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DE SEVILLA AL NUEVO MUNDO (1492-1521): LA REAL HACIENDA Y EL NEGOCIO DE LOS METALES PRECIOSOS Por JAIME J. LACUEVA MUNOZ La produccién de metales preciosos y su circulacién co- se beneficiaron de su impulso expansionista. En la sucesién de esas etapas, las formas de adquirir los metales y la participacién y particulari- dades, Sin embargo, por debajo de los de adaptacién pueden encor nencia que obedecen a una @ una misma concepeién de la at hhunden sus 1 Ta herencia medieval cast la influencia que las comunidades de comerciant se JAIME J, LACUEVA MUROZ endo con sus nuevas pa escenario econémico de los puertos andaluces. Hace ya mas de veinte afios Enrique Otte a descubrimicnto de América fu 1492 fue prematura”. Diseipulo de Ramén Carand ‘uno de los mayores expertos en el comercio se lantea muchos interrog tiempo encierra también la respuesta de muchos de ellos. Quizé el descubrimiento de Améri ble porque Europa estaba condenada, como expresé Mare Bloch, a buscar lejos el oro que demandaba y a convertirse, por ello, en con- imentada por los cultivos y ganados que se extendian por las nes, hasta entonces desaprovechadas, por las que Europa se expandié antes de romper los limites de sus horizontes continen- tales, espacios a los que Braudel lamé las Américas internas. Al tiempo, se producia el transito de una economia esencialmente aue térquica ~en la que el escaso comercio que se practicaba tenia un vvez cobraban mas peso las, sn la que, poco a poco, se imponian las técnicas y practicas capitalistas que dinamizaban el comercio como motor de todos aquellos cambios. En esa coyuntura, tanto la Europa cristiana como el mundo deficitaria con los de metales. DE SEVILLA AL NUEVO MUNDO (1492-1521) sas produccién europea de metales preciosos era menor que el volumen de su exportacién de metales. En conse- cuencia, el valor de los metales preciosos ascendia. Pero cuan- do se descubria el valor de los metales preciosos disminuia por ia, hasta que las exportaciones hacia los mercados asi su precio. Este cualquier empr cada vez mis rent La adquisicién de metales preciosos como la de cualquier ‘0 bien~ puede y podia r ‘mediante el intercambio, La produccién, es decir, la mineria sultaba una actividad relativamente segura, pero generaba unos -vaba largo tiempo en exp! baja ley 0 sus reservas estaban se que se descubrieron nus pero esa produccién rest repiiblicasitalianas con los puertos del Mediterraneo oriental se- guia drenando el stock europeo de plata y oro. Por su parte, el intercambio ofrecia un abanico més am- jo de posibilidades que la produccién, Pero éste no se Ii ‘mereados europeos, habria sido muy dificil encontrar un articulo con cuya exportacién pudiera satisfacerse su voracidad de meta- les, Y no debe sorprendernos que, a las escasas ofrecia el mercado, la Europa cristiana bajome 546 JAIME J, LACUEVA MUROZ buscando otras alternativas para adquirir metales preciosos. De a mayor parte de los metales preciosos que entraron en circulacién en los mercados europeos durante la centuria anterior 1492 no procedian directamente del subsuelo, sino que tenian fs alla de los presente se funda tan vienen también en props lugar- el intercambio natural la reciprocidad, como indicaron hace muchos afios, Marcel Mauss, Dopsch, Polanyi y tantos otros”? ‘Aesas modalidades de intercambio se sumaban también aba el ejercicio de esa violencia en nombre de su autoridad y podian, inc far lugar a sionadas, complejas y duraderas cuando una entidad politica lograba imponer a otra él pago de un tributo de someti ‘bre todo al de Granada, el pago de las parias, el ibuto de vasallaje con el que éstos compraron su st durante mas de dos siglos.* ¥ con ese fi recaudacién la Corona concentraba en Sevilla, se compens6 en 4 Ruggco Romano, Mecanimo y laments de sta econo clonal americana ‘Valin, Cy enperaion Silos J1'y XY Va Jost Maria Lara, Cionzucin pris, palin yes etdas. Zaragoza: Anka, 1981 DE SEVILLA AL NUEVO MUND 92-1821) sa parte la escasez de metales preciosos que amenazaba con colap- sar el desarrollo del comercio europeo bajomediev: imismo, otra de las alternativas con que con ino para adquitir metales preciosos era el rescate as, que es una forma de intercambio comercial, que no mere rescate no constituye una re puesto que no se intercambian bienes de valor eqi lo que puede definirse como intercambio desigual o asimétrico. Para que pueda Ilevarse a cabo es nece portante diferencia entre los cidente cx de mercar nes intercambiados que hace la parte contraria, de valores culturales que requiere la pri je una parte sobre ga un momento ‘mutua y el consentimiento necesario para un pacifico. Por eso, es muy probable que, en algiin momento del negocio, la parte tecnolégicamente més desarrollada considere cillamente, decida pasar del rescate al robo. Es muy probable también que en el negocio de rescate © en a prictica del saqueo- se adquieran bienes que traigan aparejado cierto reconocimiento social y no solo tengan un va- lor meramente econémico, como puede ser el caso del metal precioso sin acufiar cios, ejecutados de gobernante alguna causa legi que estos nego- -mpo, reporten al para reclamar posteriormente 48 JAIME J, LACUEVA MUROZ frente sus pares ‘dad de determinados derechos sobre los tertitorios donde sus stibditos los llevaron a cabo. En cualquiera de esos casos, a camt audacia y del riesgo invert el que rescata puede reclamar para sf una recompensa que vaya ld de lo meramente material 0, al menos, sentirse justo sdor de sma de va- lores econdmicos ligados al prestigio mds que al beneficio como que los como medio de adquirir bienes de prestigio, como son los meta- costas de Africa y los lo XV. Con ello, al oro que entraba en Castilla en pago de las parias del Reino de Granada se legaba al puerto de Lisboa procedente de Guinea y 1 Oro del Rey de Portugal. Pero desde también participaron en ese negocio a Ia zaga de ls portuguese. Primero, los pescadres comenvaon a adentrarse cada vez mas en aquellas aguas de la costa de Guinea en busca de los bancos de pesca de los que hablaban las tripulaciones portuguesas y a los barcos pesqueros siguieron otras expediciones que inici mn la finalidad estrctamente defensiva de re- presaliar a los piratas berberiscos, pero que también sol aparejadas la préctica del rescate de mercancias exéticas, asalto a las propias naves portuguesas, la captura de esclavos y el saqueo © la obtencién de botines en los poblados de las costas magrebi y rmauritana.