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INDICE 3. Las cosas bellas en el Ambito de lo real. 4. Valoracion .... a 2, Sintesis de los elementos de lo bello... CCartruto V, LA BELLEZA EN EL DESPLEGUE NOCIONAL DEL. a) Ente y algo. b) Ente y uno ‘) Ente y verdadero 4) Ente y bueno To bello en el proceso dialéctico del ente .- 4) Conversi6n de lo bello y el ente ... +b) Evolucién nocional detente a lo bello «¢) Lo bello en el término del despliegue del ente (Captruto VI. Ser ¥ BELLEZA 1. Ascensign hasta la belleza subsistente ‘hecho: Ios entes son mas y menos bel principio: lo causado pide una causa ‘) Un término: la belleza por esencia ... 2. Origen de lo bello... 3. Analogia de lo bello BreuocRArtAa Presentacion La biisqueda de la belleza, la capacidad de detectar y gustar lo bello, son rasgos propios de la condicién hu- mana. Sus manifestaciones aparecen tan claras que, aunque han variado y varian segxin los tiempos y las, culturas, cabe decir que no ha existido pueblo algun sin un sentido profundo de la hermosura «que se hace visible a la inteligencia a través las cosas creadas». Pero en nuestra época se advierte una «conversién» especial hacia la belleza y, més en general, hacia la emocién —la fascinacién de su esplendor— que quiz puede explicarse porque se considera que la verdad ‘est muy lejos y el bien es muy dificil. No son estos, tiempos época de fidelidad a la verdad o de entrega decidida al bien. Casi todo se relativiza; la verdad se ‘queda en opinién y el bien en célculo de beneficio. Se explicaria asi que en tal coyuntura cultural se prefiera la biisqueda o el cultivo de la belleza como til tima frontera. Se descubre la trascendencia en el arte, si no es posible en otras dimensiones. La experiencia es- tética aparece estrechamente vinculada a multitud de ones fntimas de las personas y se revela como La via de la belleza podria ser entonces el camino para la recuperacién, en forma ascendente, de la ver- 9 PRESENTACION dad, de la unidad, del bien, sendas privilegiadas para el encuentro con el Dios olvidado. El Capitulo de Esté- tica de AEDOS se constituye como foro de reflexién in- terdisciplinar sobre todas aquellas manifestaciones de lo bello que desvelan al hombre aspectos de su reali- dad y de su dignidad sagradas, al tiempo que le orien- tan hacia horizontes de plenitud . El Padre Abelardo Lobato fue ponente del V Semi- nario —Estética y Misterio— del citado Capitulo con ‘una leccién magistral sobre «El horizonte del pulchrum»*. En el marco de esa memorable jorna- da de trabajo se inco6 la idea de reeditar su clAsico Ser y belleza, pionero de un sugerente recorrido de este trascendental de la mano de Santo Tomas de Aquino El Instituto de Humanidades Angel Ayala-CEU, el Instituto Santo Tomas de Balmesiana, la Universidad Santo Tomas de Chile y la Fundacién Monsenor Cas- tillejo Gorraiz —instituciones estrechamente vincula- a la figura y a la obra del P. Lobato— han hecho posible, con su mecenazgo, que el lector tenga en sus manos, para disfrute y deleite, esta segunda edicién. Femando Feméndez Rodriguez Presidente de AEDOS (Asociacién para el Estudio de la Doctrina Social de la Iglesia) * Que se publicaré préximamente en el volumen colectivo Relativism y Convivencia. Un rto cultural de nuestro tiempo, en la ccoleccidn UCAM/ AEDOS. Introduccién FIP. Abelardo Lobato recuerda, ya en el prologo de este libro, que Santo Tomas de Aquino no enumera la belle- za entre las propiedades del ser. El P. Lobato propone su estudio sobre Ser y belleza como prolongacién cohe- rente del pensamiento tomista. A cada uno lo suyo. Es ‘oportuno recordar este hecho cuando el pensamiento cristiano actual anda en busca de nuevas orientaciones. EIP. Lobato es un ejemplo egregio de fidelidad creativa a los origenes y de leal capacidad de innovacién. Partir de Tomas para honrar a Tomés prolongéndolo. El Instituto de Humanidades Angel Ayala-CEU se enorgullece de tener a cargo de su Cétedra Santo To- més de Aquino al P. Abelardo Lobato, OP, Presidente en los tiltimos aftos de la Pontificia Academia de Santo ‘Tomas y de la Sociedad Internacional Toms