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ADRIAN DESMOND JAMES MOORE JANET BROWNE CHARLES DARWIN Herder Thtalo original: Charles Darwin Traduccién: Antoni Martinez Riu Disetio de la cubieria: Ferran Fernandez © 2007, Oxford University Press © 2007, Adrian Desmond, James Moore y Janet Browne © 2008, Herder Editorial, $. 1. ISBN: 978-84-254-2579-0, La reproduccién total o parcial de esta obra sin el vonsentinnento expreso de los tinulares de} Copyright esta prohibida al amparo de la legislacion vigente, Juprewa: Reinbook Depésito legal: B~29.260-2008 Prinved in Spain - Impreso en Espaiia Herder www.herdereditorial.com Indice Prefacio 9 1. Educacién familiar y estudios ............. 13 2. El viaje del Beagle, 1831-1836 29 3. Yeorizando en Londres, 1836-1842 ..... 43 4. ES naturalista de la parroquia, 1842-1856 cece ee ceenenteeeeteeeeee 61 5. Eff origent de las especies .eecceccectreieees 77 6. La ascension del darwinismo 87 7. Botanica y fe, 1861-1882 8. El legado de Darwin FUCMtes oo eecceeetetereeseneeeeecsenetereeetetten 145 Indice de nombres y macerias .....ccccc 159 Prefacio Tan grande y variada fue la vida de Charles Darwin, que su primer bidgrafo necesité tres tomos de 400 paginas para contarla. Esa Life and Letters of Charles Danvin de 1889, editada por su hijo Francis, es to- davia el punto de partida de la reflexion biografica darwiniana. Por qué, pues, legados al siglo xx1, han sido necesarios tres colaboradores para producir esta modesta biografia, originalmente escrita para el Oxford Dictionary of National Biography y Gnica entrada de este mismo diccionario firmada por tres autores? Los estudios sobre Darwin aumentan dia a dia. Darwin fue el «naturalista completo», por lo que sus intereses y publicaciones abarcan todo un arco de diferentes disciplinas que se han convertido, cada una de elas, en una especialidad. Tras décadas de intensa erudicién, los historiadores conocen ahora mas sobre su profesién de Jo que sabia su familia, y en algunos aspectos —habida cuenta de los 15 grandes voltimenes de The Correspondence of Charles Danvin, ya publicada (y 17 mas que han de venir)— todavia conocen atin mis acerca de este hombre. Dado que entre nosotros tres contamos con un haber de mas de cien atios de investigacién relacionada con Darwin, hemos manejado el poco manejable tema como si lo viésemos desde los dis- tintos lados de un triangulo. Este breve libro, por tanto, ofrece un retrato que combina perspectivas diversas. Nuestros puntos de vista son complementarios. Adrian Desmond se ha especializado en las pers- pectivas victorianas sobre los fdsiles y la politica de la evolucidn en los afios treinta de) siglo xix, en el herético maestro de Darwin, Robert Grant, y en el futuro proselitista T. H. Huwley. Jim Moore colaboré con Desmond en Danvin (1991). y to ha hecho de nuevo (2006) en un libro sobre el cras- fondo antiesclavista de las teorias de Darwin acerca del origen del hombre. E] mismo Moore, que tiene, ademas, formacién en fisica, teologia e historia de la Iglesia, ha escrito sobre el contexto social y teolégico de Ja profesién ‘de Darwin, sobre las respuestas religiosas a sus teorias y la fabricaci6nde sureputacién pdstuma. Janet Browne, historiadora y bidloga, ha estudiado la botanica,la enfermedad y la iconografia de Darwin, y ha publicado la biografia Charles Darwin (1995, 2002) en dos volimenes. 10 Sin el carécter intemporal de la hagiografia cientifica de los siglos xix y ¥x, el Darwin que presentamos esta profusamente encarnado en la vida social, politico-econdémica y réligiosa de su tiempo. Dado que su rostro est4 estampado en el billete bricanico de diez libras, la familiaridad con Darwin esta asegurada. Pero el alcance de todo lo que le inceresé esta lejos de ser bien conocido; por esto hemos tratado del viaje del Beagle, de percebes y botinica, de geologia y politica, de teologja y de ja familia como elementos constituyentes y esen- ciales de la linea de investigacion sobre la seleccién natural que se marcé y siguid a lo largo de toda su vida. Fue precisamente este trabajo evolutivo de amplio espectro lo que tanto impacto social tuvo y can grande asombro caus6 en la época que los victorianos lamaron el «siglo de las maravillas». Adrian Desmond, James Moore y Janet Browne 1k 1. Educacién familiar y estudios Charles Robert Darwin (1809-1882), naturalis- ta, gedlogo y padre de Ja teoria de la seleccién natural, nacid e) 12 de febrero de 1809 en «The Mount, Shrewsbury, quinto hijo, el segundo var6n, de Robert Waring Darwin (1766-1848), médico generalista de Shrewsbury, y de Susannah Wedgwood (1765-1817). Sus hermanas fueron Marianne, Caroline, Susan y Emily Catherine, y su hermano, Erasmus Alvey. Sus abuelos, el ceramista Josiah Wedgwood (1730-1795) y el poeta y mé- dico evolucionista Erasmus Darwin (1731-1802), fueron lumbreras destacadas de la revolucién industrial; sus abuelas fueron, respectivamente, Sarah Wedgwood (1734-1815) y Mary Howard (1740-1770). La madre de Charles murié en 1817, cuando él tenia ocho afios, y en la madurez de su vida apenas recordaba de ella la «tinica de tercio- pelo negro» que vestia en su lecho de muerte y 3 su «curiosa mesa de costura» (Autobiographie, 12 [Autobiografia, 12}). Fue enterrada en St. Chad's Church, Montford, cerca de Shrewsbury, donde descansa igualmente el padre de Darwin. Infancia Las tres hermanas mayores de Darwin asumic- ton la responsabilidad materna y él recordaba su infancia con gran carifo. Se discute sobre la naturaleza de la relacién que hubo entre padre e hijo. Robert Waring Darwin era un hombre dicharachero de fuertes principios, librepensa~ dor y jardinero entusiasta, En la madurez de su vida, Charles a menudo se referia a las estimables opiniones médicas y cientificas de su padre, y apreciaba la capacidad de observacion de que gozaba y su comprension intuitiva de la naturaleza humana, cualidades que le capacitaban para leer «el caracter y hasta los pensamientos de aquellos a los que habia visto incluso durante poco tempo» (Autobiographie, 32 [Autobiografia, 20]). Acertadas inversiones en canales y propiedades le dieron prosperidad al doctor Darwin, y mediante créditos y préstamos privados consiguié un severo contro} de los asuntos financieros de varias familias de Shrewsbury. Era también un conocido fUantropo. Con una prolongada prictica médica y abundantes 14 amustades, su vida como médico y caballero whig era absolutamente confortable, variada y respeta- ble, aun cuando a muchos sobrinos y sobrinas no dejaba de parecerles un personaje dominante. La infancia de Charles Darwin es sobre todo conocida por sus propios recuerdos, en los que se retrata a si mismo como un nino simplén, déci) y feliz con cierta inclinacién a dar paseos en solitario. Mostraba una costumbre precoz de inventar avenouras para llamar Ja atencién. En 1837, fue enviado a Ja escuela diurna dirigida por George Case, pastor de la capilla unitaria local, donde su madre (siguiendo Ja tradicién de los Wedgwood) le habia Ulevado para asistir a los oficios religiosos. En la escuela de Shrewsbury, a la que acudié como interno de 1818 a 1825, la ensefianza era estricta y clasica. Darwin Ja odiaba y afirmaba que los versos latinos que aprendia facilmente cada dia los olvi~ daba con igual facilidad a la mafiana siguiente. Mas tarde recordaria haber aprovechado pocas cosas, fuera de las lecciones particulares sobre Euclides, aunque disfruté con la lectura de Shakespeare en clases privadas en la escuela; en casa se entretenia con la quimica en un pequefio laboratorio que su hermano habia construido en un cobertizo del jardin, pero esta ciencia no era tenida en cuenta en los colegios publicos, y cuando repitié algtin que otro experimento en el dormitorio del director, el doctor Samuel Budler, éste le reproché publica- 15 mente que perdiera el tiempo en asuntos intitiles. El muchacho era un empedernido coleccionista de francos, sellos, monedas, huevos de pajaros y minerales, y desde su temprana adolescencia su pasion era Ja caza. Edimburgo, 1825-1827 Robert Darwin tenia pensado que sus dos hijos fueran médicos. A Charles, que no tenia mucho éxito en los estudios, Je retiraron de la escuela en 1825, dos aiios antes de tiempo, de modo que pasé el verano acompafiando al doctor en sus recorri- dos. En otofio fe enviado con su hermano Eras- mus a la Universidad de Edimburgo (1825-1 827). que ofrecia la mejor formacién médica de toda Gran Bretafia. Alli los disidentes ingleses, a Los que se impedia graduarse en las universidades de Oxford y Cambridge, se mantenian a) tanto de la investigacién continental en las escuelas de extra- muros y estudiaban una serie de ciencias nuevas, Tres generaciones de Darwin habjan estudiado medicina alli, y los nietos de Erasmus Darwin tu~ vieron una entrada facil en la sociedad intelectual. Leonard Honer levé a Charles en una ocasién a la Royal Society de Edimburgo, donde conocié al novelista Sir Walter Scott. Las relaciones sociales y diplomaticas con Jos profesores, sobre todo con 16 el anciano Andrew Duncan, el octogenario pro- fesor adjunto de teoria de Ja fisica (cuyo panteén