You are on page 1of 51
éSeguiremos siendo amigos? Paula Danziger ‘Nacio en Washington y se rio ‘en Nueva York. Ha sido profesora de Instituto y de untversidad. Su primera novela tuvo tanto éxito ‘que pronto pudo dedicarse s6!0 2. escribir Ha recibido muchos ppremios en Norteamiérica. Sus personajes parecen tan realeque {os nifos siempre le dicen que tienen la impresién de conocerlos ‘Ambar y usto son inseparabies. Se conocen desde que eran pequenos, Y sus madres ya son amigas. Sen pasirseo ben de verdad Yechatse una mano evand uno Ue fos dos esta en apuros. Ertan jntos en casey después, en casa de Justo mertras la madre de Ambar trabaja. Y de repent. legals cattrofe: Justo tiene que ise avira otra Chicas. Ambar ea my Wt, ‘se enfada con justo poraue parece fez (Souconarsn us problemas antes de separarse? ALFAGUARA Dentro de exactamente diez minutos todos los nifios y nifias de nuestra clase vamos a subir al avién para ir de viaje a China. Yo, Ambar Dorado, soy una alumna de tercer afio y estoy muy emocionada. Mi mejor amigo, Justo Da- niels, se va a sentar a mi lado. Ahora mismo esté sentado en el banco de al lado haciendo de reloj. Lo tinico que oigo es un sua- ve tic-tac, pero estoy absoluramente supersegura de que ya tiene pensado hacer alguna otra cosa. 10 Siempre que nuestra clase va 2 volar a algén lugar lejano nos senta- mos juntos, De hecho, llevamos sentindo- nos juntos desde que nos conocimos en kinder, pero éa es otra historia. No es nada fécil encontrar mi pasaporte y los pasajes, porque yo, Ambar Dorado, soy una alumna de tercero muy desordenada. Saco répidamente las cosas de mi banco: el cuaderno en el que voy a escribir sobre el viaje, medio paquete 1 de chicles de fresa, mis caleomanias, dos cintas para el pelo, siete gomas de borras, once clips, dos cuadernos de ejercicios y, finalmente, mi pasa- porte y los pasajes, que he metido dentro de una caja decorada espe- cialmente por mi con un montén de calcomanias. —Rrring, cu-cu —empieza a decir Justo, miencras se columpia pa- ra adelante y para atrés. Entonces le pego en la cabeza con el pasaporte y los pasajes. 2 —1Se puede saber qué estas haciendo? —Soy un reloj cuct —dice Jasto, sin parar de columpiarse ‘Cuando una tiene a Justo Da- niels de mejor amigo, la vida es su- perdivertida. Lo mismo pasa con mi maes- tro, el sefior Coten. —Dispénganse a embarcar. Y el sefior Coten apaga y en~ ciende las luces para que sepamos que se ha acabado una actividad y es- ta punto de empezar otra. Hemos puesto todas las sillas de la clase en fila para que parezca ‘un avidn de verdad, con pasillos y un sitio para el piloto, el copiloto y los auxiliares de vuclo, El sefior Coten siempre es el piloro, £l dice que sélo es porque 3 ninguna otra persona de nuestra cla- se tiene caret de conducir, pero yo sé cuil es la verdadera azn por la que siempre hace de piloto. Es por- que quiere asegurarse de que llegue- mos adonde tenemos que llegar. Una ver dejé que Ricardo Curton hiciera de piloto, y cuando aterrizamos, Ri- cardo anuncié que nos habia llevado a Disneylandia en lugar de a la Re- publica del Congo. ‘As{ que ahora el sefior Coten siempre es el piloto y elige cada vez ‘unos nifios diferentes para que hagan de copilotos y auxiliares de vuclo. suando me toque 2 mf quiero ser copiloca. No quiero tener que re- partir bolsitas de mani porque hay al- _gunos chicos que son unos nifios cl cos y hacen ruidos como los monos al comer el mani, y otras bobadas. 14 Pero Justo no hace bobadas El yyo pasamos el tiempo leyendo la revista Tercero B en vuelo. (Los ar- ticulos los escribimos entre todos. ‘También hacemos el crucigrama que inventa el sefior Coten). Bueno, la verdad, si hay que ser sincera, a veces Justo también ha- ce muidos de mono, Ahora la clase se ha puesto en fila, esperando a que el sefior Coten revise los pasaportes. Ana Burton se ha quedado mirando la foro de su pasaporte. 15 —Es una foro horrorosa. No s¢ por qué no nos han dejado tracr una foro de casa. Cada ver que empezamos a estudiar un pafs, nos vamos «volan- do» a conocerlo y, todas y cada una de las veces, Ana se queja de la foro que tiene en el pasaporte. —Estdés muy bonita —Ie di- 0, mirando la foro. ‘Todos tenemos las fotos que nos hicieron en el colegio, menos Brenda Colvin, que empezé las cla- ses cuando ya nos habjan hecho las fotos. El pasaporte de Brenda lleva tuna foto que le hizo dl sefior Coren con su propia cémara. —Soy muy bonita —me co- rrige Ana—, pero en esta foro salgo horroross. Hago como que no he oido lo i | | 6 que ha dicho, —Ya sabes que el sefior Coten quiere que nuestros pasaportes de mentira pareacan de verdad. Acuér- dave de cuando nos ensefié su pasa- porte de verdad. Estaba horrible, y tampoco es tan feo. ‘Ana hace una mueca y sonrie. —Ambar, s6lo porque a ti se te olvidé aquel dia que nos iban a hacer las fotos no significa que a los dems no nos importe cémo hemos salido en nuestra foto. En la cuya, parece que al salir de la cama te pu- siste lo primero que encontraste y te peinaste con el rastrillo del jardin. Me fijo en la