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ETICA APLICADA Perspectivas desde Latinoamérica Mauricio Correa Casanova Juny Montoya Vargas Eloy Patricio Mealla (compiladores) Universidad de los Andes, Centro de Etica Aplicada Red Latinoamericana de Eticas Aplicacas \vis/356) Cen apleads. Porpectinas cede Latncomdrca F Mauice Corea Catanans ny Marioys ‘Vege, Hoy Pobie Meals eerplaves)~ Bopots: Unveruciedelx Dre, Canto de Eas plc, Eaioones Uriandes Red Latincerericana de tices picades 2013, 1B paginas, 2T em (os autores: Gonzalo Corer Suciniegas, Juan Pablo Faindez Alle, Jono Pi, Miguel Angel Pols Sain, Ana Hench Ale, Agustin Reyes Moa, deés Maja Delgado. sen srasserre-sT2-7 1 bea aplesds 2. (tes —Enuehones spect | Corea Catanais, Mawio, esmpladr. I Montoya Vargas funy, complacara I Meals oy Pac, cerplad. IV Universi dros Ades (Celera) Cenire deft Aaiada. Re Latnewmercana de Eas Apliadae coo 10. Primera eicidn: septierbre del 2019 © Mauricio Corea Casanova, uny Montoya Vargas y Eloy Patricio Mella (autores compladres) © Gonzalo Cocoms Ardriegas, Juan Pablo Fandez Alia, Jovino Piz, Miguel Angel Polo Santilin, Ana Hirsch Adler, Agustin Reyes Morel, Andkés Meja Delgeillo © Universidad de los Andes, Vicerractria Acsdémica, Canto de fea Aplicada Ediciones Uniandes Calle 19 n.23-10, oftina 1401 Bogota, D.C., Colombia Telefona: 3304949, ext 2133 http dedicones uniandes edo http #ebooks uniandes edu co infeduniguniandes edu.co Red Latinaamericana de Etieas Apicadas Carmen Sylva 2547 Providendia, Santiago 7510229, Chile contactoGiredlaea.com ISBN: 978-958-774-872-7 ISBN e-book: 978-958-774.973-4 ISBN POD: 978-958-774-874-1 Comreeeiin de estio: Ana Maia Cabes Vilalobo Diagrarsation interna: Vieky Mota Hernanae2 Diseho de cubierta:Ignseia Martinez Vilas Impressn: DGP Editores 5. &, Calle 63 Bs n= 70-49 Tefono: 4307050 Bogota, D.C., Colombia Universidad de Jos Andes | Vigilads Mineducacian. 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SOBRE LOS AUTORES DE LA ETICA A LA ETICA APLICADA Mauricio Correa Casanova Las cuestiones éticas estin de actualidad. Nos preocupa, y con raz6n,un sinniimero de asuntos pricticos como el cambio climé- tico, la globalizacién, el hambre, la pobreza, la tecnologia, la sos- tenibilidad, los animales no humanos, la empresa, la desigualdad, las minorfas etnoculturales, y asi un largo etcétera. A partir de la década de los setenta del siglo xx, al tratar estos problemas pric- ticos desde una perspectiva disciplinar, se ha venido utilizando el rétulo de “ética aplicada”. Hoy en dia esta expresién tiene carta de ciudadania a nivel global no solo entre los fildsofos morales, sino también entre profesionales de otros émbitos y en organiza- ciones de diverso tipo. En este capitulo pretendemos entender la trayectoria de la ética aplicada y algunos de sus aspectos més sobresalientes, No es nuestro interés tomar partido de las distintas cuestiones, sino mas bien informar al lector acerca del estado aproximado de las discusiones que animan el desarrollo de la ética aplicada. Parti- mos con una breve explicacién de la ética entendida come filosofia moral e indicamos sus principales tareas para introducir el tema de su aplicacién. En seguida tratamos el origen de la expresién ética aplicada y su problemitica entre los especialistas. Luego ofrecemos una posible explicacién sobre su origen, siguiendo el 131 vic apuicaDA 1a estado de la ética en la primera mitad del siglo xx. En este pun- to consideramas que no podemos entender correctamente qué es lo que queremos decir con el rétulo de étca aplicada sin tener en cuenta la manera en que los fildsofos morales concebian su pro- pio quehacer y la misma naturaleza de la ética. A nuestro modo de ver, solo desde esta perspectiva se comprende mejor el retorno 0 la recuperacidn de la dimensién prictica de la ética tanto fuera como dentro de la filosofia. Aclarados estos aspectos, abordamos brevemente la naturaleza de la ética aplicada, su fundamento y su metodologia. Finalizamos con una noticia sobre la ética aplicada en Latinoamérica. 2Qué es la ética? Como sostiene Peter Singer: “Para que un anilisis levado a cabo dentro del marco de la ética sirva de algo, es necesario hablar un poco della ética, para tener una clara comprensin de qué es lo que estamos haciendo cuando tratamos de cuestiones éticas” (1984, p- 11). Por tanto, a pesar de que la palabra ética se encuentre en boca de todos, conviene comenzar con una aclaracién preliminar sobre su significado. Una primera aproximacién es etimolégica. Etica proviene del vocablo griego étbos, el cual tiene un doble significado: por un lado, en su sentido més antiguo, remite a “residencia”, “morada”, “lugar donde se habita”. En este sentido, podemos decir que se refiere al lugar donde nacen o se fundamentan los actos humanos. Por otro lado, significa también “modo de sex” o “cardcter”, no en el sentido psicolégico de temperamento, sino como la forma de vida que va adquiriendo o de la que se va apropiando una persona a lo largo de su vida. En esta segunda acepcidn, el éthos deriva, a su ver, de éthos, lo cual quiere decir que el “caricter” se logra me- diante el “hébito” o la “costumbre”, Ahora bien, ambos sentidos del ethos griego se traducen al latin con una sola palabra, mos, de la DE LA ETICA A LA ETICA.APLICADA cual deriva el término “moral” (Aranguren, 1959, cap. 2). En esta misma linea, segiin la explicacién que ofrece Tomas de Aquino enel siglo xm, la palabra ‘mos puede significar dos cosas: unas veces tiene el significa- do de costumbre [...]; otras significa una inclinacién natural 0 cuasi natural a hacer algo (...). Para esta doble significacién en latin hay una sola palabra; pero en griego tiene dos voeablos distintos, pues e¢bos, que traducimos por costumbre, unas veces tiene su primera letra larga y se escribe con eta, y otvas la tiene breve y se escribe con