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Las Heridas que Hicieron que Me Enamorara de

Ti
Descubre las heridas de infancia que impactan en tus
relaciones de pareja y comienza a sanarlas

Andrea Arenas Olmos


Contenidos

Introducción
Antes de Comenzar
Prólogo
Volviendo a la Infancia y Su Impacto en Nuestras Vidas
La Fábula del Locos y los Alpinistas
El Contexto de Nuestra Realidad Hoy
La Dependencia Natural y el Ciclo de Abundancia
La madre es la base que sustenta la sociedad
Descubre Quién Eres y qué es lo que Quieres
La Historia que nos Contamos, la Vida que Vivimos.
La Historia de las Heridas que Hicieron que me Enamorara
La Proyección en la Pareja versus las Vivencias del Niño Interior Herido.
Siento que No Soy Suficiente para que Alguien se Enamore de Mí.
Siento que Tengo que Cuidar y Responsabilizarme del Otro para que Me
Amen
Siento que Tengo que Dejar Pasar la Conducta de Mi Pareja para que las
Cosas Estén Bien.
Siento que el otro tiene que amarme, entenderme, cuidarme cuando yo lo
necesite.
Siento que es Mi Pareja la que Me Hace Daño, que Otros son los
Responsables por Mi Dolor o Mi Sufrim
Siento que Me Cuesta Confiar en una Pareja y Tengo Miedo de Aquello.
Siento que Tengo que Moldearme para ser Amada por Mi Pareja.
Siento que no Puede Permitirme Ser Vulnerable con una Pareja.
Siento que el amor es sacrificio, que debo darle muchas oportunidades a
mi relación de pareja, aunqu
Siento que el Amor Todo lo Puede, lo Aguanta. Siento que debo Ayudar a
Mi Pareja y Apoyarlo por Sobr
Siento que estoy perdida si no tengo pareja. Siento que estoy en
desventaja con respecto a otros si
Siento que el Otro Tiene que Devolverme de Alguna Forma las Cosas
Amorosas que Hago por él/ella.
Siento que Amar es decir Siempre Sí.
Siento que Amar es Darle la Razón al Otro.
Siento que Tengo que Estar en Pareja por los Hijos, por la Familia o por
los Años Compartidos Juntos
Siento que mi Pareja tiene que Cumplir con una Serie de Características o
tiene que ser una Serie de
Quién Eres en Realidad y Porqué Llegaste a Serlo
La Comunicación y la Vulnerabilidad
LA VERDADERA BÚSQUEDA DEL AMOR: ¿De Dónde Nace el
Amor?
Los 8 Factores de la Crianza que Impactan en las Relaciones de Pareja
Vulnerabilidad
Cuidado Mutuo
Responsabilidad Personal
Consideración Por el Otro
Autocuidado
Sanos Límites
Valoración del Proceso, No del Objetivo
Amor Propio
Claves para Llegar a Tener una Relación de Pareja Sana
Conoce cómo te vinculas y qué es lo que deseas
Escucha Tu Voz Interior, Conócete y Permítete Brillar
Genera una Relación de Acompañamiento, No de Necesidad.
Comunícate Contigo Misma y con Tu Pareja de Forma Asertiva
Comunícate Contigo Misma y con Tu Pareja de Forma Honesta
Hazte Responsable de Tu Felicidad
Mata la Creencia de que Existen la Relación Perfecta
Interioriza que el Amor es Verbo, No Sustantivo.
El Amor No es para Siempre
Solo el Tiempo puede Mostrarte Quien es Realmente una Persona y Su
Coherencia en el Tiempo.
BONUS TRACK: Busca una Pareja que sea un Buen Socio de Vida
¡Utiliza las Relaciones y Experiméntate!
Comentarios Finales

Bibliografía
Introducción

Si eres como la mayoría de las personas, seguramente te has enamorado de la


idea de encontrar un gran amor. Has buscado alguien a quien amar, con quien
sentirte especial y con quien poder construir una vida ideal. Soñaste con
alguien con quien vivir una gran aventura llena de romance y de un “felices
por siempre” … y cuando la encuentras, esa historia, que parecía estar llena
de futuro e ilusión, se convierte en una historia de expectativas frustradas,
desilusión, celos, engaños, preocupación, desgaste, cansancio o decepción. Y
quedas confundida, no sabiendo porqué pasó lo que pasó, qué hiciste mal,
porqué llegaron a esto, porqué elegiste mal y ¡tantas otras emociones!

¿Por qué siempre mis relaciones terminan igual? ¿Por qué no recibo el
amor que deseo recibir? ¿Por qué no logro encontrar un compañero que me
ame como sueño? ¿Por qué sufro en mis relaciones de pareja?

Este no es un libro que te enseñará a encontrar a la pareja perfecta. Es un


libro que te llevará a descubrir qué fue lo que aprendiste sobre el amor y
porqué hoy vives lo que vives. Tampoco es un libro de amor, es un libro para
desmontar el amor romántico e ideal del príncipe azul que vive en ti. Este es
un libro que te llevará a descubrir quién eres en realidad y porqué buscas lo
que buscas. Es un libro para desmontar tus creencias y encontrar tu propio
camino hacia la felicidad y el amor verdadero.

Sí. Es posible encontrar un gran amor. Pero la verdadera razón por la


que no lo encuentras, es porque no sabes quién eres o lo que quieres, porque
intentas ser amada por otro cuando aún no sabes amarte a ti misma.

El origen del amor nació en tu infancia, por eso, te acompañaré en el


camino de descubrir lo que aprendiste que era amor y qué no lo era. Allí está
la confusión. ¿Te has preguntado si estás buscando en el camino equivocado?
Transforma tu realidad y descubre qué es lo que realmente necesitas.
Este libro te guiará, a través de ejemplos y reflexiones, a:

1. Hacerte preguntas que quizás no te has hecho


2. Mirar la historia de tu vida
3. Te dará ejercicios prácticos
4. Te inspirará a buscar resultados diferentes
5. Te ayuda a conectar con el placer de estar contigo
6. Encontrar el valor para buscar tu propia felicidad
7. Descubrir quién eres y qué deseas en realidad
8. Encontrar un amor alineado con tu autenticidad

El amor verdadero existe, pero primero debes crearlo en ti para aprender


a verlo en los demás y así encontrar a una persona con la cual construir una
felicidad mayor de la que tienes contigo misma.
Antes de Comenzar

Cuaderno de Ejercicios
Antes de iniciar, te propongo que busques un cuaderno solo para iniciar
este proceso de sanación junto a mí. Aunque este libro no es un taller de
sanación, mi experiencia de años trabajando en mí misma es que lo que
queda en la mente, allí muere.

Cuando escribimos, nuevas áreas del cerebro se activan, y los


aprendizajes se hacen un poco más profundos y reales.

Por lo tanto, mi regalo para ti es compartirte este saber: busca un


cuaderno estilo diario. En él podrás dejar plasmada mucha información que
puede serte útil durante toda tu vida.

A lo largo del libro, te iré dejando una serie de ejercicios por si quieres
profundizar aún más en tu experiencia y contrastar la información que te iré
compartiendo a la luz de tu propia experiencia.

¡Allá vamos!
Prólogo

Estuve muchos días enganchada buscando la idea perfecta para comenzar a


introducirles este libro. Me senté a buscar inspiración y puse la canción de los
Los Prisioneros, “Corazones Rojos” (1990) y quiero compartirles parte de
esta canción para comenzar a hablar del amor heteronormado, disney-
especulativo, tono azul príncipe rojo carmesí y eterno amor romántico que se
nos ha enseñado desde pequeñas:

Quiero que tomes tu teléfono, pongas esta canción y la escuches


junto a mí:


Corazones rojos, corazones fuertes, espaldas débiles de mujer
Mil insultos como mil latigazos, mil latigazos dame de comer
De comer cordura, de comer comida, yo sabré como traicionar
Traicionar y jamás pagar, porque yo soy un hombre y no te puedo mirar

Eres ciudadana de segunda clase, sin privilegios y sin honor


Porque yo doy la plata estás forzada
A rendirme honores y seguir mi humor
Búscate un trabajo, estudia algo, la mitad del sueldo y doble labor
Si te quejas allá está la puerta, no estás autorizada para dar opinión

Corazones rojos, corazones fuertes, corazones rojos

Hey mujer
Hey mujeres

De tu amor de niña sacaré ventaja


De tu amor de adulta me reiré
Con tu amor de madre dormiré una siesta
Y a tu amor de esposa le mentiré

Nosotros inventamos, nosotros compramos


Ganamos batallas y también marchamos
Tú lloras de nada y te quejas de todo
Para cuando a veces nos emborrachamos

Corazones rojos (corazones rojos), Corazones fuertes

Hey mujer
Hey mujeres
Hey mujer
Hey mujeres

En la casa te queremos ver, lavando ropa, pensando en él


Con las manos sarmentosas y la entrepierna bien jugosa
Ten cuidado de lo que piensas, hay un alguien sobre ti
Seguirá esta historia, seguirá este orden
Porque Dios así lo quiso, porque Dios también es hombre

Hey, mujer (y no me digas nada a mí)


Hey, mujeres (corazones rojos no me miren así)
Hey, mujer (y no me digas nada a mí)
Hey mujeres (corazones rojos)

- Los Prisioneros, 1990.

Real.
Esto es real y fue así para el 99% de nuestras madres, para nuestras
abuelas y las mujeres que las precedieron… fue mucho más difícil.

Hemos hecho un camino. Nuestras ancestras han forjado un camino para


nosotras, para que hoy estemos aquí cuestionando a la sociedad. Han
sacrificado sus vidas, se pusieron en peligro, se atrevieron a ser pioneras a
costa de su integridad, desafiaron a la autoridad… y todo lo han hecho para
que hoy estemos tú y yo habilitadas para ir aún más allá.

Lo primero que quiero contarte es que siempre quise hablar del amor y
de las relaciones de pareja. ¡Es un tema tan interesante, tan lleno de matices,
tan misterioso y de tanta complejidad! Es un tema que de niña y de joven me
fascinó.

Para ser honesta contigo, siempre sentí que no estaba habilitada para
hablar del amor romántico y de pareja porque primero, nunca tuve novio en
la escuela, después tampoco, y le entré a una relación eterna porque quería
experimentar el amor y apenas me salí de allí hace algunos años. ¡¡En
realidad, te hablo desde la plena honestidad de mi existencia cuando te digo
que creo que soy una romántica soñadora que creo profundamente en el
amor… pero no tengo ninguna experiencia similar a eso!!

Pero si hay algo en lo que soy muy experta, muy experta, es en


enamorarme de personas heridas, necesitadas, vacías, egoístas, infantiles y
dependientes. Mi última relación me dejó tan agotada del aprendizaje de mí
misma, de mis miedos y defectos en el amor, que me tomé un año sabático de
las relaciones de pareja y del sexo, un año de celibato que me ha ayudado a
elaborar todo lo que viví por casi 20 años de mi vida.

Se acaba de cumplir un año exacto desde la última vez que besé a un


hombre por última vez (no me acuerdo ni como se llamaba el sujeto), pero
ese último encuentro, tan casual y esporádico, me dejó con la frente en alto
con respecto a la sensación de poder sobre mí misma. Me recuerdo en la
puerta, saliendo de su departamento como a las 8:00 am y diciéndole:
“Gracias por todo. La pasé muy bien. Espero que tú y tus amigos disfruten
del fin de semana en Viña antes que vuelvan a Argentina”. Le di un último
beso, me di la media vuelta y me fui con la frente en alto y una sonrisa en mis
labios. El camino fue como estar en una pasarela en donde me iba a comer el
mundo. Francamente, me quería quedar en esa sensación de poder toda la
vida.

Una diva en su máximo esplendor. Esa era la mujer que yo era y la que
iba a sostener en el tiempo. Una mujer empoderada, resuelta, magnética,
irresistible, emocionalmente responsable en un momento de conexión sexual
esporádica… ahí, dos personas que se encuentran para disfrutarse
mutuamente sin exigencias, compromisos, miedos, inseguridades… quería
tirar a la basura mis años de aprender a cómo gustarles a los hombres, de
descifrar el secreto de cómo hacer que se quedaran.

Meses antes, me había dedicado a estudiar en profundidad a los


Youtubers más famosos en cuanto a relaciones de pareja que había en la red.
Me compré sus cursos, leí sus libros. Veía una y otra vez sus videos. Me
aferraba a la idea de conseguir que ese hombre que tanto me gustaba,
decidiera apostar por mí y por el potencial de relación que podíamos tener
juntos… Y usé todas las técnicas, me reinventé una y otra y otra vez. Nada
resultó.
Aprendí que todo lo que decían era cierto, pero que no podía sostenerlo
en el tiempo si no era verdad para mí. No pude lograr mi objetivo porque no
vi la verdad, no quise verla. Estaba comprometida con un resultado que no
dependía de mí. Y eso, inevitablemente, me iba a llevar al fracaso.

Después de tantas veces aprender con montones de hombres, con una


relación larga a cuestas y una separación, y cada relación con sus
complejidades, decidí que era momento de parar y centrarme en mí y en lo
que me había llevado hasta ese lugar. Comencé estudiando a mis hijas y lo
que ellas habían aprendido, y lo que yo había aprendido a la luz de mi propia
infancia. Y comencé a contrastarlo todo.

Además, en este libro, te compartí todo lo que aprendí sobre el amor


romántico, las relaciones de pareja y el amor.

Ejercicio

Yo te invito a que cierres tus ojos y conectes con un mundo en donde


todo es distinto, en el que no existen las relaciones de pareja, no existe la
fidelidad, no existe la creencia del “felices por siempre” y, bajo esa condición
de nada, te hagas la siguiente pregunta: ¿por qué deseo estar con alguien?
Anota en tu cuaderno de ejercicios la respuesta.
Volviendo a la Infancia y Su Impacto en
Nuestras Vidas

Al igual que la gran mayoría de nosotras, desde pequeña soñaba con un


amor romántico.

Me recuerdo de unos 7 años, sentarme a ver una y otra vez “La


Sirenita”, alucinando con la idea maravillosa del príncipe azul que me
inspirara a seguir un sueño y una aventura.

Como todas las mujeres de nuestra época, fuimos impactadas por los
cuentos de hadas de las princesas Disney. Nos fuimos impregnando hasta los
huesos de la idea de ser especiales para alguien, que el amor romántico
implicaba el inicio de un gran viaje, emocionante y llena de cosas positivas
para los protagonistas.

Hoy, he llegado a la comprender que casi por repetición (o estímulo


condicionado) relacionamos la aparición un hombre o una relación romántica,
con la aventura que nos saca como mujeres del estado “adormecimiento” y
nos mueve hacia la búsqueda de algo nuevo y excitante.

Pensemos en Ariel, una joven sirena llena de vida, de sueños y con


hambre de conocer el mundo. Pero solo se atrevió a ir por sus sueños más
grandes después de sentir una fuerte atracción por un hombre humano. Para
mí, esa fue la excusa de Ariel, para darse el permiso de salir del Reino de
Tritón y las Sirenas e ir a explorar el mundo fuera del mar.

Pensemos en Bella, una joven llena de vida, con ansias de conocer el


mundo, tener aventuras, vivir grandes experiencias, con esas ganas de
experimentar lo que otras mujeres de sus libros favoritos vivieron.
Claramente, ella sentía que sus aspiraciones estaban lejos de su realidad…
hasta que conoció una gran Bestia con un castillo encantado y una biblioteca
gigante. Esta experiencia abrió su mundo de posibilidades. Y evidentemente,
esto solo ocurrió porque apareció la Bestia en su historia personal.

Pensemos en Blanca Nieves. Encerrada en un reino que representaba un


gran peligro, un hogar que, en lo profundo, sabía que era un peligro para ella.
Logro escapar. En un mundo exterior mucho más acogedor, encontró amigos
y personas que con las que conectó y se sintió amada y protegida. Pero ella
siguió cerca del peligro sin atender la gravedad de lo que le había ocurrido. Y
nuevamente casi la asesinaron. Esta vez sí se fue más lejos, con el príncipe.

¿Acaso aprendimos que estar cerca de un hombre siempre significaba


tener la fuerza para cuidar de nosotras y tener el coraje para seguir nuestros
sueños?

Creo que tuvimos mucha suerte. Es probable que nuestras madres,


nuestras abuelas y bisabuelas, no tuvieran la suerte de tener fe y esperanza
con respecto al amor. Para ellas quizás fue muy diferente. Al menos nosotras
relacionamos la pareja con un sueño del amor, la realización y la aventura
gracias a Disney. Quizás, muchas de las mujeres que nos precedieron solo
soñaban con eso si aprendían a leer, o se nutrían de las historias que contaban
otras mujeres sobre lo hermoso del matrimonio. Pero, aún hoy, muchas
mujeres están condenadas a vivir para conseguir un esposo, una dote, una
familia y el respeto de una sociedad por “cumplir con un deber” … un deber
forjado en tiempos remotos que ha criado a las mujeres para sentir miedo y
vergüenza por soñarse como algo más.

¡Cuántas de nuestras ancestras aspiraban solo a ser esposas! ¿cuántas


fueron relegadas de la sociedad y a sentir vergüenza por soñarse como algo
más que la pareja o la madre de alguien? ¿Cuántas fueron quemadas por
ostentar algún poder o don de la naturaleza? ¡¿Cuántas fueron humilladas
solo por el hecho de ser mujeres, relegadas a ser ciudadanas de segunda clase,
sin derecho a opinión, a voz ni voto?!

Quise comenzar este libro hablando de que somos mucho más una
pareja. Que ser mujer no es sinónimo de ser madre o esposa de alguien. Que
no tenemos un único propósito. Que no necesitamos sostener ese “hambre de
hombre” que nos atrapa en una búsqueda constante de una relación de pareja.
Quise comenzar este libro compartiéndote mi saber: lo que nos mantiene
atadas a relaciones de pareja que nos duelen es el hecho de estar centradas en
otros y en un resultado… y mientras, nos perdemos de nuestra propia vida,
tiempo y energía, perdemos los sueños y la capacidad de crear una vida solo
para nuestro goce y placer.

¿Hay más para ti y para mí que basar nuestra vida en ser “feliz” con
alguien? ¿Estamos condenada a sentirnos incompletas, insatisfechas o
fracasadas si no logramos el “felices para siempre”? ¿Hemos basado nuestras
vidas en la búsqueda del “príncipe azul?

Y lo peor, ¿qué hemos hecho con nuestro tiempo mientras que


esperábamos que eso ocurriera? ¿o qué hacemos esperando a que nuestra
relación de pareja mejore?

Al igual que muchas de nosotras, yo también puse el foco y los


esfuerzos de mi vida en intentar encontrar el famoso amor de que tanto
hablan todos. En especial porque nací viendo a mis papás hacerlo todo juntos,
porque no hacían cosas por sí solos. Mi mamá siempre hacía cosas si mi papá
podía estar o si podía acompañarla, y dejaba de hacerlas si no estaba. Mi papá
no movía un dedo si mi mamá no lo acompaña a hacerlo y también dejaba de
hacer cosas si mi mamá no podía acompañarlo. Se quejaban uno al otro del
otro constantemente por lo que individualmente les costaba más hacer, pero
finalmente eso no se convirtió en una fortaleza, sino en una debilidad para su
relación.

Viví escuchando el discurso de mi mamá “¿cómo vas a salir sin tu


novio? ¡eso no corresponde!”. Mientras duró mi noviazgo, mi mamá vivió
atormentándome (se va a reír cuando lo lea jajaja y va a decir “¡nunca te dije
eso!”, es lo que dicen todas las mamás jajaja) cada vez que osaba hacer algo
sola porque se me daba la gana. Por supuesto no se dio cuenta de lo que
hacía, solo repetía lo que una vez aprendió ella misma. Lo bueno es que, un
día, se estancó tanto de no hacer cosas esperando eternamente a que mi papá
la acompañara con buena intención, que comenzó a hacer su vida sola, dejó
de esperar hacer algo para ella esperando a mi papá y dejó de pensar en dos
todo el tiempo. Fue libre de sus propios mandatos inconscientes.

No era cosa solo de mi mamá. Durante toda mi juventud vi mujeres que


bordeaban la “ilegalidad moral” por hacer su vida de forma independiente,
sin un hombre. Mujeres que estaban validadas socialmente a hacer su vida si
estaban casadas con un marino, con un hombre que hacía turnos de trabajo
lejos de su hogar. ¡A ellas no se les veía con malos ojos hacer cosas solas!

Pero cuántas veces escuché a una mujer decir “no puedo hacer eso,
tengo que llegar a la casa porque me está esperando mi pareja”, “tengo que
llegar a la casa porque tengo que prepararle la comida a mi marido”, “¡no
puedo hacerlo! ¡Tengo una familia a la que atender!” Unos días para sí
mismas, para sus aficiones, necesidades, gustos, era demasiado pedir.

En mi trabajo y en mi empresa lo veo a diario, ¡Cuántas mujeres


pidiendo permiso para comprar cosas para sus hijos! ¡ocultando la boleta de
la compra o la evidencia por hacer algo sin el consentimiento de la pareja! Es
de lo más común.

Pareciera ser que estamos supeditadas a este rol de género. ¿No se


cansan como yo de que todo se trate de hacer la vida en torno a tener una
pareja y a cómo debes comportarte cuando la tienes?

Y quiero ser súper enfática en esto. Este no es un libro feminista, por


más tintes que tenga. Esto no se trata de poner la culpa o la responsabilidad
en los hombres, “malvados de esta película”. No tiene que ver con el rol de
género mucho más favorecido que tienen ellos, y es que es evidente que
tienen muchos más privilegios y ostentan una posición de poder mucho mejor
que nosotras, esa es una verdad. Pero ¡es que esto no se trata de ellos! Se trata
de nosotras y porqué, a través de las relaciones de pareja y tóxico amor
romántico, perpetuamos un sistema en que constantemente nos ponemos en
desventaja, nos postergamos, debilitamos, enfermamos y, lo peor, perdemos
nuestra valiosa vida y el valioso tiempo en algo en lo que somos infelices o
en que aceptamos menos de lo que queremos.

Este libro tiene un fin: que te cuestiones porqué pones tanta energía en
tener una pareja si tienes tanta vida más que eso. Puedes ocupar tu vida en tus
propios sueños, metas, aventuras, tu hogar y felicidad. Pero aquí estás, quizás
sintiendo que te falta una mano o una pierna si no encuentras una pareja o si
tu relación de pareja pasó de cuento de hadas a pesadilla. Pero, aunque sepas
que todos los sapos que has besado no se han convertido en príncipe, sigues
empeñada en poner tu vida en pausa hasta que uno se transforme.

¿Te has preguntado si esta búsqueda es sana? ¿Has pensado que quizás
exista una obsesión de tu parte en lograr este “santo grial” que es el amor
romántico?

¡Sí! ¡Claro que enamorarte es maravilloso! Lo que se siente y lo que


vives. Pero, amiga, el amor es de esas cosas que no controlas cuando llega, de
qué forma o cuándo se va. El amor no es sinónimo de tener una relación de
pareja, menos de sostenerla en el tiempo. Tener una relación de pareja es una
decisión demasiado importante, por varias razones:

1. Implica una reducción importante del tiempo para ti misma.


2. Implica que pondrás tu confianza en otra persona y te pondrás en
una posición de vulnerabilidad emocional.
3. Porque tendrás que hacer acuerdos todo el tiempo y estar atenta a
que se respeten.
4. Porque terminar la relación tiene costos super elevados para nuestra
energía, nuestro estado anímico y nuestra vida.

Constante veo mujeres tirándose por el barranco del amor sin los
debidos cuidados o precauciones. Simplemente sintiendo una fuerte
atracción, un millón de hormonas revueltas y ya se lanzan a comenzar una
relación, ¡cómo si solo se alimentara de amor o del coctel de hormonas de la
atracción! Perdemos total juicio de las implicancias fuertes que tiene para
nosotras.

Las relaciones más exitosas son las relaciones en que existen dos
personas con una alta autoestima, que se cuidaron de estar atentos a todos
estos aspectos para sí mismos primero antes de tirarse vacío del amor y del
compromiso en pareja.

Digamos que esta es la diferencia entre un loco y un alpinista. En el


siguiente capítulo, te mostraré esas diferencias.
La Fábula del Locos y los Alpinistas

Decidí crear una fábula para ejemplificarte cómo veo yo las formas en que
le entramos a las relaciones de pareja.

Esta fábula comienza en las faldas del Everest, la montaña más grande
del mundo. Allí se reúnen y se encuentran todas las personas que sueñan con
escalarla y llegar a su cima. Muchas personas, con el mismo anhelo y la
misma pasión, se descubren mutuamente.

Los dos Locos


En las faldas del Everest se encuentran dos Locos, se miran a los ojos y
definitivamente se dan cuenta que nacieron para subir juntos el Everest
porque es su sueño más grande y anhelado. Ambos, al ser locos, deciden
juntos ir a aventura sin equipos de protección, sin herramientas, sin
alimentos, sin un plan, sin revisar su historial médico previo, sin tener un
plan y sin haber investigado el terreno previamente. ¿Les parece un buen
plan? Bueno, pues ambos comienzan a subir muy entusiasmados y confiando
el uno el otro, porque el amor y las ganas todo lo puede.

Rápidamente se dan cuenta que no tienen suficiente comida, pasan


hambre, frío, se comienzan a culpar mutuamente por no haber traído
suministros o comida, por no haberse preparado o porque ambos creían que el
otro iba a actuar mucho mejor frente a la adversidad. Pero, en vez de
devolverse, siguen juntos en la aventura. Pronto, están tan enojados el uno
con el otro que solo se hablan para culparse, gritarse, recriminarse o quejarse
de lo que les ha hecho el Everest y la decisión de ir juntos. De a poco, se
enfrían, ya dejan de tener hambre y sed, ya solo se dejan morir.

Pueden morir juntos o quizás uno se da cuenta que esto no era una buena
idea y cancela la misión. Mientras que el otro puede encontrarle la razón de
abandonar misión, no lo reconoce, le recrimina que es un cobarde por no
seguir adelante, que lo podrán superar. O quizás, uno se quede sufriendo en el
Everest enojado con el otro loco, pensando en una forma de vengarse por
haberlo abandonado allí (aunque él decida seguir en el Everest).

Son dos Locos, no tenían idea por donde iban ni porqué. Solo querían
subir el Everest. Pero ¡oye! Las ganas no faltaron. Por eso, cada vez que
encuentren a otro loco se irán a la aventura renovados, creyendo que esta vez
sí que lo lograrán. Nunca vieron que el otro era un loco también. Ni ellos
mismos saben que son Locos. Pero de tanto que se equivoca el Loco, quizás,
un día aprenda un poco de su experiencia y se convierta en un Alpinista
novato.

El Alpinista Novato y el Loco


Un Alpinista novato decide subir al Everest y se encuentra en las faldas
de la montaña con un Loco. Le parece emocionante la chispa de vida del
Loco, ambos se encontraron y les parece super excitante la idea de subir al
Everest. Es el sueño de sus vidas.

El día 1, el Alpinista novato comienza a hacer los chequeos médicos


para ver si están capacitados para subir el Everest. Le llama la atención que,
con todo el historial del Loco, sienta que sí puede entrarle a esta aventura.
Pero lo deja pasar. Está emocionado.

El Alpinista novato comienza a trazar el plan y ve muy poco interesado


al Loco en el camino, él solo está enfocado en la idea de cuando lleguen a la
cima, no piensa en los momentos que serán un desafío o un peligro para ellos.
Deja que el Alpinista novato haga los acuerdo y ponga las reglas. El Loco
confía en que todo saldrá excelente y que será una gran aventura.

Luego, el Alpinista novato hace acopio de las herramientas y los


suministros que necesitarán para subir el Everest. Le llama la atención la falta
de preocupación que tiene el Loco, pero confía en que solo es optimista y que
ha hecho sus deberes sin que se diera cuenta. Lo deja pasar y comienzan la
aventura confiados en que será una gran travesía, pero antes de partir, un
Alpinista Experto se le acerca, le susurra algo al oído y se va.
Al inicio todo bien, alcanzan a caminar unas horas juntos hasta que el
Loco comienza a tener hambre. El Alpinista novato ha guardado unas botanas
extras y las comparte con el Loco, y comienza a surgir un poco de
preocupación en su sentir… pero lo deja pasar nuevamente.

Al día siguiente esta situación vuelve a ocurrir, pero además, al


comenzar a subir la montaña, el Alpinista Novato se da cuenta que el Loco no
tiene herramientas en su bolso, no ha guardado comida ni agua y tampoco
conoce el camino.

¡Oh por Dios, en qué me he metido! – exclama el Alpinista Novato.


Rápidamente reacciona y habla con el Loco. Le explica que tenía muchas
ganas de subir al Everest junto a él “pero me di cuenta que no estabas listo
para la aventura”, le dice. Se disculpa, le da las gracias, y acompaña al Loco
al lugar de donde partieron y se separan. El Loco no entiende nada, pero se
queda quejándose de que el Alpinista no tuvo el suficiente coraje para
aventurarse al Everest. Y el alpinista se queda en la falda del Everest
agradeciendo la experiencia que lo estaba llevando a convertirse en un
Alpinista experto.

El Experto y el Loco
Un Alpinista experto se encuentra con un Loco en las faldas del Everest.
El Loco queda deslumbrado por el Alpinista experto e intenta convencerlo de
subir al Everest juntos.

El Alpinista experto solo escuchaba en silencio todos los planes del


Loco para subir el Everest ¡Eran maravillosos e increíbles! Y la cima… ¡una
experiencia gloriosa! La verdad es que el Alpinista experto estaba allí
anhelando subir el Everest, también era su sueño.

Pero, en silencio, observaba todos los indicadores que, en su


experiencia, le podrían ayudar a proyectar si la escalada al Everest junto al
Loco podría ser un rotundo éxito a un terrible fracaso. El Alpinista experto
resolvió que primero tenía que descubrir si este escalador era un completo
Loco o un Alpinista Experto como él.

Observó al Loco minuciosamente: la forma en cómo se alimentaba y se


nutría, el cuidado que ponía en su descanso, en su capacidad de ser previsor,
sus comportamientos, su discurso, su coherencia… y rápidamente se dio
cuenta que el Loco no era más que una pantalla de humo de escalador con
unas fantasías muy grandes. Entonces, se apresuró a darle las gracias al Loco
y le comunicó que no subiría al Everest junto a él.

Los Dos Alpinistas Novatos


En las faldas del Everest, también había dos jóvenes alpinistas con poca
experiencia se encontraban mirando con esperanza y anhelo la cima del
monte Everest. Se miraron a los ojos y se dieron cuenta que existía la
posibilidad de subir al Everest juntos.

Pronto, ambos comenzaron a prepararse gracias a su experiencia. La


generosidad y el anhelo de subir el Everest los animaba a ayudarse
mutuamente para el camino. Se compartían el uno al otro sus saberes,
compartían, disfrutaban, había desencuentros, pero estaban dispuestos a
aprender. Incluso, a veces, miraban las acciones de Alpinistas expertos y
aprendían de ellos.

Un día, iniciaron su camino hacia el Everest. El camino estaba lleno de


desafíos, pero se animaban mutuamente. Había situaciones para las que no
estaban preparados, se recriminaban, pero pronto se disculpaban. Si uno se
molestaba con el otro, conversaban las cosas, abiertos a aprender de sí
mismos y del camino.

No fue un camino fácil, fue uno más difícil y complejo, no estaban


preparados para todo lo que enfrentarían, pero de todas formas lo hicieron,
porque la experiencia les había enseñado a ser flexibles y a aprender de las
experiencias. Aprendieron que hacer la travesía juntos también era bueno:
para cumplir el sueño, para la relación y para sí mismos.

El Encuentro de Dos Alpinistas Expertos


Dos Alpinistas expertos se encontraron en las faldas del Everest. Ambos
habían resuelto que subirían el Everest, estaban listos para esa gran aventura.
Pero como todo alpinista experto, sabrían que para subir el Everest no
podrían hacerlo sin un buen compañero o un buen equipo con el cuál trabajar
para cumplir sus sueños.

Entonces, se sentaron con paciencia en la cima del Everest. Vieron a los


dos Locos subiendo la montaña sin preparación, y supieron rápidamente que
fracasarían y que se pondrían en peligro mutuamente (pero no dijeron nada,
no intentaron salvarlos de la aventura porque un Alpinista experto sabe que
un loco no iba a escuchar su recomendación).

Vieron al Alpinista novato con todas ganas de subir al Everest, haciendo


equipo con un Loco, con tantas ganas de ayudarlo y de enseñarle a ser una
alpinista. Lo vieron preocupándose y haciéndose cargo de lo que no debía y
vislumbraron lo que se venía para el Alpinista novato junto al Loco.

Después, un Alpinista Experto se acercó al Alpinista novato y le susurró


al oído que prestara atención a los pequeños detalles y se alejó. “Los detalles
y las acciones dicen mucho más que las palabras” – le dijo. Pronto vieron
regresar al Alpinista novato junto al Loco (muy desmoralizado), y brindaron
juntos por obtener más experiencia para subir el Everest.

Mientras todo esto ocurría, los dos Alpinistas expertos se observaban


mutuamente. Uno de ellos fue acosado por un Loco que deseaba locamente
llegar a la cima del Everest. Juntos se reían y hablaban de los locos planes del
Loco, conversaban durante las noches junto a una fogata para pasar el frío de
sus experiencias subiendo otras montañas.

El paso del tiempo dio paso a una linda amistad, comenzaron a confiar
entre ellos y a conocerse. Pronto, se dieron cuenta que les gustaba mucho
pasar tiempo juntos, que habían construido una relación muy cooperativa, se
habían observado lo suficiente para sentirse seguros y, un buen día, se
propusieron mutuamente que ser compañeros para subir al Everest juntos.

¿Qué creen que les pasó?


