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Nutrición en El Embarazo y La Lactancia NUT en El C Vital
Nutrición en El Embarazo y La Lactancia NUT en El C Vital
Verónica Cornejo E.
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ENERGÍA
En promedio el aporte de energía total es de300 kcal diarias, las que en varían
trimestralmente según ganancia de peso y actividad física. Se ha determinado que
durante el último mes de embarazo se presenta el 6% de aumento del gasto energético.
En 1996 se propuso un aumento de 110 kcal para el primer y segundo trimestre y de
150 kcal a 200 kcal para el tercer trimestre, considerando un estado nutricional normal.
En las mujeres que se embarazan enflaquecidas estas se incrementan a 230 kcal/d en el
segundo semestre y a 500 kcal durante el tercer trimestre (2).
La ganancia de peso recomendada durante el embarazo se ha estimado de acuerdo al
Índice de Masa Corporal (IMC = kg/mt2). Para una mujer de peso normal se estima una
ganancia promedio de 1,6 kg en el primer trimestre y de 0,44 kg por semana durante el
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segundo y tercer. Pero cuando hay bajo peso esta ganancia de peso aumenta a 2,3 kg
durante el primer trimestre y para el segundo y tercer trimestre de embarazo es de 0,49
kg/semanal. En mujeres con sobrepeso el promedio de ganancia de peso disminuye a
0,9 kg en el primer semestre y a 0,3 kg semanal para el 2do y 3er trimestre (tabla 2-61).
La ganancia de peso óptimo recomendado para mujeres embarazadas adultas con un
peso preconcepcional normal fluctúa entre 11 y 16 kg., siendo esta ganancia
proporcional a la estatura de la madre. El IMC establece una ganancia de peso durante
el embarazo equivalente al 30% del peso ideal (figura 2-8) (3).
El embarazo ha sido identificado como de riesgo de tener sobrepeso u obesidad tanto en
la madre como en el niño, debido a la excesiva ganancia de peso durante la gestación.
En las últimas décadas en los E.E.U.U. se ha observado un aumento significativo en la
prevalencia del sobrepeso y obesidad en mujeres embarazadas, detectándose un
incremento de obesidad del 13% al 22%. Diversos estudios han demostrado que, si la
mujer tiene un peso preconcepcional normal, sobrepeso u obeso, tienen el mismo riesgo
de incrementar su IMC, si tienen un excesivo aumento de peso durante la gestación (4).
En un metaanálisis que agrupó 13 estudios (4.665 mujeres embarazadas), evaluó el
efecto producido por la suplementación con energía y proteínas, concluyendo que había
una baja relación entre la ganancia de peso materno y el peso de nacimiento del niño.
No obstante, señala que el mayor efecto fue disminuir de forma sustancial el riesgo de
tener un recién nacido pequeño para la edad gestacional. No hubo diferencias
significativas sobre el parto prematuro, pero sí disminuyó el riesgo de muerte fetal y
neonatal (5).
Un estudio realizado en Chile en mujeres de nivel socioeconómico medio y bajo, el
61% tenía un IMC sobre 25 kg/mt2 y después de 3 años subieron en promedio 2,6 kg.
aumentando al 12% las mujeres obesas, siendo las mujeres de imc normal las que
aumentaron más pesos que las obesas. Este cambio en el estado nutricional se asoció
positivamente al aumento de paridad, pero no se relacionó con la edad, estado
nutricional y educación (6).
Basándose en la evidencia científica, se puede concluir que la promoción de estilos de
vida saludable, una alimentación sana y equilibrada junto al hábito de realizar actividad
física, permiten prevenir la ganancia de peso excesiva durante el embarazo lo que es
relevante en la prevención de riesgos de obesidad a largo plazo en la generación actual
y futuras (4).
