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ESTADOS SEXUALES DE LA MENTE 1967 1973 1975 1978 1984 1986 1988 1992 1994 1995 1998, 1999 2003 2010 ‘Osras DE DonaLD MELTZER El Proceso psicoanalitico, Hormé, Buenos Aires, 1987 Estados sexuales de la mente, Kargierman, Buenos Aires, 1974 (Esta edicién 2012) et al., Exploracin del autismo, Paidés, Buenos Aires, 1984 Desarrollo kleiniano, Spatia, Buenos Aires, 1988 Vide onirica. Una revsiin de la teorda y la tbenica pricoanalitca, ‘Tecnipublicaciones, Madrid, 1987 etal, Extudios en metapsicologta ampliada, Spatia, Buenos Aires, 1988, y Martha Harris, La aprehensién de la belleca. El papel del con- lcto extético en el desarrollo, la violencia y el arte, Spatia, Buenos Aires, 1990 Familia y comunidad, Spatia, Buenos Aires, 1990 Claustrum. Una investigacién sobre los fendimenos claustrofsbicos, Spatia, Buenos Aires, 1994 Sinceridad y otros rabajos. Obras escogidas de Donald Meltzer, Spatia, Buenos Aires, 1997 et al., Clinica psicoanalitica con nifos y adultos, Spatia, Buenos Aires, 1995 y Martha Harris, Adolescentes, Spatia, Buenos Aires, 1998 Diclogos clinicos con Donald Meltzer, Revista de la Asociacién Psicoanalitica de Buenos Aires, Buenos Aires, 1999 Supervisions with Donald Meltzer. The Simsbury Seminars, Karnac, London, 2003 A Melezer Reader. Selections from the Writings of Donald Melser, ed. by Meg Harris Williams, Karnac, London, 2012 EsTADOS SEXUALES DE LA MENTE Donald Meltzer Prélogo, eraduccitn, revisién y comentarios (Ed. 1974) Leon Grinberg, Alejandro Arbiser, Sara Z. de Arbiser, Juan F. Rodriguez Pérez, Jorge ©. Winocur y Nasim Yampey Revisién de la traduccién (Ed. 1974) Haydée Fernandez de Breyter Primera edicién en inglés Sexuel States of Mind, Clunie Pres, Worcester, GB, 1973 Primera edicién en espatiol: Estados sexuales de la mente, Kargierman, Buenos Aires, 1974 Esta edicién, México, 2004 ESTA EDICION En 1973 Donald Meltzer publicé su segundo libro, Eiados sexuales de la mente, Las tres décadas que siguieron vieron la construccién de una obra que es hoy fundamental para la teoria y la clinica psicoanaliticas. (Que las ideas de Meltzer se asocien a la “escuela poskleiniana’ es menos importante que el hecho de que constituyen una contribucién central, ¢ indispensable, al desarrollo del psicoanilisis contempordnco. “Apenas un afio después de su apaticién en inglés este libro fue tra~ ducido al espafiol por un-grupo de estudiosos argentinos dirigido por Leén Grinberg y publicado en Buenos Aires por la editorial Kargieman. sta tarea pionera permitié que Meltzer comenzara a ser conocido en ‘América Latina: hoy todas sus obras estin vertidas al espafiol ~gracias fen buena parte al esfuerzo de la pequefia editorial argentina, Spatia~, ‘aun cuando la inmensa mayorfa sea inconseguible en librerias. ‘La transmisién del conocimiento psicoanalitico en los pafses de habla cspatiola hace pensar en la primera Edad Media, en que copias de los ma- inusctios circulaban por los distintos palses como especias raras. La edi- torial Kargieman desaparecié en alguna de las penosas vueltas de nues- tras penosas vidas econémicas; con Spatia parece haber ocurrido otro tanto; Julian Yébenes (Tecnipublicaciones) la editorial espafiola que ha publicado algunos titulos de Meltzer, no distribuye en Amériea Latina Estados sexuales de la mente ha cixculado durante casi tres décadas en fo- tocopias, tan degradadas que han olvidado que alguna vez existié un ori- ginal impreso y encuadernado en forma de libro. La importancia creciente de la obra de Meltzer nos llevé a preparar esta edicidn. La hemos revisado con el mayor respeto. Corregimos una buena cantidad de erratas de la edicién original de Kargieman (pero la edicién en inglés de Clunie Press no es més cuidadosa), trabajo en el cual con seguridad habremos producido nuevos errores. Asimismo, mo- dlificamos alguna vez el texto espafiol para hacer més clara una locucién ‘para verter un localismo portefio, sintéctico o Kéxico, a un estilo de uso mas general. En muy pocas ocasiones corregimos algyin error flagrante de eraduccién. Cuando el grupo dirigido por Grinberg trabajé en el texro de Meltzer, no existia atin Ia edicién de las obras de Freud en Amorrortu que, para biea y para mal, constituye nuestra Standard Edition. Modificamos siem- pre las referencias de tal manera de hacerlas ficilmente localizables para el lecror, no asf la traduccidn de los textos freudianos, hecha por el pro- pio grupo argentino, que tiene la ventaja de ser menos farragosa que la de Amorrortu. (Nos referimos siempre a la edicidn en espafiol de Freud como AE, es decir, Amorrortu Editores, asi como la Standard Edition es referida como SE.) Tambign: regularizamos los titulos y las ediciones de Jas obras citadas tanto por Meltzer como por el grupo argentino en sus tries notas al pie de cada capftulo, para que su referencia correspondiera con la tilkima apaticién edivorial conocida de los autores en cuestién. Este es, pues, el resultado del esfuerzo del copista medieval anénimo que, paraddjicamente, emplea los més avanzados sistemas electrénicos. La desesperacién de que ninguna editorial establecida pusiera en circu- lacién, en teinta afios, una edicién razonable de este libro y la imposi- bilidad de tomar contacto con el titular de los derechos, pese a numero- sas tentativas, nos llevé a publicar ahora Eitados sexuales “en secreto”. Se trata de una edicién fuera de comercio y sin fines de lucto. Su finalidad ces extablecer una versién impresa para que las méquinas fotocopiadoras, que sf lucran, proporcionen a los estudiantes paginas menos borrosas y ss legibles, y as{ puedan abordar sin cataratas la lectura de un texto fondamental de uno de los més grandes psicoanalistas de nuestro tiem- po. Alimentamos el ardiente deseo —la posmodernidad que todo lo coniagra, también admite los milagros—, de que una editorial estable- cida repate el dao: oftecemos para ello nuestro trabajo. Donald Meltzer murié en 2004. Su vida estuvo lena de significado y también de sentido del humor. El, compadecido de la indigencia de nuestra vida editorial, tan poco amigo como era de instituciones y for- malidades, habria disfrurado el oximoron que encierra esta pequefia perversidad de buena intencién, RECONOCIMIENTOS Entre las muchas personas ~pacientes, estudiantes, colegas y amigos que ime han ayudado a delimitar los conceptos contenidos en este volumen, debo destacar a aquellos que me alentaron especialmente y colaboraron en la preparacién del manuscrito y el libro: Esther Bick, Patti Koock, Roger Money-Kyrle, Elizabeth Bott Spillius, Adrian Stockes, Doreen. Weddell. INDICE PROLOGO . InTRODUCCION. Primera parte: HISTORIA Seccién A: La TEORIA DEL DESARROLLO PSICOSEXUAL Capitulo 1: El método psicoanalitico y sus teorfas. Capitulo 2: La sexualidad infantil y el complejo de Edipo : Capitulo 3: Fases del desarrollo y series organizacionales Capitulo 4: Del dolor-y-temor al amor-y-dolor. ‘Seccién B: SOBRE LA TEORIA FREUDIANA DE LA PSICOPATOLOGIA SEXUAL Capitulo 5: La fenomenologia clinica del narcsismo. . Capiculo 6: Aproximacién clinica a las perversiones . Segunda parte: REVISION ESTRUCTURAL DE LA TEORIA SEXUAL Incroduccién a la parte I: Seccién A: DESARROLLO PSICOSEXUAL Capieulo 7: Idensificacién y socializacién en laadolescencia. . . ss + Capieulo 8: Saliendo de la adolescencia Capieulo 9: Las bases introyectivas de las tendencias polimorfas en la sexualidad adulta Capitulo 10: La génesis del superyd-ideal 13 . 2 .3l 41 53 63 75 - 81 1 95 105, 113 127 Seccién B: PsicoraToLosta SEXUAL Ci Capitulo 11: Sexualidad adulta polimorfa Capitulo 12: Sexualidad infantil polimorfa Capitulo 13: Sexualidad infantil perversa Capitulo 14: Terror, persecusién y temor Capiculo 15; Los origenes del jguetefetichista de las perversiones sexuales Capitlo 16: Sobre la diferenciacion ambisexual-bisexul Capitulo 17: Trabajo, juego y sublimacién Capitulo 18: Revisidn estructural de la teorfa de las perversiones y las adicciones . . Capitulo 19: Perversién de la transferencia ‘Tercera parte: APLICACIONES DE LA TEORIA Capiculo 20: Tirania Capitulo 21: “La revolucién permanente” de las generaciones Capitulo 22: Implicaciones es de la tcoia ‘estructural psicosexual Capitulo 23: La realidad psiquica de los nifos no nacidos . Capitulo 24: La arquitecténica de la pornografla APENDICE DE LAS IDEAS CENTRALES BIsLioGRasta 139) 143 149 163 175 187 199 - 213 - 219 227 239 . 247 259 265 279 285 PROLOGO El titulo de este libro, Estados sexuales de la mente, anticipa, desde su enunciado, gran parte de las probleméticas complejas y signifi- cativas que, en toro al tema de la sexualidad, el autor desarrolla en esta obra. Por de pronto, vuelve a replantear varios de los aspec- tos esenciales de la evolucién psiquica y biolégica del individuo gue siguen manteniendo su vigencia desde que Freud escribiera Tres ensayos de teria sexual, una de sus contribuciones més valiosas y originales para el conocimiento humano. Quizas no sea casual {que se trate de uno de los articulos de Freud que ha suftido mayo- res modificaciones y agregados en el curso de sus distintas edicio- nes; se debe ~entre otras cosas- a su temdtica tan controversial y trascendente como lo es, por ejemplo, todo lo referente al descu- brimiento de la sexualidad infantil y a la extensién del concepto de sexualidad. Uno de los méritos més destacables en el enfoque de Meltzer es que no se dedica a estudiar conductas sexuales, sino mds bien mo- dalidades de funcionamiento mental que se relacionan con carac- teristicas de la sexualidad infantil y adulta. Intenta crear de este modo una nueva metapsicologia de las perversiones ~como asf también de las adicciones~ a la luz de la teorfa estructural. El pun- to de partida es el de una organizacién narcisista infantil que asu- me el control de la personalidad sometiendo a la parte adulta ya Jos objetos buenos internos a una actitud pasiva de abandono y en- trega. Para Meltzer, el significado especifico del impulso perverso consiste en alterar lo “bueno” para convertirlo en “malo”, aunque conservando la apariencia de bueno. A su juicio, no hay actividad humana que no pueda ser pervertida por estas estructuras infan- tiles narcisistas del self, sea por medio de la seduccidn, la amenaza, la confusién, etcétera. Lo que caracteriza esencialmente la calidad 4 ESTADOS SEXUALES DE LA MENTE perversa de dicha actividad es su contenido agresivo y destructivo. Peto, y tal como lo sostiene Melanie Klein, la virulencia de la des- tuctividad podré ser modificada a través de la paulatina integra- cin de las partes malas y agresivas del self con los aspectos mas constructivos y reparadores del mismo. Meltzer sugiere que a la forma adjetiva, “perversa”, se la considere en relacidn con el im- pulso instintivo (por ejemplo “sexualidad perversa’), mientras que el sustantivo “perversién” sea considerado como un termino noso- l6gico que abarca la organizacién infantil narcisista con las carac- teristicas anteriormente descritas (“perversién sexual”). Otro de los aportes valiosos del libro corresponde a la resefia atin de i principales trabajos de Freud, Abraham y Klein sobre el tema, enfocando el estudio detallado de la organizacién pregeni- tal del libido, la bisexualidad y la confussn dle zonas cndgenss, centre otros temas. Describe la evolucién de las ideas esenciales de Freud a partir de los primeros modelos mentales que utilizara (mo- delos neurofisiolégico, éptico, hidrodindmico, etcétera), hasta lle- gar a la teorfa estructural que otorga mayor gravitacién y jerarquia a las inscancias psfquicas, a las relaciones objetales y a lo motiva- clonal, que al interjuego de fuerzas energéticas en la conceptuali- zacién de la dindmica psiquica. ‘Meltzer postula, por otra parte, una concepcién original del prin- cipio econémico que deja de conceptualizar como una economia ccuartirativa mecénica o fisica, o una fuerza vinculada a cargas y contracargas energéticas. Usa el término “econdmico” en el sentido que se dice que un gobierno tiene una politica econémica y pasa a considerarla como una relacién cualitativa que conduce ala abstrac- cidn y a la simbolizacién. En otros capitulos del libro se considera el mundo adolescente como una institucién social definida. Después de sefialarse la im- portancia que tiene para el adolescente el poder proyectar aspectos propios en la vida grupal de la pandilla, se encaran los conifictos que se le presentan en relacién con el sentimiento de identidad. EI grupo podré resultar “terapéutico” porque funciona como un con- tinente adecuado para las identificaciones proyectivas del adoles- PROLOGO 15. cente, aliviéndolo de gran parte de sus ansiedades persecutorias y confusionales y permitiéndole un mejor contacto con la realidad. Pero creemos que el tema que despierta mayor interés es el que se refiere a la diferenciacién metapsicolégica entre la sexualidad adulta y la infantil, y que abarca las diferencias entre las tendencias polimorfas y las tendencias perversas de la sexualidad adulta. Mel- tzer se basa en la concepcién freudiana acerca de la “sexualidad in- fantil perverso-polimorfi’, separando sus aspectos polimorfos de los perversos en relacién con la estructura psiquica y la evolucién. Destaca los aspectos maduros y més evolucionados del acto se- xual adulto (cuya privacidad -sostiene— debe ser respetada en el curso de un tratamiento analitico) que se caracteriza por la cali- dad humana y no cosificada del vinculo, la biisqueda de la rela- cidn con el objeto total, una integracién del supery6-ideal y el pre- dominio del funcionamiento de la identificacién introyectiva que conduce 2 una comunicacién genuina. En cambio, en la sexuali- dad infantil (0 ~a veces~ en los juegos preliminares del coio adul- to) pueden privar la satisfaccién de tendencias parciales, como asi también el vinculo con objetos parciales, la descarga instintiva sin consideracién por la pareja, y el funcionamiento predominante del mecanismo de identificacién proyectiva. Se deben distinguir los aspectos polimorfos de los aspectos pervervs de la sexualidad infan- til. Los primeros comprenden la actitud competitiva, los celos edipicos, la confusién’ de zonas erdgenas, la tendencia masturba- toria, y tienen como motivacién subyacente la de evitar la exclu- sin, superando la tensién