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Garcilasopdf. EGLOGAS
Garcilasopdf. EGLOGAS
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Laura Menon
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All content following this page was uploaded by Laura Menon on 20 April 2021.
Abstract
The purpose of this article is to analyse the three Eclogues by Garcilaso de la Vega (1498?-1536) focusing
on Love Philosophy. Each Eclogue represents a literary and personal stage in the author's evolution.
Garcilaso adopts the eglogical genre because of the possibility it offers to express his feelings and his
introspection through the poetic language. If in the Eclogue I the lover despairs for losing his beloved
woman, in the Eclogue II a series of remedies are provided against love pain.The Eclogue III represents
the ending point in the garcilasian trajectory, in which the acceptance of suffering is seen as part of life.
Love causes pain, but the human beings do not have to lose hope because something better will is always
coming along. Poetry, like all kinds of art in general, helps to work the suffering out and to transform it,
producing a catharsis. In his compositions, expecially in the three Eclogues, Garcilaso displays his huge
talent and his knowledge, which includes classic authors and italian Neoplatonists. He was able to master
the Poetic Art with ability and maturity, marking a crucial moment not only of Spanish but of all
European XVI century literature.
Keywords: Eclogues, Garcilaso de la Vega, Love, Philosophy, XVI century, Spanish Literature.
Resumen
Este artículo propone un análisis de las tres Églogas del poeta Garcilaso de la Vega (1498¿?-1536) desde
el punto de vista de la filosofía amorosa. Se verá cómo cada una de las tres Églogas representa una fase
de la personal evolución bien literaria, bien interior del autor. Garcilaso adopta el género eglógico porque
le permite expresar los sentimientos más íntimos y dar voz a la introspección mediante el lenguaje
poético. Si en la Égloga I vemos al enamorado deseperarse por la pérdida de la amada, en la Égloga II se
ofrecen remedios para el mal de amor. La Égloga III representa el punto de llegada de la trayectoria
garcilasiana, la cual tiene que ver con la aceptación del dolor como parte de la vida misma. El amor causa
sufrimiento, pero no hay que perder la esperanza, porque a una mala época seguirá otra mejor. La poesía,
en general todo el arte, ayuda al ser humano a elaborar el dolor y a transformarlo, produciendo una
catarsis. En sus composiciones, especialmente en las tres Églogas, Garcilaso da prueba de su gran talento
y de su cultura, que abarca desde los clásicos hasta los renacentistas italianos neoplatónicos. Fue capaz de
utilizar el arte poético con habilidad y madurez, marcando así una etapa fundamental de la literatura no
solo española sino europea del siglo XVI.
Palabras clave: Églogas, Garcilaso de la Vega, amor, filosofía, siglo XVI, literatura española.
Laura Menon 2
1. Introducción
Garcilaso compuso las églogas entre 1531 y 1536 en dos momentos muy significativos de su vida:
la I y la II las elaboró en Nápoles, donde vivía desde 1532 al servicio del Virrey don Pedro de Toledo; la
III podría ser su última obra porque la escribió durante la campaña militar en Provenza, donde falleció en
un asalto en 1536.
Las églogas representan la culminación bien de la trayectoria poética del grande literato toledano,
bien del género mismo que se inspira en el bucolismo de Virgilio y de Jacopo Sannazaro, el mayor
humanista napolitano.
Las églogas pertenecen a la segunda etapa estilística de Garcilaso, la cual empezó en 1532 con su
estancia en Nápoles, donde alcanzó la madurez poética gracias al contacto con los clasicistas italianos y
tras la lectura de las obras de Virgilio, Horacio y Ovidio.
De la publicación se encargó Juan Boscán, su amigo y colega, que en 1543 agrupó en el libro IV
de las Obras de Boscán con algunas de Garcilaso de la Vega todos los componimientos garcilasianos
desde las coplas hasta las experimentaciones clasicistas símbolos de la nueva poética española.
El objetivo principal del presente trabajo es el de analizar las églogas desde el punto de vista de la
concepción amorosa: se intentará no sólo explicar cómo el sentimiento de amor se desarrolla en cada
poema, sino también hacer una comparación entre I, II y III para ver cómo este sentimiento se transforma
a medida que el poeta madura interiormente. De hecho, las églogas resumen las tres etapas garcilasianas y
a la vez humanas de la evolución del proceso amoroso: al principio se notará la total desesperación por la
ausencia de la amada, un estado que progresa primero hacia la resignación y luego a una final aceptación
del dolor, como parte ineluctable de la vida.