épsilon. (Suma teolégica, 11, 4.58, 2.1) Desde esta perspectiva etimolégica, por tanto, se puede uti- lizar indistintamente ética 0 moral, tal como se suele hacer co- muinmente en la vida cotidiana, Sin embargo, al menos desde la modernidad se suele distinguir entre ética y moral. Esta distin- cién nace a partir de la disputa entre Hegel y Kant, o mejor, de la critica que le hiciera el primero a a idea de moralidad del segun- do. A juicio de Hegel, “aunque moralidad y eticidad sean sinéni- mos segtin su etimologia, esto no impide usar estas des palabras diferentes para conceptos diferentes” (2004, p. 33). De esta ma- nera, la ética (o “eticidad”) es la moral concreta realizada como una forma de vida y como el ethos de una comunidad (tal como la entendia Aristételes); mientras que la moral (o “moralidad”) se- ria mis bien el orden de los principios universales, un producto de la reflexién del ser racional auténomo (tal como la entendia Kant). Aunque no era la intenciGn de Elegel oponer radicalmente ambos términos, lo cierto es que la trayectoria histérica de su distincién ha derivado hasta nuestros dias en una controversia filos fica insuperable (De Zan, 2004, pp. 19-21). Eneste contexto, Paul Ricoeur (1991, pp. 258-270) afirma que se puede discernir entre ética y moral segin se ponga el acento en lo bueno o Io obligatorio. Asi, propone utilizar el término étien para designar una vida llevada bajo el signo de las acciones (51 161 consideradas buenas, y el de “moral” para el aspecto obligatorio, marcado por normas, obligaciones, prohibiciones, caracteriza~ das al mismo tiempo por una exigencia de universalidad y por un efecto coercitivo, A su juicio, esta distincién es heredera de dos tradiciones diferentes: la primera corresponde a la tradicién aristotélica de la vida buena, en la que la ética se caracteriza por su perspectiva telealégica (es decir, orientada por un sentido de finalidad); y la segunda, por la herencia kantiana en Ja que la moral es definida por el carécter obligatorio de la norma, esto es, por un punto de vista deontolégico (es decir, orientado por el sentido del deber). Por otra parte, en la actualidad hay quienes explican la distin- cidn entre ética y moral, apelando aun criterio de trascendencia en sentido religioso. Asi, por ejemplo, Jean-Louis Brugués (1995, P: 13) sostiene que la ética abandona la concepcién de la tras cendencia en relacién con las elecciones y las convicciones del sujeto personal; mientras que la maral, en contrapartida, busca precisamente en la trascendencia su fuente y su horizonte. Desde una perspectiva histérica y cultural, la étiea resultaria de la mo- dernidad y el proceso paulatino de secularizacién y haicidad que en nuestros dias mantiene una “ética sin religién” (sin una ligazén del sujeto con lo Otro trascendente); mientras que la moral aiin mantendria la ecuacién “ En definitiva, la distincién quedaria como sigue ética inmanente; “mo- ral” = ética trascendente. Sin entrar en los pormenores de este planteamiento, habria que decir que esta diferenciacién se ajusta de mejor manera a la distincién disciplinar entre ética o filosofia moral y teologia moral (Fernindez, 2000). Por eso, y a pesar de ser sumamente sugerente, aqui la dejaremos de lado. Por su parte, Adela Cortina (1996b) reconoce que ética y mo ral son dos expresiones que no se distinguen ni por su significa- do etimolégico ni por su uso en la wida cotidiana. Sin embargo, desde un punto de vista filoséfico conviene distinguirlas, ya que “se refieren a dos niveles de reflexién y lenguaje: el nivel de la vida +trascendencia’. cotidiana, en que los hombres viven desde antiguo con referen- tes morales, y el nivel de la filosofia moral, que reflexiona sobre lh moral vivida en la vida cotidiana” (p. 121), Desde esta pers- pectiva, la moral se refiere al hecho mismo de que haya moral en nuestra vida; es decir, a que existen referentes sobre lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto, lo correcto y lo incorrecto, expresa- dos por medio de normas, valores, obligaciones, que acompafian nuestro proceso de socializacién en una sociedad determinada. Asi, la moral cumple el rol de prescribir directamente la conduc~ ta en la vida cotidiana, mediante enunciados con contenido que nos dicen lo que hay 0 no que hacer. La moral, en este sentido, no es un invento de los filésofos, sino que esté integrada en la vida de los seres humanos, Mientras que la ética, por su parte, es la reflexién filoséfica sobre la moral en su especificidad como dimensién constitutiva humana, lo que también comprende dar razén o fundamentar racionalmente su realidad. En este sentido, lh ética supone, de modo indirecto, una orientacién para la accién (Cortina, 1996a, pp. 30-32). Asi, la ética pertenece al Ambito de la filesofia; mas en concre- to, se inserta dentro de la llamada filosofia prictica (que incluye, ademas, la filosofia del derecho y la filosofia politica). Al intentar ofrecer una definicién aproximada sobre su quehacer, podemos decir que la ética consiste en el estudio filos6fico de la moral, lo que incluye un anilisis sobre el hecho moral y sus principales categorfas, asi como un examen de sus fundamentos y de las im- plicaciones que tiene en los diferentes imbitos de nuestra vida prictica. Aunque asi definida, la ética es un tipo de saber que requiere un aprendizaje, unos métodos y un lenguaje especificos que comprometen solo a los filsofos especializados en ella; lo cierto es que, en buena medida, también es necesaria para todos los seres humanos con el fin de reflexionar sobre su propia vida moral, asi como sobre un sinniimero de otras cuestiones pricticas de caracter colectivo. a Erica APUICADA 1a] Tareas de la ética Ahora bien, en cuanto Filosofia moral la ética cuenta con al menos tres tareas: aclarar, fundamentar y aplicar (Cortina, 1997, pp. 164- 365). La primera tarea de la ética