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Ve feolaXe San Al] eXe) (efe|(exo am de artefactos : rata ates cook andlisis tipoldgico de artefactos angel garcia cook Instituto Nacional de Antropologia e Historia DIRECCION DE MONUMENTOS PREHISPANICOS 116 COLECCION CIENTIFICA ARQUEOLOGIA MEXICO 1982 NOTA PRELIMINAR En su origen este trabajo fue presentado por el Autor en la Escuela Na- cional de Antropologta e Historia, como Tesis para optar el Titulo de Ar- quedlogo y el grado de Maestro en Ciencias Antropoldgicas, el 14 de mayo de 1965. Sin cambio alguno en el sentido, sélo con ciertas adaptaciones de forma, es posible su publicacién en el inicio de 1967, gracias a la valiosa ayuda y a la importancia que aeste tipo de investigaciones cientificas dieron los Directivos del “Complejo Industrial de Ciudad Sahagin”. En el presente trabajo se elabora un Método para llevar a cabo la clasifi- cacién de materiales culturales y se ejemplifica con el andlisis de los materia- les obtenidos en la excavacién de una cueva, “Cueva de la Nopalera” en el Norte de la Cuenca de México. Investigaciones recientes han aportado mayor informacién sobre los grupos humanos que habitaron esta Cueva y cada dia se conoce mejor a los antiguos pobladores de esta regién del Norte de la Cuenca de México; por otro lado existen pocos trabajos que traten sobre el modo de clasificar materiales culturales, y atin cuando en alguna forma, el Método Tipologico aqui propuesto ha sido adoptado y aplicado de diversas ‘maneras, sin embargo el planteamiento general sigue vigente. Por lo anterior y considerando que la primera edicién de la obra se en- cuentra agotada desde hace 7 aitos fue que se creyé conveniente realizar esta segunda edicidn. La primera ocupé el niimero 12 de la Serie Investigaciones del INAH y esta segunda se realiza en la Coleccién Cientifica No. 116 de la misma Institucién. El Autor hubiese querido realizar algunos comentarios y ampliar el texto actualizdndolo, pero ésto ademds de retardar la reedicién, cambiaria el sentido original de la obra. Asi'y en vista de que son escasos los trabajos que tratan sobre el tema que abarca este estudio, sale a la luz nue- vamente conservando integro el texto original. Nuestro agradecimiento a todas aguellas personas que hicieron posible la publicacién inicial, y a los que en la actualidad se lanzan a la empresa de efectuar esta segunda edicién. agosto de 1981. INTRODUCCION El presente trabajo, ademas de tratar sobre el aailisis del material obtenido de una exca- ‘wacién, resume los principios de una metodo- Iogia tipoldgica, aplicada a los estudios del material arqueolégico. Con esto queremos des- pertar, 0 mejor dicho reavivar, el interés en ete tipo de problemas por el que cruza la Antropologia, Surgié como tal cuando, al tra tar de clasificar el material, tropezamos con hb dificultad de que no habia una metodologia tipolégica que resolvicse satisfactoriamente todos los aspectos que presentan las diferentes industrias, sus clases, usos, categorias, familias y tipos representativos. El valor del presente estudio lo indicamos en el siguiente capitulo, pero desde luego an- ticipamos que puede resumirse en dos puntos: 1) el método seguido en la clasificacién del material; y 2) el material mismo para _las fases prehispanicas tardias, artefactos del Cli- sico y Postelisico. Para situar temporalmente los artefactos aqui analizados (Cap. VII) nos valimos de la cerimica, que ya es conocida por otros estu- dios (ver pp. 125-128), y tuvimos la suerte de que abtindara en asociacién con los artefactos a los que el trabajo se refiere. * Un anilisis comparativo (Cap. VIII), de nuestro material, sdlo pudo efectuarse por medio de las puntas de proyectil, ya que representan, dentro del material Iitico, la ca- tegoria a la que por ahora se ha dado mas importancia; respecto al demés material s6lo se hace mencién de las semejanzas con los de otros sitios, porque son muy pocos los estudios que los analizan y relacionan. Con objeto de poder observar las rclaciones del sitio de donde se obtuvo el material con otras areas, estu- diamos comparativamente el material ceré- mico y planteamos las relaciones existentes por medio de él. Para hacer mas objetivo nuestro andlisis y menos tediosa la enumeracién y descripeion del material, se han elaborado’ cnadros con representacidn numérica y grifica para cada categoria, los cuales facilitan su comparacién y aclaran conceptos. Los cuadros constan de 3 partes: en la primera se presenta la cifra numérica de los elementos con que se trabajé; la segunda es la representacién grifica de la presencia de los tipos y familias a través del tiempo (diferentes capas), y la tercera es la r.presentacién grifica de la presencia porcen- tual, en capa, de tipos y familias. La ejemplificacién del material se presenta, en su mayor parte, por medio de fotografias, ‘en niimero suficiente para resolver dudas. Hu- Digsemos querido, claro esti, haber hecho uso de dibujos con sus cortes, plantas, vistas fron- tales, laterales, etc., ya que por medio de ellos se observan mucho mejor los diferentes ras- gos en los artefactos. Aunque las fotografias imposibilitan muchas veces la observacién de rasgos en toda su magnitud, hubimos de uti: lizarlas, sin embargo, por causas econémicas fundamentalmente. ANALISIS TIPOLOGICO DE ARTEFACTOS El sitio —donde se obtuvo el material que sirvié como base para el andlisis tipolé- gico— Cueva de la Nopalera, fue localizado desde cl invierno de 19602 Las excavaciones, sin embargo, se llevaron a cabo hasta fines de 19622 ¢ inicios del 63; terminadas éstas se procedié a efectuar el andlisis y més tarde a la claboracién del material analizado. Por diferente motivos® el estudio en general fue conchuido hasta finalizar en el ano de 1964, y es hasta estas fechas, de 1966, en que sale @ 1 Durante las pricticas de campo correspondien- tes al curso de “Métodos y Técnicas Arqueolgicas T", segundo