Professional Documents
Culture Documents
2-Ficha-El Niño Interior-2018
2-Ficha-El Niño Interior-2018
EL NIÑO INTERIOR
Las actitudes, sentimientos y acciones van formándose poco a poco a través de los
deseos y las demandas de los adultos más significativos, especialmente los padres.
Como el niño no posee la capacidad de tolerar el rechazo continuo, tiene que
aprender a adoptar actitudes y conductas que están aceptadas- y a eliminar aquellas
que conlleven una posible condena. Por ejemplo, muchas personas de nuestra
sociedad, especialmente mujeres, han aprendido que enfadarse no está permitido –
expresar ira les ha llevado a ser castigadas o excluidas. De la misma forma, a
muchos hombres se les ha enseñado que sentirse tristes o dolidos es un signo de
1
debilidad y por lo tanto, es incorrecto. Mensajes de este estilo, repetidos
frecuentemente, inducen al vulnerable niño a buscar maneras de evitar esos
sentimientos prohibidos: aprenden a "endurecerse" en un mundo que está definido
por los adultos. Al poco tiempo, con una habilidad admirable para adaptarse a las
hostiles demandas del entorno, el joven aprende no solamente a no expresar, sino
incluso a no sentir emociones e impulsos que puedan desagradar a las personas más
significativas para él.
Para que esta estructura adaptativa quede asegurada, adoptamos una serie de ideas
que refuerzan y sirven de justificación para reprimir nuestros sentimientos. Por
ejemplo, si se nos ha enseñado persistentemente que "sólo los bebés lloran", o que
sólo los niños malos se enfadan, cuando comencemos a experimentar estos
sentimientos, los reprimiremos a través del poder recientemente adquirido que nos
confieren los pensamientos y las creencias autocríticas. Estas cogniciones crean una
voz interna que nos dice cómo comportamos y cuándo hemos de "controlamos". El
desarrollo de este "diálogo interno" controlador o de este "crítico interno", unido a una
coraza muscular o contracciones en todos los tejidos de nuestros cuerpos, es el
precio que pagamos por satisfacer nuestra necesidad imperiosa de aceptación y
aprobación. Si se nos ha enseñado a negar el enfado, por ejemplo, entonces, en las
situaciones en las que éste sería la respuesta humana más natural (como cuando nos
sentimos pisados, oprimidos o ignorados por otros), podemos caer en una tristeza
introvertida o una depresión. De pequeños, esto puede ir acompañado de
pensamientos como "soy un chico malo si me enfado" o "si se enteran, me pegarán".
Otro patrón típico que surge como resultado de negar nuestros sentimientos
verdaderos, consiste en enmascarar un miedo o una tristeza encubierta con enojo o
con un estoico control emocional. Cuando se dan circunstancias que normalmente
despertarían temor o dolor, surge una reacción inmediata de cólera que levanta una
cortina de humo protectora contra emociones más comprometidas. Por ejemplo, al
contemplar nuestras vidas, en vez de reconocer ansiedad, arrepentimiento o
insatisfacción, acusaremos a nuestra esposa de no haber satisfecho todas nuestras
necesidades, como si fuera responsabilidad suya. O nos aislaremos de los demás
fingiendo estar excesivamente preocupados por nuestro bienestar.
Este tipo de persona aprende a evitar los sentimientos más blandos convirtiéndose en
un "tipo duro" o lo que expresamos irónicamente como "todo un señor responsable".
Se presentan como ejecutivos con carrera ascendente que piensan que la vida es
una lucha solitaria por la supervivencia. Pedir ayuda se ve como una debilidad;
necesitar apoyo es embarazoso y amenazante.
2
Hay tanto miedo a necesitar a alguien o a ser dependiente, que la persona reacciona
creando una serie creencias y de comportamientos que le proporciona una distancia
"segura" de los demás.
