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1] OBRA ADQUIRIDA POR LA ASOCIACION AMIGOS DE LA oases Se coterie Pas Creuse LTO) Nol OBRA ADQUIEID, 5 LA Comision =o. oR oo LA BIBLIC! ZC A Tatra STEBAN ADROGUE © 2023 del texto, Mercedes Pérez Sabi © 2025 de las ilustraciones, Raquel Cané (© sor dela din, Earl Comuniearte Cale Bayern Dasscidn Eto Karine Pacerl Primera edicion especial: junio de 2023 15BN 978-987-602-486-0 Editorial Comunicarte » Teuzaings 862 ~ Cérdoba - Argentina Tel: (03st) 4685460 infot@comunicarteweb.com.ar ‘worw.comunicarteweb.com ar Se terminaron de imprimir 5.000 ejemplares en Arcinge! Maggio, Lafayette 1695, CABA, au dias del mes de junio de 2033. ‘Queda hecho el depisito que establece Ia Ley 1.733 Libro de edicin argentina ~ Published in Argentina ‘Todos los derechos reservados. No se permite Ia reproduccidn parcial 0 total, cl almacenamiento, el alquiles la transmisin o la transformacion de este Libro «en cualquier forma o por cualquier medio, sea electnico o mecinico, mediante fotocopias, digitalizacién y otros métodos, sin el permis previo y escrito de los situlares del copyright Su inraccin estéconternplada por las leyes 11.723 y 25.48 Pérez Sabbi, Mercedes [La grasta/ Mercedes Pérez Sabi. - 1 ed. ~ Cérdoba : Comunic~ Arte, 2023 156 pj 23x 14cm, - (Especiales de comunicarte / Karina Fraccaroli) ISBN 978-987-602-486-0 1. Literatura Infantil y Juvenil Argentina. 2. Narrativa Infantil y Juvenil Argentina 3. Novelas Histérieas Titulo, CDD A863,9285, Este ejemplar forma parte de la coleccién Identidades Bonaerenses yes una herramienta de democratizacién y difusién de la lectura. Ejemplar gratuito, Queda prohibida su comercializacién. Mercepes Pérez SaBBI La Grasita Novela Ejemplar de distribuci6n gratuita | Prohibida su venta’ IDENTIDADES _omecciOn cenenat ‘GOBIERNO DE LA PROVINCIA DE BONAERENSES ‘CULTUMAY EDUCAGON BUENOS AIRES Mercedes Pérez Sabbi nacié en Buenos Aires. Es escritora de 1 y Licenciada en Ciencias de la Educacién. Trabajé como maestra, asesora pedagégica y coordinadora de Pro- yectos y Programas del Plan Nacional de Lectura. Hizo teatro callejero y dirigié el Grupo teatral “Obsoletos”. Tiene publicados cuentos y novelas en Argentina, México, Cuba y Espafia. Le encanta visitar escuelas para compartir sus libros con los chicos y chicas de todo el pais. Los titulos que se destacan son: Florinda no tiene coronita, Manuela en el umbral, Sopa de estrellas, Mi insecto interesante, Nos vamos, nomds, nos vamos, Cartas amarillas de La Boca a Rosario, Dos asesinos, un muerto y tres obleas, Pascualita Gomez, una chica que se las trae, Carmela y Valentin (destacado Alija), El miedo trepa a tu ventana, entre otros. Su novela Mayonesa y bandoneén obtuvo el 3. Premio “Los Jovenes del Mercosur’. Raquel Cané nacio en Santa Fe, en 1974. Estudio disefio grafico en la Universidad Nacional del Litoral, disefio re- vistas y libros, asistié la direccién de arte de Rolling Stone Argentina, y ditigié el arte de Ediciones B, Grupo Z. Es autora de los albumes Mina, El setior de los sueios, Sopa, El libro del miedo, Soy y Calesita. Ilustr6 Cémo nacieron las estrellas, La vida tntima de Laura, Casi de verdad, de Clarice Lispector; E/ cuento de retintin, de Laura Devetach; E/anillo encantado, de Maria Teresa Andruetto; Ana y /a gaviota, de Carolina Esses; Vidas que cambian vidas, de Cristina Nufiez y Rafael Romero; La Grasita, de Mercedes Pérez Sabbi, entre otros. Escribié