de Aqui- no (SITA). Y, asimismo, se complace en colaborar con la Asociacién para el Estudio de la Doctrina Social de la Iglesia (AEDOS) en la reedicién de Ser y belleza, un li- bro esencial para la estética filos6fica contemporanea. ‘Son muchas las obras semejantes a este Ser y belleza ‘que merecen restauracién, El futuro del pensamiento —elemento nuclear de la civilizacién occidental— pasa inexorablemente por la reverente y agradecida lectura de la tradicién filos6fica perdida. El futuro se constru- ye sobre la base del pasado. Una cultura que da la es- u INTRODUCCION palda a sus raices, que reniega de ellas o que, simple- mente, las ign condenada a la desaparicién. Por lo tanto, la re de Ser y belleza constituye un aporte a la construccién de Europa. EI Instituto de Humanidades Angel Ayala-CEU es ‘una obra mas de la Asociacién Catélica de Propagan- distas. La Asociacién fue fundada por el P. Ayala y tuvo en el Siervo de Dios Cardenal Angel Herrera Oria a su primer Presidente y su alma. Ambos, por cristia- nos, subrayaron siempre su amor por la doctrina de Santo Tomés de Aquino, doctrina muchas veces reco- ‘mendada por los Papas. Seguir a Tomds es seguir el ca~ ‘mino seguro, sin que ello obste a la libertad legitima de Jos hijos de Dios. A Tomas de Aquino quiere acogerse este Instituto de Humanidades de la Fundacién Uni- versitaria San Pablo-CEU, al Doctor Angélico se enco- mienda para que todas las cosas sean restauradas en Cristo. José Luis Gutiérrez Garcia Director del Instuto de Humanidades Angel Ayala-CEU Prélogo La belleza se cuenta entre aquellas cuestiones de suyo inagotables. Cada hombre y de algiin modo cada ge- neracién la encuentra en su camino y siente el impulso de ensayar una solucién. A Manuel Kant le causaba extrafieza el hecho de que, mientras en los problemas fisicos y técnicos se da un desarrollo progresivo, los te- ‘mas humanos y profundos reaparecen en cada genera- cin cual si nadie se hubiera ocupado de ellos. El hecho es cierto en algtin modo. A la belleza le ocurre. Pero, en. contra de lo que Kant opinaba, tal condicién no proce- de de una deficiencia del tema, sino de su propia exce- lencia y de la condicién humana, que, felizmente, es capaz de perfectividad no sélo practica, sino también especulativa. El tema de la belleza es antiguo, pero si- gue en nuestros dias tan actual como en los tiempos de Platon. El presente ensayo se ocupa de las relaciones de la belleza con el ser. Las tres palabras del titulo reflejan su contenido, La belleza tiene aspectos diversos. Quizé sea aconsejable acercarse a ella por aquel que mani- fiesta su rostro més escondido. De hecho, tanto la fe- nomenologia en tomo a las vivencias estéticas, cuanto las expresiones artisticas de lo bello, siguen una direc- cién interiorizante, Més profundo que ningiin otro as- pecto de la belleza es el que la funda en el ser. Y es0 13 PROLOGO quiere expresar la conjuncién copulativa enlazando los dos términos. La linea del desarrollo se conforma a esta direccién penetrativa. Va de la existencia a la esencia, de lo bello a la belleza. Reducido a sintesis y esquema, no preten- de ser otra cosa més que una sencilla introduccién a un tema inagotable. Tomés de Aquino, elegido como guia y maestro, daré la profundidad y claridad precisas para que no se diluya en puras vaguedades el esplen- dor de la belleza. Universidad Pontificia de Salamanca, abril de 1963 Prélogo a la 2." edicién Se suele decir que «lo bueno, si breve, dos veces bue- no». La sentencia no tiene valor absoluto, pero se pue- de aplicar en este caso, para presentar al lector la se- gunda edicién en castellano del librito Ser y belleza, cuya primera edicién, de la editorial Herder, se re- monta al afio 1965. Este ensayo es fruto juvenil de la Cétedra de Estética de la Universidad Pontificia de Salamanca, en la cual me introdujo mi profesor en la ‘Complutense José M.* Sanchez. de Muniain. La prime- ra parte del curso era el estudio de la belleza y su re- lacién con el ser, dimensién central, pero olvidada a partir de Hegel. El ensayo era el n.