semestre, 1960. ’s Patrocinados por la Constructora Nacional de Carros de Fertocartil y el Departamento de Prehis- tora IN. A. H. Ditigidos por A. G, Cook y su penisadas por J. L. Lorenzo; con la ayuda de los Gstudiantes de la Escuela Nacional de Antropologia € Histozin: Oscar Aguirre B., Oito Schéndube B., ‘Ariel Valencia R., Jaime Litvak K. y Jorge Angulo, ‘si como Rafael Marquez, del Departamento de Pre- historia, 3 Aunque la elboracién del material, dio prin- la luz piblica gracias al Consejo Directive de las Empresas de la ciudad Sahagin, re- petimos. ‘Antes de entrar al tema en si, vaya nuestro agradecimiento para todas aquellas_ personas gue de algin modo colaboraron en la realiza- cién de este estudio, en especial a los técnicos y empleados del Departamento de Prehistoria del I... A. H, que nos brindaron todo género de facilidades, ayuda prictica y consejos ines timables. cipio el 30 de octubre de 1963, después de concluir con el andlisis del mismo, —iniciado el 21 de marzo y concluido el 29 de octubre de dicho afio— hubo nnecesidad de suspenderlo durante los 7 primeros meses del 64, casi en su totalidad, ya que por colaborar en los trabajos de Rescate que el Depto, de Prehistoria efectuaba en Ia Region del Balsas —embalse de la Presa Lopez Mateos en la region de Michoacin y Guerrero—, s6lo se pudo trabajar en esta elaboracién durante 15 dias del mes de marzo y 7 del mes de julio, fecha en que se reanudé de Teno la laboracién y redaccién de lo analizado. 1. PROPOSITOS Salvo “Artefactos de Tlatileo” de José L. Lo- renzo (1965) y “Stone, bone and antler tools of Central Mexico from Preclassic to Aztec ti- mes” de Tolstoy (en prensa), no existen otros trabajos que traten del utillaje litico corres- pondiente a la época prchispénica en la Cuen- ca de México. El primero se refiere a mate- riales del horizonte Preclisico Medio, ofrendas funerarias en su mayoria, y el segundo abarca Jas fases cerimicas con clementos de diversos sitios de la Cuenca, ya sea de colecciones 0 con materiales de otros estudios. Lo mencionado nos hace conocer la pobre- za en trabajos sobre instrumental litico y ello fue la base principal que nos animé a realizar cl presente estudio. Al tratar de efectuarlo, tropezamos con el problema del método para la clasificacién, que no lo habfa, por lo que hubo necesidad de establecerlo. Las siguientes premisas fueron el aliciente principal para dedicarnos a la elaboracién de Ja presente tesis: 1) Necesidad de trabajos sobre litica en Ja Cuenca, Trabajos que no slo mencionen qué artefactos existen para cierta época en esta regién —Cuenca de México—; sino que los analicen con rigor cientifico. Para ésto, era necesario clasificar el material por medio de un método tipolégico que los unificara, y que fuese capaz de permitir_comparaciones posteriores con otras areas. Hubo la necesi dad de crear este método. 2) Facilidad que presentaria un trabajo de cesta indole para reconocer —junto con la cerd mica—, en cl material superficial, a qué cul tura 0 época corresponde dicho material. 3) Facilidad que el material litico presenta para observar el avance tecno-econdmico de su grupo productor 4) Facilidad para establecer —junto con la cerdmica— las relaciones entre areas geogrd ficas y culturales. 5) Precisar o establecer la evolucién tecno- ldgica, sus corrientes y sus posibles influen: cias en/6 de otras Areas. 6) Iniciar el conocimiento de la cronologia por medio de este tipo de material —para la Cuenca de México, apoyando a la cerdmica para las fases tardias. 7) Y en nuestro caso especifico, la posicién geogtifica del sitio clegido —hacia el norte de Ta Cuenca y de Mesoamérica—, que nos reve- laria las influencias y relaciones con/é de la zona nomédica Con el presente trabajo se traté de hacer en principio un estudio tipolégico evolutivo para el Norte de la Cuenca de México, por To que nos dirigimos al sitio en que efectua- rfamos la excavacién, Cueva de la Nopalera, en Tlanalapa, Edo. de Hidalgo. Después de realizar los trabajos nos encontramos con que la ocupacién del sitio sélo abarcaba los hori- zontes Clisico y Postelisico y por tanto, todo €l material ahi obtenido slo encuadraba en esos horizontes culturales. En un principio 9 ANALISIS TIPOLOGICO DE ARTEFACTOS los resultados nos desilusionaron, por que de- sedbamos presentar una secuencia cultural evo: Tutiva, desde las fases precerémicas hasta las mis tardias anteriores a la Conquista, aque- Tas que ya tienen cerimica. La importancia radica en estudiar tipolégi- camente la industria Itica y los pocos arte- factos de otros materiales que con ella se han conservado, para estas fases tardias de la Cul- tura prehispanica, pues a pesar de encontrarse tan cercana de nosotros y de ser la mis inten: samente estudiada, no contamos ain con el conocimiento del utillaje litico que existid en esas fases culturales en la Cuenca de México. ‘Al hacer un reconocimiento superficial po- demos decir, observando la cerimica, si se trata de un sitio correspondiente al Preclasico, al Clisico 0 al Postekisico, pero para los lu- gares en los que no se cuenta con material Cerimico 0 bien éste es muy. escaso o esta erosionado, nada podemos decir, ain cuando tengamos en nuestras manos material cultural Iitico, y en ocasiones hasta podemos lanzar hipotesis falsas, como sucedié con los propé- sitos que nos movieron a realizar la excava: cin: el hallazgo de dos artefactos liticos al hacer Ta localizacién de la Cueva en el invier- no de 1960, que nos sugirié la hipdtesis de trabajo de que el sitio tuviese una ocupacién desde fases precerimicas, como parecfan in- dicar dichos artefactos, y que una vez que habia sido excavado nos revelé la negacién de tal hipétesis y nos animé a efectuar esta in- vestigacién con el material obtenido. No negamos la posibilidad que tiene el instrumental litico para establecer implicacio- nes de caricter cronolégico, pero en la ac- tualidad, repetimos, muy poco