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Sección de Automatización Biblioteca Central

Universidad Mayor de San Andrés

SERGIO ALMARAZ PAZ

RÉQUIEM PARA UNA REPUBLICA

http://www.bv.umsa.bo

La Paz- Bolivia
1969

Réquiem para una República 1


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Sergio Almaraz Paz
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Universidad Mayor de San Andrés

Primera Edición: 1969


3000 Ejemplares

DERECHOS RESERVADOS
CONFORME A LEY

Carátula:
Luis Zilveti

Editores e Impresores:
Universidad Mayor de San Andrés

Réquiem para una República 2


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SUMARIO

PRESENTACION ...................................................................................... 4

CAPITULO I ............................................................................................ 5

PSICOLOGIA DE LA VIEJA ROSCA ................................................................................. 5

CAPITULO II ......................................................................................... 11

EL TIEMPO DE LAS COSAS PEQUEÑAS ........................................................................ 11

CAPITULO III ........................................................................................ 33

UNA CENA EN LA EMBAJADA ...................................................................................... 33

CAPITULO IV ........................................................................................ 48

LOS CEMENTERIOS MINEROS ..................................................................................... 48

CAPITULO V ......................................................................................... 58

ALTCAR, BOOTLE, LIVERPOOL.................................................................................... 58

CAPITULO VI ........................................................................................ 70

LOS DISTINTIVOS DEL OCUPANTE .............................................................................. 70

CAPITULO VII ....................................................................................... 75

“EL SISTEMA DE MAYO” ............................................................................................. 75

CAPITULO VIII .....................................................................................120

PSICOLOGIA DE LA NUEVA ROSCA ............................................................................ 120

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PRESENTACION

La Universidad Mayor de San Andrés da a la publicidad la presente obra como


una contribución a la cultura política boliviana. Es un libro que Sergio
Almaráz no pudo concluir definitivamente a causa de su muerte. Sin embargo,
gradas a la extraordinaria capacidad de síntesis del desaparecido autor, están
expresados en los capítulos escritos sus ideas fundamentales, constituyendo
una unidad que continúa la proyección del “El Poder y la Caída”.

“Réquiem para una República”, titulo con que Almaráz resumió el contenido
del libro, llamando la atención sobre la hora luctuosa que vive Bolivia, es una
obra de lúcida madurez como crítica de una realidad política y social
presentada con el magistral estilo del que, seguramente, era el mejor escritor
político contemporáneo de nuestro país.

Los originales de “Réquiem para una República” han sido conservados por la
Sra. Elena Ossio de Almaráz y entregados a la Universidad tal como el autor
los había dejado al momento de fallecer. Son la expresión fiel de un legado
político a la República, de una profundidad y valor civil sin paralelos en
nuestros días.

Se ha elegida para la solapo de la presente edición un articulo publicado en


Caracas por el escritor argentino Rogelio García Lupo, en homenaje a la
valoración latinoamericana que alcanzó Sergio Almaráz.

Los Editores

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CAPITULO I

PSICOLOGIA DE LA VIEJA ROSCA

Se sentían dueños del país pero al mismo tiempo lo despreciaban. En ningún


momento pensaron que el dinero y el poder que poseían lo debían a un pueblo
que los había aceptado pasivamente, inconscientemente, sin resignación ni
rebeldía, porque fueron fruto de una entraña feudal descompuesta.
Descendían por la misma línea histórica ¿le los criollos adinerados que
llegaron a la Asamblea Nacional en 1825 para proclamar la independencia del
Alto Perú después de haber sido liquidados los guerrilleros altoperuanos en los
15 años de lucha contra el poder español. La República fue proclamada sobre
e1 vacío: sus creadores estaban muertos.

Así el criollaje se encontró viviendo en un país de indios, pequeño y pobre, al


que, sin la competencia española, dominaban totalmente, pero esto no
significaba aceptarlo. La oligarquía, después de 1850, inició su divorcio
psicológico alentado por el contacto con Europa que introdujo elementos ideo-
lógicos y culturales que acentuaron la separación. En el fondo se sentían
ofendidos por el país. Esta es la motivación íntima de la obra de Arguedas.
Ellos querían un medio a la europea, moderno, limpio, con indios vestidos con
overol y zapatos, sin sospechar que la occidentalización capitalista no era
posible precisamente a causa del poder feudal del que eran su expresión
material. Mientras subsistiese el feudalismo habría campesinos sucios y medio
imbecilizados.

Esta oligarquía causante de tanta miseria y atraso, fue creando un mecanismo


psicológico autojustificativo a través del cual se adaptaba sin aceptar y se

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daba a sí misma los elementos de diferenciación entre la élite y el pueblo.


Ideológicamente la pugna entre católicos y positivistas (con senadores y
liberales), característica común a casi toda la oligarquía latinoamericana, no
define la intimidad de la oligarquía boliviana.

El modo como entendían el país, cómo lo rechazaban y se situaban al mismo


tiempo dentro de él, las conexiones en el seno de la élite y sus relaciones con el
medio exterior, las valoraciones y mitos, reflejo de relaciones históricamente
determinadas, en suma, la psicología social del pequeño grupo, es la única
forma de encontrar la especificidad de una oligarquía cuyos segmentos más
poderosos se fundieron, por diversas vías, con la minería a partir de 1850.

La tierra y la minería son las bases materiales. Los mineros ganan mucho,
pero ninguno de ellos deja de construir palacetes rurales, de comprar tierras o
invertir en las que ya tenían. Arce, Pacheco, Alonso, tienen sus haciendas. Los
del estaño también las tienen. Aramayo, “Chajrahuasi”; Patiño, “Pairumani”. A
Hochschild que es alemán no le interesa la “casa solariega” y prefiere Buenos
Aires y Viña del Mar a Bolivia. Es un país en e1 que el viejo prestigio se da con
y por la tierra, es decir en función del pasado y la tradición, en el que las
gentes de “posición” se esfuerzan por encontrar abuelos españoles, la
vinculación con la tierra es fundamental; solamente ella separa a los
advenedizos de la familia de rango y tradición. He aquí una forma cómo la
oligarquía minera se inserta en la sociedad boliviana, pero también es éste el
rasgo exterior de una minería que nació más o menos soldada con la
propiedad feudal de la tierra. Es lógico: la actividad minera no necesita un
mercado interno y por tanto no sólo no le interesa eliminar los obstáculos que
estancan el progreso del país, sino más bien le favorece mantenerlos en cuanto
que de ellos resulta una mano de obra barata para el laboreo minero y un

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aprovisionamiento agropecuario igualmente barato. Aquí surge una paradoja


interesante. Los mineros desprecian más-o menos abiertamente e1 rutinarismo
y la mediocridad del propietario rural que ara con el dinero que tiene y no ha
hecho instalar un servicio, sanitario en su casa de hacienda. Pero, para
consagrar su prestigio social adopta algunos de los símbolos de éste y, entre
ellos, el principal, la propiedad de la tierra. Como es natural, la hacienda del
minero rico, moderna y confortable es mi lujo de escaso valor productivo, pero
al minero le gusta justamente así para desempeñar el papel del hombre de
empresa fatigado que se retira al campo a descansar.

La oligarquía de la plata se diferencia de la del estaño porque el


eslabonamiento tierra-minería es mayor, lo que quiere decir, que los mineros
más prósperos son también propietarios rurales, lo fueron antes y siguen
siéndolo. Con el estaño empieza la diferenciación. Hay una oligarquía, pero la
parte que queda de ella en el país está formada por funcionarios, y abogados
de origen rural. Son solamente funcionarios, están al servicio de la gran
minería pero no forman parte de ella, sin embargo, junto a las personas de los
mineros, integran la élite. Es un hecho evidente que los abogados y altos
funcionarios de la Tosca minera no poseen acciones, y si excepcionalmente se
da el caso, la cuantía de ellas es mínima. Las inversiones en el estaño por la
tecnificación y el volumen de la actividad extractiva eran mucho mayores que
las de la plata, cuando los propietarios rurales estaban en condiciones de
formar pequeñas sociedades mineras que trabajan con algunas decenas de
obreros.

Esta élite es la que se llamó Tosca minera, cuya más concentrada expresión
fue el bufete Calvo. Hoschschild contraté los servicios del Estudio en enero de
1924, Patiño lo hizo dos años más tarde y Aramayo poco después. La lucha

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entre las empresas, agudizada por los cupos de producción, de-terminó que ti
Estudio quedara desde 1938 con Hochschild con el que a lo largo de 30 años
se mantuvieron las relaciones más estrechas. Pero estos abogados también
trabajaron para la Railway, la Standard Oil y empresas mineras tan
importantes como la American Smelting. En determinado momento los
negocios más importantes del país estaban concentrados en las oficinas de
este Estudio, situadas primero en la calle Comercio y después en el Edificio
“Ultima Hora” de la avenida Camacho.

El Jefe del Estudio era el ahogado chuquisaqueño Carlos Calvo y sus sucios e
inmediatos, los ahogados cochabambinos Manuel Carrasco y Néstor y.
Galindo; los tres dirigentes del partido liberal, varias veces ministros,
parlamentarios y embajadores.

El conocimiento de las intimidades de este grupo de ahogados, es pues


indispensable para definir la mentalidad, psicología, hábitos y rasgos
ideológicos de la oligarquía boliviana. A partir de 1938, Patiño y Aramayo
formaron sus propios núcleos de influencia, pero para el conocimiento de los
tópicos señalados, el bufete Calvo es suficiente.

Carlos Calvo es el centro de las vinculaciones. De una familia adinerada de


Sucre, fue alto miembro del Partido Liberal, Senador y Canciller de la
República.

Manuel Carrasco, procedente de una familia modesta de la provincia Totora de


Cochabamba., fue uno de los principales accionistas de “El Diario”, cuya
dirección ejercía a través de su hermano José. También fue Senador,
Embajador y Director del Banco Central de Bolivia.

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Néstor V. Galindo, también cochabambino y liberal, provenía de una familia


acomodada, descendiente de un general colombiano que llegara al Alto Perú
con el Ejército de Sucre. Era primo del Presidente Quintanilla; hermano de
Arturo Galindo, Presidente del Congreso durante el gobierno de Peñaranda;
otro hermano era alto funcionario de la Cancillería. Enrique Finot, canciller en
el gobierno de Toro y después embajador en varios países de América Latina,
era su cuñado. El mismo fue embajador en Lima y la Santa Sede.

Estos hombres pasaban cómodamente del bufete a la diplomacia, el


parlamento o los directorios bancarios. Nada les estaba negado; si surgía al-
guna dificultad cuando perseguían una embajada, se debía a la competencia
de otro candidato, más que a diferencias propiamente políticas. Aunque la
militancia partidaria les aproximaba — los liberales en este sentido formaban
un clan mejor unido que los republicanos, más o menos mediatizados por la
presencia de los cholos saavedristas— en cualquier momento llegaban a
“acuerdos de caballeros” con los oponentes de los partidos tradicionales. Los
dirigentes de esos partidos de un modo u otro estaban vinculados —y
subordinados— a la rosca minera, la que les imponía cierto grado de cohesión,
una relativa identidad de puntos de vista sobre la política nacional, y, sobre
todo, el respeto que todos debían guardar a los grandes intereses mineros; les
daba, en suma, una conciencia de clase. Esta particularidad puede mostrarse
en hechos aún pequeños como el destierro del Dr. Carlos Calvo, ordenado por
el Presidente Busch después de la nacionalización del petróleo. Aquel como
Jefe del bufete que servía al poderoso trust petrolero y como la cabeza de la
oposición a la política anti Standard Oil, era ciertamente peligroso. Fue des-
terrado a Buenos Aires, pero desde allí seguía utilizando la valija diplomática
para enviar a La Paz sus obsequios y su correspondencia personal. En Buenos
Aires estaba Enrique Finot y había amigos en la Embajada y la Cancillería de

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La Paz. En el período de Busch, uno de sus más radicales colaboradores, el


mayor Elías Belmonte, ministro de Gobierno, comunicó públicamente un día
que Calvo no podría retornar al país. El bufete se movió, se habló con el
Presidente de la República, el Canciller y varios parlamentarios; el Canciller
fue llamado a una “información reservada” en e1 Parlamento y luego se le hizo
saber a Calvo que podía retomar al país cuando lo deseara. Todo esto sucedía
en un gobierno y una Convención que se definieron fuertemente contra la
rosca minera y el, trust petrolero. Tal era el poder de esa rosca, el ministro
Belmonte fue desautorizado y poco después destituido.

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CAPITULO II
EL TIEMPO DE LAS COSAS PEQUEÑAS

“Lo difícil en efecto es asistir a los


extravíos de una revolución sin perder la
fe en la necesidad de ésta”.

“Para sacar de la decadencia de las


revoluciones lecciones necesarias, es
preciso sufrir con ellas, no alegrarse de
esta decadencia”

Albert Camus.

El gobierno del Movimiento Nacionalista Revolucionario antes de su caída vivía


el tiempo de las cosas pequeñas. Una chatura espiritual lo envolvía todo. Un
semanario partidario, un año más tarde, se expresaría en una frase:
“Laicacota, sepelio de tercera clase para una revolución arrodillada” (1). Un
gobierno vencido de antemano por la desilusión y la fatiga, no podía resistir.

1
En Laicacota, elevación estratégica en La Paz, un grupo de civiles armados del MNR intentó una
resistencia desesperada el 4 de noviembre de 1964. El gobierno habla caído dos horas antes. El reducto
fue bombardeado y ametrallado por la aviación y sus ocupantes murieron o tuvieron que buir. La acción
fue innecesaria y Sangrienta, y no tiene otra explicación que cl ardor combativo de algunos aviadores
militares. Los milicianos habrían depuesto las armas si se les daba la oportunidad. Pero estaban los que
deseaban que el 4 de Noviembre se produjera el derrocamiento en forma, que el adversario fuera. de-
finitivamente aplastado, que se viera su sangre en las calles y se lo pasara aplastado por la humillación y
la derrota. Pero como era demasiado débil para ofrecer resistencia se hundió blandamente dejando des-
concertados y jadeantes a los grupos más agresivos de la contrarrevolución, que horas después se
vengaron rechiflando al general Ovando e,’ la plaza Murillo. Lo consideraban cómplice del MNR. por
haber facilitado cl exilio del presidente Paz Estenssoro.

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Estaba solo. En las cuarenta y ocho horas que precedieron a su caída tuvo que
pagar agravios y errores. El pueblo quedó espectante, atrapado por una som-
bría duda. Abandonado por sus dirigentes, él también estaba solo.

Nunca la historia de Bolivia tocó tan desmesuradamente los extremos de la


lógica y el absurdo.

En Laicacota se disparó sobre el cadáver de una revolución.

El impulso constructor de la revolución estaba muerto. La revolución fue


achicándose hasta encontrar las medidas señaladas por los americanos, cuyas
proporciones las descubrieron a su vez en la propia miseria del país. Se
consideraba posible hacer la revolución sirviéndose de su dinero. “Alianza para
el Progreso” armonizando con esta filosofía mostraba sus abalorios: una
letrina, una posta sanitaria o motocicletas para la policía. Era el tiempo de la
menor resistencia. El tiempo de las cosas chicas, “sensatas y realizables”,
como se repetía a menudo.

La historia sería simple si los avances y retrocesos respondieran


exclusivamente al juego alternativo de gobiernos revolucionarios y contrarre-
volucionarios. La revolución desde el gobierno también puede capitular con
retrocesos lentos, a veces imperceptibles. Una pulgada hasta para separar un
campo del otro. Se puede ceder en esto o aquello, pero un punto lo cambia
todo; a partir de él la revolución estará perdida. Por esto suena falsa la
proclamación de la irreversibilidad de la historia cuando se confunde la
totalidad del proceso con una de sus áreas particulares. Bolivia no volverá,
efectivamente, a 1952; en este sentido la totalidad de la historia es irreversible,
pero no se debe abrigar la menor duda acerca de que la desnacionalización de

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las minas está en marcha; en este otro sentido, e1 retroceso ha sido fácil y
posible.

La revolución boliviana se empequeñeció, y con ella sus hombres, sus


proyectos, sus esperanzas. La política se realiza a base de concesiones, y entre
éstas y la derrota no hay más que diferencias sutiles. ¿Cuándo se tomó el
desvío que condujo a la capitulación? Previamente debiera interrogarse: ¿los
conductores estaban conscientes de que capitulaban, se dieron cuenta de que
llegaron a aquel punto desde el que no hay retorno posible?

En 1953 llegaron los primeros alimentos norteamericanos. En 1957 se impuso


el plan de estabilización monetaria. Más tarde se reorganizó e1 ejército. Se
aceptaron asesores norteamericanos en los mecanismos más importantes del
Estado. Se votó el Código del Petróleo. Una cosa predisponía a la otra. En este
complejísimo juego, la entrega alternaba con la defensa. La lucidez no estaba
ausente: “nos mantenemos firmes aquí para ceder allá; esto es mas importante
que aquello”. Estas valoraciones, productos de circunstancias dadas, tenían el
inconveniente de escapar al propio control. En 1953 el gobierno estaba
dispuesto a realizar ciertas concesiones a cambio de la ayuda norteamericana,
pero le habría parecido una locura aceptar un plan como el que impuso el
Fondo Monetario Internacional cuatro años más tarde. En 1957, jamás se
habría pensado que para operar un crédito destinado a la minería nacionaliza-
da, se impondría como condición e1 empleo de la fuerza contra los
trabajadores. En 1960 se habría considerado estúpido aceptar el rescate libre
de minerales a cambio de un crédito para el Banco Minero. Seis anos más
tarde, antes de recibir un solo dólar, ya estaba decretado e’ rescate libre.
Cuando se entregó el petróleo, se creyó que los americanos dejarían tranquila
a la minería nacionalizada; antes, para salvarla, se había aceptado indemnizar

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a los ex-barones. Entonces se pensó: “se llevan el petróleo, pero nos dejan el
estaño. Con el tiempo no solamente se perdió el petróleo, 22 millones de
dólares por concepto de indemnización a los ex-propietarios de las minas, se
arruinó la economía y la organización de COMIBOL, se debilitó a YPFB con el
enfrentamiento de Gulf, sino que se predispuso la pérdida del estaño.

Como era lógico, las concesiones se hicieron mayores y más frecuentes en una
dinámica en la que no es posible distinguir la gravedad de cada paso que se
da. Todas las cesiones fueron comprometedoras en grados y medidas siempre
crecientes. La revolución no se derrumbó de un solo golpe: cayó poco a poco,
pedazo a pedazo. La contrarrevolución no pasó sobre el país como una
aplanadora y si sus efectos fueron demoledores, necesitó varios años para
echar abajo lo que encontraba a su paso. Porque se resistió. Se resistió mal,
con debilidades y aturdimiento, pero se resistió. Alexander Firfer, jefe de la
misión económica americana, cuando regresó a Washington después de
Noviembre del 64, dijo de los militares: “con este gobierno trabajamos mucho
mejor...” Las discusiones con Paz Estenssoro tomaban meses y a veces anos.
Por su parte Paz Estenssoro pensaba: “Nuestra posición se manifestaba en los
detalles....

La experiencia boliviana desemboca en el punto más ardiente del debate sobre


la revolución en nuestro tiempo. Los bolivianos hicieron la suya y su
instrumento fue el MNR. La observación de que habría sido preferible otro tipo
de revolución es pueril, porque la historia no es un escaparate. La revolución
fue esa y no otra, sin márgenes de elección. La izquierda tradicional,
enfrentada con los hechos fue incapaz de superar sus insuficiencias; al
rechazar la única posibilidad que 1e brindaba la historia para vencer su propia
alienación, perdió el camino. El 4 de Noviembre tuvo la última postura

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aberrante: pensaba estar haciendo 1a “verdadera” revolución; en realidad era


un acoplado más en el carro de la reacción. (2).

Aunque la fuerza de la revolución estaba casi aniquilada y el gobierno se


refugiaba en su habilidad para sacar algo más de lo que los norteamericanos
quisieran dar, existían puntos de tensión: la minería nacionalizada, YPFB, la
fundición de antimonio, las relaciones con checos y cubanos, los convenios
francés y yugoslavo, el Banco Minero. Eran reductos de la defensa desde los
que la resistencia adquiría a momentos las proporciones de un conflicto por
razones de principios, como sucedió en las relaciones con Cuba. En los
últimos tiempos la presión de los norteamericanos para precipitar el
rompimiento aumentó. La prensa a su servicio realizó campañas intimidantes.
El embajador Henderson explicó a su vez que estaba presionado por el
Pentágono, concretamente por el Coronel Edward Fox. Paz Estensoro, tratando
de impedir el rompimiento hasta último momento, dijo sin rodeos a Henderson
en tono violento: “entonces que venga Fox a ocupar la presidencial” Cuando se
produjo la reunión de cancilleres en Washington para rematar el aislamiento
diplomático de Cuba, se encontraba negociando créditos en los Estados
Unidos la delegación boliviana encabezada por el Ministro de Economía,
Eduardo Arauco Paz. Unas horas antes de procederse a la votación, Paz
Estenssoro recibió un cable de Johnson requiriendo el voto de Bolivia contra
Cuba. Era una formalidad porque la mayoría anti-cubana estaba asegurada.
Paz Estenssoro respondió negativamente. La misión del ministro Arauco Paz
fracasó.

2
Al hablar de la “izquierda tradicional” nos referimos al Partido de la Izquierda Revolucionaria (PW), Partido
Obrero revolucionario (POR) y a los dos partidos comunistas, descendientes ambos del viejo PIEL El 21 de Julio
fue posible por la acción combinada del PIR y la rosca. La muerte de Villarroel es el estigma de esta izquierda.
Nacida antes del Citado, con los primeros grupos marxistas, en la post-guerra se transformó en la corriente obrera y
popular que, encabezada por intelectuales y líderes estudiantiles, organizara el PIR en 1940. (N. del A.)

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Los restos dispersos de la antigua oligarquía y los retoños de la nueva se


organizaban. La minería mediana, los abogados vinculados a las grandes
empresas, los funcionarios bolivianos de USAID, la rosca importadora y los
industriales de La Paz, crearon primero puntos de contacto y luego meca-
nismos para la acción política y económica, en cuya cumbre se situaron los
intereses americanos y los vinculados con la exportación del estaño. Uno de
estos mecanismos fue la organización del Banco Industrial con dinero
norteamericano y que en su seno recogía a agentes de la vieja y nueva rosca.
El gobierno retardó la aparición de este foco contrarrevolucionario hasta donde
pudo, pero era demasiado débil para poder contrarrestar la presión
americana- La aparición del Banco fue una pieza más del 4 de Noviembre.

La revolución estaba condenada. Se perdieron sus líneas generales, se


abandonaron obras fundamentales y los norteamericanos acapararon el poder:
institución por institución, organismo por organismo, programa por programa.
Si los organismos económicos estaban bajo su dependencia, los de seguridad,
trabajaban prácticamente bajo su reacción (3)

En el ejército empezaron ofreciendo alimentos para luego dominar en su alto


mando. Varios países de África, Asia y América Latina tienen la misma
historia, pero los resultados bolivianos se alcanzaron a un costo bajísimo. El
general Barrientos se refirió a Acción Cívica como al origen de la carrera
política que lo llevó al 4 de Noviembre., Este aviador, sin esas circunstancias,
habría satisfecho sus impulsos megalomaníacos de modo más inocente. El

33 Mucho tiempo después del 4 de Noviembre el Ministro de Gobierno del nuevo régimen Dr. Antonio Arguedas, sin medir el
paso que daba, acusó al ex-titular en el cargo, Dr. José Antonio Arze Murillo, Ministro dc Gobierno del MNR, de haber retenido
arbitrariamente un vehículo oficial en su poder. Arze Murillo no hizo más que dirigir una carta a Henderson en la que recordaba
que se trataba de la donación de 30 vehículos para los servicios de seguridad del Estado (Control Político) que, por razón
desconocida, fueron inscritos bajo nombres de oficiales y funcionarios bolivianos. Los norteamericanos no querían aparecer
reforzando públicamente el aparato policial del MNR. Henderson, en cuanto recibió la carta de Arze Murillo, se dirigió a
Arguedas advirtiéndole que no se debía volver a recordar cl asunto ni a molestar al ex-ministro porque éste había amenazado
con efectuar una denuncia pública. Desde entonces Arze Murillo pudo seguir viviendo tranquilo. (N. del A.)

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hombre que jugó el primer papel en todo lo sucedido fue el coronel Julio
Sanjinés Goitia, hijo de los propietarios de Pillapi y estudiante de West Point.
En los primeros años de la revolución vivió fuera del país. Los obreros
armados de fusiles y ametralladoras constituían un espectáculo intolerable
para su sensibilidad de militar “pure sang”. Vuelto a Bolivia, encontró
colocación inmediata en un organismo norteamericano. Para sus modestas
funciones de ingeniero, tenía demasiada influencia, como que un técnico
norteamericano fije retirado del servicio porque tuvo dificultades con él. Un
amigo suyo cuenta que en las cordiales disputas que mantenía con él, solía
decir: ustedes los del Pentágono sostienen al presidente norteamericano
solamente porque se sirven de él. A veces impresionaba a sus íntimos
declarando: yo soy el hombre de confianza de los norteamericanos”. Su
mediano talento no le permitió proteger su porvenir político sacrificado a la
vanidad de hombre influyente. Sus primeros pasos fueron cautelosos. Salvaba
del hambre a sus camaradas de armas, les brindaba iniciativas y los
vinculaba. En reuniones íntimas y entre marchas alemanas se recordaba el
pasado con nostalgia. En 1964 proclamaba abiertamente que la solución era el
gobierno militar. Fue detenido pocos días antes del 4 de Noviembre con lo que
recibió su consagración política de valiente que enfrenta las hordas policiales.
Después del golpe, fue nombrado ministro de Economía y más tarde
embajador en Washington. Su paso por el ministerio dejó el recuerdo del
negociado de la harina. Cuando un periodista le preguntó por qué no llamó a
licitación para conceder el permiso para importarla, contestó con ingenuidad:
“porque no hubo tiempo.

