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Colecci6n di Francisco At James Riordan Los doce trabajos de Hércules llustrado por Christina Balit introduc slosarios y actividades Manuel Otero Traduecién ‘Susana Camps Vicens Vives Depo Legh B.57.226-201 ISBN 7 316-1553 Nese Ondn VV. GO ‘© JAMES HIORDAN, 1957 Sovelstpacin, (© CHRISTINA BALIT, 997 Sobeeisiheasonn a rene Fee [© FRANCES LINCOLN LIMITED, 1867 InMPRESO EN HSPARA. PRINTEDIN SPAIN, expeery.... INDICE." a ae. INTRODUCCION Los origenes de Hercule: 7 ‘Una vida de penitencia 10 Un héroe ejemplar . . 6 LOS DOCE TRABAJOS DE HERCULES El nacimionto de Hércules Ellen de Nemea .. La hidra de Lerna .. . La cierva dorada de Cerinia El jabalf de Eximanto Los estables del rey Augias Las aves del lago Estinalo « Eltoro de Creta ... Las yeguas salvajes de Diomedes El cinturén de oro de Hipdlta . Los bueyes del rey Geriones Las manaanas de oro de las Hesperides El can Cesbero del Hades . ‘La muerte de Hercules... Mapa. Vouabulario Dieses princpates ACTIVIDADES Guia de lecture... Un relato épico TRODUCCION EL HEROE DELOS DOCE TRABAJOS s de Hercules te los tos mas difnddos dela antigua Grecia se eneues gura tal vez sea la adapta nicio, sa leyenda erraigé de | Mediterréneo que no le consagra: 12 un santuario al héroe. De hecho, su leyenda est da con Es que se acababa el mundo, Se dice que Hercules Hlegé a tierras ibéricas para propiarse de los bueyes del signte Geriones. Antes de alcanzar su dest separar los continentes de Europa y Afica, con lo que n al estrecho de Gibraltar. Segiin cierta tradi’ guid a Geriones desde Mi acabaron convergiendo dictorios entre si, En co que ya en la antiguedad bien el héroe aparecié también de forma ocasional en alguna comedia, El sgriego Asistofanes, por ejemplo, trats de desmitificarlo presentindolo como ‘un hombre libertino y de pocas luces que s6lo se preocupaba por comer y heber lo mis posible, retrato grotesco que demuestra la extraordinaria po~ pularidad del héroe, pues Aristofanes solia dirigir el dardo de sus parodias contra los personajes més conocidas de su tiempo. ‘Unavidade penitencia Para los griegos y los romanos, Hércules exa la encarnacién de la fuerza fi- sica, del mismo modo que Marte sepresentaba el coraje de le guerra y Ve~ anus Jos encantos del amor. En las vasijas, estatuas y pinturas que se le dedi- caron, el héroe aparece como un joven dotedo de poderosos misculos que portaba una maza de olivo para ayudarse a combatir el mal y se cubria con la piel del len de Nemes, la fiera a la que habia vencido en el primero de sus trabsjos. Sin embargo, Hércules no es tan sélo un hombre fuerte, pues el hétoe posee también admirables virtudes morales, como le humildad, la nobleza, la tenacidad, la abnegacidn, la astucia y un profimdo sentido de la amistad, la lealtad y el deber. No obstante, tiene también flaquezas huma- nas, como cabe esperar de un hombre que, aunque ha sido engendrado por el dios Zeus, naci6 del vientre de una mortal. Pese a su natural bondadoso, Hercules no siempre logra dominar sus instintos y a menudo comete atroci- dades indignas de un héroe: en su adolescencia maté a su maestro de miisi- cade un golpe de lira y, tras haber formado un matrimonio feliz con la her- smosa Mégars, acalé con su esposa y sus hijos en un rapto de locura. ‘Los erimenes que comete por culpa de su vehemencia y del odio de He- ra convierten a Hércules en un hombre atormentado. Para purgar el més grave de sus erimenes, debe ponerse al servicio del rey Euristeo de Micenas, quien le impone sus doce famosos trabajos, Euristeo constituye la antitesis perfecta de] héroe tanto en lo fisico como en Jo moral, pues ¢s un indi enclenque, soberbio, 50 y cobarde que conffa en que Hércules piercla Ja vida en alguno de sus trabajos. Varias de las hazafias de las que le enco- mienda responden 2 un simple capricho, pero al levar a cabo otras proezas Heéreules presta un gran servicio a le humanidad, como la destruceién de Ja 10 Heals mat n it rapte de iva al jouen Bite y obliga w expr su ena Onfale. Enarverada del Wrce, fae scubre conta pe de! eb ide su maze, e humille oblgéndee a westir ws mantofeienino ya bit ina, ‘tal conve rifle hace Frans Leaayne, lératesy Onfle (3.24) cee le