se puede hacer al respecto. Causas: el poco tiempo transcu- rrido desde que se inicié este tipo de estudios y la escasez de trabajos sobre el particular, debido principalmente el poco empeno de los investigadores, que relegan a segundo pla- no los artefactos liticos y sélo se dedican al estudio exhaustivo de cerimica 0 de monu- mentos. En efecto, sélo se ha puesto empeito en la investigacién de sitios ceremoniales de- 10 jando en segundo término los centros 0 ha- bitaciones rurales, cuando los estudios de estos tiltimos son los tinicos que nos pueden brin- dar un mayor conocimiento sobre la tecno- logia y sobre la situacién econémica de los grupos culturales fabricantes de los elementos que analizamos, De esto nos hablan los re- sultados logrados por NacNeish (1858, 1961, 1962, 1963 y 1964 a) y Lorenzo (1958 y 1965), fundamentalmente. Por otro lado, conocemos la importancia que la industria litica, y en general los arte- factos, ocupan en las fases prehispénicas don- de juega, a nuestro parecer, un papel mucho mas importante que la misma cerimica, por el conocimiento que nos proporciona de la tecno-conomia del grupo que los fabricd. Si analizamos los usos a que fueron sometidos, veremos que mientras la cerdmica sirvié para la coceién de alimentos, transporte de liqui- dos, para almacenar semillas, 0 como cle- mento de lujo y ceremonial, la industria Ii- tica es la base en la que descansa la economia del grupo y nos brinda el conocimiento ya no tan solo de esta economia, sino la forma en que la sociedad productora de dichos ar- tefactos va evolucionando en su organizacién interna, Asi, el hecho de que entre los artefac- tos existan raspadores 0 raederas, tajadores, puntas de proyectil y cuchillos, implica que €l grupo goza de una economia de apropia- cién, en este caso reflejada en la caceria, y si van unidos a morteros, piedras de molienda y machacadores, también nos hacen ver que dicho grupo dependia de la recoleccién para complementar su dieta alimenticia; de la mis. ma manera la existencia de metates, hachas y manos, nos indica la prictica de la agricul- tura, La aparicién de mattillos, pulidores de pi sos, perforadores, grabadores, brufiidores de cerimica, maceradores de corteza de arbol, aguzadores, cinceles, etc., indica la existencia de una tecnologia mas claborada que sélo puede lograrse cuando la economfa es més sdlida: una economia de produccién, ya no de apropiacién: el grupo ha dominado al medio. COLECCION CLENTIFICA Respecto a la evolucién de la sociedad, po demos inferir al estudiar su utillaje: si éste ¢s cl utilizido cn una economia de apropia- cién, pensamos en grupos reducidos a peque- fias familias 0 bandas, nomidicas 0 semino- miidicas, que se mucven segiin la base de su alimentacion —caza-recoleceién— en pos de los animales, o de acuerdo a las estaciones cl miticas que les permiten la recoleccién de ciertas plantas. Estos pequeiios grupos van evolucionando y se hace mis compleja st or- ganizacién a medida que se van haciendo independientes del_medio © imponiéndose sobre él, Si se cuenta con un utillaje mis elaborado 0 especializado, es seal de que la sociedad tiene una organizacién mas compleja en la que existen agricultores y artesanos, que permiten la construccién de edificios ya no con caricter de habitacién, sino como cen- tros religiosos 0 politicos. Esto iltimo nos indica a su vez, el surgimiento de un grupo de personas dedicadas a las actividades reli- giosas y gubernamentales; asi como la apari cién de clementos omamentales permite su- poner diferentes rangos dentro de la sociedad que los utiliza. Es decir, la industria litica tiene todo una gama de usos: como medio de proveerse ali- mentos, de defensa, construccién, ayuda en las artesanias y laboracién de otros artefactos. ‘Como vemos, la cerimica ocupa un porcen- taje reducido del acervo cultural en conjunto, tal como se puede constatar en la actualidad: la cerdmica ocupa un lugar infimo en el total del utillaje humano. Desde luego, la cerimica es un instrumento de gran eficacia para medir el tiempo —cro- nologia—, el mejor conocimiento en la actua lidad, aunque su valor es relativo, ya que queda restringida a los horizontes 0 perio- dos culturales en los que este elemento existe, ocupando tan s6lo una pequefia parte de nues- tro campo de estudio: las fases tardias de la época prehispanica La facilidad que el barto presta para ser modelado o trabajado, permite la constante claboracién de tipos nuevos y desaparicién 0 INAH cvolucién de otros; mientras que la piedra, mis dificil de trabajar, impide la creacién continua de formas nuevas persistiendo las ya obtenidas por tiempos mayores, lo cual nos impide a su vez basamos en cllas para establecer una cronologia de periodos cortos. Si combinamos los dos métodos para las fa: ses tardias, nos servirin ya no tan sélo para situar el material en el tiempo y comprender mejor el contexto cultural de sus fabricantes, sino también para colocatlos debidamente en al espacio y descubrir tradiciones y contactos entre areas. La posicion geogrifica del sitio excavado es otto de los clementos significativos, ya que por tratarse de un Ingar localizado cerca de |h frontera norte de Mesoamérica, estuvo ex- puesto a cambios constantes, quedando en Ocasiones dentro de esta superirea’ y en otras fuera de ella Al estudiar los trabajos que del Clisico y Postclisico existen, pudimos percatarnos de su pobreza en material litico y de la forma en que ha sido tratado, colocindolo como apén- dices o tan s6lo enumerindolo, haciendo men: cidn de dl, sin plantear inferencias de ninguna especie. En nuestro caso, logramos obtener de la excavacién el mayor Conjunto Iitico, conocido hasta la actualidad, correspondiente ala Cuenca y Mesoamérica en gencral para estas fases tardias de la época prehispanica, material que por encontrarse en asociacién ¢s- tratigrdfica con tipos cerimicos conocidos, nos permite situarlo en el tiempo, y al