¿Creen que lograron subir a la cima del Everest?

Creo que lo más importante de esta historia entre los dos Alpinistas
expertos no fue el resultado. No es la cima del Everest. Es el camino que
recorrieron, la experiencia que obtuvieron juntos al decidir subir al Everest.
Quizás, alguno no pudo continuar la travesía y el otro decidió que el Everest
ya no le interesaba tanto como antes y quería dedicarse a ser surfista.

Lo que sea que haya pasado para hacer que no llegaran a la cima de la
montaña, no importa. Lo hermoso para ellos fue conservar en sus corazones
la experiencia de todo lo que vivieron en esta travesía juntos. Quizás, la
historia que se contaron en medio de la ventisca para darse el valor de
continuar, los miedos que se confesaron cuando estuvieron a punto de caer
por un barranco, quizás las risas por hacer una guerra de bolas de nieve, o el
abrazo en medio de la ventisca y frente a la fogata que hicieron con tanta
dificultad…
◆◆◆

Quise iniciar este libro con un relato para ejemplificarte que las
relaciones de pareja no son sinónimo del amor o las ganas o la química que
tengamos con alguien. Pero, para derribar todas esas creencias que tenemos,
necesitamos entrar de lleno en saber qué fue lo que aprendimos del amor
verdadero y porqué nos deslumbramos tan fácilmente y entramos con tan
poco autocuidado en una relación romántica.

En este libro vamos a descubrir juntas si hemos sido unas Locas en el


Amor o unas Alpinistas novatas y cómo ser unas Alpinistas Expertas para
adentrarnos de forma segura, amorosa y libre de dolor en la aventura del
amor.
El Contexto de Nuestra Realidad Hoy
El Grito de la Naturaleza Humana

Estamos en un mundo lleno de creencias e ideas que están cargados de


herencias e historias, entrampados en un sistema que ha sido heredado de
generación en generación haciendo uso de los recursos que, como especie,
nos han hecho sobrevivir a lo largo de los años: la genética.

La bondad de la genética es que podemos heredarle el aprendizaje que


aprendimos hoy a las generaciones futuras: pueden heredarlo nuestros hijos,
nietos, bisnietos y hasta varias generaciones sucesivas, en especial si han sido
eventos muy fuertes, tan fuertes que han requerido que modifiquemos un
comportamiento para sobrevivir a las más tremendas calamidades y
vejaciones que un ser humano pudiera experimentar.

Ese aprendizaje tan fuerte, por ejemplo, genera modificaciones en la


información genética, para que nuestros descendientes eviten ese tipo de
dolor. ¿Se entiende? Hemos heredado de nuestros ancestros los aprendizajes
que ellos adquirieron en vida para que nosotros, su linaje, evite al máximo el
dolor. A esto lo podemos llamar patrones heredados del linaje.

Este dolor puede ser juzgado desde varios lugares de acuerdo a nuestras
creencias acerca de lo que nos hace bien y de lo que no, pero en lo sumo, lo
más fundamental para nuestra especie y cualquiera sobre la faz de esta tierra,
es la supervivencia y el control de las condiciones.

Nuestros ancestros nos heredaron aprendizajes para hacer sobrevivir


nuestro linaje, incluso sobre eso que no nos expande, lo importante es
sobrevivir. Es por esta razón, que muchas veces nos parece inexplicable, que
tenemos actitudes y tomamos decisiones basadas en repetir aquello que
nuestros padres hicieron, o nuestros abuelos, para mantener el linaje, para
mantener la herencia del clan… para la supervivencia.

Los ancestros necesitaron mantener controladas las situaciones


ambientales en un mundo muy hostil, hablando de las primeras comunidades
en la tierra, nuestros ancestros cazadores-recolectores. Así fue mucho más
fácil sobrevivir a un ambiente hostil y en que teníamos depredadores… en el
que no era fácil que un niño humano llegará a ser un adulto. Hemos heredado
esa forma de comportamiento complejo para nuestra especie.

El ADN que poseemos ha cambiado prácticamente nada en comparación


a nuestros ancestros cazadores-recolectores… y seguimos repitiendo patrones
y aprendizajes sociales para la supervivencia de nuestro clan porque, ojo,
nuestro ADN no se ha enterado que somos billones de personas ya en el
mundo y que la vida ya no es como antes.

La Herencia del Linaje Familiar


Es así como podemos encontramos clanes que se supeditan a las órdenes
de un patriarca o una matriarca que dictamina el actuar del clan, por ejemplo.
Si subimos arriba y miramos a nuestros ancestros, podemos encontrar razones
ulteriores de este tipo de conducta colectiva, traumas, situaciones, etc., que
generaron en algún punto, la repetición de una conducta con tal de volver a
imitar lo que nos es conocido.

Por ejemplo, en mi propio clan hay un mandato importante, somos un


“clan de mujeres amazónicas” (para los que no saben, busquen
“constelaciones familiares”), porque las mujeres de mi familia tienden a
repetir una y otra vez la búsqueda de hombres débiles o abandonadores.
Mujeres fuertes que necesitan dominar al masculino ¿para qué?, para
alejarnos del trauma inicial que provocó la acción. Generalmente se relaciona
a traumas vividos por una ancestra en relación a un masculino que ejerció
dominio, poder y daño. Así es como en cada clan hay una historia y
memorias heredadas de generación en generación.

De este modo es como está diseñado por la naturaleza: repetir aquello


que nos es conocido porque se siente seguro, se siente hogar, se siente
territorio conocido y, por lo tanto, sabemos cómo actuar en aquellas
situaciones sin pensar mucho las cosas.

Así es como nos involucramos en situaciones o relaciones en donde


comenzamos a actuar como lo hacía mamá en la relación con papá, o nos
buscamos a una pareja que abandona como abandonó papá a mamá cuando
quedó embarazada, por ejemplo, y así sucesivamente.

La Herencia del Patriarcado


¿Qué tiene que ver el patriarcado en todo esto?

Una de los grandes aprendizajes sociales heredados ha sido el


patriarcado. Una forma de vivir en tribu que no se generó a raíz de la
necesidad de la supervivencia de la especie, sino una forma de asegurar la
herencia de bienes y el linaje masculino. Cuando la raza humana comenzó a
tener conductas crecimiento individual en vez de colectivo, requirió que las
tierras y las posesiones se heredaran a los herederos legítimos del linaje.

Para asegurar las herencias, los hombres requirieron asegurar su linaje a


través del establecimiento de parejas monógamas. Las mujeres sabemos
quiénes son nuestros hijos porque los gestamos, los parimos y los nutrimos.
El óvulo es nuestro, pero el espermatozoide puede ser de cualquiera que gane
esa contienda invisible: antiguamente un hombre no podía asegurar quién era
su verdadero hijo, pero una mujer sí.

Esto es muy relevante para entender el contexto actual de las relaciones


de pareja, y porqué llegamos tan heridos a la adultez. Pero ya vamos a eso.

El patriarcado y la necesidad de asegurar el linaje masculino fue


generando lentamente la necesidad de que las mujeres pusieran el foco
en la relación de pareja por sobre la nutrición de los hijos. Esto fue, de a
poco, generando una herida muy profunda e invisible de dependencia
emocional: madres estaban poco disponibles emocionalmente para sus hijos,
eso generó un déficit de nutrición emocional en el período más crítico de
vida: el nacimiento y los dos primeros años de vida.

Poner el foco en la pareja por sobre el mandato biológico evolutivo es lo


que ha dañado tanto a la humanidad: Ir en contra lo que la naturaleza a
diseñado para la supervivencia de la especie. Es la nutrición y la entrega total
de la madre al bebé lo que provee de un vital impulso interior, pues el niño
reconoce en la madre el mundo.

Una madre disponible para atender sus necesidades le otorga al niño la


tranquilidad de que será cuidado, amado incondicionalmente, le concede un
sentimiento de valía profundo que, en el futuro, lo conducirá a aceptar en su
experiencia solo aquello que conoce y aprenderá también a estar disponible
emocionalmente para otros.

Es la nutrición y la entrega total de la madre al bebé lo que provee


de un vital impulso interior, pues el niño reconoce en la madre el
mundo.

Solo Repetimos lo que Conocemos en Nuestra Experiencia.


El patriarcado ha condenado a la humanidad a una herida invisible,
constante e imborrable, profunda y dolorosa, ciegos y lejanos de este
conocimiento que nos mantiene lejos de la sanación y el cambio.

Alejar a la madre del recién nacido y reprimir en impulso y deseo sexual


de la madre hacia el recién nacido, en palabras de Casilda Rodrigañez, es la
herramienta más efectiva que usa el patriarcado para mantener a los seres
humanos sometidos a la esclavitud del dolor emocional que no nos permite
desarrollarnos como seres únicos y libres.

Es simple, somos esclavos de las heridas emocionales y, cuando estás


encadenado a un sufrimiento tan inconsciente y constante como este, no eres
libre para pensar en ti, en desarrollarte, en crecer, en tus metas, objetivos,
sueños… menos para entregarte a los demás.

La herida emocional nos impacta de formas mucho más profundas de lo


que creemos. Nos lleva a un estado de sumisión en el que somos presa fácil
de manipulaciones, porque nos ha sido arrebatado nuestro poder interior
desde el inicio de nuestras vidas. El patriarcado nos mantiene sometidas a una
herida de dolor constante que cargamos toda la vida.

El dolor de no haber sido suficientemente nutridos en nuestra infancia


nos mantiene presos de un vacío emocional. Intentamos construir un futuro o
situaciones desde lo que conocemos, atrapados en una neurosis y fantasía
infantil inconsciente en que armamos nuevamente las historias solo que, con
rostros diferentes, actores similares intentando recrear la escena de nuestra
vida infantil con resultados completamente diferentes.

Repetimos lo que nos es Conocido y Familiar


¿Cómo puedes reconocer el amor incondicional y sano cuando no ha
estado en tu experiencia? ¿Es decir, cuando no lo conoces? Me recuerda la
historia de los indígenas americanos y la llegada de los españoles.

Cuenta la historia que los indígenas comenzaron a notar que había


movimientos en el mar y en las olas que no percibían anteriormente. Fueron
regresando día a día a ver qué estaba pasando y no lograron ver nada en el
horizonte. Hasta que un buen día los barcos estaban tan cerca que su mente
ya podía verlos claramente.

Y es que no podemos percibir lo que no ha estado en nuestra


experiencia, y somos capaces de replicar solo aquello que conocemos. Pero
tengo una muy buena noticia: también hemos sido facultados con creatividad
y la visualización, ambas juntas son capaces de crear en la mente cosas que
no conocemos tomando partes de las que sí o de su contraria.

Eso es lo que llaman la flexibilidad neuronal. Inclusivo con aprendizajes


muy dolorosos, tenemos la capacidad de moldear nuestro cerebro. Por ello es
un faro de esperanza. Al igual que un músculo, puedes ejercitar a tu cerebro a
percibir, pensar y reaccionar de una manera diferente… si tienes claridad de
lo que quieres crear. ¡Pero aún hay mucho más que descubrir! Vamos por
ello.

Ejercicio
Este es un ejercicio muy potente que puede traer muchas de las
respuestas que has estado haciéndote a lo largo de tu vida.
En tu cuaderno de ejercicios, haz tu árbol genealógico hasta la cuarta
generación, es decir, los hijos (tú y tus hermanos), tus padres y sus hermanos,
tus abuelos maternos y paternos, y tus bisabuelos.

Anota en cada generación los hitos importantes. Toma nota de sus


historias en cuánto a las relaciones de pareja y a sus infancias. Todo lo
relevante en cuanto a sus vidas:
- La edad a la que se casaron.
- Porqué se casaron.
- Influencias de las familias para la unión.
- Influencias sociales para la unión.
- Separaciones, abandonos, pérdidas, muertes.
- Todo evento traumático personal, social o histórico.
- La cantidad de hijos y la vida que tuvieron (con dinero, sin dinero,
malas o buenas condiciones, ambiente, etc.).
- Todo lo que pudiera ser relevante para sus historias.
- La historia que has heredado sobre porque sucedieron esas cosas (el
discurso familiar).

Con todo eso en mente, puede comenzar ya a analizar cuáles son las
similitudes con tu propia vida hoy.

Allí puedes encontrar claves sobre las lealtades familiares o patrones que
se repiten en tu familia.
La Dependencia Natural y el Ciclo de
Abundancia

La dependencia es la necesidad de un externo (persona, cosa, situación) para


sentirse completo. Esta sola definición nos lleva a la pregunta, ¿en qué
momento de la vida ocurre naturalmente la dependencia? Y la respuesta es
simple: en la infancia. La infancia es el momento en que necesitamos de uno
o varias personas para ser cuidados porque no podemos cuidar totalmente de
nosotros mismos mientras somos niños.

La dependencia no es mala en sí misma. Es necesaria y adaptativa en


algunos momentos de nuestra vida, y es especialmente relevante en la
infancia. A través de la dependencia del vínculo con nuestra mamá,
aseguramos la supervivencia y el desarrollo de nuestra especie.

Al igual que todos los seres de este planeta, tenemos un período crítico
entre el nacimiento y el crecimiento, hasta que logramos adentrarnos al
período reproductivo, luego viene el decaimiento hasta la muerte. Son las 4
fases de desarrollo de un ser vivo: nacer, crecer, reproducirse y morir. Entre
el nacimiento y el crecimiento absolutamente todos los seres vivos de este
planeta son frágiles y requieren de condiciones específicas para llegar a la
madurez. Y, en el caso de los mamíferos complejos como los humanos y los
primates, requerimos del cuidado y la presencia emocional de una madre para
crecer óptimamente.

Es muy importante que tengas presente esto: si estas necesidades


emocionales no han sido satisfechas, es probable que hayas adquirido una
herida emocional en tu infancia y, si no eres consciente de ellas ni las has
trabajado lo suficiente, es seguro que podrías estar confundiendo el amor con
la dependencia. Ya te voy a explicar por qué.
No puedes sanar si no sabes dónde ni por qué estás herido.

No Olvides Nuestra Naturaleza Animal


Los seres humanos somos un tipo de mamíferos llamados “animales de
acarreo tipo marsupial”, lo único que nos diferencia de los canguros es que
no tenemos una bolsa en nuestro propio cuerpo para cargar a nuestro bebé
(pero sí inventamos el portabebés hace miles de años). Inclusive, los
humanos nacemos con una condición que llamamos “prematuridad
biológica”, es decir que, comparado con otros mamíferos, nuestras crías
nacen “subdesarrolladas”. De lo contrario, nuestros bebés tendrían que nacer
aproximadamente de 2 años de edad, tendríamos gestaciones muy largas, no
podríamos pararnos erguidos ni podríamos tener el desarrollo cerebral que
tenemos actualmente.

La dependencia es sana, esperable y natural varios años de la vida


humana. De la dependencia total viajamos hacia la independencia, en una
larga y compleja travesía, durante varios años de nuestra vida y de forma
progresiva.

Es importante tener presente que, cuando no hemos culminado alguna


fase de nuestro desarrollo de forma óptima, podemos quedarnos “estancados”
emocionalmente y arrastrarlo durante toda nuestra vida hasta que logre
satisfacerse la necesidad insatisfecha, ¿lo sabías? Según la antroposofía, los
seres humanos cada 7 años transitamos un tipo de aprendizaje. Los primeros
7 años corresponden a la encarnación, las funciones básicas de la humanidad
y el desarrollo del cuerpo. Toda la energía está puesta en el cuerpo. De los 7 a
los 14, desarrollamos el mundo emocional, comenzamos a conectarnos con
otros, pensar y sentir son la clave. De los 14 a los 21, desarrollamos el
pensamiento intelectual, comenzamos a crear desde la mente. Estos 3 estadios
o 3 septenios son los más vitales en el desarrollo del ser humano. Si no
logramos un desarrollo óptimo en cada uno de ellos, iremos arrastrando las
carencias en la vida adulta hasta que logremos solucionarlo.

Para la mente no existe la temporalidad, es por eso que, muchas veces,


no logramos superar el conflicto con mamá y papá incluso en avanzada edad.
La madre es la base que sustenta la sociedad

El primer momento corresponde a la dependencia y entrega total al vínculo


con mamá, que nos entrega la sensación de calor interior y hogar, nos enseña
acerca del ciclo de la abundancia y la prosperidad, el dar y recibir.

Si tuvimos una infancia con una madre emocionalmente disponible


aprendemos del ciclo de la abundancia.

La Nutrición Emocional y el Ciclo de Abundancia


Mamá emocionalmente disponible nos ha enseñado acerca del amor
incondicional, pues nos da sin pedir nada de nosotros, nos da
incondicionalmente solo por SER quienes somos, nos otorga el sentido de
merecimiento pues no requerimos ser nadie ni hacer nada para que nos de lo
que legítimamente necesitamos y, en la medida que vamos creciendo, vamos
replicando este comportamiento desinteresado al momento de dar a los demás
o de entregarnos a la vida.

La consumación del deseo materno por el recién nacido permite a la


madre entregarse en cuerpo y alma al enamoramiento con su bebé y al
vínculo que va formando con él, se sabe nutrida por su tribu o grupo, se
siente segura de que no será abandonada por entregarse el vínculo materno,
se sabe aceptada, animada, cuidada, tiene sus necesidades cubiertas, es
protegida dentro de los límites seguros y amorosos de la tribu (el compañero
de crianza, la familia, los amigos, la red de apoyo) y puede entregarle las
bases emocionales necesarias para vivir una vida plena.
La madre completa el ciclo, al saber que no requiere tampoco hacer nada
para merecer el cuidado y la nutrición que necesita para cuidar su bebé, y su
energía y atención se enfocan y vuelcan completamente en el vínculo con el
recién nacido.

El compañero de crianza, nutrido emocionalmente, conoce su lugar y su


función tan fundamental en la protección del preciado vínculo primario, es
generoso en el dar porque no siente que pierde un lugar de atención y
nutrición de la mujer, sabe la tarea crucial de la madre y la importancia de
brindarle su espacio, respetar sus ritmos, no duda del amor que merece ni que
recibirá, está volcado al servicio generoso de protección a través de generar
un ambiente lleno de límites amorosos seguro para la díada, y lo hace en
compañía de la tribu que también lo respalda.

Podría seguir eternamente con la descripción de la nutrición ideal de


mamá y papá hacia el recién nacido, y como la monogamia y el ideal de
pareja patriarcal e ideal, interfieren en la nutrición del recién nacido. Pero voy
a continuar con el ejemplo contrario.

La Falta de Nutrición y el Ciclo de Carencia


Si de pequeñas tuvimos una mamá que no estaba disponible
emocionalmente para nosotros de recién nacidos, quizás las madres de
nuestro linaje tampoco estuvieron disponibles para sus hijos. Aprendemos
por herencia el ciclo contrario a la abundancia: el ciclo de carencia y no
merecimiento.

Aprendemos que el ciclo es: dar para recibir, es decir, damos a otros
(amor, presencia, compañía, actos, etc.) para recibir de vuelta algo. Puede ser
amor, presencia, protección, seguridad, protección, atención, limites, y más.

El dar no está ligado a un acto desinteresado, es interesado,


emocionalmente interesado, pues necesitamos HACER cosas para que otro
nos de lo que necesitamos.

De bebés aprendemos que tenemos que llorar, gritar, tirar cosas, estar
enfermos, llorar más y más o ser indiferentes para que mamá nos de la
atención que legítimamente necesitamos. Ese es el momento exacto en que
aprendemos que el HACER es mucho más importante que el SER, porque
requerimos hacer cosas para que nos amen y nos den la nutrición que
requerimos en ese momento de tanta vulnerabilidad: somos amadas y
atendidas porque hacemos cosas y no porque lo merecemos porque sí.

Mamá nos ha entrenado para poner el foco fuera de la relación primaria,


de la fusión emocional, porque mamá ha estado ocupada en todos sus miedos
externos y porque no siente suficiente seguridad para fundirse en el vínculo.

Mamá ha aprendido que, si no presta suficiente atención a papá, él no la


nutrirá, no la amará, la abandonará, la reemplazará… Está preocupada
porque, en su mente, tiene que hacer muchas cosas para merecer ser nutrida
por su pareja, por su entorno y por la sociedad, entonces está súper
preocupada de mantener la casa en orden, mantener la cantidad de actividades
que tenía antes de tener a su bebé, que si no es la misma de antes sus amigas
dejarán de hablarle, que si no se preocupa de su propia mamá y sus
problemas entonces se quedará más sola aún. Y un largo etcétera.

Mamá carga con tanto vacío interior y tanta inseguridad que no logra
percatarse de la batalla interior que está librando entre su instinto, su
naturaleza, sus carencias y su dolor. Ha aprendido de pequeña a replicar la
falta de amor y cuidados que recibió de niña, entonces se ha generado un
montón de vínculos utilitarios y poco reales que sostienen el ciclo vicioso del
patriarcado de generación en generación.

La Relación de Amor Propio se Forja Primero en la


Relación con Mamá
Vamos a entender una cosa muy importante: la primera relación que
forjamos es la relación con nosotras mismas a través de la relación con
nuestra madre. Es porque no existe una consciencia individual cuando
nacemos, está fundida con la consciencia y la psique de la madre. Es lo que
llamamos “simbiosis mamá-bebé” o “diada mamá-bebé”.

Con el paso del tiempo y los aprendizajes, vamos forjando una psique
independiente a mamá de forma progresiva. Vamos aprendiendo del mundo
externo a través de los límites con la figura o energía masculina (no
necesariamente es un padre hombre, este papel puede representarlo cualquier
figura externa que se haga partícipe de la interacción).

Por consiguiente, aprendemos primero acerca de nosotros mismos a


través de cómo se siente el vínculo con mamá y vamos generando la
sensación interna de saciedad, satisfacción, merecimiento, completitud,
confianza en la vida, a través de la relación con la madre. Y luego vamos
interactuando con el mundo exterior, llevándonos el primer aprendizaje con
mamá en nuestro interior.

Interactuando con los desafíos externos vamos aprendiendo de la


frustración, vamos aprendiendo que esa frustración no la siente mamá: ella
regulada emocionalmente ayuda a regular las sensaciones internas del bebé y
el estrés. Va mostrando con la interacción con bebé que son dos seres
distintos… y así vamos creciendo y forjando nuestra propia identidad durante
los primeros 12 años de vida.

Por lo cual, si esta primera relación tiene puesta su energía y atención


fuera de sí misma (mamá preocupada de lo externo), proyectamos y
repetimos esta primera vinculación con mirada hacia el exterior durante la
toda nuestra vida. Creemos entonces que la satisfacción personal, el calor
interno que estamos buscando, se encuentra en cosas, en aspiraciones,
expectativas y en personas fuera de nosotras mismas.

Es súper interesante lo que ocurre con respecto al tema de la pareja.


¿Por qué está primera vinculación con mamá se relaciona con cómo
después nos relacionamos en pareja? La razón es simple y profunda:
porque las relaciones de pareja emulan de forma muy similar la simbiosis
del recién nacido. Y, en la medida en que hemos vivido una infancia
emocionalmente nutrida, nuestro sentido de independencia permite una
simbiosis muy complementaria con alguien, con sentido de apoyo mutuo,
generosidad, expansión, crecimiento, pero también con límites respetuosos y
amorosos, y acuerdos que aseguren la aceptación de la individualidad del otro
y de mí misma, de nuestras decisiones, pero también el cuidado mutuo.

Cuando tenemos ese vacío emocional, cargamos con relaciones que nos
llaman a la fusión, puede haber hay falta de límites personales, dependencia
del estado emocional del otro, puedo incluso no sentirme libre… depender
del otro para crecer o para desarrollarme, puedo hacerme cargo de los
procesos y las emociones del otro, etc.

Todo lo que implica volver a la primera fusión emocional con mamá, en


la que siento que soy una con el otro, replicando la simbiosis emocional con
mamá. Existe en nosotras una necesidad de tener una pareja, una dificultad
para estar en soledad disfrutando simplemente de la presencia de nosotras
mismas para nosotras mismas.

Toda etapa de desarrollo que no se haya cumplido en su totalidad, queda


como “pendiente” de procesar en algún momento. Es por eso que, si sentimos
que faltó fusión con mamá porque mamá no pudo entrar de lleno
emocionalmente a la fusión mamá-bebé, vamos a guardar esa percepción de
carencia hasta el momento en que podamos recrear esa fusión para darnos eso
que nos faltó.

Cuando llegamos a la adultez sosteniendo heridas de la infancia,


llegamos confundidas de quien realmente somos. La atención está puesta en
el dolor inconsciente, que arrastramos como un yugo, como una sentencia
silenciosa. La pareja nos brinda un bálsamo momentáneo, emulamos el
vínculo primario, la conexión, e cobijo y la protección, y nos sentimos
satisfechas superficialmente, pero cuando la pareja falta emocionalmente, nos
toca la herida del vacío nuevamente.

Llegamos a la experiencia de pareja muy confusas de quienes somos,


llenas de cargas y aprendizajes dolorosos, de creencias limitantes, pero, sobre
todo, de heridas que deseamos sanar, necesidades que necesitamos cubrir
y expectativas que queremos cumplir.

Llegamos a la experiencia de pareja muy confusas de quienes


somos, llenas de cargas y aprendizajes dolorosos, de creencias
limitantes, pero, sobre todo, de heridas que deseamos sanar,
necesidades que necesitamos cubrir y expectativas que queremos
cumplir.

Esto No es Culpa de Nadie: Hablemos de la Culpa


¡Quisiera mucho poner énfasis en la culpa! La culpa es un mecanismo
doloroso y poco efectivo de autocastigo. Nace del egocentrismo natural y
esperable de la infancia: centramos nuestras creencias del mundo en nosotras
mismas, todo pasa por nosotras. Por ejemplo, un niño no logrará entender
que, si mamá le grita, no es porque está cansada y tiene problemas, piensa
que algo hizo mal. A menos que mamá le pida disculpas por gritarle y le
explique que lo hizo porque no se sentía bien consigo misma, o porque se
sintió abrumada.

Por lo cual, cuando sentimos que no recibimos amor, atención o


cuidados por algo que tuvo que ver con nosotras (eso incluye niños y niñas),
nos hacemos responsables del dolor, sentimos que no merecemos el amor de
mamá y papá porque algo nos falta, algo no hicimos bien, etc. Eso que
aprendimos de pequeños, lo llevamos como creencias inconscientes a lo largo
de la vida adulta.

La culpa es un mecanismo de sabotaje y castigo que nos infringimos a


nosotras mismas, porque venimos de un mundo muy conductista. Hemos
aprendido de mamá y papá que somos valiosas o no en cuanto recibimos
premios o castigos. De pequeñas recibimos aprobación, elogios, premios o
castigos de mamá o papá, que sirvió para mostrarnos si estábamos bien
encaminadas o no.

Además, aprendimos que éramos valiosas en cuanto llegábamos a las


metas (lo que quería mamá o papá para nosotras, por ejemplo, obtener una
buena calificación o portarnos bien). Nos enseñaron que vale más el resultado
que el proceso o el camino que recorremos y el aprendizaje que obtenemos de
la diversidad de la experiencia.

De adultos, ya no hay una mamá o un papá que nos premien o castiguen,


si hay una sociedad que marca lo que es bueno o malo y que se suma a lo que
hemos aprendido. Nuestras niñas heridas no se han actualizado. No saben que
ya no dependemos de papá, mamá o los pares, sino de nosotras mismas.

Estamos “atascadas” en lo que no obtuvimos en la infancia de una


manera que no somos capaces de percibir.

Nos maternamos y paternamos de la manera en que hemos sido criadas,


y nuestro recurso es repetir. Y siempre es así. Nos tratamos a nosotras
mismas de la forma en que hemos aprendido en nuestra infancia.

Por tanto, la culpa aparece como ese recurso de crianza actualizada que
ejercemos para con nosotras mismas, en la que generamos como acción
interna “pagar” por ese algo que “hicimos mal” (nos castigamos). Como nos
merecemos un castigo, pero no hay papás que pongan el castigo
externamente, nos lo damos a nosotras mismas a través de la culpa. Nos
mantenemos sintiéndonos fatal y teniendo emociones negativas tóxicas
porque “ese es el castigo que nos imponemos a nosotras mismas” por hacer
“lo que no debíamos”.

Realmente, la culpa es de esos recursos que no nos aportan, que están


lejos de la realidad universal y de la naturaleza. Verás: ninguna planta se
culpa por crecer en una dirección o en otra. No se culpan si sus hojas se caen,
si se secan. No se culpan si se contagian de alguna peste. No se culpa si no
florecen. Solo SON. Solo existen. La vida jamás se cuestiona el andar de sus
pasos, solo vive y acepta la vida como viene.

Es por eso que me permito hablar de la culpa. ¿Podemos culpar a


nuestros padres por no darnos la imagen de pareja sana si ellos mismos tienen
su propio niño interior herido, si ellos mismo no han aprendido a gestionar
sus emociones y su vida, y a amarse lo necesario?

Este es un aprendizaje superior. No seremos capaces incorporar la


aceptación si no hemos primero validado nuestras heridas, el dolor que
cargamos y las necesidades que aún no han sido satisfechas. Pero lo hermoso
es que, como adultos, tenemos la capacidad y el poder para hacernos cargo de
nuestra historia y volver a encontrar la esencia que somos, el espíritu que nos
habita. Recuperar a ese niño maravilloso, en palabas del autor John
Bradshaw, que habita en cada uno de nosotros, ese espíritu puro natural con
el que nacemos.

La culpa no es de nadie. No es de nuestros padres, abuelos, de la


sociedad, de la historia o del patriarcado. Todo es algo que ha acontecido.
Pero tenemos total capacidad de tomar control de nuestras vidas, poder
reconstruirla y construirla alineada a nuestra más profunda esencia y deseos
HOY. Y qué mejor si lo hacemos todos juntos… el resultado será
maravilloso.

Recapitulación
A continuación, te dejaré un breve ejercicio para que comiences a
hacerte las preguntas que requieres para conectar con tu verdad interior.
Toma una hoja y anda anotando las respuestas. Guarda esta información tan
valiosa para después. Siempre será bueno reflexionar sobre esto a la luz del
paso de los años.

Ejercicio
Antes de iniciar este camino te traigo un ejercicio que puede ser de
mucha utilidad para ti.

Si tienes la posibilidad, indaga en la historia de tu madre:


- Los 9 meses previos a la fecundación.
- Los 9 meses de tu embarazo.
- El momento del parto.
- Los 9 meses de exterogestación o postparto.

Escribe toda la información relevante en cuanto a hechos, eventos,


contexto, traumas, miedos, preocupaciones, etc. Todo puede ser información
relevante que forme parte de la estructura de cómo te relaciones contigo
misma y con el mundo.
Descubre Quién Eres y qué es lo que Quieres

Este libro no pretende ser una guía para sanar a tu niña interior, más bien es
una invitación a mirar la importancia que tuvo tu infancia y cómo
construimos vínculos desde ese lugar. Devolverle el lugar de importancia que
tiene en la humanidad y en el desarrollo durante la vida, y la relevancia que
tiene cuando se trata de manifestar una relación de pareja amorosa y sana que
soñamos.

Es muy importante entender que somos seres dependientes siempre.


Desde el inicio hasta el final de nuestra existencia. Más bien somos
interdependientes, porque dependemos unos de otros. Somos seres
vinculares.

En la infancia establecemos los primeros aprendizajes que bosquejan los


lentes o la mirada que tenemos del mundo. Eso después se replica una y otra
vez a lo largo de nuestra vida. Si no somos conscientes de ello, se conforman
como estilos de vinculación con otros. Por eso todo vínculo terapéutico es
reparador y puede cambiar de a poco los lentes con los que observamos el
mundo y, por lo tanto, cambiar nuestra forma de interactuar y vincularnos
con otros.

Todo Comenzó con Información


Cuando comencé a descubrir que todo cuánto creía de la vida estaba
equivocado, fue cuando estudié psicología, fue cuando entendí y di valor al
mundo interno de los seres humanos. Luego, cuando estudié terapia floral,
supe que llevamos una vida en que predominan las emociones negativas y
cómo éstas impactan en la forma de sentir y vivenciar nuestra experiencia,
nuestro cuerpo y las cosas que nos acontecen.
Aprendí que una emoción tiene dos polaridades. En esa misma época me
encontraba estudiando Psicología Analítica de Carl G. Jung, entonces aprendí
de los arquetipos y los relacioné con los arquetipos emocionales florales (lo
que fue una bomba para mi mente). Aprendí que una emoción tiene dos
extremos y que podemos liberarnos de una emoción negativa con la toma de
terapia floral indicada para nuestro estado emocional actual. Y así, de a poco
fui descubriendo que todo cuanto creía de mí misma estaba equivocado.

El gran cambio llegó de la mano de mi hija mayor, Amelia. Me


sumergió en un mundo de cuestionamientos acerca de mi propia infancia, de
la imagen de lo que yo creía ser y de quién realmente era. Y, a lo largo de los
años más varias formaciones, coaching ontológico, terapia, cursos, etc., he
ido sacando cada vez más de esas capas que llamamos “creencias” y que
ocultaban la profundidad y belleza de mi propio ser.

Llegó un buen día en que conecté toda mi pasión por la infancia, todo lo
que había aprendido como mamá en la crianza con mis hijas, y comencé a
aplicar estos mismos aprendizajes conmigo misma. Eso fue la bomba.
Descubrí que no podía seguir criando coherentemente, que no era efectivo,
mientras no comenzara a integrar una crianza amorosa conmigo misma. Allí
ocurrió el cambio más profundo en mi vida.

Es increíble cuando comienzas a saber y a hacerte las preguntas


correctas: ¿te tratas a ti misma como la madre y padre que te hubiese gustado
tener? ¿Si pudieras ser tu propia madre y padre, en este preciso momento, la
madre y padre que te soñaste tener una vez, qué te estarías diciendo en este
momento?