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a 12 meses de edad, aportando en promedio 0,67 kcal/g (2). Durante los primeros 6
meses de lactancia, una mujer con un estado nutricional normal pierde 800 gramos de
peso al mes. En relación a los requerimientos de energía durante este periodo, se basan
de acuerdo al gasto energético total, la producción de leche y la movilización de energía
desde el tejido adiposo (tabla 2-62)
PROTEÍNAS
EMBARAZADA. Hay acuerdo general en que el aumento del depósito de 148 gramos
de nitrógeno – lo que equivale a 925 g de proteínas durante el embarazo –, se relaciona
con la ganancia de 12,5 kg de peso materno (incluyendo 3,4 kg de peso de un recién
nacido de término). Esta acumulación de proteínas se estimó sumando los componentes
proteicos del:
feto (440g),
útero (166g),
expansión materna del volumen sanguíneo (81 g),
placenta (100 g),
líquido extracelular (135 g) y
líquido amniótico (3 g)
4
segundo trimestre, incluyendo el aporte de energía suficiente para que estas proteínas
vayan a procesos anabólicos (2).
GRASAS.
Durante el embarazo ocurren cambios complejos en el metabolismo de lípidos. Es
característico que ocurra una hiperfagia durante de los dos primeros trimestres de
gestación, induciendo un aumento de la síntesis de lípidos y del tejido graso (7,8). En el
último trimestre se detiene el depósito de grasa y se reduce la actividad de la enzima
lipoproteína lipasa (LPL) del tejido graso. Las concentraciones de lípidos sanguíneos,
lipoproteínas y apolipoproteínas aumentan significativamente durante el embarazo en
respuesta a la estimulación de los estrógenos y a la resistencia a la insulina.
La madre utiliza como fuente de energía los lípidos, permitiendo que la glucosa y
aminoácidos ingresen al feto. El colesterol materno también queda a disposición del
feto para la síntesis de membranas celulares, precursores de ácidos biliares y hormonas
esteroidales. Y los ácidos grasos libres se metabolizan en el hígado materno
sintetizando cuerpos cetónicos, fuente de energía alternativa que puede utilizar el feto
(9).
Basándose en esta evidencia científica, se recomienda un aporte de grasas no superior al
30% del total de energía. Se deben incluir ácidos grasos esenciales de la familia de los
omega-6, los que se encuentran en los aceites vegetales (maíz, maravilla, pepa de uva,
etc.) y de las familias de los omega-3, los que se encuentran en aceite de soya, canola,
almendras o nueces (aceite alfa-linolénico, ALL) y en alimentos de origen marino como
pescado y mariscos (ácido eicosapentanoico, EPA y docosahexaenoico, DHA).
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sugiere la suplementación con aceite de pescado durante el embarazo y la lactancia, ya
que se ha demostrado que al agregarlo a la dieta se incrementa la cantidad de DHA en
los tejidos y en la leche materna.
No existe evidencia científica suficiente que permita determinar los requerimientos de
los ácidos grasos omega-3 durante estos períodos. La ingesta recomendada se ha basado
de acuerdo a la ingesta media de ALL, considerando que este ácido graso es precursor
de la síntesis de EPA y DHA en los peroxisomas, pero la velocidad de síntesis no es
suficiente para cubrir las necesidades de DHA durante el embarazo y lactancia.
Las recomendaciones de ingesta de EPA y DHA no han sido determinadas, sin
embargo, la FAO/OMS recomiendan un consumo de 300 mg/d como mínimo en
embarazadas y nodrizas.
El consejo publicado en el año 2007 por International Society for the Study of Fatty and
Lipids (11) recomendó que:
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Algunos estudios han demostrado que el consumo de aceite de pescado o de
ácidos grasos de cadena larga, permiten un tiempo de gestación más prolongado,
un peso de nacimiento mayor y reducción de parto prematuro.
La deficiencia de nutrientes debe ser detectada durante el embarazo, de
preferencia durante el primer trimestre.