consiste en aclarar el hecho mo- ralo por qué existe y cuales son los rasgos principales de eso que lamamos moral en nuestra vida. También la ética debe aclarar los conceptos @ categorias fundamentales de la moral, tales como la libertad, la consciencia moral, el deber o la obligaciém moral, la ley, los valores y las virtudes. Todo esto es necesario. para com- prender de mejor manera la vida moral, pero también para vivir moralmente mejor. Aunque el conocimiento moral no asegura ne- cesariamente una mejor vida moral, es facil reconocer que la ig- norancia moral representa una grave deficiencia para lograr una vida buena y justa. Como dijo Aristételes, en ética no investigamos por puro affn de saber o-dominar la teorfa, sino para ser mejores en la prictica. En toda caso, en este punto siempre se mantiene la maxima de Aristételes en su Etiea a Nicémaco: “Cuando se trata de cosas pricticas el fin no es haberlas considerado todas y cono- cerlas, sino més bien hacerlas” (p. 1179b). La segunda tarea de la ética consiste en fundamentar, esto es, en dar raz6n 0 justificar racionalmente el porqué, segiin un determinado criterio o principio, los hombres deben compor- tarse moralmente de cierto modo. En este sentido, no hay una respuesta tinica y definitiva a la pregunta por el fundamento, A lo largo de Ia historia de la filosofia moral se han ido planteando diferentes respuestas. Desde esta perspectiva histérica, podemos distinguir al menos entre dos grupos de teorfas éticas: por un lado, las tearias éticas eldscas, tales como los planteamientos de Aristételes (s.1v), Tomés de Aquino (s, x11), Immanuel Kant (s. xvim) y John Stuart Mill (s..1x); y, por otro lado, las ‘eorfas éricas comtempordneas que se desarrollan a partir del siglo xx, como las propuestas de John Rawls, Karl-Otto Apel, Alasdair MacIntyre, John Finnis 0 Peter Singer’ Finalmente, la tercera tarea de la ética consiste en aplicar. Actualmente, esta parte de la ética reeibe el nombre de “ética aplicada” (applied ethics). Sin duda, este nombre puede prestarse para malos entendidos, ya que la ética se ha entendido siempre como referida a la praxis 0 la aceién. Sin embargo, aqui tiene una connotacién especial, pues se refiere a la aplicacién de las dos partes anteriores —Ia aclaracién y fundamentacién—a las dife- rentes actividades humanas, tales como la medicina (bioética), la ecologia (ética del medioambiente o ecoética), la empresa (6tica de la empresa o de los negocios), o bien, a las profesiones (ética de las profesiones). Lo dicho hasta aqui basta como nota preliminar, ya que en lo que sigue profundizaremos en este tema, Nacimiento y dificultad de la expresion ética aplicada La expresién ética aplicada nace oficialmente en la década de los setenta del siglo xx en Estados Unidos. Quienes invocan este ré- tulo se sirven de él para referirse, fundamentalmente, a las nue- vas reflexiones destinadas a orientar la accién en Ambitos que, en un momento histérico, se encontraban fuera del campo de inte- 18s de los fildsofos morales. En palabras de Tom L. Beauchamp: El término ética aplicada y su sindnimo de ética préctica co- ‘menzé a utilizarse en la década de 1970 cuando los fil6sofos y otros académicos comenzarom a hacer frente a los graves pro- blemas morales en la sociedad y en la ética profesional (espe- cialmente la ética médica y la ética de los negocios). Ejemplos 1 Para una breve historia de la filosofia moral, véanse Mactntyre (2006) y Camps (2013). 191 01 prominentes, entonces y ahora, son el aborto, la eutanasia, la proteccién de seres humanos y animales en la investigacién, el racismo, el sexismo, la discriminacién positiva, el riesgo acepta- ble en el lugar de trabajo, la aplicacién a la ley de la moralidad, la desobediencia civil, la guerra injusta, y la privacidad de la in- formacién. (2003, p. 1) En la actualidad Ja ética aplicada goza de un inmenso auge y se extiende cada vez con mayor rapidez no solo en las uni- versidades, sino también entre profesionales de distintas dreas y organismos ad hoe, nacionales e internacionales. Sin embargo, hay que decir que no todos los fildsofos morales estan de acuerdo con el uso de esta expresidn. Para algunos es redundante, ya que la ética es y siempre ha sido un tipo de saber o reflexién racional que pretende orientar la préctica, con lo cual tiene en su mismo empeiio una intencién aplicada. Augusto Hortal, reconocido especialista en el drea de la ética de las profesiones, sostiene que la expresin étiea aplicada, bien pensada, resulta redundante. ;Pue- de haber una ética que mo se aplique? Nada impide hablar de ética en términos generales y te6ricos, sin prestar atencién a las concreciones de su puesta en prdctica (... Toda afirmacién ética sino es directamente aplicada, debe poder serlo; si al ser aplicada, se pusiese de manifiesto que no es aplicable, quedaria en entre- dicho su misma validez tedrica. (2003, pp. 91-92) Dada esta obviedad, nuestro autor contintia luego ofteciendo su propia solucién a la dificultad, nos dice: “Por eso seria més exacto, a mi modo de ver, hablar por una parte de ética en gene~ ral, y por otra de ética con el adjetivo que en cada caso la especi- fica: econdmica, politica, familiar, profesional, financiers, sexual, ecoldgica..” (p. 92). A pesar de todo, Hortal opta al final con resignacidn por el uso impuesto hasta ahora y contintia hablando DE LA ETICA A LA ETICA APLICADA, de ética aplicada, ya que “resulta bastante initil pretender poner puertas al campo y prescribir cémo deben usarse los términos a contrapelo de eémo se vienen usando” (p. 92). ‘Un argumento similar ha sido ofecido por Marfa Teresa Lo- pez dela Vieja (2007), quien al hablar de éticas aplicadas (en plu- ral) las entiende en el sentido de una serie de éticas especiales, esto es, de una Erica (con mayiscula y a secas) referida a una va- riedad de Ambitos especializados. A su