desencadenada por los deseos insatisfe- cchos. En las tendencias perversas encontramos como caracteristicas esenciales la envidia, los celos regresivos, el sadismo, el ataque des- tructivo contra la pareja y el triunfo manfaco sobre las angustias, depresivas y persecutorias. Otro aspecto importante es el de la correlacién que establece entre el trabajo, la sexualidad “adulta” y el juego auténtico del ni- fio como manifestaciones maduras de la parte adulta de la perso- nalidad (sea que se trate de un nifio o de un adulro propiamente dicho), y su diferenciacién de la actividad de seudo-trabajo, sexua- 6 ESTADOS SEXUALES DE LA MENTE lidad “infantil” y seudo-juego (compulsivo y sin goce) que cortes- ponden a la organizacién infantil de la personalidad (ya sea del adulto o del nifio) . Para el autor todo trabajo es sexual en su significado, “Trabajo” » “sexualidad” no pueden zelacionarse al estilo del huevo y la ga- llina, pues el segundo término es el més amplio, sobre todo si se feconoce su cualidad “parental”, esto es, que constituye una resul- ‘ante de la identificacién introyectiva con los padres internos. Tal criterio hace redundante el concepto de sublimacién, y que el pla- cer del trabajo necesite considerarse como desexualizado en nin- ain sentido, El trabajo no puede diferenciarse del seudo-trabajo por su fenomenologia o descripcién sino por el andlisis de la fan- tasia inconsciente y las motivaciones, Queremos hacer notar—por otra parte— que para Meltzer el tér- mino homosexual no es necesariamente sinénimo de perversién, sino que se trata de una expresién meramente descriptiva y feno- menolégica que no marca las diferencias entre lo perverso y lo poli- morfo, Asi ~por ejemplo— una determinada fantasfa homosexual puede ser la expresién de la necesidad de satisfacer la parte femeni- ‘na del var6n (0 masculina de la mujer) en un momento dado, sin contener elementos sidicos o destructivos como ocurre en. la ho- mosexualidad perversa. Esta tiltima estaria incluida entre las ma- nitsasionet de la parte psicética de la personalidad. Ademés, propone diferenciar con mayor precisién el cone: de bisexualidad” del de Seer talando que ste dl, timo representa una manifestacién psicopatoldgica en que las ten- dencias homosexuales y heterosexuales aparecen con simultaneidad (Chermaftoditismo psicosexual o inversién anfigena” segiin Freud) con un tipo especifico de relacién objetal y fantas{a inconsciente subyacente, y un mayor o menor componente destructivo y auto, desiructivo. En todo caso, insiste en la conveniencia de distinguir Y categorizar merapsicolégicamente lo que es verdaderamente pa- toldgico de lo que no lo es en las desviaciones del comportamiento sexual ya que, en este terreno, reina bastante ambigiiedad tanto se- matica como conceptual. PROLOGO ae En el capitulo del libro’en que desarrolla el tema sobre la “ar- quitecténica de lo pornogréfico” estudia la telacién entre el artista y el espectador de la obra de arte y la compara con las fancasfas existentes en los vinculos sexuales entre los individuos con sus as- pectos amorosos y reparatorios, o bien con sus componentes sédi- cos, No descarta—por ejemplo— que lz motivacién social del artis- ta para crear y exhibir pueda contener Fantasias perversas. Destaca ademas la importancia de la imagen visual como miicleo esencial de la fantasia inconsciente. Pero en el impulso voyeristico de la ex- presién pornografica, el componente visual es esencialmente des- integrador. La escena primaria y la fancasfa son componentes in- faltables en todos los estados sexuales de la mente. Queremos sefialar que Meltzer se ocupa también del tema del aborto con sus dramiticas repercusiones en sus protagonistas prin- cipales: la mujer embarazada, su pareja y el médico interviniente, Es fundamental conocer la realidad psiquica subyacente a la expe- riencia del embarazo. Si ha predominado la identificacién intro- yectiva, la mujer—que vivenciard su embarazo como propio estaré en mejores condiciones para elaborar el duelo correspondiente en el caso en que razones poderosas justifiquen su intervencién. Pero si prevalece la identificacién proyectiva con la madre interna sur- girdn las consecuencias y los sintomas tipicos de un duelo patolégi- 0, Meltzer recalca ademés las consecuencias catastréficas que pue- de acartear un embarazo no deseado, o una madre “mal equipada” para recibitlo. ‘Ademés de las contribuciones al estudio de las perversiones, adic~ ciones y enfermedades regresivas, hay otros tépicos muy impor- tantes que otorgan riqueza y profundidad al desarrollo concep- tual del tema principal: los aspectos normales y patolégicos de la sexualidad. Entre ellos esté la clasificacién de los distintos padeci- mientos psiquicos incluidos en la denominacién amplia de ansie- dades paranoides, especialmente los que corresponden al femor, a la persecucién y al terror con sus matices y contenidos diferenciales; estos sentimientos estén relacionados con la metapsicologia de la tiranfa, Otro capitulo de interés es el de la génesis del “superyé- B ESTADOS SEXUALES DE LA Mi NTE ideal” al que considera un aspecto diferenciado del superyé, desta- cando su transformacién y valores e ilustrando su evolucién mer- ced al agregado de cualidades nuevas a las cualidades ya existentes de las imagenes superyoicas parentales. En sintesis, el libro constituye un notable intento de clarificar gran parte de la confusién existente hoy en dfa en relacién con la sexualidad, Meltzer critica las explicaciones causales de la conduc- tasexual humana basadas en concepros estadisticos de normalidad ©-en pautas sociolégicas de cultura como “evasiones de responsa- bilidad hipécritas 0 hasta cinicas’, Justifica entonces encarar la in- vestigacién del comportamiento sexual humano desde la perspec- tiva psicoanaltica, para lo cual se apoya en la linea orientada por los grandes maestros Freud, Abraham, Melanie Klein y Bion, Des- taca, sobre todo, la importancia que para dicho estudio adquiere ta experiencia clinica en el marco de una relacin de pareja analis- ta-paciente en la que la interaccién fructifera de dos mentes posi- bilica la apertura y comprensién de nuevos enfoques en un tema de tanta trascendencia, La lectura de esta obra no slo amplia el panorama de la psico- patologia sexual clinica sino que otorga, ademds, una visién reno- vada de la teoria del desarrollo psicosexual y de su relacién con las neurosis y los aspectos psicéticos de la personalidad, mediante el aporte de ideas originales sumamente fecundas. En un grupo de estudios integrado por los firmantes de este prélogo, discutimos minuciosamente los principales conceptos de este libro, estableciendo su correlacién con ideas de otros autores y cel mismo Meltzer que no aparecen en este volumen. El grupo intervino también en la supervisién de la traduccién realizada por la sefiora Haydée Fernandez de Breyter, procurando mantener las concepciones tedrico-técnicas como asi también el espfritu cen- tral de las hipétesis del autor lo més cercanamente posible al orig nal. Cotejé ~ademés~ con cuidado la traduccién de las citas de Freud, Finalmente, y donde lo consideré necesario, intercalé algu- ‘nos comentarios en notas al pie de pagina, para completar una PROLOGO 19 determinada informacién y orientar al lector con la mencién de ideas afines y su bibliografia correspondiente. Estudiar y comentar este libro nos resulté una tarea muy amena y especialmente enriquecedora. LBON GRINBERG, ALEJANDRO ARBISER, ‘SARA Z. DE ARBISER, JUAN EF, RODRIGUEZ PEREZ, Jorce O. Winocur y Nasim YamPey INTRODUCCION Laelaboracién de este libro fue emprendida con una sensacién de cierca urgencia, Esta sensacién incluye el campo del psicoanilisis y su préctica, asi como cierto malestar con respecto al papel que hhan jugado los descubrimientos psicoanaliticos en el presente esta- do de confusién relativo a la sexualidad, que hoy nos enfrenta en todas partes. Nadie puede dudar que los grandes adelantos de la ciencia médi- a en combatir enfermedades venéreas han liberado al comporta- riento sexual de la restriccién pavorosa impuesta por la moral ins- pirada en la religidn, Los més recientes desarrollos de la medicina prometen la liberacién de preocupaciones éticas a través de anti- conceptivos seguros. Es irénico que la ciencia, que fue tan revolu- cionaria con respecto ala intolerancia sexual, se encuentre tan “pu- ritana” con respecto a la licencia sexual. Pero donde el péndulo de Ja ignorancia oscila ampliamente, el psicoandlisis se apoya con fir- ‘meza en sus fundamentos filos6ficos basados en la creencia en la in- dividualidad, en la primacfa de la realidad ps{quica y, por lo tanto, en lo concreto de la responsabilidad. Se impone ver todos los conceptos estadisticos de normalidad, lo mismo que todos los conceptos sociolégicos de cultura, como evasiones de responsabilidad hipécritas 0 hasta cinicas cuando son propuestos como explicacién causal del comportamiento huma- no. Debe sospecharse igualmente del misticismo eésmico. Pero el psicoandlisis tiene un misticismo propio, como lo tiene toda ciencia que no se sale del cazril con arrogancias es decir, que la indagacién de los misterios del universo no intenta nunca res- ponder a la pregunta esencial y destruir nuestros sentimientos de temor reverencial y sorpresa ante lo inexplicable. Mejor dicho, la ciencia busca descubrir, y no invadir, los santuarios de la nacurale- 2 ESTADOS SEXUALES DE LA MENTE za, fortalecer nuestra humildad al mismo tiempo que aumentar nuestro autocontrol ~no nuestro control del Universo, sino nues- tro auto-control— para que podamos asumit la responsabilidad que Jaevolucién de la mente ha depositado en nosotros. Como ahora pedemos entrometernos en todo lo de este mundo, somos la cus- todia del mundo. Y es demasiado tarde para tratar de expulsar a Dios-cl-Padre, de nuestro mundo interno mediante teorfas socio politicas elegantes, para que pueda é hacerse cargo de estas ago- biantes areas. Hasta aqui la urgencia que forzé la elaboracién de este libro. Su contenido es un tributo ala linea de genios que abarca desde Freud, pasando por Abraham, hasta Melanie Klein, y luego Wilfred Bion, Donde ellos han sefialado la direccién, los detalles deben ser pro- porcionados por ottos para forjar las herramientas que puedan im- plementar sus grandes insights. En lo que sigue, apenas me he refe- ido al trabajo de otras personas, psicoanalistas,fil6sofos, biélogos, socidlogos, antropélogos y otros. Silo hago, no es para que se me dé “cxédito” sino para orientar a los lectores a un estudio més profun- doo para citar una afirmacién particularmente medular de un pro- blema. No existe la posibilidad de dar crédito a las realizaciones de hablar de un drea de crédito rara vez ‘mencionada que agrega una faceta a la concepcién del método coanalitico, cuyos descubrimientos son expuestos aqui. Un andlisis comienza con una persona relativamente enferma dirigiéndose a otra persona relativamente sana para que le ayude. Pero si el esfuer- zo para organizar y poner en movimiento un “proceso psicoanaliti- co” triunfa, las dos personas quedan ligadas en una intimidad, una franqueza, una revelacién de pensamiento y sentimiento cuya in- tensidad, yo afirmo, es tinica. Comprende, potencialmente, la pro- fundidad de concentracién de la madre que amamanta y el bebé, la pasién de la pareja en coito, la urgencia del artista de dar forma plistica a la experiencia, el impulso del fildsofo hacia la verbaliza- cién y el anhelo del matemdtico por la precisién, Cuando un andli- sis prende y posibilita nuevos insights, lo hace por la accién recipro- a0 interaccién de las dos mentes. uno mismo. Pero serfa tt INTRODUCCION 2B Serfa justo entonces, el reconocimiento a los pacientes cuyo ma- terial se utiliza para ilustrar los diversos coriceptos que se describen en este libro, Algiin dia esto ser4 posible. Pero, como todavia es ne- cesario proteger la privacidad de nuestros pacientes de la intoleran- cia, podemos comenzar por reconocer lo obvio, que todo descu- brimiento psicoanalitico es una autorrevelacién y cada trabajo una autobiografia. Enconces por lo menos el nombre de uno de los pa- cientes queda revelado. Esto aclara la diferenciacién entre crédito y responsabilidad, En lo que sigue, creo que las implicaciones para una compren- sién correcta de la sexualidad contenidas en Ia linea de trabajo de Freud — Abraham ~ Klein ~ Bion estén fiel y correctamente tra- zadas. La responsabilidad de esta “correccién” tiene que corres- ponder al autor. Si es una teoria correcta es “de ellos’, si es “inco- rrecta” es “m{a’. Pero, por supuesto, la incapacidad para ver algo original en el trabajo de uno mismo se debe a la confusién resi- dual entre interno y externo de lo que se refiere a la génesis del superyé-ideal propio. Porque, despues de todo, ;quién optarfa por ser un huérfano! EI plan del libro es simple. La historia de la teorfa psicoanalitica del desarrollo psicosexual y la psicopatologia sexual clinica se pre- senta en la forma de conferencias dadas en el Insticuto de Educa- cién, Universidad de Londres 1964 y 1965, y dos dadas en el Ins- tituto de Psicoandlisis, 1968-1969, respectivamente. Varian en el grado de complejidad y conocimiento de la literatura presupuesta. Luego se presenta una revisidn de la teorfa del desarrollo psico- sexual. Se dilucida después la composicién del superyé-ideal y su. posicién en la vida sexual en particular (cap. 10) El camino estd, entonces, despejado para una revisidn de la teo- ria de la psicopatologia sexual con respecto a varias dimensiones de diferenciacién adulta-infantil (cap. 11-12), polimorfismo-per- versidad (cap. 12-13), sexualidad perversa-perversién sexual (cap. 15-16-18). Se investigan los problemas de préctica clinica relacio- nados con la ambisexualidad (cap. 16), la transferencia adictiva (cap. 19) y el lugar del trabajo en la sexualidad (cap. 17). 