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SOUZA-Hacia El Paradigma de La Interculturalidad y Saberes Ancestrales - UCE
SOUZA-Hacia El Paradigma de La Interculturalidad y Saberes Ancestrales - UCE
La formación profesional, la investigación, los textos que circulan, las revistas que se reciben,
los lugares donde se realizan los postgrados, los regímenes de evaluación y reconocimiento de
su personal académico, todo apunta hacia la sistemática reproducción de una mirada del mun-
do desde las perspectivas hegemónicas del Norte (LANDER, 2000, pp. 65).
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Conferencia invitada para el Taller Estrategias para la Inclusión de la Interculturalidad y Saberes
Ancestrales en el Rediseño Curricular de las Carreras Universitarias, promovido por el Vicerrecto-
rado Académico y de Investigación y la Dirección General Académica de la Universidad Central del
Ecuador, en coordinación con la Comunidad Epistémica de los Saberes Ancestrales “Nawpa Pacha”,
realizado en los días 27 y 28 de junio de 2016.
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Discurso de Robert K. Kennedy, candidato a la presidencia de los EE.UU., publicado el 18 de marzo de
1968 (BAUMAN, 2009, p. 10); pocas semanas después él fue asesinado, tal vez por cuestionar el único
indicador de “desarrollo” que permite al sistema capitalista global ordenar a todos los países del mundo,
del más “desarrollado”, superior, al menos “desarrollado”, inferior, o sea, del más al menos capitalista.
El poder corporativo se tornó sistémico, capturando, una por una, las diversas dimensiones de
expresión y ejercicio de poder, y generando una nueva dinámica, una nueva arquitectura del
poder [institucional] realmente existente […] La expansión de los lobbies, la compra de los po-
líticos, la invasión del judiciario, el control de los sistemas de información de la sociedad, la
manipulación del enseño académico y la invasión de la privacidad representan algunos de los
instrumentos más importantes de la captura del poder político general por las grandes corpora-
ciones [que les permite] la apropiación de los mismos resultados de las actividades económi-
cas, por medio del control financiero en pocas manos (DOWBOR, 2016, p. 1, 5).
Una sociedad opera a través de sus instituciones, que condicionan la naturaleza y diná-
mica de la vida social organizada (DE SOUZA SILVA, 2016). Con la función de insti-
tuir, o sea, establecer hábitos de comportamiento, para que éstos sean regulares, previsi-
bles y controlables, las instituciones moldean percepciones, pautan conductas, condi-
cionan decisiones, rigen intervenciones, incluso inciden sobre nuestro sentido ético y
estético de la vida. Es a través de prácticas institucionales, que el poder dominante
nombra, ordena, clasifica, normaliza, homogeneiza, planifica, regula, aglutina/separa,
incluye/excluye, castiga/premia, jerarquiza, evalúa, e instituye verdades/certezas sobre
qué hacer y qué no hacer, qué es falso y qué es verdadero, qué voces escuchar y cuáles
silenciar, qué saberes cultivar y cuáles ignorar, incluso establece la meta-institución del
lenguaje (oficial). Una vez establecido, un orden institucional hegemónico (BORÓN,
2002) gana una dinámica propia fuera del control de sus creadores; no puede ser cam-
biado, solo reemplazado, pues sirve apenas a su propósito original. Por tanto, son prác-
ticas institucionales las que introducen en la vida cotidiana de las personas comunes el
discurso hegemónico (fuente de realidad), reglas políticas (fuente de poder), autoridades
epistemológicas (fuente de verdades), significados culturales (fuente de sentido) y arre-
glos institucionales (fuente de comportamiento) que moldean las prácticas sociales
(fuente de cambios) de esos actores. La importancia de las instituciones para la vida
social organizada es tanta que el fenómeno de la vulnerabilidad-sostenibilidad de una
sociedad se expresa a través de la vulnerabilidad-sostenibilidad de sus instituciones.
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pueblos conquistados que tuvieron sus territorios usurpados, culturas erosionadas, histo-
rias soterradas, lenguas extinguidas, voces silenciadas, saberes descalificados, dignida-
des violadas, sueños deshechos, mentes casi esterilizadas y modos de vida destruidos.
