You are on page 1of 67
100 Fl Brujo Sarabanda cuando me montaba, hacia que las cosas que pasaban se comentaran muy rapido entre los latinos y todos querian resolver cosas, encontrar trabajos, salir de problemas, tener papeles. No paraba de rayar, raya pa’ aqui, raya pa’ all, Qué manera de rayar y de buscar el dinero. Me hice muy famoso y me compré carro y todo. Los cubanos pasaban mucho frio y trabajo en Nueva York en ese tiempo y yo, con los animales que sacrificébamos en los rayamientos y el dinero de mis consultas, daba todos los dias de comer a veintipico de cubanos. Elsita cocinaba para todo el mundo. La vida me empe- zaba a ir bien. En Nueva York todo el mundo salia a la calle y los cuba- nos se pasaban unos a otros los contactos. Todo el mundo hablaba de mi y se me conocid, de boca a boca, en muy poquito tiempo. Después de un tiempo habia perdido un poco el contacto con Orestes, un dia que estaba muy bien fui a buscarlo a su taller y lo traje para la casa. Al entrar se quedé frio, porque acababa de rayar a un tipo llamado César que tenia una muebleria. Era dominicano y le dije‘no me pague, déme muebles, y me amueblé la casa. Cuando Orestes vio que me iba tan bien, se puso tan contento, tan feliz que me dijo: —“Mira negro, de todos los que yo salvé y saqué del Mariel, ti eres el uan'® el mejor, no levé a nadie a mi casa, sélo a ti. Tt has sido el que mas orgulloso me tiene y el que mas me ha ayudado” Y me hice m: amigo de él. El tenia sesenta aftos, pero era fuerte y vitalista, Siempre queria saber cosas de su vida y empezé a querer mirar todas sus cosas conmigo. Queria que fuera a su casa. —“Tii eres mi consorte®, eres mi yamba””” 68. El uno. 69. Colega, compadre 70. Socio. EIBrujo Sarabanda 101 Lo hice muy bien con él porque le estaba muy agradecido. Ellos me Ilevaron a todos los sitios, a todas las playas, se habian portado como unos familiares. Ya hubiera querido mi familia haberme dado tan solo un poco de lo que él me dio. Tengo sus fotos de recuerdo, Dios es muy grande. Planté bandera En Nueva York me cogieron mucho respeto. Tenia mucha fama, fui el primer palero que vino con el Mariel, el primero que plant bandera’ y que tenia un pueblo que le seguia. Después vinieron unos cuantos, pero ninguno ni de cerca se parecia a mi. Eso queda escrito. Estuve tres afios en Nueva York. Era muy facil conseguir todas las cosas en las botanicas” y resultaba mas facil rayar a una persona que hacerle santo. Yo consultaba con el chamalongo y la videncia. Pero la mejor forma de defender y atacar era con Sarabanda. El perro es de Sara- banda. perro de la prenda. Cuando Ilega Sarabanda viene como un perro de prenda, limpiando todas las cosas. El perro que yo di en Nueva York a mi nganga® fue un perro negro rabioso que me vendieron en una ‘uando se monta el caldero, lo primero es dar ese animal, el perrera y que iban a sacrificar. Les dije que iba a darle mejor uso, y a partir de ese dia al que se enfrenta con mi Sarabanda le sale a buscar un perro rabioso. ‘Todas las prendas que se montan, Lucero, Siete Rayos, Madre de Agua o Mamé Chola” son diferentes entre si. No todas llevan las mis- mas cosas, algunas no llevan machete, no tienen que tener perro. Sdlo es Sarabanda el que lo lleva. La gente no se raya por Sarabanda si no es hijo de él. Cuando uno se raya, todo es diferente dependiendo de la entidad que se monta. La ceremonia es la misma, pero la de Sarabanda 71. Bstabl por primera ver, realizar un primer rayamiento. Tiendas especializadas en articulos de afrocubanidad y santeria. Prenda donde vive el espiritu del brujo. 74, Nombres de diferentes prendas que se montan. Equivalen, en Ocha, a Elegud, Chango, Yemanya y Ochun. 102 El Brujo Sarabanda es mas poderosa. La mas invencible, el tronco mayor”, la primera y la mas fuerte, Para toda la vida. Sarabanda equivale a Ogun’® en ocha”’, el hierro. Lleva todas las herramientas, clavos, machetes, pistolas, puna- les, cadenas, bolas de arrastre, yunque, martillo, alicates, tenazas, pin- zas, pico, azada, pala... Nganga no muere nunca. ;Cémo va a morir si quien lo dirige es un muerto? Los paleros tienen miedo de que otro pa- lero vaya a su casa y le echen un brujo a su prenda para matarla. Pero eso no le ocurre a las prendas fuertes. A todos los que conozco, a los mis grandes, les dejo solos en el cuarto, para ver si echan algo. La mia tiene un tratao” que si le echas algo para matarla, el que te vas eres tu. A mi me decian: —Lo que cargas contigo . Los que tienen vista” me dicen: —“no te pueden vencer”. Como voy a estar aqui sino .... Yo soy un guerrero. Cuando salf en Cuba, me fui por encima de todo el mundo. Cuando todos iban a mi casa, me echaban brujo. Pero mi Sarabanda era el brujo con maytiscu- las. Para ser un buen palero tienes que nacer para eso, Tienes que nacer brujo y tienes que tener muerto que no coma en casa de nadie. Si no tienes eso, te vas a pique y no llegas a Roma. La mayoria de los paleros, no adelantan. De todos los que vinieron, no conozco ni uno que esté bien. Todos viven mal, no hay asentamiento, no hay seguridad. Para una guerra hay que tener todo tipo de armas. Los paleros no son espiritistas. No encontraran un palero que haga una misa. El palero no cree en eso. Sin embargo no hay una cosa que limpie més que una boveda espiritual. Por eso mi fama siguié creciendo en esos El de mayor importancia y prestigio. 76, Santo guerrero del panteda yoruba. 77, Regla de ocha, o santeria. 78. Conjuro. 79, Clarividencia. El Brujo Sarabanda 103 Boveda Espiritual dias. El éxito, el dinero, una ciudad como Nueva York, me llevaron a hacer muchas locuras que tenia que ha pocos afios, mucho poder, mucha fuerza, drogas, bebidas, mujeres, fiestas, guaperia. En Nueva York los tambores de palo™ se llenaban. Era palo vivo. Asistian entre setenta y cien personas. Guapos y paleros habia muchos en Nueva York pero nadie a mi nivel. Alli no tenfa contrario, yo era un “tata’, abuelo arriba de la prenda. Rayé como Tata Sabilongo con la trascen- dencia que tiene. Necesitas nacer con eso. Para ser un buen palero hay 80. Toque de tambores que se hace ante la prenda 104 El Brujo Sarabanda una mecanica. Pero si no tienes un gran brujo, un gran espiritu, y el ashé propio, no habria ocurrido como pas6. Pero mi espiritu y mi santo Ochosi vieron que debia bajar la pre- sin. Que debia cambiar y no apoyarme sélo en el palo para no acabar como todos. Y empezaron a moverme con su influencia, que yo no sentia, pero que ellos ejercian. Sdlo di un tambor de santo en Nueva York. A él vino Ochosi, me monté y dijo que