24 ESTADOS SEXUALES DE LA MENTE Finalmente, se realiza alguna exploracién en las implicaciones y aplicaciones de esta teorfa en otras reas como la politica (cap. 20- 21), la educacién (cap. 22), el aborto (cap. 23), la ley (cap. 24). Fueron agregadas notas al pie porque varios capitulos datan de 1960 en adelante, y mis concepciones actuales difieren a veces de las entonces sustentadas. Es un trabajo puramente psicoanalitico ya que se arriesga todo ala validez del método psicoanalitico de observacién. Esta validez es mds facil que sea emocionalmente sentida por aquellos que han tenido un conocimiento directo del método. Para facilitar la com- prensién intelectual de aquellos lectores que conocen la literatura psicoanalitica, podria ser provechoso mencionar dos problemas, uno con respecto al lenguaje técnico, el otro perteneciente a la teo- ria general, El sistema general de nomenclatura que se sigue para describir los fendmenos clinicos es el mismo que es utilizado en El Proceso psicoanalitico en lo que respecta a hablar de objeto parcial y obje- to total, partes del self, zonas erdgenas y confusiones zonales. Asi, los objetos de la fantasia infantil, tanto internos como externos, son referidos en términos infantiles “mami”, “papi”, “el pecho de mami”, “el pene de papi”, etc., indicando estados de objeto total u objeto parcial. Mas divisiones funcionales de objetos parciales son indicados por elisién, “pecho-retrete”, “pecho-nutricio”, “penes- internos”, “pene-pezén”, etcetera. Se describen partes del self infantil por diferenciacién sexual, distincién buena-mala y nivel de desarrollo “parte-bebe”, “parce- nifto” o “parte-nifia”, “partes buenas”, “malas”, 0 “parte destructi- va’, Los términos “adulto” e “infantil” son usados exclusivamente en un sentido metapsicolégico, mientras que los términos grown- up “crecido”] y anifiado describen un comportamiento externo 0 valores culturales. La teoria que serd descrita y ejemplificada es una elaboracién y extensién de Tres ensayos de teoria sexual a la luz de la teoria es- tructural y los desarrollos kleinianos. En resumen, la concepcién de Freud de la sexualidad infantil como “polimorfamente perver- INTRODUCCION 25 «2, es separada en polimorfismo y perversidad que estén firmemen- te ligados a la estructura psiquica. Por estos medios, podemos ex- plorar problemas de organizacién narcisista y rastrear sus influen- Gias sobre el desarrollo y los trastornos regresivos. Més atin, por medio del concepto de identificacién introyectiva por un lado, y una concepcién integrada del superyé-ideal, la categoria de geni- talidad se extiende ala de sexualidad adulta, la cual es diferencia- da metapsicoldgicamente, antes que descriptivamente, de la sexua- lidad infantil. Esta teorfa implica que, mientras en la sexualidad infantil los estados de la mente reflejan una relacién (1°) directa del yo con el ello, en estados sexuales adultos existe una relacién (2°) indirecta mediatizada a través de la identificaci6n introyectiva con Ja unién sexual del objeto combinado interno (superyé-ideal). Basados en estos enfoques se da una nueva organizacién a los fe- ‘némenos clinicos relacionados con los estados sexuales de la men- te, y se hacen algunas contribuciones especificas a la metapsicolo- sgfa de las perversiones, adicciones, fetichismo y enfermedad regresiva en general, Es evidente que, en todo momento, en las formula ciones teéricas y en los ejemplos clinicos, la escena primaria o la fantasfa, de un modo extendido, son conservadas como el marco referencial para la descripcién de todos los estados sexuales de la mente, tanto adultos como infantiles. PRIMERA PARTE HISTORIA Seccién A ‘La Tgor{a DEL DESARROLLO PsICOSEXUAL* + Adaptado de conferencias pronunciadas en el Instituto de Educacién de la Universidad de Londres, 1964, 1965. CAPITULO 1 EL METODO PSICOANALITICO Y SUS TEORIAS En un volumen de esta clase dificilmente puedo aspirar a propor- cionar una imagen comprensiva de lo que seguramente ¢s el més, complejo problema de la ciencia y para cuyo esclarecimiento se requiete el aporte de casi todas las ramas de las ciencias naturales y las humanidades, cada una de ellas segiin sus métodos y mate- riales especificos. Si bien mi formacién e intereses como biélogo, médico y psiquiatra pueden ampliar mi perspectiva, debo admi- tir que la tinica disciplina que conozco en profundidad y de la cual tengo vasta experiencia es el psicoandlisis. Deseo que vean en estas justificaciones una referencia alas limitaciones del psicoandlisis, sus métodos y sus descubrimientos. Dado que el valor de los descubrimientos de cualquier discipli- na cientifica puede ser dererminado solamente sobre la base de la comprensién de sus métodos y materiales, me referiré brevemente ala historia del método psicoanalitico para investigar el funciona- miento de la mente humana. Al diferenciar entre descubrimien- tos psicoanaliticos y teorfas psicoanaliticas, se puede alcanzar una posicién razonable para juzgar la validez de lo que sigue respecto de dos distintas categorfas: 4) evaluacién de la confiabilidad de los, datos para la reconstruccién del desarrollo histérico de pacientes, individuales; 6) juicio crftico acerca de la calidad del pensamien- to que ha sido usado en la construccién de las teorias acerca del desarrollo del nifio a partir de estos descubrimientos clinicos No es mi propésito considerar los muchos caminos fuera de psi- coanilisis clinico que han seguido psicoanalistas de experiencia en su legitimo deseo de enriquecer, corroborar o extender los descu- brimientos psicoanaliticos. Los campos de observacién infantil, ESTADOS SEXUALES DE LA MENTE «tologia, pruebas psicoldgicas, trabajo en guarderia o colegios es- peciales, antropologia ~éstos y muchos otros han jugado un rol en [a evolucigin del psicoandlisis, pero no son considerados aqui. Sigmund Freud, que trabajaba en la atmésfera cosmopolita de /a Viena finisecular, que provenia de una familia judfa no orcodo- x2 y relativamente asimilada, y posefa experiencia como médico, neurdlogo ¢ investigador en neurofisiologia, quedé fascinado por la obra de Charcot en Paris, relacionada con la hipnosis, y por la obra de Breuer, en Viena, con pacientes histéricos. Por medio de la hipnosis; més tarde por un mérodo de asociacién forzada y, fi- rnalmente, la libre asociacién, Freud establecié la primera hipte- sis de trabajo acerca del inconsciente como el factor determinante en la formacién de los sintomas patolégicos del paciente histéri- 0. Pero hizo algo més al mismo tiempo, y aqui reside su grandeza y la esencia del método psicoanalitico: comenz6 a auto investigar- se a la luz de sus descubrimientos con sus pacientes y con respec to de sus respuestas emocionales hacia sus pacientes. La primera de estas dos lineas de investigacién produjo la pie- dra fundamental del insight psicoanalitico, La interpretacién de los swehos (1899), Psicopatologia de la vida cotidiana (1901), El chiste isu relacién con lo inconsciente (1905). La segunda de estas Iineas se desarrollé en un autoandlisis sistematico, del que da cuenta la biografia de Freud escrita por Ernest Jones. Fue esta capacidad de Figuroso auoescrutinio lo que lo capacité para proseguir la tarea con histéricos. Siguié la inicial publicacién conjunta con Joseph Breuer, Esxudios sobre la histeria (1895), mientras Breuer se alejé ance la primera y abierta transferencia erdtica que una paciente de- sarroll6 hacia él. Este esfuuerzo verdaderamente heroico del auto- andliss,iniciado en 1897 y presumiblemente continuado como par- te de su vida diaria hasta el momento de su muerte en Londres en 1939, senté la piedra fundamental del método psicoanalitico. A través de la indagacién sistemdtica de la naturaleza y origenes de sas propias respuestas emocionales y fantasias ante el material de sus pacientes, lo que pronto llamé contratransferencia, Freud fie ca- paz de construir, como la clave de la investigacién psicoanalftica, EL METODO PSICOANALITICO Y SUS TEORIAS 33 el concepto de transferencia. Asi la presenté formalmente quince aos después en su trabajo “Sobre la dindmica de la uansferenci (1912). Esto contintia siendo la esencia del método psicoanaliti- co y su tinico rasgo distintivo que justifica el reclamar un lugar propio entre la vasta cantidad de técnicas desplegadas para desen- trafiar los misterios de la psique humana. ; Entonces, qué es la transferencia? He aqui la primera descrip- cién de la transferencia tal cual él a vio en aquel tiempo: “Los im- pulsos inconscientes no quieren set recordados en la forma en que el tratamiento lo desea, pero procuran reproducisse acorde con la atemporalidad’ del inconsciente y su capacidad para la alucina- cién. Asf como ocurre en los suefios, el paciente recuerda los pro- ductos del despertar de sus impulsos inconscientes como contem- pordneos y reales: él busca poner sus pasiones [ambas amor y odio, Freud ya lo ha explicado] en accidn sin tener en cuenta la situa- cidn real. El terapeuta trata de obligarlo a ubicar estos impulsos emocionales dentro del nexo del tratamiento y de la historia de su vida, de someterlos a la consideracién intelectual y entenderlos a Ja luz de su valor psiquico” ? Dos aftos antes, en 1910, Freud ya habia explicado st convie- cién que la capacidad del analista para comprender la fancasia in- consciente y la emocién contenidas en la rransferencia del paciente dependia del contacto con sus propias respuestas inconscientes a sus impulsos emocionales: la contratransfvencia. El esctibe sobre esto asi: “Nos hemos enterado de la ‘contratransferencia’ que surge (enel analista) como un resultado de la influencia del paciente en sus sentimientos inconscientes y estamos inclinados a insistir que €l deberd reconocer en él mismo esta contratransferencia y supe- § Nora DBL GRUPO DE ESTUDIOS: Hoy en dfa hablarfamos més bien de un tiempo peculiar e inconsciente en lugar de atemporalidad 2 NotA DEL GRUPO DE ESTUDIOS: Cabe seilar que este asgo distntivo del psi coandliss ha merecido apreciables contribuciones de los analistas argentinos a partir de los eseudios de H. Racker. 34 ESTADOS SEXUALES DE LA MENTE rarla. Ahora que un considerable ntimero de personas estd practi- cando psicoandlisis e intercambiando sus observaciones, estamos informados que no hay psicoanalista que vaya més alld de sus pro- pios complejos y lo que sus resistencias internas le permican, y con- secuentemente requerimos de él que debe comenzar su actividad con un autoandlisis y profundizarlo continuamente mientras hace observaciones de sus pacientes, Cualquiera que falle en producir re- sultados en un autoanalisis de este tipo debe inmediatamente aban- donar toda idea de ser capaz para tratar pacientes por andlisis’.4 Sin embargo, el enfoque de Freud respecto de lo adecuado del propio autoandlisis y la ubicuidad del potencial para dicho auto- anélisis se hizo menos entusiasta entre sus seguidores a medida que pasaban los afios. Mientras en 1909 él pudo contestar alegremente la pregunta de cémo uno puede llegar a ser analista, con la res- puesta, “analizando los propios suefios”,> sélo tres afios mds tarde (1912) escribié con conviccién acerca de la necesidad de la expe- riencia analitica. “Cualquiera que emprenda el trabajo [del andli- sis] seriamente, debe optar por este camino [andlisis por alguien con conocimientos, experto] que ofrece mas de una ventaja; el sa- crificio que involucra abrirse a otra persona sin haber sido con- ducida a ella por enfermedad es ampliamente recompensado. No solamente es el deseo de uno de aprender a conocer lo que esté eculto en la propia mente, alcanzdndolo més répidamente, y con ‘menos gasto de afectos [que por autoanilisis] sino que se ganarén impresiones y convicciones sobre uno mismo que se buscardn en vano estudiando en libros 0 escuchando conferencias” ® Lo cual no significa que Freud postulara que el analisis didéc- tico eximia al analista del auroanalisis. Mejor dicho, habia compren- dido que el autoandlisis era realmente exitoso y un proceso cons- tante tinicamente cuando comenzaba a través del anilisis con otra ‘Freud, S., Cinco conferencias sobre pscoandlss (1910), Se, Xt, 164-5; ab, Xi, 138, » Wid, SE, 33; a, 29. ‘Freud, S., Consejos al médico en el ratamiento picoanalitice (1912), SE, Xi, 16; a8, xt p. 116. EL METODO PSICOANALITICO ¥ SUS TEORIAS 35 persona. Asf: “cualquiera que pueda apreciar el alto valor del pro- pio conocimiento ¢ incrementar el propio control asf adquirido puede, cuando esto haya pasado {el andlisis formal] continuar el examen analitico de su personalidad en forma de autoanlisis y es- tar contento de realizarlo, y tanto en su interior como en el mun- do externo, siempre debe esperar.encontrar algo nuevo" En estos cincuenta afios, desde que esto fue escrito, la exigencia del tratamiento analitico acenttio la necesidad de una mayor for- macién analitica y el as{ llamado andlisis didéctico ocupa un lugar de preeminencia en el proceso instructivo. Del mismo modo que el tratamiento psicoanalitico ha ampliado su espectro desde su ori- ginal preocupacién por los sintomas histéricos hasta incluir toda la gama de enfermedades emocionales y mentales y desdrdenes del cardcter, as{ también se ha incrementado en profundidad e inten- sidad el analisis que de sf mismos deben realizar los analistas resul- tando en anilisis largos e intensivos. Esto se debe también a un desarrollo paralelo en la técnica, porque a medida que el proceso transferencial ha logrado profundizar més en la mente llegando a niveles ligados a los primeros afios y aun meses de vida, las expe- riencias y recuerdos preverbales del individuo han pasado a primer plano. Pero el reconocimiento de estos fenémenos depende del contacto y control del psicoanalista sobre su contratransferencia. Muchos importantes trabajos en esta érea se han desarrollado en Londres, bajo el estimulo de los descubrimientos de Melanie Klein, por investigadores como Donald Winnicott, Paula Heimann y ‘Wilfred Bion.