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Unidad I: La complejidad

1) La noción de paradigma – 2) La diferencia entre lo complicado y lo complejo – 3)


Paradigma de simplificación vs paradigma de complejidad – 4) La fragmentación
epistemológica – 5) La necesidad de una antropología integradora

1 La noción de paradigma

El paradigma es la forma que tenemos de entender el mundo, de apropiarnos de su


realidad, darle sentido, o de ubicarnos en el entorno. Siempre pensamos desde una óptica en
particular, desde una forma que nos permite comprender algunas cosas, y otras no.
Según la Real Academia Española, un paradigma es una “teoría o conjunto de teorías cuyo
núcleo central se acepta sin cuestionar y que suministra la base y modelo para resolver problemas
y avanzar en el conocimiento”.
Las experiencias, las teorías aceptadas, la mentalidad imperante, los conceptos, los valores,
las costumbres… todo forma parte de nuestro modo particular de comprender el mundo, de pensar,
y de actuar. Sin embargo, este paradigma en que recibimos la realidad, pensamos y actuamos no es
el único. No existe un solo paradigma. A lo largo de la historia de las civilizaciones hubieron
distintos. El nuestro, hoy en día está en gran medida influenciado por los planteos del pensador
francés René Descartes, padre de la filosofía moderna. Su obra dará las claves para el desarrollo de
la ciencia empírica y sus asombrosos avances.
Pero será otro francés quien años más tarde desarrolle una crítica al pensamiento
simplificante cartesiano (de Descartes) y proponga un nuevo paradigma, el de la complejidad. Es
importante señalar que de ningún modo Edgar Morin intenta anular o negar la importancia del
pensamiento cartesiano, su obra se impone más bien como una superación de aquel, un modo de
señalar sus límites, y un avance necesario para comprender una parte de la realidad que el
pensamiento simplificante no alcanza.

2 La diferencia entre lo complicado y lo complejo

Para acercarnos a la comprensión del paradigma de la complejidad sirve la distinción


entre complicado y complejo. Ambos conceptos hablan de una realidad compuesta de varias partes
o aspectos. Pero mientras que complicado designa algo difícil de entender o resolver justamente por
esa variedad, lo complejo designa también el modo en que esas partes se interrelacionan. En efecto,
la palabra complejo viene del latín complexus: abrazo (abrazamiento), entretejido. Es el modo en
que se entretejen las fibras que dan origen a una tela, o que se interrelacionan las personas para dar
origen a una comunidad, una cultura, una sociedad.
Lo complicado es siempre calculable, determinado, hay una cantidad fija de variables y
no más. Puede ser explicado y resuelto por leyes absolutas. Es un sistema cerrado. Lo complejo en
cambio es un sistema abierto, siempre hay nuevas variables que entran en escena porque depende
de las interacciones de las partes, que a su vez generan nuevas variables en el sistema. Guarda
entonces una incertidumbre.
Desde esta perspectiva, la solución del cubo mágico o cubo de Rubik es complicada, pero
no compleja. Existe una fórmula matemática para su resolución, y siempre que se aplica permite
alcanzar el éxito de la empresa. Pero bajar la inflación de un país, superar una adicción, ganar una
elección en la política, esos son problemas complejos. Su solución no se puede hallar de antemano
en una fórmula, porque la vida está llena de imprevistos e incertidumbres.
En las cosas complejas no es posible determinar de antemano las variables porque en la
interacción de las partes (aspectos, variables, etc) se producen emergentes, que pueden ser
comprendidos cuando aparecen, pero nunca previstos a partir de la suma de las propiedades de las
partes.
El ejemplo clásico de estas propiedades emergentes es el del agua. El agua conduce la
electricidad, pero ni el hidrógeno ni el oxígeno lo hacen. Un científico puede conocer absolutamente
todas las propiedades del hidrógeno, y todas las del oxígeno. Pero ese conocimiento no le alcanza
para prever todas las propiedades del agua, porque algunas de ellas emergen de la interacción de los
elementos y no de la suma de ellos, en este caso, el ser conductor de la electricidad.
Por eso, una ley fundamental del pensamiento complejo reza: el todo es más que la suma
de las partes.

3 Paradigma de simplificación vs paradigma de complejidad

Proponemos a continuación un cuadro comparativo del paradigma de simplificación de la


ciencia empírica y del paradigma de la complejidad.

