You are on page 1of 23
Radl Fradkin Juan Carlos Garavaglia La Argentina colonial El Rio de la Plata entre los sighos XVI y XIX DAI Seen SSAsk Elrey Consejo de Indias Made Vireinato del Rio de la Plata Buenos Ares eee Ea aa a Pee eee 8. Las reformas borbénicas g. y el Virreinato det Rio de la Plata ego 2 \ S 5 @ i 4 an & é Bee a ol: é _ é a moe 3 Hi zB 23g ge 18 Durante el siglo XV, la monarquia hispana introdujo moditioa- B3 Beg 38 |G Clones on sus dominios coloniales tratando de acrecentar si 3 g 85 bt |e capacidad de control, asegurar su defensa y forientar un creci- 2 8 4 tmiento eeonémico que pormitioraaumentar sustanciaimente Ia 2 4 recauaacion facal Estas polticas son conocidas como las 2 3 “reforms borbénicas", dado que fueron efectuadas por una & 2 nueva dinastia que pasé a gobernar el imperio a principios de . tigi, los Borbones, Su implementacion two efectos muy dite- fr rentes en cada ragién, pero en todas puso en tensién las rel 2 ates Gas cite sen oan loa aatos nines ssc 3 8 ‘como las relaciones entre ellos. fet : 3 7 Reforma controvertias 3 z 2 i bs] 8 : e832 Las evaluaciones de los historiadores acerca de ests rer : 3 8 BY | ssasnansiaomuyaiersa Algo postaron que fueron ua eras 2g see £ 2 dlera"revohucion desde el gobierno” hasta wa auténticaFeeomgusta 5 £ egefe ¢ $ burocratica de América luego de un largo siglo de relajamiento de kt By athe B 5 intensidad de las relaciones coloniales. Otros las weron camo Wn i Ss ga, ait $ 3 nto fallido de reforzar la dominacién colonial. Con todo, existe con- sige 3 te refo g3 23 3 a 5 senso acerca de que era la mayor reorganizaciGn del imperio colonial Bg 32 3 2 |¢ ieade el siglo XVLNo se trataba de un Fendmeno exchisiramente es 2 € g = 8 ae et lemas imperios cambién ——— rs s come aig Sa 4 : Fenultado de lt intensa competericia entre las principales poteneias 32 92 3 $ “Curopeas. Por otra parte, las innosaciones no fueron parte de un pl AGS 32 2 3 previamente elaborado sino qe «fueron detiniendo a través de ink ees Be [8 ativan que Wiieron ritmos desiguales y muy disril capacidad de ee Bg GE 88 12 cucidn, Fl periodo mis ilgide de reformas coineidis con el reinade a8 923 453 (3 tie Carlos 11 (17631788) ) con la presencia del minisro fosé de Gat 2 o vez en Ia Secretaria de !=dias (1775-1787). El impulso reformista de- en 178 La Agentina colonia cayé durante el reinado de Garlos TV (1789-1808), dado que la impli- cacién de Espana en el ciclo de guetras que abrié la Revolucion Fran- esa fue erosionando la capacidad imperial. En consecuencia, el ¢s- fuerzo reformista terminé desembocando en la desintegracion det imperio, aunque los historiastores difieren acerca de su incidencia en €l proceso de disolucién. Para mediacios del siglo XVII, las autoridades compartian un diagnds, tico: los dominios coloniales debfan funcionar efectivamente como colo- nias. Para ello necesitaban modificar el modo en que se gobernaban y transformar el laxo régimes: de consensos y negociaciones que habia sn tenido hasta entonces la fidelidad de las elites coloniales. Era preciso do- ‘taral imperio de una burocracia mas profesional desembarazada de com- promisos con los grupos dominantes coloniales. Un objetivo de estas dimensiones implicaba tn desaffo que se demostraria desmesurado. {Las reformas estaban orientadas a la biisqueda de una mayor centra tizacién politica. La Guerra de los Siete Afios (1756-1763) demostré Ia imperiosa necesidad de apurarlas, pucs los briténicos habfan logrado apoderarse de La Habana y de Manila, Por ¢s0, no es casual gue la pri- mera intendencia americana fuera instalada cn Cuba en 1764, Se de- lined una estrategia destinada a pasar de un sistema de defensa de al- gunos puntos estratégicos a uno de defensa total. Se trataba de un dispositive que consistia en la fortificacién de algunos emplazamientos, la dotacion de regimientos regulares (jos llamados “fijos”) y la reorgani- zacién del sistema de milicias. A su vez, para la designacién de los prin- ‘ipales funcionarios (virreyes ¢ intendentes) fueron preferidos los of ciales de maxima graduacién de los Reales Ejércitos y la Real Armada, sin duda el micleo burocratico més sélido del imnperio. Esta