* Este tiltimo descubrié algunos de los més tempra- nos modos de funcionamiento mental entre el nifio y la madre por medio de la investigacién de la contratransferencia. Escribe en Aprendiendo de la experiencia: “La actividad que conocemos como ‘el pensar’ fue en su origen un procedimiento para descargar a la 7 Ibid, se, 117; a8, 116. ® Bn ese tiempo no tenia conocimiento de cuan penetrantes y sistematicos ha- ban sido los esudios practcados en esta drea por el desaparecido Heinrich Racker en Buenos Aires. Ver Bibliografia 36 ESTADOS SEXUALES DE LA MENTE psique del incremento de estimulos, y el mecanismo es el descrito por Melanie Klein como identificacién proyectiva. A grandes ras- 05 esta teoria sostienc la existencia de una fantasfa omnipotence de que es posible disociar, temporariamente partes indeseables, aunque a veces también valoradas, de la personalidad y colocarlas en un objeto. En la préctica es posible y deseable a los fines de una terapia provechosa, observar ¢ interprerar los hechos que apoyan esta teorfa y que esta teoria explica como ninguna otra. “Es rambién posible, y en realidad esencial, tenet en cuenta los hechos que demuestran que un paciente en el que puede deducir- se la operacién de esta fantasfa omnipotente es capaz de una con- ducta que se relaciona con una contraparte en la realidad de esta fantasia. El paciente, aun al comienzo de su vida, tiene suficiente contacto con la realidad como para poder actuar de un modo que produce en la madre sentimientos que él no quiere o que quiere que su madre tenga” En estas pocas palabras finales, se tiene el enunciado de uno de ‘os més avanzados puntos de la investigacién psicoanalitica actual. Gran parte de lo que sigue tiene que ser evaluado en términos de /a posible validez de esta teoria, en forma operacional: cuando la transferencia infantil con el analista comienza a reptoducir los mo- *W. Bion, Aprendiende de la experiencia, p. 53. » Nota et cRurO De ESTUDIO. Bon deters algunes de os tempranos modelos defnconamieme ena rlacn madteite in caecse mode, cin en la sinscion analy exge dl tapes un cada mans do identificacién proyectiva. Entre nosotros, Ledn Grinberg estudié las modalida- derylsfine dela identfcacin proyecva ses apeensculnansony ke von a com tambien los procs de onteidonifeetn pene poe sos eapectficos ydstinios de as reacronescontattanaferenilscomurrs, Ea Sos cas el aaica dja de fancionar como tl penn sernporstneene €lutodevu instruments cogitv dela aad pecpicndl pareve, Debide als contsdeniincion proyeae anliasteme postbte pole cones proyenads pot el paces, scuando inconaetcaate be sels gor aquél depésito dentro de &. (Ver L. Grinberg, “Psicopatologia de la identifica. Gin y conradenifcacon propecia y dela contararsenc' Bueno Aires, Revista de Psicoandlisis, xx, N® 2, 1963). yy EL METODO PSICOANALITICO ¥ SUS TEORIAS delos de relaciones objetales derivados de los primeros meses de vi- da del paciente, su capacidad de comunicacién con el analista y su capacidad de obtener alivio del intolerable suftimiento psiquico re- vivido por el proceso analitico dependen de un solo mecanismo ‘mental primitivo. Este mecanismo, identificacién proyectiva, tra- baja a través de una fantasfa de ser capaz de escindir una parte del self que contiene el estado de la mente que ha de ser comunicado o evacuado. Esta parte del self es, en fantasfa, puesta en el analista (originariamente en una figura parental). No solamente ocurte esto cn la fantasia, sino que también genera formas de sentir que tienen cn la realidad un efecto temporatio congruente con el comporta- miento de una figura receptiva del mundo exterior. ‘Asi, a teorfa del doctor Bion postula que la madre puede enten- der asu bebé a través de su receptividad inconsciente a la identi- ficacién proyectiva de su bebé, y que el analista que esta suficien- temente en contacto con su propio inconsciente puede conocer por medio de una receptividad y respuesta similares en sf mismo. Nétese que el analista, antes que nada, debe ser lo suficientemente receptivo, y luego, estar lo suficientemente en contacto con los pprocesos inconscientes de si mismo que resultan de esa receptivi- dad, Por este segundo paso, es capaz de responder analiticamente y no parentalmente. ‘Aqui, entonces, esté la historia del desarrollo del método psico- analitico para la investigacién de la mente humana. Como ya lo he recalcado, su singularidad esta dada tinicamente por la investi- gacién de la transferencia y su valider. por la precisidn del instru- mento de observacién, la mente analizada del psicoan: contacto con la contratransferencia y su capacidad de pensar sobre ella, Se verd asi que el psicoanilisis opera, como cualquier proceso cientifico, colocando un instrumento dentro del sistema a ser ob- servado, y que exige, entonces, que todos sus datos sean evalua- dos con respecto a la alteracién en el sistema original Ilevado a ca- bo por la introduccién del instrumento de observacién. Pero este método de recoleccién de datos es solamente la base del psicoandlisis como método inquisitivo. Debemos ahora diri- a sth 38 ESTADOS SEXUALES DE LA MENTE sgimos a la naturaleza de los datos que retine y sus modos de for- mulacién y verificacién de la hipétesis. El psicoandlisis jamés ha pretendido ser un sistema inductivo. Tales pretensiones de otras amas de la ciencia han sido decisivamente cuestionadas por re- cientes aportes de la filosofia de la ciencia (ver Popper). El proceso inconsciente 0, como Medawar lo llama, el proceso “inspirativo” de la formaci6n hipotética, constituye su micleo. En el método psi- coanalitico se manifiesta como una funcién constante llamada in- terpretacién, Al observat la transferencia y la contratransferencia, el analista puede ocasionalmente, y aun con frecuencia, offecer a su paciente una hipéresis tentativa de la naturaleza de la relacién ob- jeral que se esta dando en el consultorio en ese momento. Esta ¢5 su actividad fundamental, su tipo de incervencién terapéutica espe- ffica, Verdaderamente, él crea un encuadte, acepta comunicacio- nes y proyecciones: todo esto esté més 0 menos logrado gracias all autocontrol (un elemento negativo). Su contribucién positiva es la interpretacién, mediante la cual se espera convertir un fluido de hechos, de sentimiento y fantasfa, en una estructura més definida, utilizable por el intelecto. O puede no hacer nada. O puede au- mentar el caos. Pero una de esas tres posibilidades se da y en la si- guiente observacién podrd verse claramente cul de ellas. Cuan- do un estado de mejor orden ha sido logrado repetidamente por ana formula, durante meses y afios, puede establecerse su validez. El paciente y el analista tienen la conviccién de su validez como una hip6tesis de trabajo que trae aumento de orden en los proce- sos mentales del paciente."! EI psicoandlisis, entonces, ademas de ser un sistema deductivo cientifico'? es también un método experimental que utiliza la vali- * Esta ideas fueron desatvolladas con més detalles en mi libro El. proceso psco- sanalitco. "Yo no sostendria por mas tiempo este punto de vista, sino que verfa eSmo el nnérodo inductivo y el deductivo tienen un balance variable e interjuegan en «lcrabajo de diferentes personas. Freud mismo, deduaco, fe capar de trabajar ‘0 una forma oscilante, presionado por hipdtesis inspiradas, a extender su mé- todo, que a su vez proporcioné nuevos datos, los cuaies requirieron nuevas hi- EL METODO PSICOANALITICO Y SUS TEORIAS 39 dacién basada en la prediccién como su principal modo de verifi- cacién de datos. Hay algo més de suma importancia para los intere- sados en el desarrollo infantil. Es la construccién de teorlas de acontecimientos pasados, sobre la base de la gran proposicidn lla mada por Freud “compulsién ala repeticién”. Mencionada prime- ramente en 1910 pero no postulada realmente como un principio de funcionamiento mental hasta 1920 en Mas alld del principio del placer (SE, XVI, ¢. 3 y 4; AE, XVI, c. 3 y 4) ha llegado a ser la base «e6rica de toda la reconstruccién psicoanalitica de la temprana his- toria del paciente individual, y por implicacién y extrapolacién a la antropologfa y paleontologia, dela prehistoria de las especies. Observando diversos fenémenos, tales como la transferencia, el juego de los nifios y los suefios de los pacientes con neurosis trau- maticas, Freud propuso la compulsién a la repeticién como una fuerza impulsora en la psique ‘mds alld del principio del placer”; cs decir, més primitiva ain que las econémicas relacionadas con placer y dolor. En uno de sus més brillantes y controvertidos pa- sajes, escribe: “zPero cual es el atributo de lo instintivo rela do con la compulsién a la repeticidn? En este punto no podemos cescapar a la sospecha que hemos llegado a la pista de un cardcter universal de los instintos y quizds de la vida orgdnica en general, gue no ha sido hasta ahora claramente reconocido o, al menos no explicitamente subrayado. Parece que el instinto es un impulso inhe- rente a la vida orgdnica a volver a un estado de cosas anteriores que la entidad viviente ha sido obligada a abandonar bajo la presién de Fuerzas externas perturbadoras. Esto es, una clase de elasticidad orginica 0, para decirlo de otra forma, la expresién de la inercia inherente a la vida orgénica’."> pétesis. La gran revision estructural del periodo 1920-26 ilustea este Muir al contener una revision de viejasafirmaciones (Ey0 el ello, que le fueron im ppuestas por la fenomenologia del narcisismo y una nueva hipétesis (Ms allé 4a principio del placer) que conten el inserumento metododgico que permi- ti6 cl acceso al problema del masoquismo y las perversiones (Ver caps. 5y 6). 2 Freud, S., Ms alld del principio del placer, 8, XV, 36; AE, XVII, 36, 40 ESTADOS SEXUALES DE LA MENTE En la préctica, eso significa simplemente que es tan fuerte el impulso a repeti la forma de relaciones objetales pasadas que éstas irrumpirdn en la escena cada vez que el impedimento a hacerlo desaparezca. Lo hardn ast durante el suefio, la fatiga, la hipnosis, la ebriedad, y la lesidn cerebral; y, en una forma ordenada que po- sibilica su estudio sistemético, en la transferencia psicoanalitica, cuando las ansiedades que la bloquean hayan sido gradual y cuida- dosamente removidas por la interpretacién. Su aparicién en rela- ci6n a los conflictos edipicos tempranos de la infancia fue llamada por Freud “neurosis de transferencia”. Los més profundos y tem- pranos complejos que ahora pueden ser abordados han sido llama- dos por Herbert Rosenfeld “la transferencia psicstica”. Para resumit, entonces: antes que nada, el psicoandlisis tiene un campo muy limitado de estudio, las relaciones objetales inconscien- tes, sobre las que descansaria toda aspiracién especial de superiori- dad metodolégica. Su método es establecer una relacién bipersonal en un encuadre muy controlado y estudiar los hechos que transe ren cuando el analista, una persona entrenada con especial sensi- bilidad hacia otras personas y con’contacto profundo con su pro- pio inconsciente, limita su actividad tanto como le sea posible a la interpretacién de la transferencia, Estas interpretaciones son hipéte- sis cuya validez prueba por medios predictivos y cuya exactitud y complejidad demuestra por aproximaciones sucesivas. Sobre la base de tales hipStesis validadas acerca del aqui y ahora sransferencial, y usando su inferencia en la teoria de la compulsién a la repeticién, el analista puede reconstruir el desarrollo de las rela- siones objevales inconscientes del paciente. De una amplia experiencia con pacientes individuales puede, entonces, generalizar y proponer una teorfa del desarrollo que cree fundada biolégicamente en los niveles profundos de la psique y que no es fundamentalmente dife- rente por la variacién de culeuras, razas o circunstancias vitales. CAPITULO 2 LA SEXUALIDAD INFANTIL Y EL COMPLEJO DE EDIPO En el capftulo 1 expliqu¢ el desarrollo histérico del método psico- analitico para la investigacién de la psique humana, para ayudar a evaluar la validez de la reconstruccién del desarrollo de la infan- cia y la nifiez, con lo cual continuaré. Los puntos més importantes que desarrollé fueron que el método es tinico en su instrumento principal, la mente analizada del psicoanalista; en sus datos, el desarrollo de la transferencia; en su cuadro experimental, el uso de Ja interpretacién como una variable en la relacién de dos personas; yen su base tedrica para la reconstruccién, el concepto de la com- pulsién repetitiva. Pero también subrayé que paga esta unicidad con la limitacién de su campo especial de estudio, que som las rela ciones de objeto inconscientes. ; En estos préximos tres capitulos he elegido una vez més seguir la cronologia histérica la evolucién de Ia teoria psicoanalitica del desarrollo— més que la ontogenética, porque es evidente que estén necesariamente relacionadas en un sentido inverso una con otra. Primero, planeo discutir el descubrimiento cientifico de Freud de la sexualidad infantil y del complejo edipico como un con- ficto genital. En el capitulo 3 sefialaré los descubrimientos concer- nientes al desarrollo pregenital, especialmente del destete en ade- lante, mucho de lo cual esté implicito en la obra de Karl Abraham. En el capitulo cuarto presentaré la reconstruccién del periodo post- natal més temprano, desde el nacimiento hasta el destete, conjun- tamente con la revisién de auestra concepcién del desarrollo pos- terior, que lo primero ha hecho necesario. Este es principalmente el resultado de las investigaciones de M. Klein y de trabajos mas recientes con adultos y nifios psicéticos. 