A través del análisis se pondrá también de relieve la concepción amorosa del siglo XVI y se
explicará lo que está en la base de las églogas, las cuales son el fruto de una atenta mezcla de fuentes
literarias y de algunos episodios autobiográficos.
de las sensaciones, por la objetivación del sentimiento (que se articula mediante mitos) y por la progresiva
aceptación del dolor que se convierte en belleza a través del arte poético.
El entusiasmo por la letras grecolatinas e italianas tuvo un papel fundamental para la creación de
las églogas, la cuales están vinculadas a tres nombres principales: Virgilio, Petrarca y Sannazaro que
trazaron el camino seguido por la poesía más íntima guiando el poeta en la exploración de su corazón,
proporcionándole temas y formas, domando su impetusidad haciéndola compatible con la dulzura y la
armonía, impulsándolo a expresar el sentimiento de la naturaleza (dotándola de alma comprensiva) y […] a
infundir suavidad melancólica a la pintura del dolor. (Lapesa 2004: 130-131)
Abundan en Petrarca los juegos de palabras, las alusiones sutiles, las agudezas y “op ósitos”. Pero del
conceptismo petrarquesco, Garcilaso no tomó sino los contrastes representativos de la lucha interior, o la
contraposición entre el punto de vista objetivo y subjetivo. […] En la églogas, cuyo clasicismo exigía mayor
sobriedad, aun en paisajes de intensa inspiración petrarquesca, falta casi por completo el conceptismo. (López
Bueno, Reyes Cano 2004: 129-131)
A diferencia de sus antepasados, no cometió el error de fijar diferencias entre lengua coloquial y lengua
literaria, sino que aspiró a la formación de una lengua en confluencia con la hablada en Toledo y cultivada por
los grandes autores clásicos e italianos. (Morros 2001: 330)
Garcilaso quiso durante toda su vida. El primer momento corresponde a la pareja Salicio-Galatea donde el
pastor se queja por la indiferencia de la amada (el poeta sufrió lo mismo a causa de la boda de Isabel con
otro hombre). El segundo representa la reacción de Garcilaso ante la muerte de Isabel por parto:
Nemoroso padece un tormento análogo porque Elisa fallece por la misma razón.
La concepción amorosa que los dos pastores expresan refleja la época renacentista. Se trata de una
visión neoplatónica en la cual influyen los elementos del petrarquismo. Salicio sufre porque la armonía
universal se ha perdido por no estar correspondido por Galatea. “Es ley natural que el amor corresponda
al amor. La armonía entre el hombre y la naturaleza depende del amor armonioso entre el hombre y la
mujer” (Parker 2004: 141) y solo a través de esta armonía es posible elevarse para contemplar la Belleza
(«Materia diste al mundo de' speranza/d' alcanzar lo imposible» vv.155-156) en otra dimensión ideal
donde reina la perfección. El amor, cuando univoco, no puede ser verdadero porque los dos sujetos no se
han reconocido mutualmente. Según las teorías neoplatónicas, existe un lazo invisible que une a dos
personas que, al mirarse por primera vez, reconocen este vínculo y empiezan a percorrer juntos el camino
hacia el mundo ideal y la felicidad. El amor unívoco, en cambio, no permite hacer lo mismo porque la
mujer rechaza al hombre, “matándole” así en el espíritu. La desesperación puede ser tan profunda que el
enamorado infeliz decida incluso suicidarse.
En estos versos se puede observar dos conceptos fundamentales: el amante vive donde la amada,
porque su alma está con ella (“ubi amat, quam ubi animat”), según la reinterpretación en clave
neoplatónica del pensamiento de San Buenaventura y de San Bernardo de Claraval. El hombre se
enamora de quien representa su continuidad espiritual, él se ve a sí mismo en el otro como si fuera su
espejo, hasta alcanzar una completa transformación, que es posible sólo si hay correspondencia. Otro
concepto neoplatónico es el poder de la enfermedad de amor que lleva al amante rechazado a la “muerte
en vida” porque no consigue lograr la unión con el ser amado; si la enfermedad es grave, el amante puede
encima dejarse morir físicamente.
El estribillo «Salid sin duelo, lágrimas, corriendo» cierra cada estrofa para subrayar un dolor
absoluto que no se puede refrenar. Galatea no corresponde al pastor y esto causa el fracaso de la ley
natural de la correspondencia, la cual queda sustituida por el desorden (el sueño de Salicio en la estrofa
IX).
