo se conoció en Puerto Acre el texto del contrato de arrendamiento en favor del
sindicato.

Sin embargo de que procuramos guardar reserva sobre el particular, por que presentimos luego
que esto tendría consecuencias, los navíos que hacían su segundo viaje, fueron portadores de
impresos brasileños, incendiarios contra Bolivia. La noticia fue recibida en todo el Acre con visible
desagrado; pues se imaginaron que serían despojados de sus siringales y barracas para entregarlos
a los norte-americanos por quienes los brasileños tienen profunda antipatía.

Cabalmente ha sido este el pretexto más ostensible para la revolución.

Hacía tiempo que esperábamos con ansiedad al nuevo Delegado don Lino Romero; quien arribó a
Puerto Acre en el Cearense en la mañana del 3 de abril, acompañado de numeroso personal de
bolivianos y extranjeros; destinados los primeros a ocupar diversos cargos públicos; y los segundos
como inmigrantes que venían en busca de trabajo.

Indescriptible fué el entusiasmo de los vecinos al recibir a los dignos compatriotas que venían á
compartir con nosotros de aquel destierro; robustecer nuestras fuerzas nacionales y afianzar
todavía más la soberanía boliviana.

Empero, algunos de los recién llegados se manifestaron indiferentes, fríos y altaneros ante la
cordial acogida del vecindario y esto contribuyó a entibiar desde aquel día las relaciones entre los
antiguos habitantes del Puerto (si antiguos puede llamarse a los de seis meses atrás) y los recién
llegados y crear una atmósfera de recelos que posteriormente influyó demasiado en la marcha
normal y tranquila del Puerto.

El mismo día, tres horas después de su arribo, el nuevo Delegado Sr. Romero expedía un decreto,
que se publicó por bando, creando los siguientes impuestos de internación sobre los precios. de
factura: el 50 % sobre alcoholes y aguardientes; el 37, 50. % sobre los vinos y cervezas; y el 18, 75
% sobre las demás mercaderías, como géneros de ultramar, comestibles, etc.; equivaliendo el 1° al
40 % con el recargo del 25 % de gastos de transporte; el 2°, al 30 % con el mismo recargo del 25 %
de transportes y el 3° al 15 % con mas dicho recargo.

En verdad estos impuestos eran bastante módicos; y se facilitaban no solo las operaciones
aduaneras, que se practicaría sobre la póliza únicamente, sino porque evitaba a los Comerciantes y
Comandantes de navíos, el enorme trabajo y la demora de muchos días en la operación de
descargar y volver a cargar, para el aforo. Porque, a cobrar los derechos de internación con estricta
sujeción a nuestro Arancel, sobre cada artículo, el pago les habría resultado muy oneroso. Pero los
acreanos aparentaron creer que estos impuestos constituían un recargo sobre la tasa de Arancel y
fue imposible hacerles comprender la verdad. Por su parte los comerciantes brasileños,
encontrarán la ocasión de elevar inmediatamente los precios a los artículos de primera necesidad
para los barraqueros y fregueses, como son la farinha, el arroz, el frejól, el pacote, las conservas, el
café, azúcar, etc., y fomentaron sin disimulo el descontento de sus aviados contra Bolivia.
Este era precisamente el punto delicado que la Delegación anterior no había querido tocar,
sospechando el peligro y que el nuevo Delegado tocó, sin conocer ni remotamente la región que
venía a gobernar.

Para colmo de fatalidades apareció a poco otro decreto, prefijando el término de seis meses
perentorios para la consolidación de estradas gomeras. Los acreanos considerando estrecho el
plazo creían perdidas sus propiedades, para adjudicarlas al Sindicato. En vano fue también hacerles
comprender, aún por correspondencia privada, que aquel plazo no sería fatal y que a su
vencimiento la Delegación haría nueva prórroga, pues no tenía otro fin que conocer oficialmente el
número de estradas en explotación la ubicación de ellas y el nombre de sus propietarios, para
resguardarles sus derechos, inscribiéndolos en el Registro; fuera de que también era justo que los
siringueros pagasen el nimio impuesto que les correspondía, a razón de un boliviano anual por
estrada.

Al fin habían encontrado pues los azuzadores triple motivo para estallar, fuera de otras causales de
segundo orden. Pero nosotros estábamos lejos de sospechar el sordo movimiento revolucionario
que cundía por todo el Acre y permanecíamos sentados tranquilamente sobre el cráter del volcán.

A nuestro parecer, los acreanos debían estar escarmentados con las duras lecciones recibidas, que
databan apenas de un año. Y luego, los cabecillas conocidos se hallaban desprestigiados y sin
recursos para nuevas aventuras, como Gentil Norberto, Hipólito Moreira y Pedro Alejandrino. El
mismo Gaston de Oliveira, antiguo paladín revolucionario, protestaba siempre no volver a
mezclarse en otras calaveradas, que le habían ocasionado perjuicios pecuniarios y su ruina. Solo el
anciano Rodrigo de Carvalho, permanecía sombro, retraído en sus propios pensamientos, alejado
ahora de nosotros y ejerciendo indiferentemente sus funciones de Jefe de Resguardo en la frontera
de Caquetá; lugar tan próximo a Puerto Acre, que percibíamos claramente todas las mañanas el
toque de sus cornetas, como ellos percibían las nuestras.

