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Coleccion ANOCSL Coordinada por ol Dr, Claudio Garefa Pintos UNA vina rascinanre, La tensién entre ser y deber ser. Elisabeth Links. LA concerci6x DE LA conc DE V. FRANK... Nolberto A. Espinosa. CCONVERSANDO CON FAMILIAS. Rasl Chirinos. PSICOTERAPIA EN DIGNIDAD, Apoyo para la vida con orienta- cin hacia ol sentido segan Viktor Frankl. Elisabeth Lukas ‘LA PSICOTERAPIA EN LA PRACTICA MEDICA, Una introduccién casufstica para médicos. Viktor E. Frankel. LA LOGOTERAPIA Es ORVIA, Experiencias logaterapéuticas con el hombre comsin de la calle. Francisco Bretones LA LOGOTERAPIA EN CUENTOS, Claudio Garefa Pintos (CIA EN LA LOGOTERAPIA “TkAS LAS HUELLAS DEL LOGO, correspondencia con V. Frankl. Joseph Fabry + Elisabeth Lukas. Lo QUE NO ESTA ESCRITO EN MIS LIBROS - Memorias. Viktor E. Fi PARADOJAS EXISTENCIALES. Gabriel Jorge Castella ‘Vixtor FRANKL: La antropologia como terapia. Ricardo Peter. HUMANISMO, LOGOTERAPIA Y PROCESOS PSICODIAGNOSTICO. Marta Guberman. LOGOTERAPIA: APELACION A LA VIDA COMO TAREA Francisco Bretones. Psicotoaia rsPinrrvat, Manantiales de vida plena de sentido Elisabeth Lukas. FUNDAMENTOS Y APLICACIONES DE LA LOGOTERAPIA Viktor E. Frankl. ‘StncrontzaciOn EN BirkENWALD ‘rankl. Viktor E. Frankel. Claudio Garcia Pintos La logoterapia en cuentos El libro como recurso terapéutico SANPABLO “Apliquese este libro en la parte enferma del paciente y la cura puede ser milagrosa”. Leopoldo MARECHAL, (scrtor argentine; 1900/1970) INTRODUCCION Sobre la biblioterapia El dolor, la pena, el sufrimiento, son altemativas cotidianas y ‘comunes ala naturaleza y realidad humana. Constituyen supuestos biisicos de la existencia del hombre, de modo tal que negarlos o creer ‘que pueden erradicarse es, en definitiva, una utopia que, de concre- tarse, dejarfan a la misma existencia sin sustento. No se trata de una apologia det sufrimiento sino més bien de afirmar su innegable realidad y su inevitable presencia en el horizonte humano. Cada dia masse nosbombardea con laidea,y lasupuestasolucion,deunavida plecentera, edonista, libre de sufrimiento y pesar.Siusted manejatal auto, osiconsume tal bebida o fuma aquel cigarrillo,siusaestacrema antienvejecimiento o viajaaaquella playa de moda,o...,en fin, parece ser que hay tantas maneras de llegar a experimentar la “plenitud del plecer”, terreno “exento” de pesat, queesunanecedad sufrir, hacerlo ‘como si realmente uno fuera un ser humano. Es que curiosamente hemos olvidado nuestra propia realidad Jumana, la hemos vaciado, 0 terminaremos haciéndolo, de aquello qu: Ia redime, o la eleva, le da identidad como humana, La hemos vaciado de valores. Lavida humanaes una realidad dindmica, es decir, en movimien- to,en permanente cambio, Pero se desarrolla sobre un horizonte de valores que se manifiestan como realidades permanentes y estables, ‘eternas. El amor siempre serd el amor; la solidaridad, el respeto, la familia, eteétera, siempre representarén un mismo contenido. Pero, gno es que van cambiando con el paso del tiempo? Por ejemplo, mis 7 abuelos vivieronel amor de una manera diferente acémo la vivieron, mis padres y mucho mas diferente atin a cémo lovivo hoy. Entonces, gon estables los valores? Si. Los valores son permanentes como bienes-en-si. Lo que ha ido cambiando o modificandose es la manera de encarnarios o interpretarlos. Y ésto ocurre no s6lo de época en épocao de generaciénen generacién, también ocurredeindividuoen individuo. ‘Cuando yoelijoun valor, un bien-en-si, loconstituyeenalgo mio, enun bien-en-si-para-m{, adquiriendo entonces un matiz personal, individual, singular. Asf, me convoca sélo a mi, De esta manera mis, valores constituyen el fundamento mas estable, continente de la dindmica vital. Esta salida al encuentro del valor, ese supuesto fundamental y fundante', estd estimulada por mi natural necesidad de descubrir sentido detrés de todo aquello que debo vivir. Es decir, palpita en mf una necesidad, un verdadero apetito de sentido, tan natural a mi humanidad como mi apetito de alimento, de conoci- miento, de afecto, etcétera, Tal vez sea innecesario pero atin asi resulta indispensable recor- dar ahora la