La naturaleza participa en el sufrimiento del pastor, compadeciéndolo, al contrario de Galatea que
es la típica “dame sans merci”, la mujer despiadada que permanece impasible («Tú sola contra mí
t'endureciste,/los ojos aun siquiera no volviendo/a los que tú hiciste» vv.207-209).
Una experiencia opuesta le ha tocado a Nemoroso, quien encontró correspondencia en Elisa y
pudo lograr la unión celestial. La primera estrofa del monólogo restituye la serenidad del alma del pastor
a través de una imagen amena de la naturaleza, que es el espejo de su interioridad. Pero, ya en la segunda
estrofa, los tiempos verbales al presente y la referencia a las «memorias llenas d'alegría» (v.252) hacen
intuir que un cambio se ha producido. La mujer ha fallecido y esto transforma la percepción que el pastor
tiene del mundo, que ya no es un locus amoenus, sino una «cárcel tenebrosa» (v.295).
Tal es tenebrosa
noche de tu partir en que he quedado
de sombra y de temor atormentado, 320
hasta que muerte'l tiempo determine
que a ver el deseado
sol de tu clara vista m'encamine.
La repetición de «otro» insiste sobre la proyección futura de la pareja en un mundo donde pueden
unirse para la eternidad. De hecho, Nemoroso implora a la amada con el objeto de apresurar el tiempo, de
ahí que él se muera y pueda juntar su espíritu con ella.
Recapítulando, la diferencia principal entre los dos casos de mal de amor es que solo el segundo
puede considerarse “de amor” propiamente dicho, porque hay correspondencia entre Nemoroso y Elisa
(«Ella en mi corazón metió la mano/y d'allí me llevó mi dulce prenda,/que aquél era su nido y su morada»
vv.341-343). La responsabilidad de la pena del pastor no recae sobre una amada insensible, sino sobre la
diosa Lucina que no protegió a Elisa durante el parto.
Ambos enamorados miran con nostalgia al pasado feliz y maldicen el presente por la ausencia de
las amadas: esta angustia representa no solo la de los pastores y del poeta, sino también la de todos los
hombres, es universal.
La Égloga I es el protótipo de la nueva poética garcilasiana, aunque aparecen algunas huellas de la
antigua como el alto nivel de sufrimiento, típico del amor cortés y de Petrarca. Las imágenes plásticas y
sensoriales se inspiran mucho en las de Virgilio y de Sannazaro (especialmente aquellas empleadas para
la descripción de la naturaleza), la experiencia trágica simboliza a toda la humanidad y no solo al autor,
las mujeres están pintadas a través de suaves imágenes que insisten sobre la hermosura, cuya
contemplación es el motor del sentimiento amoroso.
Su compleja elaboración va de 1533 a 1534 y fue terminada antes de la I: por eso, el correcto
orden cronológico de los tres poemas sería II, I y III.
También esta égloga se divide en tres partes: una acción dramática, cuyo núcleo es el amor entre
Albanio y Camila; un relato sobre el enamoramiento de Albanio; un elogio a la casa de Alba. La
estructura aparece fragmentaria y de difícil interpretación, pero en realidad Garcilaso buscó cierta
simetría y colocó en la parte central las escenas de mayor importancia. Los critérios autobiográficos
utilizados en la I se aplican a la II: Salicio y Nemoroso corresponden al poeta mismo, mientras que la
crítica ve en Albanio a don Bernardino de Toledo; Camila sería una prima a la cual él quiso pero sin
correspondencia. Severo representa al monje preceptor de la casa de Alba, mientras que Gravina y
Galafrón podrían ser respectivamente la Galatea de la I y don Pedro de Toledo.
Estamos delante el consueto amor atormentado: Albanio enloquece por la huida de Camila. Los
pastores Salicio y Nemoroso deciden ayudarlo y lo llevan al sabio Severo para que lo cure.
Ya desde los primeros versos Albanio expresa su aflicción en los versos 10-12 y 22-24:
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Albanio no ha elegido voluntariamente el amor por Camila, sino que lo atribuye a la influencia de
las estrellas y a la fuerza del destino, que son dos causas a menudo empleadas en la literatura amorosa. 1
Además, el pastor siente atracción hacia la joven por la afinidad de costumbres (la caza) y por efecto de
una relación amistosa cada vez más intensa que lo llevó a depender totalmente de ella:
con los ojos del alma racional para hacerlo con los del alma sensitiva. […] Un amor sin límite, y si hasta ese
momento no había experimentado ningún tipo de dolor en los períodos de separación, ahora nota al alejarse
de ella, un desasosiego y una angustia intolerables.