° 57 de la Pequenia Biblioteca Herder, un libro de bolsillo, a la mano y a los ojos. Evocando el adagio latino chabent sua fata libelli», hay que decir que result6 pronto un libro afortunado, con buena suerte. En mis viajes por los paises de lengua hispana encontraba profesores que lo tenian como libro de texto para esta materia y me pedian alguna leccién sobre el tema, que les encantaba. En él encontraban res- puesta para la cuestiGn radical de la belleza, dejada de lado en el ensayo andlogo de Umberto Eco, I! problema «estetico in S, Tommaso, del afio 1956. De hecho, el libro se agoté pronto y se pedia una segunda edicién. Pero la ‘editorial cerr6 la coleccién. Por mi parte, continué la 15 PROLOGO A LA 2+ EDICION investigacién en otros ensayos y llevé a cabo una tra- duccién italiana, que también esté agotada. Por fortuna, en la medida en que en Occidente se ex- vido del ser», y le seguian el declive de la verdad y del bien, como alimentos de dificil asimilacién en la hora de la cultura light y del pensiero debole, retor- nnaba y era emergente el tema de la belleza y la fascina- cin de su esplendor. El punto de partida era Dos- toievski, con su rotunda afirmacién «La belleza salvaré al mundo», y su punto cenital era la ingente obra de ‘Hans Urs von Balthasar, la primera teologfa basada en la belleza. Larelacién de lo bello con el ser sigue abierta y espera respuestas. Tomas de Aquino no incluy6 de modo expre- 50 lo bello entre las propiedades del ser, pero no se opo- ne a ello. Mi libro era un intento de dar los primeros pa- 805 en ese itinerario del esplendor de lo que visto agrada. Las peticiones de una segunda edicién han ido en aumento y por ello me he decidido a darles respuesta, Entre hacer una revisién a fondo, incorporando los tra- bajos publicados en estos aftos, 0 dejar el librito tal cual, naci6, he optado por esta posibilidad. Vuelve al égora cultural con su frescura juvenil del afto 1965. La tesis, que propone sigue teniendo su peso y se mantiene: la belleza camina con el ser. El ser se viste de esplendor y de hermosura en los tres niveles, natural, humano y teo- logal. Para prueba de su verdad basta un rayo de iuz. Madrid, Cétedra de Santo Tomas de Aquino Instituto de Humanidades Angel de Ayala - CEU, 2005 16 Siglas tomistas DC = S. THomar Aquivans, In Librum de Causis Exposi- tio, cura et studio fr. Cesat PeRa, O. P, Mariett, Taurini 1955. Potentia, cura et studio P, Pauti M. Pession, Ma- rietti, Taurini 1949. DV =S. THomar Aguinans, Quaestiones Disputatae, De Veritate, cura et studio P. Ravwunor Setazzi, O. P,, Mariett, Taurini 1949. Sent, = S. THOMAE AuINAns, Scriptum super Sent ‘magistri Petri Lombardi, cura P. ManboNNet, Parisiis 1929, Cartruto 1 EL TEMA Y EL PROBLEMA DE LA BELLEZA Hay muchos modos de ocuparse de la belleza. Para unos es ocasién de lucro, para otros de vanidad. Inten- tan unos poseerla, otros producirla. Y un quehacer mas noble, inocente ¢ inttil es tratar s6lo de teorizar acerca de ella. El presente trabajo se sitia en esta linea con- templativa. A la inteligencia se le asigna una funcién principal indagatoria en tomo a lo bello. De aqui brota la nobleza y resulta la inocencia de esta ocupacién. Porque la tarea humana de entender sélo llega a su templacién de lo bello un sentido terminal. La teoria es, fin en s{ misma cuando es auténtica penetracidn en el ser. Por lo mismo, es «inttil», no conduce a algo mas all, es término. ‘Aun dentro de la orientacién teorizante acerca de la belleza, caben direcciones muy diversas, no todas de anhelan convertirlo en fuerza creadora que por su ac~ 19 ABELARDO LOBATO cin llama a la existencia. Surge ya la duda de si la be- eza preexiste a la teorfa, o si mas bien la sigue como, Ja sombra al viajero. Aqui nos atenemos a lo primero. ‘Suponemos la belleza de la que nos hemos propuesto tratar. El perfil, al menos, de la direccién perseguida quedard delineado al sefialar el tema elegido, el pro- blema planteado y el itinerario més accesible para la solucién. 