familiar contuvo el cuerpo del tio de Darwin), precedieron al trabajo del trimestre.No obstante, después de un diligente comienzo, Darwin vol- veria a las andadas; la anatomia Je producia asco, y en las cartas a casa criticaba a los profesores. La politica ciudadana habia permitido a algunos tratar sus puestos académicos como prebendas de la familia, y a Darwin le horrorizaba el caso del anatomista Alexander Monro cercero: Ja tercera generacién en mantener la c4tedra. Aunque las lecciones invernales del ms joven Andrew Dun- can sobre materia médica le dejaron a Darwin el recuerdo perdurable de haber dedicado «toda una fria hora en ayunas a las propiedades del ruibarbo» (Correspondence, 4.36), esta queja probablemence hablaba mds de la juventud y la impaciencia de Darwin que de las habilidades de Duncan. Duncan era sumamente versado en ciencia europea y estaba en la vanguardia en la ensefianza del «sistema natural» de clasificacién de Agustin de Candolle (fue Candolle quien puso de relieve fa ducha» entre las especies, tan importante mas tarde para Darwin). Pero, sobre todo, a Darwin le ponia enfermo la cirugia (era antes de Ja introduccién de Ja anestesia), y tuvo que ausentarse durante una operacién de un nijo en la Royal Infirmary. Todo esto le determiné 17 a despedirse del depdsito de cadaveres y de Ja diseccidn, una decisién que, ms tarde, lamentatia alguna vez. Habia cosas que le divertian: las clases teatrales de quimica de Thornas Hope, las caminatas porla costa, las Jecciones de diseccién de pajaros, una especialidad que le enseiié a Darwin un esclavo liberado de la Guayana, John Edmonstone, en el museo de Historia Natural de Ja Universidad. Después de practicar el senderismo por Gales durante el verano de 1826, animado por la Natural History of Selborne (Historia natural de Selborne) de Gilbert White, que le ensené a ver en los paja- tos algo mas que un blanco al que disparar, volvié a Edimburgo. Desaparecido su interés por la me- dicina, se unié a la Horeciente Sociedad Pliniana de estudiantes. Alli oyé a los neOfitos hablar de clasificacién y de cucos, y hasta Negé a hablar ét mismo. Habja a veces arrebatos en aquellas reu- niones en el sdtano de la Universidad en 1326, nacidas de un puiado de jévenes hibrepensadores radicales que utilizaban la ciencia determinisca contra la Iglesia de Escocia. Darwin fue propues- to para la Pliniana por el frendlogo anticlerica} William A. F Browne, entre otros, y presenté la peticion de admisién el 21 de noviembre de 1826, el dia en que Browne anunciaba que iba a refutar la Anatomy and Physiology of Expression (Anatomia y fisiologia de la expresién) de Charles Bell (que 8 argumentaba que los miisculos faciales del hombre habjan sido creados especialmente para expresar Jas emociones exclusivas del género humano). Darwin ingresé una semana mis tarde, junto con el unitario W. R. Greg, que leyd una conferencia sobre la existencia en los animales inferiores de cualquiera de Jas facultades humanas mentales. Darwin entré a formar parte del cansejo de la Sociedad Pliniana e} 5 de diciembre de 1826. La fascinacion de Darwin por los pennatuld- ceos locales y los briozoos de las costas del hordo de Forth Je procuraron rapidamente la proteccion de su mentor mas influyente en Edimburgo, el meédico y experto en esponjas Robert Edmond Grant, que guid los estudios de Darwin sobre in- vertebrados en este fértil medioambiente del mar del Norte. Francéfilo y amigo de Etienne Geoffroy Saint-Hilaire, Grant era un deista materialista, y el Darwin anciano recordaria su encendido encomio del transformismo de Jean~Baptiste Lamarck. De hecho, Grant, lo mismo que Lamarck, creia que los simples tejidos de esponjas y pdlipos podian ex- plicar el origen primitivo y la funcién primordial del conjunto de los érganos humanos. Por debajo de la dura apariencia de Grant, Darwin percibia a un entusiasta de esta vida microsc4pica, y Darwin hizo sus propias observaciones en marzo de 1827 sobre las larvas de los moluscos, el briozoo Flustra, y los pennatulaceos, confirmando Ja creencia de 19 Grant de que las larvas de esponjas y briozoos podian nadar mediante cilios. Grant orienté a Darwin a la consulta de libros procedentes del continente, incluida la Histoire naturelle des animaux sans vertébres (Historia natural de los invertebrados) de Lamarck, para concrastar los hallazgos con su Flustra. A partir de finales de 1826, Grant invité a Darwin a las reuniones de Ja Wernerian Na- tural History Society, en la que, el 24 de marzo de 1827, Grant anuncié el descubrimiento de Darwin acerca de que los cuerpos negros del in- terior de las conchas de las ostras eran huevos de una especie de sanguijuela, Jlamada Pontobdella. Tres dias después, Darwin hizo su debut pablico, presentando sus descubrimientos sobre las larvas nadadoras de Flustra y los huevos de Pontobdella ante la Sociedad Pliniana. Darwin habia leido el libro de su abuelo Erasmus sobre las Jeyes evolucionistas de la vida y la salud, Zoonomia. Grant aprobaba el libro y explicaba al nieto de su autor las tiltimas ideas sobre transmutaci6n, apoyando el punto de vista de Geoffroy segiin el cual los animales mostraban una «unidad de plan»; personas y pdlipos, todos compartian érganos similares y diferian sélo en complejidad. De este modo, la vida se abria paso a través de una cadena, que para Grant represen- taba una verdadera familia de sangre. Su creencia en que el origen comin de los reinos vegetal y 20 animal se situaba por debajo de Jas algas y los p6- lipos mas simples, cuyos huevos eran parecidos a las «m6nadas», o particulas elementales del tejido vivo, proporcionaria un punto de arranque para las propias especulaciones de Darwin una década més tarde. Sin embargo, la zoologia de Grant no sintonizaba con las preocupaciones taxondmicas conservadoras de Ja época, y Darwin estaba ex- puesto a las pasiones que Jevantaba tan subversiva ciencia. La charla de Browne sobre las bases ma~ teriales de la mente en la reunién de la Sociedad Pliniana ef 27 de marzo de 1827 encendié tanto a Jos oyentes que el debut de Darwin probablemen- te quedé eclipsado. Las proposiciones de Browne fueron tachadas del libro de actas por un gesto de censura tipica en los largos anos conservadores que siguieron a la Revolucidn Francesa (durante los cuales e) mismo abuelo de Darwin habia sido vilipendiado). Un estudiante sensible de 18 anos no podia tener muchas dudas acerca del destino que esperaba a las ideas que amienazan socavat los principios de la autoridad politica y espiritual. Darwin recordaba los aios de Edimburgo como un periodo estéril, pero Jo cierto es que se hallaba en medio de un fértil entorno cientifi- co. Asistia a las clases magistrales de zoologia y geologia de Robert Jameson, y oy6 las explica- ciones de éste sobre Jas rocas como precipitados sedimentarios en oposicién al punto de vista de 21 Hope sobre los granitos como cristales enfriados. Darwin, que seguia el curso de quimica de Hope, se sintié incitado a respaldarle en este antiguo debate. El curso de Jameson le exigia a Darwin asistir a sesiones practicas tres veces por semana en el magnifico museo, recientemente renovado en 1826 y el cuarto mas grande de su género en Europa. Alli, ingenieros civiles en ciernes y em- pleads de la Compafiia de las Indias Orientales aprendian a conocer los tipos de minerales y la flora colonial, y con excursiones al campo se les ensefaba a leer la secuencia de los estratos. Era un aprendizaje ideal para un futuro viajero del Imperio. Cambridge, 1828-1831 Joven, echando de menos su casa y aborreciendo la medicina, Darwin deja Edimburgo en abril de 1827 sin ningun titulo universitario. Su padre, un librepensador, temeroso de que se volviera un holgazan confiado en la fortuna de la familia, se decidié astutamente por-una carrera clerical. La autocomplaciente Iglesia de Inglaterra era ideal para un joven vago adicto a los deportes campes- tres, y una vez mas Darwin siguié a su hermano Erasmus, esta vez a Cambridge (donde Erasmus habia acabado su preparacién en medicina), para 22 conseguir el titulo ordinario, punto de partida habitual para tomar las sagradas 6rdenes.Tuvo que repasar el griego aprendido en Ja escuela, se le dio un tutor en casa y no ingresé en el Christ's Colle- ge hasta enero de 1828. Alli, Darwin se encontré con un primo suyo que también se preparaba como clérigo, William Darwin Fox, gue pronto se convirtiG en su amigo jntimo. Aunque a idea de una confortable parroquia le resultaba atractiva, Darwin tenia dudas sobre su fe, pero no encontré nada en Exposition of the Creed (Exposicién del credo), del obispo John Pearson, ni en Evidences of Christianity (Pruebas del cristianismo), del reverendo John Bird Sumner, que é) no pudiera llegar a creer. El contraste entre Edimburgo y Cambridge era absoluto. Cambridge era una ciudad mercantil dominada por una universidad medieval, goberna- da por el clero y sus supervisores de la disciplina (los proctors). Darwin evito é) circulo ecuestre del Christ's y Fox le aficioné a coleccionar escara- bajos de las tierras pantanosas de la zona. Darwin practicaba