cstrategia derivé en un notable incremento del gasto militar y en una transferencia de recursos desde México hacia Cuba, Puerto Rico, Florida y Filipinas, desde Bogota hacia Cartagena de Indias y desde Potosi hacia Buenos Aires y Montevideo. Esta situacién no haria - mds que acrecentarse: a fines del siglo XVIII, el situado potosino repre- sentaba un 70 por ciento de los ingresos fiscales de la Caja Reai de Buenos Aires, ‘Si bien la experiencia reformista s¢ inicié en Cuba, el gran laborato- rio fue el Virreinato de la Nueva Espaiia, el principal dominio colonial. * espafol del siglo XVIII. Mientras tanto, el Rio de la Plata cobraba una importancia inusitada para la politica imperial, y la expedici6n militar {que la Corona envié al mando de Pedro Cevallos en 1776 se transforms en la decisién de organizar un nuevo Virreinato, baie aie GOB. i Las voloenas borbonicas y el Virenato del Ro de i Pita 179 AMAA aaa aaa La. oltica detonsiva de fos fortines La oltica borbénica tencié a desplegar un sistema de tuertes y fortines for eri2os on fas dreas que indaban con otras potencias, como al norte de: Banda Orlental, 0 con parcialidades indigenas que no habian sido 1801 tides, como al norte de ia Nueva Espafia y la frontera sur que ibs es fe Chile hasta Buenos Ares. Vig 1 a€rea de Ia fortaleza do Santa Teresa, situada al norte dol Un juay. ar La expr sion de los jesuitas y el regalismo borbénico La pol: ica reformista no podia sino afectar los intereses eclesidsticos en lay adida en que la centralizacién politica se expresé también a través > un reciente regalismo, cuyo momento culminante fue la ex- pulsior de la Compaiifa de Jestis de todos los territorios imperiales en 1767. 1 etras de esta decision se movieron miiltiples factores, entre ellos, k expulsion barria con el mayor grupo de oposicién a la politica regalis . Hasta entonces, la Compaiiia habia sido una firme aliada de lamon rquia hispana y su prédica habfa servido para construir el edi- ficio ié olégico y simbdlico de una monarqufa que se vefa a si snisma como atélica”, Pero a mediados del siglo XVIII entraban en abierta contra iccién con las pretensiones regalistas de la Corona: para algu- nos re: srmadores, como José Monilio, conde de Floridablanea, 0 Pe- dro Re lriguez, conde de Campomanes, el poder monarquico ema- ————— 4190 La Argentina color! haba directamente de Dios y el rey era una suerte de vicario sin nece- tidad de subordinacisn alguna al Papado; otros, como Joaquin de Ri vadeneira, Ilegaron a sostener que ¢l derecho de patronato real en las Indias no provenfa de una concesién papal sino que emanaba de la Jerania temporal de la monarquia, Convepciones de este asticos, que misma sob tipo modificaban la visiGn oficial acerea de los ecle pezaron a ser vistos como un instrumento de 1a autoridad real y prb~ ticamente como funcionarios del estado SOTTO TT TTT ‘Los fundamentos de la nueva legitimidad real EE ragalsma borbénico entraba en conflicte con componentes clave (el profetismo jesuita: erradicarles 69 convirié en un objetivo central a partir tie la oxpulsion. Tres cuestiones resultaban fundamentales, En primer termine, so trataba de buscar una cbediancia completa del clero al Rey, y algunas catecismos eWvicos de finales del XVll son elempificadores on ste sentido. En segunda lugar, resultaba preciso desterrar a teoria que lustficaba el tianicidio. En tercer termino, debi afrmarse un revo Concepto dal deracho que tendiera a ratitear ia voluntad real feente 2 la Centralidad de que gozeban las costumibres locales. Los fundamentos de 1. neva legindad, por tanto, no podian proverir sino de algunas de las {doas de fa llstracién, No de todas, por cierto, sino de una version slectiva y catolica que contribuy6 a dar forma a un estilo de gobierno que ce denomind “desnotisme ustrade Grabado que representa la matanza de jesultas en Paraguay. En Piero Frangols Xaver de Charlevoix, Hstore de Paraguay, Pas, 1753. M7 Las teformas orbonicas y el Vireinato del io de la Para 181 En el nuevo i aginario politico, Ia menarquia no buscabsa st legitima- cién en sti misién wascendente sino que encontraba argumentos en fi nes mas terrenales, pragmsiticos y