jembra be pl alimenta a sus yeguas ses, como cuando se le ordena que car grado a la diosa Ai nedes, que t2 inmoral, como el rey Di on came humana, o ha de desafiar a los misrnisimos cierva de Cerinia, un ani- qu can Cerbero, el perro de ies guarda las puertas del infierno. ata: mientras qu uso de les armas, la fuerza y tues cabezas con el supuesto, cada trabajo requiere una estrategia derrotar a Jos monstruos, Hé: a astucia, frente a los dioses opta por adoptar una actitud sincera y de, lo que le permite ganarse su 1 condescendencia, Ea los mitos griegos, los dioses no eran seres abstractos alejados del mundo, sino individuos afectados por pasiones humanas que se inmiseuian de continuo en los asuntos de Jos hombres y que no dudaban en tomar par- en sus guerras y disputas. En el curso de su: se relaciona con las divinidades del sagrado Olimpo, sino que mis de una vez encuentra aun dios 0 una diosa que acude en su ayuda. Cuando se en- Genta a las aves del Estinfalo, por ejemplo, Atenea le proporciona un sona- Jeto de bronce que le permite realizar su hezafa, Pero Hércules despierta también algsin odio en el Olimpo. En particular, debe aftontar durante toda su vida la profunda animadversi6n que le tiene Hera, la divina esposa de Zeus. Hera odia 2 Hécules porque le recuerda las infidelidades de su mati- do, ya que el héroe fue engendrado en el curso de una larga noche de amor que Zeus gors i bella mujer de Tebas llamada Alemena. El mayor deseo de Hera es dafiar a Héreales, y por eso le impide ser rey, lo induce a nta matarl varias ocasione: acabar con su propia fami +08 trabajos de Hércules forman una curva ascendente en el grfico del peligro, pues cada uno de ellos es que el anterior y exige un des plazam 4s largo. Los seis primeros trabajos tienen | de origen del héroe, la regién del Pelopones lante Hércules debe aventurarse en territorios remotos a los que sélo puede llegar por mat Los trabajos séprimo y octavo le Hevan respectivamente a los limites noxte y sur de la Hélade, es decir, ala isla de Cretay a la regi que el noveno y el décimo le obligan a viajar a las f en tanto 2s este y oeste del 12 Pres baie wei del mite, arena Onfilegei a. adinde xiao Lees manne con ionada relacin ena mc muestra ese senna eo 750) de Franyels Bo os griegos hacia el siglo vins antes de Cristo: las 1ibe- Negro y la Pe fin, los dos tilimos trabsjos tienen lugar en sendos espacio S05, que ya no pertenecen a la geo- grafia x iterrineo sino al émbito de lo sobrenatural: los celestes de las Hespérides y el Hades. No obstante, Hércx y sagncidad que perfil heroico de su figura, gobernado por el dios a en estos trabajos Ja misma fterza Jo que le permite engrandecer atin més el 14 Un héroe cjemplar Por culpa de su propia desmesura y de su destino adverso, Hiérc se supera de continuo 2 s obligado a una larga p Lasecompensa de conceden el derecho a ser eterno y « habitar en el Olimpo. De esa manera, Hercules describe un peculiar itineratio del erimen a la gloria, que se ha lei- ofos griegos, ¥ ciertos sofistas, consideraban a Hércules como un simbolo del hombre que opta por el dificil camino de la virtud en lugar de por la senda ficil det Ios estoicos jo moral con el que el mito fue enseftado en las escuelas griegas. Segtin esa interpretacién, Hércules quiere hacer el bien, propésito que con in-de penalidades y sacri prolongé durante Ia Edad Media, cuando los comentaristas de la época co- waton a considerar a Héceules como un precursor del buen cristiano, El crimen atroz que le obliga a la penitencia equivaldria al pecado original con vierte su vida en una suces os. Tal lectura se mi el que nacen todos los hombres, en tanto que la kucha del héroe contra monstruos y villanos seria una alegoria del combate que el hombre libra contra las tentaciones del demonio. Como todo sex humano, Heéreules se ec elbien, opeién moral que le permite salvar el alma y que es recompencada con la vida eterna en ese particular paraiso que los griegos situaron en lz ciispide del monte Olimpo. 