* pp. AOT=A18 DE SEVILLA AL NUEVO MUNDO (1492-1521) 389 Asi, los hombres de la mar y de la guerra de la Baja An- de las villas onubenses y gaditanas y de otras pobla- donde la actividad militar era comin, se aventuraban siguien- do la costa africana hacia el sur sentando un precedente claro de lo que més tarde se haria en las Indias. Como narra un texto de la época, dah “De Jerez de la Frontera y de El Puerto de Santa Ma- ria y de Cédiz y de Sanhicar y el Ducado de Medina Sidonia y de Gibraltar y de Cartagena y de Lorca y de la costa de la mar, porque en estos lugares to tienen por uso ir al Africa y saltear y corter la tierra y barajar aduares y aldeas y tomar navios de mores [...] entre los cuales hombres y gentes en los dichos lugares hay adalides que, desde Bugia hasta la parte de Tetuan, que es cabe Ceuta, no hay lugar ni cereado, ni aldea, ni aduares, ni ardiles dispuestos donde no puedan fender y hacer guerra que ellos no sepan cémo se ha de hacer" Todas estas nuevas posibilidades de explotacion econd- ca permiticron que los marinos y los nobles andaluces se arizaran con el escenario atlintico, en el que las islas Ca- arias —fuente de la orchilla, los esclavos guanches y la caita fiear- actuarian como laboratorio de la futura expansion americana. De hecho, mucho antes de 1492, esa afluencia de oro y productos exéticos (coloniales, entre comillas) otorgaba a Sevilla una total singularidad sobre el resto de puertos eu- ropeos y potenciaba los negocios de intermediacién comercial y exportacién de productos de Ia tierra desarrollados por las naciones de comerciantes extranjeros, sobre todo italianos (ge- noveses), afincados en la ciudad, que habian legado al poco de su reconquista atraidos por su estratégica situacion y por ‘excelente reomido por todos estos te $50 JAIME J, LACUEVA MUROZ Jas ventajas que ofrecia operar en un puerto bajo control de un reino cristiano. En Sevilla se desarrollé también una importante actividad financiera surgida al calor de su actividad mercantil y de su fun- cin como principal centro de percepcion fiscal. Se fue configu- rando como la capital del arco litoral andaluz, como la capital del oro de los sighos XIV y XV, en palabras de Hers, como for- taleza y mercado, segiin Carande, pues era sin duda la ciudad que mayores recursos financieros offecia a la Corona de Cast centralizar la recaudacién de las parias, del almojarifazgo real y, imen aduanero anejo a su gran comercio fas fomentadas por el irifico.* Letras de cambio, seguros maritimos, herramientas de crédito, sociedades comerciales, asociaciones consulares... he- rramientas a las que se unian las carabelas, navio que tamt fue producto de esa misma regién que Chaunu denominé “el mas atlantico de todos los Mediterréneos” y, més alld de ella, “el mas mediterraneo de todos los Atlinticos”, regién de la que Sevilla y Lisboa eran las indiscutibles cabeceras.’ Fs muy probable que el hecho de que Sevilla fuera ya la ital del oro explique aquellas palabras de Otte acerca de que “la realizacién del descubrimiento de América también fue pre- matura”, pues “debido al montaje comercial de las islas Canarias y su pleno envolvimiento en el lejano comercio europeo y afti- cano, los medios empresariales de Sevilla no sintieron interés por los planes de Colén”, con la tinica excepcién del mercader florentino Gianotto Bera 8. Miguel Ange! Ladero Quesads,"Almojarifacgo sevillano y comercio, exterior de DE SEVILLA AL NUEVO MUNDO (1492-1521) ssi Ahora bien, unos diez afios antes de que Colén expusiera sus planes a los Reyes por primera vez, después de haber ofre- cido su proyecto Portugal, tuvo lugar la que ha sido llamada la primera guerra colonial entre dos paises europeos. Al morir En- rigue IV en 1474 y quedar vacante el trono de Castilla, Alfonso 'V de Portugal pretendie sin éxito respaldar los derechos de su es- posa, Juana, la Beltraneja, hija y hetedera del rey difunto, frente a los de Isabel y su marido Fernando de Aragon. La guerra Portugal (1474-1479) se convirtié, asimismo, en una guerra ci en la que las diferentes facciones de la nobleza castellana apoya- ron a una w otra pretendiente, y en la que afforarian todas las ten- acumuladas entre la Corona y la nobleza, Desde el punto le vista militar, la guerra consistié en una serie de encuentros por tierra, entre los cuales el més importante fue la batalla de Toro, y un frente maritimo, con acciones de dos tipos: proteccién de les costas propias y ofensiva a los puertos y al comercio contrario, Esta seria la causa de las primeras muestras de interés de la Corona de Castilla por la empresa atlintica, en la que toda la presencia castellana habia sido acaparada por completo hasta entonces por la iniciativa privada y en Ia que Portugal le levaba una larga ventaja. Asi, en agosto de 1475, Doma Isabel ignora la exclusividad portuguesa otorgada por el Papa con k bula Romanus Pontifex, de 1455, y autoriza a sus stibditos a navegar por las aguas alricanas siempre que cuenten con cia real, lo que equivale a arrogarse la soberania sobre ellas y a legitimar un comercio que hasta entonces se venia practicando fuera de la norma. Para controlar este comercio, la reina Isabel, ordend que se cobrara un nuevo impuesto, el quinto real o guin- to de la mar, justificado en la proteccién armada que se daba a las naves castellanas que navegaran por aquellas aguas. Ello exigia que en los navios que acudieran a los rescates de Guinea fuera un escribano que registrara las mercancias adquiridas y tasara el monto correspondiente a la Corona. Y para fiscalizar estos ingresos se nombré a dos receptores de quintos, que te- njan su asiento en Sevilla -l6gicamente, por ser tmico