You are on page 1of 11

HUMILDAD

Voces relacionadas: González Guzmán, Narcisa visión particular del carisma recibido. La
(Nisa); Mujeres en el Opus Dei, Inicio del apos- radicalidad de muchas de sus expresiones
tolado; Ortega Pardo, Encarnación (Encarnita); sobre nuestra pequeñez (cfr. C, 207, 592,
Villa Tevere. 597), patrimonio común de la espirituali-
dad cristiana, está siempre acompañada
Bibliografía: AVP, II y III, passim; María Digna por la afirmación, no menos radical, de la
Díaz Pérez, Historia de la Congregación de Re- grandeza de nuestra condición de hijos de
ligiosas de María Inmaculada, Madrid, Editábor, Dios (cfr. C, 274; AD, 143-144). Así enrai-
2002; Javier Medina Bayo, Una luz encendida.
zado, el “estilo” de humildad propuesto
Dora del Hoyo, Madrid, Palabra, 2011; Ana Sas-
por san Josemaría al cristiano que busca
tre, Tiempo de caminar. Semblanza de Mon-
señor Josemaría Escrivá de Balaguer, Madrid, la santidad en medio del mundo a través
Rialp, 1989. de su trabajo ordinario rezuma equilibrio,
naturalidad, alegría inquebrantable y buen
Ana SASTRE humor.

1. Naturaleza e importancia de la humildad


HUMILDAD En las enseñanzas de san Josemaría,
la humildad es descrita, ante todo, como
1. Naturaleza e importancia de la humildad.
la virtud que permite fundamentar y orien-
2. Los caminos hacia la humildad. 3. Ma-
nifestaciones de la humildad. 4. La Virgen
tar correctamente toda la vida del hombre.
Santísima, maestra de humildad. “Por la senda de la humildad se va a to-
das partes..., fundamentalmente al Cielo”
San Josemaría dedica a la humildad (S, 282). Al procurarnos la verdad esencial
varias homilías en Amigos de Dios y en Es sobre nosotros mismos, la humildad nos
Cristo que pasa; algunos capítulos en Ca- dispone, como una brújula, a ajustar nues-
mino y en Surco, y habla de ella en otros tro comportamiento, a lo largo de la vida,
muchos momentos. Se puede afirmar que a esa verdad. El hombre, única criatura
la referencia a esta virtud es constante en terrestre capaz de conocerse, es también
todos sus escritos y en toda su predicación. la única capaz de asumir y orientar libre-
Su concepción de la humildad está mente su vida, aceptando o rechazando su
impregnada de toda una tradición perma- identidad.
nentemente meditada e incorporada a su Como toda virtud, la humildad supo-
vida. Además de la Sagrada Escritura y de ne un saber y un poder: un saber sobre
las otras fuentes de inspiración presentes nuestra identidad humana y personal que
en san Josemaría (la patrística, los grandes “nace, como fruto de conocer a Dios y de
doctores de la Iglesia…), muchas de las conocerse a sí mismo” (F, 184); y un poder,
formulaciones y expresiones lingüísticas fuerza activa, fruto de la gracia de Dios y
que utiliza sobre la humildad se inscriben de nuestra voluntad libre, que nos permi-
claramente en la corriente mística y litera- te vivir, en todo momento, de acuerdo con
ria del Siglo de Oro español, en particular nuestra identidad y nuestra finalidad.
en autores como Santa Teresa de Jesús y Pero, ¿quiénes somos?, ¿para qué vi-
Cervantes. Las referencias, a menudo im- vimos? La humildad “es la virtud que nos
plícitas (cfr. por ejemplo, S, 259, 289) son ayuda a conocer, simultáneamente, nues-
muy numerosas. tra miseria y nuestra grandeza” (AD, 94).
Toda esa tradición, confirmada con la Este conocimiento sólo es posible mirán-
fuerza de su rica experiencia personal y donos en Dios como en un espejo, pene-
pastoral, aparece, al mismo tiempo, exen- trando por la fe en el misterio de nuestra
ta de sistematización y enriquecida por la creación y redención.