Así transcurrieron los meses de mayo y Junio, escuchando con indiferencia los rumores que
llegaban a nuestros oídos.

Algunos compatriotas nuestros que habían bajado en los últimos navíos de mayo, informaron con
toda clase de precaución al Delegado que en el Bajo Acre y el Purús no se hablaba de otra cosa que
de la próxima revolución y que todos los brasileños sin excepción, en aquellos lugares, se
aprestaban a tomar parte en ella; que, además, habían encontrado haciendo preparativos en
Manaos para la campaña; disciplinando tropas en las calles y convocando por la prensa a
engancharse para ir al Acre.

En los periódicos que furtivamente llegaron a nuestras manos, procedentes de la misma ciudad
amazonense é inspirados en la política del Gobernador Nery, se hablaba con descaro de
reconquistar el Acre, para impedir que los yankes hollasen con su planta la América del Sud, toda
vez que Bolivia no podía poblar ni administrar aquellos territorios, que habían sido descubiertos,
explorados y ocupados de mucho tiempo por brasileños.

Aún con estos elementos de convicción moral, pensábamos que no pasarían de ser baladronadas.
Nuestra incredulidad rayaba en optimismo.
Sin embargo, no por eso dejamos de avisar en correspondencia particular al Interior de Bolivia, lo
que estaba pasando. Y es indudable que el Delegado debió haberlo comunicado al Gobierno de La
Paz con toda oportunidad.

De nuestra parte insinuábamos ya privadamente; la urgencia de enviar un suficiente relevo de 500


hombres, puesto que los batallones 3°. y Cochabamba no solo estaban casi concluidos por las
enfermedades, sino por que debían volver cuanto antes al Cuartel General para darles descanso a
esos infelices soldados.

Es de suponer que esos correos despachados por la vía del Pará, debieron haber sido secuestrados
en el tránsito, pues tampoco nosotros recibíamos correspondencia.

Fue oportuna la determinación del Delegado de retrasar la salida del 3°, que debió efectuarse en
Mayo, contando con el próximo arribo del relevo, del cual no se tenían ni noticias; y reforzar el
Puerto con el Batallón Cochabamba que bajó de Capatará, y llegó el 1 de aquel mes a Puerto Acre.
Aquel acabó de aniquilarse durante los meses subsiguientes; y este empezó también a diezmarse.

En medio de aquellos rumores, se supo que Rodrigo de Carbalho había desaparecido de Caquetá.
Este suceso que envolvía algo de misterioso, nos dio en qué pensar; pero creímos que talvez había
sido separado de su cargo. Esa desaparición coincidía con la aparición de Gentil Norberto que
había cruzado de Caquetá, por el barador á Bon-Destino, en vez de haberlo efectuado por el río, á
vista de nosotros, lo cual era por si bastante sospechoso; y allí había conferenciado largamente con
Joaquin Víctor (como se le llama simplemente). De otro lado, se movía también Pedro Alejandrino,
agitando el vecindario de Bagazo y sus contornos.

Desde los primeros días de Julio mejoró el tiempo y cesó como por encanto la mortandad de
soldados y vecinos del Puerto.

Los datos que recibíamos cada vez más positivos, nos hacían comprender que algo grave estaba
pasando por el Bajo Acre, en la Villa de Antimary, territorio brasileño y señalado como foco
principal de la revolución.

Pero, por la parte del Sud, todo permanecía tranquilo y al parecer no se movía una hoja. Era como
el silencio de la naturaleza que precede siempre a las grandes tempestades.

A mediados de ese mes llegó de Palestina a Puerto Acre el Intendente don Fausto López y nos
comunicó, que, desde Gabión, Capatará y Empreza, se crea ya seriamente que la revolución había
estallado hacia Puerto Acre, pues la fecha señalada era el 14 de Julio y aún le habían recomendado
cambiar su kepí por un sombrero para no ser reconocido como boliviano, sobre todo en Bagazo.
Grande pues debió ser su sorpresa al no encontrar revolución en ninguna parte y mucho menos en
Puerto Acre, donde todo permanecía perfectamente tranquilo.

El 20 de Julio adquirimos al fin la certeza de que la revolución era un hecho y de que ella vendría
en forma de invasión o de cualquier otro modo del territorio brasileño.

El horizonte político se ponía cada vez más obscuro por el norte y sentíamos que nos llegaban
como corrientes de fuego, a modo de ráfagas de un gran incendio cuyas llamas avanzaban.
El Sud, es decir el Acre boliviano, seguía siempre claro y ni una nube cruzaba el horizonte. Nada
temíamos pues de este lado, sino de afuera.

You might also like