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4.

LA FILOSOFÍA QUECHUA
Josef Estermann

¿pensamiento quechua o incaico? rial oficial del Tawantinsuyu, que ciertamen­te


ha sido una síntesis de influencias culturales
Hablando en términos históricos, la etnia de y sapienciales de muchas culturas milenarias,
los quechuas o runa (término del idioma que- heredadas por los nuevos señores quechuaha-
chua o runa simi para los miembros de este blantes del Imperio del Sol. En vista de que las
pueblo) fue identificada a menudo con el Ta­ culturas andinas originarias usaban una escri­
wantinsuyu, el imperio incaico o el Imperio del tura alfabética y jeroglífica hasta el momento
Sol (aproximadamente desde el 1300 hasta el no descifrada, las fuentes de tal pensamiento
1535). A mediados del siglo xv, una revolución incaico son de índole arqueológica, paleonto-
cultural inicia su expansión desde la zona occi- lógica, indumentaria, o bien de tradición oral
dental de América del Sur, en el corazón de la y de testimonios de cronistas españoles, mes-
Cordillera de los Andes. Luego de su contunden­ tizos e indígenas aculturados (que hablan ya el
te victoria militar sobre los chancas en 1438, el español).
inca Pachakutiq empieza desde el Cuz­co un Tratándose de una de las vertientes del pen-
proceso de expansión cultural, económica y mi­ samiento indígena del Abya Yala (expresión de
litar a lo largo y ancho de los Andes, abarcando la cultura kuna), el pensamiento quechua no se
cuatro mil kilómetros de territorio de norte a limita a la época histórica del Tawantinsuyu,
sur, hoy ocupados por Colombia, Ecua­dor, Pe­ sino que sigue existiendo, en forma más o me-
rú, Bolivia, Chile y Argentina (casi el doble que nos sincrética y clandestina, durante la colonia
hay de España al norte de Noruega). y la vida republicana de los nuevos estados en
En aproximadamente cien años las tropas el ámbito andino, por lo que se prefiere el de-
incaicas lideradas sucesivamente por Pacha­ nominador de “pensamiento quechua” sobre el
kutiq, Tupaq Inka Yupanki y Wayna Qhapaq, de “pensamiento incaico”.
imponen una cultura que se nutre de más de
tres mil años de historia, con los valiosos apor-
tes de las antiguas civilizaciones chavín, para- ¿pensamiento o filosofía quechua?
cas, mochica, tiawanaku, nazca, wari, chimú
y lambayeque. El Tawantinsuyu, en su esplen- Al referirse a las filosofías indígenas en gene-
dor hacia finales del siglo xv, desarrollaba una ral o a las filosofías andinas en particular, la
política de uniformación cultural, mítica (el academia filosófica tiende a cualificar este ti­
culto imperial del inti o sol) y filosófica que po de filosofías como pensamiento, etnofiloso-
resultaba en la imposición del runa simi (que- fía, cos­­movisión o simplemente sabiduría. Co­
chua) como lingua franca imperial. mo con cual­quier filosofía, se trata de filosofías
Sin embargo, no se pudo subyugar a mino- contextuales, y el contexto en este caso es so-
rías culturales, lingüísticas y sapienciales como bre todo de tipo cultural, étnico y religioso. Es
los aymara, los uru, los pukara y otras que se­ cierto que en el caso del pensamiento quechua
guían usando sus lenguas nativas y cosmovi- (o de la filosofía quechua) no existen textos
siones propias. históricos de primera mano, no hay autoría
Hablando de un “pensamiento incaico” o individual y no existen instituciones de elabo-
incluso de una “filosofía incaica”, los autores ración y difusión del saber filosófico (universi-
se refieren al pensamiento o la ideología impe- dades, institutos, comunidades de sabios).

