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CAPITULO 1 EL LUGAR DE LAS TAREAS EN EL PROCESO TERAPEUTICO EI papel que se asigna a las tareas en el conjunto de una terapia varia en funcién de cémo se entienda el cambio terapéutico, lo que, a su vez, depende de las premisas teéricas del terapeuta. Por ejemplo, en la tradicién psicodindmica ortodoxa se ha priorizado siempre el trabajo intrapsiquico en sesién, incluso pasando por alto deliberadamente cualquier referencia a la realidad externa al Ambito de la consulta a fin de centrar el trabajo terapéutico en la elaboracién de la transferencia. Desde ese punto de vista, dar tareas 0 indicaciones a los pacientes sobre cémo actuar en su vida se consideraba no sélo irrelevante, sino contraproducente. En los modelos humanistas y experienciales ha seguido haciéndose hincapié en lo que sucede en las sesiones, en este caso desplazando el foco temporal hacia el «aqui y ahora» de la relacién terapéutica real. Es en el enfoque conductual y cognitivo-conductual donde el trabajo directo con lo que vive el paciente entre una sesi6n y otra pasa a primerisimo plano. Asi, las sesiones con el terapeuta son ante todo espacios en los que preparar, planificar y analizar los cambios conductuales y cognitivos que el sujeto va poniendo en marcha en su vida real. Desde esta perspectiva, es légico proponer a los clientes pautas de actuacién; las tareas para casa pasan asi a ocupar un lugar preeminente en el proceso terapéutico. En el Ambito de las terapias sistémicas hay también matices en cuanto a la forma de entender la funcién de las tareas. Aunque las diversas escuelas sistémicas comparten una visién contextual del cambio, es decir, asumen que el objetivo terapéutico es que los consultantes modifiquen su conducta y relaciones con su entorno natural, hay considerables diferencias entre ellas en cuanto a cémo conseguir este objetivo y respecto a cual es el peso que para ello tienen las tareas para casa y el trabajo en la propia sesién. Revisémoslas brevemente: + En la Terapia Familiar Estructural, desarrollada por Salvador Minuchin (Minuchin, 1974; Minuchin y Fishman, 1978), se hace hincapié en los cambios que se producen durante la propia entrevista con la familia, cambios entendidos sobre todo como reestructuracién de la interaccién. El terapeuta estructural trata de modificar in situ los patrones relacionales de los miembros de la familia que asisten a la sesién, y para ello se utiliza activamente a si mismo, por ejemplo alidndose con unos miembros de la familia y contra otros, modificando dénde y cémo se sientan cada uno, promoviendo unos intercambios y bloqueando otros... En este contexto, las tareas para casa son basicamente una invitacién a fin de que la familia generalice esas nuevas formas de interaccién a su medio natural. + El papel de las tareas es mayor en el modelo de Terapia Breve Centrada en los Problemas desarrollada en el Mental Research Institute (MRI) de Palo Alto (Fisch, Weakland y Segal, 1982; Watzlawick, Weakland y Fisch, 1974; Weakland, 1983). Aqui la entrevista con el terapeuta puede iniciar algunos cambios de tipo cognitivo en los pacientes, pero est sobre todo al servicio de recoger informacién detallada sobre los patrones de mantenimiento de sus problemas. Una vez evaluada esta informa disefian tareas que pretenden provocar un «giro de 180 grados» en la manera en que los clientes manejan sus dificultades fuera de la sesién. Giorgio Nardone, que recoge y perfecciona la tradicién estratégica del MRI, esté dando tltimamente gran importancia al valor terapéutico de la propia entrevista (Nardone y Salvini, 2004), aunque las tareas para casa siguen cumpliendo un papel destacado. in, se + Esta tradicién estratégica de subrayar el valor de las tareas fue recogida en parte por Mara Selvini y sus colegas italianos. El primer Equipo de Milan (Selvini-Palazzoli, Boscoso, Cecchin y Prata, 1978) también entendia la entrevista ante todo como una herramienta de recogida de informacién para evaluar el «juego familiar», con la idea de llegar finalmente a una prescripcién que produjese el cambio al desvelar y bloquear este juego. Sin embargo, en desarrollos posteriores de algunos de estos autores (Boscoso, Cecchin, Hoffman y Penn, 1987) el énfasis fue cambiando, dandose cada vez més importancia al trabajo cognitivo en las entrevistas, entendidas como una intervencién en si mismas (Tomm, 1987, 1988). Se pasaba asi a otorgar a las tareas terapéuticas un papel subordinado, al privilegiarse la introduccién de informacién durante las propias sesiones. + La misma evolucién hacia una revalorizacién del potencial de intervencién de las entrevistas se produjo en las terapias sistémicas influidas por los movimientos construccionistas y narrativos. En la Terapia Narrativa de Michael White (White y Epston, 1980; White, 1989, 1995), se entiende que las narrativas alternativas se producen durante el proceso de las conversaciones terapéuticas, sirviendo las tareas para casa simplemente como formas de visibilizarlas y consolidarlas ante la comunidad. La Terapia Centrada en las Soluciones (De Shazer, Berg, Lipchik, Nunnally, Molnar, Gingerich y Weiner-Davis, 1986; De Shazer, 1985, 1988, 1991, 1994) también ha ido evolucionando hacia posiciones cada vez mas constructivistas y cognitivistas, destacando el papel de