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EL LIBERALISMO

POLÍTICO DE LOCKE.
CONTENIDO

1. Introducción......................................................................................................................................... 2

2. El estado de naturaleza ....................................................................................................................... 2

3. El contrato social ................................................................................................................................. 3

4. La sociedad política .............................................................................................................................. 4

5. La teoría de la propiedad ..................................................................................................................... 7

6. La tolerancia religiosa .......................................................................................................................... 8

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1. INTRODUCCIÓN
Además del tema del conocimiento, es una ocupación constante, entre los empiristas, la
reflexión filosófica acerca de la política y la moral. John Locke tuvo, en estos ámbitos,
una enorme influencia en el origen de la filosofía política liberal: su formulación de la
teoría del contrato social, el liberalismo y el individualismo, van a conformar el
pensamiento político de los siglos posteriores e influirán decisivamente en los
pensadores ilustrados (Montesquieu, Rousseau, Diderot) y en los utilitaristas (Bentham,
Mill). Por otra parte sus ideas se plasmaron en distintos cambios sociales como la
Revolución Francesa, la Revolución y la Constitución americana y, en general, en toda
la tendencia liberal progresista que se opuso al absolutismo político en el siglo XVIII.
En sus escritos políticos (Primero y Segundo tratado sobre el gobierno) el autor elabora
una forma de constitucionalismo liberal que se va a imponer en la revolución inglesa de
1688. Las dos obras citadas toman como objetivo inequívoco la deslegitimación del
gobierno absoluto y arbitrario.
En el Primer tratado sobre el gobierno, Locke trata, principalmente, de refutar la
justificación que del absolutismo y de la autoridad hereditaria ofrece uno de los
representantes más solvente de estas posiciones: sir Robert Filmer.
En el Segundo tratado sobre el gobierno, se dedica, Locke, a presentar su alternativa
política marcando sus diferencias, primero, con los defensores del derecho divino, y,
segundo, con aquellos que, como Hobbes, extraían consecuencias absolutistas de la
teoría del contrato social. En lo que sigue, nosotros prestaremos principal atención al
Segundo tratado sobre el gobierno.
Según Locke, la monarquía no se funda en el derecho divino, sino que la sociedad y el
Estado nacen del derecho de la naturaleza que coincide con la razón. De esta manera se
refutaba la doctrina de la iglesia anglicana y del partido de los “tories”o conservadores,
que defendían la legitimidad de los reyes sobre la base del derecho divino. Locke
propone que para fundamentar racionalmente la sociedad es preciso saber cuál es el
estado natural del ser humano. Rousseau nos dirá que el ser humano es naturalmente
bueno, Hobbes que es naturalmente malo, Locke que los seres humanos en el estado de
naturaleza son libres e iguales entre sí, viviendo en una atmósfera de absoluta libertad y
gozando de los frutos de su propio trabajo.

2. EL ESTADO DE NATURALEZA

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Según la teoría que nos presenta el autor en el Segundo Tratado, tanto el origen como la
legitimidad de la sociedad civil remiten a un estado anterior que, regido por la ley
natural, poseía como principios básicos la libertad de cada individuo para disponer de
sus propiedades y la igualdad, entendida como ausencia de jerarquía social. En este
estado natural la ley de la razón, que es la ley natural, autoriza a los hombres a hacer
todo lo posible para garantizar su supervivencia, y les impele a preocuparse por la
conservación de la vida, la libertad, la salud y los bienes de los demás seres humanos.
Ahora bien, esta situación no puede, sin embargo, considerarse perfecta: aunque ningún
hombre tiene superioridad o jurisdicción sobre otro (no existe organización política) la
falta de leyes compartidas, lo vuelve vulnerable a las amenazas de agresiones e
infracciones de la ley natural. Lo que se quiere decir es que, en el estado de naturaleza,
resulta difícil la defensa de los derechos individuales, por una parte porque no es posible
defenderse de los ataques de las demás personas y, por otra, porque, al ser juez y parte
de sus acciones, cada individuo puede excederse y ser arbitrario en la defensa de sus
derechos. En consecuencia, el estado de naturaleza, no porque el hombre sea por
naturaleza egoísta o inclinado a la maldad, como creía Hobbes, sino que, por
imposibilidad legal del propio estado de naturaleza, se ve incapacitado para defenderse
de la arbitrariedad y el exceso de los seres humanos que pervierten tal estado de
naturaleza originario transformándolo en un estado de guerra. Así pues, debido a la
imposibilidad legal del estado de naturaleza para conservar la paz, se hace necesario una
ley objetiva y una organización política que remedie esta situación.

