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AYUDANDO A LOS ENFERMOS ESPIRITUALES

Mateo 10:8
Razones
Por: Juan Ramon Chávez

Introducción
Todos hemos sido grandemente bendecidos por Dios, especialmente los cristianos.
Hemos recibido bendiciones materiales y espirituales. De allí que la Biblia nos insta
a ser agradecidos y no solo eso, sino también a hacer partícipes de nuestras
bendiciones a los demás. Cuando Jesús envió a los doce en la comisión limitada, les
dijo: “de gracia recibisteis, dad de gracia” (Mateo 10:8).
1. Si nosotros hemos sido recibidos por Cristo en su reino, debemos querer que otros
también entren.
2. Si nosotros hemos sido llamados hijos de Dios, debemos querer que otros también
lo sean.
3. Si nosotros hemos sido sanados espiritualmente debemos querer también que
otros sean sanados.
En el tiempo de Cristo había personas que llevaban a sus familiares y amigos a Jesús
para que los sanara físicamente, cuanto más nosotros debemos de llevar a nuestros
familiares y amigos para que Jesús los sane espiritualmente. Porque Jesús enseñó
que es más grave la enfermedad espiritual que la enfermedad física. De allí la
importancia y la urgencia de llevar a Cristo a los enfermos espirituales. Necesitamos
ayudar a los enfermos espirituales.

I). PORQUE NOSOTROS YA HEMOS SIDO BENEFICIADOS CON LA


SALUD ESPIRITUAL.
A. Con la salud del perdón.
La mayoría de nosotros estamos conscientes de los errores que hemos cometido.
Todos nos hemos equivocado consciente o inconscientemente y tuvimos que
vivir, incluso algunos todavía viven, con las consecuencias de esas malas
decisiones. La inseguridad, el miedo y el insomnio a veces son algunas
consecuencias de nuestros pecados. Sin embargo, cuando escuchamos la
invitación de Dios, descubrimos que Jesús es la única solución para poder
obtener el perdón de nuestros pecados. Por eso Pablo dijo: “en quien tenemos
redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia”
(Efesios 1:7). La Biblia está llena de personas que cometieron grandes errores.
Sin embargo, se arrepintieron y Dios los perdono y los restauro. Solo el que ha
experimentado el perdón de Dios en su vida, por gratitud es capaz de ayudar a
otros a que encuentren también la salud del perdón.

B. Con la salud de libertad.


La libertad es un deseo básico del ser humano. Hay muchos que podemos
disfrutar la libertad física, libertad económica, libertad política, libertad religiosa,
etc. Pero muy pocas personas tienen la libertad espiritual. La Biblia enseña que
el pecado esclaviza al hombre, al rico y al pobre, al instruido y al ignorante, al
hombre y a la mujer. Jesús lo dijo así: “De cierto, de cierto os digo, que todo
aquel que hace pecado, esclavo es del pecado” (Juan 8:34). El pecado tiene el
poder de esclavizar al hombre, sin embargo, la situación no está perdida,
podemos ser liberados. Jesús también dijo: “si el Hijo os libertare, seréis
verdaderamente libres” (Juan 8:36). Gracias a la obediencia a Cristo, el pecado
ya no controla nuestras acciones. Y solo quien ha experimentado la verdadera
libertad, por agradecimiento puede ayudar a otros a tener también la salud de la
libertad.

C. Con la salud de la santificación.


La santificación es el acto mediante el cual Dios nos separa de lo profano y
pecaminoso para ser su posesión y para su servicio. Se ejemplifica en Colosenses
1:13 “el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino
de su amado Hijo”. Esta separación la realiza Dios en nuestra conversión (1
Corintios 6:11). Y en esta nueva posición, nos da nueva vida (Romanos 6:4),
nuevas metas (Hebreos 10:20), nuevo nombre (Hechos 11:26; Apocalipsis 2:17)
y nuevo destino (Juan 14:1-3). Nosotros no podíamos cambiar nuestra vida
pecaminosa, porque no podíamos salir de donde estábamos. Una de las razones
del porque los que salen de los centros de rehabilitación vuelven a caer en las
drogas, es porque al salir del centro, regresan al mismo ambiente que los condujo
a las drogas. Tiene que haber un cambio radical para salir del pecado y ese
cambio lo realiza Dios. Y solo quien ha experimentado este cambio por
agradecimiento puede ayudar a otros a que cambien también y encuentren la
salud de la santificación.