Hacernos esas preguntas nos quiebran internamente. Es una pregunta


frecuente que les hago a mis consultantes, en especial cuando llegan muy
confundidos y permanecen en una vida que no desean, pero de la cual no
saben cómo escapar.

La pregunta no es ¿qué me estaría diciendo mi mamá o mi papá en este


momento? Esa pregunta nos mantiene atados a nuestra niña interior herida.
Porque definitivamente nos guiamos en la vida como a mamá y papá les
hubiese gustado, con sus creencias, sus formas de tomar la vida, sus juicios y
su forma de ser.
El verdadero quiebre viene cuando nuestra niña interior se revela a la
imagen que hemos incorporado de nuestros padres, cuando los cuestionamos.
Y no se trata de enjuiciarlos ni exigir de ellos lo que no pudieron darnos, sino
de mirar objetivamente lo que nos hizo falta, validando el sentir de esa niña
que fuimos.

Allí está el verdadero problema y la raíz de nuestras soluciones: dar voz


al niño o niña que fuimos para que comencemos a escuchar nuestro corazón.
Podremos asegurar una cosa: por muy niña que hayamos sido, en cada una de
nosotras había una sabiduría innata venida del corazón, capaz de diferenciar
lo correcto y lo incorrecto. Se trata de una facilidad de conectar con aquello
conectado a nuestra naturaleza humana o lo que está alejado de ella.

El verdadero quiebre viene cuando nuestra niña interior se revela a


la imagen que hemos incorporado de nuestros padres, cuando los
cuestionamos. Y no se trata de enjuiciarlos ni exigir de ellos lo que no
pudieron darnos, sino de mirar objetivamente lo que nos hizo falta,
validando el sentir de esa niña que fuimos.

Ejercicio
Busca un cuaderno estilo diario de vida, para que puedas guardar todo
esto para después. Responde las siguientes preguntas:

¿Vivo con satisfacción las relaciones de pareja?


______________________________________

¿Me siento satisfecha actualmente de mi relación de pareja?


______________________________________

¿Mi relación de pareja me ayuda a crecer desde lo positivo?


______________________________________

¿Me siento expandida en mi relación de pareja?


______________________________________
¿Por qué busco una relación de pareja? ¿Desde qué lugar?
______________________________________

¿Cuáles son mis expectativas en cuanto a una relación de pareja?


______________________________________

¿Cuáles son mis expectativas en cuanto a mi pareja (la persona)?


______________________________________

¿Cuáles son mis expectativas en cuanto a mí mismo en una relación de


pareja?
______________________________________

¿Cuáles creo que son mis compromisos y/o deberes en una relación de
pareja?
______________________________________

¿Si pudiera soñar una relación de pareja ideal, cómo se sentiría y sería
esa relación?
______________________________________

¿Estoy dando yo lo que exijo, pido o deseo en una relación de pareja?


______________________________________

¿Estoy recibiendo de vuelta aquello que creo merecer en una relación de


pareja?
______________________________________

Guarda estas respuestas para después. Te ayudará a analizar tu


historia a la luz de lo que aprenderemos luego.
La Historia que nos Contamos, la Vida que
Vivimos.

Yo no recuerdo mucho de mi infancia, pero hay algo que recuerdo


perfectamente y era esa sensación de injusticia cuando no podía expresar mi
malestar o mi molestia, cuando no me sentía escuchada, cuando me
golpearon, cuando sentí sus juicios sobre mí… Cada niño es capaz de tener
una voz tan poderosa, mayor aun que la de un adulto, una claridad impecable
sobre el propósito humano impresionante. Cada padre que haya aprendido la
lección de la humildad de la infancia, ha logrado apreciar el mundo interior
maravilloso e impactante de un niño.

Por eso resulta clave que puedas permitirte reconocer la importancia que
ha tenido tu infancia en tu vida. Cómo, quizás, te has perdido a ti misma en el
camino y cómo es de importante que puedas recuperar la esencia fantástica
que vive en ti.

Siempre has tenido las respuestas, siempre sabrás cuál es el mejor


camino, todo será maravilloso, siempre te sentirás acompañada… en el
momento en que te escuches, le des voz a tu corazón y aprendas a contar
contigo misma.

Lo que deseas de verdad siempre ha estado en tu corazón. Allí están


todas las respuestas, solo necesitas poner en orden a tu “hogar interior” para
que puedas descubrir tus dones y tus deseos más profundos.

Para ser Amada Requieres Amarte Primero a Ti Misma


Resulta simple cuando lo escuchamos por primera vez, como dice una
de mis mejores amigas Laura Moreno: “la vida es sencilla, lo difícil es ser
sencillo”. Y es que la teoría de amarse a uno mismo para ser amado por otros
es evidente, podremos analizar y repensar esa frase y a la mayoría de las
personas les hará sentido y estarán de acuerdo, y comenzaremos la búsqueda
del amor propio, pero, voy a decir algo evidente en todo esto: ¿Quién sabe
qué mierda es el amor?

Está lleno de gente hablando de que el amor propio es necesario para


conseguir una pareja o una relación de pareja sana, y todos hilan ideas
sueltas… pero pocos analizan cual es el más real, rápido, fácil y efectivo
camino para descubrir y vivir el amor.

La verdad es que no sabemos lo que es el amor. Hemos confundido el


amor con la dependencia, con la necesidad, con la retribución e incluso con la
falta de soledad. Lo cierto es que el amor tiene y es todas esas cosas, pero al
mismo tiempo no es ninguna de ellas.

El amor es de esos conceptos en la vida que no tienen una definición


concreta:

1. primero porque no sabemos qué es;


2. segundo, porque no lo hemos vivido;
3. tercero, porque está súper manoseado por todos y por todo,
4. y cuarto, porque significa muchas cosas al mismo tiempo.

¿Qué es el Amor?
Yo les comparto que creo que el amor es de esas cosas que solo sabes
que lo vives cuando lo experimentas. Y, en mi experiencia, conocí del amor
incondicional cuando nació mi primera hija, Amelia. Déjame contarte esa
historia.

Desde el momento en que mi hija nació sentí mucha ansiedad. Quería


hacerlo todo “bien”. Quería cubrir todas sus necesidades, quería hacerla sentir
acompañada, que jamás se sintiera sola, que iba a estar para todo con ella…
pero el contraste con la realidad hace que los planes cambien.

Entonces, comencé a experimentar que muchas veces no podía o no


quería estar para todas sus demandas, simplemente muchas veces me
sobrepasaban, necesitaba espacios para mí, para respirar, para estar sola, para
estar con otros, para recuperar algo de mi antigua yo…

Fue entonces cuando comencé reconocer emociones negativas que


proyectaba en ella. Por ejemplo, que ella se podía a molestar o resentir si no
estaba, o si no quería estar. Comencé a creer que me reemplazaría, tuve
miedo de que me “cambiara” por el papá o por otras personas solo porque me
daba espacios para mí.

No saben la impresión que sentí cuando descubrí que ella no me


reemplazaba, que ella a pesar de todo, deseaba estar conmigo. De más grande
comencé a reconocer el significado del perdón en sus ojos. Tantas veces que
me equivoqué porque mi herida me conducía a depositar mis miedos,
inseguridad, sentimientos en otros y en ella… incluso a pesar de eso, ella lo
olvidaba, seguíamos adelante, podíamos comenzar de nuevo, siempre existía
en nuestra relación un espacio para que yo pudiera aprender a ser una mejor
persona.

Eso me cambió. Me transformó. Ese vínculo con mi Amelia fue sanando


todos los aprendizajes emocionales tóxicos que había heredado y aprendido.
Aprendí a sentir desde otro lugar, a sentir que tenía la posibilidad de
equivocarme y de reparar, que no me iban a quitar el amor por aprender. Allí
fue cuando comencé a entender el verdadero significado del amor
incondicional.

Esa es mi historia. Incluso en pareja y casada, no conocía el amor de


verdad. Antes, pensaba que el amor era esa química y ese apego que sentía
por estar con esa persona, o más bien, por no sentirme sola o sentirme
acompañada en la vida. Vengo de una familia en donde todas las mujeres no
se han sentido amadas verdaderamente… porque es difícil darte algo que no
conoces. Tampoco puedes reconocerlo en el exterior ¿cómo reconoces algo
que no está en tu experiencia?

No es fácil reconocer el amor cuando toca tu puerta. Pero el amor está


en ti. Tu corazón sabrá reconocerlo. De lo contrario, estaremos sumidas en
las voces eternas del dolor.

Una Historia Diferente


Esta es la historia de una de mis mejores amigas. Les cuento su historia
porque me inspira muchísimo.

Ella conoció el amor a través primero del dolor. Ese dolor que le causó
una pareja de años la sumergió en un proceso de sanación, como el mío, en el
que necesitó estar muy sola para volver a confiar y volver a amar.

En ese camino, aprendió a estar consigo misma, amarse, conocerse,


saber perfectamente lo que quería y lo que no, decidió que su vida no iba a
depender de tener una pareja… pensó incluso en dedicar su vida al servicio
de otros a través de su espiritualidad, teniendo aventuras y atreviéndose a
hacer las cosas muy distintas a los demás… incluso, en contra de lo que todos
le decíamos: ¿por qué no tienes pareja? ¿no te interesa buscar a alguien? ¿Por
qué no te abres al amor? ¿no te da miedo estar sola o quedarte sola?

Solo puedo imaginarme y empatizar hoy con su yo del pasado, desde mi


hoy en que busco lo mismo, mi hermosa amiga fue tan valiente… que me
emociona ver su camino. Decidió que su vida no se iba a definir ni iba a
definir su éxito en cuanto tuviera una pareja. Así que lo soltó y lo entregó al
universo. Se bastaba a sí misma y era muy feliz así tal cual. Para y por sí
misma.

Fueron 10 años prácticamente en que no estuvo en pareja. A sus 20.


Imagínense lo valiente que tuvo que ser, y en medio de esta sociedad chilena
en que, en esa época, aún pregonaba la idea de casarse antes de los 30.

Pues mi amiga era muy feliz. Pero su historia no acaba ahí. Un día sin
buscarlo, conoció a un hombre maravilloso en el trabajo…y la historia es de
ellos jejeje. Pero me quiero quedar con algo crucial: mi amiga estaba tan en
paz consigo misma y con su vida, que cuando se encontraron estas dos almas,
pudo recibir aquello que estaba acorde con su sentido de merecimiento.

Ella no necesitaba a nadie. Tomen nota. Ella contaba y se tenía a sí


misma. Entonces, sus ojos se posaron en una persona con la que pudo abrirse
y expandirse.

El radar del amor propio JAMÁS SE EQUIVOCA. Solo atraemos


aquello que es símil a nosotros. Ninguna pareja es mala ni es casual en tu
vida. Incluso las que pasan por temporadas. Cada persona que se cruza en tu
camino viene a mostrarte aquello que necesitas trabajar para mostrarte la
verdad de tu corazón y, hasta que no la descubras, no podrás atraer, buscar o
reconocer el amor con el que te sueñas. Simple. Porque no lo conoces.
La Historia de las Heridas que Hicieron que me
Enamorara

Me tomó un tiempo poder hablar de esto. No porque no quisiera compartir


mis aprendizajes (amo hacerlo), sino porque aún me sentía culpable. Me llevó
casi 3 años sanar y estar en paz conmigo misma y con esta historia que fue la
más importante de mi vida.

Esta es la historia de cómo el amor que comencé a sentir por mí misma


me salvó de una relación que me estaba matando lentamente, que no nos
hacía bien a ninguno de los dos.

Esta es mi Historia
Estuve en una relación de pareja por casi 13 años. No quisiera contarla
completa porque, como ustedes sabrán en su experiencia, las historias largas
tienen muchos matices, detalles y cosas para contar, y que lo que puedo
contarles solo es mi versión de los hechos… pero creo que lo importante es
decirles cómo se fue develando la verdad en mi interior y cuál fue mi
experiencia en este camino.

Provengo de una familia en donde las mujeres están supeditadas a una


relación de pareja. Parecen relaciones felices y tranquilas en lo externo, pero
que guardan sentimientos de rencor, rabia y victimismo que se proyectan en
la pareja, en lo interno. Mujeres que son sostenidas económicamente por el
hombre y una vida de la que constantemente se quejan sin hacer mucho al
respecto. Inconformismo, miedo, inacción y miedo a brillar y a sostenerse a sí
mismas podría ser lo que compartimos entre todas.
Las mujeres calzamos con hombres con los que no nos sentimos
conformes, tranquilas, satisfechas, expandidas… parte del mismo patrón
transgeneracional ha sido entablar relaciones con hombres que nos mantienen
atadas a excusas de “hacer el trabajo que debemos hacer con nosotras
mismas”. Me imagino que del otro lado también existían patrones familiares
que calzan con mi lado de la historia y por el cual hicimos match.

Y es que solo atraemos lo que somos y llevamos por dentro. Si tenemos


una historia de dependencia y codependencia, eso es lo que vamos a atraer
porque es lo que aprendimos y conocimos de nuestros padres y de la
información transgeneracional que heredamos.

En mi relación, al inicio fue todo muy bonito. Todo termino al año de


comenzar porque, por razones que nunca me pudo explicar, terminó la
relación conmigo de la noche a la mañana. Volvió después de cuatro meses a
disculparse y a pedirme que volviéramos.

Yo acepté y, muy alineada a mis mandatos familiares, y lo castigué


prácticamente un año completo siempre recordándole el tema de su abandono
y traición. Francamente creo que fue una tortura de mi parte hacia él o lo
sería para cualquiera que estuviese en su lugar.

¿Ven que cuando no tenemos amor propio aceptamos lo que no debemos


aceptar? Siento que, si él se hubiese amado lo suficiente, no hubiese aceptado
ese trato de mi parte a cambio de poder estar conmigo. Ni yo lo hubiese
aceptado de vuelta. El amor se trata de cuidar también del otro. Nosotros
estábamos acostumbrados, por nuestros aprendizajes, al maltrato evidente (de
mi parte) y pasivo-agresivo (de su parte).

Paso el tiempo y lo superamos. Hubo una época en que tuvimos sueños


y fuimos felices de verdad. Pero yo no fui capaz de ver que mi relación
funcionaba en base a que yo la sostenía emocionalmente y él
económicamente. Eso es algo que es muy frecuente en las parejas.

Yo era la que daba emocionalmente y él recibía, y en lo económico, él


daba y yo recibía. Hay un dicho “el amor es una planta que se riega de a dos”.
Esto que me pasó a mí es algo que suele ocurrirles a las parejas inmaduras y
heridas. Parece que funcionan perfecto en la superficie, porque se sostienen el
uno al otro, se necesitan, son dependientes el uno del otro. No pueden ser
felices por sí solos o sostenerse a sí mismos. Se sostienen entre ellos.

Un buen día me embaracé de la Amelia. Fue el inicio de nuestro fin.

Estábamos a puertas del matrimonio. Ya teníamos organizado todo,


éramos felices. Un día había ido a visitar a una amiga, y en plena calle
vomité. Corrimos a comprar un test de embarazo y dio positivo. Yo estaba en
shock porque todos mis planes pendían de un hilo. Necesitaba terminar de
estudiar y sacar mi carrera de Psicología (me quedaba apenas 1 año) y esto
complicaba todo, pero también me parecía emocionante. Siempre quise ser
madre.

Lo llamé de inmediato y pasó a buscarme. Fuimos a un mirador y le


conté la noticia. Se emocionó hasta las lágrimas y nos pusimos a llorar. Fue
muy emocionante.

Ese día teníamos planeado ir de noche donde sus papás. Él quiso contar
de inmediato la noticia. Su papá se alegró. Sus hermanas se alegraron. Pero
su mamá, que siempre me había tratado como si yo no estuviera a la altura de
su hijo, me dijo una frase… una que no puedo recordar, pero fue lo más
humillante que alguien me hubiese dicho en la vida. Me sentí humillada
delante de los demás que estaban presentes. Y solo quise escapar y llorar,
estar sola con mis sentimientos y todo lo que esa frase había activado en mí.
Ese evento quebró la confianza en mí misma, en mi pareja y en la relación.

Cuando las personas están realmente heridas, pueden ser muy crueles
con los demás. Hay un libro del que aprendí mucho unos años después que se
llama “La Maestría del Amor” de Don Miguel Ruiz. Allí supe que un corazón
herido fácilmente envenena a otros. Y bueno, he aprendido que no existe lo
bueno y lo malo, incluso lo malo te sirve, y en este caso, este acto de crueldad
quebró la confianza que tenía puesta en mi relación, pero me sirvió para ver
lo que no estaba viendo.

Mi relación se quebró porque me sentí sola, poco cuidada y respaldada


por él. No pudo enfrentar a su madre, no le dijo nada en ese momento, ni
después (cuando se lo pedí). Me recuerdo (estando después solos los dos)
llorando, con profundo dolor, exigirle que hablara con ella y que pusiera
límites. De lo contrario, nuestra relación llegaría hasta allí.

Supuestamente lo hizo. La verdad no lo creo, porque nunca quiso hablar


de eso ni volvió a mencionarlo. Yo tampoco insistí. Yo seguí adelante y
preferí creerle. En ese momento, por miedo a quedarme sola y a criar sola a
una niña, preferí cerrar el tema allí.

Lo que Pasó Después del Quiebre


Después de eso nunca recuperé la confianza en la relación. Nunca se lo
dije. Porque, en el fondo, sabía que las cosas no iban a cambiar porque se lo
dijera. De hecho, no me sentía escuchada. Sentía que mis palabras se las
llevaba el viento. Y yo jamás fui capaz de poner un límite para mí misma.
Deje pasar todo durante años. No fue culpa de él, no fue su responsabilidad,
fue la mía al callar por miedo a lo que seguía después de asumir mi verdad.

La crianza lo empeoró todo. Se hizo evidente que quien llevaba


emocionalmente la relación era yo. Mi mente y mi energía estaban puestas en
mi hija, y todo cada vez era más claro. Pasó tal cual como les conté acerca del
rol masculino en la crianza… sin un roble sobre el cual sostenerme para
nutrir a mi hija, me sentía sola, enojada, desnutrida, poco amada, poco
cuidada… porque las necesidades emocionales de él eran cubiertas por mi rol
de madre en la pareja. Cuando yo no estuve disponible para atender las
necesidades de su niño interior herido comenzaron los reclamos por atención,
la sensación de falta de amor de mí hacia él. Yo me sentía abrumada por la
maternidad, sola, en una ciudad sin red de apoyo, con un adulto necesitado y
una bebé a quienes cuidar y nutrir.

Cuando Todo Comenzó a Cambiar


Con el paso del tiempo y gracias a toda la sanación que trajo mi hija a
mi vida, comencé a ser mucho más independiente emocionalmente. Empecé a
hacer mi vida con ella. Decidí emprender para tener mis propias fuentes de
ingreso. Comencé a moverte, tener sueños y metas propias.

Pasaron varias cosas esos 2 años después del nacimiento de mi hija,


entre esas que él se quedó sin trabajo al menos 2 veces. Pasamos temporadas
en que mi negocio mantenía varios gastos de la casa, aunque no todos, estaba
recién iniciando. Siempre el foco fue crecer como familia económicamente…
pero aprendí también que para gestionar una vida requieres amor propio. Lo
necesitas para poder plantarte frente a otros, para poder mostrar a los demás
que tienes algo valioso para ofrecer, que eres generoso y que das más valor
del que percibes de una venta.

Cuando mi hija mayor iba a cumplir 2 años, me embaracé de mi segunda


hija. Ese embarazo me encontró muchísimo más preparada, segura de mí
misma e independiente. Y cuando nació las cosas fueron muy distintas. Yo
mantenía emocionalmente a 3 personas y eso me ayudó a reconocer lo fuerte
que era, pero también que necesitaba más para mí misma.

La maternidad me había sanado muchísimo, pero falta mucho más.

Las mejores decisiones en la vida vienen de la mano con tomar muchos


riesgos, más aún si van acompañadas de riesgos en el dinero.

Un buen día, decidí arriesgarme y tomar un proceso de coaching para


emprendedores. Costaba más de lo que jamás nunca había pagado por algo.
Pero sabía que me cambiaría la vida y lo pague con mucho esfuerzo… me
costó tanto decidirme porque era mucho dinero, incluso me trajo una
discusión con mi pareja, pero lo hice igual incluso con él en contra.
Ese proceso terapéutico me enseño muchas cosas valiosas.

El Victimismo versus la Responsabilidad


Aprendí que todo dependía de mí. Que la vida que había creado para mí
no me hacía feliz, pero que la había creado yo misma. Hacernos responsables,
como lo explique antes, no significa culparnos por la historia que tuvimos o
las decisiones que tomamos. Hacernos responsables se trata de aceptar que
éstas nos trajeron al lugar en el que estamos hoy, significa decidir en el hoy
lo que queremos para el futuro y tomar decisiones coherentes a ese deseo del
corazón. Significa hacernos cargo de lo que tenemos hoy y que, si no nos
gusta, transformarlo y transformarnos en lo que deseemos vivir o ser.

Aprendí que vivía en modo víctima. No era la primera vez que me lo


decían. Un año antes en una conversación con mi amiga Laura ella me lo
dijo. Me molesté tanto con ella… por suerte se fue una semana de viaje y
cuando volvió ya lo tenía digerido y ya había entendido que tenía toda la
razón.

Hasta ese día las cosas me sucedían: tenía una relación en la que no me
sentía feliz, con una persona que sentía que no me veía, ni mis sentimientos o
necesidades, y que parecía que no se veía tampoco a sí mismo y que tenía
muchos más miedos que los míos. Era una relación en la que me hacía cargo,
daba instrucciones de cómo actuar: dependía de mí. Yo me sentía ahogada y
atrapada en la creencia de que teníamos que ser una familia para siempre. Y
mis hijas, sentía que ellas me tenían ahogada, que no me dejaban hacer
nada… vibraba en el victimismo.

Solo me quejaba de lo que me pasaba y vivía, pero no hacía


absolutamente nada más al respecto que quejarme una y otra vez de lo
mismo. Estaba repitiendo el patrón de las mujeres de mi familia.

El Fin que me Hizo Renacer


Ese entrenamiento me cambio la vida. Pero no aprendí todo. Lo
importante lo aprendí sola. Y es que ese entrenamiento me hizo caer en
cuenta de que vivía sumergida en el ruido de una experiencia que me
mantenía atrapada… Y esto es muy importante: No puedes crear una vida
nueva en medio de la que ya estás. El universo no llena los espacios que
ya están llenos, tienes que dejar espacio para que traiga lo nuevo a tu
vida.

Me di cuenta que necesitaba estar sola. Descubrir quién era realmente


fuera de esta relación. Tenía que dejarlo libre para que pudiera ser amado por
una persona que lo valorara tal cual era. No yo, yo quería otras cosas. Era un
acto de amor profundo por mí, para él, para nosotros y para nuestras hijas.

Aunque no lo entendiera en ese momento, el acto de amor más profundo


hacia mí misma fue actuar según la verdad de mi corazón. Incluso, con toda
la niebla de lo que “no era mi verdad” que me hizo aferrarme a la pareja, los
apegos, la certidumbre, lo seguro…

Realmente lo único seguro en la vida es que todo cambia. El amor es de


esas cosas del universo que no tenemos la capacidad de comprender. Nos
lleva por caminos inusitados y curiosos.

¿Realmente podemos controlar de quién nos enamoramos y entender por


qué? ¿Podemos controlar cuando dejamos de estar enamorados y por qué? Si
no podemos responder a esas preguntas, ¿por qué nos juzgamos con respecto
a mantenernos o no en una relación?

La vida es como un río. No puedes controlar los caminos por los que te
llevará. Lo único de lo que tienes control es de ti mismo. Hoy puedes decidir
si quieres sostener algo en tu vida o ser firme contigo para cambiar de rumbo
si no es lo que quieres.

Nada ni nadie te obliga ni te ata a estar en una situación que te hace feliz
o que te hace doler. Tú, aquí y ahora, puedes tomar las riendas de tu vida y
cortar con años de adicción al sufrimiento si te amas lo suficiente para dar el
salto de fe, y confiar en que el universo traerá algo mucho mejor a tu vida.
Pero eso jamás sucederá si te mantienes aferrada aferrado al hoy.

Tienes que permitirle al universo que exprese su maravilla a través de ti,


con fe, con humildad, soltando el control y trabajando duro… y el trabajo
duro será contigo misma, porque el universo trae bendiciones de acuerdo a la
sintonía de tus vibraciones. No esperes que traiga un amor verdadero y sano
si estás aferrada a una relación que te hace mal.

Con toda esa verdad en mi corazón, esa voz no pude callarla más. Salió
a hablar fuerte, claro, sin titubeos, sin miedos y me hizo lanzarme del abismo
más profundo sin una red sobre la cual caer. Ese día dije mi verdad. Y esa
verdad era que ya no quería estar más en esa relación. Incluso con todo el
amor y la gratitud que sentía por él, pensé en mí y en lo que yo de verdad
quería. Puesto que el amor que sentía por él no era suficiente para sostener
esa relación… simplemente porque esa relación nos hacía daño. Yo quería
amar con total intensidad y felicidad, y esa fue mi apuesta. Entonces, esa
relación tenía que morir. Y había llegado a su fin.
La Proyección en la Pareja versus las Vivencias
del Niño Interior Herido.

En este apartado, quiero que veamos algunos ejemplos concretos y genéricos


del adulto que somos hoy para que podamos esbozar algunas ideas probables
de la vivencia del niño interior o, más bien, del niño maravilloso o del alma,
que requieren ser sanadas para liberarnos de las ataduras de nuestras
necesidades y carencias infantiles. Es decir, vamos a hacer un contraste entre
la historia que nos contamos hoy como adultos y alguna probable vivencia
del niño interior que está herido.
Siento que No Soy Suficiente para que Alguien
se Enamore de Mí.

Cuando no nos sentimos suficientes en el amor, vida en general y en la


vivencia del adulto es de no merecimiento. Sentimos que siempre estamos en
deuda con las personas que nos regalan cosas, que se preocupan de nosotros
honestamente, o que tenemos la obligación siempre de devolver de alguna
forma esta preocupación o cuidado. Todo acto de amor, en especial los
pequeños, son experimentados como grandes gestos de amor y, de vuelta,
necesitamos retribuir o demostrar más amor que el que recibimos.

Como regla general, una persona que no se percibe como merecedora de


felicidad, atención y amor, está siempre predispuesta a encontrarse con
personas que dan poco, que están muy auto centradas, que son egoístas y que
están muy centradas en su propio dolor o en sí mismas. Son un imán para
atraer personas que desean recibir mucho y dan poco.

Esto no es una situación de mala suerte o casualidad. Las personas con


falta de merecimiento siguen una regla general básica de su psique en la que
las relaciones son como un embudo y es el estado que sienten más natural y
en el que se sienten cómodos.

El discurso interior diría algo como


“si tuviera a una persona que me diera más, ¿quizás cuánto más de mí
debería dar?”
Se siente como una amenaza, porque ya dan mucho, no hay muchos
límites y luego sufren por estar atrapadas en esta dinámica.

La vivencia probable del niño interior debió sentirse como padres que
estaban mucho más preocupados de sí mismos o del qué dirán, presos de las
reglas, las expectativas y de su propio dolor de no encajar. Enseñaron a su
hijo que era mucho más importante cumplir con las exigencias de quién hay
que ser en vez de darle valor a la propia naturaleza única de ese niño o niña.
Se sintió como un
“no soy suficiente para mamá y papá, así como soy”
Así que esa niña debió convertirse en alguien o hacer cosas que
agradaran a mamá y a papá para que pudieran estar disponibles
emocionalmente para él o ella.

También, la niña interior pudo sentir que no era una prioridad para
mamá o papá, sintió que era un estorbo o que molestaba a sus planes, o que
no importaba lo que hiciera, no recibiría la atención de sus padres.
Siento que Tengo que Cuidar y
Responsabilizarme del Otro para que Me Amen

Muchas personas se sienten responsables de la felicidad y los resultados de


otros. Se sienten valiosos y útiles en la medida en que se postergan por otros,
dejan de ocuparse de sí mismos y de cuidarse, de cuidar su ambiente mental,
emocional, material, y se ocupan y responsabilizan por quienes aman.

La postergación personal responde a varios asuntos complejos de fondo,


uno de ellos tiene que ver con el Síndrome del Salvador. El Salvador es un
personaje que adoptamos para sentirnos necesitados y útiles… entendamos
esto: las personas que se encuentran en este personaje, confunden el amor con
lo útiles que pueden ser para otros, desde un lugar doloroso, se sienten útiles
cuando deciden por otros, cuidan a otros. Les dicen a otros lo que sienten,
cómo deben actuar, se hacen responsables por lo que otros sienten, hacen o
deciden.

Me hago indispensable para el otro, necesito que me necesiten para


sentir que soy valioso o importante. Mi forma de entregar “amor” a otros es
no permitirle al otro ser él mismo, sino que invado y me involucro desde un
lugar en que “lo hago por el bien del otro”.

Hemos aprendido que el amor guarda relación con invadir o


involucrarnos más de lo que les corresponde en la vida de la otra persona. Y
es porque así lo vivenciamos de niña. Una Salvadora desea hacer algo bueno
por otro, la forma de demostrar amor es preocupándonos de más por del
bienestar del otro, y lo hacemos desde nuestra mirada de lo que está bien y es
sano para la otra persona. No hay mala intención, pero hay un profundo
desconocimiento de los límites y el respeto por el accionar de los demás.

Parte del amor y el respeto tiene que ver con el PERMITIR. Permitir
significa aceptar que cada persona es la responsable de su propia vida y las
consecuencias de ésta. Si permitimos a los demás hacerse cargo, tenemos
claridad de cuál es nuestro territorio y cuándo comienza el territorio de la otra
persona.

Pero, por otro lado, la postergación y el responsabilizarme de la vida de


los demás guardará relación con una dificultad para hacerme cargo de mí
misma. ¿Qué pasa si uso mi energía y mi tiempo en ocuparme de mi propia
vida?
Las personas que se postergan sufren de un profundo dolor espiritual:
el sinsentido. Han vivido a través de los demás, ahogando su propia luz y sus
deseos, desperdiciando su tiempo y su energía, y eso causará mucho dolor
emocional y espiritual interior.

Cuando me hago esa pregunta (si me he postergado mucho tiempo) en


mi experiencia pueden ocurrir tres cosas.

La primera es que me duela darme cuenta de lo poco que he cuidado de


mí misma.

En segundo lugar, ocurre que comenzamos a sentir el dolor de vernos


completamente perdidas en la vida. Sin respuestas que vengan desde el
exterior, la búsqueda interior se vuelve un barco sin veleta, un territorio
completamente ajeno y desconocido, toca navegar en las aguas de la
profundizar del ser, un territorio completamente infinito y desconocido.

En tercer lugar, las personas que se postergan usualmente han ocupado


su tiempo y energía en otros tratando de pasar por alto un profundo dolor
interior por alguna herida que no han querido tocar o no han podido sanar. Se
ha convertido en un mecanismo de sobrevivencia emocional.

Entonces, la vivencia de la niña interior herida probablemente guardó


relación con no obtener la suficiente atención, pero, en especial, que solo la
obtuvimos mediante el cuidado de los demás. Es decir, nos tuvimos que hacer
cargo de alguna situación familiar, hermanos, padres que no podían
emocionalmente consigo mismos; hermanas mayores que fuimos
recompensadas por ser obedientes, seguir las reglas, dar el ejemplo o hacerse
cargo del hermano pequeño.
Los hermanos mayores generalmente tenemos el síndrome del Salvador:
creemos que las personas dependen de nosotras, nos necesitan, nos hacemos
responsables del cuidado de los amigos, de los familiares y de las personas
víctimas que no logran hacerse responsables de sus vidas porque se sienten
débiles, y eso les da sentido y propósito a nuestras vidas.

Les recomiendo un libro que me ayudó mucho a entender la dinámica de


las relaciones tóxicas que se producen entre Salvador, el Perseguidor y la
Victima en el libro “El triángulo dramático de Karpman” de Gill Edwards.
Siento que Tengo que Dejar Pasar la Conducta
de Mi Pareja para que las Cosas Estén Bien.

Ignorar las conductas de otras personas no es tan común, pero les ocurre a
algunas personas que han sufrido abusos importantes y que no han sido
reconocidos por sus cuidadores.

En este punto, es importante tomar consciencia de que, si vives algo


como esto, es vital que pidas ayuda terapéutica. Si dejas pasar conductas de
tu pareja que son potencialmente tóxicas y peligrosas para ti, para tus hijos,
para él mismo o para quienes amas, es porque existe algún mecanismo de
defensa en tu interior que se niega a una parte de la realidad interior,
emociones, sentimientos o intuición, con el fin de sostener algunas
situaciones. Se puede sentir como un miedo profundo. El discurso puede
escucharse algo así como:
“sí enfrento esta situación es probable que esto se acabe, y tengo más
miedo de quedarme sola o enfrentar mi vida sola que de sostener esta
situación, así como está”.

Muchas personas que han sufrido enormemente por abusos psicológicos,


emocionales, sexuales, etc., han configurado en su interior la práctica de
soportar la transgresión de sus límites personales como algo natural. Han
aprendido de niñas que, como nadie las defendió, les dio voz en ese
momento, no les creyeron, aceptaron el abuso sexual de sus hijas, o lo
callaron para no “romper a la familia” … enseñaron a esa niña que está bien
aceptar todo con tal de mantener “la paz”. Para no quedarse sin amor y
protección del clan familiar.

En realidad, esa paz es falsa. El niño configura en su interior que “la


paz” no se encuentra en su interior, sino que simplemente es “no enfrentar los
conflictos ni poner límites”.
Ocurre lo mismo con niños que han tenido padres alcohólicos. Han
aprendido que, para mantener la estabilidad familiar, que resulta una
prioridad para la supervivencia de ese sistema, requieren pasar por alto todos
los conflictos. Aprenden que callar y “no mirar ni observar” comportamientos
tóxicos es la base para sostener la vida y la familia.

