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UNA VISION. DEL INFIERNO Entré a la Sala del Juicio, que era se- mejante a cualquiera de los salones de nuestros tribunales de justicia; en la si- Ila del Juez estaba Jestis con un semblan- te duro'y severo: ninguna sonrisa, ni tam- “poco miraba con cefio, sino como cualquie- ta de nuestros jueces aqui en fa tierra, A su derecha estaba una escalera de blanqui- simo marmol y al pie de ella estaba un angel blanco. A su izquierda estaba una escalilla angosta y muy obscura que con- ducia abajo de la tierra y un Angel negro con alas negras estaba alli. : Yo estaba observandolo todo; en se- guida entraron en fila todas las nifas de la Escuela Biblica de Glad Tidings, una por una; y cuando Jesus nos vid, no hu- bo ni una sonrisa ni un movimiento en su rostro, El nos indicé que pasdsemes 3 su derecha y alli nos paramos,’ forman- do un semicirculo, y esperamos. Después de, un rato, por el pasillo de en medio entraron veintiuna muchachas, todas pol- veadas y pintadas, con el cabello. recor- tado, faldas cortas y medias de seda trans- parentes. Todas se pararon en rededor de la silla del Juez como esperando su sen- _tencia, Jestis, las vid y les dijo: _ “Con vuestro polvo y pintura’y con la exposici6n de vuestra carne habéis arras- trado hombres al infierno. Id-a encontrar- los alla’. oe - El indicé al angel negro que se hic cargo de ellas, y una por una bajaron la escalera angosta; entonces Jesus me jo que fuera y viera lo que les esperaba, yo segui al Angel negro que caminaba tras -de la ultima de las muchachas.. Al bajar ellas por aquella escalera an. gosta, obscura y en forma de-caracol, piedras negras se ‘convertian en brasas vas. jOh, c6mo aquellas amuchachas gri- taban y aullaban, pero no ‘podian escapa porque habia dos paredes negras, una cada lado! Abajo, abajo iban, parecia c mo si fuésemos a llegar al centro de lat rra. Yo no senti el calor. Yo seguia det del angel y cuando él y yo pasabamos ¢ piedras, estaban negras y no quemab Por fin, llegamos a una gran abertura en la pared y alli habia’ una gran horni alta y dos angeles negros.estaban a uno y otro lado. En cuanto entraban las mu- chachas, todas se fueron parando en un semicirculo en frente de la hornilla y.a bos ‘angeles empezaron a mirar las mu- chachas y en seguida tomaron cenizas ar- diendo y las ponian en sus caras en lugar de polvo; y luego brasas vivas en los la- bios y las mejillas para pintarlas. jOht!, cémo aquellas muchachas chillaban; gri- taban y aullaban, pero estaban absoluta- mente indefensas; no podian hacer nin- guna resistencia y una por una tuvo q pasar por este procedimiento. Después ‘de terminar alli, y en el camino para la sali- da, tuvieron que pararse en upa ‘especie de banquillo, en donde por otro procedi- miento, sus: piernas fueron congeladas. Después de esto seguimos por una és-— calera arigosta de ‘caracol que pa- recia llevarnos al mismo centro de la tierra y seguimos hasta llegar al lago” de fuego, y alli nos paramos. “Parecia como si una cafietia angosta de agua, alguna. clase de barra de fierto atrave ba por. encima del lago de fuego, y el angel. negro las mando a las muchachas | que pasaran por encima de esta caferia, y tuvieron que hacerlo. Con el menor mo- vimiento falso,.o con la mAs leve vuelta tendrian que caer en ‘el fuego, pero nin- guno cayo y las veintiuna muchachas pe manecieron alli..Abajo podian verse las cabezas de hombres flotando en ef fuego liquido.. El angel dijo a las muchachas NTOSOTRAS HABE!S. ANHELADO LA ADMIRACION DE ESTOS HO. BRES. LA TENDREIS: POR IEDR ETERNIDAD’”. ee! | Angel volvié y me dijo; “Volvamo- y nos*volvimos a la Sala del Jui- sis estaba alli y las muchachas de ela conforme las habiamos dejado. fas volvid a mi y me dijo: “KHORA, HIJA, ;CONTINUARAS U USANDO POLVO Y CREMA?”