foro de Ana. Lleva su largo pelo rubio muy bien peinado y se ha puesto un cintillo de colores muy bonito. Me fijo en mi foto: 9 7 Ojos castafios y nariz. peco- sa... El pelo, castafio, estd un poco despeinado y lo llevo sujeto con do: srabas. Voy vestida con ropa de dia- tio. De hecho, llevo mi ropa favori- ta: una camiseta muy larga que me trajo mi tia Pamela de un viaje a Londres y unas mallas negras. (Aun- que mo se ven, me acuerdo de qué pantalones Ilevaba. Yo, Ambar Dora do, tengo muy buena memoria). No estoy tan fea. Es verdad que se me olvidé que ese dia iban a hhacernos las fotos. Y eso que el sefior Coten nos lo dijo un millén de veces y lo escribié dos millones de veces en la pizarra para que no se nos olvidara. Es que soy un poco despistada. Pero Ana Burton no tiene to- da la razén. Yo no me peino con el 18 rastrillo del jardin, Puede que a veces me peine con los dedos, pero nurica con un rastrill —A mf sf que me gusta tu fo- to —me dice Justo con una sonri- sa—. Estés idéntica. No estés como te vemos sino como realmente cres. —Hs decir, desondenada—dice ‘Ana rigndose, Me gustaria arrancarle ese es- ttipido cintillo que lleva en la cabeza. Ni se te ocurra —me dice Justo, deteniendo mi brazo. Me encanta que Justo casi siempre adivine lo que estoy pensan- do porque también yo casi siempre sé lo que dl estd pensando. Bl sefior Coten nos revisa los pasaportes, comprueba las tarjetas de embarque y Mario Fortunato nos conduce a nuestros asientos. 19 Cuando todos nos hemos sentado, Mario nos ensefia a ajustar- nos el cinturdn de seguridad y nos explica lo que tenemos que hacer en «caso de emergencia. El sefior Coten toma enton- ces su micréfono de mentira y nos dice que nos prepazemos para el via- je mds bonito de nuestra vida. Y alld nos vamos..., hacia el cielo azul. Los alumnos de tercero he- mos despegado camino a China Z Dos . China. Es un lugar bonito para ir de visita. Después de bajar del avién, el sefior Coten nos mostré una pelicu- la sobre China y luego sacamos nuestro cuaderno de actividades para empezar el trabajo sobre el viaje. Justo 'y yo recortamos foros de los folletos que nos ha enviado la agencia de viajes. Convertimos las foros en pos- rales para que parezca que de verdad hemos estado en China, y luego es- ctibimos en el cuaderno los datos 2 mds importantes de cada sitio. Justo me ensefia una foto en la ue sale un panda gigante y me dice: —Vamos a mandarle est: Dani el Mocoso, °* —Te tefieres 2 Dani el Moco- So, tu hermano pequefio de cuatro, afios, con el que te horroriza com- partir la misma habitacién — Pr Ja foro en una ficha de cartén, ° . —El mismisimo, si, sefiora. El Uinico y extraordinatio Dani cl Mocoso me contesta Justo, haciendo un ges- ‘0 afirmativo con la cabeza, al tiempo que coge la tarjeta y se pone a escribir: Lesley panama Berta She thos Ae gus mm salts gle llsin nin Ui an fonlorbicors, Se escribe FAN-TASTLCO —le comento, 2B —Con el oso panda ahi, queda mejor PAN-TASTL.COS.0—me dice Justo haciendo una mueca—. No te preocupes. Dani ni siquiera sabe leer. —Con esa letra, seguro que no puede leer —le digo impresiona- da por los garabatos. —Yo me ocupo del pegamen- to y ti de hacer las letras bonitas —me dice Justo, mirando la tarjeta. ‘Me fijo en cémo he puesto el pegamento y pienso en la palabra edesordenada>. Sila limpieza y el or- den sirvieran para subir mucho la nota, yo sélo sacatia ceros. Justo, sin embargo, es muy limpio y ordenado cuando se pone a pegar cosas. Pero yo tengo una letra mu- cho mis bonita. Ese es oro ejemplo del gran 4 ‘equipo que formamos, Nos ayudamos el uno al otro, Ademés, aprendemos las cosas més 0 menos al mismo tiempo, y si uno de los dos aprende primero, siempre ayuda al otto. Cuando aprendf a hacer la ve» hacia adelante (en vez de hacia atrés «o), fui yo la que se lo ensefié a Justo. E] me ayuda con las fracciones, porque yo no acabo de entenderias. Ademés, cuando hacemos grupos de lectura, los dos nos deci- ‘mos en voz baja las palabras si es que necesitamos ayuda. Somos un gran equipo. Justo sigue pegando. Yo sigo escribiendo. Le «mandamos» una postal al padre de Justo, que se ha cambiado de trabajo y tiene que vivir él solo en Alabama. Justo, Dani y su madre se 25 han quedado aqui, en Nueva Jersey, para poder vender Ia casa Estin cardando mucho en venderla Aunque no se lo digo a nadie, me alegto. ‘A veces, Justo se pone un po- co triste, Eso no me alegra Sé cémo se siente uno cuando echa de menos a su padre. Cuando se divorciaron los mfos, mi padre se fue muy lejos, a otro pais. As{ que nunca Jo veo y lama poquisimas veces. justo, sin embargo, tiene suerte. Su padre viene a casa algunos fines de semana y hhabla muchisimo con él por teléfono, Peto aunque Justo eche de menos a su padre, yo sigo cruzando los dedos muchas veces para que na- die les compre la casa y para que el 26 sefior Daniels encuentre otro trabajo aqul y vuelva a vivir a esta ciudad. En el otro extremo de la me- sa, Jaime y Roberto han empezado a pelearse. —Escucha, cara de sapo, quiero que me des el lépiz color do- rado —le dice Jaime a Roberto tirin- dole de la manga—. Ya te lo he pedido cincuenta veces, =Y yo te he contestado cin- cuenta veces que atin me hace falta, cara de huevo —le contesta Roberto, que sigue sin darle el Lipiz—. ;Por qué no escoges otro color? —Porque me hace falta el do- rado —dice Jaime y tira al suelo uno de color azul. Jaime y Roberto llevan pe- leandose desde preescolat. Bl sefior Coren les ha dicho 7 que a ver cuindo sserin mayorcitos para dejar de hacer esas tonterias», pe- ro parece que nunca van a crecer. —El dorado, Necesito el do- rado —repite Jaime. Roberto pone los ojos en blanco, le saca la lengua y aprieta el lapiz contra el pecho. {Cara de mono! —le dice Jaime, mientras mueve las orejas. —Si necesitas el color dorado —dice Roberto, sefialindome—, apor qué no usas su cabeza? Ya sabes que ella es mbar dorado. Yo miro a Roberto con rabia y le digo: —Ambar Dorado no es un li- pizde colores. Ambar Dorado es una persona Y ahora se rien los dos. Estoy més que harta de que 28 las personas se burlen de mi porque me llamo Ambar Dorado. Cuando era mds pequefia queria que mis pa- dres me hubiesen puesto un nombre normal, como Clara, Sara o Vanesa. Ahora, sin embargo, me gusta mucho mi nombre. Pero atin tengo que soportar a algunos bobos que se burlan de mi porque hay un color al que llaman también Ambar dorado. El serior Coten apaga y en- el sefior Burton y !2 sefiora Eden. ciende las luces: La asociacién de padres ha —Es hora de comer en Chi- traido comida de un restaurante na, Despejen los bancos. chino y empezamos a comer en Chi- Todo ef mundo lo hace répi- na, aunque no en porcelana china, damente. porque usamos platos de papel. Me doy cuenta de que Rober- Yo, Ambar Dorado, no como | to se guarda el lapiz dorado en el demasiado bien con los palillos chi- | oslo para enero él despues. nos, Los utilizo para pinchar la co- Ahora entran la sefiora Armita, mida y el tenedor para coger el arroz, ee 30 Cuando acabamos de comes, Justo y yo luchamos con los palillos como si fueran espadas, Después, el sefior Coten re- parte los papelitos que van con las galletas chinas de la suerte. Al abrir el mfo, | Experiencia es la mejor profesora, Le muestro el papelito al se- for Coten, Yo crefa que USTED era el mejor profesor. :Quién es esa tal Se- fora Experiencia? El sefior Coten sontie y luego se va a separar a Jaime y Roberto, que siguen peleéndose, Justo deja su papelito de la suerte en el banco, Se queda mirando a la piza- tra. Lo recojo. 3n Esto es lo que dice: Dentro de poco viajard aun nuevo lugar, donde empezard wna nueva vida, Vuelvo a dejar el papelito en el banco. De repente, no me siento de- masiado bien. De repente, me parece que me ahogo con los tracitos de galleta de la suerte que he comido. Yo, Ambar Dorado, espero que las gallezas de la suerte se equivoquen. —Hlora de picar algo —dice Justo, poniendo un paquete de galle- tas rellenas en la mesa de su cocina. —Suiper —digo yo, mientras abro el paquete, saco una galleta, me como el relleno de crema y le paso las galletas a Justo. —Stiper —dice él, mientras se las come. Saco otra galleta y me como el centro, Justo y yo llevamos comiendo asf las galletas rellenas desde kinder. Lo llamamos trabajo en equipo. ‘Ana Burton lo llama «una 34 ordinatier», La sefiora Danicls entra en- tonces en Ia cocina. Detris aparece Dani y le dice a Justo: —Quiero que juegues al me- cano conmigo, —Mecano, Ja mano. Me pa- rece que es igual —dice Justo y se acerca a su hermano y le da la mano, Dani el Mocoso se enoja. Ojalé tuviera yo un hermani- 0 0 una hermanita para hacetle ra- iar. Como soy hija nica no hay manera, pero supongo que no pasa nada porque siempre puedo hacer rabiar a Dani —Ya jugards después —le di- cea Dani la sefiora Daniels—. Ahora ‘no quiero que desordenes nada por- que el sefior de la agencia inmobilia- ria va a traer a alguien a ver la casa, 35 De repente, hacer rabiar a Da- ni ya no me parece tan importante. De repente, es mucho mds importante cerurar los dedos y desear con todas mis fuerzas (con todfsimas mis fuer- as) que a esa persona la casa le parez- ca fefsima, que erea que es demasiado grande o demasiado pequefia, que no tenga dinero para compratla... Suena el timbre de la puerta —Les importarfa jugar un rato con Dani? —nos pregunta la se- fiora Daniels, que se marcha a abrir la puerta. —Anrg, gaaalletas —dice Da- ni, imitando al Monstruo de las Ga- Ietas que sale en Plaza Sésamo —Clato que st, Bartolomé. Bartolomé es como de verdad se llama Dani, pero cuando era peque- fio le costaba pronunciatlo y siempre 36 decfa que se llamaba «Dani Danio, Y se ha quedado con ese nom- bre. Ahora todo el mundo Lo llama Dani, menos Justo y yo cuando que- remos hacerlo rabiat. Entonces, Dani empieza a cantar: —Ambar Dorado es un lie piz... un lépiz... un lapiz... de colores estropeado, A veces me parece que nunca deberfa haberle contado que me da ra- bia que los nifios se buslen de mi nom- bbre. Supongo que no es buena idea burlarse del nombre de otra persona cuando ellos pueden buslarse del tuyo. Nos comemos unas cuantas galletas més; después colocamos un pote de pstico y empezamos a tirar galletas dentro, —Dos puntos ;Canasta! 