La autonomía política del Estado Boliviano estaba perdida. En 1960 se había


convenido que el sucesor en la Presidencia de la República, a la terminación)
del mandato del Dr. Paz Estenssoro, seria Juan Lechín Oquendo, uno de los

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líderes de mayor prestigio en los niveles obreros y populares del MNR. En los
años que siguieron, los conflictos sociales a los que dio lugar la política
ambigua del MNR en materia económica, motivada directa o indirectamente
por la intervención americana, colocaron a Lechín ante alternativas extremas.
Para mantener sus posibilidades presidenciales debía plegarse a la línea
norteamericana. Trató de hacerlo; hasta se impuso un viaje a Formosa. Pero a
Stephansky interesaba más lo que Lechín podía hacer ce las minas, que las
relaciones de aquél con Chiang Kai Shek. En la medida en que Lechín fuese
leal a los trabajadores era un obstáculo, y en esa misma medida las razones
para descartarlo de la sucesión presidencial se hicieron imperativas. 5e

produjo el rompimiento del partido y del movimiento obrero. Sobre la base


quebrada los norteamericanos pudieron actuar más libremente. Paz
Estenssoro postularía a un tercer periodo. El campo de maniobra del partido
había quedado liquidado y esta era la solución más razonable, aunque nadie
dudara de que el fin estaba próximo. Había que buscar la segunda parte de la
fórmula, y Stephansky se puso a la tarea. Ofreció la vice presidencia al
canciller Fellman Velarde y comprometió la iniciación inmediata de una
campaña de prensa que seria iniciada por “El Diario”, “al día siguiente de que
fuese aceptada la propuesta”, y la asignación de un fondo especial que podía
abrirse bajo “el nombre que indicara el interesado”. Fellman informó de la
propuesta a Paz Estenssoro, y éste último la desaprobó indicando que volviese
a hablar con el embajador para aceptar la creación del fondo. Hubo una
segunda entrevista en la que Fellman comunicó el resultado de su consulta,
declinó la invitación, pero Stephansky abrió una cuenta corriente a nombre de
un alto funcionario de Hacienda. La intervención americana en este punto de
la crisis no concluyó aquí. El embajador buscó nuevos candidatos y consiguió
e1 compromiso del ministro de gobierno José Antonio Arze Murillo, que con la
cooperación de “El Diario inicio una violenta campaña contra Juan Lechín a

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quien, entre otras acusaciones, hizo víctima de cargos tan graves como los de
tráfico ilegal de estupefacientes. La lucha política estaba reducida al nivel
gangsteril norteamericano.

“El Diario” es un buen ejemplo de lo que pasaba con la prensa. Cuando el Dr.
Mario Holón Anaya se hizo cargo de su dirección, un día encontró junto al
cheque pagado por la empresa, otro por 500 dólares que procedía de la
Embajada Americana. Lo rechazó dando lugar a que Mario Carrasco
comentara que “por primera vez “El Diario” tenía un director honesto”. Además
de esta modesta asignación, por tratarse de la dirección del diario más
importante del país, la embajada paga 1.500 dólares mensuales a la empresa.
No se puede decir que a los norteamericanos les cueste mucho controlar la
opinión pública en Bolivia.

El Pentágono trabajó con increíble simplicidad. Ningún plan complicado,


ninguna habilidad política. Se partía de una base ideológica homogénea que se
traducía en la línea simple de un plan certero. Hacia 1960 el presupuesto del
ejército no alcanzaba a cubrir los gastos de alimentación y vestuario de la
tropa. Les oficiales estaban tan mal pagados como los civiles. Sanjinés Goitia
propuso a los jefes del ejército un programa de obras públicas que podía ser
financiado por los americanos. Se trataba de construir escuelas rurales a un
costo mínimo con los soldados de las guarniciones. La Misión Militar
Americana proporcionaba víveres y algunos recursos en dinero. El asunto
consistía en “dejar pasar” parte de los víveres al resto de las unidades. Todo
ello debía hacerse con la mayor discreción. Así se hizo, pero poco después un
militar yanqui sorprendió al general Ovando al preguntarle qué era lo que se
proponía con el asunto. Ovando nunca dejó transparentar sus dudas: ¿había

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sido sorprendido por los americanos, o, por e’ contrario, había caído en su


juego mediante las habilidades de Sanjinés Goitia?

Más adelante las escuelitas de “Acción Cívica” empezaron a rendir réditos


políticos y fue necesario encontrar un beneficiario. Eligieron al General
Barrientos.

Miseria y propaganda.

Hay varios y divertidos ejemplos de la cooperación norteamericana al ejército


boliviano. A fines de 1962 hubo tina ceremonia de gran empaque publicitario:
se trataba de la entrega de equipos camineros a un batallón boliviano de
ingenieros. Las fotografías mostraban una larga hilera de camiones y otras
máquinas con un cartel: “Equipo donado por...” El protagonista de este
episodio fue otra vez Sanjinés Goitia. El ejército tenía entonces dos batallones
de ingenieros y proyectaba equipar un tercero pero le faltaba dinero. Aquél,
siempre oportuno, propuso que se tramitara un crédito americano, el que
fácilmente fue acordado en la suma de 750.000 dólares. Con estos recursos se
comprarían equipos sobrantes por los que se pagaría la mitad de los precios de
plaza. Pero resultó que el oficial norteamericano miembro de la misión en
Bolivia, constató que en las prioridades del Pentágono figuraban a la cabeza
países “en, conflicto”: Corea, Viet Nam, etc. La compra efectuada en el
comercio del ramo fue mala, no solo por los precios pagados, sino porque las
“topadoras” tenían la cuchilla fija, de modo que no servían para el trabajo en
laderas. Estos artefactos fueron los que aparecieron en las fotografías. A una
omisión se añadió otra: no se dijo que los Batallones de Ingenieros, de todos
los ingresos que reciben por los trabajos que realizan, deducen el 10% para
pagar el equipo “donado”.

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El anillo de hierro fue estrechándose cada día más. En un momento dado ni el


propio mecanismo gubernamental respondía a la voluntad del gobierno. La
mediación extranjera fue necesaria para influir sobre funcionarios y dirigentes
del partido; el equilibrio estaba definitivamente comprometido en el triángulo
partido-militares-sindicatos, que con tanta habilidad, durante años
mantuviera Paz Estenssoro. Contra una revolución débil surgieron los
generales fuertes y el gobierno, abreviando su existencia, hubo de depender
cada vez más de ellos. La derrota era doble: que la revolución hubiera de
depender de los militares ya era el signo de la capitulación, pero que éstos en
doce anos no hubiesen cambiado de mentalidad, dice del fracaso ideológico de
un proceso de influencias totalmente desparejas.

La absorción del poder por los norteamericanos trajo un fenómeno más


general y más impreciso, los bolivianos empezaron a sentirse incómodos entre
si. Si un extranjero se impone como intermediario permanente si de él
dependen planes tan diversos como la electrificación, los caminos o las
escuelas; si él tiene que decirnos cómo tenemos que vivir y cómo pensar; si los
funcionarios nacionales no saben cómo tratar a sus colegas de otra oficina
porque ignoran la relación de éstos con el extranjero si, en último término, las
cosas que se hacen o dejan de hacer dependen de los intereses de una nación
extranjera, entonces los ciudadanos quedan segregados, incomunicados1
sospechan que la unidad está vulnerada, que la nación empieza a disolverse.
Esta fragmentación tiene lugar en los niveles administrativos, en la prensa y
los medios de cultura; se hace visible en las capas altas de la población1 donde
pequeños círculos se disputan el privilegio de ser amigos del extranjero; des-
ciende basta el pueblo cuando la desesperación de la pobreza bat-e consentir
que se puede lograr alguna ventaja sacrificando la dignidad. Si es repulsivo el
espectáculo de burgueses apretujándose en torno al embajador y sonriendo

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servilmente para conseguir un crédito, es doloroso va a campesinos tendiendo


arcos de flores para testimoniar su gratitud por la escuelita o el pozo de agua
recibidos en obsequio. La pobreza extrema facilita la colonización; los hombres
en Bolivia tienen un precio menor. Hay un cierto nivel en que la pobreza des-
truye la dignidad; ese nivel lo han descubierto los norteamericanos y trabajan
sobre él: a sus ojos y para sus bolsillos, un boliviano cuesta menos que un
argentino o un chileno.

Al autor le tocó ser testigo de una extraña ceremonia en Riberalta a fines de


1966. Se trataba de la reinauguración de un hospital militar: pequeñas
construcciones de madera y ladrillo, un quirófano miserable y ningún enfermo.
Desde La Paz voló un DC4 con una comitiva de más de 20 funcionarios,
periodistas y boinas verdes americanos, que después de los discursos y los
flashes fotográficos asistieron a un almuerzo servido en el comedor del club
social de la pequeña ciudad. Su aporte consistente en algunas drogas y
equipo, y algo de dinero para obras de refacción del edificio, no pasaba de los
cinco mil dólares, suma menor a la gastada en el vuelo del DC4 y los salarios
pagados a la nutrida burocracia que asistía complacida a la curiosa
inauguración. En todo caso, la salud de los ciudadanos de Riberalta costaba
menos que la propaganda que se hacia de ella.

El Departamento de Estado y la “opinión” americana miden la eficiencia de


una misión por el número de fotografías que publica la prensa local. Esta
ridícula insistencia sobre la generosidad norteamericana es el aspecto externo
e ingenuo que se toma en serio cuando se trata de petróleo, negocios mineros
o comercio exterior. El representante de la Gulf, en reunión realizada en el
Ministerio de Relaciones Exteriores, dirigiéndose al Canciller cortó en seco las
explicaciones del delegado de YPFB: “No estoy para discutir —dijo con adustez

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de patricio romano— he venido para preguntar si se cumplirá e1 Código del


Petróleo”. Con una empresa que tiene a su servicio la prensa, una legión de
soplones y cuenta con simpatizantes “adhonorem” en el mismo gabinete, no se
puede jugar. Según la expresión del Dr. Paz Estenssoro, “los Gulfmen forman
la mitad del gobierno y la mitad del país”; los asuntos petroleros los hacia
tratar en reuniones especiales a las que concurrían solamente ciertos
ministros.

Entre las más extrañas consecuencias de la Revolución hubo una


verdaderamente inquietante: los norteamericanos se sirvieron de ella. Este
concepto podría formulárselo en términos más groseros; los amos
tradicionales, grandes mineros y latifundistas liquidados en 1952, dejaron un
vacío de poder que los líderes políticos y la élite boliviana, no liberados aún
mental y espiritualmente de medio siglo de servidumbre, trataron de llenar
ingresan do al servicio de un nuevo poder. Tratar de buscar un nuevo amo no
es cuestión de política: es el primer movimiento psicológico del liberto descon-
certado. Por otra parte, la revolución interrumpió el letargo resignado de los
campesinos. Pidieron escuelas, centenares y miles de escuelas. La conciencia
de sus necesidades los hizo libres. Se volcaron a La Paz en grandes
delegaciones para pedir al gobierno que los ayudara. Esa impaciencia
majadera, ese interminable regateo, sus obsequios y la continua presión sobre
ministros y presidentes, era la mejor prueba de confianza y la demostración de
que por primera vez se sentían entre los suyos. Pero el Estado era pobre. Era
otra oportunidad para la colonización Para los campesinos, la procedencia de
la escuela no importaba, en tanto que era una reivindicación diferida por
siglos. A partir de ese momento, los norteamericanos pudieron hablar ante
auditorios aymaras y quechuas <le democracia y comunismo y, aunque su

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jerga ininteligible carecía de efectos ideológicos, el hecho es que la Revolución


a ellos también les abrió las puertas del campo.

EL Embajador obsequia 300 dólares.

Las contradicciones entre el Departamento de Estado y el Pentágono,


agudizadas desde la muerte de Kennedy, repercutieron en Bolivia precipitando
el desenlace final de un proceso que, por lo demás era inevitable. Un alto jefe
militar americano en La Paz, expresó a la muerte del presidente norte-
americano: “Ahora las cosas van a cambiar para el gobierno de Paz
Estenssoro”. El MNR no era sin duda popular en los círculos representados
por el belicoso senador Goldwater, para quien ese gobierno era “un parásito
que vivía a costa de la democracia”. Esta brutalidad habría preservado mejor a
la Revolución que el liberalismo de Stephansky que, en algún momento, fue
considerado “un comunista solapado” por un alto personero de la Gulf.

El embajador Henderson, en una entrevista con dirigentes del MNR, pocos días
después del 4 de Noviembre, y cuando algunos ingenuos o cómplices acuñaron
la fórmula de “revolución dentro de la revolución”, se mostró descontento con
los militares porque no habían cumplido su promesa de dejar tranquilo a Paz
Estenssoro por “unos seis meses más”. Henderson nunca aceptó de buen gra-
do el derrocamiento de Paz Estenssoro, a quien definió ante una delegación de
parlamentarios bolivianos, invitados a visitar los Estados Unidos, como “el
corcho que impedía que se vertiera el contenido de la botella”. No es pues
inexplicable el desagrado de Henderson ante Noviembre. No era partidario de
la revolución ni tenía pacto alguno con Paz Estenssoro; simplemente el control
de la situación escapé de sus manos. Otra vez, como en la Argentina y el
Brasil, el Pentágono desplazaba al Departamento de Estado. En Bolivia ganó la

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partida un agente del servicio de inteligencia (CIA), el agregado aéreo de la


misión militar americana, coronel Edward Fox.

Los vínculos de éste con Barrientos eran antiguos. Veinte años antes, había
sido su instructor militar y lo que sucedió entre ellos en los años siguientes,
demuestra hasta dónde la camaradería con los hombres del Pentágono puede
servir a la acción política cuando ésta se la planea desde un servicio secreto.
tina de las actuaciones decisivas de Fox en la preparación del golpe militar, fue
impedir el exilio de Barrientos simulando un atentado criminal- Después de la
última convención del M.N.R., que no pudo resolver la designación de can-
didato vicepresidencial y cuando el país todo comprendía que marchaba
directamente a un golpe militar, por gestiones de Paz Estenssoro, Henderson
intervino para persuadir a Barrientos y a los miembros de la misión militar, de
que era prudente que éste se alejara del país temporalmente para evitar una
crisis que podía desembocar en la violencia más sangrienta. Barrientos se dejó
convencer. Paz Estenssoro todavía podía amenazar. Viajaría a Londres, todo
estaba listo, dinero, pasajes y valijas. Pero en la víspera, después de asistir a
una reunión social de militares, se produjo e1 misterioso atentado contra
Barrientos. Ningún médico boliviano tuvo oportunidad de verlo y en la madru-
gada partía a Panamá en un avión de la misión norteamericana, que estaba
listo desde la víspera en el aeropuerto de La Paz. Pocos días después, Ba-
rrientos recibía en su lecho del Hospital Militar de la Zona del Canal un cable
de Paz Estenssoro invitándolo a integrar su candidatura como vicepresidente.
El más experimentado dirigente del nacionalismo boliviano había sido vencido
por Fox.

La intervención no estaba limitada a los altos niveles de gobierno, tenía vía


libre aun tratándose de burócratas de segundo rango y de pinches. En una

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oportunidad en Potosí, el ministro de Asuntos Campesinos, Carlos Ponce


Sanginés, escoltado por dos funcionarios de la embajada asistía a un banquete
que le ofrecían las autoridades locales. Martín, un espía y provocador sindical
que trabajaba para Stephansky, (4) dijo en su discurso: “...Yo tengo el dinero
de los Estados Unidos y las ideas las tiene Ponce... si ustedes apoyan a Ponce
tendrán el dinero...

Bajo la inspiración del pequeño e inteligente Ben Stephansky, los métodos


evolucionaron mucho. Este intelectual conocía la realidad latinoamericana por
sus largos años de permanencia en México. Rooseveltiano sobreviviente, amigo
de escritores y profesores, tenía en su despacho una nutrida colección de
autores oficiales de la que tomaba el ejemplar que podía interesar al visitante
si le adivinaba alguna inclinación intelectual. Fue el creador de un nuevo
estilo; le gustaba que la gente lo tomara por un liberal desprejuiciado y en el
fondo tal vez lo fuera. Entre sonrisas y presiones hizo más daño que todos sus
toscos predecesores: tejanos con olor a ganado, maniáticos que coleccionaban
encendedores y burócratas sin imaginación, entre los cuales se destacó uno de
aspecto aristocrático, cuya misión tuvo un escabroso final cuando fue
trasladado a Cuba.

Ben, como lo llamaban los ministros empleando ese tono familiar que tanto le
complacía, mostró la mano dura en el conflicto minero de 1963. La huelga

4
El otro americano resultó ser homosexual y causo escándalo cuando al ayudante del ministro le
propuso una aventura pon cincuenta dólares. La reunión terminó en un aquelarre cuando Martín,
ya borracho, desafió al ministro a beber un trago por tres suyos, luego retó a un funcionario
boliviano a tirar con pistola. Martín hizo algunos servicios a Ponce, a cambio de los cuales tuvo
acceso a los centros campesinos en los que distribuía cuadernos escolares en cuyas carátulas
aparecía en gran tamaño el símbolo de la “Alianza para el Progreso”. Estos eran los nuevos
métodos de la diplomacia directa de Ben Stephansky. (N. del A.)

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empezó con un paro en el nivel 650 del Siglo XX. La Corporación Minera de
Bolivia tenía un plan para la reorganización de Catavi, que fue rechazado por
los dirigentes sindicales. La huelga se amplié y paralizó la actividad durante
tres meses. El duelo entre los dirigentes sindicales y la empresa daba la
oportunidad a Benn. Aquellos proclamaron con ingenuidad que estaban
dispuestos a llegar “hasta las últimas consecuencias”. Pensaban que se batían
bizarramente contra el oportunismo del gobierno de Paz Estenssoro, perdiendo
de vista que la verdadera batalla se producía silenciosamente entre éste y los
americanos. Ben se mantenía expectante y no perdía oportunidad para
demostrar al gobierno que frente a la anarquía sindical no tenía otro recurso
que emplear métodos drásticos. El gobierno vacilaba; se sentía aplastado por
dos presiones. Los dirigentes mineros habituados al viejo estilo de lucha, no
sabían o no querían saber que los norteamericanos tenían la cuerda puesta en
el cuello del gobierno: sin la reorganización de Catavi no concederían el dinero
que requería COMIBOL para proseguir sus operaciones. Catavi no era más que
un punto en una estrategia más ambiciosa. Lo que se buscaba era la
liquidación del sindicalismo minero, 1as negociaciones se suspendieron y los
dirigentes sindicales comprendieron tardíamente que no tenían otra
alternativa que buscar la retirada honorable. El último encuentro tuvo lugar
en el Ministerio de Minas a gestión personal del ministro, que a duras penas
convenció a COMIBOL para que enviara representantes. Los dirigentes obreros
alertados sobre la situación, se mostraron comprensivos. Aceptaron el
convenio formulando reservas sobre detalles poco significativos.

La situación se torné auspiciosa, aparecía la solución a la vista. Los dirigentes


trataban de capear la tormenta mientras que el gobierno buscaba, no menos
desesperadamente, evitar la violencia. Pero todo se vino abajo cuando la
prensa anuncié la reunión bajo el capcioso titular de “renegociación del

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convenio”. A las 9 de ese día Stephansky se presentó en el despacho del


presidente de COMIBOL. El sonriente Ben estaba serio. Mostrando el periódico
dio el ultitnatum: “si hay nuevas negociaciones, despídanse de los cinco
millones”. Era la cantidad requerida para proseguir operaciones hasta fin de
año. No quedaba nada por hacer; el gobierno estaba atrapado. Los contactos
quedaron nuevamente interrumpidos y el conflicto siguió su curso. COMIBOL
suspendió el suministro de víveres a Catan; los mineros respondieron con el
envío a La Paz de un grupo de mujeres que declararon huelga de hambre. El
derrumbe fue rápido. Mineros y gobierno cortaron sus últimas amarras e
intensificaron su guerra fría que los llevó al 4 de Noviembre. Stephansky ya no
estaba en el país, los acontecimientos también a él le jugaron una mala
pasada: todos sus esfuerzos por asegurar la reelección de Paz Estenssoro y
comprometer el apoyo del Departamento de Estado, remataron bruscamente
con la victoria del Pentágono.

Entre las sonrisas y presiones de Stephansky, el poder concentrado por las


empresas extranjeras y la conspiración militar sistemática que llegó aún al
empleo de movimientos guerrilleros concertados con un partido de la
oposición, el gobierno empezó a hundirse. Nada más podía hacer para soste-
nerse. El movimiento obrero estaba paralizado y dividido, el partido
abandonado a una lucha interna gangsteril, y definitivamente perdida la orien-
tación del movimiento popular cuya consigna extrema y aberrante fue la que le
permitió unirse con la acción contrarrevolucionaria de la oligarquía que, como
en tiempos de Villarroel, 20 años antes, permitió la formación de un frente
anti-popular con la participación de la Izquierda; esa consigna fue la de
“cualquiera menos Paz Estenssoro”.

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Al patriotismo no le quedaba otro recurso que expresarse furtivamente. Pocos


días antes del 4 de Noviembre, la Gulf fue burlada por una vez. Se aprobó un
decreto por el que todas las áreas petrolíferas renunciadas por las compañías
privadas y otras que estuvieran vacantes, pasaban a la reserva fiscal. “La
Nación”, órgano oficial en su último número, como si hubiera querido gastar
una broma antes de su muerte, publicó la medida. Todo el éxito consistió en el
sigilo que puso el ministro para tramitar el decreto; no dejo copias ni consultó
a técnicos hasta conseguir la firma del presidente. La compañía, que se dejó
sorprender, no tuvo tiempo de mover a la prensa ni acudir a su embajador.

Cuando Alexander Firfer dijo.:”con este gobierno trabajamos mucho mejor”,


establecía una diferencia un tanto vaga y reticente. Los que sintieron el
cambio en carne viva fueron los mineros de Milluni, Catavi, Colquiri. En
efecto, después de Noviembre era más fácil trabajar con el nuevo gobierno,
pero no se trataba de simple eficiencia burocrática porque un grado más en la
política norteamericana puede determinar diferencias casi importantes como
la destrucción del movimiento obrero, la reducción de salarios o el
aplazamiento de obras fundamentales. Los matices cuentan. Y los americanos
no han tardado en descubrirlo. Antes se resignaban a perder tiempo: ciertas
cosas no podían imponerlas a rajatabla. La desnacionalización de las minas o
el rescate libre de minerales eran objetivos cuya realización dependía del debi-
litamiento del gobierno y de una mayor imbecilización de la opinión pública.
Con Noviembre la política norteamericana dio un salto porque la resistencia
estaba paralizada; tuvieron que reconsiderar su propio estilo. Los créditos se
restringieron, determinados proyectos ya aprobados se cancelaron, las
condiciones se tornaron súbitamente más duras. FI nuevo gobierno no merecía
demasiadas consideraciones. Era más fácil entenderse con militares
acostumbrados a obedecer que con políticos marrulleros. Henderson que

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había visto con desagrado la intromisión del Pentágono en Noviembre, cosa


que sin duda no fue un tanto a favor de su carrera, trató de evitarse
inconvenientes adoptando el duro estilo de Thomas Mann, a quien, por
razones que se ignoran, quiso complacer por todos los medios. El regateo y los
subterfugios movimientistas habían terminado. No más veleidades en política
internacional, no más ambiciones desarrollistas. Para la nueva etapa no hacia
falta un diplomático sonriente y astuto como Stephansky, bastaba el trato
ruido del coronel Fox y la aspereza natural de un hombre poco inteligente
como Henderson.

Las cosas pequeñas para el deprimente Conjunto latinoamericano son


expresión feliz de la filosofía oficial americana; dispersas, insignificantes, sobre
su incoherencia los americanos se mueven con la ciega confianza de las
hormigas. Bolivia es un buen ejemplo de este neocolonialismo tonto y sin
dignidad. El que lee los anuncios de “obra de Alianza para el Progreso” o
“donación del pueblo de los Estados Unidos” podría pensar que en este país
son los norteamericanos los únicos que hacen algo. Han perdido el sentido de
la proporción; lo mismo les da reproducir la fotografía de su embajador junto a
una escuela que junto a una letrina. En un “almuerzo de trabajo”, después del
4 de Noviembre, ante la dramática exposición del ministro de Educación sobre
el estado de los locales escolares, que para repararlos y construir otros se ne-
cesitaba de 5 a 10 millones de dólares, Henderson luego de consultar con sus
asesores, anuncié gravemente: “Haremos una donación de 300 dólares”.

Dos horas después de la partida del Presidente Paz Estenssoro al exilio, los
militares hacían conocer su primer comunicado sorprendentemente
conciliador: “ni vencedores, ni vencidos”. Era la fórmula apaciguadora. “La
nacionalización de las minas —dijeron— evolucionará rápidamente hacia la

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codificación de la metalurgia. Aunque la expresión era impropia, se entendió


que se trataba de la fundición de estaño. Discretamente prefirieron eludir el
problema petrolero.

La noche del 12 de Noviembre tuvo lugar el primer contacto entre los


norteamericanos y la nueva dirección de COMIBOL. A la reunión asistieron el
embajador Henderson, dos de sus expertos y el coronel Lechín Suárez. Aquel
dijo que el programa de fundiciones le parecía interesante y que era posible
realizarlo con la cooperación americana, pero retorné a la vieja exigencia que
Paz Estenssoro por tanto tiempo logró aplazar: reprimir a los mineros. Los
créditos correspondientes a la última fase de la operación triangular
dependían de esta condición. En los días siguientes insistieron señalándola
como una de las condiciones para otorgar el reconocimiento y continuar con
los programas de asistencia económica (5). De momento era mucho pedir. Los
compromisos adquiridos por el general Barrientos con sus amigos de Panamá
no podían ser satisfechos de un solo golpe. Gentes de buena fe recibieron a los
militares con muestras de optimismo y simpatía. Entrar a tiros en las minas y
sacrificar ese modesto prestigio, era lo mismo.

La posición de los norteamericanos respecto de la fundición, podía resumirse


en que sin ser partidarios de ella y causándoles desagrado como todo proyecto
industrial, sin embargo no la vetaban. Pero cambiaron de orientación en los
siguientes meses. Poco antes de Noviembre, Roberto Jordán Pando, ministro

5
El día 6 de Noviembre el primer secretario de la Embajada Americana manifestó
confidencialmente a un alto funcionario de COMIBOL que la embajada había hecho conocer
“extraoficialmente” sus condiciones a la Junta para el reconocimiento entre ellas figuraba la
intervención en los sindicatos mineras. El funcionario boliviano comentó: “Hace más de un año
que el Dr. Paz Estenssoro estuvo luchando para hacerles comprender que no era posible emplear
la violencia. en las minas”. (N. del A.)