yo tenia que irme de alli, que esa ciudad ya no era para mi. Que si no le hacia caso, me vendria a llevar. A mi no me importé. Cuando me lo dijeron, pensé en no hacerle caso, porque estaba muy bien alli, Pero el santo veia més lejos que yo y muy pronto me lo volveria a recordar. En Nueva York me conocian como el Nato el kerewus, Nato el palero o Andrés el Nato. La ciudad estaba Ilena de cubanos. La mayor parte de los ciento vein- ticinco mil que llegaron, se fueron a Miami y Nueva York fundamen- talmente. Yo no conocia el pais y al llegar pedi Los Angeles. No queria Miami y qué bueno que no fui. Si me hubiera quedado alli, me des- gracio. Todo el mundo se fajaba. Habia mucha mafia, mucha droga. Para mi fue bueno ir a Nueva York. Cuando yo llegué a Miami, todos los cubanos guapos se habian muerto. Mientras estaba en Nueva York, tenia un ahijado de Cuba que se llamaba Pedrito. Era hijo de Elegud y lo habia rayado en Cuba, pero entonces se encontraba ya en New Jersey. Se enteré de que yo estaba dando la hora en Nueva York. —*Pedrito, el Nato estd en Manhattan, en Broadway y la 192” El estaba trabajando, pero fue a verme. Era un negrito extremada- mente inteligente. Tremendo soldador, me hizo las flechas que tengo en mi Ochosi. El me ayudaba y yo le ayudé. Yo habia conocido a una cantante cubana que se llamaba Linda Leida. Cantaba el cubanito de Celia Cruz. Habia grabado discos en Fania Records, y me hice pa- drino de ella. Se la presenté a Pedrito que se enamoré de ella. Linda era mayor que él. Habia tenido mucho dinero, con discos de oro y platino, pero cuando la conoci ya estaba de baja. A ella no le gustaban ELBrujoSarabanda 105 los negros. Pero cuando le vio tan enamorado, Linda empezé a explo- tarlo. Le tenia para que le pagara la renta. Vivia en un quinto piso y no le dejaba subir al apartamento ‘Si te pasa algo me van a decir que es porque estas conmigo. Yo tengo mi concepto y mi moral y para mi, Pedrito era antes que Linda, aunque ella me queria. El era antes que ella. Un dia me enca- broné y le dije que no queria que siguieran juntos, porque no queria ver cémo ella lo usaba. ‘Si siguen en esas, no quiero estar nunca mas con ninguno de ustedes’. Incluso un dia Linda le conté a Pedrito, para hacerle sufrir, que yo le iba a comprar una casa de setenta y cinco mil délares. Yo conocia a otro cubano, Villegas, que seria por muchos aftos mecollo mfo a través de Pedrito. Villegas vivia botao en la calle. Habia estado en casa de dos maricones, pero ya no estaba con ellos. Siempre hab{a estado recogido. Se juntaron los dos para alquilar un cuarto compartido. Pedrito le conté, con lagrimas en los ojos, que yo le habia comprado una casa a Linda. Pero eso era mentira, con qué culo se sienta la cucaracha. Se lamenté con Villegas de que nadie le hubiera contado nada. Y fallecié. Se murié de tristeza, de golpe y la autopsia dijo que se habia muerto de tristeza. Se lo contaron a Orestes y él me lo dijo a mi. Costeé dos mil y pico ddlares e hicimos un tremendo entierro. Linda estaba también alli, lorando. Tocamos palo y lo enterramos. Yo no tenia nada que reclamarle a Linda. £ tenia que haberse por- tado como un hombre y haberla dejado. Pero hay veces que el amor es ciego y la mujer la peor de las cegueras. Villegas también se puso a trabajar en el taller de Orestes durante un afio y pico. Cuando muria Pedrito, el mayordomo de la prenda era Elsita. Y cuando Villegas se lamenté de que se habia quedado sin compaiero en el cuarto, le ofreci que se quedara conmigo, que tenia‘tres cuartos en mi casa, y que podia hacerse mayordomo de la prenda. Desde ese momento, y por muchos aiios hasta que su cabeza le traiciond como a muchos hijos de Obatald, fue mi hombre de mayor confianza. 106 EI Brujo Sarabanda A pesar de lo que me habia dicho mi santo Ochosi en el tambor, que era mandatorio*! que me fuera de Nueva York, no le habia hecho caso. Me iba muy bien, tenia muchas mujeres, dinero, éxito. No tenia papeles ni me importaba nada, porque no pensaba salir nunca de ‘América. Unos dias antes de la que iba a ser mi salida sorpresiva de Nueva York, lego una muchacha boricua®® que le dicen Cana, una tortillera. Yo le hacia trabajos, me debia dinero y no me queria pagar. Llego a mi casa, tocé la puerta, y me pidié que la consultara. Yo pensé “Qué mujer tan descarada, me debe dinero y encima pretende que la consulte gratis! ;Por quién me habré tomado?” De todas formas le dije que pasara y empecé a planear mi venganza. Mientras la consultaba, vi que dejaba el llavero en la mesa. La llevé al cuarto de la prenda y aproveché para decirle a mi ahijado: —“Haz una copia de la Have de su carro, llévatelo y escéndelo” Cuando volvié Cana, ya le habia puesto su Ilave de vuelta. Nada mds marcharse, cuando salié a la calle y no vio su carro, subid gritando: —“Ay, me robaron el carro, fijate Andrés”: Y le respondi: —“Debe haber sido que no has hecho alguna cosa bien” En esos barrios en Nueva York un robo de carro era muy normal. ‘A mi también me lo habian robado unos dias antes, pero fue por una intriga con un personaje que no me queria pagar y me quiso asustar. Esa noche fui a su casa a buscar el dinero que me debia. Y me dijo que el dinero que tenia era para la renta y que no me iba a pagar. Alli mismo saqué un revélver y comenceé a pegar tiros. 81, Obligatorio. 82. Puertorriquefio. EIBrujo Sarabanda 107 A la siguiente mafiana, llamo a casa un detective de la policia, bo- ricua, y habl6 con Elsita. Le dijo que se habia enterado de lo ocurrido y que habia sido yo quien peg6 los tiros. “Asi que digale a Andrés que se presente en comisaria y sino, ya verd manana” Cuando llegué borracho, empericao*’ en la madrugada y me conté Elsita la historia, ‘si no vas a las ocho de la manana va a acabar con- tigo’, se me quité la borrachera. Ya me lo habia dicho Ochosi: si no te marchas de esta ciudad te haré marcharte. La policia no es Ochosi. Esa misma noche Villegas y yo nos fuimos de Nueva York. Salimos zumbando con el carro robado a la blanquita Cana, un Thunderbird del 78. Nos llevamos lo puesto mientras Elsita lloraba porque pensaba que yo no volveria nunca por ella. Le prometi que volveria a por ella y por todas mis cosas, santos y prenda. Mi santo me sacé en el mo mento mas peligroso de Nueva York, para llevarme a su nuevo reino, Miami. 