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Tradicionalmente considerado sinénimo de frivolidad por ser une actividad gratuita, el juego comenz6 a ser reconocido como factor decisive ei desarrollo de la civilizaci6n a partir de log” trabajos publicades por Huizinga en los aneg treinta, especialmente el Homo ludens. Desde entonces, psicélogos ¢ historiadores ao han cesad; de descubrir aspects insospechados en eet’? actividad de apariencia inocente. En Los Juegos Jos sombres, Roger Caillo's intenta una empresa audaz: proponer una sociologia a partir de los juegos. En efecto, fos juegos disciplinan los instintos, pues son, pox un lado, espacio para el 3 placer y la invencién, y prt otro, acatamiento de 2 una serie de restricciones. Al proporcionar un 3 g modelo controlado de la realidad, permiten el aprendizaje, no de un oficiv o de una actividad“) § especifica, sino de las virtudes necesarias para = afrontar pyzebas posteriores. Cada uno de ellos = estimula el cesarrollo de una facultad distinta: hay Juegos de azar, de competencia, de simulacro y de vértigo. Lac sociedades fascinadas por juegos de simulacro y vértigo juegan en realidad a la enajenacién de Ja personalidad y permanecen estarcadas, pero los juegos de competencia y azar § acompafian al establecimiento de Ia civiliza ois Roger Cail es aa ‘COLECCION POPULAR FONDO DE CULTURA ECO? MEXICO. COLECCION POPULAR 344 LOS JUEGOS Y LOS HOMBRES NALLADOWLD ROGER CAILLOIS Traduccin de Jorce FERRERO _LOS JUEGOS Y LOS HOMBRES La mascara y el vértigo COLECCION re POPULAR FONDO DE CULTURA ECONOMICA MEXICO. Primera edicién en francés, 1967 Primera edicién en espafiol, 1986 ‘Titulo original: F Les Jeux et les Hommes. Le masque et le vertige © 1967, Editions Gallimard, Paris D. R. © 1986, Fonpo pe Cutura Economica, S. A. ve C. V. Avenida de la Universidad, 975; 03100 México, D. F. ISBN 968-16-2481-5 Impreso en México INTRODUCCION Los juegos son innumerables y de multiples es- pecies: juegos de sociedad, de habilidad, de azar, juegos al aire libre, juegos de paciencia, de cons. truccién, etc. Pese a esa diversidad casi infinita y con una constancia sorprendente, la palabra juego evoca las mismas ideas de holgura, de ries- go o de habilidad. Sobre todo, infaliblemente trae consigo una atmésfera de solaz o de diversion. Descansa y divierte. Evoca una actividad sin apremios, pero también sin consecuencias para Ia vida real. Se opone a Ia seriedad de ésta y de ese modo se ve tachada de frivola. Por otra par- te, se opone al trabajo como el tiempo perdido al tiempo bien empleado. En efecto, el juego no produce nada: ni bienes ni obras. Es esencial- mente estéril. A cada nueva partida, y aunque jugaran toda su vida, los jugadores vuelven a encontrarse en cero y en las mismas condiciones que en el propio principio. Los juegos de dinero, de apuesta o de loterias no son Ia excepcién: no crean riquezas, sino que sdlo las desplazan. Esa gratuidad fundamental del juego es cla- ramente la caracteristica que mas lo desacredi- ta. Es también la que permite entregarse a él despreocupadamente y lo mantiene aislado de las actividades fecundas. Desde wn principio, cada cual se convence asi de que el juego no es 7 mas que fantasia agradable y distraccion vana, sean cuales fueren el cuidado que se le ponga, Jas facultades que movilice y el rigor que se exija, lo cual se siente claramente en esta frase de Chateaubriand: “La geometria especulativa tiene sus juegos y sus inutilidades, como las otras ciencias.” En esas condiciones, parece tanto mas signifi- cativo que historiadores éminentes luego de es- tudios profundos, y psicélogos escrupulosos lue- go de observaciones repetidas y sistematicas, se hhayan crefdo obligados a hacer del espiritu de juego uno de los resortes principales, para las sociedades, del desarrollo de las manifestacio- nes més elevadas de su cultura, y para el indi- viduo, de su educacién moral y de su progreso intelectual. El contraste entre una actividad me- nor, considerada i: esenciales que de pronto se inscriben en bene- ficio suyo, se opone lo suficiente a la verosimi- litud para que nos preguntemos si no Se trata de alguna paradoja més ingeniosa que bien fun- dada. Antes de examinar las tesis 0 las conjeturas de los panegiristas del juego, me parece conve- niente analizar las ideas implicitas que se repi- ten en Ia idea de jucgo, tal como aparecen en los diferentes empleos de la palabra fuera de su sentido propio, cuando se utiliza como me- tafora. Si verdaderamente el juego es un resorte principal de la civilizacién, no puede ser que sus significados secundarios no resulten instructivos. ‘En primer lugar, en una de sus acepciones mas corrientesy. también. mas cercanas al sentido 8 mificanté, y los TéSultads * propio, la palabra