3. EL CONTRATO SOCIAL

El paso del estado de naturaleza al estado político parte de la libertad de los individuos y
se produce como resultado de un acuerd, como veremos a continuación. Antes, sin
embargo merece la pena indicar algunas características acerca de la naturaleza de ese
tránsito. El paso a la sociedad civil es una transformación que tiene como misión
primordial preservar el contenido moral de la naturaleza humana, comprendida como un
conjunto de derechos que deben ser protegidos. Con ello Locke establece el principio
fundamental de su ataque a la política absolutista: la constatación de la continuidad
moral que se da entre el estado de naturaleza y el estado civil que él propone. Todo
Estado está subordinado moralmente a la ley natural, cuyo contenido (los derechos a la
libertad, la propiedad y la vida) ha de permanecer intocable en este tránsito:

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“la ley natural subsiste como norma eterna de todos los hombres, sin exceptuar a los
legisladores”.
Esto permite que se restrinjan de modo radical las actividades legítimas del gobierno
civil, pues se le exige la salvaguarda de los derechos recogidos en la ley natural: ni
siquiera la autoridad legítima puede decidir sobre todo (crítica frontal al absolutismo).
Decíamos que la transformación del estado de naturaleza en estado político es el
resultado de un pacto o acuerdo:
“Lo que inicia y realmente constituye una sociedad política cualquiera no es otra cosa
que el consentimiento de un número cualquiera de hombres libres capaces de formar
mayoría para unirse e integrarse dentro de semejante sociedad. Y eso, y solamente eso,
es lo que dio o podría dar principio a un gobierno legítimo”.
Según esto el origen de la sociedad se encuentra en un pacto entre iguales, al que se
llega a través del consenso y la discusión pública, respetando y acatando la decisión
mayoritaria que habrá de buscar siempre el bien común de la sociedad y su equilibrio
pacífico. Esto supone, por un lado, una renuncia parcial de cada individuo a su libertad
en el sentido en que cada individuo se compromete a ceder su poder natural de defensa,
su poder de castigar, y, por otro, el mantenimiento de la igualdad exigida por la ley,
puesto que todos los individuos renuncian por igual a su poder de castigar y ninguno
posee capacidad de legislación mayor que otros.
Por lo tanto, dondequiera que cualquier número de personas se junten en una sociedad
dispuestas a abandonar cada uno su poder ejecutivo de la ley de la naturaleza, y a
renunciar a él a favor del poder público, allí y sólo allí habrá una sociedad política o
civil. Y esto se da dondequiera que un número cualquier de hombres, en estado de
naturaleza, pase a formar una sociedad con el fin de que construya una persona o cuerpo
político bajo la soberanía de un gobierno supremo, o también cuando cualquier
particular se une e incorpora a un gobierno ya hecho.
J.LOCKE: Dos Tratados sobre el Gobierno (1.680-1.690).LII, Cap.VII

4. LA SOCIEDAD POLÍTICA
A partir del pacto, consentido por todos los individuos, nace la sociedad política. El
poder del estado no es ilimitado, ni absoluto ni arbitrario: efectivamente, si los hombres
han considerado imprescindible crear un sistema legal y político en el que se evitase la
arbitrariedad en la que caen los individuos cuando son jueces de sus propias causas,