esce deporte de una forma compulsiva ¥ compeditiva. Identificaba sus capturas recurriendo a libros de referencia sobre Ja materia, incluidos los de Lamarck, y se emocioné al ver su nombre inipreso en una publicacién periddica de J. F Stephens, Illustrations of British Entomology. Pudo disponer, ademéds, de consejos de experto en las veladas de los viernes en casa del reverendo John Stevens Henslow, a las que asistian también otros profesores, como el gedlogo Adarn Sedgwick y el erudito William Whewell, La conversaci6n bri- lance de los profesores inspiré a Darwin la idea de Uegar a ser famoso en historia natural; acudié al curso de botanica de Henslow en 1829, y repitié en 1830 y 1831. Los estudios formales los evaba sin convic- cién alguna, Las matematicas de Darwin suftian (como ocurriria siempre) y en el verano de 1828 se convencid de no estar suficientemente movido interiormente por el Espiritu Santo para abrazar la Iglesia. Su hermano Erasmus, también librepen- sador, vivia entonces en Londres a cuenta de la familia y, cuando Fox dejé Cambridge, Darwin se pego a Erasmus durante las vacaciones. De vuelta al College, dejaba pasar el tempo, gastaba el dinero, bebia, cabalgaba y jugaba. Eran muchas las tentaciones que asediaban a Jos estudiantes. En la primavera de 1829, los radi- cales Richard Carlile y el reverendo Robert Taylor iniciaron una «gira misionera nacional infiel» en Cambridge. Desafiaron a los tedlogos a debatir y buscaron conversos antes de ser expulsados de Ja ciudad. Taylor, un clérigo titulado en Cambridge, habia sido apodado el Capelin del Diablo y, anos mis tarde, cuando se disponia a publicar sobre evolucionismo, Darwin recordé el nombre y ex- 24 clamé: (Qué libro podria escribir un Capellan del Diablo sobre [...] Jas horriblemente crueles obras de la naturaleza!» (Correspondence, 6.378). Temia que también é! podria ser denigrado de forma parecida, como un paria de la sociedad respetable. En marzo de 1830, Darwin pasd su primer examen importante, el Jamado «little go» {examen en Cambridge en el segundo afio de residencia], que incluia preguntas sobre el libro del reverendo Wibiam Paley, Evidences of Christianity, un libro que entusiasmaba a Darwin. Se convirtié en el compaiiero de paseos de Henslow, y se supero a si mismo en las salidas al campo del profesor para estudiar botinica, de las que regresaba cemprano para asistir a las clases. Las clases de Henslow no se parecian en nada a Jo que Darwin habia ex- perimentado en Edimburgo, le introdujeron en el conocimiento de las plantas como organssinos vivos, Darwin empled su habilidad con el mi- croscopio para observar el proceso de fercilizacién, aprovechando bien los conocimientos de Henslow sobre la obra reciente de fisidlogos franceses y del botanico britinico Robert Brown. Henslow enseiié a Darwin las propiedades de Ja vida y la linea que dividia a los animales de Jas plantas. Darwin llegé a idolatrar a su profesor y decia que su amistad habia sido uno de los acontecimientos que mis Je habian influido en esos primeros anos de su vida. 25 Con Henslow como tutor en 1830, Darwin estudid matemiaticas y ley6 los Principia of Moral and Political Philosophy (Principios de moral y de filosofia politica) de Paley justo cuando la con- Alictividad agraria, o los eSwing riots» (los distur- bios de Swing) que barrian e} sur de Inglaterra, llegaba a Cambridge y 800 agentes especiales de policia tenian que dar proteccién a los Colleges. A este periodo probablemente se remitia Darwin cuando recordaba cémo Henslow rechazaba ta argumentaci6n utilitarista de Paley a favor de la Iglesia establecida. A) acabar el examen de «Bachi- ler en Artes», en enero de 1831, Darwin obtuvo el décimo puesto en la lista de 178 aprobados, sorprendiéndose incluso a si mismo. E) requi- sito de residencia le mantuvo en Cambridge, y continué buscando la orientacién de Henslow, «No sé», confesd Darwin, «si le tengo mas estima © mas respeto» (Correspondence, 1.123). Leyo el Ultimo volumen de la trilogia de Paley, la Naural Theology, que,a partir de la constatacién de que las especies vivas se adaptan al entorno, argumentaba Ja existencia de un «Dios disefiador». Esta era Ja piedra angular de la ciencia de Cambridge, junto cou el Preliminary Discourse on the Study of Natural Philosophy (Discurso preliminar sobre ¢) estudio de la filosofia natural) de John Herschel, que animé a Darwin a proseguir su carrera cientifica. Después de leer el Viaje a las regiones equinocciales 26 det Nuevo Continente de Alexander von Humboldt, en el que éste explicaba su viaje a los trépicos, Darwin empez6 a planificar una expedicién de un mes con amigos a Tenerife. Pata prepararlo, acudié a las clases de geologia de Sedgwick en la primavera de 1831 y en agosto acompand a este Ultimo (a peticién de Henslow) al norte de Gales a una estancia de dos semanas en el campo. Era e] mejor de los aprendizajes posibles, mucho mas efectivo que las Aridas clases en Edimburgo, que hicieron jurar a Darwin que «no leeria nun- ca més un libro de geologia» (Autobiography, 53 [Autobiografia, 23]). Sedgwick amplid la pericia y la autoestima de Darwin, introduciéndolo en las cuestiones peoldgicas mas desconcertantes de aquellos dias. Luego, a su vuelta a Shreswbury, Darwin encontré una carta de Henslow en la que le ofrecia un pasaje en un barco que se disponia a dar la vuelta al mundo. 27 2. EI viaje del Beagle, 1831-1836 Darwin se une al capitan La carta de HensJow hablaba del proyecto de un viaje de dos afios a «Tierra del Fuego y vuelta por las Indias orientales», explicando que e} puesto era «mas Como compariero que como un sim- ple coleccionista». Henslow hab{a recomendado a Darwin «no en la condicién de un naturalista acabado, sino como alguien muy cualificado para recoger, observar y anotar cualquier cosa que val~ ga la pena en Historia Natural» (Correspondence, 1.128-9 [Cartas, 39]). No se crataba de unas va- caciones oficiales abiertas a todo. Era un acuerdo ptivado gue nacia del propio capitin, Robert FitzRoy, sobrino del duque de Grafton, que habia pedido a Francis Beaufort, hidrografo de la ar- mada, que le buscara a un caballero bien educado y con intereses cientificos que pudiera hacer un 29 buen uso de un viaje de aquellas caracteristicas. La busqueda siguiéd asi su camino por entre la red de profesores de Cambridge y las amistades del Almirantazgo, via Henslow y su cufiado, el reverendo Leonard Jenyns (ambos podrian haber aceptado de no haber tenido responsabilidades familiares), hasta llegar a Darwin. En un principio, e] padre de Darwin se opuso con tanta fuerza que Darwin se sintié obligado a rehusar, pero su tio Josiah Wedgwood estaba a favor y el doctor Darwin cedid. Después le proporcioné toda clase de ayuda, incluido el costo de equipar a su hijo y cubrir todos sus considerables gastos de viaje. El 1 de septiembre de 1831, Darwin acepté y marché a Cambridge para asesorarse con Hens- low. En Londres se entrevisté con FitzRoy, quien le dio su visto bueno. Darwin, en consecuencia, fue aceptado junto con el capitan. E] Beagle habia vuelto recienternente de América de] Sur después de una expedicién con dos barcos (1827-1830) al mando de Phillip Parker King, que habia ins- peccionado gran parte de la costa oriental, una tegion importante en términos navales y comer- ciales para Gran Bretafa durante el ministerio de Canning. En este viaje, FitzRoy habia asumido ctemporalmente el mando del Beagle tras el suicidio del capitin Pringle Stokes. FitzRoy fue nombra- do capitan absoluto para un segundo viaje que debia completar la inspeccién. Ahora, Darwin se 30 preparaba solo, visitando a naturalistas del Museo Britanico y de la Sociedad Zoolégica, aprendien- do técnicas de conservacién, poniendo en orden su equipaje y visitando el Beagle en reparaci6n en la base naval de Devonport, en Plymouth. Se aconsejé con Robert Brown sobre microscopios de viaje y le preocupaba la falta de espacio a bordo. El Beagle era un bergantin de diez cafiones reconvertido, con s6lo 27 metros de eslora y 242 toneladas de capacidad, popularmente conocido como de Ja clase «atatid». Al Jlegar a Devonport en octubre, Darwin se encontré con que se habia pospuesto la partida. Le atenazaba la ansiedad, padecia alteraciones cardiacas y temfa verse en la obligacién de tener que abandonar el viaje. Zarp6 finalmente el barco, peto se vio obligado a volver a puerto dos veces a causa de las tormentas. El Beagle partia finalmente el 27 de diciembre de 1831, y para entonces gran parte de la ansiedad jnicial de Darwin ya habia desaparecido. A bordo del Beagle EI viaje, que duré cinco afios, fue el aconteci- miento configurador de Ja vida de Darwin: «Ha determinado toda mi carrera» (Autobiography, 76 [Autobiografia, 41]). Aguel viaje le dio la opor- tunidad incomparable de realizar observaciones, 31 coleccionar animales y plantas, y explorar algunos de los mas hermosos, desolados y aislados parajes de} mundo. Con FitzRoy, los objetivos del viaje se ampliaron para incluir mediciones geografi- cas, y el Beagle iba equipado con muy diversos instrumentos y aparatos, incluidos un pararrayos y