hacer com- paraciones con las series establecidas para otros sitios, observar las relaciones ¢ influencias con otras culturas. Después del presente trabajo se tendré una vision més clara del utillaje utilizado por al ‘gunos de los habitantes de la Cuenca de Méxi: €0, en los horizontes culturales del Clasico y Postelisico. + Aunque pensamos que In existencia de esta su perirea cultural —Mesoamérica—, s6lo comienza a fines del Clisico, como discutiremos en cl siguiente capitulo. ANALISIS TIPOLOGICO DE ARTEFACTOS Con el estudio realizado por Lorenzo (1965) se inicia el enfoque, en México, de esta parte tan importante de los restos culturales, que nos da una idea del ajuar utilizado para el Preclésico medio de la Cuenca; después, con las investigaciones efectuadas por Tolstoy (en prensa) se clabora una serie tipolégica para esta misma Cuenca de México, con el material obtenido antes del presente trabajo. Con estos studios para la Cuenca; con los valiosos apor- 2 tes de MacNeish para ‘Tamaulipas y ‘Tehua: cin (MacNeish, 1958; 1964 y 1964 b); los tra dajos efectuados por Beatriz Braniff y Fran- cisco G. Rul. (Braniff, 1961 y G. Rul, 1960) para el Centro y Norte de México y los que se realizan en las cercanias de la Ciudad de Puebla por el Depto. de Prehistoria, vamos obteniendo una idea mas real de la evolucién tecnoldgica y econémica de los grupos que ocupaban estas jreas antes de la Conquista Il. SITUACION HISTORICO—GEOGRAFICA DEL SITIO. Cortientemente se habla de Mesoamérica sin tomar en cuenta cierta profundidad temporal. A menudo escuchamos o leemos: “...de 11,000 a 3,000 afios antes de Cristo se incluyen las primeras manifestaciones culturales de los primeros pobladores de Mesoamérica; notindo- se...” (Pifia Chin, 1960: p. 39) “.... algunos de los estériles supuestos sobre el origen de la Civilizacion en Mesoamérica con datos arqueo- logicos. ..” (MacNeish, 1964 a; p. 35); “la localizacién temporal y espacial en que tuvo lugar la Revolucién Neolitica en el area Me- soamericana, se encuentra..." (Lorenzo 1961; p. 49); “...la probabilidad del origen miiltiple de las plantas domesticadas en Me soamérica...” (MacNeish, 1961; p. 30); etc., tc. dandonos con esto una idea de que a Me- soamérica se le ha tomado més bien como una unidad geogritica y no como un érea geogritico-cultural, como su autor la define (Kirchhoff, 1960). O bien podemos también pensar que Mesoamérica existe ya como tal, desde los origenes de la ocupacién humana en el area geogrifica que ocupa. En el primero de los casos, toméndola tan s6lo como area geogritica, es facil ‘situar cual- quier cultura o sitio habitacién, tanto en el tiempo como en el espacio, en esta Area geo- grifica definida. En el segundo, si considera- mos Mesoamérica como un érea geogritica con rasgos culturales peculiares (Kirchhoff, 1960), entonces tendriamos que empezar por conocer © investigar desde cudndo existe Mesoamérica ya con esos rasgos culturales especificos, y no hablar tan arbitrariamente para cualquier época de tal 0 cual elemento como mesoamericano; y en el tercer caso, si pensamos que Mesoamé- Tica existe ya como tal desde el principio de la ocupacién humana en esta area geogtafica de. finitiva entonces precisar las bases para tal afi macién y mencionar también por qué se le ad- judica la que ocuparia en el siglo XVI. Dahlgren dice que “...Mesoamérica se ha constituido con rasgos tomados en su mayor parte de la etnologia antigua y sélo en poca escala de la arqueologia, por lo que debe establecerse hasta qué época llega la homoge- neidad cultural de esa superdrea. .." (citada en Olivé, 1958 p. 50) Por otra parte, analizando, aunque muy so- meramente, los elementos diagnésticos que para el siglo XVI propone Kirchhoff, podria- mos elaborar tres grupos distintos; el primero que seria el de aquellos elementos que de acuerdo con los datos conocidos hasta la actua- lidad, se encuentran generalizados no més atrés del siglo IV de nuestra era: sacrificios huma- nos, una serie de deidades, pirimides escalona das, uso de pisos de estuco, juego de pelota. El siguiente grupo seria el de los elementos que s6lo existen generalizados posteriormente (si glo XII, a lo mucho) y son: las “macuahuitl”, “chcahuipilli”, escudos con dos manijas, ves- tidos de guerreros, drdenes militares, guerras para conseguir victimas que sacrificar y la exis- tencia de mercaderes espias, que s6lo se pue- B ANALISIS TIPOLOGICO DE ARTEFACTOS den entender cuando la organizacién social adquiere un caracter militarista; por otro lado, el uso de libros plegados estilo biombo, uso ritual del papel y hule, mercados especializa- dos, serian otros elementos que se difunden ‘en una época tardia. Los elementos de este segundo grupo, aunque ya generalizados para el siglo XII, quiza tuvicran su origen por el siglo VII d.n.. Existen ademas otros elementos que se han tomado como caracteristicos en la definicion de Mesoamérica, pero que a nuestro parecer no pueden ser considerados como tales, ya que esos elementos no logran una generalizacion en la superirea sino que son de caricter regio- nal: construccién de huertas ganando terreno a los lagos (Chinampas); maguey para agua. miel, arrope, pulque y papel; pulimento de la obsidiana y el juego del volador. son ejem plos de dichos elementos Por tanto, quedan s6lo con mayor profun- didad temporal el uso del bastén plantador y a molienda del mafz cocido. Es necesario efectnar un estudio mis pro- fundo para lograr establecer los origenes. y evolucién de Mesoameérica, en las diferentes épocas de ocupacién Prehispinica. Entonces, si se efectia un estudio de cuindo y dénde aparecen esos clementos 0 por decir mejor, desde cuiindo esos elementos se encuentran aceptados y generalizados en el rea que se llamari Mesoamérica, podriamos ya utilizar el témino con un caracter mas riguroso y no hacer uso de él olvidando su significado original, Dadas las circunstancias de nuestro trabajo y el cardcter