definicién de hombre que enuncia Frankl presenténdolo ‘como un “buscador de sentido”. A partir de su propia realidad tridimensional, entonces, conviven en el hombre tres apetitos funda- mentales: a) desu dimensién biol6gica surge un apetito del cuerpo orienta- do al abrigo, al alimento, la sexualidad, e! movimiento, etc; b) desu dimensién psicosocial surge el apetito del Yo, orientado al logro de vinculos estables (pareja, amigos, familia, Dios), al conocimiento y el saber, logros personales (profesiGn, posicién socioeconémica y cultural, etc), crecimiento, participacién y perte- nencia en grupos de distinto tipo, etc.; ©) de su dimension espiritual surge el apetito de la persona, orientado especial y especificamente al descubrimiento y posesién. de valores ("alimento” u objeto de satisfaccién especifico y concreto de este apetito espiritual). * Segiin Karl Jaspers, el hombre termina sienclo tal hombre segin la causa que brace en su vida, Asicomono puedosatisfacer la necesidad concreta de pan con un ‘valor, porque el apetito del cuerpo reclama un objeto “concreto”de sitislaccién (hambre = comida), no puedo satisfacer las necesidades ‘neretas del esphtu con pan, cuando en realidad sesatisacen con valores.) De modo tal que ese vaciamiento de valores tiene un doble y Liigico efecto: ) por un lado sustituye las necesidades reales y personales de los \nulividuos, por necesidades implantadas, injertadas y uniformadas. De este modo, todos necesitamos lo mismo al mismo tiempo; y ‘wando ereemos que hemos llegado a la “plenitud del placer”, nos jvesentan una nueva necesidad y asf continuta la historia, La conse- lwncia mas inmediata es la de mantenernos entonces en un estado jwrmanente de insatisfaccién. Siempre aparecerd algo nuevo que hhovesitamos” y no tenemos. como vivimos en una cultura peculiar que ha hecho del umo un valor traicionero. Lo defino como “traicionero” porque « bien consumir nos hace sentir mas (p.e., mas status), nos oculta que ‘esa earrera consumista, al “consumir”, en realidad “nosconsumi- ‘nos al punto de vivir ese propio consumo con angustia.einsatisfac- on, La propia teoria dol marketing con cue estrategias de “venta iva”, parten de hacerle sentir al potencial comprador (es deci ‘osotros) una sensacién de inseguridad, desubicacién, ansie- dol y marginacién, Esléganes tales como ;Cémo..., todavia no lo robd?, Simo manejé tal auto no sabe quées mansjar, No puede dejar pasar |: cportunidad de tenerlo, Por suerte ahora puede tenerlo,etc.,consiguen |uicemos sentir al borde de quedar fuera de la nueva cultura, del Inovimiento 0 de la “movida” como suele decirse actualmente, Esast Ks loulos Cietamente aqui podrfamos recordar distintas teoras conocidas tobre las slades, Igualmente podriamos citar las propias reflexiones de Frankl tespecto io vivido en los campos de concentraciin relatando historias propias y de radasque se sacaron-litralmente-el pan de la boca para dérseloalcompatero ?Peroloquequierodeciresquesiblen enfuncidnde un valorsuperiay puedo pan de la boca para drselo a otro, ain estando yo hambriento -como reiteradas veces en los relates citados-, esto no significa que desaparezca el |ivnbte0 quede el cuerpo satsfecho. La necesidad bisia de slimento queda insatis- Jit. El ombre ola persona en su unidad integrada y en funcion de su naturaleza ‘pintual puede redimir esa necesidad del cuerpo insatisfecha, intencionarle, dare ubrile un sentido; pero en si misma, en concret, en tanto tal, el hambre se Hsace son pan que me esfuerzo para “probar” lo que sea, “manejar” ese auto y “tener” lo que tenga que tener aunque no sepa muy bien para qué hacerlo, Y todo esto sirve para vender desde una parcela en un cementerio privado hasta una semana de tiempo compartido en un resort en Miami o Canctin, pasando por golosinas, ropa interior, autos, “la Biblia y el calefin” como dirfa Discépolo. Se crea asf una cultura de insatisfechos que nunca verdn “colma- das” sus necesidades. En nuestros dfas tenemos el ejemplo de los teléfonos celulares; ccudnta gente de la que ostenta sus teléfonos celulares en realidad los necesita? Caminando por la ciudad he visto a un hombre parado en una esquina hablando