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de planeamiento, uno de los partidarios más entusiastas de la fundición de


estaño, consiguió que USAID destinara una partida de millón y medio de
dólares para “estudios de factibilidad”. Alexander Firfer firmé el acuerdo sin
entusiasmo, pero después de Noviembre destiné los recursos a otro fin.
Felizmente la antipatía de Firfer por el proyecto resultó provechosa, porque si
se mantenía el acuerdo de Jordán Pando, los enemigos de la fundición habrían
encontrado una nueva y cómoda oportunidad para prolongar el sabotaje por
dos o tres años mas.

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CAPITULO III
UNA CENA EN LA EMBAJADA

Si la capacidad mundial de fundición del estaño es de 300 a 330 mil


toneladas, significa que las fundiciones carecen del material necesario para
trabajar a pleno rendimiento. Quiere decir también que entre fundidores las
relaciones no siempre suelen ser pacíficas cuando se trata de procurarse
concentrados y, hecho insólito, se ven compelidos a competir entre sí. Tal es el
perturbador origen de los “corto circuitos” que a veces interrumpen la
caballerosa relación de Williams Harvey y Billiton. Los austeros directores
pierden la cabeza ante problemas como la tirantez en las relaciones de
Sukarno y el gobierno de Su Majestad Británica Billiton con ofendido gesto
rompió relaciones con los ingleses cuando éstos fundieron en las Malayas el
mineral que los indonesios dejaron de enviar a Holanda, paralizando la planta
de Arnhem. No es sin duda conducta de caballero dejar al socio en la estacada,
tanto más si la alianza se había sellado con el intercambio de acciones y la
solemne posesión de directores comunes. Pero los negocios son los negocios.

En Bolivia la contienda fue más agria debido a la presencia de un advenedizo


que ignorando las reglas del juego tiró la casa por la ventana. La pretensión
era grande: alucinar al gobierno boliviano para que repudie a su cónyuge
quebrando así el que hasta entonces fuera un sólido matrimonio entre el
gobierno de Bolivia y el señor Patino durante los primeros doce años de la
nacionalización. Williams Harvey con tres de sus seis hornos paralizados,
estaba la situación lo bastante complicada como para no dejarse intimidar por
las argucias de Wa-Chang. Decidió hacerle frente. Fue en este período que
propuso instalar hornos en Bolivia. La oferta era dramática viniendo de

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Williams Harvey y mucho se parecía a un incoherente epílogo impuesto por las


extravagancias de Wa-Chang, que pudieron más en el ánimo del señor Patiño
que los implorantes pedidos de los gobiernos bolivianos para que se instalaran
plantas en el país.

El secreto se mantuvo hasta una noche de noviembre de 1963...

Esa noche hubo una pequeña reunión social en la Embajada de Bolivia en


Londres. El Embajador Barrau y su esposa con su sencilla cordialidad crearon
un ambiente agradable, predispuesto a la conversación íntima. Había unos
pocos invitados, que se encontraban de visita en Inglaterra, entre ellos, el
Embajador de Bolivia ante el gobierno de Bonn, Dr. Federico Álvarez Plata. La
conversación recayó en el estaño y Williams Harvey. El Embajador Álvarez
Plata empezó una amena relación de hechos que se los había mantenido en el
mayor secreto entre el Palacio de Gobierno y COMIBOL. Conté que en los días
en que se discutía la propuesta de Wa-Chang los personeros de Williams
Harvey, acompañados por el Embajador de la Gran Bretaña, Sr. Holliday,
visitaron al presidente de la República. Álvarez Plata recordó que aguardaba
en la antesala para ser recibido por el presidente- Nadie en ese momento
adivinaba lo que se discutía con el Dr. Paz Estenssoro ni mas tarde la opinión
pública llegó a enterarse de la extraordinaria proposición de los ingleses.
Cuando Álvarez Plata fue recibido por el presidente preguntó si los ingleses
traían algo nuevo. El presidente fue evasivo y dio a entender que no había
ninguna novedad.

A los pocos días de esta entrevista, el senador Álvarez Pinta concurrió a una
recepción en la Embajada Británica y allí el Embajador Holliday le preguntó
qué opinaba de la propuesta inglesa El senador pidió detalles y quedó

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sorprendido. Su informante le comunicó que Williams Harvey estaba dispuesta


a instalar plantas en Bolivia que serian de propiedad mixta entre COMIBOL y
los fundidores. La propuesta se había presentado en la entrevista presidencial-
Álvarez Plata preguntó al señor Holliday si el hecho podría ser revelado y si
sería factible contar con una carta confirmatoria de la propuesta. El señor
Holliday estuvo de acuerdo, y como prometiera, al día siguiente envió una nota
al señor Álvarez Plata confirmando y oficializando la propuesta de Williams
Harvey.

La noche de la cena en Londres, Álvarez Plata no dijo qué había hecho con la
nota ni qué partido tomó en el asunto, pero sus revelaciones causaron,
sorpresa al Embajador Barran, quien, molesto, empezó exclamando: “Ahora
me doy cuenta por qué Cliffor Waite, (6) siendo amigo mío, me venía rehuyendo
últimamente”. El señor Barrau mencionó a su vez una curiosa experiencia que
con las revelaciones de Álvarez Plata quedaba explicada. Ocurrió que el señor
Holliday pasaba sus vacaciones en Londres y se encontró con el Embajador de
Bolivia en una recepción de Canning House. En cuanto lo distinguiera cruzó el
salón para saludarlo muy cordialmente. En ese momento acertó a pasar cerca
de ellos el Sr. Waite a quien Holliday llamándole le dio: “¿Ha dado usted la
buena nueva a nuestro Embajador?” Waite turhándose no supo qué
responder. Holliday haciéndose cargo de la situación cambió rápidamente de
conversación. EI Sr. Barran concluyó su relación con este comentario: ¿Qué
papel puedo hacer si me ocultan estas cosas? ¿Acaso no se tramitan aquí los
negocios más importantes del estaño?”

La propuesta Williams Harvey, como otros episodios de la contienda librada


con Wa-Chang, se mantuvo en secreto. El movimiento empezó a mediados de

6
Prominente ejecutivo de Williams Harvey. (N. del E.)

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1962 cuando se discutió la posibilidad de un contrato con la reabierta


fundición Longhorn de Texas City cedida a Wa-Chang, un fundidor de origen
chino. Los representantes de Patiño, encabezados por el Sr. Waite, llegaron tan
pronto como pudieron a La Paz. No se mostraron tímidos en sus contraofertas.
Mejoraron el precio del mineral, ofrecieron anticipos sobre las entregas,
acordaron premios al mayor tonelaje y hablaron da sociedad con COMIBOL
para la fundición de los minerales. Por su parte Wa-Chang mejoré los precios
de las ofertas y tendió ha carnaza con los contratos “tol” que Consisten en que
el productor no pierde ha propiedad del metal limitándose a pagar los gastos
de operación del fundidor. Las propuestas de Wa-Chang eran tanto más
generosas cuanto más desesperada era su situación. La planta no tenía
minerales.

Lo que ocurría era nuevo y los tiempos parecían haber cambiado para los
productores. El menudeo de buenas ofertas habría sido imposible si no
hubiera un déficit cada vez mayor en la producción mundial de estaño- Lo
esencial es que al mundo le faltaba estaño y había demasiadas fundiciones
que no sabían cómo obtenerlo. En fin, la suerte esta vez estaba del lado del
productor.

Varios hechos marcaron el cursé de las negociaciones, las que perdiendo su


discreta reserva comercial se convirtieron en disputa abierta entre los
fundidores. Pronto el conflicto alcanzó el ámbito político donde estalló con
sonoridades de escándalo. Ahora los compradores llegaban hasta La Paz cam-
biando la figura tradicional. La situación no era cómoda para nadie. El
gobierno boliviano se sentía mejor cuando negociaba contratos que desde su
origen podían ser mantenidos en las cajas fuertes de COMIBOL. E igualmente
los fundidores. Era más prudente encerrarse en la intimidad de una gerencia

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que exponerse al escándalo político. Además era un problema político. Los


ingleses temían que Wa-Chang se aprovechara de la influencia norteamericana
para obtener contrato; Wa-chang a su vez temía que el gobierno de Bolivia
cediera una vez mas ante el Sr. Patiño dejándolo sin mineral el gobierno temía
a la opinión pública y al sector nacionalista del MNR que aprovecharía la
oportunidad para criticar su política vacilante en materia de fundiciones. En
suma, todo el mundo desconfiaba de todo el mundo.

Wa-Chang tuvo el cuidado de proteger sus movimientos sirviéndose de la


poderosa influencia de “Grace y Cia”. ¿Quién sino Grace para auspiciar un
nuevo negocio en Bolivia? Este consorcio, conocido por la tradición católica de
sus propietarios norteamericanos, es capaz de has combinaciones comerciales
más ingeniosas- No desprecia nada. Vende igual alfileres y botones como
maquinaria pesada y cemento. Hace negocios tan singulares como comprar
azúcar a una entidad boliviana para ganar revendiéndola entre mayoristas
locales. Sus directivos, curiosamente casi siempre suizos, tienen ese sombrío
aspecto que recuerda las tradiciones puritanas de Ginebra. Además, parecen
tener la tacañería de los calvinistas. Estos hombres donde “ponen el ojo,
ponen la bala” en materia de negocios. En los últimos años a Grace le ha au-
mentado el apetito por los negocios mineros, y a consecuencia de ello, son ya
varias las minas que se ha “comido” y varios los mineros medianos que yacen
en su sistema digestivo porque un día de apuros tuvieron la debilidad de tocar
las puertas de Grace.

Los de Grace son terribles cuando se trata de negocios nuncios. Tienen dos
hábiles conductores, Meister y Speelvogel, este último especializado en
minería. Buen negociador, suave en el trato, emplea ha sugerencia indirecta y
repite -frecuentemente “aquí no hay gato encerrado”. Otro alto funcionario es

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Carlos Alberto Echazú, tarijeño simpático, locuaz, que recuerda aún las
maneras que aprendió cuando era estudiante en La Plata. Ha estado presente
en los negocios más importantes de la minería nacionalizada como hombre de
confianza del gobierno. Fue uno de los negociadores que trató con Patiño el
pago de la indemnización. Como miembro de ha Comisión de Operaciones Mi-
neras participo en reuniones donde se trazó la línea de conducta frente ah
Consejo Internacional del Estado y ante has ventas de la reserva estratégica
norteamericana. A su vez como director de COMIBOL ha tenido opinión en
todas las negociaciones importantes para obtener créditos, aprobar los con-
venios de la llamada “operación triangular” (BID, USAID y alemanes) y adoptar
medidas técnicas y administrativas decisivas para la minería nacionalizada.
Un hecho que lo puso en dificultades fue el referente a la compra de dinamita
que realiza COMIBOL de marcas cuya representación comercial la tiene
“Grace”. Con o sin fundamento se dijo que Echazú podía influir en la elección.
Pero si éste era un extremo de susceptibilidad, lo que en efecto parecía ser, el
conflicto para el Sr. Echazú no desaparecía, así quedara formulado solamente
en el campo de ha hipótesis. El Sr. Echazú, un capitán de la industria privada
desempeñaba funciones al servicio de la minería nacionalizada y los conflictos
eran inevitables. En el caso de la dinamita, si el directivo de “Grace” salía
ganando perjudicaba los intereses representados por el director estatal, y a la
inversa.

Se ignora cuál debió ser la condición impuesta por “Grace” para ayudar a Wa-
Chang, pero no debió ser pequeña ya que en cuanto a proporciones Wa-Chang
no sería más que una pieza en la maquinaria de “Grace”.

Las propuestas de Wa-Cbang desde el primer momento suscitaron


desconfianza no tanto por su contenido mismo como por la presencia de sus

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activos gestores conocidos por sus habilidades comerciales. Se trataba más de


traficantes sagaces que de hombres de negocios. Familiarizados con ciertas
particularidades del medio y sin duda dándoselas de ingeniosos, empezaron a
difundir conceptos “políticos” en torno al estaño. Se hicieron “anti-im-
perialistas”. Sostenían la necesidad de neutralizar la influencia británica
oponiéndole otros intereses-El “nacionalismo” acuñado en “Grace” y en los
círculos de la minería mediana, era de una curiosa factura: descubría peligros
en los ingleses y exclusivamente ventajas en los norteamericanos. La
atmósfera política se enturbié más pronto de lo que pensaban los negociadores
de los contratos. La prensa empezó a husmear y los diputados Augusto
Céspedes y llené Zavaleta llamaron al Ministro de Minas a responder en el
parlamento. Sin duda todo ello se producía contra los deseos del gobierno y de
COMIBOL. Los diputados para lanzar el ataque eligieron los puntos
notoriamente más débiles, reprocharon al gobierno su indiferencia para resol-
ver el problema de la fundición y se encarnizaron con los de ‘trace”, uno de
cuyos personeros era hombre de confianza en la minería nacionalizada y en
ese momento se esforzaba para conseguir eh contrato a Wa-Chang. El
gobierno quedó en situación incómoda cuando en el parlamento se estableció
que una misma persona tenía responsabilidades en ha conducción de los
organismos mineros del Estado, representaba los intereses de una firma
extranjera dedicada a negocios mineros y, finalmente, era una de las cabezas
visibles para las tratativas con Wa-Chang. FI Ing. Carlos Alberto Echazú,
Gerente de International Mines, subsidiaria de “Grace y Cia” y hombre de
confianza del gobierno en asuntos de política minera, fue puesto por primera
vez en el banquillo por los propios diputados del gobierno.

La actuación parlamentaria tuvo alcances relativamente importantes al


entorpecer la negociación amenazándola con el fracaso, pero tuvo mayor

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significación al arrojar luz por primera vez sobre la política minera oficial y los
factotums que la inspiraban. La idea de formar sociedad con Wa-Chang sobre
hierres que se hallaban en los Estados Unidos, fue considerada simplemente
absurda. Esta fue la respuesta que se dio a la proposición del consorcio
norteamericano de formar una sociedad mixta con el Estado Boliviano sobre la
planta de Texas City. El argumento de “hay que quebrar el monopolio
británico” no impresionó a nadie. En el fondo había una situación psicológica
muy interesante- En electo, todo el mundo convenía en que había monopolio
británico. Que detrás de Williams Harvey estaba Patino que seria nuevamente
favorecido si se rechazaba a los americanos. Que la nacionalización de las
minas hasta entonces no había hecho más que trabajar pura Patiño y que ya
era tiempo de pensar en fundiciones propias. Todo esto se admitía, pero a
pesar de todo eran preferibles los ingleses a los americanos. Por esto la
operación Wa-Chang para ser definitivamente apreciada, tendría que ser vista
no solamente como un negocio minero porque, fuera de las relaciones con
Williams Harvey, no había ninguna otra de regular importancia que se hubiera
librado de caer bajo control norteamericano. El estaño era lo último que
quedaba al margen de esa órbita.

Pero Wa-Chang tuvo su victoria aunque en una medida que no correspondía a


sus pretensiones iniciales y a las iniciativas de sus entusiastas gestores
bolivianos. No se llevó la parte del león, pero quedó con 5.000 toneladas,
alrededor de un cuarto de la producción total boliviana.

El Senador Álvarez Plata sostuvo en esos días una entrevista con el Presidente
de la República. Mientras conversaba con él pasaron al Presidente una
comunicación telefónica del Ministro de Minas. El Dr. Paz Estenssoro cuenta
el Senador Álvarez Plata— instruyó a su ministro que no debía firmar el

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contrato. Concluida la conversación, mostró copia de un cable que acababa de


ser enviado al Sr. Guillermo Bedregal, Presidente de COMIBOL que se
encontraba en Estados Unidos, en el que prohibía igualmente llegar a un
acuerdo con Wa-Chang. Sin embargo el contrato se firmó y nadie ha dado una
explicación sobre los factores que pesaron en el ánimo del Presidente para esta
determinación pero lo Cierto es que el país se vio ante el hecho consumado.

No hay ninguna evidencia de la intervención de personeros de la Embajada


Americana para obligar al gobierno a aceptar el contrato Wa-Chang, pero es
un hecho presumible porque algunos meses mas tarde, cuando debían
realizarse los primeros embarques, ha Embajada se dirigió al Palacio y al
Ministerio de Minas pidiendo que se acelere eh cumplimiento del contrato.

Varios hechos producidos en eh gobierno del Dr. Paz Estenssoro no tienen una
explicación clara —dada la Oposición del propio Presidente y muchas veces de
sus colaboradores a aceptar determinadas sugestiones— sino se torna en
cuenta las presiones continuas ejercidas por los norteamericanos. Algunas de
ellas degeneraron casi en batallas como se verá cuando se mencione la
experiencia del Banco Minero y el crédito norteamericano.

Paz Estenssoro se distinguió por realizar una sutil política pro-británica en


materia de estaño. Discreta y firmemente favoreció los intereses británicos y
no cabe duda que veía con desagrado la posibilidad de que un día cambiara eh
rumbo tradicional de la exportación enderezándose a los Estados Unidos.
Como ningún otro hombre tuvo en sus manos la oportunidad de resolver eh
problema de la fundición pero se decidió a actuar demasiado tarde.

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Los intereses dominantes antes de la nacionalización y después de ella, fueron


los de Patiño. El primer contrato que se firmó después del 31 de Octubre de
1952, fecha de la nacionalización de las minas, fue con Williams Harvey por
18.000 toneladas anuales durante tres años. En 1953 no existía otra
alternativa. Antes de proyectar paso alguno el país necesitaba estabilizar su
comercio de minerales y asegurar ingresos normales que permitieran
continuar la exploración minera. Pero mucho tiempo había transcurrido desde
entonces, y la que fuera una acertada solución “táctica” se convirtió en una
condición permanente del país. En efecto, en lugar de abrirse nuevas
perspectivas para el desarrollo metalúrgico se ingresó a la etapa mas ambigua
de la vida nacional, a un período verdaderamente extraño por sus
posibilidades y contradicciones, por las posiciones aberrantes de los partidos
políticos y una dramática confusión de la que nadie, excepto los enemigos de
la solución nacional, pudo librarse.

Créditos que matan.

La etapa de la vida nacional que acaba el 4 de noviembre de 1964 en política


minera podría resumirse así: se siguió una orientación inconsecuente en
materia de fundiciones en general. En cuanto al estaño persistió el juego de
Williams Harvey, es decir Patiño, que hasta hoy continúa. En lo que se refiere
al antimonio, no se llevó adelante la fundición de Vinto (Oruro) por la
interferencia de los norteamericanos contra el crédito checoslovaco, no
obstante que a ellos se les dio la oportunidad de intervenir en el negocio. En el
hierro se realizaron tentativas débiles y aisladas para movilizar Ushpa Ushpa y
se lucieron estudios que no se concretaron en nada en lo referente al Mutún.
El oro fue copado por una compañía americana, la South American Placers. El

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petróleo quedó bajo el férreo control de Gulf que compromete la existencia


misma de Y.P.F.B.

Esa política vacilante, contradictoria y a veces abiertamente opuesta al interés


nacional, tuvo alguna excepción honrosa con el relativo estímulo que
recibieron las fundiciones del señor Mariano Pero y los trabajos del Ing.
Zalesky que culminaron con la organización de la Fundición Hormet.

Es importante hacer aquí un paréntesis para apreciar mejor la política minera


anterior al 4 de noviembre, examinando lo ocurrido con el Banco Minero. Esta
institución que agrupa a más de 1.400 productores pequeños ha sido
tradicionalmente boycoteada por la gran minería y posteriormente por los
intereses privados. El Banco, pese a su mediocridad y a su eterna debilidad en
lo relativo a su capital de operación, realizó sin embargo una gestión positiva
al haber cortado el rescate libre de minerales que fue el recurso del que
siempre se valieron los grandes productores para explotar el trabajo de los
pequeños (7). Aunque los préstamos de fomento fueron lentos y a veces
insuficientes, sin embargo sirvió para proteger la existencia de la minería
nacional. Liquidada la influencia de los grandes mineros, la ofensiva contra el
Banco pasó a ser ejercida por los americanos desde los organismos oficiales
que tienen acreditados en el país. El primer paso fue dado cuando USAID/BID
ofrecieron un crédito de 5 millones de dólares para el Banco.

Desde entonces lo ocurrido es el mejor testimonio de lo que sucede en las


relaciones de países como Bolivia con los Estados Unidos.

7
La creación del Banco Minero determinó la supresión de los comercializadores privados
(Hochschild, Tenant, etc.) que rescataban la materia prima de los productores chicos a los que
explotaban de diversas formas. (N. del E.)

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Hace cerca de cinco años se propuso el crédito- Al principio las condiciones


planteadas parecieron razonables. El gobierno tenía interés en lograr que las
negociaciones se concretaran. Pero al poco tiempo, se vio que los americanos
no habían hecho más que lanzar el anzuelo, detrás de tina exigencia, lanzaban
otra. El gobierno, y particularmente las autoridades del Banco, se pusieron en
guardia. Bajo la presidencia del Sr. Juan Haus, los americanos chocaron con
una administración honesta y vigorosa. El Sr. Haus no estaba dispuesto a
vender la institución por un plato de lentejas. Su habilidad los obligó a poner
todas las cartas sobre la mesa. Se trataba de más de ochenta condiciones
entre las cuales no todas eran bagatelas. Exigieron para empezar la
aprobación de un nuevo de código de minería que, suponían fundadamente,
sería la ganzúa para entrar en los negocios mineros del país. Para e1ios, tres
debían ser las condiciones fundamentales de dicho código: facilidades para los
inversores grandes, exigencias en términos perentorios para que los
concesionarios nacionales ingresen en producción, y la libre exportación de los
minerales. Este último planteamiento suponía llanamente la liquidación del
papel del Banco.

Luego propusieron la modificación de la escala de regalías para beneficiar al


sector de productores medianos que están casi todos vinculados con el capital
americano.

Plantearon la reorganización del Banco con una minuciosidad increíble. Entre


otras exigencias figuraba la de crear una división de créditos, efectuar ajustes
financieros, cancelar la sección cuentas corrientes, despedir a parte del
personal del Banco. Proponían la reorganización de la entidad mediante un
decreto supremo. Gran parte de estas exigencias fueron satisfechas, pero
algunas no podían ser aceptadas sin arriesgar la existencia de la minería

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nacional. Uno de los puntos en el que se peleó más duramente, fue el interés
del 12 por ciento que según los americanos debía ser cobrado a los mineros
que se beneficiaran con los créditos. Este criterio fue rechazado de plano
porque la tasa interés no podía ser elevada en el cien por ciento de un día para
otro. A los expertos americanos se les demostró que ninguna institución de
fomento minero en el mundo, cobraba el 12 por ciento. En el Perú, por
ejemplo, se mantenía la tasa del 6 por ciento y en Bolivia, los productores
medianos que podían acudir a los fondos de la Corporación Boliviana de
Fomento recibían créditos al 9 por ciento. Entonces, por qué sacrificar a los
pequeños con intereses tan altos?

Este punto y el relativo a la libre comercialización, significaban la liquidación


de la minería nacional. Por una parte el flanco cobraría intereses altísimos y
por otra, las empresas rescatadoras, autorizadas a operar en el país,
brindarían al minero préstamos a más bajo interés, menos morosos y más
flexibles. En suma: los 1.400 productores serían obligados a caer en las fauces
de cuatro o cinco tiburones. Sería el retorno a los tiempos de Hochschild.

Mientras se libraba el silencioso combate entre los americanos y el Banco


Minero, el grupo asesor de aquellos logró penetrar profundamente en las de-
fensas del Banco. Sus tentativas más audaces fueron rechazadas. Intentaron
organizar kárdex especiales para controlar la situación de los clientes del
Banco; buscaron en toda forma interferir el trabajo de las gerencias y el
directorio. En una palabra, lo que deseaban era controlar la institución antes
de haber desembolsado un solo centavo.

Todo este juego ya llevaba más de tres años cuando se produjo el 4 de


noviembre. El Banco se defendía y la firmeza con que se rechazó la libre

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comercialización y el 12 por ciento, obligó a los americanos a replegarse en


estos dos aspectos fundamentales; tuvieron que aceptar la vigencia de un
interés más bajo y la exportación de los minerales por cuenta del Banco
Minero.

Pero es importante hacer notar que los asesores americanos procedieron como
conspiradores para lograr sus propósitos. Apoyados por abogados bolivianos y
periodistas sobornados, realizaron campañas de desprestigio contra el Banco.
Incitaron al embajador norteamericano para que presionara en la Presidencia
de la República buscando la forma (le desplazar a las autoridades de la
institución. Se hicieron correr rumores referentes a la inoperabilidad del
presidente y directores y al supuesto sabotaje de éstos contra el crédito
americano- La primera victoria que lograron fue el retiro del Sr. Haus de la
presidencia de la institución. Luego, con el 4 de noviembre alcanzaron sus
demás objetivos.

Otro aspecto significativo de la política minera anterior al 4 de noviembre


fueron los créditos destinados a COMIBOL bajo el programa de la operación
triangular. Los 47 millones de dólares invertidos en una empresa con un
activo de cerca de 2.000 millones de dólares, es una suma mezquina que
además se dio diluida, inoportuna y tardíamente. Los financiadores
impusieron un grupo de asistencia técnica negativo que no intentó el menor
esfuerzo que tendiera a la solución de los problemas técnicos. Es claro que los
americanos ejecutaron una política calculada para desprestigiar la
nacionalización siguiendo una línea de protección a sus intereses en Chile y
Perú. Más bien que técnicos, los del grupo asesor, se desempeñaron como
policías y represores del movimiento obrero. Ellos y la embajada americana

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impusieron como exigencias para continuar con la operación triangular, la


represión de los sindicatos.