del mismo, no vamos a tratar de resolver aqui ese problema; pero atin asi tomando los elementos caracteristicos para el siglo XVI, grosso modo podemos decir que el momento de generalizacién de estos caracteres queda localizado hacia los finales del Clisico, alrededor de los siglos VII y VITT de nuestra era. Por otro lado, si al tratar de profundizar en el tiempo a Mesoamérica, con los elemen: tos que la caracterizan para el siglo XVI, se lo caliza su origen como tal a partir del si 4 glo VIL, entonces surgiria el problema de plan: tear una Premesoameérica 0 una Mesoamerica Prehistérica, con nuevos elementos que la dis- tinguiesen de otras supuestas superireas de esa temporalidad. O bien como otra solucién, tratar de plantear varias “Mesoaméricas”, ba- sindonos en diferentes elementos para las distintas épocas: una Mesoamérica Preagricola con sus limites y caracteristicas, una Mesoa- mnérica Agricola o bien Sedentaria y la Me. soamérica’ Histérica que conocemos, como ejemplos Tal parece que Armillas plantea el inicio de Mesoamérica alrededor de 500 a. c. y que su posible gestacién podria remontarse a 1,200— 400 a. c. (Armillas, 1957; p. 52)—. Aunque no Jo menciona en tal forma, de acuerdo con la manera de utilizar sus conceptos hace suponer que acepta Mesoamérica a partir del 500 a. ¢ Por su parte, Olivé sostiene que “. Meso américa comienza con la revolucién urbana y se desenvuelve dentro de la etapa de la civil: zacién. ..” (Olivé, 1958; p. 80) y firma tal juicio sin dar mayores explicaciones. Parece ser que toma de Armillas (1957) este razo- namiento, sin analizar en detalle los elementos que _caracterizan a Mesoamérica en el siglo XVI, sino mas bien que toma el “. . complejo basamento-templo-sacerdote. ..”” (Olivé, 1958; pp. 102 y 128) para tal afirmacién. Por otro lado si Mesoamérica comienza con la evolu cién Urbana, se plantea el problema de saber cwindo sucedid esa Revolucién, si es que puede ser posible aceptar como urbanismo, el hecho de que “algunos” elementos de caracter “ur ano”, aparecen en algunas de las “cindades”, © Centros Ceremoniales prehispanicos, y de ser asi Cuando aparecié esta revolucién y para cuando se habia ya generalizado? Pifia Chan sitéa también a Mesoamérica desde una época bastante temprana; tal pa rece que localiza su origen en los finales del “Periodo de Agricultura Incipiente” que sitia entre 6,000-2,000 a. c., ya que nos dice: Para el final del periodo precedente, (de agricultura incipiente), grupos en distintas Areas, habfan iniciado las bases de lo que lle. COLECCION CIENTIFICA garia a ser cl Complejo Cultural de Mesoa mrérica...”” (Pitia Chan, 1963; p, 19). Plan- tea tras diferentes variaciones de las fronteras de Mesoamerica: la primera durante el ““Hori- zonte Formativo”, el cual sittia entre 2,000- 800 a. c3 la segunda durante el “Periodo Teo- critico”, 200 a. ¢-800 d. c., y la tltima, la de finales del siglo XVI. (op. cit. pp. 17-26) ‘También nos menciona los rasgos caracteris ticos para cada una de estas tres variaciones de Mesoamérica, con la cual ya_podriamos encontrar la distincién entre la Mesoamérica del Formativo y la Mesoamérica del Teocr’ tico, con Ia Mesoamérica Histdrica o del si: glo XVI, y las tres con sus limites geogrificos establecidos. Pero, después de situar el origen de Meso: américa cerca de los 2,000 a. n. e., nos refiere en su resumen final, —“Principal Factors in the Cultural Evolution of Mesoamérica”— “The first peopling of Mesoamerica (el subra yado es nuestro) was by hunters who entered North America via the Bering Strait and penetrated southward...” (op. cit. p. 25) Jo que nos hace observar que hace uso del término como un concepto geogrifico Gini camente. Por su parte, Michael D. Coe (Coe, 1963) considera a Mesoamérica también como un fea geogrifica 0 quizé cultural (?), pero exis- tente desde el inicio de la ocupacién humana en dicha superdrea. En su trabajo: “Cultural Development in Southeastern Mesoamérica” (op. cit. pp. 2744) nos habla de ella desde €l “Perfodo de Primeros Cazadores” (‘Early Hunters”). De esta manera podriamos seguir con la cenumeracion de textos y de autores que hacen uso del término, Mesoamérica, indistintamen. te, que se olvidan 0 no hacen caso, del signi- ficado de dicho término. En el capitulo anterior dijimos que el sitio que nos ocupa: Cueva de la Nopalcra, en ‘Tlanalapa, Edo. de Hidalgo, se localiza en la frontera norte de Mesoamerica y que en al- gunas ocasiones quedé fuera y en otras dentro de esta gran superirea cultural. Pero, zcmo INAH saber la validez. de su pertenencia a Mesoamé- rica? zc6mo situar el sitio que nos ocupa, si sus primeros habitantes inician tal ocupacién desde principios de nuestra era? Aceptando Jo que asientan Armillas y Piia Chan no seria dificil la respuesta, s6lo que habria que cam- iar o eliminar y definir los elementos que caracterizan a Mesoamérica. Como nosotros s6lo aceptamos a Mesoamérica como tal, con los elementos o la mayor parte de ellos con que se le ha definido a partir del siglo VII de nues- tra era, sélo podriamos decir que cuando Me- soamérica se integra culturalmente, entre otros muchos grupos humanos tiene al de esta Cue va, habitando en su frontera notte. Por no poder entrar en mayores detalles y sernos imposible aqui investigar el origen y evolucién de Mesoamérica, 0 bien tratar de fijar varias Mesoaméricas para diferentes épo. cas 0 periodos, pero fijando sus clementos que la caractericen y sus diferentes areas que Scupen, como lo ha iniciado ya Pitia Chan (1963), slo proponemos aceptar a Meso- américa como rca geogrifico-cultural para el siglo XVI, integrandose con la mayor parte de elementos que la caracterizan —para este si glo XVI— desde el siglo VIT de nuestra era, y considerar Mesoamérica tan sélo como érea geogrifica, con validez metodolégica para cual quier etapa de tiempo. El area scri aquella que ocupa ya con todos los elementos de stu com plejo cultural que la caracteriza