gran nimero de crondémetros marinos para medir la longitud. E] Almirantazgo pretendia que los oficiales Wevaran a cabo una serie de medi- ciones excepcionalmente precisas alrededor del globo. El barco efectuaba también pruebas sobre la escala Beaufort de vientos. Habia trabajadores extra asignados, al servicio privado de FitzRoy, entre ellos un pintor dibujance, Augustus Earle (reemplazado en ruta por Conrad Martens en 1833), y un mantenedor de instrumentos, George Stebbing. E] viaje habia de tener mas de misién cristianizadora y civilizadora que Ja mayoria de las cruzadas imperiales: un joven misionero, Richard Matthews, iba también a bordo, acompaiiado de tres nativos fueguinos que habian sido tomados como rehenes por FitzRoy en su viaje anterior, levados a Inglaterra y rapidamence educados con miras a establecer una misién anglicana en Tierra del Fuego. Darwin se financiaba independiente- mente, pero el avituallamiento corria a cargo del Almirantazgo. Era el Gnico miembro del barco que intimaba con el capitan; habitualmente ce- naban juntos y juntos compartieron numerosas 32 aventuras. FitzRoy a veces parecia inestable, como su tio Lord Castlereagh, que se habia suicidado. Bly Darwin discutieron ocasionalmente sobre la esclavitud (que Darwin aborrecia). Esto ocurrié una vez en Plymouth y otra en Brasil, y en esta segunda ocasibn Darwin estuvo a punto de aban- donar el barco. Pero FitzRoy queria a Darwin a bordo, quiza sobre todo para despejar sus propios temores sobre su inestabilidad mental y ahorrarse el destino fatal de Pringle Stokes. Aunque el joven aristécrata tory y Darwin se hicieron amigos, lle- gando incluso a publicar juntos un breve informe sobre la actividad misionera en 1836, sus puntos de vista y sus temmperamentos eran radicalmente incompatibles; mas tarde se separaron. Darwin dormia y trabajaba en la cabina de popa, que compartia con el primer oficial y delineante, John Lort Stokes, y el guardiamarina Philip Gidley King, hijo del capitan Phillip Parker King. Trabé amistad con los oficiales, en especial con el subteniente, Bartholomew Sulivan, y uno u otro a menudo se le juntaban en sus avencuras de historia natural. En 1833, FitzRoy le dio a Darwin permiso para tener como asistente personal a uno de los muchachos de cabina, Syms Covington (que luego permaneceria con él hasta 1839). La actividad recolectora de Darwin divertia a los marineros y le valid el apodo de «Philos», esto es, el fildsofo del barco. 33 El Beagle visicé las islas de Cabo Verde (enero de 1832), Brasil {abril~junio de 1832), Montevi- deo y Buenos Aires (julio-noviembre de 1832), Tierra del Fuego y Cabo de Hornos (diciembre de 1832-enero de 1833, febrero de 1834), las islas Malvinas (marzo-abril de 1833, marzo-abri] de 1834), la Patagonia (abril de 1833-enero de 1834), la costa occidental de Sudamérica (Chiloé,Valpa- raiso, Lima: junio de 1834-julio de 1835), las islas Galapagos (septiembre-octubre de 1835), Tahiti (noviembre de 1835), Nueva Zelanda (diciembre de 1835), Australia (Sidney, enero de 1836:Tasma- nia, febrero; King George’s Sound, marzo), islas Cocos (Keeling, abril de 1836), Mauricio (abriJ- mayo de 1836), Ciudad del Cabo (mayo-junio de 1836) y Santa Elena y Ascensi6n (julio de 1836). Darwin participaba en todas las emociones de] viaje. Acudié al carnaval en Brasil, fue testigo de revoluciones en Montevideo y Lima, y vio como los gauchos exterminaban alos nativos de las pam- pas. Contemplé la erupcién del volcan Osorno el 26 de noviembre de 1834 desde la isla de Chiloé y sufrid un terremoto en los bosques de las afueras de Valdivia. Paseé por Jas ruinas de la ciudad de Concepci6n, destruida por el mismo terremoto, en febrero de 1835, y declard: «Ambas ciudades presentaban el mas espantoso aspecto y a la vez el espectéculo més interesante que en mi vida he contemplado» (Diary, ed. Keynes, 296 [Diario, 34 318)). Era una lecci6n de humildad que revelaba Ja impotencia de la gente y la provisionalidad de sus obras frente a las terribles fuerzas de la natu- raleza. Mostré ser un incondicional miembro de las expediciones tierra adentro y un buen tirador, ayudando a veces a proporcionar carne fresca a la tripulacién. Después de escapar peligrosamente de una enorme ola creada por un iceberg que se separaba de un acantilado de hielo, ocasién en que la rapida actuacién de Darwin pudo salvar vidas, FitzRoy dio a una extensjén de agua y a un monte en el Canal de Beagle el nombre de Darwin en su honor. Sus companieros de barco dieron fe de buena gana de su constante humor, su resistencia y sus maneras amables, y él, a su vez, los record6 con afecto. La Gnica excepcion fue el cirujano del barco, Robert McCormick, que abandoné el viaje en Rio de Janeiro, en 1832, aparentemente molesto por la preferencia mostrada hacia la labor recolectora de Darwin por encima de la suya. Los privilegios de un compafiero del capitan que fi- nanciaba su propio viaje también se reflejaban en las invitaciones que Darwin recibia para reunirse con la sociedad educada en tierra firme. 35 Expediciones y colecciones Al no tomar parte alguna en Jas ordenanzas diarias del barco, Darwin trabajaba a menudo en tierra. En la Patagonia levd a cabo varias expedicio- nes, cabalgando durante mds de 70 millas desde Maldonado en mayo de 1833, desde Patagones a Bahia Blanca en agosto de ese mismo afio, y en septiembre-octubre de 1833 cabalgé 700 millas desde Bahfa Blanca a Santa Fe, pasando por Buenos Aires. En noviembre salié de nuevo, desde Montevideo a Mercedes, para ver el rio Uruguay. En la costa oeste cabalgé hasta la base de los Andes en agosto-septiembre de 1834, y en marzo-abri] de 1835 atraves6é las cordilleras, desde Valparaiso hasta Mendoza, cruzando el paso del Portillo. En otra ocasién se puso gravemente enfermo con fiebre, debido, segun él,a un vino agrio, y recuperé fuerza durante cinco semanas en casa de un antiguo compariero de escuela, Ri- chard Corfield, que vivia en Valparaiso. Siempre estudiaba la geologia local y la fauna y la flora, ya fuera viajando o tomando como base permanente algtin alojamiento. Durante tres meses, en 1832, alquilé una cabaiia en la bahia de Botafogo, cerca de Rio de Janeiro, donde cazaba, echaba la red y recogia corales y plantas. El placer que le oca~ sionaban la vegetacién tropical y el paisaje alpino era a la vez estético y cientifico. Le alimentaba 36 cada vez mis la sensacién de que tenia sentido ser naturalista. Los éxitos geoldgicos de Darwin se acumu- laban. Utilizando los radicalmente nuevos Principles of Geology (1830-1833) de Charles Lyell como guia (el primer volumen fue un regalo de FitzRoy, los otros dos le legaron durante el viaje), se mostré audaz al interpretar la corteza tertestre como resultado de procesos atin acti- vos. Le habia cautivado el gran esquema tedrico de Lyell —«cuando se veia una cosa nunca vista por Lyell, uno lo seguia viendo parcialmente a través de sus ojos» (Correspondence, 3.55 [Cartas, 109])~ y confirmé muchas de las observaciones de Lyell con un cuidadoso trabajo de campo. En otros puntos, Darwin amplié las intuiciones de Lyell de manera innovadora, en especial en la explicacién de la formacién gradual de los Andes y el origen de los arrecifes de coral en los bordes de montafias hundidas. Habia evidencia inmediata de ello. Tras experimentar el terremoto de Concepcién en * 1835, Darwin descubrié que la costa habia ascen- dido unos cuantos pies y los lechos de mejillones quedaban al descubierto, confirmando su teoria lyelliana del empuje progresivo. Cuando atravesé los pasos del Portillo y de Uspallata de los Andes, Jas coloridas rocas le parecieron casi un diagrama geolégico,y en las islas Cocos (Keeling) caminé por encima de los arrecifes para confirmar su teoria de 37 la formacién de los atolones de coral. Su geologia era dindmica; en ella los continentes se alzaban lentamente y las cuencas marinas se ahondaban, y ello formé la base de todos sus puntos de vista posteriores. Hizo suya la creencia de Lyell en una Uerra que toma gradualmente forma a través de un numero incontable de épocas: tiempo sufi- ciente ~como més tarde comprendié— para que ocurriera la evolucién por seleccién natural. Las colecciones de Darwin cubrian un amplio spectro, En Punta Alta, cerca de Bahia Blanca, hallé restos fosilizados de mamiferos gigantescos extinguidos, que en aquella época pensé que debian de pertenecer a mastodontes, armadillos Y Megaterios. Los fosiles se identificaron luego como pertenecientes a especies gigantes ante- riormente desconocidas. La causa de su extincién le produjo asombro, pues los restos estaban in- crustados junto con especies de conchas todavia existentes. En el lejano sur de la Patagonia recogié una nueva especie de fandd (muy conocido por los habicantes del pais), que luego empleé para iluserar la diferenciacién geografica de las especies, Recogié un gran nimero de insectos, pajaros, moluscos, pequefios vertebradas, invertebrados y plantas, registrando su proveniencia, apariencia en vida y conducta en cuadernos de campo y diarios. Enviaba periédicamente a Henslow ca- Jas de muestras para almacenar. Henslow