simulténeamente por dos teléfonos celulares, y algunas veces los he oido sonaren lugares ins6litos, como por ejemplo en medio de una misa. {Responde esto a una necesidad real o creada? ;Serd esta la cultura del “hombre unidimensiona” de Marcuse? ) Creo que el sentido puede ser definido como algo asicomo un “principio de coherencia”. Quiero decir, marca una orientacién y unifica misesfuerzosen direccién al desarrollo e interpretacion de tal valor significativo. Primero se genera la vivencia de insatisfaccién; pero es una insatisfaccién que no tiene posibilidad ni destino de ser satisfecha, al contrario. El vaciamiento 0 desplazamiento de los valores por e308 “ sustitutosestandarizados” que ptetenden uniformarnuestrasnece- sidades, nos resta la posibilidad singular y personal de orientar nuestra propia existencia significativamente. Se crea asfla cultura de “los pequefios amores”, porque nos hace “enamorar” (es decir, dispo- ner toda nuestra existencia en funcidn de) de un auto, un perfume, un lavarropas o cualquier insignificancia, Pero atin més, ese “amor” no sélo es “pequefio” en funcidn del significado (pequefio) de su objeto, sino porque dura poco, es muy labil. Es muy intenso cuando surge pero al momento de tener ese auto ya pensamos y “miramos concarifio” elnuevomodelo que acabade salir, coartando obviamen- te la posibilidad de disfrutar de éste que tenemos. Es asi que cuando los valores pierden su poder singularmente convocante y en su lugar aparecen sustitutos estandarizados, pierdo ‘ese principiode coherencia. De talmodo, alainsatisfaccidnsele suma ahora la “falta de integridad”, aquella que me otorga presencia en la vvida para vivir, encarar y superar, trascender los supuestos bisicos de la propia existencia, 10 Este doble efecto (insatisfaccién y falta deintegridad)es “trégico” porque afecta sensiblemente la vida del hombre alejéndolo de la posibilidad de descubrir el singular sentido de la propia existencia. ‘\ partir de alli, un vacio que muchas veces se “Ilena” con neurosis, lesesperacién, desesperanza, enfermedad. Es frecuente encontrarse en la préctica clinica con individuos cenfermos por la frustracién de la voluntad de sentido. Sibien esto lo ‘asociamos conceptualmente y de manera inmediata con Viktor Emil Frankl, vale recordar que otros autores e investigadores también egaron a vislumbrarlo y atin a sistematizarlo como entidad nosolégica, Pongamos por ejemplo Carl Gustav Jung, quien definfa que aproximadamente una tercera parte dessus casos no padecian de ‘ninguna neurosis definible clinicamente, sino més bien de la falta y propésito en sus vidas; también sefialemosa Nicolas Hobbs, Salvatore Maddi Benjamin Wolman, quienes hablan de una “enfermedad cexistencial” o una “neurosis existencial”, derivada de la incapacidad de darle respuesta a la pregunta sobre el sentido de la vida. A estos ‘ejemplos sumemos la obra de autores como Allport, May, Rogers, Fromm, Jéspers, Adler, entre otros. Eneste punto de las reflexiones, me pregunto entonces, :Cémo juega su rol el terapeuta en estos casos? {Qué finalidad o sentido snlquiere le terapia entonces? :Cudleselementos pueden constituirse cn recursos terapéuticos? En lacontinuidad de estas reflexionesno se pretende dar respues- taacabada a estas preguntas. Tal ver se logre incorporar en el lector un espacio abierto y nuevo de inquietudes més que un circulo cerrado de respuestas y formulas, Me centraré especialmente en la letra, en el libro como posible recurso terapéutico y presentaré algunos ejemplos de prosa y poesfa que no agotan la proyeccién maravillosa del material que puede utilizarse en esta sentido. Viktor Emil Frank! ha hablado e insistido en la reflexién acerca del valor del libro como recurso terapéutico, sentando las bases de una verdadera biblioterapia. En estas reflexiones se pretende puntualizar una biblioterapia aplicada, en acciGn, una “logoterapia en cuentos”. u 1° Parte LA LOGOTERAPIA EN CUENTOS Elser humanoes un ser siempre “incompleto”, que vive y lucha por completarse, Lo va logrando a lo largo del curso de su vida de muchas maneras; muy especialmente a través y a partir de los vineulos que va constituyendo. Asi, las