en cl siglo XVI, y sus limites, los mismos de esta Meso: américa. Sélo asi, podremos hablar de los primeros pobladores de Mesoamérica; del origen de la lizacién en Mesoamérica; de la Revol cién Neolitica en el area Mesoamericana; de las plantas domesticadas en Mesoameérica, ete.; pero siempre refiriéndola a esta érea gcografica, establecida con rasgos culturales peculiares que la caracterizan para el siglo XVI. De este modo, la Cueva de la Nopalera se encuentra enclavada al norte de Mesoamérica y norte también de la Cuenca de México, perteneciente al municipio de Tlanalapa, del distrito de Zempoala del Estado de Hidalgo ANALISIS TIPOLOGICO DE ARTEFACTOS Como antes de la excavacién de este sitio, se habian Nevado a cabo trabajos de reconstruc- cién y consolidacién de una pirdmide en terre nos pertenceientes a ‘Tepeapulco y cercanos a la Nopalera —unos 6 Km, al SE—, entonces ya se tenia conocida la region arqueolégica con cl nombre de Tepeapulco, Hgo.; ademas, dada la importancia actual y colonial de Tepea. pulco' respecto a Tlanalapa, no es de extra arse que corrientemente se escuche decir: “Cueva de la Nopalera en Tepeapulco, Edo. de Hidalgo...” ¢ incluso, a lo mejor a noso- tros también se nos escapa en el transcurso del presente trabajo. Situada a 5 Km. al NE del pueblo de Tla- nalapa y 10 Km, al norte del centro de la poblacién de Tepeapuleo, la Cueva de la No: palera se halla en las faldas occidentales det cerro Jihuingo, un poco al NW del pico maxi: mo (Lam. I, Figs, 1a +) Geolégicamente, la Cueva se formé por ero. sién diferencial en el contacto de una brecha volcinica andesitica, con el piso sobre el que se extendié, por lo que sus muros y piso estin formados por pequeiios bloques andesiticos in- cluidos en una matriz, de escoria voledni presenta también algunos orificios que en oca, siones son de tamaiio considerable, permitien do el paso de cortientes de aire, Esta brecha es al resultado de la erupeién de algiin volein cercano, quizi el mismo Jihuingo, erupcién que consideramos fue bastante reciente, pocos siglos antes de nuestra era. Los materiales res tantes geoldgicos, del area que citcunda a la Cueva, son también lavas basalticas y andes ticas y tobas, aunque también al Oeste existen algunos depésitos aluviales, pero todo ese ma- terial se formé durante el Pleistoceno y el Re- ciente, segiin se afirma en el mapa geolbgico de la Cuenca de México publicado por la “Comision Hidrolégica de la Cuenca del Valle de México” (S. R. H1., 1962) 2 Fr, Bemardino de Sahagin recogié aqui la gran ‘mavorla de informaciones con los que forma la “Historia de las Cosas de la Nueva’ Espafa”. El convento de Tepeapulco es uno de los. primeros fundados en el siglo XVI. 16 EI paisaje presenta aspectos caracteristicos de las zonas semidesérticas, aunque la presen: cia de montaitas muy cercanas al siti hace cambiar el panorama. El clima es del tipo BSkwg segin Vive (1946), es decir: clima de estepa, con vegetacién xerdfita, de desierto, frio; con temperatura media anual inferior a 18°C, la media del mes mis caluroso su- perior a 18°C. y con temperatura maxima an terior al solsticio de verano La lengua que se habl6 en esta regidn, en la época de ocupacion de la Cueva, asi como la que se habla —aungue demasiado poco— es el Nahuatl, segin puede observarse en los ‘mapas lingitisticos elaborados por W. Moreno (1937) y Swadesh (1960) Segiin las fuentes? frente a este sitio pasaba uuno de los caminos utilizados por los espa- iioles para viajar rambo al Golfo, Espinosa (1963) nos dice que existian dos caminos hacia cl Golfo, uno que iba de la capital de la Nue- va Espaiia rumbo a Calpulalpan, de ahi to: maba rumbo al Golfo pasando ‘por Perote, Jalapa, etc., y el otro que pasando por Teo: tihuacan, Otumba y Tepeapulco, pasaba frente a la Cueva, por Sto. ‘Tomas, segnia a Singuilw can, luego a Tulancingo, hasta Tlegar al Golfo Por su parte Hemin Cortés (Espinosa, 1963) refiere que al sufrir la derrota causada por los Mexicas en la tragica Noche Triste, retir6 sus soldados hacia Tepeapulco, dejando en dicho lugar algunos de cllos para que fun. daran cl pueblo y someticran a los nativos Esto da lugar a que algunos investigadores como Espinosa (1963), afirmen o cmitan jui cios de que Tepeapulco es la segunda ciudad fundada por los espafioles (Ia primera es Santa Veracruz). Si para el comienzo del siglo XVI y en los inicios de la Conquista ya existia cl camino México-Veracruz, pasando por ‘Tepeapulco, Santo Tomés y Singuilucan, quieren decir que este camino eta utilizado desde la época pre- hispinica, lo cual es légico dada la topografia 2 “Actas de Cabildos de la Ciudad de México”, Vol. 2, aio 1889, pig. 66.67 y 114. Citado en Kubler, [., 1929: Tomo I, pag. 162. (COLECCION CIENTIFICA regional, ya que esta ruta es bastante accesible para viajar hacia la costa, Por otro lado, todos sabemos y aceptamos Ib influencia y relacién cultural entre el Tajin ¥ Teotihuacan, los cuales quedan situados en Jas margenes de uno de los caminos a que hacemos referencia ‘Atin mids atris temporalmente, 0 en las mismas épocas, sabemos de las invasiones no- madicas constantes no sélo por Io que nos refieren los investigadores que se han dedicado 2 este tipo de estudios (Kirchhoff, Jiménez Moreno, etc.), también por los restos arqueo- légicos que hemos encontrado. Por las fuentes sabemos como a la caida del Imperio Tolteca fae cuando esta frontera alcanz6 su mayor retroceso, legando las tribus némadas hasta muy dentro de la Cuenca, con lo cual pode- mos también afirmar que nuestro sitio quedé en algunas ocasiones fuera y en otras dentro ® Solo se obtuvieron dos olotes de maiz de bt capa IL INAH de esta superdrea cultural ya existente, Meso américa, EI clima, la fauna y la flora, eran bastante similares alos de la actualidad, aunque de acuerdo con el material osteolégico, ya que del botinico carecimos se puede observar que en esta area habitaban especies animales hoy dia localizadas mas al norte (Alvarez, 1964), asi como otras que atin existen en la regidn, lo cual nos informa de cierta varia cién en el clima y por lo tanto en la ve getacién del lugar, ademds claro est’, de los efectos causados por el incremento de pobla- ciones humanas. Es en el Mapa mim. 1 donde localizamos nuestro sitio y algunos otros correspondientes a estas fases tardias de la época prehispinica. En este mapa queda situado tanto en el México actual, como en la Cuenca y en Meso- ameérica. 