1. El tema y sus caracteristicas Se trata de la belleza. Es de todo punto necesario decir dénde est y qué es, cudles son las notas que la consti- tuyen y la hacen diferente de todo lo demas, cudles las causas que la hacen posible. Para que esto sea firme y seguro, hay que recurrir al ser. El concepto de ser es primero y fundante. La belleza no es inteligible sino desde el Ser, no tiene otra consistencia que la recibida de él. Hay que partir del ser para llegar a la belleza. Todo el tratado se centra en este binomio, cual aparece ya en el titulo: Ser y belleza, La teoria de la belleza in- daga la radicacién que ésta tiene en el ser. Mutuamen- te se encuentran referidos los conceptos. Si por una parte el ser incluye en su despliegue la belleza, por otra la belleza da a conocer una nueva dimensién del ser. Basta indicar el tema y su proyeccién hacia para advertir la importancia capital del mismo, rés vital para la auténtica filosofia. El valor del tema depende de su misma hondura. Cuanto més radicado 20 SER Y BELLEZA en el ser, tiene mayor alcance. El tema de la belleza ha sido actual en todas las épocas. Ha sido apasionante. ‘Ambas notas las conserva. Quizé ahora se como nunca los esfuerzos por descifrar el enigma belleza. Pero si en otras épocas se recurria a los princi- pos, se pedia ayuda a la filosofia para entender la be- lleza, hoy la tendencia general parece contraria. Cierto aire positivista aleja de los principios para atenerse a lo concreto. Fl problema de la belleza se intenta resolver desde lo tactico y lo experimental. Con ello, el tema se enriquece constantemente. Seré preciso conservar y perfeccionar esta orientacién, pero no olvidar aqueélla, porque sélo en la mutua compenetracién cabe el pro- sgreso. La filosofia parte de la experiencia, pero va mas alla de todo lo experimental cuando llega a la esencia de lo bello. La teoria se solidifica en los principios. Por varias razones resulta dificil conseguir el inten- to de penetrar en la belleza desde el ser. El tema se si- {tia en una perspectiva donde las cosas son claras en si ‘mismas, pero son oscuras para los que conocemos con la ayuda de la abstraccién y por el proceso del racioci- nio, No es dado a cualquiera y sin esfuerzo obtener un concepto adecuado del ser y de sus notas, entre las, ‘cuales se trata de situar la belleza. Y, aun obtenido ese concepto, queda la dificultad de la belleza misma, de Jas cosas bellas. «Son dificiles las cosas bellas», decia la condicién de ser huidizas, de hacer- después de haberse manifestado. Las Men. 968; Cra 384 ABELARDO LOBATO oraciones gramaticales que de pronto nos parecian ap- tas para expresarlas adecuadamente, terminan por pa- recernos vacias, temblorosas, cual cesta que salia del pozo lena de agua. La formula que diga lo que es la belleza parece haber congelado un rio fluyente. Quie- nes la han percibido con el fulgor de su rostro encuen- tran, en el trasunto ofrecido, una dolorosa ausencia. Goethe se refa de todos los que se atormentaban por encerrar en algunas palabras abstractas la nocién de la, belleza. Creia que la belleza es un fenémeno primitivo, que nunca se manifiesta en si mismo, sino solamente en sus reflejos, Finalmente, la dificultad crece en el ‘caso presente en cuanto se intenta, més que indagar co- ‘sas nuevas, poner al alcance de todos el tema y el pro- blema con sencillez y brevedad, cual lo requiere la condicién de este ensayo. Pero las dificultades no deben ser causa de des- mayo en el propésito, sino sélo advertencia para no pedir imposibles. El menester del fildsofo lleva inhe- rentes las dificultades. Arist6teles compara la elabora- cin de la teoria a la caza, y el fil6sofo al cazador. Son, de gustar en un banquete Jo que ha sido presa y botin. Debe ser también comin ‘a ambos la valentia en superar todo lo adverso. La di- ficultad del tema de la belleza y el ser lo hace mas in- citante. Para que el tratado cumpla su cometido, debe si- tuarse en la Iinea de la tradici6n mejor fundada, como 22 SER Y BELLEZA nuevo anillo de una vieja y nunca interrumpida cade- na; necesita la fuerza de la objetividad por encima de las barreras del subjetivismo; y le conviene revestirse de claridad y sobriedad en la expresi6n. Si no llega a poseer tales caracteres en perfecto grado, ser oportu- no que