Muchas personas acceden finalmente a enfrentarse a esta falta de contacto con ellos
mismos, tras haber fracasado al intentar afrontar un evento traumático o una serie de
desilusiones seguidas. Un cambio estresante de trabajo, una enfermedad repentina,
la pérdida de un ser querido, una separación o una amenaza de divorcio pueden
revelar la pobreza de nuestras defensas en las que tanto confiábamos. Esperanzas
rotas, frustraciones repetidas o miedos recurrentes pueden provocar un
desmoronamiento de las viejas creencias en las que se basaba nuestra percepción
estable de la realidad. El resultado es un período en el que hemos perdido pie y nos
encontramos entre dos maneras de ver la vida temporalmente. Tendremos que
aceptar de mala gana que la antigua imagen que teníamos de nosotros mismos y
nuestra sensación de realidad, son inadecuados para combatir la crisis que estamos
enfrentando en este momento.
Este doloroso período puede llegar a ser muy creativo si permitimos que nuestras
defensas, que antaño fueron tan necesarias, permanezcan inactivas, y afrontamos
valientemente nuestra situación actual. Será entonces cuando, en vez de evitar la
crisis o luchar por controlar las cosas a través del poder de nuestra voluntad,
podremos aprovechar esta etapa para explorar aquellos sentimientos y significados
que pueden haber sido demasiado terribles como para enfrentamos directamente a
ellos, pero que, sin embargo, ahora es necesario que las exploremos para
evolucionar y crecer…
4
CARACTERÍSTICAS Y TRATAMIENTO DEL NIÑO INTERIOR
No importa el sexo
Feto, bebé, adolescente, joven, puede crecer
Cuando estamos con el Niño, estamos atentos a la aparición del crítico
Nos enfocamos en su lenguaje y gestos
Pueden aparecer imágenes de niños presentes, de niños escondidos, imágenes
de fantasía
Cuando aparece, dejamos todo de lado, porque se encuentran muy indefensos y
necesitan mucha protección de nuestra parte
Viene contarnos su Historia, para integrarla a la nuestra y decimos qué le faltó, y
qué necesita…
Cuando hacemos auto-Focusing podemos incluimos en el proceso: decirle ‘Yo
estoy aquí con vos... Estás seguro conmigo...’
El Niño Interior está compuesto por partes nuestras que han sido enviadas al exilio,
para complacer a personas significativas en nuestra infancia; partes que han sido
descalificadas por ellos. Son aspectos nuestros que no han podido desarrollarse.
El niño puede aparecer en cualquier momento, cuando esto sucede dejamos todo de
lado y nos dedicamos a él.
Puede aparecer de diferentes formas, ej: como pulgarcito, como un bebé, como un
pimpollo, como un niño o niña.
A medida que lo vamos acompañando, las intervenciones van fluyendo según el
relato del focalizador, recordando que, cada tanto, es importante volver al cuerpo y
preguntarle cómo se va sintiendo este espacio con esta niña. Cuando el focalizador
habla como si fuera el niño o la niña diciendo por ejemplo: "Estoy en el cuarto
acurrucada en un rincón .... etc, para desidentificar a quien focaliza de su niña, en
este caso, podemos reflejar diciendo: "esta niña está sola en el cuarto, acurrucada en
un rincón, decile que sabés que está ahí". De esta manera evitamos la identificación y
se entabla la relación que buscamos para que el proceso pueda continuar (de lo
contrario no avanzaría).
Cuando se trabaja con el niño/a hay que asegurarse que reciba todo lo que necesita.
Podemos también incluirnos en el proceso.
Antes de finalizar hacemos una última pregunta: ¿Cómo se siente ahora el espacio
interior? Para finalizar el proceso es importante asegurar le al niño/a que no se va a
olvidar de él, que ahora que ya lo conoce y sabe que está ahí; este niño/a no va a
volver a estar solo, que nosotros, como su adulto, lo vamos a acompañar siempre.
Julio de 2017