relaciones familiares, las, sociales, las laborales, sus vinculos con la cultura, lo van “integran- do” algoasicomosi fueran abrazos que alestrecharlolovanuniendo més y mds en sus propias partes constitutivas. Dentro de esa trama de relaciones, la relacién terapéutica ad quiere una tonalidad muy especial. Se inserta en el grupo de aquellas relaciones de ayuda, asumiendo sus propias caracteristicas entre todas ellas. Muchas veces se ha propuesto el rol del terapeuta como una especie de OBSERVADOR ANALITICO, aquel que tomando distan- cia observa al paciente y su situacin desde aquella perspectiva y la analiza en su estructura y dindmica. Desde ese lugar funciona como luna especie de intermediario entre sus aspectos no conocidos y su posibilidad de conocerlos y lo cumple fundamentalmente através de la interpretacion. La realidad del proceso de interpretacién, asume algunos riesgos que, evidentemente, no alcanzan para invalidarlo como recurso y técnica. De todos modos, bien vale sefialar tales riosgos, circunstancia que resumo en lo siguiente: muchas veces los contenidos inconscientes del paciente no son més que la proyeccién delas teorias conscientes del terapeuta. Es decir, tamizo sus propios contenidas por la trama de mis teorias y termino sin poder definir your YO ME MEDICO/ ‘CURO INDIVIDUO SANO ‘TERAPEUTA ENFERMO Ambos procesos (curar + sanar) se complementan en el acto perfecto del restablecimiento de la salud, fisica o psiquica. Es decir «que los médicos/ terapeutascuran, peroel propio individuoesel que ina. La posibilidad de curar lama al profesional ala responsabi- lidad de realizar un diagnéstico adecuado y ordenar los medios y recursos mas expeditivos en funcidn de la recuperacién del paciente. Por su parte, la posibilidad de sanarse apela al individuo al desplie- gue del poder desafiador del espiritu en funcién a oponerse al esorden que implica su enfermedad. En la complementacién de 6 ambas respuestas, reitero, reside la posibilicad de restablecimiento. Muchos intentos terapéuticos fracasan porlaausencia de la vol intad de sanacién del individuo enfermo y muchas veces, tibios 0 ragos esfuerzos terapéuticos logtan resultados sorprendentes en funcign de un poderoso desafio a la adversiiad movilizado por el enfermo. De esto se sigue entonces que la principal responsabilidad del profesional es, ciertamente, ordenar los recursos y medios terapéu- ticos,no sélopensandoenelcuadroclinicosino tambiénestimulando y promoviendo que se ponga en marcha, se gjecute, ese poder ‘desafiador. Contar con esa energia es fundamental para que cl acto sea pleno, pero debe aportarla el propio enfermo. {Cudntas situacio- nes de enfermedad terminan resolviéndose por el temperamento del paciente tantoomas que porel plano pericia del terapeuta? ;Cusntas otras fracasan por el mismo motivo? En esta linea de pensamiento, terminamos comprendiendo que son muchos los medios y recursos que podemos investir como terapéuticos. Tantos comosenosocurra. Tantos como puedan servir paraestimular o promover esa voluntad desanarse en el individuo. Dentro de esto podemos entonces plantear al libro como uno de esos recursos validos, Hacia una biblioterapia Alrededor de afto 1977, el profesor doctor Viktor Emil Frankl inauguré la Feria del Libro de Austria, con una conferencia sobre el Libro como recurso terapéutico, en la cual plantes la posibilidad de la sanacidn a través de la lectura. En la ocasién seftal6, incluso «asuisticamente conhistoriasen lasque unlibro pudocambiarla vida del lector, casos en los que un libro salv6 una vida haciendo desistir al lector en sit idea de suicidarse y otros en los que personas en st lecho de enfermedad se vieron reconfortadas por la lectura, Asimis- mo comenta el caso de personas que estando encarceladas, mejoran su actitud de vida a través de un libro. Refiere, por ejemplo, el caso de Mitchell, un preso de San Quintin, San Francisco, sentenciado ala pena de muerte en la cémara de gas. Enterado de tal circunstancia en W7 ocasién de una charla para los presidiarios, Frankl lo apela a descu- brir el sentido de su vida, aun estando en visperas ciertas de su muerte, Incluso lo alienta de alguna manera la lectura de la obra de Tolstoi, La Muerte de Ioan lich. El personaje de Tolstoi vive una circunstancia similar a la del Presidiatio. Tiempo después, Aaron Mitchell fue conducido a la cémara de gas y la condena fue ejecutada. Leyendo una nota que concedié unos dias antes de cumplir su sentencia al Chronicle de San Francisco, se podia percibir que el mensaje de Tolstoi habta sido captado por aquel hombre que si bien no pudo evitar la condena, pudo evitar recibirla en medio del vacio y la desesperacién.