Professional Documents
Culture Documents
Ortíz (1994) - Historiografia Violencia LEER 406-423
Ortíz (1994) - Historiografia Violencia LEER 406-423
INTRODUCCIÓN
Desde el punto de vista político, los tres grandes períodos de cambios institucionales
serían sucesivamente: la República Liberal de 1930 a 1945, el rescate conservador de
1946 a 1957, y el Frente Nacional bipartidista, a partir de 1958.
El cuadro de profesiones heredado del siglo anterior. Derecho, Medicina e Ingenie-
ría, se empezó a renovar con carreras como ésta de la Antropología (licenciatura).
Odontología, y la llamada carrera de "Ciencias de la Educación", a cuya Escuela y
Facultad hemos aludido.
HISTORIOGRAFÍA DE LA VIOLENCIA 375
Daniel Pécaut atribuye el magro resultado, entre otros factores a los siguientes:
pragmatismo del partido liberal, el de gobierno, incapaz de otorgar una real priori-
dad nacional al trabajo científico y cultural; debilidad del Estado, fragmentado entre
las tensiones y componendas de lo que él llama las élites locales; y falta de autonom ía
de los intelectuales, proclives a la sumisión respecto de las subculturas políticas. Cfr.
DANIEL PÉCAUT, "Modernidad, modernización y cultura", en Gaceta , Bogotá, Col-
cultura, núm. 8, agosto-septiembre 1990.
RUBÉN JARAMILLO, "La postergación de la experiencia de la modernidad en Colom-
bia", en Misión de Ciencia y Tecnología, vol. 2, t. LT, Estructura científica, desarrollo
tecnológico y entorno social, págs. 535-560. El debate actual sobre modernidad, premo-
demidad y postmodemidad, que parte de la Fenomenología y ha sido reimpulsado
por la Escuela de Frankfurt, abre una perspectiva crítica distinta a la perspectiva,
más etnocéntrica, menos historizada, que tuvo el manejo de las teorías de "moder-
nidad/tradición" dentro de la naciente "ciencia política" norteamericana, especial-
mente en sus primeras versiones.
HISTORIOGRAFÍA DE LA VIOLENCIA 377
consecuencia del pacto bipartidista del Frente Nacional, lo cual soito las
coyundas que impedían la laicización de la educación (ésta fue, incluso,
fomentada oficialmente durante gobiernos como el de Carlos Lleras); b) el
desgaste del partidismo tradicional, particularmente el debilitamiento de
su fuerza ideológica proselitista, que creó un gran vacío apto para ser
llenado por adhesiones políticas de nuevo tipo, autónomas respecto a las
longevas redes de los partidos liberal y conservador; c) la apertura de la
universidad a nuevos sectores sociales, ya no provenientes de las élites
tradicionales; d) hechos políticos de impacto continental, como la Revolu-
ción Cubana.
La secularización-politización iría a afectar la producción historio-
gráfica, su "saber hacer" y, sobre todo, el consenso existente sobre la
naturaleza de la historia, escrita —o revivida— por los historiadores.
era más cierto en los años 60, con la importancia de la lectura estructura-
lista de Marx, a la cual nos acostumbraron las ricas reinterpretaciones
estructuralistas de Althusser.
De hecho, en la Facultad de Economía de la Universidad Nacional,
dentro de la sensibilidad hacia las interpretaciones marxistas, se dio un
notable desarrollo de la historia económica, ésta sí volcada especialmente
sobre el siglo XX y la historia reciente, quizá por su mayor aproximación
a la racionalidad económica sobre la cual Marx basara su representación
de la sociedad: trabajos como los de Salomón Kalmanovitz se destacaron
aquí por su valiosa contribución.
En cambio la historiografía política no se desarrolló de la misma
manera; grandes temas de la tradición historiográfica anterior quedaron
desprotegidos, como el caso de la Independencia y las primeras décadas
de la República.
Interesante sería precisar a qué se debió ese vacío, si a la subvalo-
ración de lo político por ser visto —bajo el parámetro marxista— como
subproducto de la economía, o a cierta aversión a historiar lo político, por
haber estado tanto tiempo bajo el imperio de la crónica puramente narra-
tiva y de la mistificación de los héroes.
La sobrevaloración del modelo explicativo marxista, a la vez que
enriqueció en aquellos años la historiografía económica y económico-so-
cial, posiblemente coadyuvó a la endeblez de otros campos historiográfi-
cos. No se puede desconocer, por lo demás, que ese modelo fue el medio
intelectual de una masiva secularización y que, pese a cierta rigidez a
través de la cual las secuelas religiosas sobrevivían, fue para muchos un
instrumento de toma de conciencia social, un apoyo para luchar por
intereses colectivos y la palanca de liberación de las viejas coyundas de
lealtades y creencias que los ataban a las maquinaciones partidistas, todo
lo cual no carece de importancia.