aspire a no privarse totalmente de ellos. El peso de la tradicién lo avala, la vigencia de lo objetivo lo fundamenta, la sobriedad lo defiende de toda vana pretensién. En efecto, la tradicién, como sintesis de lo que ya estd elaborado sobre la materia, constituye un seguro Hay que tener presente que no s0- ni penetramos en una selva virgen. Muy al contrario, las indagaciones se vienen sucedien- do, con matices diversos de orientacién, desde los tiempos primeros de la filosofia. Somos por fuerza deudores del pasado al revivir este problema. Convie- ne siempre conocer lo que otros han pensado, no s6lo a titulo de mera informacién, sino por cuanto es siem- pre muy poco lo que puede aportar un hombre a un problema, comparado con lo que han elaborado en torno al mismo las generaciones pasadas. Se aprende desde la verdad adquirida y desde el error en que han caido los demés. La tradicién en filosofia tiene un sentido peculiar. Porque en ella no hay otra autoridad que la evidencia que guia la razén y la de la razén que se deja guiar por la evidencia. No importa quién » sino la verdad de lo que ha dicho. Por ello . mas que enlace de nombres y de afirma- tejido de verdades, corriente subélvea que 23 ABELARDO LOBATO. unifica posiciones dispersas. La belleza, como todos los grandes problemas, tiene una dimensién emergente por encima de los estrechos horizontes de cualquier coyun- tura hist6rica, y otra de concrecién en los miiltiples mo- dos con que ha sido tratada. La tradicién filos6fica es posible en el esfuerzo por conservar vivo y operante lo ya conquistado y por la aspiracién a poseer sin limita- ciones lo que contintia inaleanzable. No hay tradicién ‘sino en la sana renovacién superadora. La tradicién a la cual se apunta y en la cual se inserta el tema es no slo Ja que compete a la llamada filosofia perenne, sino la que, dentro de la escolistica, reconoce como maestro a Tomés de Aquino? Conviene, ademés, dejarse llevar por la fuerza de la objetividad. Hay que romper con todo lo que anula la trascendencia. Sélo el encuentro con las cosas puede sanar el morboso y prolongado narcisismo que aqueja en muchos campos al pensamiento modermo. La belle- za no se encuentra a puertas cerradas. Requiere luz de evidencia, por la cual se manifiesta, sana objetividad en la cual \dicacién de la belleza en el ser, la obje- tividad nos es dada por afadidura. 2 or su pare santo Tomé de Aquino logré recoger ens ra todos os ils dela adi y dares naero ages Hoy ‘gente ln inerion del persamientomodero,en lo que bene de valid, en el entamaro de esta dctrinatomista sts labor es Posible, sera ventajona pa ars posiconesyparalaverad Sobre cémo deba realizar, ci Santapo Rewer O.P, mas, Studionam Dus, «Aquinas ( SER Y BELLEZA Por tiltimo, el bosquejo indagatorio acerca de la be- lleza pide claridad. No s6lo porque belleza y claridad andan unidas, sino también porque sélo en ia claridad se hacen patentes las cosas y se da a conocer la verdad de las mismas. Aqui se busca la belleza de verdad, que es lo mismo que la verdad de la belleza. Solo las ex- presiones revestidas de transparencia pueden conte- nerla adecuadamente y hacerla inteligible. La claridad sla cortesia del fil6sofo y la fuerza de la verdad. Los términos elaborados y depurados en la tradicién filo- ‘6fica son aptos para el intento, aun cuando a alguno le resulten manidos y carentes de vigor expresivo. Al ‘ocuparse de la belleza hay que ponerse en guardia con- tra la fascinacién que lleva consigo, so pena de con- fundirla con lo que no es més que su halo o su sombra. Porello se impone la sobriedad en la expresién. Un tra- tado sobre la belleza es el que se la propone como ob- jeto de investigacién. No es lo mismo que un bello tra- tado. En este caso, el ideal serfa lograr la conjuncién de ambas cosas, consiguiendo que la belleza se instalara aqui como en su propia casa y descubriera claramente su rostro por cualquiera de las ventanas. Por ser ideal, quedard siempre flotando por encima de donde llega elalcance de nuestro braz0 extendido, 2. El problema deta belleza y el ser El tema de la belleza se convierte muy