2 ESTADOS SEXUALES DE LA MENTE. En la obra escrita de Freud anterior a la aparicién de Tres en- sayos de teoria sexual,’ la existencia de la sexualidad como una fuerza poderosa en la mente de los nifios, esté planteada una y otra ver. El complejo de Edipo es bosquejado desde 1900 en la Inter pretacién de los suefios. Pero éstas fueron, de muchas maneras, con- tribuciones a la psicopatologta. Hasta el famoso Tres ensayos no defendis la ubicuidad y por lo tanto la “normalidad” esencial de estos fenémenos. Aun cuando protestemos, una cierta aceptacién cansada de los cambios en nuestra cultura ha alienado nuestro sentido de la imporcante significacién de estos descubrimientos y del impacto que han tenido en cada rama de las humanidades, la ley, la moralidad, la religién, la crianza de los nifios, la educacién yelarte. Uno debe leer la biografia de Jones para recordar el aisla- miento, el abuso, la privacién y la negligencia que Freud coseché ‘como recompensa en esos primetos afios. Los descubrimientos de Freud fueron obtenidos esencialmente de dos fuentes: del tratamiento psicoanalitico de pacientes neuréti- mente histéricos— y de su autoandlisis. Freud conclu- y6 lo siguiente: que las preocupaciones y actividades sexuales eran un fenémeno ubicuo en la temprana infancia, alcanzando un “cres- cendo” en la ctispide del conflicto edipico, de los 3 afios a los 5 afios de edad; que la sexualidad mds temprana era en esencia “p limorfa” y “perversa” con una creciente concentracién en los geni tales; que este periodo de m4ximo conflicto era seguido por un pe- tiodo de relativa “latencia” de las tendencias sexuales, fracturado en la pubertad por la erupcién que acompafia la maduracién de los drganos de reproduccién. Basicamente las opiniones de Freud sobre la sexualidad infan- sil se mantuvieron tal como las postulé en 1905, excepto alguna modificacién en relacién con la diferencia entre el desarrollo mas- calino y el femenino, y la importante concepcién del narcisismo en lo que atafie a la caracterfstica de la relacién objetal en las ten- dencias sexuales. Si se considera una parte de la sintesis de Tres * Freud, S. (1905), se, vis AE, Vi. LA SEXUALIDAD INFANTIL Y EL COMPLEJO DE EDIPO 43 ensayos, con las modificaciones agregadas en 1915, 1920 y 1924, podremos obtener una idea del desarrollo del pensamiento de Freud y de los aspectos més controvertidos, de los que me ocuparé ulte- riormente y que serdn analizados también en los capiculos sub: guientes. El escribe: “Encontramos muy de lamentar que la exis- tencia del instinto sexual en la infancia haya sido negado y que las, ‘manifestaciones sexuales no raramente observadas en los nifios ha- yan sido descritas como irregularidades. Nos parece, al contrario, {que los nifios traen con ellos al mundo gétmenes de actividad se- xual; que ya disfrucan de la satisfaccién sexual apenas comienzan a tomar el alimento y que persistentemente buscan repetir la expe- riencia en la comtin actividad del “chupeteo del pulgar”. La activi- dad sexual de los nifios, sin embargo aparece como que no se desa- rrolla pari passu con las otras funciones, pero luego de un periodo corto de florecimiento desde los dos afios hasta los cinco [“desde los tres afios hasta los cinco", agregé Freud en 1915 y cambié en 1920 para leerse “de dos a cinco"], entra en el ast llamado perio- do de latencia. Durante este periodo la produccién de excitacién sexual no cesa bajo ningtin punto de vista, sino que contintia y produce un almacenamiento de energla que es empleada en su mayor parte, pot un lado, para propésitos distintos a los sexuales aportando los componentes sexuales a los sentimientos sociales, y por otro lado (a través de la represin y de la formacién reactiva) en la construccién de barseras desarrolladas subsecuentemente contra la sexualidad”.5 Interrumpo el comentario de Freud para sefialar que él, claramen- te, no afirma, como a menudo se le ha atribuido, que el desarrollo de las tendencias sexuales sea bifésico, con picos en los perfodos edi- pico y puberal, sino que las acrividades sexuales son bifésicas. No hay evidencia de un desarrollo biolégico bifisico, en la medida que los estudios endoctinolégicos pueden determinarlo. Volviendo a Freud: “Ast pues las fuxerzas destinadas a retener el instinto sexual dentro de ciercas lineas son construidas principalmente en la infancia a expen- 5 Tid, Se, Vt, 232s AE, Vi, 212. 4 ESTADOS SEXUALES DE LA MENTE sas de impulsos sexuales perversos y con el auxilio de la educacién. ‘Una parte de estos impulsos sexualesinfantiles parece escapar a estos usos y triunfar en expresarse como actividad sexual. Encontramos después que la excitacién sexual de los nitios surge de una multipli- cidad de fuerzas. La satisfaccién surge primero y, sobre todo, de la apropiada excitacién sensorial de lo que hemos descrito como zonas cerégenas. “*Parece probable que cualquier parte de la piel y cualquier drga- no sensitivo, [“probablemente, sf, cualquier gan, agregé en 1915, incluyendo en su esquema las sensaciones del interior del cuerpo re- Jacionadas con los procesos internos) pueda funcionar como una zona erégena, a pesar de que hay especificas zonas erdgenas cuyas excitaciones parecen quedar aseguradas desde un principio por cier- tos dispositivos orgénicos. Ulteriormente aparece la excitacién se- xual como un subproducto de un gran niimero de procesos que ‘ocurten en el organismo tan pronto alcanzan un cierto grado de in- tensidad, y més especialmente de cualquier emocidn relativamente poderosa, atin cuando sea de naturaleza perturbadora.” Aqui se esté aproximando al concepto de masoquismo que fue finalmente formulado en “El principio econémico del masoquis- mo”,'6 diecinueve afios después de los Tres ensayos. Freud conti- nila diciendo en Ties ensayos: “Las excitaciones surgidas de todas «stas fuentes no estdn todavia combinadas sino que cada una per- sigue, separada, su propio fin, que es meramente la consecucién de una determinada clase de placer. En la infancia, pues, el instinto sexual existe sin objeto, es autoerdtico”. En 1920 esto fue modi- ficado: “En la infancia, pues, el instinto sexual no estd unificado y std, al principio, sin ningsin objeto, es autocrético”, no especifi cando cuanto tiempo es “al principio”. Se verd, sin embargo, que Freud tendia, con los afios, a ver la sexualidad del nifio como mas y mds ligada a relaciones objetales y menos “narcisista” por natu- raleza, Este es el punto de partida més vital para posteriores reorfas del desarrollo infantil, como se veré en los préximos capitulos. Freud, S. “El principio econsmico del masoquismo” (1924), Se, XIX; AE, XP LA SEXUALIDAD INFANTILY EL COMPLEJO DEEDIPO 45 Contintia: “La zona erégena de los genitales comienza a hacerse notai, aun durante los afios de la infancia. Esco puede ocurtir de dos maneras, ya sea como cualquier zona erdgena, brindando sa- tisfaccién en respuesta a la apropiada estimulacién sensorial; ya sea, de una manera que no es del todo comprensible, cuando la satisfaccién es derivada de otras fuentes, una excitacién sexual es simulténeamente producida teniendo una especial relacién con la zona genital. Lamentamos vernos obligados a admitir que no po- diamos explicar satisfactoriamente la relacin entre excitacién se- xual y satisfaccién sexual, o aquella entre la actividad de la zona genital la actividad de otras fuentes de la sexualidad.” Hasta aqui llegé en 1905 y slo quince afios més tarde en la edi- cién de 1920, pudo agregar los dos pérrafos que anunciaban los desarrollos modernos de la teor‘a psicoanalitica. Agregé: “Encon- tramos, a través del estudio de los desdrdenes neuréticos, que co- mienzos de una organizacién de los componentes instintivos se- xxuales pueden ser detectados en la vida sexual de los nifios desde el comienzo mismo, Durante la primera muy temprana fase, el cro- tismo oral ocupa la mayor parte del cuadro. Una segunda de estas otganizaciones pregenitales se caracteriza por el predominio del sadismo y del erotismo anal. No ¢s sino hasta que una tercera fase se alcanza que las zonas genitales participan en la determinacién de la vida sexual...”. Cuatro afios més tarde, 1924, concluyé esta oracién con la frase: “y en los nifios esta tiltima fase desarréllase sélo en la medida de la primacfa del falo”, significando que Freud pensaba la sexualidad masculina y femenina como indiferenciadas atin, ambas sumidas en la preocupacién por el pene. La mastur- bacién vaginal y el deseo de tener bebés, lo considerd un desarro- Ilo pre-puberal, punto de gran desacuerdo con los més recientes descubrimientos. ‘Aqui esté, pues, la posicién que Freud ha alcanzado en 1905, con las correcciones de 1915, 1920 y 1924. Deseo hacer una pausa para discutir estos descubrimientos por un momento antes de en- trar en més detalles con respecto a los enfoques de Freud sobre el complejo de Edipo y su relacién con el establecimiento de la inst. 46 ESTADOS SEXUALES DE LA MENTE. tucién de la conciencia 0 superyd como lo describié en 1924; y de Jos enfoques finales sobre la sexualidad femenina formulados en sus escritos de 1931. Freud llegé laboriosamente a la opinién de que la sexualidad, distribuida entre las zonas erdgenas del interior y del exterior del cuerpo, pero concentrada en las zonas directrices, de contacto, reales y fantaseadas, con objetos externos, principal- mente los padtes, puede formar lo que llamé: “organizaciones de |a libido” en diferentes periodos del desarrollo infantil. La idea del autoerotismo anobjeral fue modificada en 1914 por el concepto de narcisismo, en el cual se vio cémo el bebé y el nifio tomaban partes de su propio cuerpo como objeto de sus impulsos sexuales. El nar- cisismo pasé a ser dividido en primario y secundario, siendo el pri- ‘mario un estrecho concepto de una fase preobjetal del desarrollo en la mds temprana infancia cuya valider ha sido siempre discuti- da, El secundario fue visto como una ligazén erética a partes del ‘cuerpo 0, posteriormente, de la personalidad identificada con, 0 como un sustituto de, objeros, como una defensa ante la privacién (por ejemplo durante la separacién o la angustia). Freud vio que estas tempranas organizaciones de la sexualidad y relaciones objetales eran distintas una de la otra de diversas ma- Neras, no meramente en su zona directriz (oral, anal y félica). La organizacién oral estaba dirigida por la boca, con su objeto de li- gaz6n, el pecho materno, en la realidad o la fantasfa. Su preocu- pacidn era introyectiva, esto es, con el incorporar el alimento y su equivalente psicol6gico, el amor. La fase anal, dominada por el sa- dismo parece acompafiar la intensificacién de los conflictos que si- guen al destete y fue concebida para que la madre como persona total, como su objeto, con sus excretas, especialmente las heces, sean el vehiculo del proceso psiquico de proyeccién, es decir, para arrojar afuera los contenidos indeseados, fisicos y mentales, en un objeto externo. La fase filica, que no es muy diferente en los mu chachos y en las chicas, dominada por la envidia del pene del pa- dre y los celos de su relacién sexual, concebida como “posesién” de la madre, le parecié a Freud alcanzar su apogeo en el comple- io edipico, momento de maxima ambivalencia. ' LA SEXUALIDAD INEANTILY EL COMPLEJO DE EDIPO. 47 Volvamos a una mas derallada descripcién del contflicto edipico, como Freud la formulé en su trabajo “El sepultamiento del com- plejo de Edipo” en 1924: “El complejo edipico revela, de forma siempre creciente, su importancia como el fenémeno central del petiodo sexual de la temprana infancia. Después de eso, toma parte su disolucién, sucumbe a la represién, como decimos nosotros, y «s seguido por el periodo de latencia. Todavia no ha sido aclarado qué es lo que provoca su destruccién. Los andlisis parecen mostrar que es la experiencia de penosas decepciones. A la pequefia nifa le agtada verse a si misma como lo que el padre ama sobre todas las, cosas; pero llega el momento en que tiene que soportar tn castigo duro por parte de dl y ella es arrojada de su paraiso. El nifio ve asu madre como su propiedad; pero un dia encuentra que el ha trans- ferido su amor y solicitud a un recién Iegado. La reflexién debe profundizar nuestro sentido de la importancia de estas influencias, porque acentuaré el hecho de que las experiencias penosas de este tipo, que actian en oposicién al contenido del complejo, son inevi- tables. Aun cuando no ocurran eventos especiales, como esos que ‘mencionamos como ejemplos, a ausencia de la satisfaccién espera- da, la continua negacién del bebé deseado, deben al final, guiar al enamorado para desistir en su anhelo sin esperanza. De esta mane- ra, ol complejo edipico irfaa su destruccién a causa de su falta de éxito por los efectos de su imposibilidad interna.”* _ Lego de expresar algunas ideas sobre influencias flogenéticas, Freud continda: “dltimamente nos hemos percatado més claramente que antes, que el desarrollo sexual del niffo avanza hacia una cierra fase donde el érgano genital ya se ha hecho cargo del rol dominante. Pero el genital es el masculino solamente, o més correctamente, ¢l pene; el genital femenino ha permanecido sin ser descubierto.” Lucgo expresé su teorfa sobre el rol de la ansiedad de castracién en la destruccién normal y patoldgica del complejo edipico. “Pero ~escribe- no hay evidencia para mostrar que, cuando la amenaza dle castracién tiene lugar, esas experiencias tienen ciertos efectos. 27 $B] sepultamiento del complejo de Edipo” (1924), SE, XIX, 173; AE, XIX 181 48 ESTADOS SEXUALES DE LA MENTE No es sino hasta que una experiencia fresca le aparece en su cami- ‘no, que el nifio comienza a considerar la posibilidad de ser casera- do, y entonces tirubeando y sin deseos, y no sin hacer esfuerzos para despreciar el significado que él mismo ha observado. “La observacién que finalmente desbarata la incredulidad es la visién de los genicales femeninos.” Freud decidié que era esta angustia (el miedo a perder el pene en el varén y la correspondiente conviccién de haberlo perdido, en la nifia) lo que abria el camino al abandono del objeto sexual prima- rio, el padre del sexo opuesto. Pero no fue insensible a la compleji- dad de la situacién impuesta por la disposicién bisexual del nifio. El afio anterior, en un trabajo fundamental que establecié nuestro punto de vista estructural del aparato psiquico, Elo y el ello (1923), ya habia visto la complejidad. “Estudios més especializados gene- ralmente revelan el complejo edipico més completo, que es de dos clases, positivo y negativo, y se debe a la bisexualidad presente en los nifios originalmente; esto quiere decir que un nifio no tiene me- ramente una actitud ambivalente hacia su padre y una eleccién afectiva objetiva hacia su madre, pero al mismo tiempo también se comporta como una nifia y despliega una actitud femenina afec- ‘tuosa hacia el padre y unos celos y hostilidad correspondientes a su madre.”