los libros de poemas Cartas a H., El aprendizaje, Palabras elementales y Piedra. Es mama de Panchi y Serena. AAle, a Eloisa y Juan Matias Ala Luna de mi cielo A Dorita Rodriguez, por la alegria A las historias de polvo y cenizas en la Plaza de Mayo, aguel junio del 55 I. VELORIO DEL ANGELITO en el pueblo, 1953 “La muerte es triste y misteriosa”, dijo la sefiora Celia en el radioteatro de la tarde. Y debe ser asi, nomas, porque siempre que se muere alguien del pueblo andan todos con cara de pena y ropas tristes también. Yo nunca estuve en un velorio, épara qué...? —-me decia siempre mi maméa- sos muy chica para andar entre finados. Entre finados, no, pero a eso de andar entre atatides un poco acostumbrada estaba. Porque la Carmen, que es la hija del funebrero don Canaletto, siempre me invita a jugar en la funeraria, ella dice que es muy divertido esconderse entre los cajones de los muertos. Pero a mi nunca me gusté. Apenas los veo parados contra la pared, asi, inmensos y lustrosos como son, me agarra tanto frio que tengo miedo de que se me congele el corazén. Por eso no juégo a las escondidas con la Carmen. Igual ella juega con sus primos de la Capital cuando la visitan para las vacaciones. Acostum- brada y todo a andar entre finados, cajones y crucifijos, la Carmen se desmayé frente a mis pies cuando entré por la puerta del almacén. Yo le alcanzaba las con- servas a mi papa para que las acomodara en los estantes mis altos, porque el Tonio, que sera medio zonzo pero muy trabajador, en ese momento andaba moliendo el maiz para las gallinas. Cuando le daba la ultima latita escuchamos un lamento que nos dejé como estatuas. Grandes de asombro, los ojos de mi papa en lo alto de la escalera. La Carmen entro desconsolada: —jClarita! —me Iamé. Y legué de un brinco. —Se murié Estrellita... -balbuced. —Ahhjhjh. —jAy, ay... mi hermanita. brazos. -Y se desplomé entre mis Mi papa cerré el almacén y puso el cartelito Cerrado por duelo. Yo conocia el cartel de verlo guardado en el caj6n de los corchos y los abrelatas, pero nunca lo habia visto ahi, colgado en la puerta principal, bastante mas abajo del gran cartel de A/macén de Ramos generales Don Pascual - Maizoro, el nombre del pueblo. Ese cartel si que me gusta. Tiene unos firuletes coloridos que dibujé mi abuelo Pascual. Por suerte como mi papa también se llama Pascual, sigue con el mismo cartel, que si no, doble gasto, como dice mi mami. Pero el cartel de Ces ww Se ena WNT aata ey AL, Cerrado por duelo es bien, bien tristén. Y mientras mi papa lo colgaba, el Corcho y la Tapita aullaban como lobos. “Los perros sienten la muerte”, dijo mi papa bajito, pero yo lo escuché. Y me puse a buscar a mi gata Sonia, pero no la encontré. Seguro que esta escondida en algin tincén. Es muy miedosa la Sonia, y mas cuando pasan estas cosas tan, tan tristes. uv Esta vez mi mama no me dijo que era chica para andar entre finados. Nada me dijo. Me preparé el vestido y el saquito azul con el canesti bordado. Mi tia Dora, que es pura sonrisa, lloriqueaba mientras acomodaba los almohadones y los volvia a acomodar. jMuuuu...!, hizo la Jacinta en el fondo. ;Otra que sentia la muerte! Y me fui hasta mi pieza y empecé a ponerme el vestido que habia estrenado para el cumpleafios de mi primo Panchito, que cumplié los seis. Y miré a los muertos de la familia que estaban en el aparador del comedor, uno al ladito del otro en los portarretratos, con las caras serias, como