Para los historiadores, interesados en el rigor de su trabajo profe-
sional más allá de pesquisar, narrar y ordenar los hechos, el modelo
marxista, con su axioma de la determinación "última" de la economía,
representaba la posibilidad de estructurar la masa amorfa de los datos,
de establecer la relación causal y hasta la ley universal implacable, a
semejanza de las otras ciencias tácticas: el desarrollo del capitalismo, por
ejemplo, el desarrollo de las fuerzas productivas. Siendo estas preguntas,
por la causa determinante y por la ley (que empiezan hoy a dejar de ser
382 HISTORIOGRAFÍA COLOMBIANA Y LATINOAMERICANA
en uno y otro caso, son enfoques con pretensiones terapéuticas los que
permiten que algo tan profano como la violencia entre al terreno de las
disciplinas sociales.
11 EDUARDO FRANCO ISAZA, Las guerrillas del Llano, 3 a . ed., Medellín, Editorial Hombre
Nuevo, 1976.
384 HISTORIOGRAFÍA COLOMBIANA Y LATINOAMERICANA
Lleras Restrepo entre 1941 y 1954 que lleva por título De la República a la
Dictadura (testimonio sobre la política colombiana) . Del lado opuesto, el
conservador Rafael Azula Barrera, primer secretario del presidente Ospi-
na Pérez, escribe un libro cuyo título parece replicar al de Lleras: De la
revolución al orden nuevo: proceso y drama de un pueblo . Procedente del
mismo bando, hallamos el libro Así fue la revolución , de Joaquín Estrada
Monsalve, ministro también del gobierno Ospina Pérez.
A estos exponentes de la interpretación liberal y conservadora,
respectivamente, podemos agregar las varias recopilaciones oficiales de
discursos de los presidentes de la época y de directivos nacionales de los
partidos, recopilaciones en las cuales se hallan alusiones a ia violencia
política junto a los demás temas de la vida pública; varias de ellas han sido
publicadas por la Cámara de Representantes en la colección "Pensadores
Políticos Colombianos". Igualmente podemos contar, por sus alusiones a
los gobiernos de la época y a "La Violencia" misma, la publicación oficial
del Partido Comunista, Treinta años de lucha del Partido Comunista en
15
Colombia .
b) Las publicaciones de denuncia, algunas de corte panfletario,
desde las torturas acusadas por un refinado ganadero residente en el
exterior {Historia de una monstruosa farsa ) , hasta las masacres de campe-
sinos y pueblerinos que se delatan en Lo que el cielo no perdona , del cura
párroco Fidel Blandón (bajo el seudónimo de "Ernesto León Herrera" en
las primeras ediciones) , las acusadas por Alfonso Hilarión en Las balas
1 Q
12 CARLOS LLERAS RESTREPO, Déla República a la Dictadura, Bogotá, Editorial Argra, 1955.
13 RAFAEL AZULA BARRERA, De la revolución al orden nuevo: proceso y drama de un pueblo,
Bogotá, Editorial Kelly, 1956.
14 JOAQUÍN ESTRADA MONSALVE, Así fue la revolución del 9 de abril al 27 de noviembre,
Bogotá, Editorial Iqueima, 1950.
15 COMISIÓN DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE COLOMBIA, Treinta años
de lucha del Partido Comunista en Colombia, Bogotá, Ediciones Paz y Socialismo, 1960.
16 FELIPE ECHAVARRÍA, Historia de una monstruosa farsa, Madrid, Musigraf Arabí, 1964.
17 ERNESTO LEÓN HERRERA, Lo que el cielo no perdona, Bogotá, Editorial Argra; FIDEL
BLANDÓN, Lo aue el cielo no perdona, 5 a . ed., Bogotá, Editorial Minerva, 1955.
18 ALFONSO HILARIÓN, Balas de la ley, Bogotá, Editorial Centro, 1952.
19 TESTIS FIDELIS, El basilisco en acción o los crímenes del bandolerismo, 2 a . ed., Medellín,
Tipografía Olympica, 1953.
HISTORIOGRAFÍA DE LA VIOLENCIA 385
El libro de Guzmán-Fals-Umaña
26 Op. cit., tomo I, pág. 406. En la página siguiente, 407, Guzmán dice que la categoría
de "estratocentrismo", un género del etnocentrismo, la toma de Andrew Pearse. La
obra de GREGORY BATESON, Los pasos hacia una ecología mental, publicada en español
sólo en 1973, sigue ejerciendo hoy sensible atracción; los trabajos actuales que el
antropólogo Jaime Arocha adelanta con su equipo de investigación, se inspiran
considerablemente en ella, así como en los escritos de STEWART, recopilados en 1950
bajo el título The Theory of Cultural Change.