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Yodo
Ácido Fólico
Vitamina D
Vitamina B12
Hierro
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La mayor parte del hierro de los alimentos es no hemínico y su absorción es del 2% al
20% y dependerá si la alimentación contiene sustancias que favorezcan su absorción
como lo es la vitamina C. Solo el 12% al 15% del hierro es hemínico, y está presente en
las carnes, tales como:
Hígado
Riñón
Corazón
Almejas, entre otros. En este caso la absorción es del 15% al 30% (15).
Se debe mencionar que la mayor estrategia para prevenir la anemia a nivel mundial fue
la fortificación de la harina, actualmente son más de 70 países que lo realizan,
obteniéndose excelentes resultados. Estudios clínicos han demostrado que cuando la
harina contiene más de 90 mg de sulfato de zinc la absorción de hierro disminuye
significativamente (16).
Los requerimientos promedios y las recomendaciones establecidas de acuerdo a la edad
se presentan en la tabla 2-67.
CALCIO
No obstante, se debe enfatizar que existe una amplia evidencia científica que mujeres
embarazadas independiente de la edad no cubren las recomendaciones de este mineral.
Una ingesta insuficiente de calcio podría afectar negativamente el contenido de este
mineral a nivel óseo, aumentando el riesgo de osteoporosis materno y que el feto tenga
una menor densidad ósea. Un estudio en españolas embarazadas mostró que el 70%
ingería menos de 1.100 mg diarios de calcio, y observó que aquellas mujeres que
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ingerían menor cantidad de calcio durante el embarazo, tenían un menor contenido de
este mineral en la leche materna (18).
Los EAR y RDA de calcio para mujeres adultas y adolescente son iguales a las
entregadas para mujeres no embarazadas (Tabla 2-68).
Las principales fuentes de calcio son los productos lácteos y derivados de preferencia
descremados, si hay problemas de intolerancia a la lactosa se recomienda tomar lácteos
sin lactosa para disminuir los problemas gastrointestinales.
Existen otros alimentos que contienen calcio, aunque para cubrir las necesidades diarias
se requieren grandes volúmenes, como, por ejemplo: 8 tazas de espinacas cocidas
proporciona el calcio de una taza de leche y una taza de leche de soya contiene la mitad
del calcio de la leche de vaca.
Se recomienda que la embarazada o nodriza aumente las porciones de lácteos de 3 a 4
diarios (Tabla 2-69).
Zinc
Se ha estimado que el 82% de las mujeres embarazadas a nivel mundial tienen ingestas
insuficientes de zinc. Un metaanálisis realizado entre los años 1970 y 1991 detectó que
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las mujeres embarazadas y lactantes consumían 9,6 mg de zinc diariamente, cantidad
por debajo de las recomendaciones establecidas por RDA (20).
Basándose en los diversos estudios realizados, se puede concluir que la relación entre la
ingesta de zinc materna y los ajustes durante el embarazo:
• Hay una disminución mayor del nivel plasmático de zinc en mujeres embarazadas,
cuando la ingesta es menor de 9,0 mg/d.
• Mujeres con baja ingesta de este mineral (< 9,0 mg/d) realizan ajustes renales para
retener mayor cantidad de zinc (< 0,3 mg/d), pero esta cantidad no cubre las
necesidades nutricionales adicionales durante este período.
• La absorción aumenta cuando hay baja ingesta, pero no se logra cubrir los
requerimientos de la embarazada. Los EAR y las RDA de zinc para cubrir las
necesidades
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durante el embarazo y lactancia están basados en la evidencia científica descrita (Tabla
2-69). Las recomendaciones de ingesta máxima (UL) son las mismas que para mujeres
no embarazadas o sin lactancia y fueron estimadas basándose en los estudios que
mostraron una reducción del valor de cobre, ya que no existe suficiente información
sobre los UL en esta etapa de la vida (23).
Las principales fuentes de zinc son las carnes, mariscos, pescados, algas, lácteos,
huevos, frutos secos, maíz, plátano, tomate, sésamo y cereales integrales.