83. Cargado de coca, CAPITULO II EL ESP{RITU... TAO JOSE JULIAN DE LA CRUZ Madrid. El encuentro con el espiritu Su dedo dud6 al tocar el timbre. Cuando lo hizo, el sonido desde den- tro de la vivienda, —ding, dong— ese toque acampanado, eléctrico, tipico de barriada popular, le anuncié que ya era demasiado tarde para echarse atrés. Nunca hubiera imaginado que al abrirse aquella puerta, su vida iba a iniciar un camino que la Ilevaria a situaciones, lugares y experiencias insospechadas que cambiarian su vida. Mar era una mujer triunfadora y envidiada, a la que la vida le acababa de pasar una violenta factura. No estaba preparada para ello, casi nadie lo esta y menos cuando te encuentras arriba, y se sentia desvencijada. Es en estas circunstancias cuando el ser humano procura asirse a cualquier posibilidad que le aporte confianza, le devuelva la espe- ranza, le dé valor y le conforte. En su juventud, siempre habia sido un poco trascendente y se habia dejado Ievar por lo esotérico, el tercer ojo de Lobsang Rampa, convivencias en un Ashram con Hata yoga, medita- ciones transcendentales y otras recetas similares, en boga al final de los sesenta. Esta era la primera vez que se enfrentaba a una consulta espi- ritual. También la forma casual en que el contacto habia llegado hasta ella la llenaba de inquietud. Se lo habia pasado su hermana menor, por 109 110 Elespiritu... Tao José Julian de la Cruz mediacién de una amiga, ambas todavia muy jovenes y crédulas. Eso también la hacia desconfiar. El largo silencio, la llevé a meterse en estos pensamientos, cuando de repente se abrié la puerta y una mujer mulata de mas de cuarenta afios, vestida de forma normal, la saludaba con una sonrisa lena de paz y cordialidad. —“Buenos dias, eres Mar gte fue fiicil encontrar la casa?” Su acento suave y melodioso dejaba claro que no era espafiola. —“Hola Elena” y le dio la mano con respeto. Bueno, tomé un taxi por si me perdia y salt con un poco de tiempo. Después de lo que me dijiste sobre la puntualidad, no queria retrasarme. —Perdona si te pude sonar brusca, pero en este trabajo es muy im- portante que cada cita tenga su tiempo, y un retraso significa una acumulacién de gente en esta casa tan pequenita donde se oye casi todo. —No te preocupes, lo entendi perfectamente. —Pasa por favor, sigueme. Lo primero que se le vino a la mente, cuando desfilaba por un pa- sillo y un discreto y limpio saloncito donde'habia de todo, —un apa- rador, un sofa, un sill6n, una mesita—, fue la sensacién de invadir la privacidad de una familia, Porque aquella era una casa normal, de decoracién humilde, con Jos mismos adornos y elementos que habia visto durante su juventud en el barrio donde ella se crié. Con sorpresa pens6: . —",Vamos hacia la terraza!” En ese momento Elena abrié una puerta de cristal opaco, dejando ala vista una terraza minuscula, cerrada con cristales y ventanitas de Elespiritu... Tao José Julian delaCruz 111 aluminio. En su centro, una mesa pequefia cubierta con un mantel blanco hasta el suelo, presidida por un crucifijo grande, con una vela delante y rodeado de vasos de agua llenos casi hasta los bordes. En un extremo un florero, con claveles rojos y blancos, en el otro un paiuelo azul y dentro, envueltas, unas cartas de juego antiguas. Elena se senté a la derecha de la mesa y le indic6 que se sentara frente a 1a misma. Encendié la vela y se froté las manos con colonia de limén, cuya fra- gancia inund6 enseguida el pequefio espacio. Después de colocarse el panuelo encima de las piernas y dejar el montén de cartas en la mesa, comenzé a hablar. ~Te encuentras muy vacia y piensas que para qué han servido tan- tos aftos de lucha. Te has preocupado por todos, menos por ti. Sus palabras sonaron como un aldabonazo en su cabeza. De re- pente ese altar, ese espacio, habian tomado otra dimensién. Sentia que no podia mas y comenz6 a llorar. Elena siguié como si no viera su reaccién 0 ya estuviera acostumbrada a ellas. —Pero sélo ti tienes la culpa de lo que te ha sucedido. Te creias invencible, poderosa, y es en esos momentos cuando somos mds vulnerables, cuando perdemos nuestras defensas y bajamos la guardia, El éxito trae consigo la traicién, la envidia, el rencor gra- tuito. Tienes una enemiga poderosa que te ha traicionado. Tiene un aliado muy cerca de ti, te han hecho una trampa y te han qui- tado todo tu dinero. Es correcto? Mar asintié con la cabeza, sin poder entender como aquella mujer podia ver con tanta claridad su vida, sin jamés haber cruzado antes una palabra, —No vas a recuperar el dinero pues se lo han gastado, pero te ofrece- ran a cambio alguna propiedad que serd el comienzo de otra serie de trastornos en tu vida. Pero debes aceptarla; después luchards para resolver los problemas que surjan. Pero lo que més te duele no es el dinero, lo que mis te duele es que también te han querido 112 Elespiritu... Tao José Julian de la Cruz quitar a tu ser mas querido, a tu hijo de tu lado. Su padre ha comenzado a reclamar su custodia y estas viendo que tu vida se desquebraja por momentos. Si no consiguen quitartelo, entonces van a intentar mandarle algiin mal, para que se enferme. La cara de Mar pasé de la sorpresa al odio, pero fue interrumpida por la voz de Elena. —Te preguntas qué debes hacer. O quieres saber por qué te ha pa- sado esto. ;O simplemente quieres vengarte, 0 quizds quieres res- tablecer tu paz interior? Todas esas preguntas se acumularon y no la dejaron contestar nada. Balbuce6: -No sé qué decir o qué hacer. Qué cree usted que debo hacer? —Hija, yo no te puedo aconsejar como humana, pero te puedo con- tar lo que dice mi espiritu. Tienes todavia muchas pruebas que superar, has dejado muy abandonadas tus defensas espirituales, sdlo te ha preocupado lo material y eso crea un grave desequili- brio en tu espiritu. Dice Maria Regla que lo primero que debes hacer es volver tu vista a tu interior. Busca dentro de ti los valo- res mds sagrados, las razones que te pusieron un dia en marcha. En ellas esta la respuesta a casi todos los problemas. Debes vi tar una iglesia, siéntate en un banco, reza si quieres, Hora, habla con Dios y pasate unos dias con tus padres: Habla con tu familia, mira hacia los tuyos. Siempre te dardn afecto y carifio ert estos momentos. Seguin le hablaba, Mar intentaba seguirla y acababa de preguntarse si Marfa Regla era el espiritu que le hablaba 4 Elena y dénde se encon- traba en aquel momento. Sila podria ver, y qué sentirfa si ella pudiera verla. Sus lagrimas habjan dado paso a una clara hipersensibilidad donde cada palabra alcanzaba una gran importancia, incluso las que parecian mas banales o simples. Elespiritu... Tao José Julian dela Cruz 113 —Después de que recuperes tu paz, debes revisar cudles son las ver- daderas intenciones de tus enemigos y analizar de forma practica