utilitarios. La prosperidad del reino. acompafaba sin desplazar a la meta del bien comin, ¥ la utilidad de sus habitantes se postulaba como un valor tan importante como su religio. sidad. La Corona obtuve la colaboracién tanto del clero ilustrado como de integrantes de otras Grdenes que, aunque no fueran entusiastas par ticipes de lan cc wexpu t teva sensih dad, ve‘an en la expulsion de los je docasién inmcjorable para acrecentar su infhuencia ¥ pattimonio. Con todo, el eje de ix politica eclesidstica oficial no se orients tanto a for Jecer el papel del clero regular adicto (atinque no dejé de recompe sarlo), sino que propicis fiandaamentalmente la reforma del clero sew Jar; a este fin contribuyecon los concilios que se reaizaron en México Lima y Charcas en los afos ininediatos a la expulsign. En el mundo rioplatense, as relaciones entre jeswitas, elites y ator dades habfan tenido tna importancia fendamental, pues no silo hie bn sd decision pra aera rontera sino ambien par some ter los vecinos diseolos de Asuncién, en 1736, Por otra parte, peso {icin Gompatia en a corte era notable Prbablemente el momento calminante de esta influencia cortesana haya sido la Real Gédula de 1743, que consagré los privilegiostributarios y organizativos de las i siones guaranties Sin embargo. la guetta guaraniticaeesarroliada entre 17 acrerenté las prevenciones contra la Compania. Los tratadas entre ls coronas portugitesas y espaiolas de 1750 y 1751 buseaban redisemr Jos limites inperiales © implicaban el traslado de sicte pucblos misio~ heros, pero Ia resistencia indigena adopts la forma de un levants mniento encabezado por el cacique Nicolds Neenguird, quien enfrené alos destacamentos militares de ambos imperios. Aunesie ke instigs cidn jesuita nunca {ite fehacientemente probada, ya pesar de que las tvidencias sugieren que Ios misioneros intentaron contener el levat. tamiento, su vinulencia era prueba para muchos del fracaso del expe- timento jesuita y mostraba que 7 i auténomo dentro del imperio, con indios mas leales a ella que a ks Corona. A afirmar esta impresion contribu ta masia presencia de snisioneros extranjeros que, fines de la década de 1750, representa ban un tercio del total, As, el primer paso fue prohibir esta practica en 1760, EI siguente fue ta decisin toma el 2 de abi de 1767 cuando tina Pragmstica Sancién dispuso la expulsion de la Compara de tide (octane patoie teeta eet y 1736 Compafifa cra una suerte de estado 182 Ls Agente colonial a aa ‘Motin do Esquitache La expulsion no fue una inisativa exclusivamente espafioa: la decisien de Carlos Il {ue precedida por Portugal en 1759 y por Francis on 1764. Pero jueron los conflictos internos de la motrépoll fos que la desencadenaron: ‘on la Semana Santa de 1766 estal6 na viruienta revuelta del *populacho" oe Madrid, que exiala desde la rebaja do los precios de los articulos de primera necosidad hasta la desttucién del maraués de Ezguilache y la derogacion de varias de sus impopulares decisiones. Er Un contexto de aguda crisis econémica y fuertes disnutas cortessnas, ¢! levantamiento, conocido come el motin de Esauilache, se transform en luna impugnacién abierta del mal gobierno, encarnado en et repudiado inistro, Una vez ropimida la sublevaci6n, la Investigacion oficial leg6 & tuna conclusion taxativa: detrés del matin estaba la instigacion jesuita i motin de Madria (0 Esquilache). En Dionisio S. de Alama, Historia general de Esparia, Madrid, 1864. a7 La orden real Hegé secretamente al Rio de Ia Plata en juni después, estaba ejecutada. Los miembros de la Orden fueron apresaclos ‘y embarcados inmediatamente hacia Espaiia y los bienes de Ia Compa- iia confiscadas y puestos bajo la administraci6n estatal en las Harmadas Juntas de Temporalidades. La expulsidn, sin embargo, enconts6 resis- tencias aunque no fueron articuladas ni generalizadas, Las relormas botbénicas ye! Vireinato del Ao 6 I Plata 103 MAMTA ae Istoncias a ta expulsion de los Jesuitas listoria completa de las resistencias a la expulsion ain est por _garse, pero pueden sefialarse algunas evidencias. Por ejemplo, ( Birocca ha revelado que los esclavos de la estancia jesuita ce San anio de Aveco 8e