pronto en pro- blema. Surgen aporias que parecen insolubles. En pri- ‘mer lugar, son diversos los campos del ser que se dis- 25 ABELARDO LOBATO putan en exclusiva el dominio de la belleza. Existen, ademés, teorias elaboradas en tomo a la belleza total- ‘mente inconciliables. Por tiltimo, cobra cada dia mayor pujanza la disciplina que estudia lo bello, pero no aca~ ba de encontrar la unidad sin la cual todo saber se dis- grega. La problematica se acentiia a medida que las no- ciones del ser y la belleza se distancian, Los tres campos que se disputan la posesion de la belleza son la filosofia del arte, la estética y la metafisi- ca. Mas all del sujeto, y en conexién con él por hilos creadores, se extiende el mundo del arte. Nadie pone en duda que en él la belleza tiene asiento. Mas acé, en el hombre interior, como tarea contemplativa y frui- ci6n indescriptible, se da también la belleza por cuan- to aqui se manifiesta y se posee. Y dentro y fuera a la vez, a un mismo tiempo mas alto y més profundo, esta cl ser en el cual la belleza encuentra definitive apoyo y fundamento. La metafisica de la belleza tiene primacia de origen. Ya Platén situé la belleza en el ciclo de las re- alidades absolutas, peraltada e hipostasiada como una idea, préxima al bien, si no identificada con él. En la ‘edad modema nace la estética y muy pronto se arroga la exclusiva en el tratado de lo bello. Baumgarten le da nombre y Kant le confiere rango de disciplina filos6fi- ca, La belleza pasa asi al mundo del sujeto, sin otro apoyo que el juicio estético. Mas tarde, perdida la su- ‘misi6n a la naturaleza en la actitud contemplativa y vindicados por el espfritu humano los derechos de creador, la belleza se adscribe preferentemente a las ex- Presiones objetivadas del homo faber. Croce reduce el SER Y BELLEZA mundo de la belleza al arte. La belleza ha emigrado del campo del ser al del sujeto, para instalarse en las obras del arte, La metafisica ha dejado paso a la estética, y ésta a la filosofia del arte. En pos del griego Platén, el prusiano Kant y el italiano Croce. Los tres nombres pueden ser elegidos como simbolos representativos no ‘Glo de épocas y de virajes hist6ricos en el problema de la belleza, sino de mentalidades persistentes en nues- tros dias, a veces en callada y confusa coexistencia, a veces en violenta pugna. En cada uno de estos campos, el estudio de la be- propiedades. La estética considera la belleza como un valor capital, pero no tinico, captado por el sujeto. En la filosofia del arte la belleza no tiene rango ni jerar- quia aparte; la rosa de los vientos artisticos tiene una punta que indica la belleza, pero ni en la generacién de la obra de arte ni en el contenido plasmado en una ma- teria entra a formar parte como una condicién 0 como ‘un fin al que se tiende. EI problema se hace mas acu- ciante atin cuando se tiene en cuenta que desde cada tuno de los campos se han elaborado teorfas de la be- lleza con pretensién de validez absoluta. Existe, por tanto, un problema de unidad en el tra- tado de lo bello, el de si la disciplina llamada estética hha de ocuparse, como hoy es uso, de la belleza en to- dos sus modos hasta elaborar una teoria que los com- prenda, o bien se resigna a ser un haz de tratados incoherentes por cuanto parten de objetos formales di- 7 ABELARDO LOBATO vversos y no tienen de comiin mas que el término a que todos se refieren, o bien encuentza el posible enlace in- terno entre la ontologia por una parte la psicologia y el arte por otra. EI problema se yergue como un promontorio ante nosotros. Pero debe tener una solucién. Porque la belle- za no puede estar en oposicidn con la belleza. Cada una de las posiciones susodichas puede decir verdad en lo «que afirma, si bien no toda la verdad. Incurte, por tan- to, en el error al hacerse exclusiva. Sélo la teoria capaz de integrar las verdades parciales en una comprensién total del problema serd digna de tenerse en cuenta. Hay que defender con el filésofo del arte que el hombre tie- ne el don de objetivar su mundo interior y aun algo de ‘su misma persona, dando origen a la belleza. Pero el ‘campo