La segunda instituye también la clasificación social de los pueblos a partir de la idea de
raza (primitivos-civilizados, desarrollados-subdesarrollados, Primer-Tercer Mundos). El
lado oscuro del rostro de esa modernidad —conquistadora— es la colonialidad. Dife-
rente del colonialismo, en el cual un pueblo somete —política, económica y adminis-
trativamente— a otros pueblos, la colonialidad instituye patrones de poder que operan
sobre la raza, el saber, el ser, la naturaleza, reproduciendo la hegemonía occidental y
negando racionalidades otras. Mientras el fin del colonialismo exigió la descolonización
de las relaciones coloniales de dominación, el fin de la colonialidad exige la decolonia-
lidad del poder (QUIJANO, 2007), saber (LANDER, 2000; MIGNOLO, 2003, 2007),
ser (MADONALDO-TORRES, 2007), naturaleza (WALSH, 2007), lo que corresponde
a una descolonización ‘otra’ —ontológica, epistemológica, metodológica, axiológica—
del pensamiento hegemónico. Eso exige la comprensión del concepto de colonialidad:
• La colonialidad del poder es una estructura global de poder creada por el coloni-
zador para controlar la subjetividad de los pueblos colonizados. Su núcleo ideo-
lógico es la idea de raza que permite la clasificación social de la humanidad y
una división racial del espacio, del trabajo y de los pueblos de acuerdo con las
necesidades del capital y para el beneficio de la raza superior. La raza superior
tiene el derecho a la dominación, mientras las razas inferiores la obligación de la
obediencia. Desde la era colonial, este patrón de poder mantiene una jerarquía
de identidades sociales con el varón blanco en la cima y los indios y negros en
los peldaños finales, mantenidos como identidades homogéneas y negativas.
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talismo redujeron la naturaleza a un depósito de “cosas” (recursos, capital) para
su uso caprichoso e insostenible. Separaron el ser humano de la naturaleza para
que ésta fuera reducida a materia inerte, observable, controlable, predecible, útil,
mercantilizable, privatizable. El monopolio de una percepción esencialista de la
naturaleza la convierte en objeto de dominación, de control, para su explotación.
La separación cartesiana cultura/naturaleza descarta la relación milenaria entre
los seres humanos y no humanos, los mundos espirituales/ancestrales, negando
la premisa de que los humanos somos parte de la naturaleza, estableciendo el
dominio sobre las racionalidades culturales con el propósito de eliminar y con-
trolar modos de vida, sentidos, significados, comprensiones de la vida.
Los esfuerzos masivos para desarrollar el Tercer Mundo…no fueron motivados por considera-
ciones…filantrópicas sino por la necesidad de traer el Tercer Mundo a la órbita del sistema
comercial occidental para crear un mercado [capitalista] en continua expansión para nuestros
bienes y servicios [de los Estados Unidos] y como fuente de mano-de-obra barata y materia-
prima para nuestra industria. Este fue [también] el objetivo del colonialismo especialmente en
su última fase. Existe una continuidad impresionante entre la era colonial y la era del desarrollo
[…], tanto en [las prácticas institucionales usadas] para lograr sus objetivos como en las conse-
cuencias ecológicas y sociales de [aplicarlas] (GOLDSMITH, 1996, p. 253).
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Hace siglos, una institucionalidad capitalista fue ordenada para el “progreso”, viabili-
zando el sistema-mundo emergente, durante el colonialismo imperial, a través de técni-
cas coloniales —prácticas institucionales— de dominación, para institucionalizar la
colonialidad del poder, saber, ser y naturaleza (DE SOUZA SILVA, 2011): (1) forma-
ción de elites locales comprometidas con los intereses externos emergentes; (2) estable-
cimiento de la corrupción como la estrategia maestra para comprar la complicidad local
y “naturalizar”, normatizar, normalizar, el injusto sistema capitalista cuya acumulación
desigual sólo ocurre con concentración (sin distribución); (3) creación de deudas exter-
nas para hacer dependientes esas elites, para que no desistieran del esquema injusto para
su sociedad; (4) creación de ejércitos locales para defender las elites de su misma socie-
dad, que podría rebelarse ante el esquema que no beneficia a la mayoría; (5) concepción
de una “educación domesticada”, a partir de la pedagogía de la respuesta, para conven-
cer a la población del origen “natural” de la desigualdad, con el apoyo del Papa León
XIII, con la Rerum Novarum,1891, que enunció la premisa de que algunos nacen favo-
recidos y otros desfavorecidos; (6) creación de una “comunicación dominada” para
cumplir la misma función de la educación oficial entre los que no tenían acceso a la
educación formal; (7) creación de ciencias coloniales para formar “inocentes útiles”
especializados en el arte de colonizar (transformar primitivos en civilizados); (8) impo-
sición de la religión católica manipulada para instituir la realidad desigual emergente
como un plan divino para la salvación de las “almas primitivas”; e (9) institucionaliza-
ción de la meta universal para todos los pueblos, “ser civilizados”. Concebida en ese
contexto moderno/colonial, la educación reprodujo premisas constitutivas de la colonia-
lidad del poder, saber, ser y naturaleza, que aún condicionan la naturaleza y dinámica
también de la formación, investigación y generación/apropiación de conocimiento.