7 —chillo cuando mi galleta roza el borde y cae dentro. —Buen tiro —dice una voz extrafia. Levanto la vista y veo a una sefiora embarazada que aplaude al vver mi hazafia deportiva. A lo mejor, Ambar deberta presentarse a la medalla de oro en las Olimpiadas Galleteras —dice Justo con una sontisa. —A lo mejor, deberfan jugar en otra habitacién mientras le ensefio la cocina a la sefiora Brandy —nos di- ce la sefiora Daniels con una sonrisa para que salgamos de la habitacién, —No se preocupe. Me gusta ver nifios en Ia cocina. Yo ya tengo tuno de cuatro afios —dice, y, déndo- se una palmadia en la bartiga, conti- miia—: Y éste estar aqui dentio de ——" tien 39 pocos meses. Por eso me gusta la idea de una cocina llena de nitios jugando, Y entonces empieza a exami- nar con detenimiento la habitacién. Dudo si decirle que hay dragones en el sétano, fancasmas en las paredes y ectoplasma en el dtico. —Lo han decorado ustedes de maravilla —dice la sefiora Brandy, que estd contemplando un armario con estantes giratorios. —Gracias —dice la seftora Daniels—. Hemos vivido muy a gus- to aqui y esperamos que la proxima familia también disfrute. Pero yo no quiero que ningu- nna sotra familiay viva aqut, Me acuerdo de cémo estibamos todos sentados viendo el papel mural y otras cosas cuando reformaron la 40 La sefiora Daniels dijo que co- ‘mo todos los que estébamos en la casa fbamos a ver la cocina todos los dias, también teniamos que ayudar todos a decorarla. Ademés, dijo que como yo cra pricticamente una mas de la fami- lia, también podia ayudarles. Pero no escogieron el papel de jugadores de baloncesto que nos gustaba a Justo y a mi, Ahora J pared esté lena de flores por todas partes. —Si no le importa —dice la sefiora Brandy—, me gustaria que mi marido viniera pronto a ver la casa Pronto, Parece que van en serio. —Espero que no le importe que haya coendrilos en el cuarto de bafo —suclto entonces sin poder contenerme, La sefiora Brandy parece sor- prendida, pero répidamente sonrie. a —Cocodrilos en el cuarto de bafio. Eso es una ventaja adicional Ella la sefioza Daniels se mi- ran y sonrien. Est claro que no es buena sefial. Los mayores salen entonces de la habitacién. Justo, Dani y yo se- guimos jugando al baloncesto con las galletas. Hacemos como que no ha pasado nada. Yo intento no ponerme de- masiado nerviosa. Al fin yal cabo, ya ha venido un billén de personas a ver la casa y nadie la ha comprado. ‘A lo mejor al marido de la sehora Brandy le parece horrorosa. Espero estar aqui cuando venga a verla, Entonces si que dejaré caer lo de las termitas gigantes. La sefiora Daniels entra otra vex en la habitacién. 2 —Ambar, te gustaria que- darte a cenar? Voy a llamar a tu madre para ver si quiere venir ella también. Pediremos una pizza. —S{ le digo, y me siento tun poco mejor Lo de cenar aqui lo hacemos con frecuencia sobre todo desde que se divorciaron mis padres. 8 Normalmente, me quedo con Jos Daniels hasta que mi madre vuel- vve a casa de trabajar y luego a veces cenamos todos juntos. La pizza es la comida favorita de Justo y la mia también. La sefiora Daniels habla por teléfono, Mi madre dice que si Enronces, la sefiora Daniels llama a los de las pizzas. —Una extra de queso, cham- pifiones y salame, por favor. —i¥ que no se le pase ningu- na anchoa, que no nos gustan! —chi- llamos Justo y yo al mismo tiempo. Y de repente nos reimos imagi- nnéndonos al tipo sujetando las anchoas. Y, durante un rato, se me olvida que a lo mejor venden la casa A CUATRO 5 «Boing. Boing. Boing». Justo salta de un lado a otro cuando sali- mos de la escucla. Estoy de muy buen humor. Sé que los dedos cruzados han fun- cionado porque no han vuelto a saber nada de la sefiora Brandy. —{Y qué libro vas a escoger pata el trabajo? —le digo con voz normal, como si Justo no estuviera haciendo nada raro. «Boing. Boing. Boing». Sigue saltando a mi alrededor. No conocia ese libro. ;Quién lo hha escrito? —le digo en tono de 46 burla, miréndolo « los ojos. Pero no es nada ficil mirar a los ojos a alguien que esté saltando de arriba abajo mientras da vucleas a tw alrededor. Seguimos andando un par de manzanas. Yo hablo, Justo sigue con su «Boing. Boing» y habla también. Yo voy a leer Et Superzorro y luego haré un diaporama ~—Ie co- mento, mientras voy dando saltitos detris de él. —Boing. Boing. Boing —di- 47 ce Justo sin dejar de salar Entonces intento pisarle. —Estds haciendo el ronto. Sabes que hicimos diaporamas cuan- do. preparamos el trabajo sobre el descubrimiento de América, Deja de dar saltos y hablame. —Boing. Boing. Boing. Pero Justo salta demasiado ré- pido para poder agarrarlo y deteneo. —jBasta yal le grito—. De- ja de hacer eso. Me estis volviendo loca. zA qué estés jugand. BE EEEE'='CTZZ 48 Por fin, se para. ~Estoy practicando para ha- cer de canguro cuando vayamos a Australia. El sefior Coten dice que iremos dentro de tres semanas —INo pensards estar tres se- ‘manas haciendo el