A ver si me explico mejor: ningún niño quiere cortar lazos, separa


familias, cortar relaciones. Nuestra psique infantil es egocéntrica como hasta
los 12 años, es decir, creemos que todo lo malo ocurre por culpa nuestra o
tenemos alguna responsabilidad en el asunto y, por lo tanto, no queremos
causar el quiebre.

Muchas familias confunden la paz interior con la falta de conflictos, en


especial en familias en que se han heredado secretos familiares o familias con
un fuerte componente de autoritarismo también. No enfrentar los conflictos o
las situaciones conflictivas se vuelve una forma de afrontar la vida cotidiana.
Se configura un mecanismo interior con el que se siente amenazante
cualquier forma que pueda poner en “riesgo” la estabilidad familiar, cualquier
cosa que haga sentir incómodo a algún miembro de la familia.

Hay una dificultad para poder manifestar los sentimientos negativos, y la


creencia de que, al manifestarlos, estos no sean acogidos. Bajo cualquier
punto de vista, se intenta enseñar al niño a no molestar, incomodar, decir
verdades incómodas o cualquier cosa que implique tocar la herida o hacer
responsable a la familia de tomar acción sobre el asunto en cuestión.

Generalmente, estas familias tienen “ovejas negras”, familiares


rezagados y enviados al exilio familiar por establecer ciertos límites
personales. Estas personas frecuentemente son castigadas por el clan familiar
por “rebelarse” del sistema familiar.

Muchos de los consultantes que han llegado a mí, lo han hecho con
profundos problemas de autoestima, pero, sobre todo, de límites. En especial
aquellas personas que han sufrido de abusos sexuales o violaciones de parte
de familiares o cercanos y que sus padres han negado y/o ocultado la
situación, los han hecho callar y seguir interactuando con su abusador. Luego
de adultos, tienen profundas dificultades para diferenciar actitudes, acciones
y comportamientos de otros que transgreden absolutamente sus límites. Se
cuestionan mucho. Saben que no está bien, pero les cuesta mucho poner un
límite al otro… simplemente lo terminan dejando pasar una y otra vez. Y esta
conducta se repite con distintos rostros y personajes a lo largo de toda su
vida. Por eso, si te sientes identificada con esta situación, es vital que pidas
ayuda profesional.
Siento que el otro tiene que amarme,
entenderme, cuidarme cuando yo lo necesite.

Desde el otro lado, hay muchas personas que creen que es obligación de los
demás cuidarlos. Dan esperando tener mucho más como retribución. Sienten
que la vida es ingrata, que los demás no se preocupan lo suficiente por ellos,
que no son considerados, que son poco amados.

En mi experiencia terapéutica, esto puede ocurrir por muchas


configuraciones del vínculo o ejemplos de comportamiento que hemos
aprendido de mamá o papá, pero en la gran mayoría de los casos, nace de una
falta de amor y atención en la infancia tan profunda que guardamos un miedo
profundo a no ser amados, una carencia de amor que no satisfacemos nunca y
que nos hace mantenernos alerta de cuando los demás pudieran mostrar
indicios de que van a dejar de amarnos. Entonces, voy por la vida
demandando amor, centrada en el amor que no recibo y en el miedo a
perderlo.

Cuando los niños no han tenido el suficiente amor, atención y


vinculación con mamá, es probable que mamá haya guardado un profundo
dolor emocional que solo la llevo a atender mayoritariamente sus propias
necesidades, sentimientos, deseos y dolores. Esto, de a poco y de forma
invisible, va creando una cadena de repetición que se hereda de generación en
generación, lamentablemente. Niñas heridas que no han sanado el abandono
emocional de mamá, que llegan a la maternidad con ese mismo vacío de amor
y solo se centran en sí mismas, perpetuando el patrón familiar una y otra vez.

Una Historia que se Hereda


Les voy a contar una historia. Había una vez una madre 6 hijos, que
criaba la mayor parte del tiempo sola porque su esposo trabajaba lejos. A ella
le costó mucho vincularse emocionalmente con sus hijos (quizás porque su
propia madre fue abandonada por su marido cuando ella apenas tenía 2)
porque tenía a su cargo a todos los niños la mayor parte del tiempo y se hacía
cargo también de su madre y sus tías.

La menor de sus 6 hijos fue la que obtuvo menos atención y amor, y el


mayor desquite por parte de una mamá cansada y sobrepasada por toda la
responsabilidad y soledad de su vida. Esa niña, muy joven, se enamoró de un
hombre. A los meses se embarazó y, al contarle a él, éste desapareció. Pronto,
se enteró que él mantenía una relación paralela oficial, mujer con la cual se
casó porque también embarazó.

Es probable que esta situación haya podido tocar la herida de abandono


de su niñez. Al igual que su propia madre, no pudo conectar emocionalmente
con su propia hija por este dolor repetido y heredado de su abuela y su madre.
Y, como era de esperarse, esta hija sufrió un abandono muy grande también,
por una madre herida por el abandono de su pareja, con una hija que le
recordaba constantemente su historia de amor frustrada y la rabia que sintió
por sí misma al decepcionar a sus padres por haberse embarazado tan joven y
fuera del matrimonio.

Cuando el Abandono Nos Mantiene Atadas a ser Niñas que


Necesitamos ser Amadas
El abandono puede configurarse de muchas maneras, una de ellas es el
abandono emocional. Esta es una herida de abandono o lo que llaman “vacío
emocional” que es un tipo de saquito roto del amor que no se llena con nada.
Es como un hoyo negro de amor. Este vacío es el que genera dependencia
que generamos con los demás.

Esta dependencia se refleja en la búsqueda constante de indicios que nos


alerten de que estamos dejando de ser amadas. Buscamos siempre la forma de
anticipar que no nos aman a través de los celos y el miedo al abandono.

Cuando nos centramos en que necesitamos amor, no estamos en


condiciones óptimas de nutrir emocionalmente a ningún otro ser, porque
nosotras mismas seguimos siendo niñas que anhelamos ser amadas, cuidadas
y protegidas por el ser amado.
Es por eso que, las madres sienten este vacío de amor, no logran
centrarse en el amor infinito e incondicional de amar a sus propios hijos. O
quizás lo logran a veces, dependerá de cuánta angustia sientan y cuánto
dependan del amor romántico y de pareja que han generado.

Pero esto no es solo para madres. Puedes convertirte en una mujer que
base su vida en su relación de pareja. Es usual verlo en mujeres que no tienen
una vida fuera del ámbito de la pareja: mujeres que hacen absolutamente todo
con sus parejas, sin un espacio para sí mismas, para otras relaciones
significativas o para su crecimiento personal o espiritual. Todo se basa en la
relación de pareja, el éxito de su vida está basado en eso y su valía personal
se mide en cuánto tienen una pareja y en su relación.

Luego, si se quedan sin pareja, se abre un vacío que necesitan llenar con
la búsqueda de una nueva pareja que renueve el sentido de su vida. Es usual
que pasen de una pareja a otra, que no se den tiempos de duelo o de procesar
sus aprendizajes. O, más grave, están más apresuradas en encontrar pareja
que en darse el tiempo de decidir lo que buscan o quieren de esto.

Algunas personas han aprendido que merecen todo sin dar nada ni hacer
nada para merecerlo. Este es el caso de muchos de los hijos menores que, a
diferencia de los mayores, son los “regalones”, los “conchos”, los
consentidos de los padres. Tienen un trato diferente y una crianza más
flexible que la que tuvieron los hermanos mayores. Han obtenido más
atención y menos límites. También ocurre con muchos de los hijos únicos.

Quiero dejar claro que no es un problema de ser hijo menor o de los


hijos únicos solo por serlo, es un problema que nace de padres que van
enseñando que los sentimientos propios o de los demás no son tan
importantes, que valen solo sus necesidades porque, en muy pocas ocasiones,
ese niño se ha visto en un ejercicio de tener empatía por los demás, entender
el mundo interior de los demás, o considerar a los demás. Incluso, puede
venir de madres súper postergadas que les han transmitido a los hijos que son
capaces de hacer todo por ellos y que no tienen necesidades ni deseos
personales, no al menos tan importantes como las de los hijos.

También quisiera dejar claro que todo lo que menciono son ideas o
líneas emocionales que podrían configurar algunos aprendizajes emocionales
en la crianza, o en alguna forma de vivir o vivenciar el mundo. Hay que tener
muy en claro que hay muchas otras posibilidades, detalles y contextos
familiares, que esto no es A que llevó a B. Hay tantas posibilidades como
familias, pero el aprendizaje interior del egocentrismo adulto viene de una
realidad interior infantil que no ha madurado ni evolucionado del todo, ya sea
por exceso o por carencia de amor, afecto y atención, la persona que desea
que el mundo gire en torno a sí mismo responde a padres que se han centrado
exclusivamente en ellos o que se han perdido a sí mismos. Podríamos hablar
de un adulto que aún no ha integrado a los otros, al grupo y lo colectivo, y
que se ha mantenido en la vivencia infantil egocéntrica.
Siento que es Mi Pareja la que Me Hace Daño,
que Otros son los Responsables por Mi Dolor o Mi
Sufrimiento.

Muy relacionado al tema anterior, el victimismo es una falta de


empoderamiento. Es creer que mi felicidad no depende de mí, de lo que
piense, sienta y accione. En términos simples, siento que los demás son
responsables por mis sentimientos, por mi sufrimiento, porque los otros me
hacen daño. Y en parte es verdad, pero solo en parte. La verdad es que no
podemos hacernos responsables por el veneno emocional de otros, no
podemos hacernos cargo de sus ataques, ni de sus palabras, ni de sus
acciones. Pero nosotras somos ciento por ciento responsables de permitirlo,
aceptarlo o mantenerlo en nuestra vida.

Vamos a profundizar en esto. Si me insultan o me golpean ya está


hecho, y eso me hará sentir mal de algún modo. Dependiendo de si toca mi
herida o no, y de cuán profunda es esa herida, me dolerá más o menos. ¿Qué
podemos hacer al respecto si ya me lo hicieron? Hay muchas formas de
combatir eso: tomando alguna acción para alejarme de esa persona, haciendo
una denuncia, poniendo un límite, alejándome de personas que estén cerca de
esa persona, bloqueando a esa persona, etc. Y desde mi lugar, puedo respirar,
calmarme, meditar, tomar consciencia de porqué me duele lo que esa persona
me dijo o me hizo…

Cuando Aprendí a Cuidarme y ser Mi Prioridad


Estuve en conflicto con mi ex pareja por casi dos años y por muchas
razones asociadas a conductas tóxicas y agresivas que sostuvimos antes y
después del quiebre de nuestra relación. Fueron años desgastantes. Ese
conflicto se mantuvo por mucho tiempo porque yo tenía la creencia de que
tenía que mantener una relación con el papá de mis hijas a pesar del dolor.
Sentía que era “parte de”.

Un buen día, decidí que no podía continuar con esa dinámica por mi
bien, y la salud emocional mía y de las niñas. Acepté el dolor en mi vida
porque creía que no tenía control sobre eso y que no tenía otra opción. Hasta
que me di cuenta que el problema no se iba a solucionar hablando con él,
sosteniendo el vínculo y la comunicación, o intentado que empatizara
conmigo o entendiera mi punto de vista. El conflicto se solucionó cuando
asumí que no podía entablar una relación con él por el momento, ni el corto
ni en el mediano plazo. Lo mejor para todos fue cortar completamente la
relación, no abrir caminos de diálogo de momento, poner límites firmes y
fuertes, constantes y duraderos. Entablar acuerdos legales, por ejemplo.

Eso me dio un poder increíble. Ese aprendizaje cambió totalmente mi


vida y le agradezco haber sido ese maestro para mí, que me enseñó a ser
firme y decir “no deseo esto en mi experiencia”. Aprendí, por sobre todas las
cosas, a poner en primer lugar mi bienestar y mis sentimientos, a
considerarlos primero que considerar a los demás, porque los demás no iban a
anteponer sus propias necesidades y deseos a los míos, ¿entonces, porqué yo
me ponía en último lugar? ¿Acaso mis sentimientos o deseos no eran igual de
importantes y válidos que los de los demás?

Con ese aprendizaje aprendí a cuidarme verdaderamente. Supe que no


siempre seremos consideradas o tomadas en cuenta por los demás, por muy
buenas personas o generosas que podamos ser con los demás, y eso es válido
para mí y para el resto. Aprendí que tenía que cuidar de mí primero que todo,
para poder estar bien, porque yo soy mi primera benefactora de las buenas
acciones que pueda tener conmigo misma y que, también, soy la primera en
pagar el costo de lo que no hago por mí, en especial si afecta mi bienestar.

Tienes Derecho a Modelar tu Experiencia


Si me sigues la línea, no se trata de que los demás te hagan daño sino de
lo que tu permites o no en tu experiencia. En las relaciones de pareja
llegamos con muchos aprendizajes y patrones familiares, aprendemos de la
dinámica de pareja de la relación que tuvieron nuestros padres, o de las
relaciones de pareja que observamos.
Si no tuvimos aprendizajes amorosos, siempre tendremos la oportunidad
para alinearnos con lo que realmente queremos en la vida, con lo que nuestro
corazón dicte que es lo correcto para nosotros.

Si hoy estás pasándola mal en pareja, si tu pareja te es infiel, si tu pareja


te maltrata, si tu pareja te miente, tú eres absolutamente responsable de tu
propia vida. Determinas lo que quieres en tu experiencia hoy. Decides si
quieres estar ahí o si no lo quieres más, y lo que harás al respecto, cualquiera
sea tu decisión.

Si este dolor trae alguna enseñanza para ti en el hoy, no te culpes, decide


lo que realmente deseas y hazte cargo. No puedes culparte porque tu crianza
te llevó a atraer a una pareja infiel, por ejemplo, y cuando te des cuenta que
hoy no quieres eso, pues déjalo fuera de tu experiencia. Es sencillo, aunque lo
difícil sea ser sencillo.

Sé que muchas veces aceptamos cosas por miedo a soltar lo conocido,


pero te prometo que si das ese salto de fe en que te mereces una vida mejor,
una experiencia mejor, el universo siempre recompensará tu valor. No lo
hagas buscando tener una pareja, recuerda que el amor primero tiene que
venir de ti misma.

Poner límites es amor propio. Decir que NO es amor propio. Dices no a


esta pareja no para encontrar otra, lo haces para reafirmar a ti misma que
mereces mucho más, que quieres mucho más, que te los das a ti misma. Si
una pareja es el siguiente paso de tu proceso, bienvenido, pero la felicidad y
el amor verdadero puede venir de múltiples y diferentes fuentes. La pareja no
es lo único que te hará feliz en esta vida. Lo único que te hará realmente feliz,
eres tú misma.
Siento que Me Cuesta Confiar en una Pareja y
Tengo Miedo de Aquello.

La confianza en la vida y en los demás se construye en el primer vínculo con


la madre y con el padre. La confianza nace de la creencia y el sentimiento de
que merezco ser cuidada. Estoy segura de que seré cuidada por otro, por lo
tanto, me entrego al vínculo con otro porqué en mi experiencia sé el
momento en que el otro está vinculado conmigo. Me permito ser vulnerable
con la otra persona y sé cuándo la otra persona se abre a la vulnerabilidad
conmigo.

Es muy probable que la desconfianza se haya generado de una infancia


en que nuestros padres no estuvieron emocionalmente disponibles para
nosotros. Generalmente, en el vínculo de apego, la desconfianza puede venir
de padres fríos emocionalmente o de padres que a veces estaban y otras veces
no, inconsistentes en su forma de vincularse y de atender las necesidades del
bebé y/o el niño. Entonces, de niña aprendí que nadie verá cuando me sienta
mal o triste, o si tengo alguna necesidad. Nadie acudirá si tengo tristeza en mi
rostro o me consolará si algo me hace sentir mal o avergonzado. Por
supuesto, nada es blanco o negro, y el nivel de desconfianza va a depender de
en qué cosas éramos atendidos y cuales no y con qué frecuencia.

Desde ese lugar en que me falto intimidad y confianza para ser yo


misma con mis padres, voy creando relaciones adultas en las que vuelvo a
recrear el conflicto. Es lógico para nuestro inconsciente, porque es “mi hogar
interior”: no se siente bien, pero es lo que me hace sentir en mi hogar. El
hogar interior puede ser de muchas formas, de lo más inhóspito a lo más
amoroso, tiene muchos matices y muchas facetas, pero es nuestro hogar
interior, al fin y al cabo. El hogar interior se configura con la energía
femenina proveniente de lo que absorbimos de la imagen de mamá. La
energía masculina proviene de lo que absorbimos de la imagen de papá o del
mundo exterior. Y la niña interior, proviene de la chispa de vida propia de la
infancia y si pudimos ser nosotros mismos de verdad.

Cuando tenemos una pareja que se alinea con nuestro hogar interior y
éste es se siente frío, el resultado será dolor. La pareja ha resonado con
nuestro hogar interior, la hemos elegido a través de nuestro inconsciente
porque nos recuerda como nos sentíamos con mamá y papá, incluso si nuestra
consciencia nos hace creer que esta vez sí que hemos elegido a alguien
diferente, lo será solo en algunos matices, en el resto, hemos de recrear una
situación muy similar a la que vivimos de niños.

Luego del desencuentro, del dolor, del desengaño que nos ha traído esta
relación, este aprendizaje tenderá a reforzarnos la creencia de que todas las
relaciones son iguales, en especial si hemos pasado por este dolor en más de
una ocasión. La única manera de salir de ahí es obtener aprendizajes
profundos de esto, intentar formas diferentes o darles oportunidades a
personas diferentes… pero la forma más efectiva siempre es y será volver a
construir tu hogar interior.

Es por eso que, si sientes desconfianza de volver a abrirte a una relación,


necesitas volver a forjar una relación de confianza contigo. No se trata de una
fe ciega, sino de una confianza sólida, construida en base a la experiencia y
refuerzo constante.

La ilusión infantil y la falta de conocimiento acerca de lo que significa la


confianza nos hará mantener la creencia de que la confianza es fe ciega. Es
totalmente opuesto a eso. No depositamos confianza a aquellos que no la
merecen, y solo podemos saber si la merecen si observamos. ¿Qué cosa?

¿Qué necesitamos observar en las otras personas para depositar


nuestra confianza en ellos?, ¿qué necesitamos observar en nosotras
mismas para depositar confianza en nosotras mismas?

Hazte esa pregunta importante.

No te lo diré ahora. Avancemos en esto para que puedas encontrar tus


propias verdades. Una forma de hacerte un regalo es mostrarte que el mayor
aprendizaje consolidado será el que descubras por ti misma.
Recuerda que estamos en la era de la información y de la inmediatez.
Creo que ocupamos más tiempo en encontrar una pareja que el tiempo que
nos tomamos para decidir si es una relación buena para nosotras.
Siento que Tengo que Moldearme para ser
Amada por Mi Pareja.

Creo que, de los dolores y problemas, es el más común. Tenemos la creencia


de que solo seremos amadas si tenemos un tipo de cuerpo específico, un color
de pelo, un tono de piel, una ropa que usar o un comportamiento que tener.
La diversidad es de las cosas más subvaloradas en el amor actualmente. No
actuamos de forma auténtica, se estila mostrarse distante, poco interesado,
nos cuesta hablar de nuestras pasiones o de nuestro mundo interior… en el
fondo, pareciera que valoramos poco lo que nos hace únicos.

Podemos vislumbrar las raíces de porqué hemos aprendido a ser falsos,


poco auténticos y camaleónicos. Una infancia en donde tus papás solo
valoraban un tipo de cosas y no otras, es difícil. Generalmente se hace un
camino fácil para hijos que encajan con las expectativas de mamá y papá, con
sus intereses, aptitudes, talentos o formas de ser. Pero para un hijo diferente,
es una tortura.

Es probable que hayamos aprendido a moldearnos porque nuestros


padres reforzaron la idea de “portarse bien”, el famoso comodín de la
infancia. ¿Sé han preguntado qué significa portarse bien? Creo que, si
hiciéramos una encuesta a los padres, todos tendrían respuestas distintas y, en
definitiva, estaríamos hablando de lo mismo: portarse bien es que los niños se
comporten como los padres desean que se comporten en ese momento.

Para los niños el término portarse bien es muy difuso, para los padres
también. Es una forma de decir “compórtate como a mí me gustaría que te
comportaras en este momento”.

Si sientes que necesitas acomodarte a otros para ser amada, es probable


que tus padres de alguna forma reforzaran en ti la idea de que tenías que ser
alguien o algo para ser amada, reconocida y atendida por ellos. No tuvo que
ser por ambos, pudo ser solo con uno. Basta con que tus padres aplicaran
premios y/o castigos por tu comportamiento y a tu vida.

También pudo ser por una condición asociada a tu familia. Un ejemplo:


hijos nacidos fuera del matrimonio (antiguamente que era una tabú) o hijos
de los amantes. Esta es una etiqueta muy difícil de trabajar, porque incluso
desde la concepción se impregna al niño con la sensación inconsciente de la
madre del “hijo fuera de la pareja”, una madre que “no es la elegida”, en
especial si la madre viene de un matrimonio “bien constituido”. Es decir,
atribuciones inconscientes con tintes de prohibición y tabú.

Es impresionante ver en la práctica cómo estos patrones tan fuertes son


heredadas por las hijas e hijos por varias generaciones. Se constituye
entonces la creencia de “no tengo tanto amor de papá porque no soy de su
familia oficial, estoy a escondidas, relegada”. Luego, escojo
inconscientemente parejas personas que nunca mostrarán en público la
relación, no querrán hacerme “la oficial”.

Un ejemplo contrario, hijos nacidos por relaciones extramaritales y que


quedaron en la familia “oficial”, arrastrarán inconscientemente la creencia de
que nunca serán suficientes para ser aceptados en esa familia, porque
realmente se siente como que no fueran parte de ella, “no son verdaderamente
oficiales”.

Volviendo al tema original, aunque no es el fin de este libro, quisiera


aclarar que no es lo mismo poner límites y ser decidido con los hijos que
decirles todo el tiempo lo que tienen que hacer. El delicado equilibro de guiar
a los niños es una práctica profunda que se asemeja al Tai Chi o a cualquier
disciplina de la energía. Implica hacer uso correcto de la energía y permitir el
flujo de esta, es saber la justa medida entre el uso de la fuerza y la
flexibilidad. Para poder sanar de adultos necesitamos ir reparando nuestro
propio flujo de energía para vivir en autenticidad en un mundo dual: el flujo
entre la expansión, los límites y la contracción.

No es lo mismo imponer tu forma de ser a otra persona que ayudarla a


que pueda encontrarse a sí misma. Los niños necesitamos a alguien que nos
acompañe a descubrir el mundo, sus límites y posibilidades, que nos
acompañe en nuestra experimentación de la realidad y la frustración natural
de nuestros límites actuales. Les pondré un ejemplo:

Es muy distinto decirle a un niño “no llores por esto que es una tontera,
llora por algo importante”, en el que imponemos un juicio de valor personal
acerca de lo que es importante y no para el niño, y además le decimos cómo
tiene que reaccionar al respecto (“no llores”):

Juicio + comportamiento “correcto” = Aprendizaje de desconfianza


en el criterio personal.
*Lo correcto varía según el juicio de la persona que corrige.
Resultado = Enfoque en el Resultado. Aprendizaje del Hacer por sobre el
Ser.

A decirle al mismo niño “Veo que te estás llorando porque te pasó


______, quizás eso te hizo sentir triste o enojado y por eso lloras, ¿cómo te
sientes? ¿qué necesitas? ¿en qué te puedo ayudar?”, en que le muestro cómo
reconocer sus emociones y lo acompaño sin imponerle cómo debe sentirse ni
cómo debe actuar.

Muestro emoción + Relato el suceso = Aprendizaje de sí mismo.


Educación emocional.
Resultado = Enfoque en el Proceso. Aprendizaje del Ser por sobre el
Hacer.
*Si, además, apoyamos con presencia y generosidad, el aprendizaje
es que podemos contar con otros si es que lo deseamos. Como resultado,
generamos autogestión emocional y poder personal: no hay una
obligatoriedad con el otro, hay libertad personal.

Te hablo de la crianza no para que lo apliques con tus hijos (si deseas
hacerlo, ¡mejor!) o tus futuros hijos si no tienes, lo hago para que comiences
a tratarte a ti mismo de esa manera. Verás: cuando cargamos con infancias
dolorosas o heridas, llevamos a nuestra niña interior herida con nosotros a la
vida adulta, no logramos convertirnos en adultos responsables al ciento por
ciento. La mejor manera de comenzar a sanar es convertirte en tu propia
madre y padre interior y, cada vez que algo te duela, háblate de ese modo.
Del modo ideal en que necesitabas ser tratada de niña.
No hay amor propio que dure si no aprendes a cuidar y a criar a tu
niña interior

Fíjate que todo es parte de lo mismo: no requieres ser nada, nadie y ni


hacer algo en específico para ser amada por otra persona o por ti misma (que
es lo realmente importante).

No tienes que cumplir las expectativas de nadie. No tienes que forzar


una forma de sentir. No necesitas lograr ningún resultado, menos evaluar tu
vida en términos de si alguien quiere formar una pareja contigo o no.

Deja a las personas pensar, sentir y hacer lo que quieran, tu verdadera


razón de vivir es ser feliz contigo misma. Sé feliz. Sé tú misma. Y verás que
quizás, algún día cuando menos lo esperes, alguien verá lo maravillosa que
eres y querrá ser parte de tu vida y ahí tu podrás ver si esa persona se merece
que tú lo ames de vuelta, o quizás tú serás quién descubra a alguien
maravilloso y querrás compartir cada vez más tu vida con esa persona. Tú
decides. Lo importante es que siempre lo hagas por ti.

Encuentra tu propio lugar en el mundo y así encontrarás a tu propia


manada.
Siento que no Puede Permitirme Ser Vulnerable
con una Pareja.

La vulnerabilidad es otro aspecto importante de estar y sentir en el mundo.


El ejercicio que te hará siempre obtener las respuestas es hacerte las
preguntas correctas y en este caso sería ¿en qué momento de nuestras vidas
fuimos más vulnerables? ¿qué ocurrió conmigo cuando este en ese momento
de vulnerabilidad natural?

Somos vulnerables cuando nos hemos sentido indefensos, es decir, no


tenemos defensas, es decir, somos presa fácil de los daños o del dolor. El
momento de mayor vulnerabilidad es la primera infancia, en ella somos como
una masa Play-Doh super moldeable, abiertos a todo, en desarrollo,
sensibles… y requerimos y dependemos completamente de nuestros
cuidadores, absorbemos y tomamos de ellos todo lo que son y lo que nos dan,
tanto lo bueno como lo malo.

Son pocas las personas que saben, y se los comento desde mi


especialización como asesora de porteo. Los bebés nacemos con algo que
llamamos prematuridad biológica. Es decir que, comparado con otros
mamíferos, los humanos nacemos prematuros.

Hay muchas teorías de por qué no nacemos mejor preparados para la


vida, pero la que es más fuerte tiene que ver con la evolución del cerebro y la
bipedestación. Somos en extremo vulnerables los primeros dos años de vida y
después permanecemos dependientes de nuestros padres por muchos años
más.

Entonces, ¿nos permitimos ser vulnerables con otros bajo qué


condiciones? Cuando hemos sido vulnerables de niños y nuestras necesidades
han sido en la mayoría satisfechas y de forma consistente, aprendemos que
merecemos ser cuidados por otros, de esa forma nos abrimos a las
experiencias, a descubrir nuestro ser. No somos juzgados por lo que hacemos
ni por lo que sentimos, sino que somos guiados a aprender a vivir en este
mundo, a convivir con los demás.

Cuando nuestras necesidades no han sido miradas y atendidas de forma


consistente u oportunamente, cuando no hemos sido vistos, atendidos o
amados lo suficiente por mamá y papá (pero al inicio y en lo primordial por
mamá) se configura una herida de desconfianza: aprendemos que no
podemos confiar en que otros pueden vernos, cuidar de nosotros, atender
nuestras necesidades.

No se trata de que no seamos capaces de hacerlo de adultos, pero las


heridas de la infancia se arrastran de tal manera y de forma tan fuerte que nos
vamos convirtiendo en adultos-niños necesitados.

Un adulto emocionalmente estable y con una sana autoestima, sabrá que


puede contar con otros adultos que lo ayudarán a verse a sí mismo cuando no
esté bien, incluso si no se ha percatado de aquello. Ellos sabrán decirle que
necesita ayuda, para que éste pueda gestionar el hacerse cargo de sí mismo.
Esos adultos emocionalmente disponibles nos pueden ayudar a vernos y
observarnos cuando nosotras mismas no lo estemos haciendo y así poder
volver al carril del autocuidado.

Pero, cuando hemos sentido abandono emocional de mamá, se configura


una herida de abandono tan profunda que nos abandonamos a nosotras
mismas, abandonamos nuestro cuerpo, nuestras metas, nuestras ganas de
vivir y entramos en un espacio de desolación en que creamos una y otra vez
la experiencia de confiar en adultos que no están emocionalmente
disponibles, y así, volvemos a recrear la herida de la infancia, la vivencia de
infancia que nos recuerda una y otra vez que no merecemos vivir. ¿Para qué
estamos aquí si no existimos para los demás?

Comenzamos a configurar lo que en psicología llaman “mecanismos de


defensa”. Tal cual, son mecanismos para defendernos porque nos sentimos
vulnerables. Estos mecanismos se vuelven adaptativos en cuanto nos
permiten sobrevivir a esta vivencia hostil de poco afecto, atención o
cuidados. Se configuran y consolidan en la infancia, y aparecen en la adultez
para protegernos de la experiencia que nos recuerda la herida, para
defendernos de emociones o pensamientos que nos producirían ansiedad,
tristeza profunda, miedos, etc.

Existen diversos y complejos mecanismos de defensa, generalmente


responden a sentimientos o deseos que hemos tenido que guardarnos o
negarnos, y lo hacemos de diferentes formas. Les comentaré algunos a modo
de ejemplo:
- Negación: niego que escuché algo o me niego a la idea de mi pareja
hizo o dijo algo que sé que me provocaría un conflicto interior, me niego a
ver que mi pareja no está disponible emocionalmente para mí porque así
puedo sostener la relación;
- Proyección: proyecto lo que deseo yo en otros, por ejemplo, proyecto
la idea de que mi pareja hace cosas para enojarme porque no acepto la idea de
que estoy furioso con ella y que no deseo seguir con la relación.
- Compensación: compenso mi rabia comportándome de forma
completamente opuesta, siendo servicial, etc.

Estos son algunos de los mecanismos que usamos para “no contarnos
nuestra verdad” porque nos defendemos emocionalmente de lo que podría
despertar una tormenta emocional.

Para nuestra estabilidad emocional necesitamos muchas veces


mentirnos, como una forma de mantener la regulación interna ¿me vas
siguiendo la idea? No es que esté mal, ¡es que está muy bien! Lo hacemos
porque aún no estamos lo suficientemente sanos, limpios interiormente o
preparados para enfrentar nuestras heridas ni nuestro dolor.

Si sientes que no puedes ser vulnerable, te cuesta mostrarte realmente


como eres, eso responde a una vivencia de tu niña interior que está herida
porque no se sintió amada por quien era ni lo que hacía. De hecho, mientras
más abandono sufrimos en la infancia es mayor el nivel de desesperanza que
aprendimos. Es probable que de niñas intentamos de todo: ser “buenas
niñas”, “malas niñas”, “portarnos bien”, “portarnos mal”, gritar, pegar,
morder, molestar, pegarles a otros, maltratar a otros, maltratarnos a nosotras
mismas e incluso, ser invisibles… pero nada funcionó.

Entonces tienes que saber que, para crear una relación sana, necesitas
entregarte a la vulnerabilidad con otro y necesitas volver a confiar. ¡Pero no
te lances a hacerlo solo porque acabo de decírtelo! El mayor error que
cometen las personas es que se abren a ser vulnerables y a confiar en
personas que no merecen esa confianza, personas potencialmente peligrosas
para nuestras heridas emocionales y, de esa forma vamos perpetuando,
relación tras relación, la repetición de las mismas experiencias de dolor y, por
lo tanto, generamos el mismo resultado que tuvimos en la infancia.

No te precipites. Lo primero es que vuelvas a configurar en ti las


experiencias que te hubiesen llevado a descubrir quién eres y a abrirte a la
vida.

Si estás buscando tener pareja, ese no es el camino. Para encontrar y


formar una relación de pareja sana requerirás sanar primero, que te generes
nuevas experiencias de aprendizaje, que vuelvas a construir una infancia
interior y un hogar interior contigo misma.

En conclusión, necesitas conocer quién eres con tus luces y sombras, y


aceptarse así, y amarte así.
Siento que el amor es sacrificio, que debo darle
muchas oportunidades a mi relación de pareja,
aunque estar en ella me duela.

Cuando esto nos ocurre, generalmente responde a una infancia en la cual


aprendimos de nuestros padres y de su relación de pareja que estar juntos era
más importante que ser felices. De alguna forma percibimos a mamá y a papá
atrapados en una relación de pareja que los consumía en la tristeza, con pocas
satisfacciones, con muchas concesiones, con falta de chispa de vida.

Recordemos que el inconsciente no sabe diferenciar entre el pasado y el


presente, todo es presente. Lo que resulta cómodo y “correcto” para nuestro
inconsciente es recrear lo que nos es familiar, en este caso, recrear el tipo de
relación de pareja que tuvieron mamá y papá.

Aprendimos a vivir desde nuestros referentes: mamá y papá. Es súper


importante tener presente que nuestra niña interior ama sin reparos a mamá y
a papá, esa es la herida.