15 LOS DOCE TRABAJOS DE HERCULES 4 i desciende de Per El nacimiento de Hércules mnte Olimpo.' Acababa de tos de alegria tan grandes : salvar alos hi ioses de los titanes? Al contrario que su esposo, la diosa Hlera tente el corazén henchido de ra~ bia. Estaba cansada de las infidelidades de Zeus, quien habfa engendrado al iera ponerle al nifo la gloria de Hera’. Le tan inritada que buscaba un modo de vengarse y, al fin, se acered 2 su esposo con engaiiosa dulzura y le pregunts a media voz: —éHlas dicho que el proximo descendiente de Perseo reinard en Micenas? Eso es! —troné Zeus, Con la sonrisa en los Ja astuta Hera descendi6 del monte Olimpo ¥ corri¢ a la ciuded de Micenas, Alli reinaba Esténelo, un descendiente de Persco que también esperaba un hijo. Hera convencié a la diosa de los alum- a hora antes que Hércu- emesino, toda su vida bramientos' para que el nino de Esténelo naciese les, El pequetio se llamé Euristeo, y, como n: fue una persona enfermiza y enclenque. Cuando Hera regres6 al Olimpo, se acereé a su esposo y le dijo al ofdo: Querido Zeus, 6 si Zeus si narse. Como no queria faltar a su palabra, tavo que nombrar a Eu- js. risteo rey de Micenas. Hera habia vencido su primera batalla contra Héccules, estrangulado con sus vigorosas manos, las habia forma de trenza y las Ulevaba colgadas alrededor del cuello. Durar to le ensené a manejar el arco, su infaneia, Héreules fue instr lo por los mejores tutores: Buri- Anfitrién a conducic carros de guerra, Céstor 2 10 de su edad. Tenia el pelo negro y rizado y unos ojos grises moteados de m- bar? que brillaban con une Ilamarada de destrozar los de-un hombre de-un simple abrazo. Sin embargo, a Hércules le gusta~ ba aprovechar su fuerza para enfrentarse a quienes hacian el mal y para sacar de apuros a la gente, Un dis, ayud6 al rey de Tebas? contra sus enemigos, J, en sefial de gratitud, mayor. que Mégara sera feliz contigo —te dijo. Y asi fue como Heércules se convirtié en un hombre casado. Mégara era y Hercules formé con ella un mati amente, nada pudiera enturbiar su felicidad. Cuando estaben alejados el uno del otro, se echaban tanto de menos que hacian todo lo posi- ble por no separaree. Sin embargo, su matrimonio desembocé en una gran ‘Taxedia, pues la vengativa Hlera se habia empefiado en que la tristeza y el dolor persiguiesen a Hercules hasta el fin de sus dias, Un df, le envio al jo- ven un rapto* de locura furiosa, y Héccules cometié un erimen horrendo, & darse cuenta de lo que hacia agarré au mujer y 2 sue hijos y los arrojé al fuego, donde Jos cuatro murieron abrasados, Cuando Hercules volo on y 6 Is atocidad que habia cometdo, se hundié en los abismos dal dolor clarrepentimiento, No lograba entender eSmo habia podido matar & las perconas alas que mis amaba en el mundo y, destrozado por la pena, se Uevaba las m: ala cabeza el —Cémo he podido “Binge yy wr de sf un oscuro re- Cuando entré en el templo, Hércules habia dejade guero de sangre. —2Qué he de hacer para expiar’ el horrendo crimen que he cometido? —le pregunt6 al orculo con un grito desgarrador. La respuesta tardé en Hegar. En el corazén de Hércules el mi crimen», peneaba el joven Héreules con desesperacidn, Al fi bargo, sond una vor rotunda, que reboté en las altas columnas del templo y se maltiplics por obra del eco. nombre de Apolo—. All serviris a tu primo, el rey Euristeo, durante Goce afios. El te impondra doce trabajos," cada uno mis dificil que el anterior, pero, si cumples con éxito sus mandatos, la paz volverd a reinar en tu alma, El oréculo habfa hablade. Los trabajos de Héreules iban a comenza. El leon de Nemea Et rey Buristco era el hombre mas cobarde del mundo, Todo le daba miedo, ¥ cada vez que sentia el peligro cerca corria a esconderse en una bronce que guardaba en los sétanos de su pelacio, Cuando Heércul ‘Micenas, Euristeo se eché a temblar creyendo que su primo pretendia arre- butarle el rono. Sin embargo, Hercules se anrodillé ante el rey y le dijo: Quiero ponerme a tu servicio para purgar mi crimen Eley se quedé boquiabierto, —Entonees, gpuedo encargarte el trabajo que quicra? —ij, Hercules asintié, y en el sostro del monarca se dibujé una sonrisa radian= te. Euristeo siempre habia considerado a Heéreules como su rival mis temi- ble, asi que era toda una suerte tenerlo por esclavo, Ahora podria quitirselo de encima de una vez por todas si le encargaba un trabajo dificil en el que encontrara Ja muerte. Pero, zqué misién podia