canguro, verdad? le digo meneando la cabeza—. Justo, a veces parece que estés un po- quito loco. Else acerca a un érbol Y teco- ge.una hoja del suelo, No, si quieres que te diga la verdad, tambien he pensado ser un koala parte del tiempo, —INo! —le grito al ver que se hha puesto a masticar la hoja. Justo sonrfe y se mete un tr0- cito més en la boca. —Justo Daniels, deja de hacer 60 ahora mismo —le digo, amena- 9 zindolo con el dedo—. No sabes si algiin gusano asqueroso ha dejado to- da su baba encima, ni si algin pdjaro ha dejado caer algo en la hoja, ni —Basta —dice Justo, escu- piendo trocitos de hoja No soy capaz de parar. Yo, Ambar Dorado, tengo lo que el se- fior Coten llama una cimaginacién desbordad: —Ni si ha venido un perro mientras la hoja estaba en el suelo. —Qué asco —dice él, hacien- do una mucca. Le hago una reverencia y sigo hablando. Ni si estés comiendo hie- dra venenosa, ni si vas a coger la en- fermedad de los olmos holandeses, © como se llame Ia enfermedad que di- jo mi madre que tenia nuestro drbol. 50 Justo menea la cabeza, —Ambar Dorado, eres una preocupona. —Pues ya ves cémo me preo- cupa serlo—y le sacle lengua. ‘Yo muevo las orejas,frunzo la naciz y le saco la lengua. ‘Ana Burton y Brenda Colvin pasan a nuestro lado. jQué tontos! —comenta Ana para que la oigamos. —Gracias por el piropo, do- fia Perfecta! —gritamos los dos, y le hhacemos una reverencia. Qué tontos son! —repice ‘Ana, moviendo la cabeza como con pena. Brenda nos sontie y nos salu- da con la mano, y las dos se alejan caminando, —Boing, Boing. Boing. st — Quieres echar wna carrera? —me dice Justo. —Claro —y me pongo a st Jado—. En sts puestos... prepara dos... salten. Y vamos saltando camino de su casa, “Gane He grito al llegar delante de su casa antes que él. Justo deja de dar saltos. {Gand —repito—. Ya co- noces las reglas. Tienes que decir: , porque el afi 56 muy conto no se dio cuenta de que tuna «Mp al revés se lee «Wo. Por fin encuentro el cuaderno de actividades debajo de un libro que debia haber devuelto a la biblio- teca hace tiempo, Paso las hojas del cuadernillo y me doy cuenta de que es posible que Justo ya no se quede conmigo el tiem- Po necesario para terminarlo. Dentro de poco es muy posible que incluso tenga que mandarle a dl las postales. Intento seguir con el trabajo, pero no hay manera, No puedo. Es- toy demasiado triste. Cuando sea mayor y me acuerde de cuando estaba en tercero, intentaré olvidarme de este afio. Este es sin duda el peor afio de mi vida... el mas peor de todos, todos los peores. 37 Cfef que las cosas no podian ir peor cuando mis padres empeza- ron a pelearse més de lo normal. Cref que las cosas no podian ir peor cuando mis padres se senta- ron conmigo en la mesa de la cocina y me dijeron que iban a divorciarse, Durante muchos meses des- pués de ese dia, me ponia enferma ca- da vex que me sentaba a aquella mesa. ret que el affo ya no podia ir peor cuando mi padre me dijo que su empresa lo iba a enviar a Francia durante un afio por lo menos. Las cosas empezaban a ir un poquito mejor, y de repente me en- tero de que al padre de Justo le han ofiecido un trabajo fantistico. Jusco y yo le pedimos por fa- vor que no lo aceptara. Justo incluso se ofrecié a que le redujeran su paga semanal. Yo incluso me ofrect a dar- le al sefior Daniels parte de la mia Pero no. El acepté el trabajo. Nos dijo que era una oferta que 0 po- dia rechazas, que para él suponfa un {an ascenso y muchisimo més dinero, Creo que uno de los peores las de mii vida fue cuando la sefiora de-la agencia inmobiliaria puso el cartel de st VENDE en el jardincito de Ja casa de los Daniels, Pero luego mejoraron algo las "cosas, porque pasaban los meses y nadie la queria comprar. La verdad es que me sentéa un Poquito culpable por alegrarme tan- to de que no vendieran la casa, pero en verdad, tampoco es que me sintie- ra demasiado culpable, Y ahora, ya esté. La sefiora Brandy vio la casa y 59 le gust6, El sefior Brandy Ia vio des- pués-y también le gusté, asf que la compraron, Hace dos semanas estaba segu- ra de que-l dia que vimos el cartelito de VENDIDO fue el peor dia de mi vida. Pero no fue més que el princi- pio de los dias peores. . = Justo y su madze han estado tan ocupados que no han teni cho tiempo para estar conmigo. In-- cluso aunque sigo yendo después del colegio a su casa, la sefiora Daniels siempre esté metiendo cosas en cajas. Y Justo s{ quiere jugar conmigo, pe- ro no quiere hablar dé que se van a ‘marchar para siempre. Me pongo muy triste slo de pensar que Justo se va a marchar y por eso intento pensar en la parte buena de que se vaya. (Mi madre oo siempre me dice que intente encon- trar por lo menos una cosa buena en todo lo malo que me pase.) Me cuesta mucho encontrar algo bueno, pero de sepente se me cocurre. Cuando Justo se marche po- dré guardar parte de mis cosas en su banco. Asf no tendré que ordenar ni limpiar el mio. Pero aunque soy una desorde- nada, yo, Ambar Dorado, limpiaria y cordenaria mi banco todos los dias si Justo se quedara. Intento pensar en mis raz0- nes para estar comtenta de que se marche Justo. No se me ocurre nin- guna. ___ Justo lleva fuera todo el fin de semana, més dos dias de colegio, y ‘empiezo a ver cémo van a ser las co- sas cuando se marche de verdad. 