si supieran que estan quietos ahi, adornados con las hojas de laurel. Los cuatro fuimos al velorio. Mi papa con su boina vasca y un brazalete negro en el saco gris. Se cambié las alpargatas por unos zapatos bien lustrados, negros tam- bién. Mi mamé Ilevaba una blusa de mangas largas gris oscuro, casi nueva, y la falda negra y holgada de siempre, pero sin el delantal, ese que usa y que tiene un bolsillo tan grande como la panza de una cangura que vi en la enciclopedia. Mi tia se puso un vestido negro entallado y un saquito de hilo. Las dos con pafiuelo negro en la cabeza. Mi hermano Rolo, que ya es muchacho, estaba trabajando en la cosecha de mis tios del campo. Seguro que el Rolo no se va a enterar de lo de Estrellita hasta después del entierro. EI pueblo es chico, por eso pocos faltaron al velorio del angelito. Asi decfan los vecinos cuando camina- bamos por la calle principal y hablaban de la desgracia. “Fue de la nada que se le paré el corazén. Pobrecita”. Y yo pensé en la Marita que de repente le dio la polio, pero no se muri por suerte. Aunque bastante renguita quedo la pobre. Mi tia Dora me Ilevaba de la mano. Fuerte me la apretaba. Y me miraba con la dulzura de siempre. Es linda mi tia Dora, no sé por qué sigue sin novio todavia. Mi mam, que es la hermana mayor, dice que de tanto coquetear se va a quedar para vestir santos. A ella no le importa, cuando escucha que la critican por coqueta, levanta los hombros y se acomoda el color de las mejillas. Bien coloradas y redondas le quedan. Pero esa tarde, palida y ojerosa estaba mi tia. Llegamos. Le solté la mano para secérmela en la falda de mi vestido azul, rapidito, y se la volvi a dar. Helada estaba la mano de mi tia. “Quedate tranquila, Clarita de mi corazén”, me dijo, y me tomé del hombro apre- tandome sobre sus caderas. Todos se persignaban como cuando entran a la iglesia. En Ja puerta estaba Gertrudis, la directora de la escuela, y la sefiorita Marta, que es la maestra de sexto grado. Mi tia Dora las saludé con un gesto, nomas. “Son dos harpias”, me dijo entre dientes. Y todo porque fueron ellas las que la hicieron cortar con el Beto después de tres afios de noviazgo. Al Beto le lle- gaban cartas andénimas, mejor dicho, firmadas por “Las Carlotas lo saben todo”. Las Carlotas decian saber de las andanzas de “Dorita” por Buenos Aires, y contaban que Dorita no se quedaba en la pension de su amiga Raquel, como decia. Todo porque mi tia viaja para probar suerte como actriz de cine. Varias veces viajé, si hasta llegé a ser extra de una famosisima pelicula con Hugo del Carril. Yo no la vi, porque cine, lo que se dice cine no tenemos en el pueblo, solo hay una rueda que gira y una cinta con 13 fotos chiquitas. Asi sale la pelicula, como una luz que pega contra la pared blanca de la sala del club. Pero yo me enteré por la Radiolandia que es una gran pelicula la de Hugo del Carril. Las aguas bajan turbias sé que se lama. Mi tia me dijo que a ella se la ve muy poquito, pero que igual estaba muy contenta; seguro que por eso es que anda mostrando la revista a toda la parentela. Pero las Carlotas no hablaron de ninguna pelicula, sino que contaron con pelos y sefiales el viaje que mi tia hizo para el funeral de Evita en el invierno pasado. Mucho la queria mi tia a Evita, si hasta Ievaba la foto de ella en la cartera, pegada a la del Beto. Las dos harpias dijeron que a Dora la habian visto con un hombre de bigotes gruesos que la Ilevaba