encomendarle? Euristeo cavils sobre el asunto durante dias, yal fin le dijo a Héreules: —En Nemea, cerca de Corinto,’ hay un leén salvaje que todas las noches baja desde los montes a las aldeas para devora: a los pastores ya sus rebaiios, Quiero que vayas alls, acabes con esa fiera maldita y me twaigas su piel en ieba de tu hazaia. ae 0 le ocult6 a Hércules Jo més importante: que el leén de Nemea era poderosa como un dragén y que su piel era tan dura que no po- dia pesforarse con arma alguna. El rey ee sitio feliz al pensar que su primo ‘nunca regresaria con vida de aguel trabajo, pero Hércules partié hacia Ne- ‘mea con el énimo tranquilo, Llevaba una lanza, una espada, una ced y la ma~ zade olivo, que era eu arma preferida, Cuando llegs a los montes que rodean Nemea, se escondié tras unas piedras a le espera del ledn, Pass toda una no- che a la intemperie pero, al fin, ala hora del alba, la fiera aparecié. Llevaba las fauces manchadas de sangre, pues -~ se habia pasado la noche matando hombres y devorando ovejas, y ere un animal gigantesco de largos colmillos y afiladas garras. Nada més ver al ledn, Hercules se puso en pie, abandoné su escondite y arroj6 su lanza con todas sus fuereas El arma, sin embargo, rebots en el pecho de Je fiera como si hubiera topado contra una roca oun escudo de diamante. Enfiecid Maron como agujas de drentar* avanzé hacia leén mostré sus colmillos, que bri- Iba. Pero Hercules no se dejo ame- » alz6 su maza y descargé un golpe br sin embargo, apenas se inmuté, ledn eché a corres, ido. Por pri- propias pens6 que la: mejo leén que avanzabs tanto miedo que ca ayado, Despierta, que soy yo —le deca Hercules—. El ledn ya est El rey monte en colera. «De modo que has vencido a esa fi La hidra de Lerna a—ordens Ei con los anillos de su cuerpo 0 morale con sus afildos colmillos, El aliento dela hidta era eta" envern, naba las aguas, secaba los campos y provocaba la muerte de quienes lo respi- raban, Muchos guerreros habfan intentado matar al monstruo, pero todos habian pagedo su osadia con la mucite, Yes que, eda ver ave ae hidra le Comaban una de sus naeve cabezas, ota nueva Je ezectaen el mismnp lugar, mas poderosa y voraz que la anterior. Vestido con Ja pel dl leén de Nemea, Hércules abandons los smuros de Micenas con le espada en a mano ye aro colgado del hombre, © ¢Puedo acompanarte? le dijo entonces sa sobrino Yolne Flteule le respondié que debia marchar solo porque la misién que le es- peraba ett muy peligross, pero Yolao insist en llevarle host Leven en su Sar9 de guerra, Cuando los dos hombres aleanearon la laguna, un vient, fio Seplaba sobre as brumosas marismae*y doblaba ls puntas pardas de los jun cos. Yolao deturo a los caballos y dij Pi sigo adelante, el carro quedard encallado en el fango, —-Quedate agus mientras yo voy a buscar ala hidra—te ondend Hercules, 8 continuacién se adentré en la laguna, ¢l mot apenas Je Hegaba alas rodills, pero pronto le alean- toa en el centro dela laguna, chapote en el agua de una fuente, Al verl del aliento de la hidma y blandis s ¥ veloces como al sayo, comenzé Pero su esfuerzo era intl, pues, cada vez que le corta- batuna cabeea, otra mis fuerte nacia en el mismo sitio. 28 2 jos obillos del héroe con alrededor de que se adentraron en poderosas tenazas cintura de Hércules, jaba respirar, En cangrejos: lo enrosea 2 toda prisa: reunié lena, encendi un fuego y se adentré en el lodo con una antorcha ror—: cada ver que le antorcha contra el hi- cuernos de oro cuando no era mis que una de vera ndo pasabe por Ie orilla del pedeegoso 1 bia observado una manada d de oro, las pezuin tamafio mayo: ‘oros, Artemisa quedo tan encandilada con aquellos animales que decidis darles caza con sus propias manos, asi que salt sobre ellos con viento y los aferré por los euemnos hasta tumbarlos en bra logis escapar: se refugi6 en ef monte Cerinia, cerca de 1a Arcadia, donde algiin tiempo después " Taigete logrs apresarla. Desde entonces, aquel hermosisimo animal queds consagiedo a Actemisa, quien veleba nadie le hiciera dato, en, y por eso mismo le ordend a 1s que diese caza a la cierva. Hercules tardé mucho en encon. Oe que era arcisos volvieror cierva empeaé a cansarse. Un jon para suciar su sed ye tonces