puerto de realengo de toda la Andalucia atlintica-, y se exigié a los ca- bildos de Jerez y Sevilla que secuestraran ios bienes de quienes navegasen sin licencia, $92 JAIME J, LACUEVA MUROZ Casi al final de las hostilidades, en 1479, se implant6 una medida que estaba llamada a hacer fortuna mis tarde en la Carre- ra de Indias, el sistema de navegacién en conserva, que obligaba alos mercantes que quisieran ir a comerciar a la Mina del Oro a incorporarse a un convoy que viajaba protegido por una escolta de naves de guerra. Asi, para estos aftos se tienen noticias de rnumerosas navegaciones aisladas y de algunas grandes expedi- ciones organizadas por los marinos y comerciantes de Andalucia, “las gentes de la mar y de la guerra” de los puertos andaluces de Sevilla, la ria de onubense y la bahia de Cadiz. Pero en su rivalidad con Portugal, 1os Reyes Catélicos habrian de moverse por un p a la vez que utilizaban a su favor la presencia de castellana en las aguas de exclusividad portuguesa, habian de reforzar el control sobre sus propios suibditos, porqu indicacién ante Portugal suponia, a la vez, un refuerzo de la autoridad de la Corona sobre la nobleza y su influencia sobre la empresa atlintica, antes no cuestionada. Por eso también los Reyes Catdlicos se decidieron a recuperar el control sobre una serie de puertos andaluces desde los que poder hacer suyo el protagonismo de la empresa atlintica. Fundaron la villa de Puerto Real en 1483, y compraron mas tarde parte de la jurisdiccién de los puertos de Palos y Cadiz, extendiendo su control desde Sevilla a los puertos del litoral atlantico andaluz donde arribaban las naves que pescaban, saqueaban y rescataban en las costas africanas, En paralelo, los Reyes Catélicos habian designado una Junta que estudiara Ia situacién de las Canarias y la conve- niencia de adquirir también los derechos sobre las islas y orga- nizar la anexién de Gran Canaria (1478-1483) como empresa y la de La Palma (1492-1493) y Tenerife (1494-1496) como empresas particulares del adelantado Ferndndez de Lugo, con quien se firmaron capitulaciones para tal fin, Las lltimas conquistas serian contemporineas del hecho ameri- cano y servirian como experiencia para prolongar al Nuevo ‘Mundo los dominios de la Corona de Castilla. En definitiva, las reivindicaciones diplomiticas que Isa bel hizo sobre la costa de Guinea respondian a la estrategi del enfrentamiento bélico sucesorio. Pero, mas allé del con- DE SEVILLA AL NUEVO MUNDO (1492-1521) $93 flicto con Portugal, zanjado con el Tratado de Alcagovas-To- edo (1479-80), también eran una clara muestra de su empeiio en la consolidacién del poder real, doblemente amenazado no sélo desde fuera, sino sobre todo desde dentro del reino. En este sentido, romper la exclusividad portuguesa era parte de un plan dispuesto para recuperar los resortes del poder de la Corona en el escenario del Atlintico, afirmindose asi sobre las grandes casas nobiliarias. Para ello, se haria necesario, en primer lugar, des la proteccién de la Corona sobre las actividades comerciales de los particulares, desplazando a los duques andaluces del negocio maritimo. En segundo lugar, imponer a cambio de su proteccién unas rentas que gravaran esos negocios, fuente de ingresos con que sufragar las crecientes obligaciones fi- nancieras de la Corona, derivadas de la politica que se suele identificar con la formacién del Estado moderno. En tercer lugar, consolidar en Sevilla una estructura administrativa ya previamente configurada que se encargara de recaudar los nuevos impuestos.” fo extrafia en absoluto que una vez tomada posesion de la Isla Espafola, fracasara por completo el intento de Co- on de establecer un modelo de explotacién colonial basado en su experiencia previa en las factorias portuguesas y en la tradicién mediterrinea. A ese fracaso contribuycron factores improvisados imprevistos, como fueron las caracteristicas cuantitativas y cualitativas del segundo viaje colombino, con un contingenie demasiado numeroso y demasiado heterogé- neo, y definido por una clara vocacién colonizadora, quizé cs de Hula al Atco (1470 188", Amari de Estadio Americana, vl. XXV (1968), 9p 565-57, ss JAIME J, LACUEVA MUROZ impuesta por las bulas alejandrinas, lo cual era totalmente contradictorio con el modelo de factoria que tedricamente se pretendia establecer.* También el hecho de que las Antillas no fuesen las costas afticanas impregnadas 0, al menos, relacionadas tangencial- mente con la tradicién econémica del mundo iskimico, ni las ricas tierras del Catay y del Cipango, descritas en los relatos de Marco Polo, donde se suponia que corria el oro a raudales y abundaba el trato de las especias, ni siquiera la verdadera India ala que llegaria Vasco de Gama para encontrar sociedades que contaban con instituciones complejas y economias urbanas y monetizadas, A diferencia de esas expectativas, en las Antillas no habia ni ciudades, ni mercaderes con los que contratar, ni mercancias producidas por los indigenas con las que negociar de forma ventajosa. No habia especias y el oro encontrado era escaso y no satisfacia, ni de cerca, las demandas de los colonos. Estos no se contentaban con permanccer como empleados de la fac- toria, sino que reclamaban libertad para conquistar y colonizar nuevas tierras y pretendian convertirse en sefores de vasallos, formas de progresién social propias de la herencia castellana medieval que tampoco eran compatibles con el proyecto de fac- torias comerciales. Pero también contribuyeron al fracaso de la factoria co- Jombina las oportunas e interesadas intervenciones de destaca- dos miembros de la élite mercantil sevillana, Tigada al capital privado y extranjero, que ~segiin ha expuesto Bernal~ termi- naron por “inclinar la balanza de la negociacién y explotacién colonial a favor de los agentes econémicos privados”.