* ¢Qué es entonces lo que queda alli planteado? El valor terapéu- fico del libro. Ahora bien, gedmo debe entenderse ésto? Veamos: ») Qui? Por “biblioterapia” debemos entender, entonces, la utilizacién terapéutica del libro, pero tomando por tal (libro) no solo y estricta- mente “un libro”sino extendiendo la idea a toda “letra escrita”, sea prosa, poesia, canciones, aforismos y reflexiones. Los terapeutas, precisamente, conocemos muy bien el valor de la palabra: en par cular sefalo tres elementos que acentian su valor ‘SEI propio peso de la palabra, desde lo éticoy loestético, mensaje y forma. ‘Cuando esa palabra estd dicha por alguien investido con cierto valor, cuenta con un acentuamiento en su peso. Por ejemplo, no es Jo mismo la palabra de tn vecino que la del terapeuta. ‘La permeabilidad con la que recibe, generalmente, la “palabra” aquel que la esta necesitando, que estd en busqueda de respuestas. “ FRANKL, Viktor E,Pslcoterpia y Humanismo, Fondo de Cultura Econsmica, ‘México, 1984, pp.100/701 18 En funcidn de ésto, se rescata a la “palabra escrita” como un recurso terapeutico formidable, No debemos pensar en escritos realizados especificamente a tal fin terapéutico, sino incluso en obras que nunca fueron intencionalmente destinadas al efecto. Por otro lado, su valor tera- péutico esté ordenado segtin la distincién precedente entre curar y sanar y segtin la caracteristica de cada caso y situacién. 2) COMO? La utilizacién del libro no puede establecerse en prescripcién obligada ni especificamente indicada en algiin cuadro clinico concre- to. Todo dependeré, obviamente, del caso peculiar del paciente, de su perfil de personalidad e intereses, de sus circunstanciasconcretas, ‘eteétera. El valor det libro queda condensado en lo siguiente: cada historia, cada linea, refleja una manera personal de encarnarun valor © una actitud ante una situacién concreta de vida. De este modo podriamos hablar hasta de una verdadera solidaridad entre autor y lector. La literatura moderna no precisa continuar siendo tan sélo un sintoria mis de las neurosis de masas de hoy dia. Puede contribuir también «ila terapéutica, Los escritores que han atravesado el infierno de la desespe- racion, que hart experimentado la aparente curencia de sentido de Ia vida, pueden ofrecer su suftimiento, como un sacrificio, en el altar del género Iummano, Sus revelaciones ayudarén al lector que sufra idéntico estado a superareste iltimo.® Le puede acercaral lector un testimonio vivencial «que le estimule, promueva y aliente al individuo al descubrimiento «lel sentido de su propia situacién de vida. Presentando situaciones de vida resueltas de una manera peculiar que puedan disparar en el lector respuestas propias. Si bien esta funcionalidad terapéutica no cs la primera intencién del autor, seria interesante que al momento de escribir una linea, cada uno asumiera la proyecci6n que puede alcanzar respecto de quien lo lea. Asumirla responsabilidad de este compromiso solidario reconociendo que cada letra implica un men- saje, cada linea encarna un valor. Siel escritor no és capaz de inmuntzar al lector contra ta desesperacién, ha de evitar al menos inocularle la desesperacién ® S RANKL, Viktor E, op. cit, pp. 100 “FRANKL, Viktor Bop. cit, pp. 100 19 1) (PARA QUI? un episodio que bien puede servinos piso pera dar res- Ista sta pregunta, Dice que presidente itu ed ade i tel A cnc de wtconfrenia pile tel sod woven laste pestering don Kp: Noho iin —l mismo Hegé a pensar i alegre. “Qué te ha sucedido?”, le pregunt6 sorprendida y ason 3 niida y asombrada, end wn compare a cin ebro de El Hombre en Busca de ntido ye dijo:'Est ibrohaocurridoen mt. Al parece