juicio, las éticas especiales © especializadas han aportado una nueva relevancia a la Etica, pero también han creado algunas expectativas distorsionadas so- bre lo que puedan decir. A su juicio, la relacién se establece del siguiente modo: Por una parte, los principios sistematizan la inform: sada imbito, Ciencias de la salud, técnica, medioambiente, educacién, cédigos profesionales. Por otra, los. campos espe- sales funcionan como test para la Teoria ética. En la ciencia, las situaciones empiricas permiten situar a las teorfas generales con respecto a sus contextos de aplicacién. Esto ha de valer también pava la Etica (..] Por lo tanto, los casos pricticos o ‘casos dificiles ponen a prueba a los principios mismos, pero sin pretensiones de sustituirlos. JEI resultado? Las éticas es- peciales no anulan —no deberian— las funciones de la teori ‘La Etica sigue siendo el foco central. Las éticas especiales no demuestran que haya camenzado una etapa post-ética. (Lépez. de la Vieja, 2000, p. 440) Por tiltimo, Peter Singer (1984) parte de una concepcién bas- tante similar a la mencionada hasta aqui. Define la ética préctica diciendo que consiste en “Ia aplicacién de la ética 0 moralidad [..1 a problemas pricticos tales come el tratamiento de las mino- ras raciales, la igualdad para las mujeres, el uso de animales con fines de alimentacidn e investigacién, el aborto, la eutanasia y la obligacién que tienen los ricos de ayudar a los pobres” (p. 11). ir 121 A.su juicio, este significado de la ética no es tan diferente del que manejaron los filésofos clésicos, quienes también hicieron frente a.una serie de asuntos practicos moralmente relevantes. A pesar de su notable desarrollo en el siglo xx, hay que decir que la ética aplicada no es nueva para la filosofia moral. Fildsofos como Hu- me y Mill aplicaron la ética de la misma manera en que se hace hoy. Incluso seria posible retroceder hasta los fildsofos griegos (Platén, Aristételes, Seneca) y los escolisticos medievales (santo Tomis de Aquino) u otros escritores clisicos (san Agustin). Todos ellos se enfrentaron a preguntas pricticas, que incluyen el suicidio, las mujeres, los funcionarios piblicos, la guerra justa, la usura 0 la mentiza (Singer, 1986, p. 1). Segtin lo dicho hasta aqui, entonces, spor qué hablamos de éti- ca aplicada? A nuestro entender, para responder a esta cuestidn tenemos que observar el estado de Ia filosofia moral a inicios del siglo xx, ya que es en este momento cuando se produce una especie de paréntesis en lo que tradicionalmente fue la tarea de la ética, El estado de la ética en [a primera mitad del siglo x« Segiin el diagnéstico de Alasdair MacIntyre (2001) en After vir- tue, el interés central de la ética sufte una profunda transformacién enk primera mitad del siglo xx, cuando deja de ser lo que siempre se propuso desde sus orfgenes —una reflexién racional destinada a orientar la praxis— para quedar situada en un estado deplorable de fragmentacién e ininteligibilidad. Ante esta situacién, la em- presa filosdfica de nuestro fildsofo consiste en llevar a cabo una indagacién sobre las posibilidades de reconstruccidn del ethos moral. Al hablar de la deplorable situacién de la ética anidada en el proyecto de la modernidad, MacIntyre incluye en su critica la fi- losofia analitica, que, a su juicio, encarna y promueve una manera TIC APLICADA rey A.su juicio, este significado de la ética no es tan diferente del que manejaron los fildsofos clisicos, quienes también hicieron frente a.una serie de asuntos practicos moralmente relevantes. A pesar de su notable desarrollo en el siglo xx, hay que decir que la ética aplicada no es nueva para la filosofia moral. Fildsofos como Hu- me y Mill aplicaron la ética de la misma manera en que se hace hay. Incluso seria posible retroceder hasta los fildsofos griegos (Platén, Aristételes, Séneca) y los escolisticos medievales (santo “Tomis de Aquino) u ottos escritores clisicos (san Agustin). Todos ellos se enfrentaron a preguntas pricticas, que incluyen el suicidio, las mujeres, los funcionarios piblicos, la guerra justa, la usura 0 la mentira (Singer, 1986, p. 1). Segtin lo dicho hasta aqui, entonces, spor qué hablamos de éti- ca aplicada? A nuestro entender, para responder a esta cuestién tenemos que observar el estado de la filosoffa moral a inicios del siglo xx, ya que es en este momento cuando se produce una especie de paréntesis en lo que tradicionalmente Fue la tarea de la ética. El estado de la ética en la primera mitad del siglo xx Seguin el diagnéstico de Alasdair MacIntyre (2001) en After vir- tue, el interés central de la ética sufre una profunda transformacién en la primera mitad del siglo xx, cuando deja de ser lo que siempre se propuso desde sus origenes —una reflexién racional destinada a orientar la praxis— para quedar situada en un estado deplorable de fragmentacién e ininteligibilidad, Ante esta situacién, la em- presa filosdfica de nuestro fildsofo consiste en llevar a cabo una indagacién sobre las posibilidades de reconstruccidn del ethos moral. Al hablar de la deplorable situacién de la ética anidada en el proyecto de la modernidad, MacIntyre incluye en su critica ala fi- losofia analitica, que, su juicio, encarna y promueve una manera TIGA APLICADA i141 moral (Singer, 2003, p. 170). Tal como afirma Moore en su Prin- cipia etbica —de 1903—, “la Etica no consiste en investigar las alirmaciones relativas a la conducta humana [la praxis], sino en investigar afirmaciones relativas a esa propiedad de las cosas que se denota con el término ‘bueno! y a esa propiedad coneraria ala que alude el término ‘malo’ [el lenguaje]” (2002 p. 60). En estrecha relacién con lo anterior, los filésofos analfticos también promovieron una comprensién bastante distante de la tradicional sobre la tarea especifica del fildsofo moral. En efecto, insistieron en que su labor tenia que