Incluso si no estuvieron emocionalmente disponibles para nosotras,


nuestra niña interior ama secretamente a mamá, la necesita, la idolatra…
aunque niegues de adulta que así es, y conviertas cada cosa en un conflicto,
en una molestia, en un desagrado o en una pena, secretamente amas con
locura a mamá y no entiendes porque no te ama así de fuerte de vuelta.

Por lo tanto, al convertirnos en adultas, nuestro inconsciente que ama


tanto y tan secretamente a mamá que desea con todas sus fuerzas convertirse
en ella y así fabricamos una relación de pareja en la que puedo actuar el papel
de mamá también.

Por el contrario, si amas tanto a mamá, pero tuviste grandes conflictos


con ella y te prometiste jamás nunca ser como ella… de todas formas estarás
atrapada en ese loop infinito de recrear a mamá, incluso eligiendo hombres
como lo hacía ella: hombres, situaciones y resultados de mamá. Por eso es tan
importante sanar la relación que tenemos con nuestra madre interior, para
poder ser libres de los mandamientos del inconsciente.

Si estamos atrapadas en una relación que siempre intentamos salvar pero


que no nos nutre ni nos llena de energía, es muy probable que hayamos
aprendido de la relación de nuestros padres ese mismo patrón: mamá y papá
solo se soportaban y mantenían la relación, pero la relación de pareja para
ellos no se trataba de felicidad, energía, apoyo mutuo y crecimiento, más bien
se trataba simplemente de mantenerse juntos. Eso aprendiste: aprendiste que
las relaciones de pareja son la forma (estar juntos) y no del fondo (lo que se
siente estar en pareja y para qué lo hacemos).

Por eso, lo peor que pueden hacer los padres es permanecer juntos
cuando no desean hacerlo. De esa forma se obligan a sí mismos a hacer algo
que no quieren, se olvidan de sí mismos, de sus deseos, de sus sentimientos,
de estar vivos… y eso mismo se entrega como un legado a los hijos. Si es tu
situación, desde mi experiencia, lo mejor es serte fiel a ti misma.

Muchas veces nos mantenemos en una relación de pareja “por los hijos”
… pero recuérdate cómo de niño se sintió cargar con la culpa de que tus
padres estuvieran juntos solo por ti, haciéndose daño entre ellos y a sí
mismos por obligarse a hacer algo que no querían. Los niños observan y se
sienten responsables de la felicidad de sus padres. Es importante que sepas
que un niño no necesita un ejemplo de familia que esta junta por deber,
pregúntate ¿quieres eso mismo para tus hijos? La respuesta obvia es no.
¿Entonces por qué te haces eso a ti misma?

Muchas veces incluso los padres permanecen juntos por miedo a estar
solos o a llevar la carga solos, por miedo a no poder sobrevivir solos y te
vuelvo a preguntar ¿qué están aprendiendo de ti tus hijos? ¿qué aprenderán?
Los niños aprenden de los ejemplos, no de nuestras intenciones ni de nuestras
palabras… por eso los niños son una hermosa y valiosa invitación a sanarnos
y a crecer. Si no deseas estar en una relación de pareja, pero tienes miedo a
estar sola ¿cuáles crees que son los pasos que necesitas dar para construirte
una vida sólida en la que dependas de ti? ¿Confías lo suficiente en ti para
lograrlo?
Siento que el Amor Todo lo Puede, lo Aguanta.
Siento que debo Ayudar a Mi Pareja y Apoyarlo
por Sobre Todas las Cosas.

Está muy relacionado con el punto anterior. De hecho, es casi lo mismo,


pero el lugar desde donde se actúa la postergación de ti misma es desde la
necesidad de protagonizar el papel de “La Salvadora”. La Salvadora tiene una
capacidad de resiliencia impresionante, una fuerza de voluntad muy grande y
unas ganas de amar muy profundas. La Salvadora no se rinde ante la
adversidad, está realmente comprometida con ayudar a los demás, ayudar a
su pareja (generalmente) a salir de la situación en la que está, a apoyarlo,
acompañarlo y sufrir con él las calamidades por las que atraviesa… incluso,
muchas veces, La Salvadora se hace parte y se compromete completamente
en hacer y ser la solución junto a su pareja.

Cuando interpretamos el papel de La Salvadora tenemos una gran


capacidad de amar a los demás y preocuparnos por ellos, más bien, de
ocuparnos de los demás. Es parte de nuestro deber y sentido de vida. Lo que
no atiende La Salvadora son sus propias necesidades. Posterga sus
necesidades, su felicidad, su pulsión de vida, todo lo que tiene (y lo que no
tiene) lo entrega a los demás, olvidándose de sí misma. Entregarse a ayudar a
quien ama le da un sentido a su vida y la da algo que hacer constantemente.

Es muy importante revisar desde qué lugar aprendimos a ocuparnos de


los demás. Es muy probable que de niñas hayamos aprendido a ser así de
mamá, aprendimos de ella esa forma de amar a los demás. Pero también,
fuimos premiados y reafirmados por ser de esa forma. Es muy probable que
las muestras de este tipo, sacrificio por los demás, hayan sido reforzadas por
nuestra familia y por nuestro entorno como una forma maravillosa de ser, una
cualidad muy positiva y nos identificaremos con aquella.
Es normal en muchas personas actuar desde ese lugar, porque no es solo
un valor familiar, es un valor apreciado y fomentado socialmente. El amor es
apreciado por lo que hago por los demás, no por lo que hago por mí mismo.
De hecho, el amor propio y los límites son experimentados y considerados
por los demás como un acto de egoísmo.

De adultas, podemos fijar nuestra atención en personas muy generosas


que no se atienden a sí mismas. Ese puede ser el caso de muchos varones, que
aprendieron de la postergación de sus propias madres. Luego, buscan y
aprecian a mujeres que dan todo por otros.

El problema de las Salvadoras es que ocupan su tiempo, su atención y su


energía en los demás, y tienen la mala costumbre de no atenderse. Cuando no
nos atendemos, no nos escuchamos y no nos cuidamos, quedamos a merced
de un sinnúmero de sentimientos negativos, cansancio, agotamiento y
desazón que no nos habilita para estar bien con nuestra propia vida y con
quienes amamos. Esta práctica se convierte en un ciclo vicioso en el que,
cada día, nos vamos apagando y amargando más y más por no atender
nuestras propias necesidades.

Si no nos atendemos lo suficiente, si nos descuidamos, comenzamos a


exigir a los otros que nos den de vuelta aquello no nos estamos dando ni
somos capaces de darnos. Emocionalmente comenzamos a tener “hambre” de
afecto y atención para nosotras mismas. Cuando tenemos “hambre
emocional” estamos más rabiosas, enojadas, amargadas, tristes. Luego, cada
cosa que los demás hacen o no, nuestras parejas o nuestros hijos, se siente
como una falta de preocupación por nuestras necesidades. Por eso es tan
importante tener momentos de autocuidado.

No damos desinteresadamente, damos porque necesitamos que los


demás dependan de alguna manera de nosotras. Damos porque nos aporta un
sentido de valía poder servir y ocuparme de los demás. Damos porque
necesitamos que los demás me necesiten, dependan de mi… y así no se
vayan, no me dejen con mi soledad. En el fondo, genero dependencia en los
demás para no correr el riesgo de quedarme conmigo misma y enfrentar la
tormenta en mi interior.

Nadie puede darte lo que no te das a ti misma.


Debes aprender a cuidar de ti misma primero, ponerte como una
prioridad. Eres como una planta que alimenta a su entorno. Para que
esa planta pueda nutrir a los demás, requiere estar en una tierra fértil,
tener condiciones óptimas y amorosas, debe ser regada y nutrida
constantemente, para que así pueda dar los frutos que alimentarán a los
demás.

Antes de pensar en los demás, en tu pareja, en tus hijos, requieres pensar


en ti y estar bien tú. Es tu primer y más grande deber. No es desde el
egoísmo, desde la propia generosidad contigo misma. Es parte de tu
responsabilidad también con los demás. Pero no lo hagas desde un lugar de
exigencia, hazlo porque deseas cuidarte y nutrirte, desde un lugar de profunda
valoración de todo lo que eres.

Permite que los Otros Aprendan a Cuidar de Sí Mismos,


por sí Mismos
Si estás en una relación de pareja, permite que el otro pueda cuidar de sí
mismo. Tener una relación no es una obligación, tu obligación es velar por tu
bienestar, y eso implica cuidar tu entorno. Si tu pareja no es capaz de nutrirse
a sí mismo, cuidar de sí mismo, ten la valentía de pensar en ti y preguntarte si
eso es bueno o no para ti. No es ser egoísta. El amor también es saber
respetar los procesos de los demás, no juzgarlos en formas, fondo o tiempos,
permitirles crecer y hacerse cargo de sí mismos y de sus desafíos. Si estás
constantemente apoyando sus procesos, esa persona le costará tomar absoluta
responsabilidad de su vida y, en vez de ser un apoyo, serás más como una
muralla que le recordará constantemente que no puede por sí solo.

Recuerda: No es tu obligación estar con nadie, menos por amor. Puedes


amar a los demás, pero tienes que aprender a discriminar que el amor no es
postergación, que no estamos en pareja solo porque amamos a alguien. El
amor propio implica poder decir que no, cuando se trata de tu propio
bienestar.
Siento que estoy perdida si no tengo pareja.
Siento que estoy en desventaja con respecto a otros
si no estoy en pareja.

Si sientes que hay algo mal en ti por no tener pareja, es probable que hayas
aprendido de pequeña que es muy importante la opinión de los demás.
Aprendiste de tus padres a moldearte a los deseos de los demás, los deseos de
la sociedad, lo que se espera de ti.

De pequeñas nos enseñaron a obedecer y que ésta es una cualidad


importante. Nos enseñaron a avergonzarnos por ser diferentes, únicas. Las
“rarezas” que surgían de nosotras como impulsos creativos y únicos, fueron
ahogadas tras un mar de normas y pautas sociales que rigen a la mayoría
como “algo esperable de hacer”.

No hasta hace mucho tiempo fue una moda social el recorrido de un ser
humano desde la adolescencia hasta la adultez, lo que Robert Kiyosaki llamó
“la rueda de hámster”: salir de la escuela, entrar a la universidad, tener novio,
terminar la carrera universitaria, tener un trabajo de sueldo fijo, casarte, tener
hijos y mantenerte en eso el resto de tu vida hasta que pudieras tener nietos,
una jubilación digna y morir. La rueda de hámster también rige para las
relaciones de pareja.

Se nos ha inculcado que tenemos que tener novio porque si no algo está
mal en nosotras. Luego, si tenemos novio, el siguiente paso es el matrimonio.
Si ya te casaste o llevas tiempo con tu novio o la suficiente edad (más de 30
años) el siguiente paso es tener hijos. Y digamos, eso está bien si es lo que
quieres.

En mi experiencia en consulta, la mayoría siente mucha ansiedad cuando


esto no ocurre bajo la norma, cuando no han tenido una relación estable
duradera en años, cuando no se han casado o no se han enamorado antes de
los 30. Muchos hacen planes de casarse y tener hijos incluso sin querer estar
allí: no se escuchan, no ven sus propias señales (muchas veces transformadas
en enfermedades) o sus emociones, y se obligan a estar en pareja cuando no
son felices allí, por miedo a quedarse solas o a no tener una vida exitosa
como lo define la sociedad.

¡Es tan importante que tengas la valentía de definir tu vida bajo tus
propios términos! Que no te juzgues si no ocurre lo que esperas, que te
preguntes si realmente es lo que quieres o qué es lo que quieres…

No definas tu vida ni tu autoestima en torno a los logros sociales. El


amor es de esas cosas que no puedes controlar. No puedes definir si te vas a
enamorar o de quien o cuándo será el momento. En absoluto tienes el control
sobre el amor y, cuando lo fuerzas o fuerzas tener una relación de pareja, en
realidad no estás permitiendo que el amor real entre tu vida.

Suelta el control. Mientras el amor de pareja te encuentre y te


sorprende, ocupa tu vida en cumplir tus sueños y relájate.

Es importante que, para que logres esto, entiendas desde dónde nace tu
necesidad de control. ¿Te lo has preguntado? Cuando fuimos niñas muchas
veces tuvimos que hacer muchas cosas para que mamá y papá nos vieran, nos
atendieran y nos amaran, al menos porque fue su costumbre no tener la
capacidad de verse, atenderse y amarse a sí mismos (porque recuerden que no
podemos dar lo que no tenemos, y somos ciegos a lo que no ha estado en
nuestra experiencia).

¿Quién requerimos SER para que mamá o papá nos dieran amor y
atención?

Allí está la respuesta a tu necesidad de control.

Suelta el control para que el universo pueda sorprenderte.


Para que puedas dar ese salto de fe al vacío necesitas aprender a confiar
en el universo.
Para confiar en el universo requieres aprender a confiar en ti.
Para confiar en ti, requieres volver a centrar la atención en ti misma y
construir una relación contigo misma.
Y cuando tengas una relación contigo misma y te enamores de ti, ya no
dependerás de nadie ni de nada, porque te tendrás a ti.
Siento que el Otro Tiene que Devolverme de
Alguna Forma las Cosas Amorosas que Hago por
él/ella.

Es muy usual que las personas sufran cuando no reciben de vuelta el amor
que dan y entregan.

En primera instancia, vamos a necesitar reforzar lo que aprendimos


sobre el ciclo de la abundancia: recibimos más de lo que damos y recibimos
por lo que damos. El ciclo de la carencia es dar para recibir algo a cambio:
amor, atención, detalles, etc. Es de carencia porque ponemos el foco en
esperar algo de vuelta, condicionando y teniendo expectativas acerca de lo
que nuestra mente desea recibir, en vez de abrirnos a recibir sorpresas o cosas
maravillosas de fuentes inesperadas.

Cuando damos, muchas veces lo hacemos desde la herida, no damos


porque nos haga feliz dar y nazca de un deseo auténtico de ayudar a otros,
sino que damos para que el otro nos agradezca, nos aprecie, nos valore y
luego esperamos que haga algo de vuelta para demostrarnos que también nos
ama.

Cuando estamos en este ciclo vicioso, no hemos tomado consciencia de


que en realidad lo que estamos haciendo es intentar que otros llenen un vacío
que llevamos por dentro. Es una herida de falta de amor muy profundo, no
hemos sentido el amor, o al menos la verdadera naturaleza del amor.

Es probable que de niños hayamos aprendido que mamá nos amaba solo
cuando “nos portábamos bien” o hacíamos lo que ella quería. Para tener amor
y atención de mamá requeríamos ser de cierta forma (muy sumisa o muy
problemática), entonces se configura esta zona de familiaridad (lo que fue
nuestra experiencia de vida) generando relaciones utilitaristas con los demás.
Hemos aprendido que para ser amados tenemos que poner el foco en lo que
hacemos por los demás.

Requieres darle una vuelta a eso. No se trata de dar hasta agotarte, dar
sin esperar nada a cambio como La Salvadora, que por amor se posterga y da
más de lo que realmente tiene y no guarda nada para sí misma. La Salvadora
puede estar en lugares y situaciones en que su corazón le grita que no quiere
ni desea estar, y aun así lo hace por “amor a otros”, pero olvidándose del
amor por sí misma. Guardar para ti misma significa muchas veces cuidar tus
tiempos, tu contexto y participar de experiencias y personas que te expandan,
estar donde quieras realmente estar.

Requieres aprender a confiar en adultos emocionalmente saludables,


entregar tu confianza y abrirte a ser vulnerable con personas que no deseen
tomar todo de ti, en personas que también entreguen de vuelta naturalmente y
sin presiones. Requieres aprender a relacionarte y reconocer a personas que
se preocupen de sí mismas y que sean generosas también con los demás, así
podrás entregarte a tu propio sentido de generosidad sin miedo a desgastarte,
sin miedo a perderte a ti misma en el camino. Verás como todo fluye cuando
te entregas a personas que se aman a sí mismas.

No requieres forzar nada, no requieres forzarte.


Aprende a fluir y a salir de los lugares que te incomodan.
Si tienes que forzarlo, ahí no es.
Siento que Amar es decir Siempre Sí.

Si sientes que amar es siempre decir que sí, es probable que hayas aprendido
que no importa lo que sientes o deseas, que los deseos de los demás son más
importantes que tu propio bienestar. Es muy probable que hayas aprendido de
mamá o papá que ellos no eran capaces de decir que no, hacían cosas por
presión de los demás, por manipulación, porque evitaban los conflictos. O
puede que hayas sido tú la que evitaba los conflictos o las manipulaciones
diciendo a todo que sí.

Con esta frase me recuerdo de la película de Jim Carrie “Yes Man”. Si


no la has visto, te la recomiendo. El protagonista encarna estos dos extremos
del sí y el no. Pasa de ser una persona que no se permite ninguna nueva
experiencia a aceptar todas las experiencias. Pues la magia de la vida está en
que puedas siempre decidir lo que deseas o no en tu experiencia. Decir que sí
o no a algo es una ciencia constante de la búsqueda del equilibrio y de la
creación consciente.

Cuando amamos, necesitamos tomar la decisión de aferrarnos al amor


real, en el que permitimos nuestros deseos y que estos, a su vez, se alinean
con los de otras personas. En una relación de pareja, decir que sí es un
encuentro mutuo de deseos, es validar nuestro sentir y nuestro querer en la
experiencia, discriminando lo que deseamos de lo que no deseamos.

No estás en la obligación de decir que si solo porque estás en pareja. De


hecho, cada día que estás en pareja es una decisión de un sí, que puedes
cambiar en cualquier momento asumiendo las consecuencias y tomando
poder sobre los resultados. Y, aunque no es fácil encontrar el equilibrio, para
hacerlo requieres estar muy consciente de tu derecho de decir que no y que
éste no sea interpretado por ti misma como una falta de consideración hacia
el otro, que no sea considerado como una batalla de quien gana y quien no.
Tienes el derecho a decidir lo que deseas en todo momento.

Para poder tomar las decisiones que se alinean con tu corazón requieres
estar consciente de quién eres y de tu verdadero poder personal, así validarlos
por ti misma y para ti misma. Traduciéndolo, necesitas darle valor a tu voz y
a tus deseos, recordando siempre que tienes que ser tu propia prioridad.

Esto no se trata de entrar en el conflicto de hacer siempre lo que yo


quiero y que los demás tienen que darme lo que deseo. Estar en ese lugar es
no estar en un lugar del amor. El amor universal te unirá a las personas que
sintonizaran con tus deseos y sueños, las cosas fluirán porque tanto tú como
la otra persona se validan a sí mismas, no se toman los No como conflictos
personales, el amor permitirá en ti que la otra persona satisfaga sus deseos y
tú los tuyos. No hay ataduras, no hay obligaciones, no hay perdedores ni
ganadores: el amor universal te llevará de la mano como si se tratase de un
baile amoroso.

Pero también requerirá que te permitas la oscuridad que habita en ti. Si


vives polarizada, si vives creyendo que solo se trata de tener lo bueno y evitar
“lo malo”, siempre estarás entrampada en la no aceptación. La vida no
siempre se trata de lo lindo. Las lecciones vienen de la mano del no, del
enfrentamiento al que te sometes mientras aprendes cosas, lecciones y
adquieres sabiduría.

Decir que sí y decir que no es parte de la vida misma. Las frustraciones


te irán mostrando las heridas que requieres sanar, los aprendizajes que
requieres incorporar para fluir con la existencia y te dará la sabiduría para
integrarte cada día mejor con el camino que tu alma requiere recorrer. Y será
mucho mejor cuando te permitas vivir todas las experiencias sin juzgarlas ni
juzgarte, solo alineándote con aquello que tu corazón se alegra de vivir y
tomando la valentía de tomar nuevos caminos cuando el aprendizaje haya
sido adquirido y quieras aprender nuevas cosas. Cuando sientas que la
relación ha llegado a su fin.

En decir que sí y decir que no, está la clave para alinearte con tu
corazón. Recuerda que el amor es decirte a ti que sí y no a los deseos y
aprendizajes. No puedes amar a otros si no te amas a ti primero.
Siento que Amar es Darle la Razón al Otro.

Darles la razón a otros siempre, muchas veces se traduce en darte poco la


razón a ti misma. Es probable que hayas aprendido que el amor guardaba
relación con ser condescendiente, porque obtuviste amor y atención de tus
padres cuando dejabas de lado tus sensaciones, pensamientos y sentimientos
con respecto a un tema, y les dabas prioridad a ellos. Esto ocurre muchas
veces porque mamá o papá se centraban más en tener la razón que en validar
lo que otros sentían, les costaba considerar las formas de ser y de sentir
distintas a las de ellos. Por lo tanto, es probable que hayas construido tu
identidad en base a lo que ellos esperaban de ti, porque fuiste recompensada
por adaptarte a sus formas.

Se relaciona mucho con el tema de decir que sí y decir que no. Aquí
también requieres volver a ti, pero, sobre todo, requieres validar ante ti
misma tus razones, sentimientos, acciones y formas de interpretar y vivenciar
tu existencia y que eso no significa estar en contra de otro.

No requieres encajar en ningún molde, no requieres moldearte para


agradar a los demás, no tienes que siempre tomar en consideración los
sentimientos o deseos de los demás. Fíjate en esto: nos han educado muchas
veces bajo el precepto de la empatía. Nos han hecho creer que ser empáticos
es siempre considerar a los demás, siempre llegar a un acuerdo y ceder en
algo. Pues vengo aquí a revolver un poco tu “gallinero mental” y a decirte
que tienes el derecho innegable de velar solo por ti y para ti, y que tú puedes
decidir si deseas o no considerar el sentir de los demás.

Parte de entender el amor propio, el autocuidado y los límites es asimilar


que no tienes la obligación de hacer nada por nadie. No es tu deber, no es tu
obligación. Tú siempre decides si deseas, por amor, considerar abierta y
libremente al otro. Si no deseas considerar lo que el otro quiere, si no deseas
llegar a un acuerdo, simplemente tienes ese derecho. Y lo más importante:
eso no te hace ser una mala persona, tampoco una persona egoísta ni
insegura.

Considerar al otro, sus deseos y sentimientos, es una decisión que debes


hacer libre y deliberadamente. Por lo mismo, siempre respeta y permite que
otros decidan si desean o no considerarte y jamás te sientas culpable ni te lo
tomes personal. Muchas personas desean ser siempre consideradas y tomadas
en cuenta, pero de vuelta no dan lo mismo, al contrario, exigen a los demás
aquello que no son capaces de dar. Es por eso que siempre necesitas recordar
que, si decides considerar a los demás, es porque te nace hacerlo, libre y
espontáneamente.

Ahora, está en tus manos convertirte en aquello para lo que naciste.


Mientras sostengas la máscara de ser quienes otros desean que seas, siempre
estarás atrapada bajo la sombra de tu máscara: crearás relaciones falsas,
porque otros te amarán por lo que no eres y sí por lo que muestras. Los demás
esperarán cosas de ti que no nacen de tu autenticidad y se creará el conflicto
externo. Además, sostener la máscara de ser alguien que no eres te quita más
energía de lo que crees, gastas más energía en tomar decisiones, inviertes en
cosas que después no darán frutos.

El primer paso para encontrarse con un amor realmente sano es ser


tu misma. Encontrar a quien sepa apreciarte por tus verdades y no por
la máscara que tuviste que crearte un día para ser amada por mamá o
papá. Por eso, tu primera tarea es forjarte una vida completamente
auténtica en la cual estés innegablemente unida a ti misma. Solo así
podrás manifestar a quien pueda amarte por completo, con tus luces y
sombras.
Siento que Tengo que Estar en Pareja por los
Hijos, por la Familia o por los Años Compartidos
Juntos.

Nunca olvides que no tienes que pagar ninguna deuda. Que no estás en
deuda con tu familia, con tu historia ni con tu palabra. Cuando ponemos
como prioridad lo externo, la familia, los hijos e incluso la palabra empeñada,
estamos muchas veces olvidándonos de la sustancia de lo profundo, que es lo
realmente importante. Hemos puesto el foco en el hacer y no en el ser.

Para que llegaras al punto de priorizar a los demás por sobre ti misma, es
probable que hayas vivido eventos traumáticos en que sentiste culpa
existencial: papás que nos abandonaron, personas que nos criaron y que no
fueron mamá o papá, fuimos un embarazo no deseado, mi mamá murió en el
parto, mi papá rezó e intercambio su propia vida por la mía con Dios, fui el
bebé arcoíris tras una pérdida gestacional, etc.

Hay muchas razones por las que cargamos con el sentimiento de cargar
con los sentimientos y decisiones de los demás. Se siente como una mochila
pesada que nos hemos acostumbrado a cargar, que nos mantiene presos de la
obligación y que nos impide la libertad de ser quien deseamos ser y de tomar
las decisiones que deseemos tomar.

Podemos agradecer las experiencias, pero muchas veces confundimos el


agradecimiento con la obligación de siempre “devolver el favor”. Por
ejemplo: me mantengo en una relación que no me hace feliz porque le
agradezco lo bueno que es conmigo, porque ha sido una pareja maravillosa y
generosa. Agradezco y siento que, para merecer esa entrega devota, de alguna
forma tengo que estar para la otra persona como ella desea que esté: que me
quede y no me vaya. Pago así el favor que me ha hecho con otro favor.
Esta dinámica más se parece al ganar-perder que al ganar-ganar. En el
ejemplo de esa pareja, una da cuidados, atención, apoyo, compañía para que
el otro no se vaya, el otro no se va para seguir recibiendo estas ganancias. Es
un intercambio justo, pero de postergación. Ambos obtienen lo que desean,
pero realmente no lo hacen libremente. Se dan mutuamente lo que necesitan
porque algo les hace falta. Y recuerden que, en el ciclo de la abundancia y del
amor, el ciclo es ganar-ganar (todos ganan): te doy porque no me falta, me
sobra; recibo de ti lo que desees darme, porque lo tengo todo, y tú lo tienes
todo y no necesitas nada de mí. Estamos juntos porque así lo deseamos y no
porque nos necesitamos. Somos dos naranjas completas, no medias naranjas
que hacen una.

Hay una razón por la que a estas parejas les cuesta cerrar el ciclo de la
necesidad y la dependencia, y es que no se atreven a darse a sí mismos lo que
necesitan (ni saben cómo). Hay una falta de confianza en sí mismos de
sentirse completos sin depender de alguien. Allí necesitamos recordar que lo
tenemos todo, que la necesidad de un otro es simplemente una ilusión.
Necesitas recordar tu verdad: somos infinitos y completos. Podemos ser
felices solos, no nos falta algo ni estamos incompletos si no tenemos pareja.
No estás dañado ni roto si estás solo. Estar en pareja solo puede venir a
potenciar tu felicidad, no a llenar un vacío que sientes en ti misma.

Si estás en esta posición, es momento de que creas en ti. Es momento de


que confíes en que eres suficientemente capaz de nutrirte a ti misma y en que
eres amada por otros y por el universo. Es el momento de encontrar tu
verdad, forjar tu camino y transformarte.

Al igual que un cangrejo, necesitas abandonar el caparazón que te


protege, permitirte a abrirte a la vulnerabilidad para que puedas crecer y crear
un nuevo territorio de seguridad aún más grande… y habilitarte para más y
mejores aventuras. Siempre cuentas contigo misma. No eres presa de nada.
Ahora, ya no existen las escusas y eres libre de aceptar que estás en un lugar
porque tienes miedo de crecer, transformarte y que todo cambie… y eso está
bien, todos tenemos miedo. Pero ¿no es mejor haber vivido que no vivir?
Siento que mi Pareja tiene que Cumplir con una
Serie de Características o tiene que ser una Serie de
Cosas Mínimas para Merecer Mi Amor.

Cuando somos esos adultos que andamos con un check-list cuando de amor
se trata, vamos por la vida revisando quién cumple con nuestros
requerimientos personales y aspiracionales, estamos alerta para encontrar el
primer defecto que nos demuestre que esa persona “no es la indicada” o que
“no está a la altura de nuestras metas de vida, tiene que tener mucho dinero,
que no le importe el dinero, que tenga tal o cual trabajo, rodearse con tales
personas, ser dominante, sumiso, romántico, alto, trabajado físicamente,
guapo de ojos verdes, ingeniero o médico, que le gusten los animales, que sea
vegano o carnívoro, que le guste viajar, que sea amoroso, sensible y que se
anticipe a mis necesidades, que sea fuerte y que tengamos una química
increíble porque es increíble en la cama… en realidad, pueden estar
ocurriendo o confluyendo una serie de situaciones interiores relacionadas a
las siguientes cosas: expectativas poco realistas, autosabotaje, idealización
excesiva de la realidad y obsesión por el control.

Recuerden que este libro no busca ser un predictor de tu mundo interior,


sino darte luces a la luz de tu propia historia y a lo que te haga sentido. Es por
eso que las posibilidades pueden ser infinitas, pero tienen tendencia a ciertas
áreas y quiero explicarte mi lógica para que puedas aplicarla siempre a ti
misma.

Cuando los seres humanos ponemos muchas condiciones a algo, lo que


estamos haciendo en realidad es manipulando la realidad. Buscamos
controlar la realidad, predecirla y predecir los resultados. Mantenemos
algunas creencias infantiles sesgadas y generalizadas y mantenemos
suposiciones de las cosas para predecir con mayor facilidad el resultado y las
consecuencias que tendrá para nuestras vidas.

Todos lo hacemos. Pero cuando esas suposiciones invaden la posibilidad


de abrirnos a las nuevas experiencias de aprendizaje, entonces ya estamos
frente a algo que nos hace mal. ¿Estas seguras que la lista de tus deseos tan
compleja no es en realidad una forma de auto sabotearte? ¿lo has pensado?

A diario recibo consultantes que llegan con idealizaciones y expectativas


muy grandes sobre su vida. No se fijan en el fondo, se fijan en la forma,
entonces no están abiertas a que la vida las sorprenda. En cambio, usan su
tiempo esperando que llegue “el Príncipe Azul” que cumpla sus sueños estilo
“la rueda de hámster de Robert Kiyosaki”, y que venga el noviazgo, el
matrimonio soñado, la casa, el auto, los hijos y los perros… ¿Qué ocurre
cuando intento conseguir en específico lo que deseo? ¿Qué espero que ocurra
cuando tengo una lista específica de lo que quiero en la vida?

Quizás intentas manejar de tal manera tu propia vida y predecir los


resultados y de esa forma modelar la experiencia en tu vida: restringes los
lugares que frecuentas, las personas, los trabajos y los amigos. Es como si
tuviéramos un lente unifocal que solo pudiera enfocarse a observar un
aspecto de la realidad.

¿Por qué las personas hacen eso? Aunque parezca extraño, no se trata de
una forma saludable de cumplir con los sueños, no se trata de ser “aplicada” o
disciplinada. En realidad, eso es solo la apariencia y, es muy probable, sea
solo un cuento bien montado de tu mente y tu ego para justificar una razón
ulterior y oculta.

La necesidad de absoluto control responde a una ansiedad oculta. En el


fondo, hay una necesidad de controlar el entorno y los resultados porque los
escenarios no contemplados, para los que no estamos “preparadas”, la
incertidumbre, puede causarnos un profundo dolor. Buscamos controlar los
resultados porque la incertidumbre aumenta nuestros niveles de estrés, de
angustia y de miedo.

De pequeñas hemos aprendido que los cambios inesperados (eso puede


ser demasiado amplio) nos causaron dolor o angustia; pudimos sentir que
algo cambio de un día para otro en nuestras vidas, probablemente de forma
negativa; o tuvimos papás que fueron un poco inestables emocionalmente y
eso nos causó un sentimiento de falta de seguridad; o tuvimos una infancia
con poca estructura o una mamá muy “débil” que nos hizo sentir que
teníamos que controlar el entorno para que mamá pudiera mantenerse
“estable”, tranquila, etc.; o tuvimos padres muy exigentes, controladores y
aprensivos, que nos enseñaron que lo desconocido es peligroso.

Las posibilidades son muchas, pero en el fondo, todas compartimos un


mecanismo de defensa ante la incertidumbre, para así poder predecir y
controlar nuestro futuro y las supuestas consecuencias negativas. Preferimos
estabilidad frente a felicidad, seguridad frente a aventura,
predictibilidad frente a excitación y asombro.

Por otro lado, si hay un reconocimiento egoísta en la búsqueda del ideal


de pareja, quizás aprendimos de nuestros padres a que se nos tenía que dar
todo. Lo que muchas veces llamamos “crianza permisiva”, es una crianza con
ausencia de límites, con ausencia emocional, padres que al querer darnos todo
lo que no tuvieron de niños, tienen dificultades para poner límites, y terminan
cediendo a todas demandas de los niños, porque internamente, no conocen de
límites sanos y amorosos.

Para regularizar esta situación necesitamos entender que de niños


necesitamos presencia cuidadora, necesitamos aprender que tenemos que
merecer las cosas, que mamá y papá también cuentan, que sus necesidades
también tuvieron que ser escuchadas y validadas: necesitamos aprender del
ciclo de DAR Y RECIBIR. De lo contrario, mamá y papá nos enseñan que el
amor es postergación. Yo aprendo a cuidar a otros y a postergarme.