599

Biblioteca Virtual Josemaría Escrivá de Balaguer y Opus Dei


HUMILDAD

Descubrimos entonces claramente al identificarnos con Dios Hijo, por medio


que somos simples criaturas y, además, del Espíritu Santo, nos conduce a la humil-
pecadores: “Es muy grande cosa saberse dad, sabiéndonos hijos de un Padre que
nada delante de Dios, porque así es” (S, nos ama con locura.
260). “Nuestra miseria resalta con dema- El orgullo “es el pecado capital que
siada evidencia. No me refiero a las limi- conduce al endiosamiento malo. La sober-
taciones naturales: a tantas aspiraciones bia lleva a seguir, quizá en las cuestiones
grandes con las que el hombre sueña y más menudas, la insinuación que Satanás
que, en cambio, no efectuará nunca, aun- presentó a nuestros primeros padres: se
que sólo sea por falta de tiempo. Pienso en abrirán vuestros ojos y seréis como Dios,
lo que realizamos mal, en las caídas, en las conocedores del bien y del mal (Gn 3, 5).
equivocaciones que podrían evitarse y no Se lee también en la Escritura que el princi-
se evitan. Continuamente experimentamos pio de la soberbia es apartarse de Dios (Si
nuestra personal ineficacia. Pero, a veces, 10, 14). Porque este vicio, una vez arraiga-
parece como si se juntasen todas estas do, influye en toda la existencia del hom-
cosas, como si se nos manifestasen con bre, hasta convertirse en lo que san Juan
mayor relieve, para que nos demos cuenta llama superbia vitæ (I Jn 2, 16), soberbia de
de cuán poco somos” (AD, 94). la vida” (AD, 99).
Sin embargo esta constatación de Frente a este orgullo fruto del endio-
nuestra pequeñez es sólo una parte de samiento malo, san Josemaría insiste en
nuestra identidad, ya que, por puro regalo presentarnos la humildad como fruto del
de Dios, estamos llamados a una inmen- endiosamiento bueno: “Dios resiste a los
sa grandeza. “Humildad es mirarnos como soberbios, pero a los humildes da su gra-
somos, sin paliativos, con la verdad. Y al cia (1 P 5, 5), enseña el Apóstol san Pedro.
comprender que apenas valemos algo, En cualquier época, en cualquier situación
nos abrimos a la grandeza de Dios: ésta es humana, no existe más camino –para vi-
nuestra grandeza” (AD, 96); grandeza que vir vida divina– que el de la humildad. ¿Es
consiste, nada menos, que en participar de que el Señor se goza acaso en nuestra hu-
la naturaleza divina. “Aun en los momentos millación? No. ¿Qué alcanzaría con nues-
en los que percibamos más profundamen- tro abatimiento el que ha creado todo, y
te nuestra limitación, podemos y debemos mantiene y gobierna cuanto existe? Dios
mirar a Dios Padre, a Dios Hijo, a Dios Es- únicamente desea nuestra humildad, que
píritu Santo, sabiéndonos partícipes de la nos vaciemos de nosotros mismos, para
vida divina” (ECP, 160). Dios quiere “endio- poder llenarnos; pretende que no le pon-
sarnos”, recuerda san Josemaría, hacién- gamos obstáculos, para que –hablando
dose eco de una terminología ya presente al modo humano– quepa más gracia suya
en los albores de la literatura cristiana. en nuestro pobre corazón. Porque el Dios
que nos inspira ser humildes es el mismo
a) Humildad y “endiosamiento” que transformará el cuerpo de nuestra hu-
Pero ¿de qué endiosamiento se tra- mildad y le hará conforme al suyo glorioso,
ta? Es capital distinguir “el endiosamiento con la misma virtud eficaz con que puede
bueno del endiosamiento malo” (AD, 94). también sujetar a su imperio todas las co-
Aquí se encuentra la principal clave de sas (Flp 3, 21). Nuestro Señor nos hace
la humildad según san Josemaría. El en- suyos, nos endiosa con un endiosamiento
diosamiento malo no es otra cosa que el bueno” (AD, 98).
orgullo de querer identificarnos con Dios
Creador, origen de todo lo que existe, pre- b) Humildad y filiación divina
tendiendo suplantarle (cfr. AD, 100; ECP, En san Josemaría la consideración y la
165). El endiosamiento bueno, en cambio, profunda vivencia de la filiación divina im-

600

Biblioteca Virtual Josemaría Escrivá de Balaguer y Opus Dei


HUMILDAD

pregna toda su predicación, de modo que de la dignidad de su objeto, la cual corres-


la humildad no es simplemente la humildad ponde a las virtudes teologales, sino en ra-
de una criatura con relación a su Creador o zón de su extensión moral: abre la vía a la
la de un creyente con relación a Dios, sino acción divina, aleja los obstáculos que se
la de un hijo queridísimo, limitado, pobre, oponen a la construcción del edificio es-
pecador, y llamado a participar de la intimi- piritual. Sin humildad es imposible amar a
dad divina, identificándose con Jesucristo, Dios y a los demás. La humildad asegura la
el Hijo por naturaleza del Padre. “Cuando rectitud de intención que “está en buscar
se trabaja por Dios, hay que tener “comple- «sólo y en todo» la gloria de Dios” (F, 921).
jo de superioridad”, te he señalado. Pero, San Josemaría nos recuerda que toda
me preguntabas, ¿esto no es una manifes- virtud auténtica es manifestación de hu-
tación de soberbia? –¡No! Es una conse- mildad: “«La oración» es la humildad del
cuencia de la humildad, de una humildad hombre que reconoce su profunda miseria
que me hace decir: Señor, Tú eres el que y la grandeza de Dios, a quien se dirige y
eres. Yo soy la negación. Tú tienes todas adora, de manera que todo lo espera de
las perfecciones: el poder, la fortaleza, el Él y nada de sí mismo. «La fe» es la humil-
amor, la gloria, la sabiduría, el imperio, la dad de la razón, que renuncia a su propio
dignidad... Si yo me uno a Ti, como un hijo criterio y se postra ante los juicios y la au-
cuando se pone en los brazos fuertes de su toridad de la Iglesia. «La obediencia» es la
padre o en el regazo maravilloso de su ma- humildad de la voluntad, que se sujeta al
dre, sentiré el calor de tu divinidad, sentiré querer ajeno, por Dios. «La castidad» es la
las luces de tu sabiduría, sentiré correr por humildad de la carne, que se somete al es-
mi sangre tu fortaleza” (F, 342). píritu. «La mortificación» exterior es la hu-
Aprender a ser humildes es, en defi- mildad de los sentidos. «La penitencia» es
la humildad de todas las pasiones, inmo-
nitiva, “aprender a ser hijo de Dios” (AD,
ladas al Señor. –La humildad es la verdad
148). En efecto, “la conciencia de la mag-
en el camino de la lucha ascética” (S, 259).
nitud de la dignidad humana –de modo
eminente, inefable, al ser constituidos por Sin embargo, sin despojar a la hu-
la gracia en hijos de Dios– junto con la hu- mildad del puesto básico que la teología
mildad, forma en el cristiano una sola cosa, moral le ha otorgado tradicionalmente (cfr.
ya que no son nuestras fuerzas las que Adnès, 1960, cols. 1136-1187), san Jose-
nos salvan y nos dan la vida, sino el favor maría repite de modo insistente que el fun-
divino. Es ésta una verdad que no puede damento de toda la vida espiritual para el
olvidarse nunca, porque entonces el en- Opus Dei, tal como Dios se lo hizo ver, es
diosamiento se pervertiría y se convertiría el sentido de la filiación divina (cfr. IJC, pp.
en presunción, en soberbia y, más pronto 476-477; AVP, I, pp. 389-392). En realidad,
o más tarde, en derrumbamiento espiritual no hay contradicción ninguna. La humildad
ante la experiencia de la propia flaqueza y cristiana hunde sus raíces en la filiación di-
miseria” (ECP, 133). La medida de la humil- vina, en donde encuentra su explicación
dad nos viene dada por ese sentido de to- última y su savia, ya que Jesucristo, con
quien debemos identificarnos, se humilló,
tal dependencia de Dios, como quien nada
se anonadó y obedeció hasta la muerte,
es, ni tiene, ni puede por sí mismo, pero
por amor al Padre (cfr. Flp 2, 8).
tiene a Dios por Padre.