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la filosofía quechua 37

Sin embargo, desde una perspectiva inter- provincias noroccidentales de Argentina tie-
cultural, se trata de un pensamiento filosófico nen una diversidad fonética, morfológica y
distinto de la tradición occidental dominante, semántica impresionante. A pesar de los es-
e incluso distinto de la gran mayoría de co- fuerzos de la Academia de la Lengua Quechua,
rrientes filosóficas de América Latina. no se logró hasta la fecha uniformar la gramá-
Evidentemente, hay problemas epistemoló­ tica y la escritura; esta última —como se trata
gicos y metodológicos, en el momento de la de una lengua ágrafa— tenía que adaptarse al
elaboración y sistematización de una filosofía alfabeto latino, introduciendo signos auxilia-
quechua. Por la falta de fuentes escritas, hay res (apóstrofes y diéresis) y limitando las vo-
que buscar otro tipo de fuentes, que son sobre cales a tres (a, e, u).
todo la tradición oral, la subconciencia colec- La lengua quechua o runa simi se ha con-
tiva, el universo simbólico religioso y ritual, vertido en base y trasfondo de lo que viene a
los relatos indirectos de los primeros cronis- ser la cultura quechua o, mejor, las culturas
tas, y los esfuerzos indígenas de los últimos quechuas, que abarcan los ámbitos culturales
años por desclandestinizar la sabiduría mile- en los que tal lengua predomina, desde el sur
naria quechua. de Colombia hasta el norte de Argentina. La
No se trata, entonces, de elaborar una filo- llamada cultura quechua (un tipo ideal) es el
sofía desde cero, sino de articular, expresar y resultado de un largo proceso de hibridación,
sistematizar un pensamiento milenario, que superposición, interpenetración y asimilación
existía antes, con y después de la conquista entre diferentes culturas, tanto en tiempos
española, y que sigue existiendo en gran par- precoloniales como en los últimos 500 años.
te de los Andes de Sudamérica, desde Colom- No se trata de una cultura pura, netamente
bia hasta el norte de Argentina. Este trabajo indígena y originaria, sino de un universo cul-
de análisis y sistematización merece el título de tural híbrido y sincrético que corresponde al
“filosofía”. mestizaje cultural de la gran mayoría de las
personas quechuas.
Las culturas andinas a las que pertenecen
lengua, cultura y pensamiento quechua el pueblo y la cultura quechuas tienen muchos
rasgos sapienciales, filosóficos y civilizatorios
El término español “quechua” (que deriva de en común, sobre todo las culturas aimara y
la palabra quechua qheswa: “región de que- quechua. La cosmovisión englobante, que es
bradas”) en primer lugar es una referencia lin- la base para el pensamiento quechua, con los
güística; el quechua o runa simi (“lengua de principios filosóficos más importantes, es el pa­
gente”) es parte de una familia lingüística (a la raguas paradigmático andino para la filosofía
que pertenece el aimara) que se originó de una o el pensamiento quechua. Este pensamiento
etnia asentada en las cercanías de Cuzco en se sustenta en la lengua runa simi y su estructu­
Perú, pero que era de origen altiplánico (cerca ra básica, como también en la cultura quechua
del lago Titicaca). Según las investigaciones, como conjunto de costumbres, ritos, princi-
el quechua es una derivación del aimara, con pios, éticas y modos de vivir.
la influencia adicional de otras lenguas (puka-
ra, wari, uru).
Por la expansión del pueblo quechua, a la pachasofía quechua
partir del siglo xiv de nuestra era, a través del
imperio incaico, la lengua quechua se con- El pensamiento quechua tiene una racionali-
vierte no solamente en la lengua oficial del Ta­ dad sui generis que se construye en torno a un
wantinsuyu, sino que era promovida como lin­ concepto eminente, expresado por el término
gua franca en todas las regiones, aunque no quechumara (quechua y aimara) pacha. Esta
pudo imponerse del todo. palabra es polisémica; no puede ser traducida
Por los contextos regionales y el contacto en forma unívoca a la lengua indoeuropea.
con otras lenguas, el runa simi actual tiene una Filosóficamente, pacha significa el “universo
variedad lingüística significativa. El kichwa de ordenado en categorías espaciotemporales”,
Ecuador, el quechua ancashino de Perú, el que- pero no simplemente como algo físico y astro-
chua collao del altiplano peruano, el quechua nómico. El vocablo griego kosmos tal vez se
cochabambino de Bolivia o el quechua de las acerque más a lo que quiere decir pacha, pero
38 primera parte: periodos