distinguirse de la del “mora- lista’, Asi mientrasa este diltimo le compete la busqueda concreta de soluciones a los casos précticos; el filésofo moral, en cambio, tiene como misién Ilevar a cabo un anilisis riguroso sobre el uso del lenguaje moral. Tal como lo formula W. D. Hudson en su Modern moral philosophy de 1970, el moralista utiliza el lenguaje moral en el discurso de primer orden, esto es, toma parte en la reflexién, argumentacién y discusién sobre lo que es moralmente bueno o malo, correcto o incorrecto. Par el contrario, el filésofo moral se mueve en el discurso moral de segundo orden, en cuanto piensa y habla acerca de las maneras come los moralistas utilizan los términos morales cuando pronuncian sus juicios en el discur- so de primer orden, Segiin esto, ladistincién se expresa diciendo que al moralista en cuanto dal le interesa La ética, o “lo que la gente debe hacer”, mientras que al fil6sofo moral en cuauta tal le intere- sala metaética, o “lo que la gente hace cuando habla acerca de lo que debe hacer” (Hudson, 1974, pp. 17-27). Enesta misma linea, Hans Allert sostiene que Ia filosofia moral analitica, en oposicién a la filosofia moral tra- dicional, puede caracterizarse sumariamente por el hecho de que, en general, trata de limitarse a investigaciones metaéticas, Se suele hacer aqui una clara distincién entre los enunciados del fildsofo moral (metaética), los del cientifico moral (psicologia ‘moral, sociologfa moral) y, por tltimo, los del moralista(ética). (1978, p-4) Aunque entre los analiticos esta es la visién dominante, Wi- liam K. Frankena (1963) mantiene que la ética 0 filosofia moral no siempre se identifica exclusivamente con la metaética. A su jui- cio, aunque muchos filésofos moralistas limitan la filoofca moral al pensar analitico, crtico o metaético —excluyendo de aquella todas las cuestiones descriptivas de que trata la psicologia y Ia ciencia empirica, asf como todas las cuestiones normativas acerca de qué sea bueno o justo—, lo cierto es que la metaética puede conectar- se con los intereses de la ética normativa (“aunque tinicamente cuando esto se refiera a cuestiones generales acerca de lo que es bueno o justo”), e incluso con algunas cuestiones de ética des- criptiva (aunque solo en la medida en que pueden “aplicarse alas resputestas a las cuestiones normativas y metaéticas”). A pesar de esto, Frankena concluye que a filsofia moral no trata de “resolver problemas particulares” (pp. 6-7). Lo dicho hasta aqui no significa que los filésofos analiticos hayan sido totalmente ajenos o incluso indiferentes al problema de la relacién entre la filosofia moral y el discurso moral de pri- mer orden. La respuesta, tal como la diseiia Hudson, sefala que “a filosofia moral implica la actividad de moralizat” (1974, p. 28). En efecto, para realizar su trabajo el flésofo moral necesita tener presentes los debates de primer orden, atendiendo a las discusio- nes y argumentaciones, leyendo periddicos, viendo la televisién o escuchando lo que dice la gente en la via piiblica, de modo que tenga cierta familiaridad con aquello que analiza. Todo ello resulta ser el material de su reflexiém o lo que debe comprender y analizar. Por otra parte, a partir de la labor propiamente filoséfico-cientifica del filésofo moral podemos extraer, dems, ciertas opiniones sobre lo que constituye la educacién moral y sobre cémo debe levarse a cabo, o también podemos suministrar un fundamento légico para tun punto de vista en el discurso moral de primer orden, as{ como us) erica apuICADA 161 también puede (Idgica y empfricamente) capacitar para una participacién més efectiva en tal discurso. Todo ello, por supues- to, constituye importantes aportes para la tarea del “moralista” (pp. 27-32). A tenor de la situacién descrita hasta aqui, podemos sostener que, por cierto exceso de metaética, se dejé de lado la discusién fundamental de siel filésofo moral podia —aunque sin convertir- se por ello en un predicador moral o en un moralista— salir del “ninvana de la irvelevancia social” (Kettner, 2003, p. 146) y llevar a cabo una contribucién que supere los estrechos margenes de la filosoffa académica y las descripciones légico-formales y no valo- rativas del uso del lenguaje y del discurso moral. Junto con esto, también quedé en entredicho la misma relevancia prictica de la ética o filosofia moral para hacer frente y ofrecer alguna respues- ta las cuestiones mis sustantivas sobre las que tradicionalmente se ocupaba. Entre las cuestiones que en este sentido “tradicional” quedan eliminadas del Ambito de la ética, Aranguren menciona “la referencia de nuestros comportamientos al bien supremo y la persecucién del propio bien, los actos considerados en si mismos y con referencia a su autor, las virtudes y vicios, la vida moral en sus diferentes modes, el éthos o caracter y la abertura de la moral a la religin” (1959, p. 265). Asi también, quedaron entre pa- réntesis las nuevas y graves cuestiones précticas surgidas por im- perativo de la misma realidad en el siglo xx, tales como la crisis ecoldgica, el impacto de la ciencia y la tecnologia, los problemas del subdesarrollo, entre otros. El giro practico 0 aplicado de la ética contemporaénea A partir de la segunda mitad del siglo xx, sin embargo, se despierta una doble reaccién ante el predominio del positivismo y la me- taética, Tal reaccién se dio en un doble movimiento que podemos situar tanto fuera como dentro de la filosofia moral. Por un lado, y fuera del ambito estricto de los filésofos, se manifiesta entre profesionales de diferentes campos un creciente interés y preo- cupacién por cuestiones éticas actuales y concretas de la praxis ‘humana, los cuales dan los primeros pasos para el nacimiento de las variadas formas y tendencias que conocemos hoy bajo el rétulo de ética aplicada (Maliandi, 2003, p. 259; Kettner, 2003, pp. 145-146; Almond, 1995, p. 