** Freud pudo reconocer que el resultado de este conflicto bisexual era el abandono de ambas elecciones de objeto y el establecimien- to en su lugar de una nueva institucién en la estructura de la mente. “El vasto resultado general de la fase sexual dominada por el complejo edipico puede ser elegido entonces para hacer la formacién de una pre- cipitacién en elyo, que consiste de estas dos identficaciones, unida cada una, en cierto aspecto. Esta modificacién del yo retiene su posicién espe- cial; enfrenta a los otros contenidas del yo como un ideal 0 superyé” !9 Aqu{ encontramos el famoso pasaje que ha servido de trampo- lin para la investigacién en los iltimos cuarenta afios de los asf lla- '* El yoy el ello (1923), Se, XOX, 333 AE, XIX, 34-35. ° Bid, a8, 35-36. LA SEXUALIDAD INFANTILY EL COMPLEJODEEDIPO «49 mados “objetos internos”, los primitivos precursores de la concien- cia o del superyé, cuya importancia decisiva en el desarrollo tem- prano y persistencia en los mas profundos niveles del inconsciente fue descubierta por M. Klein y sus colaboradores por su inciden- cia en la salud y la enfermedad mentales. Completemos ahora el punto de vista de Freud del desarrollo de las nifias. Hasta este mo- mento (1924), el nifio y la nifia, ambos con disposicién bisexual, parecian diferir s6lo cuantitativamente en el equilibrio de estas fuerzas biolégicas innatas. La vagina de la nifia se suponia que le era desconocida, su clitoris era vivido como filico en significado y constituia la fuente de sus sentimientos de inferioridad ante el va- 16n y, sobre todo, se sostenfa que su feminidad contenfa muy poco de la angustia de castracién que conduce al muchachito a abando- nar y disolver su complejo edipico. Por lo tanto Freud escribe que excluida la angustia de castracién (en la nifia), esté ausente también tun motivo poderoso para instituir el superyé e interrum nizacién genital infantil: “En ella, mucho mas que en el nifio, estos cambios parecen ser el resultado de la crianza e intimidacién desde afuera que la amenazan con la pérdida del amor.” Se puede ver emo la fidelidad al método psicoanalitico levé a Freud a algunas inesperadas conclusiones sobre las nifias; por ejem- plo, que ellas no saben que son mujeres, que no tienen una con- ciencia y que estan dirigidas por su deseo de amor més que por el temor al castigo en relacién con su rivalidad edipica con la madre. Freud mismo sabia que estas opiniones eran insostenibles pero tuvo que esperar evidencias ulteriores, quizd la evidencia recogida por analistas mujeres hacia quienes la transferencia maternal podia revelérscles mds plenamente y quienes podrian ser més sensibles al contacto con el inconsciente femenino, un drea en la que Freud quizd correctamente sospechaba tener limitaciones. La diltima importante modificacién de sus opiniones acerca del desarrollo de las nifias ocurrié en 1931, en su trabajo “Sobre la ® Freud, S., “El sepultamiento del complejo de Edipo” (1924), se, x0x, 178: AB, XIX, 186, 50 ESTADOS SEXUALES DE LA MEN’ sexualidad femenina’. Primero revisé su idea en cuanto a la secuen- cia de los acontecimientos en las nifias, colocando su conflicto edi pico negativo (0 invertido) en una posicién primaria, as: “.. po- demos extender el contenido del complejo edipico para incluir todas las relaciones del nifio hacia ambos padres; 0, por el otro la- do, podemos tomar consideracién debida de nuestros nuevos des- cubtimientos diciendo que la mujer sélo llega a a normal situacién edipica positiva después que ha superado un petiodo anterior go- bernado por el complejo negativo. Y evidentemente, durante esta fase, el padre de una niffa pequefia no es mucho més para ella que un rival molesto, aunque su hostilidad hacia él, nunca alcanza el extremo que es caracteristico de los nifios.?" Elabandono de esta ligazén preedipica negativa a favor del com- plejo positivo, Freud todavia lo ve como dominado por el desen- gafio por un lado, y a envidia al pene, por el otto. “En un momen- t0 u otro, la pequefia nifia descubre su inferioridad orgénica -més temprana~ y ficilmente por supuesto si hay hermanos u otros va- rones alrededor. Ya hemos tomado nota de los tres caminos que di- vergen de este punto: a) el que la dirige hacia una cesacién de toda su vida afectiva; 6) el que la ditige hacia un excesivo énfasis desa- fiante de su masculinidad, y c) los primeros pasos hacia una femi- nidad definitiva” 22 Pero muy pronto sospeché que la intensidad de las quejas por no tener un pene derivaba de més tempranas fuentes de amargu- ra hacia la madre, “que la madre no le dio suficiente leche, no la amamanté lo suficiente”.” La lucha por preservat la buena y con- fiada relacién con el pecho y la madre en el destete es el centro de la reconstruccién del desarrollo del nifio de M. Klein, como sefia- laré en el capitulo cuarto. Debemos tener en cuenta un importante factor para evaluar lo que Freud ha logrado en esta drea; a saber, que proventa de la tradi- ‘Sobre la sexualidad femenina” (1931), SE, xX, 226; AE, XX, 228, ® Thid., SE, 232; AB, Xx, 233, Ibid, St, 2355 AE, XX1, 235. LA SEXUALIDAD INFANTIL Y FL COMPLEJO DEEDIPO 51 cién cientifica del siglo xix y pensaba naturalmente en términos andlogos a la mecénica, la quimica y la nueva arqueologia de su tiempo. Cuando avancemos, en los dos préximos capituos, en las teorfas psicoanaliticas del desarrollo infantil a lo largo de los iilti- ‘mos cuarenta afios, se ver4 el cambio sutil que aparece en los modos de pensamiento y expresién que reflejan cl impacto de la teor‘a de la relatividad, la segunda ley de la termodindmica en su aplicacién a la comunicacién y una opinién més abierta de la estructura social implicita en la antropologla moderna. En una palabra, el modelo de la mente implicito en la teoria psicoanalitica pasa de un sistema hidréulico (teoria de la libido) a un sistema de comunicacién, en donde se moviliza informacién mds que energia, en donde el prin- cipio de organizacién que prevalece esté dado por el orden y no por el equilibrio, y en donde el principio econémico que gobierna tien- deal desarrollo y no a minimizar la tensién. 4 Nota Det GavPO DE ESTUDIOS: A través dela evolucién y de los cambios en Jos modelos mentales que Freud empleara para concepcualizar los complejos di- ramismos psiquicos, puede verse c6mo sus ideas sobre la personalidad fueron evolucionando hacia un sistema de organizacién, estructura y relaciones obje- tales cada ver mejor incegradas, en las que, como lo sefiala Meltzer, se refleja- ban el impacto de la teoria de la relatvidad, la segunda ley de la termodinémica aplicada ala comunicacin y el crterio de la antropologfa moderna Freud definié la merapsicologia como explicacién de todo fendmeno psiqui- co desde el punto de vista dinémico, topogrdfico y econémico, pero la com- pleté con el andlsis estructural y el desarrollo genético y adaptativo del apara- to mental Tales enfoques fueron y siguen siendo una valiosa ayuda para la compren- perturbada. El hecho de haberlos considerado, no ens cardcter de “modelos” “enfoques” o “puntos de vista’, sino como “naturalezas’o “esencias’, ha provo- cado controversias. Pero ha suscitado también nuevos desarrollos como estos aportes de Meltet. Ellos van enriqueciendo y dando mayor unidad a la teorfa psicoanalitca. Es funcién del cientfic recorrer los pasos intermedios entre los hechos de observacién y tales enfoques multidimensionales de alto nivel de abs- CAPITULO 3 FASES DEL DESARROLLO Y SERIES ORGANIZACIONALES En el capitulo segundo, que trata exclusivamente de la obra de Sigmund Freud, sefialé cmo su cuidadosa adhesién al método psicoanalitico de investigacién, que se mantuvo en esta forma du- rante los cuarenta y cinco afios de su obra, gradualmente lo llevé a una revisién en serie de conceptos acerca del desarrollo de la per- sonalidad Mientras su formacién y su época lo dispusieron a pensar en términos de energia (instintos) y su control o modificacién (vicisi- tudes), sus descubrimientos con pacientes lo enfrentaron con la cevidencia acerca de la estructura y la organizacién. El psicoandli- sis, como una rama te6rica de la psicologia, finalmente tomé su. forma actual en 1923, cuando, con la publicacién de Elyo y ef ello, Freud le dio al término “metapsicologia” su significado especifico, 0 sea el drea especial del psicoandlisis que ve a la personalidad hu- mana desde cuatro puntos de vista: su desarrollo (aspecto genéti- o), su estructura (llamada anteriormente el aspecto topogrifico), sus mecanismos de operacién (aspecto dindmico) y su disposicién de la “energia” psiquica (aspecto econémico).. En el capitulo anterior nos interesamos en las ideas de Freud acer- ca dela sexualidad infantil hasta el tiempo de su muerte en 1939, y seguimos, hasta 1911, la evolucién de su enfoque sobre el aspec- to estructural del desarrollo de la personalidad en los nifios, Hasta la edicién de 1905 de los Tres ensayos de teoria sexual, él reconocis las fases de la primacfa de las zonas erdgenas: la boca, el ano, los ¢genitales. Pero eran vistas como zonas directrices en relaciones ob- jetales (aloeréticas), o por gratificacién autoerstica. Su concepcién cera que estas zonas 0 la fijacidn en ellas servian como nticleo a la 54 ESTADOS SEXUALES DE LA MENTE cristalizacién de los conflictos patolégicos que en la vida adulta llegan a producir las neurosis y psicoss. En 1913, en el trabajo “La predisposicidn a la neurosis obsesi- va’, escribe: “Para empezar, yo solamente he distinguido primero la fase del autoerotismo durante la cual los componentes instin- tivos* del sujeto, cada uno por su cuenta [es decir, desprovisto de organizacién] busca la satisfaccién de todos los componentes ins- tintivos para la eleccién de un objeto, bajo la primacta de los geni- tales actuando en beneficio de la reproduccién, El andlisis de las parafrenias [paranoia y esquizofrenia] como vimos, ha necesitado Ja insercién entre ambos de un estado de narcisismo durante el cual Ia eleccién de un objeto ya ha tenido lugat, pero ese objeto coin- cide con el yo del propio sujeco. Y ahora vemos la necesidad de in- sertar otro estado antes de llegar ala forma final, un estado en que los componentes instintivos parciales han llegado juntos para la eleccién de un objeto y ese objeto es ya algo extrafio en contraste con el propio yo del sujeto, pero en el cual da primacta de la zona genital no ha sido todavia establecida, Los componentes instintivos que dominan esta organizacién pregenital [primer uso de ese térmi- no} de la vida sexual son el erdtico-anal y el sidico-anal”.2> ‘Aqui se observa el importante cambio experimentado, desde su preocupacién por los instintos y sus modos de operar en los nifios hasta un marcado interés por la organizacién del aparato ps{qui- co. Freud sabia muy bien que tal concepro de fases de organi- zacién requeria también conceptos de transiciones progresivas y regresivas. La posibilidad de que un estadio més avanzado nece- sitarfa existir en un estadio menos avanzado. Por ejemplo, en es- ta obra sefiala la estructura elemental de lo que después llegaré a ser la bisexualidad definitiva. “Nosotros no debemos olvidar que Ja antitesis entre macho y hembra, que es introducida por la fun- *“Pulsiones parciales” es la nocidn mds reciente con que se traduce “compo- nentes instintivos". * “La predisposici cleccién de neurosis a la neurosis obsesiva, Contribucién al problema de la (1913), se, sat, 317; ab, x0, 340-341, FASES DEL DESARROLLO Y SERIES ORGANIZACIONALES 55 cidn reproductora, no puede estar presente todavia en la etapa de la cleccién del objeto pregenital. Encontramos en su lugar la antitesis entre impulsos con desco activo y otros con un deseo pax sivo...”76 Por 1915, en la nueva edicién de Tres ensayos... agregé otra or- ganizacién pregenital a su esquema, habiéndola descubierto a tra- vés del andlisis de los procesos de identificacién normal y patolé- gica en la formacién del carécter. “La primera de estas [fases] es la oral, 0 como podria ser llamada, la organizacién pregenital cani- balistica. Aqui la actividad sexual todavia no ha sido separada de laingestién de alimento, ni hay corrientes adaptadas con la activi- dad diferenciada. El objeto de ambas actividades es el mismo; el deseo sexual consiste en la incorporacién del objeto el procotipo del proceso que, en la forma de identificacién, jugar luego una importante parte psicoldgica’.”” El interés en la estructura del carécter, agregado al interés tradi- ional por los sintomas patolégicos, ya habian sido despertados por Freud en 1908 en su obra “Cardcter y erotismo anal” (SE, 1X; ‘AE, 1X) donde describié su famosa triada de los rasgos de cardcter anal: orden, meaquindad, terquedad. Las investigaciones, particu- larmente de Freud, Karl Abraham, Ernest Jones y Sandor Ferenc- zi, que ocuparon la liveratura de la primera post-guerra mundial, posibilitaron el examen de toda conducta, en una serie de amenos y exclarecedores trabajos clinicos; fueron examinados la conducta social, la vestimenta, los hébitos de alimentacién, los habitos de trabajo, los pasatiempos, los entretenimiento -o sea, toda la gama de la excentricidad humana que forma nuestra cultura~ para de- terminar sus fuentes infantiles y sus significados econémicos. Por estos medios, el nifio que esté dentro del hombre comenz6 a reve- larse en una forma que no sélo alteré los alcances del psicoandli- sis como método de investigacién psicolégica sino también como terapia, Ademés, se evidencié su gravitacién en la educacién y en % Ibid. Se, 3225 AE, 342. 2» Tres ensayo de toréa sexual (1905), SE, Vll, 198; AE, Vil, 180. 