sin dejar de incluir el “mundo de la naturale- dientes uno de otro, anárquicos, heteróno-
za”, al que también pertenece el ser humano. mos, no sustanciales. La relación, que en Oc-
Pacha también po­dría ser un equivalente ho- cidente es un accidens real o una forma a
meomórfico del vocablo latino esse (“ser”): pa­ priori de la razón, es la primera categoría on-
cha es “lo que es”, el todo existente en el uni- tológica, es —para decirlo así— la verdadera
verso, la “realidad”. Es una expresión que se sustancia no sustancial. Para el pensamiento
refiere al más allá de la bifurcación entre lo vi­ andino, un ente particular siempre está en re-
sible y lo invisible, lo material y lo inmaterial, lación con otros (trascendencia), no es suisufi-
lo terrenal y lo celestial, lo profano y lo sagra- ciente, no puede ser principio en sí mis­mo (es
do, lo ex­terior y lo interior. anárquico), es regido por una normatividad
Contiene como significado tanto la tempo­ exterior (heteronomía) y no existe en sí mis-
rali­dad como la espacialidad: lo que es, de mo (relacionalidad).
una u otra manera, está en el tiempo y ocupa El principio de relacionalidad se puede
un lugar (topos). Esto incluso rige para los formular de manera negativa y positiva. Ne-
entes espirituales (espíritus, almas, dioses). gativamente dice que no puede haber ningún
Pacha es la base común de los distintos estra- ente completamente carente de relaciones, y
tos de la realidad, que para el runa (persona cuando se dice relacio­nes, hay que pensar en
humana) son básicamente tres: hanaq pacha, relaciones transeúntes (o trascendentes), y no
kay pacha y uray (o ukhu) pacha. Sin embar- solamente en relaciones inmanentes (o reflexi-
go, no se trata de mundos o estratos total- vas). Esto quie­re decir que para el pensamien-
mente distintos, sino de aspec­tos o espacios to andino no hay entes absolutos (absolvere:
de una misma realidad (pacha) interrelacio- “soltar”, “desconectar”) en sentido estricto.
nada. Tal vez sea oportuno traducir el vocablo La concepción de la absolutidad en el mundo
pacha por la característica fundamental de la andino es un concepto anatópico u occidento­
racionalidad andina: relacionalidad. Tiempo, génito.
espa­cio, orden y estratificación son elemen- Positivamente, el principio de relacionali-
tos imprescindibles para la relacionalidad dad dice que cada ente, acontecimiento, esta-
del todo. Juntando el aspecto de cosmos con do de conciencia, sentimiento, hecho y posibi-
el de relacionalidad, podemos traducir (lo lidad se halla inmerso en múltiples relaciones
que siempre es a la vez traicionar) pacha con otros “en­tes”, acontecimientos, estados
como cosmos interrelacionado o relacionali- de conciencia, sentimientos, hechos y posibi­
dad cósmica. li­dades. La realidad (como un todo holístico)
La pachasofía quechua es la sapiencia filo- recién es (existe) como conjunto de seres y
sófica andina concerniente al universo orde- acontecimientos interrelacionados. El verbo
nado y basado en ciertos principios directri- quechua kay significa “ser” y “existir”, pero
ces que se exponen a continuación. también es usado para expresar la relación de
posesión o pertenencia: “tengo un hijo” en
quechua se expresa como “de mí me es mi
el principio de relacionalidad hijo” (waway kanmi). Además, el mismo voca-
blo kay también se usa como adjetivo y pro-
El rasgo más fundamental y determinante del nombre de­mostrativo con el significado de
pensamiento andino es la relacionalidad de “este”, “esta” o “esto” (kay qhari: “este varón”;
todo. La categoría básica no es el “ente en iman kay?: “¿qué es esto?”).
cuanto ente” (ens inquantum ens) de la meta- El principio de relacionalidad también tie-
física occidental, sino la relación. La filosofía ne que ver con la re­lación gnoseológica. La fi-
occidental tiene como fundamento ontológico losofía occidental expresa su concepción dias­
la sustancialidad de todo lo que existe, sea en tática, ante todo, respecto a la relación entre
sentido realista como ser-en-sí-mismo, o sea el sujeto y el objeto gnoseológicos: la relación
en sentido trascendental como autonomía del cognoscitiva es una relación de con­cilia­ción
sujeto. La existencia separada y monádica es entre realidades bifurcadas. El reconocimien-
lo primero; la relación entre los entes particu- to fenomenológico de que cada conciencia
lares lo segundo. Para el runa quechua, la si- fuera “conciencia de” (intencionalidad) no su-
tuación es la inversa: el universo es ante todo pera esta condición, sino sólo la inmanentiza.
un sistema de entes interrelacionados, depen- Más adelante, voy a discutir a fondo el con-
la filosofía quechua 39