las preguntas del terapeuta para co-construir en el didlogo con los clientes excepciones y objetivos en la misma sesién. Sin embargo, aunque en esta linea algunos autores han Ilegado a plantear incluso una terapia sin tareas (George, Iveson y Ratner, 1999), por lo general la terapia centrada en las soluciones ha conservado el interés por las tareas terapéuticas como forma de generar fuera de la sesi6n nuevos cambios y diferencias, siendo en este sentido fiel a su raigambre estratégica y a su vinculacién histérica con el MRI. Si en vez de examinar la literatura clinica analizamos la literatura de investigacién sobre psicoterapia, veremos que también hay una considerable disparidad en los andlisis sobre el impacto terapéutico de las tareas para casa. Aunque la mayoria de los procedimientos que se consideran «empiricamente apoyados» se basan en prescripciones muy especificas que los clientes deben llevar a cabo en su medio natural, muchos de ellos también incluyen el entrenamiento de habilidades en la propia sesién, antes de ensayarlas fuera. Sin embargo, pese a que abundan los estudios que documentan el efecto de determinadas intervenciones, es dificil deslindar desde el punto de vista empirico qué efecto tienen las tareas por sf mismas y cual es el impacto de las demds intervenciones del terapeuta durante la sesién. Por otra parte, como nos recuerdan los autores que investigan los factores comunes en psicoterapia (Frank, 1961; Norcross y Newman, 1992; Wampold, 2001), probablemente los elementos técnicos de cualquier intervencién (y entre ellos también las tareas para casa) son ante todo formas de vehicular factores terapéuticos comunes como la alianza terapéutica o las expectativas del propio cliente. Esta es también, en buena medida, nuestra posicién como terapeutas sistémicos breves. Desde nuestros planteamientos clinicos y teéricos (Beyebach, 2006b; Beyebach 2009; Beyebach y Rodriguez Morején, 1999) entendemos que las tareas pueden conceptualizarse desde una doble perspectiva: Por un lado, desde el punto de vista del terapeuta, las tareas constituyen una manera, entre otras, de concretar una determinada estrategia terapéutica, que a su vez depende de nuestras premisas tedricas, de los objetivos de los clientes y circunstancias del caso, como pueden ser el tipo de problema presentado en la consulta, pero también el estado de la alianza terapéutica en cada momento o la variable disposicién al cambio de los clientes, entre otras. Esta estrategia terapéutica o linea de trabajo se traduce en proponer unas tareas u otras (0 en optar por no dar ninguna), pero asimismo se plasma, por ejemplo, en la eleccién de las preguntas y comentarios por parte del terapeuta durante la conversacién, en su forma de estructurar la interaccién en los ejercicios o «experimentos» que les pueda plantear Ievar a cabo durante la misma sesién y en la forma de posicionarse ante sus consultantes e interaccionar con ellos. El «peso» que en este proceso tengan las tareas varia de unos casos a otros e incluso de una sesién a otra. Habré entrevistas en que el trabajo realizado con los consultantes haya sido tan productivo que no requiera ninguna prescripcién al final y sesiones improductivas que tal vez puedan «salvarse» con una buena tarea... pero también puede suceder que precisamente convenga rematar con una tarea adecuada una sesién muy productiva, mientras que ante la falta de claridad de otra entrevista se opte por no hacer ninguna sugerencia a los pacientes. Por otro lado, desde la perspectiva de los consultantes, las tareas serfan ante todo oportunidades de seguir activando sus propios recursos y participar mds activamente en el proceso terapéutico (Bohart, 2006). Aqui también podriamos hablar de «estrategia», pero en este caso del cliente, es decir, su teoria del cambio (Duncan, Hubble y Miller, 1997): habr& consultantes que busquen realizar cambios practicos y concretos en su vida y quienes consideren que primero deben entender las causas profundas de sus problemas; unos pensaran que la solucién a sus problemas esta en buena medida en sus propias manos, mientras que otros esperarén pasivamente a que sean los demas quienes cambien. Ya en el terreno de las tareas, habr consultantes que acudan a una terapia esperando recibir «pautas de actuacién» y otros que no estén interesados 0 incluso se muestran reacios a que se les proponga qué hacer. En este sentido, podemos ver las tareas como un punto de encuentro en el que confluyen las posiciones de los clientes, por un lado, y la del terapeuta © de los terapeutas, por otro. Volviendo a la perspectiva del terapeuta, nuestra posicién centrada en las soluciones es que en realidad la mejor tarea posible es la que no hace falta dar (0, expresado de forma mas matizada, aquella que no es necesario formular explicitamente). En otras palabras, el ideal serfa que cualquier entrevista pudiera centrarse en los cambios realizados por los clientes desde la sesi6n anterior’ y que esta conversacién detallada Ilevara a identificar qué pueden seguir haciendo los clientes a fin de consolidar y profundizar estos cambios. De esta forma, la conclusién natural de la sesién seria dejar toda la iniciativa a los clientes y, por tanto, no proponerles ninguna tarea, o en todo caso animarlos a que

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