Si mamá y papá no tienen la capacidad de cuidarnos y están auto


centrados, aprendemos que esa es la forma de recibir amor: centrarnos en
nosotros mismos y no tomando en consideración ni viendo las necesidades
del otro, me centro en mí mismo porque voy adquiriendo un vacío emocional,
aprendo a funcionar de esa forma. No puedo dar lo que no tengo, si no sentí
amor ni mis necesidades legitimamente válidas no fueron cubiertas por mamá
o papá, aprendo que en la vida hay que pelear para obtener poco, porque el
amor se configura en la mente del niño como un recurso escaso y agotable.
Allí comienzan los conflictos de competencia con los hermanos, por ejemplo.
En realidad, la apariencia del egoísmo encubre una profunda sensación
de desamor: no podemos aprender de amor cuando mamá o papá no se
amaron a sí mismos. Desde esa experiencia que incorporamos, en realidad
mamá y papá probablemente no contaban con las herramientas para amarnos
como legítimamente necesitábamos, como dice la autoria Yvonne Laborda,
porque ellos mismos no podían entregar lo que no conocían ni tenían. ¿Te
parece lógico? Si mamá o papá no se amaron a sí mismos, entonces es
imposible desde toda lógica que nos amaran como lo merecíamos o que
aprendiéramos de ellos acerca del amor propio: no lo vivimos, no lo
experimentamos, no lo palpamos, no lo observamos. Estuvo fuera de nuestra
experiencia. No podemos replicar algo que no conocemos a cabalidad.
Quién Eres en Realidad y Porqué Llegaste a
Serlo

El meollo del asunto y del problema de la carencia de amor y atención que


sentimos con mamá y/o papá se basa en la falta de comunicación. Como
venía diciendo anteriormente: no podemos dar aquello que no tuvimos o que
nos faltó. Mamá y/o papá, a falta de propia comunicación consigo mismos,
no pudieron, no quisieron o no fueron capaces de entablar una profunda y
real comunicación con nosotros.

Entendiendo Cómo Funcionamos


Vamos un poquito atrás para entender de qué se trata todo esto. La
mente es una de las herramientas más poderosas del ser humano, nos puede
llevar a caminos maravillosos si tomamos control de que está a nuestro
servicio, pero puede ser nuestra mayor prisión si nos dejamos llevar por
ella… al igual que un caballo desbocado o un barco sin timón.

La mente es como el mar, infinito y lleno de posibilidades, pero también


está lleno de cosas que lo constituyen: experiencias, creencias, conocimiento,
información genética, etc.

El pecado del ser humano es creer que somos nuestra mente. En


realidad, así como dice las neurociencias, al parecer somos mucho más que el
cerebro, que la mente… hay algo más que comanda todo y, aunque se haya
descubierto el área del cerebro que recibe y crea la consciencia, no es en sí
misma la fuente de dónde todo se crea.

Por otro lado, está la mente, pero también están los sentimientos. Las
más recientes investigaciones nos hablan de que tenemos un centro
emocional en el cerebro: el sistema límbico; pero también hoy se ha
descubierto que también hay neuronas en el corazón, incluso en el estómago.
Hoy por hoy, se sabe que tenemos 3 centros emocionales en el cuerpo: en el
cerebro, en el corazón y en el estómago. Y las emociones son parte
fundamental de nuestra experiencia en la tierra. Mente y emoción son dos
áreas distintas de nuestra experiencia humana.

Finalmente, tenemos el cuerpo. Lamentablemente, el cuerpo es una de


las áreas más descuidadas como herramienta humana, aunque también
muchas teorías hablan de que los músculos tienen memoria emocional. Desde
mi propia mirada terapéutica especializada en Terapia Floral (y también
desde la bioneuroemoción y la biodescodificación), sabemos que el cuerpo
manifiesta y comunica lo que la mente se ha empeñado en callar y ocultar,
pero que nos hace mal. Las enfermedades las entendemos como una
desarmonía entre el alma (nuestro ser o Yo-Soy) y la personalidad (mente-
cuerpo-emoción). El cuerpo comunica en un lenguaje diferente lo que la
mente intenta mantener oculto y reprimido a toda costa… ¿por qué la mente
haría eso?

Interesante pregunta ¿verdad? Pues resulta que la mente está constituida


en lo que llamamos “aparato psíquico”. Según Freud, el aparato psíquico se
compone de dos grandes áreas: consciente e inconsciente.

El consciente es lo que vemos y percibimos en el aquí y en ahora, lo que


percibimos y a lo que prestamos atención en este momento presente: vista,
olfato, tacto, gusto, más toda la actividad mental en la que estamos
concentrados, es lo que vemos “mentalmente”.

Por otro lado, está el inconsciente, que guarda y almacena toda la


información que la consciencia no percibe. También es depositario y
guardián de las memorias y a información a lo largo de toda nuestra
existencia, incluso antes de ella, lo que llaman “Proyecto Sentido”, la
información base 9 meses antes de la concepción, los 9 meses de la gestación
y los 9 meses posteriores; incluso, guarda la información de la memoria del
de nuestros padres, nuestros abuelos, nuestros ancestros, y del mundo.

Para crear su contenido, la consciencia es capaz de extraer información


del inconsciente (no cualquiera, va a depender de cuánto la usamos o del
acceso que podamos tener a esas memorias… hay información a la que
podemos acceder más rápido que otra). Lo hace comandado por el yo, que
forma parte de la estructura de personalidad o la psique humana.

La psique está estructurada, según Freud, en base a 3 órganos: el YO, lo


que podríamos llamar el EGO, que es quien toma las decisiones, decide qué
hará con la información, cómo la procesa, contiene la identificación de
nosotras mismas, nuestra identidad, etc.; el SUPERYO, que sería el área
conformada por “el deber ser”, que incluye todas las normas sociales,
culturales, familiares aprendidas y heredadas que mantienen los límites
estructurales que necesitamos para la convivencia con otros, más
humanizada, sin dejar llevarnos por nuestros impulsos. Y está el ELLO que
contendría todo lo que son nuestras necesidades básicas y de supervivencia,
nuestros instintos, impulsos y pulsiones animales y de vida.

Quizás esta definición está un poco desactualizada de mi parte, en


especial a la luz de los nuevos conocimientos en neurociencia sobre cómo
funciona la mente humana, pero nos puede dar visión acerca del conflicto
constante que existe los impulsos básicos de nuestros instintos animales,
biológicos y de supervivencia, con la lógica humana civilizada que nos ha
llevado a constructos sociales, ideas de cómo debemos comportarnos y ser en
sociedad.

Te explico todo esto por una razón: que te ayude a comprender cómo
llegaste al punto en el que estás hoy.

Somos una construcción de nuestra historia


Eres una construcción sumamente compleja de eventos y reminiscencias
del pasado. Estás llena de creencias acerca de por qué te pasan las cosas o
porqué los demás actúan como actúan, y actúas en base a estas creencias y
suposiciones. Tu vida emocional es un estado resultado de una forma de
sentirte contigo misma frente al mundo. Tu personalidad y tu creencia de
quién eres hoy no es más que ese mismo estado resultado de tu historia, del
discurso bien montado que tienes sobre esa historia y de cómo te sientes con
respecto a ese resultado.

Es gracioso cuando lo pensamos así, pero no estamos lejos de ser una


compleja ecuación matemática, aunque el mundo diga que el ser es más
complejo que eso, que es algo casi efímero, en realidad somos un complejo
sistema de 0 y 1, una maquina bien aceitada con millones de bits de
información que nos hacen sentir que somos “alguien”… pero esa misma
falta de comprensión de esto, te hace sentir que sin tu identidad “no eres
alguien” o “eres nadie”.

La mayoría de las personas circula en la vida con una comprensión muy


superficial de quién realmente son, de cuál es su “sustancia”. Viven en base a
este discurso bien montado sobre quienes son (todos lo hacemos) y de porqué
entienden de cierta forma la vida y actúan en consecuencia:
- Concluimos que nuestros padres no nos quisieron.
- Concluimos que no fueron buenos papás.
- Aprendimos que tenemos que ser obedientes.
- Aprendimos que no hay suficiente para todos en este mundo porque
yo no tuve lo que legítimamente necesitaba.
- Concluyo que lo que deseo es muy poco probable que suceda (porque
no está en mi experiencia) …

Y así, suma y sigue.

Ejercicio
Te invito a que hagas una lista con todas las cosas que crees que NO
PUEDES NI VAS A RECIBIR, y describe al lado, en otra columna, porqué
crees que así es.

Lo que desearía tener Puntúa del 1 al 7 La razón por


o recibir pero que NO es que tan probable es la que creo que es
probable tener ni recibir que suceda (1=imposible / así.
en mi vida 7=totalmente se hará realidad) ¿Por qué?
Porque mi
Ejemplo 1: Creo no soy
cuerpo no cumple
suficientemente sexy para
6 con los estándares
que un hombre sienta un
de belleza
fuerte deseo sexual por mí.
tradicionales.
Ejemplo 2: Creo que no Porque mi vida
soy suficientemente 5 es aburrida, no me
interesante para que otro me gusta lo que vivo.
valore.

Te darás cuenta con este ejercicio que en realidad no habilitas su vida


para CREAR cosas nuevas, porque simplemente no crees que eso sucederá
(está implantada una creencia limitante).

Cuestiona si es posible cambiar esa realidad que no te habilita para tus


sueños. Hazlo diferente.
La Comunicación y la Vulnerabilidad

Cuando hablamos de comunicación y de la falta de ella, estamos hablando


de una falta de comprensión de mí misma (porque no tengo la experiencia de
comunicarme conmigo). Porque, cuando niña, necesité aprender a conocerme
a mí misma, pero estaba tan concentrada en que mamá y papá me dieran lo
que legítimamente necesitaba (amor y atención) que me enfoqué en ellos (lo
externo, el afuera, los demás) y allí fue cuando se instaló el victimismo en mi
vida (dependo de lo externo).

El victimismo es una forma de ser y estar en el mundo a través de la cual


percibo que lo que me ocurre no pasa por mí, sino que ocurre por los
demás… el poder está afuera, no me siento con la capacidad de cambiar mi
realidad, ni mi vida. Me siento sin poder de acción sobre mi vida y siento que
es difícil cambiarla.

Cuando hay dificultades para comunicarnos con los demás siempre, por
debajo, hay una dificultad de conectar con lo que legítimamente necesitamos:
no logro comunicarme ni entenderme con el otro porque me está costando
comunicarme conmigo misma, porque no me estoy escuchando ni me estoy
dando a mí misma lo que legítimamente necesito. No puedo dármelo porque
no me conozco, no sé lo que necesito, no me atiendo adecuada ni
efectivamente. Cuando me comunico conmigo misma logro entablar
comunicación con otros o, en su defecto, entender fácilmente que el otro no
está abierto a la comunicación (no escucha ni integra la comunición).

Conectar con tu verdadera naturaleza es ir más allá de lo que crees de ti


misma. Es ir más allá de la apariencia de las cosas, de la apariencia y de la
máscara de quién crees que eres. Es conectar con la sustancia que existe en ti.

Si conectas con la verdadera naturaleza de tu ser, esa que no tiene


definición, ni palabras, que no la puedes entender con la mente, si conectas
con quien realmente eres, podrás convertir tu vida en lo que desees, podrás
transformarte cuantas veces quieras según lo que deseas… podrás abandonar
todas las creencias acerca de lo que te define, podrás derrumbar los límites de
tu existencia para expandirlos cada vez más. De eso se trata todo. Cuando
yoguis y maestros nos hablan de abandonar el ego, nos están hablando de
dejar atrás lo que crees de ti para que decidas lo que quieres ser, cambiar de
muda, transformarte, dejar la máscara y utilizar otra…

Si en tu infancia tus papás estaban desconectados de su verdadera


naturaleza, es probable que no hayan podido ejemplificarte con su
experiencia lo que significa escucharse a sí mismos. Es probable que no
hayas aprendido que esa era la forma de vivir: que tenías que apegarte a quien
eras, a lo que ellos decían que eras, a lo que la sociedad dice que eres. Eso
genera que tengamos estructuras rígidas, que nos cueste perdonarnos,
aceptarnos, aceptar los aprendizajes, tildarlos y juzgarlos de errores, cuando
realmente los errores son solo una forma de categorizar lo que la sociedad
acepta como “esperable” o “no esperable”.

Es la falta de conexión con nosotras mismas la que genera el vacío y el


miedo. Es la falta de experimentar nuestra verdadera naturaleza la que nos
hace temer a abandonar y dejar morir viejas situaciones y apegos. La que nos
hace ir a toda máquina creando una vida que no queremos realmente, o la que
nos hace temer de dar pasos nuevos e ir hacia nuevas aventuras que deseamos
vivir.

Conecta Contigo para Conectar Verdaderamente con Otros


Cuando estás desconectada de ti misma, no puedes conectar realmente
con otros. Conectas a niveles superficiales y parcelados de ti misma.
Conectas solo en la experiencia de lo que conoces y, mientras más conozcas
tu verdadera naturaleza, más flexible podrás ser y más realidades podrás
incorporar en tu experiencia.

Se trata de ser cada vez más flexible, porque no es la forma lo


importante, es el fondo. Con enraizamiento de la verdad de quién eres y cuál
es tu naturaleza, no de quien defines que eres, sino con tu Yo Soy, podrás
dejar atrás tus miedos y tus creencias, podrás conservar las que desees que te
sirvan para llevarte al lugar en el que quieres estar.

En las relaciones de pareja confundimos el amor con el apego y el


miedo. Tenemos muchas creencias asociadas a lo que “debería” ser una
pareja o una relación sana. Esas mismas creencias son apegos, cadenas,
lealtades que nos hacen estar en lugares donde quizás nuestro corazón no
desea estar.

Es maravilloso cuando conectas con la verdadera esencia de tu ser y te


permites (solo pensar) en una vida en que te des lo que legítimamente
mereces y deseas. Una realidad en donde las cosas fluyen, en que te sientas
cómodo con la otra persona, una realidad en donde sientas que hablas el
mismo idioma, que es fácil comunicar lo que sientas y necesitas, en que te
permitas aprender sin ser juzgada y que permitas que el otro experimente sus
aprendizajes sin sentirse juzgado por ti.

El Ejemplo de Fulanito y Su Novia

Les compartiré el ejemplo de un consultante de forma anónima. Llega


fulanito a consulta, quejándose de que desea una relación en que confíen en
él, siente que desea ser un alma libre, pero tiene novia. Un día tiene un
conflicto con su novia porque se va a quedar a dormir en casa de una amiga.
A la novia esa situación no le parece nada respetuosa. Él siente que es libre
de hacer lo que quiera, que no le gusta que desconfíen de él porque es una
persona con altos valores morales y que no le parece mal sostener una
amistad con otras mujeres. La novia considera que debió ser avisada con
anticipación y que no es correcto que su novio fulanito duerma en casa de
una amiga que ella no conoce.

El síntoma de esta relación es lo que acaba de acontecer, pero vienen


acarreando problemas desde un tiempo a esta parte por varias razones y hoy
todo se concentra en el síntoma. Ninguno desea platicar acerca de sus
verdaderas intenciones en la relación porque es probable que tengan que
tomar la decisión de continuar o no.

Él tiene 44 y no logra vincularse afectivamente y en intimidad porque


hace un par de años terminó una relación muy importante, su matrimonio, del
cual es padre de 4 niños. Extraña mucho tener un hogar, pero está en un
proceso de reconstrucción importante. Siente que no logra abrir su corazón a
nadie. Él desea una relación a corto plazo y para disfrutar el hoy.

Ella tiene 30 años, tiene sueños de construir un hogar y casarse, tener


hijos. Está en búsqueda de una relación para establecerse y cumplir sus
sueños. Encontró en este hombre y en esta relación, un lugar en que se siente
cómoda, ambos comparten intereses y se llevan bien. Ella siente que lucha
para vincularse emocionalmente con él, no siente que le den un lugar como
novia ni el suficientemente importante en la vida de él. Ella desea una
relación a largo plazo y para establecerse.

Ambos se quieren, se tratan respetuosamente, pero desean cosas


distintas y tienen distintos conceptos del amor y la pareja. En tu opinión, ¿qué
es lo que no se están diciendo de corazón a corazón? ¿y por qué?

Confiar es Permitirnos Ser Vulnerables de Forma Segura


Abrirse a la comunicación es permitirnos ser vulnerables. Somos
humanos, no podríamos abrirnos a ser vulnerables si nos sabemos juzgados,
criticados y atacados. Podemos ser vulnerables cuando confiamos en que
podemos mostrar nuestra humanidad y verdadera naturaleza al otro. Incluso,
cuando creemos que confiamos, podemos no estar haciéndolo realmente, si
eso significa que solo me permito estar con otro si siempre soy “perfecta” o
“tengo todo controlado”. La vulnerabilidad es confiar en tu verdadera
naturaleza, en tu verdad de aprendizaje, es no aceptar tus procesos.

Ser vulnerables no te hace inmune a los cambios en las decisiones de los


demás. Es el miedo a la soledad y el apego a las relaciones el que nos hace
creer que, ser vulnerables y abiertos a la comunicación y comunión con el
otro, nos asegura el éxito de cualquier relación (en especial cuando vemos el
éxito como el hecho de que una relación nunca va a terminar o cumplir un
ciclo).

Conectar con la verdadera naturaleza de tu ser es estar atento también a


la verdad del otro, si ya el otro está lejano, ya no está conectado, ya quiere
avanzar en más caminos en su vida… la información estará allí para tomarla
y entender que ya aprendimos lo que teníamos que aprender del otro, y que
ya es momento de avanzar.

El Amor Dura lo que Tiene que Durar


Una de las creencias que más daño hacen a la visión del amor es creer
que, si tenemos una relación de pareja, tenemos que estar allí para toda la
vida y hasta que la muerte nos separe. En parte es cierto, pero lo tomamos
muy literal. Hasta que la muerte nos separe puede significar la muerte de la
relación. Y conectar con nuestra verdadera naturaleza nos mostrará cuándo es
momento de trascender una relación y tomar caminos diferentes.

Pero la mayoría de las personas se apegan a las relaciones por el miedo a


perder lo que les es conocido, a quedarse solas, afrontar la vida sin apoyo, lo
que más bien puede traducirse en quedarse consigo mismos.

Frente a esta realidad tan desconocida, las personas se atemorizan,


sienten temblar los cimientos de sus vidas… porque han aprendido a sostener
su existencia en base a la presencia de otras personas. Allí es cuando
verdaderamente estamos perdidos. Nos hemos perdido de nosotros mismos.

Realmente, nadie puede tener una relación de amor profundo, divino y


transformadora si nace desde el dolor y el miedo, si nace desde la carencia de
sí mismo. Así, vamos generando (en distintos niveles) relaciones de pareja
que nos sirven de aprendizaje para construir un camino de amor propio (si así
lo deseáramos, porque podríamos llevarnos toda la vida sin aprender la
lección). Llegará un buen día estés tan feliz contigo misma, tus relaciones
serán nutritivas, amarás estar contigo, cumplirás tus sueños, te darás lo que te
mereces y necesitas, tu vida será solo el reflejo de lo que vives
internamente… que ese día, en que te bastes a ti misma para ser feliz, será
cuando estés más abierta a encontrar y construir una relación realmente
próspera, mágica y excepcional.

Realmente, nadie puede tener una relación de amor profundo, divino


y transformadora si nace desde el dolor y el miedo, si nace desde la
carencia de sí mismo.

La Culpa No Es de Nadie
Si hoy estás en una relación en que quizás no te sientes tan feliz, tienes
que hacerte preguntas importantes. Esto no se trata de dejar a tu pareja o a la
persona que amas, quizás aún hay mucho que aprender allí. Más bien, se trata
de que comiences a crear un camino contigo misma, alineada con lo que
deseas.

Sacar el foco en que el problema es de la otra persona: la otra persona


tiene derecho a construir su propia experiencia y su propio camino, no somos
nadie para interferir en aquello, pero necesitas preguntarte si realmente
quieres estar allí y ser honesta contigo misma, aunque sea la primera vez.

Si te sientes de esa forma y reconoces que sientes que “si no fuera por
fulanito”, es probable que estés culpando a tu pareja por un sentimiento
interno de algo que desea mucho tu corazón y no tienes.

Voy a poner un ejemplo clásico de mi propia vida: Mi deseo profundo


era tener tiempo. Al no tenerlo, culpaba a mi pareja de ese momento.
Deseaba, en el fondo, tener tiempos para mí misma, para mis metas y planes,
pero carecía de la suficiente organización para lograrlo. Además, sentía
mucha culpa de tener tiempo para mí, mis hijas eran pequeñas y requerían
mucho más de mí que de su papá. Me molestaba que él no se involucrara más
con las niñas para poder compartir más y mejor el peso del hogar. En
retrospectiva, todo cambió cuando dejé de querer ser una madre perfecta y
postergada y comencé a pensar en mí. La situación con papá de todas formas
empeoró mucho y hoy me encargo de prácticamente toda la vida de mis
niñas… pero siento que tengo más tiempo que nunca. ¿Me sigues? Como te
sientas depende de ti. Haz cambios.

Libérate y libera al otro de esa responsabilidad que es solo tuya. Sé


honesta contigo misma y con tus verdaderos y legítimos deseos, y comienza a
construir la forma en se hagan realidad.

La honestidad que te planteo no significa tener que presionarte a tomar


una decisión en este momento, sino a construir un camino. Muchas parejas
van creciendo juntos, de la mano, maravillosamente. En mi experiencia, he
conocido muchas parejas que se encontraron con muchos miedos y carencias,
perdidos, y juntos se fueron encontrando a sí mismos y descubriendo el
camino del amor propio juntos. ¡Eso es magia pura! Pero tienes que
comenzar a moverte y a actuar para crecer, desde ese lugar tu pareja puede
decidir alinearse contigo o no hacerlo. Siempre llega el momento en que tu
corazón hablará alto y claro, y no podrás hacer oídos sordos al mensaje.

Si no tienes pareja, comenzar a cultivar una relación contigo misma para


que tu vida sea maravillosa. Y si alguien llega a brindarte aún más de todo lo
maravilloso que ya tienes ¡bienvenido sea! Pero no pongas una relación de
pareja como el foco ni el propósito de tu vida. Tú eres el propio foco de tu
vida. Nunca lo olvides.

Tu Verdadera Naturaleza
Eres un manantial maravilloso de amor y abundancia, solo que en este
momento no lo recuerdas, no recuerdas la verdadera naturaleza de tu ser. Eres
fuente de amor inagotable para ti misma y para regalar a los demás. Pero tu
energía y tu amor son inagotables porque juntos somos una fuente
maravillosa de abundancia y amor. Para que tengas amor inacabable,
necesitas nutrirte y recibir el amor de otros a raudales, y te vas a contagiar de
lo mismo.

La generosidad es la base del verdadero amor. Las personas generosas


dan mucho valor a otras porque tienen mucho que dar, pero dan lo que
quieren siempre cuidándose y dándose lo que legítimamente necesitan
primero y en libertad.

Somos una máquina que necesita que estar calibrada en todo momento:
necesitas que tus emociones vibren en energía expansiva, necesitas mantener
en calma tus emociones, necesitas manejar tu mente, necesitas enraizar tu
cuerpo y nutrirlo, necesitas tener cubiertas tus necesidades básicas, necesitas
tener cubierto el área finanzas y dinero para dejar de preocuparte y comenzar
a vivir y a gozar, necesitas hacerte mantenciones de vez en cuando, limpiando
todo en ti con espacios meditativos que te pongan en alineación con tu
verdadera naturaleza, necesitas tener equilibrada tu energía femenina y
masculina… y todo eso es lo que llaman “equilibrar la vida”.

Todo eso es un verdadero trabajo. Un trabajo de tiempo completo en que


necesitas ser tu prioridad. Es el verdadero sentido de vivir: construir la vida
que deseas vivir. Es por esa razón que muchas personas silencian su voz: para
no hacer cambios ni tomar decisiones. Es más fácil no escuchar tu voz
interior, porque el ego es fuerte, tiene bien montado el discurso que justifica
la razón por la que sigues allí. Y recuerda que el cerebro humano tiende a ser
lo más eficiente posible, por eso intenta en lo posible no cambiar. El cerebro
funciona igual que un músculo: tienes que entrenarlo para que se acostumbre
a la incomodidad para buscar nuevas y mejores aventuras.

Entrenar a tu cerebro para que piense diferente es igual que


tonificar el cuerpo: se consigue en base a la constancia para actuar
cada día diferente.
LA VERDADERA BÚSQUEDA DEL AMOR:
¿De Dónde Nace el Amor?

Los seres humanos, por regla general, replicamos lo que conocemos, lo que
aprendemos. Aunque tenemos una noción de que hay algo que no conocemos
y queremos, no lo creemos posible, pero existe en el imaginario, en esa
sensación “debe haber algo diferente a todo esto que estoy viviendo”. Desde
ese lugar en que existe un “aroma” de que existe la posibilidad de algo que no
conocemos, pero que “tiene que existir”, es vamos a construir: apelar al niño
interior que tiene la sabiduría del verdadero sentido del amor.

Existen muchísimas definiciones de la palabra amor, pero no podemos


acercarnos a su verdadera naturaleza si no es a través de la experiencia:
vivimos el amor, pero no podemos explicar lo que es, solo cómo se siente. Y
sabemos que se siente en el vínculo, ya sea con otros seres humanos, con
animales, plantas, cosas, incluso, ideas y conceptos. Por eso, la ciencia le
llama attachment o apego.

¿Cuál es Nuestra Primera Relación de Amor?


La primera relación de amor que conocemos es la relación con nuestra
madre en el útero o, en su ausencia, nuestro cuidador principal. De ésta se
expanden hacia las demás, hacia la sociedad, hacia el mundo y hacia la
experiencia.

Los primeros años de vida somos 100% vulnerables y nos entregamos al


cuidado y a la capacidad de nuestros padres. Dependemos por completo de
ellos para sobrevivir, aprender de lo que es la vida y tomar las herramientas
que necesitamos para vivirla. Al ser la primera relación de amor, es la fuente
del conocimiento acerca del amor, y las relaciones de pareja emulan ese
amor, y este estado de vulnerabilidad.
Tu Autoestima y Tu Autoconcepto Están Ligados a Tu
Infancia
Si en nuestra infancia nuestras necesidades básicas, emocionales y
físicas, fueron satisfechas, habremos aprendido a que merecemos atención,
cuidado y amor. Nos desarrollaremos con confianza en nuestro valor personal
y nos expandiremos en el mundo de esa manera.

Al abrirnos al mundo y a la experiencia desde ese lugar, estaremos


abiertos a entablar relaciones armoniosas con personas que también se tengan
ese sentido de amor y valía personal. Será una relación para expandirnos y
disfrutar de nuestra mutua compañía.

¿Ven la coherencia? Una mamá que haya tenido esos recursos


emocionales para con sus hijos y consigo misma, generará un hijo que querrá
entablar conexión con otras personas que estén alineadas a esa experiencia
que sí conoce, y evitará las relaciones que se alejen de esa experiencia.

La autoestima nos habilita a creer que somos merecedores de amor y eso


nace de los aprendizajes acerca de los vínculos con otros.

El autoconcepto son las creencias que tenemos sobre nosotros mismos,


forma parte de la identidad. Este autoconcepto se va creando a lo largo de la
vida, nuestro desempeño, nuestra confianza, lo que nos gusta y lo que no, las
cosas con las que nos identificamos, nuestros valores, etc. Y se va creando
por el feedback que recibimos del mundo, por eso también incluye las
creencias sobre cómo nos vinculamos, pero también cuál es nuestro lugar en
el mundo y cómo nos desenvolvemos y nos paramos en él.

Ambos se crean en la infancia.

Nuestras Necesidades No Satisfechas


Si en nuestra infancia nuestras necesidades básicas no fueron lo
suficientemente satisfechas, habremos aprendido que no somos
suficientemente merecedores del amor, la atención y el cuidado del otro. Nos
desarrollaremos en base a esta experiencia de carencia, estaremos bajo estrés
y miedo constante, a merced de sentimientos y emociones negativas que se
harán una forma de vivenciar el mundo, nos cerraremos para no sufrir aún
más experiencias de dolor y desamor, y creceremos con una percepción de
baja autoestima y poca valía personal.

¿Qué me podría suceder con esas heridas cuando establo relaciones de


pareja? Si no has sanado aún, lo más probable es que busques relaciones en
las que recrees alguno de tus dolores infantiles. ¿Por qué? Simple. Porque es
lo que conoces. Buscarás una pareja como todos esos ejemplos que vimos
anteriormente o quizás otros, pero de base tienes que saber que, si no sanas,
eres proclive a recrear las situaciones que te hagan sentir como te sentiste de
niña.

Una Mirada Frente a los Vínculos de Apego y el Estrés


Un día, una colega me dijo “el apego es la capacidad de la madre de
actuar frente al estrés del niño”, y comparto 100% esa mirada. Me encanta y
creo que es porque no conocemos bien cuáles son los límites del permitir, qué
necesitamos regular y qué es el estrés en los niños.

Necesitamos permitir la exploración sana y voluntaria de los niños hacia


el mundo. Esta exploración requiere ser observada, cuidada y protegida, pero
también facilitada a través de la libertad del niño de explorar. Las
intervenciones de mamá son ideales cuando el niño necesite abiertamente la
compañía, el sostén, la protección y el cuidado de sus figuras significativas.

Se trata de permitir a los demás ser quienes deseen ser y hacer lo que
deseen, que eso no significa correcto o incorrecto, solo significa una
exploración. Los límites se marcan en el cuidado del otro. Como niños,
podemos integrar las experiencias de cuidado a los demás cuando hemos
aprendido cuales son nuestras necesidades, qué ha gatillado nuestro estrés y
que esa necesidad ha sido satisfecha por mamá.

Por ejemplo, me asusta la oscuridad. Mamá no puede evitar que exista la


oscuridad, entonces le ayuda a gestionar al niño cómo relacionarse con ese
estímulo que le produce estrés, ya sea prendiendo una luz bajita, abrazarlo
hasta que se sienta tranquilo, enseñarle a relacionarse con la oscuridad desde
el juego, durmiendo con él, etc. En la adultez y frente a alguna dificultad, por
ejemplo, un hijo con alguna enfermedad, sabremos que no se trata de cambiar
o negar lo que vivimos sino que encontrar nuestros recursos para lidiar con
esa situación.

Lo que Resistes, Persiste: Compulsión de Repetición


¿Conoces lo que en psicología llaman la “compulsión de repetición”?
Me encanta ese concepto porque, cuando lo estudié en la universidad, sentí
que todo cuadraba, todas las piezas del rompecabezas de mi vida comenzaron
a encajar.

Te voy a contar cómo entendí yo este concepto para poder explicártelo


en palabras súper simples. Este concepto hace referencia a la idea de que las
heridas y los traumas son tan dolorosos que quedan guardados en el
inconsciente bajo llave. La mente se encarga de que sigas sobreviviendo a
pesar de que tuviste necesidades que no fueron satisfechas. El estrés que eso
te causó generó que tu mente se protegiera para “salir adelante”. Como eso
queda guardado por ahí, dando vueltas, y sigue ocupando mucha de tu
energía emocional y mental, y porque esa necesidad aún necesita ser
satisfecha y la herida ser sanada, buscamos (de una forma no consciente)
recrear la situación en el presente.

Mismos personajes, distintos actores.

El corazón busca que, esta vez, mamá y papá nos den lo que no pudieron
darnos en su momento. Pero no lo buscamos en mamá y en papá, sino en una
figura que represente ese conflicto, que sea adaptativo para la mente. En
pocas palabras y con un ejemplo, si papá murió de cáncer y te sentiste
culpable por no poder hacer algo, tu mente cargará con ese dolor, e intentará
aliviarlo buscando parejas a las que necesites reparar y que puedas sanar esta
vez.

Súper heavy. Pero hermoso.

La mente solo intenta que esta vez sea diferente. Tu niña interior quiere
que sea diferente. Pero eso no va a cambiar hasta que logres identificar el
dolor que ocasionó todo y hagas las paces con ese momento de tu vida.

Las relaciones de pareja sacan lo mejor y lo peor de nosotras: nos


permiten abrir espacio para la aparición de nuestras heridas de infancia
porque recrean el espacio de vulnerabilidad que vivenciamos por primera vez
en nuestra infancia, porque es la relación más cercana a la que tuvimos de
niños con nuestra mamá o papá.

Es importante entender que el primer amor fue nuestra madre, en el


útero, y que desde esa primera relación se configuran absolutamente todas
nuestras relaciones con el mundo, desde lo más simple a lo más complejo. Y
que esos aprendizajes marcarán la idea que tenemos del mundo y de las
relaciones, y como nos gestionamos en ellos.

Las Distintas Realidades: Adapta el Aprendizaje a Tu


Realidad
Existen miles de realidades y situaciones diferentes en que se puede
reflejar el conflicto del niño interior en las relaciones de pareja. Como no
podemos acercarnos a todos los escenarios, les comparto la fórmula para
entender la ciencia detrás del conflicto evidente, para que puedan aprender a
identificar el conflicto subyacente a la realidad conflictiva que viven en el
hoy:

El conflicto actual → volcar la atención en mis sentimientos liberando a


la situación gatillante → sentimientos que me gatilla la situación → cuándo te
sentiste exactamente igual cuando niño/adolescente → qué fue lo que
necesitaste en ese momento → darte lo que legítimamente necesitas.

Lo que nos sana en realidad son dos cosas:

1. El conocimiento de la necesidad que no tuvimos o nos faltó la


primera vez.
2. Validar esa necesidad como real y dárnosla en el hoy y en el día a
día.
Los 8 Factores de la Crianza que Impactan en las
Relaciones de Pareja

Para mí, existen 8 factores claves de la crianza que influyen en la proyección


en las relaciones de pareja. Voy a ir abriendo tema por tema, y entregándote
ejemplos actuales en donde podemos ver estos factores. La idea es que pueda
aportarte sentido del aquí-y-ahora, para que pueda darte paz y seguridad al
momento de entrarle a una relación de pareja (o a las posibilidades).
Vulnerabilidad

La construimos los primeros años de vida, cuando confiamos en que


nuestros padres están habilitados para satisfacer nuestras necesidades básicas
(afecto, cuidado, exploración, protección, etc.).

Hemos hablado bastante y a profundidad, entonces, quiero que te quedes


con las siguientes preguntas:

¿Me abro a que me vean realmente cómo soy?