Él se ha enamorado porque se ha visto a sí mismo en ella, pero sin correspondencia. Este amor unívoco es
problemático porque es una pasión desenfrenada que se ha quedado en los sentidos: excluida la
posibilidad de la unión espiritual, la búsqueda del pastor se orienta hacia una mera satisfacción carnal,
algo que la mujer nunca podrá otorgarle no solo porque no le corresponde, sino también por ser una sierva
de la diosa de la castidad (Diana). La desillusión lleva al pastor a la desesperación que la muerte podría
aliviar.
En efecto, su salud empeora nada más declarar sus sentimientos a la amada, la cual había notado
algo raro en la cara pálida del amigo y en su silencio (síntomas de la enfermedad de amor); él le sugiere a
Camila que vaya a la fuente si desea descubrir en el agua la imagen de la ninfa a la que ama. Al ver su
reflejo, ella se huye «desdeñosa y fiera», tan insensible como Galatea en la I, dejándolo en su dolor «boca
arriba una gran pieza tendido» (v.492), sin esperanza y «sin comer y dormir bien cuatro días» (v.504).
1 Según las teorías de amor del siglo XVI, el enamoramiento podía ser o voluntario, o debido a un encuentro
fortuito.
7 La evolución del amor en las tres églogas de Garcilaso de la Vega
La reacción de la mujer agrava la precaria condición psicofísica del pastor que pierde la noción de
la realidad y se convence de que su cuerpo se ha dividido en dos cuando ve el reflejo en la fuente: como
Narciso, se afana para recuperarlo, pero retiene solo un poco de agua. Esta imagen se interpretaría como
la obsesión por los bienes materiales y por la carnalidad, la que ha causado la pérdida de su juicio.
La enfermedad evoluciona hasta una completa locura que lo empuja a intentar el suicidio
arrojándose por un acantilado:
El hombre deberá someterse tanto a una disciplina moral como a una educación que entrene y amplie su
mente. El entrenamiento de la razón disipa el amor apasionado, convirtiéndose así una vida de esclavitud en
otra de libertad. El alma humana exige liberación frente a la sensualidad, que distorsiona su adecuado
funcionamento. (Parker 1986: 70)
adelante hacia otros amores. Esto es el mensaje que la Égloga III quiere transmitir. Otra vez, Garcilaso no
se refiere solo a su condición personal, sino a toda la humanidad. Su poesía es universal.
Desde el punto de vista de la estructura, también la III es tripartida: hay una dedicatoria a doña
María (la esposa de don Pedro de Toledo), un relato protagonizados por cuatro hermosas ninfas pintoras y
un canto de los pastores Tirreno y Alcino que cierra la Égloga. De nuevo, Garcilaso sigue los canones
clásicos de Virgilio, Catulo y Ovidio, sobre todo en la yuxtaposición de historias mitológicas y en la
costrucción del poema: en efecto, es posible leerlo de una manera doble porque propone bien la
representación alegórica de la pena amorosa, bien la continuación del episodio de Elisa y Nemoroso
(Égloga I).
En un locus amoenus en la ribera del río Tajo, cada ninfa está pintando una escena mitológica
donde figuran tres parejas: Orfeo y Eurídice, Apolo y Dafne, Venus y Adonis. Todas tienen en común un
amor interrumpido por una muerte violenta: Eurídice fue mordida por una serpiente, Dafne se convirtió
en laurel, Adonis fue herido mortalmente por un jabalí. Los respectivos amantes lloran las trágicas
pérdidas y aquí se da el tema central: la pena por al amor perdido, la desolación que la muerte provoca
incluso en un lugar tan feliz y perfecto como el pastoril.
La naturaleza parece perder sus características positivas, convirtiéndose en un paisaje de muerte
que ya no consuela al hombre, sino que le da dolor.
Nise, la cuarta ninfa, abandona los sujetos mitológicos por describir los alrededores de Toledo
donde las diosas
El epitafio contiene la explicación de la escena: la ninfa sin vida es Elisa por cuya muerte
Nemoroso se aflige. De hecho, Morros apunta que prefirió traducir «igualada» con “herida al cuello”, una
herida que causó el fallecimiento de la joven, a semejanza de Isabel muerta desangrada después del parto:
Ya conocemos la triste historia de amor, pero hay una importante diferencia con respecto a la
Égloga I: el dolor de Nemoroso está ocultado por el arte. Aunque el escenario es contemporáneo al autor,
la historia se inserta en una secuencia de relatos antiguos y mitológicos; de este modo, el sufrimiento se
aleja del presente y deja espacio a la resignación que, como ya se explicaba más arriba, es el tema central.