ast snaautabiboteapa yal parecer alegoerapaesapencne rood wee te mpropiada La relacién de intimidad . n que se establece entre lector y let es de ta magritud quel eta cobra un peso yun relieve muchas efecto ctazador muy efecto leven leg al conta le : . EH mensaje llega casi movi enelindviduosu poder devesstencs suremaneniosons, ss posibildad de superacidn de adversidades Cusntas veces n a hemos encontrado retratados en un cento 0 en tina cancion, gcuantas veces hemos recurrido a un personaje de ficcién 0 una Dotan par dav vspesn un stusctn? (Canae ves hams gpeloa unahistoriparacompreneruna cunt lela viet \definitiva, eusntas veces hemos sentido que tal libro " i do" ennosotas? Abi como elemento alien coms not Gqueme permite “dame cent, como enemacn de un a, 1 leencontramos respuestaal “para que” dela biblioterapia, La lectura terapéutica del libro Cuando hablamos de bibli i 8s iblioterapia pensamos en un recurso ‘eraputico queda implemenarsedeci intasmaneras, Muchas 4 oportuno que el paciente lea un texto para luego reflex nar: lis ‘ : ieee veces, esa movilizacisn seré esponténea en virtud deunalectura que PERANKL, Viktor, “Le Voluit ", ie , “La Voluntad de Sendo”, Barcelona, Ed. Herder, 1988, pp. 20 hiv fue indicada por el terapeuta pero que el pa-iente trac a la ccna pero en ocasiones —a mi entender lo més apropiado— la Jottradel texto podra realizarse en el émbito delacensulta. Enestos ‘nuns el proceso biblioterapéutico orientado y sustentado por la patticipacién del terapeuta. Veamos. 1a lectura terapéutica del libro: Hlterapeuta escoge un relato que se relaciona con las inquietudes somotas del paciente —es decir, no plenamente conscientes— pero ton los temas que se desea enfocar directamente. La propia lectura introduciendo al paciente en un estado de meditacién, por marlo de alguna manera, en el cual ciertas vivencias interiores y jercepeiones van adquiriendo mayor intensidad. En estas circans, tineias los pacientes terminan comprendiendo intuitivamente ef ontenido del mensaje que encierrael relato, incluso sinlanecesidad lela intervencién del terapeuta, quien al hacerlo conduce laatencién tle! paciente hacia si mismo, Fn ese momento, éste se aproxima asi tnismode una maneramistelajada yefectiva. Ahorabien, puede ser Verdaderamente provechosa para elconsultante a ectura delzelato? ‘51 Acta al modo como lo hace el impacto que ejerce sobre nosotros tina pelicula que nos emociona, nos identifica, nos deja pensativos. Incluso esa movilizaciGn permanece por dias, Enel cine, a atmésfera bclima (p.. oscutidad, silencio, sonido, et.) nos dispone a absorber {se impacto de manera total, quedando abiertos a vivir ese embrujo Sue téenicamente podriamos definir como un estado muy leve 0 ligero de alteracién de la conciencia—. En el caso de la biblioterapia seve clima debe ser creado por el terapeutaa partir de suinflexidn de Voz, ritmo de lectura, contenido del relato, etc. generando, promo iondo, facilitando o estimulando esa disposicién en el paciente. Si bienelimpacto del cine puede sermdso=~enos duradera,laintencién ahoraes que sea asimilado alos efectos de we sea incorporado en sy Conducta dando por resultado comportamier: mas constructives ¥yfirmes. Cuando el terapeuta descubre que el paciente ha asimilado Elimpacto del cuentoo relato,cicunstancia que se puede inferir de susexpresiones, estos, verbalizaciones, esefectivo xemarcarllogr0 mediante alguna frase tal como eso es bueno, es0 es seguramente Jo que le esta diciendo este cuento, quédese con eso, ete. De esta Aijnera afirmamos la direccién’de la meditacién y le ponemos un 2a acento sobre el nensaje aretener. Se produce de tal forma una especie de “aprendizaje directo”, quiero decir, sin pasar por tamices de autocensura. De alguna manera el paciente ha sido sorprendido en sus defensas y resistencias. Muchas veces me ha sucedido que los pacientes recuerden cosas que les he dicho tiempo atrés y que evocan esponténeamente en algtin momento diciendo siempre me acuerdo queunavez medijo... La mayorfa de los casos, recuerdan palabras, comentarios, reflexio. nes hechas por mi sobre el final de una entrevista o incluso mientras Jos despediaen el umbral de