¿Me veo a mí misma realmente cómo soy?
¿Tengo miedo a alguna situación o resultado si me abro a confiar?
¿Qué sería lo peor que pudiera pasar si las personas ven realmente como
soy y la historia que tuve?

Hemos arrastrado un aprendizaje en la infancia en que no se nos


permitía llorar, expresar nuestro dolor ni nuestra sombra, fuimos excuidas por
“tener un lado B” que nuestros padres rechazaron, ocultaron, negaron o
avergonzaron. Aprender a controlar o integrar a nuestra sombra no estaba
permitido, más bien, se nos inculcó que debíamos avergonzarnos de ella (si
éramos más sensibles, más empáticos, si llorábamos con las películas, si
decíamos las verdades incómodas en público, etc.).

Les voy a contar mi historia enfrentándome a mi propia vulnerabilidad.


Hubo un día, ya después de separada, en que conocí a Fran. Me deslumbró
desde el primer momento en que lo vi. Aunque pareciera una historia súper
romántica, en realidad no lo fue tanto. Las primeras dos semanas fue
increíble, pero luego él se cerró y nunca entendí por qué. El resto del tiempo
que pasamos juntos fue un constante “tira y afloja” que puso en jaque toda mi
autoestima.

La verdad es que estaba sumida en la necesidad de aprobación de los


demás, dependía de la respuesta ajena para sentirme valorada, considerada,
interesante y valiosa. Esta situación me invitaba a dos posibilidades: huir y
decir “esto no es para mí” o “me quedo a enfrentar mis mayores miedos”. En
la medida que pasaba el tiempo iba aprendiendo más y más de mi dolor, de
mis miedos, del pánico que sentía a ser rechazada por otra persona… así y
todo me quedé para afrontar la situación.

Cuando estaba con él todo fluía, nos reíamos, disfrutábamos… pero


después de eso no se mantenía el vínculo, él se desaparecía. Yo comenzaba a
activar mis mecanismos de defensa frente al rechazo, me mantenía distante
sin comentar mis necesidades y en silencio. De a poco, y con el tiempo, se
me fue develando que estaba montada en el mismo patrón de Salvadora, de
entender, enseñar, mostrar, hacerme cargo… Pues, un buen día me dije a mí
misma la verdad: “¿vas a seguir aquí esperando que este hombre se dé cuenta
el potencial que tiene ante sus manos y no lo vea? ¿vas a seguir aquí
esperando que sane sus heridas y querrás estar aquí para ayudarlo a sanar?”
La respuesta definitiva para mí fue un rotundo No. Ya no quería estar en una
relación donde había alguien a quien reparar, y me fui de un día para otro.

Pero no se alegren. Los aprendizajes no son tan sencillos. Me mantuve


lejos físicamente, pero vinculada emocionalmente, aferrada a la fantasía de
que algún día volvería a buscarme (eso fue lo que no pude abandonar, la
fantasía). Y así fue, sutilmente. Un día, después de un par de meses, nos
reunimos. Y, en la noche salimos… ese día intenté hacer “la movida” para
volver a estar juntos de nuevo, aferrada a la idea de que esta vez sería
diferente. Gracias al universo, en ese momento él decidió dejar de ser egoísta
y me dijo “A ti no. A ti no… yo no puedo darte lo que estás buscando”. Eso
me reconfortó y me hirió en lo más profundo, pero fue lo mejor que pudo
hacer por mí. Agradecí muchísimo que lo hiciera. Mis patrones mentales y mi
dolor me llevaron nuevamente a seguir repitiendo la historia una y otra vez
(¡y nuevamente no me había dado cuenta!), cayendo en la nebulosa de la
fantasía Salvadora y de Disney esperando que se diera cuenta de mi valor y
decidiera superar su dolor y miedo para aventurarse conmigo.

Este fue uno de los mayores aprendizajes de mi vida, y uno de los cuales
me siento más orgullosa. Dios y yo sabemos que pisé el mismísimo infierno
en esta relación. Nunca en mi vida había tocado el verdadero dolor que
habitaba en mi corazón, la oscuridad a la que tanto le temía mi alma… pero
como me atreví a verlo y enfrentarlo, conseguí convertir esos fantasmas en
algo más concreto y, como resultado, gané dejar de temerle al rechazo.
Simplemente porque ya lo había vivido y lo superé.

Esa experiencia me enseñó que, a pesar del dolor, lo único que


permanecía fiel y constante era yo misma. Entre todo el caos, era yo la que
permanecía allí. Más allá de todos los miedos, los rechazos, seguía viviendo y
respirando… y eso no ha dejado de ser así hasta hoy.

Lo que quisiera compartirte de mi experiencia es que, no importa cuánto


miedo le tengas a algo, lo único que es constante y permanente en tu vida
eres tú misma. Puedes pasar los miedos más grandes, hacer realidad tus
miedos más profundos… pero si sigues respirando, todo estará bien. Siempre
hay una oportunidad de construirte totalmente diferente y como te gustaría
ser. Eso aprendí de esta relación. Cada vez que me caía, salía renovada con
una nueva idea de quién quería ser, cómo quería sentirme frente a las
situaciones y con nuevas formas de vivenciar las experiencias, tomando
nuevas perspectivas más alineados a lo que yo quería creer para mí misma.

Aunque parezca muy descabellado, lo que nos duele son las creencias
(los lentes) asociados a la observación de la realidad. Decidimos creer que
ciertos comportamientos nos harán sentir injusticia, humillación, rechazo,
traición y abandono. Siempre podemos reorientar las creencias de la mente
hacían aspectos más elevados y más amorosos con nosotras mismas, por
ejemplo, no tomarnos las cosas de forma personal, no suponer, etc.

Para cerrar el tema de la vulnerabilidad, esto no se trata de ser


vulnerable con todos ni tomar todas las situaciones para probar nuestro dolor.
La coraza que usamos para protegernos es adaptativa siempre y cuando esté
estimulada a activarse con situaciones potencialmente peligrosas para
nosotras, nuestro cuerpo, mente y corazón. No es adaptativo ser vulnerables
con una persona que no tiene amor propio y, por lo tanto, es potencialmente
dañino en el vínculo. Lo adaptativo es abrirnos a la vulnerabilidad, abrir el
corazón para conectar con personas que nos hagan sentir seguras y amadas.
De eso se trata todo.
Cuidado Mutuo

Lo aprendemos primero del cuidado que nos entregan nuestros padres y


luego, del autocuidado que brindan ellos a sus propias necesidades.
Aprendemos que es válido cuidar de nosotras mismas en una relación cuando
nuestras figuras significativas nos han mostrado, con su ejemplo, que una
relación se hace de a dos; se trata de tomar a todas las partes en consideración
en la ecuación de las relaciones.

Si mamá solo se ocupaba de atender a papá, los hijos, los amigos y la


comunidad, pero no tenía tiempo para sí misma o manifestaba muy poco sus
propias necesidades, es probable que hayamos internalizado ese ejemplo y
esa forma de actuar (aunque esté poco alineada con nuestras creencias,
tenderemos a repetirlo de alguna forma más sutil) porque amamos
inconsciente tanto a mamá que, de alguna manera, queremos ser como ella.
Podemos imitarla al 100% o ser diametralmente distintas (pero en algún área
inconsciente tenderemos a imitarla, algo tolerable para la consciencia) para
obtener la atención negativa de nuestra madre interior (o del recuerdo de
nuestra madre al que se aferra nuestra niña interior).

Si mamá solo se enfocaba en sí misma y poco en los demás, incluso si


eso nos dolió, tenderemos a imitar ese mismo actuar en algún área de la vida.
Quizás podremos ser, en contraste, muy generosas… pero quizás solo sea un
discurso bien montado de la psique para atender nuestra propia necesidad de
manejo y control emocional de los demás, lo que nos llevaría a actuar de
forma egoísta de igual modo.

Para que puedas tener una relación satisfactoria, el cuidado mutuo parte
primero por reconocer tus propias necesidades, tus propios deseos y tu propio
ser. Considerar quién eres, tenerte paciencia, compasión, es vital. Solo podrás
estar abierta a cuidar a otros cuando te des a ti misma el cuidado que
necesitas.

Los discursos de la mente pueden estar bien montados. Incluso puedes


llegar a creer que te quieres mucho, que tienes gran afecto por ti misma, pero
quizás te tienes muy abandonada. Es importante que revises todas las áreas de
tu vida. Evalúa en una escala del 1 al 7 cuánto cuidado tienes en cada área de
tu vida. Como decían mis coaches “las piedras son duras y el agua es
mojada”. El discurso de tu mente puede estar súper bien montado, pero si eso
no tiene un símil en la vida exterior, entonces te estás engañando a ti misma
de alguna forma.

Cuando me cuido de verdad, cuando está integrado como un hábito


personal profundo, estamos atentos a nuestras necesidades al mismo tiempo
que podemos tomar en consideración las necesidades y el ser de la otra
persona. Pero primero, parte por casa.
Responsabilidad Personal

Se trata del aprendizaje de la autogestión, la aprendemos de nuestros padres


cuando nos permiten la exploración, la generación de aprendizajes, la
frustración y el crecimiento, otorgándonos la capacidad de autosatisfacer
nuestras necesidades. Podemos adquirir aprendizajes de responsabilidad
cuando nuestras necesidades básicas están satisfechas. También, cuando son
capaces de mostrarnos que se equivocan, de pedirnos disculpas y de
mostrarnos cuando debemos hacernos responsables también.

Hacernos responsables involucra el poder personal, definitivamente.


Tomar el control de nuestro poder personal corresponde al ámbito del
territorio personal y los límites.

Sabemos de qué podemos hacernos responsables y de qué no. Cuando


viene algo desde afuera, desde lo externo, nuestra capacidad de acción es
limitada. Por ejemplo: un rayo golpea el techo de mi casa y lo rompe. No está
en nuestro poder decidir si el rayo debía o no caer en nuestra casa, pero
podemos resolver qué hacemos después de que eso ocurra.

Es súper interesante como los límites y el poder personal son áreas que
confunden a las personas en el ámbito del amor, en especial, a las mujeres.
Creemos que el amor es de esas cosas que podemos controlar: usar Tinder,
salir a fiestas para conocer a alguien especial… por supuesto que hay cosas
que podemos hacer para facilitarnos el conocer a alguien, pero
definitivamente no controlamos qué nos pasa con las otras personas.

Quiero mostrarles un ejemplo. Hace poco una de mis amigas se separó


también. Ella quiere conocer el mundo, experimentarse con más personas,
disfrutar su vida y su soltería (después de muchos años de estar en una
relación estable) … definitivamente no quiere involucrarse emocionalmente.
Concluimos juntas que, si realmente no quiere estar a merced de caer en
patrones amorosos y enfocarse en ella, necesita limitar las interacciones.

Muchas pueden estar pensando, ¿pero y si se enamora? Pues, me moría


de ganas por decirte eso: si acabas de salir de una relación amorosa y te das
poco tiempo para estar sola y evaluar, masticar, pensar, meditar y asimilar
todo, es súper probable que caigas en una dinámica súper parecida a la que
tenías en tu relación anterior. Aunque creas en la superficie que la nueva
persona es diferente, pronto podrías ver que elegiste muy probablemente a
personas (o que te gustan personas) según tú mismo patrón relacional (estas
repitiendo a tu ex).

Es típico que nos suceda que, estando acostumbras a estar en una


relación de pareja, necesitemos un tiempo para adecuarnos a sentirnos solas
de nuevo. Una parte de nosotras va a estar buscando llenar ese vacío que dejó
la relación.

Quizás sean personas diferentes en apariencia, pero comparten actitudes


en común. Ejemplo: personas indecisas, que no toman la iniciativa, que se
victimizan, que necesitan algún tipo de ayuda o contención emocional, etc.

Por eso es tan importante que primero te cuides, te responsabilices de lo


que realmente quieres y te enfoques en eso, incluso si parece que va en contra
de tus emociones, la mente sirve para eso: para ayudarnos a enfocarnos
cuando está muy confundido el corazón. Haz que trabajen en conjunto para
observar la realidad, pensar antes de actuar y de entrarle a otra relación.

La responsabilidad personal te habilitará para cuidar de ti y cuidar de


otros… y salir huyendo de personas que no tengan esta cualidad.
Consideración Por el Otro

Lo aprendemos cuando nuestros padres están disponibles emocionalmente


para nosotros, cuando son capaces de acompañar nuestras emociones, de
hacernos eco, de consolarnos y de transitar amorosamente a través de ellas.
Pero también, lo aprendemos cuando nuestros padres nos demuestran
transparencia, coherencia y honestidad, a través de compartirnos su sentir.

Está muy unido a la responsabilidad personal, si hemos aprendido a


hacernos cargo de quienes somos y la historia que tenemos, es mucho más
fácil transitar con honestidad en el mundo.

Además, estaremos capacitados para cuidar a los demás. Por ejemplo,


cuando les conté la historia de mi última relación, él fue capaz de postergar
su satisfacción inmediata por el cariño que tenía por mí. Para ser honesta, he
aprendido que hay personas que solo te cuidan cuando te quieren, pero que
puedes no importarle si aún no existe cariño de por medio.

Eso es algo que llamo “Responsabilidad Afectiva” y que se ve


muchísimo en las relaciones sexuales esporádicas. Y hay algo que me
gustaría compartirte al respecto:

RESPONSABILIDAD AFECTIVA

《Responsabilidad afectiva es tener empatía por la persona con la que


me voy a relacionar sexualmente, aunque no tenga intenciones de proyectar
algo a futuro. Es no desligarme de lo que le suceda, es escuchar, aunque "no
sea parte exclusiva de lo que acordamos". Es humanizarse un poco más y
comprender que justamente nos relacionamos con una persona y no con un
objeto, si no eres capaz de comprometerte a brindar ese -plus- es mejor una
paja y listo.
Esto implica por supuesto exponer cuáles son los verdaderos objetivos
sin llevar el trato a una especie de trámite donde voy y automáticamente me
desligo.

Responsabilidad afectiva es tratar a una persona con respeto y


compañerismo como si fuese tu amigo(a) o pareja, porque la escucha y el
apoyo no tienen por qué estar en relaciones de larga duración o donde exista
el amor.

Todos los días intento comprender en mayor profundidad esto de romper


la dicotomía como eje de la vida que divide el afecto del sexo, dejando de
instalar un tipo de contrato para recién poder preocuparme por el otro.

El desafío es poder expresar esto con claridad y que se entienda que mi


actitud no tiene que ver con el enamoramiento, sino más bien con una ética
personal. *Amor: considero que se da después de muchas situaciones y a
través de un proceso largo, donde en el comienzo de cualquier relación sólo
hay potenciales, pero nada lo suficientemente relevante como para que se lo
interprete como tal. 》

Del muro de AS S Trid (instagram)”

Este post tiene más de mil likes en mi muro (en mi Instagram personal,
nunca encontré quien fue la autora original), definitivamente es porque hay
muchos que se identifican y es tan necesario. El cuidado mutuo y la
responsabilidad no la vas a encontrar en todas las personas, pero es
importante que, para que no te duela, te adentres a experimentar la vida y las
relaciones con personas que demuestren en primer lugar que son responsables
afectivamente. Eso hablará de una ética personal.

Si te preocupas de observar las pequeñas cosas, siempre estarás en


terreno seguro para experimentar. En mi experiencia, hay personas que
incluso estando en una relación, no actúan según una ética personal de
responsabilidad afectiva. Revisa si es tu caso (tú y el otro).
Autocuidado

Lo aprendemos en la crianza, a través de la mirada y el feedback de nuestros


padres, de hacernos eco de nuestras emociones, necesidades y de cómo
podemos satisfacerlas. Pero también lo aprendemos especialmente por el
ejemplo del propio autocuidado que tenía mamá y papá (o nuestras figuras
significativas). También impactan los aprendizajes sociales, por supuesto.

El autocuidado pasa por demasiadas cosas: personas con las que te


frecuentas, espacios y lugares donde vas, la comida que comes, los estímulos
que percibes, la información con la que nutres tu cabeza, los lugares
emocionales en los que te encuentras…

“Trátate a ti misma como la mamá que te hubiese gustado tener” es


la frase que más le repito a mis consultantes. ¿Te estás tratando a ti misma
con el mismo amor que tratas a tu hijo?, lo típico. La respuesta siempre es un
NO. Las mamás creemos que la postergación es “la onda” está súper de moda
hace mucho tiempo entre las buenas madres.

A los hijos les compramos lo mejor, les damos la mejor comida, le


ponemos la ropa más linda, ni por si acaso los llevaríamos a lugares
peligrosos y ¡menos quisieran que tuvieran malas juntas! Oh por Dios, cómo
sufren nuestras propias madres cuando nos ven, a sus hijos, involucrados en
relaciones que no les hacen bien.

Si actuáramos maternándonos como lo hacemos con nuestros hijos,


estaríamos contando otra historia. Y el autocuidado pasa por todo eso. Es
aprender a cuidar de ti lo mejor posible, darte lo mejor incluso si está fuera de
tus posibilidades… seguro que nuestras abuelas no tenían todos los medios
económicos para sostener a 8 hijos, pero allí estaban haciendo lo mejor que
podían. Así mismo tenemos que ser con nosotras mismas.
Sé que si no tenemos autocuidado es porque, a lo largo de nuestras
vidas, no aprendimos a cuidar bien de nosotras mismas, más bien aprendimos
a cuidar de los demás. En especial si naciste mujer. Pero eso tiene que
comenzar a cambiar hoy.

El autocuidado también involucra tus sueños, tus metas, tu yo


ambiciosa. Permítete el merecimiento, el placer y el gozo. El amor propio no
tiene nada de malo, no vas a volverte más egoísta, aunque es probable que
aprendas también a decir No cuando aprendas a poner sanos límites.
Sanos Límites

Lo aprendemos cuando nuestros padres consideran nuestras necesidades,


nuestros deseos, nuestro cuerpo y nuestros propios límites. Lo aprendemos
con el No, validado por ellos, con respeto por nuestros tiempos, ritmos y
necesidades únicas y personales. Por ejemplo, cuando validamos que nuestros
hijos no desean ser abrazados o besados por extraños y protegemos y
validamos su decisión.

Para tener sanos límites requieres tener plena consciencia de “tu


territorio”. Tu territorio es quién eres, tu luz y tu sombra, tu historia, tus
virtudes y defectos… es conocerte a cabalidad.

Mi amiga Laura Moreno instauró un pensamiento vital en mi mente


acerca de cómo funciona el femenino y el masculino. Y creo que está súper
interesante cuando vemos nuestro actuar a la luz de este conocimiento.

Las mujeres funcionamos como óvulos y los hombres, como


espermatozoides. Simple. Potente. Todo se trata de eso. Al igual que el óvulo
las mujeres funcionamos alineadas a la energía femenina cuando nos
comportamos como ese óvulo, ser magnético, el más importante objetivo del
actuar del espermatozoide. Nuestra energía femenina deja entrar al
espermatozoide cuando lo elige. El óvulo elige al espermatozoide.

Para que el óvulo lo elija, tiene que saberse la última maravilla del útero.
Conoce perfectamente cuál es el material genético que le viene bien para lo
que desea. Pone sus límites para dejarlo entrar, puede haber cientos alrededor
luchando por entrar al territorio del óvulo, pero es el óvulo quien tiene la
última palabra.

Así mismo, las mujeres atraemos magnéticamente a los hombres con los
que resonamos… aunque hay mil misterios asociados a la química que
sentimos con otras personas, cuando sentimos química con alguien eso abre
las posibilidades de conquista del hombre-espermatozoide para que comience
la caza de la mujer.

Aunque parezca un poco retrógrado, nuestro cerebro arcaico sigue


valorando las cualidades masculinas de poder por sobre las demás. Un
hombre que posea habilidades de caza en la conquista, tiende a hacernos
“sucumbir” en el amor. Por eso siempre tenemos que estar atentas a nuestros
límites.

Los sanos límites no solo se ponen en juego al momento de la conquista,


sino también en la relación. Por todo lo que hemos hablado anteriormente
sobre las heridas de infancia, muchas mujeres confundimos las relaciones de
pareja con la simbiosis emocional, y nos perdemos a nosotras mismas en el
proceso de la pareja.

Frecuentemente ocurre que, si no estamos bien puestas en nuestro


territorio emocional, en constante proceso de expandirlo (con nuestras metas,
nuestras pasiones, hobbies) y en todo lo que nos hace una mujer
completamente magnética, irresistible y un constante desafío que haga que un
hombre permanezca en la conquista constante, es decir, si no hay amor
propio, los hombres-espermatozoides pierden el interés en el potencial de la
relación. Y eso, amigas, es la mayor fuente de angustia y cuestionamiento de
las mujeres que buscan una relación de pareja hoy en día. Conviertete en una
mujer sumamente interesante y magnética para ti misma, y que te conquiste
el espermatozoide que sepa ver ese maravilloso valor en ti.

Por otro lado, si no te conoces, no conoces tus límites, no conoces lo que


quieres y lo que no, estarás a merced de muchas cosas que después te
molesten. Como dice mi mamá “no es culpa del chancho, sino de quien le da
el afrecho”. ¿Cómo podemos culpar a nuestra pareja de que no nos da lo que
necesitamos o queremos si definitivamente no sabemos qué es lo que
queremos para nosotras ni para nuestras vidas?

Vamos por la vida aferradas a la idea de que la otra persona nos tiene
que conocer “si nos ama, nos tiene que conocer”. Aunque es probable que
seamos una bola de estambre toda mezclada, enredada y compleja. No es la
obligación del otro conocernos, ese es nuestro trabajo.
Los sanos límites son fundamentales para poder llegar a acuerdos
de pareja y para la experimentación. Tengo amigas que son plenamente
monógamas y que quieren una relación totalmente cerrada, y tengo amigas
que son tan sexuadas que desean una relación de amor en la que esté
permitido experimentarse sexualmente con otras personas. Todo es válido,
pero si somos honestas y conocemos nuestros límites (y los hacemos valer) es
muy probable que cometiéramos muchos menos errores en el amor.

Conozco relaciones que funcionan perfectamente cuando se abren a


tener encuentros sexuales con otras personas, con límites bien establecidos en
cuanto a lo emocional. Conozco relaciones que se exploran y se llenan de
adrenalina experimentando encuentros sexuales con otras parejas, como el
intercambio de pareja. Conozco relaciones en que el hombre tiene una vida
sexual paralela oculta para su pareja, porque tiene necesidades sexuales que
sabe que su pareja jamás aprobará.

Los sanos límites tienen que ser cuestionados por ti, y tienes que ser
muy honesta al momento de plantearte tener una relación de pareja. Quizás
yo me tomo las cosas muy en serio, pero creo que el amor, la química y las
relaciones de pareja son cosas totalmente diferentes entre ellas.

Puedes amar a alguien y no tener una relación permanente. Para tener


una relación más establecida (que sea muy sana para ti, porque puedes tenerla
igual, aunque no te cuides) requieres saber quién eres y lo que quieres, y
plantearlo siempre al inicio de la relación, para que no se culpen mutuamente
de no querer lo mismo.

A diario veo esto. Personas que se culpan mutuamente por tener formas
diferentes de ser. Por eso, estoy convencida de que el mundo sería un lugar
más feliz para todos si fuéramos 100% honestos con nosotros mismos. Y no
esperes que sea el otro quien sea honesto: tú debes ser la primera persona
honesta y transparente. Es probable que afuera no encuentres total honestidad
porque es un proceso, por eso, al igual que la fábula de los Locos y los
Alpinistas, es tú responsabilidad observar antes de actuar.

Antes de entrarle a una relación, si quieres aprender desde el dolor es


súper válido, ¡adelante hermana! Pero, si quieres encontrar amor sano,
requieres tener paciencia para observar la honestidad de la otra persona, sus
actitudes y comportamientos, que te darán información valiosa que podrás
usar para tomar una decisión.

Los sanos límites incluyen poder decir que no, sin culpa, sin
resentimiento. Tienes derecho a decir que no, a pensar en ti, a poner un freno
a una relación si descubres que ese espermatozoide no está alineado a tu
territorio de óvulo.
Valoración del Proceso, No del Objetivo

Lo aprendemos de la educación de nuestros padres y de la escolarización,


cuando nos enseñan acerca de refuerzos y castigos. Aprendemos que lo
importante es lo que logramos externamente, que valemos por lo que
obtenemos o a quien le ganamos. Todos estuvimos en un sistema escolar que
valoraba la más alta calificación en la prueba, no lo que aprendiste en el
proceso antes de rendir la prueba.

La valoración del proceso se aprende cuando papá y mamá nos


enseñaron sin premios ni castigos, sin calificaciones, sin refuerzos
positivos… que no condicionaron su amor, que esperaron de nosotros lo que
nosotros quisimos dar, aprender, descubrir desde nuestro ser más interno y
real. Permitieron que generáramos procesos creativos, descubrimos el mundo
sin el “muy bien”, sino con el “me doy cuenta que lo disfrutaste, ¡bien por
ti!”.

Valorar el proceso del amor también es tomar riesgos. Como hemos


aprendido que lo importante no es el aprendizaje sino lograr lo que nos
hemos propuesto, entramos a las relaciones esperando ponernos de novios, ya
de novios queremos casarnos, después tener la casa y los viajes, después los
hijos… vamos saltando de objetivo en objetivo sin disfrutar el aquí y el
ahora.

Está súper interesante todo lo que puedes aprender de una relación de


pareja. A veces la química que sentimos no nos deja pensar, esa es la verdad,
y le entramos a las relaciones porque el corazón nos bombea a mil por hora.
Eso ya vale la pena.

No te centres en tener una relación exitosa, sino en lo que una relación te


puede regalar en aprendizajes para ti misma. El objetivo no es tener una
relación de pareja porque, la única verdad del amor es que cuando el amor
empieza, sabes que en algún momento va a morir. Entonces, ¿por qué
queremos enamorarnos de todas formas? Por la experiencia, lo que sentimos,
todo lo que nos mueve, el corazón a mil por hora, la adrenalina, las risas,
incluso la pena de amor, ¡¡vale toda la pena!!

Yo te he escrito hojas y hojas de cosas que te pueden ayudar a descubrir


porqué te enganchas con los mismos problemas y dolores una y otra vez, pero
que todo eso nunca te quite las ganas de amar. ¡Sabélo! (como dice Sofia
Camará, transformista).

Quizás, las relaciones que conocemos hasta el momento no han sido del
todo maravillosas, pero vengo aquí convencida de que existen (incluso
aunque yo no haya vivido una personalmente), lo veo en otras personas.
Quizás, no todas vamos a tener la dicha de vivir una relación expansiva… por
eso nunca te enfrasques en el objetivo de tener pareja. Sigue viviendo tu vida
al máximo y, si en el camino algo se presenta, ¡ábrete a la posibilidad de
explorar el amor!

¡Cuántas mujeres que he atendido les duele el alma no poder encontrar


el amor! Pero, ¿eso depende de nosotras?, ¿depende de alguien? Realmente
no tenemos el control sobre el amor, creo que puede presentarse una vez o
más de una vez o mil veces. Para todas nosotras ha sido diferente y lo será,
pero no pongas en pausa tu vida mientras eso sucede.

Si no encuentras a una persona para comprometerte hoy, no te


preocupes, puedes experimentarte en amor esporádico con otras personas y
está bien. No existen las reglas acerca del amor. Estar sola también es una
opción: vivir feliz, cumplir tus sueños, alcanzar tus metas y centrarte en ti y
en quienes amas.

Lo más importante, cuando dejes de esperar, llegará. El universo


funciona así. Solo cuando estamos listas para el amor, aparece. ¿Estás abierta
para recibir amor?
Amor Propio

Lo aprendemos al inicio de nuestras vidas, cuando nuestros padres nos


hacen sentir y saber que nos aman incondicionalmente, que podemos
equivocarnos, que podemos mejorar, cuando transmiten su fe hacia nosotros,
cuando nos enseñan a valorar lo que nos hace únicos y especiales. Cuando
nos miran como seres maravillosos, piensan bien de nosotros, acompañan
nuestros ritmos, tiempos y necesidades. Cuando aman nuestro ser, cuando no
intentan cambiarnos.

El amor propio es vital en una relación de pareja sana. Si no te amas, en


realidad no puedes amar verdadera y libremente. Nadie puede dar lo que no
tiene.

Es fundamental entender muchas veces hemos confundido el amor con


el apego, con el miedo a la soledad, ¡con las ganas de enamorarnos! ¡Nos
hemos sentido completos cuando estamos en pareja e incompletos cuando
nos encontramos solteras! Es el caso de muchas personas, incluso,
habiéndoles preguntado ¿te sientes sola? Me contestan: ¡No, en absoluto!,
pero luego ahondamos y me explican que su sentimiento es de falta de
completitud.

Hay muchas otras razones por las que tenemos el impulso de estar en
pareja como una prioridad. Muchas veces eso responde a una distracción.
Voy y lo repito. La mayoría de las veces la búsqueda del amor romántico
responde a una acción del inconsciente por evitar la responsabilidad por
nosotras mismas. Es entonces que la búsqueda del amor se transforma en una
forma de pasar el tiempo por el terror que nos produce ir por nuestros propios
sueños, metas, anhelos…

Hay una pregunta que le hago a cada persona (y también me la hice a mí


misma en su momento) cuando están en la búsqueda del amor: ¿Qué pasaría
con tu vida si en esta vida no encontraras nunca a alguien a quien amar como
sueñas? ¿en qué gastarías tu tiempo su supieras que vas a ser soltera para
siempre?

Esa pregunta fue clave para mi vida. El día que me la hice estaba
reflexionando parada en el vagón del tren camino a Viña del Mar. Miraba al
horizonte, observaba las colinas, los árboles, a las personas, las casas, la vida.
Acababan de pasar 2 semanas desde que había dado fin a la última relación
amorosa que había tenido y estaba supremamente cansada de cómo me sentía
conmigo misma. ¿Por qué estoy tan desesperada buscando a alguien a quien
amar? ¿qué pasaría si de verdad no encuentro eso que estoy buscando?

En ese momento me hice seriamente esa pregunta, lo hablé directamente


con Dios y le dije: “Dios, si vas a traer a alguien a mi vida que sea solo para
ser más feliz de lo que ya soy. Si vas a traerme a alguien con quien voy a
angustiarme, pasarla mal, sentirme insegura y limitar mi vida, mejor no lo
hagas. Gracias, pero No gracias. No me traigas a nadie si no es para hacer mi
vida mil veces mejor”. Ese día cerré mi tema con las relaciones y entré en mi
celibato.

Muchas personas me dicen “yo tengo amor propio”, pero literalmente


eso no está reflejado en sus vidas ni en la forma en que se tratan. Cuestiónate
si realmente te amas o estás influenciada por las nuevas tendencias de amor
propio, esas de las redes sociales. “Las piedras son duras y el agua es
mojada” nos decía hasta el cansancio mi coach Jaime. El amor propio es un
compromiso verdadero, duradero y constante contigo misma. Es una relación,
literal, contigo misma.

Veamos un ejemplo.

Haz de cuenta que estás en una relación de pareja. Tu pareja te dice todo
el tiempo que realmente te ama, pero en sus acciones ves que no pasa tiempo
contigo, no tiene interés en lo que haces, no se preocupa de ti, no conoce tus
gustos, no te sientes observada o mirada por tu pareja, no tiene sueños
contigo, a veces te critica muy duro: tu cuerpo, tu forma de ser, tus errores;
no confía en ti, cree que no vas a lograr tus sueños, de hecho ¿para qué tienes
metas tan altas? Te dice “Mujer, ¿para qué te vistes linda si nada te queda
bien? Incluso, no le importa que ocupes tu tiempo en amistades tóxicas.

Ahora, todo eso, llévalo a la relación contigo misma. El amor propio no


es solo un concepto, es una forma de vivir nuestra vida. Es la importancia que
te das a ti misma, es tenerte como prioridad porque eres valiosa, porque lo
vales, porque mereces lo mejor. Las mejores personas no son egocéntricas,
son personas que dan a los otros su amor libremente, ¿lo has notado?

Una persona que realmente se ama, ¡ama todo de su vida! Se ama a sí


misma, ama su cuerpo (finalmente lo acepta y lo valora tal cual es), ama su
forma de ser, sus valores, lo que le hace ser única y especial. No necesita
compararse con nadie, porque cree que hay muchísimas personas especiales a
quienes ama… ¿por qué no amarme a mí misma también? Una mujer que se
ama de verdad, también ama su entorno, ama demasiado a sus amigos porque
está enamorada de lo que recibe de ellos, está enamorada de todo lo que ha
elegido. Se trata con tanto amor y respeto que entiende los momentos de su
pasado en los que no le gustó como actúo o lo que decidió. No importa, se
perdona y se acepta, se trata con muchísimo amor y compasión. ¿Logran
verlo? ¿cuántas de esas cosas hacen ustedes por ustedes mismas, para hacer
de sus vidas lo mejor que puedan tener sin depender de la felicidad que pueda
aportarles un gran amor de pareja?

Las personas que encuentran grandes amores primero se han enamorado


de sí mismas. De verdad, a menos que estemos muy aferradas a la idea del
dolor (como lo hemos conversado antes), las personas se enamoran y se
deslumbran de personas que se aman, porque irradian una chispa de vida
única, maravillosa, luminosa… somos como luciérnagas, nos sentimos
atraídas por la luz de los demás.

Que tu objetivo para amarte y enamorarte de ti misma no sea solo el


hecho de encontrar a alguien que te ame, porque si no pondrás todas tus
expectativas fuera de ti. Si leíste los capítulos anteriores creo que podríamos
identificar juntas qué significaría eso, ¿verdad?

¿Qué ocurre cuando buscamos afuera lo que no tenemos dentro?