6 Y no me gusta lo que veo... ni Io que siento. Sin duida ninguna, yo, Ambar Dorado, soy un ser humano muy desgraciado. z SEIS LS Estoy haciendo un ¢jercicio de fracciones cuando Justo entra en la clase. ” Me pongo muy contenta, no sélo de que haya vuelto, sino tam- bién de que pueda ayudarme a ver {qué se puede hacer con: 26 = 213 Justo se sienta en su banco. Yo le paso la caja con piezas de madera que usamos para ayudar- nos a entender las fracciones. —Bienvenido. Justo me sonrie y luego mira mi cuaderno. “4 La solucién es «4 —me dice Se nos acerca el setior Coten, le da una hoja de ejercicios y le dice: —Bienvenido, ;Qué tal yan las cosas? —Genial —dice Justo, Mete Ja mano en la mochila y saca un Li- piz en el que dice Alabama—. Se lo he traido para su coleccién, sefior Coren. Genial? ;Cémo que genial? Yo me paso aqui todo el tiempo echindolo de menos y él va y dice que todo va genial —Han pasado un montéa de cosas —dice Justo con una sonrisa. El sefior Coven se agacha para pedirle una cosa en vor baja’a Justo: —{Te gustaria contarle den- tro de un rato al resto de la clase lo que has estado haciendo? Por su- 6 puesto que no tienes que hacerlo si no lo deseas, pero seria interesante que lo compartieses con todos. —Claro que si —dice Justo. El sefior Coten se marcha y yo pienso que ojalé no le hubiera pe- dido eso a Justo. Quiero que me lo cuente a mi primero, no que todo el mundo se entere al mismo tiempo. Miro a Justo. Esta haciendo los deberes ‘de matemiticas muy deprisa. Miro mi cjercicio de matemé- ticas y me pongo a chupar mi trozo de lipiz. Ojali Justo me hubiese re- galado un lipiz. a mi también Cuando termino las tareas, Justo revisa mi hoja y la comprueba, Encuentra dos errores, me ense- fia cbmo se hace y me ayuda a termina, Las fracciones no son mi ejer- 66 . Para entrar en la habitacién de Justo y Dani tenemos que pasar por encima de las cajas ya listas y eti- quetadas. Justo recoge una pelota de ba- loncesto y me la tira, ‘Yo se la devuelvo. En seguida estamos jugando al juego de «Puntos por pegarle con Ja pelota a otra personar. Nos inventamos ese juego cuando estébamos en segundo. ‘Un punto por hacer blanco en el pecho, 80 Dos puntos por un impacto directo en el trasero. Tres puntos por pegar en el dedo gordo del pie, el pequefo y el ombligo. ‘También se pueden perder puntos. Se pierden cinco puntos si le das a Ia otra persona en la cabeza 0 en otros sitios. ilies puntos, si, sefior! —rita Justo cuando me da un pelo- tazo en el zapato, justo donde tengo el dedo gordo del pic. —Y veinte menos por no ha- cet lo que te he mandado —Ie dice la sefiora Daniels —. Escucha, atin tene- mos que guardar muchas cosas. He mandado a Dani a casa de su amigo para que pudiéramos trabajar mas ré- pido. Ahora te estoy tratando como a tuna persona mayor, Justo; as{ que haz aL el favor de actuar como si lo fueras, Justo baja la vista al suelo. Me gustaria saber por qué cuando los adultos te dicen cosas co- ‘mo que «te estoy tratando como 2 tuna persona mayor», uno se acaba sintiendo como si fuera un bebé. La sefiora Daniels se marcha. —Te echaré una mano —le vyuelvo a decir a Justo. Empezamos a revisar las cosas aque tiene en los armarios y cajones. En Ja caja importante guarda- sos su coleecién de Himinas de béis- bol, tres cintas azules de las carreras a tres patas de la comuna (siempre las ganamos), sus modelos de avio- nes y todas nuestras fotos escolares. —Voy a tirar esto a la basura Porque si se entera mi madre, le da un ataque. 8 Justo me ensefia la bola que estamos haciendo desde hace abo y medio con los chicles usados. —Pero es NUESTRA. La hemos hecho entte los dos. Y pienso en todas las veces que iba a tirar un chicle, pero lo guardé en una servilleta de papel hi- medo y luego en una bolsita para que siguiera pegajoso y lo pudiéra- mos afiadir a la bola Justo suspira y se encoge de hombres. —Mi madre ya esta de bas- ante mal humor —explica, —Pero es NUESTRA —repico. —No es més que una bola de chicle —dice Justo, con voz de estar enojado—, Ambar, zpor qué te lo to- mas tan a pecho? Esa es la gota que desborda el a4 ‘vaso. Justo se ha pasado de la raya, —Si la tiras, nunca en la vida te volveré a hablar le digo, mirén- dolo fjamente, El me devuelve la mirada. Y entonces, coge la bola, dobla las ro- dillas y, como si fuese un balén de baloncesto, la lanza sin decir palabra al montén para tirar a la basura, ‘Nunca en la vida volveré a ha- blar con Justo Daniels. a Z OCHO +. No es ficil clegir a tu nuevo mejor amigo o amiga. Me siento en la cama, concentrindome en la lista de mis compaieros de clase. Para empezar, me va a llevar mucho tiempo decidicme, y luego, qué pasa si la persona a la que elijo ya tiene un mejor amigo o no quiere que yo sea su mejor amiga? ‘Los nombres estén escritos to- dos con tinta amul. He cogido un bo- ligrafo rojo para