la puerta —atin comentarios trivialessin intencion terapéutica especifica— y lo recuerdan textualmente, Casi nunca se trata decosas dichas al recibirlo o sobre el inicio de la sesi6n, Esto me ha hecho pensar que se debe a que conforme avanza el encuentro, el paciente va entrando en una especie de trance leve —porllamarloasi—enelcualestado, algunas palabras impactan con mayor fuerza y son asimiladas inconscientemente con una nitidez, sorprendente. Esto no significa que sea hipnotizado al modo de los espectéculos de ilusionismo ni mucho menos, en los cuales se cree que el sugestionador puede someter a su voluntad el control de los actos del paciente. En cierta ocasidn, un colega me escuiché despedir a.un paciente desde su consultorio, contigiio al mfo. Se acercé casi inmediatamente y me pregunts eémo lo habia saludadu, En principio me sorprendié su pregunta y su interés por mi manera de saludara ese individuo, De todas formas le contesté eémo lo habia hecho, es decir, hasta la préxima... que tenga una buena semana... Entonces me pregunt6si yoera conscientede quesaludéndoloast loestabacondicionandoa tener una buena semana. Primerome sent como “agarrado”, sorprendido cometiendo una falta grave, porque ‘mi colega insistia en que si la semana préxima este hombre venia habiendo vivido una buena semana, e50 serfa mero producto de mi saludo y no un logro personal a consecuencia de haber resuelto stu conflictiva de fondo, Yo intenté persuadirlo que en realidad se trataba de una costumbre mia saludar asi a todas las personas, tratando de disculparme o justificarme. Pasados unos dias, durante los cuales me senti avergonzado y culpable, saludando rigidamente amis pacientes parano cometernuevoserrores, me propuse compro- bar el impacto del saludo en ellos. Traté entonces de ver de qué manera saludar, ni rutinaria ni rigidamente a mis pacientes, sino “terapéuticamente", es decir, personalizando el saludo de acuerdo a 22 la necesidad de cada uno, y haciéndolo en una manera conclsa ¥ cefectiva, usando una sola palabra, una frase, incluso un chiste, ‘Asi comencé a introducir al despedirme en el umbral del consti! toro, expresiones tales como euidese, que tenga una buenasemana, ‘nos vemos la préxima si Dios quiere, diviértase, etc. Las respuestas fueron formidables. Algunas se manifiestan inmediatamente a tra- vés de gestos o atin seni que Gees ne eee en fanto que otras son mediatas, es decir, se reconocen en. njuelle que coment el paciente ene encuento siguiente, incluso a veces haciendo referencia directa al saludo como, p. ¢,, me quedé pensando en lo que me dijo cuando me ful, como usted dijo, hice {al cosa, ete. De ahi en mas comprendé que esa circunstancia puede ser efectiva si es utilizada como apoyatura de la movilizacién que pudimos motivar durante el encuentro, dandole una orientacién o intencién. Confirmé ademas aquello de ese estado de trance leve que se logra con el paciente y que lo hace permeable a sugerencias que asimila directamente y que vuelea sobre sus comportamientos con- cane I ‘iones terapéu- jue logrado ese estado, las intervenciones: - elementos para que se descubra con la ceo de desplegar Ingjores respueslas a sus situnciones coneretas. : ‘Peo, no seria ésto una mera sugestidn? No. Funcionaria ee tana “mera sugestion’ si el pacienteno fuera consclente de aquello que esté aconteciendo. La instrumentalizacién terapéutica implica queel paciente, como ya fue dicho, actia de manera determinante en laintencién de lacura. Nosotros tratamos de acercarle elementos que {o inspiren, que lo provoquen a cambiar y no solamente a atenuar tibiamente una conducta. alte rolvamos a la biblioterapia. Decia que ese clima favorece- ae pee lade el rata debe estar motivado por el propio terapeuta. Vale agregar que resulta particularmente efectivo Ieerlo acentuando omarcando especialmente la parte del mismo que nos interesa focalizar en funcién del objetivo buscado. Muchas veces tun mismo relato debe ser lefdo de manera diferente segtin sea la persona que tenemos delante y el objetivo perseguido. La biblioterapia nos ofrece, fundamentalmente, los siguientes beneficios: 23 1) No constituye un ries i 980, es decir, los relatos son ace hubitusinente como una inervencon no ian, tenes pocltfan ser vividas otras Hi be Has formas de seialamiento « interpretacién, 2) Por lo anterior, se reduce el ni i 2 I de resistenci Jos pacientes a nuestr: dc fica eh prose de be pac stras intervenciones y se agiliza el proceso de 3) Identifica la idea y direccién del L i ir cambio con una imagen que Pemmatece en el individuo y que se ememora con valor terapeutico nuevo recurso para el propio. 