del hombro en la fila de la pro- cesion. De puta, la trataron. Ella vio los anénimos de las Carlotas con sus propios ojos, porque el Beto se los mostré. Después le pidié que se devolvieran las cartas de amor de los tres afios de novios, y le dejé las sucias cartas de las Carlotas, de regalito, le dijo, para que no se olvide de lo que hizo. “:Pero cémo puede ser que mi Beto se crea esas mentiras...? -lloriqueaba mi tia-, si habja millones de personas en el funeral de Evita, y yo apenas pude tirarle unas pocas flores desde una ventana de la Avenida de Mayo...” y seguia con el pafiuelo en la nariz la pobre. El Beto les creyé todo a las Carlotas porque ellas dieron detalles de la ropa que habia usado mi tia para el funeral de Evita: el tapado azul con el broche de racimos de perlas en la solapa, y el sombrerito de pafio con el velo del mismo color. “;Pero qué otra cosa me iba a poner si es lo tinico decente que tengo para el invierno...?”, se pas6 repitiendo varios meses mi tia. 14 Hasta que una mafiana se levanté, se empolvé bien las mejillas, se compro tacones nuevos y se fue a Buenos Aires a probar suerte para otra pelicula. —Contreras y envidiosas son estas harpias... —resoplé mi tia, y me volvié a tomar de la mano que ahora estaba mas calentita-. Ves, Clarita?, tienen los ojos saltones de tanto meterse en la vida de los demas. Y dele que te dele contra las Carlotas, siguié. —Tia —le pregunté-, ¢donde esta Estrellita? — La querés ver? —No sé... Nos persignamos. Habia flores en todas las paredes y los rincones. Mucho olor a velorio y también a aca- roina. “Para matar las pestes y que ellas no nos maten a nosotros”, dicen en el pueblo, y dele rociar todo con aca- roina andan. Ahj nos vimos con la Carmen que estaba sentadita junto a su mama. La pobre Cloti no paraba de Morar. Unas vecinas del club la consolaban. Yo ahi parada y los ojos de la Carmen, chiquitos, mirandome. No sé cémo Ilegué para abrazarla. “Carmencita...”, me salié bajito. Nunca la llamé Carmencita, si es mas grandota que yo. Pero temblaba como un pajarito. “Las cosas feas también pasan...”, le dije mas bajito, como siempre dice mi tia Dora cuando pasa algo terrible. Y se cruzé don Canaletto. Mi papa se sacé la boina y lo abrazo, Siguieron mi mama y mi tia. Don Canaletto me acaricié la cabeza, y me desparramé el flequillo. Y el corazén como un loco me latia. Mi mama me pre- gunto si queria ver a la Estrellita. Pispeé de reojo, y vi un cajoncito blanco entre las ropas negras. —jNo! -le dije moviendo la cabeza. Calladitas regresamos con mi tia Dora. Fuerte me Ievaba de la mano. Tomamos el atajo de la plaza ro- deado de drboles con los troncos pintados de blanco. Las palomas estaban inquietas, volando bajito entre nosotras. Dora me solté para sacarse el pafiuelo negro de la cabeza y arreglarse el cabello con los dedos. Es muy linda mi tia sin colorete también. Calladitas las dos. Y asi, de la nada, le pregunté si era verdad que se queria ir a vivir a Buenos Aires para ser actriz. —Quién te lo dijo? -me pregunté abriendo los ojazos negros que tiene. Momento 1 Momias —Viste, Clarita, que a Evita la hicieron momia? —me dijo la Mirta en la vereda. Si. —Me contd mi prima de la Capital que los médicos la dejaron como viva... Y hasta linda qued6, asf toda peinada y con colorete. No sé si tendré los ojos abiertos ocerrados, eso no se lo pregunté, pero me dijo que esta preciosa,

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