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Org Tema 2 La Corona 2020
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TEMA 2
Independientemente del origen y el significado histórico de esta institución, hay que decir que el
elemento caracterizador de la Corona, tal y como ésta ha sido definida por la Constitución española, hay
que entenderlo referido a la descripción de la forma política del Estado como Monarquía parlamentaria
(art. 1.3 CE).
La figura del Rey se coloca como poder moderador respecto a los otros órganos del Estado. Su
intervención en el proceso político queda sensiblemente reducida a ese importante poder de moderación,
sin asumir funciones de gobierno. El Rey reina, pero no gobierna. Al Rey corresponderán funciones
de tipo simbólico, de poder moderador y de poder de arbitraje, sin adentrarse en la contienda política
concreta que corresponde al binomio Gobierno-Cortés. En palabras de Alzaga, la Monarquía
parlamentaria es aquélla en que el Rey tiene menos potestad, pero puede alcanzar el máximo de
autoridad. De esta forma, nuestro actual ordenamiento constitucional ha querido recoger la tradición
monárquica española, pero encauzándola en el marco que el régimen democrático y parlamentario dibuja.
2. ATRIBUCIONES Y COMPETENCIAS.-
A esta idea responde el artículo 56.1 cuando dice: " El Rey es el Jefe del Estado, símbolo de su
unidad y permanencia, arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones, asume la más
alta representación del Estado español en las relaciones internacionales, especialmente con las
naciones de su comunidad histórica, y ejerce las funciones que le atribuyen expresamente la
Constitución y las leyes”.
Esta referencia genérica a las funciones que le atribuye la Constitución y las leyes significa,
según dice López Guerra, que el Rey no dispone de unos poderes implícitos, sino de una lista
cerrada de poderes concretos que debe utilizar para cumplir sus fines simbólico, arbitral y
moderador.
También observa Álvarez Conde que los artículos citados, 56.1 y 62, plantean la importante
cuestión de si las funciones del Monarca son de dos tipos:
Unas las atribuidas expresamente por la Constitución y las leyes, y que aparecen
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Organización, Administración y Función Pública
La respuesta negativa es la que parece más acorde con la configuración de una Monarquía
constitucional y parlamentaria. El Rey sólo ejerce las funciones que expresamente le atribuyen la
Constitución y las leyes, y su posición constitucional como arbitro y moderador del funcionamiento
regular de las instituciones únicamente puede desarrollarla por medio de las competencias
expresamente atribuidas.
Por otra parte, señalar que la Reina consorte o el consorte de la Reina no podrá asumir
funciones constitucionales, salvo lo dispuesto para la Regencia (artículo 58).
Los artículos 62 y siguientes de la CE enumeran las atribuciones del Rey que trataremos de sistematizar:
de una obligación del Rey. Aunque el Profesor Sánchez Agesta ha considerado la posibilidad de que
el Rey se negase a expedir un Decreto, por ser el mismo ilegal o anticonstitucional, no parece que de
la letra y del espíritu de la Constitución pueda desprenderse la posibilidad de que el Rey entre a
juzgar en el fondo del asunto.
c) Ser informado de los asuntos de Estado, presidiendo las sesiones del Consejo de Ministros
cuando lo estime oportuno, a petición del Presidente del Gobierno : El Rey tiene derecho a ser
informado de los asuntos de Estado, tal y como reconoce el arto 62.g CE. El modo fundamental de
desarrollar efectivamente este derecho se contempla en el mismo artículo, que prevé la posibilidad de
que el Rey presida el Consejo de Ministros cuando lo considere oportuno y a petición del Presidente de
Gobierno.
supremo representante del Estado del Jefe del mismo, razón por la cual su ejercicio corresponde al
Rey, de tal modo que el refrendo no puede ser negado aunque quede a salvo el derecho de los
refrendantes a dimitir en caso de discrepancia.
3. SUCESIÓN.-
El artículo 57 de la Constitución establece el siguiente régimen de designación:
"La Corona de España es hereditaria en los sucesores de S.M. Don Juan Carlos 1 de Borbón
legítimo heredero de la dinastía histórica. La sucesión en el trono seguirá el orden regular de
primogenitura y representación, siendo preferida siempre la línea anterior a las posteriores; en la
misma línea el grado más próximo al más remoto, en el mismo grado el varón a mujer, y en el
mismo sexo, la persona de más edad a la de menos".
Extinguidas todas las líneas llamadas en Derecho, las Cortes Generales proveerán a la
sucesión en la Corona en la forma que más convenga a los intereses de España.
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Las abdicaciones y renuncias y cualquier duda de hecho o de derecho que ocurra en el orden
de sucesión a la Corona se resolverán por una ley orgánica.
El Rey, al ser proclamado ante las Cortes Generales, prestará juramento de desempeñar
fielmente sus funciones, guardar y hacer guardar la Constitución y las leyes y respetar los derechos de
los ciudadanos y de las Comunidades Autónomas.
4. REGENCIA Y TUTELA.-
Regencia
Cuando el Rey fuere menor de edad, el padre o la madre del Rey y, en su defecto, el pariente
mayor de edad más próximo a suceder en la Corona, según el orden establecido en la Constitución,
entrará a ejercer inmediatamente la Regencia y la ejercerá durante el tiempo de la minoría de edad
del Rey.