Lactancia. Diversos estudios han demostrado que durante la lactancia hay una
disminución de la concentración de zinc en la leche materna (22). La cantidad de zinc
se estimó en base al zinc secretado, a la disponibilidad de zinc posparto y a la
disminución del volumen sanguíneo. Considerando que la absorción de zinc en la
población general es del 27%, y que durante la lactancia su absorción aumenta, se
estimó una ingesta adicional en lactancia de 3,6 mg de zinc/d, tanto para adolescentes
como mujeres adultas en lactancia (Tabla 2-70).
Vitamina D
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El bajo nivel de vitamina D además de causar osteomalacia, se ha asociado con
enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 1, cáncer, enfermedades infecciosas,
esclerosis múltiple y algunas alteraciones psiquiátricas (24).
Ácido fólico
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semanas de gestación, cuando la mayoría de las mujeres no tienen conocimiento de su
embarazo.
Hay una amplia evidencia científica que demuestra que la suplementación con ácido
fólico (AF) reduce el riesgo de los defectos de cierre del tubo neural, razón por la que
varios países a nivel mundial han adoptado la fortificación de alimentos como política
de salud pública, para reducir la incidencia de los estas malformaciones. Es así como en
los EE. UU. se inició la fortificación de harina en el año 1997 (27).
El Servicio de Salud Pública de los EE. UU. recomienda que las mujeres en etapa fértil
deben recibir una dieta saludable, pero suplementada farmacológicamente con 400 ug
de ácido fólico, cantidad que debe ser aumentada a 600 /ug/d durante el embarazo (30).
En mujeres con antecedentes previos con hijos con defecto del cierre de tubo neural,
deben comenzar a recibir 4 mg/d desde la 6ta a 8va semanas antes de la concepción y
mantener esta dosis hasta que finalice el primer trimestre.
El ácido fólico sintético tiene una mayor biodisponibilidad que el natural. Y se ha visto
que el AF en estado natural no tiene el mismo efecto positivo sobre la disminución de
los defectos del cierre de tubo neural. Es importante señalar que los cereales del
desayuno enriquecidos pueden aportar la cantidad de ácido fólico necesaria durante el
embarazo.
Las fuentes de ácido fólico son el hígado, leguminosas, maní, betarraga cruda, palta y
espinacas.
El equivalente de folato dietario (EFD) fue establecido para poder considerar las
diferencias existentes entre la absorción del folato dietario natural y el ácido fólico
sintético. Eso significa que 1,0 ug de EFD equivalen a 1,0 ug de folato dietario y a 0,5
ug de ácido fólico sintético.
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A través de varios estudios se determinó que, si había una dieta insuficiente de folato y
a esta se agregaban 100 ug de folato sintético, lo que equivalía a 200 ug/d EFD, no se
lograban valores normales de folato sérico. Por ese motivo el EAR de folato fueron
estimados considerando como base los 200 ug/d, y sumando 200 ug/d de EFD a estos
requerimientos, recomendándose 320 ug/d para mujeres en etapa fértil, lo que equivale
a 520 ug/d de EFD.
Las RDA de folato se definieron igual a los requerimientos, considerando dos veces el
coeficiente de variación para cubrir el 97% al 98% de los individuos del grupo etario,
por tanto, las RDA equivalen al 120% de la EAR. Con estos datos la dosis diaria
recomendada para la embarazada es de 600 ug/d de EFD.
Lactancia. El cálculo realizado para determinar las necesidades extra de folato durante
la lactancia, se obtuvo considerando 0,78 litro de leche materna por 85 ug de folato que
contiene un litro de leche, multiplicado por 2, factor de corrección por la
biodisponibilidad de folato, con lo que se obtiene un total de 133 ug/d. Al sumar esta
cantidad al EAR recomendado en una mujer no embarazada y sin lactancia materna
(320 ug/d), se obtiene un total aproximado de 450 ug/d de EFD. Las RDA de ácido
fólico para mujeres con lactancia materna entre los 14 y 50 años es de 500 ug/d EFD
(31).