Hércules se acereé poco a poco, tens6 su arco y dispard. La flecha sur- das como las cuentas de rad lo habia consegi apresado a la cicrva ra dercamar su sangre! ido Héreules regresaba a Micenas con el animal a cu mujer muy alta y muy hermosa le salié al paso. Llevaba un areo en un careaja les El jabali de Erimanto res valientes habjan tratado en vano de A ‘niquilar al jabali, por lo que capturarlo vivo le parecia una tazea imposible Hercules salio de Micenas eargado con eu maza ys carcaj leno de fle- LE ¢ 0 hacia el monte . Y juicioso Quitén, de quien Hércules ‘cuando era joven. em volver a verte! —exclamé Quirn—. Para celebrar este j ln jarra de vino aftejo* que Dioniso me regalé Por desgrac algunos centaures se cntusiasmaren tanto con el vino que acabaron bebi do mas de la cuenta y, al emborracharse, se volvie- ron muy viclentos liara raz6n alguna, comenzaron a in: sultar a Hercules y a arrojarle grandes piedras y troncos de pi cruzaban el aire como arietes* voladores. Para eché mano del arco y respondié con una lluvia dt con la sangre de la », que defenderse, Hércules le saetas envenenadas Por entre unos arbustos, descubri6 a la fie~ ¥ estaba revolcéndose a placer en ech a corres y se escabullé, Como ue buscaba, Era un animal L* pero, al notar que lo acechaban, el jabalf debia llegar vivo a tenderle una trampa, Hereales eché 2 correr agiten ‘Cuando Hercules regress a Micenas y Euristeo vio aquella fiera de gr 808 colmillos y espinoso pelaje que pataleaba sobre los hombros de su 39 Los establos del rey Augias va le habia prepars ~Debes limpiar los establos del rey Augias en un solo dla—le dijo. A ide tarea de esclavos cate n ficil como parcefa, Augias, el " Poseit més cebafios que ninguna otra persona sobre la far de la terra. En sus establos habta miles de vacasy ovejas, tescientos tomes doscientos torosrojosy una docena de toros platead que prot bafios de las fieras. Como nadie habi lo aquellos establos desde ha muchos aiios, los corrales y Jos pastos que los rodeaban estaban c estiéccol, y las plagas se extendian por todo el reino, Hereules no tuvo necesidad de pregunta: dénde estaban los establos de Agia: se dej6 guiar por su olfao, A diez jomadas de camino ya se notaba cl helor* Con la nari tapada, se presents ant el ey y le anuncio que antes de os de col, y necesitards al menos mil catr Umpiar un solo establo. Pero haz fo que quieras, Es te propones, no dudaré en entregarte la mitad de mi Hercules sonris: tenfa un pian, Primero golpes con sus pos los muros del corral hasta aie en ellos dos ® deambulé por los arededoresrecogiendo rocas, que como plumas cuando las aleaban sus vigorosos brazos, Piedra a piedra, Hercules lev stan presi para desviar el Sue pasaban cerca de los establos: el Peneo y el Alfeo, Los dos uce de dos ios cursos de agua star secos, porque Hére za para que el Peneo y el Alfeo bado la presa con un golpe de su a sucauce, - / —~No creeris que voy a darte 1a mitad de mi seino? —dijo el rey. i 5 dignat Por qué no? —pregunté Héreules con in se ponies que no sabes que un buen monarea esté o eso lo {as mis establos, pero han sido los dioses de los ros quienes han hecho el trabsjo por ti." ¥, ademas, ee ests compliendo nandato de Euristeo, de modo que ya te puedes marchar SM spond Hercules con indiferencia—, pero antes recons~ é aca que el Alfeo y el Peneo arrasen tu casa. ; TWN Megane Sala eh grin Sui ii por delante y decidio regresar enseguida a Micenas para preguntarle é su siguiente tarea al rey Euristeo Las aves del lago Estinfalo sombra del monte Cill jentaban con carne humana. Q. como unas fieras enormes que tenian Is cabeza de serpienite, unos afilados colmillos y unas poderosisimas garras de b Las aves del Es ire formando grandes bandadas n cada ver que v un hombre 0 una res, arrojaban desde sus alas una lluvia de aceradas pla- ‘as puntiagudas que sal‘an disparadas como flechas en todas direcciones y se clavaban en la came de sus victimas. Entonces ls pajaros se lanzaban en pi- cado para devorar a la presa, que no podia escapar por mas que lo intentase, pues los fangos mevedizos del Estinfalo apresaban los pies de los hombres y las paras de los animales como una trampa mortal, Hacia algunos afios, un grupo formado por los arqueros