del arte no agota lo bello, por cuanto muchas ve- ces se reduce a ser traduccién y expresién de la belleza encontrada y descubierta. También es cierto, como afir- ‘ma el estético, que la belleza dice una relacién al sujeto, ya que en su interior aparece de pronto con brillo y ful gor de meteoro. Pero no ha sido pura manifestacién, contemplacién vacia, sino manifestacién de algo que trasciende al sujeto. Tiene razén el metafisico al atribuir Ja belleza al ser, pero la pierde cuando olvida que el ser se dice de muchas maneras, La solucién al problema de la belleza escindida en diversos campos se hace posible desde una mayor pe- netraci6n. Hay que unificar lo disperso. Y para ello es preciso remontarse a los principios, partir desde el ser. ‘Todo lo que se pluraliza en lo inferior se concentra en SER Y BELLEZA Jo superior. La teoria puede dar unidad a la dispersion productiva y contemplativa. El hombre tiene acceso a os mundos de lo bello mediante los actos: produce, contempla y teoriza, La produccién no va mas allé de las obras exteriores dirigidas por la raz6n. El horizon- te de la contemplacién tiene mayor amplitud de radio, porque se extiende no s6lo a lo producido, sino a todo Jo natural, anterior al hombre mismo y punto de parti- da del arte. Muy por encima de ambos se eleva la teo- ria intelectual, la especulacién acerca de la belleza. La produccién y la contemplacién sélo viven en lo con- ‘reto y personal, dicen relacién a tal objeto. Todo otro clima les es desconocido. A cada artista le es connatu- ral un modo de expresién. Produce sin saber dar razén de cémo y por qué lo produce. Y cuando da razones no os convencen, De un modo anélogo, el que contempla y gusta lo bello no intenta ninguna otra cosa. S6lo la te- ‘ria se eleva al mbito de lo universal y admite la re- flexi6n, pide distancia y serena objetividad. La especu- lacin intelectual en tomo a la belleza est por encima de los demés actos que dicen relacién a la belleza, de algiin modo se funda en ellos y los supera. Pero la teo- ria, por ser obra del entendimiento, no puede tener s6- lido fundamento mientras no quede radicada en el ser. Porque el entender se efectia siempre en el ser y des- de el ser. Carece de importancia que para la solucién del problema de lo bello se comience teorizando acer a de la produccién o acerca de la contemplacién, con tal que se integren en el ser y desde 61 se comprendan, En el problema de la belleza, cerrar la puerta de acceso 29 ABELARDO LOBATO al ser excluye toda posibilidad de solucién. Por ello es capital la inclusién de la belleza en el mbito del ser. Tal ha sido la via antigua, la mas connatural al hom- bre, animal metafisico, aunque no la més frecuentada en los tltimos tiempos. No elimina el problema, pero Io hace soluble, 3. El itinerario de la solucion El entronque de la belleza en el ser no excluye ningu- na otra fundada perspectiva acerca de la misma. Sélo Jas precede en un orden real. El horizonte del presente estudio no va més allé de ese primer estadio, pero tam- poco puede contentarse con menos que recorrerlo pal- mo a palmo del uno al otro confin. Se hace preciso un itinerario con punto de partida, etapas y término. La belleza se relaciona con el ser, se funda en él. Pero no es claro desde el primer instante que la rela- cin sea mutua y que a su vez el ser diga real conexién, con la belleza. Hace ya siglos que Plotino interrogaba, agudamente al respecto: «gDénde lo bello, si est privado del ser? Y zdénde puede encontrarse el ser sin la presencia de la belleza? Porque, si se quita la belleza, el ser se diluye. La razén, por la cual el ser es amable estriba en ser una y la mis- ‘ma cosa con Jo bello. Como a su vez lo bello es amable, Porque es idéntico al ser»?. Todos tenemos una respues- SER Y BELLEZA ta para el primer interrogante. Se comprende que lo be- Io sin el ser no tiene consistencia. Mas alld del ser, en un ‘mundo quimérico y fantasmal, no hay otra cosa que los entes de razén, en el borde mismo del no-ser, 0 las ti- nieblas impalpables de la nada. El intento de dar alcan- ce a la belleza en esa regién es pura ilusi6n, vano