si puedes vencerles. Si ves que no sabes, nos deberemos encontrar de nuevo y juntas preguntar a Maria Regla qué se puede hacer. Pero ahora no podemos hacer nada mas. Si no alcanzas tu paz, serd dificil poder seguir ayuddndote, Sélo quiero que sepas que sé que eres una buena mujer, que tienes un buen corazén y que estas cosas que te pasan servirdn para que crezcas y pases a una nueva etapa en tu vida. A veces a los seres humanos las épocas de creci- miento les cuestan desajustes y disgustos, para dar paso a etapas mas completas y felices. Ten fe y piensa que si has llegado hasta aqui ha sido por algo. Nada es casual, todo es causal. Sin dejarla hablar una sola palabra, le pidié que se pusiera de pie. Una vez asi, cogié un ramo de claveles blancos y les soplé el humo de un puro que acababa de encender ante los aténitos ojos de Mar. Después, destapando un frasco de colonia, los rocié y por tiltimo de- rramé6 unas gotas de agua bendita. Luego le dij ~—Cierra los ojos y concéntrate en un buen pensamiento. Colocandose a su lado, situé el ramo por encima de su cabeza y cerrando los ojos comenz6 a santiguarla. —Criatura de Dios, yo te juro, ensalmo y bendigo, en nombre de Ja Santisima Trinidad, Padre + Hijo + y Espiritu Santo + tres personas y una esencia verdadera, y de la Virgen Maria, nuestra sefiora, concebida sin mancha del pecado original, virgen antes del parto + en el parto + y después del parto + y por la gloriosa Santa Gertrudis, tu querida y regalada esposa, once mil virgenes, Sefior San José, San Roque y San Sebastiin y por todos los san- tos y santas de tu corte celestial, por la gloriosisima encarnacién, gloriosisimo nacimiento, santisima pasion, gloriosisima restrrec- cin, ascensién, por tan altos y santisimos misterios, que creo y con verdad suplico a tu Santisima Madre abogada nuestra, libre 114 Elespiritu ... Tao José Julian de la Cruz y sane a esta afligida criatura de esta enfermedad, mal de ojo, dolor, accidente y calentura y otro cualquier dafio, herida o enfer- medad, amén, Jestis. No mirando a la indigna persona que pre- fiere tan sacrosantos misterios, con tan buena fe te suplico Serior, para mds honra tuya y devocién de los presentes, les sirvas por tu piedad y misericordia de sanar y librar de esta herida, aga, dolor, tumor, enfermedad, quitindole de esta parte y lugar y no permita tu Divina Majestad les sobrevenga accidente, corrupcién, ni dafto, dandole salud, para que con ella te sirva y cumpla tu santisima voluntad, amén, Jestis. Yo te juro y ensalmo, Jesucristo Nuestro Seftor redentor te sane, bendiga y haga en todo su‘divina voluntad, amén, Jestis. Consumatum est, consumatum est, consu- matum est, amén, Jestis. Al terminar esta sorprendente oraci6n, durante la cual las lagrimas volvieron a los ojos de Mar, le pidié que diera vueltas y le fue pa- sando por su cuerpo las flores, santiguandola y rozindola de arriba a abajo todo su cuerpo. El roce le produjo un escalofrio que la recorrié por entero y la hizo sentir luego una gran calma. Después Elena tron- ché las flores por la mitad y las envolvié en el mismo papel en el que estaban, haciendo un paquete, bien cerrado. Apenas habian pasado treinta minutos y parecia que llevaba alli horas. Habian sucedido tan- tas cosa y todas tan fuertes, sorprendentes y desconocidas, que estaba flotando. Elena la devolvié a la realidad —Lldmame cuando necesites y te daré una cita. Mar le dijo: —;Por qué no me dices ya cudindo puedes en la préxima semana? =La préxima semana la tengo ocupada pero intentaré hacerte un hueco. Lldmame el jueves. —sQué te debo? —dijo timida y avergonzada—. Nunca sé como plantear estas cosas. Elespiritu.... Tao José Julian dela Cruz 115 —Bueno, me puedes dar la voluntad. =Pero yo no quisiera equivocarme. —Estd bien, por mi consulta suelo cobrar cinco mil pesetas. La préxima vez debes traer tii las flores, un puro y una vela. Asi seri mejor. Mar le dio diez mil pesetas a pesar que en ese momento de su vida ese dinero era importante para hacer frente a sus gastos basicos. Elena se dio cuenta del detalle y le dijo: —No es necesario en este momento, entiendo que tienes mds necesi- dades. Y le devolvié cinco mil. Mar las acepté con dulzura y le dio un beso en la mejilla. —Gracias, me siento mucho mejor, ha sido un momento muy im- portante en mi vida y sé que esto me va a cambiar. Bajé en un mimisculo ascensor y salié de la casa de forma casi in- consciente. Al llegar a la calle se encaminé a un taxi y al subir le dijo: A Ia iglesia del Cristo de Medinaceli. Habjia oido hablar muchas veces de esa imagen milagrosa a la que los madrilefios tienen especial devocion. Al entrar en la iglesia buscé la pila del agua bendita e hizo la sefial de la cruz. Al levantar la vista al fondo, en lo alto, percibié la fuerza de la mirada de Jestis de Medi- naceli, Como una automata mirando al suelo, se dirigié por un late- ral a las escaleras que conducen a su lado. En el tiltimo recodo de la escalera, cuando iba a poder verle, un escalofrio yolvié a recorrerle el cuerpo. Estaba de pie, majestuoso subido-en su pedestal refulgente bajo esa béveda sujeta por columnas de marmol, desde donde veia todo su templo. Se acercé despacio y al llegar a la reja se fue al lado derecho, desde donde podia recibir su mirada desde un plano mis lateral y cercano. Se arrodillé y le miré extasiada. Su tunica morada atada a la cintura, 116 Elespiritu... Tao José Julidn de la Cruz su cabello largo, su corona de espinas y su cara morena le infundie- ron una gran piedad y tristeza y sus ojos se inundaron de lagrimas, una vez mas en ese dia. Fue un Llanto silencioso, continuo, copioso. Al cabo de un buen rato no sabia si lloraba por él o por ella misma, pero se sentia tan triste, tan desdichada, tan sola . .. Nadie hubiera dicho tan solo hacia unos dias que esa mujer fragil y destruida que estaba postrada ante Jestis de Medinaceli, habia sido una mujer rica y pode- rosa capaz con sus decisiones de cambiar el destino de las personas, dar la felicidad o matar del susto a muchos seres humanos Hoy, sin posicién, sin dinero y acorralada, s6lo le tenia a Fl. Qué paradojas de la vida, ella que nunca habia entrado en esa igle- sia, que nunca habia rezado un padrenuestro en su presencia, que no se habia preocupado por Fl, estaba recibiendo su perdén y su paz, estaba siendo bafiada por su amor y por su luz. Quizas habia pasado una hora de rodillas, ya no sentia las piernas. La gente que se paraba, rezaba o se arrodillaba a su alrededor, no habian conseguido sacarla de su estado cataténico. Todavia ni habia