animé 38 a William Buckland y a William Clift a exhibir algunos de Jos restos de los megaterios en la reu- nidn en Cambridge de la British Association for the Advancement of Science en 1833, y en 1835 el propio Henslow publicé extractos de temas de historia natural de las cartas de Darwin. Estos extractos fueron leidos en las reuniones de la Sociedad Filoséfica de Cambridge y la Sociedad Geoldgica de Londres. Paradéjicamente, lo que resulté ser la mas famosa coleccién de todas, la de tos pajaros de las islas Galapagos, estaba descuidadamente eti- quetada. Darwin no advirtié Ja diversificacién de especies de pinizones en islas distintas durante las cinco semanas de visita del Beagle, aunque e) ofi- cial diplomatico inglés en Ja isla Charles [Floreana o Santa Maria] le informé de que las tortugas gigantes eran especiticas de las islas, y Darwin comprobé que los sinsontes © pajaros mimos tam- bién Jo eran. Por ello, al volver a Londres, te fue dificil identificar las especies de pinzones.Aun asi, ~ Jas islas Galapagos le impresionaron profindamen- te. Le fascinaron las iguanas, las tortugas gigantes, los sinsontes y otras aves, asi como la geologia volcanica. Las relaciones entre las especies en las diferentes islas y entre las especies de las islas y las de} continente sudamericano le produjeron, con todo, suficiente desconcierto como para aludir a ellas en sus notas ornitolégicas en el viaje de 39 vuelta. Parece que, por esta época, se planteaba ya ja posibilidad de la transmutaci6n. A Darwin le conmovia la gran diversidad de poblaciones humanas que encontré, que abarcaba desde europeos expatriados a tribus indigenas. Sus escritos contienen pintorescas referencias a los gauchos, con los que viajé por toda Argentina, 4 los «indios» de la Patagonia, a fos tahitianos, los mahoris y Jos aborigenes australianos, asi como a los misioneros, los colonos, los esclavos y los mineros emigrados de Cornualles, Se entrevist6 con el general Rosas (que dirigia la guerra de ex- terminio de los nativos de la Patagonia) en agosto de 1833 y se vio atrapado en medio de bloqueos militares, El mas inquietante de todos los encuen- tros de Darwin fue el que cuvo con los nativos de Tierra de} Fuego. Estaba sorprendido por su estado «salvaje» puro, sobre todo si se les compara- ba con los tres fueguinos exquisitamente vestidos de a bordo. «imposible imaginar la diferencia que existe entre el hombre salvaje y el civilizado; es mucho mayor que la que hay entre un animal silvestre y otro domesticado» (Diary, ed. Keynes, 122 [Diario, 218]). Con todo, el hecho de que los fueguinos podian «civilizarse» (como Darwin pudo ver) confirmaba su creencia en que, bajo la piel, los hombres pertenecian a una tinica especie, Yy €sto siguid ejerciendo una influencia constante en sus futuras teorias evolucionistas. Durante el 40 tiempo que estuvo el Beagle en el lejano sur, Darwin y FitzRoy evidenciaron su tristeza al observar que a los eres fueguinos anglicanizados poco les habia costado volver a su estado aborigen. Darwin suffia constantemente mareos, y su afioranza del hogar crecia al mismo ritmo que su maduracién como naturalista, Cuando acabé el viaje, su amor por la naturaleza desplazaba a la Iglesia: «tu situacién es mas que envidiable», escribia asu primo clérigo Fox; «para una persona apta para tomar el cargo, la vida de clérigo es el modelo de todo lo que es respetable y feliz» (Correspondence, 1.460). Pero ahora Darwin tenia otros planes. E] viaje habia alimentado un fermento intelectual y le habia fortalecido para valorar de otra forma todo lo tocante a la historia natural. Su futuro, ast creia él, estaba en el mundo selecto de la ciencia en Londres. Desembarcé en Falmouth el 2 de octubre de 1836 y llegd a Shrewsbury dos dias después. Alli, su hermana Caroline comprobé que estaba «anteresado en algo que le iba a ocupar el resto de su vida» (Ibid., 1.505). 3. Teorizando en Londres, 1836-1842 El registro del viaje Después de ir a Cambridge para consultar a Hens- low sobre expertos que describieran sus muestras del Beagle y visitar a sus parientes Wedgwood en Staffordshire, Darwin pasd unas cuantas semanas en casa de su hermano, en Londres. Durante el viaje de cinco arias, los whigs habian establecido un nuevo régimen de asistencia social (Poor Law} para los fracasados en una economia maJtusiana - competitiva. Erasrnus Darwin mantenia relaciones con Harriet Martineau, propagandista de la Ley de Pobres, quien le situé en el corazon mismo de la maquinatia whig; ella y el primo de Darwin, Hensleigh Wedgwood, cuya boda con Frances Mackintosh habia contado con la presencia de la hija de Thomas Robert Malthus como dama de honor, completaban el pequerio cendculo de 43 ambos hermanos. E] inexperto marinero habia ido a parar directamente a un entorno reforma- dor agresivamente maltusiano. El 29 de octubre de 1836, Darwin conocié por vez primera al gedlogo Charles Lyell en perso- na. Se hicieron intimos amigos, y Lyell lo presentd al anatormista comparativo Richard Owen. En diciembre de 1836 y enero de 1837, Owen recibid los fésiles de las pampas de Darwin en el Royal College of Surgeons;Thonias Bell acepté Jos rep- tiles del Beagle; Leonard Jenyns, los peces; George Robert Waterhouse, los mamiferas, y John Gould, las aves. Tras la obtencién de mul libras del Tesoro Publico como subvencidn, gracias a los contactos gubernamentales de Henslow, Darwin pidié que Jas descripciones técnicas de los naturalistas fueran publicadas como The Zoology of the Voyage of H. M. S. Beagle (Zoologia del viaje del Beagle) en 19 numeros (1838-1843; reeditados en cinco partes, 1839-1843). Las plantas y los insectos, que Darwin planeaba incluir, y los invertebrados marinos, que queria tratar é] mismo, se describieron por etapas en otras publicaciones. Darwin habia dado las plantas a Henslow, y éste las envid Inego a Joseph Dalton Hooker para su identificacién, Darwin vivid en Cambridge hasta marzo de 1837, trabajando en sus manuscritos y sus mues- tras, y conferenciando en la Sociedad Filoséficade Cambridge sobre los tubos vitrificados formados 44 por los rayos en las dunas de arena de Maldonado. El 4 de enero leyé su primer informe cientifico, «Observaciones de pruebas de elevaciones recien- tes en la costa de Chile», como nuevo miembro de la Sociedad Geoldgica de Londres. La influencia de Lyell hizo aparicién en las descripciones de Darwin de] lento levantamiento de la costa chi- Jena, compensado por el ahondamiento det Paci- fico, pero algunos puntos de vista suyos no eran lyellianos, sobre todo e) referente a las montafias coronadas de arrecifes de coral que desaparecian bajo el mar. Darwin se consolidé pronto como un caballero gedlogo, tanto entre la burguesia urbana como entre e! profesorado clerical: pasé a ser miembro del consejo de la Sociedad Geologica en 1837 y secretario en 1838. Fue también vicepre- sidente de la Sociedad Entomoldgica en 1838. Con las 400 libras que Je Hegaban de su padre, Darwin gozaba de independencia. Convirtid su diario del Beagle en un libro de viajes. Lo finaliz6 en junio de 1837 y se publicé en mayo de 1839 como Journal and Remarks, 1832-1836, tercer volumen de ta Narrative of the Surveying Voyages, de FitzRoy, y luego por separado e] 15 de agosto de 1839 como Journal of researches into the geology and natural history of the various countries visited by H. M. S. Beagle under the command of Captain FitzRoy, R. N,, from 1832-1836 (Diario de las investigaciones de geologia e historia natural en Jos diversos paises 45 visitados con el barco de su Majestad el Beagle bajo el mando de] capitan FitzRoy, de la Armada Real, de 1832 a 1836). Mientras tanto, Darwin conti- nuaba clasificando las colecciones del Beagle para distribuirlas a los especialistas y en alguna ocasién buscé ayuda, como la del grabador George Sower- by. Poco a poco, sus colecciones acabaron en Jas instituciones cientificas m4s importantes. Los informes expertos sobre sus colecciones le sorprendieron, Darwin pensaba en un principio que los fosiles de las pampas eran grandes for- mas desaparecidas relacionadas con rinocerontes y mastodontes (unos y otros, hallados en otros continentes), y también con megaterios, pero Owen identificé a un pariente capibara, Texodon, un Scelidotherium parecido al oso hormiguero, un Mylodon megaterio, un Glyptodon armadillo y una Macrauchenia parecida a la llama. Estas identifica- ciones sugerian que cierta «ley de sucesién» habia sido la causa de que mamiferos sudamericanos anteriores fueran reemplazados por otros de su mismo tipo. El 4 de enero de 1837, Darwin regal6é al museo de Ja Sociedad Zoolégica 80 mamiferos conservados y 450 pajaros. En pocos dias, Gould descubrid que los pajaros de las Galapagos, mal interpretados por Darwin como una mezcla de pinzones, chochines, «picogordos» y parientes de mirlos, eran de hecho un grupo muy rela- cionado (y nuevo) de pinzones diferentemente 46 adaptados a] terreno. Gould identificé también al pequefio flandt que Darwin habia recogido como una nueva especie, Rhea danvinii (posteriormente se le cambié el nombre). Transmutacién El 6 de marzo de 1837, Darwin pasé de Cam- bridge a Londres, alojandose en el 36 de Great Marlborough Street, cerca de su hermano. Aqui el ambiente secular era mas favorable a sus ca- vilaciones privadas sobre Ja extincién y la repo- blacién provocadas por los descubrimientos de Owen, Gould y los suyos propios. En el circulo librepensador de Erasmus, Martineau creia en la predeterminacién natural de la vida humana y Wedgwood se interesaba por Ja genealogia de las lenguas (también una especie de evolucién). Darwin asistia a veladas cuyo anfitrién era el ma- tematico Charles Babbage. El] Ninth Bridgewater - Treatise (Noveno tratado de Bridgewater, en prensa en aquel momento) de este wtimo hacia de Dios un legislador que actuaba sobre todo a través de grandes leyes racionales mas que con milagros. Esta era la respuesta racional whig que John Herschel habia denominado el «misterio de los misterios» (Cannon, «Impact), la causa de la susticucion de especies a través del tiempo. A 47 principios de 1837, Darwin también aceptaba que «el creador crea [...