ametinaron el 30 de septiembre de 1787 gritando “po eran esclavos del rey, sino de los padres" y acompafiados por ‘mujeres se lanzaron a la fuga; al parecer 26 nunca puckeron ser adoo. Eno los eeclavos do lao ectancias jecuitas de Cérdoba ce Jujeron rebels y fugas colectivas. Actitudes resistentes también se ‘festaron entro las decenas de arrendetarios que vivian en ls thera ‘de Buenos Aires: cobrartes los arriandos fue extremadamente 1 para los nuevos administradores, pues durante décadas muchos de 18 campasinos se resstioron apelando a los acuerdos que habien terido con los josuitas. En el Paraguay, no hay evidencias de das abiertas, poro la fuga y la ernigracién desde los pueblos ‘oneros tue desde entonces una constante. ‘mo matrataln los esparioles) @ sus nearos y negras esclabos." En 28 Guaman Poma de Ayala, EI primer nuova corénica y buen veo, Mexico, Siglo XX! edftores, 1980 (edicién erica de John V. ra y Rolena Adorno, vaduccién del quochua de Jorge L. Urioste, del suserite de fa Kongslge Biblotek de Copenhague). i” ———_——_ 184 Lx Argentina cxtorit En esas resistencias convergéan varios contflictos. Los casos de Salta y Ju- Jjuy resultan ilustrativos. Gomo ha mosirado Gustavo Paz, las relaciones tcntre ef Cabildo de fujuy y el gobernador del Tucuman eran muy tenses desde 1764, dado que se habia apoderado de los fondos capitulares para destinarlos a ja defensa de la frontera chsquetia, Cuando et gober hador hizo efectiva la orden de expulsidn, los vecinos de Jujuy y Salta, Lon la colaboracién de los tenientes de gobernacién de ambas ciuda es, se levantaron para repudiarlo. En Jujuy. una maltitud de mas de 500 hombres armados apresé al gobernador y lo expuls6 de la ciudad. poco después, una situacidn similar se produjo en Salta, donde sw casa fue asaltada y saqueada, La afrenta no paso desapereibida y el Virrey de Lima envid una fuerza armada para apresar a los rebeldes, aunque sus jefes terminaron absueltos. tos episodios evidencian las estrechas relaciones que Ia Compa habia tejido con las elites locales a través de la educacién y de su inser isn en Ia economia local, especialmente por sus actividades A su ver, atestiguan hasta qué punto ese entramado local era capaz de ab- sorber a los funcionarios reales ~como los tenientes del gobernador que hubian terminado encabezando la revuelta-y; de no ser posible, ofrecer- tes franca resistencia. Las reformas, y particularmente la instalaci6n de in- tendencias, apuntaban a restringir este margen de autonomia local. Franciscanos, dominicos, mercedarios y voraces administradores se hicieron cargo dé las misiones. En Cordoba fueron los franciscanos quienes pasaron a controlar la Universidad y se reforz6 la orientacién rogalista de las doctrinas ensefiadas. En forma semejante, los bienes del Colegio jesuita de Buenos Aires sirvieron para organizar el Real Colegio de San Carlos. La educaciGn superior se ponfa al servicio de la reforms. EI Vierwinato det Rio de la Plata [a decisisin imperial dle 1776 de separar importantes jurisdicciones det viejo Virreinato del Pent y constituir uno nuevo con eabecera en Buc hos Aires no fue la primera de este tipo que adoptaron los Borbones, En 1739. ya habian conformado el Virreinato de Nueva Granada con capital en Bogota. Ahora, le mutilaban al dilatado Virveinata de Lima casi todas sus jurisdicciones del sur, Le quedaba, con todo, Chile, aun- {que su transformacién en Capitania General dotaba a los territories que dependian de Santiago de un poder politico muy centralizado y un Gmaplio margen de autonomia. La decision terminaria arrojando resuk as rtormas norbericasy el Virenato del ia de a Pata 185, tados paraddjicos: el nuevo Virreinato visiria una fase de intense ereci miento y se transformaria al estallar la crisis imperial en uno de los b tiones més firmes del movimiento revolucionario. Maeva aaveveees se El crecimiento mercantil de Buenos Aires y la creacién del Virreinato La decisién de organizar el Vitrainato fue tomada en el contexto de una ‘agude controntacion con fa corona portuguesa por ef control de ios terrtorios de la cuenca de! Plata, Con ella, ls pequeta aldea ~para ‘omplear ia feliz exprasion de