mas hibiles del rey Euristeo habia intentado acabar cor las terribles aves camivoras, Pero la mayoria de los hombres se convirtio en presa de los pijaros y os de- ins regresaron medio locos, con las marcas del fracaso y del horror grabadas en el rostro. «Ni siquiera Hercules podsia acabar con esos m Buristeo, Y por eso mismo decidis encomendacle Ia tarea de matarlos Hércules partis de Micenas armado con su arco y su catea. Cuando legs al ple det monte Cillene, se abris paso a través de los juncos y se adentré en 108 péjaroos, pensé dos 0 de tes, por lo que el trabajo de abatirlos resu ke “esesperat : os al dia, tardarfa una eternidad en acabar con todos. Pero, aque podtia hacer? —Yo te ayudaré —oyé de pronto. , / Al volver la cabeza, Hércules vio a una mujer alta y de largos exbellos jado desde el monte Olimpo porque sabfa que Hér~ calles era el hijo predilecto de Zeus y deseabe ayudarle, Ate nea Hevaba lz lechuza de la sabichuria posada en el brazo® y sostenia en una mano una especie de conajero Hleno de grandes cascabeles de bronce. Cuando oigan el estruendo, rin volando desconcertados, igitd el sonajero con energia, El ensordecedor como si los cielos lomndose sobre la tierra. Es- pantadas, las aves echaron a volar a un tiempo y eruzaron les cielos formando una gran ban- dada. Entonces Héreules dej6 el sonajero y ‘apunt6 con su exco hacia los pajaros. Cuando pasaron sobre su cabeza, comenzé a disparar- les con gran rapidez, y una cascada de anima- fue cayendo en las aguas fangosas del Estinfulo. Sélo una pequefia parte de la bandada logré hui, y se ale}6 como una densa hhumareda arrastrada por el viento. «qVolverin?», ce pregunts Hercules. Du- rante més de una semana, mantavo la vista 45 El toro de Creta cosas terribles del toro de Cret: 5 inimal bia emergido de las aguas del mar. Minos el rey lo en los altares de Posiden, el dios del ‘mas, pero quedé tan impresionado por I mag) { Cumplit ea promess. Istado, Posidén se vengé enlogueciende 4 toro, que desde entonces echaba fuego por os ollarespisoteabe as cosechas y mataba “embestidas a todo el que tenia la mala suerte de cruzarse con el Euristeo pensaba que cualquiera que se enffentase « aquella fiera pegaria ‘1 osadia con la muerte, y por eso le ordené a Hércules ris a Crete, caprararis al toro y me lo traeras vivo, I toro que se negs tu disposicién para ayudarte 7 Muchas graciss —aljo Hézculee—, pero prefero valerme de mis pro- pios medios. Minos insistib una y otra veo-en que le convenia llevar soldados consign, pats Hercules confiaba tanto en su propia fuerza que se nego a aceptarlos Salis a buscar al toro sin armas, pues Euristeo lo queria vivo, La vnica ayuda «que llevaba eran unas fuertes eadenas de bronce con ls que ps villzar a aquel terrible a No le costs demasiado encontrarlo, Hércules caminaba por un agreste* seadero cuando, de repente, sintié que el suclo temblaba bajo sus pies. -EL toro se acercabal Al ver a Hércules, el animal agaché la cabeza, esoplé con fuerza y eché a correr para en * pero Hércules saltd a un lado en el momento justo y logré esquivar sa tersible comamenta, Fl torn dio en. tonces media vuelta y embistié de nuevo. La imagen de aquella fiece descomunal que echaba fuego por los ollares y levantaba el polvo del camino con Ia furia de sus pezuias haba bastado para enloquecer de miedo a cualquiera, pero Hercules tuvo el corae necesario pera esperar ia inmo~ (mt nome Beemer Poco tiempo después, Hércules desembareé en Micenas, donde Buristeo estavo a punto de desmayarse de lev6 hasta el barco que le espe- tia sin eesar el rey Minos cuando te muchos aiios, hasta qi deber —respondié el héroe. 