* La pri- ‘mera de ellas correspondié al florentino Gianotto Berardi. Este, apesar de ser el principal socio de Colén, no dudé en aconsejar alos Reyes la conveniencia de abrir el negocio de las Indias a DE SEVILLA AL NUEVO MUNDO (1492-1521) $85 la iniciativa privada como forma de garantizar la ocupacién y la explotacién rentable de las nuevas tierras al menor coste po- le para el Erario. En su famoso Memorial de 1494, Berardi afirmaba lo siguient “dando esta libertad © franqueza a la gente que esté en la dicha isla [Espafiola] e a los que allé fueren, ereo que se poblaré mucho, ¢ se descubrirdn las otras, irin of- ciales ¢ descubridores de mineros ¢ de otros oficios, c cobdicia del provecho que se les puede seguir, de Ia c causa V.A. recibiré servicio [...] Asimismo los que fue- ren a rescatar a las dichas islas, verdn en ellas ¢ sabrén las mereaderias que son buenas para venderlas, ¢ lo que de alld pueden traer[...] de manera que Ia isla seré bien abastecida[...] E haciendo esto, me parece que (...] mer caderes e gentes de la mar habrin por bueno de demandar licencia a V.A. de poder ir con vituallas a la dicha isla para comprar el rescate en contra de ella (..] pagando de lo que rescataren el quinto para V.A.”." Es cierto que este modelo basado en fa iniciativa privada resultaba absolutamente contradictorio con las décimas y ocha- vas colombinas, y con el modelo de gestién y beneficios exclu- sivos por parte de una sociedad monopolistica formada por los Reyes y el Almirante, convertida en lo que Bernal ha definido como “armador y promotor empresarial exclusivo”." Pero se adecuaba mucho mejor a la realidad y a las necesidades de la colonia de La Espafiola. Por eso comenzé a legislarse en este sentido ya con la Real Provision de 10 de abril de 1495, que supuso tin primer paso en hacia el desmantelamiento de los pri- vilegios de Colén. Por un lado, el comercio particular encontraba un negocio con el que podia hucrarse satisfaciendo las demandas $56 JAIME J, LACUEVA MUROZ del incipiente mercado americano, sentando las bases de lo que se llamaria Carrera de Indias. Por otto, la Corona se liberaba de su responsabilidad de abastecer a sus sibditos en La Espafiola, hallando una forma gratuita de extender sus dominios plus ultra del Océano. Sin riesgos financieros, y con la posibitidad aun de generar nuevos ingresos fiscales, el proceso de descubrimiento y conquista se haria a partir de entonces sin coste alguno para la Real Hacienda, salvo contadisimas excepciones. De hecho, ya sefialé Carande que los gastos c inversiones hechos en Indias por Ja Hacienda Real castellana durante los reinados de los Reyes Catélicos y Carlos I serian insignificantes, algo que de lo que ya se lamentaba Gonzalo Femandez de Oviedo al expresar que “casi nunca Sus Majestades ponen su hacienda y dinero en estos ‘nuevos descubrimientos, excepto papel y buenas palabras”. Aquel modelo propuesto por Berardi era, ademis, mucho més légico y coherente con los precedentes y con la capacidad ‘0 mejor dicho, con la incapacidad~ de la Corona para gestionar directamente un comercio tan complejo. Por eso, aunque tardara aiin varios afios en aplicarse por la resistencia del Almir evidencia acabaria por imponerse. Precisamente, en ese punto insistia el memorial de Vespucio dirigido a la reina Juae na” el 9 de diciembre de 1508, que supondria -como ha expli- cado Bernal basandose en los trabajos de Demetrio Ramos~ “el argumento final que culminaria con el abandono de cualquier pretensién de monopolio regio, dejando expedita la via de la contratacién colonial a favor de Ia iniciativa privada”. Como ha- bian hecho los Reyes Catélicos con Berardi afios antes, la reina requirié ahora a Vespucio su opinién acerca de cudl de las dos siguientes alternativas era mas ventajosa para favorecer el esta- blecimiento de un tréfico fluido con las Indias. La primera opcién consistia en definir el tréfico de mercancias “por una sola mano y que S.A. lleve el provecho segiin que lo hace el rey de Portugal eno de la Mina de Oro”, es decir, seggin un modelo de monopo- lio estatal desarrollado a costo y beneficio de la Corona. La se- gunda opcién posible era dejar definitivamente abierta la puerta a 18. Gonzalo Femdndc? de Oviedo, Historia general y natural de at Indias. Méx- ca Centro de Esti de Historia de Méxoo-Condume, 1979, hb. 35, cap. IN. DE SEVILLA AL NUEVO MUNDO (1492-1521) ss la negociacién privada y al comercio libre, de manera “que cada uno tenga libertad de ir y llevar lo que quisiere”. Légicamente, ‘Vespucio se manifest abiertamente partidario de no implantar el ‘monopolio estatal, aduciendo que el trato del rey de Portugal con. Guinea era bien distinto, porque consistia en el intercambio de “una o dos mercaderias apreciadas a cierto precio, y de aquellas le responden los factores que alld tiene con el valor del mismo precio o con la ropa”. En cambio ~continuaba en sti argumento comercio con las Indias se caracterizaba desde el primer momento por la diversidad de mercaneias, necesaria para abastecer a los colonos espafioles que alli residian, situacién bien distinta a la que solia darse en las feitorias portuguesas de la costa africana.” De esta forma, la Corona remunciaba a la explotacién direc ta de las riquezas de las Indias y se contentaba con percibir unos ingresos procedentes de la imposicion fiscal sobre las actividades econémicas de los particulares, Este protagonismo cedido a la iniciativa privada en cl tréfico ultramarino viene a ser —siguiendo Bemal- el rasgo mas original y caracteristico del colonialismo castellano en relacién al resto de colonialismos europeos de la Edad Modema y marca la diferencia con el caso portugues, en el que las expediciones y negociaciones maritimas se hicieron a costa de las inversiones patrimoniales de la Corona, que gestiond directamente el comercio con sus factorias coloniales en forma de monopolio de Estado y se involucré en el negocio tanto como habfan hecho las repiiblicas mercantiles mediterréneas y harian Iuego los reyes de Inglaterra. Esta radical diferencia niega, por otra parte, que los pre~ cedentes portugueses de la Casa de Ceuta, da Mina e Tratos de Guiné 0 de la Casa da Mina e India puedan identificarse como modelos de la sevillana Casa de la Contratacién de las Indias, que ya venia funcionando desde 1503 y cuyo texto fundacional as Ordenanzas de Alcala de Henares~ se inspiraron claramente ‘alladolié Seminario Americas, 1981, p. 927 598 JAIME J, LACUEVA MUROZ en el memorial anénimo que Schafer atribuyé a Pinelo.