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CAPITULO IV
LOS CEMENTERIOS MINEROS

Hay que conocer un campamento minero en Bolivia para descubrir cuánto


puede resistir el hombre. ¡Cómo él y sus criaturas se prenden a la vida! En
todas las ciudades del mundo hay barrios pobres, pero la pobreza en las
minas tiene su propio cortejo: envuelta en un viento y un frío eternos,
curiosamente ignora al hombre. No tiene color, la naturaleza se ha vestido de
gris. El mineral, contaminando el vientre de la tierra, la ha tornado yerma. A
cuatro o cinco mil metros de altura donde no crece ni la paja brava, está el
campamento minero. La montaña enconada por el hombre, quiere expulsas-lo.
De ese vientre mineralizado, el agua mana envenenada. En los socavones el
goteo constante de un líquido amarillento y maloliente llamado copagira
quema la ropa de los mineros. A centenares de kilómetros donde ya hay ríos y
peces, la muerte llega en forma de veneno líquido proveniente de la deyección
de los ingenios. El mineral se lo extrae y limpia pero la tierra se ensucia. La
riqueza se troca en miseria. Y allí, en ese frío, buscando protección en el
regazo de la montaña, donde ni lo cizaña se atreve, están los mineros.
Campamentos alineados con la simetría de prisiones, chozas achaparradas,
paredes de piedra y barro cubiertas de viejos periódicos, techos de zinc, piso
de tierra; el viento de la pampa se cuela por las rendijas y la familia apretujada
en camas improvisadas —generalmente bastan unos cueros— si no se enfría,
corre el riesgo de asfixiarse. Oculto en esos muros está el pueblo del hambre y
de los pulmones enfermos, los de las “tres puntas” diarias de trabajo, los del
“veinticuatreo” (8). Sin pasado ni futuro, esta miseria lo ha envuelto todo. El

8
(1) En las minas grandes el trabajo se realiza en tres turnos (“puntas”). El “veintiecuatreo”
es la jornada de veinticuatro horas que tiene lugar en el interior de la mina, suelen cumplirla

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campamento está simplemente ahí, perdido en algún rincón; fuera de él, la so-
ledad; dentro, la pobreza. En esta eternidad sórdida sus habitantes recuerdan
a los penados de la aldea zarista porque se los siente igualmente segregados y
pesando una condena sobre sus vidas. Es el exilio minero.

Esta vida no puede resistir mucho tiempo. Los obreros de 38 años ya son
viejos. Por cada año de trabajo en minas profundas, calurosas, mal ventiladas,
envejecen tres. Las partículas de sílice producidas por los taladros al perforar
la roca, quedan adheridas en los pulmones endureciéndolos gradualmente
hasta producir la muerte lúcida y lentamente. Ha concluido la “punta”:
enjutos, la tez mortecina, los ojos inflamados, dominados por una enorme
fatiga, retornan del socavón los que han tomado su dosis diaria de
aniquilamiento. La enfermedad para la cual no hay cura ni drogas se la oculta
hasta donde es posible, pero los ojos ardientes, la piel pegada como cuero seco
en los pómulos y la fatiga constante, no pueden esconderse mucho tiempo. El
y sus camaradas saben lo que pasa; las mujeres también: cuando aparecen los
primeros síntomas —vómitos de sangre— callan. No hay gestos desesperados.
Ellas comprenden y se resignan. Cuando van a la chichería, dicen
afectuosamente al marido, eliminando el acento del verbo: “tomate nomás”. Y
beben olvidando. De todos modos no podrían hacer mucho adoptando normas
de sobriedad, esto es si la miseria fuese compatible con esta virtud para ricos.
El alcohol es la mas inocente de las evasiones y la única de sus fugas (9).

generalmente los contratistas, obreros a destajo que a su vez contratan otros trabajadores. El
“maquipura”, obrero temporatio, es un paria: no se le reconoce ningún derecho y es
descendiente directo de los mitayos y los mingados de la colonia. Actualmente, en las minas
nacionalizadas, hay algunos miles de maquipuras. (N. del A.)
9
“Existen aproximadamente siete mil mineros silicosos con diferentes grados de evolución de
la enfermedad y que actualmente trabajan en la Corporación Minera de Bolivia y empresas
privadas. Muchos de ellos mueren antes de iniciarse el trámite de indemnización o renta ante la

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El fin se precipitará con una breve visita al médico, el certificado dirá:


“incapacidad total permanente”. Luego vendrá un extraño sepelio burocrático
por las oficinas del seguro en La Paz en las que el moribundo luchará por
lograr la calificación de su “renta” de incapacidad que nunca será más de la
mitad del salario y frecuentemente la tercera o cuarta parte. Es la manera
como la sociedad boliviana se preocupa por el destino del aniquilado: los
bacilos serán así reforzados por la miseria.

Las últimas jornadas transcurrirán en un hospital donde un día la muerte se


producirá por asfixia debida a que esos pequeños restos de pulmones se
niegan a seguir trabajando. La lucidez en ningún momento habrá abandonado
al moribundo.

Ha terminado una breve e intensa existencia. Podría ser una absurda aventura
si en el momento del parpadeo final el recuerdo de los que van a quedar sin
protección no penetrase punzante en esa conciencia desfalleciente. Aquí está
la realidad: no es el fin de una aventura solitaria. El hombre no se marcha
solo, su ser queda desgarrado porque parte de él quedará con los suyos a los
que no podrá rescatar de un destino del que él se siente culpable.

Estos condenados no son dueños del mineral. En rigor nunca lo fueron. Si de


algo de verdad les pertenece es la muerte. No están poseídos por “la maldita

Caja Nacional de Seguridad Social”, existe el peligro de que la prevalencia de la silicosis y la


silicotuberculosis aumenten en la industria minera y que los dividendos a obtenerse serian
insuficientes para atender a los damnificados por las deficientes condiciones de trabajo. De este
modo, se determinaría la quiebra de las instituciones gubernamentales como la COMIBCL, Caja
Nacional de Seguridad Social... con las consiguientes repercusiones sociales, económicas .2’”El
Diario”, 4 de Enero de 1968. En. la terminología clínica hay una nueva palabra para estas
enfermedades, la “estañosis”. El 30 por ciento de los trabajadores la tendrían. (N. del A.)

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sed de oro” de la que habla Virgilio; extraños a su propio destino han sido
clavados allí por el mecanismo de la economía mundial. Austeros, más
indiferentes que resignados, protegen sus esperanzas con cierta postura
escéptica. Ni tristeza ni amargura. Frecuentemente sus tensiones interiores
encuentran alivio en la chichería donde se los puede ver alegres y
pendencieros. En ellos no es evidente que “todo el valor que un oprimido
puede tener a sus propios ojos, lo comprende en el odio que tiene para otros
hombres: Y la amistad a sus compañeros pasa por el odio que siente por sus
enemigos” (10). Son de la estirpe de los que no viven la venganza sino la vida y
para el rencor no han tenido tiempo. El mayor número de mineros está
formado todavía por muchachos tímidos que hasta no hace mucho labraban la
tierra; la mina los tentó con el salario y la pulpería (11). En la política son
seducidos por las causas apasionadas, pues contra todo lo que se piense,
siguen creyendo en la política. Si ellos pudieran resistir algunos meses
cortarían el flujo de los minerales y aplastarían con el desastre económico la
parte parasitaria de la sociedad boliviana. Pero no pueden hacerlo: sus víveres
dependen de las ciudades y es fácil rendirlos por el hambre. No obstante todo,
su escepticismo es liviano para sofocar un corazón ardiente. En ellos el amor,
la amistad, la lealtad, son ásperos y fuertes- Hay mujeres que han sido tres
veces viudas, A la mujer de un camarada muerto se la busca y se le pide que
cuide de uno. Son vidas y sentimientos depurados. No hay gestos ampulosos;
la moral, despojada de lo innecesario, es escueta y firme una oscura ansiedad
de justicia, un inconsciente saberse superiores, los predispone a solidarizarse
con la aventura humana.

10
Carta de Jean Paul Sartre a Albert Camus
11
Monopolio de víveres y otros artículos, controlado por la Empresa minera que los vende a los obrero (N. del E.)

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No hay familia minera que no tenga alguien por quien llorar. Los hombres
están habituados a la idea de su fin prematuro, pero no renuncian a su
condición, la aceptan llanamente y cuando protestan lo hacen por el salario o
contra los excesos de la empresa. Entiéndase bien: han abandonado el móvil
mayor de la rebelión decidiendo quedarse mineros. ¿Quién se atrevería a
pedirles más? Sus reivindicaciones no invocan la civilización. Y bien podrían
hacerlo en un tiempo de grandes palabras como “derechos humanos” o
“defensa de la dignidad del hombre”. Un pudor velado les impide establecer
parangones o referirse a su miseria sentimentalmente. Prefieren la arrogancia:
es la mejor manera de señalar la miseria al extraño que aún se atreve a
proclamar derechos humanos en un país que se esfuerza por suprimir al
hombre. Su futuro ha sido delegado en los hijos a quienes no quisieran ver
convertidos en mineros. Esta es la expresión más íntima de su rebelión. La
austeridad de sus demandas es la medida de su exilio; la defensa de sus
derechos, el movimiento primario para salvar a los suyos del hambre. Por lo
menos eso, puesto que contra la áspera existencia minera, contra el
hacinamiento y la suciedad de los campamentos, contra la enfermedad y la
muerte, no hay defensa posible.

La vaga idea que el mundo tiene de Bolivia se la debe al estaño y sus hombres.
La división internacional del trabajo y un orden económico que es reflejo de la
incoherencia contemporánea, han impuesto sobre aquellos una doble
tributación: el fruto de su trabajo se aprovechará más en Nueva York y
Londres que en la solitaria montaña donde se realiza, y lo poco que deje el
despojo servirá para alimentar la parte parasitaria de un país que no tiene otra
existencia que la del estaño.

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La vida en Bolivia transcurriría en la armonía de una colectividad pobre y


solidaria si su segmento parasitario se reconociera como tal, pero es el caso
que ha tomado la República para sí y se siente titular de un poder que es la
prolongación de ese mecanismo internacional que ha hecho del país lo que es.
Hay una monstruosa realidad: quien tenga el estaño tendrá el país, pero esa
posesión significa destruir a los que lo producen.

La minería es el agujero por el que se escapa la vitalidad del país. En más de


tres siglos no dejó nada, absolutamente nada. Lo que se construyó a su
servicio ya es inútil o pronto lo será. El comercio y la agricultura sufren sus
altibajos. Los ferrocarriles, sin la carga necesaria, recorren zonas que no se
justifican sin los minerales. Aún ciudades como Potosí y Oruro otrora
beneficiarias de la efímera prosperidad minera, se van convirtiendo en
cascarones yacios.

Los bolivianos no pueden sustraerse a la naturaleza predatoria de la minería


que en último término sería tolerable si el vaciamiento de las montañas
solventase una existencia decorosa.

El locus económico de la minería es la transferencia unilateral de la riqueza, lo


que en otras palabras significa que Bolivia queda inerme en el polo de la
miseria. Esta condición debe entender-se como el empobrecimiento físico del
país que un día no tendrá nada más que sacar de su subsuelo, como ya
sucedió con la plata y en parte con e1 estaño, y en función de una aniquilante
dinámica de la miseria y de la violencia que no llega a la destrucción total pero
produce la invalidez. Hay una diabólica fatalidad: el estaño a tiempo de darse
destruye a los que lo toman. Y no es que mueran precisamente sepultados en
un socavón, la muerte está organizada burocráticamente para admitir este

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desenlace imprevisto y violento. La acción depredatoria no proviene de la


naturaleza simio mas bien de los hombres, así residía que la silicosis y la
tuberculosis son aliados de un sistema.

La pérdida de la riqueza con ser inevitable engendra una especie de fatalismo.


¡Los bolivianos son tan increíblemente modestos en sus demandas! Y tienen
que sedo, la historia no transcurre en vano, hay demasiadas minas agotadas,
demasiados socavones silenciosos, demasiados muertos para alimentar
futilidades sobre el futuro. En el norte chileno hay cementerios inexplicables.
De pronto surgen en plena pampa sin rastros de poblaciones próximas. Es
como si se hubieran dado cita para hacerse notar solamente ellos. Se los
defiende contra has arenas del desierto lo que da cierta idea de consideración
por ellos- En otro tiempo habían calicheras (12) y poblaciones de trabajadores,
pero tuvieron que partir y se llevaron todo, hasta los techos y las paredes de
los campamentos. Quedaron los que llegaron a la última jornada- En el Alti-
plano los muertos son inmemoriales como que ya los había tres siglos antes
del primer caído en las calicheras. Siglos de trabajo yacen congelados en
Potosí, las minas del sud y del sudoeste. Allí no hay construcciones que la
posteridad conserve reverente; los grandes testimonios están bajo la tierra
mientras que lo precario, el hombre y sus poblaciones, quedan arriba en forma
de laberínticos muros semiderruídos y cementerios abandonados.

Se acepta que la riqueza se pierda: es la resignación, el cansancio y un


sentimiento de frustración profundamente clavado en el ser nacional. Pero es
más difícil aceptar la inutilidad del sacrificio. Si un país no tiene otra razón de
justificarse, bien podría dejar de existir. ¿Qué quedó de la minería de la plata?

12
Terrenos ricos en salitre. Vocablo que se usa en Chile, Bolivia y Perú. (N. del E.)

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¿Y lo que se debe al estaño merece la destrucción del país? Lo terrible está en


la gratuidad del hecho pues descubre, en la razón última, la provisionalidad
del propio país. Millones de mitayos (13) cayeron en las bocaminas del Cerro
Rico al paso que las minas de estaño ya han devorado decenas de miles de
vidas de estos otros mitayos del siglo XX. La minería ha descuidado más que
la guerra. De hecho, es una guerra que viene durando siglos. La ceguera de
este holocausto no admite estadísticas que den idea de la devastación, sólo
sabemos que éste es un país aniquilado. Nadie podrá decir hasta dónde llega
el empobrecimiento biológico de los bolivianos, la mortalidad infantil y la
propagación de la tuberculosis. Estamos ciertos de una cosa: los bolivianos no
acabamos de morir.

Ninguna política social cambiará este cuadro mientras no concluya el exilio


minero. Ninguna reforma es posible porque los reformadores están atrapados
en el mismo exilio, ninguna forma de “humanismo” ofenderá tanto como la
miseria misma. Ya es tarde para buscar exculpaciones. Los hechos de la
historia trágicamente rígidos, hicieron surgir dos condiciones irreductibles: la
de los condenados reducidos al exilio y la de los que subsisten en la medida en
que mantienen la condición de aquellos. Esta situación excluye el
reconocimiento de cualquier “derecho” sin la destrucción previa del sistema.
Muchos bolivianos honestos hasta ahora se dejaron ganar por la ilusión...
Ellos también están descubriendo su verdad.

Los hombres en las minas mueren por hambre y abandono como en tiempos
de la peste o la guerra, ¿quién, que sea extraño a ellos, podría hablar en estas

13
Trabajo forzoso a que estaban obligados los indios en las minas durante la dominación
española. (N. del E,)

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condiciones de ponerlos en posesión de su propia dignidad? Hay una dignidad


que no la han perdido, es cierto; más que de gestos dignos para los que no hay
cabida cuando el hambre destruye criaturas, se trata de un sentimiento
trágico, de la lúcida aceptación de una existencia irremediablemente perdida,
el reconocimiento de un destino que es el exilio. Pero no hay que llamarse a
error. No puede ser masa anulada la que es matriz sufriente de la revolución:
los que pueden rescatarse a sí mismos no están perdidos. Nada tiene que ver
aquí ha justicia, sobre todo aquella que, lejos de la carne que sufre, es conce-
bida en términos abstractos y con la cual las buenas gentes quieren erigirse en
jueces. Se cree de buena fe que los mineros forman un sector proletario cuyas
luchas pueden oscilar dentro de márgenes dados de reivindicaciones posibles.
Es un error, porque en las minas la vida ha retrocedido a la última frontera;
para rescatarla hay que destruir un sistema y no será precisamente e1 refor-
mismo el inductor del cambio aunque fuese inspirado por hombres honestos,
lo que no sucede.

Si se trata de reconocer derechos correspondería a los mineros pronunciarse


en primer lugar: son las victimas. De hecho algún día lo harán y ese día será
la muerte de la República con su actual carga de miserias, o su renacimiento.

Y no se esperen gestos nobles porque el oprimido no está obligado a tener otra


moral que no sea la suya; tomarla de sus opresores equivaldría a aceptar el
instrumento de la opresión. Están acercándose a la verdad bajo la desnuda
violencia que se desató después de Noviembre de 1964. Descubrirán que nada
le deben al país que no sea su miseria y que ella es la condición que Bolivia re-
tiene para mantener una existencia artificial. Cada vez creen menos en el país
y sus hombres y están curando la primera herida con la pérdida de la
esperanza reformista. Esta dolorosa aproximación a la verdad, les revelará la

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única condición posible de su liberación: la de confiar solamente en sus


propias fuerzas. Y entonces será cuando el rencor, actualmente ausente del
pecho de las víctimas, un día les hará decir ‘‘nosotros antes que “la Patria”
produciendo el último descubrimiento: el derecho al país propio y el destino
elegido. Así el rencor alimentado por la verdad, desbastará con las hondas
destructoras de la revolución un pequeño mundo donde todo fue mezquino
menos el sufrimiento.

Este que es un país desgarrado al que le predican e imponen una suerte de


resignación abyecta ante la debilidad, tiene hombres fuertes que sin
ostentación dan de sí mismo todo aquello que permite la permanencia de la
vida; ellos mismos son ese tercos, milagrosos afirmarse constante de la exis-
tencia. En una amarga y silenciosa epopeya dejando rastros sangrientos, se
entreteje la historia de un pueblo que se obstina en llevar mucho tiempo su
pesada cruz en busca de una esperanza que se llama patria.

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CAPITULO V
ALTCAR, BOOTLE, LIVERPOOL

Vivimos un mundo de cosas. Y como las cosas aparentan una existencia


independiente, los hombres no se reconocen en el producto de su trabajo.
Todos los días y a cada hora estamos Satisfaciendo nuestras necesidades con
fin automatismo que nos exime del esfuerzo de comprender que esas
satisfacciones son únicamente posibles por el trabajo de otros hombres. El
estaño, como el acero o el petróleo, son solamente los primeros eslabones de
una larga cadena de prodigiosas transformaciones. Sin estaño, acero y
petróleo, sin el esfuerzo de los mineros bolivianos, malayos y nigerianos, la
civilización tendría que retroceder algunos siglos. Pero estos hombres tienen
un significado tan abstracto para los bolsistas de Nueva York o Londres, como
lo es el poder de éstos para pueblos que probablemente no alcanzarán a
comprender nunca que su prosperidad o miseria puede ser decidida en
minutos por media docena de hombres.

Sólo en teoría estamos dispuestos a reconocer que esos obreros hicieron la


peor parte del trabajo. A un obrero industrial de Londres le falta la ex-
periencia; a un burgués de Nueva York no le importa. Sobre todo hay que
entender lo que significa para la vida humana arrancar el mineral de la tierra
en minas profundas, calurosas, mal ventiladas, con el sílice en el aire y pegado
en los pulmones que se irán endureciendo gradualmente hasta producir la
muerte.

Esos hombres que dan su vida por el mineral, no lo poseen. Nunca lo


poseyeron; ni antes ni después de 1952. Porque lo que sucede es que el estaño

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nada vale en cuanto a aprovechamiento inmediato si no es bajo el brillante


aspecto de un lingote. El mineral, polvo pesado de terroso aspecto ciertamente
no sirve para nada que no sea para volcarlo en la boca de un horno. Lo que
cuenta es la fundición y hace medio siglo que el estaño boliviano se funde
fuera de país. Son curiosidades de la economía moderna. El tratamiento
industrial de un recurso debe realizárselo a miles de kilómetros de su fuente
de origen.

Con la fundición acaba la incertidumbre y la ruidosa actividad de los mineros.


Desesperados o eufóricos, han reventado rocas a golpes de explosivos. Tienen
muy poco, excepto la esperanza. Hasta que un día encuentran la muerte en la
visión anticipada del esputo de sangre o el certificado médico que los declara
inhábiles para el trabajo.

En la minería hay lo que se llama libre competencia, siempre que el mercado


lo permita, es decir, mientras la producción mundial esté por debajo del
consumo.

Los concentrados desde el momento en que han sido puestos en sacos, están
listos para iniciar el viaje por el segundo cielo del estaño. Si en la mina reina el
ajetreo, el estampido de los “tiros” de dinamita, el fragor de las plantas
concentrado ras, estrepitosas y vibrantes, el polvo, el frío y el calor, con la
fundición se inicia una serie de movimientos que no carecen de cierta
parsimonia-Hasta el lenguaje ha sufrido una sutil transformación: del minera!
ya no se dice “barrilla”, ni “concentrados”, ni “estaño” a secas, se le llama “ma-
terial” que debe ser tratado, retratado, lixiviado, limpiado, tostado- Los obreros
y técnicos que operan las fundiciones, poco numerosos en comparación con
los mineros (cuatrocientos obreros de Williams Harvey dan cuenta del trabajo

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de más de 25 mil bolivianos y nigerianos), están liberados de la incertidumbre


dadas las escasas posibilidades de accidentes mortales y de cesantía por
saturación del mercado. Si caen los precios será el producto de concentrados
el que experimente la pérdida, los fundidores seguirán cobrando los mismos
gastos de tratamiento. Muchas minas tendrán que suspender el trabajo
mientras que las fundiciones seguirán funcionando. En las minas, hombres y
equipos son sometidos a esfuerzos agotadores; en las fundiciones son poco
frecuentes las enfermedades profesionales y la maquinaria puede durar
decenas de años- La mina puede ganar o perder, lo probable es que la
fundición gane siempre. La mina mas rica del mundo tiene sus días contados.
Los geólogos han calculado cuándo se agotará la reserva. La fundición es una
fábrica que puede “vivir tanto como se desee sin problemas técnicos muy
grandes, sin complicaciones humanas, sin demasiado riesgo.

Así como en el petróleo los oleoductos construyen el punto de estrangulación,


en el estaño la fundición es el núcleo de la industria. Las ilusiones de
independencia de los mineros acaban cuando el mineral ha sido ensacado. En
el mercado no interesa cual sea la procedencia de los concentrados cuando
ingresan en los almacenes de las fundiciones, lo que importa es el sello que
llevarán los lingotes.

Entre los productores y consumidores se yergue la muralla insuperable de los


fundidores que divide a unos y otros y les impide verse. Quien se sitúe sobre
ella se habrá colocado en la cumbre de la industria ejerciendo un dominio que
va desde la bocamina hasta la Bolsa de metales.

1911 es el año clave para la minería boliviana- Ese año una fundición inglesa
hizo variar el destino de un mineral y el de un pueblo. Los que acordaron el

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negocio no debieron pensar que las consecuencias de su acto seguirían siendo


determinantes media centuria más tarde. En 1911 fue trasladada una planta
fundidora de Cornwall a Liverpool para tratar concentrados bolivianos que
eran descargados en ese puerto. Este es el antecedente inmediato del hecho
más importante en la historia de la minería boliviana hasta 1952: el paso de
Williams Harvey al imperio de Patiño en 1929. Ese año Patiño adquirió la
fundición inglesa por 1.332.000 libras esterlinas.

Corrían los años precedentes a la Primera Guerra Mundial. Patiño ya era


conocido en los círculos de negocios. Su nombre está asociado al estaño y los
que sabían lo que esto significaba buscaron alianzas y contactos con el minero
boliviano. Todos los años aumentaba e1 consumo y subían los precios. Patiño
podría ser un buen socio para cualquier círculo financiero. Residía entonces
en Hamburgo y sus minerales eran tratados por la fundición alemana de
Zinnwerke-Wilhernsburg con la que entró en negociaciones para comprarla.
Posiblemente la proximidad de la guerra y la amenaza de bloqueo del
continente por la marina británica, le ayudaron a vencer sus simpatías
germanas e iniciar negociaciones con los ingleses. Williams Harvey and Co.
Ltd. de Liverpool, opuso inicial-mente resistencia a ser comprada, pero tuvo
que ceder cuando Patiño amenazó con instalar su propia fundición en la Isla
con la que absorbería la producción boliviana y parte de la asiática. Así se hizo
de un tercio de las acciones de Williams Harvey y luego de otro tercio con la
norteamericana National Lead Co. Algún tiempo después para reforzar sus
posiciones en el campo de la refinación, organizó la Consolidated Tin Smelters
con un capital de 3 millones de libras esterlinas a la cual se subordinó
Williams Harvey y los intereses que había empezado a adquirir en la fundición
malaya.

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Conocimos Williams Harvey a fines del año 1963 (14). El encuentro con sus
directivos se inicio en una pequeña y vetusta oficina, cosa por lo demás
normal en un país como Inglaterra en el que las apariencias no interesan.
Pasadas las presentaciones y las frases impuestas por la cortesía, nuestros
anfitriones nos brindaron una explicación informativa sobre la planta. Luego
iniciamos el recorrido por las instalaciones. Ingresamos en la sección donde se
encuentran los seis hornos con los que se cubre una capacidad de 50 mil
toneladas anuales. Vimos el trabajo y la forma del vaciado del reluciente metal
en las lingoteras. Allí nos dijeron que el estaño boliviano para un mejor rendi-
miento tenía que ser mezclado con el nigeriano o malayo. No era siempre fácil
seguir la explicación por las referencias técnicas pero teníamos la impresión de
estar presenciando una tarea sin duda muy complicada.

Cuando uno visita una fundición se sorprende por lo que supone suciedad y
desorden debidos al descuido; hay escorias en el piso y otros deshechos que
caen de los hornos. Es una impresión falsa porque nada está fuera de lugar y
hasta lo que parece basura forma parte de un trabajo escrupulosamente
realizado. En Williams Harvey esa impresión de desaliño es mayor porque los
hornos, los equipos, paredes, tuberías y cuanto hay está recubierto por una
pátina negrusca y por oxidaciones producidas por el tiempo.

Continuaba la explicación. “Para eliminar el plomo y antimonio, hay que pasar


el material de este al otro horno” porque el metal continuaba conteniendo
impurezas, luego se seguía con el hierro o arsénico.
Cuando pensamos haber llegado al fin, puesto que se veía cantidad de
relucientes lingotes apilados, nos dijeron que el proceso no había acabado. Nos

14
Invitado a visitar Inglaterra por el gobierno de dicho país en una delegación integrada también por dirigentes
sindicales, el autor del presente libro conoció la fundición Williams Harvey. (N. del E.)