Gonzalez Lebrero~ consolidata institucionaimente un proceso de crecimiento mercantil que se habia iniciado décadas antes y que se eustentaba en cu crecionte capacidad para concentrar los oroutos de intercambio legates, legales o paralegales y, en especial, ! fujo de buena pavte de fa citculacion de la plata producida en las alsintos mineros del Ato Pant. Este crecimiento se _anoyeba tanto en la recuperacién de la mireria angina, evdente desde la década de 1730, como en la craciente importancia del comercio con el Pactico sur, que habia hablitad la legalizacion de la ruta por ef Cabo de Homros en la década de 1740. ‘Mapa del Rio de Ia Plata, 1756. En G. Furlong Cardi, Cartogratia Jesuitica det Rio de La Plata, Buenos Aes. Peuser, 1936. 7 186 La Argertina colonia Jos distritos mineros altoperuanos sostenian el financiamiento de la es: tructura virreinal, pues suministraban la mayor parte de los recursos fis ‘ales y testimoniaban el triunfo de los comerciantes del puerto del Rio Ge Ja Plata frente asus competidores limefios. No por casualidad, el pri- Jaci6n de plata potosina ha- tia el Pert Asu vez, la inclusién dentro de la jurisdiccién del nucvo Vi ireinato del corregimiento de Cuyo separaba administrativamente por primera vera esta regidn de su cabecera en Santiago de Chile. El espa fio econdmico peruano, cuya configuracién en el siglo XVI deseribié ‘Assadourian, estaha dando lugar a la vonstituein de un espacio econd ite Ls rolormas borbonicas y el Virinato det Rio do fo Plata 187 sentido las nuevas Audiencias (en Buenos Aires, Cuzco y Caracas) no eran sir un aspecto de una politica que trataba de impedir la venta de cargos « 2 oidores que oficialmente habia comenzado a fines del siglo XVII, y_ue habia sido uno de los caminos a través de los cuales buena parte d | personal judicial especializado habia terminado por reclu- tarse er re las elites locales, Para decirlo en los términos acufiados por Burkho ler y Chandler, se intentaba propiciar él pasaje de la “era de la impote sia” ala “cra de la autoridad”. En I 4 hubo otro avance en esta direccidn: las gestiones que du rante ve 18 portefios parade -mbarazarse de la regulacién comercial ejercida desde Lima se vieron -compensadas con la organizacién del Consulado de Buenos Aires y: 1s diputaciones provinciales. La nueva institucién era al mismo tiempo 1 rgano de representacién del gremio mercantil, el tribunal que ent_ndia en las disputas comerciales y una junta encargada de pro- poner edidas y politicas de fomento de la economia, En su seno, se entabla on las principales disputas entre las concepciones y pricticas mercan les de antiguo cuio y las renovadoras orientaciones que impul- saban r Levos grupos. n Neva n adel AmnaaZaaaaaaaaawae Nu a burocracia, viejos dilemas Un uavo estamento Buraoratico se estaba contormando. En 1767 habia fen _Uenos Aires slo cuatro reparticiones oficiales con 14 empleacos: do: décadas después las primeras ascendian a 10 y los segundos a 12! F164 por clento Ge estos individuos ara de origen peninsular, 0! 29 por siento, de Buenos Aires (aunque concentrados en los escalones mas bbaj 3 de la administracion), y el 7 por ciento restante provenia de otras reg ines emericanas. Cabe agregar un dato no menos signiicativo: ol 71 pot siento de las esposas de estos burdcratas habia nacido en Buonos Alte 3. En ottos términas, ta contormacién ce una burocracia profesional ‘oe: gada de compromisos locales pareciera haber quedado a mitad de car no, Este estamento no era demasiado amplio y su autoridad efectiva Sig 6 dependiendo (a pesar de las pretensiones oficiales) de fos lazos ‘au: pusiera enteblar con la elite local. La intriwcada trama que anudaba Ine 2508 privados y posicones ofciaes, y que hacia posible ol elercicio de autoridad y la acumulacién mercanti, no habia sido deshecha por Jas. 3formas sino que habia adoptado nusves modalidades ¢ inciuldo a ut ‘0s protagonistas. ——_ 188 La Agertina colons! Reformas y rebeliones: Hacia 1780, la subsistencia del orden colonial fue amenazada en los An- des por una serie de movimientos insurreccionales, cada uno con sit propia dindmica y caracteristicas. El 4 de noviembre de 1780, el