* Como aclara Bernal, “la posible relacién de filiacion institucional entre el modelo castellano y portugués es més aparente que real y no va ‘mucho més allé de circunstanciales coincidencias puramente for- males y nominales”. Ciertamente, existian diferencias esenciales entre él modelo portugués de monopolio regio ~definido, inclu- so, como capitalismo de Estado- y el modelo castellano, basado en Ia iniciativa particular. De hecho, “las practicas colonizadoras de Castilla y Portugal nada tuvieron de concomitantes ni en sus origenes, ni en sus fundamentos, ni en sus instrumentos ni en su desarrollo y, en consecuencia, los organismos responsables de ellas fueron juridica e institucionalmente distintos en sus cometi- dos y resporisabilidades”.» Por eso, la Casa sevillana se ereé para ejercer unas funciones bien distintas de las que cumplian las Ca- sas de Lisboa y se desempefaria -precisa Serrera~ “inicamen- te como un organismo de control y no como una organizacién dedicada a practicar directamente el comercio”, configurndose como “un hibrido de aduana y oficina comercial muy marcado se haga un Casa de neceaio tds ls er para provest parla contatacién ‘ye El mem chi, qu ro de unt de as ‘dela Casson numero ydcterminanes, Se prove yet ue tended IC des princes 1 Fie ellis, pareen leg ‘Sslamanes: sodelos de Cas de 21, Bera, “La Casa de a Const”. DE SEVILLA AL NUEVO MUNDO (1492-15 59 por su cardcter mercantil”." En cualquier caso, el establecimien- to de una insttucién de este tipo no debia ser nada novedoso si desde 1495, segtin sefiala Consuelo Varela, ya “existia en Se una suerte de oficina una casa de bastimentos, la llama en otro pasaje~ desde donde se dirigian, ordenaban y contabilizaban los viajes de descubrimicnto que los castellanos llevaban a cabo en aquellos afios; primero hacia las Canarias y, mas tarde, al Nuevo Mundo”.» La ereacién de la Casa de la Contratacién y la definitiva liminacién de Colén como piedra angular de la explotacién co- mercial y el gobiemo de las Indias implicaron un cambio fun- damental cspatiola en América seguitia constretida en el marco geogrifico de las Antillas los litorales del Caribe. Y toda esa siguiente eta- pa continuaria caracterizindose por las constantes vacil que resultaron de la incapacidad del medio ambiente insular y de la poblacién antillana para soportar el modelo de explotacién, econémica y social que los primeros colonos pretendicron impo- net. En un balance final, seria dificil medir si los éxitos superaron ‘9 no a los fracasos. Pero las decepciones de los conquistadores y colonos no acabarian imponiéndose sobre sus esperanzas -ni, ‘mucho menos, sobre su codicia- porque las Indias no acababan en el Caribe y quizé también porque los motivos que les habian empujado a cruzar el Atlintico eran mas fuertes incluso que los que encontraban para tomar el camino de vuelta a sus lugares de origen. En cualquier caso, 1a etapa antillana demostraria que los modelos de organizacién deberian adecuarse a la naturale- za indiana y no viceversa, y que s6lo asi podrian establecerse las bases de un negocio rentable y de un dominio duradero. De este modo, Ia flexibilidad o rigidez que manifestara el modelo de explotacién econémica determinaria el grado de eficacia del control ejercido por la Corona en su empresa americana y, en Varela, “Cote Vila, La Casa de a Conratacin y "2 Acosta, Gonzlez rnavepacin ene Espa y América 22 60 JAIME J, LACUEVA MUROZ definitiva, el éxito 0 el fracaso de la colonizacién espafiola en las Indias, La definicién del modelo que habria de perdurar comenzd a gestarse durante el gobierno de Nicols de Ovando, bajo cuyo rmandato se implantaron en las Indias una serie de instituciones que condicionarian el desarrollo posterior de la conquista y la colonizacién. Como indica Mira Caballos, Ovando “supo con- solidar un modelo de organizacién, centralizado en La Espaiiola, que servird de referente para toda la colonizacién espaiola de Ultramar. No en vano fue durante su administracién cuando se fundaron los primeros hospitales, se diseiié el primer urbanismo y se asentaron los fundamentos de un nuevo orden econdmico y social que, con muy pocas variantes, pasé luego a todo el cont nente americano”, donde “tuvo una vigencia de més de tres si- glos”. Durante los ocho afos que duré su gobierno pacificé y colonizé La Espafiola y el proceso de descubrimiento se extendid al resto de islas del Caribe. Con todo ello, consiguieron despe- Jarse, en su mayor parte, las dudas sobre la viabilidad econémica de los nuevos tertit manera que, sia st frat como escribi “la empresa era un completo éxito”. En efecto, a dos afios de iniciarse su mandato los ingresos de la Real Hacienda ya permitian cubrir los salarios de la nacien- te burvcracia y aportar beneficios a la Corona, lo que indica que Jas compaitias comerciales que se habian lanzado a cubrir las necesidades del mercado colonial también resultaban ya renta- bles. Las claves de este desarrollo econdmico se basaron en la ereacién de una estructura administrativa recaudatoria y la con- rade de as Indias (1501-1509), Mai 1956, p. XX. En el mismo senda, Miguel Angel DE SEVILLA AL NUEVO MUNDO (1492-1521) 61 tinuacién del sistema de rescate de oro, pero también en el inicio de la actividad agropecuaria y en el impulso dado a la produccién Las medidas concretas que aplicé Ovando en cuanto a po- tiea econdmica y fiscal estuvieron marcadas al igual que en las demas materias- por las detalladas instrucciones que re 1501 para el ejercicio de su gobernacién, En ellas se establ especializacién de funciones en la administracién de la Real cienda indiana, pues apar 10, contador, factor y veedor, “sin ninguna razén de dependencia de la Contaduria Mayor” de Castilla en cuanto a la organizacién y ala gestién de sus funciones, esto es, que la organizacién de la ‘administracién fiscal exhibia ya una estructura propia, definida y separada de la