56 ESTADOS SEXUALES DE LA MENTE Ja crianza infantil, y quedé el terreno listo para los primeros trax bajos psicoanaliticos sobre nifios de Hermine von Hug-Hellmuth, ‘Anna Freud y Melanie Klein Desde este periodo de intensa preocupacién por los origenes inconscientes y la base del desarrollo del cardcter, la forma de ade- Janto més importante en cuanto al desarrollo psicosexual se en- contraré en el hecho que un descubrimiento tras otro vivificé la con- cepcién de la “organizacién pregenital” con carne y sangre. Freud habia construido el marco general, Abraham completé los deta- lles, En un periodo relativamente breve de ocho afios que siguie- rona la primera guerra mundial y antes de su premaura muerte, alaedad de 48 afios, Abraham escribié una serie de obras que cul- minaron en su famoso “Breve estudio del desarrollo de la libido”, donde organizé los descubrimientos derivados de trabajos pione- tos con pacientes maniaco-depresivos y esquizofrénicos.2® Es de este trabajo que parte una nueva linea y de donde se nutre su alum- na, Melanie Klein, como lo veremos en el capitulo cuarto, En esencia, lo que Karl Abraham aporté a nuestra compresién de la vida mental y emocional de los nifios y del desarrollo de su personalidad tena elementos de elaboracién y nueva integracién. Llegé a la conclusién de que la base psicosexual del cardcter debia ser entendida en relacién con la primacia de las zonas erdgenas y las tapas de la organizacién de la relacién objetal. As es como la ante- rior diferenciacién de tres fases de desarrollo que llevaban a la cri- sis del complejo edipico, ahora aparecfa como seis fases: 7. Oral de succién, 2. Oral canibalistica, 3. Anal temprana o anal expul- siva, 4. Anal tardia o retentiva, 5. Genital temprana o filica y 6. Fac se genital tardia. Ademés, las divisiones de Freud de las exapas de relaciones obje- tales, 0 sea la autoerética, narcisista y aloerdtica (0 amor objetal), fueron ampliadas para explicar el problema de la ambivalencia, es * Abraham, K.: “Breve estudio del desarrollo dela libido” (1924); Véase ram= bigns “Un breve estudio de la evolucién de la libido considerada a la luz de los transtornos mentales”, en Contribucionesa la teoria de la libido. FASES DEL DESARROLLO Y SERIES ORGANIZACIONALES 57 decir, amor y odio hacia un objeto, y la progresién desde objetos parciales a objetos totales en las experiencias y sentimientos del ni- fio, Se ve entonces que una etapa de desarrollo, constituida por la fase de la primacta pulsional y la etapa de selaciones objetales, lle- {96 a ser un asunto altamente complicado y cuya descripcién po- drfa implicar una respuesta definitiva a un néimero de cuestiones especificas como las siguientes: 1. ,Qué es la primacia de zona erégena? (oral, anal o genital); 2. sCual es el objeto de dicho impulso? (una persona toral 0 parte del cuerpo de una persona); 3. :Cudles el fin de dicho impulso? (incorporar, retener, expul- San destrui, llenar, vaciar, etc. Estos innumerables objetivos pueden verse todos como variantes de dos, que son dar y tomar.); 4, ;Cual es la cualidad del impulso? (c ambivalente); 5. Qué consecuencias tiene para el sujeto?(alivio del dolor, disminuir la ansiedad, gratificacién de los deseos, estimulo del destrall,ecterys . Qué consecuencias trae el objeto? 3 aaa qué punto est el sujeto interesado en el destino del objeto? ffoso, destructivo, o Para poder hacer esto lo més claro posible, de modo de facilitar la Icctura del proximo capttulo sobre los desarrollos desde 1924, tra taré de describir el esquema de Abraham con mis propias pala~ bras, porque lamentablemente no nos ha dejado un resumen. Da- do que este es extraido de todas sus obras, puede no ser exacto en detalle, En cuanto a la duracién de las distintas fases sélo puedo adivinar su opinién2? 2 NotA DEL GRUPO DE ESTUDIOS: El autor nos leva a precisar cémo entendian Freud y Abraham las bases de a bisexualidad y a perversién, Relaciona dentro de la teoria psicoanalitica la organizaci6n pregenital de la libido y la relacién 58 ESTADOS SEXUALES DE LA MENTE 1. Estadio oral temprano Al nacimiento y en los dfas y semanas posteriores, el bebé existe como una totalidad autoerética, sus variadas zonas experimentan placer y displacer ignorando la diferencia entre el se y el objeto. El balance de esta experiencia total de gratficacién versus displa- cer puede determinar el balance de la caracterologfa: optimismo- pesimismo de su vida posterior. La boca y su funcién de succién ss la zona disectriz y el modo de actividad. Este es el probable Punto de fijacién para la regresién a la cataton 2. Estadio oral tardio El bebé es dominado por una mezcla de amor y odio hacia el pe- cho, el cual no es claramente reconocido como un objeto, pere es devorado a mordiscos (en la fantasta) y aun destruido o estableci. do como una parte del self por la identificacién, dependiente del balance de amor y odio, Desde que las dstintas partes del cuerpo ‘no estén claramente diferenciadas, pechos, pene, nalgas, ojos, me. jillas,etc., son ficilmente intercambiadas y confundidas, Cuando el narcisismo es total, la destructividad es intensa y no hay consi- deracién hacia el objeto, el punto de fijacidn para el desarrollo de una esquizoftenia esd ya configurado, Donde el canibalisme es mas amoroso y la parte del self identificada con el objeto incor. Porado es sostenido més solicitamente, se forma el punto de fija- cién para la melancolia. La crisis se resolverd probablemente en el momento del destete. El balance del cardcter, que involucra vora- cidad, ambicién, generosidad, dependencia y envidia, puede tener aqui sus races, bj. Cuando no habla de confusin de zonas erdgenas, por jemplo, invo- Jucra en els las relacionesobjeales, las fantasia inconsientes respective, ae correspondents identfeaconesproycivasy todo eto con lees del self y del objeto. Pow a ae FASES DEL DESARROLLO Y SERIES ORGANIZACIONALES 59 3, Primera etapa sédico-anal La preocupacién y el placer de la zona directriz del bebé se ha des- plazado hacia el ano, donde las heces son tratadas en parte como tun objeto que ha sido incorporado y parcialmente como un pro- ducto de esta parte del cuerpo, que es vivido como poderoso y des- tructivo. Los objetos en el mundo externo tienden a ser gratifica- dos pot heces idealizadas o destruidos con heces omnipotentes en una forma alramente ambivalente ¢ inestable, Como consecuencia se teme con intensidad los ataques al ano por objetos malos. La so- breestimacién de las heces como alimento contribuye a estructurar la ptedisposicién a la melancolia, mientras que la fuerza de expul- sién anal contribuye a la tendencia a la mania. La paranoia esté muy estrechamente unida al miedo persecutorio por malos objetos que se introducen dentro del ano. Asi la actividad-pasividad como un equilibrio del carcter puede estar determinado por la interrelacién de estos impulsos y ansiedades. Del mismo modo, las acticudes en relacin al trabajo, la productividad, los examenes y la sinceridad surgen de estos conflictos que son probablemente agravados por pre- maturas ensefianzas de limpieza y afectados grandemente por con- secuencias del destete. 4, Estadio sadico-anal tardio Mientras el ano es la zona directriz.erégena, seran el recto y los con- tenidos abdominales del self y de los objetos los que preocupen al nifito, Las relaciones son todavia muy ambivalentes, pero la preo- cupacién por las heces como tales es menor que la que siente por Jo que ellas contienen y ha sido creado por el self u obtenido de los objetos. Puesto que los objetos externos son tomados menos cani- balisticamente pero més sentidos como abastecedores de sustan- cias, la preocupacién por las posesiones y su retencién predomina sobre el deseo de emular a los objetos en conducta o capacidades. Donde el sadismo es severo se forma el punto de fijacién de la neu- rosis obsesiva. Los conflictos de este periodo, que se extienden ge- 60 ESTADOS SEXUALES DE LA MENTE neralmente hasta la edad de dos afios, sirven como centro para los rasgos del cardcter adulto teniendo en cuenta los bienes materiales, el control sobre la gente y los objetos; obstinacidn versus docilidad. 5. Genital temprana o filica 6. Estadio genital tardfo Las ideas de Abraham. siguieron en cierto modo las formulaciones de Freud, tal como se vio en el capitulo segundo. Abraham puso también el énfasis sobre el complejo de castracién, el conflicto edi- pico y el posterior desarrollo de la feminidad. Su contribucién es- pecifica para el entendimiento de estos estadios reside en el énfasis sobre la progresién del amor hacia el objeto que va desde una preo- cupacién exclusiva por los genitales y un alto grado de ambivalen- cia hasta el estado de resolucién de la ambivalencia y el surgimien- to del amor por objetos totales humanos tinicos. Consideré que oa adda or esencial para la posterior organizacién psicose- {Qué clase de concepcién acerca de un bebé o nifio esté conte- rida aqu? Uno siente que tales influencias como la teoria de la evo- lucién, la arqueologia y la nueva ciencia de la antropologfa contri- buyeron a un modelo inconsciente de desarrollo que era en parte una confusa mezcla, en parte una estructura en eapas, como el ta. bajo del arquedlogo, o como la estructura social de una tribu primi ‘iva, recientemente civilizada, un microcosmos de evolucién donde los impulsos de sangre fria fueron cambiados por impulsos de san- gre caliente. Por cierto, las ideas de desarrollo y regresién implican que una paseda etapa puede ser superada pero no podré nurica ser verdaderamente desmantelada. Siempre existe en cl inconsciente como una unidad de reserva militar, pronta a ser movilizada si el estrés que sobreviene es excesvo, Por otto lado, los sintomas pato- l6gicos 0 los rasgos de carécter en este esquuema se asemejan 1 los miembros recalcitrantes de una tribu primitiva que andarfan des- niudos o practicarian secretamente sus ritos paganos. Todavia no std claramente definida ni elaborada la “geografia” de la vida men: FASES DEL, DESARROLLO Y SERIES ORGANIZACIONALES 61 tal, ni bien formulada la “realidad psiquica” poblada por partes infanciles del self y por los objetos internos. Freud ya describié la conciencia como una “estructura” ps{quica relacionada con la in- conporacién de los padres, y Abraham rastre6 algunas de las conse- ccuencias patolégicas de la incorporacién de objetos primitivos en la melancolfa o la invasién por ellos en la paranoia. La orientacién visible de toda vida mental normal esté en contraste con las supues- tas preocupaciones anormales por los procesos internos, como en Jas hipocondrias, y el inconsciente era todavia la regién de la irra- cionalidad. Sin embargo, hasta este punto la estructura de la teoria psicoanalitica acerca del desarrollo ha sido construida a partir del trabajo con adultos neuréticos y psicdticos, no deducida de la ob- servacién directa de nifios de un modo sistematico. En el préximo capitulo espero mostrar los cambios ocurridos cen estos puntos de vista por la aplicacién del método psicoanaliti- co directamente en los nifios. Mencioné que los grandes progre- sos en psicoandlisis hacia 1920 produjeron una teoria coherente del desarrollo de la personalidad y lograron para esta joven cien- cia un nuevo interés entre los educadores y otras petsonas ocupa- das en la ctianza de los nifios. Los primeros oyentes fueron casi to- dos exclusivamente médicos desde que parecian tratar solamente del origen de los sintomas nerviosos patolégicos. Este nuevo, am- pliado incerés, atrajo también nuevos profesionales que aspiraban a que los beneficios del tratamiento psicoanalitico alcanzaran tanto a los nifios como a los adultos. Se podria decir, sin embargo, que lo que tiene de frustrante la concepcién del desarrollo infantil que se habia desarrollado, digs mos por la época del “Breve estudio” (1924) de Abraham es que daba la impresién de ocuparse muy poco, si tan siquiera algo, de los nifios y su desarrollo en la vida diaria. Se podria decir que es imposible ver al nifio a través de las teorfas. Pienso que es, de he- cho, la correcta representacién del estado de cosas en el campo del psicoandlisis hasta mediados de 1920. A través de un trabajo fer- viente, detallado y cuidadoso con pacientes adultos neuréticos y psicéticos, estos pioneros del psicoanalisis lograron construir un 62 ESTADOS SEXUALES DE LA MENTE “nifto” diagramado, muy abstracto, el nifio psicoanalitico, que guarda la misma semejanza con el nifio humano que tiene, por ejemplo, el mundo de hazuela-hachas, cascos y figurillas rituales con la fecunda vida en una villa neolitica actual. Tampoco se puede culpar a estos primeros escritores por falta de imaginacién. Por el contrario, fue menester dominar la imaginacién efervescente en favor de la adhesin estricta a la evidencia cientifica obtenida por el método psicoanalitico tal como Freud nunca cesé de estimular en sus seguidores. El método en s{ mismo podia por su propia na- turaleza revelar solamente la reliquias inconscientes de las organi- zaciones de la nifier, no al nifio en si mismo, de la misma manera que el arquedlogo sélo recibe algunos restos culturales relativamen- te imperecederos. Esto fie cambiado significativamente por tres mujeres, von Hug Hellmuth, Anna Freud y Melanie Klein, quienes adaptaron el mé- todo psicoanalitico a los nifios. Pero aun con niftitos desde dos afios y medio en adelante, se pueden sostener las mismas reservas, Porque aunque ahora tenemos una vista panordmica vibrante del desarrollo infantil, los primetos afios de vida son todavia en gran medida una reconstruccién esquemética. La observacién directa de nifios por los psicoanalistas ha comenzado a traer al bebé a la vida. En el préximo capitulo describiré cémo el trabajo terapéutico con los nifios, especialmente los descubrimientos de Melanie Klein, nos ha capacitado para ver al nifio més completamente, en su mundo interno y en sus relaciones externas, en su desarrollo emocional ¢ intelectual, tanto en su poder como en su debilidad, en su bondad y maldad, inocencia y corrupcién, Pero nuevamente hay que tener cuidado: este es el nio completo en el cuarto de juego psicoanali- tico, Resta todavia un considerable trabajo de trasposicién antes que se puedan utilizar los descubrimientos del psicoanilisis para ver al niflo completo en la escuela o en su casa, por ejemplo. CAPITULO 4 DEL DOLOR-Y-TEMOR AL AMOR-Y-DOLOR En los tres capftulos previos he descrito, primero, el método psi- coanalitico en sus excelencias y limitaciones. Luego bosquejé los primeros descubrimientos de Freud acerca de la sexualidad infan- til y sus teorfas sobre el desarrollo de los nifios, particularmente porque constituyen el trasfondo de los sintomas patolégicos de la vida adulta. En el tercer capitulo subrayé el repentino e inespera- do desarrollo, en gran parte debido al trabajo de Freud y Abraham en los afios posteriores a la primera guerra mundial, que transfor- mé el psicoandlisis de un mérodo de investigacién y tratamiento de enfermedades nerviosas en una rama especial de la psicologia, la metapsicologta. Una concepcién nueva, multidimensional y co- herente del desarrollo de la personalidad tomé forma en términos, de fases del desarrollo y series organizacionales. ; Pero finalicé con una nota de semijustificacién por el nifio vi viente que no podia ser encontrado entre las tediosas teorias. Pro- ‘metf, sin embargo, remediar este defecto describiendo los desarro- llos realizados entre 1926 y 1946, los cuales surgieron del trabajo analftico directo con nifios y especialmente del trabajo de M. Klein con nifios muy pequefios. . i Gran parte del impetu para esta aproximacién directa al nifio, habia surgido de un trabajo inusual del mismo Freud, comunica- do en 1909 y conocido por los analistas como “El caso Juanito Este niffo de 5 afios, que