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Innovación institucional decolonial en el contexto del cambio de época
El problema del ‘modo clásico’ de innovación no es…su origen europeo sino el hecho de que,
siendo una concepción particular desarrollada desde cierto lugar, por ciertos actores y en cier-
tos idiomas, ha sido impuesto a todos como el único posible para la innovación del desarrollo.
Si el modo clásico—eurocéntrico—no ha resultado satisfactorio para promover el bienestar in-
clusivo, ha llegado la hora de innovar nuestra forma de innovar (ESCOBAR, 2005, pp. 18, 19).
Según la Red Nuevo Paradigma para la innovación institucional en América Latina (DE
SOUZA SILVA et al, 2001), una época histórica se establece cuando un sistema de
ideas para interpretar la realidad, un sistema de técnicas para transformarla y un sistema
de poder —institucionalidad— para controlarla prevalecen sobre otros sistemas de
ideas, técnicas y poder, condicionando la naturaleza y dinámica de las relaciones de
producción y poder, modos de vida y cultura. Una época histórica cambia cuando trans-
formaciones cualitativas y simultáneas ocurren en esas dimensiones, por la emergencia
de otros sistemas de ideas, técnicas y poder, que transforman el sistema de verdades
dominante. Así, procede preguntar qué se debe cambiar primero en un cambio de época,
¿las cosas o las personas que cambian las cosas? Mientras la innovación tecnológica
cambia a las cosas, transformando la realidad material, la innovación institucional cam-
bia a las personas, transformando sus modos de interpretación e intervención, al revisar
interactiva y críticamente a las verdades —premisas personales, profesionales, institu-
cionales— que inspiran la mayoría de sus decisiones y acciones. La crisis del industria-
lismo deslegitima los marcos intelectuales derivados de la idea de progreso/desarrollo;
por tanto, si otra época histórica está emergiendo, la innovación institucional precede a
la innovación tecnológica, pues muchas personas no lograrán imaginar soluciones inno-
vadoras para superar problemas complejos bajo la misma visión de mundo que los gene-
ró. Es crítico explorar el actual cambio de época para percibir la crisis de la visión me-
cánica de mundo dominante en el industrialismo y el ascenso de otras visiones de mun-
do que disputan el espacio-tiempo de la creación de sentidos en la época emergente.
Son tres los epicentros de los cambios tectónicos que están pariendo otra época histórica
(CASTELLS, 1996): una revolución tecnológica (microelectrónica, informática, bio-
tecnología, nanotecnología, neurociencias) que instaura otro sistema de técnicas para
transformar la realidad; una revolución económica (economía inmaterial, espacios mul-
tilaterales, reglas transnacionales, dispositivos institucionales supranacionales) que crea
otro régimen de producción/acumulación de capital y otra institucionalidad para su ges-
tión; una revolución cultural (movimientos y organizaciones sociales) que rescata la
relevancia de lo humano, lo social, lo cultural, lo ecológico, lo ético, dimensiones viola-
das sistemáticamente por el capitalismo desde 1492. Cada revolución plantea una visión
de mundo y un paradigma de innovación para superar la visión mecánica de mundo y el
paradigma positivista de la ciencia moderna vigentes en el industrialismo (DE SOUZA
SILVA, et al., 2001, 2005). De la revolución tecnológica emerge una visión cibernética
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de mundo, comprometida con la eficiencia productiva y que reduce la realidad a proce-
sos de producción, acceso, transferencia, compra, venta, gestión, de información.