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encontrábamos junto a una mesa circular que giraba lentamente, en cuyos


extremos estaban fijas las lingoteras que e1 obrero las iba llenando una por
una con un chorrito de estaño liquido. Luego colocaba un sello que decía
“Smelters Tui”, el mismo que vimos en los lingotes apilados. Cuando pre-
guntamos si el proceso había terminado en el vaciado de las lingoteras, los de
Williams Harvey cometieron una indiscreción por exagerados: nos dijeron que
los lingotes debían ser nuevamente fundidos. Posiblemente era otro truco para
visitantes más curiosos que informados, un tanto burdo y descuidado, que se
lo lanzaba, aparentemente, sin importar la presencia de los lingotes ya
acabados.

Visitamos los laboratorios y hablamos con varios técnicos. Uno de ellos, en


medio de vapores y olores, ensayaba procedimientos para la recuperación
pirometalúrgica En otra pequeña habitación encontramos modelos reducidos
para la separación mecánica de las partículas de hierro. Era una especie de
juguete, lo mismo que unas diminutas mesas vibratorias que cuando
funcionaban daban una idea exacta del proceso. El técnico experimentaba con
la separación magnética aplicable a ciertos concentrados bolivianos que
contienen hierro y consideraba que el procedimiento era barato: para tratar
cinco mil toneladas de mineral bastaba una pequeña planta cuyo costo seria
de unos 15 mil dólares.

Estos hombres conocen los secretos del estaño boliviano y seguramente es lo


más valioso que posee Williams Harvey. Entre ellos se encuentran autoridades
mundiales como el señor Harris, uno de los técnicos más capaces en ingenios

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y procesos de concentración. Conoce tanto los ingenios bolivianos como el


jardín de su casa (15)

La visita acabó en los depósitos de recepción y despacho. Allí los lingotes se


colocaban en pulcras cajitas de madera lo que hacía pensar que eh estaño era
un aristócrata entre los metales, casi un metal precioso, como comentó un
personero de la fundición. Era un “Grado A” de altísima pureza.

En los depósitos encontramos los familiares sacos metaleros con su gran


escudo boliviano en negro. No vimos concentrados de otra procedencia.

En este mismo depósito, varios años antes, un funcionario de la Embajada de


Bolivia en Londres se llevó una menuda sorpresa cuando efectuaba una visita
a la fundición. Encontró cajas de embarque en las que el destinatario era el
gobierno soviético. Preguntó si realmente Williams Harvey vendía a ha Unión
Soviética y le respondieron que era uno de los viejos clientes de la firma. En
los mismos momentos en Bolivia la opinión pública alentaba la esperanza de
establecer relaciones comerciales con los soviéticos que, según se afirmaba,
podrían pagar precios mejores por el estaño boliviano. Desde luego que estas
tentativas fueron descartadas como izquierdistas y antieconómicas. Por lo
demás, los norteamericanos no habrían permitido por razones de “principios”
que Bolivia se vincule comercialmente con el bloque socialista. El único que
disentía calladamente era el señor Patiño para quien los negocios nada tenían
que ver con sus opiniones políticas. De esto resulta que Williams Harvey tenía

15
Henry Harris, ingeniero metalurgista del más alto nivel en la fundición Willams Harvey. Actualmente se
encuentra cmi Bolivia ocupando la dirección del Instituto Minero Metalúrgico en Oruro, por designación conjunta
de Naciones Unidas y el gobierno nacional. A él se le ha confiado la investigación do los procesos de volatilización
y fundición. (Ñ. del E.)

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mucha más autonomía que el propio Estado boliviano dueño del estaño desde
1952.

Los ingleses están realizando considerables esfuerzos para modernizar su


industria. Plantas siderúrgicas como “Steward and Lloyd” en las que
unos pocos obreros operan el gigantesco equipo de laminado, o empresas
como la “Dunlop” que han tirado prácticamente centenares de máquinas de
hilandería y tejidos, dan idea de la dura pelea que se libra para modernizar
una industria que lentamente fue quedándose atrás antes de la segunda
Guerra Mundial. El Mercado Común y los japoneses representan la amenaza
mayor.

Los británicos deben elevar el rendimiento por hombre de modo que los
artículos producidos en la Isla no sean excluidos de los mercados. Inglaterra
dispuesta a no perder la batalla, de seguro que saldrá victoriosa. Tiene dinero,
experiencia y una admirable disposición de ánimo para las empresas difíciles.
Si es conservadora y lenta en ciertas transformaciones, desconfiada con todo
lo que no ha experimentado en largo tiempo, procede con audacia en lo
tocante a su desarrollo económico.

Pero cuando se visita Williams Harvey, surgen las dudas; parece uno
retroceder al siglo pasado- La planta sin duda no es técnicamente anticuada,
pero es cuestión de apariencia. Hay en ella algo victoriano. Quien visite
“Steward” encontrará diferencias deprimente5~ no solamente en tamaño, como
es lógico, sino en el aspecto. Hay talleres en los que podrían instalarse dos
campos de fútbol y todo posee un tamaño y una sonoridad impresionantes. Es
la viva imagen del presente con su fragor y fuerza. Un funcionario de Foreign
Office ya nos había advertido contra las sorpresas desagradables que podrían

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resultar de una visita a Williams Harvey. Lo que no pudimos evitar fue caer en
el absurdo de comparar el acero con el estaño. Williams Harvey con sus
50.000 toneladas de capacidad anual, es una de las fundiciones más grandes
del mundo y con esa apariencia un tanto de cacharro, opera un mineral
infinitamente más valioso que el hierro y el carbón con procesos metalúrgicos
frente a los cuales los del acero son juego de niños.

Nuestros anfitriones nos despidieron con un almuerzo servido en uno de los


mejores hoteles de Liverpool. La reunión era cordial y dejaron traslucir una
leve nota nostálgica cuando se habló de Bolivia porque estos ingleses en cierto
modo eran parte de ella. Uno de ellos que había vivido varios años en el país
como funcionario de Bolivian Railway, hacía preguntas sobre amigos
comunes- Pero en materia de negocios se portaron rígidamente. Según ellos la
fundición en Bolivia era antieconómica. También opinaron negativamente
sobre Wa- Chang, adversario contra eh que tuvieron palabras duras cuando se
mencionó el contrato que autorizaba la venta de 5 mil toneladas de
concentrados con destino a la fundición de Texas. Dijeron que era un
aventurero, que los bolivianos no debíamos correr el riesgo de comprometer
nuestro estaño. Aquí se advertía eh punto más sensible de la competencia.

La visión que se nos expuso sobre la fundieron nacional era estrecha.: no


convenía técnica ni económicamente a Bolivia eh tratamiento local de sus
concentrados. Se enfatizaba la necesidad de mejorar el proceso de
concentración porque elevando la recuperación en los ingenios del país,
aumentarían los ingresos.

Tratando de demostrar la inevitabilidad del establecimiento de plantas en


Bolivia, mencionamos que era el único gran productor en el mundo que no

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fundía sus minerales mientras que todos los demás lo hacían. Nigeria, por
ejemplo, no hacía más de un año que habla puesto en operación una planta
construida precisamente por técnicos de Williams Harvey. En cambio la
actitud hacia Bolivia, expresamos nos parecía poco realista, tanto más cuanto
no se podía perder de vista que el “peso específico” de los intereses extranjeros
en Bolivia era norteamericano, lo que hacia suponer que las 5 mil toneladas
destinad-as a Wa-Chang serían, eventualmente, sólo la primera cuota de otras
que podían ir ampliándose hasta dejar a los británicos sin estaño boliviano.
¿Por qué los británicos no se adelantaban proponiendo una fórmula que per-
mita establecer la fundición en Bolivia y encontrar un punto de contacto entre
los intereses bolivianos y británicos?

La sugestión no fue absuelta, lo sería pocos días más tarde, en otro nivel. Los
directivos de Williams Harvey, así lo comprendimos, no tenían facultades para
tratar determinados asuntos; la propia estrechez de sus puntos de vista
revelaban la limitación.

Unos días después establecimos relación con el señor Chiffor Waite, director
de Williams Harvey, de Consohidated Tin Smehters y de otras compañías
dedicadas al estaño. Viendo en la calle ah señor Waite podría uno elegirlo
entre centenares como representativo de los altos negocios británicos. Su
cabellera blanca, su ropa oscura, la expresión un tanto severa de su rostro, la
mirada penetrante le confieren tanta dignidad domo la que debe poseer un
representante de Su Majestad un tanto entrado en años o un hombre de
negocios que se desempeña en la cumbre de las finanzas británicas.

Este era el “viejo Waite” caballeroso y astuto. En Bolivia peleó en defensa de


Williams Harvey, y aún enfrentando fuerzas poderosas como las que movieron

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los agentes de Wa-Chang logró resultados favorables sin que, empero, pudiera
evitar que los norteamericanos se llevaran una parte del botín. Su nombre,
como el de media docena de británicos más, representa el negocio del estaño y
en este caso, el de Patiño. Eh señor Waite está ubicado en el centro de muchas
combinaciones, acuerdos, círculos de ese abigarrado conjunto como se ofrecen
a ha vista del observador los intereses del estaño. Para él y sus colegas los
negocios son mucho más sencillos. Todo está racionalmente ordenado, en ha
industria no se permiten intrusos, pues dígase lo que se diga el estaño es un
solo negocio mundial ah que los norteamericanos llaman con despecho “british
bussines”.

La conversación con Waite y sus tajantes respuestas expresan una franqueza


que no da lugar a equívocos.

—Lo que los bolivianos no comprendemos es por qué Williams Harvey no se


propone instalar hornos de fundición como lo ha hecho en Nigeria.

Waite: “Hemos propuesto a su gobierno ha instalación de hornos en


Bolivia”.

—¿Cuál es el valor de Williams Harvey actualmente?

Waite: “De 7 a 8 millones de dólares”.

—¿Cuánto costaría ha instalación de plantas en Bolivia?

Waite: “Algo más de 8 millones de dólares”.

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—¿Y la planta operaría en condiciones económicas?

Waite: “Si nosotros invertimos dinero es para ganar”.

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CAPITULO VI
LOS DISTINTIVOS DEL OCUPANTE

Los norteamericanos utilizaron a los militares sin que por ello hubieran
resuelto el problema del poder. Tuvieron que recurrir a ha masacre. Una vez,
dos, tres veces. En mayo se los ve intervenir claramente; en San Juan no
participan: el gobierno de Barrientos es el único responsable. El ejército
nacional va asimilándose así al papel de la legión romana, sin ha dignidad del
patriciado ni la ambición del imperio. ¡Y hasta toma los distintivos del
ocupante! Eh uniforme de boina verde que Barrientos vistió en mayo es más
elocuente que ha presencia de Henderson en el palacio. Este general -de
aviación que como se dijera alguna vez de Kao Ky ha confundido el país con
un aeródromo, presenta el punto más bajo en la historia del ejército. Curioso
vientre el de esta institución que en media -centuria sólo ha concebido un
Busch y un Villarroel, mientras estremece en fecundidad con los Peñaranda y
los Ovidio Quiroga. Hay pecados que desde el fondo de la historia siguen
condenando. El golpe de estado contra Salamanca, en plena guerra
internacional y cuando visitaba a los militares en el frente, impresiona por ese
feroz desprecio contra un país y sus instituciones. Busch y Villarroel murieron
abandonados por sus camaradas. La rosca colgó eh cuerpo de Villarroel en un
poste de alumbrado, pero sus camaradas de armas no hicieron nada para
impedirlo. Estaban en sus cuarteles salvando su institución. Pero el 9 de abril,
salieron de ellos y encontraron al pueblo en las calles:
¿Estaban también salvando su institución? Si se puede sostener que ni la idea
más grande merece el sacrificio de una vida, no hay institución que merezca
sobrevivir ah precio de envilecer a un pueblo.

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Como puede suponerse, el proceso de americanización de las Fuerzas


Armadas de Bolivia lo abarca todo. Hay instructores y profesores prácti-
camente en todos los organismos. Esta nueva influencia se hace notar aún en
cosas más sutiles que el abandono del uniforme tradicional o ha forma de
hacer el saludo. Hace poco la prensa anuncio que el último curso de alumnos
del Colegio Militar viajaba a Panamá para concluir allí sus estudios en una
permanencia de año y medio. Hay en este hecho algo muy claro. Si se trata de
la instrucción militar propiamente dicha podría dársela en La Paz, aún a cargo
de especialistas militares. Un año y medio en Panamá para muchachos de
clase media sin otra formación que un vago sentido de casta y un patriotismo
abstracto, es suficiente para hacer de ellos miembros aptos de una fuerza su-
pranacional, mercenaria, donde la frontera real haya sido substituida por la
ideología y el mando propio por eh del Pentágono.

Es evidente que los norteamericanos impusieron a Barrientos. No lo hicieron


mediante úkase ni golpeando la mesa: fue un proceso largo que empezó con
las escuelitas de Acción Andina, consentido por el MNR y más o menos
dirigido desde Panamá. Pero fue eficaz porque hizo del Presidente un Boina
Verde y de un Boina Verde hizo un Presidente. ¿Por qué no resistieron los mili-
tares? Incapaces ya de sustraerse a los compromisos, pudieron al menos
esperar una representación más decorosa. El hecho más significativo esta en
esa resignación ah haber aceptado la jefatura de un hombre que sorprende por
sus fijaciones infantiles, cuyos conflictos parecen derivar de sentimientos de
inferioridad a los que debe su histrionismo ingenuo y monótono. Y toda esta
insuficiencia desventurada y gris, es la que da la tónica nacional cuya mayor
miseria se transparenta en el lenguaje oficial con el balbuceo de los discursos
presidencia les repetidos con una maniática obstinación. Así otra vez se
confirma que en las grandes caídas de los pueblos el saqueo colonial eleva a

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los niveles de poder a los segmentos de la sociedad más débiles y atrasados


ideológicamente. En la misma instancia se han dado el desquiciamiento
material del país y un tenebroso empobrecimiento cultural, una especie de
imbecilización colectiva. Sin una vieja oligarquía, ausente una sólida
burguesía nacional, con capas medias confusas y desmoralizadas, los
norteamericanos tratan de resolver el problema del poder imponiendo una
dinámica a partir del “ejército-partido”. El ejército boliviano como otros de
América Latina, es el partido que arma y paga la nación contra sí misma. La
ambición de los norteamericanos en eh fondo es grande: pretenden hacer un
país prescindiendo de todos los componentes genuinos para formar un país-
Es que, naturalmente, trátese de ideas, hombres o instituciones, todo lo que es
boliviano, no armoniza con sus planes. ¿Cómo ganar a los mineros para
“Alianza para el Progreso”?

En una situación crítica los militares han perdido su batalla frente a ha


historia porque si la política norteamericana nos convierte en un nuevo Puerto
Rico, el modelo ideal para Latinoamérica, no tendrán que desempeñar otras
funciones que las de policía; pero si fracasa, y esta es la posibilidad cierta, el
fracaso norteamericano será cargado en la cuenta del ejército. De esto resulta
que los militares, que como es natural cuidan su institución, han hecho más
que sus enemigos para destruirla. Ciegos a la realidad, ignoran eh origen de
su tragedia. El monótono presidente no es más que ha expresión del
hundimiento. No obstante es admisible la posibilidad de una variante si los
militares nacionalistas desplazan a la camarilla comprometida con el
Pentágono. Desde luego, la condición previa es que tal desplazamiento sea
respaldado por un movimiento popular.

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El fracaso del general Barrientos y lo que representa como gobierno,


orientación política y estructura de poder, es ante todo el fracaso de la
oligarquía (lo que queda de ella y lo que tiende a convertirse en ella). Su
pensamiento, su política aunque no sus hombres más representativos, se ins-
talaron en eh gobierno en Noviembre de 1964. Lo hicieron en la persona de
militares que socialmente no provienen del vivero oligárquico. La oficialidad
boliviana, a diferencia de la Argentina o peruana, no ha nutrido sus filas con
hijos de la élite; proviene de la clase media urbana, de posibilidades modestas,
y aún de la provincia, como es el caso del mismo Barrientos. No de otro modo
se explican Busch y Villarroel y los militares nacionalistas actualmente
expulsados. Por cierto que no basta el origen social: Busch y Villarroel serian
incomprensibles sin eh intenso movimiento popular que los acompañó. La
extracción social no es nada más que un factor ambiguo que frecuentemente
juega un rol negativo al trasladar por ejemplo, a los planos de ha relación con
los norteamericanos y a ha misma política internacional, esa timidez y falta de
orgullo nacional que caracteriza a las capas medias bolivianas. Se encontrarán
por eso gestos más dignos en un militar oligarca de Chile o del Brasil que en el
tímido sujeto que llega a Irpavi (16) buscando mejorar su status social.

Barrientos es el fracaso de ha institución ya dividida, confusa y estrujada por


sus contradicciones, que repercute y cobra significación más precisa porque se
produce en el interior de un fracaso mayor: eh de la oligarquía a partir de
Noviembre.

¿Por qué fracasó? Los hechos están a la vista. No hay nada en el país que no
esté en descomposición y crisis. Mírese en cualquier dirección y se encontrará
que en las condiciones actuales, ningún problema boliviano puede resolverse-

16
Irpavi, zona de la ciudad de La Paz, donde se encuentra ubicado el Colegio Militar (N. Del E.)

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Hay una incapacidad radical que es la expresión de la impotencia del sistema


mismo. En la educación, la industria, ha minería o la balanza de pagos, no im-
porta el campo, las perspectivas son has mismas.

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CAPITULO VII
“EL SISTEMA DE MAYO”

En 1962 la cotización promedio de la libra de estaño fue de 1.12 dólares, en


1963 se mantuvo al mismo nivel, pero en 1964 empezó el alza: 1.50 y en 1965,
1.67. En este momento cayó el gobierno del Movimiento Nacionalista
Revolucionario y los acaparadores empezaron el asalto de concesiones
mineras. Los ex-propietarios de las minas enviaron sus agentes para husmear
en los medios oficiales y los norteamericanos, ubicados en diversos
organismos, dentro y fuera del gobierno, iniciaron el ataque frontal contra las
últimas posiciones de la minería nacional. La historia enseña que por débiles
que sean las defensas cuando al enemigo se lo tiene al frente, es posible
rechazarlo, pero desde la antigüedad homérica no ha sido posible vencerlo
cuando está incrustado en la propia casa. Esta es la experiencia de Bolivia.

En lo sustancial, en noviembre se intensificó la invasión externa apoyada por


aliados internos. Su núcleo vital está formado por 27 empresas mineras de las
consideradas “medianas” 14 de las cuales se dedican al estallo. Entre las más
importantes pueden citarse a “Grace”, “Cerro Grande”, “Bolivian Tin
Corporation”, “Fabulosa Mines”. Grate con gran apetito se comió “Tihua
Mines”, “Avicaya”, “Totoral” y otras minas. Desde principios de 1965 tiene
socios multimillonarios: concluyó un acuerdo con Chase Manhattan Bank, Lo-
ckheed Co. y U.S. Steel Co. para invertir 6.2 millones de dólares en Avicaya y
otros yacimientos. “Cerro Grande”, una compañía chilena, fue reforzada por
los de la Corporación Minera de Bolivia que posee suficiente información para
organizar un próspero negocio y presumir de aristocracia técnica, pues sus

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directivos de la filial boliviana son todos ex-gerentes de la Corporación Minera


de Bolivia.

El negocio es más que bueno. Pasó la alarma causada por los norteamericanos
cuando anunciaron que venderían su reserva para detener el alza de precios.
La presión del consumo es grande, el precio se mantendrá por mucho tiempo
bordeando los Sus. 1.50 la libra con tendencia a subir. Explotando estaño
siempre se gana mucho dinero, pero este es uno de los mejores momentos.
(Años 1965 y 66 N. del E.)

Los “medianos”, politiqueros y Comerciantes hábiles, llevan un nombre que


dice poco respecto a su tamaño si consideramos que “International Minning”
en tanto “Grace”, es tan grande como la Corporación Minera de Bolivia y los
nuevos medianos que van apareciendo al impulso de los precios altos, vienen
apadrinados por el capital norteamericano. La tendencia dominante es que su
producción irá aumentando mientras disminuye el tonelaje del sector fiscal y
se estanca el de la minería pequeña. Los 27 medianos producen ya más que
los 1400 pequeños. “Emusa” produce más antimonio que todo el país; “Grace”
controla el 60 por ciento del wolfram. Ni precios altos por las minas ni
impuestos elevados, es el primer objetivo de su estrategia invasora. Se
protegen contra el optimismo que podría derivar el alza del estaño,
difundiendo propaganda agorera, dicen que los sustitutos constituyen una
grave amenaza.

Si el estaño llegara a ser eliminado serían en los Estados Unidos, envases de


cerveza afectadas tres mil toneladas, ciertamente una gota en el enorme
consumo norteamericano también en que no hay estaño suficiente para
instalar una fundición en Bolivia y sin pérdida de tiempo se dedican a comprar

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minas Si hay peligro de los sustitutos ¿por qué la habilísima “Grace” se


apresura a invertir 6.2 millones de dólares “Fabulosa” gasta un millón en
ampliar su explotación?.

Hay fiebre de peticiones mineras y los norteamericanos van a la cabeza con


varios grupos de reciente formación. Toman cuanto pueden pero de momento
lo más tentador está en Turquí, Lípez y Matilde y en las “colas” y desmontes.

El grupo encabezado por Jorge Lavadenz ha demostrado preferencias por Lípez


consiguiendo el levantamiento de la reserva fiscal en una región que, además
de ser una de las más mineralizadas del país por varios motivos para la
aplicación de una política de desarrollo regional bajo control directo del
Estado.

Se movieron influencias poderosas. Los expertos de USAID se pronunciaron


por la medida, rondaban cerca del negocio. También Roberto Arce, desde su
condición de experto de las Naciones Unidas, acudió en ayuda de sus amigos.
No era para menos. Forman parte del grupo Lavadenz, entre otros, Rolando
Kempf Mercado, el norteamericano Sykes que es promotor de empresas y el
Ingeniero Subzysky, un geólogo que realizó estudios para la Corporación
Minera de Bolivia precisamente en Lipes (varias empresas de reciente
organización están integradas por ex-funcionarios de la Corporación Minera de
Bolivia, algunos de los cuales como Subzysky, lucen condecoraciones del
Estado). Los amigos de Roberto Arce hacen pensar en una comisión
democrática del Partido Social Demócrata al haberse distribuido limpiamente
Lípez y Turqui (17).

17
De este partido —Partido Social Demócrata — dijo un dirigente despectivamente que era un “taxi-partido”
porque todos sus integrantes cabían en un taxi. A pesar de su pequeñez tienen influencia. Alienta, la secreta

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La medida fue tomada en las memorables reuniones del 5 y 6 de mayo de


1965; los decretos se fecharon el 7. Estuvieron presentes en el Palacio de
Gobierno, además de los representantes de la minería, Henderson, Soux y
Roberto Arce. Se aprobaron tres decretos: poniendo en vigencia el nuevo
Código de Minería, el referente al articulo 201 del Código que dispone la libre
comercialización, y el relacionado con la reserva- Desde esta última se dijo que
es perjudicial para la economía del país” y se la derogaba para Nor y Sud Lípez
reduciéndose además de 10 a 5 kilómetros las áreas reservadas que rodean las
concesiones de la Corporación Minera de Bolivia.

Producido el levantamiento de la reserva, los ahogados estaban listos: se


lanzaron como en carrera de caballos.

En Turqui ocurrió algo parecido. Este distrito ubicado en la provincia Fijas del
departamento de Potosí, es rico en estaño y bismuto. El bismuto tiene una
magnifica cotización y los yacimientos descubiertos de ley alta)

esperanza de encontrarse un día convertido en legatarios del poder de la vieja “rosca” minera, pero es la aspiración
del sirviente leal que imita los gestos del amo desaparecido. En este sentido el destino de los PSD está disminuido.
En un tiempo casi todo ellos eran gerentes y abogados cesantes. Ya han logrado colocarse. Sus empleadores ac-
tuales, yanquis, o empresas mineras recién llegadas, no tienen la apostura ni la magnificencia del viejo acre, su
tosquedad y tacañería hiere la sensibilidad del PSR.

René Ballivián Calderón, hombre de confianza de Aramayo, es Gerente del Banco Industrial y Asesor Económico
de la Presidencia de la República (cl Banco Industrial ha sido organizado con dinero norteamericano); Rolando
Kempf Mercado, socio de Jorge Lavadenz, está vinculado a negocios petroleros privados y en particular a Gulf.
Roberto Arce, funcionario de Naciones Unidas en Nueva York, no deja de tener contactos con varios negocios
mineros en Bolivia. y ha utilizado su influencia en Naciones Unidas en servicio de ellos. Luis Soux es
abogado asesor del grupo de expertos en minería de USAID/B; ha intervenido prácticamente
en todo; levantamiento de la reserva fiscal de Lípez y Turquí, dictación de nuevo Código de
Minería, adopción de la nueva escala de regalías, negociación del crédito norteamericano al
Banco Minero de Bolivia, etc. Mario Estensoro, el delicado artista del Partido Social Demócrata
también se cobija en el Banco Industrial y cumple recados de Aramayo y Patiño. El bufete de
Luis Adolfo Siles, actual Vicepresidente de la República, atendía asuntos de las empresas
petroleras (N. Del A.).

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Geólogos de Naciones Unidas a petición del gobierno de Bolivia estuvieron


estudiando la reserva mineralógica de la zona. El gobierno cometió el error de
no declarar la reserva fiscal cuando se iniciaba el trabajo. Los cazadores de
minas como huellas de los geólogos perdigueros husmearon las huellas de los
geólogos lamentando que no fueran americanos.

