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El Llamado

«Venid en pos de mí, y os haré pescadores de


hombres» (Mateo 4.19).

La Comisión

«Id, y haced discípulos a todas las naciones,


bautizándolos en el nombre del Padre, y del
Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que
guarden todas las cosas que os he mandado;
y he aquí yo estoy con vosotros todos los días,
hasta el fin del mundo» (Mateo 28.19-20).

Cuando Jesús primero llamó a los


discípulos de sus ocupaciones
regulares para hacerlos «pescadores
de hombres», cada uno llegó con sus
experiencias de vida y sus habilidades
para esta nueva tarea pero sin
conocimiento práctico sobre cómo
cumplir esta nueva función. Después
de pasar tres años bajo el liderazgo de
Jesús, los discípulos fueron
transformados de novatos sin
experiencia en líderes completamente
preparados, inspirados y
espiritualmente fundamentados,
capaces de cumplir la Gran Comisión
de ir a todas las naciones con las
buenas nuevas.
¿Cómo logró Jesús la transición
desde el Llamado a la Comisión?
Aunque hubo el elemento milagros, el
proceso no fue tan milagroso. Implicó
una ejecución perfecta de un proceso
familiar por un guía personalmente
comprometido a alcanzar una meta a
través del crecimiento y desarrollo de
aquellos que le seguían. Creemos que
la experiencia que Jesús tuvo como
aprendiz bajo instrucción como
carpintero le proveyó con un modelo
práctico para ayudar a la gente a
crecer y a desarrollarse que pudo usar
en la experiencia de aprendizaje de sus
discípulos desde el Llamado a la
Comisión.
Habiendo presumiblemente sido
guiado a través de cuatro etapas
normales de aprendizaje de una nueva
tarea: desde el noviciado (alguien que
comienza) a aprendi z (alguien en
entrenamiento) a obrero calificado
(alguien capaz de trabajar en forma
independiente) y finalmente a
maestro/instructor (alguien altamente
calificado y capaz de enseñar a otros)
del oficio de carpintero, Jesús trajo a
su tiempo de liderazgo un claro
entendimiento del trayecto entre la
dependencia y la independencia.

Para que alguien progrese desde ser un


novato hasta ser un maestro en cualquier
rol o habilidad, se requiere de un guía que
dirija a lo largo del camino y que dé lo
necesario para avanzar a través del
proceso de aprendizaje.

Los novatos entran en el proceso de


aprendizaje a través de una fase de
orientación y luego avanzan a una fase
de entrenamiento como aprendices
hasta que obtienen suficiente dominio
del trabajo como para proceder por sí
mismos. Con el tiempo, los obreros
calificados desarrollan la experiencia
y el conocimiento avanzado requerido
para ser acreditados y comisionados
como maestros/instructores.

Las necesidades de un novato


Los novatos son personas que
comienzan a realizar una tarea en
particular para lograr una meta
asignada. Necesitan saber qué, cuándo,
dónde, por qué y cómo hacer algo.
Un novato necesita que el líder le
provea información básica. Phil
recuerda el primer día que asistió a
una nueva escuela en otro pueblo. Al
pasar por la puerta, se dio cuenta que
la información que había recibido
anticipadamente en un libro de
geometría no le serviría de mucho. Lo
que él necesitaba era alguien que le
dijera dónde estaba su armario y cómo
encontrar los baños y la cafetería.
Treinta años después, el día que
comenzó a trabajar en una oficina
ubicada en un edificio muy alto como
nuevo jefe del departamento de
personal, la cosa más importante que
necesitaba saber era la ubicación de su
oficina y cómo encontrar los baños y
la cafetería.
Los novatos necesitan información
básica antes de que puedan progresar.
También necesitan a alguien
comprometido con su desarrollo para
integrarlos en el proceso de
aprendizaje. Necesitan sentir que
alguien que sabe piensa que su trabajo
es suficientemente importante como
para invertir tiempo y energía para
enseñarle correctamente.
La forma más rápida para desanimar
a un novato es delegar su orientaci ón
a alguien que no le interesa mucho el
éxito del estudiante. ¿No le ha pasado
que en el proceso de registrarse para
algo se ha encontrado con que la
persona encargada le ha manifestado
un interés casi nulo lo que lo ha
llevado al borde de sucumbir por
aburrimiento? Si ha tenido esta
experiencia, entonces sabe cómo se
siente un novato cuando se le deja en
manos de una persona desinteresada.
Cuando alguien comienza una nueva
tarea o meta como novato, puede
sentirse entusiasmado por la
oportunidad o vacilante porque ha sido
apremiado en el proceso de
aprendizaje. Por ejemplo, vamos a ver
dos experiencias paralelas: una joven
de quince años aprendiendo a conducir
y un hombre de cincuenta y ocho
aprendiendo a usar un bastón de tres
piernas después de haber sufrido un
ataque de corazón.
El día que la muchachita obtiene su
permiso para aprender a conducir se
siente excitadísima pero tiene muy
poco conocimiento sobre cómo
conducir un automóvil. Su padre
necesita decirle la exacta secuencia de
las cosas que tiene que hacer antes de
arrancar el motor en la primera prueba
de manejo. El día que la víctima del
ataque de corazón comienza su
proceso de rehabilitación para
aprender a caminar con un bastón, se
siente furioso y confundido por tener
que aprender a hacer algo que ha
hecho durante toda su vida pero ahora
en una forma nueva y nada de
atractiva.
Ambos novatos tienen que seguir
instrucciones que pueden ser nuevas o
complicadas. En el caso de la
adolescente, una atractiva visión en la
que lleva a sus amigos a la playa
después de una o dos lecciones pueden
hacer que desarrolle demasiada
confianza y se ponga impaciente con el
proceso de aprendizaje. En el caso de
la víctima de ataque de corazón, el
«por qué» puede hacerlo renuente a
encontrarse y aceptar los términos con
la nueva realidad de su vida.