Preguntas decoloniales
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por el paradigma de desarrollo, la innovación institucional pregunta (DE SOUZA SIL-
VA, 2014a): (1) ¿Qué actores inventaron las verdades constitutivas del paradigma de
desarrollo?; (2) ¿Desde qué lugar geopolítico ellos enunciaron sus verdades paradigmá-
ticas?; (3) ¿En qué momento histórico eso ocurrió?; (4) ¿Con qué intención política
fue concebido tal paradigma?; (5) ¿Qué proceso institucional transfirió ese paradigma
y sus verdades hasta nosotros?; y, (6) ¿Qué instituciones aún reproducen dicho para-
digma y sus verdades entre nosotros, a través de qué prácticas institucionales? Las
respuestas a esas preguntas son criterios para contestar a preguntas más específicas so-
bre el mismo campo. Por ejemplo, en el campo del desarrollo, uno puede contestar a
preguntas decoloniales más específicas, como: (a) ¿Por qué, después de siglos de la idea
de progreso/desarrollo, la humanidad sigue más desigual y el Planeta más vulnerable?;
(b) ¿Por qué, después de siglos de progreso/desarrollo, América Latina es hoy la región
más desigual del mundo en la distribución de ingreso y tierras?; (c) ¿Quiénes decidie-
ron, con que derecho/poder, la meta universal (homogénea) para todos los pueblos, “ser
civilizados” en la colonización, “ser desarrollados” en la globalización?; (d) ¿A quiénes
interesa, y por qué, que la universidad latinoamericana continúe a excluir el Paradigma
Educativo de Abya Yala (MACAS y WEB, 2014) de la malla curricular de la educación
superior en la región? ¿A quiénes interesa mantener la Universidad latinoamericana
operando como Escuela de la Ignorancia?
En ese contexto de crisis/transformación epocal (FOSTER, 2013), son muchos los giros
paradigmáticos en curso; sin embargo, no todos son decoloniales. Por causa de la crisis
civilizatoria, la innovación institucional decolonial (DE SOUZA SILVA, 2014a, 2014b)
selecciona aspectos paradigmáticos constitutivos de la institucionalidad del capitalismo
global, que todavía permean el modo de innovación —modo de interpretación + modo
de intervención— dominante en muchas instituciones contra-hegemónicas, insurgentes,
para facilitar la reorientación consciente de su mandato para la vida, contribuyendo a la
felicidad de los pueblos, la sostenibilidad de sus modos de vida y a la construcción de
sentido para la existencia de todos los seres vivos, humano y no humanos. La universi-
dad latinoamericana necesita realizar varios de esos giros paradigmáticos, entre ellos:
• Del desarrollo como meta universal, “ser desarrollado”, al Buen Vivir como fin
contextual: ser feliz con modos de vida sostenibles ((JIBAJA y VÁSQUEZ,
2016).
• De la gestión social del desarrollo a la gestión social del Buen Vivir (JIBAJA y
VÁSQUEZ, 2016).
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La contribución inicia con giros decoloniales generales y termina incluyendo giros paradigmáticos espe-
cíficas asociadas a la formación, investigación y generación/apropiación de conocimiento.
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• Del paradigma clásico —universal, mecánico y neutral— de innovación, de la
ciencia moderna, a opciones paradigmáticas contextuales, interactivas y éticas,
no para reemplazar al paradigma —positivista—clásico, que es imprescindible
para interpretar y transformar fenómenos físicos, químicos y biológicos cuya na-
turaleza y dinámica no dependen de la percepción humana, sino para comple-
mentarlo asumiendo la interpretación y transformación de todos los demás fe-
nómenos cuya naturaleza y dinámica dependan de la percepción humana.
• Del cambio de las cosas al cambio de las personas que cambian las cosas, trans-
formando sus modos de interpretación/intervención (enfoques/prácticas).
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La contribución inicia con premisas decoloniales generales y termina incluyendo premisas específicas
asociadas a la formación, investigación y generación/apropiación de conocimiento.
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Para inspirar decisiones y orientar acciones dentro de procesos de transformación insti-
tucional dirigidos a la realización de esos giros paradigmáticos, como ha sido el caso del
proceso de la Asociación Latinoamericana de Educación Radiofónica (ALER), el para-
digma crítico de la innovación institucional deriva de la perspectiva decolonial premisas
inspiradoras de una transformación institucional liberadora; son premisas decoloniales
de la innovación institucional (DE SOUZA SILVA, 2014a, 2014b, 2016), entre ellas:
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pansión incontrolable, para saciar su hambre insaciable de mercados cautivos,
materia prima abundante, mano de obra barata, mentes dóciles y cuerpos disci-
plinados, mientras viola lo humano, lo social, lo cultural, lo ecológico, lo ético.
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• El conocimiento significativo es interactivamente generado y socialmente apro-
piado en el contexto de su aplicación (dimensión práctica) e implicaciones (di-
mensión ética).
Ahora he alcanzado el punto donde puedo indicar brevemente lo que para mí es la esencia de la
crisis de nuestro tiempo. Se refiere a la relación entre el individuo y la sociedad […] El hombre
sólo puede encontrar sentido a su vida, corta a arriesgada como es, dedicándose a la sociedad.