48 49 Las yeguas salvajes de Diomedes Be ya no querian comer otra cosa. Asi que, para alimentar cuando no habia guerra, Diomedes se dedicaba a degollar a ‘ne visitaban su palaco yarrojaba los caddveres alas yeguas. Ya que tienes tan buena mano con los animales —e dijo Euristeo a Hercules con una media sonsisa irdnica—, voy a enviarte a Tracia, donde rei- ‘pa mi buen amigo Diomedes. S6lo tienes que traerine sus cuatro yeguas car- nivoras: ya ves que es un trabajo sin ninguna dificultad, Hercules habia ofdo hablar mucho de la crueldad de Diomedes y sabia ue enfrentarse con él a solas era muy arriesgado, de modo que le ii a sa amigo Abdero que lo acompafara en su viaje Los dos hombres desembar- caron en la costa de Tiacia y caminaron hacia la capital del reino, una gran ciudad Uameda Tirida. Diomedes aparent6 recibitles con cordialidad en su palacio, pero Hércules se mentuvo alerta en todo momento, ya que se teria 0 peor de aquel monarca bérbaro y cruel. Y hacia bien, pues Diomedes habia ordenado a sus guardias que, ala hore del alba ierumpieran en los aposentos de Hercules y Abdero para pasar a cu chillo a los dos hombres. —Servirin de alimento a las yeguas —habta dicho. Sin erabargo, las cosas no sucedieron como Diomedes especaba. Hércules y Abdero despertaron antes del amanceery salieron de sus cuartos con sigilo, ‘culténdose entre las tltimas sombras de la noche. Bajaron a toda prisaa los éstablos, donde logracon reduc con facilidad a los guardias de Dicmedes, y nego fueron a buscar las yeguas. Liberarlss fue una tarea muy ardua:* los caballos estaban atacos con cadenas de hierto a pesebres de cobre, asf que era necesarjo romper las cadenas para soltarlos. Inguietos, los animales relincha- ron, y entonces Diomedes desperts, Hiércules empuid su espada y la descar~ 86 con todas sus fuerzas sobre las cadenas de hierro, que despidievon grandes a sacar las yeguas de los establos, y n a toda prisa del palacio para embarcarse cuan- s. Pero al verlos escapar; Diomedes erité a su gu —jMatad a eso: - zaron tras Héxcules y Abdero, pero las as eran muy rapidas, y los dos hombres sacai 4 sus perseguidores. Cuando Ilegaron a orillas del max, Hercules dijo: —Quédate un momento con las yeguas, Abdero, que voy a darles a 508 salvajes el castigo que se merecen. tierra adentro para excavar un canal a toda prisa, inundado al instante con el agua del mar, Diomedes y sus soldados no pudieron frenar a tiempo sus cazros de guerra, y cayeron al canal, donde murieron ahogados. —Ya no molestarin a nadie més —dijo Hercules al egar al lugar donde habfa dejado a Abdero, Se sentia feliz por su victoria, pero la sonrisa se le quedé congelada en los labios. Lo que vio lo dejé horrori- zado: jlas yeguas de Diomedes habian cocezdo a Abdero hasta matarlo yestaban desgarrando eu cadaver a mordiscos! Furioso, Hércules volvi atris, sacé del agua el cuerpo del rey Diomedes, lo agarr6 por el cuello, Jo acrasti6 por le tersa y lo atzojo sin pieded contra las yeguas, que lo desmembraron a mordiscos y devoraron sus entraflas hasta convertitlo en un pilido esquelet. —Quien a hierro mata, a hierro muere —dijo Hércules mirando los lltimos restos de Diomedes. ‘Tras atarles las mandsbulas con fuertes cogas, Héccules subié a las yeguas a bordo del barco que debia llevarle a Micenas. Pero, cuando se adentraba en alta mar, mixé la costa que dejaba atras y dijo: —En adelante, este lugar se lamaré Abdere, en homenaje al fiel ‘companero que acabo de perder.* Cuando Euristeo vio a las yeguas camivoras de Diomedes, empeas allorar como un nito, —gritaba El cinturén de oro de Hipélita Et rey Eusisteo tenia una hija amada Admete a la que desde amy nifia Je ‘bia consent todo tipo de caprichos. Un dia, cvanco enabes punto de , pens6 Eu- risteo, as{ que le encargé a su primo que en- ‘uara en el jardin de los Hespérides para apro- piarse de ellas Pero, gdénde estaba aquel jardin? Ningiin mortal lo sabia con certeza, Hércules Jo buscd por montafias y valles durante muchos meses, pero todo fue en vano. Un dia encontré a tres ainfas jugando en una playa y les pregunté dénde se hallzba el jardin de las Hespérides, —Nvestro padre lo sabe —respondieron las ninfas, que eran hijas de Nereo, el Viejo del Mar—. Ve a preguntarle, pero no olvides sujetarlo con todas tus fuerzas, 0 se escurrira entre tas manos antes de que puedas decirle una sola palabra. Yes que Nereo cambiaba de forma a cada instante. Cuando Hercules lo encontré, el viejo dormia bajo un manto de algas. Sin darle tiempo a despertar; le salté encima y lo agarré por el pecho, pero Nereo se transformé en agua de mar para escabullirse. Hercules, sin embargo, apret6 Jos pufos con tanta fuerza que Nerco no logré eseapar. Entonces el anciano se convirtié en fuego, pero Hércales sop dolor y siguié estrechando a Nereo. El Viejo del Mer se conv’ pero Héreules peles con él 2 brazo partido y consiguié aferrarle el cuello con sus vigoroses manos, y s¢ Jo apreté con tanta fuerza, que Nereo estuvo a pun- to de morir asfixiado, —Me rindo —dijo el viejo, al tiempo que recobraba su forma habitual— te has atrevido a entrar en mi palacio? —pregunts Hades. le explicé en pocas palabras las razones de st viaje. el sey—, pero con dos condiciones: deberés dominaclo sirviéndote tan sé6lo de tus propias manos y lo devolveras no en cuanto Euristeo lo haya visto. —Asi lo haré —respondié Hercules. Cerbero estaba sentado a las puertas del Infiemo. Gruiia sin cesar por sus tbezas, rezimaba veneno por sus mandsbulas y agitaba con Furia cl Nada més ver a Hercules, le salté encima, pero el héroe le eché la piel de ledn que le servia de capa, y las cabezas de Cerbero quedaron enredads entre sus repliegues. Entonces Hércules se Tan- 26 sobre el monstruo y lo agarré por el cuello hasta que logr6 dominarlo. Cerbero le picé varias veces con el espolon de su rabo, pero Hiércules no solté al monstiuo, Arrastrindolo con todas sus fuer2as, logrd llevarlo hasta la Tie~ ra, donde Cerbero vio por primera vez la uz del sol. Cuando Buristeo vio las cabezas fariosas de Cerbero, que babeaban y la- draban con rabia, sintié tanto miedo que eché a corer hacia los sétanos del palacio y se escondié en su tinaja de bronee, Alli pas blando de terror, y diciéndose airado: «Cémo puede ser que ese maldita pri- mo mio haya vuelto del Infierno?s. Mientras tanto, Hércules vigjé de nuevo al seino de los muertos para de~ volver a Cerbero y, cuando regress a la Terra, se sinti feliz por vez primera en muchos afios: habia acabado sus doce trabajos, se habia purificado de su crimen y volvia a tener Ia concieneia tranquila, joven. Eurito estaba convencido de que nadie podia superarle a él ni a sus hijos en el dominio de aquella arma, y por eso habfa prometido en- tregar a su hija Yole en matrimonio quien lo~ grara vencerles en una competicién de tiro con arco. Hércales llegé a Ecalia dispuesto a aceptar el desafio y se impuso con gran facilidad sobre Eurito y sus hijos. Sin embargo, el rey se nego & darle la meno de su hija: sabia que Héceales ha bia matado a su primera esposa y no querfa que hhiciese lo mismo con eu pequefie Yole. Al sentirse rechazado, Heéxcules suftié un rap- to* de ira semejante al que le habfa hecho ase~ sinar a sus propios hijos. Blandié la espada con fuerza y entablé una feroz batalla con el rey. De los tres hijos de Eurito, dos pelearon junto a su padre, pero el mas joven, que se amaba [fito, se puso del lado de Hercules porque consideraba que su causa era justa. Sin embargo, en el fragor del combate, Hércules no distinguié entre sus aliados y sus enemigos, y el noble ffito salié des- pedido de una torre y perdié la vida al descala~ brarse contra el suelo —jHe vuelto a matar a un inocente! —se la- menté Héreules cuando recuperé la cor Desesperado, acudis al oriculo de Delfos pa- ra preguntar cémo podia purifiearse de aquel ctimen, y Apolo dispuso que debia servir como esclavo dun res afios ala reina Onfale de 68 Lidia. Las tierras de aguella nacién afi bestias salvajes, pero Héccu con que otros esclavos acarreaban baldes* de agua y haces de lena. La ri Onfale era viuda, y quedé tan impresionada por le belleza y Ia fuerza de aquel sitviente Legado de Grecia que no tardé irlo en su amante, Sin embargo, cuando estaba a solas con Hé fitaba macho humi- indolo: le obligaba a vestirse con un largo manto como si fuese una mujer y Je hacia hilar el Lino* a los pies de su cama. Después de tres afios de servidumbre, Hércules regress a su tierra y, tras muchas aventuras, Hegé a Calidén, en Btolia."* Entonces recordé la promesa que le habia hecho a Meleagro durante su viaje a los Infiemos y acudié a vi- sitar a Deyanira para decicle: —iNo sabes cuanto te echa de menos tu hermano! Deyanira era una joven tan hermosa que Hércules quedé hechizado neda mas verla y a los pocos dias se cas6 con ella. Durante un viaje, la pareja tuvo que cruzar cl caudaloso rfo Eveno,* y entonces el centauro Neso se oftecié para llevar a Deyanira sobre su grupa mientras Hércules atravesaba la co- acabé con £0

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