organizacion fiscal de la metropoli, no como se habia disefiado en las Instrucciones dadas a Colén en 1493.” Estos cargos, bien ejercidos independientemente, bien acu- mulados en dos o tres personas, se mantendrian durante cerca de tres siglos, constituyendo cl cimiento de la maquinaria fiscal de las Indias. Dedicados a recaudar las diferentes impuestos, sus libros registrarian el cobro del tributo indigena, implantado ya 25, Hlesorr se encagaia de ecogerpersnalmente os dvesosingresos de aque oe ind ones y ganda ota ser cutodiada pore funcionaie de mis soberador, un presidente del Avni o el mis $62 JAIME J, LACUEVA MUROZ en 1495," y desde 1501 el cobro del diezmo, cuya gestién que- daba cedida a la Corona en virtud de su derecho de patronato de la Iglesia americana por la bula Eximiae devotionis, de 1501; también el cobro del almojarifazgo, implantado en Indias desde 1503, asi como de otras rentas de menor cuantia también perte- recientes a la Corona, como el estanco de la sal." Dada la im- portancia de Santo Domingo como primer puerto de la isla y la dependencia de la colonia respecto al abastecimiento peninsular, del almojarifazgo se convertiria en uno de los principales ingre- sos de la Real Hacienda.» Junto a éstas, serian también de impor- tancia las rentas con las que se gravaba la obtencién de metales preciosos, bien como producto del rescate, bien como producto de la explotacién minera En cuanto a la continuacién de los 1 ‘mentado que eran posibles en virtud de las diferentes apreciacio= nes que comunidades con valores culturales muy distintos hacian fargo era el impuesio que tac omesio de exportaién ¢ importacion. Desde un prin aura en los pueriosamerianos debian abona un 7.5 2 interalos no slo por ls Reyes Catioos, aac emi por un decreto dol 28 de febrero de ‘ufemio Lorezo Sanz, Comercio de Espa con ipe .2 vols. Valladolid: Diptacién Provincial, 1980, vo. I. DE SEVILLA AL NUEVO MUNDO (1492-1521) $63 de las mercancias que intercambiaban. Naturalmente, los espa- fioles valoraban sobre todo las piezas de orfebreria indigena que contuvieran oro, aunque fuese oro guanin, mientras que para los indigenas de las Antillas eta el cobre y no el oro, el metal més preciado y valorado econémica y ritualmente." La conjuncién de esta alta valoracién del cobre y las dificultades para adquirirlo de los pueblos caribeiios con la facilidad y escaso precio con que los espatioles disponian de él permitié que los rescates comenzaran, a tealizarse de forma pacifica y consentida y que, durante una primera etapa, no degeneraran mayoritariamente en la préctica del saqueo, Sin embargo, los tesoros acumulados por anos consistirian en una cantidad bastante escasa de oro. En otras palabras, los tesoros indigenas no podian regenerarse a la velocidad con que los espafioles se hacian con . a medida que la sociedad antillana se diluia en el contexto de imposicién del dominio espaiiol, es decir, a la misma vez que la conquista hacia desaparecer los principios ideolbgicos y eco- némicos que sobrevaloraban el cobre, dicho metal se devaluaba ireversiblemente y quedaba condenado, finalmente, a perder en- tre los indigenas su significado original De esta forma, el modelo de obtencién de metales precio- 505 mediante los rescates y saqueos que levaban a cabo los espa- ‘uno veces ae, Par prior’ ls indigenas, pues eronisas,en pp. 2 y 133 ys 64 JAIME J, LACUEVA MUROZ jioles en el universo antillano pudo ser mantenido por muy poco tiempo, pues, como ha sefialado Cipolla, “Io malo de cualquier actividad parasitaria es que no puede durar cternamente. Mas tarde 0 mas temprano, segan la consistencia de los tesoros acu- mulados por las vietimas y la eficiencia de los depredadores, las vietimas son despojadas de todos sus y a los ladro- nes ya no les queda nada que hacer”.” Por tanto, fue necesario recutrir a otras alternativas para seguir obteniendo de metales preciosos. Ya en 1495, Colén habia solicitado a la Corona el envio de téenicos cualificados, en concreto veinte artifices que supie- sen labrar el oro, ademés de lavadores y mineros de las minas de Almadén, peticién de la que resulté el envio de noventa mi- neros.” Pero no seria hasta la llegada de Ovando cuando se ini- cid de forma sistematica la explotacién de las are s de los rios de La Espafiola. Sus instrucciones de gobierno ya ponian énfasis en la necesidad de explotar los placeres fluvia- les, si bien el interés de la Corona en fomentar la produccién aurifera se manifesté también en otras disposiciones dictadas en los afios siguientes. En 1503 se ratificaba para el ambito especificamente in- diano el derecho de regalia de la Corona sobre todos los ya- cimientos, si bien autorizaba a todos los sibditos a extraer y bencficiar los minerales del subsuclo a cambio del abono de la tercia parte del producto. A esta medida siguié, en 1504, la autorizacién a todos los espafioles residentes en La Espafiola a extraer oo, imponiendo la condicién del registro formal del yacimiento explotado ante la autoridad competente. Asimismo, se rebajé el tipo fiscal del impuesto que gravaba el beneficio del oro, que pas6 del tercio que se habia exigido el aio ante- rior al quinto, es decir, del 33% al 25%. Durante estos afios se regularon tambien las labores de fundicin y marcado, requeri- das para legalizar la produccién que los particulares declaraban ante los oficiales de la Real Hacienda. Para ello, se prohibié la importacién de crisoles, que segiin informaba el propio Ovando DE SEVILLA AL NUEVO MUNDO (1492-1521) 65 “servian para fundir el oro y hurtarlo”, y se establecieron dos fundiciones en ta ‘Muchos colonos se animaron a iniciar por su cuenta la exe plotacién de los placeres, impulsado por el bajo costo de explo- tacién de estas primeras labores de extraccién. Las elementales técnicas de lavado de las arenas y el empleo abusivo de la mano de obra indigena requerian una ‘escasa inversin, pues bastaba con cemir las arenas en la propia corriente de los rios con la ayu- da de unas bateas y pocas veces se procedia a construir presas © diques de contericién que desviaran los cursos fluviales