4) Ofrece nuevos modelos de flexibili lidad sefialando otzosesque- ‘mas de respuesta posibles ante situaciones similares a las propias, i, Fomenta la independencia del paciente y aseguran su valio- ‘sima participacién enel proceso terapeutico("yomesano”)al tener Teeegihit ¢ inferir o, mejor ain, descubrir, el mensaje del relato, nes tipicas cierran la metéfora —j irlo ast a —por decirlo asi— al atribuirle “un” sentdoal hecho entantoqucencstecsolaprpiacenne iy cient abe un universo personal riquisimo en orden a descubyir , el cual termina siendo el verdadero y tinic atribuye a Milton Erickson la idea de que las interpretcloges so zeduccionistas,comosipretendieran resumirunaobradeShakespene pee 24 De la biblioterapia al bibliodiagnéstico Desde la aproximacién logoterapéutica fundamentalmente y la idea e intentos més 0 menos sisteméticos de otros autores, se ha planteado la llamada “biblioterapia” con la intencién de utilizar el libro como recurso terapéutica, Teniendo en cuenta el valor testimonial y referencial del libro, podemos fécilmente comprender que su implementacidn terapéuti capueda ser valida y efectiva. Muchas veces, como se ha dicho, acta de manera espontanea cuando el paciente llega a la consulta mov vado por lo que ha leido 0 estd leyendo, Pero, si hablamos de biblioterapia no podriamos hablar de “bibliodiagnéstico”? Si, Bfec- tivamente el libro también puede usarse como recurso diagndstico. Obviamente no podriamos establecer convalidacionesestadisticasni pautas psicométricas, pero siconcebirlo como un recurso proyectivo mds al servicio del diagnéstico. Giertamente como método de conocimiento del paciente no reconoce pardmetros convencionales pero se presenta como excelen- te recurso para el conocimiento intuitivo del otro. Claro, decir “intuitivo” no significa inventar nada sino practicar un minucioso proceso de observacién de Ins respuestas del paciente al relato, ¢9 decir, sus comentarios respecto del contenido como sus cambios y ‘manifestaciones durante la lectura, tanto como las conchisiones a las, que llega. Deberia, segiin cada caso, elegirse el relato que més se ajuste a las necesidades diagndsticas y trabajar sobre el conjunto de respuestas obtenidas. Desde ya, asi como la biblioterapia se reconoce inmersa como técnica en un conjunto o arsenal terapéutico, actuando, séloenconjuncién con otros modos deabordaje,el bibliodiagnéstico ser4 concebido solo como una técnica proyectiva més en complementacién con otras, integradas en funcién de un proceso de psicodiagnéstico, Ejemplos A continuacién presento una serie de historias a través de las ‘cuales pretendo ejemplificar el uso conereto de lo escrito con una finalidad terapéutica. Se trata de tres (3) casos en los que grafico la utilizacién de la biblioterapia en la préctica individual y grupal, de acuerdo a la dinémica propia de cada circunstancia. Veamos. 25 26 Caso 1: Se trata de Juan, unjoven de37 afios, casadocon Maria (62), padre de dos hijos, Facundo de 6 atios y Florencia de 3 afios. Juan es empleado administrativo. El relato de su vida estd plagado de hechos dramdticos, tales como la muerte temprana de su madre, el fallecimiento posterior de su padre, sus dificultades para hacerse un lugar en Ja vida hasta que conocié a Marfa y a partir de alli las cosas comenzaron a resentarse un poco mejor. Nacieron sus hijos, sanos, y ahora vive el apremio econdmico de cualquier empleadoal queno le alcanza su sueldo para una vida tranquila. Més allé del dramatismo de los hechos, Juan ha asumido ante la vida una actitud francamente pesimista. Podria decirse que vive un cierto “derrotismo” que agrava, obviamente, sus cizcunstan-

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