cepto del sujeto y de la subjetivi­dad. Por el el principio de complementariedad


momento sólo quiero dejar anotado que la re-
lacionalidad cognoscitiva andina no presupo- Cada ente y cada acontecimiento tienen como
ne una diástasis entre un sujeto conocedor y contraparte un complemento como condición
un objeto conocido. necesaria para ser completos y capaces de
La relacionalidad, como base trascenden- existir y actuar. Un ente individual aislado
tal (arjé) de la concepción filo­sófica andina, se (mónada) es considerado como incompleto y
manifiesta en todos los niveles y los cam­pos deficiente si no se relaciona con su comple-
de la existencia. Por eso puede ser llamada el mento opuesto. La oposición no paraliza la
“axioma incons­ciente” de la filosofía andina y relación, como sucede en la lógica occidental
la clave preconceptual de la inter­pretación que se rige por el principio de la no contradic-
hermenéutica de la experiencia del runa andi- ción. La oposición más bien dinamiza la rea-
no. Se expre­sa (entre otros) en algunos axio- lidad, como lo afirma la lógica dialéctica y el
mas derivados, o principios paralógicos andi- pensamiento oriental en general. Cielo y tierra,
nos, que se explicitarán en seguida (principios sol y luna, varón y mujer, claridad y oscuri-
de correspondencia, complementariedad, re­ dad, día y noche, bondad y maldad coexisten
ci­pro­cidad y ciclicidad). Estos principios, a su para el pensamiento andino de manera inse-
vez, son la base “paradigmática” para un sin- parable. El verdadero ente, es decir, la rela-
número de fenómenos filosóficamente intere- ción es una unión de oposiciones, un equi­librio
santes en los ámbitos de la natu­raleza, la vida dialéctico o dialógico.
social y el orden ético. La complementariedad a nivel cósmico se
da como ordenamiento polar entre un lado iz-
quierdo y un lado derecho, lo que a su vez se
el principio de correspondencia concibe en términos de sexuación: el lado iz-
quierdo corresponde a lo femenino, y el lado
El principio básico de relacionalidad se mani- derecho a lo masculino. Se trata de categorías
fiesta a nivel cósmico como correspondencia cosmológicas (o pachasóficas), y no de antro-
entre micro y macrocosmos, entre lo grande y pológicas o biológicas. Para el runa quechua
lo pequeño. El orden cósmico de los cuerpos todo está sexuado y, por tanto, sujeto al prin-
celestes, las estaciones, la circulación del cipio de complementariedad.
agua, los fenómenos climáticos y hasta de lo
divino tiene su correspondencia (es decir: en-
cuentra respuesta correlativa) en el ser huma- el principio de reciprocidad
no y sus relaciones económicas, sociales y cul-
turales. El principio de la correspondencia Los principios de correspondencia y de com-
cuestiona la validez universal de la causalidad plementariedad se expresan a nivel pragmá­
física; el nexo entre micro y macrocosmos no tico y ético como principio de reciprocidad:
es causal en sentido mecánico, sino simbóli- A cada acto corresponde, como contribución
co-representativo. Por tanto, los fenómenos complementaria, un acto recíproco. Este prin­
de transición —que son chakanas o puentes ci­pio no sólo rige en las interrelaciones huma-
cósmicos—, como los cerros, las nubes, el nas (entre personas o grupos), sino en cada
arco iris, los manantes, los solsticios y los tipo de interacción, sea ésta intrahumana, en­
cambios de luna tienen un carácter nu­minoso tre el ser humano y la naturaleza, o sea entre
y sagrado. El ser humano representa median- el ser humano y lo divino. El princi­pio de reci-
te actos simbólicos lo que pasa en lo grande, procidad es universalmente válido y revela un
asegurándose de esta manera de la continui- rasgo muy importante de la filosofía andina:
dad del universo y de la perduración del orden la ética no es un asunto limitado al ser hu­
cósmico. mano y su actuar, sino que tiene dimensiones
La correspondencia rige ante todo entre las cósmicas. Con mucha razón se puede hablar
esferas del hanaq pacha (“espacio de arriba”) y de una ética cósmica, que para la racionali­
del kay pacha (“esfera de aquí y ahora”), mien- dad occidental sería un absurdo, debido a la
tras que la tercera esfera representa el mundo implicación mutua de eticidad y libertad. La
de “adentro”, de los difuntos y ancestros (uray/ reciprocidad andina no presupone necesaria-
ukhuy pacha). mente una relación de interacción libre y vo-
40 primera parte: periodos