Alguna información se filtró y antes que concluyeran los trabajos, los


peticionarios se apiñaban en la Superintendencia de Minas de Potosí. La fa-
milia Soux, tomando la delantera, formuló ocho peticiones con las que cubría
un área enorme. Felizmente un incidente vino a abrir los ojos al gobierno. Los
descendientes de un minero apellidado Mamani, recibieron la oferta del señor
Díaz Rivero para e1 arrendamiento de la mina con opción a venta por 20.000
dólares. El contrato se firmó pero luego apareció “Grace” que de golpe ofreció
200 mil dólares. El representante de la familia Mamani, alarmado, se trasladó
a La Paz y pidió hablar con el general Ovando a quien propuso que su mina
pasara a propiedad de la Corporación Minera de Bolivia. El geólogo de
Naciones Unidas, Henry Mayer, expreso a su vez que el trabajo que estaba
realizando, regulado por el convenio de Bolivia y Naciones Unidas, debía
beneficiar al país y no a especuladores. El gobierno, pese a la presión de la
prensa pagada, dictó la reserva fiscal sobre un área de 120 kilómetros
cuadrados. Oficialmente se explicó que se deseaba “evitar que los “caza minas”
que van detrás de los técnicos de las Naciones Unidas solicitando datos, o
procurando informes clandestinamente del resultado de las exploraciones,
sorprendan con sus peticiones indiscriminadas o traten de adquirir el
yacimiento de un minero chico que desconoce su valor real.-.” (18).

18
Comunicado del Ministerio dc Minas, 22 de enero dc 1966.

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Sin la reserva fiscal se iba a producir un saqueo. No se tenía idea cabal de la


importancia de la zona ni de la política a seguir. La prensa censuró la medida
y acusó al gobierno de impedir el desarrollo de la minería. “¡Pobres mineros!”
fue el encabezamiento de un diario que no especificó si se condolía por los
pequeños como Mamani que estaban a punto de- ser saqueados o por los tibu-
rones como “Grace”.

La lucha en torno a Turqui no ha concluido. Los expertos de Naciones Unidas


aconsejaron continuar su trabajo, pasando de la geología a las obras de
predesarrollo Con este fin el Sr. Mayer propuso a Naciones Unidas la
asignación de fondos para continuar el programa. Se habría concedido el
dinero si no intervenía Roberto Arce que dijo oponerse al proyecto si Turqui no
se asignaba a la explotación privada. En la comisión el delegado francés votó a
favor de la asignación pero no fue suficiente, la proposición de Mayer fracaso
por la oposición de Arce.

La gula de los medianos es insaciable. Si momentáneamente perdieron Turqui,


en cambio consiguieron Lipes, zona más rica y extensa.

Además de Lipes y Turqui, el asalto también se produce en el Banco Minero, y


“Matilde” y muchas otras minas de la Corporación Minera de Bolivia.

“Matilde” era una de las mas estimables posesiones del grupo H0chschild el
minero sentía crecer su orgullo al saberse dueño de un yacimiento realmente
importante. Invirtió dos millones de dólares en trabajos de exploración y
desarrollo. Cuando el yacimiento paso a la Corporación) Minera de Bolivia se
pensó en explotarlo por gestión directa, pero las dificultades con las grandes
minas de estaño, la falta de dinero y las dudas sobre la propia capacidad

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inclinareis la decisión por la explotación privada. Con esa extraordinaria


lentitud de movimientos del Estado, se preparó un proyecto de ley para el
arrendamiento del grupo. El frondoso contenido omitió justamente el único
punto importante: la refinación del mineral. La intervención de la Presidencia
de la República en las tratativas que se llevaban a efecto con un consorcio
japonés determinó la inclusión de la cláusula relativa a la refinación.

Cuando tuvo lugar nueva licitación después de noviembre, se presentaron tres


proponentes que coincidieron en desentenderse de la refinación, tampoco se
les había pedido expresamente que se pronunciaran sobre ella.

La suspicacia con que la opinión pública vio esta operación, obligó al gobierno
a revisar las bases del llamamiento. Se anunció oficialmente que para definir
la cuestión se efectuarían consultas. El Cnl. Lechín, recordando seguramente
su infortunada actuación en el contrato de “colas” y desmontes, prefirió la
prudencia. Declaró a la prensa que las negociaciones con las firmas
interesadas se desenvolvieron en un “alto nivel moral” y recalcó haber pedido
la intervención de los “ingenieros mineros y grupos selectos y representativos
del país, para que los debates en nivel de gobierno sean democráticos y la
adjudicación justa” (Presencia, 20-V-66). Lo raro es que el cuidadoso coronel
hubiese olvidado invitar precisamente a los ingenieros bolivianos de la
Corporación Minera de Bolivia a dos de los cuales destituyó días después “por
indisciplina”, como dijo él mismo, sintiéndose sin duda todavía comandante de
la Quinta División, porque observaron que las gerencias de la empresa estaban
cubiertas por personal extranjero incompetente. Aquellos dejaron constancia
de eximirse de toda responsabilidad en la adjudicación de “Matilde” por no
haber sido consultados.

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Los “grupos selectos y representativos” de Lechín, resultaron ser Pedro España


de “Tennant”, Carlos Alberto Echazú de “International Minniumg” (Grace),
José Héctor Sanjinés de “Fabulosa”, a quienes confiaron la redacción de la
cláusula referente a la refinación lo que era tanto como entregar la cerradura
al ladrón. Con lenguaje cuidado, vaporoso, confundieron refinación con fundi-
ción (19). Un pequeño detalle a cualquiera se le escapa. La exportación del zinc
electrolítico significaría para el país por lo menos un valor tres veces mayor
que la exportación de concentrados.

Los medianos lanzados en una carrera espectacular, representan


esencialmente intereses extranjeros. Su apetito es contagioso. Se organizan
nuevas compañías que fácilmente encuentran respaldo financiero. En la
avalancha destacan su fuerza tres o cuatro grupos de rescatadores Entre los
advenedizos y éstos hay varios nexos. Los nuevos recién llegados y los
medianos tradicionales como “Grace” y “Fabulosa”, tienen relaciones y una es-
pecie de frente unido que se mantiene operante mientras no disputen la
misma presa. Disponen de abogados y gestores, gerentes y ex-gerentes de la
minería nacionalizada y funcionarios de Estado que se mueven solícitos en
USAID, Corporación Minera de Bolivia, Banco Minero, la prensa y, por lo que
toca a Roberto Arce, basta en Naciones Unidas. Por lo demás no les falta
dinero. Los norteamericanos que impusieron a golpes el 12 por ciento para los
préstamos del Banco Minero a los productores pequeños, se muestran con
ellos verdaderamente generosos. Por su dinero cobran intereses mucho más

19
La refinería de zinc tiene las siguientes etapas: concentración, testación, lixiviación,
electrósis; el punto final es el zinc electrolítico que tiene alto precio dos o tres veces mayor que
el minera1 fino. En cl mundo operan varias fundiciones de zinc para el tratamiento de cantidades
pequeñas. Las grandes plantas son de refinación del tipo de la que está construyendo el Perú en
Cerro de Paseo para complejos de zinc- En la refinería no se emplea carbón como reductor ni
petróleo como combustible. El consumo de energía eléctrica es alto. (N. del A.)

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bajos: es la lógica americana. Si no son préstamos oficiales (BID, USAID, etc.)


son bancos o consorcios que buscan alianzas con productores locales. La
política norteamericana por fin parece haber descubierto su vía natural en el
fomento de la minería mediana, el eslabón que tiene toda la cadena.

Los intereses extranjeros no se conducen precisamente como una avalancha


de comerciantes enloquecidos que tiran el dinero a manos llenas. Avanzan
cautamente, siguiendo un plan más o menos coherente y es necesario
reconocer que esta prudencia está justificada por los resultados de conjunto,
pues no fueron necesarios más de dos años para comprometer seriamente la
existencia de la minería nacionalizada.

Los ex-grandes tienen papel aparte. Empezaron reapareciendo discretamente


después de noviembre. Aramayo, impulsivo como siempre, estuvo a punto de
estropear el trabajo de sus amigos. Uno de ellos, luego de entrevistarse con el
Gobierno, tuvo que viajar para convencerlo de que no era el momento para
retornar al país y que por los mismos motivos debía postergarse la reaparición
de “La Razón”. Se acordó un plan más lento y discreto. Los grandes mineros
comprendieron que la palabra “restauración”, lanzada en un momento de
estupidez y apuro, no debía adquirir demasiado pronto su desnudo
significado. Sus intereses serían mejor atendidos confiándolos al cuidado de
intermediarios hábiles, muchos de los cuales eran nuevos en el servicio de la
minería (20).

20
Este razonamiento es relativo dada la tosquedad política de Aramayo. Lo que se sabe es que
la entrevista de un alto personero de gobierno con Aramayo en Paris, no fue del todo
satisfactoria. El referido representante le anuncio que la devolución de Chajrahuasi era un gesto
que el minero debía interpretar como expresión de buena voluntad de parte dcl gobierno
Aramayo respondió como en sus mejores tiempos: estoy dispuesto a apoyar al gobierno si mc
devuelven las minas. No es esta la respuesta textual pero el sentido que el magnate quiso dar a
sus palabras es precisamente ése. (N. del A.)

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En septiembre de 1965, Aramayo envió a su sobrino John Germán Ribón


Aramayo con una misión delicada: exigir al gobierno veinte millones de dólares
por concepto de indemnización, diez de los cuales podían ser cancelados en
concesiones mineras. Los asesores del proponente fueron elegidos entre los
viejos amigos: René Ballivián Calderón y Héctor Ormachea Zalles, este último
estratega del 21 de Julio y consultor de los grandes negocios basta 1952. La
gestión se inició con éxito y el gobierno se avino a considerar la posibilidad de
llegar a un arreglo. Para empezar el resultado era bastante bueno. Ribón
Aramayo después de hablar con los militares, confié regocijado: “Paz
Estenssoro no volverá mas”.

Poco después de marcharse fue designado un nuevo gerente de la Corporación


Minera de Bolivia, el ingeniero Adamek, gerente de Quechisla en otro tiempo.
Una verdadera victoria para el magnate que vale tanto como si él mismo
estuviera instalado en el quinto piso de la Avenida Mariscal Santa Cruz. No
cabe duda que entre los grandes mineros, actualmente es él quien dispone de
las mejores “palancas”. Uno de sus representantes es René Ballivián Calderón.

Los amigos de Aramayo ya lucieron su primera demostración de lealtad con la


devolución de Chajrahuasi, una hacienda en Tupiza que estaba destinada a la
instalación de un hogar para huérfanos mineros.

Los acuerdos con el minero dan la apariencia de estar avanzados. En el viaje


que hizo el General Barrientos a la Argentina en la segunda quincena de
diciembre, una de sus actuaciones se mantuvo fuera del programa oficial. Fue
el almuerzo servido en el “Plaza Hotel” al que concurrieron solamente tres

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personas: Barrientos, John Germán Ribón Aramayo y Carlos Víctor Aramayo,


estos últimos llegados expresamente desde Paris para la entrevista.

Al minero le preocupan tres asuntos: el monto de la indemnización que


pretende cobrar al calor de la restauración, la reaparición de “La Razón” con la
que montaría el “staff” político de la nueva y la vieja rosca y el juicio que se
tramita contra él en la Suprema por contrabando de oro que lo tiene
legalmente perdido.

Sus amigos no se proponen conseguir dinero que el gobierno no tendría de


dónde sacar y buscan minas, les interesa especialmente las de bismuto.
Antenor Patiño, impaciente como Aramayo, fue el primero en realizar una
tentativa tan inoportuna que puso en dificultades al gobierno. Ofreció a los
militares un cheque de dos millones de dólares para la compra de armamento
mediante una gestión confidencial que la llevó a cabo uno de sus agentes; pero
los destinatarios del presente no picaron la carnada y un ministro denunció la
tentativa de soborno. Los patiñistas, sin desanimarse, aceptaron haber
cometido un error de cálculo y cambiaron la dirección de sus gestiones- En
septiembre de 1965, apareció en el país el secretario privado de Antenor
Patiño, Sr. Mario Navarro, que ofreció al presidente de la Corporación Minera
de Bolivia un crédito para la minería nacionalizada.

El grupo Patiño que con mucho signe siendo el más poderoso, tiene
reivindicaciones pendientes. La actual situación le satisface. —Lechín firmó un
nuevo convenio por cuatro años con Williams Harvey- sin que por ello se
sienta demasiado tranquilo puesto que la amenaza subsistirá mientras (ENAE)
continúe ampliando sus operaciones. El crecimiento inevitable de la fundición
nacional será la piel de zapa para los suministros de Williams Harvey.

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Hochschild ya no vive para refocilarse con el retorno, pero sus descendientes


—banqueros, inversionistas, especuladores y un hijo ingrato que lo mató con
una demanda judicial— (21) han planeado por él el reingreso de sus intereses.
Ahora Hochschild se llama SAMINCORP, con gerencia en Nueva York a la
cabeza de la cual se encuentra Paul Hirsh, el yerno. Sus agentes en Bolivia
agrupados en torno a Jorge Lavadenz (22) se mueven impetuosos; proyectan
comprar minas y ya tienen un grupo en Oruro y otro en Potosí. Los negocios
los han extendido; buscan alianzas e incursiones en el rescate como en el
pasado.

Los tres grandes mineros, otrora celosos de la competencia, hoy con el rostro
agrio, alientan la expansión de intereses privados con los que forman un frente
interno que ya es lo suficientemente poderoso como para barrer todo vestigio
nacionalista- No ignoran que con la liquidación de la gran minería en 1952, se
produjo un vacío de poder porque el lugar del sector desplazado no pudo ser
cubierto por una clase dirigente con firmes asideros económicos y encarrilada
en una perspectiva propia. Los gobiernos del Movimiento Nacionalista
Revolucionario constituyen la tentativa nacional más seria para la
organización de un poder popular por el activo rol de renovación social y

21
Gerardo fue un problema para su padre. En una oportunidad, cuando era jovenzuelo, Hochschild lo hizo venir
desde Holanda para castigarlo en Machacamarca donde lo tuvo durante un mes corno obrero de planta. Dio órdenes
estrictas para que no se le hiciera ninguna preferencia. Gerardo, hijo de un primer matrimonio, se volvió rencoroso;
más tarde empezó a vengarse del viejo, impidiendo que viera a los nietos por los que sentía cario. Hochschild,
ordinario, sucio, distraído y ególatra, según personas que lo conocieron, era un sentimental a su minería. Murió en
un hotel de Paris cuando desayunaba ci’ cama y leía los periódicos; le falló el corazón: el día anterior había recibido
la notificación judicial por la que Gerardo demandaba el pago de tres millones de dólares (N. del A.)

22
Jorge Lavadenz es titular dcl grupo COPER que representa a PARKER Drilliug (equipo petrolero), GULF y
SAMINCORP (Hochscliild). Su historia tiene su lado penoso. Su nombre recuerda la creación de YFPB y la
expulsión de la Standard Oil, pero el prefiere no hablar del pasado desde que se convirtió en gestor de intereses
petroleros privados. Es cuestión de escrúpulos. Su fortuna actual contradice su pasado honorable. Le sucede lo que
a ciertos hombres: no puede enorgullecerse por lo que fue ni sentir satisfacción por lo que es (N. del A.)

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ejercicio del gobierno que tuvieron los obreros y campesinos. El llamado


“cogobierno” es una de las expresiones de este fenómeno. Pero el vacío de po-
der tropezó a notarse en la medida en que el gobierno perdía su carácter
popular y por compensación, creaba una burocracia bajo las pautas ideo-
lógicas de la eficiencia desarrollista. La diferencia que jamás puede perderse
de vista con Noviembre, es que los gobiernos del MNR ante todo fueron
gobiernos nacionales.

La rosea minera ha sido, naturalmente, sensible a las posibilidades abiertas en


Noviembre y la respuesta que la une y organiza con una conciencia más lucida
que la que puede oponer el movimiento popular, es la formación acelerada de
una nueva “rosca”, es decir, la promoción de una oligarquía en ejercicio del
poder. Todos los desplazamientos de poder, de Noviembre adelante, no tienen
otro significado.

La invasión de los inversores.

Lo que importa distinguir es que la antigua gran minería y sus intereses


supervivientes, no constituyen actualmente la pieza maestra de la expansión
extranjera. Son un punto muy importante, pero no el único ni el que
monopoliza la iniciativa. Los harones del estaño murieron corno tales (como
una determinada estructura de poder inserta en un marco de condiciones
históricas dadas) en 1952- Su reaparición está mediatizada por competidores
vigorosos que traen el estilo agresivo de la empresa norteamericana. Si aún el
caso fuese el de la reinstalación de las tres grandes empresas, ya no serían las
cumbres solitarias en un país entregado a su dominio porque tendrían que
compartir su poder en una proporción muy grande con los recién, llegados.
Entre los antiguos y los nuevos intereses hay muchos puntos en común de los

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que deriva una estrategia básica cuyo objetivo inmediato es la absorción de la


minería pequeña (en tanto actividad autónoma generadora del capitalismo
nacional) y la liquidación de la nacionalizada (en tanto fuerza económica del
Estado impulsora del desarrollo independiente)

La agresividad de la minería mediana, el volumen de sus inversiones, su


vinculación inmediata con el capital norteamericano y un dispositivo de
conexiones muy vastas, además de su condición básica que es la de crecer a
costa de la pequeña y de la nacionalizada, confieren a este sector la situación
de fuerza clave de la expansión extranjera. De modo que si se señala la
extranjerización de la minería, se desea significar, a) la pérdida del sentido
económico nacional de ha misma y b) la norteamericanización directa o
indirecta.

En consecuencia, la estrategia de la conquista se apoya esencialmente en Ion


medianos, el sector extranjero —y extranjerizable de la minería. La
Corporación Minera de Bolivia en lugar de mantener una firme alianza con la
minería pequeña, ha sido hostil a ella prefiriendo a los medianos. Dentro de
esta acción global, eh papel de los grandes mine’-os de antaño, lo desempeñan
hoy los norteamericanos. El objetivo es el mismo: el despojo por la
extranjerización.

La acción colonizadora se realiza mediante un movimiento envolvente desde la


Embajada Americana hasta ‘Grace”. En los hechos, los puntos de vista de
Grace, Gulf, South American Placers, Philips Brothers, moldean los de la
Embajada. La estrategia de la conquista para realizar-se necesita dispositivos
de fuerza los que en su compleja totalidad constituyen hoy el verdadero poder

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en Bolivia. Entre estos y la minería del pasado hay una diferencia: la gran
minería era formalmente menos extranjera que el nuevo poder.

El escalonamiento de estos mecanismos, sus funciones específicas que


abarcan virtualmente todos los ámbitos de la vida nacional, devienen en una
estructura. En primer lugar está la Embajada, luego los grupos de expertos
situados en el flanco Minero, Corporación Minera de Bolivia (por ejemplo el
Grupo Asesor impuesto por los finan-dadores de la “Operación Triangular”),
etc., formados por extranjeros y entre los que se confunden los que trabajaron
para las grandes empresas. Continúan grupos más específicamente técnicos,
de geólogos, por ejemplo, que se desempeñan en varios organismos mineros
(aquí es necesario hacer notar que los geólogos alemanes de la Dirección
Nacional de Geología fueron echados por presión de los norteamericanos con
la complicidad de funcionarios bolivianos. Lo mismo ocurrió con eh grupo
asesor de Naciones Unidas en Planeamiento). Completando la acción de estos
núcleos, en lo que ya resulta ser una red estrecha, insertos en organismos
mineros y no mineros, siguen los controles financieros de USAID, BID o FMI.

La influencia norteamericana así reforzada, ampliada, versátil, presente en


una parroquia o en una gerencia bancaria, en un momento dado sale de sus
propios límites: de lo puramente boliviano, se acrecienta con el apoyo
doméstico. Es el caso del Banco de Crédito Industrial, organizado con dinero
americano, que es el nudo que entrelaza a agentes de la minería antigua y
nueva, a representantes de ha importación y de la industria. Los mismos
personajes volverán a ser encontrados en la Presidencia de la República y en
diversos ministerios y empresas.

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Por otra parte, fuera del ámbito oficial de la Embajada, integrando lo más
escogido de los dispositivos de fuerza, están Grace, Philips Brothers, Tennant,
Gulf y otros cien por cien americanos que además de reforzar el poder
extranjero desde su campo específico, definen con su presencia el carácter de
la estrategia de conquista: la subordinación de la minería boliviana a la
expansión norteamericana.

En lo referente al respaldo doméstico, es lo bastante amplio como para


emplearlo a favor del rescate de minerales o contra el crédito francés, contra la
fundición de antimonio o la de estaño. En este escalonamiento de influencias,
si falla uno de los resortes, se puede utilizar el siguiente. Junto a la invasión
de intereses foráneos, formando parte de ella, se desenvuelve, sinuosa y ram-
pante, la conspiración de los que saben que están ah servicio de una causa
que no es la nacional. Constituyen el peligro mayor porque su acción de-
vastadora como ha de ciertos insectos, no es visible (23).

Los objetivos son precisos- Si el propósito es absorber la minería pequeña y


liquidar la nacionalizada, eh primer paso será demoler la defensa institucional
de la nación para agotar ha resistencia que se pueda oponer desde ella. Se
escogen alternativas: infiltración de agentes o deformación de los organismos-
En este empeño la tenacidad americana lleva tiempo. Han tenido éxitos rápi-
dos, pero para rendir el Banco Minero necesitaron chico años. La anulación de
ha defensa nacional ha configurado una estrategia ofensiva cuyos objetivos

23
En cambio la vinculación entre los americanos y el círculo doméstico que los rolen es visible. El personal
boliviano contratado en las oficinas norteamericanas es generalmente recomendado por influyentes del círculo
doméstico. De modo semejante, en las designaciones oficiales observadas por los norteamericanos después de
Noviembre, también puede hallarse la sugestión oportuna de esos amigos y confidentes que se muestran más
vigilantes que el mismo servicio americano de información. Las promociones de cierta importancia en organismos
mineros y financieros en los don últimos años han recaído especialmente en gente de la derecha católica y dcl
Partido Social Demócrata. (N. del A.)

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han sido eh Código de Minas, el Banco Minero y la Corporación Minera de


Bolivia.

Hace diez años se prepararon los primeros proyectos para un nuevo Código de
Minería; el que se adoptó finalmente fue elaborado en el Ministerio de Minas
por técnicos y juristas bolivianos. Era un buen proyecto, pero no complacía a
USAID. Firfer intentó descartarlo esto son suficientes has garantías a la
inversión privada”. La mesa de conferencias del Ministerio de Minas se
transformó en el campo de la contienda. La discusión sobre determinados
aspectos fue sumamente lúcida demarcando las diferencias fundamentales.
Noviembre y ha aparición de Roberto Arce, reforzando la línea extranjera
impusieron la deformación del proyecto original.

Sobre las áreas de reserva fiscal contra las que USAID se empeñó a fondo, se
adoptó un criterio estrictamente liberal: se las establecería únicamente cuando
resulte técnicamente inobjetable que en la zona sólo pueden trabajar empresas
de gran capacidad económica” como si la seguridad del Estado, la protección
de los recursos o la programación nacional del desarrollo no contaran para
nada.

Del reconocimiento aéreo los mineros pequeños dijeron que debía ser
“competencia privativa del Estado” mientras que los medianos y CMB preferían
el concurso de compañías privadas especializadas.

En lo referente a la metalurgia, aquellos enfatizaron que era “obligación del


Estado integrar la industria minera nacional con el establecimiento de plantas
de fundición” y que para este fin debía promoverse “la creación de fundiciones
estatales, mixtas y privadas”. Los medianos aceptaron e1 texto pero

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introduciendo una cuña: “Respetando siempre e1 régimen de comercialización


establecido en este Código”. Así resultaría que como ese régimen es el de la
exportación indiscriminada que adquiere e1 carácter de un derecho prioritario
sobre las necesidades metalúrgicas del Estado, una planta nacional no podría
exigir al productor local el abastecimiento de concentrados si prefiriera éste
venderlos ah rescatador.

Desmantelamiento del Banco Minero.

La controversia tocó su punto crítico cuando se trató del Banco Minero. La


minería pequeña salió en su defensa contra USAID, Corporación Minera de
Bolivia y los medianos que postularon el rescate libre. “Los productores
mineros en general —dictaron USAID y los medianos por medio de su asesor
legal, eh doctor Luis Soux— comercializaran libremente sus minerales dentro y
fuera del país otorgando luego las mayores facilidades a los rescatadores a los
que sólo exigieron un capital de 200 mil dólares convirtiéndolos de esta suerte,
en una verdadera nivelación de funciones, en “agentes de retención” de las
deudas de los mineros con el Banco. Cada rescatador seria así un banco en
pequeño con deudores, vendedores, comisiones, “precios de pizarra”, etc.

En el Código se insiste en la necesidad de estimular la inversión privada,


modernizar la minería y facilitar eh procedimiento legal, pero la sustancia
parece estar en tres elementos esenciales. El primero se refiere a los privilegios
del capital extranjero –norteamericano- y a la “nivelación” de las posibilidades
de concurrencia entre éste y el minero boliviano de modo que el boliviano, ven-
cido de antemano en el terreno económico, perderá sus últimos recursos de
defensa legal. El segundo aspecto es el relativo a mantener eh nivel primario
de la minería, extractivo y no integrado, sin atentar el encauzamiento hacia ha

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metalurgia. El tercero, con ha adopción de la libre comercialización, supone un


salto atrás de treinta años y la acentuación de la actual condición colonial de
la minería boliviana que sin la función protectora del Banco Minero, queda
inerme en manos del rescatador.

El Código de Minería estaba concluido a fines de 1963 y el gobierno pudo


hacerlo aprobar en eh Congreso. Si no lo hizo fue porque los norteamericanos
insistían en el rescate, era eh nudo gordiano. No podía haber ha menor duda
acerca del porvenir: los mineros pequeños acabarían siendo estrujados. Los
rescatadores, generosos al principio, concederían facilidades, anticipos y
préstamos a tajo interés, hasta cercarlos; eh epílogo conocido sobrevendría con
la pérdida de ha mina o una forma encubierta de explotación y vasallaje.