tachar a todas las personas que no puedan ser mi mejor amigo. Alicia Sénchez y Naomi Ma- yer son ya mejores amigas la una de Ja otra, Lo mismo les pasa a Fredi Romano y a Gregorio Bronson. Hay un par de chicos que son una lata y los he tachado. Prefirisia a un gusano con rabia antes que a ellos. Ana Burton cs demasiado ordenada y se preocupa demasiado de andar linda. Nunca podria ser la mejor amiga de alguien que en la puerta de su habita- cién ha colocado una lista de lo que lleva puesto cada dia para no volver a ponerse lo mismo al menos en las dos semanas siguientes. Una vez nos invi- 16 a una fiesta de disfraces en su casa y vi que tiene las cosas del armario ‘ordenadas por colores y por su longi- tud: camisas, faldas, pantalones y vestidos. Ana est SUPERTACHADA. A Brenda Colvin le he puesto una es trella de color violeta al lado de! nom- bre, Estd claro que es una POSIBILIDAD, 86 ¥ Lo mismo que Marco Mayer. Federico Alden, sin embargo, es un NO de todas maneras. Es una de esas personas que se meten el de- do en [a nariz y luego mastican lo que encuentran. Alguien llama a la puerta, —Ambar, carifio, zpuedo en- trar? Pongo la lista debajo de la al- mohada. —Claro. 88 Entra mi madre con un plato y dos cucharas. —Sé que no es una comida muy sana y que no deberiamos co- met estas cosas, Pero hoy ya no pue- do hacer més cosas —suspira y se sienta en mi cama. —Mi plato favorito —le di- go, al ver que dentro estan los ingre- tes para hacer una torta de cho- colate con doble racién de chocolate, pero sin cocinar—. Gracias, mamd —le digo, déndole un abrazo. —Prométeme que durante el resto de la semana te llevarés una fiuta de postre al colegio —me dice, manteniendo la cuchara lejos de mi. —Te lo prometo. Entonces me da la cuchara. Las dos nos ponemos a comer durante un rato, hasta que mi madre —Ambar, quiero hablar con- tigo. Qué les pasa a Justo ya 2 Por ‘qué han dejado de hablarse? ;Cémo contarle Io de la pelo- cade chicles, o que se niega 2 hablar conmigo de su partida, 0 que hace como si irse a otra ciudad fuera la cosa més fécil del mundo? Digo que no con la cabeza. Si empiezo a hablar de 50, me pondré a llorat. Mi madre pone el plato y las ail cucharas encima de mi mesa y me abraza, —Ambar —me dice, déndo- me un beso en la cabeza, 90 Esta vez no me aparto, aunque casi siempre lo hago cuando ella me besa asf delante de los demés. —Ambar —y me da otro be- so en la cabeza—. $é que vas a echar de menos a Justo. La verdad es que ustedes tienen una amistad muy ¢s- pecial —No, ahora ya no le digo, ‘empezando a hacer pucheros—. Es un bbruto, un bruto del porte de un buque. —Es duro ver que alguien te abandona —me sigue diciendo, —Lo odio —digo, y empie- tan a caerme unas ligrimas. —No, es0 no es verdad —me dice mi madre mirindome alos ojos—. SS 6 € CES << & Milinda, ahora estés muy enojada, pero sabes que Justo es amigo tuyo. —No lo es digo yo. —Pues entonces dime qué pasa —me dice, acariciindome el pelo— Seré mis ficil si me lo cuentas, Digo que no con la cabeza. ‘Ela sigue acariciindome el pelo. —A veces, cuando las perso nas tienen que alejarse de un ser que- rido, hacen como que no pasa nada fo buscan pelearse para que no les cueste tanto irse, En este caso parece que han pasado las dos cosas. Pero 2 piensa en todos los buenos ratos que se estén perdiendo Justo y tt slo porque has dejado de hablarle. Empiezo a llorar més. Odio llorat. A veees, tengo miedo de em- pevar y no poder parar nunca. Y ahora he empezado, Mi madre me abraza. Y me abraza, Yo lloro. Y lloro. Nos quedamos as{ sentadas tun rato y luego yo me aparto, —El sefior Coten dice que es- tamos hechos hasta de un ochenta por ciento de liquide, He lorado tanto que los de Ia oficina meteoro- logicaanunciarin inundaciones. Gracias por abrazarme, mami —le digo—. Ahora ya estoy bien. 3 —;Prefieres quedarte sola? —me pregunta. igo que sf con la cabeza. —Estaré en el salén si me ne- cesitas —me vuelve a abrazar y sale de la habitacién. Yo me quedo mirindola. ‘Tengo mucha suerte de que adre tome en cuenta lo que yo pienso, y no haga como otras mamas que no consideran lo que piensan sus hijas porque son nifias. Saco la lista y la miro. De repente, la rompo en pe- dazos. Buscar un mejor amigo no es como hacer una lista de la compra. Saco Ia foto del colegio de Justo del cajén de mi velador. Estd un poco sucia desde el dfa en que le pinté un ojo morado y 95 después puntitos rojos como si tu- viera sarampién. Miro la foto durante un raco y pienso... Me va a echar de menos. @Ahora quién le va a decir la palabra correcta cn la clase de lenguaje? {Quin va a hacerle un guifio cuan- do algin adulto idiots le diga: «Ast que ti eres Justo, justo la persona que andaba buscando»? -Quién va a darle la parte de fuera de las galletas rellenas? ,Quigén le va a aplaudir aunque pierda al béisbol? ;Quién va 2 convencer a Dani de que los her- manos menores les hacen Ia cama a sus hermanos mayores? Voy a decitles una cosa. Justo me va.a echar de menos. Voy a decir otra cosa. Yo también voy a echarle de menos. Z NUEVE 1 Hoy en el colegio vamos a ce- lebrar una fiesta y comeremos pizza. sa es la buena noticia La mala noticia es que esta- mos dando una fiesta de despedida a mi ex mejor amigo, Justo Daniels, con el que aiin sigo sin hablarme. He estado esperando @ que me dijera: «Lo siento». Pero no lo hace, No sé qué espera. Asi que hemos estado senta- dos juntos en clase, el uno al lado del otro, sin decirnos ni una palabra, Bueno, casi sin decimos una palabra. 