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26 de enero de 2024.

CARTA ABIERTA
A LOS REPRESENTANTES DEL PUEBLO ARGENTINO Y DE LAS PROVINCIAS ARGENTINAS
DEL HONORABLE CONGRESO DE LA NACION

Desde la Provincia de Mendoza, en nuestra condición de AMPARISTAS c/el Poder Ejecutivo


Nacional en contra de la derogación de la Ley Nº 26.737 del Régimen de Protección al Dominio
Nacional sobre la Propiedad, Posesión o Tenencia de las Tierras Rurales, ocasionada por el
antijurídico Decreto de Necesidad y Urgencia DNU 70/2023 (Amparo Ambiental con pedido de
Medida Precautoria Cautelar FMZ 323/2024), les remitimos esta carta abierta como un medio
para que ustedes decidan un mejor proceder, y con su voto defiendan los intereses vitales de la
Nación Argentina.
La comunmente conocida como Ley de Tierras, entre otras particularidades prohíbe la compra
por parte de extranjeros en la zona de Frontera o en terrenos que sean ribereños o contengan
cuerpos de agua de envergadura y permanentes, estableciendo a través de un Registro Nacional
conocer en manos de quien, cuánto y dónde se encuentra cada fracción de tierra argentina.
Estas limitaciones fundadas en criterios geopolíticos y geoestratégicos, han servido para resolver
el acuciante problema que nos aquejaba ante una sostenida y creciente pérdida de dominio del
suelo en manos extranjeras, resguardando así los intereses vitales de la Nación Argentina. Se
evitó por ejemplo la réplica de casos judicializables como el del patagónico Lago Escondido, bien
representado su nombre por el dificultoso acceso libre a sus costas. Esta situación de público
conocimiento, ahora con la vigencia del DNU 70/2023 estaría en condiciones de multiplicarse
hasta situaciones nuevas inimaginables (o no tanto).
Según bien expresara el papa Francisco, en el mundo en que vivimos “parece que siempre
prevalecen las leyes del más astuto y del más fuerte”, y lo vemos en las confrontaciones militares
que se propagan y escalan en la Tierra, así como también se expande la pugna perpetua por los
recursos naturales. Hay quienes a boca suelta expresan que tendrán estos preciados recursos
por las buenas o por las malas también, inventando conflictos bélicos por doquier.
A nadie escapa que Argentina en su enorme extensión, geo y biodiversidad y por su ubicación,
es uno de los países con mayores riquezas estratégicas para el mundo que viene, lo que nos da
un enorme potencial para el desarrollo, así como nos expone a peligros inciertos si no sabemos
anticipar las tormentas. También padecemos odiosamente una parte de nuestro territorio en el
Atlántico Sur ocupado por los ingleses que provoca un sostenido reclamo histórico además de
dolorosos recuerdos, y que nos hace predecir un futuro sumamente incierto, que puede atraer
incluso conflictos a nuestra tierra hoy en paz.
Sabemos los argentinos -y deben actuar en consecuencia los REPRESENTANTES DEL PUEBLO Y
DE LAS PROVINCIAS-, que todo el Atlántico Sur y muy especialmente la Antártida son esperables
puntos de colisión de grandes intereses en la lucha política internacional. Esto sucede mientras
atravesamos la transición hacia un nuevo orden internacional con su consecuente redefinición
de los límites interestatales.
¿Serán los representantes del pueblo, de nuestro propio pueblo, los que a través de la
derogación de la Ley de Tierras debiliten irremediablemente el posicionamiento geoestratégico
nacional?
Hoy mientras atravesamos uno de los capítulos más oscuros de la humanidad en medio-oriente,
estamos obligados a mirar que existe un concreto antecedente histórico moderno en el que la
adquisición de tierras por medio de contratos entre privados antecedió y sirvió al control
político-militar del territorio en pugna, tal como fue la adquisición de tierras en Palestina a fines
del siglo XIX y comienzos del XX, en gran parte para inversiones vitivinícolas y de otras variantes,
que sirvieron para la posterior creación del Estado de Israel en 1948, y desde allí un conflicto
creciente y cada vez más doloroso para los pueblo involucrados y vergonzoso para la humanidad
toda.
No hay país en el mundo que libere alegremente el dominio y venta de sus tierras a cualquiera
sólo porque venga con dinero ni siquiera ante acuciantes problemas económicos, pues pierde
toda independencia de planificación inclusive contra el hambre y la pobreza entregando sus
bienes naturales y recursos estratégicos al desmanejo, descontrol y saqueo, para satisfacer
intereses que no son los propios.
Nuestra Ley de Tierras no estatiza la tierra ni pretende hacerlo, simplemente la protege de una
extranjerización sin límites, resguardando a la patria de lo que pone en riesgo su continuidad
histórica en el tiempo y en el espacio, y evitando un posible camino hacia la disolución nacional,
como ya ha sucedido y hoy vemos en diferentes partes del globo.
Es imperioso que los legisladores comprendan esto ahora. El Congreso Nacional no debe aprobar
la derogación de la Ley de Tierras pues debilitaría aún más el ya frágil poder nacional,
exponiendo al país a grandes peligros como la pérdida de la independencia, la soberanía y la
integridad territorial.
Hay cosas que no se negocian, o se defienden con honor o se traicionan con infamia.
Por ello, Señores Legisladores, sabemos bien los argentinos que LA PATRIA NO SE VENDE, LA
PATRIA SE DEFIENDE.
Hoy está en sus manos defender la Ley de Tierras, y con ella sus fronteras, nuestra Patagonia
y Antártida, las preciadas y codiciadas cordilleras y tierras ricas en minerales estratégicos,
glaciares y fuentes de agua dulce, y muy especialmente también las pampas de donde nace el
alimento proteico que el mundo reclama a gritos desesperados ante una población mundial
creciente en escenarios de cambios climáticos.
No defrauden al pueblo argentino, fueron democráticamente elegidos. Se lo pedimos los
argentinos todos, ejerzan su cargo con responsabilidad y honor. Por todos nosotros habitantes
del suelo argentino, por nuestros hijos, nuestros nietos y por las futuras generaciones de nuestro
pueblo.

FUNDACION PEDEMONTE
Personería Jurídica 1450/011
Mendoza- Argentina

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