Busch dio el paso y desde entonces ningún gobierno se atrevió a proponer el


rescate libre no obstante las constantes presiones y las campañas contra el
Banco Minero. El Presidente Paz Estenssoro a su, turno, tuvo que enfrentar a
los norteamericanos obcecados en el rescate y ha ocupación militar de las
minas. El señor Juan Haus Solís, el último Presidente del Banco, recibió
instrucciones para no ceder. Como jefe de un batallón avanzado, se mantuvo
firme hasta caer cercado por la presión envolvente del enemigo. En aquellos
días se tanteó ha capacidad de resistencia oficial. El Presidente de la
República expresó al embajador que no aceptaría la libre comercialización bajo
ningún concepto. Tuvieron que replegarse - hasta el 4 de noviembre.

Las nuevas autoridades nombraron una comisión revisora que mantuvo el


proyecto original, pero en los niveles de gobierno estaban produciéndose
hechos que culminarían dramáticamente en eh mes de mayo. Los
norteamericanos sirviéndose de ha “Operación Triangular” y de los créditos del

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Banco Minero, estrechaban el cerco. El desenlace se produjo en la Presidencia


de ha República los días 5 y 6 de mayo.

Estuvieron presente el gabinete militar, los representantes del Ministerio de


Minas, del Banco Minero, de la Corporación Minera de Bolivia y, no podía
faltar, USAID en la persona del mismo Embajador Henderson. Cinco años de
resistencia se derrumbaron en pocos minutos.

El artículo 201. del proyecto original del Ministerio de Minas, decía: “Los
productores mineros podrán comercializar libremente sus minerales dentro y
fuera del país, vendiéndolos al comprador de su preferencia, exceptuándose
los mineros pequeños que comercializaran sus minerales a través del Banco
Minero de Bolivia”

La nueva redacción fue ha siguiente:

“Los productores mineros podrán comercializar libremente sus minerales


dentro y fuera del país, vendiéndolos al comprador de su preferencia,
exceptuándose a los mineros pequeños deudores del Banco Minero, que
deberán vender su producción a éste, hasta cubrir su deuda. Los mineros
pequeños no deudores podrán exportar libremente por intermedio del Banco
con autorización de esta entidad”.

Más llanamente: todos pueden vender libremente al rescatador aún los


deudores, si alguien los desliga del Banco Minero cubriendo ha obligación.

Ha quedado abierto el ancho cauce al despojo. Los rescatadores se preparan


mediante alianzas con mineros medianos, contratan ingenieros y ex-gerentes

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de ha Corporación Minera de Bolivia como lo hace Philips Brothers; visitan


minas y recomiendan la concesión de créditos o la compra. El futuro para el
Banco Minero parece haberse cerrado, tienden a disminuir sus volúmenes de
exportación, su capital de operación’ es escaso y aproximándose el colapso, en
más de una circunstancia ya no tuvo dinero para pagar a sus empleados. Es el
alumbramiento de la nueva rosca

El refrán dice que el apetito viene comiendo. Los intereses extranjeros tuvieron
su hors d’ oevre en el Código de ha Minería y el primer plato fuerte con la libre
comercialización. Siguieron bocados mejores, la nueva escala de regalías fue
uno de ellos- Pero son insaciables. En 1964 se bajaron las regalías, pero
porque dos o tres empresas ——entre ellas tenía que estar desde luego
“Fabulosa”— no estaban satisfechas, se procedió a una nueva rebaja- El
manipuleo en la escala de regalías beneficia exclusivamente a los medianos
que como disponen de plantas e instalaciones de concentración pueden fijar
ha ley de sus concentrados en e1 punto que más les convenga. Es un juego in-
teresante, pero insuficiente para la voracidad que traen: quieren concluir el
banquete con la supresión del “global complementario”.

En los últimos veinte años la cotización del estaño no ha sido más alta que la
actual. Eh escamoteo en las contribuciones fiscales determinará que has
utilidades derivadas de los altos precios vayan a caer en la bolsa de los
especuladores. Estos parásitos incrustados en los tejidos del organismo
nacional fagocitándose a los productores y ah Estado, debilitarán a ambos
anulando la oportunidad de compensar parcialmente e1 agotamiento de ha
minería boliviana.

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Destrozadas las defensas legales de la minería nacional con el nuevo Código de


Minas y arrollado el Banco Minero, el derrumbe fue más espectacular en ha
minería nacionalizada. La Corporación Minera de Bolivia ha sido eh personaje
sombrío del drama boliviano. Este que es el corazón de ha economía nacional,
se pudrió lentamente: hasta él penetraron los intereses extranjeros. Al
contacto de esa linfa venenosa y gélida, un boliviano y militar, resumió la
significación <le la empresa y la suya propia en palabras memorables. “Por
razones sociales y psicológicas la Corporación Minera de Bolivia tendrá que
continuar operando, pero será el casco viejo en torno al cual se establezca ha
nueva industria boliviana”. Estas declaraciones no provienen de un inversor
extranjero enemigo de la economía estatal, -fueron pronunciadas en
Washington el 11 de marzo de 1966 por el Cnl. Juan Lechín Suárez,
Presidente de la Corporación Minera de Bolivia, ante personeros del Banco
Interamericano de Desarrollo. ¿Qué se proponía Lechín? De ser estimable su
sinceridad había que concederle que ha Corporación Minera de Bolivia era un
casco viejo? Habló muy claramente: “hay necesidad de cambiar ha estructura
de las operaciones mineras y hacer que ésta se acerque a ha industria
privada”. No se puede de3ar de reconocer la franqueza. Ya no queda ninguna
razón económica para mantener el principio de la nacionalización, CMB se
conservará solamente para apaciguar “psicológicamente a los bolivianos”.

La declaración en Washington no fue una impostura provinciana para


conseguir dinero ni con ella se hacía doble juego: la política minera con-
sagrada en el BID reivindicaba para sí el sentido restaurador de Noviembre.
Los hechos guardan armonía con ha opinión de Lechín. Y como éstos son mas
significativos que las palabras, los contratos de has “colas” y desmontes, el
alquiler del grupo “Matilde” y la formación de una camarilla de enemigos de ha
nacionalización que conspira desde los niveles de dirección de la Corporación

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Minera de Bolivia, entrañan situaciones concretan que definen y objetivizan el


desprecio que siente un oscuro personaje por la minería nacionalizada.

Historia del negocio de las “colas”.

Si un día las minas de estaño de Bolivia quedaran totalmente agotadas, eh


país podría vivir mucho tiempo de las “colas” y desmontes. Son verdaderas
colinas artificiales que se han formado junto a las minas y a los ingenios. En
ellas hay tanto estaño- como el que se explotó en medio siglo. Parece que los
mineros hubieran pensado en la suerte de sus nietos. Esas rocas quebradas,
arenillas y polvo contienen un millón de toneladas finas que a los precios
actuales representa Sus. 3.500.000.000; riqueza que no admite comparación
con la reserva petrolífera descubierta por Gulf ni con los yacimientos auríferos
del Alto Beni. Hasta hace poco estaba olvidada. Los mineros miraban
indiferentes; “hay estaño”, decían y pasaban de largo, acaso ensimismados
ante ese inerte testimonio dejado por miles de hombres y mujeres que
rindieron la vida antes que ellos.

El contenido fino de las “colas” y desmontes es pequeño: como promedio


tienen un 0,8 por ciento de metal (según técnicos de CMB ese promedio
fluctúa entre 0,68 y 1,23%), pero así y todo es más rico que el de las minas de
CMB cuya ley de cabeza es del 0.75%. Los ingenios pueden recuperar la mitad
de este contenido con lo que se obtendría medio millón de toneladas. (SUS.
1.750.000.000), mucho más de lo que el país podría esperar del más
espectacular crédito extranjero. Pero no solamente la ley es superior a la ley de
cabeza de los yacimientos en actual explotación, su valor bruto total también
es mayor que eh de ha reserva conocida de CMB, la minería mediana y la
pequeña juntas, que al 31 de Diciembre de 1963 era de 851.913 toneladas

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finas. Los mineros más hábiles saben lo que valen las “colas” y desmontes.
Hay un potosino, el señor Canaviri, cuya fortuna le permite pasar sus
vacaciones en Europa y EE.UU. Descubrió que podría tener éxito explotando
los desmontes del Cerro Rico en un pequeño ingenio instalado en su casa.

Naturalmente el caso de Canaviri no es desconocido por los técnicos de CMB


algunos de los cuales han realizado experiencias con equipos más avanzados,
consiguiendo resultados satisfactorios. Uno de ellos, el Ing. Simón Cuentas,
trabajo con el ingenio de Huanuni uno de los más anticuados de CMB,
empleando los procedimientos corrientes; no buscó innovar ni mejorar los
rendimientos con eh reacondicionamiento de ha planta. Empezó en septiembre
de 1965 y desde las primeras semanas de trabajo obtuvo una recuperación del
40% de las “colas” de Santa María a un costo aproximado de 2,80 dólares por
tonelada tratada. Esos concentrados resultaron ser los más baratos de ha
Corporación Minera de Bolivia. No se tuvo que gastar ni un centavo en esta
experiencia que ha generado la única actividad productiva de Huanuni en este
tipo de tratamiento de “colas” antiguas.

En los últimos años el interés de los técnicos fue creciendo respecto del
aprovechamiento de esta reserva. CMB investigó en sus laboratorios de Oruro.
El Ing. Goosen Broersma informó en 1961: “Existen tremendas reservas de
estaño de baja ley en los desmontes y relaves”. La fundición nacional de
estaño, el agotamiento de las minas en actual explotación, la caída de las
“leyes de cabeza”, son razones imperativas para iniciar la explotación de esa
reserva que ya está libre de los costos de extracción que constituyen el
capítulo más oneroso en las minas nacionalizadas.

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Sin embargo, con verdadera premura, casi con ansiedad, se precipitó la


entrega. Eh contrato que cede las “colas” y desmontes más importantes del
país —El Kenko en Catavi, Potosí, Machacamarca, Colquiri, etc.—, establece la
siguiente distribución de utilidades: para el Estado 12 por ciento de regalía y 8
por ciento del producto bruto en pago a CMB; para la compañía concesionaria
el saldo que fluctuará entre el 45 y 55 por ciento del valor bruto del producto.
Pero las escorias llevan en sí ni’ costo determinado porque no aparecieron en
la superficie por milagro. El costo de extracción se calcula en un 45 por ciento
del precio comercial del estaño, de donde resulta que la utilidad que percibirá
el Estado (8 y 12 por ciento: 20 por ciento) no alcanzará a cubrirlo.

La situación es ilógica y si hay alguna explicación hay que buscarla fuera de


los términos del contrato. La compañía concesionaria organizada en los EE.
LJU., lleva un nombre impresionante: “International Minning Processing Co.”
Viene una historia divertida. Según un informe reservado del Ministerio de
Economía que fue obtenido a su vez de informadores confidenciales
norteamericanos, los favorecidos de la suerte que se agrupan en IMPC serían
cuatro entre los que figura el profesor norteamericano Nathaniel Arhiter. Los
otros tres en el momento en que se preparó eh informe, no alcanzaban a
reunir en sus cuentas bancarias ni 15.000 dólares, el más próspero tenía
10.000. Sus negocios al parecer eran muy extraños para tener alguna relación
con el estaño. Se dijo vagamente que alguno de ellos estaba vinculado con un
negocio de granos en Gibraltar. Otro gerentaba Una empresa pequeña.
Ciertamente un comerciante de la calle Honda de La Paz dispondría de más
dinero. No tenían domicilio comercial en Bolivia y expresa— ron que esperaban
que su contrato fuera aprobado para instalar oficinas en un “buen lugar” de
La Paz.

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Con estas referencias e1 gobierno quedó satisfecho.

La extraordinaria historia empieza en CMB. Uno de los técnicos más


eminentes, el Ing. Oscar Dávila, tomó tanto tiempo para estudiar la recupera-
ción de las “colas” y desmontes en los laboratorios de Oruro, como los
norteamericanos para construir la bomba II: cinco años. Para su trabajo tuvo
dinero, ayudantes, equipos y las plantas e ingenios de la entidad. En sus
informes, siempre confidenciales, llegó a la conclusión que eh país obtendría
un beneficio positivo con la explotación de esa reserva. Otros informes decían
lo mismo. Siguiendo esta pauta se importó equipos por valor de $US.
200.000.— Entre las eminencias científicas implicadas en el negocio está el
profesor norteamericano Arbiter del que se dice que conoce mucho la
metalurgia del estaño. Cuando estuvo en Oruro tuvo una frase feliz: “los
problemas bolivianos deben ser resueltos en Bolivia y por bolivianos”. Su
presencia en eh negocio, según explicación de los promotores, se debería a que
él es poseedor del secreto técnico. Eh misterio que rodea la operación no
permite aclarar este punto, aunque se debe conceder que ha sido un gesto de
buen tono asociar el nombre de un científico a un asunto que por todas las
apariencias no tiene la pureza de la ciencia. Por la cooperación del profesor se
dijo que se pagaría cuatro mil dólares mensuales.

Arbiter estuvo en Bolivia investigando para CMB la recuperación de los


desmontes. Hizo conocer sus puntos de vista y desapareció. Su reentré en
Bolivia se produjo con la organización del Instituto de Investigaciones Minero
Metalúrgicas de Naciones Unidas del cual aceptó ser director. Llegó a Oruro
para tomar posesión del cargo, pero allí mismo cambió súbitamente de
opinión. Luego se supo que desdeñaba la distinción académica por el negocio
de has “colas” que estaba a punto de ser alumbrado por la ingeniosa camarilla

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de CMB. Quedó así enrolado junto a Broersma, Dávila y otros ex-gerentes de


la Corporación Minera de Bolivia en la espectacular combinación. El contrato
salió con una celeridad impresionante no obstante los estudios de CMB, los
efectuados en Oruro, y los de “Minning Branch” realizados en Canadá. De
pronto en la entidad todo el mundo perdió ha memoria, nadie sabía ni una
palabra de “colas” y desmontes.

Aquellos científicos resultan así asociando la dignidad de su sapiencia


profesional a la honrada voluntad de trabajo de los tres norteamericanos de
modestas cuentas bancarias. Esta sería una sociedad perfecta, casi platónica,
si no se tratara de un contrato millonario. Es un negocio admirable. La
compañía se obliga a invertir medio millón de dólares con e1 que movilizará
una riqueza doscientas o trescientas veces más grande. Es evidente que no
tienen el medio millón, pero quién no se los daría a ha vista de resultados tan
formidables? Philips Brothers anda cerca del affaire puesto que el distinguido
equipo de ex-técnicos de CMB trabaja para ella en forma exclusiva.

El golpe se produjo justamente cuando se pondría en marcha un programa de


la entidad fiscal para iniciar directamente el tratamiento de los desmontes y
fue tan espectacular que Williams Harvey y Tennant quedaron parpadeantes.
No era para menos. Los hábiles amigos del profesor Arbiter tomaron la cuarta
parte de toda la reserva de las “colas” y desmontes. Las dos compañías
sobreponiéndose a la sorpresa propusieron al gobierno concesiones similares.
Era tarde: la opinión pública estaba alarmada. Quedaron con una extraña
picazón al saberse vencidas por un grupo anodino de comerciantes en granos
al que gentes más perspicaces emplearon como palos blancos.

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La historia de las “colas” merece figurar junto a los negocios más absurdos de
la historia boliviana. Su irónico desenlace está dado por dos hechos. CMB
como si deseara premiar la habilidad de los timadores, proyecta comprar la
patente de IMPC que nunca se sabrá si es de IMPC o es la que salió de los
laboratorios de Oruro. En el trámite de la personería jurídica, que como otros
negocios estuvo a cargo del abogado Luis Soux, ha compañía declaró que tenía
un capital de cinco mil dólares. ¡He aquí un ejemplo de lo que debe entenderse
por cooperación de la inversión extranjera al progreso nacional!

Uno no sabe si salir por los fueros del buen sentido o echarse a reír por la
ingeniosa bellaquería de los que gravemente se llaman a si mismos “hombres
de Estado”. Estos “estadistas” cuyas olfateantes narices recuerdan la
rapacidad de los jeques árabes, pusieron un hito más en la incoherencia
nacional, pero como se conducen con la arrogancia del jefe guerrero para el
que no cuenta la opinión de su tribu, dejaron una segunda constancia de su
abrumador poder con ha entrega de “Matilde”.

Historia de “Matilde”.

Entre la aventura de IMPC y la entrega de “Matilde” existen vínculos, como en


los capítulos de una novela policial, con los que se tejen el suspenso de la
historia. IMPC se lleva eh 25 por ciento de toda la reserva de las “colas” y
desmontes, lo que significa en buen romance que tomará la cuarta parte de
3.500 millones de dólares. La utilidad líquida estará en función del índice de
recuperación que en ningún caso será inferior al 50 por ciento. Para estos
elegidos de la suerte, hasta el escándalo de “Matilde” les sirvió como cortina de
humo para despistar a la opinión pública

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“Matilde” es el yacimiento de zinc formado por un grupo de varias minas, cuya


reserva ha sido calculada para ha explotación inmediata en 3.779.000
toneladas, pero nadie puede decir cuánto minera1 hay porque ese volumen
solamente corresponde a dos minas. Hochschild sonriendo misteriosamente
solía decir a sus íntimos: “Está entre los grandes del mundo...” Lo único
evidente es que a medida que la explotación vaya avanzando, la reserva irá
creciendo.

El gobierno para justificar la entrega insistió una y otra vez en que la reserva
de “Matilde” sólo representaba el 1,5 % de la reserva mundial (“No es tan
grande como se pensaba”, comentó Barrientos complacido en una conferencia
de prensa como si se pudiera calcular esa relación). Era más fácil decir que ha
ley de los yacimientos de zinc en los Estados Unidos es apenas de 1 y 1/2 por
ciento mientras que “Matilde” tiene 18 por ciento, que la United State Steel
está buscando desesperadamente zinc, que el “World Minning” ya en 1963
pronosticaba un fuerte incremento en el consumo de zinc. Si “Matilde” fuera
realmente una mina de segundo orden los intereses extranjeros no habrían
librado por ella una batalla durante tres años ni el gobierno pulverizando su
prestigio político, se hubiera visto obligado a declarar dramáticamente “‘romo
bajo mi responsabilidad personal la aprobación de este contrato....” (Gral.
Barrientos, conferencia de prensa, sábado 4 de Febrero de 1967).

El zinc y el plomo tienen cotización “débil”, pero los precios siendo bajos son
estables. Alcanzaron su punto más alto con 16 centavos de dólar la libra
durante la guerra de Corea- El 22 de Septiembre de 1965, cumpliendo la
preparación de la entrega, el gobierno decretó que el zinc no pagaría regalías
mientras la cotización no sea mayor a los 16 centavos, de donde resulta que de

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momento el único hecho real es que los yacimientos de zinc serán vaciados sin
ningún provecho para el Estado.

En “Matilde” además de zinc hay plomo y plata en cantidades no


despreciables. Las leyes de contenido son las siguientes: zinc, 18,73 por cien-
to; plomo 1,98 por ciento; plata, 49 gramos por tonelada. El estimado de la
reserva sobre la base de estas leyes da 707.807 ‘EME de zinc, 74.824 T.M.F.
de plomo y 5.759 kilos de plata que a los actuales precios del mercado
mundial (zinc, libra II centavos dólar; plomo, libra 12 centavos dólar; plata,
onza troy un dólar 28 centavos) totaliza:
Zinc..............$US. 171.678.515
Plomo.......... “ 19.798.483
Plata........... “ 7.620.205
TOTAL. $US. 199.097.203

En otras palabras: “Matilde” tiene un valor bruto de 200 millones de dólares.

De acuerdo al contrato, la compañía procesara anualmente 330.000 toneladas


cuyo valor comercial será de SUS. 15.301.749. Se establece un “canon fijo
anual” —alquiler de la mina— de SUS. 120.000 y SUS. 2.20 por tonelada
exportada. Calculando la exportación anual, el ingreso por este último
concepto sería de SUS. 122.283 los que añadidos al alquiler de SUS. 120.000,
determinará que eh Tesoro Nacional reviente con tanto dinero: SUS. 242382.
¡Esta cantidad representa el 1.58 por ciento del valor comercial del mineral
exportado!

El problema de “Matilde” no radica en el contrato de explotación del


yacimiento sino en la refinación. Bolivia no es solamente país del estaño,

Réquiem para una República 104


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también lo es del zinc. Pero con este último hay una tragedia. Sin la refinería
es casi un mineral marginal porque de cada cien dólares que recibe e1
productor, cerca de 65 se van en la maquina. Es pues muy probable que de los
14 o 15 millones de dólares que exportará anualmente “Matilde” más de la
mitad se pierda en gastos de fundición, mermas, castigos y otras deducciones.
En Bolivia hay yacimientos más ricos con leyes del 45 al 56 por ciento y aún
no se puede afirmar que se hubiera desarrollado la minería del zinc. La
barrera insuperable está en la refinería; sin ella no se aprovechará el potencial
de varios yacimientos ni los formidables costos de la maquila podrán ser
retenidos en el país.

Está en lo verosímil la afirmación relativa a que Philips Brothers no obtendrá


beneficios muy altos con la operación de “Matilde” y que las bases del contrato
son semejantes a las presentadas por los otros proponentes. En todo caso ésta
que es una de las firmas comercializadoras más importantes del mundo,
obtendrá considerables utilidades negociando el tratamiento de los
concentrados fuera de Bolivia. El valor inicial del mineral se habrá multi-
plicado por tres después del refinado.

Lo más significativo en este negocio es el trato colonial recibido y aceptado.


Philips Brothers se negó rotundamente a instalar la refinería de zinc en Bolivia
mientras que en el Perú, en el mismo momento que negociaba la concesión de
“Matilde”, realizaba inversiones en Cerro de Paseo para poner en marcha una
planta de 30.000 TMF de capacidad. En segundo lugar, hay un verdadero re-
troceso sobre la Ley de 8 de Enero de 1962, cuyas condiciones mínimas
autorizaban la sociedad mixta con el 50 por ciento de participación del Estado
y el establecimiento de la refinería local. La presencia de Philips Brothers y

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junto a ella la de U. 5. Steel Corp. significará aumentar la gravitación


norteamericana en Bolivia.

El contrato actual es malo no tanto por sus términos como por tender a
reforzar la base colonial de la minería. El Estado no obtendrá utilidad alguna y
e1 resultado será e1 de Venezuela cuando cedió la explotación de Cerro Bolívar
a un consorcio norteamericano del hierro: la tributación era tan baja que no
alcanzaba a pagar al personal del Departamento de Minas del Gobierno.

La opinión pública clamó por todos los medios para impedir ha entrega del
zinc. El gobierno se defendió reiterando que no retrocedería en la condición de
la refinería, pero de las “consultas de alto nivel” efectuadas por el Presidente
de la Corporación Minera de Bolivia en las que en lugar de hacer participar a
los ingenieros de la entidad se escuchó a los representantes de la minería me-
diana, resultó el parto de los montes: la compañía se “obliga” a estudiar la
“factibilidad” del proyecto en 30 meses y después la Corporación Minera de
Bolivia verá qué le conviene. (En Bolivia estudiar la “factibilidad” es la
hiperbólica manera de postergar un proyecto; en realidad con esta triquiñuela
inventada por los yanquis, lo que se hace es acumular elementos opuestos al
deseo inicial) -Para vencer la oposición al contrato eh gobierno anuncié que
establecería la refinería por cuenta propia. La planta costará dos o tres veces
más que la del estaño y desde luego la promesa empeñada es otro truco más
para saquear la riqueza minera de Bolivia.

Las “colas” y desmontes y “Matilde” son los símbolos de una época y de una
mentalidad. El gobierno obsequió a Philips Brothers los cuatro millones de
dólares que Hochschild y la Corporación Minera de Bolivia invirtieron en la
preparación del yacimiento. .Tanta magnanimidad contrasta con la tacañería

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demostrada el año anterior Cuando se obligó a renunciar al Ministro Gallardo


porque en los acuerdos que concretara con los obreros mineros se excedió en
200.000 Sus. Naturalmente, hay diferencia: toda la que puede mediar entre un
consorcio norteamericano y una masa harapienta de obreros bolivianos. El
país vive febricitante el delirio de la entrega. Para enajenar las “colas” y
desmontes no se pudo aducir la falta de recursos puesto que se trataba de una
inversión de medio millón de dólares, pero si esa hubiera sido la razón, la
solución se la tenía a mano: los ingleses estaban ofreciendo un crédito de un
millón de Libras justamente en plantas concentradoras de estaño. Por otra
parte, CMB compró 95 mesas (Flolman Slime Tables) para iniciar los trabajos.
¿Había dudas sobre la capacidad técnica? Tampoco este argumento es
admisible desde que en CMB se hicieron estudios especiales para recuperar
esa reserva y, aun sin ellos, con los procedimientos convencionales, en
Huanuni se obtuvieron rendimientos del 40 por ciento. En “Matilde” también
se adujo la falta de dinero y los periódicos subvencionados por CMB inflaron
las inversiones que tendrán que efectuar los concesionarios. El asunto alguna
vez fue considerado en una reunión reservada de CMB en el mes de enero de
1965. El gerente de finanzas, el alemán Scifert, demostró que la entidad podía
iniciar la explotación directa. Roberto Arce replicó con un argumento propio de
las circunstancias “¿Cómo es posible que una empresa desprestigiada se
proponga la explotación directa...?” Seifert respondió con cifras: se podía fi-
nanciar de inmediato 7 millones de dólares y 8 más tarde.

Las dos operaciones suponen para el país la pérdida de algunos cientos de


millones de dólares y el vaciamiento de reservas fundamentales para eh
desarrollo de la minería y ha metalurgia. No hay la menor duda acerca del
sentido de estos contratos: CMB está aplicando la política que su presidente
anuncia en Washington.

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Si en otro tiempo la entidad minera desconcertó por sus contradicciones y a


menudo se la encontraba en uní penoso balanceo entre la defensa del país y la
entrega, en los últimos dos años sus posiciones ya no brindan ni el consuelo
de la duda. La alta dirección de la Corporación Minera de Bolivia ha hecho
también su “toma de conciencia” primero temerosamente, buscando
sustraerse a la atención pública, luego con audacia, casi cínicamente.

El informe del ingeniero Roberto Arce es el punto luminoso en esta trayectoria


sinuosa, porque a partir de él, con rara convicción, se propone llanamente la
desnacionalización.