II). PORQUE NOSOTROS ENTENDEMOS AL ENFERMO ESPIRITUAL.


Se dice que “La empatía, es la capacidad que tiene una persona para ponerse en el
lugar de otra. Es decir, ser capaz de entender la situación y los sentimientos que está
viviendo otra persona” (https://www.psicoglobal.com/blog/empatia-desarrollo).
A. Nosotros sabemos lo que es vivir en la ignorancia.
La ignorancia es la falta de conocimiento. Las personas ignorantes no están
informadas. Pablo dice que el antes era “blasfemo, perseguidor e
injuriador…por ignorancia, en incredulidad”. (1Timoteo 1:13). Pablo no
conocía a Cristo de allí que era incrédulo. Los saduceos en el tiempo de Cristo
tenían un concepto equivocado de la resurrección. Y Jesús les dice: “Erráis,
ignorando las Escrituras y el poder de Dios” (Mateo 22:29). La ignorancia
puede llevarnos hacer cosas malas pensando que son correctas como Pablo y
puede llevarnos a mal interpretar la Biblia como los saduceos. La ignorancia es
un problema serio y muchos de nosotros vivíamos así. Hasta que aceptamos la
invitación de Dios y venimos “al conocimiento de la verdad” (1 Timoteo 2:4).
Por eso es importante que una vez que hemos conocido la verdad, ayudemos a
los demás a que conozcan también. Y puedan librarse de la enfermedad de la
ignorancia.

B. Nosotros sabemos lo que es vivir en el engaño.


En Hechos 13:6-12 se relata la historia de la visita de Pablo a la isla de Chipre,
especialmente a la ciudad de Pafos. Donde vivía el procónsul, es decir, el
gobernador romano llamado Sergio Paulo. Y puesto que Pablo y Bernabé
predicaban la palabra en la isla, los mando llamar porque él también quería
escuchar la palabra de Dios. Pero como no todo es “miel sobre hojuelas”, el
gobernador Sergio Paulo tenía un problema, que tenía como consejero a un
“mago, falso profeta, judío, llamado Barjesús”. Y se oponía a Pablo
contradiciéndole con el propósito de que el gobernador no creyese en la palabra
de Dios. Este mago y falso profeta quería seguir teniendo engañado al
gobernador para seguir sacando provecho de él.

Muchos estábamos como Sergio Paulo, estábamos engañados. Creyendo en


muchas supersticiones, pidiéndole a imágenes que no son el Dios de la Biblia y
siguiendo a hombres que sacaban provecho con nuestra ignorancia. Hasta que
“Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que
resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la
gloria de Dios en la faz de Jesucristo” (2 Corintios 4:6). Por eso que solo el que
ha salido del engaño, por agradecimiento, puede ayudar a los demás a salir
también de la enfermedad del engaño.

C. Nosotros sabemos lo que es vivir bajo hábitos pecaminosos.


En Efesios 2:1-3, Pablo describe nuestra vida pasada, cuando el pecado era la
regla en nuestra vida: “Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en
vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la
corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu
que ahora opera en los hijos de desobediencia, 3 entre los cuales también todos
nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la
voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira,
lo mismo que los demás”.

Y no fue sino hasta que Dios nos dio vida y nos resucito de la tumba del pecado
a través de las aguas del bautismo y que nos hizo sentar en lugares celestiales
juntamente con él, es que pudimos romper con el hábito del pecado. Esto no
significa que seamos impecables, pues nadie lo es. Mas bien como dice Juan:
“Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de
Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios” (1 Juan
3:9).
Juan no está diciendo que el hijo de Dios es impecable, que no pueda cometer
alguna acción incorrecta. Si no que por el hecho de ser hijo de Dios y tener la
simiente permanente en él, no puede seguir pecando habitualmente como antes
de ser cristiano lo hacía. Ya no ama el pecado como antes lo amaba (1 Juan 2:15-
16), ya no corre tras el pecado como antes corría (1 Pedro 4:4), ya no se
complace en el pecado como antes se complacía (Romanos 1:32). Ahora se
avergüenza de todo ello (Romanos 6:21). Los que hemos roto el hábito del
pecado en nuestras vidas, por agradecimiento, podemos dar esperanza a los
demás enseñándoles que si se puede cambiar, si se puede romper la cadena del
pecado con el poder de Dios. Si podemos sanar de los hábitos pecaminosos.