1). Por otro lado, y ya dentro del émbito de la filosofia, se inicia un importante alejamiento de buena parte del modelo casi exclusivamente metaético y se da paso al llamado “giro prictico” de la Filosofia contemporanea. A continuacién, di- remos unas breves palabras sobre ambos movimientos. Movimiento fuera de la filosofia Como forma innovadora de la reflexién moral, la ética aplicada co- menzé su pleno desarrollo a fines de la década de los cincuenta como resultado de la creciente complejidad de las sociedades ac- tuales a nivel local y global, asf como por los impresionantes avan- ces de la ciencia y la tecnologia y sus aplicaciones en diferentes Ambitos de la actividad humana, Estos nuevos ambitos de interés para la ética no son, en sentido estricto, el resultado del quehacer de los filésofos, sino que surgen como un imperativo de la mis- ma realidad cuyas primeras llamadas de atencién las abordaron profesionales de diferentes imbitos, como la ingenieria forestal, la economia y la medicina. En efecto, a fines de los aftos cuarenta se publica el libro A sand county almanac (1949) del ingeniero forestal Aldo Leopold (1887- 1948), que contiene su reconocido ensayo titulado “The land ethics” (Leopold, 19895 véase Callicott, 1987). En este traba- jo pionero, Leopold llama la atencidn sobre el deterioro de la Tierra provocado por la accién humana y la necesidad de una ampliacién de la ética en términos ecolégicos. En este contexto distingue entre una triple secuencia ética de tipo evelutivo: la um ETIGA APUICADA 181 primera se ocupé de la relacién entre los individuos, la segunda de la relacidn entre el individuo y la sociedad, y la tercera, por Ultimo, se ocupa de la relacién del hombre con la Tierra Cun concepto holistico que incluye suelos, aguas, plantas y animales), A partir de aqui, se comienza a desarrollar la ética de la Tierra (Callicott, 1989, 1999 y 2013), la que habria que afiadir, por su- puesto, su prolongacién inmediata en la “ética del medioambien- te” o “ecoética” (Artfield, 1983: Taylor, 1986; Hargrove, 1989; Gémez. Heras, 1997). Podemos considerar la ética de la Tierra, con toda justicia, la primera Hamada de atencién para motivar el surgimiento del giro aplicado de la ética contemporanea. ‘Mis tarde, en los afios sesenta, Denis Goulet (1965) publica su libro Etica del desarrallo, que instala el debate sobre la profun- da desigualdad social y econémica entre los pueblos desarrolla- dos y subdesarrollados (0 maldesarrollados). A su juicio, €l desarrollo no es la simple industrializacién o moderniza- cin, ni el aumento de la productividad o la veforma de las es- tructuras del mercado. Por el contrario, se expresa con la frase “Ia ascensién humana”, la ascensién de todos los hombres hacia To mas humano en todas sus dimensiones, econémica, bio a, psicologica, social, cultural, ideol6gica, espiritual, mistica, trascendente, (p. 9) Con ello, Goulet (1971 y 1995) sienta las bases para la no- cién del desarrollo humano ¢ integral que seré de gran influencia (Gasper, 2004; Crocker, 2008). En ladécada de lossetenta, el bioquimico y oncdlogo Van Rens- selier Potter parte de lo que llama “el legado de Leopold” (The Leopold legacy) al publicar, en 1970, su articulo titulado “Bioethics: the science of survival”, al que le siguen los libros Bioethics: brid- ge to the future y global bioethics (Powter, 1972 y 1988), en el que sienta las bases de la bioética contemporinea, tanto en medicina como en el ambito ecolégico global (Engelhardt, 1986; Gracia, DE LA ETICA A LA ETICA APLICADA 1989; Beauchamp y Childress, 2009). En este mismo tiempo, ya raiz de los escéndalos como los del Watergate, surge la ética de la empresa o de los negocios (Donaldson y Werhane, 1977; Welas- quez, 1988; Brown, 1992; Enderle, 19935 Lozano, 1999; Cortina etal, 2000). A partir de este momento fecundo se suceden nuevos y apasio~ nantes Ambitos de investigacién que van conformando el corpus de lo que conocemos actualmente como ética aplicada, Asi se pro- mueve la importante reflexién sobre la “ética de las profesiones” (Chadwick, 19945 Fernindez y Hortal, 19945 Cortina y Conill, 2000). A la que le sigue la “ética de la agricultura” o “agrostica”’ (Thompson, 1995 y1998; Lehman, 1995; Zimdahl, 2006).¥ elauge reciente de la “neuroécica” (Gazzaniga, 2006; Levy, 2007; Cortina, 2012), la “ética del deporte” (Simon, 2004; Sebastin, 2013) y la “ética del humor” (Smuts, 2010; Siurana, 2023 y 2015)". Movimiento dentro de la filosofia Si, como afirma Adela Cortina (2003, p. 13); la historia de la filo- sofia ha estado marcada por sus giros, un hecho decisivo al hablar de la ética y su aplicacién se remonta, inicialmente, al giro inter- no de la filosofia contemporinea, que pasé del “giro lingiifstico” al “giro préctico”, Este movimiento es reconocido hoy por lo que Manfred Riedel (1972-1974) popularizé como “la rehabilitacién de la filosofia préctica” (Maliandi, 2002a, pp. 107-127). En sin- tesis, esta rehabilitacién comprende aquellas disciplinas que en la 2 Existe una abundante bibliografia disponible sobre los diversos campos fe la ética aplicada, entre ellos mencionamos los siguientes trabajos colectivos: Singer (1986 y 1995): Rosenthal y Shehadi (1988): Winkler ¥y Coombs (1993): May y Sharratt (1994): Almond (1995% Chadwick (i998); Chadwick y Schoroeder (2001); Frey y Healt (2003); Cohen y Heath (2005): LaFollete (2005 y 2007) entre otros. Y en espatol el iibro pionero de Ferrater y Cohn (1991); Cortina (1993): Cortina y ‘Garcia Marzi (2003) (que aborda los problemas en torno al estaruto de In ética aplicada) U9) erica apuicapa [201 tradicién filosdfica se han ocupado del obrar humane (la ética, la politica y el derecho) y cuya orientacién se funda en un re- novado interés por las coordenadas filoséficas clisicas represen- tadas por Aristételes y Kant, obviamente que con Hegel de por medio, En este