7 000001:1 2/0983 S| bg I VOINaWVOSIW_N3 A OOIXSW 30 VONAND VINS ‘VUSIVION V130 VASNO ‘OILIS 130 NOIDWZII¥D07 TsN vd vw I, OBTENCION DEL MATERIAL Una vez que limpiamos de yerbas y arbustos la plataforma y el talud de la cueva, se cua: driculd el area para facilitar el levantamiento de la planta y luego el topogrifico, este tan- to de la cueva como de parte de talud,* abar cando unos 30 metros fuera de la boca, area delimitada por observaciones superficiales del relleno y la vegetacién sobre dicho. talud F] Plano mim, Tes el resultado de tal levan tamiento. En el mismo plano se delimita la zona excavada. La experiencia nos ha demostrado que en muchas ocasiones los abrigos 0 cuevas, sélo eran ocupados para pasar la noche o efectuar ceremonias religiosas, y corrientemente se ha: bitaba la parte exterior de la misma o sus contornos. Por otro lado es légico pensar que Ios hi bitantes de la época pasasen el dia en sus labores fuera de la cueva, ya sea cerca oa distancias considerables y silo tomasen a la misma pata descansar por las noches 0 guare corse de las Thivias ¢ inclemencias del tiempo. ‘Ademis, todos sabemos que basarse en cor: tes pequetios para establecer estratigrafias es poco aceptable v aunque nuestra estratigrafia ra lo suficientemente amplia y nos daba por sola tna visién clara de la ocupacion del lugar, creimos conveniente excavar poros de cateo en cl talud, drea que aparentaba tener + Levantamiento efectuado por Rafael Marquee, del Departamento de Prehistoria, 1. N. AL HL relleno cultural, agregando a esto el conoci: miento que tenemos de que en pocas muy tempranas se ocupaban solo los exteriores de Ja Cueva no su interior, anngue en algu nas ocasiones la ocupacién cra total Es por esto que en cl Plano nam. 1 se observa una seric de pozos de cateo en cl talud. catas que ademas de probamos que no hubo ninguna ocupacion previa a las que el mate- rial del interior sefiala, nos indican Ta validez estratigrifica de nuestros cortes de la cueva y la plataforma. Es decir, nos dan una idea clara de la estratificacién natural y cultural del sitio. En el presente trabajo slo hemos analizado 1 material obtenido en la excavacion de ht plataforma y el interior de la Cueva. EI ma terial del talud, aunque clasificado, sera tratado en un estudio posterior, al hacer comparacio nes con otros pozos excavados en la parte ceremonial de este sitio y en la parte ceremo nial de Ja Pirimide de Tepcapuleo (o del “Tecolote) Jo que nos dara una idea mas clara de la ocupacién de la zona. En la excavacién se puso en prictica el método de las coordenadas cartesianas_ fi jado por Laplace y Meroc (1954), cuyas t nicas estin explicadas en la traduccién de Lorenzo (1956) y ha sido utilizado por dicho investigador en sus excavaciones de Yanhui tlin (1958), aunque adaptado a circunstan- cias muy especiales por lo que no creemos conveniente entrar a mayor discusién en el presente. trabajo. 19 20 COLECCION CIENTIFICA Pasamos a expresar la adaptacion que en nuestro caso hemos hecho del método, adap- tacion que ha sido claborada en el Depar- tamento de Prehistoria y puesta en practica cen los trabajos que dicho Departamento rea- liza, y empleada también por nosotros. Establecer la cuadricula que delimita sec- ciones y sectores, asi como la fijacién del punto cero, no ha sido transformado en ab- soluto. Andlogamente, hemos situado los ar- tefactos tridimensionalmente —base del mé- todo—, aunque dada la extrema abundancia de material cultural en nuestro caso, solo hu bimos de situar los completos o aquellos capa- ces de fijar tipologia, de los de contactos de capa 0 clementos especiales, asi como frag- mentos de cerdmica que, por tratarse de silue- tas, soportes 0 piezas policromadas nos diesen también una situacién temporo-espacial. Aun- que no es imposible situar todos los clemen- tos en forma tridimensional, seria muy labo- rioso, y Io que es ms importante, el hecho de que con poco presupuesto y en el menor tiempo posible se debe obtener el mayor pro- vecho, aspecto que, aunque negativo, es carac- teristico en nuestras.investigaciones. Como el nivel “O" es ideal, ya que coincide con el plano horizontal que pasa por el punto “O", en nuestro caso dicho nivel cero, ha sido substituido por la superficie de la ccueva, y aunque ésta no quedaba comprendida en un plano, fue considerada como tal, y a partir de él se tomaron las coordenadas ver ticales, quedando situada automdticamente la topografia de cada capa y las relaciones in temas entre ellas* Lo fundamental radica, ademas, en la situacién tridimensional de los elementos descritos, en el conocimiento casi absoluto de la estratigraffa natural y la confor: macién de un estrato respecto al otro, para lo cual se toman las medidas de espesor de capa en cada 0.25 metros, por lo menos, y en cier- tos casos claborando croquis individuales de 2 Claro esti, la superficie de la cueva tuvo que ser referida aun plano horizontal al efectuarse la nivelacién del terreno. INAH variantes menores, como son los hogares, agu- jeros de animales, pozos, etc. Esto nos permi te el conocimiento de la topografia por capa, sobre la que se proyectan los artefactos y ele- mentos en general que ie correspondan —pla- nos horizontales—, par: observar los rasgos etnogrificos o demograficos, que la distribu- cién y asociacién nos permiten establecer. De igual modo, al hacer las proyecciones frontales © laterales, para comprender mejor el desarro- Ilo o