rezado, ni habia pedido nada, ni siquiera habia dirigido su pensamiento hacia El, para saludarle. Es- taba recibiendo su bendicién lentamente, como una Iluvia suave que traspasaba sus huesos y Ie calaba el alma. —;Por qué Seftor, por qué a mi?, —esas fueron sus primeras pa- labras dichas en su pensamiento hablando en voz baja y so- llozante—, ttt sabes que yo no he hecho nunca el mal a nadie a propdsito, que todo lo que tengo me ha costado mucho esfuerzo conseguirlo, spor qué me has abandonado? Por qué has dejado que me quitaran todo lo que tenia? No habia acabado de pensar esas palabras, cuando escuché una vor sin voz que le decia rigurosa: —“Tienes salud, tienes conocimiento, tienes dos manos que ya saben trabajar, tienes un hijo, una familia, ropa, una casa, lo necesario para poder vivir. ;Por qué dices que te han quitado todo lo que tenias? Sélo te han quitado lo que te sobraba, el ego, la riqueza, Elespiritu fao José Julian dela Cruz 117 la soberbia, el poder. Siéntete feliz y cantina libre y sin peso, cons- truye tu proximo destino sin olvidar que hoy fue el tinico dia en que me notaste a tu lado, aunque estuve muchas otras veces y ti ni siquiera te diste cuenta. Da a cada cosa su valor y no yuelvas a creerte superior a nada’. Estaba sobrecogida. Escuchar esa sentencia la llené de arrepenti- miento y comenz6 nuevamente a sollozar, pero esta vez repitiendo: —“Perdén Seftor, perdén, perdéname, tienes razén. Padre nuestro que estas en el cielo, santificado sea tu nombre...” La oracién le salié de dentro de su alma y cada palabra aleanzaba la dimensién que tenia. Su mirada ahora no se apartaba de su cara y crey6 al final de la misma, que Jestis se giraba y entornaba los ojos en sefial de perdén. Con dificultad se levanté del suelo y sin dar la espalda a la imagen retrocedié hasta la escalera que comenzé a bajar con levedad. En ese momento sintié que tenia paz y felicidad a pesar de todos sus problemas y entendié el mensaje de Elena y Maria Regla. Encuentro con la traicion Al salir de la dola notar la humedad de sus ojos. Los mendigos de la puerta la mi- iglesia el aire fresco de la mafiana le rozé la cara hacién- raron y ni se atrevieron a pedirle limosna. Su cara tenia la marca del dolor. A pesar de él, sus pasos no dudaron en dirigirse hacia la casa de Joaquin en el barrio de Salamanca. La embargaba una clara resolu- cin, Al llegar alli, Miriam, su mujer, abrié la puerta vestida de Juto y con claras marcas en la cara de haber llorado. —Pasa te espera en el salon, ten piedad de él, se encuentra con s dantes y no superardé mucha presion. No le dio opcién a responder, pues se marché bruscamente. Mar camin6 por el piso de madera haciendo crujir sus tacones. Al entrar en el salon después de correr la puerta de cristal, encontré a Joaquin 118 Elespiritu... Tao José Julian de la Cruz con la cara desencajada y demacrada por las ojeras. Sin dejarla hablar le dijo: —“No puedo mds, Aqui tienes” Y alcanzdndole una pistola plateada por su empufiadura prosiguid: —“Matame, ast me vas a ayudar a dejar de sufrir. Soy un misera- ble. No merezco otra cosa” stds loco, qué haces con esa pistola, gudrdala. ;Por quién me has tomado? Yo no quiero tu vida, quiero que me devuelvas mi dinero”. —“Por eso te ofrezco mi vida. Tu dinero no existe, lo he gastado”. —“;Cémo lo has gastado? No se gastan tres millones de délares en unos dias”, —*No ha sido en unos dias, Fui sacando dinero y enviando trans- ferencias a Suiza para atender deudas y préstamos. Nunca pensé en robarte. Queria devolvértelo, estdbamos esperando una buena racha pero todo iba cada vez peor”: —“Pero, ;cémo se puede gastar una familia esa fortuna, asi sin mas? No me lo creo, dime qué ha pasado. Siéntate y cuéntamelo todo”. —“No hay mucho qué contar. Todo comenz6 con la finca en Ibiza que compré mi cuftada. Al vencer el préstamo y después de re- novarlo varias veces, sus intereses se fueron a las nubes, Eso me obligé a usar tu dinero. Utilicé aquellos papeles que me dejaste firmados en blanco con motivo de uno de tus viajes y para dejar protegido a tu hijo por si te pasaba algo. Después, tres atios vi- viendo por encima de nuestras posibilidades, nosotros y ellas, Siempre pensé que me iban a devolver el dinero, que saldrian bien los negocios, que todos los aftos me decian que no podian fallar. Pero la pelota se hizo cada vez mas grande hasta que...” Elespiritu... Tao José Julian delaCruz 119 Un suspiro fuerte interrumpié la voz de Joaquin y su mano se fue a su garganta. Apenas podia respirar, en ese momento se desplom6 al suelo y le dijo con dificultad: —“En mi mesa hay unos papeles que los hice firmar y que te dan la propiedad de la finca y las casas de Ibiza. Son tuyas, es lo tinico que he podido hacer por ti” En ese momento perdié el conocimiento. Mar tuvo un momento de duda, se agaché hacia él y comprobé que respiraba, aunque estaba transpirando frio. Le sacudié y a la vez que le daba palmadas en la cara, le dijo: —“Despierta, por Dios, Joaquin. Despierta, no me asustes .... El abrié los ojos respirando con dificultad. En ese momento su instinto hizo que Mar dirigiera la vista a la mesa y al ver los papeles, sin dudar, dio un salto y los metié en la cartera Vouitton que llevaba, al mismo tiempo que gritaba: —“Miriam, llama a un médico, Joaquin se ha desmayado, jMiriam! La respuesta no se hizo esperar. Miriam entré en la sala, livida. —“Es la tercera vez que le pasa. Por favor mutrchate, no le hagas su- frir mds. El médico esta visiténdole. Esta muy medicado’. —“Esté bien. Te llamaré manana para saber cémo estd y tomar de- cisiones, Lldmame si pasa algo grave” —"No lo entierres todavia, es un infeliz, pero no es malo, Simple- mente es una victima de mi hermana y su amiga’. Mar salio de la casa como si fuera una ladrona. Ella que habia sido despojada de toda su fortuna, que habia ahorrado con tanto esfuerzo para poder tomarse las cosas con més calma y disfrutar de su hijo, que le habia costado su matrimonio, no podia creer que tuviera pena de 120 Elespiritu... Tao José Julidn de la Cruz aquel canalla, que con tanta premeditacién habia ido robéndole su dinero, aunque ahora lo disfrazara con bonitas palabras de disculpa. Por un momento se dio cuenta de que se estaba cumpliendo lo que le habia dicho Elena, una por una, y la preocupacién le hizo aligerar el paso bajo el frio del barrio de Salamanca de Madrid. Una vez en su despacho, decorado de manera estrambética y moderna, sentada en su mesa, llamé por teléfono. —Elena, :cémo estas? ;Puedes hablar? Necesito verte antes del jue- ves, si puedes hoy