para acceder directamente al limo de la madre de los cauces. Gracias a estas medidas y a esas condiciones de org zacién de la produccién y explotacién del trabajo indigena, la produccién de oro comenzé a elevarse, aun a pesar del descenso demogrifico de la poblacién nativa, y aleanz6 los 276 kilogra- ‘mos ya en 1501. Tres afios después rozaba los 50.000 pesos de oro anuales y, entre 1505 y 1506, el aumento fue de un 220%, continuando el crecimiento al aio siguiente hasta un 112%. Sin embargo, el propio Bartolomé de las Casas refleja ya Ja aparicién de un problema que se va a convertir en un rasgo ctor minero-metaliirgico indiano, como era el -osteabilidad de la produccién de metales, fruto de los elevados precios y de la asfixia financiera de los mineros, ana eli completa de ina su sucesor Diego Colonel Rey (Geeta, 1998), pp. 247265, 566 JAIME J, LACUEVA MUROZ consecuencia, a su vez, de la escasa capitalizacién del empresa- riado que habia permitido la apertura de la actividad y el libre registro de minas a todos los stibditos del rey, fuera cual fuera su situacion econémica. Asi, decia el dominico, “que fue también ‘una regia en esta isla general que los que no echaban los indios, alas minas, sino que los ocupaban en otras granjerias y trabajos [...] tuvieron menos necesidad y mas medraban’ En efecto, muchos de aquellos primeros mineros espafioles acabaron arruinados a causa de la alarmante carestia de los pre= cios que era resultado del elevado costo de los fletes de las mu- chas mercancias que se traian desde la Peninsula combinado con mn generada por el aumento del oro el mercado. Segiin relata el padre Las Casas, un azadén costaba diez o quince castellanos, una barreta hasta cinco castellanos, un almocafre dos o tres castellanos, de forma que, cuando Ovando les pidié el tercio de lo que habian extraido, “no se hallaron con Como ha explicado Gutiérrez Escudero, “la uto- pia éurca arruiné a muchos de los ilusos que esperaban encontrar en el Nuevo Mundo un paraiso de metales preciosos, tal como expresa el siguiente texto: “con cuanto oro de continuo sacaban, nunca hombre hubo que medrase. Traian sus 500, 800 y 1.000 pesos de oro a la fundi- cidn, y ninguno salia de ella con un solo peso de oro; antes, mu- chos de ellos iban presos a la cércel por las deudas [...] 0 por los gastos [...] porque sacado el quinto del rey, lo demas se repartia entre los acreedores cada uno por su antigtiedad, y asi se salian vacias las manos” ‘Aeste grave problema para convertir la mineria en una actividad rentable se sumé el répido agotamiento de las reservas auriferas de la isla por lo que “result6 pricticamente imposible no s6lo aumentar la produceién sino ni tan siquiera mantener DE SEVILLA AL NUEVO MUNDO (1492-1521) 67 lo se esfumaba el viejo sueto de Colén de hallar 10 que el Almirante habia iden ficado con el Cipango de Marco Polo, comarca para las minas de oro a firme de acd como de aquella de habré gran trato e ganancia”.” Finalmente, serian Ta agricutra tas a de la cabafia bovina a la introduccién jerrano Mangas, indigena declinaba precios experimentaron un con- fentd, por todos los 68 JAIME J, LACUEVA MUROZ Jas navegaciones andaluzas. Aunque casi aleanzado el éxito econé: horizonte geografico de las Indias mult esa labor de expansién geogréfica por rental, en la que pudo, ademds, am de obra 08; Darién, en | ida, en 1512; y, finalmente, México, Desde Santo Domingo se del archipi de Cubagua, donde las perlas sup tiva al oro en el negocio di las primeras perlas americanas por el propio Colén, en su tercer viaje, pero seria a partir de 1515 cuando las pesquerias de perlas generaron un boyante aunque efimero negocio. Agotados aque- década de 1530, la busqueda de perlas se , desde las costas de la actual Venezuela, hasta las costas de Riohacha y el Cabo de la Vela, primero, y tarde traban formas de negocio ); Cuba, en 15 ‘Yueatin, en 15 jema de rescate de oro seguiria sient primera en el resto de las exploraciones a todas la archi nos y a los Vazquez, organiz6 una expedicién que debia dirigirse y nombré por a Juan de DE SEVILLA AL NUEVO MUND 92-1821) 69 nb celebra una mia feat alos templos que al encontraron al terminar la ceremonia, “Ios indios mn al capitén un presente de gallinas grandes, que llamamos de papada, y algunas calabazas de ‘miel de abejas. El capitén les dio de las cosas de Cas como cuentas, cascabeles, peines, espejos y otras buj rias. Pregunt6les por la lengua si tenian oro y [dijoles] ue se lo comprarian o trocarian por de aquellas cosas. Y Este fue, como siempre que los espafioles acostumbraron, el principio de su Evangelio y el tema de sus sermones [No fue jamais otro sino que si tenian oro, para que los indios entendiesen que aqu suyo, y causa de su venida a trabajos” 4+ tas tierras, de su viaje y Sélo una vez agotadas las pos y como habia sucedido en La Espa jas labores de extraccién y se inivia: idades de depredacién, tal rescate dejaba paso a explotacién de los pla- sgotaban demasiado pronto, de los yacimientos de Cebuco, wéximo esplendor de 1511 a del Oro, los yacimientos que se descubrieron su auge en la década de 1520, pero serian abandona- jendo con la conquista del Peri y la divulgacién de %) para ampliar con ello el margen de costeabi a Corona exigia a los funcionarios de la Real intual envio y acrecentamiento de los cargamentos a Cass, H 4. idem elas Indias, ib, cap, CX, 370 JAIME J, LACUEVA MUROZ de oto sin reparar en medios”, 0 en 1511 recordaba que “la necesidad de aca es muy grande y que por esto es necesario que venga el mas oro que pudiere venir”, por lo que resulta de la mayor importancia “poner alguna mas eantided de oro en cada navio de lo que hasta aqui soli Estos apremi en cuenta que las remesas de metales que legaron a Se final de esta etapa, que Chaunu eal oro, exigiria extender el horizonte territorial de la colonizacién si se queria seguir obteniendo metal precioso.