Pausa y reflexión

Piense cuando usted era un novato sin


experiencia y empezaba a aprender una
nueva tarea o función. ¿Qué fue lo que
más necesitó que alguien le diera para
ayudarle a comenzar? ¿Lo logró? Si
no, ¿cuál fue el resultado?

Jesús y los discípulos novatos


Sin duda que los discípulos eran unos
novatos cuando Jesús los encontró.
Andando Jesús junto al mar de Galilea, vio a
dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y
Andrés su hermano, que echaban la red en el
mar; porque eran pescadores. Y les dijo:
Venid en pos de mí, y os haré pescadores de
hombres. Ellos, entonces, dejando al instante
las redes, le siguieron (Mateo 4.18-20).

Jesús vio en estos rudos pescadores


la materia prima para los futuros
líderes de su ministerio, que dejaría
bajo su responsabilidad cuando llegara
el fin de su tiempo de liderazgo
terrenal. En su entusiasmo, Pedro y
Andrés literalmente dejaron lo que
estaban haciendo cuando Jesús los
llamó al más alto propósito de ser
«pescadores de hombres».
Aunque estaban entusiasmados, no
tenían idea sobre cómo emprender su
nueva tarea. La tarea ahora era ser
«pescadores de hombres», y no tan
sólo pescadores. Se encontraban en el
nivel de novatos. Y en ese nivel
dependían de que Jesús les enseñara
cómo hacerlo. Por lo tanto, para
satisfacer sus necesidades de
aprendizaje, Jesús se dedicó a decirles
qué hacer y cómo hacerlo.
Eso es lo que Jesús hizo cuando
envió a los doce discípulos por
primera vez a predicar las buenas
nuevas. Les dio instrucciones básicas
amplias sobre a dónde ir, qué decir,
qué hacer y cómo hacerlo:
Por camino de gentiles no vayáis, y en ciudad
de samaritanos no entréis, sino id antes a las
ovejas perdidas de la casa de Israel. Y yendo,
predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha
acercado. Sanad enfermos, limpiad leprosos,
resucitad muertos, echad fuera demonios; de
gracia recibisteis, dad de gracia. No os
proveáis de oro, ni plata, ni cobre en vuestros
cintos; ni de alforja para el camino, ni de dos
túnicas, ni de calzado, ni de bordón; porque el
obrero es digno de su alimento. Mas en
cualquier ciudad o aldea donde entréis,
informaos quién en ella sea digno, y posad allí
hasta que salgáis. Y al entrar en la casa,
saludadla. Y si la casa fuere digna, vuestra
paz vendrá sobre ella; mas si no fuere digna,
vuestra paz se volverá a vosotros... He aquí
yo os envío como a ovejas en medio de lobos;
sed, pues, prudentes como serpientes, y
sencillos como palomas (Mateo 10.5-13, 16).

Creemos que a menudo, los líderes


en las iglesias y en el mundo de los
negocios forman gente para que
fracase porque no aceptan la
responsabilidad para reconocer y
responder efectivamente a esta etapa
de orientación.

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