Vitamina B12
Las concentraciones séricas de esta vitamina comienzan a disminuir al inicio del primer
trimestre de embarazo debido a la hemodilución y se ha observado que el recién nacido
nace con el doble del nivel de la madre, pero disminuye entre los 6 y 7 meses posparto.
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durante embarazo. Esto es muy importante tenerlo en consideración en una mujer
vegetariana, ya que una ingesta inadecuada de esta vitamina, afectará directamente el
valor en sangre del feto y el recién nacido hará una deficiencia de esta vitamina a los 4
o 6 meses, manifestándose agudamente con alteraciones metabólicas y neurológicas
(32).
Las EAR y las RDA consideraron que el feto durante el embarazo deposita 0,1 a 0,2
ug/d y que la absorción de vitamina B12 durante el embarazo es más eficiente. Con este
antecedente se determinó un incremento del EAR de 2,2 ug/d en embarazo sin
diferencias por edad de la madre. Las RDA para mujeres embarazadas entre los 14 y 50
años de edad es de 2,6 ug/d. Las fuentes de B12 son de origen animal, como carne,
huevo, leche o pescado (31).
Lactancia. La leche materna aporta 0,33 ug/d durante los primeros 6 meses de lactancia,
pero esta cantidad está relacionada directamente con los niveles plasmáticos de la
madre, observándose una correlación mayor cuando los valores séricos en la madre son
marginales.
Las concentraciones séricas están disminuidas cuando hay una ingesta inadecuada
como ocurre en las vegetarianas o en países en vías de desarrollo o subdesarrollados
donde el consumo de alimentos de origen animal es bajo.
Considerando que la EAR para una adolescente o mujer adulta no embarazada o sin
lactancia es de 2,0 ug/d, se incrementa en 0,33 ug/d durante la lactancia, resultando un
requerimiento de vitamina B12 total de 2,4 ug/d para mujeres de entre 14 a 50 años. Las
RDA son de 2,8 ug/d vitamina B12 ug/d.
Yodo
Las necesidades dietéticas de yodo durante el embarazo son mayores debido a que hay
cambios importantes en la fisiología tiroidea en respuesta a los niveles de estrógenos y
otros procesos metabólicos que ocurren en el embarazo.
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El feto comienza a desarrollar la glándula tiroides a las 12 semanas de gestación, pero
no produce la hormona tiroidea hasta las 20 semanas. Durante este período es la
tiroxina materna la que atraviesa la placenta en pequeñas cantidades, lo suficiente para
que el feto se desarrolle normalmente. Junto con esto, la tasa de filtración glomerular
del yodo aumenta, incrementándose los requerimientos en el feto. La Organización
Mundial de la Salud (OMS) recomienda una ingesta de 250 mg/d de yodo y en los EE.
UU. se recomienda una ingesta de yodo de 220 mg/d durante el embarazo y de 290
mg/d en lactancia.
La deficiencia de yodo durante el embarazo puede causar hipotiroidismo materno y
fetal. Junto con ello su deficiencia severa se ha asociado a riesgos obstétricos,
prematuridad, abortos espontaneaos y a mortinatos. En las mujeres embarazadas puede
ocasionar bocio (34). Estudios experimentales han podido demostrar que una leve
hipotiroxinemia durante el embarazo puede afectar la migración neuronal del feto y
cuando hay una deficiencia severa aparecen las anomalías congénitas, disminución del
coeficiente intelectual y cretinismo neurológico (35).
Un metaanálisis realizado en China durante el año 2005, encontró que niños con
ingestas deficientes de yodo tenían 12,5 puntos menos de coeficiente intelectual al
compararlos con niños con ingestas adecuadas. La suplementación con yodo en mujeres
embarazada con deficiencia severa, ha tenido excelentes resultados principalmente
cuando se entrega en etapa preconcepcional eliminándose los riesgos de daño fetal (36).