juégo de tividad especifica que nombra, sino tam “totalidad de Jas figuras, de los simbolos o de los instrumentos necesarios a esa actividad o al fun- cionamiento de un conjunto complejo. Asf, se habla de un juego de naipes: conjunto de car- tas; de un juego de ajedrez: conjunto de piezas indispensables para jugar a ese juego. Conjun- tos completos y enumerables: un elemento de ‘m4s o' de menos y el juego es imposible o fal- s0,’a menos que el retiro o el aumento de uno © de varios elementos se anuncie de antemano y responda a una intencién precisa: asi ocurre con el joker en la baraja o con la ventaja de una pieza en el ajedrez para establecer un equilibrio entre dos jugadores de fuerza desigual. De la misma manera, se hablaré de un juego de 6r- gano: conjunto..de tubos y de: teclas;-o-de un juego de velas: conjunto completo de las dife- rentes velas de un navio. Esa idea de totalidad cerrada, completa en un principio e inmutable, “€oncebida para funcionar sin otra intervencién ~éxterior que la energia que lo muéve, ciertamen- “te constituye una imnovacién preciosa en un “mundo esencialmente en movimiento, cuyos ele- mentos son practicamente infinitos y, por otra “parte, se transforman sin cesar. La palabra jew [juego] designa ademas el estilo, Ia manera de un intérprete, mtisico 0 comediante, es decir las ca- ‘racteristicas originales que distinguen de los dem4s su manera de tocar un instrumento o de interpretar un papel. Vinculado por el texto 0 por la partitura, no por éllo es menos libre (den- tro de ciertos limites) de manifestar su perso- 9 nalidad mediante inimitables matices o -varia- palabra juego. combina entonces. las ideas ie limites, de libertad y de invencién. En un “ “registro vecino, expresa una mezcla notable en que se leen conjuntamente las ideas complemen- tarias de suerte y de habilidad, de recursos re-. cibidos del azar o de la fortuna y de la inteli- “gencia mds o menos rapida que los pone en acéién y trata de obtener de ellos el mayor pro- “yecho, Una expresién como avoir beau jeu {ser fAcil algo a alguien] corresponde al primer senti- do, y otras como jouer serré [jugar con cautela] y jouer au plus fin [darselas de listo] remiten al segundo; otras mds, como mostrar su juego o, a la inversa, ocultar su juego se refieren inextricablemente a ambos: ventajas al princi- pio-y‘despliegue“*habil de-una estrategia maestra: - La idea de riesgo viene, al punto, a complicar elementos de suyo enredados: la evaluacién de los recursos disponibles, el calculo de las even- tualidades previsibles se acompafian rapidamen- te de otra especulacién, una especie de apuesta que supone una comparacién entre el riesgo aceptado y el resultado esperado. De allf las lo- cuciones como poner en juego, jugar en grande, jugarse el resto, la carrera, la vida, 0 incluso la comprobacién de que el juego no vale la cande- Ia, es decir, que el mayor provecho que puede sacarse de la partida es inferior al costo de la luz que lo alumbra. Una vez mas, el juego aparece como una idea singularmente compleja que asocia un estado de hecho, un elemento favorable o miserable, en 10 , e azar é8 rey y que el jugador hereda para >:para mal, sin poder hacer nada al res- ana aptitud para sacar el mejor partido de esos recursos desiguales, que un calculo sagaz hace fructificar y que la negligencia dilapida y, en fin, una eleccién entre Ja prudencia y la auda- cia que aporta una ultima coordenada: la me- dida en que el jugador esta dispuesto a apostar por aquello que se le escapa m4s que por aque- flo que domina. = ‘Todo juego es un sistema de reglas. Estas de-’ finen lo que es o no es juego, es decir lo perm tido y lo prohibido. A la vez, esas convenciones _ son arbitrarias, imperativas e inapelables. No pueden violarse con ningién pretexto, so pena de que el juego acabe al punto y se estropee por este hecho.. Pues nada mantiene la regla salvo el'deseo de jugarses-decir, la voluntad de tespe- tarla. Es preciso. jugar.al juego o no jugar en absoluto. Ahora bien, “jugar al juégo” se dice para actividades alejadas del juego e incluso fundamentalmente fuera de él, en las diversas ac- ciones o los diversos intercambios a los cuales se trata de hacer extensivas algunas convenciones implicitas semejantes a las de los juegos. Tan- to m4s conveniente es someterse a ellas cuanto que ninguna sancién oficial castiga al compa- fiero desleal. Dejando simplemente de jugar al juego, éste ha vuelto a abrir el estado natural y ha permitido nuevamente toda exaccién, toda treta 0 respuesta prohibida, que las convencio- ‘yiés precisamente tenfan por objeto suprimir, de gu be pe ‘comtin acuerdo. Esta vez, lo que Hamamos jue- go aparece como un conjunto de restricciones | it

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