corre- gidor Antonio de Arriaga fue ahorcado pablicamente en Ia plaza de Tungasuca, en un movimiento dinigido por el jefe indigena José Gabriel Condorcanqui, Unos dias después, was el asalto del pueblo de Sanga- ard, la movilizacion se expandi6 por toda el area cuzquena y adopt la forma de una insurreccién general. Condorcanqui, que pertenceia a tun linaje noble indigena y se consideraba descendiente de los ineas, ha- bia realizado previamente innumerables gestiones Icgales y judiciales para obtener sti reconocimiento. Ahora, a la cabeza de la insurreceion, adopt el nombre de Tupac Amaru II, se proclamé Inga-Rey y fue reco- scido por buena parte de las comunidades quechuas del sur andino ‘on en la insurreccién la ocasién para restaurar el Tawantisuyu. que vi MATT TTeT ee La "Gran Feebelién” en el sur La alerma condo entre jes autoridades, desde Jujuy hasta Cérdoba y desde Asuncion hasta Mandoze. A veces provenia de la aparicién de ‘pasquines favoraties a los rebeides, como sucedi en Santiago del Estero en abri de 1782. En asta casion, Jas auloridades 58 apuraron a. destuitos para evitar que la plebe se entorara de su contenido, Oltra era ‘ecasionada por denuncias de conspiraciones qua se habrian estado preparanco para el momento en que legaran las fuerzas tupamaristas: fas) acontecid en Monoza, donde oicu la noticia de que 0s ‘conspiradores buscaban adquiir un retrato de Carios lll para quemario ‘en ia plaza de la cludad, También, en ocasiones. se acentuaba la escontianza de las autoncades hacia las mioias que debian ser movitzadas para colaborer con la represin, como sucedié en Cérdaba, Tuouman, Sata y Jujuy. Pero tue en La Rigja aonds se puco de manifesto que la alarma podia Geberse a gran veriedad de motivaciones fen abr de 1781, ol comandante de armas habia tenido serias , mocificaban las modalidades de relacién enire burécratas y elites loc les, mas que desplazarias ofectivamente. a Ou n oro decisive de las importaciones eran los esclavos provenicn- les de / ‘rica o Brasil. Desde comienzos de siglo, sucesivas concesiones a ingle sy franceses habian permitido la instalacién de asientos ne- greros 1 Buenos Aires; en general, los comerciantes portefios realiza- ban est trdfico en rorma pasiva, comprando esclavos en el puerto y Fevend_ndolos en los mercados interiores. Desele la década de 1780, ‘emergi ron nuevos protagonistas, y Ia liberalizacién de la trata ne- grera ir puls6 a algunos comerciantes de Buenos Aires y Montevideo a obter “F licencias de importacién para realizar un comercio uctivo 196 La Argentina coterial fletando tos bugues negreros. A cambio, obtenian permisos para la exportacion de frutos del pais, por lo cual el trafico de esclavos empu- jaba las ventas de cueros y carnes saladas. Algunos de estos mercade- es instalaron los primeros saladeros en Ia Banda Oriental y basta se Comittieron en abastecedores de la Armada Real. De esta forma, los comcrciantes innovadores estaban modificando eb tradicional distan~ ‘ciatniento de la elite mercantil porteiia respecto de la produccién ru- romento, hacia mediados de la década de 1790, parec que en Buenos Aires se estaba conformando un nticleo mercantil in- novador y bastante auténome, dispuesto a aprovechar las oportunida- tdes que la renovacién imperial brindaba y que las dificultades metro- politanas acrecentaban. Estos datos ayudan a comprender algunos Fasgos de la transformacion de las elites mereantiles y los aleances li mitados que tuvieron los propésitos de las reformas. Puede decirse que ¢] mundo de la elite vivié un proceso de amplia n y renovacién que precedi6 y acompais a las reforinas. Después tendio a manifestar signos de creciente fragmentacién, si bien nunca cra definitiva y siempre habia posibilidades de recomposicién. Otra dimensién a considerar son las fricciones que introducian en su inte rior tanto las reformas como la difusién de nuevas ideas, nociones y valores. Ahora bien, estas mevas doctrinas provenian en buena me- dda de Ia mnisina burocracia imperial ys divulgacién se wo facltads i alsién de la Compania de Jestis, que hal por el vacfo que dejé la expulsion de la Comp: tenido un rol privilegiado en la cohesi6n cultural