Paradigma de Simplificación Paradigma de complejidad


Divide para entender, y comprende el todo por Dividir las partes no permite comprender las
re-composición propiedades emergentes del sistema complejo
porque El todo es mayor que las partes
Entiende para poder Explicar, para prever las Busca entender el sistema completo (conjunto de
consecuencias. elementos en interrelación). Afirma que no se
En el lenguaje de la cibernética diremos que puede explicar, sino com-prender (abarcarlo en
conociendo todos los inputs, se puede conocer su totalidad).
todos los outputs. No alcanza a conocer los inputs, mucho menos
podrá conocer todos los outputs.
Explica para Controlar (técnica), expresa la Ya no busca comprender para controlar, o
voluntad de dominio. La tecnología expresa el dominar, sino para actuar con pertinencia.
dominio sobre la realidad.
Aplica Programas, los programas son una Aplica Estrategias, no puede aplicar programas
secuencia preestablecida de acciones. Como es porque las variables cambian durante la acción,
un sistema cerrado, el final es previsible. se retroalimenta el sistema a partir de la
información que se obtiene del entorno, se puede
modificar, adaptar, se hace camino al andar. El
final es esperable, no previsto.
Es un sistema cerrado, por eso no hay Acepta la incertidumbre del mundo, por eso es
incertidumbre un sistema abierto.
Aspira a la completud del conocimiento Sabe que no va a alcanzar nunca la completud
del conocimiento, porque la emergencia no lo
permite. No se puede anticipar todo porque las
propiedades emergentes y las causas de
retroacción son nuevas variables del sistema.
La verdad es objetiva desde una óptica única, En un océano de incertidumbre, encuentra
allí apoya su certeza archipiélagos de certeza, los alcanza de manera
colaborativa, transdisciplinaria.
La especialización encierra el conocimiento, se La especialización pide una conexión con los
hace difícil el diálogo y la conexión de saberes. otros saberes, hace falta buscar estrategias para
la conexión de estos conocimientos, su diálogo.

4 La fragmentación epistemológica

La epistemología es la rama de la filosofía que estudia las ciencias, su objeto, método y


alcance. El pensamiento científico tradicional se mueve según Morin dentro de un paradigma
simplificante. Este pensamiento hijo de Descartes, divide para entender. Es por este motivo que en
el paradigma de la simplificación para estudiar al ser humano lo haremos en la facultad de
sociología intentando comprender cómo se conforman las sociedades, en la de psicología para
captar algo del comportamiento y la psiquis, la de medicina, kinesiología, oftalmología,
odontología, derecho, trabajo social, marketing, pedagogía, ciencias políticas, y muchas más.
Todas esas carreras universitarias desarrollan un saber vinculado al ser humano desde una
necesidad particular y desde una óptica específica. Cada una de esas carreras, se divide a su vez en
30 o 40 materias con distinto contenido una de otra. No aprendemos lo mismo en cada una de ellas.
Cada una profundiza una parte del conocimiento del ser humano en una creciente especialización,
que es la profundización de sólo un fragmento.
El conocimiento crece en ellas por la investigación. Lo que la investigación alcanza a
demostrar es solo un pequeño tramo de la realidad. Y a medida que crece el conocimiento de la
especialidad, proporcionalmente decrece el conocimiento del todo integral. Cada vez es más difícil
un conocimiento holístico. Cada vez van quedando más lejanos los avances de la neurología de los
de la sociología. En la distancia de esos fragmentos de certeza, las ciencias y las escuelas dentro de
las ciencias se van separando, el saber se va fragmentando más y más, y el diálogo y el encuentro se
hacen cada vez más difíciles.
Desde el paradigma de la complejidad afirmamos que el ser humano es mucho más que la
suma de los saberes acumulados en cada una de esas ramas del saber; que la interacción entre las
distintas partes del hombre o de la mujer hacen a su ser humanos. No se puede comprender el
hombre dividiéndolo y sumando sus partes.
Pensemos por ejemplo la historia de María, una mujer de Buenos Aires que acude a la
consulta con el cardiólogo, quien le detecta una elevada hipertensión. El médico le hace todas las
consultas de rigor y la medica. Sin embargo, su ciencia no llega a comprender todo el problema de
María, que está hipertensa por stress, lo que le causa bajo rendimiento y en consecuencia problemas
en el trabajo, aumentando aún más su malestar. El asunto es que tiene sospechas que su pareja la
está engañando con otra mujer. El lo niega, pero ella le vio unos mensajes en el Facebook una noche
que él se lo dejó abierto. Ella ya no duerme, está irritable y muy ansiosa.
No cabe lugar a dudas, la intervención del cardiólogo es algo puntual. El problema es
mucho más grande que lo que la cardiología puede resolver. Nadie puede pensar que la solución de
María es tomar “Lotrial”. Eso puede ayudarla, pero sin dudas la respuesta sale de la órbita del
médico. Él sabe indagar, diagnosticar y medicar, pero en los libros de cardiología no se habla de
problemas matrimoniales, ni enseñan a consolar. Tampoco le dieron en la Facultad de Medicina
muchas herramientas para comprender los problemas psíquicos, ni el cambio que se genera en las
relaciones conyugales a partir de la aparición de las redes sociales y los smartphones, como
tampoco algunos aspectos culturales que también son importantes, probablemente si María hubiera
nacido en el contexto machista de un harén de Arabia, la supuesta “infidalidad” no le causaría tanto
dolor por estar naturalizada.
Así, vemos que nuestros conocimientos avanzan en una creciente especialización, y es
importante que avancen en ese sentido. Cualquiera de nosotros que tenga un tumor cerebral,
seguramente quiera que lo opere el mejor especialista de la neurocirugía. Pero ese saber científico,
lineal, cartesiano y simplificante no basta para dar cuenta de toda la realidad. Porque en la vida
concreta está todo mezclado: tumores cerebrales, hipertensión, infidelidades, stress, Facebook,
matrimonio, hijos, trabajo, dinero, etc.
Es necesario entonces un nuevo diálogo entre los saberes de especialización y una
sabiduría holística, que al modo que se arma un rompecabezas, vaya integrando las partes en el
todo, comprendiendo como nos sugiere Morin que en el todo aparecen propiedades que emergen de
la interacción de las partes.