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sería contradictorio seguir concediendo este privilegio al soberano, tan sujeto a las
debilidades humanas como el resto de los hombres. Locke busca aquí promover un
estado basado en el control parlamentario de la actividad del rey cuestión que era tema
de discusión en las décadas anteriores y factor de distanciamiento entre los tories y los
whigs. El rey, si no respeta las condiciones del pacto se autoexcluye de la construcción
de la ley y retrocede al estado de naturaleza. La tiranía en general es, por lo tanto,
impensable como régimen legítimo. Si en Hobbes la presencia de un soberano absoluto
era necesaria para evitar la disolución de la sociedad, en Locke la sociedad civil sólo se
comprende en ausencia de un soberano absoluto. Los gobernantes están al servicio de
los individuos, ya que estos renunciaron a su libertad para que sus derechos fueran
protegidos. En el caso de que el soberano no cumpla su función (promover el bien
común) el pueblo tiene derecho a la insurrección y a la anulación del pacto.
Y por lo tanto, es evidente que la monarquía absoluta, la cual es considerada por
algunos como la única forma de gobierno válida en el mundo, es de hecho incompatible
con la sociedad civil y, por lo tanto, no puede ser una forma de gobierno civil en
absoluto. Dado que el fin de la sociedad civil es evitar y remediar aquellos
inconvenientes del estado de naturaleza que se derivan necesariamente del hecho de que
cada hombre sea juez de su propio caso, estableciendo una autoridad conocida a la cual
cualquier miembro de esa sociedad pueda apelar en caso de ser injuriado, o en caso de
una controversia que pueda surgir, y a la cual todos los miembros de dicha sociedad
deban obedecer. Dondequiera que haya un grupo de personas que no tengan tal
autoridad a la que apelar, y que pueda decidir cualquier diferencia que entre ellos pueda
surgir allí, esas personas estarán aun en el estado de naturaleza. En él se encuentra a
todo príncipe con respecto a aquellos que estén bajo su dominio.
J.LOCKE: Dos Tratados sobre el Gobierno (1.680-1.690).LII, Cap.VII
Según Locke, para evitar el absolutismo, el abuso y la corrupción es preciso separar los
poderes. Distingue tres tipos de poder:
Poder legislativo: debe ser ejercido por el Parlamento, que es quien formula y dicta las
leyes que obligarán a todos los miembros de la sociedad sin excepción. Es el que regula
la conducta social. Debe ser supremo y elegido y renovado en el tiempo por el voto
popular.
Poder ejecutivo: es el encargado de gobernar mediante leyes fijas, establecidas y
promulgadas y conocidas por el pueblo. Empleará la fuerza de la comunidad dentro de

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la misma. Es el poder que debe tener el monarca. Este poder ejecutivo incluye el Poder
federativo, que está referido a las relaciones con otros estados.
Ya que en este caso autoriza a la sociedad o, lo que es lo mismo, al poder legislativo de
ella a hacer leyes para él, tal y como el bien público de dicha sociedad requiera, para la
ejecución de las cuales es preciso (como para sus propios decretos) su colaboración. Y
esto pone a los hombres fuera del estado de naturaleza y dentro de aquella república
[Commonwealth], estableciendo un juez en la tierra con autoridad para la determinación
de todas las controversias de derecho que surjan entre ellos, y para reparar las injurias
que habían podido ocurrir contra cualquier miembro de la república [Commonwealth],
el cual será juzgado por el poder legislativo o por los magistrados señalados para tal fin.
Y dondequiera que hubiera un número de hombres de alguna manera asociados, que no
tuvieran tal poder decisivo al que apelar, entonces allí estarán aun en el estado de
Naturaleza.
J.LOCKE: Dos Tratados sobre el Gobierno (1.680-1.690).LII, Cap.VII
Estas ideas constituyen los principios fundamentales de todo estado democrático.
Montesquieu recogerá esta teoría liberal y establecerá definitivamente los tres poderes
(legislativo, ejecutivo y judicial) que rigen las sociedades democráticas actuales.
Además de la separación de poderes podemos enunciar simplemente alguno de los
rasgos de esa sociedad política de la que habla Locke y que han pasado a formar parte
de la tradición política occidental:
La exigencia de que en esta sociedad de la que hablamos existan los canales de
apelación y protección de los derechos individuales que eviten la indefensión
jurídica y política.
El ordenamiento legal ha de poseer como características fundamentales la
concreción y la reconocibilidad, que impedirán los errores y las disputas en la
interpretación de la ley natural y convertirán la legalidad natural en justicia
institucional.
La ley civil sólo puede tener validez como ley escrita.
La legitimación del derecho de resistencia, entendido como restitución del poder
civil arrebatado a sus legítimos poseedores.