contexto, las renovadas propuestas éticas, tal co- mo lo plantea Julio de Zan (2002), se presentan en continuidad con el momento lingiiistico anterior, sea “en la reconstruccién de Ja moral del lenguaje como condicién de posibilidad de la comu- nicacién y del entendimiento intersubjetivo”, o bien, en “la her- menéutica del ‘ethos’ en el lenguaje de la tradicién” (p. 5). Sin el dnimo de relatar la historia completa de la filosofia mo- val en la segunda mitad del siglo xx, cabe mencionar aqui, por su decisiva importancia, al fildsofo estadounidense John Rawls (2999)s quien publica en 1971 su famosa obra A theory of justi- ee, en la que desarrolla su imponente teoria de la “justicia como equidad” (justice as fairness). Desde su aparicién, esta teoria provo- ca un inmenso impacto en el mundo de la filosofia moral y poli- tica, que se extiende, paulatinamente, a otros campos fuera de la filosoffa. Por su parte, el filésofo judio-alemin Hans Jonas publi- caen 1979 su obra Das prinzip verantwortung (El principio de respon- sabilidad), que leva el sugerente subtitulo de Versuch einer ethik fiir die technologische zivilisation (Intento de una ética para la civilizacién tecnolégica). Con ello la ética comienza a encargarse de los efectos destructivos, directos e indirectos, de la accién humana mediada por el conocimiento cientifico-tecnolégico (Jonas, 1995). En esta misma I{nea de innovacién normativa y practica, se encuentra el filésofo alemdn Karl-Otto Apel quien, junto con Jiirgen Habermas, sienta las bases de la llamada “ética del discur- so” (Apel, 1985 y 1986; Habermas, 1998 y 2000; Cortina, 1995). Dentro de la tradicién neoaristotélica, destaca Alasdair MacIn- tyre y su libro After virtue, publicado en 1982, en el que expone una visién histérica y renovada de la ética de Ja virtud, la cual ha tenido gran influencia (MacIntyre, 2001). Sin embargo, en Jo que se refiere a Ia ética aplicada MacIntyre (1984) considera que se basa en un error, en la medida en que no supera los des- acuerdos Fundamentales sobre las reglas morales. Por ditimo, en 1a tradicién ética utilitarista contemporinea sobresale el filésofo australiano Peter Singer (1984, 1986 y 1995), cuya influencia en. los debates de la ética aplicada ha sido notable. De hecho, su libro Practical ethics, publicado en 1979 y traducido a muchos idiomas, se ha convertide en una referencia obligada para muchos temas controvertidos. Ahora bien, aunque el doble movimiento hacia el giro pric- tico 0 aplicado de la ética contemporinea tiene diferentes con- textos y protagonists, lo cierto es que en la actualidad ambos movimientos se han unido para realizar un trabajo cooperative dentro de cada campo de interés ético. Naturaleza de la ética aplicada A juicio de MacIntyre, la ética aplicada es una riibrica que sirve de dispositivo para sugerir “no sdlo una disciplina, sino un tipo en particular de disciplina (...] La disciplina académica de la ética como tal, que indaga sobre la naturaleza de la moralidad como tal, debe complementarse con la disciplina de la ética aplicada” (2003, pp. 71-73). A decir verdad, la ética aplicada no significa una “disciplina nueva” (Camps, 2013, p. 392), una “nueva moral” (Bayertz, 2003, p. 57) 0 una especie de “posética” (Lopez de la Vieja, 1997, p- 440); més bien representa una renovada manera de entender y de hacer filosofia moral En efecto, en su constitucién y elaboracién la ética aplicada no se basa en una especie de ruptura o dicotomia con la tradicién ética abocada a resolver los problemas normativos o de funda- mentacién de la ética, 0 incluso las euestiones més formales de Ja metaética. Esto es asi porque ella presupone, en un sentido importante, los logros de la tradicién ética y de modo especial las nuevas aportaciones provenientes de la rehabilitacién de la i i221 filosofia prictica. Tal como sostiene Tom L. Beauchamp (1984), reconocido especialista en ética biomédica, Ia ética aplicada se vincula “con el uso de la teoria filos6fica y los métodos de anilisis para tratar problemas morales” (p. 515) de muy diversas areas. No hay rupcura, por lo tanto, sino contimidad. A la luz de este aspecto, en palabras de Paul Ricoeur (2008, p. 53), podriamos hablar de una necesaria éransferencia de la ética anterior alas éti- cas posteriores o aplicadas. Sin embargo, esta transferencia no suprime los desacuerdos que nacen de los diferentes puntos de vista ético-normativos, sino que mis bien constituye su trasfon- do, el marco normativo en el que se lleva adelante el auténtico didlogo, deliberacién y el consenso en tiempos en que impera el hecho del pluralismo moral. En palabras de Adela Cortina, la ética aplicada representa “una forma nueva de saber, una forma nueva de reflexionar sobre los problemas morales y de proponer recomendaciones para la ac~ cin” (2005, p. 9). Esta aproximacién alos problemas morales es tan decisiva que no debemos pasarla por alto. Y es que casi todos esos problemas tienen dos rasgos al menos que suponen una no- vedad respecto a épocas anteriores: el primero de esos rasgos con- siste en que los problemas enfrentados se sitiian fuera del Ambito de la ética tradicional, en el sentido de que muchos de ellos no fueron contemplados y ni siquiera previstes por los exponentes de la tradicién ética anterior; y el segundo rasgo consiste en que, al buscar una solucién a dichos problemas, no basta la exclusiva experticia del fildsofo, sino que se requieren respuestas pensadas en colaboracién con expertos de otros ambitos del saber y de las rofesiones. Fi Adliferencia de a ica uadicional, uno de ls rasgos caracte- risticos de la ética aplicada consiste en que requiere de la “inter- disciplinariedad”; esto es, de la participacién representativa del fildsofo moral y de aquellos que se desempefian en las otras dis- ciplinas especializadas en los diferentes campos profesionales y del conocimiento (economia, medicina, ingenieria, agronomia). DELA ETICA. A LA ETICA aPLICADA Junto con esto, se presenta también el desafio de la “transdiscipli- nariedad”, entendida como aquel esfuerzo comunicativo que re- basa el propio campo, En este sentido, no es suficiente con que el profesional respective informe sobre los elementos descriptivos de las situaciones éticamente problematicas de su propio campo, de manera que sean interpretados por el filésofo moral segin su es- pecial experticia ética. Idealmente, se trata mds bien de que cada uno desde su propio campo se atreva a “cruzar la Linea” (cross the line), a exceder los limites del propio campo, para que puedan pensar éticamente de manera conjunta y sin magisterios. De esta manera, la construceidn y el progreso de la ética aplicada repre- sentan un constante desafio de crear una auténtica comunidad de comunicacién ética ampliada més alld de los Limites de la ética tradicional3. El fundamento ético en ética aplicada {Qué “ética’, para la ética aplicada? Esta pregunta puede pare- cer tautolégica, pero no lo es, Se refiere a la fundamentacién, 0 sea, al papel que desempefian las éticas normativas en ética apli- cada, Bien entendida, no puede haber ética aplicada en serio si se renuncia de antemano a este aspecto fundamentador. Como sostiene Ricardo Maliandi: “La aplicacién sin fundamentacién es ciega, y la fundamentacidn sin aplicacién es vacla” (20092, p. 178). Desde esta perspectiva, resulta un contrasentido pretender pres- cindir de los marcos éticos de referencia al enfrentar las cuestio- nes pricticas éticamente problematicas y esto al menos sucede por dos motivos: primero, porque la reflexién auténticamente ética 3 Pata shondar en otros rasgos de Ia ética aplicada, véanse Cortina (i996b, 1997 y 2003): Beauchamp (1984. 2003 y 2007): i (998, cap. ¥1) (31 [ar no podria serlo sin la debida fundamentacién; y segundo, porque es en este nivel en el que se despliega el debate ético més intenso, Sin embargo, esta exigencia no significa que, al ofrecer una fundamentacién, la ética normativa pretenda prescribir direc tamente la accién, En realidad, su labor es mas modesta. Solo intenta orientar mediatamente la reflexién préctica (Cortina, 1996a, p. 30) y la toma de decisiones, de manera que sea posible un didlogo fecundo entre quienes estin comprometidos en de- terminados contextos éticamente probleméticos y que, como ge- neralmente es el caso, tienen un caracter interdisciplinar. De este modo, en ética aplicada podemos decir que la reflexién moral es adecuadamente “ilustrada” por la ética normativa (Maliandi, 20098 PP. 53 ¥ 64). Una dificultad en este sentido consiste en que las principales teorfas éticas clisicas —aristotelismo, kantismo y utilitarismo— se quedan cortas ala hora de hacer frente a las nuevas cuestiones préc- ticas que surgen a partir de la irrupcidn de fenémenos tan relevan- tes como el avance gigantesco de la ciencia y la tecnologia, la cual da pasoalla globalizacidn. De aqui surgen preguntas éticas para las que ninguna de ellas nos sirve directamente (Jonas, 1995, p. 32). Pero esto no significa que sean iniitiles, ya que las més importantes teo- rias éticas contemporaneas no nacen ex nibilo, sino que arrancan de alguna de las tradiciones éticas anteriores. Ahora bien, al responder a la pregunta planteada debemos tener presente un hecho, a nuestro juicio, insuperable en las so- ciedades contemporéneas: el pluralismo moral, En este sentido, hay que reconocer que no existe acuerdo entre los especialistas sobre una teorfa ética en particular. Este es un hecho filoséfico y cultural que hay que asumir en serio, La ética aplicada no resuel- ve el problema presentado ante el hecho del pluralismo moral y la falta de consenso en torno a una visién particular de la ética. En cierto modo, podriamos decir que la ética aplicada acentéa el conflicto entre las diferentes propuestas de ética normativa que pretenden aplicarse en contextos practicos. DE LA ETICA A LA ETICA APLICADA A tenor de lo dicho, podemos encontrar propuestas de éti- a aplicada sobre un variado listado de cuestiones pricticas. Por ejemplo, desde un enfoque utilitarista, tal como lo ha hecho Pe- ter Singer (1984, 2003 y 2012) al hablar del aborto, la igualdad, los animales, la pobreza. Por su parte, basindose en la ética dia- légica como fundamento filoséfico de una ética cfvica de la vida cotidiana (también en un contexto transnacional), Adela Cortina (1997, 2000, 20024, 2002b, 20092, 2009 y 2010) propane lo que hha dado en lamar la étiea de la razén cordial, desde la cual abor- da una variedad de cuestiones pricticas que van desde la empresa hasta la biotecnologia. Otro tanto podemos observar respecto a la ética de la virtud, especialmente en el campo de la ética de las, profesiones (Fernandez y Hortal, 1994; Hortal, 2002). O también. la propuesta de Ia lamada new natural law theory (Finis, 2011), sobre todo en temas de bioética, sexualidad y familia (Grisez, 1972; Finis, 1994 y 1995; George, 2009). La lista podria seguir, pero las propuestas mencionadas son suficientes para dejar esta blecido que la discusién ética mas densa esté instalada, Método de la ética aplicada EI tema de la metodologia ha sido uno de los debates més ani- jento de la ética aplicada. Sin entrar de eno en esta discusién, al hablar del método la cuestién versa, obviamente, sobre la aplicacidn: se6mo se “aplica” en ética apli- cada? Sobre este aspecto tampoco existe un acuerdo undnime y los parrafos siguientes solo intentan mostrar las posiciones més conocidas sin ahondar en la complejidad del problemas. 4 Para un analisis més detallado sobre los modelos de aplicacién, véanse Sosoe (1998); Gracia (2008); Cortina (1996, pp. 122 133: 2003) pp. 24 35:Y 2030, pp-43 49): Beauchamp (2003, pp.7 12).y AllhofF (aois, pp-2 7s emtre muchos otros. (251

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