c) La humildad, fundamento de todas las 2. Los caminos hacia la humildad


virtudes El conocimiento de nuestra identidad
La humildad es “la base sobrenatural como seres humanos no es suficiente para
de todas las virtudes” (S, 289), no en razón ser humildes. Es necesario además co-

601

Biblioteca Virtual Josemaría Escrivá de Balaguer y Opus Dei


HUMILDAD

nocer nuestro yo individual, con nuestras b) La lucha contra el orgullo


circunstancias, talentos, defectos y limita- “Siempre intentamos ser reyes, aun-
ciones personales. Son innumerables los que sea del reino de nuestra miseria” (ECP,
textos en que san Josemaría nos recuerda 17). Por eso, para que sea Dios el que reine
que nuestras propias acciones, las prue- en nuestra vida, la humildad ha de colocar
bas, las caídas, el juicio de los demás, el al yo en su sitio: con relación a Dios, a los
examen de conciencia, las tentaciones… demás, a la entera creación. Se evitan así
nos permiten conocernos mejor y nos lle- los defectos de apreciación sobre nuestras
van por consiguiente a la humildad. propias capacidades, las evasiones, des-
Pero todo eso, en que la inteligencia centramientos, tensiones, comparaciones,
juega un papel fundamental, es sólo el pri- luchando por estar allí donde nos corres-
mer paso. La humildad requiere además ponde (cfr. C, 832) y por ser plenamente
la aceptación por parte de la voluntad de lo que Dios quiere que seamos (cfr. CONV,
nuestra identidad, es decir del proyecto de 116). “Señor, quita la soberbia de mi vida;
Dios para cada uno de nosotros; y la lucha quebranta mi amor propio, este querer afir-
constante por ajustarnos a ella. ¿Cómo lo- marme yo e imponerme a los demás. Haz
que el fundamento de mi personalidad sea
grar recorrer esas etapas? ¿Cómo adquirir
la identificación contigo” (ECP, 31).
la humildad?
Para que el “yo” profundo y definitivo
a) La oración triunfe, es decir para dejar que Cristo viva
Ante todo, recurriendo a la oración, al en nosotros, es necesario tener a raya ese
diálogo con Dios: la humildad no es fruto otro “yo” del hombre viejo que busca su
de la reflexión y de la introspección ni me- vanagloria (cfr. C, 780), encerrándolo en sí
nos aún de una simple decisión de nuestra mismo: “La soberbia entorpece la caridad.
–Pide a diario al Señor –para ti y para to-
voluntad. Sin la gracia de Dios ni podemos
dos– la virtud de la humildad, porque con
conocernos ni ejercitar la humildad. Por
los años la soberbia aumenta, si no se co-
consiguiente, en primer lugar, como ocu-
rrige a tiempo” (F, 596). Es preciso, pues,
rre con todas las virtudes, hay que pedirla
querer ser humildes. Pero de la humildad
a Dios: “Buen Jesús: si he de ser apóstol,
nadie sabe nada hasta que llega el mo-
es preciso que me hagas muy humilde. El
mento de ejercitarla. “Me decías: «¡hay que
sol envuelve de luz cuanto toca: Señor, llé-
decapitar el ‘yo’!...» –Pero, ¡cómo cuesta!,
name de tu claridad, endiósame: que yo ¿no?” (S, 279). ¡Cuánto cuesta vivir la hu-
me identifique con tu Voluntad adorable, mildad!, porque –afirma la sabiduría po-
para convertirme en el instrumento que pular cristiana– «la soberbia muere veinti-
deseas... Dame tu locura de humillación: la cuatro horas después de haber muerto la
que te llevó a nacer pobre, al trabajo sin persona»” (F, 599).
brillo, a la infamia de morir cosido con hie-
El orgullo penetra no sólo en la inteli-
rros a un leño, al anonadamiento del Sa-
gencia y en la voluntad, sino en la imagina-
grario” (S, 273).
ción, en la memoria, en todos los sentidos,
Sólo contemplando constantemente exaltando el propio juicio, el propio poder,
la vida de Jesús (cfr. AD, 97, 236) y me- la búsqueda de placer… Se muestra de mil
ditando sus enseñanzas aprenderemos a modos, ya que los disfraces de la soberbia
comportarnos con humildad: una humil- son variadísimos, infinitos. San Josema-
dad que, como don sobrenatural, Dios va ría, siguiendo la sabiduría moral cristiana,
infundiendo en el alma, por esta vía de la busca desenmascararlos: “La soberbia es
oración, con una luz y fuerza antes insos- el peor de los pecados y el más ridículo.
pechadas (cfr. AD, 20). Si logra atenazar con sus múltiples aluci-