En Chile la fortificación de la sal con yodo (100 ppm o 100 ug de sal) es obligatoria
desde el año 1979. En 1991 se realizó un estudio en escolares comprobándose que las
concentraciones de este mineral estaban elevadas, razón por la que se disminuyó la
yodación a 40 ppm (rango 20-60 ppm). Es importante señalar que la fortificación de sal
con yodo ha sido crucial para disminuir su deficiencia, pero a pesar de ello, la
prevalencia de bocio por palpación de tiroides se mantiene casi en el 10% desde 1991,
principalmente bocio grado 1 (37).
A pesar de los esfuerzos a nivel mundial por yodar la sal, su deficiencia sigue siendo la
primera causa prevenible de retardo mental en el niño.
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Tabaquismo. La nicotina del humo del tabaco es adictiva y tóxica para el ser humano.
Está compuesta de muchas sustancias químicas toxicas y prooxidantes que inducen la
producción de especies reactivas del oxígeno (ROS), que producen daño en el ADN.
Los efectos nocivos y cancerígenos del humo están ampliamente comprobados.
En los EE. UU. el 30% de las mujeres en etapa fértil fuma y hay diversos estudios que
asocian el tabaquismo materno con infertilidad, complicaciones del embarazo y
alteraciones en el desarrollo del feto. Se ha propuesto que la nicotina juega un rol en la
patogenia de aumentar la tasa de aborto espontáneo, disminución del crecimiento fetal y
parto prematuro.
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Estudios experimentales mostraron que ratones expuestos a etanol de forma sostenida,
aumentaban la producción de radicales libres, la peroxidación de grasas y la apoptosis
(42). Otros estudios realizados en embarazadas pudieron determinar que cuando la
madre ingería más de 3 tragos aumentaba el estrés oxidativo, lo que podrían estimular
la producción de sustancias de AGE (43).
La OMS recomienda que una embarazada debe ingerir menos de 300 mg de cafeína al
día, pero otros organismos son mucho más estrictos y recomiendan menos de 200 mg/d
(44).
Mientras no exista una evidencia confiable que descarte efectos adversos de la cafeína
sobre el feto, se recomienda evitar el consumo de cafeína durante el embarazo,
sugiriéndose que la embarazada o en lactancia materna deben consumir no más de 2
tazas de café al día y limitar el consumo de los otros productos que contienen esta
sustancia (45, 44).
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• La alimentación diaria debe incluir lácteos, cereales integrales, verduras y frutas,
carnes de preferencia blancas (pescado, pollo y pavo), aceite con omega 3 (aceite de
canola o de pescado), limitar la ingesta de azúcares refinados y consumir sal en forma
moderada, de preferencia las con menor contenido de sodio.
• Tome al menos 8 vasos de agua.
• Tener cuatro comidas al día: desayuno, almuerzo, onces (hora del té) y cena. Puede
tener una colación a media mañana de preferencia una fruta. Si tiene náuseas puede
disminuir el volumen de la comida y aumentar el fraccionamiento a 5 a 6 veces al día.
• Vigile la ingesta de minerales y vitaminas principalmente de hierro, ácido fólico y
calcio. Si es vegetariana suplementar con vitamina B¡2.
• Evite el consumo de alimentos crudos: huevo (mayonesa), pescados (sashimi o
ceviche, etc.) y carnes (crudos, u otra preparación).
• Elimine productos como: alcohol de todo tipo, cigarro y drogas ilícitas.
• Disminuya el consumo de café a 2 tazas al día y evite consumir bebidas energéticas.
• Lave todo alimento que consuma en estado natural: frutas, verduras.
• Modere el consumo de sal: evite alimentos en conserva, embutidos, salsas y alimentos
ahumados.
• Realice ejercicios físicos como caminar, nadar o alguna que le permita elongar y
mantener tonicidad muscular.
• Evite el consumo excesivo de sacarina, ya que atraviesa la barrera placentaria o
ciclamato. Prefiera sucralosa o estevia.
Bibliografía
Nutrición en el ciclo vital pág. 97
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