mismo. No me importa la hora, Cuando sea. OK, a las ocho de la mafana, de acuerdo. Mafiana te voy a ver sin falta, gracias por todo, un saludo. La soledad de su despacho y el silencio después de colgar el teléfono se vio interrumpida por la voz desde el interfono de su secretaria, —Sefiora, est aqui su abogado, jle hago pasar? Por un momento dudé si tendria la fuerza necesaria para enfren- tarse a una nueva batalla, cuando aun no habia acabado de resolver la anterior, pero no tenia mas remedio que dar la cara. —Digale que pase. Jaime Hernandez tenia cerca de cuarenta afios y era un hombre elegante. Entré con paso decidido y al acercarse a ella, la bes6 en la mejilla denotando una cierta confianza. —Siéntate, hoy no es mi mejor momento, ni mi mejor mes, ni mi mejor afio. Estoy pensando que quizds sea el peor dia de toda mi vida, cuéntame. —Lamento no poder darte buenas noticia’. La entrevista ha sido un desastre, tu ex marido no ha querido pactar, estd enterado de tu ruina econémica, de tu salida de la compania y tus problemas con las drogas. Te procesara para quitarte la patria potestad. Sus abgados son los mds agresivos de Madrid. No sé de dénde puede Elespiritu... Tao José Julién dela Cruz 121 sacar el dinero para pagarlos, pero serd una fortuna. No tendre- mos otro remedio que preparar tu defensa y buscar armas para contra atacar, 30 se te ocurre otra cosa? En cualquier otro momento de su vida, Mar habria dado un salto y comenzado a gritar como una pantera, pero sin embargo se man- tuvo en silencio escuchando todos aquellos violentos mazazos. Enten- dia que debja de pagar por sus errores y una cierta resignacion ante su destino se dibujaba en su mirada. Perdida en el fondo del despacho, no reaccionaba ante nada. Jaime se levant6 y tocandola en el brazo, le dijo sacdndola de su ensimismamiento: ~jQué te pasa, no dices nada?, zestds mal?, snecesitas algo? —Perdona, necesito pensar, necesito responderme muchas pregun- tas. No puedo tomar ninguna decision, es mejor que nos veamos majiana. Ven a mi casa a iltima hora de la tarde y charlaremos. Espero tener las cosas claras para entonces. —Estd bien, como digas. Me preocupa que tu, que siempre sabes reaccionar, te quedes tan sorprendida. No puedes deprimirte en estos momentos de lucha. Si renuncias a enfrentarlos perderds lo que mds quieres, ademds de no poder sacar la cabeza nunca mas a nivel social. Jaime, estaba casi a punto de salir del despacho cuando soné de nuevo la voz de la secretaria por el interfono: -Lamento interrumpirla sefiora. Pero llaman de su casa, por la linea uno. Su hijo no se encuentra bien. En ese momento dio un respingo y se abalanzé al aparato. —Dime qué pasa, gesté en la cama? ;Cudnta fiebre? ;Cuarenta? Has llamado a un médico? Llama a urgencias para que venga st: pediatra, el doctor Lozano. Yo voy para alld. ;Quién lo trajo del 122 Flespiritu... Tao José Julian de la Cruz colegio? ;Su padre? sCémo se atreve? sQuién es él para recoger al nitio? Voy en seguida. Cuando colg6, Jaime intenté tranquilizarla. _Célmate Mar, no puedes reaccionar asi. Los nifios tienen esas fie- bres altas, pero son cosas de garganta, de frio, no tiene porque ser nada grave. Por la cabeza de Mar, rondaban las frases de Elena sobre la salud de su hijo, pero esta vez habian despertado a la pantera. ~Lléyame a casa, no quiero conducir con estos nervios. Por el ca- mino te contaré algunas cosas y comenzaremos a hacer algunas llamadas. Al salir del despacho, se dirigié a su secretaria. -Vendré a recoger mis cosas la semana que viene. Los préximos dias estaré de viaje. Gracias por todo, Angelines. Si preguntan por mf, no sabe nada. Si son temas legales, se los pasa a Jaime, 0 me llama a mi movil. _Si, dofta Mar, sin falta. Que salga todo bien, sabe que cualquier cos 1a que necesite me llama. Gracias querida, lo sé, Cutdese usted también. La brujeria, el mal En el trayecto, Mar informs a Jaime de su encuentro con Joaquin y los documentos que le habia entregado. No se atrevié a decir que los habia tomado sin mas. También le explicé la situaci6n de las propie- dades y que la hermana de Joaquin y su amiga estaban involucradas en el uso del dinero, como las principales promotoras del saqueo. Al lamar a la directora del colegio, ésta le informé que habian llamado a su marido, pues su teléfono celular, que era el tinico que tenia el per- sonal para contactarla, estaba desconectado. Mar recordé que en esos Elespiritu... Tao José Julidn dela Cruz 123 momentos se encontraba en Medinaceli. Ante la situacion de emer- gencia, la directora decidis llamar al padre que se personé y responsa- bilizé del traslado del nifio a la casa. Jaime lamenté que esa absurda circunstancia pudiera ser aprove- chada en estos momentos por Ricardo para usarla en el pleito contra ella denunciando su irresponsabilidad para con su hijo. Después de esas reflexiones la dejé en la puerta de su casa, quedando para el dia siguiente. Cuando Mar entré en la habitacién de su hijo David, su cara se transfiguré y la dulzura aparecié en su rostro. El nino la estaba mirando con cara triste. ~;Cémo esta mi principe? lama, me duele mucho la cabeza . -No te preocupes que el médico esta viniendo. —Pero yo no quiero que me pinchen... —Esta bien, le diré que te dé una pastilla, ;vale? David tenia siete aos y habia pasado los ultimos en manos de su tata, pues la separacién de sus padres y la vida ajetreada de su madre no le habjan dado calor de hogar. Mar se sentia constantemente cul- pable por ello, y su actitud ante el nifio era de sobreproteccion, y mds en estos momentos, cuando su ex-marido Ricardo, estaba luchando por quitarselo. Tras la exploraci6n, el doctor salié del cuarto del nino con Mar y la dijo: Es muy extrano. No tiene nada de garganta, ni de pecho. Si la fiebre y el dolor de cabeza no le bajan, maitana debemos hacerle una radiografia de la cabeza. Sus palabras la preocuparon. —3En qué esta pensando? 