padecfa una fobia a los caballos, pero bé- sicamente un nifio normal, inteligente y saludable, no fue tratado por el mismo Freud, sino por el padre, quien tenia conocimi 50 “Analisis de la fobia de un nif de cinco afios” (1909), SE, Xs AE, X 64 ESTADOS SEXUALES DE LA MENTE tos de los hallazgos psicoanaliticos, bajo la cuidadosa supervisién de Freud. El resultado fue altamente satisfactorio pero dejé a Freud muy dubitativo respecto de si tal tratamiento podria ser hecho por muchos padres o directamente por un analista. Fue sdlo el de. sarrollo de técnicas modificadas por las tres mujeres que he men- cionado, la asf llamada “técnica de juego”, lo que posibilité la existencia del tratamiento directo de nifios mediante una rigurosa aplicacién del método psicoanalitico. Si bien Anna Freud abog6, al principio, sélo por la aplicacién parcial del método en compa racién al uso mds meticuloso de la transferencia por M. Klein, en el transcurso de los tiltimos treinta afios estas diferencias técnicas hhan desapatecido en gran parte. Los progresos en la teoria que en Parte resultaron de este trabajo, sumados a los descubrimientos en los adultos, hacen ahora posible mostrar a través del mécodo psi coanalitico, con bastante éxito, todos los desérdenes de la perso- nalidad de nifios desde los dos afios en adelante. _ El caso Juanito fue de importancia para asegurar a Freud y asu circulo que su reconstruccién del periodo edipico y la ast llamada ‘neurosis infantil”, que habia sido postulada como precursora de la neurosis adulta posterior, en verdad existe. El caso ayudé a infun- dlr vtalidad a la teoria de la bisexualidad y la ambivalencia, ya que este hermoso trabajo de Freud, probablemente el mas encantador de toda la literatura psicoanalitica, dio vida a un niffo real que lu- cha con su amor y odio a su madre y padre y con sus propios de- seos genitales masculinos y femeninos. La capacidad de Freud co- ‘mo cientifico estaba acompafiada por un genio literario que hace Que sus trabajos, ya sea en alemén original o las traducciones im- pecables de James y Alex Strachey de la Standard Edition, formen parce de la literatura mundial. " Melanie Klein no posey6 tal talento literario, Su estilo de pre- sentacién directo, lacénico y excesivamente condensado, tal como loencontramos en el Picoandliss de nifios* no ayudé a mitigat la oposicién que encontraron sus ideas. Mientras Juanito habia dan- Obras compleras, 2 DEL DOLOR-¥-TEMOR AL AMOR-Y-DOLOR 65 zado en las paginas de Freud como un perturbado principito, los pobres Rita, Trude, Ema, Peter y otros de los dieciocho casos cita- dos por Melanie Klein surgen marcadamente anormales y mons- truosos en su preocupaciones y peligrosos en su violencia. La expli- caci6n es, por supuesto, no sélo literaria, porque, en realidad, estos nifios estaban seriamente enfermos, profundamente atrapados ya en trastornos que sélo pudieron inducir a severas neurosis 0 psico- sisen la vida adulta. Ademés, la misma nacuraleza de sus enferme- dades involucraba los mds primitivos, més violentamente ambiva- lentes y mds deshumanizados niveles de objeto parcial de su vida mental, relativos a sus organizaciones pregenitales. Consideremos por ejemplo un extracto: “Trude, de tres afios y tres cuartos, acos- tumbraba repetidamente fingir durante su andlisis que era de no- che y que estabamos las dos dormidas. Entonces venia sigilosa- mente hacia mi desde el rincén opuesto de la habitacién (que ella suponia era su propio dormitorio) y me amenazaba de varias for- ‘mas, tales como acuchillarme por la garganta, tirarme por la venta- na, quemarme, llevarme ala policfa, etc. Queria atarme de manos y pies o tomar el tapete del sofa y decir que estaba haciendo “Po- Kaki-Kuki”. Esto significaba que ella queria buscar dentro del tra- sero de su madre a los “kakis” (heces), que para ella significaban nifios. En otra ocasin quiso pegarme en el estémago y declard que estaba sacando mis “A-as” (heces) y me harfa pobre. Luego se apoderd de almohadones que habfan significado en otro momen- 10 nifios y se agaché con ellos detrés del sof. Manifesté alli todos los signos de miedo, se tapé, se chupé los dedos y se oriné. Estos procesos los reperia en forma completa cada vez que me atacaba. Cortespondfan en todos sus detalles con su comportamienco en. Ja cama: cuando no tenia aun dos afios fue presa de graves terrores nocturnos. En esta época también corrla al dormitorio de sus pa- dres durante la noche, una y otra vez, sin poder expresar nunca lo que queria. El andlisis le mostr6 que el orinarse y el ensuciarse eran agresiones contra sus padres en copulacién, y de este modo supri- mié el sintoma. Trude queria robar los nifios del vientre de su 6 ESTADOS SEXUALES DE LA MENTE ‘madre embarazada, matarla y ocupar su lugar en el coito con el padre”.%? Esta es una presentacidn inflexible que va en contra de la ten- dencia universal a idealizar a los nifios o a ver la infancia como inocente, feliz. Cuan diferente de Juanito, cuyos deseos varoniles que surgian de la admiracién por su padre, de ser grande, de tenet un grande y bello pene y casarse con su hermosa madre tiende a producir sonrisas de aprobacién y de estimulo de nuestra parte. Sin embargo en un caso como Trude habia una rica confirma cién de las teorfa de Freud y de Abraham acerca de las raices infant. les de la neurosis obsesiva, de la etapa retentiva anal, de la naturale- 12 del objeto parcial de las relaciones en esta organizacién pregenital altamente ambivalente. Y como tal, naturalmente, estos hallazgos en nitfios pequefios fueron bien recibidos en la literatura psico- analitica, pero facilmente puede verse que tales hallazgos contienen mis que una mera confirmacién de teorfas derivadas del trabajo con adultos. Ellas revelan el suftimiento del nifio enfermo y exi- gen nuestra atencidn, Este imperativo no podia en realidad co- cexistir con la tradicional idealizacién de la nifiez, tal como se la ve en Dickens, que consideraba el suftimiento como viniendo sélo de afuera; a los nifios huétfanos, enfermos, impedidos o abando- nados, Esto implies el reconocimiento que los nifios no pasan de un periodo de felicidad coral a la ordalia de la edad escolar, sino gue nacen en una confusién de ansiedades infantiles en medio de la cual su nico oasis ¢s la presencia fisica de un adulto querido, ol menos un adulto de confianza. Todas las éreas de su vida dia. ria —comer, dormir, jugar, orinar, defecar, aprender, ser vestido, ba- fhado o tratado por enfermedades fisicas~ cada una de ellas se ve perturbada con ansiedades de un tipo que en adultos se ve sdlo en las enfermedades mentales mds severas; las “ansiedades psicéticas” de persecucién, Freud habia postulado, a partir de su trabajo con adultos, que la institucién de la conciencia, que él llamé “superys”, se desa- © Obras completes, 2, pp. 24-25, r DEL DOLOR-Y-TEMOR AL AMOR-Y-DOLOR o rrollé como el “heredero del complejo de Edipo”, o sea, que la re- solucién de los confflictos infantiles de amo‘ y odio tomé la forma del establecimiento de los padres y especialmente del padre del mismo sexo, como la figura interna que funcioné como una con- ciencia. Sus estudios sobre enfermedades més serias que la histe- ria, como la neurosis obsesiva, los estados manfaco-depresivos y esquizofrenia, le hab(an demostrado que involucraban graves per- turbaciones de esta estructura, el supery6, especialmente toman- do la forma de un superyé excesivamente severo, aun salvajemente asesino. Pero dado que estas enfermedades parecfan no aparecer hasta después de la infancia tardia, en el caso de la obsesidn, o de la adolescencia, en el caso de la esquizofrenia, concluyé que las alteraciones del superyd ocurrian en esos momentos posteriores. Por eso no vio ninguna razén para modificar sus ideas en torno al tiempo de origen de la conciencia, aunque admitié que el asi Ila- mado “punto de fijaci6n’” de estas enfermedades esté ubicado en las fases pregenitales de desarrollo, o sea, antes de los tres afios ge- neralmente. ‘Consecuentemente, la segunda modificacién importante de la pintura de la temprana infancia, que provino de la obra de Me- lanie Klein con nifios pequefios, fue el reconocimiento que el mundo interno del nifio estaba ya, 0 quizds especialmente, pobla- do en las fantasfas conscientes 6 inconscientes de figuras buenas malas con las cuales'esté en constante conflicto 0 alianza, siem- pre cambiantes. Hoy en dia no se considera de mucha importan- Cia si estas imagenes, que estin conectadas de tan diversas ¢ im- portantes maneras con el padre y con la madre y con las distintas partes de sus cuerpos, deben ser llamadas colectivamente “super- y6 temprano” o simplemente “precursores del superyé”; pero esto originé violentas polémicas en los afios proximos a la muerte de Freud. La modificacién realmente importante en nuestra concep- cidn de los nifios fue el surgimiento de un concepto tan rico como el de “ealidad psfquica”, que no es de ningiin modo un eufemis- ‘mo, para significar que los nifios dan mucha imporcancia a la fan- tasia, Es un concepto rigurosamente cientifico que reconoce que 68 STADOS SEXUALES DE LA MENTE el crecimiento de la mente de un nifio tiene lugar a través de un proceso continuamente oscilante en el cual sus actividades con fi guras del mundo externo modifican las cualidades de las figuras in- temas, en la fantasia consciente 0 inconsciente. El juego y especial mente la masturbacién y otros tipos de autoerotismo, también ‘modifican estas figuras de las que depende su concepcién del mun- do externo, en cuanto valores y significado. Volvamos por un momento a la descripcién que hace Melanie Klein de la representacién de los terrores nocturnos que Trude ex- presa mediante el juego. Estos terrores habfan aparecido alrede- dor de los dos afios cuando su madre estaba embarazada. Las fan- tasfas de masturbacién de Trude, en las cuales ella robaba a su ‘madre incerna las heces, los bebés y sus riquezas, convirtieron a esta madre en un perseguidor aterrorizante. Esta situacién inter- na le provocé terrores nocturnos que eran inconsolables porque su confianza en la madre externa estaba interferida por su situa- i6n interna. Esto la llevaba a mojarse y ensuciarse, lo cual en rea- lidad le ocasionaba dificultades con su madre en el mundo exter- no. ¥ a la ver aumentaba la envidia y el resentimiento de Trude, su tendencia a masturbarse, y as{ sucesivamente. Todavia existe cierto grado de desacuerdo en los circulos psico- analiticos en relacién con el momento del comienzo de estas rela- ciones internas, la formacién de este mundo de “realidad psiquica’, porque nuevamente Melanie Klein, en su estilo sin concesiones, in- sistié en que la evidencia indicaba que estos procesos comenzaban en el momento mismo de la vida post-natal. La fecha exacta es de muy pequefia importancia para nuestros propésitos presentes. Lo que importa ¢s el reconocimiento de la inmensa importancia que tiene para el desarrollo mental y isco de un nifio este mundo inter- no de la mente y que esté poblado de una multitud de objetos, buenos y malos, que sélo en forma muy lenta 0 incompleta se inte- ¢gran para formar las figuras paternas del “superys” de Freud. Ahora quisiera enfatizar lo de “buenos y malos”, porque esto nos lleva a la tercera gran modificacién de nuestra imagen de la vida mental de los nifios, que deriva de la obra de Melanie Klei rT DEL DOLOR--TEMOR AL AMOR-Y-DOLOR Co) la cual es en cierto modo la més importante desde nuestro punto de vista presente, 0 sea el de hacer viviente al nifio de las teorfas. En los once afios entre la primera y segunda guerra -1935-1946- cen cuatto trabajos fundamentales, formula los conceptos conoci- dos como posicién esquizo-paranoide y depresiva en las relaciones objetales, fo cual en mi opinién, ha acercado al psicoandlisis a una relacién mas intima con el latir de la vida, el drama del amor y el odio, lo bueno y lo malo, creacién y destruccién, crecimiento y deterioro, belleza y fealdad, salud y locura, en los individuos y en las sociedades. La presentacién de estos conceptos, constituye el final, la coda de estos capitulos histéricos y requiere cierto vuelo poético para captar su belleza. De-su trabajo con nifios pequefios y luego con adultos muy en- fermos, Melanie Klein concluyé que la guerra entre el amor y el odio y entre lo bueno y lo malo comienza con el nacimiento o muy poco después; que el dolor y el temor y la furia que los acompa- fia hace peligrar el deseo de vivir del lactante, en un grado tal que constituye, de hecho una seria amenaza a su capacidad de sobre- vivir, Para sobrevivir en forma razonablemente sana debe enfien- tar este terrible estado con su mecanismo llamado splitting [es- cisién], por el cual se divide a s{ mismo y divide sus objetos en forma severa, en segmentos “buenos”, idealizados, y segmentos “malos”, persecutorios. Las partes “buenas” idealizadas del self in- tentan aliarse con los objeros “buenos” idealizados, en primera instancia con el pecho nutricio de la madre, o con su representan- te, Estos son procesos internos. Una alianza fundamental madre- nifio idealizada, constituye el prototipo para el desarrollo del amor, confianza, gratitud y esperanza. Pero esta alianza, la relacién idealizada, esta amenazada por to- dos lados, interna y externamente, Cada dolor, desilusién o shock constituyen ataques ala confianza en la bondad y fortaleza del ob- jeto. Cada separacién trae soledad, celos que atacan la gratitud. La envidia por la bondad, la belleza, la forcaleza o la capacidad del objeto trabaja contra el amor. Todo signo de desgaste, debilidad 0 envejecimiento mina la esperanza. 70 ESTADOS SEXUALES DE LA ME TE. Lo que he descrito hasta el momento es la posicién esquizo- Paranoide, en la cual se siente que toda seguridad ante la perse- cucién, el dolor y la muerte, proviene de la fortaleza y ayuda de estos objetos idealizados, al comienzo el pecho de la madre, luego tun concepto mds coherente de la madre, luego también el padre yas{ sucesivamente. Pero lo importantes ¢s estar protegido del dolor J el peligro, En esta organizacién de la personalidad los objetos buenos son valorados y aun amados 0 venerados, sdlo por su auxi- lio, en una palabra, egofstamente. Cuando mucho, esta orienta-

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