luntaria; más bien se trata de un deber cósmi- la importancia de un aconteci­miento. Por


co que refleja un orden universal del que el ser eso, existen “tiempos densos” y “tiempos fla-
humano forma parte. cos”; en algo la temporalidad andina refleja
El principio de reciprocidad dice que dife- la concepción griega del kairos. El tiempo no es
rentes actos se condi­cionan mutuamente (in­ cuantitativo sino cualitativo; cada tiempo (épo-
teracción) de tal manera que el esfuerzo o la ca, momento, lapso) tiene su propósito espe-
inversión en una acción por un actor será re- cífico. Existe un tiempo para la siembra, otro
compensado por un esfuerzo o una inversión para el aporque, otro para la cosecha; hay
de la misma magnitud por el receptor. En el tiempos rituales para hacer los despachos y
fondo, se trata de una justicia (metaética) del los pagos a la pachamama. Los rituales y las
intercambio de bienes, sentimientos, perso- ceremonias no son neutrales respecto al tiem-
nas y hasta de valores religiosos. po; si no es el tiempo apropiado, el ritual no
A través de la reciprocidad, los actores (hu- tiene el efecto deseado. No se puede presio-
manos, naturales, divinos) establecen una jus- nar el tiempo; por eso, las supuestas ganan-
ticia cósmica como normatividad sub­yacente cias de tiempo para el runa/jaqi a largo plazo
a las múltiples relaciones existentes. Por eso, serán pérdidas.
la base del prin­cipio de reciprocidad es el or-
den cósmico (y su relacionalidad fun­damental)
como un sistema armonioso y equilibrado de conclusión
relaciones.
Para el pensamiento quechua (y a fortiori para
todas las filosofías indígenas), el futuro parece
el principio de ciclicidad oscilar entre una integración estética y la ab-
sorción com­pleta por la cultura occidental do-
Debido a la experiencia agrícola, el hombre minante. En el primer caso, la filosofía andi-
andino concibe tiempo y espacio (pacha) co­ na se convertiría en un paradigma exótico del
mo algo repetitivo. La infinidad no es entendi- pen­samien­to humano, accesible mediante In-
da como línea sin fin, sino como movimiento ternet a los cibernautas del siglo xxi y conserva-
circular o espiral interminable. Cada círculo do como en un banco genético intelectual para
describe un ciclo, que puede ser referente a las las futuras generaciones de viajeros virtuales.
estaciones del año, la sucesión de las genera- Sería entonces parte de una cultu­ra museal, un
ciones o las diferentes eras históricas. El no­ pensamiento sin pensadores, una filosofía sin
vum como algo absolutamente desconocido “sabios del amor”, una creación sin creadores.
no existe para el pensamiento andino. La se- En el segundo caso, el proceso de la occidenta-
cuencia de ciclos es dialéctica y discontinua; lización (a través de la economización globali-
cada ciclo termina con un cataclismo cósmico zada) arrastraría en la caída todo tipo de re-
(pachakuti) que da lugar a otra vuelta, una era ducción cultural y de resistencia andina. Para
nueva en otro nivel. las comunidades quechuas es una realidad vi-
El tiempo para el runa quechua es como viente y en crecimiento.
la respiración, el latido cardiaco, el ir y venir
de las mareas, el cambio de día y noche. El bibliografía:Aguirre Cárdenas, M., 1994; Bouys-
tiempo es relacionalidad cósmica, copresen- se-Cassagne, T., 1987; Díaz Guzmán, V., 1991;
te con el espacio, o simplemente otra mani- Estermann, J., 2004, 2006; Gutiérrez Pareja, S.,
festación de pacha. Las categorías temporales 1972; Kusch, R., 1977; Manrique, E., 1987; Mejía
más impor­tantes no son avanzado o atrasa- Huamán, M., 1994; Miranda Luizaga, J., 1996;
do, ni pasado y futuro, sino “antes” (ñaw­paq) Ossio, J., 1973; Pacheco Farfán, J., 1994; Peña,
y “después” (quepa). El tiempo tiene un or- Antonio, 1992; Rivara de Tuesta, M.L., 1992, 1994;
den cuali­tativo, según la densidad, el peso y Sobrevilla, D., 1992; Taipinquiri, 1996.

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