. ‘conteste: “NO, SENOR, NUNCA, [UNCA’’. & ‘Entonces se volvid a las muchachas y s dijo: “APRENDED LA LECCION == “Las muchachas salieron y yo. me que- sola con Jess y los dos angeles en 1 Sala del Juicio. Pronto vinieron por | pasillo:de en medio veintiin predicado- 8, todos con sus Biblias en la mano, mi- ndo en toda direccién con grande arro- ancia como si viniesen a reclamar una re- ompensa. Mirando con atencién ‘vi que | primero era uno que yo reconoci, y su abeza estaba-inclinada y estaba orando ada momento al acercarse al Juez. Cuan- » do Jestis lo vid su rostro cambio y con | mas tierna y amorosa sonrisa le ‘dijo: ‘BIENVENIDO SEAS, CANSADO PE- REGRINO”’, ¢ indicé al angel blanco a m derecha y luego vinieron por la esca- lera blanca dos brillantes -blancos y !u- minosos angeles; uno. traia una corona y el otro una tinica blanca; mas no se me permitid ver lo que pasd en seguida. — , Los otros veinte predicadores estaban alli experando su sentencia. Jests miro a cada tino de ellos y luego dijo: ~*V.OSOTROS HABEIS ENGANADO ALA. GENTE; ID ALLA DONDE VUESTRAS CONGREGACIONES OS ESTAN ESPERANDO”. “Indicé al Angel negro’a su izquierda y los predicadores descendieron por aque Ha es alera angosta, negra y en forma de faracal. Sucedid lo mismo que cuando habia:i pasado las muchachas; las piedras negras se volvian brasas ardientes, y ba- jabamos, siguiendo’ para abajo hasta que Parecia el centro de la tierra. Por fin se @briern puertas a ta derecha y cada mi- nistro entré a su iglesia o congregacién. El anyel me hizo entrar con el ultimo de os ministros. Era como una iglesia, sola- ente que las paredes eran de fierro ca- ntad.). al rojo. La congregacién estaba toda a'li en sus bancas, y cuando entro. el” minist‘o todos a una voz exclamaron: “Te e:tabamos esperando; ‘iqué es lo que nos ves a ‘predicar ahora?” El ministro dié un fuerte alarido y dijo: ~ ‘ij;/BL INFIERNO ES UNA REA- IDAD!!!”” = Llamé al orden.a la congregacidn. y di- jo: ‘“‘Cantemos un himno”’. Abrieron sus libros y comenzaron a cantar; pero er lugar de voces salian agudas lenguas de fuego. Yo estaba horrorizada y me es- condi detras del angel y exclamé: ‘'jSa- came de aqui, llévame fuera de aqui; no. puedo sufrir esto por mas tiempo’. Y el angel me sacd y volvimos adonde estaba Jesiis y yo le suplique que me dejase it porque no podia soportar de ver mas de * esas escenas; pero me dijo que esperara, que habia algo mas que ver... Esperamos un momento y luego vinie- ton en gran confusién, todas hablando.a la vez, unas tratando de pasar adelante de las otras, veintiuna madres, algunas de ellas ricamente vestidas y casi todas traian joyas. Cuando Ilegaron cerca de Jest ex- clamaban: ‘‘;Dénde estan nuestras hijas? iDénde est& mi hija? ;Qué has hecho con mi hija?’’ Todas trataban de hablar al mismo tiempo, todas estaban muy exci- fadas y sus ojos desmesuradamente abier- tos. Jestis las miré con rostro severo e in- mutable, indicé al angel negro y dijo a las mujeres: - “ID Y VED A DONDE HABEIS MANDADO A, VUESTRAS HIJAS”.. El angel negro les sefialé la escalera por donde debian bajar, y una por. una baja- ron, mas esta vez las piedras no se vol- vian brasas ardientes como anteriormente. Yo segui a la ultima, detras del Angel. Y abajo, abajo fuimos por esa escalera. Por fin se abrid una puerta y entramos a un salén gtande y cuadrado; eta un her- moso salén de baile y habia alli de se- -senta a ochenta muchachitas como de siete hasta doce afios de edad, y estaban bailan- do los bailes de la ultima moda. Cuando ya pude ver claramente lo que estaba pasando, quedé horrorizada y temblaba: de pies a cabeza. Todas las ni- fias estaban desnudas, y una inmensa vi- bora estaba enredada por todo el cuerpo de cada una de ellas y la cabeza se balan- ceaba del cuello de cada muchacha. Era demasiado horrible para expresarlo en pa- labras y le supliqué al angel que me saca- ra de alli. En ese momento el angel apun- toval frente del salén a donde todas las muchachas daban la cara; y alli sobre una especie de plataformia estaba: un dragén o serpiente monstruo; la cola extendia por _algunos pies sobre el suelo y el resto del cuerpo estaba enrollado formando la fi- gura-o numero ocho, y en medio de la fi- gura‘ ocho’ estaba ‘la inmensa cabeza, Era — mas de lo que podia‘soportar y lloré y su- pliqué al angel que me sacara de alli, y asi lo hizo. Volvimos a la Sala dei Juicio y pedi - a Jesis-que me dejara volver porque. me era imposible ver mas. de esas escenas; y me dijo: . “VUELVE Y DI .A MI PUEBLO TODO ESTO”. A. C. de V. Sn. Francisco, Cal. U.S. A. (Republicado de Chile, Pentecostal, de Mayo, 1924; a peticiéri de varios). &

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