La expectativa que rodeé el trabajo del ingeniero Arce fue desproporcionada


para una compilación informativa facturada con el papeleo de USAID. Hay por
lo menos una decena de informes mineros más completos y sin duda más
idóneos. Arce no aporta nada nuevo como no sea su prejuiciosa audacia que le
permitió proclamar lo que hasta entonces la conspiración extranjera dejaba
correr a media voz: la desnacionalización bajo la forma de empresas mixtas. La
lógica del autor descendió de la del experto en política minera a la del
abarrotero; con razonamiento medido y cicatero proyecté pignorar lo mejor de
CMB a la inversión extranjera en tanto que, por “razones psicológicas”, las
minas marginales continuarían comiéndose el dinero del Estado. La lección
fue recogida por el Cnl. Lechín.

Rotas las líneas de la defensa nacional en el Banco Minero y la legislación


minera, la brecha se ensancha dramáticamente en CMB. Los contratos
firmados, miserables por el sello de la estupidez y del cinismo que ha impreso
en ellos el cipayaje triunfante, revelan una “voluntad de ser” al estilo
nietzscheano a través de la cual una camarilla proyecta su energía contra el

Réquiem para una República 108


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interés nacional. El Cnl. Lechín no es precisamente la cabeza de la conspi-


ración antinacional porque el núcleo vital de ha -misma se encuentra en el
llamado “Grupo Asesor -Esta cabecera de playa fue introducida por los
financiadores de la “Operación Triangular”. Los 47 millones aportados por
ellos fueron la magra ración, diluida, inoportuna y tardía para una empresa
cuyo activo y reservas mineralógicas sobrepasan los 2.500 millones de dólares,
pero tuvieron el efecto de un torpedo que hizo blanco en el corazón mismo de
ha minería nacionalizada. Los contralores, autodenominados “Grupo Asesor”,
desde el primer momento se invistieron de facultades soberanas iniciando el
más formidable embarullamiento administrativo. Hicieron elaborar y
reelaborar informes y más informes. Impusieron la compra de equipos y
materiales caros y de baja calidad. Contrataron a “Prospections Ltd.”, una
compañía canadiense que después de gastar dos millones de dólares en tres
años no descubrió ningún yacimiento de valor. Emplearon a técnicos compro-
metidos con las ex-empresas e hipertrofiaron la burocracia hasta rebasar la
capacidad del edificio de la Avda. Mariscal Santa Cruz. Las cuotas de pro-
ducción se cubrieron con la explotación acelerada de preparaciones anteriores.
No se intento e1 menor esfuerzo para mejorar la actividad productiva y resolver
los problemas técnicos fundamentales. No se preparó ningún plan de
desarrollo minero. En metalurgia se conservaron los procedimientos
gravimétricos de bajo rendimiento. Se gastó más de un millón de dólares en
“técnicos”, muchos de los cuales conocían por primera vez una nana de
estaño. Como resultado del sabotaje de esta camarilla, Comibol no dio un solo
paso en orden a la solución del problema de la fundición, pues todos los
asesores son uniformemente enemigos de la integración de la industria. La ley
de cabeza promedio que en 1952 era de 2 por ciento, actualmente ha
descendido a 0,75 por ciento revelando un grave estado en la actividad
productiva.

Réquiem para una República 109


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Cuando se calculé la “Operación Triangular” se tomó como liase la cotización


del estaño en 1960, 1,10 SUS. Un año después empezó el alza. En 1964 CMB
tenía decidido renunciar a los 10,5 millones de la tercera fase del
financiamiento porque los bancos extranjeros llamaban a sus puertas. Los
yanquis proponían un crédito de 15 millones de dólares y el gobierno británico
otro de un millón de Libras.

Los del “Grupo Asesor”, ineficaces en todo lo referente a dirección técnica,


actuaron como un solo hombre contra los obreros. Sus presiones las
combinaban con la Embajada Americana. En septiembre de 1964 insistieron
en la ocupación militar de las minas chantajeando con la suspensión del
crédito. El presidente de la entidad, entonces Guillermo Bedregal, rechazó la
pretensión. Sin el 4 de Noviembre la “Triangular” se iba a pique y con ella los
parásitos del “Grupo Asesor”.

Desde entonces su influencia ha crecido constantemente hasta convertirse en


el verdadero gobierno de la empresa y en un estado mayor que tiene poderes
aún para influir en el rumbo de la política nacional. Es el núcleo de una
cofradía integrada por enemigos de la nacionalización que desde el directorio,
las gerencias y otras funciones de dirección, impulsan una campaña solapada
contra la propia entidad interpretando unas veces el espíritu del informe Arce
y otras dejando huir su inspiración antinacional (24).

24
Entre, los directores y otros funcionarios de rango, la oposición contra CMB es virulenta.
Así, por ejemplo, el ingeniero Ricardo Urquidi que nada sabe de la minería y es director de la
entidad sostuvo que la minería privada nada debe pagar al Estado. En otra oportunidad,
indignado y golpeando la mesa, salió en defensa de la Railway cuando denunció que la empresa
ferroviaria debía a CMB 1 500 000 de dólares por fletes cobrados ilegalmente. La jornada del 4
de Noviembre que rodea a Lechín ha sido reclutada por sus conexiones con las empresas
petroleras y otros consorcios yanquis, de modo que en el nivel de dirección, varios son los cabos

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Alumno aplicado.

El Cnl. Lechín, Presidente de CMB, ha sido el ministro más importante en los


gabinetes que siguieron a Noviembre. Pero es el primero en saber que no es el
hombre de la batuta porque su permanencia en eh cargo se la debe a los
americanos, a los medianos y particularmente a la condescendencia del Grupo
Asesor. Es hombre dócil. Cuando Roberto Arce lanzó la consigna de la
desnacionalización y René Ballivián escribía en “El Diario” que CMB era una
“vaca sagrada”, Lechín fue el eco que desde Washington respondió: “Por razo-
nes sociales y psicológicas la COMIBOL seguirá operando, pero será el casco
viejo” (25).

La diligencia del Presidente de CMB con los intereses extranjeros no solamente


se manifiesta en la adhesión sin reservas a una línea general de acción, sino
en pequeñas cosas de las que se sirve como hombre “sencillo e inteligente”
para recomendarse. Para facilitar la devolución de Chajrahua si a Aramayo, se
tomó la molestia de buscar los antecedentes y encargar a un abogado de la
entidad la preparación inmediata de un informe favorable- Ahora Aramayo
también es de los que piensa que Lechín es el ministro más competente.

Las condiciones del alumno aplicado no sola-mente lo apuntalan en el


gobierno sino que le procuran recompensas sociales a las que es sensible. La

que se atan firmemente para formar el nudo más peligroso dc la conspiración antinacional. (N.
del A-)
25
Además de dócil, Lechín ha sido agradecido con los maestros que le brindaron una sinopsis
para aficionados de la minería como sucedió en un almuerzo de los medianos: “Agradezco
públicamente —dijo en su discurso— al ingeniero Carlos Alberto Echazú a quien considero mi
asesor personal” (N. del A.)

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nueva rosca acunada por los medianos y el Banco Industrial, ha difundido su


veredicto: “es el ministro más capaz” o empleando la confidencia: “es hombre
sencillo e inteligente”. El objeto de esta campaña es crear ambiente para
Lechín en el gobierno y contrarrestar los efectos de los contratos entreguistas.

El reconocimiento de esos méritos infundió valor al Cnl. Lechín para enfrentar


a sus camaradas de armas y afirmarse mas obstinadamente en la “voluntad de
ser” contra la Nación. Inspirado por el Grupo Asesor, preparó un decreto que
de no haber sido resistido por el Ministro de Minas, Cnl. Méndez Pereyra,
habría convertido a CMB, a titulo de reorganizarla sobre las líneas de la
empresa privada, en una fortaleza feudal impenetrable aun para el Estado.
Méndez Pereyra también se opuso al contrato de has “colas” y desmontes
llegando a formular declaraciones públicas, pero su colega tenía más fuerza.
Concluidas las negociaciones sobre “Matilde” Lechín tuvo que hacer un viaje
fuera del país. El sentido de responsabilidad con que se conduce frente a los
intereses extranjeros le hizo perder la prudencia: pasó un cable apremiando la
entrega del yacimiento. En las negociaciones del contrato Klockner sucedió
algo parecido. Sin la más absoluta reserva las tratativas podían fracasar. En
primer lugar había que cuidar a Lechín. Así se pudo mantener el secreto
durante varios meses hasta que una desdichada casualidad lo puso sobre las
huellas del plan. La copia de un informe que llegaba de Alemania fue a dar a
CMB. El mismo Lechín se dirigió a Bjorkman del Grupo Asesor y le pidió un
informe que el mismo día estuvo listo: desahuciada la fundición.

Cuando una vez más el estaño vertió sangre boliviana ni la menor duda le
impidió elegir su papel- Las masacres se planearon fríamente, pero para
ponerlas en marcha hacía falta un hombre determinado. Si el patriotismo es la
primera virtud que se pierde en un gobierno rosquero, eh holocausto de Catan

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tuvo al menos el efecto de recordar a los militares que la vida sería intolerable
sin un mínimo do pudor. Es algo que esta más allá de lo político para definirse
en lo puramente humano. Las razones últimas del genocido de 1952 encubren
algo monstruoso que se vuelve a descubrir en mayo y septiembre de 1965. La
premisa simple y escalofriante, es que el rendimiento minero debe elevarse aún
al precio de la vida de los trabajadores cuando su miseria y degradación no
son suficientes para mantener la rentabilidad de un determinado nivel. En la
economía capitalista el salario sirve para reponer y conservar la fuerza de tra-
bajo. En la semicolonia, tributaria de sobreganancias para la metrópoli, esta
ley económica funciona sólo parcialmente, la fuerza de trabajo puede ser
destruida, y de hecho lo es, si con ello queda asegurada ha sobreganancía.

Entre 1942 y 1965 hay también diferencias que es necesario ver y que no
radican precisamente en el empleo de mayores medios de violencia (aviones de
combate, etc.), y en la movilización de tropas entrenadas en la técnica del
pogrom (paracaidistas y rangers), sino en la comisión de un daño más
penetrante que radicaliza la acción de todos los factores que tienden a la
disociación de la sociedad boliviana. Por otra parte, los norteamericanos no
estuvieron comprometidos en 1942, en 1965 fueron los inspiradores.

Las Fuerzas Armadas tenían conciencia de lo que implicaba enfrentar a los


obreros, pero los intereses extranjeros jugaron con ellas.

La barbarie en las minas se intentó cubrir con una enorme ciénaga a la que el
país fue empujado por los que en la mirada de cada boliviano encontraron la
condenación y el desprecio.

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En 1942 nadie se atrevió a justificar la matanza afirmando que las medidas


represivas “eran la segunda acta de la independencia económica de Bolivia” (26)
ni la imbecilidad fue tan grande para delatar el objetivo del plan mencionado
en la misma declaración que la masacre permitiría “aplicar correctamente la
tercera fase de la Operación Triangular... logrando que los diez millones de
dólares que se invertirá con ese fin sean reproductivos” (27).

Matanza para el Progreso.

Nunca los norteamericanos se mostraron tan torpes ni sus sirvientes lucieron


tan cortos de imaginación. Que su dinero sirve para estancar el progreso del
país y adormecer ha conciencia nacional, es el precio que normalmente se ha
pagado por él, ¡pero excede toda medida tener que matar obreros para
obtenerlo! Un país que ha llegado a tal extremo de depravación no merece
existir. El gabinete de 1942 estaba formado por la leva encanallecida de la
gran minería, pero ninguno de sus miembros pretendió lauros políticos con
Catavi. La chatura intelectual de los protagonistas de mayo impresiona tanto
como la fría determinación de los americanos cuya estrategia colonial hacía
sus víctimas en ese momento en Santo Domingo y Catavi aunque el oprobio
para nosotros fuera mayor, pues el papel de los marines lo desempeñaron
hombres que llevaban el uniforme boliviano-Lechín buscando cómplices
solidarios, dijo pluralizando que “los militares” dejarían el gobierno “con la
satisfacción de haber pasado provechosamente a través de la historia actual”
(28). Y con la energía de un sargento puesto a la cabeza de un pelotón de

26
Declaración del Cnl. Lechín, “El Diario” 24 de mayo de 1965.
27
La misma declaración.
28
“El Diario”, 25 de Mayo de 1965.

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ajusticiamiento, añadió: “Con un decreto borraremos todos los errores


cometidos hasta el momento” (29).

Era un fascismo adolescente; con un decreto se borrarían todos los males, la


historia y los hombres también podían ser borrados. Este demiurgo de la
historia aseguró que en seis meses la minería nacionalizada estaría salvada y
que a los cinco mil supernumerarios de CMB se les ofrecería la oportunidad de
trabajar en pequeñas minas proporcionándoseles “ayuda técnica y
administrativa ilimitada” (30)

Si las masacres de mayo y septiembre hubieran resuelto algo, no asociarían la


estupidez ah crimen. Pero el maniobreo proseguía apenas encubierto por la
humareda de la prensa pagada: “aplicadas las medidas de rehabilitación
impuestas por la Junta Militar los tres financiadores habían acordado aportar
con los fondos correspondientes a la tercera fase” (2). La ruindad yanqui no
hizo excepción ni con los que se sacrificaron en su servicio. USAID y el BID
esperaban que el gobierno no pudiera dar marcha atrás para hacer más difí-
ciles las condiciones del crédito. No estaban satisfechos con la matanza, la
cesantía y la rebaja de los salarios. Hablaban de rehabilitación de la minería
sin dar un centavo. Lechín comprometía la entrega del zinc y de los
desmontes, pero los yanquis continuaban sin entregar un centavo. Las ne-

29
Id.id.
30
Un año más tarde CMB ordenó incursiones terroristas de la recientemente creada Policía
Minera contra “Karazapato” de Huanuni. consiguiendo la destrucción de la cooperativa y la
cesantía de más de mil trabajadores. Los familiares de estos fueron auxiliados con alimentos
donados por el Ministerio de Trabajo y S. S. y Naciones Unidas.
Las promesas de Lechín no trasuntan precisamente su preocupación por la historia. El primer día que llegó a CMB
declaró ante la estupefacción de todos que renunciaba su sueldo de 3.000 dólares como presidente de la entidad
porque continuarla viviendo con su salario do coronel del ejército. En agosto de 1065 más interesado en la
economía doméstica que en la historia, cobró a CMB todo lo que le adeudaba, si deuda puedo llamarse a un
derecho al que se ha denunciado voluntariamente. (N. del A-)

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gociaciones se arrastraban penosamente mientras los burócratas del BID


investigaban, evaluaban, estudiaban sobre el sangriento charco de mayo.

Entretanto la situación social en las minas se acercaba a la desesperación.


Todo el país exigía que los salarios de los mineros fueran repuestos a los
niveles de mayo. El gobierno accedió a un magro reajuste: 4 pesos para los
trabajadores de interior mina y 2 para los de superficie. El Ministro Gallardo
fue a las minas para convencer a los trabajadores. Los norteamericanos
continuaban su juego sangriento acechando ha oportunidad que les permitiera
dar el golpe gansteril cancelando el crédito con el que extorsionaron al país
durante cinco años. Gallardo aceptó el pedido de los trabajadores de incluir el
aumento 4-2 en el pago de aguinaldos y vacaciones. El pretexto estaba dado:
el BID y sus testaferros de CMB desencadenaron la tormenta. Lechín y el
ministro de Economía suspendieron su viaje a los Estados Unidos ante la
advertencia enviada por Sanjinés Goitia, embajador de Bolivia en Washington.
El gobierno amedrentado vivió momentos dramáticos. El “sistema de mayo,
según la textual y desnuda expresión del presidente de CMB, se estaba
“desvirtuando y casi destruyendo” (31). Gallardo fue blanco de todas las iras y
Lechín no tuvo miramientos: “cierta actitud inconsulta que cedió a la presión
de los trabajadores”, habría movido la suspensión del crédito, y descubriendo
implicaciones ideológicas en eh mísero aumento, recalca sin especificar si eso
le preocupaba a él o al BID, que el problema no radicaba en el monto “sino en
el precedente que implican las concesiones”. Barrientos salió en defensa de los
norteamericanos: cualquier gente que tenga que prestamos dinero, tiene
también todo el derecho de ver si 1e conviene o no le conviene hacerlo”. Y para
que su gaseoso lenguaje no dejara dudas, añadió: “Nosotros tenemos toda la

31
“Presencia” 24 de noviembre de 1965.

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obligación de mostrar que somos un país solvente” (2). Puesto que c-l país
tenía toda la obligación y ningún derecho, el ministro Gallardo fue echado del
gabinete y alejado del país, era una forma de demostrar solvencia.

La gente podía morir de hambre en las minas, el sistema tenía que ser salvado.

En medio de un clima de la más enervante opacidad moral transcurrieron


semanas y meses. CMB continuó afirmando su sistema. Fueron despedidos
técnicos sin valorar la experiencia que adquirieron en varios años de trabajo
para reemplazarlos por jóvenes que hacían su “año de provincias” en las
minas. La burocracia siguió creciendo. Muchos coroneles en edad provecta
fueron asignados a las gerencias de la entidad y cuando los cargos faltaron, se
crearon nuevas gerencias. En cada mina se designó un militar en las funcio-
nes de interventor con poderes semejantes a los del extinguido control obrero.
Nuevamente se recurrió al procedimiento de las “listas negras” de la Patiño y
los reclamos fueron sofocados con el despido y apresamiento de los obreros. La
vida en los campamentos ha tocado los fondos últimos de la miseria. La masa
trashumante formada por los cesantes, va volviéndose mendiga con el
procedimiento de las donaciones de víveres. Las pulperías están vacías. La
infección tuberculosa en algunos distritos alcanza al 80%. El trabajo no
avanza, los mineros están desmoralizados, se saben odiados y perseguidos. Es
el “sistema de mayo” cuya abyección culmina en los 400.000 dólares que es la
propine que obtuvo Lechín de los yanquis sacrificando la vida y la dignidad de
los mineros bolivianos (32).

32
Las negociaciones del monstruoso embeleco llamado Tercera Fase de la
“Operación Triangular”, tomaron tres años, dos de los cuales corresponden a
la gestión de Lechín. En lugar de 10,5 millones de dólares los enérgicos
directivos de CMB obtuvieron 400 mil. (N. del A.)

Réquiem para una República 117


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El país está invadido. Se han perdido sucesivamente el estaño, el zinc, el gas y


el petróleo. ¿1.500 millones?, ¿2.000 millones de dólares? ¿Quién puede decir
lo que representa la enajenación de esas reservas? La riqueza que se ha puesto
en manos de Gulf sobrepasa con seguridad los 1500 millones de dólares: el
país hasta e1 presente no ha obtenido ni la centésima parte de esa suma. De la
pérdida de “Matilde” se deben esperar ingresos menores que los que provienen
de las salas de cine- ¡Y dicen que Bolivia ofrece pocas oportunidades a la
inversión extranjera! Pero no confundamos las cosas. A los negreros que
vaciaron has aldeas africanas del pasado no se los llama inversores, ni
gobierno a los caciques que se vendieron por lentejuelas. No hay exageración y
si existe diferencia está en los abalorios, pero para el caso importa lo mismo la
quincallería del colonizador europeo o hablar en nuestro tiempo de “integra-
ción, y desarrollo” en el momento preciso en que se produce la doble
enajenación: una material, con la pérdida de enormes recursos naturales y
otra subjetiva que elimina las posibilidades de desenvolvimiento autónomo del
Estado.

Es la invasión del dinero extranjero y ha corrupción, su arma ofensiva. Los


organismos fiscales se desploman con los cimientos podridos. La Corporación
Minera de l3ólivia se desintegra, Y.P.F.B. queda bajo la tutela de Gulf, se
prepara la subasta de la Corporación Boliviana de Fomento, los rescatadores
se han adueñado del Banco Minero. El avance ha sido sistemático e invisible
como el de las termitas. En has gerencias, es la prensa, en los despachos
ministeriales estos insectos devoran pedazo a pedazo el porvenir de los
bolivianos. No se los descubre hasta que han producido el derrumbe. Primero
nos comen por dentro, luego nos venden. El país está en subasta y la
República convertida en baratillo.

Réquiem para una República 118


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Contra esta invasión no se pueden oponer soldados y cañones, solapada y


tenaz ha paralizado la resistencia nacional desencadenando un proceso en el
que e’ país todo va disgregándose poco a poco.

Bajo el empurpurado cielo de la República del Estaño, vendrán días difíciles.

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CAPITULO VIII
PSICOLOGIA DE LA NUEVA ROSCA

Lo que define la sustancia de Noviembre es el retorno de la mentalidad


oligárquica. Noviembre se cataliza con el retorno de esa mentalidad. Los
norteamericanos no podían actuar solos ni era necesario que lo hicieran. Fue
un reentre lamentable, tanto porque llené Ballivián y sus amigos del Banco
Industrial nunca podrá; parangonarse con Patiño —que como dueño del país
se conducía como tal— como porque entre la mentalidad del señor y del
mayordomo hay diferencias fundamentales. Como la troika minera no existe
más en la condición de señora exclusiva de este país, lo que queda de ella y los
burgueses de poca monta facturados en los últimos años del gobierno del
Movimiento Nacionalista Revolucionario y tonificados después de Noviembre
(mineros medianos, importadores y algunos industriales increíblemente
miopes), se ven con que eh país les queda grande. El fenómeno es doble: al
despertar las masas populares en 1952 crecieron y, en la misma medida, la
mentalidad oligárquica decreció. Estaba lejos de su alcance comprender y se
perdieron. Si fueron incapaces de superar la estratificación de sus ideas antes
de Noviembre, era imposible que lo logren después ante las apariencias de una
victoria (33).

La vulnerabilidad de esta derecha está en su miseria material y su reflejo


ideológico inconsistente y ambiguo. Como mentalidad que sobrevivió a duras

33
Léase las notas de la página de redacción de “El Diario” y se verificará que
los ideólogos de la derecha, por ejemplo el señor Jorge Siles Salinas, se
complace en estancar sus ideas en el Siglo XVIII; y hombres de empresa como
René Ballivián a qUien también le gusta escribir sobre los mismos temas, sería
echado del “Fígaro” por demasiado derechista. (N.del A.)

Réquiem para una República 120


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penas a 1952, ahora en amasijo con e1 refuerzo norteamericano, ha


engendrado un repertorio de ideas que puede caber en la cáscara de una nuez:
iniciativa privada y libre empresa, desnacionalización de las minas, integración
y desarrollo. No llegan a tener una imagen precisa del país, ni la fuerza de
clase de sus ideas es lo suficientemente vigorosa para que los beneficios de la
libre empresa los reivindiquen para si. Se conforman con las migajas que
dejan los norteamericanos reconociendo que e1 petróleo, ha construcción de
caminos o la metalurgia son negocios grandes para ellos. Patiño habría
sonreído: sabía que el tamaño del país era el propio suyo. Los hombres de
Noviembre se saben sobrepasados y aceptan con -humildad el puesto señalado
por los americanos.

Esta falta de energía descubre la debilidad de su raíz de clase; un burgués


boliviano operando un banco minúsculo y debiendo dinero a los nor-
teamericanos, o un industrial semiquebrado, no tiene la ambición ni la
perspectiva de clases burguesas más fuertes. Ni en sueños se proponen defen-
derse de los norteamericanos cuya política de acaparamiento de los recursos
nacionales mata la débil raíz de la burguesía boliviana. Mientras los
norteamericanos en diez años harán negocios de un millar de millones de
dólares con eh petróleo, estos pobres burgueses aceptarán recoger centavitos.
Y la verdad es que no merecen más: nacieron a destiempo y la historia los ha
condenado. Esta destrucción material es mucho más inexorable que las
masacres de obreros con las que los norteamericanos no podrán suprimir la
presencia histórica de una clase, a la que además irán creando constan-
temente aunque conviertan el país en un nuevo Puerto Rico. Esta es la
formidable contradicción: no pueden prescindir; de los obreros, pero dejan de
lado la pobretería burguesa o la conservan en la medida estrictamente
necesaria.

Réquiem para una República 121


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Sergio Almaraz Paz
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Universidad Mayor de San Andrés

Si señalamos la pobreza del arsenal ideológico de Noviembre es en razón de las


insuficiencias de la oligarquía, pero el fondo del problema no es de mentalidad,
puesto que ni el más habilidoso manipuleo de las ideas podrá imponerse
cuando la realidad sigue otra dirección. En otras palabras: ¿los agresivos
empresarios del Banco Industrial podrían disputarle su poder a la Gulf?, o —
tratándose de empresas más modestas—— tomar para si la explotación del
zinc de “Matilde”? No, porque la realidad está en Guhf y Philips Brothers y no
en los burgueses timoratos del Banco Industrial. Y, naturalmente, queda
descontado el hecho de que el Sr. René Ballivián no es Morgan, ni Barrientos
es Bismark. Su impotencia frente a los hechos descubre un nuevo matiz en los
planos de la ideología: no entienden el país ni tienen idea -de lo que hacen.
Desde la gerencia bancaria y el & despacho presidencial se recitan papeles de
oscura significación. Están también a su modo alienados: (34) se sienten
dueños del país, pero no pueden compararse con Patiño. Tienen asociaciones
de empresarios, influyen en los bancos, escriben en la prensa: se fingen
dueños pero dudan de serlo. Entre el impulso y la realidad se interponen los
norteamericanos. Hay que conceder que no es fácil alcanzar alguna coherencia
cuando se deben combinar conceptos como “desarrollo e integración” con el
sabotaje contra la fundición de esta-no o la entrega del petróleo y el gas, del
zinc y la reserva estañífera.
Otro rasgo de la mentalidad oligárquica después de Noviembre es que perdió
rápidamente todas sus armas contra el Movimiento Nacionalista
Revolucionario pon un proceso político violentamente erosivo. La bandera de
Noviembre fue esencialmente moralista: la “institución tutelar” (ejército> se

34
Alienación: Humildad con los yanquis, arrogancia con los bolivianos. (N. del
A)

Réquiem para una República 122


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levantaba contra la violencia y la corrupción administrativa. Una moral


abstracta, cobertura de todos los movimientos contrarevolucionarios, servía a
los fines de movilizar el moralismo de las capas medias. Los gestos de
austeridad flotan sobre el mar de negociados.

Réquiem para una República 123


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