La anarquía económica de la sociedad capitalista, tal como existe hoy, es, en mi opinión, la
verdadera fuente del mal (EINSTEIN, [1949] 2009, pp. 4, 5).
El moderno sistema [capitalista] mundial, como sistema histórico, ha entrado en una crisis ter-
minal y dentro de cincuenta años es poco probable que exista (WALLERSTEIN, 2001, p. 5).
Una crisis de sentido condiciona el fin del mito del desarrollo (ATTALI et al, 1980;
DOMENACH, 1980; DUPAS, 2006; AMÉRICA LATINA EN MOVIMIENTO, 2009,
2010; ESTEVA, 2009; DE SOUZA SILVA, 2011, 2014a), lo que nos exige, inspirados
originalmente en Gudynas (2009), plantear la construcción del ‘día después del desarro-
llo’, o sea, después del capitalismo. Rupturas y emergencias paradigmáticas son los epi-
centros de la crisis civilizatoria emergente de la destrucción de las condiciones materia-
les y culturales para la vida en la Tierra.
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Un aspecto de la causa profunda de esa crisis es el modo hegemónico de “innovación
para el desarrollo” (DE SOUZA SILVA, 2014c), con premisas asociadas a los impactos
insatisfactorios del “desarrollo” resultante de su adopción global. Si no estamos satisfe-
chos con el estado actual del “desarrollo del mundo” que tenemos, imaginemos el mun-
do que queremos y el modo de innovación para construirlo. Como no se pueden superar
problemas complejos bajo el mismo modo de innovación que los generaron, un modo
de innovación ‘otro’ —contextual, interactivo, ético—, comprometido con la felicidad
de los pueblos, la sostenibilidad de sus modos de vida y el sentido de la existencia hu-
mana y no humana, emergerá del sistema de educación superior que incorpore la inter-
culturalidad y los saberes ancestrales en la malla curricular de las carreras universitarias.
Si la crisis del desarrollo, o sea, del capitalismo, es una macro ruptura paradigmática
derivada de la actual crisis civilizatoria, el surgimiento del Buen Vivir/Vivir bien en la
Región Andina (paradigma aún en construcción5) es una macro emergencia paradigmá-
tica derivada del actual cambio de época histórica que responde a aquellas rupturas. Si
el paradigma del Buen Vivir/Vivir Bien emergente es orientado para la vida, diferente
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Algunos autores escriben sobre el ascenso y la declinación del Buen Vivir/Vivir Bien, violando su sen-
tido utópico, histórico e incluso paradigmático. Un paradigma puede llevar generaciones para establecer
sus premisas ontológicas (sobre la naturaleza de la realidad), epistemológicas (sobre la naturaleza del
conocimiento y del proceso para su generación y apropiación), metodológicas (sobre el método y la natu-
raleza del indagar/inquirir) y axiológicas (sobre los valores éticos y estéticos y la naturaleza de la inter-
vención), antes que su marco teórico/metodológico alcance el estatus de paradigma. Tal vez inconscien-
temente, desde una perspectiva positivista, esos autores acusan el Buen Vivir/Vivir Bien de no haber
pasado por “escrutinios sistemáticos y una validación empírica” (COLQUE, 2016, p. 1), como si fuera un
manual para pronta entrega o receta de consumo inmediato. En su ingenuidad epistemológica, ellos igno-
ran que el paradigma científico clásico necesitó los siglos XVI y XVII para se establecer, y confunden el
paradigma emergente con los Planes Nacionales del Buen Vivir/Vivir Bien de Ecuador y Bolivia.
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del paradigma occidental ordenado para el desarrollo, bajo la dinámica de la dicotomía
superior-inferior que viabiliza la sociedad industrial capitalista en crisis, la universidad
necesita realizar un proceso de descolonización (CASTRO-GÓMEZ, 2007) y transfor-
mación institucional (DE SOUZA SILVA, 2005) de la educación superior incorporando
la interculturalidad y saberes ancestrales en la malla curricular de las carreras universi-
tarias, para que las y los educadores y educandos aprendan de la vida, en la vida, con la
vida y para la vida, como plantea el paradigma educativo de Abya Yala (MACAS y
WEB, 2014). Sin eso, los procesos institucionales de formación, de investigación y de
generación y apropiación de conocimiento continuarán reproduciendo la colonialidad
del poder, saber, ser, naturaleza, y, por tanto, la dicotomía desarrollado-subdesarrollado.
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