III). PORQUE NOSOTROS CONOCEMOS AL MEDICO PERFECTO.


A. Conocemos que solo en Jesús hay salvación.
El apóstol Pedro lo dijo: “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro
nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos
4:12). La iglesia no decidió que Jesús fuera el único salvador, lo hizo Dios. Lo
que significa que Jesús es diferente a todos los maestros que ha habido en el
mundo. Solo el murió por el pecado del mundo. Solo el vino como el unigénito
Hijo de Dios. Solo el resucito de los muertos. Así que, Jesús es la única
esperanza de salvación que los seres humanos tenemos. Los que han sido
salvados por Jesús, por agradecimiento deben conducir a otros a ser salvos
también a los pies de Cristo.

B. Conocemos que solo en Jesús hay descanso.


De todas las cargas, hay una carga especial que más agobia y cansa, es la carga
del pecado. De allí que Jesús está ofreciendo descanso para todos: “Venid a mí
todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo
11:28). Dios quiere que sepamos que si hay alguien que puede poner fin a una
conciencia culpable, al temor de la muerte y al terror del juicio, ese alguien es
Jesús. Y Jesús no solo puede, también quiere hacerlo. Lo único que nosotros
tenemos que hacer es corresponder a su invitación “venid a mí”. Quienes hemos
experimentado el descanso que Jesús da, por agradecimiento debemos extender
la invitación de Jesús a los demás. Para que puedan encontrar el alivio que sus
almas necesitan.

C. Conocemos que solo en Jesús hay satisfacción.


Las cosas no producen satisfacción verdadera, ni el trabajo, ni cambiar de ciudad
o de país, ni los amigos, ni si quiera conocer nuevas personas. Quien da
verdadera satisfacción a nuestra alma y nos da todo lo que realmente necesitamos
es Jesucristo. Pablo dijo: “y vosotros estáis completos en él” (Colosenses 2:10).
Cristo es el que nos llena, es el que nos a completa. Por eso es que la
insatisfacción humana es el resultado de la ausencia de Cristo en sus corazones.
Los cristianos no necesitamos nada extra porque Cristo ha provisto de todo lo
que espiritualmente necesitamos. Por eso quien ha experimentado esta
satisfacción verdadera que las cosas de este mundo no pueden dar, por
agradecimiento, debe anunciar que es en Cristo que uno encuentra satisfacción.

D. Conocemos que solo en Jesús hay abundante vida.


Jesús dijo: “yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en
abundancia” (Juan 10:10). A diferencia de Satanás que solo viene para robar,
matar y destruir. Jesús vino a dar abundante vida. Pero aquí vida es algo más que
existencia física. Habla de un disfrute, de un enriquecer, de darle sentido a
nuestras vidas. La vida que Cristo vino a dar, no es tanto una vida de cantidad,
pero sí de calidad. Así que, a diferencia de lo que algunos piensan, la vida de
Cristo no es aburrida, llena de prohibiciones y de demandas, sino una vida que
vale la pena vivir. Es una vida que antes de Cristo la gente no conocía. Por eso
Pablo dijo: “Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni
han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que
le aman” (1 Corintios 2:9). Era una vida más allá de lo que el ser humano podía
imaginar. Es una vida que consiste en abundante “amor, gozo, paz, paciencia,
benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza”, etc. (Gálatas 5:22-23). Así
que, los que ya estamos viviendo esta clase de vida en Cristo, debemos por
agradecimiento, a traer a los demás a vivir esta clase de vida que Cristo vino a
dar.

Conclusión
Hemos visto que los cristianos por agradecimiento deben de llevar a Cristo los
enfermos espirituales y hemos mencionado 3 razones: 1. Porque nosotros ya hemos
sido beneficiados con la salud espiritual. 2. Porque nosotros entendemos al enfermo
espiritual. 3. Porque nosotros conocemos al médico perfecto. ¿Tenemos nosotros la
capacidad de ver la necesidad espiritual de los demás? Si la tenemos, ya sabemos
que tenemos que hacer, llevarlos a Cristo. Y cuando la gente experimente su sanidad
espiritual lo agradecerá y pasara el remedio a los demás. Seamos como aquellos
amigos de la paralitico que no se dieron por vencidos hasta llevar a su amigo ante la
presencia de Jesús y verlo sano. Que Dios nos ayude en la predicación del evangelio.

Juan Ramon Chávez


monche91@hotmail.com

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