98 Confieso que un dia le dij: —Oye, cabexdn, :te importa- sla pasarme la goma? Yl contest6: —Cabera de chorlito, buiscate nui tu propia goma. Me ducle mucho, pero. no Pienso ceder, Justo es muy porfiado, Hy la clase «wolvig» del viaje China, El siguiente «wuelo» es a Aus- alia, Me muero de ganas de ir. Justo, sin embargo, no va a volar», El se marcha a Alabama de verdad. Ojalé Alabama fuera una Persona de verdad para que yo pu- diera deciele que no la soporto, ‘Veo pasar a Brenda Colvin al lado de nuestros bancos y la llamo: —Eh, Brenda, no te olvides de que cuando volemos @ Australia ‘vamos a sentarnos juntas. Enonces, Justo se vuelve y le dice a Ana. - —Te prometo que te enviaré postales desde Alabama. Bostezo, con un bostezo gran- disimo, en frente de sus narices para que se note que no me importa, y luego hago como que me concentro en mi hoja de ejercicios para que no se dé cuenta de que estoy a punto de echarme a llorar El sefior Coten apaga y en- ciende las luces, —Las pizzas estarén aqui qu dentro de cinco minutos, Extra de queso, champifiones y demés, Levanto la cabeza y miro a Just. No me parece mucho mis contento que yo, ‘es 101 Entonces, tomo una decisién. ;Digale al hombre que no se le escape ninguna anchoa, que no nos gustan! —y luego miro a Justo, haciendo como que sujeto un mon- t6n de anchoas resbaladizas. Justo se echa a rel Yo hago como que le tiro una anchoa. El hace como que la recoge. Vamos a salir al pasillo un momento —dice Justo, mientras co- ge la mochila. Los dos vamos hasta donde es- the sefior Coren y le pedimos permi- so para salir al pasillo un momento. —Claro —dice él indicéndo- nos la puerta. Cuando salimos, me parece que oigo al sefior Coten dec —Por fin. 102 Cuando ya estamos en el pasi- lo, nos quedamos de pie y callados durante unos minutos. Entonces los dos decimos «lo siento» al mismo tiempo y enlaza- ‘mos nuestros dedos mefiiques. No quiero que te vayas —le digo, y empiezo a llorar un poquito. Justo respira profundamente y dice: —Yo tampoco quiero irme. 103 {Te parece que ¢s facil? El nuevo co- legio es grandisimo. No conozco a nadie, :Y qué pasa si se me olvida la combinacién del locker? Todos los nifios que hay alli ya se conocen, Mis padres dicen que tengo que ser va- licnte, que debo darle ejemplo a Da- ni, Que va a ser divertido, Pero yo sé que mi madre también esta nerviosa con lo de la mudanza. Oi como se lo contaba atu madre. Y ademés es de- masiado tarde para meterse en cual- quiet equipo de béisbol infantil y alli a codos les parece que tengo un acen- to gracioso porque es distinto al su- yo, y tendré que aprender a hablar como ellos... —¥? —pregunto. —Y te voy a echar de menos —dice Justo, sonrojandose. Yo sonrei. 104 Me parece que Ievaba afios sin sonreit, Nos quedamos un rato y lue- go le digo: —Por qué no me lo habias dicho antes? —Porque ya no me hablabas —me contesta. —Pero tii no querias hablar conmigo —me defiendo—, No de las cosas importantes. —Fs dificil dice, miréndo- se los zapatos —Quiero que te quedes le digo. Yo también —dice Jusco, levantando la vista—, pero no pue- do. Mis padres me obligan a ir. Peto dicen que ui y tu madre podrin ve- nir a visitarnos en verano. En verano. Mas me vale em- pezar a practicar el acento de Alabama. Enconces, Justo saca una cosa de la mochila. Es un regalo mal envuelto, Es una caja de pafuelos de papel. Dentro de la eaja, esté Ia bola de chicle. 106 —Gracias. Es el mejor regalo que he recibido en mi vida —le digo, sabiendo que siempre lo guaédaré como un eesoro, En ese momento, llega el tipo del restaurante con diez pizzas. Me llega el olor del queso y mi estémago reclama su racién. Entonees sale el sefior Coten de la clase, Mis vale que entren antes de que todo el mundo se coma las pizzas. Es tu fiesta, Justo. Al entrar, pienso en cémo serin tas cosas cuando Justo y yo seamos ma- yores y dl no tenga que irse a otro sitio sélo porque se vayan sus padces. ‘Alo mejor algiin dia podremos abrir nuestra propia empresa. Yo seré presidenta una semana y él serd presi- dente la semana siguiente. Vamos a vender tarros de miely cajas de galletas, sa Alo mejor, algtin dia viajamos alrededor del mundo probando nuevos sabores para los chicles, y la bola de chicle creceré tanto que tendremos que construir una casa especial para ella. Hasta entonces, a lo mejor puedo ahorrar parte de mi paga se- ‘manal para llamar a Justo por teléfo- no de ver en cuando. Creo que me voy a aprender sui ‘nuevo niimero de teléfono de memoria. Cada vex que me acuerde de mi tercer afio en el colegio, pensaré en Justo, y estoy segura de que él siempre va a pensa

You might also like