602

Biblioteca Virtual Josemaría Escrivá de Balaguer y Opus Dei


HUMILDAD

naciones, la persona atacada se viste de Perdonad mi machaconería, pero juz-


apariencia, se llena de vacío. (…) La so- go imprescindible que se grabe a fuego en
berbia es desagradable, también huma- vuestras inteligencias, que la humildad y
namente: el que se considera superior a –su consecuencia inmediata– la sinceridad
todos y a todo, está continuamente con- enlazan los otros medios, y se muestran
templándose a sí mismo y despreciando a como algo que fundamenta la eficacia para
los demás, que le corresponden burlándo- la victoria” (AD, 188)
se de su vana fatuidad” (AD, 100).
d) La infancia espiritual
Y para ayudar a afinar en la lucha con-
tra el orgullo, san Josemaría señala múlti- Para avanzar con más ligereza por la
ples manifestaciones de modo concreto y senda de la humildad, san Josemaría nos
realista: “pensar que lo que haces o dices invita a descubrir el atajo de la infancia es-
está mejor hecho o dicho que lo de los piritual: “¡Que seáis muy niños! Y cuanto
demás; querer salirte siempre con la tuya; más, mejor (…). Las grandes caídas, las
disputar sin razón o –cuando la tienes– in- que causan serios destrozos en el alma, y
sistir con tozudez y de mala manera; dar en ocasiones con resultados casi irreme-
tu parecer sin que te lo pidan, ni lo exija la diables, proceden siempre de la sober-
caridad; despreciar el punto de vista de los bia de creerse mayores, autosuficientes.
demás; no mirar todos tus dones y cuali- En esos casos, predomina en la persona
dades como prestados” (S, 263), no dejar- como una incapacidad de pedir asistencia
se ayudar ni corregir (cfr. S, 707) y… tantos al que la puede facilitar: no sólo a Dios;
otros ejemplos. al amigo, al sacerdote (…). Fomentad el
Si no rectifican, “muchas almas que hambre, la aspiración de ser como niños.
podrían gozar de una paz maravillosa, que Convenceos de que es la forma mejor de
podrían gustar de un júbilo inmenso, por vencer la soberbia” (AD, 147).
orgullo y presunción se trasforman en des- Y porque él había hecho suya esta ac-
graciadas e infecundas” (ECP, 18). titud, sin que por eso la vía de la infancia
espiritual fuese preceptiva para los fieles
c) La sinceridad del Opus Dei (cfr. CECH, p. 916), podía
¡Qué importancia tiene por eso, la vir- exclamar poco antes de morir, la víspera
tud de la sinceridad, en la que tanto insiste de su jubileo sacerdotal: “A la vuelta de
san Josemaría, al unísono con la tradición cincuenta años, estoy como un niño que
espiritual cristiana! Juega, en efecto, un balbucea. Estoy comenzando, recomen-
papel fundamental en el camino hacia la zando, en cada jornada. Y así hasta el final
humildad porque es la puerta abierta a la de los días que me queden: siempre reco-
gracia divina: sinceridad con Dios en la menzando” (AVP, III, p. 755).
oración y con aquellos a quienes acudimos
para recibir orientación en nuestra lucha e) El valor de las humillaciones
interior, y en la confesión, reconociendo Desde la “ciencia de la cruz” san Jo-
nuestras limitaciones y pecados. semaría comprende el inestimable valor
“Insisto, por su importancia capital”: de las humillaciones para el progreso de
todas las mezquindades se superan “con la humildad y, por tanto, de la vida interior:
humildad, y con sinceridad en la dirección “Hijo, óyeme bien: tú, feliz cuando te mal-
espiritual y en el Sacramento de la Peni- traten y te deshonren; cuando mucha gen-
tencia. Id a los que orientan vuestras almas te se alborote y se ponga de moda escupir
con el corazón abierto; no lo cerréis, por- sobre ti, porque eres «omnium peripsema»,
que si se mete el demonio mudo, es difícil como basura para todos... Cuesta, cuesta
de sacar. mucho. Es duro, hasta que –por fin– un