124 Elespiritu... Tao José Julian de la Cruz Uno no puede descartar ninguna hipétesis. Es mejor prevenir. ‘Ademas deberemos hacerle andlisis de sangre para ver como estén sus defensas, Pero no te preocupes, vigila la temperatura y Ilamame si subiera mucho, que no creo, pues las pastillas deben hacer efecto rapido. Gracias doctor, espero no tener que llamarle. Mariana, si no tiene fiebre, estaré en su clinica a las doce. Buenas noches. —Buenas noches y descansa. Entré de nuevo en la habitacién. Dofia Rosita estaba al lado de la cama y le pasaba al nifio un paito frio por la cabeza con mucho amor. Se quedé observandola. Esa mujer de origen cubano, que llevaba en Madrid mas de diez aiios y que estaba trabajando con ella desde casi el nacimiento de David, era su segunda madre. A Mar le daba una gran tranquilidad y muchas veces incluso celos por el afecto que su hijo sentia hacia ella. Probablemente tenia mds de cincuenta afios y aunque baja de esta- tura y un poco mulata, podria pasar por una andaluza, por su acento y gracia. Estaba interna en la casa y habia sido una ayuda esencial en su vida en los afios de la separacién. Practicamente llevaba la casa y tomaba todas las decisiones de régimen alimenticio y limpieza. Su ho- nestidad y confianza le habjan dado un lugar preferente en sus vidas, pero s6lo en aquellos momentos habia reparado en ello, asi como en Ja coincidencia con la nacionalidad de Elena. Llegé a la cama y se senté en un sofa que habia al lado. Dofa Ro- sita la miré y le dijo: —No se preocupe, pronto le veremos correr de nuevo. El nifto estaba durmiendo. —Traiga una silla y siéntese, tenemos que hablar. En silencio ella acercé una silla y se qued6 mirandola en silencio, como esperando que ella se confesara. El espiritu ... Tao José Julian dela Cruz 125 —Usted forma parte de mi vida y la de mi hijo, por eso creo necesa- rio contarle cémo estan las cosas. Estoy pasando el peor momento de mi vida, todo se ha derrumbado a mis pies, estoy sin trabajo, he perdido mi dinero, mi ex marido quiere quitarme a mi hijo y hoy me dicen que el nifio esta enfermo. ¥ a pesar de todo, quiero agradecerle todo lo que ha hecho por nosotros durante todos estos afios. Quizds debiera haberlo hecho antes, pero la falta de tiempo te hace no dar valor a las cosas que lo tienen. Senora, usted sabe que siempre le estaré agradecida por haberme dado su confianza y abierto su casa, ademas de su corazén, al entregarme a su hijo, que considero como aquel que yo perdi cuando tuve que dejar mi pais, y que si Dios quiere algiin dia voy a encontrar. Y no se preocupe: mis santos y mis espiritus y todo lo que reina nos ayudardn para salir adelante. Tenga confianza y no deje de luchar. La seftora es muy sabia y ademés tiene muy buenos guias, Escuche dentro de su corazén. Las palabras de Rosita le sonaron a Elena y por un momento pens en contarle su encuentro de la manana y su proxima cita, pero prefi- rid estar mas segura de sus sentimientos antes de hablar de ella. —Véyase a descansar y no se preocupe, —le dijo Rosita—, un dia trae otro y las cosas se iran aclarando. -No Rosita, prefiero quedarme a su lado esta noche, lo necesito. Mafiana tengo una cita temprano y la llamaré antes de salir para que me releve. Como la sefiora diga, Buenas noches y bendiciones Al quedarse sola en la habitacién puso la mano en Ia cabeza de su hijo y acaricié su pelo rubio. Comprobé que la fiebre estaba bajando. Una sonrisa de alivio surcé su boca. Se dejé caer en el sofa y pensé en lo largo del dia, en la de cosas que habia vivido, tan intensas, inespe- radas y sorprendentes. Como una habia ido quitando importancia a 126 Elespiritu... Tao José Julian de la Cruz la siguiente y que al final se encontraba al lado de lo tinico que queria y por lo que estaba dispuesta a morir o matar que era su hijo. Que el dinero y el poder tenian menos importancia, a eso le llegaria su momento. Que la primera batalla que tenia que ganar era la de su ex marido y que debia preguntarle a Elena qué hacer. Con estos pensa- mientos se qued6 transpuesta. Elsol le dio en la cara y se sobresalt6, Mirando el reloj vio que s6lo eran las seis y media. Su hijo dormia y la temperatura parecia normal. Salié del cuarto y fue a arreglarse para su cita. Al llegar a la cocina Dojia Rosita la sorprendié con sus buenos dias y un aroma de café recién preparado. ~Tome algo antes de arreglarse, ;qué tal pas6 la noche? —La verdad es que me quedé profundamente dormida y el nifio también, no parece que tenga fiebre. Volveré a las once para de- cidir si vamos al hospital para realizar las pruebas que me dijo el doctor. Intente que desayune cuando se despierte, la llamaré a las diez, tan pronto salga de una cita que tengo. Mientras hablaba y se tomaba la taza de café y la tostada que le habja preparado, le pregunté: Pero usted, spor qué est levantada tan temprano? ~Yo duermo muy poco, ademds estuve rezando, algiin dia le con- taré con calma. —Es muy bueno tenerla cerca, aunque hasta hoy pareciera que no me habia dado cuenta. Muchas gracias. Nada hija, no se preocupe, arréglese y deje todo en mis manos. Cuando minutos mis tarde se sento enfrente de la boveda espiri- tual de casa de Elena, le parecio que habia estado alli cientos de veces y desde hacia muchos anos. No podia creer que tan solo hacia veinti- cuatro horas que la conocia y ya nada le parecia ajeno. “Por tu llamada Elespiritu... Tao José Julian dela Cruz 127 de ayer me imagino que tienes cosas que preguntar. Porque si no, no habrias necesitado verme con tanta urgencia”. Mientras decia esto, comenzo a encender y fumar un habano. La posicién de Elena, sentada a la derecha de la boveda, se correspondia con la misma secuencia del dia anterior. “Tti me dirds”. —Hice lo que me dijiste. Al salir de aqué fui a la Iglesia de Medina- celi y senti cosas que nunca habia sentido. Y, sobre todo, me senti tan aliviada, primero con tus palabras, después con las de El, que pude tener fuerzas para enfrentarme con el resto de las cosas que pasaron y que coincidieron con las que ti me dijiste de mis ene- migos. Y luego mi hijo se puso enfermo y en fin, todo tal como me lo contaste. Elena al oirla hablar sobre su hijo, musité algo en voz baja como, ‘van muy rapido o son muy fuertes. Mar no supo interpretar lo que significaban sus palabras, y le pregunté: 3 Qué quieres decir? —Bueno... Luego te explico. ;Qué quieres saber exactamente? -Quiénes son mis enemigos, qué puedo hacer para vencerlos. Qué puedo hacer para que mi marido no me reclame a mi hijo y me deje en paz. Elena dio una larga chupada a su puro y colocé la cabeza un poco inclinada, con los ojos medio entornados, mirando fijamente a un. punto de su pafiuelo azul. Se produjo un gran silencio. El humo revo- loteaba por entre las flores y los vasos de agua clara de la béveda y se metia entre los crucifijos. Mar la miraba fijamente hasta que con voz clara y pausada le dijo, como si estuviera repitiendo algtin mensaje que le estaban pasando desde otro lugar: —Hay dos mujeres que tienen una fuerte relacién de amor entre ellas que quieren verte destruida, Ellas son las principales, pero estan muy protegidas. Fueron las responsables de convencer a un 128 Elespiritu... Tao