de Jos grupos domi- nantes y su fidelidad a la Corona. Los funcionarios reales deben de haber Hevado algunas de estas ideas mas alla de las ciudades eapitales, como pudo haber sido el caso de Rocamora o Azara, cuando cumplic- ron stis misiones en tierras de Frontera. Seguramente también un dim bito de difusion fue la reducida corte virreinal y los nuevos espacios de sociabilidad, como las tertulias, los teatros y los cafés que come ban a emerger, Hubo otros canales, como las nuevas cétedras acadé micas en Charcas, Cordoba o Buenos Aires. Y otros medios, como las gacetas y periddicos que venian de la Peninsula o de otras zonas de América, dado que en Buenos Aires los primeros y balbuceantes in- tentos recién se produjeron al despuntar el siglo XIX, También fun- cionaron posiblemente como vehiculo de duos que habian ido a estudiar a Europa ral. Por un ‘isin aquellos indivi. ls teforrias borobnicas ye! Viento dal Ra de i Plata 197 Paavaaewewwwwwae E! primer periédico det Rio de ta Plata E11" de abr de 1801 comenzé a publcarse en Buanos Aires & Tekéorato ‘Mercanti, Rural, Police, Econémico © Mstoriagréiica, que fue el piimer Periidico del Flo de la Plata y uno de los canales ce difusion de las nuevas ideas. Como lo ha demestrado lose Cartos Chiaramont, la recepcién de las ideas economicas ae Ia fustracion ty en especial, det eomercantiismo italano) ya se habia producide entte algunos gnipos Portenos, asi como también citculaban dosde la capital hasta Cordoba y CGharcas entre indivicuos Gel cle. Estas evidencias ameman una Cconclusién provisoria: ia disominaciéa y apropiacion de este ‘conglomerado de ideas y valores debe haber alcenzado sot a una parte "muy reducida de las elites e introducido fracluras culturaes e ideologicas, ‘nuevas. Pero tambien generan un inmenso interrogar recepcién tuvieron fuera del mundo de las elites? qué difusion y !magen facsimiar del Toldgrafo Mercanti, Rura, Poltica, Economica & Historiogratico, iF 4198 La fugenina ecionial rca pr Sayan tn Sea oe ites coloniales tenfan una imagen muy rigida de la sociedad en que vi ee mn cs paper ag rae Tonial que una de sus causas. 9. La crisis del imperio espafiol AI despuntar of siglo XIX, la capacidad efectiva de ta Gorona era regular y orientar en su beneficio las relaciones con las coonias habia disminuido dramdticamente. Era uno de los resultados del cambiante juego de alianzas internacionales en las que estaba inmersa. Durante la mayor parte del sigho XVill, Ja Corona espafiola habia mantenido una alianza con Francia, que derivé en crecientes contlictos con Gran Bretafia y su Principal aliado, Portugal. A partir de la revolucién de 1789, este esquema de alianzas so modificé radicalmente y en 1793 Espafa se integré a las coaliciones qua intentaban acabar con la experiencia revolucionaria francesa. Sin embargo, la incur- sién de tas tropas francesas en la Peninsula en 1794 obligé a la Corona a un brusco cambio de estrategia y a establecer una nueva e inséiita allanza entre la Espana absolutista y la Francia revolucionaria, que habria de perdurar hasta 1808. Esta nueva, situacién desembocaria en la crisis del Antiguo Régimen espa- iol y de su imperio, La crisis del comercio colonial ¥y Ia crisis fiscal de la Corona Para enfrentar la expansi6n francesa, la flota britdnica blo- que6 Is puertos esparioles y provocé un auténtico colapso del comer- cio en ‘e la Peninsula y sus dominios coloniales. Como respuesta, en 17971 Corona autori26 el comercio con buques de bandera neutral, Peto ¢ -a decisién corroys atin mas su eapacidad de mantener el con. trol de_comercio colonial. Como ha sefialado el historiador argentino Tulio 3 alperin Donghi, esta "coyuntura de guerra” creaba una situa~ cion ir dita: la metr6poli era incapaz de funcionar como tal y todavia, ho hat \emergide sina nueva metrépoli, En 1805, la situacién empeord ———————— 200 La Argentina coker avin més, pues la derrota de la armada franco-hispana en la batalla de Trafalgar consagré el predominto de Gran Bretaha sobre el AUantico ‘A leg comerciantes sioplatenses se les abria una simacion incierta, aunque Hlena de posibilidades. Las difieultades del comercio legs! am- pliaron la