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Voces relacionadas: González Guzmán, Narcisa visión particular del carisma recibido. La
(Nisa); Mujeres en el Opus Dei, Inicio del apos- radicalidad de muchas de sus expresiones
tolado; Ortega Pardo, Encarnación (Encarnita); sobre nuestra pequeñez (cfr. C, 207, 592,
Villa Tevere. 597), patrimonio común de la espirituali-
dad cristiana, está siempre acompañada
Bibliografía: AVP, II y III, passim; María Digna por la afirmación, no menos radical, de la
Díaz Pérez, Historia de la Congregación de Re- grandeza de nuestra condición de hijos de
ligiosas de María Inmaculada, Madrid, Editábor, Dios (cfr. C, 274; AD, 143-144). Así enrai-
2002; Javier Medina Bayo, Una luz encendida.
zado, el “estilo” de humildad propuesto
Dora del Hoyo, Madrid, Palabra, 2011; Ana Sas-
por san Josemaría al cristiano que busca
tre, Tiempo de caminar. Semblanza de Mon-
señor Josemaría Escrivá de Balaguer, Madrid, la santidad en medio del mundo a través
Rialp, 1989. de su trabajo ordinario rezuma equilibrio,
naturalidad, alegría inquebrantable y buen
Ana SASTRE humor.
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para que, metidos en todas las encruci- Dios nos ha mostrado el camino: su
jadas del mundo –estando nosotros me- ejemplo, eminentemente pedagógico, es la
tidos en Dios–, seamos sal, levadura, luz. base teológica de esa manera de concebir
Tú, en Dios, para iluminar, para dar sabor, la humildad (cfr. CECH, p. 908). Dios mis-
para acrecentar, para fermentar. Pero no mo se esconde, para que le busquemos
me olvides que no creamos nosotros esa libremente y sin miedo; para enseñarnos,
luz: únicamente la reflejamos. No somos de modo práctico, que sólo recorriendo
nosotros los que salvamos las almas, em- ese camino de escondimiento, podemos
pujándolas a obrar el bien: somos tan sólo llegar a Él y manifestar su presencia a los
un instrumento, más o menos digno, para demás: “La eficacia corredentora, ¡eterna!,
los designios salvadores de Dios. Si alguna de nuestras vidas, sólo puede actuarse
vez pensásemos que el bien que hacemos con la humildad, desapareciendo para que
es obra nuestra, volvería la soberbia, aún los demás descubran al Señor” (F, 669).
más retorcida; la sal perdería el sabor, la Es todo un juego divino. Dios se esconde
levadura se pudriría, la luz se convertiría en en la Creación, en la Humanidad de Cris-
tinieblas” (AD, 250). to Redentor, en la actividad del Espíritu
Santo Santificador. Y no sólo se escon-
d) Ocultarse y desaparecer de, sino que se humilla. Se hace esclavo
Esta actitud se tradujo en una norma para sanar nuestro orgullo y darnos ejem-
habitual de conducta de san Josemaría: plo. “Jesucristo (…) teniendo la naturaleza
“ocultarme y desaparecer es lo mío, que de Dios, (...) no obstante, se anonadó a sí
sólo Jesús se luzca” (AVP, III, p. 746); norma mismo tomando la forma de siervo, hecho
de gran importancia en su espiritualidad y semejante a los hombres y reducido a la
que recomendó con ahínco a lo largo de su condición de hombre (Flp 2, 6-7). Hijos,
vida: “Te aconsejo que no busques la ala- pasmaos agradecidos ante este misterio, y
banza propia, ni siquiera la que merecerías: aprended: todo el poder, toda la majestad,
es mejor pasar oculto, y que lo más hermo- toda la hermosura, toda la armonía infinita
so y noble de nuestra actividad, de nuestra de Dios, sus grandes e inconmensurables
vida, quede escondido... ¡Qué grande es riquezas, ¡todo un Dios!, quedó escondido
este hacerse pequeños!: “Deo omnis glo- en la Humanidad de Cristo para servirnos.
ria!” –toda la gloria, para Dios” (F, 1051). El Omnipotente se presenta decidido a os-
Buscar el prestigio, ser líder, se com- curecer por un tiempo su gloria, para facili-
paginan así con el ocultarse y desaparecer, tar el encuentro redentor con sus criaturas”
propios del endiosamiento bueno, de la (AD, 111). “Y más oculto aún, por Amor a
humildad del hijo de Dios. “Jesucristo nos los hombres, está en la Hostia” (C, 843).
busca –con una vocación, que es vocación Además san Josemaría encuentra en
a la santidad– para consumar, con Él, la Re- la vida de Jesús otra razón profunda de
dención. Considerad su primera enseñan- ese “ocultarse y desaparecer” en la vida
za: hemos de corredimir no persiguiendo el de Jesús. “¡Treinta y tres años de Jesús!...:
triunfo sobre nuestros prójimos, sino sobre treinta fueron de silencio y oscuridad; de
nosotros mismos. Como Cristo, necesita- sumisión y trabajo...” (S, 485).
mos anonadarnos, sentirnos servidores de
los demás, para llevarlos a Dios” (ECP, 31). e) Sencillez
Ese “pasar oculto” significa para san Jose- El resultado es la sencillez, la natura-
maría rechazar todo vano deseo de prota- lidad, el desear ser “uno más”, evitando
gonismo o autoafirmación (cfr. IJC, p. 63), buscar aplausos, o llamar la atención, “sin
para vivir aquel “conviene que Él crezca rarezas, ni ñoñerías” (C, 379). “Al compor-
y yo disminuya”, que pronunció san Juan tarnos con normalidad –como nuestros
Bautista (cfr. Jn 3, 30) (cfr. ECP, 58). iguales– y con sentido sobrenatural, no
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