} mediante leyes» (Barret y otros, Notebooks, B98). En marzo de ese ano, Gould identificaba cua- trosinsontes de Darwin de lasislas Galapagos (que, a diferencia de los pinzones, Darwin habia rotulado por islas) como tres especies distintas, Los tipos especificos de islas sugerian a Darwin que eran naufiagos de tierra firme sudamericana que ha- bjan mutado para adaptarse a las condiciones del lugar. Darwin examiné mids tarde los pinzones etiquetados por FitzRoy para confirmar que cambién eran especificos de las islas. El trabajo de Bell con las tortugas gigantes de las Galapagos y e] de Waterhouse con los roedores confirmaron ulteriormente que, en aquellas islas, las especies tipicas eran la norma. Habituado, quizé, a la transmutaci6n por las obras de su abuelo Erasmus y de Grant, Darwin Negé a aceptar incuestionablemente la idea a co- mienzos de 1837, aun cuando la «evolucién» (un término anacrénico; «descendencia» [descent] u origen la llamé a partir de 1838) era algo detes- tado por los mentores de Cambridge y atacado por los Principles of Geology de Lyell. Pasé un afio y medio antes de que ideara una mecanis- mo causal definido. Owen, que preparaba sus primeras «Hunterian lectures» en el Colegio de Cirujanos, estimulaba la investigacién de Darwin 48 sobre las leyes de la materia viva. A diferencia de Henslow, que habia ensefiado que Ia materia interna de los granos de polen era inerte, y que la vida se imprim{a desde fuera, Owen aceptaba que el] germen embrionario tenia una «energia organizadora» intrinseca, que dirigia su desarro- llo y se desvanecia a medida que crecia el tejido. Darwin ensancharia esta «energia organizadora» hasta dimensiones cransmutacionales (ilicitas para Owen).Lo mismo que los anatomistas radicales de Grant, Darwin en su fase mas radical (de 1837 hasta mediados de 1838) pensaba que los 4tomos vivos se autoorganizaban. Ahora volvia a los intensos mondlogos inquisitivos iniciados en su cuaderno «ojo» durante los tiltimos meses del viaje del Beagle. sSe debian las extinciones a la senescencia de las especies? Si el aislamiento de las Galapagos fue necesario para la formacién de las especies (para parar la re-combinacién con los progenito- res continentales), ;c6mo explicar las variedades coincidentes de las dos especies de nandities de la Patagonia? :Se producian los cambios per saltum, sin mezcla de intermediarios? ;Eran las nuevas especies «monstruos» desde el utero, del tipo que proponfa entonces Owen? En julio de 1837, Darwin iniciaba su primer cuaderno sobre transmutacién, que denominé «B» (su cuaderno «Ap» trataba sobre todo de geologia). Asi comenzaban dos afios de anotaciones secretas 49 telegraficas sobre la mecanica de] cambio orginico. Primero jugueted con la idea de Lamarck y de Grant sobre la generacién esponténea de ménadas que empujan el ascensor de la vida chacia arriba», y su chiste «Si todos los hombres murieran, entonces los simios harian de hombres y los hombres, de angeles» (Barret y otros, Notebooks, B169) mostraba su desafio a los temores clericales por un ancestro simio. Luego sus ideas se relativizaron, apartan- dose radicalmente de las de Lamarck. Abjuro de todo cambio unidireccional; la vida se adaptaba simplemente a los habitats locales. Desarrollé una orientaci6n no humana y encontraba «absurdo hablar de un animal que fuera superior a otro», porque humanos y abejas tendrian seguramente diferentes criterios sobre «superioridad» (Ibid., B74). Concebia la vida mas como un Arbol con ramas, y se liberaba de una generacién espontanea continua de la vida a favor de una emergencia unica precambriana. Rechazaba, también, su pro- pia idea anterior de la senescencia de las especies, que haria que todas las criaturas de una rama de la vida pudieran extinguirse juntas. Una especie desaparece, pensaba ahora, porque las condiciones han cambiado demasiado rapidamente. Una salud vacilante acompafiaba estas con- clusiones perturbadoras. Darwin llevaba ahora una doble vida:se mezclaba con los clérigos de Oxford y de Cambridge en la respetable Sociedad Geolé- $0 gica mientras se abismaba en una transmutacién materialista. Ley6 informes en la Sociedad sobre los fosiles de Jas pampas y los arrecifes de coral en mayo de 1837,sobre la formacidn de suelo vegetal por accién de las lombrices de tierra en noviem- bre y sobre los terremotos y las causas volcdnicas de Ja elevacin de los Andes en marzo de 1838. Las lombrices, Jos corales y el elevamiento progresivo expresaban su creencia en gue las causas peque- fias producian grandes resultados, como legaria a suceder con sus puntos de vista secretamente evolucionistas. Por detris de esta fachada, crecia su deprecio por los clérigos antropocéntricos. Se mofaba en privado del presidente de la Sociedad Geoldgica, William Whewell, que shablaba de una duracion del dia jadaptada a la duracién del suefio del hombre! {Todo el universo adaptado de esta formal... {Vaya ejemplo de arrogancia! (Barret y otros, Notebooks, D49). La aceptacién de Darwin entre la élite geolégica, que condenaba Ja ciencia materialista como moralmente corruptora y po- \iticamente sediciosa, no hacia mas que acentuar esa doble vida. Cuando los tories anglicanos fueron destitui- dos de sus cargos en los colegios universitarios por las reformas a escala nacional, Darwin estaba desalojando a su Dios providencial de una bio- Sogia reformada.E] mismo procedia de las reservas unitaristas y en sus cuadernos expresaba opiniones st radicalmente discrepantes en favor de la igualdad y en contra de la esclavitud y de los privilegios Para que se mantuviese una afinidad niveladora de toda forma de vida: «No nos gusta considerar como iguales a los animales que hemos hecho es- clavos nuestros. ;No desean acaso los que poseen esclavos hacer del negro una especie distinta?» {Barret y otros, Notebooks, B231). Veia también circular el dolor por toda la creacién: «Los ani- males, nuestros semejantes, se nos hermanan en la pena, el dolor, la enfermedad, la muerte yel sufrimiento [...], puede que participen en nuestro origen de un ancestro comun, puede que todos estemos entrelazados» (Ibid., B232). Pero, a pesar de que aprobaba los beneficios que la discrepancia politica aportaba al pais, sabia que sus teorias pro- vocarian el alejamienco del establishment anglicano, que veia la evolucién como una amenaza para la fe en la confianza humana en la vida furora y.con ello, para su control paternalista de la presente. En 1838, Darwin llené tres cuadernos («Co, «D» y «E») sobre transmutacién, y dos cuadernos paralelos, «Mp» y «No, sobre las implicaciones com- portamentales, psicolégicas y metafisicas de la evolucién para la humanidad. La evolucién estuvo disefiada desde el primer momento para explicar tanto la moralidad humana como la forma cor- poral. La primera vez que Darwin vio a un simio, un Orangutin, en el Zoo de Londres, el 28 de §2 marzo de 1838, el hecho le Hevé a tomar notas sobre sus emociones casi humanas. Comenzé estudiando las expresiones y la conducta de los monos. Cada vez mas determinista en Jo cultural y lo genético (descartaba el libre albedrio por esta época), aceptaba que la moralidad era relativa a la cultura y atribuy6 su origen a los instintos sociales de los animales gregarios. A la afirmacién de Platén segin la cual «nuestras “ideas necesarias [de bien y mal)” provienen de la preexistencia del alma», Darwin respondia: «Léase simmios en lugar de preexistencia» (Barret y otros, Notebooks, M128). Otras observaciones no dejan duda alguna respecto a que sabia cudles eran Jas implicaciones, como, por ejemplo, la de que «toda la estructura [creacionista] se tambalea y cae» (Ibid., C76). Darwin explicaba la herencia de los instintos a través de su codificacién en el sistema nervioso, y consideraba que incluso el «amor de la deidad [era un] efecto de organizacidn, jay, materialista! (Barrett y otros, Notebooks, C166). En una época en la que se esperaba que Ja ciencia diera apoyo a los valores tradicionales, ese materialismo, de haberse hecho ptblico, habria sido un anatema para los conservadores. Darwin, un