392 HISTORIOGRAFÍA COLOMBIANA Y LATINOAMERICANA
28 VERNON LEE FLUHARTY, Dance ofthe Millions: Military Rule and the Social Revolution in
Colombia, Pittsburgh, University of Pittsburgh Press, 1959; JOHN D. MARTZ, Colombia:
A Contemporary Political Survey, Chapel Hill University of North Carolina Press, 1962.
La Universidad Nacional de Colombia editó en 1969 la versión en español de la obra
de Martz; del trabajo de Fluharty, una de las ediciones en lengua española es la de
El Áncora Editores, de 1981.
29 En Western Political Quarterly, marzo de 1965.
HISTORIOGRAFÍA DE LA VIOLENCIA 395
30 En Tlie American Political Science Review, vol. LX, núm. 2, junio de 1966, págs. 340-347.
(Ejemplar disponible en la biblioteca central de la Universidad Nacional de Colom-
bia).
396 HISTORIOGRAFÍA COLOMBIANA Y LATINOAMERICANA
31 Sobre la apropiación hecha por Oquist de ciertas estadísticas más problemáticas que
otras (como las de la Policía Nacional en el caso de los muertos por violencia en los
distintos bandos de la contienda), ya en anterior ocasión objetamos su credulidad,
la falta de que mediara un cuestionamiento crítico de la fuente (Cfr. CARLOS MIGUEL
ORTIZ, Estado y subversión en Colombia, pág. 23, nota 1).
398 HISTORIOGRAFÍA COLOMBIANA Y LATINOAMERICANA
Los antropólogos
32 Me refiero al original en inglés que Fajardo leyó: "Violence, Conflict and Politics in
Colombia". Al publicarse en 1978 sufrió algunas modificaciones.
400 HISTORIOGRAFÍA COLOMBIANA Y LATINOAMERICANA
Los años 80
34 La violencia resultaba, así, para unos y otros, el producto exclusivo de unas maqui-
narias infernales: el Estado represivo para los unos, el complot comunista interna-
cional de los subversivos, para los otros.
HISTORIOGRAFÍA DE LA VIOLENCIA 409
La historiografía reciente
sobre la vieja "Violencia"
dor del cual se han escrito textos antológicos como los de Jesús Antonio
Bejarano, Catherine LeGrand, Marco Palacios; sin embargo, en el trabajo
de Marulanda, que conoce y reconoce esas contribuciones, el lector no
encuentra una simple repetición o glosa de lo ya escrito, sino la apertura
hacia tratamientos relativamente inéditos: la pesquisa dentro del laberinto
de lo jurídico, por ejemplo, como lo destaca Gonzalo Sánchez en el prólogo;
efectivamente, un buen manejo del virtuosismo jurídico logra articular
éste frente a las otras dimensiones de las luchas sociales agrarias; la
exploración de fuentes poco trabajadas antes (como el periódico Claridad,
las escrituras notariales, los documentos del Banco Agrícola Hipotecario)
permite al lector entender muchas más significaciones, móviles, posturas
políticas de los campesinos, cotidianidades, no en una teleología unilineal
de magnificación, por sí mismas, de las luchas sociales, sino en un itinera-
rio más interesante de vaivenes, discusiones internas (como en torno a la
propuesta de parcelación de El Chocho), y hasta frustraciones históricas
que antes de Marulanda no habían sido evaluadas así, dado el carácter de
acontecimiento que suele haber primado, de los años 60 en adelante, en la
historiografía de difusión de las luchas campesinas, obreras y "populares"
en general.
El libro de Javier Guerrero, de su parte, se propuso reivindicar un
período sumido en el olvido de los historiadores, como él dice, mas no en
la memoria colectiva de sus actores y víctimas: el período en el cual se
desarrollaron en ciertas zonas del país (Boyacá, Santanderes, Cundina-
marca) procesos que ya contenían las características que el resto del
territorio vivió en los años 40 y 50, llamados de "La Violencia" {op. cit.,
pág. 46), tanto en las formas de cohesionarse y diferenciarse las sociedades
locales, como en el quehacer de lo político, que se tornó en "lo violento".
Guerrero logra su propósito de llenar un vacío histórico, pero
además, a través de los años 30, tiende un puente entre "La Violencia" de
los años 50 y las guerras civiles del siglo XIX; porque al evocar elementos
simbólicos, prácticas políticas, creencias religiosas de incentivo partidista,
en los enfrentamientos violentos de los 30, Guerrero encuentra, dentro de
su región de estudio, las huellas de la última guerra civil del XIX; sus
entrevistas, en efecto, recogen las remembranzas de algunos actores so-
brevivientes de las reyertas del 30, que en las cuentas pendientes y en las
lecciones de la Guerra de los Mil Días hallaron los móviles y los nutrientes
de su posterior beligerancia.
416 HISTORIOGRAFÍA COLOMBIANA Y LATINOAMERICANA
CONCLUSIÓN