imposiancia del clandestino, y las exportaciones de cuseios imentaron de $40 000 piezas anuales en 1796 a 670 000 dos décadas Gespucs, Sin embargo, hubo anos muy diftcites: entre 18H y 1806 hubo tina wemenda sequia que, en el Alto Pera, donde habfa comenzado vns temprano, derive en tna crisis social. La mineria potosina sufrio vena fuerte contraccidn que Tlevé a su completa paralizacion, sitwacion {queen parte se debiaa la creciente dificultad para asegurat los sumninis tos dv azogue desde Andalucia. En estas condiciones, las importacion hes al centro minero se redujeron un 25 por ciento en la primera d ia del siglo y disminuyeron las exportaciones de plata del puerto de Buenos Aires. Le contacciGn de Ja mineria afect6 la fiscalidad virreinal y, si en la década de 1790 las remesas alioperuanas cubrian un 60 por ciento del ‘al, durante los primeros cinco aitos del Ju el 6 por ciento, En estas condiciones, tos igasto fiseal de la capital virr siglo XIX solventaron tan s6} comerciantes rioplatenses se volearon hacia el trafico de exclavos, et co- serrcio con Brasil y con los buques neutrales y la instalacién de los pri meros saladeros. ‘Ls erosion de los vinculos coloniales se manifest6 a uavés de wna fe homenal crisis fiscal de la monarqufa, Los empréstitos forzoses y los do natives estaban a la orden del dia, y en 1804 la Corona adopt6 una me: flida dle enorme trascendencia que dejé un tendal de descontentos: la llamada *convalidacién de los vales reales”, un sistema compulsivo de fr nanciamiento que embargaba los bienes y los depéslios en manos de la Jalesia, los conventos y as cofradias. Dado que estas instituciones fun ian como los verdaderos bancos de la economia colonial, esta medida arect6 el dinamismo de una economia completamente dependiente de ese financiamiento, Las inwasiones inglesas al Rio de te Plata En el Ro de Ja Plata, el resquebrajamiento de las relaciones con 1a me tropoli adquitié mayor dramatismo ewando, a comienzos de junio, una Mota inglesa con 1500 hombres Hegé las costas rioplatenses y poco capt comple, ‘La resisteneia habia sid después tomé ei control d Ls cress gal mpero separ’ 201 tamente ineficaz, El virrey Sobremonte abandons la ciudad con su ‘guardia y los caudales del tesoro, y las principal we . incipales corporaciones (la Aw. diencia, el Consulado, el Obispado y parte del clero regular) se rindie- ron. Dias después, los comandantes ingleses recibian los caudales a cambio del compromise de n sus cargos y respetar Ia religion catélica. Los invasores anunciaron [a instauracién de la libertad de comercio, una una iniciativa que, esperaban. les aseguraria la adhesin de la elite comercial. En efecto, algunos grupos criollos Imaginaron que la invasién era la ocasién precisa para conform nuevo orden, yadhirieron a él con entusiasmo, Sin embargo, la convivencia entre ocupantes » pobladores no er sencilla y se producian peleas callejeras, Mientras tanto, al pos de Ia elite criolla intentaron organirar en Ia campa de resistencia, y los earalanes formaron ciudad ocupada. Por dltimo, Santiago de Liniers, un francés que se Gesempenaba como oficial de Ia Armada Real, se dlirigi6 a la Bands Oriental para organizar una fuerza que enfrentara a los invasores Con unos 500 soldados y mas de 400 m ner a las autoridade: os grt na fuerza red clandestina dentro de de agosto la expedicion de reconquista de la capital. En at mara fue sumando, partidos recluadan on i eampaie yen pocon do fuervas Neguden 2 3000 efectvon El 12 dle gone lograrom ia cop tacion de as trop bitin ide agosto, enun eabldoabier se deli exile Vives que de legara el mario Se aaba de une experiencia deca para a cad Algo temigon relataron eel ‘sient tnigiondo que ne se perme a Viren enor le clea gue el cep gain ern et one a Sd enn ib Git sila area tee eee blo se presents tumult jos, muera ese traidor, nos ha venddido, es desertor”. Ta naultitud, 4000 personas, aclnd la designacion de Lines conve comand can tno te es hala en Sa Noli con eres de dirigid a Montevideo, aten ¢ a feaecer [vel Viena se han contigo dos pts de per: em ldo etry con lap de a tad de Montes ido debid enfrentar ka desercion de cen:

You might also like