teorizador anémalo en una época primatiamente intere- sada en describir y clasificar, no estaba dispuesto a exponerse. Su carrera ascendente —habia sido elegido para el Athaenaeum Club en 1838, la 33 Royal Society de Londres en 1839 y el consejo de la Royal Geographical Society en 1840— ya le dejaba meridianamente claro cudnto podia perder. Habia conocido la censura de la Sociedad Pliniana y le era muy conocida la desgracia del anatomista William Lawrence por sostener ideas miaterialistas. En una ocasi6n, Darwin tuvo una pesadilla de una ejecucidén, tal como registré en su cuaderno, y comenzé a imaginar tacticas desactivadoras: «Mencionar la persecucién de los antiguos astrénomos» (Ibid., C123). Demasiado trabajo y poca salud Ievaron a Darwin a las Tierras Altas de Escocia en el verano de 1838. Alii visité las «endas paralelas» de Glen Roy. Darwin comparé estas sendas glaciares con las terrazas escalonadas de Chile, de acuerdo con su teoria de las montarias que se elevan y las cuencas marinas que se hunden. Las sendas fueron el tema de sus «Observaciones sobre las sendas paralelas de Glen Roy», publicadas en 1839 en las Philosophicat Transactions of the Royal Society, Mas tarde caracte- rizaria este articulo como «una inmensa metedura de pata, hasta e] corvejan» (Correspondence, 9.225), porque no habfa tenido en cuenta para nada los efectos de la glaciacidn. No fue tan francamente autocritico en ninguna otra parte de la obra de toda su vida, 54 Ei matrimonio y Malthus A principios de 1838, Darwin comenzé a pensar en el matrimonio. Inveterado catalogador a esas alturas, elaboré un anilisis de los costes y los beneficios (Correspondence, 1.443-5). Para él, las ventajas eran superiores a las desventajas, y unos pocos meses después se comprometié con su prima Emma Wedgwood (1808-1896) casi por rutina. Ea Je tenfa por el «hombre mas transparente que jamas habia visto» (Emma Darwin, 2.6) y, contra el consejo de su padre, Darwin le confid sus creencias secretas. Probablemente, ella se es- candalizaria, porque Darwin anoté que, cuando la visicaba en su casa en Maer, Stadffordshire, se veia obligado a disimular shasta qué punto crea en el materialismo» (Barret y otros, Notebooks, M57). Sin embargo, ambos se amaron fielmente. Por esta época, Darwin se daba cuenta también de la importancia de su obra. En el verano de 1838, co- menz6 a registrar en un diario los acontecirnientos de su vida, comenzando con un recuerdo en 1.700 palabras de su infancia (ésta form6 también parte de su investigacién de la naturaleza de la mente y de lamemoria).Emma era devota,anglicana por bautismo, de convicciones unitarias y, pese a que sus temores por la salvacién eterna de Charles se convirtieron en una penosa corriente subterra- nea durante los primeros afios de matrimonio, se $5 mantuvo siempre comprensiva con su marido y le apoyé constantemente. En septiembre de 1838, Darwin leyé libros sobre estadistica humana. Dado que el sufrimiento crecia en su entorno y la asistencia publica iba en ascenso, Malthus era un personaje de plena actualidad; Darwin ley6 sus Essays on the Principle of Population (Ensayos sobre el principio de la poblacién). A partir de ahi, rapidamente llegé a apreciar que la superpoblacién habia de ser el fac- tor impulsor de la competitividad y la seleccién: Estando como estaba preparado para valorar la lucha por la existencia [...], cai enseguida en la cuenta de que bajo estas circunstancias las variaciones favorables tenderian a pre- servarse y las no favorables, a destruirse [...] Aqui, entonces, obtuve por fin una teoria a partir de la cual trabajar. (Autobiography, 120 [Autobiografia, 60]) La doctrina de Malthus de que la poblacién humana tiende a duplicarse cada 25 afios (si no hay ningiin control o restriccién) impresiond a Darwin, por mas que se encontrara en la flor de la vida y planificara casarse y reproducirse. La cantidad de animales y plantas no era estable, tal como habia pensado; habian nacido demasiados individuos en Ja naturaleza y en la sociedad. La 56 competencia sélo dejaba a los mds adaptados, los mas capaces de dejar descendencia. Cada etapa en la descendencia genealégica era «el supervi- viente de uno entre diez mil intentos» (Barrett y otros, Notebooks, Mac58v); millones tuvieron que morir para que la especie consiguiera adaptarse a las condiciones cambiantes. Darwin anoté esta nueva idea en su cuaderno «D» en una entrada que lleva fecha de} 28 de septiembre. Con su nucleo de superpoblacién y lucha maltusiana, los puntos de vista privados de Darwin sintonizaron con las teorias sociales de los gerifaltes whigs y se divorciaron de las posturas de los radicales anti- maleusianos. Pero, aunque Ja naturaleza felizmente disefiada de William Paley se vio desbancada por la m4as desoladora visi6n de Malthus, Darwin, man- teniendo su fe racional sin credo, siguid viendo fa «desceridencia» (descent) como el mecanismo divino para esta «produccién de los animales superiores» (Ibid, OUN37). La fe de Darwin era demasiado débil hasta para Emma. Ella se lo Ilevé a Ja iglesia del King’s College, en Londres, pero Darwin ya habia dejado de creer en la revelacién divina. Con 10.000 libras procedences del doctor Darwin y la dote de 5.000 de Emma, més una asignacién de 400 libras al ano, Ja pareja era rica. Casados por un primo, el reveren- do John Allen Wedgwood, el 29 de enero de 1839 en St. Peter’s Church, en Maer, se mudaron a una 57 casa alquilada en Upper Gower Street, en Londres, donde Emma pronto quedé embarazada. A estas alturas, Darwin aceptaba ya que tanto las vatiaciones de la mente como las del cuerpo surgian por azar. La seleccién actuaba azarosa- mente alterando los instintos. Era irrelevante si los instintos estaban codificados o no en el cerebro, y esto permicié a Darwin minimizar su materia~ lismo de ta mente y los matices de radicalismo ateo aparejados. Sin embargo, el cardcter azaroso de Ja nueva naturaleza de Darwin le hizo aun mas irreconciliable con la idea de un disefio superior, aunque todavia se imaginaba a Ja naturaleza de una manera antropomérfica, como una especie de omnipotente reproductora que seleccionaba los rasgos més favorables. Habiendo crecido entre la alta burguesia campesina, habia estudiado la cria de animales como materia de curso. Habia discucido con William Yarrell sobre la cria de razas, en particular de perros, y habia aprendido c6mo los reproductores escogian los rasgos deseados de cada camada; hablaba con campesinos y jardineros siempre que podia. Aunque Darwin comenzé un cuaderno sobre «Cuestiones y experimentos» en 1839 acerca de temas de cria, y habia enviado a propietarios carnpesinos conocidos suyos una lista de «cuestiones sobre la cria de animales», la ana- logia entre la seleccién natural y la artificial que iba a f&undamentar todo su trabajo subsiguiente ya 58 estaba completa. El 10 de julio de 1839, Darwin cerraba sv cuaderno «E», su Gltimo y principal cuaderno sobre transmutacion. Los Darwin comenzaron a retirarse, abando- nando reuniones y antiguos circulos. E] hombre que creia que la contingencia gobernaba en biologia Nevaba una vida rutinacia, sus dias eran como «dos gotas de agua» (Correspondence, 2.236). Problemas de estémago, flatulencia y nauseas co- menzaron a fastidiarle, indicando la aparicién de la enfermedad que le perseguirfa toda su vida. Pero tuvo la alegria del nacimiento de su primer hijo, Wiliam Erasmus (1839-1914), el 27 de diciembre de 1839. Las expresiones del nifio fascinaron a Darwin, que tomaba notas comparandolas con Jas de los animales. Un largo periodo de ataques de vomito en 1840 obligé a Darwin a reducir su carga de trabajo y a buscar ayuda médica en un primo lejano, Henry Holland, médico de la alta sociedad. Pas6 dos veranos gravemente enfermo en casa, cuidado por su esposa y su familia, De vuelta a Londres, evitaba contactos innecesarios y dimnitié como secretario de la Sociedad Geolégica en 1841, Al acabar su informe sobre la distribu- cin de las rocas alisadas erraticas y su traslado por los témpanos de hielo en América del Sur, pidid a Hensleigh Wedgwood que lo leyera en la Sociedad, una manera de delegar que habria de incrementar a lo largo de los afios. $9 El segundo hijo de la pareja, Anne Eliza~ beth (1841-1851), nacié el 2 de marzo de 1841. Darwin acabo su Structure and Distribution of Coral Reefs (Estructura y distribucién de los arrecifes de coral) en 1842, primer volumen de una trilogia sobre la geologia de América del Sur, y estudid la penetracién de los abejorros por Ia corola de las ores (publicé sobre ello una nota en el Gar- deners’ Chronicle). A su aislamiento tedrico pronto se afiadié el fisico: persuadié a su padre para que le prestara dinero para comprar un retiro rural en Down (Kent). Antes de partir, redacté un es- bozo de 35 paginas de su ceoria de la evolucién, completado en junio de 1842, que enumeraba los argumentos a favor de la descendencia (descent) y su mecanismo maltusiano de seleccién natural, pero eludia hablar del origen de la moralidad y de los antepasados del hombre. No tenia ninguna intencién de publicarlo de forma inmediata, cier- tamente no durante el verano, con la devastacién de los disturbios obreros en Inglaterra y el suplicio de una huelga general. 