Si el Rey se inhabilitare para el ejercicio de su autoridad y la imposibilidad fuere reconocida
por las Cortes Generales, entrará a ejercer inmediatamente la Regencia el Príncipe heredero de la
Corona, si fuere mayor de edad. Si no lo fuere, se procederá de la manera prevista en el apartado
anterior, hasta que el Príncipe heredero alcance la mayoría de edad.
Si no hubiere ninguna persona a quien corresponda la Regencia, ésta será nombrada por las
Cortes Generales, y se compondrá de una, tres o cinco personas.
Para ejercer la Regencia es preciso ser español y mayor de edad.
La Regencia se ejercerá por mandato constitucional y siempre en nombre del Rey.
Tutela
1. Será tutor del Rey menor la persona que en su testamento hubiese nombrado el Rey
difunto, siempre que sea mayor de edad y español de nacimiento; si no lo hubiese nombrado,
será tutor el padre o la madre, mientras permanezcan viudos. En su defecto, lo nombrarán las
Cortes Generales, pero no podrán acumularse los cargos de Regente y de tutor sino en el padre,
madre o ascendientes directos del Rey.
5. EL REFRENDO.-
Establece el artículo 56.3 CE que la persona del Rey es inviolable y no está sujeta a
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La estructura de este precepto plantea, al menos, tres cuestiones distintas pero íntimamente
relacionadas. En primer lugar hay que examinar el fundamento del refrendo; en segundo término la
extensión del refrendo; y por último se trata de conocer quién es el sujeto refrendante de los actos del
Rey.
En lo atinente a la extensión del refrendo, hay que volver los ojos hacia la dicción del artículo
56.3: "sus actos estarán siempre refrendados...". Parece de una primera lectura que no hay excepción
al refrendo. Pero digamos inmediatamente que de la misma forma que existen algunas zonas de
responsabilidad regia, hay actos sin refrendo. Estos actos son los enumerados en el artículo 65.2: los
actos de nombramiento y cese de los miembros civiles y militares de su Casa. A lo que cabría añadir
los actos del Rey que pertenezcan a la esfera jurídico-privada, como la libre distribución de la cantidad
global que los presupuestos le asignan para el sostenimiento de su familia y su Casa –art. 65.1 CE-.
En este doble ámbito la actuación del Rey no se encuentra vinculada a refrendo y actúa libremente.
En todo caso, como puede observarse, los actos exentos de refrendo en una Monarquía
parlamentaria como la española (artículo 1.3º) quedan reducidos a la mínima expresión, en
contraposición a las Monarquías históricas limitada y constitucional, en donde el margen de actuación
regia era prácticamente ilimitado en la primera y muy extenso en la segunda.
La tercera cuestión relacionada con el refrendo se refiere a los sujetos dotados de potestad
refrendante. A ello se refiere el artículo 64.1 que designa los titulares legitimados para esta función,
cuando señala que los actos del Rey serán refrendados por el Presidente del Gobierno y, en su caso,
por los Ministros competentes. La propuesta y el nombramiento del Presidente del Gobierno, y la
disolución prevista en el artículo 99, serán refrendados por el Presidente del Congreso.
La designación de los titulares refrendantes lleva por sus propios pasos a los efectos del
refrendo. La conveniencia del refrendo es producir una traslación de responsabilidad por el acto del
Rey al sujeto con poder refrendante: Presidente del Gobierno, Ministros y Presidente del Congreso de
los Diputados, según los casos; así se recoge en el artículo 64.2, cuando se dice que de los actos del
Rey serán responsables las personas que los refrenden. Y en el caso de que el refrendo no se
produzca por alguno de estos sujetos o simplemente se omita, el acto regio carece de validez (salvo
los señalados actos exentos de ser refrendados).
El titular de la Corona se denominará Rey o Reina de España y podrá utilizar los demás títulos
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que correspondan a la Corona, así como las otras dignidades nobiliarias que pertenezcan a la Casa
Real. Recibirá el tratamiento de Majestad.
La consorte del Rey de España, mientras lo sea o permanezca viuda, recibirá la denominación
de Reina y el tratamiento de Majestad, así como los honores correspondientes a su Dignidad que se
establezcan en el ordenamiento jurídico.
El heredero de la Corona tendrá desde su nacimiento o desde que se produzca el hecho que
origine el llamamiento la Dignidad de Príncipe o Princesa de Asturias, así como los demás títulos
vinculados tradicionalmente al Sucesor de la Corona y los honores que como tal le correspondan.
Recibirá el tratamiento de Alteza Real. De igual Dignidad y tratamiento participará su consorte,
recibiendo los honores que se establezcan en el ordenamiento jurídico.
Los hijos del Rey que no tengan la condición de Príncipe o Princesa de Asturias y los hijos de
este Príncipe o Princesa serán Infantes de España y recibirán el tratamiento de Alteza Real. Sus
consortes, mientras lo sean o permanezcan viudos, tendrán el tratamiento y honores que el Rey, por
vía de gracia, les conceda en uso de la facultad que le atribuye el apartado f) del art. 62 de la
Constitución.
Los hijos de los Infantes de España tendrán la consideración de Grandes de España, sin que
ello dé origen a un tratamiento especial distinto del de Excelencia.
Quienes ejerzan la Regencia tendrán el tratamiento de Alteza e iguales honores que los
establecidos para el Príncipe de Asturias, a no ser que les correspondan otros de mayor rango.
El uso de títulos de nobleza, pertenecientes a la Casa Real, solamente podrá ser autorizado por
el Titular de la Corona a los miembros de Su Familia. La atribución del uso de dichos títulos tendrá
carácter graciable, personal y vitalicio.
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