¿Qué estamos necesitando cuando buscamos el afecto, la aceptación, la
valoración externa?
¿Qué estamos realmente necesitando?
Hacer cosas para ser amadas, para sentirnos especiales para los demás,
buscar una pareja que nos ame, que vea lo maravillosas que somos ¿lo
necesitas o ya lo sabes? ¿si lo sabes, necesitas que eso sea expresado por
alguien o puedes estar tranquila con que lo expreses tú y para ti?

El amor propio no requiere de validación externa, todo lo contrario: es


una pequeña voz que cada vez es más y más fuerte; que no depende de las
opiniones de los demás; no cambia de acuerdo a los diferentes gustos,
demandas y peticiones externas; no requiere que te amoldes a ser quien los
demás quieren que seas, sino que seas 100% honesta y auténtica, y que te
ayuda a encajar solo con quienes se aman a sí mismas.

Amor es aceptación. Cuando nos amamos nos aceptamos


incondicionalmente. Cuando amamos la vida la aceptamos sin juzgarla, sin
juzgarnos, fluimos con ella, con nosotras mismas. Amamos a otros con sus
luces y sombras, aunque muchas veces no queramos estar cuando aparece esa
sombra o esa luz, parte del amor propio es aceptar que a veces no quieres
estar ahí, pones límites, adecuas tu realidad para darte la mayor parte del
tiempo lo mejor de ti, de los demás y de la vida.

Esa es mi definición del amor y te la comparto para que la analices a la


luz de tu propia vida y lo que te haga sentido. Aunque no crea yo que tengo la
verdad absoluta, creo fielmente que el amor solo puedes darlo si lo tienes en
ti misma, y el amor es esa energía que te da libertad contigo y los demás.
Amar te hará libre. Busca la libertad para ti misma. Todo el amor que
necesitas y que siempre soñaste está dentro de ti.
Claves para Llegar a Tener una Relación de
Pareja Sana

¿Cómo sabes cómo es o se ve una relación de pareja sana? Es divertido. En


mi experiencia todo el mundo quiere tener una relación de amor perfecta,
pero tenemos ideas muy locas de qué es lo que debería pasar en una relación,
de como deberían ser esas personas y como deberían darse la relación
perfecta. Las personas quieren algo, pero no saben cómo conseguirlo, o peor,
no tienen idea de lo que quieren.

¿Tienes claridad de cómo te gustaría ser y sentirte en una relación?


¿Tienes claridad si de verdad en este momento quieres estar en pareja o
explorar tu propia vida en soledad y sin compañía? ¿Qué tipo de relación te
gustaría crear? ¿Cómo te ves a ti misma en una relación? ¿Qué crees que
puedes entregarle de valor a un compañero o compañera?

Vino a mi mente la siguiente frase que he escuchado de boca de


muchísimas mujeres: “no entiendo a los hombres, ¿qué es lo que quieren?”.
Partimos mal. Como hablamos anteriormente, ¿quién creemos que tenemos
que ser o hacer para ser amadas? Esa sola frase habla muchísimo de lo que
sentimos. ¿Qué tal si la cambiamos? ¿Qué tal si cambiamos la forma en que
nos relacionamos con el masculino o con la forma en que entendemos las
relaciones de pareja?

Quiero mostrarte algo y que te veas a ti misma en esta situación: Eres


una mujer en una discoteca. La música fuerte, las luces bajas y el vaso helado
en la mano. ¿Qué cree que necesita hacer o ser en ese lugar? Me recuerdo
tantas veces con tantas mujeres diferentes con las que he compartido a lo
largo de mi vida, mega producidas, con ganas de bailar y darlo todo, quietas
para no hacer el ridículo, mirando a todas partes comparándose con otras
mujeres, mirando a todos lados buscando la siguiente presa, o llenas de
amigas para que ningún hombre se acercara. ¿Te atreves a ser tú misma en
ese contexto? ¿Quién eres tú allí y cómo te gustaría verte? ¿Dónde te gustaría
estar?

Estamos llenas de creencias sobre quienes debemos ser para atraer a una
pareja. ¿Qué tal si todas esas cosas que creemos son mentiras? ¿Qué tal si nos
permitimos partir de cero y atrevernos a ser totalmente diferentes de cómo
somos normalmente? ¿Qué tal si te dieras la oportunidad de ser totalmente tú,
sin caretas, sin máscaras? ¿Te atreves?

Lo clave que te quiero compartir es que no le vas a gustar a todo el


mundo, porque todos tenemos intereses diferentes, pero si fuésemos
totalmente auténticas las personas que se sentirían atraídas por nosotras serían
las que están alineadas con quien realmente somos y no con nuestra máscara.

Sé que hay un camino largo que recorrer para atravesar el miedo al


rechazo y a que nos vean como realmente somos, pero allí está la solución.
Ese es el único camino para ser amada por quién eres realmente y que no
intenten cambiarte. Que no se sorprendan ni que intenten controlar tus
decisiones o tu forma de ser tan única y especial. Todas y todos somos en
extremo maravillosos, pero lo que nos hace alejarnos es la creencia colectiva
de que no somos merecedores de amor.

Es por eso que te invito a revisar algunas claves para conectar con una
pareja sana y aprendas a reconocer si estás en el lugar que deseas estar desde
el fondo de tu corazón.
Conoce cómo te vinculas y qué es lo que deseas

Lo primero que necesitas hacer es reconocer el punto en el que hoy estás y el


punto al que quieres llegar. Descubrir y verte con honestidad te dará la pista
principal para saber qué necesitas trabajar en ti y desmantelar todas las
creencias asociadas al miedo. Te conectará con el merecimiento.

En este punto, necesitas reconocer si te aíslas y no te permites ser


vulnerable, si acosas a los demás con tus demandas de atención, si haces
ambas, o si sabes que todo estará bien. Los vínculos de apego nos hablan
mucho de la forma en que aprendimos a relacionarnos, y te dará las claves
sobre lo que necesitas trabajar. ¿Cómo lo trabajo entonces? Exponte a tus
mayores miedos de forma progresiva y en ambiente seguro. Las amistades
pueden ser un lugar para construir relaciones sanas, de compromiso y
aceptación. No se trata de que todo sea “miel sobre hojuelas”, sino que sea un
lugar seguro para pedir lo que necesitas, exponer tus necesidades, abrirte al
cambio, escuchar feedback. Todo es aprendizaje.
Escucha Tu Voz Interior, Conócete y Permítete
Brillar

Mantener la calma antes de accionar es clave. Aprende a parar y escuchar lo


que venga de lo profundo de tu cuerpo. Éste siempre tiene la respuesta de lo
que deseas, tiene el “sí”, el “no” y el “esto es”.

Escuchar tu voz interior no es sinónimo de escuchar tu mente, más bien,


es de callarla. Hay una voz de sabiduría única que vive en ti, es tu yo esencial
que aprenderás a conocer en la medida que crezca el amor por ti misma. Es
un viaje hacia enamorarte de ti misma y de validarte.

Al igual que cuando fuimos niñas, hoy necesitas conocerte tan bien
como tu madre ideal te conocería a ti: ver cuando estabas triste, reconocer tus
necesidades, darte tu espacio y más. Solo cuando llegas a conocerte sabes
fluir contigo y con tu vida. Por eso, permítete brillar.

Y como sugerencia, te invito a que veas la película “I feel pretty”. Sé tú


misma, no hay nada malo en ti, no temas, permite que todo se acomode:
“Déjalo ir. Si vuelve, siempre fue tuyo. Si se va, nunca lo fue”.
Genera una Relación de Acompañamiento, No
de Necesidad.

¡No te olvides de ti misma estando en pareja! Las heridas de infancia nos


llevan una y otra vez a la simbiosis emocional en el amor romántico.
Buscamos todo el tiempo fundirnos con quien amamos románticamente,
limitando nuestras vidas y condicionando nuestras acciones de acuerdo a si
nuestra pareja acciona o no.

¡Cuántas mujeres dejan de salir, de cumplir sus sueños, de hacer


apuestas de vida solo por el hecho de que su pareja no lo aprueba, no lo haría
o no lo apoya! Es como si necesitáramos de alguien para ser y hacer lo que
deseamos. Los conflictos de pareja porque “eres un aburrido”, “todo el
tiempo te pasas con tus amigos”, “no me dedicas tiempo”, “no quieres ir
conmigo a la cena”, etc., se producen porque nos sentimos condicionados en
pareja y condicionamos a nuestras parejas. Las culpamos por no apoyarnos
para cumplir nuestros deseos y las responsabilizamos por nuestra
dependencia y la incomodidad de nuestro sentimiento de soledad.

Les contaré como ejemplo la historia de mi amiga Isabel. Isabel estuvo


en una relación de pareja por muchísimos años, enamorada y ciega (como le
decimos ahora entre risas), deseaba mucho que su pareja la acompañara a
hacer las cosas que, en el fondo de su corazón, anhelaba profundamente en el
camino de descubrimiento personal que estaba atravesando en su interior.
Intentó hacerlo parte de todas esas actividades que la hacían vibrar, pero él
simplemente no le interesaban. Por mucho tiempo postergó cumplir sus
deseos, sus aventuras, sus actividades. Sentía que no podía ni quería hacerlo
sola.

Cansada de esperar que su pareja la acompañara en este proceso, tomó


toda la valentía de su interior y comenzó a hacer lo que deseaba: caminatas
grupales, contacto con la naturaleza, talleres de huerta, cenas veganas,
excursiones, etc. Al principio fue incómodo para ella, e intentaba invitarlo,
pero él simplemente no quería y le repetía una y otra vez que estaba contento
con que ella pudiera hacerlo por su cuenta y sola. Al cabo de unos meses,
Isabel ya había dejado de invitarlo a las actividades y solo le notificaba
cuando no estaría. En sus palabras “dejé de necesitarlo de tanto que tuve que
hacerlo sola”. ¿Saben lo increíble que sucedió cuando comenzó a ser ella
misma? Un buen día se dio cuenta que no tenían cosas en común, que eran
personas muy distintas y que ya no se sentía completa en esa relación. Con
mucho más valor del que necesitó antes y, después de mucho meditarlo,
decidió poner fin a su relación. Hoy la observo más feliz y viva que nunca, en
especial porque ya no necesita de nadie para vivir, solo de sí misma. Cultivó
en ella el amor y la confianza que necesitaba para atreverse a vivir la vida a
su manera y no postergarla más.
Comunícate Contigo Misma y con Tu Pareja de
Forma Asertiva

En mi experiencia hay muchas mujeres que ya no vibran en sus relaciones


de pareja. Se sienten viviendo en una monotonía o viven en constante
conflicto: gritos, descalificaciones, peleas. La mala comunicación consigo
mismos y en la pareja es el factor común. La falta de comunicación contigo
misma afecta la forma en que te relacionas con lo externo. Voy a crear otro
ejemplo.

Pepita comenzó su día como todos los días: se levantó, se lavó los
dientes, se vistió, ¡pero recordó que debía entregar un informe para ese
mismo día en la mañana! Como no tenía más tiempo, salió de su casa
volando rumbo a la oficina y olvidó desayunar como lo hace normalmente.
Su nivel de ansiedad y estrés por esa situación aumentó muchísimo, “¡Cómo
pude olvidar el informe!”. Pepita es una mujer de compromisos y odia faltar a
ellos, pero olvidó el informe porque estaba muy cansada de todo el trabajo
extra que le había tocado hacer en el mes pasado.

Cuando llegó a la reunión, sus jefes comentaron el informe con muchas


críticas y le exigieron un estándar más alto en sus resultados. Además, se
quejaron de varias cosas que no funcionaban bien en su departamento y le
exigieron cambios inmediatos. Pepita terminó el día sumamente abrumada y
al llegar a casa vio los platos sucios y comenzó a gritar y a quejarse de lo
poco que la ayudaba su pareja y de que ella debía encargarse de todo. Le
gritó, le reclamó y lo culpó. ¿Qué pasó aquí?

Quiero que le demos una mirada profunda a la situación de Pepita. Ella,


como la mayoría de los mortales, tiene muchas necesidades personales que
no está mirando. Al tener una mala comunicación consigo misma, no logra
comunicar asertivamente lo que le está sucediendo y, por lo tanto, su pareja
no puede ayudarla como necesita. Ella no puede darse lo que realmente
necesita, no logra establecer límites sanos en su trabajo, es muy exigente
consigo misma y eso repercute directamente en sus más cercanos, a quienes
ella termina culpando y agrediendo como una forma de desahogar su molestia
y frustración acumulada. Y lo que le ocurre a Pepita es algo que le ocurre a la
gran mayoría de las personas.

Cuando logras establecer una verdadera comunicación interior,


conocerte profundamente, conocer tus límites y necesidades, y quien eres,
logras generar en el exterior una vida con mucha menos presión y confusión,
lo que te habilita a ver más claramente a tu compañero. Y también, la claridad
te habilitará a descubrir si realmente eres tú la que carga negativamente tu
relación o es que no quieres estar en ella.

La claridad interna genera una vida más coherente en el exterior. Por eso
ínsito tanto en que la clave es amarte profundamente. De lo contrario, estarás
condenada inevitablemente a replicar una vida de dolor, desilusiones y
sueños rotos.
Comunícate Contigo Misma y con Tu Pareja de
Forma Honesta

No solo basta con ser asertiva, si la asertividad no va de la mano con tu


verdad, no sirve de mucho. Estoy segura de que ser honestos es lejos el
ejercicio más difícil en pareja. Y es que realmente tememos herir al otro y,
entonces, alejarlo. Pero no toda verdad se vale, hay que aprender a comunicar
sin victimizarnos y responsabilizandonos de nuestros sentimientos.

Muchas veces la honestidad se traduce en necesidades personales únicas


e, incluso, no aceptadas por la sociedad y salidas de la norma. Y quiero
decirte algo importante: es válido que quieras cosas o que te gusten cosas que
son atípicas, siento que lo importante es que seas honesta en cuanto a esas
cosas y también abierta a esas cosas atípicas de tu pareja. Creo que, siempre y
cuando no dañen la integridad de terceros, todo bien.

En mi experiencia sobre la sexualidad en las parejas que he conocido,


cada vez más mujeres y hombres están abiertos a experimentar cosas
excitantes en sus relaciones de pareja para “que la llama siga viva”. Es
probable que mantener una relación de pareja por muchos años sea difícil si
no hay una cuota de aventura y emoción de por medio. He conocido parejas
tan felices con sus relaciones abiertas, parejas que de vez en cuando hacen
intercambio de parejas y que eso los hace conectarse aún más entre ellos,
parejas que necesitan solo de vez en cuando experimentarse con otras
personas, parejas que quieren hacer tríos o estar en orgías. Todo es válido. Y
será válido en cuanto te atrevas a manifestar tu verdad. Quizás la otra persona
no se atreve a experimentarte como tú lo harías o al revés, entonces ¿es sano
para ti permanecer en una relación en la que no hay espacios seguros para
hablar de tus necesidades y deseos? ¿O para que tu pareja también comparta
sus inquietudes, deseos y necesidades? ¿Tu relación es un espacio seguro sin
juicios?
Existen otros ámbitos en los que las parejas chocan, por ejemplo, los
intereses. Hay parejas que, hasta que no están demasiado involucradas
emocionalmente, no hablan de sus sueños o aspiraciones y después se culpan
mutuamente porque el otro no les quiere dar lo que quieren. Podemos estar
hablando de hijos, aspiraciones laborales, viajes por el mundo, etc. Y, aunque
las relaciones de pareja son experiencias, podrías evitarte una decepción si
fueses honesta desde el inicio, pero para eso, requieres saber quién eres y que
deseas en realidad.
Hazte Responsable de Tu Felicidad

Hacernos responsables de nuestra felicidad implica dejar de culpar al otro


por lo que haces y lo que no. Es tomar las riendas de tu vida y generar el
resultado que deseas. No puedes entrar a una relación pidiendo al universo
“quiero tener una relación en la que me hagan muy feliz”. Eso es una tarea
abrumadora para cualquier ser humano. Descansa en la necesidad infantil de
ser cuidado, protegido y nutrido por otro ser humano. Es una tarea imposible
de cumplir.

Querer una relación en la que te hagan feliz, descansa en la


necesidad infantil de ser cuidado, protegido y nutrido por otro ser
humano.

Cuando yo tuve mi conversación con Dios le pedí que si iba a traer a


alguien a mi vida, que viniera a multiplicar la felicidad que ya había
construido para mí misma. Me convencí de que jamás una relación de pareja
me encontraría carente de amor, actividades, sueños, amistades, trabajo,
ambiciones y dinero. Me prometí a mí misma nunca más volver a depender
de nadie, que una relación de pareja me encontraría como una mujer resuelta
y empoderada de mi vida. Y lo he cumplido porque estoy construyendo mi
vida por y para mí.

Por eso, pregúntate si eres una bendición para alguien o un peso.


¿Tendrías una relación contigo misma? Sé que es difícil ser adulta y mujer,
nos encontramos con muchas más dificultades en lo laboral y en lo social,
pero esa es nuestra realidad, esas son las cartas que nos tocaron y no sacamos
nada con deprimirnos y paralizarnos en ese contexto de vida.

Yo sé y tú sabes que somos capaces de mucho, que somos mágicas y


que tenemos un gran potencial, por eso te invito a que confíes en construir
para ti hoy. Si estas iniciando con “cartas muy malas”, inicia agradeciendo y
valorando lo bueno que tienes y eres, anda con calma y comienza a poner
ladrillo por ladrillo. De a poco verás que ese hogar interior toma forma hasta
que un día se transforme en una mansión maravillosa que te provea de todo lo
que requieras en tu vida.

Construir tu vida es hacerte responsable de tu felicidad. Hacerte cargo va


a implicar muchísimo trabajo (no podría negarlo), podría tomar tiempo,
podría costarte poner en pausa algunas áreas de tu vida, como lo hice yo
cuando entré en mi período de celibato y me enfoqué absolutamente en mi
crecimiento personal y profesional. No siempre tenemos que usarlo en buscar
el amor de pareja porque no es necesario. Búscalo cuando estés lista y cuando
puedas ofrecer a otra persona lo mejor de ti. Eso te llenará de profundo
orgullo, fortalecerá el sentimiento de respeto que sientes por ti misma y que
habilitará para exigir lo mismo a cambio de tu gran valor.

“El amor no nace al tratar de resolver nuestras necesidades


dependiendo del otro, sino al desarrollar nuestra propia riqueza interior y
madurez”
- Osho -
Mata la Creencia de que Existen la Relación
Perfecta

Muchas personas creen que existe la relación perfecta. Y caemos en esta


creencia simplemente porque nos comparamos. La comparación ocurre
cuando juzgamos de acuerdo a nuestras creencias sobre lo que se espera de ti
y lo que se espera socialmente de las relaciones.

No compararte es una invitación a abrirte al proceso de aceptar tu vida


tal como es. La hierba no se compara con el pasto, ni el roble se compara con
el bambú. Todos somos únicos, y eso nos hace seres en extremo
maravillosos. Todas las relaciones son diferentes porque se conjugan tu ser
con el ser de otra persona y crean algo nuevo.

Afrontémoslo, siempre va a existir una pareja que se ría más, que juegue
más, que coma más delicioso, que conversen más, que les guste más las
películas o las noches de fiesta, parejas más intelectuales y serias, o parejas
más cariñosas. La forma de disfrutar la relación que tengas no consiste en que
la compares con otras relaciones, sino en tratar de descubrir si tu relación está
buscando su máximo potencial, uniendo cada potencialidad individual de
quienes la componen de la mejor manera que podrían hacerlo.

Las relaciones no son para siempre, ni buscan un objetivo único. Cada


relación puede aportarte muchísima experiencia, ya sea desde el miedo y el
dolor o desde la felicidad y la expansión. Solo tú decides qué deseas hacer y
cómo deseas vivirlo.
Interioriza que el Amor es Verbo, No Sustantivo.

Como la famosa canción de Arjona “el amor es verbo, no sustantivo”, no


bases tu relación en las buenas intenciones tuyas ni en las del otro, no la
bases exclusivamente en las palabras lindas que se dicen o en las promesas
que se juran mutuamente. El amor ni siquiera es algo que podamos explicar
con palabras, de hecho, es que casi no existe una definición para el amor que
no incluya una acción. Qué cosa más clara que esa.

El amor es de esas cosas que sientes porque la experimentas. Puedes


experimentar momentos de amor con las palabras y las buenas intenciones,
pero solo las podrás experimentar porque las vivencias desde la mente y el
ego, no porque sea una verdad material. La experiencia del amor vacío, la
palabra amor sin sustancia ni acción, nos genera un sentimiento de
insatisfacción y vacío constante, que nos remite a la experiencia de carencia
emocional de la niñez.

Todos requerimos que el amor sea como lo sentimos en la niñez. ¿Sentí


que mamá o papá me amaban si nunca se tomaban el tiempo de estar
conmigo, incluso si me decían que me amaban? ¿Me sentí amada cuando
mamá o papá me hacían promesas que no cumplían? ¿Me sentí amada
cuando mamá o papá me gritaban o pegaban? ¿Me sentí amada cuando mamá
me hacía sentir que no podía hacer nada por mí misma?

Entregamos amor al otro cuando, a través de nuestras acciones, le


proporcionamos al otro un espacio de seguridad en que puede ser él mismo
sin condiciones, cuando le proporcionamos al otro un espacio de confianza y
contención para que se atreva a ir por sus sueños y deseos, cuando abrazamos
la oscuridad del otro para recordarle que todo estará bien y que es una
persona maravillosa.
Sabrás que sientes amor cuando te sientas expandida desde el corazón, y
sabrás que estás amando al otro cuando desees entregarle ese mismo
sentimiento maravilloso con todo tu corazón.
El Amor No es para Siempre

Esto es simple y preciso: no tenemos control absoluto sobre el amor. No


sabemos cuánto puede durar, cuando comienza ni cuando acabará. Por eso
razón es que lo mejor es que disfrutes del proceso y del camino.

El amor romántico no es el santo grial que todos buscan (que en realidad


encubre la búsqueda infantil de la simbiosis con la madre en el útero). El
amor es una escuela de aprendizaje muy grande.

Las relaciones de pareja pueden transformarnos hacia algo celestial o


infernal. Hay relaciones que sacan lo peor de nosotras, de seguro. Mi amiga
Valentina me decía “esta relación me convirtió en una persona que no
deseaba ser”. Y es que ser humanos es la experiencia de convertirnos en
quien deseemos ser, todo dependerá de las decisiones que tomemos, y no es
que seamos así realmente, es lo que decidimos ser en una relación.

¿La relación que tienes está alineada con quien realmente quieres ser o
en quién te quieres convertir? Y no es solo para ti, también tu pareja puede
hacerse esa pregunta. Recuerda siempre ser generosa para recibir una relación
maravillosa en tu vida: no pienses solo en lo que vas a recibir, piensa en lo
que puedes dar también. Si confías en la persona que elegiste, te aseguro que
tú podrás velar por tu cuidado y tus necesidades, tu pareja por sí mismo, y
ambos pueden darse el amor más lindo y generoso que buscan.

¡Que tu relación sea una gran y maravillosa historia para contar y


recordar!
Solo el Tiempo puede Mostrarte Quien es
Realmente una Persona y Su Coherencia en el
Tiempo.

Necesitas que tener paciencia para encontrar a la pareja para ti, si eso es lo
que quieres. Antes incluso de pensar en eso, requerirás observar con calma tu
entorno y descubrir si quieres esas cosas, personas o situaciones en tu
experiencia.

No hay forma de descubrir cómo es realmente una persona sin tiempo


para conocerla. Sí, existen personas que logran entrar con confianza en una
relación rápidamente y resulta sumamente exitosa. Pero hay una diferencia
brutal entre este tipo de mujeres y las que les entran a relaciones dolorosas:
ellas se aman a sí mismas profundamente, se conocen y, por lo tanto, logran
conectar con su instinto fácilmente, aprendiendo a reconocer rápidamente en
el exterior personas maravillosas o potencialmente peligrosas.

Si aún no hemos llegado a ese punto, es mejor que nos tomemos un


tiempo para conocer a la otra persona. Es usual en estos momentos conocer a
personas de una forma muy distinta que como lo hacían quizás nuestras
ancestras, y me refiero al uso de la tecnología y las redes sociales. Hoy
conectamos con potenciales parejas a través de apps de citas o Instagram. Eso
pone todo cuesta arriba. Es difícil confiar en nuestro instinto cuando no
tenemos a la persona frente a nosotras, de hecho, siquiera hacernos una idea
de una persona solo con su foto y la descripción de su perfil.

Cuando terminé mi matrimonio entre a Tinder porque era la app de


moda que todos estaban usando. ¡Sentía tanta curiosidad por saber cómo
funcionaba! Hice mi perfil y entré sin pensarlo mucho. El primer like que me
dieron fue un subidón de adrenalina tremendo. En ese momento no entendía
muy bien cómo funcionaba la interacción social y me había quedado bien
desactualizada tras 14 años de relación. Me había saltado una parte
importante de mi juventud y estaba tan inmadura en cuanto a las
interacciones románticas, que juraba que si me daban like era porque le
gustaba a esa persona. Nada más lejano a la realidad.

Pronto descubrí que la forma de interactuar había cambiado. Las


personas se daban like por diferentes razones y con distintas intenciones. En
Tinder, la mayoría buscaba personas con quienes tener relaciones sexuales
casuales (y aún sigue siendo así en mi experiencia). Mi falta de experiencia,
sumado a mi inmadurez emocional, me hicieron caer una y otra y otra vez en
interacciones que me llenaban falsas ilusiones. Había terminado hace tan
poco que no me había dado cuenta que no me había adaptado a dejar de
esperar una conexión emocional, y la generaba una y otra vez, incluso si eran
relaciones casuales. No había aprendido a separar el sexo de las emociones, y
esperaba aún que alguien descubriera mi propio valor.

Me di cuenta de algo importante: muchas personas están confundidas,


siguen estándolo y, para conseguir una relación sexual casual, se valen de
crear conexiones emocionales para poder tener sexo. Otras personas desean
conexión emocional, tienen hambre de conectar, pero no están listas para
comprometerse con alguien, por lo que crean ilusiones de conexión, usan a
las personas para satisfacer esa necesidad y luego se desentienden del vínculo
que crearon. Otras personas son mucho más claras, comparten abiertamente
que solo quieren sexo, pero algunas no logran ser respetuosas en el proceso.

Si algo de esto te ha hecho sentido, si alguna de estas relaciones aún te


duele o te culpas por no haberlo visto, te invito a que no seas tan dura contigo
misma. Hay personas que van por la vida mintiendo a los demás sin ningún
cuidado. Tienes que ser compasiva contigo misma, entender que en ese
momento no sabías lo que hoy sabes y que no pudiste preverlo.

Aunque, si no quieres volver a pasar por eso (porque a nadie le gusta


sentir que fue engañado, créeme), es importante que aprendas a utilizar tu
inteligencia y tu instinto para descubrir a quien es un mentiroso. Cuando te
vuelvas experta, la loba en ti despertará para olfatear la falsedad de alguien.
Todas las mujeres tenemos esa mujer salvaje interior que nos da todas las
respuestas, y nuestro deber es conectar con ella.
BONUS TRACK: Busca una Pareja que sea un
Buen Socio de Vida

Una relación de pareja, como ya lo hemos conversado, no se basa solo en


amor. Realmente, elegir una pareja cuando tienes un sentido de valía y una
madurez sana, se transforma en una elección a consciencia muy importante.
Con una pareja puedes explotar diferentes áreas de tu vida que sola quizás no
podrías. Por eso, elige una pareja con la que puedas establecer una sociedad
de vida.

Piensa en tu vida como una empresa (literal es una empresa de vida) y


en tu pareja como tu socio. ¿Cómo sería el tipo de persona con el que puedes
compartir las ganancias y pérdidas de la empresa más importante que
montarás en tu vida?

Te invito a tomar toda la inteligencia que habita en ti para elegir a un


compañero, al menos uno con el que quieras construir algo importante para el
futuro. Y no te cierres solo porque esta decisión es importante: requieres
adquirir aprendizajes con otras personas para descubrir, en ese contraste, lo
que deseas y lo que no. ¡Lo maravilloso de conocer nuevas personas es que
son mundos por descubrir! Todo toma tiempo, hay momentos en que sabes
exacto donde quieres estar, hay momentos en que necesitas darte un espacio
para observar qué es lo que realmente deseas.

Así mismo, existen personas decididas que tienen mucha claridad y


fuego en su interior, y también hay personas que requieren su tiempo para
descubrir lo que realmente quieren. No existe la forma perfecta de ser, solo sé
tú misma. Recuerda a nuestra querida Mulán, “el deber está en tu corazón”.
¡Utiliza las Relaciones y Experiméntate!

Y recuerda, utiliza las relaciones para crecer personalmente. Toma las


relaciones como oportunidades para trabajar en tus miedos y experimenta, en
serio. Si hoy conoces a alguien nuevo o si tienes a tu pareja, prueba todos los
días ser diferente, ser como quisieras ser si no tuvieras miedos, inseguridades
o aprensiones.

Enfrentar el rechazo podría traducirse en comunicar a otro como te


sientes, decirle a alguien que te gusta, incluso si eso significa que la otra
persona te diga “que linda gracias, pero yo no quiero nada serio”.

Enfrentar la ansiedad podría traducirse en confiar, en dejar de exigir,


demandar o culpar. Quizás permitir que tu pareja salga a divertirse con sus
amigos una noche (si eres de las que no les gusta eso), o no acosar todo el
tiempo, darle espacio a la otra persona para que se encuentro consigo misma,
aceptar si se quiere tomar un espacio para evaluar la relación y tomarlo con
calma.

Enfrentar tu miedo a ser tú misma, podría traducirse en ser espontánea,


confesar que eres una ñoña ratón de biblioteca o que amas en secreto la serie
Dragon Ball. En serio, esas cosas que te hacen únicas alguien las puede amar
con pasión. Tu risa fuerte, si te da cosquillas cuando te tocan la oreja o, tal
vez, que te pongas roja cada vez que te hacen un cumplido o que no sepas
hablar sucio en la cama.

Enfrentar tu inseguridad con tu imagen corporal podría traducirse en


comprar un corsé y transformarte en una sucia scort por una noche. Quizás
andar desnuda por la casa, dejar prendida la luz o hacer un baile exótico a tu
pareja. ¡Todo vale querida!

Lo importante es que, cada cosa que decidas hacer con tu vida y tu


experiencia sea un acto de amor propio profundo, un acto de desafiarte a
crear la mejor y más optimizada versión de ti misma. Pero, vuelvo y te repito,
trátate suavemente, con amor, compasión y paciencia: no te presiones a hacer
algo que te angustie, date tiempo, pero buscando el justo equilibrio en que te
animes a enfrentar tus miedos ¡busca la adrenalina! Y recuerda, sé la mejor
madre para ti misma, y la mejor mamá animaría sus hijos a dar lo mejor de sí
y enfrentar sus miedos porque sabe lo maravillosos que son.
Comentarios Finales

Hemos llegado al final de este maravilloso recorrido y me emociono


muchísimo, ¡hay tanto más que quisiera compartirte! ¡Cuánto sueño con el
día en que cada mujer y hombre de este mundo entre en la vibración del
amor!

Nunca olvides esto: más allá de lo que hoy creas de tu vida, solo somos
un suspiro de la existencia, un grano de arena en un desierto, un átomo o una
partícula pequeñita en todo este engranaje universal.

La vida es muy corta mi preciosa y ocurre muy deprisa. Te deseo que no


pierdas un segundo más creyendo que no eres maravillosa, deseo que veas lo
que yo veo en ti: pura luz. Espero que todo este recorrido te haya ayudado a
descubrir que estás llena de creencias y aprendizajes que puedes cambiar, que
eres quien tú decidas ser y que tú eres la única artesana de tu vida.

Te invito a que abandones todos los pensamientos dolorosos y los


transformes en acciones de amor para ti misma. Te invito a que apartes de tu
vida toda experiencia de dolor y que te enfoques en construir la vida más
maravillosa que puedas imaginar.

Yo te aseguro que, no importa si es en esta vida o en la otra, mientras te


ames incondicionalmente y te permitas brillar, esa luz va a maravillar a una
persona que el universo traerá para ti. Y te aseguro que te enamorarás de la
brillante luz de alguien más.

No tenemos el control de cuando sucederá, puede ser que ocurra una,


dos, diez veces o ninguna, puede que sea a los 20, a los 30, a los 40 o a los 80
años. Pero no te quedes esperando a que eso suceda, preciosa. Haz de tu vida
algo maravilloso mientras eso ocurre.
No es tu misión ir a buscar el amor. Lo único que requieres ser es ser
como el óvulo. Nunca lo olvides. Tu trabajo es brillar y ser maravillosa y
tener una vida maravillosa, eso te llevará a lugares increíbles y te conectará
con personas fabulosas. Te aseguro que, si no te guardas y pones tu luz en el
mundo, más de alguien verá lo maravillosa y única que ya eres.

Créelo dentro para que otros lo puedan ver afuera.

Donde sea que estés y en el lugar o momento en que estés leyendo esto,
te bendigo para que tu camino se convierta en el deseo de tu corazón. Hoy y
siempre.

Con amor, Andrea.


Bibliografía
La maternidad y el encuentro con la propia sombra. Laura Gutman.

La represión del deseo materno y la génesis del estado de sumisión


inconsciente. Casilda Rodrigañez.

El triángulo dramático de Karpman. Gill Edwards.

Volver a la niñez. John Bradshaw.

Mujeres que corren con Lobos. Clarisa Pinkola Estés.

Tu hijo, tu espejo. Martha Alicia Chavez.

Sigmund Freud Obras Completas. Sigmund Freud.

La Maestria del Amor. Don Miguel Ruiz.

Lecturas recomendadas
Dar voz al niño. Yvonne Laborda.

Los Cuatro Acuerdos. Don Miguel Ruiz.

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