60 4. E] naturalista de la parroquia, 1842-1856 Retiro en Down En septiembre de 1842, Darwin se muds con su familia a Down, una parroquia de unos 400 habi- tantes,en North Downs,a unos 25 kilémetros de Londres. Alli, en «el borde extremo del mundo» (Correspondence, 2.352), encontré seguridad y una vieja casa parroquial con seis hectareas de terreno. Down House seria su refugio para los préximos 40 afios. Gran parte de su vida alli iba a parecer la de un préspero parroco del campo, el tipo de hombre que una vez quiso ser. A] comprobar que viajar a Londres, por lo ge- neral, le dejaba «tan fuera de combate que apenas era capaz de hacer nada» (Correspondence, 2.355), cada vez se marginaba mas de la sociedad metro- politana. Emprendié sus obras mas importantes en su casa, equipando su finca como un lugar apto 61 para las investigaciones de historia natural de un caballero aposentado. Habja renovado y ampliado la casa, acondicionado Jos campos y ajardinado el terreno, y ahondé el sendero que daba a Ja ventana de su estudio para impedir que los transetintes pudieran atisbar el interior. Planté una arboleda y dispuso en ella su camino del pensamiento (su «thinking path»), y un paseo de arena (el «sand- walk»), y comenzé (aunque lo abandondé) un diario de campo, siguiendo los pasos del reverendo Gilbert White. Durante el invierno de 1843-1844, con el segundo volumen de su geologia del Bea- gle, Volcanic Islands (Islas volcanicas), enviado a imprena, Darwin transformé el esbozo a lapiz de su teoria de las especies en un ensayo coherente. Abordaba el tema de la transmutacién con unos Pocos amigos con cijerta inquietud, temiendo que sus ideas parecieran «pura bazofiav. «Estoy casi convencido (muy al contrario de la opinién con la que empecé) de que las especies no son (es como confesar un asesinato) inmutables», es- cribia al joven bot4nico de Kew, Joseph Dalton Hooker: «Ahora estar rugiendo y preguntandose “con qué clase de hombre he estado perdiendo el tiempo carteandome”’.. .» (Ibid., 3.2 [Cartas, 107]). Hooker, sin embargo, no tuvo una reaccién de rechazo.Animado por su respuesta, Darwin acabé el manuscrito de 231 paginas en febrero de 1844. Lo habia hecho copiar en mpio a un maestro 62 de escuela local y lo confid a su esposa con una carta que deberia abrirse en caso de una «muerte stibita» suya, estableciendo como su «mas solemne y Gleima voluntad» que ella debia comprometerse a buscar a un editor que publicara su teoria pds- tumamente. «Si es aceptada, incluso por un juez competente, constituira un paso considerable para la ciencia» (Ibid., 3.43 [Cartas, 108}). Los motivos de Darwin para no publicar en aquel momento implicaban indudablemente prudencia con una mezcla de enorme ansiedad. Su Diario le habia procurado una entrada en la sociedad cientifica mundial y una reputacién entre los viajeros; animales y plantas recibian su nombre; estaba muy bien considerado entre los sabios de Londres -ejercid como vicepresidente de la So- ciedad Geoldgica en 1844 y, sobre todo, estaban sus amigos clérigos determinados a vigilar que la ciencia se responsabilizara del statu quo creacio- nista y le diera apoyo: una palabra fuera de lugar y la reputacién de Darwin peligraria. De hecho, vio cémo una popularizacién de la evolucién, Vestiges of the Natural History of Creation (Vestigios de la historia natural de Ja creaci6n), de 1844, escandalizaba a la sociedad intelectual sdlo unas pocas semanas después de haber terminado su ensayo. Leyé las resefias con inquietud, sabiendo que el libro anénimo —publicado por Robert Chambers— incluso le habia sido atribuido a 63 él, «cosa por la que», admitia, «deberia sentirme tan halagado como ultrajado» (Correspondence, 3.282). Los Vestiges atrajeron bastantes improperios cientificos y teoldégicos, en particular por parte de los conservadores. Darwin no iba a exponer su propia teoria arriesgandose a sufrir el mismo destino, pero al mismo tiempo se sintiéd empuja- do a reunir mas y mas pruebas autoritativas para fundamentarla. Hooker, aunque escéptico en lo tocante a Ja cransmutacion, se convirtié en el tornavoz de Darwin y en su contrincante dialéctico, un amigo fiable cuyos conocimientos enciclopédicos so- bre plantas estaban siempre a su disposicién. Fue Hooker quien inadvertidamente le imputlsé hacia su nuevo proyecto al poner de relieve que sdlo quien hubiera estudiado muchas especies estaba en condiciones de hablar de su origen. De este modo, tras acabar su ultimo libro basado en el viaje de] Beagle, Geological Observations on South America (Observaciones geolégicas en América del Sur), en 1846, Darwin volvid a los percebes. Pretendia sélo describir una minuscula especie andémala que habia recogido en el sur de Chile, el Arthrobalanus, pero acabé diseccionando y describiendo todas las especies conocidas, vivas y extinguidas. Lo que hallé confirmaba sus ideas sobre el origen de Jos sexos a partir de ancestros invertebrados hermafroditas y reforzé su creencia 64 en Ja transmutacién. Cada parte de cada especie era variable, y razonaba cémo los percebes habian descendido de parientes cancriformes. Enfermedad y vida familiar Durante este periodo, la familia crecia y prospe- raba. Emma, constantemente embarazada durante los primeros 12 afios de matrimonio, dio a luz a ocho hijos mds: Mary Eleanor, que murié a las tres semanas de nacer, en 1842; Henrietta Emma (1843-1929); George Howard (1845-1912); Elizabeth (1847-1926); Francis (1848-1925); Leonard (1850-1943); Horace (1851-1928), y Charles Waring (1856-1858). Con la ayuda de su padre, Darwin planificé cuidadosamente su futuro, adquiriendo tierras en Lincolnshire y reinvirtiendo los ingresos de sus inversiones y los de su mujer. Una respetabilidad prdspera habia de ser la herencia de sus hijos. Siguiendo el ejemplo de su amigo J. S. Henslow, Darwin se convirtidé en un pilar de la parroquia. Suscribid mejoras a favor de la parroquia y aconsejaba al titular, el reverendo John Innes, sobre asuntos de educaci6n y de caridad. Darwin pasé a ser el tesorero del Coal and Clothing Club del pueblo y en 1850 fundé con el reverendo Innes la Down Friendly Society, en la que Darwin ejercid de custodio 65 y tesorero. Debatié también sobre cuestiones caritativas y comunales con Sir John Lubbock, matematico y banquero cuya casa, «High Elms», se encontraba cerca. El est6mago de Darwin continuaba fastidian- dole. Experimentaba sobre si mismo, dejando e] rapé e intentando majfiosas electrocerapias, todo en vano. Su padre, al que reverenciaba, era una fuente constante de orientacién médica. Después de su muerte en 1848, la salud de Darwin se deterioré notablemente, con crisis de vémitos, flatulencia, sensacién de desmayo y de motas negras ante los ojos, y de nuevo se puso en manos del doctor Holland. Crecia su abatimiento, esperando una muerte inminente, y le toreuraba la ansiedad. Habia estado incluso demasiado enfermo, decia, para Uegar a tiempo a Shrewsbury para el funeral de su padre (aunque llegé el mismo dia més tarde). Con la ayuda de Emma, volvié a dedicarse a la lectura religiosa, pero a esas alturas era incapaz de creer «con el mismo espiritu [...] con que las mujeres creen en todos y cada uno de esos temas» (Correspondence, 3.141). Justo al cumplir los 40, en 1849, estuvo desesperadamente huido durante cuatro meses —su més dilatada ansencia de Down- en un balneario en Malvern dirigido por e] hidropatico de moda, James Manby Gully. La cura de aguas parecia funcionar y Darwin mantuvo el régimen energético de agua fria al 66 volver a casa, con Joseph Parslow, el mayordomo de Down House, que le echaba agua abundante encima. Tiritaba de frio, caminando a paso lento arriba y abajo en un cobertizo construido espe~ cialmente para ducharse durante todo el invierno. Darwin variaba el tratamiento de acuerdo con las instrucciones de Gully y registré obsesiva y so- lapadamente sus sintomas cada dia, durante seis aiios, en unos pliegos ordinarios que le servian de diario de salud. Tras muchas recaidas y temiendo que sus achaques fueran un defecto hereditario, abandoné «toda esperanza de volver a ser alguna vez un hombre fuerte» (Ibid., 4.369). En 1850, Anne, su hija mayor y favorita, en- fermé. Unos dias antes de Pascua, Darwin se la levé con él a Malvern, confiando en los cuidados de Gully, pero alli desarrollé unas fiebres virulentas y murié. Emma, embarazada, se habia quedado en Down, rezando en vano.A partir de entonces, ni é) ni ella supieron «ver por ningun lado un destello de bienestar» (Correspondence, 5.27). Darwin mismo no encontraba consuelo en el cristianismo para lo que él llamé «nuestra amarga y cruel pérdida» (Ibid., 5.32). Compuso una conmovedora elegia, retratando a «Annie» como un ejemplo de na- turaleza humana en su perfeccién fisica y moral. «Formada para vivir una vida feliz» (Ibid., 5.542), habja caido en Ja amoral lucha por la existencia, y Darwin Wegé a creer entonces que todos sus hijos 67

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