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PREPAREN EL CAMINO DEL SEÑOR

Oración inicial: salmo 81 Canto opcional: Tarde te amé, MSP


(YouTube)

Narración del episodio bíblico

El pueblo de Dios fácilmente se olvidaba de la alianza hecha con Dios y, en vez de observar su ley,
cometía barbaridades de todo tipo, hasta postrarse ante falsos dioses.

Pero Dios mandó su Espíritu a algunos hombres para que lo amonestaran. Estos son los profetas,
cuya enseñanza es válida también para nosotros. Estos hombres predicaban la palabra de Dios sin
tener miedo y dispuestos a dar hasta la vida. Anunciaban el mensaje de Dios con eficacia, así como
el Espíritu de Dios se lo hacía sentir.

Recordemos algunos: Elías predicó con mucho fervor el arrepentimiento. (1 R 18,17-19)

Otros profetas, como Jeremías, Isaías y Oseas criticaron con palabras durísimas a quienes practican
una religión exterior sin querer cambiar su vida. «Cuando rezan con las manos extendidas, aparto
mis ojos para no verlos. Busquen la justicia, den sus derechos al oprimido» (Is 1,15-17)

«Ustedes roban, matan, toman la esposa del prójimo, juran en falso u ofrecen sacrificios a otros
dioses, ... y luego vienen a presentarse ante mí, en este templo, cuando acaban de hacer todas estas
maldades» (Jr 7,9-10)

Los profetas fustigan fuertemente a los responsables de la justicia y les anuncian que no gozarán de
lo mal habido (Am 5,7.11)

«Venden al inocente por dinero, y al necesitado por un par de sandalias. Pisotean a los pobres en el
suelo y les impiden a los humildes conseguir lo que desean» (Am 2,6-7)

El profeta Oseas demanda también a los sacerdotes que no enseñan la Palabra de Dios: “como tú no
te preocupas de enseñar, mi pueblo languidece sin instrucción; por eso yo te echaré de mi servicio”
(Os 4,4.6)

Si hablaban era por la exigencia del Espíritu de Dios que estaba en ellos. La fuerza de la Palabra de
Dios rebasaba sus capacidades, no podían resistirse. Por ejemplo, Jeremías confesaba: “No volveré
a recordarlo, ni hablaré más en su Nombre”. Pero no podía» (Jr 20, 8-9)

Los temas más comunes que trataban son cuatro:

1. El culto que agrada a Dios (Jr 7, 1-11; Os 6,6; Is 1,11-17; Am 5,21-23)


2. La necesidad de la justicia (Am 2, 6-7; 5, 10-13. 24; Mi 2, 1-2; Za 7,9-10)
3. El rechazo a Dios (Jr 2, 13; 9,1-7; Os 4,1-12; 11,1-4)
4. El anuncio de una Nueva Alianza (Jr 31, 31-34; Ez 11,17-21; 18,21.27; 36,23-30).

Estos temas, también hoy, son de suma actualidad. Meditados con apertura de corazón nos ayudan a
entender que la esencia de la fe es el encuentro amoroso con el Padre, que nos hace
comprometernos en hacer el bien y trabajar por la verdadera felicidad.
El anuncio más inquietante para el pueblo judío era aquel que contenía la promesa de la liberación
por manos del Mesías de Dios. El profeta Isaías recibe del Señor esta profecía que tardará varios
años en cumplirse y se alejará de lo que esperaban la mayoría de los israelitas. (Is 7, 10-14)

Llegada la plenitud de los tiempos envió Dios a su Hijo Jesucristo al mundo por medio del seno de
una virgen (Lc 1, 26-38)

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