José Julian de la Cruz familiar suyo para que te quitara tu dinero con el que, entre otras cosas, estén pagando a tu marido para que luche para quitarte a tu hijo, Ellas pagan los abogados y ademis estdn usando brujeria haitiana contra ti y contra tu hijo. sSabes de quiénes te hablo? Perfectamente, son unas hienas: Maria Teresa y Claudine. De las dos, una es la peor: la que esté mds herida. Un dia la des- preciaste, quiso tener contigo una relacién intima y th la recha- zaste. Desde entonces sélo piensa en destruirte y de eso hace mas de diez afios. Eso quiere decir que su maldad lleva mucho tiempo caminando. Es ahora cuando estds viendo sus resultados. Tienen un brujo al que le consultan y que les hace trabajos para hacer dafio. I Claudine es francesa y cree que todo lo puede conseguir, por las buenas o por las malas, y a mi no me gusta que nadie me avasa- He. Nunca acepté sus sucias insinuaciones, no porque fueran de una mujer, si no por la falta de clase que tuvo al plantearlo, Luego quiso involucrarme en sus negocios y jamas acepté sus ofertas. Cuando tomé la direccién de la agencia de modelos, se dedicé a quitarme todos los clientes que ha podido, Es muy mala y sé que nunca me perdonara. I cuitado de su amiga es un pobre infeliz. El no tiene la culpa, simplemente se dejé utilizar por la ambicién, Le dijeron que él seria quien iba a controlar todo. Le engafaron, pronto le aban- donardn y se querrd suicidar. Ten cuidado que no te quieran in- volucrar en su muerte. Se marchard de Espafia a Marruecos. Le abandonardn todos. Tu marido quiere vengarse también de ti, de tu éxito, de su fracaso, de que le hayas quitado a su hijo y mien- tras tenga dinero, te intentard machacar. No te serd posible pactar con él, por el momento, Me preocupa tu hijo, es el mas vulnerable y la enfermedad que tiene sdlo corresponde a brujeria. Si siguen envidndole mal, le podrdn hacer dato. Elespiritu... Tao José Julidn dela Cruz 129 En ese momento los ojos de Mar brillaron con odio y sus manos se agarrotaron. Elena la miré y le dijo: -Calma, con odio no conseguirds vencer, slo con inteligencia y fuerza positiva. No olvides que estas luchando contra el mal. Debes sintonizarte, tal como te dije ayer, alcanza tu centro, busca tu paz, alli tendrds la fuerza para luchar y la luz para saber lo que debes hacer. Tienes a tu lado una gran aliada, una mujer con gran fuerza espiritual y gracias a ella estos afios tu hijo ha estado protegido. Pidele ayuda, cuéntale. Ella puede crear por el mo- mento una barrera de defensa alrededor de tu hijo y de tu casa, para que no puedan penetrar los dafios. Un dia tendras que pa- garle el favor devolviéndole a su hijo. —3Se refiere a Rosita? —Exactamente, ella es espiritista y santera. —Pero jamdas me dijo nada... —3Crees que si te lo hubiera dicho la habrias mantenido en tu casa trabajando? —Ahora entiendo el por qué de sus palabras de ayer y de esta mafana. —Ella sabe mds de lo que tii te imaginas, pero nunca te hablard si ti no le hablas. Nunca querra asustarte. —Pero, scmo me podria asustar, si ha sido tan buena con mi hijo y conmigo todos estos afios? -Eso lo dices ahora, pero hace tan solo umos meses todo esto te habria parecido una locura sin sentido. No lo olvides y sé cauta con quien comentas las cosas, no pierdas tus defensas. Hay cosas que no se deben contar a nadie, Asi al enemigo le sera mas dificil descubrirlas. 130 Elespiritu... Tao José Julidn de la Cruz -3¥ cémo podré devolverle a su hijo, si lo perdié en Cuba? —Para eso aun es muy pronto, lo sabrds a su tiempo. —Fstd bien, pero aun me queda saber cémo puedo luchar contra mis enemigas y mi ex marido. ;Qué mas puedo hacer? —Debes citarte con todos en una reunidn sobre los papeles de las casas y llevarlos a un notario. Férzalos, aprovecha la sorpresa de que les has descubierto, muéstrate fuerte, enfréntalos. El les echara la culpa a ellas y tu les puedes amenazar con la policia. Mientras estén desconcertados y desunidos, hardin lo que digas. Si les dejas intrigar, se escapardn. Los papeles que tienes deben legalizarse. Estd bien, y con Ricardo, scémo debo proceder? Citale a la misma reunién, sin decirle quienes van a estar. Dile que quieres informarle de temas de su hijo. No le des tiempo a pensar, Ildmale tt y diselo el mismo dia. Cuando estés con los dems, no le hables sobre tu hijo, sélo dile que querias que es- tuviera informado de lo que estaba pasando. Por un tiempo se calmard y no querrd que le vean relacionado con ellas para evitar verse involucrado. En ese tiempo puede que pasen cosas que le hagan desistir del pleito. Divide y vencerds. sino aceptan ellas o él? —Si lo haces bien, aceptardn. Hazlo en primera persona, no uses abogados ni secretarias, eso las desarmard. De todas formas, no olvides los consejos que te dio Maria Regla el primer dia: lo mas importante es que busques tu centro, tu esencia, tu verdad, en ella reside tu fuerza, con ella ganards tus batallas. Juintate con tu fa- milia, con los que te quieren, haz una pifia. Necesitas de la mayor cantidad de energia para enfrentarte a esas reuniones. Elespiritu... Tao José Julian delaCruz 131 -Gracias Elena, las cosas que me dices son tareas tan inmensas, que si no fuera porque creo en ti y en Maria Regla, me parecerian imposibles de conseguir. Espero saber hacerlo bien. -De todas formas, no pienses que serd facil. Aunque venzas estas batalias, tus enemigos seguirdn alli y cuando se recuperen volve- rin a atacar, De eso ya hablaremos mds adelante. Ya sabes: ‘Un dia. —Si ya sé“... trae el otro’, lo dijo Rosita ayer. —Asi es. Ponte en pie. Y una vez mds, Elena la santigué con la misma ceremonia y pala- bras de la primera vez y las sensaciones fueron las mismas que sintié la primera vez que las escuch. El encuentro con el espiritu de Tao José Julian de la Cruz Salié de su casa con una sensacion de felicidad inmensa, pero pensar en su hijo la devolvio a la realidad. Tomé el teléfono y marco a su casa. La voz de Rosita le devolvié la calma. ‘Rosita, ;c6mo esté el nino?’ —Sefiora, estd bien. Ya desayuné y espero sus instrucciones. El quiere ir a clase, squé hago? Que no salga de casa. Voy para alli y necesito hablar con usted antes que nada. Luego decidiremos. Lo que estd claro es que no tiene que ir al médico hoy. Le llamaré desde casa, después que hablemos. Un beso. =Igual, sefiora, Ella misma se sorprendid de su despedida afectuosa. Al abrir la puerta de su apartamento le extraiié que su hijo no le saliera a recibir. Al ver a Rosita con cara triste, se temié lo peor. =sQué pasa?

You might also like