603

Biblioteca Virtual Josemaría Escrivá de Balaguer y Opus Dei


HUMILDAD

hombre se acerca al Sagrario, se ve consi- (CECH, pp. 718-719): “Sería lamentable


derado como toda la porquería del mundo, que alguno concluyera, al ver desenvolver-
como un pobre gusano, y dice de verdad: se a los católicos en la vida social, que se
«Señor, si Tú no necesitas mi honra, ¿yo, mueven con encogimiento y capitidisminu-
para qué la quiero? » Hasta entonces, no ción. No cabe olvidar que nuestro Maes-
sabe el hijo de Dios lo que es ser feliz: has- tro era –¡es!– «perfectus Homo» –perfecto
ta llegar a esa desnudez, a esa entrega, Hombre” (S, 421). Quizá, para evitar este
que es entrega de amor, pero fundamenta- riesgo, no se encontrará en san Josemaría
da en la mortificación, en el dolor” (F, 803). (cfr. CECH, p. 719) la insistencia en algu-
Por eso, “nuestro único triunfo ha de nos consejos de autores espirituales invi-
ser el de la humildad” (ECP, 19), que nos tando al menosprecio exterior en el hábito
lleva además a perdonar, cuantas ve- y en el andar.
ces sea necesario, siguiendo el ejemplo Pero junto a la falsa humildad pu-
de Cristo (cfr. S, 805). “Éste es el camino ramente exterior, existen también otras
seguro: por la humillación, hasta la Cruz; formas más interiores como la que, con-
desde la Cruz, con Cristo a la Gloria inmor- centrando la atención en los propios de-
tal del Padre” (F, 1020). Y san Josemaría no fectos, limitaciones y fracasos, conduce al
cesa de insistir: “Al contemplar la escena desánimo, al pesimismo y a la tristeza (S,
de la Encarnación, refuerza en tu alma la 262). San Josemaría responde con firmeza
decisión de «la humildad práctica». Mira a esta frecuente y pésima tentación: “No
que Él se abajó, tomando nuestra pobre te cause pena ser nada, porque así Jesús
naturaleza. Por eso, en cada jornada, has tiene que ponerlo todo en ti” (C, 596). Y
de reaccionar ¡inmediatamente!, con la recuerda que “ser humilde no equivale a
gracia de Dios, aceptando –queriendo– tener angustia o temor” (S, 264).
las humillaciones que el Señor te depare” Y sale al paso con aún mayor energía,
(F, 139). si cabe, de una segunda manifestación de
falsa humildad, que es fruto de la cobar-
f) La falsa humildad
día, de la pereza y del egoísmo. Querien-
Al mismo tiempo, nos incita a reaccio- do proteger el yo, el hombre renuncia a la
nar también contra algunos clichés y falsos grandeza a la que está llamado, por miedo
conceptos de la humildad muy difundidos al esfuerzo y a los posibles fracasos que su
entre los cristianos. Junto al orgullo que búsqueda comporta (cfr. S, 68). “Esa falsa
parece olvidar nuestra miseria para subra- humildad es comodidad: así, tan humildi-
yar una pretendida grandeza, existe tam- co, vas haciendo dejación de derechos...
bién una falsa humildad que, de diferentes que son deberes” (C, 603). Por consiguien-
maneras, subraya sólo la miseria. te, insiste san Josemaría, “no concedáis
En primer lugar la humildad puramen- el menor crédito a los que presentan la
te exterior, que se manifiesta en palabras y virtud de la humildad como apocamiento
actitudes: “No eres humilde cuando te hu- humano, o como una condena perpetua
millas, sino cuando te humillan y lo llevas a la tristeza. Sentirse barro, recompuesto
por Cristo” (C, 594). “En la experiencia y con lañas, es fuente continua de alegría;
praxis espiritual de san Josemaría ciertos significa reconocerse poca cosa delante
actos exteriores de humillación eran muy de Dios: niño, hijo. ¿Y hay mayor alegría
sospechosos de inautenticidad, de falsa que la del que, sabiéndose pobre y débil,
humildad. En efecto, quiere evitar de raíz se sabe también hijo de Dios?” (AD, 108).
todo lo que parezca mera exterioridad
que chocaba con la naturalidad de la vida
cristiana en el mundo, que él predicaba”