5 La necesidad de una antropología integradora

El Dr. Francisco Leocata sdb, afirma que el diálogo entre las ciencias y sus escuelas no es
tan sencillo, porque las ciencias humanas lograron autonomía epistémica, es decir, se fueron
independizando de la filosofía y de las ramas del saber que les dieron origen. Fueron logrando un
método y objeto propios. Su aptitud para ser aplicadas en aspectos técnicos del obrar las fue
validando en la experiencia. Y a medida que se validaban fueron olvidando las matrices del
pensamiento que les dieron origen.
Es que toda intervención, toda práctica psicológica, todo estudio de la sociología
comprende un sustrato filosófico que se da por supuesto. Pocas veces es dicho, pero implica
consideraciones que van más allá del límite epistemológico de la ciencia, y se expresan en sus
postulados y certezas.
Recordémoslo, cada corriente psicológica, y cada escuela de cada una de las ciencias
humanas, presentan el modo de pensar de las filosofías imperantes en el momento en que nacieron.
Así, la gran variedad de escuelas de la psicología, y de las ciencias humanas, se explican por los
diversos momentos en que vieron la luz, y por el diverso modo en que van combinando los frutos de
su investigación. Hay diferencias considerables en cada escuela, en sus intereses, en sus categorías
de pensamiento, en su lenguaje... porque cada una ve el mundo y la realidad a través de la lente de
su propia perspectiva.
Pero al ser su finalidad técnica, las diversas escuelas y ciencias, cada una con sus maestros
y su historia, han ido validando en el terreno práctico sus postulados, reafirmándose en sus logros.
De ese modo han hecho camino, separándose de las corrientes filosóficas que les dieron origen, de
la cosmovisión del mundo que ellas presentaban.
Por eso es urgente traer a la memoria esos fundamentos, sacar a la luz esas
consideraciones, porque sino el diálogo real entre las ciencias y escuelas no será posible.
A causa de la fragmentación del saber, se necesita la visión integradora de la filosofía. Es
necesario buscar una sabiduría auténtica, verdadero corazón del humanismo. Es preciso un renacer
de la antropología filosófica como un saber integrador, como una filosofía de la persona integral.
Pero esta necesidad no significa que las ciencias y escuelas deban abandonar sus propias
búsquedas, su objeto o su método. Se impone entonces para ellas un movimiento pendular entre dos
polos: en parte deben recuperar o al menos tener más en cuenta algunos aspectos de la visión
general del hombre y de la vida mediante un encuentro más profundo entre las ciencias humanas y
la filosofía, para superar la fragmentación y el mero uso utilitario de sus doctrinas; y por el otro la
necesidad de reafirmar su autonomía como ciencias positivas o experimentales, evitando el vago
filosofar inútil.
Esto no significa que deban borrarse los límites epistemológicos de cada una de estas
ciencias bajo el pretexto de construir un saber holístico. Por el contrario, esos límites deben
permanecer con el objeto de seguir profundizando en el misterio del hombre.

6 Bibliografía

 Morín, E. & Pakman, M. (1994). Introducción al pensamiento complejo. Barcelona: Gedisa.


 Morín, E. (2004) La epistemología de la complejidad. Gazeta de Antropología No 20, 2004
Texto 20-02. Recuperado de: http://www.ugr.es/~pwlac/G20_02Edgar_Morin.html
 Leocata, F. (2010). Filosofía y ciencias humanas. Buenos Aires: EDUCA, Editorial de la
Universidad Católica Argentina.

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