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5. LA TEORÍA DE LA PROPIEDAD

La teoría política de Locke se fundamenta, en gran medida, en una teoría de la


propiedad, contraria a la vigente durante la edad Media, y muy en consonancia con el
capitalismo emergente. Veámosla resumidamente. Locke comienza afirmando que la
primera propiedad que posee un individuo es la propiedad sobre sí mismo, sobre su
propia persona, y, por lo tanto, la propiedad sobre su actividad, sobre su trabajo. El
trabajo lo realiza el individuo sobre los bienes comunes de la tierra, otorgados por Dios
al conjunto de los hombres. Al invertir su trabajo sobre un bien común, el hombre
convierte este bien en un bien de su propiedad, con la única limitación de dejar parte de
estos bienes para los demás y no desaprovechar ninguno de ellos. Con la aparición del
dinero se produce desaprovechamiento de los bienes. En efecto, en condiciones
premercantiles el individuo no tiene deseos de apropiarse de más bienes que los
necesarios para su supervivencia, pero con la aparición del dinero nace el deseo de
aprovisionarse de lo necesario para el futuro, de modo que los hombres comienzan a
acaparar y acumular capital. Esta postura de Locke inaugura el modo de pensar del
capitalismo: el individuo es libre de usar sus propiedades, y su trabajo, como quiera,
incluso puede venderlas o intercambiarlas. El derecho a la propiedad reside en el
esfuerzo que se puso para conseguirla y en la posibilidad de disponer de ella libremente.
De esta manera el individuo es responsable de su calidad de vida sin que pueda pedir a
otro ninguna responsabilidad al respecto. El estado propuesto por Locke tendría como
misión principal la conservación de las propiedades de los individuos. La visión que
tiene Locke de ese estado es algo así como una sociedad anónima en la que todos los
socios deben considerarse propietarios. Consideraba que todos los individuos son
miembros de la sociedad, pero sólo los propietarios son miembros de pleno derecho. Es
decir, se propone que los órganos políticos de gobierno se elijan por sufragio entre los
individuos propietarios y se constituyan por miembros igualmente propietarios. En otro
caso, si los no-propietarios participaran del poder político, no habría garantía de que se
mantuvieran las instituciones de propiedad existentes. Su modelo de gobierno propuesto
es el de una democracia representativa, esto es, una democracia en la que los ciudadanos
sólo ejercen su derecho a elegir representantes pero no intervienen en los órganos de
gobierno, modelo que, a la postre, se impuso en los sistemas democráticos occidentales.

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6. LA TOLERANCIA RELIGIOSA

La Carta sobre la tolerancia de Locke representa una de las primeras reflexiones sobre
la tolerancia religiosa. La obra resume los argumentos propuestos por los defensores de
la libertad religiosa, desde la Reforma de Lutero, en un momento en que el respeto por
las diferentes confesiones religiosas no era aceptado por todos. El derecho a la
tolerancia religiosa fue uno de los primeros derechos aceptados por la Modernidad. Por
esto, esta pequeña obra de Locke adquirió una enorme importancia e influencia. La
defensa de la tolerancia religiosa es una exigencia moral, pero también se inscribe
dentro de los principios de la tolerancia política, en el sentido en que pertenece al
contexto de la libertad individual. La teoría de Locke sobre la tolerancia es una
consecuencia de su teoría política. Locke piensa que los males que padece la sociedad
política no son consecuencia de la división religiosa, sino de la intolerancia de unas
personas hacia la creencia de las otras. En este contexto de la tolerancia entiende que la
iglesia es una sociedad libre y voluntaria de personas que tiene por finalidad el culto a
Dios para adquirir la vida eterna. Por esto, nadie puede ser obligado a entrar o
permanecer en una iglesia. Para Locke, el uso de la fuerza para coaccionar en materia
religiosa no tiene sentido y es absurda e ineficaz, porque ningún hombre puede
configurar sus creencias según el dictado de otras personas. De este modo, una de las
condiciones que debe cumplir un gobierno que vele por los intereses de todos los
individuos es el principio de tolerancia. Locke pone de manifiesto los aspectos
siguientes: Las guerras de religión son fruto de la intolerancia; si existe libertad
religiosa ninguna religión hará la guerra a las demás. Las comunidades religiosas son
comunidades libres y voluntarias Toda persecución religiosa es contraria al espíritu de
caridad predicado por la misma religión. La verdad no puede ser monopolizada por
ninguna iglesia ni individuo. Para el conocimiento de esta verdad todos tenemos el
mismo instrumento: la razón. La tolerancia es la característica de la verdadera religión.
En definitiva, la libertad religiosa presupone la secularización del estado y la política y
la separación y diferenciación de lo civil y lo religioso.

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