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Pic healing power of w Ersonal Loss: Interna Se De Marcena, E. ert Syndrome. Texas reakup: how children: BUSA: Basie Books, bod and adulthood. En Boment across the life Brolvement during da b 16, 265.274, Eoramiento psicolog ial and Persona difcilel didlogo homtm Carfruto 15 UN CAMINO HACIA LA LIBERACION: LA VIOLENCIA DE GENERO DESDE UN MODELO NARRATIVO Felipe E. Garcia Martinez Mabel Aburto Santibéniez Violeta Fuentes Browne InTRODUCCION Existen diferentes maneras de vivir el ser hombre o ser mujer en nuestra sociedad, sin embargo, podrfamos cuestionarnos qué tan libres somos para decidir quién queremos ser, en qué medida elegimos cémo vestir, cémo relacionarnos con otro/a, qué pareja tener, qué estudiar, y tantos otros aspectos trascendentales en nuestro paso por el mundo. Esta rigidez al concebir lo masculino y femenino es la primera forma de violencia con que nos enfrentamos como seres sociales. La violencia invade todas las formas de ser persona. Violencia es no te nerla oportunidad de elegir quién queremos ser. Violencia es estar marcadofa desde antes de nuestro nacimiento por el sexo con el que nacemos, por la carga social que pesa sobre nuestras decisiones y nuestros caminos de vida. La violencia de género es una problemética que golpea fuertemente a En muchos casos llega a ser tan brutal que puede interrum- entes formas y afecta nuestra cultur: pir una vida. Esta violencia se expresa a través de dife a personas de cualquier edad, identidad sexual y estrato socioeconémico. CULTURA DE LA VIOLENCIA Segiin la teorfa de la evolucién cultural de Eisler (2006), en Ia historia de la humanidad han existido dos modelos de organizacién social: el solidario y el dominador. En el modelo solidario, existente en la prehistoria, las rela- ciones se basan primordialmente en el principio de vinculacién y en el amor. En cambio el dominador, ejemplificado con el patriarcado, se basa en la subyugacién de una mitad de la humanidad por la otra, White (1994, 2011) plantea que la ideologia patriarcal incluye la creencia de que las mujeres son Fruipe E, Gancta Manrinez v o7Ros propiedad de los hombres y que los hombres pueden hacer lo que desees con su propiedad, ademas del concepto de jerarquia como orden natural e incuestionable en que el varén ocupa Ia posicin superior. Tales creenciss influyen sobre la identidad de hombres, mujeres, nifias y nifios, ademas de regular las relaciones de género. Cada dia, los medios de comunicacién social y las historias familiares refuerzan de mil maneras estos conceptos. Esto ha creado, en una cultura machista como la nuestra, estereotipos de género que constituyen el escenario de la violencia, ya que llevan a las personas a construir una identidad que se acomode a estas imagenes, mitando su poder de decidir como quieren ser y forz4ndolas a aceptar los valores sociales dominantes que rigen como si fueran naturales. En este contexto, podemos decir que los valores que sostienen nuestes cultura favorecen el establecimiento de relaciones asimétricas entre las pe= sonas, facilitando la violencia hacia los grupos de menor poder, como nifios! as, mujeres, homosexuales, ancianos/as, discapacitados/das e inmigrantes Estos valores marcan a las personas incluso desde antes de su nacimiento,= cuanto estan insertas en procesos de socializaciOn que utilizan un lenguaje que naturaliza y reproduce estas pautas relacionales. Dicha forma de come nicacién influye en que las personas actéien ¢ interactiien de determinadas maneras. En esta interaccién, lo masculino esté relacionado a la produce vidad, la raz6n, lo individual, la autoridad, lo laboral, la competitividad, fe pragmético, el poder y la toma de decisiones. Por su parte, la mujer se aso a la reproduccién, lo doméstico, lo emocional y afectivo, lo relacional Se privado y la debilidad. Nuestro contexto cultural ha posibilitado la invise bilizacién de la violencia contra la mujer, que no aparece en los discurse sociales sino cuando es «espectacular», y su naturalizaci6n, por cuanto =m gran parte de América Latina se considera socialmente aceptable ¢ incluss cotidiano subyugar a la mujer bajo el dominio del hombre (Murgas, 2008) VIOLENCIA, UNA VIDA DE ATADURAS El rol subyugado de la mujer se ha expresado en una variedad de artefae™ tos sociales, donde destacan los avisos publicitarios, ademas de chistes © canciones, y ha sido transmitido y conservado por practicas sociales gue rigen la convivencia en nuestra cultura, de modo que lo convierten = incuestionable, como si fuera una verdad objetiva, olvidando que es was construccién social. Esto puede conllevar consecuencias graves para personas, inmovilizandolas al punto de vivir su experiencia de una tin manera y limitando su visién acerca de sus propias capacidades. Esto es que Bourdieu (1999, citado en Maira, 2009) llama violencia simbolics que define como: «esa violencia que arranca sumisiones que ni siquiers perciben como tales apoyandose en unas expectativas colectivas, en ut creencias socialmente inculcadas» (26). Trujano y Limén-Arce (2005) tes 356 Cantu ducen esta violacién» Esta 1 blico se vi a través de de comuni formal y I algunas rel violencia, la psicolég tendido a j las mujeres ejercida cor agresores) mica, const ba revictimi Et cicio La violenci espiral, es maltrato es scluso leg fos roles qu implicitame friccion a la 20 puede se Mucha: existido int. Eniliares, x jecurre, no s Bevan alas. de defender personas qui ‘comportami SSercida con ersiste en si ese modo SERNA la rupturz externos (1 Es impor % pueda ror es pueden hacer lo que deseen Scarguia como orden natural ©

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