El poema se concluye con las canciones de los pastores Tirreno y Alcino que se responden
mutualmente. El primero canta a la amada Flérida: los efectos positivos producidos por su llegada se
relacionan con los de la primavera en la naturaleza; el segundo tiene una visión opuesta del amor porque
todavía Filis no le corresponde y su presencia le causa a Alcino una tormenta interior tan como las que se
desencadenan cuando hace mal tiempo y asolan el paisaje.
La Égloga termina retomando la escena inicial: la descripción del lugar idílico que transmite paz y
serenidad. Es decir que la afinidad que existe entre el hombre y la naturaleza se ha restablecido gracias al
arte (la creacion poética) que ha permitido a Garcilaso de superar la pena de amor y de volver a una
relación armoniosa con el mundo natural, la cual se había roto delante la amenaza de la muerte.
En resumen, el poema propone una meditación sobre la muerte a través de ejemplos de la literatura
clásica que proyectan al lector en una dimensión atemporal y lejana. Gracias al último episodio, más
cercano a la experiencia humana porque simboliza el verdadero sufrimiento amoroso del poeta, se vuelve
a la realidad en la cual el hombre tiene que aprender a aceptar los ciclos naturales de vida y muerte.
Garcilaso organizó la III de manera cíclica donde la paz se alterna con la angustia tan como sucede
en la vida: al mal sigue siempre un periodo positivo y viceversa, por tanto es oportuno que el hombre se
resigne al dolor porque es una fase que no es posible evitar y a la cual seguirá otra mejor. Es obvio que el
estoicismo se aplica también al amor:
9 La evolución del amor en las tres églogas de Garcilaso de la Vega
La juventud debe amar; a su vez le llegará la hora de sufrir y penar, pero hasta entonces los jóvenes han de
cantar su esperada venida, aunque la canción sea triste porque el amor retrase su llegada. (Parker 1986: 72)
La experiencia poética de Garcilaso culmina con la consecución de una serenidad “resignada” por
la aceptación de la tristeza y de la precariedad de la vida.
6. Conclusión
El análisis ha puesto de relieve el cambio progresivo de la visión del sentimiento amoroso en
Garcilaso, por eso es importante que no se considere cada égloga de una manera autónoma: muy al
contrario, hemos observado que existe una estrecha relación entre los poemas porque representan las tres
fases de la evolución del concepto de amor.
En la I el problema central es el sufrimiento inconsolable por la pérdida de la amada, lo que se
repite también en la II donde la angustia y los sentimientos dominan el intelecto hasta llegar a la locura
completa. Sin embargo, si en la I la única solución posible es la muerte, en la II se propone un remedio
ovidiano para el mal de amor que salvaguarda la vida del enamorado infeliz y víctima de la caducidad del
mundo terrenal. Esta actitud estóica y razonable logra su total cumplimento en la III, en la cual el hombre
acepta el dolor e intenta ransformarlo en algo más placentero a través del arte poético.
Desde el punto de vista estructural y lexical, las tres Églogas se parecen mucho entre ellas: son
tripartidas, siguen el modelo neoclásico, las figuras retóricas y la métrica remiten bien a los grandes
poetas latinos bien a los renacentistas italianos.
Garcilaso remite al bucolismo de Sannazaro, aunque el toledano demuestre al mismo tiempo
superar la tragicidad de La Arcadia, la cual termina con la muerte de la mujer amada. En las Églogas, en
cambio, hemos visto cómo el mal es el punto de partida de un proceso interior que culmina con la serena
aceptación de los obstáculos de la vida.
Garcilaso de la Vega no solo fue el primer grande poeta español que revolucionó la poética y que
la llevó a un altísimo nivel estilístico, sino también fue un hombre sabio y sensible que intentó transmitir
primero que el dolor es parte de la vida humana, hay que aceptarlo mirando con fe al futuro y que el arte
es un válido instrumento para superar el desasosiego. Incluso el amor, por muy noble sentimiento que sea,
no excluye la pena. Es aquí que el neoplatonismo interviene, representando en el siglo XVI la manera
perfecta de amar. De hecho, las almas de los amantes se unen en una dimensión ultraterrenal que no se ve
amenazada por la caducidad, el dolor y la muerte. El amor neoplatónico trasciende la vida misma para
hacerse eterno e incorruptible, llevando al ser humano a la completa felicidad.
Laura Menon 10
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