604

Biblioteca Virtual Josemaría Escrivá de Balaguer y Opus Dei


HUMILDAD

3. Manifestaciones de la humildad migo hipócrita de nuestra santificación:


el pensar que esta batalla interior ha de
a) Humildad y vida ordinaria
dirigirse contra obstáculos extraordina-
Al hablar de la humildad, san Josema- rios, contra dragones que respiran fuego.
ría piensa especialmente en la del cristiano Es otra manifestación del orgullo. Quere-
corriente que busca la santidad en medio mos luchar, pero estruendosamente, con
del mundo, a través del trabajo profesio- clamores de trompetas y tremolar de es-
nal. En la medida en que la santificación tandartes. (…) Oigamos al Señor, que nos
de la vida ordinaria implica la realización dice: quien es fiel en lo poco, también lo es
de un trabajo serio y que el trabajo serio en lo mucho, y quien es injusto en lo poco,
es el “profesional”, santificar la vida ordi- también lo es en lo mucho. Que es como
naria significa fundamentalmente santificar si nos recordara: lucha cada instante en
el trabajo profesional (que no debe con- esos detalles en apariencia menudos, pero
fundirse, por tanto, con el mero hecho de grandes a mis ojos; vive con puntualidad el
tener un “empleo” en un sector profesio- cumplimiento del deber; sonríe a quien lo
nal determinado). “Para que Él reine en el necesite, aunque tú tengas el alma dolori-
mundo hace falta que haya quienes, con la da; dedica, sin regateo, el tiempo necesa-
vista en el cielo, se dediquen prestigiosa- rio a la oración; acude en ayuda de quien
mente a todas las actividades humanas, y, te busca; practica la justicia, ampliándola
desde ellas, ejerciten calladamente –y efi- con la gracia de la caridad” (ECP, 77).
cazmente– un apostolado de carácter pro- Al conceder tanta importancia al valor
fesional” (C, 347). Trabajar así es, por con- de lo que parece pequeño a la mirada pu-
siguiente, un “serviam!” permanente, es ramente humana, san Josemaría nos invita
decir, un acto de humildad (cfr. S, 491). Lo a un humilde realismo, que evita refugiar
cual supone que lo contrario –no trabajar nuestra imaginación en la exaltación del
bien, hacer chapuzas– es en el pensamien- yo: “Convenceos de que ordinariamente
to de san Josemaría una manifestación del no encontraréis lugar para hazañas des-
“non serviam!” (cfr. ECP, 50-51; AD, 69-70). lumbrantes, entre otras razones, porque
En este contexto se entiende la invi- no suelen presentarse. En cambio, no os
tación a ser no sólo un buen profesional, faltan ocasiones de demostrar a través de
sino persona que goza de personalidad, de lo pequeño, de lo normal, el amor que te-
prestigio profesional (cfr. C, 372), no como néis a Jesucristo” (AD, 8).
manifestación de vanidad o de poder, sino
para conducir a la humanidad entera a Je- c) Humildad y servicio: instrumentos en
sucristo, haciéndole presente en todos los manos de Dios
ambientes y profesiones. “Si tú, por falsa o El hombre es instrumento: causa, sin
por mal entendida humildad, te aíslas, en- duda, especialmente porque es libre; pero
cerrándote en tu rincón, faltas a tu deber causa segunda que deja todos sus talen-
de instrumento divino” (S, 287). tos, la vida entera, a disposición de Jesu-
cristo (cfr. AD, 21) para que sea Él quien
b) Humildad y cosas pequeñas actúe y brille. De ahí el cariño particular de
El esfuerzo por vivir la humildad en la san Josemaría por la figura del borrico, hu-
vida ordinaria lleva a descubrir “la grande- milde instrumento de Jesús en su entrada
za de la andadura a lo divino en el cumpli- triunfal en Jerusalén (cfr. C, 606; F, 381).
miento fiel de las obligaciones habituales “Dios suele buscar instrumentos fla-
de la jornada, con esas luchas que llenan cos, para que aparezca con clara evi-
de gozo al Señor, y que sólo Él y cada uno dencia que la obra es suya” (ECP, 3; cfr.
de nosotros conocemos” (AD, 8). Escapa- F, 232). De nuestra respuesta depende
mos así, dice san Josemaría, a un “ene- “que el Señor pueda servirse de nosotros

605

Biblioteca Virtual Josemaría Escrivá de Balaguer y Opus Dei


HUMILDAD

para que, metidos en todas las encruci- Dios nos ha mostrado el camino: su
jadas del mundo –estando nosotros me- ejemplo, eminentemente pedagógico, es la
tidos en Dios–, seamos sal, levadura, luz. base teológica de esa manera de concebir
Tú, en Dios, para iluminar, para dar sabor, la humildad (cfr. CECH, p. 908). Dios mis-
para acrecentar, para fermentar. Pero no mo se esconde, para que le busquemos
me olvides que no creamos nosotros esa libremente y sin miedo; para enseñarnos,
luz: únicamente la reflejamos. No somos de modo práctico, que sólo recorriendo
nosotros los que salvamos las almas, em- ese camino de escondimiento, podemos
pujándolas a obrar el bien: somos tan sólo llegar a Él y manifestar su presencia a los
un instrumento, más o menos digno, para demás: “La eficacia corredentora, ¡eterna!,
los designios salvadores de Dios. Si alguna de nuestras vidas, sólo puede actuarse
vez pensásemos que el bien que hacemos con la humildad, desapareciendo para que
es obra nuestra, volvería la soberbia, aún los demás descubran al Señor” (F, 669).
más retorcida; la sal perdería el sabor, la Es todo un juego divino. Dios se esconde
levadura se pudriría, la luz se convertiría en en la Creación, en la Humanidad de Cris-
tinieblas” (AD, 250). to Redentor, en la actividad del Espíritu
Santo Santificador. Y no sólo se escon-
d) Ocultarse y desaparecer de, sino que se humilla. Se hace esclavo
Esta actitud se tradujo en una norma para sanar nuestro orgullo y darnos ejem-
habitual de conducta de san Josemaría: plo. “Jesucristo (…) teniendo la naturaleza
“ocultarme y desaparecer es lo mío, que de Dios, (...) no obstante, se anonadó a sí
sólo Jesús se luzca” (AVP, III, p. 746); norma mismo tomando la forma de siervo, hecho
de gran importancia en su espiritualidad y semejante a los hombres y reducido a la
que recomendó con ahínco a lo largo de su condición de hombre (Flp 2, 6-7). Hijos,
vida: “Te aconsejo que no busques la ala- pasmaos agradecidos ante este misterio, y
banza propia, ni siquiera la que merecerías: aprended: todo el poder, toda la majestad,
es mejor pasar oculto, y que lo más hermo- toda la hermosura, toda la armonía infinita
so y noble de nuestra actividad, de nuestra de Dios, sus grandes e inconmensurables
vida, quede escondido... ¡Qué grande es riquezas, ¡todo un Dios!, quedó escondido
este hacerse pequeños!: “Deo omnis glo- en la Humanidad de Cristo para servirnos.
ria!” –toda la gloria, para Dios” (F, 1051). El Omnipotente se presenta decidido a os-
Buscar el prestigio, ser líder, se com- curecer por un tiempo su gloria, para facili-
paginan así con el ocultarse y desaparecer, tar el encuentro redentor con sus criaturas”
propios del endiosamiento bueno, de la (AD, 111). “Y más oculto aún, por Amor a
humildad del hijo de Dios. “Jesucristo nos los hombres, está en la Hostia” (C, 843).
busca –con una vocación, que es vocación Además san Josemaría encuentra en
a la santidad– para consumar, con Él, la Re- la vida de Jesús otra razón profunda de
dención. Considerad su primera enseñan- ese “ocultarse y desaparecer” en la vida
za: hemos de corredimir no persiguiendo el de Jesús. “¡Treinta y tres años de Jesús!...:
triunfo sobre nuestros prójimos, sino sobre treinta fueron de silencio y oscuridad; de
nosotros mismos. Como Cristo, necesita- sumisión y trabajo...” (S, 485).
mos anonadarnos, sentirnos servidores de
los demás, para llevarlos a Dios” (ECP, 31). e) Sencillez
Ese “pasar oculto” significa para san Jose- El resultado es la sencillez, la natura-
maría rechazar todo vano deseo de prota- lidad, el desear ser “uno más”, evitando
gonismo o autoafirmación (cfr. IJC, p. 63), buscar aplausos, o llamar la atención, “sin
para vivir aquel “conviene que Él crezca rarezas, ni ñoñerías” (C, 379). “Al compor-
y yo disminuya”, que pronunció san Juan tarnos con normalidad –como nuestros
Bautista (cfr. Jn 3, 30) (cfr. ECP, 58). iguales– y con sentido sobrenatural, no