« mantener Ia depredacién de los tesoros indigenas mediante el rescate y el saqueo en aquel escenario pudieron provocar el trun- camienio del marco de reproduccién social de los asentamien- 3s espafioles en el Caribe y exigir la asimilacién de una nueva estrategia de adaptacién a la realidad americana. Pero atin era pronto para dar por consolidada una transformacién de ese cala- do, para que los colonos espafioles soltaran el puiio de la espada DE SEVILLA AL NUEVO MUNDO (1492-1521) sm y tomaran el mango de azada, para todavia exist universo geogrifico y extender més al rente ese codigo de valores en el que un ejer institucionalizado de la violencia se concebia como la actividad socialmente més valorada. Es decir, atin era posible del Caribe sin necesidad de afrontar una transformacién significat paradigmas ideolégicos les y el modelo predatorio en las ‘aribe se agot6 muy pronto, més breve ~aunque rentable seria la etapa de saqueos y bi es y rescates. fundirse para que su reparto fuese més exacto y su transporte més, cémodo, Fl oro y la plata, una ver fundidos en barras 0 tejos, se pesaban y se distribuian de acuerdo con los méritos y pos los miembros de la expedicién, apartindose previamente el quinto real, De todas esas operaciones se levantaba un acta que sucle ser Ja versién contable del relato de los cronistas. Fl testimonio de Bemal Diaz del Castillo reproduce cémo se realiz6 el reparto del de la conquista de México: iqueza que estaba en aquel Ida [...] ¥ digo que era tanto, que después de tran tres montones de oro; y, pesado, hubo en seiscientos mil pesos [..] sin la plata e otras muchas ri- quezas, y no cuento con ello las planchas y tejuelos de oro yeel oro en grano de las minas. Y se comenzé a fundir con Jos plateros indios [...] Se mareé todo el oro que dicho tengo con una marca de hierro que mandé hacer Cortés ] Lo primero, se sacé el real ¥y luego Cortés que le sacasen a él otto quinto como a su majestad, sm JAIME J, LACUEVA MUROZ tema de capitulaciones, por el que la Corona habia cedido la iniciativa de la conquista a la iniciativa privada, era asi compensado por la presencia desde un primer momento de hombres files a los intereses reales que se encarga- ban de 1 toda la actividad econémica desarrollada por las hhuestes de conquista en I itorios americanos. Ahora bi ides de seguir practican- do la depred: tambien en las dreas nucleares después del reparto de los botines, podria haberse producido el final de Ia historia de los metales preciosos americanos, Sin embargo, reconocia el Bernal Diaz del “el oro comiinmente todos los hombres lo deseamos, y mientras unos mas tienen, més quieren”. Para satisfacer su codicia, los te, pues la local pafia se veia enormemente fi los registros fiscales del iguraba el origen del oro con que algunos altépet! sometidos habian rendido vasa- Ilaje a Tenochtitlan, El mismo cronista nos relata que “en los libros de qué parte le traian el oro y adénde habia minas y cacao y ¥, de aquellas partes que velamos en los Esa intencién les estaba ya en Col llegar hasta los yacimientos de meta- ny su temprana busqueda de las minas in del éxito de Cortés superd a verdader, cap. CV 48. Ibidem, cap. CLNIL DE SEVILLA AL NUEVO MUNDO (1492-1521) sm ampliamente los logros del Almirante en cuanto al beneficio -onémico de sti empresa. Pero es mas, El hecho de que aque- izarse entonces, luego de la lan, fueran ya pronto vetas de funda que habria de producirse en los espatioles para obtener metales preciosos y que marca el ivo de un modelo basado en una actividad me- ramente predatoria -propia de la conquista~ a otro basado en labores propiamente productivas: “Le pregunt6 [Cortés a Moctezumal] que a qué parte eran Jas minas y en qué rios, y eémo y de qué manera cogian loro qi [a] dos de nuestros soldados, grandes minero: La determinacién de enviar a sus hombres a los yacimien- tos, hombres que més que soldados eran “grandes mineros” cer una factoria segin el modelo portugués, muy diferente incluso al fracasado empeio de imponer un tributo pagadero en oro a los indigenas de La Espafiola. Esta int de una estrategia de adaptacién basada en un régimen econémico improductivo, que no creaba riqueza, sino que solamente transm la riqueza atesorada, reasigndndola de unos proy ismo un proceso de cambio segin el cual, 50, tbdem, cap CU S74 JAIME J, LACUEVA MUROZ que Cipolla definié como la conversién de los conquistadk grado 0 por fuerza, de bandidos en emprendedores miner Se habia iniciado con ello un proceso acumulativo de arras- tre en el que la mineria actuaria como catalizador de la conqu colonizacién, como la punta de lanza que promoveria la expansién la Nueva Espa por las inhéspitas regiones de jerra Adentro. Consecuencia, a su vez, de este proceso seria la pacificacién parcial de los indios némadas, la transformacién de de ganados y de grandes centros mineros, ¥ la avanzada de la frontera pobladora y misional, stestiguada porta verdadera cascada de fundacions. Por todo la mincria se configuraba, en def mde los espcies y meveados reson a una diferencia fundamental con respecto a la tradi- conquistadores y col .céano impulsados por el objetivo personal en términos materiales. también se extinguéan, desaparectan o, al menos, se modificaban las funciones que debieron cumplir los primeros ofi- ciales de la Hacienda indiana, designados por la Corona para actuar como meros supervisores del rescate de mercancias y fedatarios de ppefiadas por los particulares que soportaban la fiscal oficiales reales fueron especializando sus funciones conforme a las ‘manera que la maquinaria burocritica las Indias se adecuara a la nueva naturalez bio que alteré la naturaleza del impuesto del resumir y ejemplificar todo el proceso descrito como transito de la depredacién de un impuesto sobre los metales preciosos ganados en botin y en rescate -es decir, un impuesto que gravaba el intercambio de bienes, ligado en tiltimo término al ejercicio de la coaccién y la violencia— nun impuesto que gravaba una actividad de produccién de bienes. De estos ajustes dependia la eficacia con q z Iejanos dominios su parte d legé a ser para la r que papel y buenas palabr tado amargamente Gonzal ‘Algo de lo que ya se habia lamen- snéndez de Oviedo.

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