em- pefio, semejante al de Eneas, que a las puertas de Troya extendia sus brazos hacia la sombra de Creusa, puro fantasma, par levibus ventis volucrique simillima somo} No nos ocurre lo mismo con el segundo interrogante que relaciona al ser con la belleza. Porque tenemos la impresi6n de que abundan los seres carentes de belleza. Lo bello no se presenta como una necesidad, sino como ‘un obsequio. Es como la plenitud o el desbordamiento del ser, que s6lo se manifiesta raramente. El ser nos ro- dea por todas partes como un gran envolvente, pero no bastan los dedos de la mano para contar las bellezas que nos salen al paso a lo largo de una jomada? La respues- ta a la segunda cuestién plotiniana parece que debiera ser contraria a la primera. No hay belleza sino en el set, pero parece haber por doquier seres carentes de la ple- nitud que lleva consigo la belleza. Contra este modo de responder se alza el mismo Plotino, para quien es claro que el ser y lo bello son una y la misma cosa, El ser y la belleza son una misma cosa. Fl ser y la belleza resultan para él perfectamente convertibles. Para llegar a la verdadera conexién del ser con la belleza, el homo viator necesita tener en cuenta su pecu- * Aeneid, I, 794 ABELARDO LOBATO liar modo de conocer. Nosotros partimos del ente y slo desde 61 tenemos acceso al ser; nos son dadas las cosas bellas y, afincados en ellas, alcanzamos Ia belle- za. El proceso es circular, porque la teorfa no concluye en el ser y en la belleza, sino que desde ellos, de un ‘modo nuevo, revierte en los seres y en las cosas bellas.. El ente no es més que una finita participacién del ser’, y lo bello participacién de la belleza. Toda participa- 's posible que la il de percibir en muchos entes concretos, resulte evidente en el ser mis smas de la belleza y el ser ser el que ‘mejor logre la conjuncién de nuestro modo de conocer con el objeto terminal de la teoria, el que nos Ileve de la mano desde lo bello al ente, del ente al ser, y del ser ala belleza, para descender de nuevo de la belleza a las, cosas bellas por participacién. Tal es el elegido en el presente trabajo. En una etapa previa se hace revisién, a vuelo de péjaro, de las aportaciones debidas al pasa- do. A continuacién se despliega el itinerario, Es preci so elegir un punto de partida que sea patente y funda- mental. Lo proporciona la experiencia de las cosas bellas. Hay que topar con lo bello en los entes a nues- tro aleance. La existencia de lo bello fundamenta toda tarea ulterior. ;Serd posible descubrir algo realmente bello entre los entes del contorno humano? Cierta- 5 Es autem dicitur id quad finite particpat ese; DC, lee. 4, n. 17. 32 SER Y BELLEZA ‘mente, en el Ambito del ente predicamental se dan co- sas bellas. Una ulterior etapa tiene que habérselas con Jos entes bellos para descubrir en el andlisis de su es- tructura los componentes que constituyen la belleza. No son bellas las cosas por nuestro decir, ver y teorizat, sino que, siendo bellas, motivan nuestro juicio esteético. Lo bello resulta ser algo en el ente 0 el mismo ente. Por encima y més allé de los entes concretos, como fundamento y raiz.de los mismos, una nueva etapa del itinerario penetra hasta el ser en cuanto ser y, una vez obtenido el concepto adecuado de ser, culmen de toda teoria, despliega su riqueza de contenido en los tribu- tos que no ponen limite a su extensién hasta llegar a la belleza. En esa altura, ser y belleza son perfectamente convertibles. Por fin, desde esta etapa trascendental es posible el salto definitivo al ser y a la belleza trascen- dente. El itinerario, por la maravillosa escala de las be- llezas finitas, asciende ha a subsistente, has- ta Dios. Ganada esta altura, la teorfa se hace apta para comprender cémo se realiza la belleza en las cosas be- las, cémo, siguiendo la belleza al ser, le acompana en los diversos modos en que se realiza. En el momento de izar las velas para darse a la mar ‘en un dificil y encantador periplo buscando la belleza, seré propicio dilatar el coraz6n con la esperanza de dar cima a la aventura.

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