606

Biblioteca Virtual Josemaría Escrivá de Balaguer y Opus Dei


HUMILDAD

hacemos más que seguir el ejemplo de Je- La expresión “humildad colectiva”


sucristo, verdadero Dios y verdadero Hom- aparece desde muy temprano en los escri-
bre. Fijaos en que toda su vida está llena tos de san Josemaría como algo esencial,
de naturalidad. Pasa seis lustros oculto, para evitar el error que lleva a ensalzar la
sin llamar la atención, como un trabajador institución a la que se pertenece, en de-
más, y le conocen en su aldea como el hijo trimento de las demás. “Esta humildad
del carpintero. A lo largo de su vida pública, colectiva tan grata a Dios, libra del exage-
tampoco se advierte nada que desentone, rado espíritu de cuerpo, del fanatismo, de
por raro o por excéntrico. Se rodeaba de formar grupito”. Y continúa: “se rechaza la
amigos, como cualquiera de sus conciuda- idea de que lo nuestro es bueno, por ser
danos, y en su porte no se diferenciaba de nuestro; y lo de los demás, mediocre o
ellos. (…) No había en Jesús ningún indicio malo. El Señor acepta como ofrenda muy
extravagante. A mí, me emociona esta nor- agradable la humildad colectiva” (Carta
ma de conducta de nuestro Maestro, que 24-XII-1951, n. 42: IJC, p. 270, nt. 116).
pasa como uno más entre los hombres (...). Aplicándola a los fieles del Opus Dei y
Así hemos de desenvolvernos nosotros en a su condición secular, que reclama natu-
medio de este mundo: como nuestro Se- ralidad, deseo de no distinguirse en nada
ñor” (ECP, 148). de los demás ciudadanos, san Josema-
ría les invita a referir a Dios todo honor y
f) Humildad colectiva y naturalidad alabanza, hasta el punto de afirmar que la
San Josemaría, huyendo de todo lo mayor gloria del Opus Dei es no tener glo-
que pudiese “sonar a autobombo” (CONV, ria humana. Quería que su lema personal
18) o vana complacencia, recuerda la im- fuese también un lema colectivo: “hacer
portancia de vivir la humildad también de y desaparecer, que sólo Jesús se luzca”,
modo colectivo. El hombre pretende a ve- buscando únicamente la gloria de Dios y
ces gloriarse a través de su pertenencia a el servicio de la Iglesia y de las almas (cfr.
diferentes grupos: a una familia determi- AVP, I, p. 351).
nada, a un linaje, a un grupo social, a una
ciudad, una región, un país, una raza, una g) Gratitud, compunción, optimismo
profesión, una escuela determinada o una La humildad, al permitirnos ver todo
universidad, a una religión o a una institu- con relación a Dios, nos lleva a la acepta-
ción determinada… Este orgullo “colecti- ción de la realidad sobre nosotros mismos,
vo” puede manifestarse, por consiguiente, sobre los demás, sobre el mundo en el que
de formas muy diversas. vivimos: alegrías, éxitos, fracasos, humilla-
Así, al subrayar por ejemplo la diferen- ciones, dificultades, sufrimientos. Todo lo
cia entre patriotismo y nacionalismo (cfr. S, cual se traduce en la vida y en los escritos
315), san Josemaría pone en guardia contra de san Josemaría en continuas acciones
el orgullo nacional o de grupo (cfr. S, 722), de gracias, en una actitud de compunción
y afirma que las palabras del Apóstol: “no y de petición de perdón (cfr. ECP, 138), en
hay distinción de gentil y judío, de circun- deseos de rectificación, en un optimismo
ciso y no circunciso, de bárbaro y escita, permanente lleno de buen humor, evitando
de esclavo y libre, sino que Cristo es todo y las quejas y el victimismo.
está en todos” (Col 3, 11), sirven “hoy como “Miro mi vida y, con sinceridad, veo
ayer: ante el Señor, no existen diferencias que no soy nada, que no valgo nada, que
de nación, de raza, de clase, de estado... no tengo nada, que no puedo nada; más:
Cada uno de nosotros ha renacido en Cris- ¡que soy la nada!, pero Él es el todo y, al
to, para ser una nueva criatura, un hijo de mismo tiempo, es mío, y yo soy suyo, por-
Dios: ¡todos somos hermanos, y fraternal- que no me rechaza, porque se ha entre-
mente hemos de conducirnos!” (S, 317). gado por mí. ¿Habéis contemplado amor