fijacién de ciertos elementos a través del tiempo y la posible asociacién o influencia, del clima o medio ambiente, reflejado en los suelos o capas naturales, procedimiento es el siguiente: Se toma un cuadro, de un metro por lado, y se inicia la excavacién ya sea cavando en solo un cuartel de 0.25 metros de lado, 0 bien en uno de 0.25 metros de ancho por un me- tro de largo. Una vez que se encuentre el siguiente estrato, se suspende el trabajo, se toman las medidas necesarias del espesor, por Jo menos cada 0.25 metros en las paredes y se contimia la excavacién hacia el lado conve- niente, Se levantan los siguientes 0.25 metros en todo lo ancho del cuadro (1 metro) y se toman las medidas ahora ya tan sélo en esta Ailtima pared descubierta, De esta manera se evanta la capa en todo el cuadro 0 cuadros convenientes y se continiia con el siguiente strato, en el cual se toma sélo el espesor de capa, sin tomar en cuenta la distancia a la superficie inicial (o final), lo que nos facilita el método y nos da mayor exactitud. El Plano néim, 2 nos hace mas objetivo el sistema; en 1 se puede observar cl primer paso al iniciar Ta excavacién y cuyos puntos de medicién estén marcados con las letras a, b, ¢, etc; el siguiente paso y su medicién marcado con las letras k, 1, m, ete. En este mismo plano se puede observar que Ja capa II es atin mis irregular y por lo tanto se tienen que tomar las medidas no forzosa- mente cada 0.25 metros sino todas aquellas que se crean necesarias, como se podré ver en este Plano 2, fig. 6, y cuyos puntos en los que se toman las medidas son a’, b’, ¢’, etc. a COLECCION CIENTIFICA La excavacién de capa se efectita por como- didad, ya sea por cuadro 0 por dos cuadros, antes de continuar con el siguiente estrato. De esta manera se pueden excavar todas las capas de uno o dos cuadros, o bien sélo hasta cierta profundidad, de ser muchas las capas, con ob- jeto de evitar derrumbes, excavando entonces hasta una profundidad uniforme —no mis de un metro, por ejemplo—, toda la zona deli- mitada para excavacién y continuando con el mismo sistema, 0 bien, en cl caso de que la consistencia del terreno lo permita, excavando en forma escalonada a todo lo ancho o largo del rea hasta llegar al fondo y finalizar el direa delimitada. Es asi, como hemos podido fijar la topogra- fia de cada capa con sus hogares, rasgos y elementos correspondientes proycctados sobre ella, Los Planos miims. 3, 4, 5 y 6 nos permi- ten observar lo antes dicho y en ellos podemos analizar ciertos rasgos que de otra forma hu- biesen pasado desapercibidos* La obtencién del material conociendo su posicién nos facilita hacer una serie de andlisis que sin este método resultarian. imposible. Ademds, de poder observar su_distribucién —datos etnogrificos y demograficos— se pue- den efectuar una serie de estudios convencio- nales, “jugando” con el material, y asi poder interpretarlos mejor. En el presente estudio sdlo exponemos un ejemplo de lo que se pue- de hacer. En los planos 3, 4, 5 y 6 se puede observar la topografia de cada capa con el ma- terial in situ, agrupando tan slo artefactos liticos pulidos; litos tallados; cerimica y figu- rillas; artefactos de hueso, asta y concha, y hhuesos de desecho. Del mismo modo se pue- den claborar todos los diagramas que se deseen; se pueden hacer toda una gama de combina- ciones, analizando todo el material en grupos, 8 En estos planos sélo situamos el rea excavada de la plataforma c interior de la cneva, que fue donde obtuvimos el material analizado en el. pre: sente trabajo, como ya hemos mencionado. Evi tamos dibujar el talud y parte sur de la Cueva, con objeto de usar una escala mayor, para observat ‘mejor Tos rasgos. INAH © ya sea, agrupaciones por si solas, Asi, se podrin hacer anilisis de la técnica del trabajo del material; de la distribucién de la cerimica local 0 forénea (igual que de los artefactos) del tipo del material empleado; de la rela- cién_litos—cerimica—huesos, existente, etc.; y con todo ello facilitarnos en lograr la mejor interpretacion y comprensién del sitio. Igualmente, cuando observamos en nuestro anilisis las proyecciones en los planos fron- tales y laterales, pudimos comprender mejor a ocupacién cuyos restos integran la capa IIT, que como veremos en capitulos siguientes, parecer confusa para algunos. El material cul- tural cerimico mejor conocido nos permite observar esta ocupacién mayor, pero de no haber sido asi, al analizar la-proyeccién de los elementos en estos planos verticales, habr mos observado cuales de estos elementos apa- recen primero, en qué parte de su distribucion temporal tienen mayor apogeo y cuando de- linan. Respecto a la proyeccién de elementos en Jos planos frontales y laterales, también hu- bimos de hacerlo de este modo, ya que es lo ideal para establecer secuencias de rasgos cul- turales: poder observar cuindo aparecen, cuando tienen su apogeo y cuindo declinan, asi como poder percatarse de la posible evolu- cién del material 0 de la técnica con que era tratado; de la desaparicién de ciertos tipos por la aparicién o mejor rendimiento funcio- nal de otros; de las relaciones y momento en que se efectian, con otras Areas, al observar el material tipico de esa rea, ete. Son los Planos 7 y 8 en los que se puede observar un poco de Io antes mencionado, aunque en cllos tambien s6lo se agrupa el material del mismo modo que para los planos topogrificos de capa, sin embargo, se pueden hacer una serie de anilisis, “jugando” con el material, repetimos. En este caso, el de los Planos 7 y 8, se han tomado los cortes abar- cando s6lo 0.50 metros de espesor y solamente se hacen las proyecciones de los artefactos con- tenidos en esos 0.50 metros, Se pueden ela- borar cortes, frontales o laterales de menor 0 ALIS Ni TWeslvW_% aN ‘ONVId | | rT i LS Ni, “TwdalVW x viav¥9odoL ee aN ONY IA ALIS Ni, Wi3LVW A Visvu90dOL T vdvo SEN ONVId > gic

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