607

Biblioteca Virtual Josemaría Escrivá de Balaguer y Opus Dei


HUMILDAD

más grande? (…) Repaso mi conducta, y 4. La Virgen Santísima, maestra de hu-


me asombro ante el cúmulo de mis negli- mildad
gencias. (…) Me apena de veras este com- Es constante y unánime en la tradición
portamiento mío, pero no me quita la paz. de la Iglesia ver en la Virgen “la obra maes-
Me postro ante Dios, y le expongo con tra” de Dios. Este prodigio se realizó “quia
claridad mi situación. Enseguida recibo la respexit humilitatem ancillae suae, porque
seguridad de su asistencia, y escucho en Dios vio la bajeza de su esclava (Lc 1, 48):
el fondo de mi corazón que El me repite la mayor humildad se conjuga con la ma-
despacio: meus es tu! (Is 43, 1); sabía –y yor gloria” (ECP, 178).
sé– cómo eres, ¡adelante!” (AD, 215).
El profundo convencimiento de que
La conciencia de pecador invadido María es inmejorable maestra de humildad,
por la gracia de Dios, característica de los lleva a san Josemaría a pedirle que nos
grandes santos, llevaba a san Josemaría “adiestre a caminar por esa senda” (S, 289):
a considerarse “un pecador que ama con “Mirad a María. Jamás criatura alguna se
locura a Jesucristo” (cfr. CECH, pp. 720- ha entregado con más humildad a los de-
721), y a comprobar que “a medida que signios de Dios. La humildad de la ancilla
se avanza en la vida interior, se perciben Domini, de la esclava del Señor, es el moti-
con más claridad los defectos personales. vo de que la invoquemos como causa nos-
Sucede que la ayuda de la gracia se trans- træ lætitiæ, causa de nuestra alegría. Eva,
forma como en unos cristales de aumento, después de pecar queriendo en su locura
y aparecen con dimensiones gigantescas igualarse a Dios, se escondía del Señor y se
hasta la mota de polvo más minúscula, el avergonzaba: estaba triste. María, al con-
granito de arena casi imperceptible, por- fesarse esclava del Señor, es hecha Madre
que el alma adquiere la finura divina, e in- del Verbo divino, y se llena de gozo. Que
cluso la sombra más pequeña molesta a la este júbilo suyo, de Madre buena, se nos
conciencia, que sólo gusta de la limpieza pegue a todos nosotros: que salgamos en
de Dios” (AD, 20). esto a Ella –a Santa María–, y así nos pare-
Pero la experiencia de la propia mise- ceremos más a Cristo” (AD, 109).
ria nunca debe abocar en el desánimo: “Si
te alejas de Él por cualquier motivo, reac- Voces relacionadas: Naturalidad; Sinceridad;
ciona con la humildad de comenzar y re- Virtudes: Consideración general.
comenzar; de hacer de hijo pródigo todas
las jornadas, incluso repetidamente en las Bibliografía: AD, 94-109; C, 589-613; ECP, 12-
veinticuatro horas del día; de ajustar tu co- 21; S, 259-289, 696-726; AVP, I, pp. 389-392;
razón contrito en la Confesión, verdadero CECH, pp. 713-732; IJC, pp. 476-477; Pierre Ad-
milagro del Amor de Dios” (AD, 214). Des- nès, “Humilité”, en DSp, 1969, cols. 1136-1187;
cubrimos entonces que “la infinita miseri- Manuel Belda Plans, “La pedagogía de la humil-
cordia del Señor no tarda en acudir en so- dad en Camino”, en Josep-Ignasi Saranyana et
corro del que lo llama desde la humildad” al. (dirs.), El caminar histórico de la santidad cris-
(AD, 104), proporcionándonos la paz y “el tiana. De los inicios de la época contemporánea
verdadero buen humor” (ECP, 18). hasta el Concilio Vaticano II. XXIV Simposio In-
ternacional de Teología de la Universidad de Na-
La humildad así vivida permitía a san varra, Pamplona, Servicio de Publicaciones de
Josemaría afirmar que, al hacer balance de la Universidad de Navarra, 2004, pp. 285-295;
su vida, le había “salido una carcajada. Me Joseph Ratzinger, “Dejar obrar a Dios”, 6-X-02,
he reído de mí mismo, y me he llenado de L’Osservatore Romano.
agradecimiento a Nuestro Señor, porque es
María Isabel ALVIRA DOMÍNGUEZ
Él quien lo ha hecho todo” (AVP, III, p. 756).

608

Biblioteca Virtual Josemaría Escrivá de Balaguer y Opus Dei


Aviso de Copyright

Cada una de las voces que se ofrecen en esta Biblioteca Virtual


forma parte del Diccionario de San Josemaría Escrivá de Balaguer y
son propiedad de la Editorial Monte Carmelo, estando protegidas
por las leyes de derecho de autor.

Biblioteca Virtual Josemaría Escrivá de Balaguer y Opus Dei

You might also like